Análisis Biográfico de Marilyn Monroe
Análisis Biográfico de Marilyn Monroe
Análisis Biográfico de Marilyn Monroe
Pero un año más tarde Gladys fue internada en un sanatorio psiquiátrico en el que
se le diagnosticó una esquizofrenia paranoide, enfermedad que luego Marilyn
creería haber heredado, especialmente cuando era internada por sus frecuentes
depresiones. Su infancia y adolescencia transcurrieron entre un orfanato (en el que
ingresó a la edad de nueve años y trabajó como ayudante de cocina), la casa de sus
abuelos y las de varias familias que la adoptaron. En una de estas casas de acogida
sufrió al parecer abusos sexuales por parte del cabeza de familia cuando contaba
ocho años.
Nada hacía pensar que Norma Jean tuviera una futura carrera como actriz, ni tan
siquiera el hecho de que su madre, una mujer extraordinariamente atractiva, hubiera
trabajado durante un tiempo como montadora de negativo en Consolidated Film
Industries. Marcada por la inestabilidad emocional y la pobreza, a los dieciséis años,
tras abandonar sus estudios, se empleó en una planta de construcción de aviones.
En la misma fábrica conoció a un mecánico de 21 años, James Dougherty, con
quien contrajo matrimonio el 19 de junio de 1942 y de quien se divorciaría cuatro
años después.
Un año después la Fox rehusó renovarle el contrato, por lo que aceptó uno nuevo
de parecidas características en Columbia. Para esta compañía actuó en la comedia
musical Ladies of the chorus (1948), de Phil Karlson. Marilyn era una modesta
bailarina de striptease llamada Peggy Martin y cantaba dos canciones. Para
preparar este papel recibió lecciones del director musical de la Columbia, Fred
Karger, con quien se cree que mantuvo relaciones íntimas. Al año siguiente participó
en el que sería el penúltimo filme de los hermanos Marx más o menos al completo
(Groucho, Harpo y Chico), Amor en conserva (Love Happy), de David Miller. En la
película, Marilyn contoneó sus caderas con tanta donosura que Groucho Marx, que
interpretaba al detective Sam Grunion, manifestó por ella con su proverbial
histrionismo un bullicioso deseo.
Poco antes, en 1949, Marilyn, que durante un tiempo compaginó las profesiones de
actriz y modelo, dio su primer golpe en aras de la celebridad al posar para una
sesión fotográfica cuyo resultado es aún hoy una de las más genuinas imágenes de
una pin-up girl. Se trata de las imágenes que muestran en tomas cenitales a Marilyn
desnuda sobre un cubrecama de color rojo. Algunas de las fotos aparecerían ese
mismo año en un calendario, y algo después, en 1953, una de ellas sería la portada
del primer número de la famosa revista erótica Playboy. Esto, sin duda, fue un
verdadero acontecimiento mediático, quizá de los primeros que pueden ser
comparados a los que se dan hoy día.
Pero el filme realmente importante de ese año fue la comedia de enredo Me siento
rejuvenecer (Monkey Business), de Howard Hawks, el director que junto a John
Huston y Billy Wilder tal vez supo extraer lo mejor de Marilyn Monroe. En esta
comedia, verdadero clásico del género escrita por Ben Hecht, Charles Lederer y
I.A.L. Diamond, hacía el papel de una secretaria rubia y tonta junto a dos
verdaderos monstruos del género, Cary Grant y Ginger Rogers. La maestría de la
puesta en escena y la espléndida carpintería dramático-cómica de la película era lo
que estaba necesitando la carrera de Marilyn, que por fin podía demostrar su valía
más allá de lo estúpido que pudiera ser el personaje que interpretara. Además, y
como se vería más adelante, fue en la comedia más o menos pura donde la actriz
dio lo mejor de sí misma.
Los caballeros las prefieren rubias, basada en una ingeniosa novela de Anita Loos,
contaba la historia del enfrentamiento de dos coristas, una morena, la turgente Jane
Russell, y otra rubia, Marilyn, que tratan de cazar a uno de los solterones más
deseados y ricos de América. En esta película, plagada de excelentes gags y de
provocativos números musicales, Marilyn demostró que era, además de una buena
actriz de comedia, una notable cantante y bailarina, con un estilo personal y muy
sugestivo. De hecho, el buscado personaje masculino, que interpretó Charles
Coburn, optaba finalmente por quedarse con Lorelei Lee, la rubia.
El tercer trabajo que hizo ese año fue un filme argumentalmente bastante parecido,
Cómo casarse con un millonario (How to marry a millionaire), de Jean Negulesco, en
el que Marilyn y otras dos actrices, esta vez Betty Grable y Lauren Bacall, se
proponían conquistar a un millonario a toda costa. No tan exuberante ni rotunda
como la anterior, era una película que explotaba en clave de comedia la disparidad
de físicos y caracteres de las tres intérpretes femeninas y, por tanto, resultaba un
trabajo muy a la medida de las aptitudes de Marilyn Monroe. Como consecuencia de
estos sensacionales trabajos, en 1954 le sería otorgado el prestigioso Globo de Oro
a la mejor actriz.
Pese a los éxitos profesionales que había obtenido en poco tiempo, su vida personal
no era nada satisfactoria. Además del reciente fracaso sentimental con DiMaggio,
no cesaba de luchar para demostrar que era algo más que una cara y una figura
bonitas. Cuanto más se convertía en una sex-symbol, más intentaba no sucumbir a
la conformista imagen que proyectaba. El acoso al que era sometida por parte de
los directivos de las productoras era constante. Si en sus filmes ella atraía al hombre
con su cuerpo y su inocente encanto, en la vida se jactaba de no haber aceptado
nunca acostarse con los productores y jefes de los estudios, algo que a buen seguro
le habría facilitado las cosas para conseguir mejores papeles, sobre todo en los
inicios de su carrera.
Con todo, seguía estando en el ojo del huracán, siendo el objeto preferido de la
prensa; pero también ello resultaba frustrante. Aceptaba conceder una entrevista a
la espera de que algún periodista se interesara por sus inquietudes intelectuales,
por lo que leía o por el tipo de películas que le gustaría interpretar, pero lo único que
encontraba sistemáticamente eran burdas cuestiones de tocador. Algunas de sus
respuestas de entonces se convirtieron en célebres, como cuando aseguró que no
usaba ropa interior o que para dormir sólo se ponía Chanel nº 5. Así es que,
inconscientemente o no, la propia Marilyn terminaba contribuyendo a consolidar la
percepción que de ella tenía la gente.
1956 fue un año crucial en su vida, ya que el 29 de junio se casó con el dramaturgo
Arthur Miller, para lo que debió convertirse previamente al judaísmo. Este enlace fue
más sorprendente si cabe para el público y la prensa que el de DiMaggio. Miller,
escritor y dramaturgo serio, proveniente de la élite intelectual judía, de posiciones
ideológicas abiertamente izquierdistas, se casaba con una mujer que
supuestamente era la antítesis: superficial, frívola, sin ideas propias y que aparecía
habitualmente en las portadas de la prensa amarilla. Y quienes le auguraron lo peor,
acertaron, ya que este tercer y último matrimonio fue un nuevo fracaso personal. La
desenfadada e ingenua Marilyn Monroe no congenió con el exclusivo círculo de
intelectuales neoyorquinos en que se desenvolvía Miller, y a pesar de que no se
divorciaron hasta enero de 1961, pronto se distanciaron de forma irremediable.
En su siguiente película, Con faldas y a lo loco (Some like it hot, 1959), genial y
mordaz comedia sobre el amor y el transexualismo en que volvió a dirigirla Billy
Wilder, el rodaje se convirtió en un verdadero suplicio. En sus memorias, Wilder lo
recordaría como la experiencia más traumática de su carrera debido al imprevisible
comportamiento de la actriz, que nunca llegaba a la hora o que, simplemente, tenía
que repetir hasta 65 veces un plano en el que tan sólo tenía una frase. No obstante,
y gracias en cierto modo a la buena química que había con los otros dos actores
principales, Tony Curtis y Jack Lemmon, el resultado final fue satisfactorio; el trabajo
de Marilyn sería premiado en 1960 con un nuevo Globo de Oro, esta vez en la
categoría de mejor actriz de comedia o musical.
En 1960 coprotagonizó junto al actor francés Yves Montand el film de George Cukor
El multimillonario (Let´s make love). Aunque con un planteamiento habitual en la
filmografía de Monroe (chica humilde, pero con ansias de superación que encuentra
el amor en un hombre rico), Cukor imprimió al argumento un mayor acento
dramático. Era una producción suntuosa, correctamente realizada, y con un buen
trabajo de la pareja protagonista, pero aun así había algo en el conjunto que no
terminó de funcionar. Durante el rodaje, Monroe y Montand tuvieron un romance que
no pasó a mayores. Marilyn se enamoró del actor, pero para Montand no era más
que una aventura. Una vez más, la mujer más deseada del mundo no encontraba o
tenía dificultades para conservar un amor.
Los últimos meses de la vida de Marilyn presentan una serie de zonas oscuras que
probablemente nunca lleguen a esclarecerse, como su relación con el entonces
presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, que parece probado que fue de
naturaleza íntima, o más tarde con el hermano de éste, el senador Robert Kennedy,
en la que algunos indicios pueden hacer pensar que fue tan sólo de amistad. De
cualquier modo, los nombres de ambos aparecieron entonces y siguen apareciendo
hoy en el asunto de la muerte por suicidio de la actriz, que falleció el 5 de agosto de
1962 a causa de una sobredosis de barbitúricos en su casa de Brentwood,
California.
No era la primera vez que había ingerido una sobredosis de barbitúricos combinada
con alcohol: exactamente lo mismo había ocurrido en la primavera del año anterior,
poco después de la separación de Miller y del estreno de Vidas rebeldes. La policía,
extrañamente, no reveló el nombre de la sustancia que había tomado Marilyn, e
incautó y rehusó hacer públicas las cintas magnetofónicas de la compañía de
teléfonos en que estaban grabadas las llamadas que efectuó la noche de su muerte.
Esto no hizo más que confirmar las sospechas de que Marilyn llamó a alguien en
busca de ayuda, alguien cuya alta posición pública no le permitía afrontar el
escándalo que hubiera supuesto verse envuelto en semejante asunto.
Pese a la infinidad de biografías y libros que sobre ella se han escrito (incluyendo su
autobiografía, aparecida póstumamente en 1974), en los que se ha podido percibir
esa otra Marilyn que no se ajusta al tópico, aún hoy sigue apareciendo en primer
lugar, o en un lugar muy destacado, en toda clase de rankings más o menos
frívolos: en 1995 fue votada por los lectores de la revista inglesa Empire como la
actriz cinematográfica más sexy de todos los tiempos; la misma revista, en 1997, la
situaba como la octava estrella del cine (masculina y femenina) más grande de
todos los tiempos; y en 1999, la americana People Magazine la consideraba la
mujer más sexy del siglo.
En definitiva, a pesar de los denodados intentos que Marilyn Monroe llevó a cabo en
vida para ser considerada de manera distinta a como se la veía, difícilmente
desaparecerá nunca de la imaginación colectiva como uno de los íconos eróticos del
siglo XX. La imagen de La tentación vive arriba, con blusa y falda plisada blancas
que se le levantan y agitan cuando pasa sobre un respiradero del metro de Nueva
York, ha quedado indisociablemente unida a su nombre. Su desaparición en plena
juventud, y en la cumbre de su fama como actriz y como mito erótico vivo, no hizo
más que acrecentar la leyenda.
Para este análisis me basare en la teoría de Rogers, pues, considero que su teoría
da más sustento al análisis de la personalidad de Marilyn Monroe, desde el enfoque
humanista sobre el que estamos trabajando.
Marilyn Monroe, o Norma, desde pequeña nunca tuvo una imagen paternal y
maternal realmente firme, pues debido a que su madre biológica fue internada por
esquizofrenia ella paso la mayoría de su vida en un orfanato, yendo de allá para acá
constantemente. Se dice que era acosada sexualmente y que también fue violada
apenas cumplió los 8 años, por su padre adoptivo, lo cual provoco que la madre
adoptiva sintiera repulsión hacia la pequeña Norma.
Siendo una niña que fue maltratada sexualmente, nunca logro diferenciar lo que
estaba bien, de lo que estaba mal, esto la llevo a un desarrollo pobre de su YO en
su infancia.
Pero a lo largo de su vida, modificó su visión del YO como una mujer inteligente y
culta, pues por lo entendido, ella era una gran y constante lectora
Esto la motivo mucho a lo largo de su vida, pues ella misma decía que la única
familia que tenía, era su público, por lo que podemos concluir que la motivación para
que ella siguiera ahí era por sentir el amor, que las personas le daban al admirarla,
que no pudo recibir de una madre o un padre.
Esta valoración condicionada, se dio, debido a que ella nunca tuvo una valoración
positiva fuerte, pues nunca se negó nada, incluso si esto la llegase a perjudicar,
todo esto, por la búsqueda de la aceptación y el “cariño” que su público (en su
mayoría hombres) le otorgaba.
A parte de esto, ella enfrentaba un proceso de amenaza para el que nunca tuvo
defensa, estas eran los abusos sexuales que paso durante toda su vida.
Partimos desde la idea que a los 8 años (Siendo muy pequeña para comprender
realmente la sexualidad), ella ya había tenido su primer contacto sexual,
obviamente, contra su voluntad, esto la marcaria a partir de ahí.
Considero esto como una amenaza pues también fue víctima de abusos de parte de
sus productores, público y alguna que otra persona que fuera ajena al círculo social
de Marilyn, pues ella al ser considerada como un “Sex Symbol”, era deseada por
todos, en ese entonces.
Ella nunca se pudo defender, porque precisamente eso, era lo que le daba para
vivir, no sabía hacer nada más y una vez llegado al punto en donde estaba, no
podía retroceder, esto provoco que estas amenazas se volvieran algo que la
perturbaba constantemente, lo cual, pudo ser la mayor razón por la cual cometió
suicidio.
Ella, que a pesar de sus humildes orígenes, pudo salir adelante y ser considerada
como una de las mujeres más bellas de todo el mundo.
Bibliografía
Biografias y vidas, La enciclopedia biográfica en linea. (s.f.). Obtenido de Biografias y vidas, La
enciclopedia biográfica en linea :
https://www.biografiasyvidas.com/monografia/marilyn_monroe/