2 Hoja Dominical Litúrgica Parroquial

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26º Ordinario, 27 de septiembre

2020, Ciclo A

PARROQUIA SAN PÍO X, LOGROÑO

Monición de entrada
Celebramos en este domingo la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado con el
lema «Como Jesucristo, obligados a huir», con la mirada puesta en los llamados
desplazados internos. Dentro de esta denominación se incluye a los millones de
hombres, mujeres y niños obligados a migrar dentro de sus propios países por
diversas causas: emergencias humanitarias, conflictos armados, perturbaciones del
clima, violencia generalizada, etc. Como señala el papa Francisco en el Mensaje para
esta Jornada, a menudo el drama de estas personas queda invisibilizado, puesto que
ocurre dentro de las propias fronteras, a lo que se suma que en este último tiempo
su situación se ha visto doblemente agravada por la crisis mundial causada por la
pandemia de la COVID-19. Por otra parte, no solo debemos mirar hacia países con
circunstancias sociales extremadamente frágiles, también en nuestro propio
territorio hay personas inmigrantes que en cierto sentido se ven «obligadas a huir».
Huir del sometimiento y la violencia, como las víctimas de trata con fines de
explotación sexual; huir de la precariedad laboral, como el colectivo de empleadas
del hogar o los temporeros agrícolas; huir de la intemperie, del olvido, como los
menores migrantes o los solicitantes de asilo. En definitiva, Jesús está presente en
cada uno de ellos, obligados a huir para salvarse, para recuperar la dignidad que les
ha sido arrebatada. Sintamos que en esta eucaristía, tras la huida de tantos,
desplegamos la mesa de la acogida, del compartir, de sanar heridas, escuchando las
palabras de Jesús, que nos dice: «Venid a mí los que estáis cansados y agobiados que
yo os aliviaré» (Mt 11, 28).

Saludo
Que la gracia de Nuestro Señor Jesucristo, el Amor del Padre, y la Comunión del Espíritu
Santo, esté con todos vosotros.

Acto Penitencial
— Tú, obligado a huir a Egipto, que te encarnas en los exiliados y perseguidos: Señor, ten
piedad.
— Tú, amigo de prostitutas, publicanos y pecadores: Cristo, ten piedad.
— Tú, que te hiciste pasar por uno de tantos, tomando la condición de esclavo: Señor, ten
piedad.
Que Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos
lleve a la vida eterna.

Monición a la Primera Lectura


Todo el mundo puede cambiar. El que está en el bien puede pasarse al otro bando, y el que
obra el mal puede convertirse. Dios espera que todos vivamos en la justicia: que quienes lo
hacen no la abandonen y que quienes no viven en ella se conviertan. La justicia de Dios es
esperar que el pecador cambie de conducta.

Monición a la Segunda Lectura


Un mismo amor y un mismo sentir les pide Pablo a los cristianos de Filipos. Sabe que en
ello va la unidad de la Iglesia. No se trata de ser acríticos, pero esa unidad puede perderse
con la soberbia. Más bien la humildad será el camino para la búsqueda del bien de todos y
no del bien particular y propio.

Monición a la Lectura Evangélica


El Reino pide conversión de la persona. Sólo mediante la conversión se puede acceder al
Reino que Jesús trae y predica. Quienes no están dispuestos a convertirse están bebiendo
su propia perdición. Pero quizás aquéllos de quienes menos cabría esperarlo pueden
llevarnos la delantera por haberse convertido antes.

Oración de los fieles


1— Por la Iglesia, para que sepamos ser hogar fraterno para tantas personas desplazadas
obligadas a huir de situaciones de injusticia, violencia o riesgo para sus vidas. Roguemos al
Señor.

2— Por los gobernantes, para que sepan promover leyes que protejan las vidas y la dignidad
de las personas más vulnerables de la sociedad. Roguemos al Señor.

3 — Por las personas migrantes, por sus familias y comunidades de origen, para que puedan
ejercer su derecho a permanecer en su propio país, gracias a un desarrollo económico,
político y social adecuado. Roguemos al Señor.

4 — Por todos los presentes en esta celebración, para que podamos reconocernos entre los
que van por delante en el camino hacia Dios a través de una vida de servicio en el amor.
Roguemos al Señor.

Acción de gracias
Oración del Papa Francisco:

Padre, Tú encomendaste a san José lo más valioso que tenías: el Niño Jesús y su madre, para
protegerlos de los peligros y de las amenazas de los malvados. Concédenos, también a
nosotros, experimentar su protección y su ayuda. Él, que padeció el sufrimiento de quien
huye a causa del odio de los poderosos, haz que pueda consolar y proteger a todos los
hermanos y hermanas que, empujados por las guerras, la pobreza y las necesidades,
abandonan su hogar y su tierra, para ponerse en camino, como refugiados, hacia lugares más
seguros. Ayúdalos, por su intercesión, a tener la fuerza para seguir adelante, el consuelo en
la tristeza, el valor en la prueba. Da a quienes los acogen un poco de la ternura de este padre
justo y sabio, que amó a Jesús como un verdadero hijo y sostuvo a María a lo largo del
camino. Él, que se ganaba el pan con el trabajo de sus manos, pueda proveer de lo necesario
a quienes la vida les ha quitado todo, y darles la dignidad de un trabajo y la serenidad de un
hogar. Te lo pedimos por Jesucristo, tu Hijo, que san José salvó al huir a Egipto, y por
intercesión de la Virgen María, a quien amó como esposo fiel según tu voluntad. Amén

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