Modernidad en Crisis PDF
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(UNPHU)
Reporte
Sustentantes:
Enyelina Medrano 18-2288
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INDICE
INTRODUCCIONCION P. 3
DESARROLLO:
MODERNIDAD EN CRISIS P. 4
CONCLUSIONES P. 7
WEBGRAFIA P. 8
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INTRODUCCION
Toda sociedad debe ser explicada en un contexto histórico en cuanto a su dinámica; no
existe estructura social estática o leyes inamovibles en la teoría social, sea ésta
platónica o marxista. La memoria histórica se construye con la experiencia acumulada
de violencia y de paz. En el mundo antiguo, griego y romano, explica Kostas-
Papaioannou, lo que importa era el ser. El hombre griego y el hombre medieval debían
luchar constantemente por moldear la materia de la vida conforme con la imagen
armoniosa que llevaban en sí. El tiempo se mueve en círculo. No hay avance ni
retroceso, los hechos pueden suceder en forma repetida. La idea del progreso tanto
como la de historicidad del hombre cual carácter fundamental de su estructura, fueron
introducidas a la filosofía con el cristianismo. A partir de ese momento el hombre
transformará su destino. La tradición judío-cristiana busca comprender el pasado y
porvenir en tanto que perspectivas ordenadoras a la existencia, y mostrar en la historia
la revelación y la realización de un orden de fines trascendentales a los de la
naturaleza y el cosmos. Era la nueva esperanza del desarrollo de toda la sociedad en
forma lineal. El siglo XIX iba a ser el triunfo de la teoría del progreso.
El progreso en realidad era otra cara de la utopía, otro espejismo de la armonía social.
Dicha teoría buscaría también la felicidad humana después de siglos de violencia y
miseria física y moral. El progreso humano, ha explicado John Bury, es una idea que
contiene una síntesis del pasado y una previsión del futuro. Se base en una
interpretación de la historia que considera al hombre caminando lentamente hacia una
dirección definida y deseable e infiere que este avance continuará indefinidamente.
La idea del progreso nace en el siglo XVI y forma parte de la cultura del Renacimiento.
Más aún: es el resultado de la visión optimista sobre el mundo durante la etapa
renacentista. Es la modernidad. Los cambios y las transformaciones en la naturaleza y
la sociedad, sus mejoras en la técnica, en la ciencia, en la cultura en general, son los
fundamentos del progreso. Se cree, a diferencia de los pesimistas, que el mundo, la
sociedad, el hombre en general, no solamente no está en decadencia, sino que va en
ascenso hacia la perfección social.
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Modernidad en crisis
Modernidad es una categoría que aparentemente sugiere una determinación temporal
muy del gusto de la ciencia histórica, pero lo que realmente invoca el concepto de lo
moderno es la aspiración a un estado imperecedero, siempre nuevo gracias a su propio
dinamismo de destrucción y creación. Esta dialéctica, por la que lo eterno y lo efímero
se confunden para alumbrar lo moderno, no es sino la punta del iceberg de las
tensiones y contradicciones que nos ha deparado la modernidad a lo largo de los
últimos siglos. Y es que desde hace más de doscientos años no hemos dejado de
pensar la modernidad. Junto a los primeros modernos “confesionales” surgieron los
antimodernos, ultramodernos, como una forma de resistencia frente a la modernización
progresiva e impuesta, cuando todavía no había experiencia suficiente para que se
empezara a hablar de crisis de la modernidad; cuando sus hallazgos y tensiones aún
no habían cristalizado plenamente. No se adivinaba que el sueño moderno escondía
pesadillas; tampoco que no se puede dejar de ser moderno, es decir, que los
antimodernos –como los posmodernos– son modernos contra su voluntad. Mal que nos
pese, lo nuevo, lo moderno, inevitablemente hace presente lo viejo, lo antiguo.
En consecuencia, la necesidad de repensar la modernidad nace de su aplicación. Y
tanto una como otra han recibido un gran impulso a lo largo del siglo XX. De la
ingenuidad inicial se ha pasado a la sospecha y rechazo. Una actitud madura ante la
modernidad, que refleja bien ese estadio, sería la de Roland Barthes, cuando declaraba
su deseo de situarse en la retaguardia de la vanguardia, pues “ser de vanguardia
significa saber lo que está muerto; ser de retaguardia significa amarlo todavía”1.
La cultura del siglo XX tiene como uno de sus ejes principales el discurso de la crisis de
la modernidad. La importancia del análisis de la modernidad, o la crisis de la misma,
procede no tanto de su interés sociológico y de lo acertado de sus descripciones, como
del hecho de que constituye la puesta de largo, la presentación pública de los implícitos
filosóficos que la Ilustración y, con ella la misma filosofía moderna, ocultaban tras el
ideal de un conocimiento fundado y de una acción racional. El desengaño tras el
desencantamiento del mundo ha desplazado el punto de gravedad del discurso
filosófico desde la teoría del conocimiento y la filosofía de la conciencia hacia la teoría
de la cultura y de la historia. Lo moderno es visto como un problema que convoca a
todas las instancias intelectuales, y genera una literatura específica hasta nuestros
días.
Actualmente, la modernidad parece haber agotado su potencial de novedad y
transformación social; esto se interpreta afirmando que ha llegado a su final. ¿Es esta
declaración algo más que un anuncio periodístico o el pronóstico pesimista para un
tiempo incierto? Lo más moderno sería precisamente no empeñarse en superar las
contradicciones que la atraviesa, esto es, no verlas como una aporía, sino que ahora se
trata de vivir las contradicciones como tales, y no volverse loco. La etapa tardo
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moderna o posmoderna se definiría por el abandono tanto de la expectativa de armonía
como de progreso.
En este número monográfico de Pensamiento y cultura se ofrecen algunos de los
enfoques del pensamiento actual donde sigue viva la modernidad como problema, o
donde se perciben las consecuencias de las sucesivas revisiones de los presupuestos
modernos.
Desde la perspectiva socio-cultural, L. F. Marín Ardila analiza la presencia de la
modernidad en el imaginario y la configuración de la conciencia europea (“La
modernidad como imaginario: la excepcionalidad de Europa o la modernidad como
geografía y como experiencia histórica de Europa”). A. N. García Martínez estudia la
relación entre modernidad y violencia a partir del pensamiento de N. Elías
(“Modernidad, violencia y procesos de civilizadores. Revisión crítica a partir de la
propuesta de Norbert Elías”).
Si hay un ámbito cultivado por los pensadores modernos y, sin embargo, marcado por
posturas encontradas es la ética. A. M. González (“Éticas sin moral”) analiza algunos
enfoques recientes en la ética que, desde los presupuestos de la filosofía moral
moderna, cuestionan sus ambiciones normativas y lo hacen, precisamente, como si se
tratara de la culminación de su planteamiento inicial. También en “Emociones versus
normas” L. Lamarque recorre el camino de la modernidad política y moral con sus
distintos estadios mostrando los factores de los que surge la actual desconfianza en las
fuentes racionales de la ética, mientras el emotivismo moral gana terreno en las
sociedades fuertemente institucionalizadas.
Para terminar, queremos agradecer a los autores por su disponibilidad y generosidad
para compartir con nosotros los resultados de su investigación. Confiamos en que su
valiosa colaboración servirá para avanzar en la comprensión de la reedición actual de
la crisis de la modernidad.
Nuevamente regresamos a la imagen que abre esta lectura. La obra de Art & Lenguaje
claramente se ve como una demostración, que sigue la línea de historiadores como
Leja o Guilbaut, de que el expresionismo abstracto, sin quererlo, inculcaba las políticas
de la Guerra Fría. Sin embargo, es importante enfatizar que esta es una interpretación
parcial y selectiva de la historia. Su valor descansa en el hecho de que muestra el
punto al que llegó el modernismo estadounidense pronto adquiría autoridad en el
Occidente. De hecho, el ímpetu detrás del respaldo oficial estadounidense para con el
arte de los expresionistas abstractos y sus variantes, venía tanto de los antagonismos
“locales” de Europa, como de los males imaginados del Comunismo en Rusia.
Hannah Arendt identifica el fin de la modernidad con el surgimiento de los sistemas
totalitarios. Estos representan el fracaso de un estilo de vida peligroso, el del animal
laboran, en el que cristaliza la modernidad y que conduce a la ruina del espacio
público. El totalitarismo es una consecuencia de la pérdida de sentido que fermentó en
el olvido de la acción política que se gestó en el tránsito del siglo XVII al XIX, con la
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restauración de un pensar metafísico interesado en sacrificar la debilidad del sentido
que nace de la acción a una interpretación de la Historia como una totalidad bien
edificada por la Razón.
Expresionismo abstracto
El Expresionismo abstracto es un estilo artístico que surgió alrededor de 1910 y cuyas
consecuencias múltiples han hecho de él una de las manifestaciones más significativas
del espíritu del siglo XX. El arte abstracto deja de considerar justificada la necesidad de
la representación figurativa y tiende a sustituirla por un lenguaje visual autónomo,
dotado de sus propias significaciones. Este lenguaje se ha elaborado a partir de las
experiencias fauvistas y expresionistas, que exaltan la fuerza del color y desembocan
en la llamada abstracción lírica, una de las derivaciones del informalismo, o bien a
partir de la estructuración cubista, que da lugar a las diferentes abstracciones
geométricas y constructivas.
Arte Bruto
es aquella tendencia en donde si bien, no presenta parámetros y estilos concretos, sí
proveen las suficientes cualidades y características para que sean reconocidas dentro
del arte.
A diferencia de las corrientes artísticas, dentro del arte bruto no necesariamente el
artista tiene que ser reconocido o dedicarse de lleno al arte, sino que va más allá, con
la finalidad de crear a partir de sus habilidades, ideas e incluso tribulaciones y
tormentos mentales.
El Art Brut o Arte bruto/crudo como también es conocido, es un concepto acuñado por
el artista francés Jean Dubuffet en 1945, para referirse a aquellas expresiones
artísticas de obras desvinculadas del arte académico, un tanto autodidactas, realizadas
por personas situadas al margen de la sociedad, entre los cuales se encuentran niños y
adultos, personas con discapacidad, pacientes mentales, así como individuos que
toman la expresión artística de un día para otro.
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CONCLUSIONES
La modernidad entra en crisis cuando la racionalización pasa de ser un principio critico
ordenador del espíritu científico y libertador de las ataduras de los dogmas de lo
tradicional, a un principio legitimador de la explotación, al servicio del lucro e indiferente
a las realidades sociales, psicológicas y fisiológicas (TOURAINE, 1994). La
racionalidad práctica se reduce a la racionalidad instrumental, el hombre se
unidimensional iza, generando conflictos entre las exigencias sociales y el desarrollo
tecnológico (BARREIRO, 2005).
Ahora es imposible volver atrás, la perspectiva ya cambió. En el mundo ya no existen
lugares premodernos, solo hay reservorios de recursos (TOURAINE, 1994)
Este agotamiento del movimiento libertador inicial y la perdida de sentido de una cultura
presa en la razón instrumental, conducen a una tercera etapa de la crisis de la
modernidad, la cual es retrospectiva y profunda, en donde se critican los propios
objetivos de la modernidad, de su moral controladora y represora, a través de
instituciones y practicas (punitivas, discursivas, etc.) vocalizadoras del poder.
En mi opinión el mundo va en constante evolución conforme la forma de pensar
cambia, cuando la mentalidad de un grupo cambia, y comienzan a generar nuevos
métodos, y nuevos puntos de vista, el estilo o método que actualmente se encuentra en
uso se ve amenazado, y posiblemente llega a ser inevitable su sustitución.
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WEBGRAFIA
https://www.eumed.net/libros-
gratis/2009c/590/CRISIS%20DE%20LA%20MODERNIDAD.htm
https://www.capitaldelarte.com/arte-bruto-tendencia-artistica/
https://www.ecured.cu/Expresionismo_abstracto
file:///C:/Users/Enyelina%20Medrano/Downloads/Dialnet-CrisisDeLaModernidad-
5185188.pdf
https://pensamientoycultura.unisabana.edu.co/index.php/pyc/article/view/1582/2047