José de San Martín y Su Relación Con Rivadavia

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José de San Martín y su relación con Rivadavia

Uno fue el Libertador,  partícipe fundamental en la Independencia Argentina y absoluto


vencedor de la dominación española en Chile y Perú; el otro fue el primer Presidente de las
Provincias Unidas del Río de la Plata. Uno,  excepcional hombre de armas; otro, hábil
político y hombre de leyes.

Enfrentados  por razones políticas, pero fundamentalmente por la discrepancia de criterios


y de valores que los caracterizaba. Sin embargo, los proyectos de los enormes constructores
de Patria fueron antagónicos, el amor a su país, y América, los unía.

La posición rotundamente unitaria de Rivadavia con su aspiración del ejercicio hegemónico


del poder desde Buenos Aires, la actitud de su gobierno en la guerra con Brasil, la
desastrosa negociación de un préstamo con la casa Baring Brothers de Inglaterra, fueron
quizás algunas de las razones del rechazo de San Martín hacia Rivadavia, quien por su
parte, negó todo recurso a San Martín, que libraba la guerra de independencia y que
temiendo que éste, apoyado en su gran prestigio, intentara apoderarse del poder, haciéndose
nombrar Jefe Supremo, perjudicando así sus aspiraciones políticas, . Lo boicoteó por todo
los medios y hasta bloqueó su intención de convocar a la reunión de un Congreso
Constituyente en Córdoba. San Martín, falto de apoyo en el Ejército del Norte, se recluyó
en Mendoza como gobernador y se dedicó a preparar su campaña militar. Formó un ejército
“a pulmón”, con mano de obra mendocina. No obstante, Rivadavia estaba más interesado
por las reformas burocráticas y las mejoras edilicias que en la suerte del país y del ejército
Libertador.

“…La guerra la tenemos que hacer del modo que podamos. Si no tenemos dinero,
carne y un pedazo de tabaco no nos han de faltar. Cuando se acaben los vestuarios nos
vestiremos con las bayetitas que trabajan nuestras mujeres, y sino andaremos en
pelotas como nuestros paisanos los indios. Seamos libres, que los demás no
importan…” (José de San Martín, al negársele los recursos para la Campaña Libertadora
por parte de Rivadavia y Cía.).

Finalmente San Martín no tuvo más remedio que ceder su lugar a Bolívar para que
concluyera la gesta libertadora.

El 20 de septiembre de 1824, Rivadavia le escribe al Ministro de Hacienda de la provincia


de Buenos Aires, Dr. Manuel J. García y refiriéndose al general San Martín le dice:

“…Es mi deber decir a ustedes, para su gobierno, que es un gran bien para este país
que dicho general esté lejos de él…”, (Galasso, Norberto: “Seamos libres”, Editorial
Coligüe, Bs. As., 2003).

Mientras San Martín permaneció en Mendoza, retirado en su chacra, Rivadavia y el


gobierno de Buenos Aires lo hostilizó de todas formas. Primero le puso un mucamo como
espía de sus movimientos y luego hasta le violaba su correspondencia privada. El propio
San Martín se lo confiesa a O´Higgins en carta del 2º de octubre de 1827:

“...Mi separación voluntaria del Perú parecía me ponía al cubierto de toda sospecha
de ambicionar nada sobre las desunidas Provincias del Plata. Confinado en mi
hacienda de Mendoza, y sin más relaciones que algunos vecinos que venían a
visitarme, nada de esto bastó para tranquilizar la desconfiada administración de
Buenos Aires; ella me cercó de espías; mi correspondencia era abierta con grosería...”
(Altamira, Luis Roberto: “San Martín. Sus relaciones con don Bernardino Rivadavia”.
Impresiones Pellegrini, Bs. As., 1950. Museo Histórico Nacional. Su Correspondencia).

Podemos afirmar que la correspondencia que ambos mantuvieron con distintos


destinatarios, surge claramente esta enemistad, que ninguno de los dos trató de ocultar, sino
más bien, que intentaron dejar en claro las diferencias que los separaban. Para Rivadavia y
sus seguidores, San Martín era un motivo de desconfianza. Permanentemente trataron de
desacreditarlo y crearon una red de espías que cubría todos sus pasos mientras se hallaba en
Europa. Para San Martín, Rivadavia era responsable de una “administración desastrosa y
causante de más división entre los argentinos.

“Rivadavia era incapaz de lealtad, honestidad o siquiera buenas maneras en sus relaciones
con los hombres que lo rodeaban con quienes estaba obligado a llevar los negocios de la
comunidad. Odiaba a los hombres que eran más notables o tenían más éxito que él. No
encontraba nada demasiado maligno que decir sobre San Martín y Bolívar.” (Gran Bretaña
y Argentina en el siglo XIX. H.S.Ferns. p.178)

Ya exiliado en 1830, un Rivadavia que sufre por la Argentina desgarrada por las guerras
civiles, sin leyes ni instituciones centrales, sean de lado de los unitarios o de los federales,
recuerda el encuentro con San Martín en Europa en 1824, donde continúan discutiendo dos
modelos, y escribe resignado: “En nuestros pueblos no pueden establecerse monarquías ni
príncipes de Europa y menos podría sostenerse sin la Independencia…los trastornos de
nuestro país provienen mucho más inmediatamente de la falta de espíritu público y
cooperación en el sostén del orden y de las leyes por los hombres del orden, que los ataques
de los díscolos, ambiciosos sin mérito ni aptitud, codiciosos sin industria”.

Bibliografía

Segreti, C.S.A. Bernardino Rivadavia. Hombre de Buenos Aires, ciudadano argentino.


Buenos Aires: Planeta. 2000

Pasquali, P. San Martín confidencial. Correspondencia personal del Libertador con su


amigo Tomás Guido (1816-1849). Buenos Aires: Planeta. 2000

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