(Albert de Rochas) - La Levitacion
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ÍNDICE
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1
Dejó ese cargo en 1902 (nota del traductor portugués).
2
Véanse sus principales obras: “L'Extériorisation de la Sensibilité” “L'Extéri-
orisation de la Motricité”, “Les Effluves Odiques”, “Les Sentiments, la Musique
et le Gest (nota del traductor portugués).
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peso de la Tierra sería dos, tres o cuatro veces mayor. Por tanto, si el
hombre llegase a vencer esa fuerza de atracción, no existiría ningún
obstáculo para que se elevase en el aire como lo hace el pez en el agua.
Por otra parte, sabemos que nuestro organismo físico puede estar
vivamente influenciado por la acción de una voluntad enérgica. Esta
acción de voluntad puede, transformar el estado de electricidad negativa
del hombre en electricidad positiva. Entonces, siendo la Tierra y el
hombre de idéntico tipo de electricidad se repelerían, desapareciendo la
ley de gravedad, siendo fácil para el hombre elevarse en el aire mientras
dure la fuerza repulsiva 3.
El grado de levitación varía pues, de acuerdo con la intensidad,
capacidad y carga eléctrica positiva que puede condensar en su cuerpo.
Desde que un hombre pueda almacenar a voluntad en su cuerpo cierta
cantidad de electricidad positiva, le es fácil cambiar de peso, ejecutando
ese acto tan fácilmente como el de la respiración.
Aunque esa explicación dada por el Sr. Ernest Bosc pueda también
aplicarse a la levitación de objetos y móviles, ya que en este caso es
necesario el concurso de un médium o persona que proporcione la debida
electricidad positiva, nos parece que podría quedar más completa y
satisfactoria si dijéramos que, en la mayoría de los casos, es indispensable
3
El cuerpo humano está polarizado, y las leyes físicas de magnetismo humano
reposan sobre esa polaridad. Esas leyes son análogas a las que rigen la acción de
los imanes y de la electricidad:
1. Los polos del mismo nombre se repelen, excitan, adormecen. Los polos de
nombres contrarios se atraen, calman, despiertan.
2. Las acciones se producen en razón inversa del cuadrado de las distancias.
Por todas partes de la naturaleza observamos dos fuerzas antagónicas, o mejor,
dos modalidades diferentes de una misma fuerza. El equilibrio que mantiene la
vida y la salud en los seres vivos parece depender de ello.
Efectivamente, vemos por todas partes a la vida luchar contra la muerte, el
principio plástico organizador y conservador de la vida hace todos los esfuerzos
para resistir a ese principio no menos evidente que separa, desorganiza y destru-
ye. Esos dos principios son los que mantienen el mundo físico y moral en
equilibrio.
En filosofía pura, es la doctrina del finito y del infinito, en religión es el dua-
lismo del bien y del mal, o Dios y el diablo, en economía social Prudhomme lo
llamó la antinomia, en mecánica, las dos fuerza generadoras del movimiento
circular son la fuerza centrífuga y la centrípeta.
Toda fuerza necesita una resistencia como punto de apoyo. Sin la sombra no
apreciaríamos la luz, y si el placer no tuviese al dolor por punto de comparación,
nos sería no sólo imposible definirlo sino siquiera elaborar una idea del mismo.
La afirmación se motiva de la negación y el fuerte sólo triunfa sobre el débil. En
las manifestaciones de los agentes físicos, esa dualidad o modalidad es evidente,
sobre todo en la electricidad, el imán y el magnetismo terrestre. Constituyen una
polaridad a la que más o menos están sometidos todos los cuerpos de la
naturaleza (nota del traductor portugués).
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STANISLAS DE GUAITA (6 de abril 1861-19 de diciembre 1897) es un ocultista
y poeta francés, co-fundador junto con Joséphin Péladan de la Orden cabalística
de la Rosa-Cruz. Nacido en Lorena, en Alteville, en un castillo próximo a
Tarquimpol. Poseía el título de Marqués. Stanislas de Guaita estudió en el liceo
de Nancy, donde desarrolló una propensión natural hacia las ciencias de la
observación, destacando principalmente en la química, donde alcanzó cotas de
verdadera maestría en su época, al tiempo que se fue gestando en él un espíritu
artístico y literario que le condujeron, posteriormente, al estudio de la metafísica
y de la cábala (nota del traductor español).
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5
Esta palabra tiene aquí una acepción diferente del líquido volátil del mismo
nombre (nota del traductor portugués).
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En los astros que imanta, se vuelve luz astral. En los seres organi-
zados, luz o fluido magnético. En el hombre, forma el cuerpo astral o
mediador plástico. La voluntad de los seres inteligentes actúa directamen-
te sobe ese fluido y, a través suya, sobre toda la naturaleza sometida a las
modificaciones de la inteligencia. Ese fluido luminoso es el espejo común
de todos los pensamientos y de todas las formas, conserva las imágenes
de todo lo que existió, los reflejos de mundos pasados y, por analogía, los
esbozos de los mundos futuros.
Mesmer vio en esa materia elemental una sustancia indiferente tanto al
movimiento como al reposo. Sometida al movimiento, es volátil, caída en
el reposo, es fija, pero él no llegó a comprender que el movimiento es
inherente a la sustancia primordial, que ese movimiento resulta, no de su
indiferencia, sino de su aptitud combinada a un movimiento y a un reposo
equilibrados ambos el uno por el otro. Que el reposo absoluto no existe
en parte alguna de la materia universalmente viva, pero que el fijo atrae al
volátil para fijarlo, mientras que el volátil actúa sobre el fijo para
volatilizarle.
Que el pretendido reposo de las partículas aparentemente fijadas no es
más que una lucha formidable y una tensión mayor de sus fuerzas
fluídicas que se inmovilizan, neutralizándose.
Así, según Hermes, lo que está arriba es como lo que está abajo, la
misma fuerza que dilata el vapor, condensa y endurece el hielo, todo
obedece a las leyes de la vida inherente a la sustancia primitiva, esta
sustancia atrae, repele, se coagula y se disuelve con una constante
armonía; es doble o andrógina, se abraza y se fecunda, lucha, triunfa,
destruye, se renueva, pero nunca se abandona a la inercia, porque la
inercia sería su real muerte.
Esa materia universal está llamada al movimiento por su imantación
doble y busca fatalmente el equilibrio. La regularidad y variedad de su
movimiento resultan de las combinaciones diversas del equilibrio. Un
punto equilibrado en todos los lados permanece inmóvil porque está
dotado de movimiento. El fluido es una materia en gran movimiento y
siempre agitada por la variación de los equilibrios.
El sólido es la misma materia en pequeño movimiento o en reposo
aparente, porque está más o menos sólidamente equilibrada. No hay
cuerpo sólido que no pueda ser inmediatamente pulverizado, esfumarse y
volverse invisible, si el equilibrio de las moléculas cesase de repente. No
hay cuerpo fluido que no pueda, en el mismo instante, volverse más duro
que el diamante, si se pudieran equilibrar inmediatamente sus moléculas
constituyentes. Dirigir los imanes es, por tanto, destruir o crear las
formas, es producir en apariencia o aniquilar los cuerpos, es ejercer la
omnipotencia de la naturaleza.
Nuestro mediador plástico (periespíritu o cuerpo astral) es un imán
que atrae o repele la luz astral bajo la presión de la voluntad. Es un
cuerpo luminoso que reproduce con la mayor facilidad las formas corres-
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ALBERT DE ROCHAS
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CAPÍTULO I
7
“Vida de Apolonio de Tiana”, libro III, capítulo XV (Nota del autor).
8
E. Burnonf, 1884, tomo I, pág. 183. Véanse también las páginas 250, 312 y
siguientes (nota del autor).
9
Otro significado de guna es “soga”; se debe entender que el alma condicio-
nada está fuertemente atada por las sogas de la ilusión. Un hombre que está atado
de pies y manos no puede liberarse por sí solo; él debe recibir la ayuda de una
persona que no esté atada. Como los atados no pueden ayudar a los atados, la
persona que venga al rescate debe estar liberada. Por consiguiente, sólo el Señor
Krishna o su representante genuino, el maestro espiritual, pueden soltar al alma
condicionada. Sin esa ayuda superior, uno no se puede librar del cautiverio de la
naturaleza material. El servicio devoto, o el proceso de conciencia de Krishna,
puede ayudarle a uno a lograr esa liberación. Como Krishna es el Señor de la
energía ilusoria, Él puede ordenar a esa energía infranqueable que suelte al alma
condicionada. Él ordena esa liberación por su misericordia sin causa para con el
alma entregada y por el afecto paternal que siente por la entidad viviente, quien
es originalmente un hijo querido del Señor. De manera que, entregarse a los pies
de loto del Señor es la única forma de liberarse de las garras de la estricta natu-
raleza material (nota del traductor español).
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10
“Voyage au pays des waldes enchanteurs”, pág. 61 (nota del autor).
11
Malabar es una persona procedente de una región del mismo nombre del
suroeste de la India, hoy llamada Kerala (nota del traductor español).
12
El Sr. Jacolliot dijo (pág. 27) que ya había visto hacer eso mismo a otros
encantadores, y que en el “Magazin Pittoresque” ya ofreció una descripción a
este respecto, si me acuerdo bien. Robert Houdin lo imitó, pero con ayuda de
corazas y astas de acero ocultas debajo de las ropas, mientras que el faquir estaba
desnudo. La mayor parte de los trucos de los prestidigitadores son, de hecho,
inspirados en fenómenos reales reproducidos en condiciones esencialmente
diferentes (nota del autor).
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más de un cuarto de hora. Sus dos nietos y yo, que teníamos casi la mis-
ma edad, le preguntamos, con curiosidad infantil, el secreto de ese fenó-
meno. Me acuerdo muy bien que él nos dijo que, por el kumbha yoga 15,
el cuerpo humano se vuelve más ligero que el aire y puede fluctuar enci-
ma del suelo. Esta explicación nos pareció suficiente 16”.
Me comunicaron la siguiente narración, firmada por Bavadjée D.
Natts, y fechada en noviembre de 1885:
“Hace diez años viajaba con un biragi (asceta), cuando llegamos cerca
de la ashrma (tienda) de una comunidad mística en el sur de la India. Pedí
a mi compañero que me esperase en la aldea próxima, comentando que
tenía que tratar algunos asuntos en la tienda, pero él insistió en acompa-
ñarme para tomar contacto con los ocultistas. La tienda está rodeada por
dos colinas y en el fondo del valle hay un bosquecillo y un poco más allá,
un río. Por el otro lado existe un subterráneo que conduce a un templo
muy conocido por el nombre de Hanman que está situado en lo alto de
una colina. Yo no sabía qué hacer con mi compañero. Pasamos la noche
en el bosquecillo, decididos a adentrarnos al día siguiente en el valle.
Después que nos acostamos para dormir, cerca de las 8 de la tarde, mi
compañero recibió psíquicamente un aviso para que abandonase el lugar.
Él creyó que era efecto de su imaginación y, como era muy tenaz, decidió
quedarse, pasase lo que pasase.
Al cabo de algunos minutos se sintió agarrado por una mano enorme y
vigorosa. En medio minuto fue transportado fuera del bosque, hasta la
margen opuesta del río, y arrojado, sin sentido, en el suelo. Atravesé el
río, y después de haberle magnetizado por algún tiempo, volvió en sí. Me
dijo que había perdido el sentido en el momento en que fue arrojado al
suelo, y que había sentido perfectamente la mano enorme del elemental 17.
15
El kumbha es también un ejercicio religioso que consiste en tapar la nariz y
la boca para retener la respiración (nota del autor).
16
Conforme al experimento de Brevster, referido en el capítulo IV (nota del
autor).
17
Según las teorías de los teósofos de la India, los elementales son los genios o
demonios que nuestras antiguas tradiciones designaban por los nombres de
gnomos, silfos, ondinas o salamandras, conforme pertenezcan a la tierra, al aire,
al agua o al fuego. Son de una esencia totalmente diferente a la nuestra. Los ini-
ciados (mahatmas) pueden llegar, gracias a procesos que conservan secretos y a
lo que llaman en sánscrito Yalastambha a repeler a los elementales y a impedir
que tengan dominio sobre ellos durante cierto tiempo, mientras que el Bus-
tambha o arte de repeler a los elementales de la tierra, permite a ciertos yoguis
enterrarse impunemente durante algunos meses. De la misma forma, por el
Vajustambha (arte de repeler a los elementales del agua), otros yoguis se sitúan
en condiciones de flotar en el agua sin ropa, dia y noche, durante cuatro o cinco
semanas. Otros, se entregan al Agnistambha, que les permite enfrentarse a los
ataques del fuego, etc.
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Quiso entonces intentar la entrada al valle por el otro lado y nos dirigimos
hacia la colina donde estaba edificado el templo. Ahí, nos encontramos
con la entrada del subterráneo que conducía a la tienda. En ese momento,
oímos una voz fuerte y clara que pedía a mi compañero que no persistiera
en su proyecto. Le dijo que los dos primeros intentos serían perdonados,
pero que un tercero podría costarle perder la razón. Pero, como hombre
decidido que era, no prestó atención a la voz del Asarivi vak (voz del
mundo sin forma). Nada más tomó esa resolución en su espíritu, quedó
inconsciente y fue transportado hacia abajo de nuevo, hasta el lugar don-
de habíamos iniciado la ascensión. Una vez allí, volvió en sí.
Las personas que se encontraban en ese lugar no podían comprender
como había vuelto allí tan deprisa. En el momento en que fue arrebatado,
descendí rápidamente por la colina, invirtiendo una hora para llegar hasta
él. Cuando llegué, los que estaban allí me confirmaron que mi amigo
estaba allí hacía una hora, y lamentaban su suerte. Entonces él compren-
dió su error y consintió en esperarme allí. Sin entrar en muchos detalles,
diré que durante todo el tiempo esa tienda estaba guardada por dos
poderosos elementales, que impedían el paso a quien quisiera entrar allí
sin su consentimiento.
Algún tiempo después de esa aventura, un amigo graduado de la Uni-
versidad y yo, nos relacionamos con un yogui. Pasábamos casi todo
nuestro tiempo aprendiendo con él. El yogui tenía la costumbre de levan-
tarse a las tres de la madrugada y encaminarse hacia un río que estaba
cerca de su casa, volviendo después a la tarde. Mi amigo, impulsado por
una fuerte curiosidad, me propuso un día que nos levantásemos antes que
el yogui y fuésemos a esperarle en las proximidades del río para ver qué
hacía. Cedí, con alguna reticencia. Esa tarde, cuando fuimos a su casa, el
yogui sonrió y nos dijo: –¿Queréis saber que hago cerca del río? ¡Pues
bien! No necesitáis espiarme, os iré a buscar mañana pronto e iremos
juntos. Así lo hizo. Los tres, subidos en las piedras que había en el río,
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CAPÍTULO II
18
“Le Livre des Mystères” (nota del autor).
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19
Cartas edif. Tomo VII pág. 303 (nota del autor).
20
Antes de la Revolución Francesa y la caída del Antiguo Régimen, la iglesia
de Saint-Medard fue lugar de milagros histéricos hechos por el diácono Fran-
cisco de París a poseídos miembros de la secta de los Convulsionarios, que
obligaron a las autoridades eclesiásticas y al Rey a exorcizar los demonios
convocados por la mente delirante del populacho. En el sitio de los poseídos se
puso una placa donde decía:"De parte del Rey se prohíbe a Dios hacer milagros
en este lugar" (nota del traductor español).
21
“Cartas Teológicas”, Aviñon 1739, tomo II, pág. 1310 (nota del autor).
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sis, con relación a los cuales la Sra. D... se dignó darme los siguientes de-
talles:
“Con profunda admiración, la vi quedarse con los ojos fijos, pero
animados, elevarse poco a poco encima de la silla en que estaba sentada,
extender los brazos hacia adelante, teniendo el cuerpo inclinado en la
misma dirección, y permanecer así, suspensa, con la pierna derecha
doblada por debajo de su cuerpo, y tocando con la punta del dedo del pie
de la otra pierna el suelo. Esta posición, imposible para cualquier persona
en estado normal, es la que veía siempre a la señora Victoria, en sus
éxtasis, cuando la visitaba, que generalmente era dos veces por semana.
Con ocasión de esas visitas, ella tenía dos o tres éxtasis, que duraban de
diez a veinticinco minutos. La vi en ese estado más de mil veces, sobre
todo en los primeros años de nuestra amistad 22”.
El Sr. Brown-Séquard cuenta que, en 1851, fue testigo de un caso de
éxtasis en una doncella que, todos los domingos, a las ocho de la mañana,
subía al extremo redondo y liso de su cama y ahí se quedaba en posición
vertical hasta las ocho de la tarde, en actitud de quien reza, con la cabeza
echada para atrás.
Chardel dice 23 haber oído, hace algunos años, en París, en una
reunión mística, declarar a una sonámbula de catorce años en medio de
un salón, que el cielo estaba abierto ante sus ojos, y anunciar que, llegada
la Pascua, el fervor de sus oraciones la elevaría y sostendría en el aire,
entre el suelo y el techo. Se puede suponer –dice él– que el milagro no se
realizó, pero poco faltó para que la doncella, cuya fe pasaba por esta
decepción, enloqueciese.
El Sr. De Mirville va más lejos y afirma 24 haber visto, en un sueño
magnético muy profundo, a los sonámbulos volar dando vueltas a las
lámparas del salón.
Existen también otros hechos que he encontrado en diversos libros, sin
indicación de sus orígenes, pero que cito para mostrar que el fenómeno se
ha reproducido en las circunstancias más diversas.
San Paulino afirma haber visto, con sus ojos, a un poseído caminar
cabeza abajo en la bóveda de una iglesia.
Moller refiere que, en 1620, dos sacerdotes protestantes están al lado
de una mujer enferma en su lecho, cuando la vieron saltar del mismo,
elevarse a una altura de siete u ocho pies, y quedarse en el aire hasta que
22
Esa mujer y la hija que dormía con ella, pretendían que muchas veces, era
transportada por la noche, bien hacia el tejado de las casa vecinas o para el
torrente de Ouvèze donde la misma fuerza invisible la volvía a llevar toda
mojada a su lecho (nota del autor).
23
“Essais de Psychologie Physiologique”, 1844, pág. 293 (nota del autor).
24
“Des espirits”, 1858, pág. 301 (nota del autor).
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25
Comunicación realizada a la Academia de las Ciencias y de las Letras el 23
de octubre de 1885 (nota del autor).
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CAPÍTULO III
26
CASOS EXTRAÍDOS DE LOS HAGIÓGRAFOS
26
La hagiografía es la biografía de un santo. El autor de la hagiografía es el
hagiógrafo (nota del traductor español).
27
En el Antiguo Testamento (Daniel, XIV, 35) se encuentra la historia de
Habacuc, que fue transportado por los aires, desde Judea a Caldea. Eliseo
también se elevó por los aires (nota del autor).
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28
He aquí la continuación de ese hecho interesante de la vida de Santa Teresa,
escrito por ella misma (capítulo XX):
Mientras el cuerpo está en éxtasis, queda como muerto y muchas veces con
absoluta impotencia para obrar. Conserva la actitud en que fue sorprendido. Por
eso, se queda de pie o sentado, con las manos abiertas o cerradas, en una palabra,
en el estado en que el éxtasis le encontró.
Casi nunca es posible resistirse al éxtasis. A veces yo podía oponer alguna
resistencia, pero como de alguna forma era como luchar contra un gigante,
quedaba fatigada y exhausta. Otras veces, eran vanos todos mis esfuerzos. Mi
alma era arrebatada y mi cabeza casi siempre seguía el movimiento sin que yo
pudiese retenerla. Algunas veces, mi cuerpo era arrebatado de tal manera que
dejaba de tocar el suelo. Cuando yo quería resistir, sentía debajo de los pies una
presión admirable que me levantaba (nota del autor).
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29
Se designa con el nombre de bolandistas al grupo de colaboradores jesuitas
que prosigue la obra hagiográfica iniciada en el siglo XVII por el Padre Jean
Bolland (1596-1665) en Amberes, dedicada a la recopilación de todos los datos
posibles sobre los santos católicos (nota del traductor español).
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Para nosotros, es suficiente que esos doctos autores hayan aceptado las
narrativas que les merecen respeto, declarándolas, por lo menos en la
parte que citamos, dignas de crédito y consideración.
Omitir esas narraciones por temor al escándalo que puede producir la
incredulidad, sería ceder a un respeto humano que hace mucho tiempo
nos debería haber detenido, y que nos parece tan contrario a la piedad
como a la ciencia. Así que resumo, en pocas palabras, esa singular
existencia:
Cristina nació en Saint-Trond, en la provincia de Lieja, a mediados del
siglo XII. Huérfana al poco tiempo, se quedó al cargo de dos hermanas
suyas más mayores y se ocupaba de guardar los rebaños en los campos.
Activados por la contemplación, los ardores de su alma se volvieron tan
intensos que su cuerpo no los pudo resistir. Cayó enferma y murió. Al día
siguiente, llevaron sus restos a la iglesia para los funerales. Con ocasión
del Agnus Dei de la misa que se celebraba por ella, la vieron de repente
moverse, levantarse del ataúd y volar, como un pájaro, hasta la bóveda
del templo. Los asistentes huyeron espantados, a excepción de su
hermana mayor que se quedó inmóvil, pero aterrorizada, hasta el final de
la misa. Atendiendo la orden del sacerdote, Cristina descendió ilesa y
volvió a casa, donde comió con sus hermanas.
Después contó a los amigos que vinieron para preguntar que, después
de su muerte, los ángeles la habían transportado al purgatorio, al infierno
y al paraíso, sucesivamente. Ahí, le dieron la oportunidad de quedarse
para siempre en ese lugar o volver a la Tierra para, con sus sufrimientos,
trabajar por el rescate de las almas del purgatorio, lo que ella aceptó sin
dudar un momento. Sin duda tenía que pasar por un purgatorio, pues
desde entonces comienza para esa virgen admirable una vida extraña. La
presencia y el contacto de los hombres le son insoportables. Para evitar-
les, huye para los desiertos, vuela por encima de los árboles, a lo alto de
las torres o de las iglesias, para todos los puntos elevados. La creyeron
poseída, la amarraron con mucha dificultad y la encadenaron.
Ella, sin embargo, se suelta y continúa sus correrías aéreas, yendo de
un árbol a otro como si fuese un pájaro. Sin embargo, le empieza a apre-
tar el hambre. Invoca al Señor y, contra todas las leyes de la naturaleza,
sus senos destilan una leche abundante con la que se alimenta durante
nueve semanas. Cae por segunda vez en manos de sus perseguidores,
pero escapa de nuevo y va a Lieja a pedir a un sacerdote la divina
Eucaristía. Alimentada por la forma celestial, sale de la ciudad, llevada
por su espíritu a la rapidez del viento, atraviesa el río Mosa, ligera como
un fantasma y vuelve a retomar su vida errante, lejos de las viviendas,
arriba de los árboles o de las torres, muchas veces en las estacas que
lindaban las fincas y en las ramas más delgadas, donde se balanceaba
como un pajarillo.
Avergonzados por esas aparentes extravagancias, que la gente atribuía
a una legión de demonios, sus hermanas y amigos contrataron a un
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CAPÍTULO IV
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“Mémoires d'un Magnétiseur”, tomo I, pág. 284 (nota del autor).
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los cabellos en desorden, cayéndole por la espalda, con los ojos fijos,
vacíos y sin vida, como un fantasma, soltó un grito de pavor y dejó de
tocar. Inmediatamente se dobló el cuerpo de la Sra. de A... No pude
retenerla. Se produjeron movimientos convulsivos en todos sus miem-
bros, después se quedó fría y rígida, con el rostro lívido como el de una
muerta, era un cadáver. A petición mía, Laura, temblando, tocó algunas
notas que parecían ser percibidas por la enferma y que, siguiendo con la
interpretación, la hicieron volver a la vida. La música no tardó en hacer
su efecto. La Sra. de A... se levantó, con la cabeza hacia atrás, y abrió los
ojos que los tenía cerrados. Extendiendo sus brazos para un ser invisible,
cayó de rodillas. Su cabeza tocó en la alfombra con humildad, y después,
con movimientos voluptuosos, contorneó su cuerpo en actitudes cuya
gracia no se puede expresar. Nunca vi nada tan bello y gracioso. Parecía
que todo lo que existe de inmortal en nosotros se revelaba en sus
actitudes.
Pasado cierto tiempo, atraje de nuevo a la Sra. de A... que se deslizó
hacia atrás, siempre en éxtasis. Hice parar la música cuando estaba cerca
de la cama y, con un movimiento brusco, hice que se acostase. Entonces,
su cuerpo se volvió en poco tiempo tan frío y rígido como un verdadero
cadáver. Desapareció todo el movimiento y toda la respiración. Su pulso,
como su corazón, no se hacía sentir. Parecía que su alma había huido y no
quedase sino el cuerpo de la enferma. Era una situación aterradora, sobre
todo al ver el dolor y la desesperación de Laura que se acusaba a sí
misma de haberla matado y, de resultas de esto, perdió el sentido en un
desmayo que duró una hora.
Mandé que los criados la levantasen y condujeran a otro cuarto, y me
quedé solo con la enferma, que no daba ninguna señal de vida. A fuerza
de insuflaciones calientes sobre el corazón, estómago y cerebro, hice que
volviese gradualmente a la vida. Esto duro media hora. Después la
apliqué pases por todo el cuerpo, desde la cabeza hasta los pies, durante
dos horas, para que mantuviese un sueño benéfico y reparador. Al final
de ese tiempo, jadeante, exhausto, pero triunfante y contento conmigo
mismo, desperté a la enferma por completo.
Entonces, tuve la felicidad de oír a la Sra. de A... decir que jamás se
había sentido mejor que en ese momento. Además de eso, la parálisis de
las piernas, que padecía había recibido una mejoría tal que pudo dar, en el
mismo día, totalmente despierta, dos vueltas por el cuarto sin ninguna
ayuda, resultando esto maravilloso, ya que hacía dos meses que no podía
apoyarse en las piernas. Después de esto, la mejoría aumentó de tal
manera que, tres semanas después, la Sra. de A... estaba completamente
curada.
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LA LEVITACIÓN 41
obstante, mi mujer fue levantada una vez junto con la silla en la que esta-
ba sentada”.
Crookes escribió al Sr. Home el 12 de abril de 1871:
“Podéis, sin ningún problema, citarme como uno de vuestros testimo-
nios más firmes. Media docena de sesiones del género de las de anoche,
con algunos hombres de ciencia bien cualificados, bastarían para hacer
admitir científicamente esas verdades que, entonces, se volverían tan
incontestables como los hechos de la electricidad”.
La narración de la levitación que se realizó el 16 de diciembre de
1868, en Londres, en una sesión oscura, en presencia de Lord Lindsay,
Lord Adare y el capitán Wynne, fue redirigida por Lord Lindsay para la
Sociedad Dialéctica, en los términos siguientes:
Home, que estaba en trance hacía algún tiempo, después de haber pa-
seado por el cuarto, se dirigió a la sala vecina. En ese momento, me asus-
tó una comunicación. Oí una voz murmurarme al oído: “El va a salir por
una ventana y entrar por la otra”.
Completamente aturdido con el pensamiento de una experiencia tan
peligrosa, comuniqué a mis amigos lo que acababa de oír, y esperamos su
vuelta con ansiedad. Notamos entonces que se levantaba la vidriera de la
ventana del otro cuarto, y casi inmediatamente vimos a Home flotar en el
aire, por la parte de fuera de nuestra ventana.
La luna daba de lleno en el cuarto y, como yo estaba de espaldas a la
luz, el alféizar de la ventana proyectaba sombra en la pared que estaba a
mi lado. Vi entonces los pies de Home por encima, suspendidos a una
distancia de seis pulgadas. Después de estar en esta posición durante
algunos segundos, levantó la vidriera, se deslizó hacia el cuarto con los
pies por delante y fue a sentarse.
Lord Adare pasó entonces hacia el otro aposento y, notando que la
vidriera de la ventana, por la que acababa de salir, estaba levantada, solo
hasta dieciocho pulgadas de altura, expresó su sorpresa de que Home
hubiese podido pasar por esa abertura. El médium, siempre en trance,
respondió: “Voy a demostrárselo”. Volviendo la espalda hacia la ventana,
se inclinó hacia atrás y fue proyectado hacia fuera con la cabeza por
delante con el cuerpo enteramente rígido y después volvió a su lugar. La
ventana estaba a setenta pulgadas del suelo. La distancia entre las dos
ventanas era de siete pies y seis pulgadas, y cada una tenía sólo un
alféizar de doce pulgadas que servía para depositar tiestos.
Destacaré algunos testimonios recientemente publicados:
Home fue levantado de la silla, y le cogí los pies mientras flotaba por
encima de nuestras cabezas. (Carta del conde Tolstoi a su mujer ,17 de
junio de 1866)
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31
“Revelaciones sobre mi vida sobrenatural”. París, 1864, págs. 53-53 (nota
del autor).
32
Se hizo en América, país de Dunglas Home, en la oscuridad, en la noche del
8 de agosto de 1852 (Home tenía entonces 19 años), en que se habían producido
movimientos de mesas y otras manifestaciones espíritas.
Uno de los testigos lo relata así: de repente, con gran sorpresa de los asistentes,
¡el Sr. Home fue elevado en el aire! Yo tenía en ese momento su mano en la mía
y sentí, lo mismo que los otros, sus pies suspendidos a doce pulgadas del suelo.
Temblaba de la cabeza a los pies, en lucha evidente con emociones contrarias de
alegría y temor, que ahogaban su voz. Otras dos veces sus pies dejaron el suelo.
En la última, llegó hasta el alto techo del aposento, donde su mano y su cabeza
chocaron sin violencia, suavemente (nota del autor).
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33
El Sr. William Stainton Moses, nacido en el condado de Lincoln el 5 de
noviembre de 1839 y fallecido en septiembre de 1892, era un sacerdote que
profesó en la Universidad de Cambridge. Fue a estudiar teología durante seis
meses a un monasterio en el monte Athos. Desde 1870 fue objeto de fenómenos
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LA LEVITACIÓN 44
“Un día (30 de junio de 1870) sentí que mi silla se apartaba de la mesa
y se daba la vuelta en la esquina donde estaba sentado, de manera que
quedé con la espalda vuelta para los demás y de frente a la esquina de la
pared. Inmediatamente, la silla fue levantada del suelo hasta una altura,
que, por lo que pude juzgar, sería de 30 a 40 cm. Mis pies tocaban la
columna que podría tener 30 cm de altura. La silla quedo suspendida
algunos instantes y entonces sentí que la dejaba y seguía subiendo con un
movimiento suave y vigoroso. No tuve ningún miedo y no sentí malestar.
Tenía perfecta conciencia de lo que sucedía y describía el fenómeno a los
que estaban sentados a la mesa. El movimiento era muy regular y nos
pareció bastante duradero antes de haber finalizado.
Estaba bien cerca de la pared, tan cerca que pude, con un lápiz, sujeto
a mi pecho, marcar la esquina opuesta en el papel de la pared. Esta señal,
que se midió más tarde, se encontraba a poco más de 1.80 m del suelo y,
según mi posición, mi cabeza debía estar en la esquina del cuarto, cerca
del techo. No puedo pensar que estuviese adormecido en ese momento.
Mi espíritu estaba con toda su perspicacia, y yo tenía una completa
percepción del fenómeno. No sentí en el cuerpo ninguna presión, tenía la
sensación de estar en un ascensor y ver los objetos pasar a lo lejos de mí.
Me acuerdo solamente de una leve dificultad al respirar, con una sensa-
ción de hinchazón en el pecho y de ser más ligero que el aire. Fui des-
cendido con mucha suavidad y colocado en la silla que volvió a su
posición anterior. Las mediciones se realizaron inmediatamente y se
registraron las marcas que yo hice con el lápiz. Mi voz decían que
resonaba como si viniese de la esquina del techo. Esta experiencia fue
repetida nueve veces con mayor o menor éxito.
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34
El Sr. Gaboriau dice al respecto en una nota: Habiendo el Sr. Mac-Nab
encendido la luz bruscamente, como siempre, vi que el médium estaba muy
agotado y sudoroso, como si acabase de levantar un fardo pesado. Invirtió algún
tiempo en descansar. Por lo que recuerdo, él tenía que haber pasado por encima
de la mesa para caer a mi lado, encima de mi silla. Me acuerdo perfectamente del
aspecto conmovido y asustado del Sr. C..., y estoy convencido de que había
pasado por encima de la mesa con la silla, ya que, siendo muy pequeño el cuarto
en que estábamos, lo ocupaba casi completamente con la mesa y las sillas
dispuestas alrededor de ella. No habría podido pasar por detrás de nosotros sin
rozarnos, especialmente en la oscuridad (nota del autor).
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fuerza oculta para producir las tres ascensiones sucesivas no fue menor de
(30+12) 0,8 + 60 x 3 = 214 kg.
En otras dos sesiones distintas, el médium fue igualmente levantado y
dejado en el techo de su cuarto, sin experimentar la sensación de cual-
quier impulso exterior y sin poder comprender los motivos de su ascen-
sión”.
35
John es el nombre de un personaje enigmático e invisible del que Eusapia
pretende estar poseída cuando entraba en trance (nota del autor).
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LA LEVITACIÓN 48
médium encima de la mesa, con los pies juntos, de forma que nos per-
mitiese constatar mejor la elevación. Enseguida, sin discutir la exigente y
maliciosa pregunta, Eusapia fue levantada de 10 a 15 cm por encima de la
mesa. Todos nosotros pudimos pasar la mano libremente por debajo de
los pies de la médium, suspendida en el aire.
Al contaros esto, no se cual es el sentimiento más fuerte en mí, si la
satisfacción de haber obtenido un fenómeno tan magnífico y maravilloso,
o la sospecha de ser considerado como un visionario, incluso por mis más
íntimos amigos. Felizmente, éramos cuatro, con el Dr. Acevedo, siempre
desconfiado, y dos semicreyentes, dispuestos a aceptar la evidencia de los
hechos.
Cuando la médium quiso descender de la mesa sin nuestro auxilio, con
una destreza no menos maravillosa que la empleada para subir, tuvimos
otros motivos de admiración. Encontramos a la médium extendida, con la
cabeza y la parte superior de la espalda apoyados en el borde de la mesa,
y con el resto del cuerpo horizontal y derecho como una barra, sin ningún
otro apoyo en la parte inferior, a la vez que el vestido estaba sujeto a sus
piernas, como si estuviese atado o cosido alrededor de ella. Aunque en la
oscuridad, este hecho importante fue (es inútil repetirlo) observado escru-
pulosamente con el mayor cuidado por todos, de manera que fue más
evidente que si se hubiese producido en pleno día.
Tuve ocasión de ser testigo de una cosa todavía más extraordinaria.
Una noche, vi a la médium, con el cuerpo rígido en el más completo esta-
do de catalepsia, conservarse en posición, teniendo sólo la cabeza apoya-
da en la mesa, durante cinco minutos, a la luz del gas, en presencia de los
profesores de Cintus, Dr. Capuano y el bien conocido escritor Federico
Verdinois y otras personas.
2°) Levitaciones en Milán, en el año de 1892. –La relación oficial de
los experimentos de Milán, dirigida por el Sr. Aksakof, consejero de
Estado del emperador de Rusia, es firmada por los Sres. Giovanni
Schiaparelli, director del Observatorio Astronómico de Milán; Carl du
Prel, doctor en Filosofía, de Munich; Angelo Brofferio, profesor de
Filosofia; Giuseppe Gerosa, profesor de Física en la Escuela Superior de
Agricultura de Portici; Ermacara, doctor en Física; Charles Richet,
profesor en la Facultad de Medicina de Paris; Cesar Lombroso, profesor
en la Facultad de Medicina de Turín.
Constata, con la levitación, otros dos fenómenos conexos:
Variación de presión ejercida por todo el cuerpo de la médium sentada
en la balanza. La experiencia se presentaba muy interesante, pero también
muy difícil, porque se entiende que todo el movimiento, voluntario o no,
de la médium sobre la plancha de la balanza puede ocasionar oscilaciones
de la misma, y, en consecuencia, del indicador. Para que el experimento
fuese concluyente era preciso que el indicador, una vez en su nueva
posición, permaneciese ahí algunos segundos para medir la dislocación
del peso. Se hizo el ensayo con esa esperanza. La médium fue colocada
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en los dedos de los pies, como hacemos cuando nos erguimos en la punta
de los pies. Eusapia entonces se debilita. Las personas más próximas a
ella, la reciben en sus brazos y la hacen sentarse en el suelo. Debemos
destacar que una de las personas que se encontraban próximas a la mesa,
se desmayó casi completamente, no de emoción, sino de debilidad,
diciendo que había sentido huir de sí sus fuerzas, bajo la influencia de los
esfuerzos de Eusapia.
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médium, sino también por la Sra. Ferri, el Sr. Siemiradzki y por mí, que
estábamos al lado opuesto de la mesa. Pasamos completamente varias
veces la mano por debajo de los pies del médium, entre sus pies y la
mesa. Estaba levantado cerca de diez centímetros.
Como la oscuridad completa podía hacer suponer que los dos pies por
debajo de los que se pasaba la mano, no eran los del médium, sino que
uno pertenecía al médium y el otro al Sr. Giorli que estaba de pie a su
lado, trajeron la luz roja, hicieron bajar a los dos verificadores y pidieron
a la fuerza agente, que decía ser un espíritu llamado Oscar, que repro-
dujese el fenómeno en el médium, que quedó sola encima de la mesa y
siempre asegurado por la derecha e izquierda por los verificadores, lo que
fue aceptado. Una vez se hizo de nuevo la oscuridad, el médium fue
levantado encima de la mesa. Se comprobó entonces, muy claramente,
que había sido levantado todavía a mayor altura que la primera vez, pues
la mayor parte de los asistentes pudieron pasar la mano debajo de sus
pies, no tan extendida como antes, pero sí directa y atravesada.
Una vez constatada la levitación, el médium descendió hasta la mesa.
Pedimos entonces al espíritu que le bajase de encima de la mesa, lo que
hizo. El médium, mientras era bajado lentamente, no cesaba de gritar que,
por compasión, no le tirasen de las manos.
Pocos instantes después de estar sentado el médium en su silla, fue, de
repente, tirado todo lo largo que era por debajo de la mesa, con tal violen-
cia que arrastró consigo al Sr. Giorli y casi hizo caer al Dr. Santangelo. El
médium y el Sr. Giorli vinieron a dar con sus pies en los nuestros,
teniendo en cuenta que estábamos en el otro extremo de la mesa. Dijimos
al Sr. Giorli que levantase al Sr. Fontana, pero, después de algunos
esfuerzos, nos dijo que, debido al peso del Sr. Fontana, no podía moverlo.
Otras personas intentaron también, inútilmente, levantar al médium. El
Sr. Giorli estaba siempre estirado al lado del médium. Le hicimos
retirarse de allí y ponerse de pie, con temor de que contribuyese para
volver pesado al Sr. Fontana.
Este, en su espanto eterno, recomendaba a los Sres. Giorli y Santan-
gelo que no soltasen sus manos. El Sr. Siemiradzki, hombre alto y fuerte,
quiso levantar al médium, pero no tardó en declarar que el Sr. Fontana
estaba pegado al suelo y que no conseguía moverle. La Sra. Ferri quiso
también intentar la prueba, pero llegó al mismo resultado negativo. Ferri,
que estaba sentado a mi lado, exclamaba lleno de sorpresa: “Y es así, mi
mujer es más fuerte que un hombre”. Pedimos finalmente al espíritu
Oscar que levantase al médium. En un abrir y cerrar de ojos, éste fue
devuelto en su silla. El Dr. Santangelo confirmó los hechos de levitación
obtenidos en las sesiones del 8 y 15 de diciembre de 1893, en una carta,
de la que destaco lo siguiente:
En completa oscuridad, tanto en la primera como en la segunda
sesión, comprobamos la levitación del médium Ruggieri, que se elevó
casi a un metro por encima del nivel de la mesa, lo que yo mismo certi-
fiqué e hice constatar, en la primera sesión, por la Sra. Possidoni, que es-
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J. CASOS DIVERSOS
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36
Charpinon “Physiologie du Magnétisme”, pág. 74 (nota del autor).
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CAPÍTULO V
A. LAS TEORÍAS
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37
El diamagnetismo es una propiedad de los materiales que consiste en ser
repelidos por los imanes (nota del traductor español).
38
Dice Alfred Erny en su excelente obra “El Psiquismo experimental”: “Según
los yoguis de la India, la levitación depende de la diferencia entre las polaridades
eléctricas o magnéticas, y el cuerpo humano tiene una polaridad diferente de la
Tierra, de manera que dichas polaridades se pueden anular en algunos casos.
Esto quiere decir que, si la Tierra y el cuerpo llegan al mismo estado de polari-
dad, el cuerpo alcanza el poder elevarse en la atmósfera (nota del autor).
39
Se sabe que, en otro tiempo, se pretendía reconocer a las brujas sumergién-
dolas en el agua. Eran condenadas si flotaban, es decir, si presentaban una ligere-
za específica mayor que la mayoría de los mortales (nota del autor).
40
Línea: medida de longitud antigua que correspondía a 1/12 pulgada (nota del
traductor español).
41
Grano, medida de peso antigua que equivalía a 0,064 gr (nota del traductor
español).
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42
En una de las últimas sesiones que se efectuaron con Eusapia, en Choisy-Yvrac,
cerca de Burdeos, en la casa del Sr. Maxwell, yo me encontraba sentado a la derecha
de la médium cuyas manos estaban atadas. Sentí una mano que se introdujo en mi
sobaco derecho y, obedeciendo a esta indicación, me puse en pie. Inmediatamente,
mi silla subió a lo largo de mi espalda y vino a colocarse de tal forma que quedé con
la cabeza entre sus cuatro patas. Eusapia dijo que me quería haber levantado con la
silla, pero que ésta se levantó sin darle tiempo (nota del autor).
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(Extraído de la obra del Dr. F. Sestier “La Faudre” París 1866, tomo
II, pág. 87)
El rayo, que trasporta a lo lejos los cuerpos inertes, ejerce también
sobre el hombre y los animales los efectos de traslación.
En el momento en que el navío “La Felicidad” fue fulminado cerca de
Bona, se vio pasar al grumete, arrebatado con la rapidez del relámpago,
de popa a proa del navío, donde cayó.
El 8 de julio de 1839, a las tres de la madrugada, un rayo cayó en un
roble cerca de Boiremont, en los alrededores de Friel (Sena-et-Oise) e
hirió a dos obreros de la construcción, que se habían refugiado debajo de
él. El más joven, Atanasio Pion, de 22 años de edad, murió en el acto.
Presentaba señales de quemadura desde el hombro derecho hasta el pie
del mismo lado y sus ropas de algodón caían en hilachos. El padre,
fulminado a la vez, presentaba también señales del rayo, desde la frente y
43
El mástil de mesana es el situado más a popa en un barco de tres palos (nota
del traductor español).
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44
Se han visto niños de pecho, arrebatados de los brazos de sus madres,
transportados y depositados, sin ninguna lesión, a muchos pasos de distancia,
habiendo fallecido o siendo heridas las madres por meteoro. (Id. Tomo I, pág.
212) (Nota del autor).
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dos con frecuencia, así como la pérdida de todos los cabellos del cuerpo o
el despedazamiento de la lengua u otros músculos.
En general, podemos decir que el rayo parece dar preferencia a ciertos
individuos y que las mujeres y ciertos árboles gozan de cierta inmunidad.
Hay muchos que han recuperado el uso de sus miembros paralizados por
el choque que recibieron por el rayo y otros que, al contrario, han queda-
do paralíticos por la misma acción.
Muchos de los muertos por el rayo conservan las actitudes en que se
hallaban cuando fueron alcanzados.
En cuanto a los fenómenos de proyección de señales o de escritura que
se producen en las sesiones de los médiums de efectos físicos, y de los
que yo mismo fui testigo en las de Eusapia Paladino, ¿no hay semejanza
entre ellos y los de producción, en el cuerpo de las personas heridas por el
rayo, de las imágenes de los objetos que las rodean?
Para no salirnos de los límites marcados para este trabajo, mencionaré
solamente los fenómenos de la electricidad animal. Ni siquiera hablaré de
las propiedades de la raya eléctrica y otros peces, ni de las lenguas de
fuego y aureolas, que a veces, han sido vistos rodeando a ciertos indivi-
duos, de la atracción y repulsión producidas entre los objetos, bien sus-
tancias inertes o cuerpos magnéticos. Ahí llegamos por segunda vez a los
límites de la Física clásica.
¿Qué podemos decir de las plantas luminosas, de las que digieren,
mueven y actúan sobre la aguja imantada?
Son cosas de mucha más difícil explicación que la facultad de que los
sonámbulos vean a través de los cuerpos opacos.
Parecía que los rayos X desarmarían a los incrédulos en este punto,
pero no fue así, porque la mayoría de aquellos que han sido fosilizados
por las doctrinas materialistas de la ciencia oficial del último medio siglo,
no se contenta como hacían sus predecesores, con la negación de ciertos
hechos, por no conformarse con sus teorías, miran llenos de terror para
todo lo que tienda a probar la existencia, en el hombre, del elemento
espiritual destinado a sobrevivir al cuerpo.
Y esa es la conclusión a que llegaron los más diversos países, en todos
los períodos, los hombres más distintos por su inteligencia, e incluso por
su carácter, no dudando en proclamar su creencia, corriendo el riesgo del
ridículo o incluso de persecuciones. Después de inútiles viajes en varios
sentidos, los hechos nos hicieron retroceder hasta encontrarnos el con-
cepto del cuerpo fluídico, concepto tan viejo como el mundo.
Pido permiso para presentarles lo que tengo en mis notas sobre recien-
tes experiencias hechas por individualidades que bien conocen.
Como postulado, establezco que existe en el hombre un cuerpo y un
espíritu.
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45
Fenómeno excepcional que se da en algunas personas que tienen la vista do-
tada de la facultad de percibir a mucha distancia pequeños objetos o muy peque-
ños, como si utilizaran unos invisibles prismáticos (nota del traductor español).
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Leáse la obra de Aksakof “Un caso de desmaterialización” y la de la Sra.
d’Espérance “En el país de la sombras” (nota del autor).
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pasar sus manos a lo largo de su cuerpo, sin que ella, en esa parte, sintiese
la impresión del tacto. Este fenómeno, llevado al límite, nos conducirá
hasta la desaparición completa del cuerpo del médium y su aparición en
otro lugar, como vemos reflejado en tantas vidas de santos.
En la materialización de un cuerpo completo, ese cuerpo casi siempre
está animado por una inteligencia diferente de la médium. ¿Cuál es la
naturaleza de esas inteligencias y en qué fase de la materialización
intervienen para dirigir la materia física exteriorizada?
Son cuestiones de gran interés, que todavía no han podido ser respon-
didas por mis colaboradores ni por mí.
Lo que he dicho demuestra que el estudio de los fenómenos psíquicos
depende de tres ciencias distintas.
A los hombres de la Física compete definir la naturaleza de la fuerza
física, por las acciones mutuas que se dan entre ella y las otras simples
fuerzas de la naturaleza: el sonido, el calor, la luz y la electricidad. La
Fisiología tiene que examinar las acciones y reacciones de esa fuerza en
los cuerpos vivos. Y finalmente entramos en el dominio del Espiritismo,
cuando buscamos conocer cómo la fuerza psíquica puede ser impulsada
al trabajo por entidades inteligentes invisibles. Sabemos también que
todos los fenómenos naturales se unen por cambios insensibles.
“La naturaleza no da saltos”, por eso iremos a encontrar entre esas tres
grandes provincias, mal definidas fronteras donde las causas serán com-
plejas. Esa es una de las mayores dificultades de esa clase de estudios,
pero no tendrá fuerza para detenernos, y yo no puedo concluir este trabajo
de un modo mejor que citando la frase amable de vuestro ilustre
compatriota, el profesor Lodge. La barrera que separa el mundo espiritual
y el material irá, como muchas otras, cayendo gradualmente, y entonces
llegaremos a la más alta percepción de unidad de la naturaleza. Las
posibilidades en el universo son tan infinitas como su extensión.
Lo que ya sabemos es nada, comparado con lo que nos queda por
saber. Si nos conformamos con el medio mundo ya conquistado,
destruiremos las más altas aspiraciones de la ciencia.
LA FÍSICA DE LA MAGIA
Señores:
El asunto que tengo el honor de abordar ante ustedes, ya fue tratado en
otras ocasiones ante asambleas de sabios.
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Fue discutido, en primer lugar, hace dos mil años, en los cursos de la
célebre escuela de Alejandría, entonces centro intelectual del mundo
entero. Los griegos que acompañaron a Alejandro el Grande a Egipto, se
hicieron iniciar allí ventajosamente en las ciencias secretas y emplearon
su gran genio en explicar, por las leyes naturales, los prodigios que los
sacerdotes realizaban en sus templos para impresionar a las masas, y cuyo
conocimiento, venido de Oriente, constituía la ciencia de los magos, o
magia.
Unas veces eran estatuas o pedestales que parecían caminar solos,
gracias a unas ruedas ocultas puestas en movimiento, por la caída cal-
culada de una cierta cantidad de arena desde un recipiente superior a otro
inferior, o bien por acción de un muelle. Otras eran puertas que se abrían
espontáneamente, imágenes de dioses, diosas o animales que daban gritos
o distribuían libaciones bajo la acción de líquidos desplazados por medio
de sifones o de aire comprimido.
El ingeniero Heron reunió sus instrucciones en una serie de pequeños
tratados, de los que solamente dos “Los Autómatas” y “Los Neumoautó-
matas”, llegaron hasta nosotros 47. Otro sabio alejandrino, el célebre
Euclides, también nos dejó tratados de óptica y catóptrica 48, sin embargo,
al ser discípulo del divino Platón, que no quería que la ciencia descen-
diese a las aplicaciones usuales, se limitó a exponer las propiedades
geométricas de los rayos luminosos, y a dar las leyes de la perspectiva, de
la refracción y reflexión.
Quince siglos más tarde, la toma de Constantinopla por Mahomet II
hizo emigrar a la tierra hospitalaria de Italia los restos de la civilización
griega que habían escapado al hierro y fuego de los turcos.
Muchos refugiados bizantinos encontraron un medio de vida en la
copia y venta de los manuscritos que trajeron consigo y que, hasta enton-
ces, eran casi desconocidos en Occidente. Luego, en todas las ciudades de
Francia, Italia y Alemania, los sabios rivalizaban en esfuerzos para aso-
ciar su nombre al de un antiguo, traduciendo sus obras en latín, lengua
universal de las escuelas en esa época.
Entre ellos estaba Jean de Gene, que, muy joven todavía, no tenía 30
años cumplidos, ocupó la cátedra de matemáticas en el Colegio de
Francia, de reciente creación. Esa materia, que fue interrumpida a los dos
años por su muerte, trataba exclusivamente de la óptica y de la catóptrica
de Euclides, y el discurso de apertura, pronunciado en 1556, estuvo
dirigido a mostrar como esas ciencias podían servir para explicar hechos
47
Traduje del griego al francés los dos tratados de Pneumato de Aéron y Fílon,
que fueron publicados en 1882 por la Librería Masson con el titulo de “La Scien-
ce des Philosophes et l'art des thaumaturges dans 1'antiquité” (nota del autor).
48
Parte de la óptica que trata de la luz refleja (nota del traductor español).
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49
reputados prodigiosos . He aquí una citación consagrada a los fantas-
mas:
“No quiero negar la presencia y evocación de los genios, de los ma-
nes 50 y de las sombras, ya que las historias profanas y las sagradas escri-
turas nos ofrecen numerosos ejemplos. Sabemos por los historiadores que
evocaron la sombra de Pausanias, a los que los lacedemonios habían
dejado morir de hambre en el templo de Minerva, y que les convidó a
apaciguar a los manes. Sabemos también, por Lucano, que Erictone, pito-
nisa tesaliana, evocó una sombra, al cual se encargaría de anunciar la
derrota de Farsalia en Sexto Pompeio. El historiador Pausanias, en sus
“Beóticas”, cuenta haber visto en Pioneu, en Misia, cerca del rio Caicus,
la sombra de Pion, fundador de la ciudad, salir de su túmulo en el mo-
mento en que le ofrecían un sacrificio. La historia sagrada nos dice que
los manes de Samuel dejaron la tumba ante la voz de la pitonisa, para que en
el futuro no se pudiese dudar de la posibilidad de evocar a las sombras 51.
Admitiendo como incontestable que los manes y los genios han sido
evocados por pitonisas y forzados a aparecer, digo al mismo tiempo que,
gracias a la ciencia extraordinaria de ciertas personas, habéis podido ob-
tener un gran número de apariciones que los ignorantes atribuyen exclusi-
vamente a demonios.
Las personas esclarecidas solamente las atribuyen a hombres versados
en la óptica, y no se dejan seducir por las promesas de los magos que se
prestan a hacer aparecer la sombra de un muerto. Para obrar ese prodigio,
estos se sirven de un espejo consagrado por ciertas fórmulas, con las que
pretenden evocar a los manes. Todo eso me hace sospechar, y creo que en
el fondo debe existir algún artificio. La parte de la óptica denominada
catóptrica nos enseña que se hacen espejos que, en lugar de retener en la
superficie las imágenes que le son presentadas, las reenvían a la atmós-
fera. Vitelion dio la composición de esos espejos y, si Dios quiere, habla-
remos a ese respecto cuando tratemos de la catóptrica.
¿Qué importa que ciertas personas abusen, con ese espejo, de la buena
fe de la gente, al punto de creerse que se ven las almas de los muertos
evocados de la tumba, mientras sólo se ve en el aire la imagen de un niño
o de una estatua que se cuidan bien de mantener oculta?
49
La traducción latina de la “Optica y catóptrica” de Euclides fue publicada
por primera vez con el discurso de Jean de Gène sirviendo de prefacio, en 1557,
en Paris, por la librería André Wechel (nota del autor).
50
Entre los romanos, se entendían unas veces como antepasados, otras como
dioses de los muertos, y en ocasiones como ambas cosas al mismo tiempo (nota
del traductor español).
51
Sombras significa Espíritus o almas de los muertos. La médium inglesa Sra.
E. d’Espérance dio también ese nombre a una obra suya “En el país de las
sombras” (nota del autor).
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52
Fabre “La Musique des Couleurs”, Paris, 1900, página 31 (nota del autor).
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nuevas, debe también exponer las luchas que les precedieron, y las
resistencias de los representantes de las nuevas ideas... ¿Se descubre una
verdad nueva? Sale parecida a una revelación, del cerebro de un hombre,
sin embargo, tiene delante de sí millones de contemporáneos, con sus
perjuicios.
El poder de la verdad es indudablemente grande, sin embargo, cuanto
más se aparta de las ideas reinantes, menos preparada está la humanidad
para recibirlo y más difícil es abrirle camino. Así sucederá si la historia
de las ciencias no nos hubiese enseñado que las verdades nuevas, por eso
tienen una importancia capital, no pueden ser plausibles y sí paradójicas,
que la generalidad de una opinión no es en modo alguno prueba de que es
verdad, en fin, que el progreso implica un cambio en las opiniones,
cambio preparado por individuos aislados y que, poco a poco, se extiende
gracias a las minorías. No debemos olvidar nunca que todas las mayorías
proceden de las minorías iniciales, y que, por consiguiente, ninguna
opinión debe ser rechazada solamente por el escaso número de sus
representantes, al contrario, debe ser examinada sin ningún preconcepto,
pues la paradoja es la precursora de todas las nuevas verdades.
Por otro lado, el desarrollo regular de las ciencias solamente se hace
con la condición de dejar ahí un elemento conservador. Es necesario que
las verdades nuevas sean en principio consideradas solamente como
simples hipótesis, cuanto más importantes sean, tanto más largo será su
tiempo de pruebas, que nadie puede impedir.
Aquellos que las descubren son sólo los campeones, a los que los
adeptos suceden poco a poco, pues está claro que aquellos que se adelan-
taron cien años a sus contemporáneos, deberán esperar cien años para ser
comprendidos por todos.
Albert de Rochas
53
GRAVITACIÓN Y LEVITACIÓN POR EL DR. CARL DU PREL
EL ENIGMA DE LA GRAVITACIÓN
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LA LEVITACIÓN 83
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LA LEVITACIÓN 84
54
Ieenkrahe, Das Rcethsel der Sehwerlcraft (nota del autor).
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LA LEVITACIÓN 85
55
Newton, Principio III (nota del autor).
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LA LEVITACIÓN 86
56
Erkloerung der universellen Gravitation aus den statischen. Wirleungen der
Eleletrieitbt, et Wíssenechaítl. Abhandl., I, 417-459 (nota del autor).
57
Faraday-Rech. “Expérim sur electricité”. Traducción alemana, III (nota del
autor).
58
Qampbes: andus, 30 de septiembre de 1872 (nota del autor).
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LA LEVITACIÓN 87
59
Zollner, Natur der Kometen, 70, 127, 128 (nota del autor).
60
Perihelio es el punto más cercano de la órbita de un cuerpo celeste alrededor
del Sol. Es lo contrario de afelio (nota del traductor español).
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LA LEVITACIÓN 88
presentaba dos colas: una dirigida hacia el Sol y la otra en sentido opues-
to, formando entre sí un ángulo de 160º 61.
El examen de ese fenómeno cósmico nos hace suponer que la gravita-
ción es idéntica a la atracción eléctrica, pero que, por el cambio de señal
de la electricidad, la gravitación puede ser convertida en levitación y
viceversa. Resulta de esto, para la ciencia, la posibilidad de cambiar o
abolir el peso en condiciones sometidas a las leyes.
Si la ciencia consiguiese determinar esas condiciones y hacer de ellas
una aplicación técnica a los misterios de la naturaleza, la vida humana se
encontraría más profundamente cambiada de lo que lo ha sido por todos
los descubrimientos realizados hasta la fecha. Si la hipótesis de Faraday,
atribuyendo a la gravitación el carácter antitético de la electricidad, fuese
comprobada, y nosotros la aplicásemos, los fenómenos de levitación, tan
numerosos en el ocultismo, perderían su aspecto paradójico. El levanta-
miento, a través del imán, de un pedazo de hierro colocado sobre una
mesa, su sustracción a la acción del peso, es un fenómeno natural y no
puede ser comprendido sino admitiendo que la gravitación posea una
naturaleza antitética. Las colas de los cometas, que se dirigen bien hacia
el Sol o en sentido opuesto, proporcionan la prueba de que la gravitación
puede, en algunas condiciones, de conformidad con las leyes universales,
transformarse en levitación y viceversa.
La ciencia de la naturaleza, utilizando el principio de la evolución que
tomó prestado a la filosofía, comete siempre el error de desconocer su
propio poder evolutivo.
Desde que aparece una idea nueva, se apresuran en considerarla como
definitiva, creando de esta forma un grave obstáculo a todo progreso pos-
terior.
Hoy, apoyándose en la ley de gravitación se niegan y se declaran
imposibles los fenómenos ocultistas de levitación, sin reflexionar que, si
existen imposibilidades matemáticas y lógicas, todo en la física reposa
sobre la observación y la experimentación. En este último dominio sólo
tendría el derecho de formular a priori la palabra “imposible” el que
posea la ciencia absoluta. No fue ese el procedimiento de Newton. Jamás
fue realizado un descubrimiento aplicándose una porción tan enorme del
universo, como la de la gravitación universal, de Newton.
Una ley en acción, incluso sobre los más ínfimos globos del espacio,
fue transportada a la Vía Láctea y a las más apartadas nebulosas, cuya luz
tarda millones de años para llegar hasta nosotros. Newton nunca tuvo la
idea de imponer a la potencia evolutiva de la ciencia esos límites que la
mayoría de las veces no pasan de ser manifestaciones de orgullo del sabio
que hace un descubrimiento y no admite que se vaya más allá.
61
Zollner, Wissensch Abhemdl, II, 2, 638-640 (nota del autor).
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LA LEVITACIÓN 89
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64
Revue des Deux-Mondes, 1854, 530 (nota del autor).
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LA LEVITACIÓN
65
Rapport des Commísaires de la Soc. Royale de Med. pour faire 1'examen du
magnetisme animal, pag. 21 (nota del autor).
66
Wirchow, Über Wunder, 23 (nota del autor).
67
Herachel, Einleitung in das Studium der Naturwissenschalt, 104 (nota del
autor).
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68
Herachel, Einleitung in das Studium der Naturwissenschalt, 104 (nota del
autor).
69
Herachel, Einleitung in das Studium der Naturwissenschalt, 104 (nota del
autor).
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LA LEVITACIÓN 93
70
Reichenbach, Wer ist sensitiv, wer nicht? (nota del autor).
71
Der sensitive Mensch, 1, 4, 447-456 (nota del autor).
72
Les atilavas odiques, trad. franc., 104-106 (nota del autor).
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LA LEVITACIÓN 94
según nos indica la razón, girar para el polo norte de la Tierra y es lo que
no hace; al contrario, gira para el sur, en oposición directa a la atracción
polar natural, en cuanto a su polo sur, se dirige agitado, para el cuerpo de
su soporte vivo, es decir, para el polo norte de la Tierra.
Por tanto, el imán estaba lejos de obedecer la atracción magnética,
vencido por la fuerza de rotación (atracción o repulsión ódicas) y, a pesar
de su naturaleza íntima, era violentamente forzado a moverse en el sentido
inverso de su polarización. La fuerza que estudiábamos en este caso es, por
tanto, muy considerable, característica e independiente, la fuerza (ódica) de
rotación en aquellas circunstancias es tan superior a la fuerza (magnética)
de rotación, que no dudamos en aceptar la lucha con el magnetismo, que se
le opone directamente y es vencido en la lucha por ella... el resultado fue
idéntico en todas las orientaciones, y lo fue en todas las veces que repeti-
mos la experiencia con muchos otros sensitivos y otras barras 73. Por tanto,
se dieron los mismos resultados en una serie de experimentos muy
diversos. Los sensitivos débiles no conseguían provocar los movimientos.
Más de uno tenía días, e incluso horas, en que periódicamente obtenían
esas rotaciones 74. Este es el resumen que ofrece Reichenbach:
Descubrimos una fuerza desconocida, que se revela en los sensitivos,
pero solamente en ellos, pareciendo no existir en aquellos que no lo son...
Crece por la reunión de muchos sensitivos, y emana más abundante en los
que están dotados de mayor sensibilidad. Se puede, por medio de
obstáculos ódicos, aumentar su importancia, hasta producir malestar, des-
fallecimientos y convulsiones. Sus manifestaciones exteriores se debilitan
por todo lo que restringe la expansión del od, como por ejemplo, por la
oposición de polos de distinto nombre... Esos efectos (de inhibición) no
son continuos sino que se componen por una sucesión de saltos 75.
Como los experimentos realizados en objetos inanimados presentan
una fuerza más demostrativa para nosotros, inclusive para los doctores,
voy a pasar a realizar ensayos cuya narración me forzará a entrar en el
dominio del espiritismo. No se asuste el lector, no le hablaré de espíritus,
sino de una fuerza emanada del médium y, por tanto, de un asunto que la
antropología ha despreciado. En el fenómeno de las mesas giratorias
todos los asistentes contribuyen para la producción de esa fuerza. Ese
fenómeno, observado en la cámara oscura de Reichenbach, es acompa-
ñado de la producción de luz 76. La parte superior de la mesa se vuelve
luminosa, y desde ese momento empieza a oscilar, a moverse y elevarse;
en este caso igualmente el magnetismo animal aparece como una fuerza
motora, opuesta al peso.
73
Les atilavas odiques, trad. franc., 118-111 (nota del autor).
74
Les atilavas odiques, trad. franc., 118 (nota del autor).
75
Les atilavas odiques, trad. franc., 123-133 (nota del autor).
76
Reichenbach, Der sensitive Mensch, 1, 121-126 (nota del autor).
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LA LEVITACIÓN 95
77
Owen, Das streítlge Land, 1, 109. – Existe la traducción al portugués de esta
obra, Região em Litígio editada por la F.E.B (notas del autor y del traductor
portugués, respectivamente).
78
Psych. Studien, 1874, 24-25 (nota del autor).
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79
Reichenbach, Die Dynamide (nota del autor).
80
Sphinx, X, 265 (nota del autor).
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LA LEVITACIÓN 97
81
Crookes, Anfreichn. uber Sitzungen mit Home. (Traducción del alemán) 10-
12. En la obra de Delanne: “O Fenômeno Espírita” se encuentran reflejados los
experimentos de Crookes (notas del autor y del traductor portugués,
respectivamente).
82
Annales des ciences Psychiques, IV, 196 (nota del autor).
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LA LEVITACIÓN 98
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LA LEVITACIÓN 99
86
Reichenbach, Die odische Loch und einige Bowegungserschenungen (nota
del autor).
87
De Rochas, L'Extériorisation de la Motricité (nota del autor).
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LA LEVITACIÓN 100
Uno de los más notables, y que era al mismo tiempo médium, una
vidente de Prevorst, presentó, sobre el fenómeno de la levitación, consi-
deraciones dignas de estudio. Ella designa a la fuerza ódica o magnética
con el nombre de espíritu nervioso que dicen ser una energía mucho más
imponderable y poderosa que la electricidad, el galvanismo y el magne-
tismo mineral. Ella atribuyó al espíritu nervioso, antes de Reichenbach y
Rochas, la facultad de suprimir el peso de los cuerpos. En las personas
sumergidas en un estado magnético profundo, ese espíritu nervioso se
distinguiría fácilmente de los nervios y del alma, pudiendo, a través de él,
actuar a distancia y manifestarse por golpes 88.
El Dr. Klein habla de una sonámbula que le pedía su reloj y lo colo-
caba en su frente, donde quedaba adherido a pesar de todos los movi-
mientos que ella hacía con la cabeza 89. Jacolliot vio un faquir que, utili-
zando una pluma de pavo como conductor, bajaba un platillo de la balan-
za cuando en el otro existía un peso de 80 kilogramos. El faquir tocaba
con la punta de los dedos el borde de un vaso lleno de agua, y ese vaso se
podía mover en todos los sentidos sin que el agua contenida en él se
moviese. El vaso se elevó muchas veces a siete u ocho pulgadas encima
del suelo. El mismo hindú pidió un lápiz, que colocó sobre el agua y,
extendiendo la mano por encima, el lápiz se desplazaba en todas
direcciones. Él tocó delicadamente el lápiz, que flotaba en el agua, y éste
se sumergió hasta el fondo del vaso.
Sobre una mesa pequeña que Jacolliot podía levantar con dos dedos, el
faquir colocó su mano durante un cuarto de hora. Después de esto,
Jacolliot no podía levantarla y, al emplear toda su fuerza en ello, la tabla
superior se desprendió. Algunos minutos después, la fuerza comunicada a
la mesa se disipaba, y volvió a disponer de su movilidad. Cuando iba a
salir, el faquir observó un haz de plumas de los más notables pájaros de la
India, tomó unas cuantas y las tiró hacia arriba lo más alto que pudo. Las
plumas cayeron lentamente, pero al llegar cerca de la mano del faquir,
volvieron a elevarse hasta el toldo de la terraza y allí quedaron fijas en él.
Cuando el faquir se fue, cayeron al suelo 90.
Crookes imaginó aparatos que permitían suprimir toda la comunica-
ción mecánica directa, de la fuerza emitida por el médium Home al ins-
trumento registrador de las variaciones de peso 91. Vio una silla elevarse,
con una señora sentada en ella, muchas pulgadas por encima del suelo,
quedar suspendida por unos diez segundos, y después descender lenta-
mente 92.
88
Kerner, Die somnambulen Tisch, 21. –Die Seherin von Prevorst, 158 (nota
del autor).
89
Archiv. f. thier Magnetismus, V, 1, 149 (nota del autor).
90
Jacolliot, Le Spiritisme dans le Monde, 245, 281, 282, 285, 295 (nota del autor).
91
Crookes, Recherches sur le Spiritualisme (nota del autor).
92
Psychische Studien, 1874, 108 (nota del autor).
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93
Kerner, Blaetter aus Prevorst, I, 119 (nota del autor).
94
Home, Révélations sur ma vie surnaturelle, 44, 222 (nota del autor).
95
Hellenbach, Verurtheile der Menschheit, III, 265 (nota del autor).
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LA LEVITACIÓN 102
un zapato que le habían tirado, pero tan suavemente que no sufrió lo más
mínimo 96. En otra casa, en Mulldorf, una persona fue alcanzada por un
martillo, otra por una teja, pero todos los proyectiles eran tan leves que no
ocasionaban mal alguno y, al caer, parecían no tener peso alguno 97.
En Munchof, los objetos más variados, todo lo que pudiese servir
como proyectil, fueron lanzados contra las ventanas, sin embargo los más
pesados, a pesar de la velocidad con la que venían, quedaron fijos en las
vidrieras y otros, sin apenas tocarlas, cayeron al suelo. Las personas
alcanzadas por grandes piedras no sufrieron, con gran espanto suyo, sino
ligeros choques, a pesar de la enorme velocidad con que eran lanzadas las
piedras y, apenas se producía el contacto, los proyectiles volvían a caer
verticalmente. Un hombre alcanzado por una cuchara que pesaba tres
cuartos de libra, apenas experimentó un levísimo toque 98. El abogado
Joller cuenta que, muchas veces, tiraban piedras a su casa y daban a algu-
no de sus hijos, que solamente sentían un leve choque 99.
En el convento endemoniado de Maulbronn, eran lanzados los objetos
más diversos, pero al traspasar la ventana, en lugar de caer rápidamente,
descendían al suelo lentamente, como flotando.
En otra casa, se tiraban piedras que hacían tanto daño como si fuesen
simples esponjas 100. Daumer tuvo la singular idea de atribuir en tal caso
la preservación a la acción de misteriosos espíritus protectores, pero esa
afirmación no concuerda con la confesión hecha por él mismo de produ-
cirse, en ocasiones, heridas 101, y debemos buscar el sustituirla por una
explicación científica, que será fácil de encontrar, dado que se trata de
una fuerza polarizada.
Sabemos que la electricidad neutra de un cuerpo, descompuesta por
influencia, puede ser polarizada de tal forma que la electricidad positiva
se disipe y la negativa permanezca en el cuerpo, o viceversa. Si tocamos
un conductor, mientras está sometido a influencia, determinamos una di-
sipación de la electricidad, que se libera, siempre del mismo nombre que
la carga del cuerpo que ejerce la influencia, mientras que el de nombre
contrario permanece en el conductor.
96
Glanvil, Sadduscismus triumphatus, II, 220 (nota del autor).
97
Gcerres, Die christliche Mystik, V, 145 (nota del autor).
98
Gcerres, Die christliche Mystik, V, 145 (nota del autor).
99
Daumer, Das Gesteirreich, II, 253. Cf. Joller, Darsteltellung selle terleleter
mysticher (nota del autor).
100
Daumer, Das Gesteirreich, II, 256-259. Cf. Joller, Darsteltellung selle
terleleter mysticher (nota del autor).
101
Daumer, Das Gesteirreich, II, 267-268. Cf. Joller, Darsteltellung selle
terleleter mysticher (nota del autor).
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Thouvenel cree que tanto de las aguas subterráneas como de los mine-
rales escondidos en la tierra, se desprenden efluvios que, penetrando en el
cuerpo del sensitivo por los pies, ojos y pulmones, pasan para la sangre,
actúan sobre el sistema nervioso y producen una conmoción en el pecho.
De ahí los movimientos inconscientes que determinan la rotación de la
varilla y también el aumento de las pulsaciones, con fiebre, sudores, sín-
cope y pérdida considerable de fuerzas.
Después de esa publicación, Bleton se dirigió a París, donde fue exa-
minado por diversos miembros de la academia, en especial por Lalande,
que le prepararon trampas en las que cayó. Este hecho se ha visto repro-
ducirse siempre que las sensaciones delicadas de los sensitivos fueron
sometidas a influencias perturbadoras, incluso de orden moral.
Después de la Revolución, el Dr. Thouvenel emigró a Italia, adonde
condujo a otro sensitivo francés, Pennet, también de la región del Delfi-
nado, y le sometió a experimentos con diversos sabios como Spallanzane,
el padre Barletti, profesor de física experimental en Pavía, Charles Amo-
retti, director de la Biblioteca Ambrosiana de Milán 104 y Fortis. Este
último publicó el resultado de sus experimentos en la “Memoria para
servir a la Historia Natural” y principalmente en la “Orictografía de
Italia y países adyacentes” en 1802.
Pennet consiguió encontrar depósitos metálicos y un acueducto subte-
rráneo, pero tuvo poco éxito en cierto número de experimentos, lo que
prueba solamente la inestabilidad de esas facultades especiales ya que no
se puede establecer una comparación entre el número de los éxitos y de
los fracasos, cuando se trata de encontrar un objeto colocado en un lugar
determinado y extremadamente restringido en relación al espacio en que
se realiza el experimento.
Algunos años después, en 1806, un sabio alemán, Ritter, que había
visto como operaba Pennet, encontró esa misma facultad de hidroscopia
en un joven campesino llamado Campetti. Ritter le llevó a Munich, donde
Schelling y Francisco Baader experimentaron igualmente con él.
El conde de Tristan publicó en 1826 un libro con el título de “Estudio
de algunos efluvios terrestres”, donde constata la realidad del movimien-
to inconsciente de la varilla sobre las corrientes de agua y proximidad de
los metales, exponiendo con muy buena fe y franqueza los numerosos
experimentos que intentó para establecer una teoría, infelizmente un tanto
confusa. Me limitaré a exponer algunas de sus conclusiones:
104
Amoretti encontró en su casa diversas personas capaces de hacer girar la
varilla, entre las cuales un criado de diez años, Vicente Afossi, con quien realizó
gran número de experimentos. Algunas sustancias hacían experimentar a Anfossi
una sensación de calor en la parte inferior de los pies; otras le producían una sen-
sación de frío. En el primer caso la varilla giraba hacia adentro, en el segundo,
hacia afuera (nota del autor).
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105
J. de Briche, Le pendule ou índication et examen d'un phénomène
physiologique dépendant de la volonté, 1838 (nota del autor).
106
J. O. N. Rutter, Recherches sur les courants et les propríétés magnétoïdes
des corps, 1851 (nota del autor).
107
En la edición francesa de la obra de Reichenbach, sobre los efluvios ódicos,
se encuentra el diseño de este aparato, así como de los otros aquí citados (nota
del autor).
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108
Louis Lucas, La médecíne nouvelle basée sur des principes de physique et
de chimie transcendentales, Paris, 1862 (nota del autor).
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112
Baraduc, La Force vitale, notre corps vs La fluídique, su formule
biometrique, Paris, 1893 (nota del autor).
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113
En febrero de 1893, fui sorprendido por la gran perturbación que invirtió los
polos de los instrumentos magnéticos del mundo entero y de la que sólo tuve
conocimiento por su propio estado (nota del autor).
114
Poseía esa facultad en mi infancia, cuando fijaba la atención en mis sen-
saciones. Sólo me quedaba tranquilo cuando me volvía hacia el norte (nota del
autor).
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115
Léase la obra del Sr. A. de Bué: “Magnetismo curativo” (nota del autor).
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Polaridad humana
116
En la página XXXVIII de la obra de Reichenbach, Les Effluves Odiques, se
encuentra dibujado ese aparato (nota del traductor portugués).
117
La polaridad positiva se refleja con este signo (+) y la negativa con este
otro: (–) (nota del autor).
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LA LEVITACIÓN 121
118
El Sr. Bué, creyendo obtener efectos más pronunciados sobre el péndulo,
empleando un imán más poderoso del que habitualmente se servía, vio con es-
panto que, en vez del resultado esperado, la transmisión de corriente perturbaba
la sensibilidad del aparato, hasta el punto de impedir la continuidad de los expe-
rimentos. El péndulo, inmovilizado sin duda por una influencia muy persistente,
había perdido de repente esa sensibilidad natural que, hasta entonces, había per-
mitido traducir las más delicadas impresiones. No recuperó esa sensibilidad hasta
el día siguiente, después de que el aparato hubiese reposado (nota del autor).
119
Si se mezcla en cantidades iguales el polvo de la flor y el de la raíz de una
misma planta, se obtiene sobre el péndulo el movimiento que produciría el tinte
madre obtenido de la planta entera, como si la reconstitución del individuo
vegetal hubiese sido realizada por esa mezcla. El movimiento cesa entonces de
ser polarizado, para convertirse en específico de la sustancia (nota del autor).
120
Debemos señalar aquí una pequeña divergencia entre los experimentos con
sensitivos de los Sres. Dècle y Chazarain y las que se hicieron sobre el péndulo
por el Sr. Bué: mientras los primeras determinan positiva la polaridad de la plata,
el aluminio, el plomo, el cobalto y el platino, y negativa la del azufre, los que se
hicieron con el péndulo establecen lo contrario. ¿De donde proviene tal
divergencia? Es difícil de explicar. Esa es la única diferencia que existe entre las
constataciones realizadas por todos los experimentadores. Los experimentos
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LA LEVITACIÓN 122
Influencia de la forma
El Sr. Bué constató que la forma de los cuerpos ejerce sobre el modo
de manifestación del fenómeno una influencia preponderante, y que su
longitud modifica la naturaleza de la corriente, ya que sustituye el movi-
miento específico dado por la sustancia el movimiento polarizado del
imán, de esta forma, si tomamos el polvo de una sustancia cualquiera, mi-
neral o vegetal, y lo encerramos en un cartucho largo de 12 a 15 centí-
metros, ese cartucho, en lugar de sensibilizar el péndulo por la influencia
de la irradiación de su contenido, se comporta en relación al aparato
como una barra de imán, es decir, da R.N (+) en uno de los extremos, y
R.I (–) en el otro, cualquiera que sea su composición, acusando clara-
mente de esta manera la doble polaridad del imán. Una regla, un cigarro
puro, una vela, un lápiz, una ganzúa, un tubo de vidrio, es decir, todos los
cuerpos cilíndricos o alargados actúan del mismo modo. Por esto el Sr.
Bué, apoyándose en otros experimentos similares, llegó a la conclusión
de que la forma de los cuerpos y su disposición cilíndrica influyen pode-
rosamente sobre las corrientes y obtuvo deducciones nuevas aplicables a
la fisiología del sistema nervioso y a las corrientes en el organismo hu-
mano 121.
Influencia de la masa
Según el Sr. Bué, los efectos obtenidos con el péndulo no están, como
se podría creer y como habían afirmado muchos experimentadores, en
razón directa de la masa de los cuerpos. Como los Sres., Durand de Gros
y Léger, el Sr. Bué, experimentando sobre dinamizaciones homeopáticas,
comprobó que los preparados vegetales o minerales de la trigésima, ha-
bían acusado en el péndulo un movimiento de la misma naturaleza y tan
claramente pronunciado como el proporcionado por la propia sustancia.
Esto induce a creer que las corrientes no están en potencia proporcional a
la masa de los cuerpos 122 y, demostrando que la millonésima de grado de
una sustancia puede producir el mismo efecto que un gramo de la misma
especie, se reconoce implícitamente en las dinamizaciones medicinales
una virtud que les fue negada y que todavía hoy está más o menos repli-
cada.
realizados por los Sres. Durand de Gros y Léger dan la razón al Sr. Bué, caracte-
rizando la polaridad de esas sustancias en el sentido que él dice (nota del autor).
121
Vease en la citada obra de Bué: “Magnetismo curativo”, la parte que trata
de Biología e Higiene.
122
Por esa misma razón, en la nota de nuestro prefacio, solo decimos que las
acciones se producen en razón inversa del cuadrado de las distancias (nota del
autor).
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LA LEVITACIÓN 123
Influencia de la voluntad
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LA LEVITACIÓN 124
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