Multiples
Multiples
Multiples
ADMINISTRACION JUDICIAL
===
Magistrado Ponente:
Decídese la acción de tutela promovida por Juan José Uribe Pardo y Promotora Médica Las
Américas S.A. contra el tribunal superior del distrito judicial de Medellín, sala civil, integrada por
los magistrados María Euclídes Puerta Montoya, Aída Mónica Rosero García y Octavio Augusto
Tejeiro Duque.
Antecedentes
1. Aduciendo vulneración del derecho al debido proceso, los accionantes solicitan dejar sin valor
la sentencia de segunda instancia de 30 de junio de 2004, proferida por el tribunal accionado
dentro del proceso ordinario que en su contra adelantan Alberto, Jaime, Lucía, María Cecilia,
Hernán y María Eugenia Saldarriaga Sánchez.
2. Indican que el juzgado 8º civil del circuito de Medellín profirió sentencia absolviendo a los
demandados porque no se habían demostrado los elementos estructurales de la responsabilidad
civil; inconformes los demandantes interpusieron recurso de apelación, resuelto en providencia de
30 de junio de 2004 por el tribunal superior de distrito judicial de Medellín, sala civil, revocando la
decisión de primera instancia y condenando a los demandados al pago de $13.786.000,oo para
cada uno de los seis demandantes, por concepto de perjuicios morales por la muerte de la
paciente Angélica Sánchez de Saldarriaga; al proferir la sentencia de segunda instancia, el tribunal
incurrió en vía de hecho porque se declaró una responsabilidad contractual a sabiendas de que los
demandantes habían ejercido una responsabilidad extracontractual.
3. El tribunal dijo que los demandantes no estaban atados con la demandada por vínculo jurídico,
acreditada la responsabilidad civil de los demandados, se impuso la indemnización de perjuicios
por responsabilidad civil extracontractual.
Consideraciones
Continúa diciendo que el vínculo jurídico creado imponía a la sociedad cumplir de buena fe,
desplegando la conducta necesaria recomendada por la medicina y con mira en la sanación de la
paciente; la sociedad demandada no alcanzó a demostrar caso fortuito para desvirtuar la
presunción de culpa; por el contrario se acreditó la misma de parte de los médicos Juan José Uribe
Pardo, cirujano que operó a Angélica, del anestesiólogo Fernando Alvarez, de los médicos
Saldarriaga, Joaquín Tiberio Valencia Cárdenas, Sergio Navarro Cadavid y del de turno para el 16
de agosto de 1998, a la una de la mañana; y del personal de enfermería que laboró entre el 15 al
16 de agosto, dada su negligencia, imprudencia y descuido, impericia e ignorancia de cómo
proceder en el caso concreto, quienes actuaron bajo la dependencia y subordinación de la
sociedad demandada, por lo que se configuró la culpa de la misma (art. 1738 Código Civil); que se
une al hecho del incumplimiento de la obligación de atender la enfermedad de la paciente, con
ceñimiento a las recomendaciones de la medicina para ese caso específico, para estructurar la
responsabilidad civil en que la sociedad incurrió.
También dijo el tribunal que el hecho ilícito, culpa y daño confluyen a estructurar la
responsabilidad civil en que incurrieron los demandados; de donde surge la legitimación para
reclamar la indemnización de perjuicios con fuente en el hecho ilícito analizado, que así se
transforma en hecho jurídico por ser antecedente o supuesto de tal consecuencia jurídica (art.
2.341 del Código Civil); de los daños causados y efecto del hecho ilícito; con ceñimiento al art.
1.616 de la misma obra que rige para el evento de incumplimiento de obligación, pero que se
aplica en este caso para interpretar el ordenamiento jurídico por integración analógica de su
normas (art. 8º de la ley 153 de 1,887).
2. Es evidente, entonces, que las reflexiones del tribunal accionado no son caprichosas, sino que
tienen sustento objetivo en una interpretación de las respectivas normas aplicables y los hechos
del caso concreto, circunstancia que impide su desconocimiento por vía constitucional, toda vez
que como se ha decantado por la jurisprudencia, la vía de hecho en los campos de la hermenéutica
jurídica y de la evaluación probatoria tan sólo puede darse por establecida cuando el
administrador de justicia incurre en una irrefutable y grosera arbitrariedad, ya que en dichos
tópicos debe tener plena eficacia el soberano contorno funcional de los administradores de
justicia, quienes no pueden estar sometidos al escrutinio del juez de tutela, porque de lo contrario
se desconocerían los principios de autonomía, independencia y desconcentración judicial,
reconocidos por los artículos 228 y 230 de la Carta Política.
Decisión
Con base en lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, administrando
justicia en nombre de la República y por autoridad de la ley, deniega el amparo constitucional
solicitado.
===
ANTECEDENTES
b) Sostiene que el Juez Segundo Civil del Circuito, pese a que estaba frente a una
responsabilidad de tipo contractual, tramitó y decidió la demanda ordinaria referida, como si se
tratara de responsabilidad civil extracontractual, según lo equivocadamente pedido por los
demandantes, incurriendo en la omisión de negar las pretensiones como lo prevé la legislación
procesal civil colombiana y lo ratifica la jurisprudencia nacional, con lo cual se sometió
caprichosamente a los demandados a soportar un trámite diferente al que legalmente
corresponde, haciéndolo más gravoso y negando los derechos del extremo pasivo de la litis, a más
de haberla condenado por lucro cesante cuando la parte actora no lo había solicitado, vulnerando
de paso los artículos 37 y 305 del Código de Procedimiento Civil.
c) Afirma que pese a que en la segunda instancia presentó memorial pidiendo la revocatoria del
fallo para que se negaran las pretensiones de la parte actora, el Juez colegiado pasó por alto la
petición y en su fallo indicó que “Respecto a los argumentos esgrimidos por el apelante en esta
instancia, se habrá de estar a lo considerado anteriormente”; es decir, a sus planteamientos al tipo
de responsabilidad civil extracontractual y endilga la responsabilidad a los demandados, sin
ninguna otra consideración, violando de paso el principio procesal y la obligación de motivar las
decisiones, constitutivo de vulneración al derecho a la defensa y al debido proceso negando la
petición oportuna de corregir la omisión e incongruencia antes de proferirse sentencia de segunda
instancia, pues aún de oficio tenían la obligación de negar las pretensiones de la demanda al
haberse pedido una condena por responsabilidad extracontractual, cuando las partes estaban
ligadas por una convención o relación de tipo contractual como se le había indicado al Juez de
primera instancia y al Tribunal, para que cumplieran con los deberes que les señala la ley.
CONSIDERACIONES
1.- Cuando se trata de revisar providencias judiciales mediante el ejercicio de la acción de tutela,
se ha repetido insistentemente en que, la labor del juez constitucional se debe centrar en el
análisis de la conducta desplegada por los funcionarios jurisdiccionales que administran justicia, y
que se refleja en los autos o sentencias atacados como ilegales y presuntamente violatorias de un
derecho constitucional, y que solamente si de su apreciación se desprende que la conducta reviste
el carácter de abusiva, caprichosa o arbitraria, de forma tal que vulnere alguno de tales derechos y
siempre que no se disponga de otros medios de defensa judicial, puede admitir la tutela, en razón
de que se configuraría una vía de hecho.
3.- Sin entrar en consideraciones adicionales a las que aquí se exponen, es lo pertinente
denegar el amparo impetrado, ya que en el caso bajo estudio la sociedad accionante pretende en
últimas que se ordene dejar sin efectos la providencia del 21 de agosto del año en curso, proferida
por la sala accionada, solicitud que debe despacharse desfavorablemente, toda vez que del
análisis de su texto que obra a folios 118 a 132 del expediente, se deduce que se encuentra
debidamente motivada y tiene fundamento legal y objetivo, lo que de plano descarta la vía de
hecho de que se le tacha y por ende que se de cabida al amparo impetrado.
Puestas así las cosas, mal puede ahora pretender la cooperativa accionante que en sede de tutela
como si fuere una tercera instancia, se debatan puntos que son propios del proceso natural y del
juez de la causa en ejercicio de los deberes y facultades deferidos por la Constitución y la ley.
DECISION
RESUELVE:
NOTIFIQUESE Y CUMPLASE
ADMINISTRACION JUDICIAL
===
Magistrado Ponente:
Decídese la acción de tutela promovida por Bertha Fernández de Jerman contra el tribunal
superior del distrito judicial de Barranquilla, sala civil-familia, integrada por los magistrados Ruth
Jiménez González, Alberto Rodríguez Akle y Manuel Julián Rodríguez Martínez y el juzgado 12 civil
del circuito de la misma ciudad.
Antecedentes
2. Expone que el juzgado en primera instancia niega las pretensiones de la demanda teniendo
como sustento que los hechos y actuaciones del Banco Central Hipotecario en los dos procesos no
fue doloso ni cometió delito alguno, en consecuencia se hacía innecesario examinar cualquier otro
presupuesto procesal; interpuso recurso de apelación contra la citada sentencia siendo resuelto
por el tribunal en providencia de 17 de junio de 2005, confirmando la de primera instancia bajo el
argumento de que los embargos y remate ocurridos en el primer proceso se dieron por una
obligación en mora de la demandada, y en el segundo acepta que hubo irregularidad, pero
consideró que no hubo daños y perjuicios demostrados.
3. El juzgado hizo un recuento del trámite procesal y a manera de conclusión dijo que no existe vía
de hecho alguna en la decisión trascendente que se cuestiona en el escrito de tutela, razón por la
cual debe declararse su improcedencia.
Consideraciones
1. No luce irrazonable u opuesto al orden jurídico, que es como se estructura la vía de hecho, el
criterio esbozado por el tribunal accionado en la providencia de 17 de junio de 2005 que aquí se
cuestiona toda vez que el mismo tuvo sustento objetivo en razonamientos que no pueden tildarse
de arbitrarios, al decir en síntesis que si endilga responsabilidad aquiliana a quien por abuso del
derecho ocasionó menoscabo a la ejecutada, está en la obligación de probar los tres elementos
que la estructuran, como son culpa, daño y nexo causal; en materia de responsabilidad civil
extracontractual el elemento daño se convierte en columna vertebral, entendido como “el
trastorno, menoscabo o lesión de un bien, un derecho o un patrimonio en su aspecto económico,
pecuniario material, o en su aspecto emocional o fisiológico…Si no hay daño no hay
responsabilidad civil, porque este es un elemento esencial y determinante. Así existan y se
encuentren satisfechos los otros requisitos, no se podrá declarar la existencia de responsabilidad
jurídico civil si no hay daño”.
Entiende la Sala que aun cuando frente a una de las dos ejecuciones del Banco, no halló el tribunal
proceder culposo, lo que en definitiva lo llevó a desestimar la responsabilidad en ambos casos fue
la ausencia de prueba en torno al daño alegado, elementos también indispensables para que
pueda hablarse de responsabilidad civil. Fue así entonces que al punto dijo que no existe otra
prueba que el dictamen pericial solicitado por la parte actora con la aclaración del mismo, el cual
fue objetado y resuelto por nuevos peritos quienes rindieron la experticia obrante a folio 31 a 47
del cuaderno de pruebas, y su ulterior aclaración a folios 54 a 58 ibídem; éste no fue convincente
pues los expertos se limitan a expresar el valor comercial de los locales 1A, 1B y 1C, sin que
aparezca por ninguna parte del plenario la demostración del lucro cesante o el daño emergente,
es decir, no aparece en el expediente prueba que acredite la existencia de lo dejado de percibir
por la no explotación de los locales por causa de las medidas cautelares, luego no procede
indemnización alguna por este concepto; en cuanto hace relación a la pretensión por daño
emergente, su cuantía tampoco se encuentra acreditada por cuya razón esta condena no se
impone a la demandada. Así las cosas confirma la sentencia de primera instancia.
2. Es evidente, entonces, que las reflexiones de los accionados no son caprichosas, sino que
tienen sustento objetivo en una interpretación de las respectivas normas aplicables y los hechos
del caso concreto, circunstancia que impide su desconocimiento por vía constitucional, toda vez
que como se ha decantado por la jurisprudencia, la vía de hecho en los campos de la hermenéutica
jurídica y de la evaluación probatoria tan sólo puede darse por establecida cuando el
administrador de justicia incurre en una irrefutable y grosera arbitrariedad, ya que en dichos
tópicos debe tener plena eficacia el soberano contorno funcional de los administradores de
justicia, quienes no pueden estar sometidos al escrutinio del juez de tutela, porque de lo contrario
se desconocerían los principios de autonomía, independencia y desconcentración judicial,
reconocidos por los artículos 228 y 230 de la Carta Política.
Decisión
Con base en lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, administrando
justicia en nombre de la República y por autoridad de la ley, deniega el amparo constitucional
solicitado.
===
Magistrado Ponente
EXP.: 11001-22-03-000-2008-01504-01
ANTECEDENTES
2. En apoyo de la petición de amparo constitucional dice el actor, que pretendía la señora Vanoy
que a él se le “declarara responsable de la pérdida de unos dineros que vía Internet fueron
sustraídos de las cuentas de ahorros y corrientes Nos. 014-10151-3 y 035-0297-1,
respectivamente”, acreditados, posteriormente, a unas cuentas de ahorro abiertas en el Banco
Popular por Jorge Alberto Castañeda Borrero y Rocío Janeth Durán Mahecha; en tiempo se opuso
a la prosperidad de los pedimentos apuntalado en que “las transacciones fueron realizadas en
forma regular, válida y de manera exitosa”, según los registros electrónicos y la certificación que
en ese sentido expidió la red de cajeros automáticos –ATH-, con esos documentos demostraba que
las operaciones fueron hechas con “el plástico pertinente, [con] la clave o NIP secreta de la
demandante”, recayendo sobre ellas la presunción de legalidad, tal como lo prevé el contrato
celebrado entre las partes en ese sentido, específicamente la cláusula 21 que informa que “Toda
operación activa o pasiva que aparezca en los registros del Banco, efectuada por solicitud verbal o
con base en mi tarjeta o clave, declaro expresamente que fue realizada por mí bajo mi total
responsabilidad…”.
Agrega, que al juicio pidió citar al Banco Popular en calidad de garante por haber autorizado la
apertura de las aludidas cuentas.
Mediante sentencia dictada el 4 de diciembre de 2007, el Juez Cuarenta y Nueve Civil Municipal lo
condenó, junto con el Banco Popular, al pago de $10.430.000 a favor de la demandante.
Inconforme apeló la providencia, porque aunque se trataba de un caso de responsabilidad
contractual que involucraba necesariamente la necesidad de verificar el cumplimiento o
incumplimiento de las obligaciones que dicha relación generaba en cabeza de los contratantes, el
despacho aplicó “la noción de responsabilidad objetiva”; el mismo descuido no le permitió advertir
que la responsabilidad recaía totalmente en el Banco Popular, por haber permitido la apertura
irregular de las cuentas referidas.
El Juez accionado al desatar la alzada, revocó el fallo para absolver a la entidad antes aludida e
imponer la condena exclusivamente al Banco de Bogotá.
Para el accionante, la anterior decisión es constitutiva de vía de hecho, no sólo por insistir en la
responsabilidad objetiva cuando las obligaciones devienen del contrato de cuenta corriente y de
ahorros sino también, por desconocer los medios de prueba adosados que daban cuenta de la
culpa de “cuentahabiente y cuentacorrentista”, pues el banco nunca aceptó que ella no hubiese
sido la autora de los mencionados retiros; adicionalmente, porque excluyó al Banco Popular ya
que, según su criterio, no se daban los requisitos para que éste fuera llamado en garantía, sin
explicar el por qué de esa razón.
A la luz de los anteriores planteamientos, pide que se deje sin efecto la providencia cuestionada
para que, en su lugar, se le ordene al estrado judicial dictar una nueva ajustada a derecho.
LA SENTENCIA IMPUGNADA
El Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá negó el amparo, pues aunque sea cierto que el
despacho “estimó que la responsabilidad de las entidades bancarias en tratándose de manejo de
cuentas de ahorro si es objetiva” no lo es menos, que la sentencia se cimentó en los artículos 335
de la Constitución Nacional, 1604 inciso 2º y 2341 del Código Civil, 57 y 117 inciso 2º del Código de
Procedimiento Civil, 1382 a 1392 del Estatuto Mercantil y en jurisprudencia proferida en sede de
casación, “disposiciones que en manera alguna se presentan inexistentes o inconstitucionales”. En
cuanto a la valoración probatoria, tampoco se evidencia desconocimiento del acervo recaudado, lo
que realmente sucedió fue que ante la negación indefinida de la demandante respecto del retiro
del dinero, se invirtió la carga de la prueba y el banco no logró demostrar la culpa de ésta en esas
transacciones.
Respecto al Banco Popular -agrega-, no es verdad, como lo quiere hacer ver el accionante, que el
despacho no haya expuesto los motivos por los cuales no halló procedente su intervención como
tercero llamado en garantía, ya que en ese sentido expresó “que no existía prueba de la relación
legal o contractual que invocaba el demandado para efectuar dicho llamamiento tal y como lo
prevé el artículo 57 del Código de Procedimiento Civil”.
LA IMPUGNACIÓN
Con argumentos similares a los ya expuestos en el libelo inicial, el gestor impugnó el fallo de
primera instancia.
CONSIDERACIONES
1. Es claro que la acción que ocupa la atención de la Corte no puede ser utilizada como si se tratara
de una instancia más para continuar exponiendo asuntos que han sido ampliamente debatidos
ante los funcionarios judiciales competentes, pues de impartírsele esa inteligencia se
quebrantarían los principios de la autonomía y de la independencia de los Jueces.
2. Con todo, no luce irrazonable u opuesto al orden jurídico, única forma como se estructura una
vía de hecho, el criterio esbozado por el juzgado accionado en la providencia que confirma, previa
revocatoria de un numeral, la de primera instancia proferida el 4 de diciembre de 2007, pues el
mismo tuvo sustento objetivo en raciocinios que no pueden tacharse de arbitrarios. Concluyó el
funcionario, en síntesis, que “Se trata de un lado de una cuenta de ahorros y de un contrato de
cuenta corriente bancaria, cuya regulación se encuentra en los arts. 1382 a 1392 del Estatuto
Mercantil”; verificados los presupuestos de la responsabilidad emanada de esos contratos, las
normas y jurisprudencia procedente y teniendo en cuenta la aseveración “de la demandante en el
sentido de no haber sido ella quien retiró los dineros”, la carga de la prueba, conforme lo
establece el inciso 2º del artículo 177 del estatuto procesal civil, se traslada a la parte demandada,
quien por ser “oferente de servicios que pueden realizarse electrónicamente, es ella quien tiene…
el mando y control sobre la plataforma tecnológica necesaria para la verificación de esa clase de
transacciones, es a ella a quien le corresponde demostrar la absoluta confiabilidad del sistema,
garantizar la seguridad en su uso, probar la realización de la operación”, en ese orden debió
demostrar que la operación la realizó su cliente; “idéntica regla de conducta procesal debe asumir
cuando dice que la transacción electrónica tuvo lugar y si algún daño se causo (sic) es por
responsabilidad exclusiva de su cliente…”, conjetura que le imponía demostrar el manejo
“irregular e irresponsable” que su cliente hizo de la tarjeta, sin embargo, no cumplió con esa carga
procesal.
En cuanto al Banco Popular –agrega-, el llamamiento en garantía entraña la facultad que poseen
las partes de vincular al juicio a “quien eventualmente y en virtud de determinada relación jurídico
sustancial, deba resarcir el perjuicio causado por el llamante…sin que ello implique en manera
alguna sustitución de partes o exoneración de las hipotéticas responsabilidades que pesen sobre el
llamante”; en el caso concreto, nada muestra la relación contractual o legal que obligue al banco
mencionado a responder por los perjuicios causados a la demandante, pues en realidad se le citó
sin mencionar el fundamento para ello –art. 57 del C.P.C.
En corolario, si las reflexiones comentadas y examinadas por esta vía, al ser evaluadas dentro del
contexto mencionado, no lucen caprichosas o contrarias a lo que emerge de los soportes
escrutados por el accionado impide la interferencia del juez de tutela, ya que la interpretación
legal y la evaluación probatoria pertenecen al discreto pero soberano contorno funcional de cada
administrador de justicia, por lo mismo no deben someterse al escrutinio de la jurisdicción
constitucional, salvo cuando se esté frente a una irregularidad capaz de menoscabar garantías de
rango fundamental, cosa de difícil predicación en el asunto tratado.
RESUELVE:
SEGUNDO: Notifíquese lo así decidido, mediante comunicación telegráfica, a todos los interesados
y remítase oportunamente el expediente a la Corte Constitucional para su eventual revisión.
NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE
===
MAGISTRADO PONENTE:
Decídese la acción de tutela instaurada por EDUARD GÓMEZ MATÍAS contra el TRIBUNAL
SUPERIOR DEL DISTRITO JUDICIAL de Ibagué Sala Civil –Familia, y el JUZGADO QUINTO CIVIL DEL
CIRCUITO de esa misma ciudad.
EL RECLAMO CONSTITUCIONAL
Y SU FUNDAMENTO
1. El accionante demanda la protección constitucional del derecho fundamental al debido proceso,
presuntamente vulnerado por los funcionarios judiciales acusados al proferir las sentencias que
tanto en primera como en segunda instancia, declararon probada la excepción de mérito de cosa
juzgada, y en consecuencia, desestimaron las pretensiones de la demanda, dentro del proceso
ordinario de responsabilidad civil contractual que instauró en contra de la sociedad Transportes
Rápido Tolima S.A.
3. Que dichas pretensiones fueron desestimadas por el Juzgado Primero Civil del Circuito de
Honda, mediante sentencia del 6 de mayo de 1999, con sustento en que “en estos casos de
accidente de tránsito, en donde no hay fallecimiento de la victima, la acción a seguir era la de
responsabilidad civil contractual, acorde con el art. 1003 del Código de Comercio”; providencia
que modificó el Tribunal al desatar el recurso de apelación que interpuso, “al considerar probada
la excepción de cosa juzgada” con fundamento en que la Fiscalía 38 Delegada ante los Jueces
Penales del Circuito, se abstuvo de acusar al conductor del vehículo “en razón de que existió caso
fortuito”.
4. Que “dadas las consideraciones” del mencionado despacho judicial, instauró ante el Juzgado
Quinto Civil del Circuito de Ibagué (aquí accionado) proceso de responsabilidad civil contractual
contra Transportes Rápido Tolima S.A., la cual al contestar la demanda, formuló la excepción de
cosa juzgada; medio exceptivo que fue acogido tanto en primera como en segunda instancia, y
consecuentemente, sus pretensiones le fueron desestimadas.
5. Aseveró que “el apoyo probatorio en que se basó el Tribunal del Distrito judicial de Ibagué para
aplicar la excepción de cosa Juzgada es completamente impertinente o insuficiente”, razón por la
cual incurrió en vía de hecho al proferir la sentencia del 9 de junio de 2005.
6. Solicitó para la protección de su derecho fundamental, de un lado, que se ordene al Tribunal
acusado modificar la sentencia de segunda instancia “en los dos fallos que conoció” , esto es, el
proferido tanto por el por el Juzgado Primero Civil del Circuito, como el emitido por el Juzgado
Quinto civil del Circuito, en el sentido de que en lugar, de declarar probada la excepción de cosa
juzgada, “se profundice más en las consideraciones del hecho fortuito, en el entendido de que si
bien es cierto, algunas causales de justificación o inculpabilidad eximen de responsabilidad penal
no lo hacen de la civil”; y de otro, que se deje sin efectos la sentencia emitida el 14 de septiembre
de 2004 por el Juzgado accionado (Quinto Civil del Circuito), y en su lugar, se le ordene que
“prosiga el proceso” con el fin de determinar sí independientemente de la decisión de la
mencionada Fiscalía, existe, no obstante, la culpabilidad de conductor y el nexo causal para que el
tercero civilmente responsable, como lo es la empresa transportadora, le repare “así sea en
mínima parte el daño que causó, tanto físico como moral”.
CONSIDERACIONES
“En cuanto a los requisitos objetivos, es decir, que ambos procesos versen sobre el mismo objeto o
pretensión y se funden en la misma causa o razones de hecho de la pretensión, puede concluirse
que también se estructuran en el caso concreto, toda vez que, tanto en el juicio anterior como en
el actual, el actor pretende el reconocimiento del derecho a ser indemnizado por la entidad
demandada, por los perjuicios ocasionados en el accidente de tránsito ocurrido el 29 de agosto de
1994”
Advirtió finalmente que “el hecho de que el actor invoque ahora responsabilidad contractual y
antes extracontractual, no impide que la decisión surta sus efectos de intangibilidad e
inmutabilidad”.
Examinadas esas inferencias, advierte la Corte que el Tribunal afincó la cosa juzgada que declaró
probada en que con antelación se había proferido un fallo que puso fin a un proceso que por
responsabilidad civil extracontratual promovió el accionante, olvidando, empero, que en la
responsabilidad contractual, que fue la reclamada por el actor en su nueva demanda, “en su
condición de pasajero lesionado”, el demandante alega la existencia de un contrato o de una
relación convencional de la cual dimana una obligación por cuyo incumplimiento igualmente se
queja; al paso que, aquella, o sea la extracontractual, tiene como venero otra fuente de la
obligación, pues surge por causa de una incorrección de conducta que genera un daño, sin que
entre las partes del conflicto medie un negocio jurídico. Se trata, para decirlo con llaneza, de la
violación del principio neminen laedere. Es claro entonces, que existen diferencias fácticas
fundamentales entre estas dos figuras, como quiera que corresponden a distintos presupuestos de
hecho, divergencia que, por lo demás, usualmente se refleja en la naturaleza de los perjuicios que
se reclaman.
A este respecto la jurisprudencia de la Sala, ha precisado que “... siempre habrá de tenerse en
cuenta que la responsabilidad llamada ‘contractual’, concreta por esencia, juega de ordinario
entre personas que se han ligado voluntariamente y que por lo mismo han procurado especificar
el contenido de los compromisos emergentes del negocio jurídico por ellas celebrado, mientras
que la responsabilidad extracontractual opera entre quienes se ha vinculado únicamente el azar y
la extensión de los imperativos de conducta incumplidos en los que toma causa la respectiva
prestación resarcitoria del daño en que dicha responsabilidad se traduce...” (sent. cas. civil, 19 de
febrero de 1999, exp. No. 5099). A tal punto es incuestionable esa distinción que esta Corporación
en el trasuntado fallo coligió que “en guarda del principio de congruencia, no es permitido que una
sentencia judicial declare la existencia de responsabilidad contractual y efectúe la consiguiente
condena sino en la medida en que de esa demanda, sin abandonar desde luego y en homenaje a
versátiles divagaciones los lineamientos objetivos que la especifican en su totalidad, surja a las
claras un relato fáctico adecuado para poner en evidencia que existe un vínculo concreto de la
naturaleza indicada entre quien como demandante reclama por la ilicitud de una conducta y aquél
que señalado como demandado es la persona a quien dicha conducta se le imputa, que esta
última consiste en la inejecución o en la ejecución retardada o defectuosa de una obligación que
por mandato de la ley o por disposición convencional es parte integrante del ameritado vínculo, y
en fin, que el daño cuya reparación económica se exige consista, básicamente, en la privación
injusta de una ventaja a la cual el demandante no habría tenido derecho de no mediar la relación
tantas veces mencionada”.
Luego, resulta palmario que en este asunto no se configuraban todos los elementos del instituto
de la cosa juzgada, dado que no existía identidad entre el objeto, es decir, “las pretensiones o
declaraciones que se piden de la justicia”, pues una es la indemnización del daño contractual y
otra la del extracontractual y en la causa, o sea, “el motivo o fundamento del cual una parte deriva
su pretensión deducida en el proceso” (sent. cas. civil del 30 de octubre de 2002).
Puestas así las cosas, es palpable que como el Tribunal accionado desacertó en su decisión, pues
le dio un alcance a la demanda y a la norma en que fundamentó dicha determinación, que no les
corresponden, procede amparar el derecho fundamental al debido proceso del peticionario y para
ello, se dejará sin efectos la sentencia censurada, ordenándose, consecuentemente a esa
Corporación que adopte las medidas que sean pertinentes en orden al resolver nuevamente la
alzada con observancia de lo aquí expuesto.
“Obviamente que para que el supradicho alcance normativo sea de recibo, requiérese que de la
decisión penal brote inequívocamente que la absolución descansa en una cualquiera de las causas
ya descritas; porque es natural pensar que la preceptiva en cita, atendidos sus peculiares efectos,
rechaza su aplicación en aquellos eventos en que, como ocurre a menudo, el pronunciamiento
penal se ofrece oscuro, ambiguo y hasta contradictorio. No puede olvidarse, a este propósito, los
rasgos prominentes que orientan tan delicado problema, empezando por tener siempre presente
que la autoridad de la cosa juzgada penal absolutoria sobre lo civil, no se presenta frente a una
decisión cualquiera, pues es forzoso que, con arreglo a un principio admitido por todos, el
pronunciamiento penal, amén de necesario, sea cierto, aspecto este último sobre el que aquí se
está llamando la atención con el objeto de indicar que tal connotación exige que ese
pronunciamiento no puede estar afectado de dubitación o confusión alguna.” (subrayado fuera
del texto) (sents. cas. civ. 24 de noviembre de 2000, exp.5365; 12 de octubre de 1999; 21 de junio
de 2005, exp. 00020)
DECISIÓN
Cuarto: ORDENAR, para el cumplimiento del fallo, al Juzgado Quinto Civil del Circuito de Ibagué
que dentro del término de las 48 horas siguientes a la notificación de esta providencia, proceda a
remitir el proceso a que se refiere la queja constitucional al Tribunal accionado.
Quinto: NOTIFICAR esta decisión a las partes, conforme a lo estipulado en el artículo 30 del
Decreto 2591 de 1991.
===
Magistrado Ponente:
Decídese la acción de tutela instaurada por la Sociedad Transportes Saferbo S.A. contra la Sala Civil
del Tribunal Superior de Cali, integrada por los magistrados César Evaristo León Vergara, Homero
Mora Insuasty y Carlos Alberto Romero Sánchez, y el Juzgado Sexto Civil del Circuito de esa misma
ciudad.
EL RECLAMO CONSTITUCIONAL
Y SU FUNDAMENTO
4. Que formuló como excepciones de mérito la de “falta de legitimación en la causa por activa”
con fundamento en que la sociedad demandante no estaba “habilitada” actualmente para
reclamar a la transportadora indemnización de origen contractual por la pérdida de la mercancía;
y la de “improcedencia de la indemnización pretendida como consecuencia de responsabilidad
civil extracontractual de la demandada”.
6. Solicita que se dejen sin efectos las sentencias censuradas y que se disponga que el referido
proceso “deba pasar” al Juez que esta Corporación designe para que profiera nuevamente el fallo
de primera instancia.
La Juez Sexta Civil del Circuito de Cali manifestó que su “actuación judicial” al proferir la sentencia
dentro del aludido proceso no puede “tildarse de vulneratoria de los derechos fundamentales” de
la sociedad accionante, porque la falta de legitimación que alega no puede predicarse de quien se
obligó a efectuar una entrega de mercancías en un lugar y sitio convenido, sin que el destinatario
esté facultado para demandar, que tampoco incurrió en vía de hecho por interpretar la demanda,
pues la responsabilidad que “se dedujo a partir de claros hechos probados e inclusive aceptados
dentro del iter procesal por la pasiva, fue netamente civil”.
CONSIDERACIONES
El Tribunal en la sentencia censurada, tras valorar las pruebas recaudadas, analizar los
planteamientos de las partes y citar preceptos legales, concluyó en cuanto a la presunta falta de
congruencia, que aun cuando la demandante pidió que se declare a la sociedad demandada
“civilmente responsable, con responsabilidad extracontractual” de la pérdida de la mercancía, si se
analiza en su integridad la demanda, los hechos y la contestación, se advierte que las partes
“entendieron que se trataba de un proceso por responsabilidad civil contractual derivado del
incumplimiento de un contrato de trasporte, y por ende, la juez al haber analizado así el proceso
hizo uso de la facultad de interpretar la demanda” y de resolver así el litigio, todo lo anterior para
no sacrificar el derecho sustancial “en aras de un culto vano al formalismo procesal”.
Relativamente a la falta de legitimación por activa consideró que de conformidad con lo estipulado
por el artículo 1008 del Código de Comercio, el remitente está legitimado para solicitar la
indemnización por el incumplimiento de la obligación, tanto más, acota la Corte, porque la pérdida
de la mercancía se produjo.
Agregó que la demandada (accionante) no podía aducir la existencia de causa extraña ya que la
pérdida de la mercancía por el decomiso realizado por las autoridades fiscales de Pereira se
ocasionó por su culpa, por cuanto al tratarse de un “trayecto interdepartamental no se advierte la
razón por la cual la demandada decidió hacer el paso por Pereira. En efecto, no se avizoran
razones geográficas para que la mercancía no se llevara de Cali a Cartago”, ni los motivos de
seguridad que aduce “para hacer el trayecto en esa forma fueron acreditados”. .
Resulta palmario, entonces, que la peticionaria pretende, a través de la tutela, revivir el debate
propuesto en el referido proceso que le fue desfavorable, desconociendo el carácter residual y
subsidiario de esta acción. Por supuesto que el juez de tutela no es el llamado a intervenir a
manera de árbitro para determinar cuáles de los planteamientos valorativos y hermenéuticos de
los juzgadores de instancia o de las partes, resultan ser los más acertados, y menos aún acometer,
bajo ese pretexto, la revisión oficiosa del asunto, con el propósito de verificar si en el proceso se
han respetado las garantías constitucionales, cuando el derecho discutido gozó del cauce
adecuado para hacerlo respetar; amén que la adversidad del fallo no es por sí misma fundamento
que le allane el camino al vencido para perseverar en sus discrepancias frente a lo resuelto por el
juez natural.
DECISIÓN
Notifíquese esta decisión a las partes, conforme a lo estipulado en el artículo 30 del Decreto 2591
de 1991.