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NDICE
Prlogo del Traductor ...................................................................................... Ante el Centenario ........................................................................................... I. Luz en las sombras ........................................................................... II. Comentarios del Instructor ............................................................... III. La intervencin en la memoria ......................................................... IV. Algunos recin desencarnados ......................................................... V. Almas enfermizas ............................................................................. VI. En el crculo de la oracin ................................................................ VII. Preciosa conversacin ...................................................................... VIII. Preparativos para el regreso .............................................................. IX. La historia de Silas ........................................................................... X. Entendimiento .................................................................................. XI. El Templo y el Locutorio ................................................................. XII. Deuda agravada ................................................................................
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XIII. Deuda estacionaria ........................................................................... 104 XIV. Rescate interrumpido ........................................................................ 111 XV. Anotaciones oportunas ..................................................................... 120 XVI. Deuda aliviada .................................................................................. 127 XVII. Deuda que expira .............................................................................. 136 XVIII. Rescates colectivos ........................................................................... 143 XIX. Sanciones y auxilios ......................................................................... 149 XX. Sorpresa conmovedora ...................................................................... 155 Obras Medimnicas de Andr Luiz .................................................................. 162
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Por encargo de la Federacin Esprita Espaola he tenido la inmensa honra de traducir al castellano esta obra del espritu Andr Luiz, psicografiada por el magnfico mdium brasileo Francisco Cndido Xavier. A travs de sus pginas expresa los pormenores de la Ley de Causa y Efecto, de una manera sencilla y ejemplar, desde su estancia en un Puesto de Socorro situado en los planos purgatoriales vecinos a la Tierra, para que nosotros, pobres encarnados empeados en nuestras luchas diarias en este plano fsico, podamos aprender y sobre todo, poner en prctica nuestra reforma ntima, a travs de la elevacin de nuestra vibracin y pensamientos diarios, para que emitamos la nica conducta que debe marcar nuestras existencias en la Tierra: Amar a los dems como a nosotros mismos. Recordemos las palabras de Allan Kardec, el Codificador: Espritas, orad e instruiros. No dejemos de leer y meditar sobre estas lecturas, en un esfuerzo intelectual que nos abrir nuevos caminos, tan necesarios para nuestra regeneracin individual. Agradezco a Maribel, mi esposa, su inapreciable ayuda en la realizacin tcnica de este libro, que confo pueda brindar a los lectores de habla hispana una informacin til en sus vidas. Madrid, Noviembre de 2009 ALFREDO ALONSO YUSTE
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ANTE EL CENTENARIO El da 18 de abril de 1957, la Codificacin kardeciana, bajo la gida del Cristo de Dios, celebrar su primer centenario de valiosos servicios a la humanidad terrestre. Un siglo de trabajo, renovacin y luz... Para contribuir a los homenajes que se rendirn al memorable acontecimiento, Andr Luiz dict las pginas de este libro. Al hacerlo, nuestro amigo abri un poco el teln de los planos inferiores en los que se proyecta la conciencia culpable, ms all del cuerpo fsico, para resaltar la importancia de la existencia fsica como un verdadero favor de la Divina misericordia, con el fin de que nos adaptemos al mecanismo de su necesaria justicia. Por ello, combina sus comentarios con la narracin de las relaciones que existen entre el plano fsico de los espritus encarnados y los planos purgatoriales, donde estn los compaeros que ya han abandonado la carne, y que crearon, por los desvaros de su propia conducta, el infierno exterior, que no es otra cosa que el reflejo de nosotros mismos cuando, por liviandad o crueldad, nos entregamos a la prctica de acciones deprimentes que nos obligan a una fijacin temporal en los resultados de nuestros propios errores. Von Liszt 1, eminente jurisconsulto, dice que el Estado, en su expresin de organismo superior, exceptuando, como es natural, los grupos criminales que a veces le arrastran transitoriamente a funestos abusos del poder, no prescinde de la penalidad, para mantener el orden jurdico. La necesidad de la conservacin del propio Estado, justifica las penalizaciones. Con esa conclusin, se desvanecen, casi totalmente, las antiguas controversias sobre las teoras del Derecho Penal, ya que, en todos los sistemas polticos, la tendencia a castigar es congnita en el hombre, para mantener en lo posible, el orden en la sociedad. Andr Luiz, no obstante, nos hace sentir que el Espiritismo revela un concepto de justicia ms amplio. La persona humana no se encuentra simplemente subordinada al criterio de los jueces y juristas del mundo, como si fuesen cirujanos para tratar o extirpar la gangrena social. Cuanto ms esclarecida sea, ms responsable es de los fallos de su propia conciencia, en la Tierra o fuera de ella, al estar envuelta en la culpa. Por tanto, sus pginas tienen el objetivo de resaltar que los principios codificados por Allan Kardec, abren una nueva era al espritu humano, instndole a su propio examen para el reajuste de los caminos trazados por Jess hacia el verdadero progreso del alma, y explican que el Espiritismo, por ello, educa nuestra libertad, intentando no slo que tengamos en la Tierra una vida social digna, sino instando a que mantengamos, en el campo del espritu, una vida individual armoniosa, debidamente ajustada
Catedrtico de Derecho penal y procesal penal en la Universidad de Berln a principios del siglo XX (nota del traductor).
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a los impositivos de la Vida Universal Perfecta y de acuerdo con las normas de la eterna justicia elaboradas por el supremo equilibrio de las Leyes de Dios. Por eso, presentndolas al lector amigo, reconocemos, en los postulados que abrazamos, no solamente un santuario de consuelo sublime, sino tambin un templo de responsabilidades definidas, para considerar que la reencarnacin es un aprendizaje sagrado de recapitulacin de nuestras experiencias, y que la Doctrina Esprita, reviviendo el Evangelio del Seor, es la antorcha, el farol que resplandece en el camino evolutivo, ayudndonos a regenerar nuestro propio destino en la bsqueda de la felicidad real. En sntesis, el autor nos demuestra que nuestras posibilidades de hoy, nos vinculan a las sombras de ayer, exigindonos un trabajo infatigable en el bien, para la construccin del maana sobre las bases redentoras de Cristo. Exaltando as los mritos inestimables de la obra de Allan Kardec, le saludamos, conmovidos, en el bendito centenario. EMMANUEL Pedro Leopoldo, 19 de enero de 1957.
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I LUZ EN LAS SOMBRAS S afirmaba el instructor Druso, sabiamente el estudio de la situacin espiritual de la criatura humana, despus de la muerte del cuerpo, no puede ser relegado a un plano secundario. Todas las civilizaciones que antecedieron a la gloria occidental en los tiempos modernos, consagran especial atencin a los problemas del Ms All. Egipto mantena un incesante intercambio con los antepasados y enseaba que los muertos sufran un riguroso juicio entre Anubis, el genio con cabeza de chacal, y Horus, el genio con cabeza de halcn, ante Maat, la diosa de la justicia, decidiendo si las almas deban ascender al esplendor solar o volver a los laberintos de las pruebas, en la propia Tierra, en cuerpos deformes y viles. Los indios admitan que los desencarnados, de acuerdo con las resoluciones del Juez de los Muertos, subiran al Paraso o descenderan a los precipicios del reino de Vruna, el dios de las aguas y del reino de los muertos, para ser aislados en cmaras de tortura, amarrados unos a otros por serpientes infernales. Los hebreos, griegos, galos y romanos, tenan creencias ms o menos semejantes, convencidos de que la elevacin celeste se reservaba a los espritus rectos y buenos, puros y nobles, guardando los tormentos del infierno para aquellos que se rebajaban en la perversin y en el crimen, en las regiones de suplicio, fuera del mundo o en el propio mundo, a travs de la reencarnacin en formas envilecidas por la expiacin y el sufrimiento. La conversacin nos fascinaba. Hilario y yo, estbamos de visita en la Mansin de Paz, notable escuela de reajuste, de la que Druso era el abnegado director y amigo. El establecimiento, situado en los planos inferiores, era una especie de Monasterio de San Bernardo, en una zona castigada por la naturaleza hostil, con la diferencia de que la nieve, casi constante en torno del clebre convento enclavado en los desfiladeros existentes entre Suiza e Italia, all era sustituida por la sombra densa que, en aquella hora, se haca an ms densa, mvil y terrible, alrededor de la institucin, como si estuviese dominada por un vendaval incesante. Aquel puesto acogedor, que permanece bajo la jurisdiccin de Nuestro Hogar 2, fue fundado hace ms de tres siglos, y se dedica a recibir espritus infelices y enfermos que se deciden a trabajar por su propia regeneracin, criaturas que se llevan a colonias de perfeccionamiento en la vida Superior, o que vuelven al plano fsico, en una reencarnacin rectificadora. Por tanto, el enorme casero, parecido a una amplia ciudad instalada con todos los recursos de seguridad y defensa, mantiene reas de asistencia y cursos de instruccin, en los que mdicos y sacerdotes, enfermeros y profesores, encuentran, despus de la muerte terrestre, enseanzas y actividades de la ms elevada importancia.
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Queramos efectuar algunas observaciones referentes a las leyes de causa y efecto el karma de los hindes y, convenientemente recomendados por el Ministerio de Auxilio, estbamos all, encantados con la palabra del orientador, que prosigui con la mayor atencin, despus de una larga pausa: Es necesario tener en cuenta que la Tierra se contempla desde los ms variados puntos de vista. Para el astrnomo, es un planeta que gravita en torno del Sol, para el guerrero, es un campo de lucha en el que la geografa se modifica a punta de bayoneta, para el socilogo, es un amplio espacio en el que se acomodan diversas razas. Pero, para nosotros, es un valioso lugar de servicio espiritual, como un filtro en el que el alma se purifica poco a poco en el curso de los milenios, adquiriendo cualidades divinas para la ascensin a la gloria celeste. Por eso, hay que mantener la luz del amor y del conocimiento, en el seno de las tinieblas, igual que es necesario mantener el medicamento en el foco de la enfermedad. Mientras oamos, observbamos, all afuera, a travs de la transparencia de una amplia ventana, la convulsin de la naturaleza. Un vendaval ululante, trayendo consigo una sustancia oscura, parecida a un lodo areo, se arremolinaba con violencia, en un torbellino extrao, en forma de tinieblas que se despeaban como una cascada. Y, entre el cuerpo monstruoso de aquel torbellino terrible, surgan gritos de horror, vociferando maldiciones y gemidos. Aparecan de refiln, unidos unos a otros, gran cantidad de criaturas agarradas entre s ante el peligro, con el ansia instintiva de dominar y sobrevivir. Druso, como nosotros, contempl el triste cuadro con una visible piedad reflejada en su semblante. Nos mir en silencio, como si quisiera llamarnos a la reflexin. Pareca expresar cunto le dola en su alma el trabajo en aquel paraje de sufrimiento, cuando Hilario le pregunt: Por qu no se abren las puertas a los que gritan all afuera? No es ste un puesto de salvacin?. S, respondi el instructor sensibilizado, pero la salvacin solamente es importante para aquellos que desean salvarse. Y despus de un pequeo intervalo, continu: En este plano, ms all de la tumba, la sorpresa ms dolorosa para m fue sa: el encuentro con fieras humanas que habitaban en cuerpos carnales como personas comunes. Si las acogemos aqu sin la necesaria preparacin, nos atacaran de inmediato, arrasando este instituto de asistencia pacfica. Y no podemos olvidar que el orden es la base de la caridad. A pesar de su explicacin firme y serena, Druso se concentraba en la visin exterior, dominado por la compasin que se reflejaba en su rostro. Pasados unos instantes, prosigui: Hay una gran tempestad magntica, y los caminantes de los planos inferiores, estn siendo arrebatados por el huracn, como hojas secas por un vendaval.
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Y tienen conciencia de eso? pregunt Hilario con perplejidad. Muy pocos. Las personas que se encuentran as despus del sepulcro, son aquellas que no se han acogido en la vida fsica al refugio moral de algn principio noble. Traen su interior inmerso en un torbellino tenebroso, parecido a la tormenta externa, por los pensamientos desorganizados y crueles de que se alimentan. Odian y aniquilan, muerden y hieren. Si los alojamos en los puestos de socorro aqu establecidos, sera como introducir tigres hambrientos entre fieles que oran en un templo. Pero, se conservan siempre en ese terrible desajuste? insisti mi compaero, fuertemente impresionado. El orientador intent sonrer y contest: No, eso no. Esa fase de inconsciencia y desvaro pasa tambin como pasa la tempestad, aunque la crisis perdure, a veces por muchos aos. Debido al temporal de las pruebas que le imponen dolor desde el exterior al interior, el alma se reforma, poco a poco, serenndose hasta abrazar, por fin, las responsabilidades que cre para s misma. Quiere decir, entonces dije a mi vez que no basta el peregrinaje del espritu despus de la muerte, por los lugares de tinieblas y de padecimientos, para resarcir las deudas de la conciencia... Exactamente aclar el instructor. La desesperacin slo tiene el valor de la demencia a que se lanzan las almas en las explosiones de incontinencia y de rebelda. No sirve como pago ante los tribunales divinos. No es razonable que el deudor solucione con gritos e improperios los compromisos que contrajo por su propia voluntad. Adems, tengamos en cuanta que de los desmanes de orden mental a que nos entregamos desprevenidos, salimos siempre ms infelices y endeudados. Pasada la fiebre de locura y de rebelin, el espritu culpable vuelve al remordimiento y a la penitencia. Se calma, como la tierra que vuelve a la serenidad y a la paciencia, despus de haber sido insultada por el terremoto, a pesar de haber sido maltrecha y herida. Entonces, como el suelo que vuelve a ser frtil, se somete de nuevo a la siembra renovadora de sus destinos. Sentimos una gran expectacin, cuando Hilario coment: Ah! Si las almas encarnadas pudiesen morir en el cuerpo algunos das al ao, no mediante el sueo fsico en que se rehacen, sino con plena conciencia de la vida que les espera!... S, dijo el orientador eso modificara realmente la faz moral del mundo. Pero mientras tanto la existencia humana, por larga que sea, es un simple aprendizaje en el que el espritu reclama benficas restricciones para poder restaurar su camino. Usando un nuevo cuerpo entre sus semejantes, debe atender a la renovacin que le corresponde, y eso exige la centralizacin de sus fuerzas mentales en esa transitoria experiencia terrestre. La palabra fluida y sabia del instructor, era para nosotros motivo de singular encanto y, creyndome en el deber de aprovechar aquellos minutos, sopesaba en silencio, para m mismo, la calidad de las almas desencarnadas que sufran la presin de la tormenta exterior. Druso percibi mi indagacin mental y sonri, como esperando por mi parte una pregunta clara y positiva.
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Instado por la fuerza de su mirada, dije respetuosamente: ante este penoso espectculo al que estamos asistiendo, nos vemos obligados a pensar en la procedencia de los que experimentan su inmersin en ese torbellino de horror... Son delincuentes comunes, o criminales acusados de grandes faltas? Habr entre ellos seres primitivos como nuestros indgenas salvajes, por ejemplo? La respuesta del orientador no se hizo esperar. Cuando vine ac, esas preguntas asaltaron igualmente mi pensamiento. Hace cincuenta aos que estoy en este refugio de socorro, oracin y esperanza. Entr en esta casa como un enfermo grave, despus de haberme desligado del cuerpo terrestre. Aqu, encontr un hospital y una escuela. Amparado, pas a estudiar mi nueva situacin, anhelando poder servir. Fui camillero, limpiador, enfermero, profesor, magnetizador, hasta que, despus de algunos aos, recib jubilosamente el encargo de orientar la institucin, bajo la supervisin positiva de los instructores que nos dirigen. Obligado a efectuar pacientes y laboriosas investigaciones, como parte de mis deberes, puedo deciros que las tinieblas densas, solamente son ocupadas por las conciencias que se oscurecieron con la prctica de crmenes deliberados, apagando la luz del propio equilibrio. En estas regiones inferiores no transitan las almas simples, sencillas, que se encuentren sufriendo los errores naturales de las experiencias primitivas. Cada ser est adherido, por imposicin de la atraccin magntica, al nivel de evolucin que le es propio. Los salvajes, en su gran mayora, hasta tanto se desarrolla en ellos el mundo mental, viven casi siempre confinados en el bosque que resume sus intereses y sueos, retirndose lentamente del campo de la tribu, bajo la direccin de espritus benevolentes y sabios que les asisten... y las almas notoriamente primitivas, en gran parte, caminan al influjo de las entidades benemritas que les sustentan e inspiran, trabajando con sacrificio en las bases de la sociedad, y aprovechando los errores, hijos de las buenas intenciones, como enseanzas preciosas que garantizan su educacin. Os aseguro que en las zonas que podramos llamar infernales, slo residen los que, conociendo sus responsabilidades morales, se alejaron deliberadamente de ellas, con el loco propsito de escarnecer al propio Dios. El infierno puede ser definido como un amplio campo de desequilibrio, establecido por la maldad calculada, nacida de la ceguera voluntaria y la perversidad completa. Ah viven, a veces por siglos, espritus que se animalizaron, fijndose en la crueldad y egocentrismo. Forman una enorme zona vibratoria en conexin con la humanidad terrestre, ya que todos los padecimientos infernales son creaciones de la misma. Estos lugares tristes funcionan como una criba necesaria para todos los espritus que desertan de las responsabilidades que el Seor les otorga. De ese modo, todas las almas que tienen el conocimiento de la verdad y la justicia, responsables en la construccin del bien, que en la Tierra incurren en ese o aquel delito, desatendiendo el noble deber que el mundo les fija, despus de la muerte del cuerpo permanecen por estos lugares por das, meses o aos, reconsiderando sus actuaciones, antes de la reencarnacin que deben lograr para obtener su propio reajuste lo ms pronto posible. Por eso... aventur a decir Hilario, cuando Druso, captando la pregunta, le interrumpi resumiendo: Por eso, las entidades infernales que creen gobernar esta regin con un poder infalible, residen aqu por un tiempo indeterminado y las criaturas perversas que se afinan con ellas, aunque sufran su dominio, estn aqu por muchos aos. Las almas extrahttp://www.espiritismo.es
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viadas en la delincuencia y el vicio, que tienen posibilidades de prxima recuperacin, permanecen aqu por perodos ligeros o regulares, aprendiendo que el precio de las pasiones es demasiado terrible. Para las criaturas desencarnadas de ese ltimo tipo, que alcanzan el sufrimiento, el arrepentimiento y el remordimiento, la dilaceracin y el dolor, a pesar de no hallarse libres de los trastornos oscuros con que han sido arrojados en las tinieblas, las casas fraternales y de asistencia como sta, funcionan, activas y diligentes, acogindolas en todo lo posible, y habilitndolas para que vuelvan a las experiencias de naturaleza expiatoria en la carne. Me acord del tiempo en que yo mismo haba deambulado, semiinconsciente y perturbado, por las sombras, desde el momento en que me haba librado del cuerpo fsico, enfrentndome a mis propios estados mentales del pasado y del presente, cuando el orientador prosigui: Como es fcil deducir, si la oscuridad es el molde que imprime brillo a la luz, el infierno, como regin de sufrimiento y de falta de armona, es perfectamente posible, constituyendo un establecimiento justo de filtracin, para el espritu que se halla en el camino de la vida superior. Todos los lugares infernales surgen, viven y desaparecen, con la aprobacin del Seor, que tolera semejantes creaciones en las almas humanas, como un padre que soporta las llagas adquiridas por sus hijos, y que se vale de ellas para ayudarles a valorar la salud. Las inteligencias consagradas a la rebelda y criminalidad, por eso mismo, a pesar de admitir que trabajan para s, permanecen al servicio del Seor, que corrige el mal con el propio mal. Por eso mismo, todo en la vida es movimiento hacia la victoria del bien supremo. Druso iba a proseguir, pero una invisible campanilla vibr en el aire y, demostrando estar alerta por la imposicin del tiempo, se levant y nos dijo sencillamente: Amigos, lleg el momento de llevar a cabo nuestra conversacin con los internados que ya ofrecen muestras de hallarse pacficos y lcidos. Dedicamos algunas horas, dos veces a la semana, a semejante ocupacin. Nos levantamos y le acompaamos.
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II COMENTARIOS DEL INSTRUCTOR El recinto al que habamos llegado, era confortable y amplio; pero el conjunto de entidades que lo llenaba, era, en su mayor parte, desagradable y triste. A la claridad de varias lmparas, podamos observar, desde el gran estrado en que nos habamos instalado con el instructor, los semblantes deformes que, en su mayora, all se congregaban. Aqu y all, se acomodaban asistentes y enfermeros, cuya posicin espiritual era fcilmente advertida, por la asistencia amorosa con que daban valor a los seres que sufran. Calcul en dos centenares, aproximadamente, el nmero de enfermos que tenamos delante. Ms de las dos terceras partes de los mismos, presentaban deformidades en su cuerpo. Aqul que haya visitado un sanatorio de enfermedades de la piel, analizando en conjunto los enfermos ms graves, podr imaginar lo que era aquel conjunto de almas silenciosas y difcilmente reconocibles. Notando la tranquilidad que dominaba en el ambiente, pregunt a Druso sobre la tempestad que se desarrollaba afuera, informndome el generoso amigo, que nos hallbamos en un saln interior de la ciudad, expresamente revestido, por su parte externa, de amortiguadores de sonido. Integrando el equipo dirigente, Hilario y yo conocimos a compaeros agradables y distinguidos, entre ellos, los asistentes Silas y Honorio y la hermana Celestina, tres de los ms destacados asesores en la direccin de aquella morada de socorro espiritual. No hablamos ms all de los saludos comunes, porque el orientador, despus de indicar a uno de los enfermos que pronunciase la oracin inicial, que escuchamos con gran emocin, tom la palabra y habl con naturalidad, como si estuviera conversando entre amigos: Hermanos, continuemos hoy en nuestros comentarios sobre el buen nimo. No me creis separado de vosotros por virtudes que no poseo. La palabra fcil y bien emitida, es, muchas veces, un deber en nuestra boca, obligndonos a la reflexin y a la disciplina. Soy aqu, tambin, un compaero que espera su regreso a la reencarnacin. La prisin redentora de la carne, espera por nuestra vuelta. El propsito de la vida, trabaja en nosotros y con nosotros, a travs de todos los medios, para conducirnos a la perfeccin. Cortando sus impulsos, actuamos en sentido contrario a la Ley, creando afliccin y sufrimiento en nosotros mismos. En el plano fsico, muchos de nosotros suponamos que la muerte sera un punto final a nuestros problemas, mientras que otros se crean privilegiados por la infinita bondad, al haber abrazado actitudes superficiales, en los templos religiosos.
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El viaje a travs del sepulcro, no obstante, nos ense una leccin grande y nueva: que nos hallamos indisolublemente unidos a nuestras propias obras. Nuestros actos tejen alas de liberacin o cadenas de cautiverio, para nuestra victoria o para nuestra derrota. A nadie debemos nuestro destino, si no es a nosotros mismos. No obstante, si bien es verdad que nos vemos hoy bajo las ruinas de nuestras realizaciones deplorables, no debemos sentirnos sin esperanza. Si la sabidura de nuestro Padre Celestial no prescinde de la justicia para ponerse de manifiesto, esa misma justicia no se revela sin amor. Si somos vctimas de nosotros mismos, tambin somos beneficiarios de la tolerancia Divina, que nos abre los santuarios de la vida fsica, para que sepamos expiar y resolver, restaurar y resarcir. En la retaguardia, perdamos el tiempo introduciendo en nosotros, pensamientos y sentimientos que no desebamos para nosotros mismos, cuando no establecamos por la crueldad y por el orgullo, una amplia siembra de odio y de persecucin. Con semejantes actitudes, no hicimos otra cosa que levantar en perjuicio nuestro, la falta de armona y el sufrimiento que cercan nuestra existencia, como inexorables fantasmas. El pasado habla en nosotros con gritos de acreedor exigente, amontonando sobre nuestras cabezas los frutos amargos de las siembras que hicimos... De ah los desajustes y las enfermedades que asaltan nuestra mente, desarticulando nuestros periespritus. Creamos que la transicin a travs del sepulcro, fuese un lavado maravilloso que liberara nuestro espritu, pero resucitamos en el cuerpo sutil de ahora, con todos los males que alimentamos en nuestro ser. Nuestras uniones con la retaguardia, por eso, continan vivas. Lazos de afectividad mal dirigida y cadenas de aversin, nos aprisionan todava a compaeros encarnados y desencarnados, muchos de ellos sufriendo desequilibrios ms graves que los nuestros. Alimentando propsitos de regeneracin y mejora, somos hoy criaturas que despiertan entre el infierno y la Tierra, que se armonizan tan ntimamente uno con la otra, como nosotros y nuestros hechos. Deseando el sueo de renovacin y de paz y aspirando a la inmersin en la vida superior quin podra adquirir respetabilidad sin ponerse a tono con la Ley? Nadie avanza adelante sin pagar las deudas que contrajo. Cmo seguir la ruta de los ngeles, con los pies hundidos en el camino de los hombres que nos acusan de nuestras faltas, obligando a nuestra memoria a sumergirse en las sombras?... Druso hizo una ligera pausa, y despus de un gesto significativo, como queriendo sealar la tormenta exterior, prosigui en tono conmovedor: Alrededor de nuestro puesto de trabajo y de esperanza, se extienden flagelos infernales... Cuntas almas petrificadas por la rebelin y la indisciplina podemos ver ah, vctimas del envilecimiento de s mismas? El Cielo representa una conquista, pero no es una imposicin. La Ley Divina, cimentada en la justicia, funciona con absoluta igualdad para todos. Por eso nuestra conciencia refleja las tinieblas o la luz de nuestras creaciones individuales. La luz, aclarando nuestra vista, ilumina el camino. Las tinieblas, cegndonos, nos encadenan en la crcel de nuestros errores.
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El espritu, en armona con los designios superiores, vislumbra el horizonte prximo y camina, valeroso y sereno, para llegar a l. Pero el que abusa de la voluntad y la razn, rompiendo la corriente de las bendiciones divinas, crea la sombra en torno de s mismo, aislndose en pesadillas aflictivas e incapacitndose para continuar adelante. Definiendo as nuestra posicin, somos almas situadas entre la luz de las sublimes aspiraciones y las nebulosas de las deudas escabrosas, para quienes la reencarnacin, como un retorno al aprendizaje, es una concesin de la bondad excelsa, que nos cabe aprovechar para nuestro imprescindible rescate. Realmente, an sufriremos por mucho tiempo los efectos de las uniones con nuestros cmplices en la intemperancia y el desarreglo, pero, al disponer de nuevas oportunidades de trabajo en el campo fsico, es posible rehacer el destino, resolviendo oscuros compromisos y, sobre todo, promoviendo siembras de afecto y dignidad, de esclarecimiento y de ascensin. Cindonos a las leyes que prevalecen en el plano fsico, seremos felices al reencontrar viejos enemigos, que al hallarse bajo el velo del olvido temporal, nos facilita una valiosa reaproximacin. Depender, por tanto, de nosotros mismos, convertirles en amigos y compaeros, ya que, padeciendo su incomprensin y su antipata con humildad y amor, sublimaremos nuestros sentimientos, plasmando nuevos valores de vida eterna en nuestras almas. Ante la pausa que el instructor dio a sus consideraciones, me volv hacia la asamblea que le escuchaba absorta en elevada meditacin. Algunos de los enfermos tenan lgrimas en sus ojos, mientras otros mostraban el semblante esttico de aquellos que se conservan entre el consuelo y la esperanza. Druso, que tambin senta el efecto que sus palabras causaban en sus oyentes reconfortados, continu: Somos espritus endeudados, con la obligacin de darlo todo en favor de nuestra propia renovacin. Comencemos a elaborar ideas redentoras y edificantes desde ahora, favoreciendo la reconstruccin de nuestro futuro. Dispongmonos a disculpar a los que nos ofendieron, con el sincero propsito de rogar el perdn a nuestras vctimas. Cultivando la oracin al servicio del prjimo, reconozcamos en la dificultad el genio bueno que nos auxilia, exigindonos el mayor esfuerzo. Reuniendo todas las posibilidades a nuestro alcance, extendamos en los campos de las tinieblas y del dolor que nos rodean, el socorro de la oracin y la ayuda del brazo fraterno, preparando el regreso al campo de la lucha el plano fsico en el que el Seor, por la bendicin de un nuevo cuerpo, nos ayudar para que olvidemos el mal y plantemos el bien. Para nosotros, herederos de un largo pasado culpable, el plano fsico simboliza la puerta de salida del infierno que hemos creado. Superando nuestras enfermedades morales y extinguiendo antiguos vicios, en el triunfo sobre nosotros mismos, acrisolaremos nuestras cualidades de espritu, para que, elevndonos, podamos extender nuestras manos amigas a los que yacen en el infortunio. Nosotros, que hemos errado en las sombras y que somos atormentados viajeros del sufrimiento, nosotros, que conocemos el desierto helado y el suplicio del fuego en el alma oprimida, podramos encontrar mayor felicidad que la de subir algunos escalones hacia el Cielo, para descender luego con seguridad a los infiernos, y poder salvar a aquellos que ms amamos, que estn perdidos hoy, como nosotros ayer, en las furias de la miseria y la muerte?
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Decenas de circunstantes se miraban entre s, admirados y felices. En ese momento, el mentor apareca rodeado de una dulce claridad, que irradiaba de su trax, con destellos azules y blancos. Mir a mi compaero y, notando que sus ojos estaban nublados por el llanto, trat de sofocar mi propia emocin. El instructor no hablaba como el que expone una teora. Estampaba en su voz la inflexin de quien trae en s mismo un dolor inmensamente sufrido, y se diriga a los humildes compaeros all congregados, como si todos fuesen hijos queridos de su corazn: Supliquemos al Seor prosigui emocionadamente que nos conceda fuerzas para obtener la victoria. Victoria que nacer en nosotros para lograr la gran comprensin. Solamente as, al precio del sacrificio, en el reajuste, conseguiremos el pasaporte liberador!... Al hacerse el silencio, se levant una seora de aspecto triste y, caminando hacia nosotros, se dirigi a l llorando: Amigo mo, perdneme la interrupcin. Cundo partir para la vida terrestre con mi hijo? Siempre que puedo, le visito en las zonas tenebrosas... Pero ni me ve ni me escucha... sin darse cuenta de la miseria moral que lo envuelve, contina autoritario y orgulloso... Pablo, no obstante, no es para m un enemigo... es un hijo inolvidable... Ah! Cmo puede el amor contraer semejante deuda?... S... exclam Druso con reserva el amor es la fuerza divina que frecuentemente vilipendiamos. Le tomamos simple y puro de la vida con que el Seor nos cri, y con l inventamos el odio y el desequilibrio, la crueldad y el remordimiento, que nos sumergen indefinidamente en las sombras... Es casi siempre por el amor, por lo que nos enredamos en hirientes laberintos, en lo referente a la Ley... Amor mal interpretado... mal conducido... Como si volviese de una rpida fuga a su mundo interior, emiti un nuevo brillo en su mirada, acarici las manos de aquella torturada mujer, y dijo: Esperamos que pueda reunirse con l en breve, para dar comienzo a su valiosa empresa de rescate. Por los informes de que disponemos, no ha de demorarse mucho en las inhibiciones en que todava se encuentra. Tengamos serenidad y confianza... Mientras la mujer se retiraba con una sonrisa de paciencia, el instructor coment con nosotros: Nuestra hermana posee excelentes cualidades morales, pero no supo orientar el sentimiento materno con su hijo, que ahora yace en las sombras. Le transmiti ideas de superioridad malsana, que cristalizaron en su mente, favoreciendo sus accesos de rebelda y brutalidad. Transformndose en un tiranuelo social, el infeliz fue lanzado, sin percibirlo, en un pantano tenebroso tan pronto como dej su cuerpo fsico y la desventurada madre, se sinti responsable por haber sembrado en l engaos que arruinaron su vida, esforzndose hoy por elevarlo. Y, podr realizar su propsito? pregunt Hilario con inters. No lo dudemos replic nuestro amigo con conviccin. Pero... cmo?
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Nuestra amiga, que traicion la fibra de responsabilidad moral por el exceso de comodidad, regresar a la reencarnacin en un entorno econmicamente pobre, recibiendo en l, cuando nuevamente sea una mujer joven, sin proteccin alguna, al hijo que ella misma complic en las antiguas fantasas de mujer ftil y rica. Carente de recursos econmicos, ser la inspiradora de herosmo y valor en su nuevo hijo, regenerando en l la apreciacin de la vida y purificando sus energas en la forja de las dificultades y del sufrimiento. Y, vencern en ese difcil intento? pregunt mi compaero, de nuevo, evidentemente intrigado. La victoria es la felicidad que todos les deseamos. Y si perdieran en esa batalla proyectada? Ciertamente manifest el orientador con expresiva inflexin de voz regresarn en peores condiciones a los abismos que nos rodean. Despus de una sonrisa triste, Druso agreg: Cada uno de nosotros, espritus endeudados, al renacer en la carne, transporta consigo para el plano fsico, un trozo de cielo que suea conquistar, y un amplio manto del infierno que plasm en s mismo. Cuando no tenemos fuerza suficiente para continuar al encuentro del cielo que nos da oportunidades de ascensin, volvemos al infierno que nos fascina en la retaguardia... Nuestro anfitrin iba a continuar, cuando un anciano tambaleante se acerc a nosotros y le dijo humildemente: Ah!, instructor, estoy cansado de trabajar en las dificultades de aqu... Hace veinte aos que traigo locos y rebeldes a este asilo!... Cundo volver a disfrutar de un cuerpo en la Tierra, para descansar sumergido en la carne, al pie de los mos?... Druso le acarici la cabeza y respondi, conmovido: No desfallezcas, hijo mo! Consulate! Tambin nosotros llevamos muchos aos presos en esta casa, por imposicin de nuestro deber. Sirvamos con alegra. El da de nuestro cambio ser determinado por el Seor. El anciano se call con tristeza en sus ojos. Despus, el orientador toc una pequea campanilla, y la asamblea comenz a disfrutar de libre conversacin... Un joven de expresin simptica se acerc a nosotros y, despus de saludarnos afectuosamente, dijo, inquieto: Escuchando su palabra educativa y ardiente, no logro salir de los enigmas de la memoria... Por qu sufrimos el olvido despus de la muerte fsica? Si tuve otras existencias anteriores, antes de esta ltima, cuyos errores procuro ahora reparar, por qu razn no me acuerdo de ellas? Antes de partir para el campo fsico, en la ltima encarnacin, debo haber tenido buenos amigos en la vida espiritual, del mismo modo que alguien, viajando en la Tierra de un continente a otro, normalmente deja en los muelles afectos que no le olvidan... Cmo justificar la amnesia que no me permite recordar a los compaeros que debo tener a distancia?
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Bien respondi el interpelado, sabiamente los espritus que en la vida fsica atienden sus deberes con exactitud, retornan pacficamente a los dominios de la memoria, tan pronto como abandonan el cuerpo fsico, reentrando en comunin con los lazos nobles y dignos que les esperan en la vida superior, para lograr la continuidad del servicio de perfeccionamiento y de sublimacin que les corresponde. Pero para nosotros, conciencias intranquilas, la muerte en el cuerpo fsico, no constituye una liberacin. Perdemos el vehculo carnal, pero continuamos sujetos al poste invisible de nuestras culpas. Y la culpa, amigo mo, es siempre una nube de sombra que eclipsa nuestra vista. Nuestra memoria, en relacin a nuestras cadas morales, se parece en cierto modo, a la pelcula fotogrfica que, si no se protege convenientemente, se echa a perder. El mentor hizo una breve pausa en sus nuevas consideraciones, y continu: Imaginemos que la mente es como un lago. Si las aguas estn tranquilas y limpias, la luz del firmamento se puede retratar en l con toda seguridad. Pero, si las aguas estn revueltas, las imgenes se pierden al quebrarse en las ondas, especialmente cuando el lodo acumulado en el fondo, sube a la superficie. Realmente aqu, en las zonas inferiores, estamos seres humanos muy distantes de la renovacin espiritual, a pesar de estar desencarnados. El joven le escuchaba visiblemente sorprendido y se dispona a formular nuevas preguntas ante la pausa de Druso, pero ste, anticipndose a su palabra, acentu en tono amigable: Mira la realidad en ti mismo. A pesar de los estudios que actualmente ests realizando y las sublimes esperanzas que ocupan ahora tu corazn, tu pensamiento vive prendido a los sitios y a los paisajes de los que, supuestamente por la muerte, te separaste. En pleno camino de la espiritualidad, te sigues identificando con los oscuros recuerdos lejanos en el tiempo: el hogar, la familia, los compromisos imperfectamente solucionados... Todo eso es un lastre que inclina tu mente hacia el plano fsico, donde nuestras deudas reclaman sacrificio y liquidacin. Es verdad, es verdad... suspir el muchacho, compungidamente. Pero el instructor prosigui: Bajo el estado hipntico, nuestra memoria puede regresar y recuperarse por algunos momentos. Eso, no obstante, es un fenmeno de compulsin... y en todo conviene satisfacer la sabidura de la naturaleza. Liberemos el espejo de la mente que yace bajo el lodo del arrepentimiento, del remordimiento y de la culpa, y ese espejo divino reflejar el sol con todo el esplendor de su pureza. Druso iba a continuar, pero la llegada de un colaborador nos impidi finalizar el tema.
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III LA INTERVENCIN EN LA MEMORIA El nuevo compaero, que el dirigente de la casa nos present como el asistente Barreto, revelando la recndita afliccin que ensombreca sus ojos, comunic: Instructor Druso: en la enfermera cinco, tres de los hermanos recientemente acogidos, entraron en crisis de angustia y de rebelin... Ya s replic el interpelado es la locura que se produce por telepata alucinatoria. An no se encuentran suficientemente fuertes para poder resistir al impacto de las fuerzas perversas que les lanzan a distancia los compaeros infelices. Qu hacemos? Retire los enfermos normales y aplique en la enfermera los rayos de choque. No disponemos de otro recurso. Se iba Barreto, cuando otro trabajador se present informando: Instructor: la pantalla de aviso que no funcionaba a causa de la tormenta que ahora est declinando, acaba de transmitir un aflictivo mensaje... Dos de nuestras expediciones de bsqueda, se hallan en dificultades en los desfiladeros de las Grandes Tinieblas. Indicaron su posicin? S. Lleve los mensajes recibidos al director de operaciones urgentes. La ayuda debe ser enviada lo antes posible. Inesperadamente, vino hacia nosotros otro colaborador, diciendo: Instructor: le ruego que dicte instrucciones sobre el caso Jons. Acabamos de recoger un informe de nuestros hermanos, exponiendo que la reencarnacin de ese hermano tal vez sea frustrada definitivamente. Por primera vez not que el dirigente de la Mansin, mostr una intensa preocupacin en su mirada. Demostrando gran sorpresa, pregunt al emisario. En qu consiste el obstculo? Celina, la futura madre, sintiendo sus fluidos groseros, se niega a recibirle. Nos hallamos ante una cuarta tentativa de aborto en el tercer mes de la gestacin, y venimos haciendo todo lo que nos es posible para mantenerla en su dignidad maternal. Druso imprimi a su semblante un gesto de serena firmeza y dijo: Es intil. La madre lo aceptar, de acuerdo con sus propios compromisos. Adems, necesitamos internar a Jons en un nuevo cuerpo fsico, por lo menos durante siete aos terrestres. Traigan a Celina hasta aqu esta noche, tan pronto como se sumerja en el sueo fsico, para que podamos ayudarle con la intervencin magntica.
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Iban llegando otros trabajadores y, hambriento de conocimiento y de aclaraciones, como me hallaba, busqu un rincn prximo, en compaa del asistente Silas, a quien acribill a preguntas, en voz baja para no perturbar el recinto. Quines eran aquellos trabajadores? Era justo que el Director de la casa fuese molestado as, con tantas consultas, cuando los trabajos de administracin podan ser delegados? El amigo me ofreci las aclaraciones pertinentes, informndome que los mensajeros no eran simples cumplidores de determinada tarea, sino supervisores y jefes de servicio, todos ellos eran asistentes y asesores cultos y dignos, con enormes responsabilidades, y que solamente demandaban la presencia de Druso despus de haber agotado todos los recursos posibles dentro de la autoridad a ellos confiada. El problema no era, pues, de centralizacin, y s de lucha intensiva. Y aqul caso de la reencarnacin pendiente? me atrev a preguntar respetuosamente Puede la Mansin opinar con seguridad en la solucin de semejante asunto? El interpelado sonri con benevolencia y respondi: Para que me puedas comprender, conviene aclarar que, si existen reencarnaciones ligadas a los planos superiores, hay otras que lo estn directamente en los planos inferiores. Si la crcel tiene razn de ser entre los hombres, de acuerdo con la criminalidad en el mundo, el infierno existe en la espiritualidad, en funcin directa de la culpa en las conciencias. Y as como contamos en el plano fsico con una justicia sinceramente interesada en ayudar a los delincuentes en su recuperacin, a travs de la libertad condicional y de las prisiones-escuelas, organizadas por las propias autoridades que dirigen los tribunales humanos en nombre de las leyes, aqu, tambin los representantes del amor divino pueden movilizar recursos de misericordia, beneficiando a espritus deudores, siempre que se muestren dignos de la ayuda que abrevie su rescate y regeneracin. Quiere decir exclam que, en buena lgica terrestre, y recurriendo al lenguaje que utilizara un hombre en la experiencia fsica, hay reencarnaciones en perfecta conexin con los planos infernales?... S. Cmo no? Valen como preciosas oportunidades de liberacin de los crculos tenebrosos. Y como tales reencarnaciones no poseen sino caractersticas de trabajo expiatorio, en muchas ocasiones son procesos planificados y ejecutados aqu mismo, por bienhechores autorizados para actuar y ayudar en nombre del Seor. Y en esos casos aduje el instructor Druso dispone de la necesaria competencia para poder resolver los problemas de esa ndole? Nuestro dirigente contest el carioso amigo como es razonable, no goza de facultades ilimitadas, y esta institucin es lo suficientemente amplia para requerir de l los mayores cuidados. No obstante, en los procesos reencarnatorios, funciona como autoridad intermediaria. De qu modo?
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Dos veces a la semana, nos reunimos en el Cenculo 3 de la Mansin, y los mensajeros de la luz, a travs de instrumentos adecuados, deliberan sobre el asunto, apreciando y considerando los procesos que nuestra casa somete a su juicio. Mensajeros de la luz? S. Son intermediarios de las inteligencias anglicas, que no pierden de vista las zonas infernales, porque, aunque los genios de la sombra no lo quieran admitir, las fuerzas del Cielo velan por el infierno que, en rigor, existe para controlar el trabajo regenerador en la Tierra. Y sonriendo, aadi: As como el enfermo exige remedio, reclamamos la expiacin espiritual, con el fin de habilitarnos para llegar a los planos superiores. El infierno es para el alma que lo cre en s misma, lo que la forja para el metal, es decir donde se purifica y se modela convenientemente... El compaero iba a continuar, pero un extrao ruido nos llam la atencin, al mismo tiempo que un emisario se asom a una de las puertas, situada a nuestro lado y, acercndose a Druso, anunci: instructor: despus de amainada la tormenta, volvi el asalto de los rayos desintegradores... El orientador esboz un gesto de preocupacin y recomend: conectad las bateras de agotamiento. Nos pondremos a la defensiva, instalados en la Aguja de Vigilancia. Nos invit a acompaarle. Silas, Hilario y yo, le seguimos sin titubear. Atravesamos amplios corredores y largos salones, en sentido ascendente, hasta que comenzamos a subir en forma directa. El local conocido como Aguja de Vigilancia, era una torre, provista de escalera helicoidal, de algunas decenas de metros por encima del enorme y complicado edificio. Una vez arriba, descansamos en un pequeo gabinete, en cuyo recinto haba interesantes aparatos que nos facilitaban la contemplacin del panorama exterior. Parecan telescopios diminutos, que funcionaban como emisores de rayos que eliminaban la neblina, permitindonos tener una exacta nocin del ambiente constrictivo que nos cercaba, poblado de criaturas agresivas y exticas, que huan despavoridas ante un gran grupo de entidades que manipulaban curiosas mquinas semejantes a caoncitos. Somos asediados por un ejrcito atacante? pregunt intrigado. Eso mismo confirm Druso con calma. Esos ataques son muy comunes. Con semejante invasin, nuestros infelices hermanos pretenden eliminar nuestra casa y conducirnos a la inercia, con el fin de dominar esta regin. Y aquellos equipos? Qu son? pregunt mi compaero, asombrado. Podemos definirlos como caones de bombardeo electrnico inform el orientador las descargas sobre nosotros son cuidadosamente estudiadas, con el fin de que nos alcancen sin error en la velocidad de lanzamiento.
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Y si nos alcanzasen? pregunt mi colega. Provocaran aqu fenmenos de desintegracin, susceptibles de conducirnos a la ruina, sin referirnos a las perturbaciones que ocasionaran a nuestros hermanos enfermos incapaces todava de hacer cualquier esfuerzo para emigrar, porque los rayos emitidos contra nosotros, contienen principios de flagelacin, que provocan las peores crisis de pavor y de locura. No lejos de nosotros, vibraba en la atmsfera un ruido triste. Tenamos la impresin de que millares de proyectiles invisibles cortaban el aire violentamente, silbando a reducida distancia y acabando en estallidos secos, con el propsito de infundir una pavorosa impresin. Tal vez porque Hilario y yo demostramos un irreprimible espanto, Druso dijo en tono paternal: Estemos tranquilos. Nuestras barreras de agotamiento funcionan con eficiencia. Y mostr, a nuestros ojos asustados, una larga muralla constituida por millares de astas metlicas que cercaban la ciudad en toda su extensin, como si se tratase de una serie de pararrayos hbilmente dispuestos. En el flanco atacado, surgan chispas elctricas, brillando en los puntos de contacto, atradas por las puntas de plomo. El espectculo, en su terrible belleza, se caracterizaba, a simple vista, por el centelleo de los contrastes, entre la sombra inmensa y la luz relampagueante. Aqu, los conflictos son incesantes nos dijo el orientador, con serena dignidad por tanto, hemos aprendido, en esta Mansin, que la paz no es conquista de la inercia, y s fruto del equilibrio entre la fe en el poder divino y la confianza en nosotros mismos, en el servicio por la victoria del bien. En ese momento, un trabajador de la casa penetr en el recinto y dijo: Instructor Druso: de conformidad con las recomendaciones recibidas, el enfermo recogido en la noche pasada, fue instalado en el gabinete de socorro magntico, esperando por su intervencin. Consigui decir algo? No. Contina solamente con los gemidos peridicos. Ningn indicio de identificacin? Ninguno. El infatigable mentor nos invit a seguirle, explicndonos que la operacin en perspectiva nos podra ofrecer importantes elementos de estudio. En unos momentos, nos vimos los cuatro en una sala de regulares dimensiones, que destacaba por la sencillez y por el color azul relajante. En una mesa desmontable, se encontraba, boca arriba, un hombre de aspecto deforme, respirando con dificultad. Para describir con precisin a la criatura que se hallaba a nuestra vista, podemos afirmar que el aspecto del infeliz llegaba a ser repelente, a pesar de los cuidados de
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que ya haba sido objeto. Pareca sufrir una incalificable hipertrofia, mostrando brazos y piernas enormes. Pero donde el aumento de volumen del periespritu se haca ms desagradable, era justamente en su rostro, en el que todos los trazos se confundan como si nos hallramos al frente de una esfera extraa, a guisa de cabeza. Sera aqul un hombre desencarnado a causa de algn atropello terrestre, que aguardaba all el inmediato alivio que se debe a los accidentados comunes? Druso percibi nuestra pregunta silenciosa y nos explic: se trata de un compaero, difcilmente identificable, atrado hasta aqu por una de nuestras expediciones de socorro. Pero, habr sido recientemente liberado del mundo fsico? pregunt mi colega, dolorosamente impresionado, lo mismo que yo. Por ahora, no lo sabemos explic el orientador es una de esas pobres almas que habr dejado el plano fsico bajo el imperio de terrible obsesin. Tan terrible, que no habr podido recibir el amparo espiritual de las legiones de caridad que operan en las tumbas. Indudablemente, dej el cuerpo carnal bajo una absoluta subyugacin mental, cayendo en problemas angustiosos. Pero, por qu semejante calamidad? dijo Hilario, con asombro. Amigo mo replic Druso con benevolencia no ser ms justo sondear los motivos por los cuales nos decidimos a contraer deudas tan escabrosas? Y modificando el tono de voz que se hizo algo triste y conmovedor, aconsej: Las regiones infernales estn excesivamente llenas del sufrimiento que nosotros mismos hemos creado. Necesitamos equilibrar el valor y la compasin en el mismo nivel, para atender con seguridad nuestros compromisos en estos lugares. Mir al desventurado hermano que se mantena en una profunda postracin, como un enfermo en estado de coma y, considerando los imperativos de nuestro aprendizaje, dije: Podremos conocer la razn de la sorprendente deformidad que tenemos a la vista? El orientador percibi la esencia constructiva de mi inquietud, y respondi: El fenmeno es de naturaleza espiritual. Recuerda que el dolor en el cuerpo fsico es un acontecimiento real en el encfalo, pero puramente imaginario en el rgano que supone experimentarlo. La mente, a travs de las clulas cerebrales, registra la falta de armona en el cuerpo, obligndole a un reajuste a veces doloroso. En este caso, el aspecto anormal, hasta monstruoso, resulta de los desequilibrios dominantes en la mente que, viciada por ciertas impresiones o muy afectada por el sufrimiento, pierde temporalmente el gobierno de la forma, permitiendo que los delicados tejidos del periespritu se perturben, atropelladamente, en condiciones anormales. En tal situacin, el alma puede caer bajo el dominio de inteligencias perversas, de las que proceden las corrientes deplorables por las cuales cae en provisional animalizacin, por efecto hipntico. Not que el instructor no deseaba extenderse en aclaraciones que no se relacionasen con la ayuda a aquel infortunado, y me call.
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Druso se inclin sobre l con la ternura de alguien que auscultase un hermano muy amado, y anunci: intentemos orle. Incapaz de contener el asombro que me dominaba, pregunt: Est durmiendo? El mentor hizo un gesto afirmativo y dijo: Nuestro desventurado amigo se encuentra bajo una terrible hipnosis. Indudablemente, fue llevado a esa condicin por adversarios temibles que, para torturarle, fijaron su mente en algn penoso recuerdo. Pero insist emocionado tal martirio puede existir sin alguna razn justa? Amigo mo dijo el orientador con excepcin del camino glorioso de las grandes almas, que eligen en el sacrificio propio el apostolado de amor con que ayudan a los compaeros de la humanidad, no se arrancan las espinas del sufrimiento sin arrancar asimismo las races de la culpa. Para alcanzar el lamentable estado en que se encuentra, nuestro hermano tiene que haber acumulado grandes deudas. Inmediatamente, sin dejarnos divagar, aadi: Desintegremos las fuerzas magnticas que cercan los centros vitales y ayudmosle en su memoria, para que se libere y pueda hablar. Y tal vez porque mi mirada le hiciese una muda llamada, pidiendo una aclaracin ms amplia, agreg: No sera lcito actuar a base de hiptesis. Es indispensable or a los delincuentes y a las vctimas, para que, por medio de ellos mismos, sepamos por donde comenzar la ayuda. Procur frenar mis deseos de investigacin, y me puse a la expectativa. Inmediatamente, el asistente, Hilario y yo, de manera instintiva establecimos una corriente de oracin, sin previa consulta, y nuestras fuerzas reunidas parecan fortalecer la accin del instructor, quien, sereno y optimista, comenz a actuar magnticamente, aplicando en el compaero pases de dispersin, sobre su organismo en postracin. El enfermo reaccion, con un movimiento gradual, como si despertase de un largo sueo. Pasados algunos minutos, puso su diestra sobre aquella cabeza deforme, como si llamase a su memoria con el propsito de hacerla despertar y, enseguida, el desventurado comenz a gemir, revelando el pavor de quien suspira por deshacerse de una pesadilla. Al ver que Druso interrumpa la operacin, detenindose a esa altura, Hilario, afligido, pregunt: Tendr que permanecer as, al borde de la vigilia, sin reponerse? No le conviene el inmediato retorno a la normalidad aclar el mentor. Podra sufrir una crisis de locura, con graves consecuencias. Conversar con nosotros, as como est, con la mente inmersa en la idea fija que encarcela sus pensamientos en el mismo crculo vicioso, para que podamos conocer el problema crucial, sin extorsin alguna.
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La palabra del orientador denotaba una gran experiencia en la psicologa de los espritus vctimas de las tinieblas. Despus de una nueva intervencin magntica del mentor, sobre la garganta, el infeliz abri los prpados y, con los ojos desorbitados, comenz a gritar: Socorro! Socorro! ... Soy culpable, culpable! ... No puedo ms!... Perdn! Perdn! Dirigindose a Druso, y tomndolo por un magistrado, exclam: seor juez, seor juez!... Menos mal que, al fin, puedo hablar! Djeme hablar!... El dirigente de la Mansin le acarici la atormentada cabeza, y le contest en tono amigo: Diga, diga lo que desee. El rostro del enfermo se cubri de lgrimas, demostrando la superexcitacin de los sonmbulos que transforman su propia debilidad en energa inesperada, y comenz a hablar compungidamente: Soy Antonio Olimpio el criminal!... Lo contar todo Pequ, pequ... por eso es justo... que sufra en el infierno... El fuego tortura mi alma sin consumirla... Es el remordimiento. Lo s muy bien... Si hubiera sabido lo que me iba a pasar, no habra... cometido la falta... Pero no me pude resistir a la ambicin... Despus de la muerte de mi padre... me vi obligado..., a repartir nuestra gran hacienda con mis dos hermanos ms jvenes. Clarindo y Leonel... Por tanto, tena mi cabeza... dominada por ciertos planes... Pretenda convertir la propiedad que yo administraba... en algo muy rentable, pero... el reparto con mis hermanos me estorbaba... Not que mis hermanos tenan ideas diferentes a las mas... y comenc a maquinar el proyecto que acab... por ejecutar... Una crisis de sollozos le embarg la voz, pero Druso, amparndole magnticamente, insisti: Contine, contine... Cre continu el enfermo con acento ms firme que solamente podra ser feliz, aniquilando a mis hermanos y..., cuando el inventario se estaba terminando, les convenc para que salieran a pasear conmigo... en un bote para inspeccionar un gran lago que exista en nuestra propiedad. Antes, les di a beber un licor que les dejara inconscientes... Calcul el tiempo que la droga necesitara para hacer un efecto seguro y..., cuando segn bamos conversando... percibiendo en ellos seales de fatiga... con un gesto ya preparado por m, puse la embarcacin en desequilibrio, en un lugar muy bien conocido por m... en el que las aguas eran profundas... Ah! Qu calamidad inolvidable! ... An ahora me parece escuchar sus gritos escalofriantes de horror, implorando socorro... pero, con sus msculos entorpecidos, a los pocos minutos encontraron la muerte... Nad con la conciencia pesada, pero firme en mis locos propsitos... abordando la playa y pidiendo auxilio. Con actitudes bien estudiadas, describ un imaginario accidente... De esa forma me hice con la hacienda entera, legndola ms tarde a mi hijo Luis,... mi nico hijo... Fui un hombre rico, tenido por honesto... El dinero me granje consideraciones sociales y privilegios pblicos que la poltica distribuye entre todos aqullos que se hacen vencedores en el mundo... por la
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sagacidad y por la inteligencia... De vez en cuando,... recordaba mi crimen... una nube ensombreca constantemente mi conciencia... pero, en compaa de Alzira... la esposa inolvidable... buscaba distracciones y viajes que ocuparan mi atencin... Nunca pude ser feliz... Cuando mi hijo era ya un joven, mi esposa enferm gravemente... y de la fiebre que la devor durante muchas semanas,... pas a la locura... en medio de la cual se ahog en el mismo lago... en una noche de horror..., Viudo, me preguntaba a m mismo si no estaba siendo juguete... del fantasma de mis vctimas... mientras tanto, tema todas las referencias a la muerte... Y busqu simplemente, gozar de la fortuna que era bien ma El infeliz se entreg a una larga pausa de reposo, continuando despus: Pero, ay de m!... Tan pronto como cerr los ojos fsicos... ante el sepulcro no me valieron de nada las oraciones que dej pagadas... porque mis hermanos, que yo supona muertos... se hicieron visibles... Transformados en vengadores se pusieron a mi lado en la tumba... Me echaban en cara mi crimen y me cubran de improperios... hasta que... tal vez... cansados de acosarme y golpearme..., me condujeron a una gruta tenebrosa... en donde fui reducido a la pesadilla en que me encuentro... En mi pensamiento... veo slo el barco en el crepsculo siniestro... escuchando los gritos de mis vctimas que sollozan y ren a carcajadas, en forma extraa... Ay de m! me encuentro preso a la terrible embarcacin... sin que me pueda separar de ella... Quin me har dormir o morir?... Como si el final de la confesin le proporcionase algn descanso, el pobre enfermo se sumergi en una enorme apata. Druso le enjug el llanto, dirigindole palabras de consuelo y de cario, recomendando al asistente que le trasladase a la enfermera especializada para el caso, dicindonos, pensativo: Ya sabemos lo necesario para establecer un punto de partida en nuestra tarea de asistencia. Volveremos a ocupamos de este caso en el momento oportuno. Y, despus de larga pausa, aadi: Que Jess nos ampare. No nos fue posible hacer ms observaciones, porque llegaba un mensajero para comunicar al instructor que una caravana de recin desencarnados estaba prxima a llegar, y le acompaamos en el servicio que l denomin tarea de inspeccin.
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IV ALGUNOS RECIN DESENCARNADOS Habamos llegado a un largo recinto construido en forma de patio interior, de amplias proporciones. Tuve la impresin de penetrar en un enorme atrio, algo semejante a ciertas estaciones ferroviarias terrestres, porque en sus mrgenes, caprichosamente dispuestas, se encontraban decenas de entidades en franca expectativa. No pude distinguir seales de alegra completa en ningn rostro. Los distintos grupos, algunos de ellos conversando discretamente, se dividan entre la preocupacin y la tristeza. Al pasar, podamos orles. En algunos grupos reducidos, omos frases como las siguientes: crees que ahora pueda aceptar ella el cambio justo? Difcilmente. Se centr por mucho tiempo en el descontrol de su propia vida. Ms all, escuchamos, de los labios de una seora que se diriga a un muchacho con un semblante agnico: Hijo mo, ten serenidad. Segn las informaciones que me dio el asistente Claudio, tu padre no vendr en condiciones que le permitan reconocernos. Necesitar mucho tiempo para encontrarse a s mismo. Al caminar oa algunas conversaciones por el estilo. En determinado momento, y con la plaza plena de movimiento, Druso, generoso, nos confi a los cuidados de Silas, mencionando obligaciones urgentes que reclamaban su atencin. Nos encontraramos al da siguiente, inform. Aquella amable promesa, me hizo considerar el aspecto del tiempo. Por la sombra reinante, no nos era posible saber si era de da o de noche. El gran reloj que haba all, con una gran esfera, marcando las veinticuatro horas, funcion, a mis ojos, como una brjula, hacindome saber que estbamos en plena noche 4. Unos sonidos de campanas invisibles cortaban ahora el aire y, observando nuestra curiosidad, Silas aclar que la caravana-convoy entrara en el recinto dentro de algunos minutos. Aprovech los momentos para hacer algunas preguntas que estimaba necesarias.
Nos referimos a regiones situadas en los dominios del .propio globo terrestre, sometidas a las mismas leyes que regulan el tiempo en la Tierra (nota del autor espiritual).
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Qu clase de personas aguardbamos all? Si eran recin desencarnados, En qu condiciones se hallaban? Cmo se organizaba aquella caravana-convoy? Vena diariamente a la institucin en un horario determinado? El compaero nos inform que las entidades prximas a llegar, integraban un equipo de diecinueve personas acompaadas por diez trabajadores de la casa, que les servan de orientacin en el viaje, ya que se trataba de hermanos recientemente desencarnados que sufran desequilibrio mental, pero que eran acreedores a una inmediata asistencia, ya que no se hallaban en estado de desesperacin, ni se haban comprometido totalmente con las fuerzas dominantes en las tinieblas. Aadi que la caravana estaba constituida por trabajadores especializados, bajo la jefatura de un intendente, y que hacan el viaje sencillamente, sin vehculos, conduciendo apenas el material indispensable para el transporte en el pesado ambiente de las sombras y auxiliados por algunos perros inteligentes y serviciales. La Mansin contaba con dos grupos de esa naturaleza. Diariamente, uno de ellos alcanzaba aquel domicilio de reajuste, relevndose en el piadoso proceso de socorro. Pero no tenan horario fijo para la llegada nos aclar ya que la peregrinacin por los dominios de las tinieblas, obedeca, comnmente, a factores circunstanciales. An no haba terminado de hablar nuestro interlocutor, cuando la expedicin estaba entrando en el recinto. Los cooperadores responsables estaban aparentemente en calma, evidenciando algunos, en su mirada, no obstante, profunda preocupacin. Los recogidos, con excepcin de cinco que venan en hamacas o literas, desmemoriados y semidormidos, revelaban manifiestas perturbaciones, que en algunos se expresaban por una desagradable locura, aunque pacficos. Mientras los enfermeros se desvelaban por ayudarles, cariosos y atentos, y los perros se echaban extenuados, aquellos seres recin llegados, hablaban y reclamaban, demostrando absoluta ausencia mental de la realidad, provocando piedad y atencin. Silas nos invit a actuar. Efectivamente, en algo debamos cooperar. El jefe de la caravana se aproxim a nosotros, y el Asistente nos lo present con un gesto amigable. Era el intendente Macedo, valiente supervisor de tareas de socorro. Los parientes y amigos de los recin llegados, nos rodeaban ahora, con expresiones de alegra y de sufrimiento. Algunas seoras que haba visto antes en ansiosa expectativa, lloraban discretamente. Not que las entidades recientemente desligadas del cuerpo fsico, turbadas como se hallaban, mostraban todas las seales de las enfermedades que les haban llevado a la desencarnacin. Un ligero examen clnico podra, sin duda alguna, favorecer la lectura de cada diagnstico individual.
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Una dama se acercaba a una joven que vena amparada por la ternura de una de las enfermeras de la institucin, y, abrazndola, lloraba sin pronunciar palabra alguna. La muchacha recientemente liberada, reciba sus carios, rogando conmovida: No me dejen morir!... No me dejen morir!... Mostrndose aprisionada por los recuerdos de los ltimos momentos en el cuerpo terrestre, con ojos llenos de pena y llanto, avanz hacia Silas, exclamando: Padre! Padre, deme la bendicin de la extremauncin; pero, por favor, aparte de m la guadaa de la muerte!... Intent compensar mi falta en la caridad, amparando a los desprotegidos de la suerte, pero la ingratitud practicada con mi madre, me habla muy alto en mi infeliz conciencia!... Ah! Por qu me ceg el orgullo, al extremo de condenarla a la miseria?... Por qu no tuve, hace veinte aos, la comprensin que tengo ahora? Pobrecita, Padre! Se acuerda de ella? Era una humilde actriz que me cri con inmensa dulzura!... Centr en m toda su existencia... De alegres escenarios, descendi a la ruda labor domstica, para poder conquistar nuestro pan... Tena a la sociedad en contra suya, y mi padre, sin nimo para luchar por nuestra felicidad, la dej en la extrema pobreza, cobarde e infiel a los compromisos que libremente haba asumido... La infortunada criatura hizo un ligero silencio, mezclando sus propias lgrimas con las de la seora que la estrechaba contra su pecho y, con la mente sujeta a la confesin que acababa de hacer in extremis, y como si tuviera al sacerdote a sus pies, continu: Padre, perdneme en nombre de Jess! Cuando me vi joven y duea de la gran dote que mi padre me haba legado, me avergonc del ngel maternal que haba extendido sobre m sus blancas alas y, alindome al hombre vanidoso con quien me cas, La expuls de nuestra casa!... Oh! Todava siento el fro de aquella terrible noche! Le lanc frases crueles... para justificar la vileza de mi corazn, la calumni sin piedad!... Pretendiendo elevarme en el concepto del hombre con quien me haba casado, Ment diciendo que ella no era mi madre! La seal como una ladrona comn que me haba robado al nacer!... Recuerdo la mirada de dolor que me lanz al despedirse... No se quej ni reaccion... Slo me contempl, tristemente, con los ojos hinchados de llanto!... En ese momento, la dama que la sostena, acarici sus cabellos desaliados y trat de confortarla: No te excites. Descansa... descansa... Ah! Qu voz es sta? grit la joven, como si enloqueciese de angustia. Y, palpando las manos afectuosas que acariciaban su cara, exclam: Oh, Padre! Parece que ella se encuentra aqu, junto a m!... Y, volviendo hacia lo alto sus ojos apagados y suplicantes, rogaba anegada en llanto: Oh, Dios mo! No me dejes encontrarla sin que pague antes mi terrible deuda!... Seor, compadcete de m, de esta pecadora que os ofendi humillando e hiriendo a la amorosa madre que me diste!
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Con el auxilio de dos enfermeras, la seora que la sostena, la situ en la cama porttil y le hizo enmudecer, con gran ternura. Percibiendo mi emotividad, Silas, despus de acomodar a la enferma, me explic: La dama generosa que la recogi en sus brazos, es la madre, que vino al encuentro de su hija. Qu nos dices? exclam Hilario, asombrado. S, le acompaar cariosamente sin identificarse, para que la pobre desencarnada no sufra choques emotivos perjudiciales. El traumatismo periespiritual produce mucho tiempo de desequilibrio y de emocin. Por qu motivo se habr confesado la enferma, de ese modo? pregunt mi colega intrigado. Es un fenmeno comn, aclar el asistente Las facultades mentales de nuestra hermana en sufrimiento, se estancaron en el remordimiento, como consecuencia del mximo delito de su ltima existencia y, desde el momento en que comenz a sentir intensamente las reflexiones de la muerte, se entreg de ese modo a tales recuerdos. Habiendo cultivado la fe catlica romana se imagina todava delante del sacerdote, acusndose por la falta que mancill su vida... El espectculo me impresionaba profundamente. La dureza del cuadro que la verdad me ofreca, me obligaba a una dolorosa meditacin. No haba, entonces, maldades ocultas en la Tierra!... Todos los crmenes y todas las faltas de la criatura humana, se revelaran algn da y en algn lugar!... Silas comprendi la amargura de mis reflexiones y vino en mi ayuda, diciendo: S, amigo mo; tu razonamiento es vlido. La Creacin de Dios es una luz gloriosa. Cualquier sombra de nuestra conciencia, queda impresa en nuestra vida hasta que la mancha sea lavada por nosotros mismos, con el sudor del trabajo o con el llanto de la expiacin... Y ante las muestras de agona y afecto en los reencuentros que se realizaron all, ante nuestros ojos, en los que hijos y padres, esposos y amigos se reaproximaban unos a otros, el asistente agreg: Generalmente, llegan a estos lugares de inquietud aquellos que cavaron en s mismos profundos surcos infernales y que se cristalizaron en peligrosas ilusiones. Pero la Bondad Infinita del Seor, permite que las vctimas, rehechas en la comprensin y en el perdn, se transformen, felices, en abnegados cireneos de los antiguos verdugos. Como es fcil de comprobar, el inconmensurable amor de nuestro Padre celestial, cubre no solamente los paisajes gloriosos del paraso, sino tambin las zonas atormentadas del infierno que nosotros mismos hemos creado... Una pobre mujer prorrumpi en llanto convulsivo, junto a nosotros, cortando la palabra de nuestro amigo. Con sus puos cerrados, la infeliz clamaba: Quin me liberar de Satans? Quin me librar del poder de las tinieblas? Santos ngeles, socorredme! socorredme contra el temible Belfegor!...
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Silas nos invit a que le acompasemos en el amparo magntico inmediato. Los enfermeros que se hallaban presentes, acudieron, solcitos, para impedir que la crisis se agravara. Maldito! Maldito!... repeta la demente, persignndose. Invocando el socorro divino a travs de la oracin, procur anular sus movimientos desordenados. Se fue adormeciendo poco a poco. Serenado el ambiente, Silas nos invit a sondear la mente turbada, ahora bajo el imperio de una profunda hipnosis. Trat de sondear aquella desarmona en un rpido proceso de anlisis mental, y comprob, espantado, que la pobre mujer era portadora de pensamientos horribles. Como si tuviesen raz en su cerebro, vea que se escapaba de su interior la figura animalesca de un hombre agigantado, de larga cola, con cara de cabra, pies en forma de garras y ostentando dos cuernos, sentado en una tosca silla, como si viviese en perfecta simbiosis con la infortunada criatura en mutua imantacin. Ante mi pregunta, el asistente inform: Es un clich mental, creado y sostenido por ella misma. Las ideas macabras de la magia vil, como la brujera y lo demonaco, que las iglesias denominadas cristianas propagan con el pretexto de combatirlas, mantienen creencias y supersticiones, y al precio de conjuraciones y exorcismos, generan imgenes como sta, que se difunden en los cerebros dbiles y desprevenidos, produciendo epidemias de pavor alucinatorio. Las inteligencias desencarnadas entregadas a la perversin, se valen de esos cuadros que la literatura fetichista o la propaganda poco vigilante distribuyen en la Tierra a manos llenas, y les imprimen temporalmente determinada vitalidad tal como el artista del lpiz o del pincel se aprovecha de los dibujos de una criatura, tomndolos como base de los dibujos definitivos con que pasa a impresionar el nimo infantil. La aclaracin se me ofreca como oportuna llave para la solucin de muchos enigmas en el captulo de la obsesin, en los que los enfermos comienzan atormentndose a s mismos y acaban siendo atormentados por seres que afinan con el desequilibrio que les es propio. Hilario, que observaba atentamente el duelo ntimo entre la enferma postrada y la forma-pensamiento que se adueaba de su cabeza, dijo conmovido: Recuerdo haber tenido en mis manos, hace muchos aos, en la Tierra, un libro escrito por Collin de Plancy 5 y aprobado por el arzobispo de Pars, que traa la descripcin minuciosa de diversos demonios, y creo haber visto una figura grabada en esa obra, semejante a la que tenemos bajo nuestra directa observacin. Silas se adelant, confirmando: Eso es. Es el demonio Belfegor, segn anotaciones de Jean Weier, que despreve-
Jacques Auguste Simon Collin de Plancy (1793-1887) escritor, ocultista y demonlogo francs; editor de importantes trabajos sobre el ocultismo y la demonologa. Su trabajo ms conocido es el Dictionnaire Infernal, escrito en 1818 (nota del traductor).
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nidas autoridades de la Iglesia, permitieron se esparciera en los crculos catlicos. Conozco el libro a que te refieres. Ha creado obstculos tremendos a millares de criaturas que inadvertidamente acogen tales smbolos de Satans, ofrecindolos a espritus animalizados que se aprovechan para formar terribles procesos de fascinacin y posesin. Reflexionaba sobre el problema de los moldes mentales en la vida de cada uno de nosotros, cuando el asistente, sorprendindome, aadi con buen humor: Aqu, es fcil reconocer que cada corazn edifica el infierno en que se aprisiona, de acuerdo con sus propias obras. As, tenemos con nosotros los diablos que deseamos, de acuerdo con el modelo escogido o imaginado por nosotros mismos. Como el servicio de asistencia exiga una cautelosa atencin, llevamos a la enferma para el aposento limpio y bien dispuesto que la esperaba. Transcurridos algunos minutos, regresamos al atrio, ya descongestionado y en silencio. Solamente algunos centinelas nocturnos velaban, infatigables y atentos. Los tormentos que haba visto, me impulsaban a pensar. Ya haba estudiado mucho acerca del pensamiento y de la fijacin mental, pero, la angustia de aquellas almas recin desencarnadas, me infunda compasin y casi terror. Confi al amigo que nos acompaaba bondadosamente la indefinible tortura de que me vea objeto, y el asistente me aclar con sabidura: Todava estamos lejos de conocer todo el poder creador y aglutinante encerrado en el pensamiento puro y simple, y, en razn de eso, debemos hacer todo lo que est a nuestro alcance para liberar a los seres humanos de todas las expresiones perturbadoras de la vida ntima. Todo lo que nos esclavice a la ignorancia y a la miseria, a la holgazanera y al egosmo, a la crueldad y al crimen, redunda en fortalecimiento de las tinieblas contra la luz, del infierno contra el cielo. Y tal vez porque quisiera hacer alguna aclaracin ms sobre el trascendental aspecto en cuestin, Silas dijo: Te acuerdas de haber ledo alguna memoria alusiva a las primeras experiencias de Marconi, en los comienzos del telgrafo sin hilos? S, respond recuerdo que el sabio, todava muy joven, se consagr al estudio de las observaciones de Enrique Hertz, el gran ingeniero alemn que realiz importantes experiencias sobre las ondas elctricas, comprobando las teoras de la identidad de la transmisin, entre la electricidad, la luz y el calor irradiante, y s que, en cierto momento, tomando el oscilador y conjugndolo con la antena de Popoff y con el receptor de Branly, en el jardn de la casa paterna, consigui transmitir, sin hilo, las seales del alfabeto Morse. Pero... Qu tiene eso que ver con el pensamiento? El asistente se sonri y dijo: Esa referencia es significativa para nuestras consideraciones. Vayamos a la televisin, una de las maravillas de la actualidad terrestre, y agreg: me refiero a eso, para recordar que en la radiofona y en la televisin, los electrones que conducen las modulaciones de la palabra y los elementos de la imagen, viajan en el espacio con una velocidad igual a la de la luz, o sea, a trescientos mil kilmetros por
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segundo. Ahora, en un mismo local, pueden funcionar un puesto de emisin y otro de recepcin, comprendindose que, en un segundo, las palabras y las imgenes pueden ser irradiadas y captadas, simultneamente, despus de haber atravesado inmensas distancias en el espacio, en fraccin infinitesimal de tiempo. Imaginemos ahora el pensamiento, fuerza viva y actuante, cuya velocidad supera a la de la luz. Emitido por nosotros, regresa inevitablemente a nosotros mismos, obligndonos a vivir, de manera espontnea, en su onda de formas creadoras, que naturalmente se nos fijan en el espritu, cuando son alimentadas por el combustible de nuestro deseo o de nuestra atencin. De ah la necesidad imperiosa de que nos situemos en los ideales ms nobles y en los propsitos ms puros de la vida, porque las energas atraen energas de la misma naturaleza y, cuando nos estacionamos en el vicio o en la sombra, las fuerzas mentales que exteriorizamos, vuelven a nuestro espritu, reanimadas e intensificadas por los elementos que con ellas se armonizan, engrosando, de esa forma, las rejas de la prisin en que nos detenemos irreflexivamente, convirtiendo nuestra alma en un mundo cerrado en el que las voces y las escenas de nuestros propios pensamientos, aumentados por las sugestiones de aquellos que se afinan con nosotros en nuestra vibracin, nos imponen reiteradas alucinaciones, anulando temporalmente los sentidos sutiles. Despus de una ligera pausa, concluy: Por eso, al desaparecer el cuerpo fsico, en el fenmeno vulgar llamado muerte, la criatura desencarnada, movindose en un crculo ms plstico e influenciable, puede permanecer largo tiempo bajo el cautiverio de sus creaciones menos constructivas, detenindose en largos perodos de sufrimiento y de ilusin, unido a aquellos que viven sus mismos engaos y pesadillas. La explicacin no poda ser ms clara. Hilario y yo nos callamos, dominados por idntico sentimiento de respeto y reflexin. Silas percibi nuestra actitud interior y, generosamente, nos inst para que descansramos por algunas horas... y para que pudiramos pensar.
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V ALMAS ENFERMIZAS Terminado nuestro reposo, Silas, por inspiracin del Director de la Mansin, vino a invitarnos a hacer un rpido paseo por los alrededores. Adems, Druso, atenda con ello a nuestro propsito de estudiar algo sobre los principios de Causa y Efecto, en las criaturas recientemente desencarnadas. Sabamos que la muerte del cuerpo fsico era siempre el primer paso para la recoleccin de la vida y, por eso, no ignorbamos que el ambiente era de los ms favorables a nuestra investigacin constructiva, porque el inmenso Umbral, situado a la salida del plano terrestre, vive repleto de hombres y de mujeres que atraviesan la gran frontera, en plena conexin con la experiencia carnal. Hilario y yo, con alegra, nos pusimos al lado del compaero que, atravesando con nosotros un largo portn de acceso al exterior, nos dijo, con el mejor buen humor y consciente de nuestros objetivos: Sin duda alguna para nosotros, que hemos regresado recientemente de la Tierra, los panoramas infernales son mucho ms adecuados que los celestes, para que podamos realizar nuestras investigaciones sobre la ley de Causa y Efecto, ya que el crimen y la expiacin, el desequilibrio y el dolor, forman parte de nuestros conocimientos ms sencillos en la lucha cotidiana, mientras que la gloria y el regocijo anglico, constituyen estados superiores de conciencia que van ms all de nuestra comprensin. Y extendiendo su mirada sobre los tristes cuadros que se hallaban a nuestro alrededor, aadi, convirtiendo la frase en conmovedora reflexin: Estamos, psquicamente, ms cerca del mal y del sufrimiento... Por tanto, podemos comprender perfectamente los problemas aflictivos que se multiplican por aqu... A medida que nos apartbamos, emprendamos una penetracin ms profunda en la densa sombra, que se iba espesando cada vez ms, iluminada, no obstante, aqu y all, por mortecinas antorchas, como si la luz, en los lugares que nos rodeaban, luchase terriblemente para alimentarse y sobrevivir. De aquellas tinieblas, surgan gritos, imprecaciones y blasfemias. Comprendimos, a grandes rasgos, que el espacio que ocupaba la institucin, era de forma rectangular, y que el terreno en que la misma se asentaba, estaba en la retaguardia, como una enorme poblacin extramuros. Captando nuestra curiosidad e inters, el asistente quiso satisfacer nuestras preguntas, explicndonos: efectivamente, nos hallamos en la zona posterior de nuestro instituto, en un gran espacio sobrecargado de espritus turbados y en estado de sufrimiento. Hilario, que no estaba menos sorprendido que yo, observ sin titubeos: Pero, toda esa gente parece relegada a la intemperie. No sera razonable que la Mansin se extendiese, abarcndoles con su amparo y defendindoles con sus muros? Lgicamente, respondi Silas sin alterarse eso sera lo ms deseable. No obs-
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tante, hay que tener en cuenta que estamos al frente de una compacta multitud de almas en estado de reajuste. Este inmenso conglomerado de criaturas sin el cuerpo fsico, tuvo su comienzo en un grupo de seres desencarnados que clamaban por el socorro de la Mansin sin hallarse en posesin de los requisitos indispensables para merecer la asistencia. Firme en la ejecucin del programa a que se debe, nuestra casa no puede abrirles las puertas de inmediato, en vista de la desesperacin y de la rebelda en que se complacen. Pero no por ello desdea la posibilidad de prestarles la debida ayuda, en lo posible, fuera del campo de accin en que vive asediada. Se inici de ese modo esta organizacin, que, contra nuestra voluntad, es un abismo de sufrimiento. Se renen aqu, de manera indiscriminada, millares de entidades vctimas de sus pensamientos alucinados y sombros. Cuando superan su crisis de perturbacin o de angustia, lo que puede perdurar por das, meses o aos, son llevadas a nuestra institucin, que, en todo lo posible, evita abrir sus puertas a las conciencias que todava se hallan enclavadas en la rebelda sistemtica. Tal vez porque estbamos evocando en silencio los episodios de la vspera, recordando a aquellos desencarnados acogidos en el gran asilo, nuestro compaero aadi: Vosotros acompaasteis ayer la ayuda a un hermano en desgracia maltratado en las tinieblas, y visteis la llegada de hermanos en sufrimiento que dejaron el cuerpo fsico recientemente. Adems, entre los beneficiados, visteis espritus inconscientes y deudores, pero no a insensatos y rebeldes. Ante esta observacin que en cierto modo serenaba nuestra mente inquieta, Hilario pregunt: Y este ambiente, abatido por el infortunio, Cuenta con el amparo necesario? Si, aclar nuestro amigo muchas criaturas recuperadas en la Mansin, aceptan aqu preciosas tareas de auxilio, ocupndose de la asistencia fraternal, en grandes sectores de esta regin torturada... Una vez muestran mejora all, traen aqu las bendiciones recibidas, transformndose en valiosos elementos de enlace. A travs de ellas, la administracin de nuestro Instituto, atiende a millares de conciencias necesitadas y sabe, con seguridad, que los hermanos que se hallan en sufrimiento, se hacen dignos de lograr el acceso a nuestra casa, despus de haber logrado la transformacin gradual en su reajuste. Diseminados por los campos de la sombra, en pequeos santuarios domsticos, continan aqu su propia restauracin, aprendiendo y sirviendo. Mientras tanto, continu diciendo Hilario lleno de curiosidad, tan infortunada colonia de almas desajustadas, No sufrir el dominio de las inteligencias perversas, tales como las que hemos visto ayer en el lado opuesto a donde nos encontramos? S. Aqu son constantes e inevitables los asaltos de ese tipo, principalmente a causa de las entidades que dejaron cmplices animalizados en antros infernales o en ncleos de actividades terrestres. En esos casos, las vctimas de semejantes fieras desencarnadas, padecen prolongados e inenarrables suplicios, a travs de la fascinacin hipntica de la que muchos genios del mal son muy expertos. Y despus de una ligera pausa, Silas, continu: Esos son algunos de los fenmenos de flagelacin incomprensible que determinados msticos del mundo, mediante el desdoblamiento medimnico, visitando el reino de las tinieblas, clasificaron como devastacin purificadora. Para ellos, las almas
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culpables, despus de la muerte, experimentan horribles torturas por parte de los demonios aclimatados en las sombras. Las informaciones del Asistente, unidas a los gemidos y a las lamentaciones que oamos sin cesar, nos causaban una desagradable impresin. Tal vez fue por eso que, Hilario, impresionado por los gritos que nos rodeaban, pregunt sorprendido: Por qu dices flagelacin purificadora? y como en un desahogo, continu preguntando: Crees que es justo que se aglomere aqu tanta gente en semejante desolacin? Silas sonri con tristeza y objet: Comprendo tu pesar. Indiscutiblemente, tanto dolor reunido no sera justo si no viniese de cuantos prefirieron el trato diario con la injusticia en el plano fsico. No es acertado, pues, que todos recojamos el fruto de la siembra que hicimos y que nos pertenece? En el mismo surco de tierra dadivosa y neutra, quien cultiva la ortiga recoge la ortiga que hiere, y quien protege su jardn, tendr la flor que perfuma. El suelo de la vida es idntico para todos nosotros. Aqu no encontraremos, en este inmenso palco de la angustia, almas simples e inocentes, y s criaturas que abusaron de la inteligencia y del poder, y que, habiendo sido voluntariamente sordas a la prudencia, se extraviaron en los abismos de la locura y la crueldad, del egosmo y de la ingratitud, hacindose temporalmente presas de las creaciones mentales, insensatas y monstruosas, que para s mismas tejieron. Nuestra conversacin fue interrumpida, delante de una pequea casa que se confunda con la neblina reinante de cuyo interior brotaba un reconfortante chorro de luz. Unos enormes perros, que podamos divisar desde lejos, a la claridad oscilante, ladraban de un extrao modo al sentir nuestra presencia. De pronto, un compaero de alto porte y rudo aspecto, apareci y nos salud desde la diminuta cancela que nos separaba de la entrada, abrindonos el paso. Silas nos present. Era Orzil, uno de los guardianes de la Mansin, de servicio en las zonas tenebrosas. A los pocos instantes, nos hallbamos en la intimidad de aquel puesto templado. A las palabras del guardin, dos de los seis grandes perros se acomodaron junto a nosotros, echndose a nuestros pies. Orzil era de constitucin gigante, pareca un oso con forma humana. En el espejo de sus limpios ojos, mostraba sinceridad y devocin. Tuve la ntida idea de que nos hallbamos ante un penitenciario confeso, camino de una segura regeneracin. En la sala estrecha y sencilla, se alineaban algunos bancos y, encima de ellos, se destacaba un nicho ovalado en cuyo saliente haba una cruz tosca, alumbrada por una luz en forma de concha. Orzil se ausent para sosegar aquellos grandes animales poco domesticados, sin salir del interior de la choza y, mientras tanto, el asistente nos inform:
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Es un amigo de cultura todava escasa, que se comprometi a travs de delitos lamentables en el mundo. Sufri mucho bajo el imperio de antiguos adversarios, pero actualmente, despus de una larga permanencia en la Mansin, viene prestando una valiosa ayuda en esta amplia regin en que se refugia la desesperacin. Es ayudado, ayudando a los dems. Y, sirviendo con desinters y devocin fraternal, no solamente se reeduca, sino que, a la vez, suavizar el campo de la nueva existencia que le espera en el plano fsico, gracias a las simpatas que est atrayendo en su favor. Vive solo? pregunt soportando mal mi curiosidad. Se dedica a meditaciones y a estudios de naturaleza personal, coment Silas con paciencia pero, como sucede a muchos otros auxiliares, tiene consigo algunas celdas ocupadas por entidades que se hallan bajo tratamiento, prximas a ser recibidas en nuestra institucin. Llegados a ese punto de la explicacin, Orzil volvi a nuestro lado, y el Asistente le pregunt bondadosamente: Cmo va el servicio? Mucho trabajo, jefe respondi l, humildemente La tempestad de ayer produjo una extensa devastacin. Creo que en los pantanos debe haber habido mucho sufrimiento. Dndose cuenta que se refera a los precipicios abismales en que se debatan millares de almas infelices y turbadas, Hilario pregunt: Es posible alcanzar esos lugares para poder aliviar a los que sufren? Nuestro nuevo amigo esboz un aspecto de tristeza y de resignacin, agregando: imposible!... En socorro del compaero, Silas dijo: los que se agitan en esas penurias, yacen, de modo general, casi siempre extremadamente rebeldes, y, en la locura a la que se entregan, se convierten en verdaderos demonios de insensatez. Es necesario que se dispongan a aceptar la conformidad clara y pacfica, para que, aun semiinconscientes, consigan recibir con provecho, la ayuda que se presta a sus corazones. Y como si quisiese pasar a demostrar lo que afirmaba, nos invit a inspeccionar las celdas prximas. Cuntos enfermos hay internados ahora? Orzil muy atento, contest sin titubear: Tenemos tres amigos en franca situacin de inconsciencia. Despus de haber dado algunos pasos, escuchamos un gritero atroz. Los lugares reservados a los enfermos, estaban situados al fondo, en forma de confortables caballeriza. Esa es la palabra ms apropiada que podemos usar para hacer nuestra descripcin, porque la construccin, en s, mostraba rusticidad y seguridad, naturalmente circunscrita a los objetivos de contencin. A medida que nos acercbamos al refugio, un olor desagradable afect nuestro olfato. Contestando a nuestra ntima pregunta, el Asistente nos dijo: sabis que todas las
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criaturas viven envueltas por el halo vital de las energas que vibran en lo ntimo de su ser, y ese halo, est formado por partculas de fuerza que se irradian por todo el organismo, impresionando nuestro olfato, de modo agradable o desagradable, de acuerdo con la naturaleza del individuo que las irradia. Por tanto, tal como ocurre en la Tierra, aqu, cada entidad se caracteriza por su olor particular. S, s... confirmamos Hilario y yo, simultneamente. Mientras tanto, el olor alarmante de carne en descomposicin, era para nosotros un acontecimiento excepcional. Silas percibi nuestra extraeza y dirigi una mirada interrogativa a Orzil, quien inform rpidamente: Tenemos aqu al hermano Corsino, cuyo pensamiento contina totalmente adherido a su cuerpo sepultado. Envuelto en el recuerdo de los abusos a que se entreg mientras estaba en la carne, todava no consigui deshacerse del recuerdo de aquello que l mismo fue, trayendo la imagen de su propio cadver, a todos sus recuerdos. Silas no hizo ningn comentario nuevo, porque alcanzbamos, de inmediato, el primer refugio, cuya puerta entreabierta nos dejaba contemplar un hombre envejecido, con la cabeza entre sus manos, clamando: Llamen a mis hijos! Llamen a mis hijos!... Es nuestro hermano Veiga, dijo Orzil, atentamente mantiene fija la idea en la herencia que perdi al desencarnar: una gran cantidad de oro y bienes que pasaron a ser propiedad de sus hijos, tres muchachos que lucharon por obtener el mayor beneficio, valindose para ello de jueces y abogados corruptos. Recostados en la puerta, Silas nos recomend que observsemos con mucha atencin, el ambiente que formaba la psicoesfera del enfermo. Efectivamente, por mi parte percib escenas que surgan y desaparecan, fugaces, semejantes a las figuras efmeras que se desprenden, silenciosas, de los fuegos artificiales. De esos paneles que se avivaban y se apagaban al mismo tiempo, surgan las figuras de tres jvenes cuyas imgenes pasajeras vagaban entre documentos esparcidos, cdulas y cofres llenos de valores, como si estuvieran dibujados en el aire con tinta finsima que se desvaneca y recompona, sucesivamente. Comprend que estbamos registrando las formas-pensamientos creadas por los recuerdos de aquel hombre, quien, en la situacin en que se encontraba, no poda de momento, sino vivir su drama ntimo, dada la insistencia de la fijacin mental en que se encerraba. Amparado por las vibraciones de auxilio que el asistente le enviaba, segn percib, restreg sus ojos como quien busca liberarse de unos garfios imperceptibles, y registr nuestra presencia. Avanz de un salto hacia nosotros, apoyndose en las rejas que nos separaban, y grit, enloquecido: Quines sois? jueces? jueces?... Y deshacindose en lamentos que desgarraban nuestros corazones, aadi: Luch durante veinticinco aos para aduearme de la herencia que me corresponda por la muerte de mis abuelos... y cuando la tuve en mis manos, la muerte me arrehttp://www.espiritismo.es
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bat el cuerpo sin piedad... No me resign a esa pena y permanec en mi vieja casa... Deseaba, por lo menos, acompaar el reparto de la expoliacin que se me haca pero mis muchachos maldecan mi influencia, imponindome a cada paso, frases venenosas y hostiles... No satisfechos con las agresiones mentales que me inflingan, comenzaron a perseguir a mi segunda esposa, que haba sido para ellos ms madre que madrastra, dndole txicos como si fuesen medicinas inofensivas, hasta que la pobrecita fue internada en un manicomio, sin esperanza alguna de recuperacin... Todo por causa de nuestro dinero que esos malvados quieren coger... Ante tal injusticia, pens suplicar el favor de los seres que pueblan las esferas tenebrosas, porque solamente los genios del mal deben ser los fieles ejecutores de una gran venganza... Intent enjugar las lgrimas de desesperacin, y agreg: decidme! ... Por qu habr alimentado a infelices ladrones mientras crea abrazar a hijos de mi alma? Me cas cuando era joven, acariciando sueos de amor, y solamente gener espinas de odio!... Como la voz de Silas le recomendaba calma, el infortunado vocifer: Nunca! nunca perdonar!... Recurr a los infiernos sabiendo que los santos me aconsejaran conformidad y sacrificio... Quiero que los demonios torturen a mis hijos, tanto como mis hijos me torturan a m... Transformando el llanto convulsivo en carcajadas estridentes, se puso a gritar: Mi dinero! mi dinero! Exijo mi dinero! El Asistente se volvi hacia Orzil y, compadecido, coment: s, por ahora la situacin de nuestro amigo es demasiado compleja. No puede ausentarse de este recinto de prevencin, sin perjuicio para s mismo. Dejamos al enfermo blasfemando contra nosotros con sus puos cerrados, y nos acercamos a la otra celda. Ante las palabras de Silas, que nos recomendaba observar atentamente el cuadro que tenamos a la vista, nos fijamos en el nuevo enfermo, un hombre profundamente triste, sentado al fondo de aquella prisin, con la cabeza entre ambas manos y con su mirada fija en la pared prxima. Siguindolo en el punto en que concentraba sus rayos visuales, como si tuviese enfrente un espejo invisible que retrataba sus propios pensamientos, observamos una gran pantalla viva en la que se destacaba la calle de una gran ciudad, iluminada por la luna y, en la calle, conseguimos distinguirle en el volante de un coche, persiguiendo a un transente borracho, hasta alcanzarle y atropellarle, matndole sin compasin. Nos hallbamos ante un homicida sujeto a dolorosos cuadros mentales que le encerraban en punitivos recuerdos. Se le notaba una intraducible angustia, situada entre el remordimiento y el arrepentimiento. A una leve llamada de Silas, reaccion como si le hubieran sacado de la inquietud de un sueo. Instintivamente se precipit sobre nosotros, en un salto espectacular que los barrotes contuvieron, y bram:
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No hay testigos!... No hay testigos!... No fui yo quien atropell a aquel infeliz, no obstante le odiase con razn... Qu pretenden de m? Denunciarme? Cobardes! Me estaban espiando en la calle desierta? No respondimos. Silas, despus de mirarle compasivamente, dijo: Dejmosle. Est completamente enredado en los recuerdos del crimen que cometi, creyendo continuar, despus de la muerte, escarneciendo a la justicia. Hilario, estupefacto, interfiri, diciendo: En aquel enfermo que vimos rodeado por las figuras de tres muchachos, y en este compaero que contempla una escena de muerte... Nuestro amigo comprendi su pensamiento y complet su afirmacin, diciendo: Vimos dos hermanos desgraciados, viviendo entre las imgenes mantenidas por ellos mismos a travs de la fuerza mental con que se alimentan ellos mismos. En ese instante, llegamos al tercer refugio, en el que un hombre herido expurgaba sus propias llagas utilizando sus uas. La atmsfera, francamente pestilente, exiga una enorme disciplina para poder dominar las nuseas. Dndose cuenta de nuestra presencia, avanz hacia nosotros clamando amargamente: Compadeceos de m! Sois mdicos? Atendedme, por amor de Dios! Mirad los detritos en que me apoyo!... Me volv de inmediato hacia el suelo, siguiendo sus gestos y, efectivamente, not que el pobre miserable se mova en un montn de suciedad, cubierto por hilos de sangre podrida. Solamente despus de una ms amplia observacin, averig que el cuadro repugnante estaba constituido por las emanaciones mentales del desgraciado compaero que se hallaba bajo nuestras miradas. Doctores! continu, en tono de splica Hay quien dice que rob a los otros para satisfacer mis vicios en el burdel que frecuentaba... Pero es mentira! Es mentira!... Os juro que viv all por sentimiento de caridad... Aquellas desgraciadas mujeres requeran defensa Las ayud cuanto pude... An as, adquir, junto a ellas, la enfermedad que aniquil mi cuerpo fsico y que an infecta mi respiracin, convirtindose aqu en mi propio hlito..., Socorredme, por lo que ms queris!... Los repetidos ruegos, no obstante, eran hechos en tono imperativo, como si las palabras humildes de la peticin, fueran un simple disfraz ocultando una orden tirnica. El asistente nos invit a retirarnos, explicando: Es un antiguo e inveterado gozador que gast en placeres intiles grandes recursos de que dispona. Durante mucho tiempo, todava, su mente oscilar entre la irritacin y el desencanto, alimentando el ambiente horrible que le convirti en un ente desequilibrado.
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De regreso al refugio de Orzil, pregunt sin prembulos: Por tanto, nuestros hermanos enfermos, estarn separados as hasta que se renueven? Exactamente, aclar Silas bondadosamente. Y, qu deben hacer para alcanzar la mejora necesaria? pregunt Hilario con indescifrable asombro. Nuestro amigo sonri y dijo: El problema es de naturaleza mental. Cuando modifiquen sus propias ideas, lograrn cambiar su situacin. Silas se entreg a una ligera pausa, mostr nuevo brillo en su mirada, y dijo con seguridad: Eso, no obstante, no es tan fcil. Actualmente, ustedes se consagran a estudios especiales de los principios de causa y efecto. Es necesario que sepan, pues, que nuestras creaciones mentales son preponderantes, fatalmente, en nuestra vida. Nos liberan cuando se enrazan en el bien que sintetiza las leyes divinas, y nos encarcelan cuando se afirman en el mal que expresa la delincuencia responsable, envolvindonos por esa razn, en el lodo sutil de la culpa. Afirma un viejo aforismo popular en la Tierra, que el criminal vuelve al lugar del crimen. De lo que podemos afirmar que, aun ausentndose del ambiente del crimen, el pensamiento del criminal est prendido al ambiente y a la propia sustancia de la falta cometida. Y reparando en nuestra perplejidad, aadi: Recordemos adems, el pensamiento acta en forma de onda, con una velocidad muy superior a la de la luz, y no olvidemos que toda mente es una dnamo generadora de fuerza creadora. Ahora, sabiendo que el bien es expansin de luz y que el mal es condensacin de sombra, cuando somos crueles con los dems, nuestros pensamientos, por ser ondas de energa sutil, al pasar por los lugares y criaturas, por las situaciones y cosas que afectan nuestra memoria, actan y reaccionan sobre s mismos en circuito cerrado, y nos traen as, de vuelta, las sensaciones desagradables que emanan de nuestras obras infelices. Hemos visto tres tipos de almas que dejaron en sus ltimas vidas, solamente cuadros tristes y lamentables, en los que no disponen de atenuantes que puedan disminuir sus indiscutibles faltas. Los hijos de nuestro amigo, que sufre la fijacin de la usura, no recibieron de l recurso alguno de educacin digna que les permitiese ayudarle. Por tanto son alcanzados por las ondas del pensamiento paterno, stas regresan al centro de origen cargadas por los principios mentales de odio y de egosmo, de los jvenes. Nuestro hermano, que sufre la fijacin del remordimiento, no habiendo expiado en las crceles de la justicia humana el crimen que perpetu deliberadamente, recoge, de retorno, las ondas del pensamiento que emite, sin auxilio alguno que amenice su arrepentimiento doloroso; y el compaero que se detiene en el vicio, reabsorbe las ondas de su propio campo mental, acumuladas por factores deprimentes, que ellas mismas incorporan por los lugares por donde pasan, que vuelven a l mismo, multiplicadas de elementos de corrupcin. Ante nuestro espanto, el asistente pregunt: comprendisteis? S, habamos comprendido... Bajo una fuerte emocin, Hilario consider:
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Ahora percibo, con ms claridad, el beneficio concreto de la oracin y de la piedad, de la simpata y del socorro que, en la Tierra, deberamos otorgar, sinceramente, a los llamados muertos... S, s... respondi Silas todos estamos ligados unos a los otros, en la carne y fuera de la carne y, por tanto, nos hallaremos libres o prisioneros, en el campo de la experiencia, de acuerdo con nuestras obras, a travs de los vnculos de nuestra vida mental. El bien, es la luz que libera, mientras que el mal, es la sombra que aprisiona... Estudiando las leyes del destino, es necesario atender semejantes realidades indefectibles y eternas. Nos callamos, preocupados y en meditacin. Por todo ello, nuestro regreso a la Mansin, despus de un breve reposo en la cabaa de Orzil, lo dedicamos a la meditacin y al silencio, en torno a las preciosas lecciones recibidas.
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VI EN EL CRCULO DE LA ORACIN En la tercera noche de nuestra permanencia en la casa, el instructor Druso nos invit para que asistiramos a la oracin. Silas nos indic que tendramos oportunidad de realizar interesantes estudios. El servicio de la oracin en conjunto, dos veces por semana, era realizado en la Mansin, en un local apropiado y, en el curso de las actividades correspondientes se materializaban, habitualmente, uno y otro de los orientadores que, desde ms altas esferas, supervisaban la Institucin. En esas ocasiones, Druso y los asesores ms responsables, reciban rdenes e instrucciones, relacionadas con los numerosos procesos de servicio en curso. Se contestaban las preguntas y se indicaban rdenes de trabajo. E incluso nosotros, de paso en el establecimiento, podramos presentar cualquier duda o hacer cualquier pregunta, en la seguridad de que seramos atendidos. Me alegr. Hilario, algo preocupado, pregunt si debamos actuar de alguna forma en especial, y el asistente nos dijo que era suficiente mantener el corazn y la mente libres de cualquier idea o sentimiento indignos de la reverencia y de la confianza que nos compete dedicar a la divina Providencia, debiendo ser, por el contrario, compatibles con la fraternidad que nos debemos sinceramente unos a otros. Por algunos instantes, rogu la inspiracin de Jess para que mi presencia no fuese motivo de perturbacin en aquel ambiente amigo que se propona acogernos. Luego, siguiendo al compaero, Hilario y yo tuvimos acceso a una sala sencilla, en la que Druso nos recibi sonriente y bondadoso. Una amplia mesa, rodeada de modestos sillones en los que se acomodaban diez personas, siete mujeres y tres hombres, pona de relieve el gran silln en que se sentara el director de la casa. En otro lado, enfrente de nosotros, se hallaba una gran pantalla transparente, que meda aproximadamente seis metros cuadrados. Fuera del crculo de personas que evidentemente prestaran cooperacin ms estrecha en la tarea en perspectiva, se hallaban tres asistentes, cinco enfermeros, dos seoras de aspecto humilde, Silas y nosotros. Dispusimos de algn tiempo para entablar una conversacin edificante y discreta. Aprovech la oportunidad para preguntar al atento amigo, algo sobre las funciones de los diez compaeros que se hallaban alrededor del jefe de la casa, como si intentasen fortalecer su pensamiento. Silas no se hizo de rogar y aclar: Son amigos nuestros que poseen condiciones medimnicas favorables para la realizacin de los servicios que se van a realizar aqu. Colaboran con fluidos vitales y
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elementos radiantes, altamente sublimados, de los que se sirven nuestros instructores para manifestarse con eficiencia. Admirado, mi colega coment: Podemos interpretarlo como si fueran santos en actividad en la Mansin? En modo alguno, objet Silas con buen humor. Son trabajadores excelentes. Lo mismo que nosotros, sufren todava la presin de las reminiscencias perturbadoras del plano fsico, llevando en s mismos las races de las deudas que adquirieron en el pasado, y que deben rescatar en un porvenir tal vez prximo, por medio de la reencarnacin. Pero, aun as, debido a la disciplina que observan en su devocin a los semejantes, conquistan simpatas providenciales que funcionan en ellos como valores expresos que habrn de atenuarles dificultades en las pruebas y luchas futuras. Esto quiere decir... La palabra reticente de Hilario, qued en el aire, ya que nuestro amigo, comprendiendo el alcance de su pregunta, afirm con optimismo: S. Eso quiere decir que, en las zonas infernales, tambin disponemos de preciosas oportunidades de trabajo, no solamente venciendo las aflicciones purgatoriales que establecemos en nosotros mismos, sino tambin preparando nuevos caminos que nos conduzcan al cielo interior que debemos edificar. La enseanza resuma un inmenso consuelo para nosotros. En esos momentos, Hilario centr la atencin en las dos damas presentes cuyo aspecto exterior mostraba una gran diferencia del ambiente, a causa de la extremada tristeza que expresaban sus rostros, y pregunt respetuosamente: Mi querido Silas, quines son esas dos hermanas nuestras que, francamente, difieren del tono psquico aqu reinante? El interpelado sonri y dijo: Son hermanas que, por mritos en el servicio, recibieron el derecho de participar en la reunin de hoy, para que puedan suplicar auxilio en la solucin de problemas que afectan muy de cerca de sus almas. Las conozco personalmente. Son mujeres desencarnadas que se destacan por la abnegacin actuando en socorro de espritus familiares que sufren en estas regiones las duras consecuencias de los delitos a que se entregaron imprudentemente. Despus de mirarlas fraternalmente, aadi: Magdalena y Silvia se casaron en su ltima existencia con dos hermanos consanguneos que se odiaron terriblemente desde su juventud hasta la muerte, y por esas desavenencias, cometieron errores deliberados y clamorosos en las reas de la poltica regional que practicaban. Haban dado cabida a profundos sentimientos de egosmo y de discordia, impidiendo el progreso de la colectividad a la que deban servir, alimentando la cizaa y la crueldad entre los conciudadanos que seguan sus respectivos puntos de vista. Fueron muchos los crmenes que se llevaron a cabo, instigados por ambos, que se complacan en sembrar la discordia incesante entre los miembros de sus partidos polticos, y, por esa razn, expan en los ambientes inferiores del sufrimiento, los delitos de lesa fraternidad que practicaron contra s mismos.
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Intent saber en qu consistan los sufrimientos de aquellos hermanos infortunados, pero la palabra de Druso se hizo or, invitndonos a la necesaria preparacin. Considerando las faltas involuntarias en que podramos incurrir, pidi a todos los que bamos a tomar parte en la oracin por primera vez, que nos abstuviramos plenamente de dar cabida a pensamientos poco dignos, desechando cualquier recuerdo desagradable, con el fin de no causar interferencias en la cmara cristalina, nombre con el cual design la gran pantalla que se hallaba enfrente de nosotros, durante la manifestacin del venerable mensajero cuya visita esperaba. Explic que las fuerzas asociadas de los mdiums all presentes, se caracterizaran por un gran poder plstico, y que cualquier idea nuestra incompatible con la dignidad del recinto, podra materializarse, creando imgenes impropias, aunque breves, en el aparato que se hallaba a nuestra vista. El generoso Director nos pidi que expusiramos cualquier duda o preocupacin que viniese a nuestras mentes, y yo le dije si podramos preguntar algo al emisario que estaba al llegar, a lo que l asinti plenamente, recomendndonos, no obstante, que conservramos, en cualquier asunto, la nobleza espiritual de quienes se consagran al bien general sin detenerse en investigaciones ociosas, referentes a las estrechas inquietudes de la esfera particular. Inmediatamente, nos dijo que, a travs de dispositivos especiales, todos los recursos de los mdiums presentes, seran concentrados en la pantalla que, a partir de ese momento, estara sensibilizada para poder cumplir los objetivos requeridos en aquella hora. Un dulce silencio nos envolvi a todos. En actitud respetuosa y expectante, el Director de la institucin se levant y, conmovido, or: Maestro divino, dgnate bendecir la reunin que celebramos en esta casa de paz y de servicio. Por Tu bondad, en nombre del infinito amor de nuestro Padre celestial, recibimos la sublime ddiva del trabajo regenerador. Por tanto, en estas regiones atormentadas, somos grandes cantidades de espritus extraviados en sufrimiento expiatorio, despus de haber cometido los crmenes en que hundimos nuestras conciencias. No obstante ser prisioneros encadenados a las penas que generamos para nosotros mismos, saludamos Tu gloria divina, sintindonos reconfortados. Concdenos, Seor, la asistencia de Tus abnegados y sublimes embajadores, con el fin de que no desfallezcan nuestros buenos propsitos. Sabemos que, sin el calor de Tus manos compasivas, muere nuestra esperanza, como muere la dbil planta sin la bendicin del sol... Maestro: somos tambin Tus protegidos, aunque permanezcamos todava en la crcel de clamorosos defectos, soportando las lamentables consecuencias de nuestros crmenes. De estos lugares tenebrosos, parten angustiosos gemidos, en busca de Tu piedad inconmensurable..., somos nosotros, los encadenados de la penitencia, que muchas
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veces sollozamos, suspirando por el regreso a la paz... Somos nosotros, los homicidas, los traidores, los ingratos, los perversos trnsfugas de las leyes Divinas, que recurrimos a Tu intercesin, para que nuestras conciencias, en purga dolorosa, se depuren y reaccionen yendo a Tu encuentro. Compadcete de nosotros, que merecemos los dolores que flagelan nuestros corazones. Aydanos para que la afliccin sea para nosotros un remedio saludable, y socorre a nuestros hermanos que, sumergidos en las tinieblas de estos sitios, se entregan a la irresponsabilidad y a la indisciplina, multiplicando, as, las lavas de desesperacin que vierten, arrasando sus almas... A esa altura de su oracin, Druso hizo una larga pausa para enjugar las lgrimas que fluan de sus ojos. La inflexin de sus palabras, repletas de dolor, como si l mismo fuese all un espritu recluido en sufrimientos amargos, me impresionaba vivamente. No consegua desviar la atencin de l. Una gran emocin me constrea el pecho y el llanto brot de mis ojos, incontenible. Nos confiaste, Seor, prosigui Druso, compungido la tarea de examinar los problemas de los hermanos que llaman a nuestra puerta... Nos vemos, por tanto, obligados a sondear sus sufrimientos y sus infortunios, para, de algn modo, conducirles a su reajuste. No permitas, oh eterno Bienhechor, que nuestro corazn se endurezca, ni aun ante la suprema perversidad!... Sabemos que las enfermedades del alma son ms aflictivas y graves que las de la carne... Llnanos, pues, de infatigable compasin, para que podamos ser fieles instrumentos de Tu amor! Permite que Tus mensajeros nos amparen en las decisiones a que nos lleven los compromisos que asumamos. No nos abandones a la debilidad que es peculiar en nosotros. Danos, Cristo de Dios, Tu inspiracin de amor y de luz!... En ese instante, aunque el tono de su voz no indicase el final de la oracin, el generoso amigo no consegua continuar, porque la emocin estrangulaba la plegaria en su garganta. Todos llorbamos, contagiados por sus abundantes lgrimas... Quin era Druso, despus de todo, para entregarse de aquel modo a la oracin, como si l mismo fuese, entre todos nosotros, el mayor de los torturados? No tuve tiempo para ampliar este pensamiento, pues respondiendo a la llamada ardiente que acabamos de or, una extensa masa de vaporosa neblina cubri la pantalla. La mir, admirado, y me pareci contemplar una gran capa de blanca niebla primaveral que se iba extendiendo. Extticos y felices, vimos emerger de aquella nube lechosa, la figura respetable de un hombre aparentemente envejecido en la forma, pero revelando una intensa jovialidad en la mirada. Una esplendorosa aureola azul, coronaba sus cabellos blancos, que nos infundan un gran respeto, derramndose en sublimes centellas por la sencilla y acogedora tnica que velaba su cuerpo delgado. En el semblante noble y sereno, vagaba una sonrisa que no llegaba a fijarse. Despus de un minuto de silenciosa contemplacin, levant la diestra, que despidi un gran chorro de luz sobre nosotros y, saludndonos, exclam:
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Que la paz del Seor sea con vosotros. Haba tanta dulzura y tanta energa, tanto cario y tanta autoridad, en aquella voz, que procur mantener el ms amplio gobierno de mis emociones, para no caer de rodillas. Ministro Sanzio, exclam Druso, con reverencia bendita sea su presencia entre nosotros. La claridad que se irradiaba del venerable visitante y la dignidad con que se nos revelaba, nos impona un fervoroso respeto; no obstante, como si deseara deshacer la impresin de nuestra inferioridad, el Ministro, sorprendentemente materializado, manteniendo el campo vibratorio en que nos encontrbamos, avanz hacia nosotros, nos extendi las manos en un gesto paternal y nos pidi que nos sintiramos cmodos. No quera ceremonias, acentu, entre afectuoso y convincente. En seguida, demostrando el valor del tiempo, recomend al director que hiciese la exposicin de los procesos que deban estudiarse. Admirado, vi a Druso exhibir los documentos solicitados: veintids fichas de gran tamao, en las que en cada cual, se haca figurar, en sntesis, la informacin necesaria para el socorro de veintids entidades recientemente internadas en la institucin. En aquel momento, no pude articular ninguna pregunta directa; pero, ms tarde, Silas me aclar que Sanzio, investido de las elevadas funciones de Ministro de la Regeneracin, tena grandes poderes sobre aquella casa de reajuste, con el derecho de apoyar o determinar cualquier medida referente a la obra de asistencia en beneficio de los que sufran, pudiendo confirmar y ordenar procesos de segregacin y de justicia, reencarnacin y prohibicin. El emisario, examin con atencin todos los casos presentados en rpidas exposiciones, que constaban no slo de informes escritos, sino tambin microfotografas y otros recursos de identificacin, que recordaban los elementos dactiloscpicos de la Tierra, aceptando o no las sugestiones de Druso, despus de ligeras consideraciones en torno de cada caso particular, poniendo en cada ficha el sello que indicaba la responsabilidad de las decisiones. Nuevos en aquel ambiente, nos sentamos extraos a todos los estudios y deliberaciones realizadas, menos, desde luego, al ltimo proceso a considerar, que se trataba de Antonio Olimpio, el internado de la vspera, a cuyo despertar habamos asistido. La rapidez con que haban sido relacionados los datos referentes al ex hacendado, era para causar el mayor espanto. Invitados por el instructor a compulsarlos, ya que l perciba la importancia que aquel asunto representaba para nosotros, Hilario y yo reconocimos la fidelidad y legitimidad de las declaraciones que haba presentado bajo la influencia magntica a que fue sometido. Interesados vivamente en la solucin del problema, escuchamos la palabra del Ministro, que coincida con el parecer de la casa, en cuanto a la conveniencia a suministrar ayuda inmediata al infeliz hermano y a propiciarle una pronta reencarnacin en el crculo en que haba delinquido, para que pudiese restituir a los hermanos despoja-
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dos, los bienes que les haba sustrado. Indic adems, que el criminal, de acuerdo con las alegaciones de l mismo, no disfrutaba de ningn atenuante sobre las culpas que le eran imputadas. Antonio Olimpio dijo el director de la casa viva nicamente para s mismo, entregado a una total egolatra. No haba tenido en cuenta otra cosa que su propia conveniencia. En el mundo haba conservado el dinero y el tiempo, sin beneficios para alguien que no fuera l mismo. Se aislaba en el disfrute de placeres perniciosos y, por ello, no haba trado al campo espiritual la gratitud ajena que se pudiese manifestar en su favor, ya que, en materia de apoyo afectivo, solamente dispona de la simpata que naca en el pequeo reducto del mundo familiar. Se trataba, pues, de un compaero realmente complejo, con extremadas dificultades para que pudiera ser auxiliado en el retorno a la experiencia fsica. El magnnimo mensajero, no obstante, estuvo de acuerdo en que la esposa y el hijo, le eran deudores de un insuperable cario. Esos dos corazones, surgan all, segn la Ley, como valores benficos para el delincuente, porque todo el bien realizado, con quienquiera que fuera y dondequiera que sea, constituye un recurso vivo que acta en favor de quien lo practica. Resumiendo las conclusiones, notific a la pequea asamblea, que solicitara comparecer a la hermana Alzira, para que se manifestase en relacin a las disposiciones, abstenindose de cualquier apoyo inmediato al hermano Luis, el hijo favorecido por la fortuna mal habida, por el hecho de encontrarse todava encarnado, apelacin que solamente se justificara en condiciones excepcionales. El Ministro se confi a la oracin silenciosa y, respondiendo a su peticin, observamos que la tenue materia yuxtapuesta al espejo, se mova levemente, dando paso, ahora, a la figura de una linda mujer. La hermana Alzira se haca visible a nosotros. Pareca estar al tanto de cuanto estaba aconteciendo, ya que no demostraba sorpresa alguna. Nos salud con graciosa gentileza y, a las primeras interpelaciones de Sanzio, respondi con humildad: Venerable bienhechor, comprendo la difcil posicin en que se encuentra mi antiguo compaero, por los compromisos que asumi, y el esfuerzo de buena voluntad que desarrolla para ayudar a su servicio restaurador. Adems, vengo suspirando por esa posibilidad, que significa para m una valiosa bendicin. Antonio Olimpio, habr sido un verdugo para sus propios hermanos, aniquilando sus cuerpos para usurpar sus bienes, sin embargo, para mi hijo y para m, fue siempre un amigo y protector, abnegado y queridsimo. Ayudarle a levantarse, no es para mi alma un deber, sino tambin una gran felicidad. El Ministro la mir satisfecho, como si no hubiera esperado de ella otra respuesta, y coment: Sabes, no obstante, que los hermanos asesinados perseveran en el odio y le estn persiguiendo, hasta ahora, sin tregua... S, lo s todo, aclar la simptica seora conozco su poder vengativo...
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Arrebataron a mi esposo de la quietud del sepulcro para saciar en l su odio terrible y nunca permitirn que yo me aproxim a l en el valle de las tinieblas en que se estn demorando por tantos aos... Adems, resarciendo mis deudas del pasado, sucumb a mi vez a sus manos, vctima de tremenda obsesin, en el mismo lugar en que haban perdido sus cuerpos fsicos. Pero eso no es motivo para que yo retroceda. Estoy dispuesta a realizar los servicios por medio de los cuales pueda ser til. Sanzio medit durante unos rpidos instantes, y dijo: La recuperacin de Olimpio y su conduccin a la reencarnacin, exigir tiempo. A pesar de eso, puedes, con el auxilio de este puesto socorrista, iniciar la obra de auxilio... Y, frente a la actitud expectante de la abnegada esposa, continu: Las vctimas de ayer, transformadas hoy en verdugos endurecidos, viven en la heredad que les fue arrebatada por el hermano fratricida, alimentando el odio contra sus descendientes y hacindoles difcil la vida. Es necesario que vayas personalmente a suplicarles mejores disposiciones mentales, para que se pongan al amparo de nuestra organizacin, preparndose para su renacimiento fsico en poca oportuna... Conseguida esa fase inicial de asistencia, colaborars en el regreso de Olimpio al hogar del propio hijo, y, a tu vez, regresars a la carne ms tarde, con el fin de que nuevamente te unas a l en matrimonio, en un bendito futuro, para que recibas en los brazos a Clarindo y a Leonel como hijos de tu corazn, a los cuales Olimpio, de ese modo, restituir la existencia terrestre y los haberes que les corresponden... Una sonrisa de ventura brill en el semblante de aquella sublime mujer y, tal vez porque diera cabida a pensamientos de temor, Sanzio le ayud exclamando: No desfallezcas. Sers sostenida por esta Mansin en todos tus contactos con nuestros amigos fijos en sus deseos de venganza, y atenderemos personalmente a todos los asuntos que se refieran a la transferencia de tus actividades en este sitio, ante las autoridades a que te subordinas. Nuestros infortunados hermanos, no sern insensibles a tus ruegos... Sufriste sus golpes sin piedad, en los ltimos das de tu permanencia en el mundo, y la humildad de los que sufren, es factor esencial en la renovacin de los que hacen sufrir... La digna criatura, anegada en lgrimas de jubiloso reconocimiento, bes la mano de Sanzio y se fue. Aquella escena sencilla pero intensa, nos emocion profundamente. Sent el inconmensurable amor de Dios cimentando los fundamentos de Su justicia indefectible y, en lo ntimo del alma, grit para mis propios odos: loado seas T, Padre de infinita bondad, que siembras la esperanza y la alegra hasta en los infiernos del crimen, del mismo modo que abres rosas de belleza y de perfume, en el seno de los zarzales!... Autorizados por Druso, Magdalena y Silvia se aproximaron al Ministro, implorando su intercesin para que los esposos de ambas fuesen atendidos en aquel establecimiento de paz y de fraternidad, atendiendo as a la reconstruccin del destino en el porvenir. Sanzio acogi sus splicas con benevolencia y cario, determinando que los dos infelices fueran recogidos en el Instituto, y prometiendo facilitarles la reencarnacin en breve.
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Una ligera seal del Director, nos hizo comprender que el instante era ahora libre para las enseanzas educativas, as que, impresionados con lo que habamos visto y observado, Hilario y yo nos acercamos al venerable mensajero, con el propsito de escucharle y aprovechar aquella hora de conversacin rara y bella.
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VII PRECIOSA CONVERSACIN Con el fin de facilitar nuestra tarea, Druso nos present con ms tranquilidad al Ministro Sanzio, informndole que estbamos estudiando, en algunos problemas de la Mansin, las leyes de la causalidad. Anhelando penetrar en ms amplias esferas de conocimiento acerca del destino, investigbamos sobre el dolor... El gran mensajero, abdicando por el momento de la elevada posicin jerrquica que encuadraba su personalidad distinguida, tanto por la mirada como por la inflexin de la voz, nos pareca ahora ms asociado a nosotros, mostrndose ms accesible. El dolor, s, el dolor... murmur, compadecido, como si escudriara trascendentales cuestiones en lo recndito de su propia alma. Y mirndonos a Hilario y a m con inesperada ternura, agreg con dulzura: Lo estudio igualmente, hijos mos. Soy un funcionario humilde de las zonas abismales. Traigo conmigo la penuria y la desolacin de muchos. Conozco hermanos nuestros portadores de estigmas de padecimientos atroces, que se encuentran animalizados hace siglos en los despeaderos infernales; pero, cruzando las densas tinieblas, aunque el enigma del dolor dilacere mi corazn, nunca encontr una sola criatura olvidada por la Divina bondad. Registrando su palabra amorosa y sabia, un inexpresable sentimiento invadi toda mi alma. Hasta entonces, aunque ligeramente, haba convivido con numerosos instructores y haba obtenido de muchos de ellos enseanzas y observaciones magistrales, pero ninguno, hasta entonces, haba trado a mi espritu aquella mezcla de elevacin y cario, de admiracin y respeto que ahora envolva mi sentimiento. Mientras Sanzio hablaba con generosidad, centellas rojo-plateadas adornaban su cabeza, pero no era su dignidad externa la que me fascinaba. Era el acariciador magnetismo que saba exteriorizar. Tena la impresin de hallarme delante de mis padres, ante los cuales deba arrodillarme. Sin que me fuese posible contener la emocin, las lgrimas ardientes baaban mi rostro. No pude saber si Hilario se encontraba en el mismo estado de nimo, porque, ante m, solamente vea a Sanzio, dominado por su grandeza humilde. De dnde vena, Seor, me preguntaba sin palabras en lo ms ntimo de mi corazn aquel personaje ilustre pero a la vez, con un alma tan sencilla? En dnde haba conocido yo aquellos ojos bellos y lmpidos? En qu lugar haba recibido, un da, el roco de amor divino, como el gusano recibe en la caverna la bendicin del calor del Sol? El Ministro percibi mi emotividad, del mismo modo que el profesor percibe la perturbacin del alumno y, como si quisiera llamarme la atencin sobre la necesidad de aprovechar el tiempo, avanz hacia m y me dijo cariosamente:
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Pregnteme, hijo mo, sobre cuestiones que no sean personales, y le contestar todo cuanto me sea posible. Me percat de su noble intencin y trat de dominarme. Gran bienhechor, exclam conmovido, tratando de olvidar mis propios sentimientos podremos pedirle que nos explique algo acerca del karma? S, el karma, expresin vulgarizada entre los hindes, que en snscrito quiere decir accin, en rigor, significa causa y efecto, ya que toda accin o movimiento, procede de una causa o impulso anterior. Para nosotros, significa la cuenta de cada uno, englobando los crditos y los dbitos que, en particular nos corresponden. Por tanto, hay cuentas de esa naturaleza, no solamente catalogando y definiendo individualidades, sino tambin pueblos y razas, estados e instituciones. El Ministro hizo una pausa, como quien da a conocer que el asunto es complejo, y continu: Para entender mejor el karma o cuenta del destino creada por nosotros mismos, conviene recordar qu el Gobierno de la Vida posee tambin su sistema de contabilidad, expresada en el mecanismo de la justicia ineludible. Si en el crculo de las actividades terrestres cualquier organizacin necesita establecer un rgimen de cuentas para basar las tareas que le hablen de responsabilidad, la casa de Dios, que es todo el universo, no podra subsistir sin estar sometida al orden. La administracin Divina, por eso mismo, dispone de sabios departamentos para relacionar, conservar, ordenar y engrandecer la vida csmica, todo ello pautado bajo la magnanimidad del ms amplio amor y justicia. En las sublimes regiones celestes de cada orbe entregado a la inteligencia y a la razn, al trabajo y al progreso de los hijos de Dios, brillan los genios anglicos encargados del rendimiento y de la belleza, del perfeccionamiento y de la ascensin de la Obra Excelsa, con procesos apropiados a la concesin de prstamos y moratorias, crditos especiales y recursos extraordinarios a todos los espritus encarnados o desencarnados, que los merezcan en funcin de los servicios referentes al bien eterno, y, en las regiones atormentadas como sta, arrasadas por ciclones de dolor regenerador, tenemos la autoridad competente para promover el cobro y la fiscalizacin, el reajuste y la recuperacin de todos aquellos que se convierten en deudores complicados ante la justicia Divina. Esa autoridad tiene la funcin de purificar los caminos evolutivos y minimizar las manifestaciones del mal. Las religiones de la Tierra, por tal motivo, procedieron acertadamente a localizar el Cielo en las esferas superiores y el Infierno en las zonas inferiores, ya que en las primeras encontramos la creciente glorificacin del Universo y, en las segundas, la purgacin y la regeneracin indispensables a la vida, para que la vida se acrisole y eleve hacia el brillo de las cimas. Ante el intervalo espontneo y observando que el Ministro se propona mantener contacto con nosotros a travs de la conversacin, dije con inters: Conmueve saber que siendo la Divina providencia la magnanimidad perfecta, generando sin lmite tesoros de amor para distribuirlos con abundancia en favor de todas las criaturas, es tambin la equidad vigilante, en la direccin y en la aplicacin de los bienes universales. Efectivamente, no podra ser de otro modo, aadi Sanzio con bondad. Con relacin a la ley de causa y efecto, es imperioso recordar que todos los valores de la
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vida, desde las ms remotas constelaciones a la ms mnima partcula subatmica, pertenecen a Dios, cuyos inabordables designios pueden alterar y renovar, anular o reconstruir, todo lo que est hecho. Por tanto, somos simples usufructuarios de la naturaleza que se identifica con los tesoros del Seor, con responsabilidad en todos nuestros actos desde el momento en que poseamos algn discernimiento. El espritu, sea donde sea, encarnado o desencarnado, en la Tierra o en otros mundos, gasta, en verdad, lo que no le pertenece, recibiendo como prstamos del Padre eterno, los recursos de que se vale para efectuar la propia sublimacin en el conocimiento y en la virtud. Los patrimonios materiales y la riqueza de la inteligencia, los procesos y los vehculos de la manifestacin, el tiempo y la forma, los afectos y los rtulos honorficos de cualquier procedencia, son de la propiedad del Todo misericordioso, que nos los concede a ttulo temporal, para que los utilicemos en el perfeccionamiento de nosotros mismos, marchando a travs de las grandes lneas de la experiencia, con el fin de que entremos en la posesin definitiva de los valores eternos, sintetizados en el amor y en la sabidura con que, en un futuro remoto, podamos exteriorizar Su gloria soberana. Desde el electrn hasta los gigantes astronmicos del Cosmos, todo constituye reservas de las energas de Dios, que usamos en nuestro provecho, por Su permiso, de manera que promovamos con firmeza nuestra elevacin a Su majestad sublime. De ese modo, es fcil percibir que, despus que conquistemos la corona de la razn, se nos pedir cuentas de todo en el momento oportuno, ya que no puede haber progreso sin justicia ni estimacin de valores. Record, instintivamente, nuestro equvoco concepto de la vida en la Tierra, cuando nos hallamos siempre dispuestos a apoderarnos indebidamente de los recursos de la estancia humana, tierras, casas, ttulos y favores, prerrogativas y afectos, arrastrando por todas partes las cadenas del ms irritante egosmo... Sanzio percibi mis pensamientos, porque, despus de una ligera pausa, aadi: Realmente, en el mundo, el hombre inteligente debe estar harto de saber que todo concepto de propiedad exclusiva, no pasa de ser una simple suposicin. Como prstamo, s le son adjudicados por la Providencia divina, todos los valores de la existencia por un tiempo determinado, ya que la muerte funciona como un juez inexorable, transfiriendo los bienes de unas manos a otras, y marcando, con inequvoca exactitud el provecho que cada espritu extrae de las ventajas y de las concesiones que le fueron entregadas por los Agentes de la Infinita Bondad. Ah, vemos los principios de la ley de causa y efecto, en toda la fuerza de su manifestacin, porque, en el uso o en el abuso de las reservas de la vida, que representan la eterna Propiedad de Dios, cada alma crea en la propia conciencia, los crditos y los dbitos que le acarrearn, ineludiblemente, las alegras y los dolores, las facilidades y los obstculos del camino. Cuanta ms amplitud tengamos en nuestros conocimientos, ms responsabilidad tendremos en nuestras acciones. A travs de nuestros pensamientos, palabras y actos, que fluyen invariablemente del corazn, gastamos y transformamos constantemente las energas del Seor, en nuestro viaje evolutivo, en los sectores de la experiencia y, del grado de perfeccin de nuestras intenciones y aplicaciones en los sentimientos y en las prcticas de la marcha, la vida organiza, en nosotros mismos, nuestra cuenta agradable o desagradable ante las leyes del destino. Llegados a ese punto de la valiosa aclaracin, Hilario pregunt con humildad:
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Amado instructor, en vista de la gravedad que la leccin reviste para nosotros, Qu debemos entender por el bien y el mal? Sanzio hizo un gesto de tolerancia bondadosa, y replic: evitemos la inmersin en los laberintos de la filosofa, no obstante el respeto que la filosofa nos merece, ya que no nos hallamos en una reunin destinada a la esgrima de la palabra. Busquemos, ante todo, simplificar. Es fcil conocer el bien, cuando nuestro corazn se nutre de buena voluntad frente a la Ley. El bien, amigo mo, es el progreso y la felicidad, la seguridad y la justicia para todos nuestros semejantes y para todas las criaturas de nuestra ruta, a las que debemos las conveniencias de nuestro exclusivismo, sin limitacin alguna por parte de ordenaciones puramente humanas que nos colocaran en falsa posicin de servicio, por actuar de afuera hacia adentro, generando la indisciplina y la rebelda muchas veces en nuestro cosmos interior, para perjuicio nuestro. El bien, ser, por tanto, nuestra decidida cooperacin con la Ley, a favor de todos, aunque ello nos cueste la renuncia ms completa, ya que no ignoramos que, ayudando a la Ley del Seor y actuando de conformidad con ella, seremos por ella ayudados y sostenidos en el campo de los valores imperecederos. El mal, ser siempre representado por aquella triste evocacin del bien nicamente para nosotros mismos, expresndose a travs del egosmo y de la vanidad, en la insensatez y en el orgullo que sealan nuestra permanencia en las lneas inferiores del espritu. Despus de una breve pausa, el Ministro agreg: En nuestro Seor Jesucristo, poseemos el paradigma del eterno bien sobre la Tierra. Habindolo dado todo de s en beneficio de los otros, no dud en aceptar el supremo sacrificio para ayudar a todos, para que el bien de todos prevaleciese, aunque para l, en particular, se reservase la incomprensin y el sufrimiento, la flagelacin y la muerte. En vista de la pausa espontnea que se hizo, hambriento de luz, dije: Generoso amigo, podramos preguntarle, de algn modo, sobre las seales krmicas que traemos en nosotros mismos? Sanzio reflexion por algunos momentos, y explic: Es muy difcil penetrar el sentido de las leyes divinas, con los recursos limitados de la palabra humana. Aun as, lo intentaremos, de la forma ms sencilla posible. A pesar de la inexactitud, compararemos el plano fsico con el reino vegetal. Cada planta produce en su poca propia, segn la especie a que se ajusta, y cada alma establece para s misma las circunstancias felices o infelices en que se encuentra, de acuerdo con las acciones que practica a travs de sus sentimientos, de sus ideas y decisiones en la peregrinacin evolutiva. La planta, en su comienzo, yace encerrada en el embrin, y el destino, al principio de cada nueva existencia, est guardado en la mente. Con el tiempo, la planta germina, se desarrolla, florece y fructifica, y, tambin con el tiempo, el alma se desarrolla al sol de la eternidad, Crece en conocimiento y fructifica en amor y sabidura. La planta, por tanto, es una crislida de conciencia, que duerme durante largos milenios, rgidamente prendida a los principios de la gentica vulgar que le impone los caracteres de los antepasados, y el alma humana, es una conciencia formada, retratando en s las leyes que gobiernan la vida y, por ello, dispone ya, hasta cierto punto, de facultades con las cuales influir en la gentica, modificando su estruc-
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tura, porque la conciencia responsable hereda siempre de s misma, ajustada a las conciencias que le son afines. Nuestra mente guarda en s misma, en germen, los acontecimientos agradables o desagradables que le sorprendern en el porvenir, as como la semilla minscula encierra, potencialmente, la planta productiva en que se transformar en el futuro. A esa altura, Hilario, inquieto, pregunt: No tendremos, en ese postulado, la consagracin del determinismo de orden absoluto? Si traemos hoy, en el campo mental, todo aquello que nos suceder maana... Sanzio le interrumpi, para aclarar complaciente: S, en las esferas primarias de la evolucin, el determinismo puede ser considerado irresistible. Es el mineral obedeciendo a las leyes invariables de cohesin, y el vegetal, respondiendo con fidelidad a los principios organognicos 6; pero, en la conciencia humana, la razn y la voluntad, el conocimiento y el discernimiento, entran en funcin en las fuerzas del destino, confiriendo al espritu las responsabilidades naturales que debe poseer sobre s mismo. Por tanto, aunque nos reconozcamos subordinados a los efectos de nuestras propias acciones, no podemos ignorar que el comportamiento de cada uno de nosotros, dentro de ese determinismo relativo, resultante de nuestra propia conducta, puede significar liberacin abreviada o cautiverio mayor, perjuicio o mejora en nuestra condicin de almas endeudadas ante la Ley. Pero, aun en las peores posiciones expiatorias, pregunt disfruta la conciencia de los derechos inherentes al libre albedro? Cmo no dijo el Ministro, con generosidad imaginemos un delincuente monstruoso, internado en la crcel. Acusado de varios crmenes, permanece privado de toda libertad. An as, en la hiptesis de que aproveche el tiempo en la crcel sirviendo espontneamente el orden y el bienestar de las autoridades y de los compaeros, acatando con humildad y respeto las disposiciones de la ley que corrige, (actitud que resulta de su libre albedro para ayudarse o perjudicarse a s mismo), al poco tiempo, ese prisionero, comenzar por atraer la simpata de los que le rodean, avanzando con seguridad en la recuperacin de s mismo. El razonamiento era claro, pero, no deseando perder el hilo de la sencilla leccin, dije: Venerable bienhechor, para nuestra superacin, Podra darnos ms amplias indicaciones sobre la mejor manera de colaborar con la Ley Divina, en nuestro propio favor? Disponemos de algn medio para eludir la justicia? Sanzio sonri, y observ: De la justicia, nadie podr huir, porque nuestra conciencia, despertando en el camino de la santidad de la vida, aspira a rescatar dignamente todos los dbitos contrados ante la bondad de Dios, no obstante, el amor infinito del Padre celestial, brilla en todos los procesos de reajuste. As es que, si claudicamos en esa o en aquella expeLa organognesis es el conjunto de cambios que permiten que las capas embrionarias, se transformen en los diferentes rganos que conforman un organismo (nota del traductor).
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riencia indispensable para la conquista de la luz que el supremo Seor nos reserva, es necesario que nos adaptemos a la justa recapitulacin de las experiencias frustradas, utilizando el patrimonio del tiempo. Figurmonos un hombre acobardado ante la lucha, cometiendo suicidio a los cuarenta aos de edad en el cuerpo fsico. Ese hombre penetra en el mundo espiritual sufriendo las consecuencias inmediatas de su gesto infeliz, sufriendo por tiempo ms o menos largo, de acuerdo con los atenuantes o agravantes de su desercin, para recomponer las clulas de su periespritu y, oportunamente, cuando regresa para merecer el premio de un nuevo cuerpo carnal en el plano fsico, entre las pruebas que repetir, se incluye, naturalmente, la de la extrema tentacin de suicidio, en la edad precisa en que anteriormente cedi a l, porque las imgenes destructivas que archiv en su mente, se desarrollarn ante l, a travs del fenmeno que podramos llamar circunstancias reflejas, dando oportunidad a recnditos desequilibrios emocionales que le situarn, lgicamente, en contacto con las fuerzas desequilibradas que se ajustan a su temporal modo de ser. Si ese hombre no ha atesorado recursos educativos y renovadores en s mismo, por la prctica de la fraternidad y del estudio, para poder superar la crisis inevitable, muy difcilmente escapar al suicidio nuevamente, porque las tentaciones, a pesar de estar reforzadas externamente a nosotros, comienzan en nosotros y se alimentan de nosotros mismos. La aclaracin era valiosa y, por esa razn, con la curiosidad respetuosa del alumno que se halla interesado en aprender, pregunt: Qu debe hacer la criatura, debidamente, para rescatar el precio de su liberacin? Sanzio no se dio por sorprendido, y replic rpidamente: como cualquier deudor que, de hecho, se empee en la solucin de sus compromisos. El hombre sumamente endeudado, necesita aceptar las restricciones de su comodidad para pagar sus deudas a expensas de sus propios recursos. Por tanto, no puede vivir holgadamente, y s con abstinencia y con sudor, con el fin de poder liberarse lo antes posible El gran orientador hizo una pausa momentnea como para reflexionar, y continu: Volvamos al smbolo de la planta. Imaginemos que una semilla de naranja cae en terreno pobre y seco. Segn las leyes que rigen las actividades agrcolas, germinar bajo muchos obstculos, transformndose en un arbusto raqutico, con lamentable produccin a su debido tiempo. Pero, si el labrador le cuida acudiendo a sus necesidades ms exigentes desde el inicio de la lucha, ofrecindole abono y defensa, as como ayudndola con la poda saludable en el momento oportuno, la planta de naranja atender brillantemente su propio destino... Semejantes cuidados, no obstante, deben ser puestos en accin en su justa hora, es decir, cuando en la Tierra se halla el alma y, tanto como sea posible, comenzar esa restauracin en los mejores tiempos de la jornada fsica... Hilario, que segua aquella interesante exposicin, fascinado como yo por la lgica de aquellas palabras sencillas pero sabias, pregunt: Y, qu hacer cuando la criatura no puede contar, en la infancia o en la juventud, con preceptores dados al bien, capaces de actuar como labradores diligentes, al lado de aquellos que comienzan de nuevo la lucha humana? Sin duda dijo el Ministro la niez y la juventud, son las pocas ms adecuadas para la construccin de la fortaleza moral con que el alma encarnada debe tejer gra-
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dualmente la corona de la victoria que le corresponde alcanzar. Pero es necesario comprender que, en el espritu consciente, la voluntad simboliza el labrador a que nos hemos referido, y el abono, la irrigacin y la poda, constituyen el servicio incesante a que debe consagrarse nuestra voluntad, en la reconstruccin de nuestros destinos. Por eso, todo minuto de la vida es importante para renovar y redimir, perfeccionar y purificar. Debemos comprender que la tempestad, como smbolo de crisis, surgir para todos en determinado momento, pero el que tenga un refugio, superar los peligros con sorprendente valor. La explicacin alcanzaba nuestras mentes de igual modo que el rayo de sol penetra en un recinto oscuro. Mi compaero volvi a considerar: Accin por accin, tenemos igualmente mucho trabajo despus de la muerte del cuerpo carnal. Del mismo modo que cometemos faltas en la carne, para sufrir muchas veces sus consecuencias aqu, an en la Tierra, es natural que por nuestras acciones deplorables, cometidas aqu, tengamos que padecer en la carne? Perfectamente confirm Sanzio bondadosamente Nuestras manifestaciones contrarias a la ley divina, que es, invariablemente, el bien de todos, son corregidas en cualquier parte. Por tanto, hay expiaciones en el Cielo y en la Tierra. Muchos desencarnados que se envuelven en desarreglos pasionales que rayan en el crimen, sobre todo en los procesos de obsesin, a pesar de ser advertidos por su propia conciencia y por los avisos respetables de instructores benvolos, crean para s mismos pesadas y aflictivas cuentas con la vida, cuyo rescate ms tarde les reclama lucha y sacrificio por largo tiempo. Adems, con relacin al tema, es justo recordar que nuestro esfuerzo de autorreajuste en la vida espiritual antes de alcanzar la reencarnacin, en la mayora de las circunstancias nos ayuda mucho, garantizndonos una infancia y una juventud repletas de esperanza y de tranquilidad, as como en las recapitulaciones de la madurez, con excepcin hecha, naturalmente, de los problemas de dura e inmediata expiacin, en los que el alma es obligada a sufrir duros padecimientos (muchas veces desde el vientre materno), tales como los desengaos, achaques, humillaciones y dolores de la vejez o de larga enfermedad, antes de desencarnar. Esos dolores, angustias y sufrimientos diversos, suavizan nuestra condicin de espritus endeudados, permitindonos una bendita tregua en los primeros tiempos de la vida espiritual, despus de la peregrinacin llevada en el plano fsico. La mayora de las personas encarnadas en el mundo, al alcanzar la vejez, generalmente dedican las ltimas fases de la existencia, a la ponderacin y a la meditacin, a la serenidad y a la dulzura. Las mentes infantiles, incluso en la senectud de las fuerzas genuinamente materiales, continan siendo livianas e irresponsables, pero los corazones maduros en el conocimiento, se valen, por intuicin natural, de la vejez o del dolor, para razonar con ms seguridad, ya sea consagrndose a la fe en los templos religiosos, con lo que se aseguran a s mismos un ms amplo equilibrio ntimo, o bien dedicndose a la caridad, con lo que borran de la memoria los recuerdos menos agradables y deseables, preparando as, con loable acierto y admirable sabidura, el irrevocable paso a la vida mayor. Deduje, por la mirada de Druso, que nuestra entrevista estaba prxima a terminar.
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Hice todava una pregunta ms: ministro amigo, sabiendo que hay vidas que por su naturaleza y extensin, exigen de nosotros varias existencias en la Tierra, para alcanzar el correspondiente rescate, cmo apreciarlas desde el punto de vista de la memoria? Siento, por ejemplo, que tengo en la retaguardia inmensas deudas que pagar, de las cuales no me acuerdo ahora... S, s... explic l la cuestin es el tiempo. A medida que nos demoramos aqu en el periespritu, en el fiel cumplimiento de nuestras obligaciones para con la Ley, ms se nos dilata el poder mnemnico. Avanzando en lucidez, abarcamos ms amplios dominios de la memoria. As es que, despus de largos aos de servicio en las zonas espirituales de la Tierra, entramos espontneamente en un sector de recuerdos poco felices, identificando nuevas extensiones de nuestro karma o de nuestra cuenta y, aunque debamos estar reconocidos a la benevolencia de instructores y amigos que perdonan nuestro pasado poco digno, jams condescendemos con nuestras propias debilidades y, por eso, nos vemos impelidos a solicitar de las autoridades superiores, nuevas reencarnaciones difciles y provechosas, que nos reeduquen o nos aproximen a la redencin necesaria. Comprendieron? S. Habamos comprendido. Sanzio mir al Director de la casa, como dicindole que el horario haba llegado a su fin, y Druso record, con gentileza, que no debamos retener al instructor atento y complaciente. Agradecimos con humildad las lecciones recibidas, mientras el ministro regresaba a la cmara brillante, en la que la neblina se hizo ms densa, diluyndose aquella figura venerable, a nuestros ojos. A los pocos minutos, el ambiente volvi a tomar sus caractersticas habituales, y la palabra conmovedora de Druso, en oracin, cerr aquella inolvidable reunin.
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VIII PREPARATIVOS PARA EL REGRESO El estudio, en la Mansin, era fascinante, pero reclamaba tiempo. No obstante, la oportunidad que nos ofrecan era de las ms valiosas. Hilario y yo solicitamos el consentimiento de las autoridades pertinentes y efectuamos una provechosa accin de servicios, permaneciendo en el instituto por algunos meses, para recoger enseanzas y fijar observaciones. Nos dispusimos a participar con Silas en el proceso Antonio Olimpio, a cuya fase inicial habamos asistido con fervoroso inters. A los seis das de haber tenido la reunin en la que habamos escuchado la palabra del ministro Sanzio, la hermana Alzira vino al establecimiento, de acuerdo al programa que Druso haba trazado para las tareas correspondientes a aquel proceso. En nombre del director de la casa, Silas la recibi en nuestra compaa, comentando que atenderamos el problema juntos, actuando en cooperacin. La noble criatura, despus de los saludos usuales, nos aclar que, amparada por los amigos de una Colonia de socorro, haca lo posible por ayudar al hijo que haba dejado en la Tierra. Alzira nos dijo que Luis, cuyo espritu tena afinidad con los antiguos sentimientos paternos, apegndose a las ganancias materiales exageradas sufra una tremenda obsesin en su propio hogar. Bajo pertinaz vigilancia de los tos desencarnados, que favorecan sus sentimientos mezquinos, retena una inmensa fortuna sin aplicarla en cosa alguna. Se haba enamorado del oro con extrema voluptuosidad. Someta a la esposa y a los hijos a las ms duras necesidades, receloso de perder la herencia que se esforzaba en defender y multiplicar. Clarindo y Leonel, no satisfechos con maltratar su mente, llevaban a la hacienda usureros y tiranos rurales desencarnados, cuyos pensamientos todava se envolvan en las ansias de riqueza terrestre, para que incrementasen su avaricia. De ese modo, Luis respiraba en un mundo de imgenes extraas, en las que el dinero era el tema constante. Por eso, haba perdido el contacto con la dignidad social. Se haba convertido en enemigo de la educacin y crea solamente en el poder del cofre lleno, para solucionar los problemas y las dificultades de la vida. Haba adquirido el enfermizo temor a todas las situaciones en que pudiesen surgir gastos inesperados. Posea grandes sumas en los bancos, que su propia compaera ignoraba, a la vez que mantena en el hogar la custodia de enormes bienes. Hua deliberadamente a la convivencia afectiva, abandonaba su aspecto personal, y se encerraba en un deplorable aislamiento, obcecado por la pesadilla del oro, que consuma su existencia. Asimismo, intentando orientar nuestras futuras actividades, nos particip que el ahogamiento de los cuados haba tenido lugar en sus tiempos de recin casada, cuando su hijito empezaba a dar sus primeros pasos y que, despus de seis aos de haber sucedido la dolorosa tragedia, ella misma haba perecido en igual forma, en el terrible
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lago. Antonio Olimpio le haba sobrevivido quince aos en la esfera carnal, y despus, llevaba padeciendo veinte aos en las zonas tenebrosas. Por tanto, su hijo Luis haba cumplido ya los cuarenta aos. Silas pregunt sobre sus intentos de socorro al marido desencarnado y Alzira aclar que eso le haba sido realmente imposible, porque las vctimas se haban transformado en feroces carceleros del infeliz delincuente, y como hasta entonces no haba conseguido ampararse en ningn equipo de labor asistencial, los verdugos no le haban permitido aproximacin alguna. Aun as, en ocasiones fortuitas, poda prestar algn amparo al hijo, a la nuera y a los dos nietos, pero que se le haca extremadamente difcil, ya que los obsesores velaban contnuamente, contrarrestando sus buenas influencias. En vista de la pausa espontnea que se hizo en nuestra conversacin, en una prueba de conmovedora humildad, consult a Silas si la Mansin podra facilitarle una visita al esposo, antes de realizar el viaje en busca del hijo, de acuerdo con las tareas programadas. El asistente asinti con el mayor cario, y la guiamos, nosotros tres, hasta el compartimiento en que Antonio Olimpo reposaba. Acercndose al lecho, y al verle todava postrado e inconsciente, not que el semblante de la noble seora, acusaba una visible alteracin. Las lgrimas brotaban, incontenibles, de sus ojos turbados por inmenso dolor. Le acarici la cabeza en la que sus rasgos, a mi ver, se reajustaban poco a poco, y le llam varas veces por su nombre. El enfermo abri los ojos, mirndonos sin expresin alguna de lucidez y pronunciando monoslabos incoherentes. Observando su ruina mental, Alzira pidi a Silas permiso para orar en nuestra compaa, a lo que el asistente asinti con mucho gusto. Ante nuestra sorpresa, Alzira se arrodill a la cabecera, apret al enfermo contra su pecho, a la manera de una abnegada madre procurando conservar entre sus brazos al hijito enfermo y, levantando sus ojos cuajados de lgrimas hacia lo alto, clam con humildad, de acuerdo con su fe: Madre santsima! ngel tutelar de los nufragos de la Tierra, compadcete de nosotros y extindenos tus manos dulces y puras!... Reconozco, Seora, que nadie te dirige intilmente la palabra de afliccin y de dolor... Sabemos que tu corazn compasivo es luz para los que se pierden en las sombras del crimen, y amor para todos los que se sumergen en los abismos del odio... Perdonaste a aqullos que aniquilaron al Hijo divino en los tormentos de la cruz y, adems de la paciencia con que soportaste los insultos, viniste todava del cielo, ofrecindoles tus brazos protectores. Madre Bondadosa, t que levantas a los cados de tantas generaciones terrestres y sanas piadosamente las heridas de cuantos se petrificaron en la crueldad, lanza una cariosa mirada sobre nosotros, sobre mi esposo y sobre m, atados a las consecuencias del doble homicidio, que hacen sangrar nuestros corazones. l y yo estamos envueltos en las redes de nuestro delito. Aunque yo no estaba en las fatdicas aguas,
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mientras nuestros hermanos experimentaban la mortal asfixia, me considero partcipe de sus responsabilidades y me considero asociada al crimen... Mi esposo, Madre del Cielo, seguramente tena su corazn envuelto en una pesada nube, cuando se alucin en el hecho que hiri nuestras conciencias... Para los otros, podr haber sido un impenitente que se apropi de los bienes ajenos, infligiendo la muerte a sus propios hermanos pero no para m y para nuestro hijo, que recibimos de l los mayores testimonios de amor... Para los otros, ser un reo, ante la ley. Pero, para nosotros, es el compaero y el amigo fiel... Para los otros parecer un egosta sin derecho a remisin alguna, pero, para nosotros, es el bienhechor que nos atendi en la Tierra, con inmensa ternura... Cmo no ser egosta y criminal, tambin yo, Madre querida si disfrut sus bienes y me aliment del cario de su corazn? Cmo no ser igualmente responsable en la culpa, si toda su culpa se desprenda del propsito, aunque fuese una locura, de asegurar mi superioridad en mi doble condicin de mujer y de madre?... S la abogada de nuestra causa, Mediadora celeste! Haz que regresemos juntos a la carne en que hemos delinquido, para que podamos expiar nuestros errores!... Concdeme la gracia de seguirle, como una servidora contenta y agradecida, unida a quien debo tanta felicidad!... Renenos nuevamente en el mundo, y auxlianos para que podamos devolver con lealtad y con valor aquello que hemos robado. No permitas, ngel divino, que deseemos soar con el Cielo, sin antes rescatar nuestras cuentas en la Tierra, aydanos para que aceptemos, dignamente, el dolor que reconstruye y salva!... Madre, no nos abandones! Estrella de nuestras vidas, arrncanos de la oscuridad del valle de la muerte!... Delante de nosotros, lo inesperado nos impela al xtasis. Mientras hablaba, inundada de lgrimas, Alzira se haba coronado de un esplendor azulado. La dulce claridad que irradiaba de su corazn, inundaba todo el aposento y, cuando su voz enmudeci, embargada y anhelante, un excelso chorro de luz plateada descendi de lo alto, alcanzndonos a todos y en especial al enfermo, que, al ser alcanzado por ella, lanz un largo gemido de dolor humano consciente. La oracin de Alzira lograba un xito que las operaciones magnticas de Druso no haban conseguido alcanzar. Antonio Olimpio abri desmesuradamente los prpados y mostr en la mirada la lucidez de los que despiertan de un largo y torturador sueo... Se agit sintiendo en su rostro las lgrimas de la esposa que lo besaba enternecida, y grit presa de salvaje alegra: Alzira! Alzira!... Ella le acogi contra su pecho, con gran ternura, como si quisiera pacificar su espritu atormentado, pero, a una seal de Silas, dos enfermeros se aproximaron restituyndole al sueo.
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Intent decir algo a aquella sublime mujer, cuya oracin nos haba elevado a tan culminante emotividad, pero no lo consegu. Solamente aquellos que han viajado por muchos aos bajo la niebla de la nostalgia y de la angustia, podrn comprender la emocin que en aquella hora nos domin irresistiblemente. Procur observar el semblante de Hilario, pero mi compaero sumerga su cabeza en las manos y, mirando al valeroso asistente, not que Silas trataba de enjugar sus lgrimas... Me consol. Los grandes corazones de aquella casa de amor, lloraban igualmente como el mo, msero pecador, en lucha para curar mis defectos y, contemplando a Alzira, que se hallaba ahora de pie, acariciando los cabellos del infeliz, tuve la idea de que un ngel del cielo visitaba a un penitente del infierno. Fue Silas quien nos arranc del silencio, ofreciendo el brazo a la abnegada hermana, conducindole a la salida y explicando servicial: La oracin le proporcion un inmenso bien, pero no le conviene despertar sino gradualmente. Todava necesita el sueo natural y reparador para su recuperacin. Alzira se apart aparentemente ms tranquila, no obstante el golpe moral que le haba causado el reencuentro. Disfrutamos de algunos minutos de valiosa conversacin en los diversos sectores de trabajo de aquel gran Instituto, hasta que, llegado el momento, nos ausentamos los cuatro, en camino hacia el antiguo hogar de nuestra hermana. El paisaje terrestre se presentaba, en la madrugada, lleno de niebla espesa y fra. De vuelta a los viejos lugares en que haba sufrido sus dolorosas experiencias, Alzira no poda disfrazar la emocin que senta. Ligeramente amparada por el brazo de Silas, sealaba, aqu y all, ese o aqul trecho de los caminos y de los terrenos de pastoreo, que evocaban en ella expresivos recuerdos... De repente, se present a nuestra vista, en una estrecha planicie, el casero en que se haba desarrollado aquel funesto drama. El lugar era una slida construccin en franca decadencia. Sus extensos patios laterales, mostraban grandes jardines arruinados por las pisadas constantes de los bovinos de gran tamao. Puertas destruidas, cercas derruidas y barandas inmundas, hablaban, sin palabras, de la desidia de sus moradores. Algunas entidades espirituales extraas, envueltas en largos velos de sombra, transitaban, absortas, por aquellos amplios lugares, como si ignorasen la presencia unas de otras. Con visible recelo de poder ser oda, la esposa de Olimpio nos dijo en voz baja: Son usureros desencarnados, trados subrepticiamente hasta aqu por Leonel y Clarindo, para que aumenten el sentido de la usura en el espritu de mi hijo. No nos pueden ver? pregunt Hilario comprensiblemente intrigado.
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No confirm Silas podran identificar nuestra llegada, pero, por lo que deduzco, se encuentran demasiado absortos en las ideas que les unen. No se preocupan con nuestra presencia, ya que no penetramos en su esfera mental, comulgando con sus intereses. Eso quiere decir coment que si les hablsemos algo con referencia a la fortuna terrena, excitando su gusto de posesin humana, indiscutiblemente nos prestaran la mayor atencin... Exactamente. Y, por qu no hacerlo? inquiri mi compaero con curiosidad. No sera lcito que desperdiciramos nuestro tiempo contest nuestro amigo mxime porque tenemos a la vista el trabajo que debemos realizar, e ignoramos, hasta ahora, cmo se desarrollarn nuestras tareas. En efecto, entramos, y el movimiento en el interior de la casa, era para pasmar a cualquiera. Desencarnados de horrible aspecto iban y venan a travs de los extensos pasillos conversando, alocados, como si estuviesen hablando consigo mismos. Intent comprender algo de lo que me era posible or, y observ que el oro constitua el asunto principal de todos los pensamientos sostenidos sin nexo alguno. Como si le fuera posible percibir con ms profunda exactitud las tramas del ambiente, Silas se par sbitamente y, dejndonos a los tres en una esquina apartada de la vieja sala, nos recomend que espersemos su retorno, con cautela. Pretenda estudiar, anticipadamente, nuestro ambiente de servicio. Transcurridos algunos minutos, volvi a buscarnos. Condujo a la hermana Alzira al aposento en que Adelia, la duea de la casa, reposaba junto a sus hijitos, explicndonos que no era conveniente que Alzira se encontrase inmediatamente con los hermanos transformados en verdugos, y la dejamos all bajo la custodia de Hilario que, evidentemente disgustado, acept no seguir con nosotros, por tener que atender a los imperativos de la vigilancia. Una vez a solas conmigo, el Asistente aclar que, para prestar provechosamente la ayuda, necesitaramos, ante todo, saber or, y que, por tanto, procurase por mi parte, no estorbar sus actividades en el caso de que me sintiera asaltado por cualquier cosa extraa, ante las actitudes que l se viera obligado a asumir. Comprend lo que quera decir Silas, y me dispuse a observar, aprender y contribuir. Penetramos en una estrecha habitacin, en el que alguien contemplaba grandes sumas de billetes, acaricindoles con maliciosa sonrisa. En su propsito de tenerme bien informado, el asistente me susurr al odo: Este es Luis, que desligado del cuerpo por, la influencia del sueo, viene a acariciar el dinero que sustenta sus pasiones. Enfrente de nosotros se hallaba un hombre maduro pero de aspecto todava joven, cuyos ojos, fijos sobre aquellos fajos de billetes, expresaban su codicia victoriosa. Dirigi apresuradamente la vista en su derredor, con la indiferencia de quien no consigue vernos, y, despus de un minuto de observacin, como si estuviera vigilado
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por cerebros invisibles, penetraron en el pequeo recinto dos desencarnados que, se dirigieron con malos modos a nosotros. Uno de ellos pregunt: Quines son? Quines son ustedes? Somos amigos replic Silas, maquinalmente. Bien manifest el otro en esta casa solamente ingresan aqullos que sepan valorar el dinero... Y sealando a Luis, aadi: Para que l no se olvide de preservar la fortuna de nuestra casa. Intuitivamente, consider que nos encarbamos a Leonel y Clarindo, los hermanos expoliados en otro tiempo. Como si les debisemos alguna aclaracin, ante la expectativa feroz con que seguan nuestros ms mnimos movimientos, Silas dijo: S, s... quin no valorar la fortuna que les pertenece? Muy bien! Muy bien!... respondieron satisfechos ambos perseguidores, restregndose las manos, con la alegra de quien, supuestamente, encontraba ms combustible para la hoguera de la venganza a la que se entregaban con desvaro espantoso. Y, confiando en nosotros, ante las palabras con que el asistente haba sosegado su inquietud, Clarindo, el ms animalizado de los dos, dijo: Fuimos vctimas de una terrible traicin y perdimos nuestros cuerpos bajo la accin de un infeliz hermano que nos rob nuestros bienes, y estamos aqu para el justo desquite. Ri a carcajadas de una extraa manera, y continu: El maldito crey que la muerte apagara su crimen, y que nosotros, los desventurados que sucumbimos a sus manos, estaramos reducidos a polvo y cenizas. Se apoder de nuestros bienes despus de provocar un accidente espectacular en el que fuimos asesinados por l sin compasin. De qu le vali, no obstante, gozar a nuestra cuenta si la muerte no existe y los delincuentes, en el cuerpo o fuera de l, estn encadenados a las consecuencias de sus acciones? El bandido sufrir los resultados de la infamia que cometi contra nosotros. Aqu est su hijo, del que controlaremos sus menores movimientos, hasta que nos devuelva la fortuna de la que somos legtimos dueos... Por algn tiempo, ambos utilizaron un gran repertorio de lamentos, haciendo resaltar los colores del siniestro panel mental en que se ensimismaban. Y, tal vez cansados de redundar en la misma idea sin respuesta alguna por nuestra parte, hicieron una demorada pausa, que Clarindo rompi dirigindose al asistente en tono amargo: No creen ustedes que tenemos razn? S aprob Silas enigmtico pero todos tenemos razn, no obstante. No obstante? ataj Leonel con cinismo Quizs quiere interferir en nuestros propsitos? Nada de eso contest mi amigo con expresin jovial simplemente deseo recordar que tuve que luchar excesivamente por el dinero, creyendo que tena toda la razn...
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Seguro de que su observacin interesaba a los interlocutores, el jefe de nuestra expedicin se vali de la natural expectativa y pregunt: Amigos, vemos que esta casa permanece poblada de hermanos nuestros enloquecidos... Todos ellos son acreedores de esta infortunada familia? La mirada inteligente que el compaero me dirigi, me hizo percibir que la pregunta afectuosa tena por objeto despertar la confianza de los dos vengadores. Leonel, que me pareca el cerebro de la delictiva empresa, respondi con rapidez: Es que, hasta ahora dijo impasible necesitbamos dividir el tiempo entre el padre y el hijo, y, por tanto, localizamos aqu, temporalmente, los usureros enloquecidos que, fuera del cuerpo fsico, siguen manteniendo, sus mentes en el oro y los bienes a los que se aficionaron en el mundo, para que nos favorezcan en nuestras tareas. La avaricia que responde a nuestro propsito, les obliga a vivir en lo posible, con la imaginacin aferrada al dinero que ellos aman con alocada pasin. No obstante, actualmente inform Clarindo con tristeza el criminal que sitibamos en las tinieblas, fue arrebatado a nuestra vigilancia. Por tanto, dispondremos de ms tiempo para acelerar nuestra venganza. El hijo pagar doble precio, ya que el asesino fue ocultado a nuestros ojos... Lejos de precipitarse en la defensa de la verdad y del bien, el Asistente dijo con calma: La aclaracin nos hace creer que este hombre y design a Luis, que prosegua fascinado por los paquetes de dinero que abarrotaban el armario adems de su apego enfermizo a la riqueza humana, sufre la presin de otras mentes, alucinadas como l, por los engaos de la posesin material. Por eso, su deseo enfermizo, se eleva a niveles mximos... Leonel, percibiendo que Silas penetraba en lo ntimo del problema con sorprendente facilidad, explic entusiasmado: S. Hemos aprendido en las escuelas vengadoras 7, que todos poseemos, adems de los deseos inmediatos comunes, en cualquier fase de la vida, un deseo central, o tema bsico de los intereses ms ntimos. Por tanto, adems de los pensamientos vulgares que aprisionan nuestra experiencia rutinaria, emitimos con ms frecuencia los pensamientos que nacen del deseo central que nos caracteriza, pensamientos esos que pasan a constituir el reflejo dominante de nuestra personalidad. De ese modo, es fcil conocer la naturaleza de cualquier persona, en cualquier plano, a travs de las ocupaciones y posiciones en que prefiera vivir. La crueldad es el reflejo del criminal, la avaricia es el reflejo del usurero, la maledicencia es el reflejo de la calumnia, el escarnio es el reflejo del irnico y la irritacin es el reflejo del desequilibrado, siendo del mismo modo que la moral es el reflejo del santo... Una vez conocido el reflejo de la criatura que deseamos cambiar o castigar, es muy fcil sobrealimentarle con excitaciones constantes, robusteciendo sus impulsos y las escenas ya existentes en su imaginacin, y creando otros que se les superponen, alimentando, de esa forma, su fijacin mental. Con ese objetivo, basta con poco esfuerzo para situar, en la convivencia de la
La entidad se refiere a organizaciones mantenidas por inteligencias criminales, temporalmente situadas en los planos inferiores (nota del autor espiritual).
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criatura que queremos asediar, otras entidades que se adapten a su modo de sentir y de ser, siempre cuando no podamos, por nosotros mismos, por falta de tiempo, crear las imgenes que deseamos para los fines perseguidos, por intermedio de la hipnosis. A travs de esos procesos, creamos y mantenemos fcilmente el delirio psquico o la obsesin, que no pasan de ser un estado anormal de la mente, subyugada por el exceso de sus propias creaciones, presionando el campo sensorial, infinitamente aumentadas por la influencia directa o indirecta de otras mentes, desencarnadas o no, atradas por su propio reflejo. Y, sonriendo, el inteligente perseguidor, dijo con el mayor sarcasmo: Cada uno es tentado exteriormente, por la tentacin que alimenta dentro de s mismo. Yo me hallaba perplejo. Nunca haba escuchado un verdugo, aparentemente vulgar, con tanto conocimiento y conciencia de su papel. Crea estar asistiendo a un curso rpido de sadismo mental, extravagante y fro. Silas, ms entrenado que yo en el trato con entidades de esa condicin, no revel sentimiento alguno de pesar o de asombro, en su rostro. Sin embargo, mostrando gran inters por aquella exposicin, coment: Indiscutiblemente, lo expuesto es perfecto. Cada uno de nosotros vive y respira en los reflejos mentales de s mismo, atrayendo las influencias felices o desgraciadas que nos mantienen en la situacin que buscamos... El cielo o los planos superiores, estn constituidos por los reflejos de los espritus santificados, mientras que el infierno... Es el reflejo de nosotros mismos complet Leonel con una carcajada. Creo que, observando mi gran inters en todo lo que pudiese constituir una enseanza para m, el asistente pidi al hermano de Clarindo, que nos expusiera alguna demostracin prctica de lo que afirmaba tericamente, para nuestro estudio, a lo que l asinti con placer, informndonos: El avaro que tenemos delante, tiene el propsito de comprar o usurpar una finca vecina, a cualquier precio, aun llegando a cualquier transaccin criminal, con el fin de revalorizar el suministro de agua de la propiedad que nos pertenece. Tratndose de un asunto que es tema principal en su existencia, es decir, la avaricia, fcilmente recoger las imgenes que yo desee transmitirle utilizando su propia onda mental, en la que sus propias ideas se expresan habitualmente... Y pasando de las palabras a la accin, coloc su diestra sobre la frente de Luis, mantenindose en profunda atencin, como el hipnotizador que quiere gobernar a su presa. Vimos al pobre amigo, desligado del cuerpo fsico, abrir sus ojos con el ansia de aqul que contempla un plato sabroso a distancia, y con cara de maldad satisfecha, hablar para consigo mismo: Ahora! Ahora! Las tierras sern mas! Nadie competir con mis precios! Nadie!... Despus, se apart rpidamente, con una expresin indefinible de locura.
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Le acompaamos hasta la salida y, desde el balcn, pudimos verle avanzando deprisa, desapareciendo entre la gran arboleda prxima, en direccin a la hacienda vecina. Vieron? exclam Leonel, contento. Transmit a su cuadro mental una escena fantstica, donde las tierras del vecino estaran en subasta, yendo a parar a sus manos. Bast con que yo mentalizase una figura en ese sentido, idealizando el sitio a poner en venta, para que l lo tomase por una realidad indiscutible, ya que, tratndose de nuestro reflejo fundamental, nos vemos inducidos a creer en aquello que deseamos que suceda... tan pronto como termine el flujo controlado de mi influencia hipntica, regresar a su cuerpo carnal, relamindose, en la seguridad de haber soado con la adquisicin de la granja que pretende poseer. Silas, intencionadamente, dijo: Ah! S!... Nos hallamos ante un proceso de transmisin de imgenes, hasta cierto punto anlogas a los principios dominantes en la televisin, en el reino de la electrnica en el plano terrestre. Sabemos que cada uno de nosotros es un generador de vida, con cualidades especficas de emisor y de receptor. El campo mental del hipnotizador, que crea en el mundo de su propia imaginacin las formas-pensamiento que desea exteriorizar, es algo semejante a la cmara de imagen del transmisor comn, del mismo modo que ese dispositivo es idntico, en sus valores, a la cmara oscura de la mquina fotogrfica. Plasmando la imagen de la que se propone extraer el mejor efecto, la arroja sobre el campo mental del hipnotizado que, entonces, se comporta como un mosaico en televisin 8, o en forma de pelcula sensible en la fotografa. No imaginamos que en la transmisin de imgenes a distancia, el mosaico, recibiendo las escenas que la cmara est explorando, acta como un espejo sensibilizado, convirtiendo los trazos luminosos en impulsos elctricos, y envindoles sobre el aparato de recepcin que los recibe, a travs de antenas especiales, reconstituyendo con ellos las imgenes por llamadas seales de video, y recomponiendo, de esa forma; las escenas televisadas en la pantalla del receptor comn. En este caso, usted, Leonel, cre los cuadros que se propuso transmitir al pensamiento de Luis y, usando las fuerzas positivas de la voluntad, les dio colorido con los recursos de su concentracin mental, que funcion como una cmara de imagen. Aprovechando la energa mental, mucho ms
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En 1931 Vladimir Kosma Zworykin desarroll el captador electrnico que tanto se esperaba, el iconoscopio, que perdur hasta finales el siglo XX. El iconoscopio est basado en un mosaico electrnico compuesto por miles de pequeas clulas fotoelctricas independientes que se creaban mediante la construccin de un sandwich de tres capas. Este mosaico, que era tambin conocido con el nombre de mosaico electrnico de Zworykin se colocaba dentro de un tubo de vaco sobre el que se proyectaba, mediante un sistema de lentes, la imagen a captar. La lectura de la imagen electrnica generada en el mosaico se realizaba con un haz electrnico que proporcionaba a los pequeos condensadores fotoelctricos los electrones necesarios para su neutralizacin. Para ello se proyecta un haz de electrones sobre el mosaico, las intensidades generadas en cada descarga, proporcionales a la carga de cada clula y sta a la intensidad de luz de ese punto de la imagen pasan a los circuitos amplificadores y de all a la cadena de transmisin, despus de los diferentes procesamientos precisos para el ptimo rendimiento del sistema de TV (nota del traductor).
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poderosa que la fuerza electrnica, los proyect, como legtimo hipnotizador, sobre el campo mental de Luis, que funcion como mosaico, transformando las impresiones recibidas, en impulsos magnticos, reconstruyendo las formas-pensamiento plasmadas por usted en los centros cerebrales, a travs de los nervios que desempean el papel de antenas especficas, fijando as las particularidades en la esfera de los sentidos, en un perfecto juego alucinatorio, en el que el sonido y la imagen se entrelazan armoniosamente, como sucede en la televisin, donde la imagen y el sonido se asocian con el apoyo eficiente de aparatos conjugados, presentando en el receptor una secuencia de escenas que podramos considerar como imgenes tcnicas. Los vengadores, al igual que yo, escuchaban la aclaracin sumamente sorprendidos. El asistente, como buen psiclogo, se vali de un argumento a la altura del expresado por Leonel, para demostrarle que tambin l, Silas, conoca el proceso de la obsesin en todos sus detalles. Leonel, admirado, le abraz y exclam: Compaero, compaero, de qu escuela procede usted? Su inteligencia nos interesa. El jefe de nuestra expedicin pronunci algunos monoslabos, y me invit a que nos retirramos, pretextando que tena algo que hacer. Los hermanos, expertos en la rebelda, intercambiaron una extraa mirada, como para decirse que nosotros pertenecamos a algn ncleo infernal distante y que no les convena molestarnos. Insistieron en que volvisemos al da siguiente para seguir hablando, a lo que Silas asinti con evidente satisfaccin. Pasados algunos minutos, el asistente, acompaado por m, sac a Alzira y a Hilario al exterior, encaminndonos de regreso a la Mansin. El activo servidor del bien, en el viaje de regreso, se mantena silencioso, pensando, pensando... No obstante, ante mi perplejidad, aclar fraternalmente: No, Andr, todava es muy pronto para presentar a Alzira a los infortunados verdugos. Por la conversacin de Leonel, percib que tenemos enfrente a dos vigorosas inteligencias, cuyo cambio inicial ha de ser realizado con amor, para mayor seguridad. Volveremos maana sin la presencia de nuestra amiga, para tener una conversacin ms estable y, por tanto, ms valiosa. Me dispuse a esperar, ansiosamente, el da siguiente.
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IX LA HISTORIA DE SILAS La noche siguiente, acompaando al asistente, Hilario y yo nos hallbamos de nuevo en la residencia de Luis. Los hermanos de Antonio Olimpio, nos recibieron con agrado. En el comedor de la hacienda, se reuna la familia, con dos amigos, para disfrutar de un ligero refrigerio. El reloj marcaba las veintiuna horas. El aspecto del dueo de la casa, era casi el mismo de la vspera, a pesar de la diferencia que la mscara fsica impona. Mientras Adelia acariciaba a las criaturas, todava amodorradas por el sueo, el marido comentaba el noticiario radiofnico, destacando tpicos alarmantes sobre los sectores econmicos. Y hablando a sus amigos, asombrados por las noticias, destac las dificultades pblicas, relat miserias imaginarias, critic a los polticos y administradores, y se refiri a las plagas que afligan el caf y la mandioca, detenindose, particularmente, sobre las epizootias 9. Por fin, no satisfecho enunciando las calamidades de la Tierra, habl, inconsecuentemente, sobre la supuesta ira del cielo, afirmando creer que el fin del mundo estaba prximo y clamando contra el egosmo de los ricos, que agravaba el infortunio de los pobres. Le omos todos en silencio, cuando Leonel, ms confiado, se dirigi al asistente, observando: Est viendo? Este hombre y apunt a Luis, cuya palabra dominaba la pequea asamblea familiar es el derrotismo en persona. Lo envuelve todo en trminos de ceniza y de lodo, enjuicia con firmeza los desastres sociales, y conoce las zonas ms tristes de la indigencia colectiva, pero no se deshace de un slo centavo de los dos millones que posee, a favor de los que sufren desnudez y hambre... Y despus de una sonrisa irnica, agreg: Creen, acaso, que puede merecer la felicidad de seguir en un cuerpo carnal? Silas contempl los personajes de la escena domstica, demostrando una inmensa piedad en su semblante, y coment: Leonel, todas sus observaciones son lgicas y ciertas, a primera vista. Aparentemente, Luis es un ejemplar consumado de pesimista y de usura. Pero, en el fondo, es un enfermo necesitado de compasin. Hay enfermedades del alma, que arruinan la mente por tiempo indeterminado. Quin podra ser si estuviese amparado por otras
Epizootia (del griego epi, por sobre, y zoo, animal) es una enfermedad contagiosa que ataca a un nmero inusual de animales al mismo tiempo y lugar y se propaga con rapidez. Su trmino equivalente en medicina es epidemia (nota del traductor).
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influencias? Ahogado espiritualmente entre las visiones de la fortuna terrestre con que asediamos sus pensamientos, el infeliz perdi el contacto con los libros edificantes y las nobles compaas. En su ayuda, slo cuenta con la religin dominguera de los creyentes que creen estar libres de cualquier obligacin para con la fe, con tal de participar en el oficio de la adoracin a Dios cada fin de semana. Quin podra prever los cambios bienhechores, si pudiese recibir otro tipo de asistencia? Clarindo y Leonel, escuchaban estas explicaciones, como si estuviesen siendo apualados en lo ntimo. Tal era la expresin de rebelda que se exterioriz en su mirada. Pero, l y el padre son nuestros deudores... Nos robaron y nos asesinaron... exclam Leonel con la inflexin de la persona voluntariosa e inteligente que se ve contrariada en sus caprichos. Y, qu desean ustedes que hagan ellos? aadi el asistente sin inmutarse. Nos lo tienen que pagar!... Pagar! ... bram Clarindo cerrando sus puos. Silas sonri y dijo: S, pagar es la palabra ms adecuada... Pero, cmo puede el deudor rescatar su deuda cuando el acreedor le arrebata todas las posibilidades para realizarlo? No cabe la menor duda que somos nosotros mismos quienes debemos curar los males de los que somos autores... Pero, si nos compete rectificar hoy un camino que ayer desorganizamos, cmo proceder si ahora se nos cortan las manos? El propio Cristo aconsej: Ayudad a vuestros enemigos. 10 Muchas veces, pienso que tal afirmacin, correctamente interpretada, quiere decir: Ayudad a vuestros enemigos para que ellos puedan pagar las deudas en que se enredaron, restaurando el equilibrio de la vida, para que, tanto ellos como vosotros, seris beneficiados por la paz. Se vea que el asistente, por la simpata conquistada en la vspera y con su argumentacin limpia y sin pretensiones, haba logrado una inequvoca superioridad moral sobre el nimo de los obsesores de sentimiento endurecido. Aun as, Leonel pregunt con temor: Qu consideraciones son esas? Ser usted algn cura disfrazado? No pretender quizs que cambiemos? Se engaa, amigo mo dijo el asistente si algo busco en nuestro entendimiento, es mi propia renovacin. Y tal vez porque en nuestro grupo se haca sentir una prolongada pausa, Silas continu: Por la seduccin del dinero, ca tambin en mi ltimo pasaje por la Tierra. La pasin de la posesin, gobernaba todos mis ideales. La fascinacin por el oro, envolvi mi ser de tal modo que, a pesar de haber recibido el ttulo de mdico en la
Andr Luiz pone en labios de su personaje una sntesis de los V. 27 y 28 del Cap. 6 de Lucas, para que sea ms fcilmente comprendido por aquellos espritus llenos de odio, a los cuales repugnaba el verbo amar. Ellos se rebelaran ante el texto completo. Sera poco hbil hablar de amar en aquel momento; pero ayudar a pagar, fue bien aceptado, porque ellos queran recibir (nota de la editorial brasilea).
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Universidad, rehu el ejercicio de la profesin, para vigilar los movimientos de mi anciano padre, para que ni l mismo llegase a disponer, con generosidad, de los bienes de nuestra casa. El apego a nuestras propiedades y a nuestro dinero, me transform en una serpiente del paraso familiar, convirtindome en un verdugo intratable, naturalmente odiado por todos los que vivan en situacin subalterna, en el amplio crculo de mi temporal dominio... Para amontonar monedas y multiplicar ganancias fciles, comenc por la crueldad y acab en las mallas del crimen... Abomin de la amistad, despreci a los dbiles y a los pobres y, ante el temor de perder la fortuna cuya posesin ambicionaba, no dud en tener a la delincuencia, como socio infernal de mi terrible camino... Ante las palabras del asistente, me acometi una enorme sorpresa. Estara Silas diciendo la cruda verdad, o utilizaba recursos extremos, recriminndose a s mismo indebidamente, para regenerar a los verdugos que nos escuchaban? De culquier modo, Hilario y yo, habamos prometido no comprometer su tarea y, por tanto, tcitamente, nos limitbamos a escucharle con atencin. Sintiendo, realmente, que Leonel y Clarindo se mostraban conmovidos, dando oportunidad a la asimilacin de pensamientos nuevos, Silas nos invit a todos a retirarnos de aquel ambiente. Quera comentarnos algo de su experiencia dijo l pero prefera conversar con nosotros en el bendito altar de la noche, para que su memoria pudiera evocar tranquilamente los hechos que deseaba relatamos. Afuera, las constelaciones resplandecan como luces de la creacin, y el viento perfumado corra, rpidamente, como si se propusiese transportar nuestra oracin o nuestra palabra, a la gloria del cielo. Incapaz de penetrar el verdadero sentido de la inesperada actitud que el asistente acababa de asumir, le not emocionado, como si fijase los ojos del alma en lugares distantes. Clarindo y Leonel, naturalmente dominados por la simpata que irradiaba de su semblante, le observaban sumisos. Y Silas, comenz en voz pausada, as: Tanto como me es posible abarcar con mi memoria presente, me acuerdo de que, en mi ltimo viaje por los dominios de la carne, desde la niez, me entregu a la pasin por el dinero, lo que hoy me proporciona la certeza de que, muchas veces, fui un terrible usurero entre los hombres de la Tierra. Hoy s, por informes de instructores abnegados, que, como en otras ocasiones, reencarn, en la ltima existencia, en un hogar favorecido por gran fortuna, con el fin de que sufriera la tentacin del oro abundante y pudiese vencerla a golpes de firme voluntad, en la labor incesante del amor fraternal, pero ca fatalmente, para desgracia ma. Yo era el hijo nico de un hombre honesto que hered considerables bienes de sus antepasados. Mi padre era un abogado correcto que, por exceso de comodidad, no se dedicaba a su profesin. Era profundamente estudioso, viviendo rodeado de libros raros, entre obligaciones sociales que, de algn modo, le sustraan su tiempo, impidindole la dedicacin a la fe. Mi madre, por el contrario, era catlica romana de pensamiento fervoroso y digno, y, aunque sin
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descender con nosotros a sostener cualquier disputa en la referente a la religin, intentaba instruirnos en el deber de la beneficencia. Me acuerdo, con tardo arrepentimiento, de las reiteradas invitaciones que nos diriga con la mayor bondad, para que participsemos con ella en las tareas de la caridad cristiana, invitaciones que mi padre y yo rechazbamos, sin discrepancias, encastillados en nuestra irreverencia fatua y risuea. Mi madre percibi muy pronto que mi pobre espritu traa consigo la acidez de la usura y, reconociendo que le seria extremadamente difcil colaborar en la renovacin ntima de mi padre, hombre hecho ya, y habituado desde la infancia a la riqueza, concentraba en m sus propsitos de elevacin. Con tal motivo, trat de estimularme a los estudios de Medicina, alegando que, al lado del sufrimiento humano, podra yo encontrar las mejores oportunidades de auxilio al prjimo, hacindome, as, agradable a Dios, aunque no me fuese posible atesorar los recursos de la fe. ntimamente, yo disenta de las sagradas esperanzas del ser que ms querido era a mi espritu. Sin lograr poder resistir su cerco afectivo, me consagr al estudio de la carrera mdica, pero mucho ms interesado en explotar los enfermos ricos, cuyas enfermedades me proporcionaran recursos materiales: Pero en vsperas de acabar mis estudios, mi madre, relativamente joven, desencarn, vctima de una angina de pecho. Nuestro dolor fue enorme. Recib mi ttulo de mdico, como si fuese un detestable recuerdo, y, a pesar de los estmulos de la bondad paterna, no llegu a practicar la profesin conquistada. Me recog en la intimidad domstica, de la que me ausentaba solamente para el entretenimiento y reposo, ms hundido que nunca en la avaricia, acompaando el inventario de la herencia de mi madre, con vigilancia tan rigurosa, que mis extraas actitudes llegaron a sorprender a mi propio padre, que poda ser egosta y displicente, pero nunca avaro como yo lo era. Comprend que la fortuna heredada me situaba, para mi desgracia moral, a salvo de cualquier necesidad de la vida fsica por largos aos, siempre que no la derrochase... Aun as, cuando vi a mi padre inclinado a contraer segundas nupcias, casi a los sesenta aos de edad, hice cuanto pude, indirectamente, para disuadirle, tratando de apartarle de semejante idea. Pero l era un hombre de gran resolucin en sus decisiones, y se cas con Aida, una joven de mi edad, unos treinta aos... Recib a la madrastra como a una intrusa en nuestro ambiente domstico y, tomndola por una aventurera comn a la caza de una fortuna fcil, jur vengarme de ella... A pesar de las cariosas peticiones del matrimonio y del trato gentil que la pobre joven me dispensaba, echaba siempre mano de un pretexto, para huir de su convivencia. El nuevo matrimonio, no obstante, pas a exigir del esposo ms amplios sacrificios en el mundo social del que Aida no pretenda apartarse, y, por tanto, al trmino de algunos meses, mi padre se vio obligado a solicitar tratamiento mdico y a someterse a un necesario reposo. Yo vea su decadencia orgnica con viva aprensin. No era la salud paterna lo que hera mi imaginacin, sino los bienes de nuestra casa. En la hiptesis de un sbito fallecimiento de mi padre, no me resignaba en modo alguno a compartir la herencia con la mujer que, a mis ojos, ocupaba indebidamente el espacio que haba correspondido a mi madre. El asistente hizo una larga pausa, mientras mirbamos su semblante melanclico. Yo, atnito, me preguntaba a m mismo si realmente todo aquello que l nos relataba, haba sucedido... Haba sido Silas, en verdad, el hombre que nos estaba refiriendo, o es que se inventaba aquella historia con el loable propsito de transformar el nimo de los perseguidores?
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No me fue posible hacer ninguna pregunta, ya que nuestro amigo, como si quisiese castigarse con aquella dolorosa confesin, prosigui, pormenorizando: Pas a maquinar planes delictivos, buscando la mejor manera de impedir que Aida accediese a nuestro patrimonio, pero sin molestar a mi padre enfermo... Y en los proyectos criminales que urda mi cabeza, la muerte de mi madrastra, apareca como una solucin. Pero, cmo suprimirla sin causar un gran sufrimiento al anciano enfermo?... No sera mejor desprestigiarla, como mejor solucin, a los ojos de mi padre, para que l no sufriese la nostalgia de la mujer que yo condenaba al desamparo? Estaba tramando en silencio y en la sombra, cuando la ocasin esperada vino a mi encuentro... Invitado a comparecer con su esposa en una fiesta pblica, mi padre me llam e insisti en que yo acompaase a Aida, en su representacin... Por primera vez, acced con placer... Pretenda conocer ahora, ms de cerca, sus afecciones... Funestos propsitos nacan en mi cabeza... Durante el alegre gape, hice contacto con Armando, primo de mi madrastra, que la haba cortejado de soltera. Armando era un muchacho algo mayor que yo, conquistador y fanfarrn, que divida su tiempo entre mujeres y fiestas, a quien, en contra de lo que haca habitualmente, ofrec mi premeditada amistad... Le traje a casa tanto como me fue posible, y dominando moralmente el nimo de mi padre, favoreciendo su retorno a la intimidad de la mujer de quien se haba enamorado algunos aos antes. La playa, el teatro, el cine, as como paseos de varias clases, eran ahora los lugares donde bamos, en los que, intencionadamente, haca todo lo posible para echar a ambos primos uno en brazos del otro. Aida, no se dio cuenta de mi maniobra, y aunque resisti por ms de un ao a la galantera de su primo, acab por ceder ante la su constante ofensiva Fing desconocer sus relaciones, hasta que pudiese dar a mi padre una prueba directa de los hechos... Inventaba juegos y distracciones para retener al seductor en nuestra casa... Me hice dueo de su total confianza, con el fin de utilizarle como pieza importante de mi criminal ardid y, cierta noche en la que con la mayor cautela aparent la ausencia de nuestra casa, sabiendo que los amantes se encontraban en la habitacin de al lado de la ma, llam a mi padre que se encontraba enfermo en su habitacin y, simulando una intensa dignidad ofendida, con estudiado bro en la palabra, le hice un resumen de los hechos... Lvido y trmulo, el enfermo me exigi pruebas, a lo que respond, llevndole tambaleante, hasta la puerta de la habitacin que yo, deliberadamente haba dejado mal cerrada... Bast un fuerte empujn, y mi progenitor, desolado, encontr la prueba que deseaba... Armando, con gran cinismo, no obstante su asombro, huy rpidamente, sabiendo que no podra esperar ataque alguno de un sexagenario abatido por su enfermedad... Mi madrastra, profundamente herida en su amor propio, dirigi al viejo esposo acusaciones humillantes, retirndose a sus aposentos particulares, en una explosin de amargura. Completando la obra terrible a la que me haba dedicado, me mostr sumamente carioso con el enfermo, que se hallaba ntimamente aniquilado... Transcurrieron dos semanas sumamente pesadas para nuestro ncleo familiar Mientras Aida ocupaba su lecho, asistida por dos mdicos de nuestra confianza que en modo alguno conocan la oculta tragedia, yo convenca a mi padre con lamentaciones y sugerencias indirectas, para que la fortuna de nuestra casa, en su mayora, fuera puesta a mi nombre, para salvaguardarla, ya que el segundo matrimonio no podra deshacerse ante las autoridades legales. Prosegua en mi faena delictiva, cuando mi madrastra apareci muerta... Los mdicos la declararon vctima de un envenenamiento fulminante y, contrariados, notificaron a mi padre que se trataba de un suicidio, motivado seguramente por la insu-
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frible neurastenia que afectaba a la enferma. Mi padre, se manifest sombro en los funerales, y yo me regocij en mis propsitos destructores... Ahora, s... la fortuna total de nuestra casa, pasara a pertenecerme... Mi satnica alegra, no obstante, dur muy poco... Desde la muerte de la segunda esposa, mi padre cay en cama para no levantarse ms... Intilmente mdicos y religiosos procuraban ofrecerle mejoras y consuelos... Al final de dos meses, mi padre, que jams haba vuelto a sonrer, entr en una dolorosa agona, en la que, a travs de confidencia entrecortada por las lgrimas, me confes que haba envenenado a Ada, administrndole un violento txico, disuelto en el calmante habitual. Eso, sin duda alguna me aseguraba vencido le impona tambin la muerte, ya que no consegua perdonarse a s mismo, que cargaba sobre s un remordimiento constante e intolerable... Por primera vez, mi conciencia se condoli profundamente. El apego a los bienes materiales, arrasaba mi vida... El anciano querido muri en mis brazos, creyendo que mis sollozos de arrepentimiento, era llanto de amor filial. Dejando su cuerpo fatigado sepultado en la fra tierra, regres a nuestra casa solariega, sintindome el ms desgraciado de los seres... Todo el oro del mundo, no me proporcionaba, ahora, el ms leve consuelo. Me hallaba slo, slo e infinitamente desgraciado... Todos los rincones y las pertenencias de nuestra habitacin, me hablaban de crimen y de remordimiento... Muchas veces, la noche me pareca poblada de fantasmas horripilantes que se burlaban de mi dolor y, en medio de la pandilla de insensibles demonios que arremetan contra m, tena la idea de escuchar la voz inconfundible de mi padre, clamando para mi alma: Hijo mo! Hijo mo! Arrepintete a tiempo! Me hice esquivo y desconfiado... En pavorosa crisis moral, me fui para Europa, en un largo viaje de recreo, pero el encanto de las grandes ciudades del Viejo Mundo no consigui aliviar mis llagas internas. En todas partes, el alimento ms simple se me haca amargo en la boca, y los ms bellos espectculos artsticos solamente me producan ansiedad y desolacin. Regres a Brasil, pero no tuve valor para volver a la intimidad de nuestra antigua residencia. Amparado por la amistad de un viejo amigo de mi padre, acept su hospitalidad por algunos das, hasta que mi salud orgnica me permitiese pensar en un cambio radical de la existencia... Envuelto por el cario familiar de aquel amigo, dej pasar largos meses, intentando obtener una inmerecida fuga mental... hasta que, en una noche inolvidable para m, en la cual mi gastritis se transform en un terrible dolor, tom un frasco de arsnico de la despensa de mi anfitrin, creyendo que usaba bicarbonato de sodio que yo mismo haba dejado all la vspera, y el veneno me expuls del cuerpo, imponindome sufrimientos terribles... Tal como haba sucedido a mi madrastra, que desencarn presa de sufrimientos atroces, pas por la muerte en condiciones anlogas... Los amigos que me haban acogido en su templo domstico, desconociendo la equivocacin de que haba sido vctima, admitieron, sin sombra de duda alguna, que yo haba buscado el suicidio, para extinguir las penas morales que castigaban mi alma de joven rico y lleno de tedio en la vida; segn la versin que hicieron circular. Silas nos mir tristemente, como quien busca el efecto de sus palabras, y prosigui: Eso, sin embargo, no bast para que pudiera resarcir mis tremendas culpas... Enloquecido, despus del sepulcro, atraves meses crueles de terror y de desequilibrio, entre los cuadros vivos que se exteriorizaban en mi mente encadenada a las creaciones de s misma, hasta que fui socorrido por amigos de mi padre, que se hallaba, igual-
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mente, en camino de su recuperacin; y. unindome a l pas a utilizar todas mis energas en la preparacin de mi futuro... Transcurridos algunos instantes de pesado silencio, concluy: Como ven, la fascinacin por el oro, fue el motivo de mi perdicin. Tengo necesidad de hacer grandes esfuerzos en el bien y de lograr una fe vigorosa, para no caer otra vez, ya que es indispensable que me consagre a tener una nueva experiencia entre los hombres... Leonel y Clarindo, no se hallaban ms sorprendidos que Hilario y yo, que nos habamos habituado a encontrar en Silas un admirable compaero, aparentemente exento de problemas y aflicciones. Fue Leonel quien rompi el silencio, preguntando al asistente, que haba enmudecido, como si estuviese subyugado por la fuerza de los propios recuerdos: Volver, entonces, a reencarnar pronto? Oh! Ojala tuviese la felicidad de regresar lo antes posible!... suspir el jefe de nuestra expedicin, algo ansioso. El deudor est ineludiblemente ligado al inters de los acreedores... Por tanto, ante todo, es indispensable que encuentre a mi madrastra en el pas de las sombras en que nos encontramos, para dar comienzo a la difcil tarea de mi liberacin moral. Cmo? pregunt emocionado. S, amigo mo contest Silas, abrazndome, mi caso no es provechoso solamente a Clarindo y a Leonel, que buscan la justicia por sus propias manos, lo que, muchas veces, apenas significa violencia y crueldad, sino tambin para Hilario y para t, que estudiis actualmente la ley del karma, o sea, la Ley de Accin y Reaccin ... Aqu, estamos obligados a recordar nuevamente la leccin del Seor: Ayudad a vuestros enemigos, porque sin que yo mismo auxilie a la mujer en cuyo corazn cri una importante oposicin a mi paz, no puedo recibir el auxilio fraterno, sin el cual no podr reconquistar mi serenidad... Me val de la debilidad de Ada, para arrojarla al despeadero de la perturbacin, hacindole ms frgil de lo que ya era por s misma... Ahora, mi padre y yo, que complicamos su camino, estamos naturalmente obligados a buscarla, levantarla, ampararla y restituirle el equilibrio relativo en la Tierra, para que podamos solventar, por lo menos en parte, nuestra inmensa deuda... Su padre? Se refiri a su padre? indag Hilario, con audacia. S! Cmo no? contest el asistente Mi padre y yo, asistidos por mi madre, hoy nuestra benefactora en los planos superiores, estamos asociados en el mismo proceso, (nuestra propia regeneracin moral en busca del levantamiento de Aida), sin lo cual no conseguiremos desintegrar el virus venenoso del remordimiento, que aprisiona nuestro campo mental en las zonas inferiores de la vida terrestre. Nos cabe, pues, reencontrarla, para beneficio de nosotros mismos... Tan pronto como la Divina misericordia nos permita semejante felicidad, mi padre, envuelto en el amor y en la renuncia de mi madre, que regresar con l a las luchas de la carne, tomar un nuevo cuerpo en el plano fsico, y ambos, en la juventud terrestre, mediante el matrimonio, nos admitirn como hijos benditos de sus corazones... Ada y yo seremos hermanos consanguneos... De acuerdo con nuestras aspiraciones, que el cielo proteger, ante la
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Magnanimidad Divina, ser nuevamente mdico en el futuro, al precio de un inmenso esfuerzo, para consagrarme a la beneficencia, recuperando en ella mis valiosas oportunidades perdidas... Mi antigua madrastra, que por cierto vivir sufriendo una deplorable intoxicacin del alma en los tenebrosos abismos, ser socorrida en el momento oportuno y, no obstante el largo tiempo de asistencia que necesitar en este plano espiritual, para su necesaria recuperacin, sin duda renacer en un dbil cuerpo fsico, junto a nosotros, para que as pueda curarse de las difciles psicosis que marcarn su existencia carnal, bajo la forma de extraas enfermedades mentales... Ser, por tanto, no solamente su hermano en el hogar, sino tambin el enfermero y el amigo, el compaero y el mdico, pagndole en sacrificio y buena voluntad, afecto y cario, el equilibrio y la felicidad que le rob... La confesin del asistente, vala por todo un compendio vivo de preciosas experiencias y, tal vez por eso mismo, entramos todos en una profunda meditacin. Hilario, como quien no desea perder el hilo de la enseanza, se dirigi a nuestro amigo, considerando: Amigo mo, dices estar esperando, en compaa de tu padre, la alegra de reencontrar a tu madrastra... Cmo comprender esto? Es posible que con su grado de adelanto espiritual, sufra alguna dificultad que te impida conocer su morada? S, s, confirm el Asistente, con tristeza. Y los bienhechores espirituales que actualmente guan tu senda? Es posible que ellos conozcan su paradero y orienten tus pasos para que puedas alcanzar tu objetivo? Innegablemente respondi Silas bondadosamente nuestros instructores no sufren mi misma ignorancia en este asunto... Mientras tanto, tal como ocurre entre los hombres, tampoco aqu el profesor puede echarse encima los deberes del alumno, so pena de quitarle el mrito de la leccin. En la Tierra, por mucho que nos amen nuestras madres, no nos sustituyen en las crceles, cuando nos corresponde expiar un crimen, y nuestros mejores amigos, no pueden abogar para s, en nombre de la amistad, el derecho de sufrir la mutilacin que nuestra imprudencia haya infligido al propio cuerpo. Indudablemente, las bendiciones de amor de nuestros dirigentes, han proporcionado inapreciables recursos a mi alma... Me confieren la luz interior para que yo pueda sentir y reconocer mis flaquezas y me auxilian para que logre mi renovacin, para que yo pueda alcanzar, con ms decisin y facilidad, la meta que me propongo... pero, en verdad, el servicio de mi propio rescate es personal e intransferible... Leonel y Clarindo le oan boquiabiertos. Hablando de s mismo, el asistente, sin herir su amor propio, trabajaba indirectamente, para que se entregaran a su propio reajuste. Y, por la expresin de sus miradas, se vea que los dos verdugos manifestaban ahora un admirable cambio ntimo. Hilario reflexion por algunos instantes, y dijo: Pero, todo ese drama debe estar vinculado a causas del pasado... S, ciertamente confirm el asistente pero, en nuestro atormentado plano, no hay oportunidad mental para lograr un prodigio de la memoria. Nos hallamos presos al recuerdo de las causas prximas de nuestras angustias, y tenemos problemas para penetrar en las causas remotas, ya que la situacin de nuestro espritu, es la de un
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enfermo grave, necesitado de intervencin urgente, en favor de su reajuste. El infierno, supuestamente situado en las zonas inferiores de la Tierra, est repleto de almas que, dilaceradas y sufrientes, se levantan clamando por el socorro de la providencia divina, contra los males que generaron contra s mismas, y la providencia divina les permite obtener la ventura de trabajar, con los dardos de la culpa y del arrepentimiento, castigando su corazn en beneficio de sus vctimas y de los hermanos cuyas faltas se afinen con los delitos que cometieron, y puedan, as, rearmonizarse tan pronto como sea posible, con el infinito amor y con la perfecta justicia de la Ley... Paguemos nuestras deudas, que constituyen sombras tenebrosas en nuestras almas, y el espejo de nuestra mente, donde quiera que nos hallemos, reflejar la luz del cielo, la patria del divino recuerdo!... Comprendamos que Silas auxiliaba a Clarindo y a Leonel, identificndoles como hermanos de lucha y aprendizaje, con lo que, indiscutiblemente, ampliara sus propios mritos. En mi pensamiento, en mi estrecho mundo ntimo, eran muchas las preguntas que surgan... Quin sera el padre de mi amigo? En dnde se encontrara su abnegada madre? Pasara mucho tiempo antes de que fuera encontrada la infeliz madrastra?... Pero, la grandeza espiritual del asistente, no nos permita hacer cualquier pregunta indiscreta. Apenas tuve valor para comentar respetuosamente: Oh! Dios mo! Cunto tiempo perdemos para rehacer, a veces, la inconsecuencia de un minuto perdido! Tienes razn, Andr coment Silas con generosidad las leyes de accin y de reaccin... La accin del mal, puede ser rpida, pero nadie sabe cunto tiempo exigir el servicio de la reaccin indispensable al restablecimiento de la armona soberana de la vida, quebrantada por nuestras actitudes contrarias al bien... Y, sonriendo, aadi: Por eso mismo recomendaba Jess a las criaturas: Reconcliate rpidamente con tu adversario, mientras te encuentres en el camino con l... Ningn espritu entrar en el Cielo sin la paz de conciencia, y, si es ms fcil apagar nuestras querellas y rectificar nuestros desaciertos mientras nos encontramos en el mismo camino recorrido por nuestras vctimas en la Tierra, es muy difcil alcanzar la solucin de nuestros criminales enigmas, cuando nos hallamos ya sumergidos en la niebla infernal. La exposicin era razonable y justa. No nos fue posible, no obstante, proseguir en la conversacin. Leonel, cuya impasibilidad reconocamos, con gran sorpresa para nosotros, tena los ojos hmedos... Silas levant los ojos a lo alto, agradeciendo la bendicin de la transformacin que se iniciaba y le recogi en sus brazos. El desdichado hermano de Clarindo, quera hablar... Percibimos que intentaba referirse a la muerte de Alzira, en el lago, pero el asistente le prometi que volveramos en la noche siguiente. Despus, regresbamos, pero ni Hilario ni yo nos animbamos a conversar con el compaero, que haba entrado, melanclico, en un expresivo silencio.
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X ENTENDIMIENTO En la noche siguiente, despus de haber atendido servicios de rutina, Silas nos busc para que continusemos la tarea comenzada. De regreso al hogar de Luis, establecimos una conversacin comn, sin alusin alguna a los temas tratados en la vspera, y, como si se hallaran sintonizados con nuestra onda mental de respeto mutuo, Clarindo y Leonel nos recibieron con discrecin y cario. Nos parecan, ambos, muy trabajados por las ideas que el asistente les haba ofrecido indirectamente a sus espritus. En la casa de Luis, el cuadro no se haba alterado. Luis y sus amigos charlaban cordialmente, comentando las plagas que azotaban el campo y las enfermedades de los animales, la caresta de la vida y los negocios infortunados... Mientras tanto, los dos hermanos se mostraban, ahora, claramente desligados de semejante panel de sombra. Nos saludaron con la gentileza irradiante de quienes se encontraban dispuestos a acogernos favorablemente, y miraron a Silas con inusitado inters. Se adivinaba que la confesin del asistente les haba servido para realizar valiosas reflexiones. Observando su metamorfosis con inequvocas seales de alegra, el jefe de nuestra expedicin eludi referirse en lo ms mnimo al problema de Luis, y les invit a que nos acompaasen. Mostrando la renovacin de que se hallaban posedos, se incorporaron a nuestra caravana, y atendiendo a la recomendacin de Silas, los dos, con sus manos unidas a las nuestras, consiguieron emprender el vuelo con cierta seguridad y facilidad. Pasados algunos minutos, llegamos a un gran hospital de una populosa ciudad terrestre. En la portera, uno de los vigilantes espirituales se dirigi cariosamente a Silas, saludndole fraternalmente, y nuestro dirigente nos lo present, atentamente: Este es nuestro hermano Ludovico, que actualmente se encuentra encargado de la vigilancia, en beneficio de algunos enfermos de cuya reencarnacin cuida nuestra casa. Nos abrazamos todos fraternalmente. Despus, el responsable de nuestro grupo de trabajo, tom la palabra, preguntando: Cmo est nuestra hermana Laudemira? Hoy tuvimos noticias graves... S dijo el interpelado todo hace creer que la pobrecita sufrir una peligrosa intervencin quirrgica. Envuelta en los fluidos anestesiantes que le lanzan sus perseguidores durante el sueo, tiene la vida uterina sensiblemente perjudicada por extremada apata. El cirujano volver en una hora y, si los recursos aplicados no surten efecto, tendr que hacer una cesrea...
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Nuestro amigo mostr profunda preocupacin en su rostro habitualmente tranquilo, y dijo: Una operacin de esa naturaleza le acarrear grandes perjuicios para el futuro. De acuerdo con el programa, tiene que recibir tres hijos ms en el templo de su hogar, para que pueda servirse de su actual reencarnacin, cuanto le sea posible... El vigilante hizo un gesto de respeto y coment: Creo, entonces, que no hay tiempo que perder. Silas nos tom la delantera conducindonos a una pequea sala, en la que una joven seora se lamentaba, afligida. Una simptica seora de nevados cabellos, en cuya ternura percibamos la presencia materna, velaba, con la mayor atencin, acariciando sus manos inquietas. Notando la expresin de pavor que mostraban los ojos de la enferma, en abundante llanto, pregunt a Silas la causa de tan agudo padecimiento. Nuestra hermana aclar con presteza, ser nuevamente madre dentro de breves minutos. Se encuentra, por tanto, encadenada, a pruebas difciles. Se demor mucho tiempo en nuestra Mansin, antes de regresar al cuerpo denso de carne, siempre vigilada por enemigos que ella misma cre en otro tiempo, cuando se vali de su belleza fsica para complicarse en el crimen. Mujer de gran belleza, actu en decisiones polticas que arruinaron a mucha gente. Padeci muchos aos en las tinieblas infernales, entre la carne y la sombra, hasta que, al fin, mereci la felicidad de renacer de nuevo con la tarea de restaurarse, restaurando a la vez a algunos de los compaeros de crueldad que, como hijos, volvern con ella para alcanzar ms amplios servicios regeneradores... Silas me dirigi una expresiva mirada, diciendo: Ms tarde, nos referiremos al asunto. Ahora, es indispensable actuar. Bajo la atencin de Clarindo y de Leonel, que nos seguan sorprendidos, nos invit a Hilario y a m, para llevar a cabo un socorro inmediato. Pidiendo que ambos permaneciramos en oracin, con la diestra colocada sobre el cerebro de la enferma, comenz a hacer operaciones magnticas excitantes sobre el tero. De sus manos, irradiaba una sustancia lechosa, como una neblina leve, que se esparca sobre todos los reductos del aparato genital. Pasados algunos minutos de pesada expectacin, surgieron contracciones que, poco a poco, se acentuaron intensamente. Silas, atentamente, control la evolucin del parto, hasta que el mdico ingres en el recinto. Lejos de adivinar nuestra presencia, el mdico sonri satisfecho, reclamando la ayuda de una competente enfermera. La cesrea, fue olvidada. El Asistente nos invit a regresar, dicindonos, ya ms tranquilo: El organismo de Laudemira reaccion brillantemente. Esperamos que pueda continuar en la obra que le compete, con el xito necesario.
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Leonel, cuya aguda inteligencia no perda nuestros menores movimientos, pregunt a Silas, con aire respetuoso, si los trabajos a que se dedicaba constituan alguna preparacin para el futuro, a lo que el asistente respondi sin titubear: Sin duda. Ayer, les cont mis errores como mdico, que prcticamente jams lo fui, y coment mis propsitos de abrazar la Medicina en el futuro, entre los encarnados, nuestros hermanos. Pero para que yo merezca tal reconquista, me consagro, en los planos inferiores que me sirven de domicilio, al ministerio del alivio, creando causas benficas para los servicios que vendrn... Causas? Causas? murmur Clarindo, algo espantado. S, procurando ayudar espontneamente, adems de los deberes que me son impuestos en la lucha por la recuperacin moral de m mismo, con la bendicin Divina extender la simiente de simpata en mi favor. Y echando significativamente una mirada sobre nosotros, despus de un breve minuto de reflexin, aadi: Un da, de acuerdo con las deudas que debo rescatar, estar nuevamente entre las criaturas encarnadas y, para solventar mis culpas, sufrir tambin obstculos y dudas; enfermedades y aflicciones... Que manos cariosas y amigas me amparen desde aqu, en nombre de Dios, porque aisladamente nadie consigue vencer... Y para que brazos amorosos se me extiendan ms tarde, es imperioso que mueva ahora los mos en voluntario ejercicio de solidaridad. La enseanza era preciosa, no solamente para los dos perseguidores que la observaban perplejos, sino tambin para nosotros que reconocamos, una vez ms, la infinita bondad del supremo Seor, que, aun en las ms tenebrosas sombras, nos permite trabajar por el incesante engrandecimiento del bien como bendito precio de nuestra felicidad. Mientras volbamos de regreso, Hilario, anticipndose a la curiosidad, inclin la conversacin hacia el caso de Laudemira. Era conocida de Silas desde haca mucho tiempo? Haba asumido compromisos tan graves con la maternidad? Qu suponan los hijos, a su lado? Acreedores o deudores? Silas sonri complaciente y explic: Sin duda, creo que el proceso redentor de nuestra amiga, sirve como tema palpitante en los estudios de causa y efecto que estis haciendo. Se entreg a una larga pausa, como consultando su memoria, y prosigui: No podemos, as de improviso sumergirnos detalladamente en el pasado que le pertenece, ni puedo, por m mismo, cometer cualquier indiscrecin, abusando de la confianza que la Mansin me otorga en el ejercicio de mis deberes. No obstante, a ttulo de utilidad para nuestra edificacin espiritual, puedo adelantarles que las penas de Laudemira, en la actualidad, son consecuencia de pesadas deudas contradas por ella misma, hace poco ms de cinco siglos. Dama de elevada situacin jerrquica en la corte de Juana II, reina de Npoles desde 1414 hasta 1435, posea dos hermanos consanguneos que apoyaban todos sus planes de locura, vanidad y de dominio. Se cas, pero notando que la presencia del marido pona trabas al desarrollo de las liviandades que marcaban su carcter, acab por mandarle apualar. Viuda y duea de bie-
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nes considerables, creci en prestigio por haber favorecido el casamiento de la reina, entonces viuda de Guillermo, Duque de Austria, con Jaime de Borbn, conde de la Marche. Desde entonces, asociada ms ntimamente a las aventuras de su soberana, se confi a placeres y disipaciones, con los cuales perturb la conducta de muchos hombres de bien, y arruin las situaciones domsticas, elevadas y dignas, de varias mujeres de su tiempo. Menospreci las sagradas oportunidades de educacin y beneficencia que le fueron concedidas por la bondad Celeste, aprovechndose de su privilegiada situacin en la nobleza, para desviarse en la irreflexin y en el crimen. As que, al desencarnar en el auge de la opulencia material, a mediados del siglo XV, descendi a pavorosas profundidades infernales, en donde sufri el asedio de feroces enemigos que no le haban perdonado sus delitos y deserciones. Sufri por ms de cien aos consecutivos en las tinieblas densas, conservando la mente fija en las ilusiones que le eran propias, regresando a la carne por cuatro veces consecutivas, gracias a la intercesin de amigos del plano superior, en tremendos problemas expiatorios, en el curso de los cuales, en la condicin de mujer, aunque abrazando nuevos compromisos, experiment pavorosos vejmenes y humillaciones de parte de los hombres sin escrpulos, que asfixiaban todos sus sueos de felicidad... Pero pregunt Hilario cada vez que desencarnaba, en las cuatro existencias que citas, continuaba ligada a las sombras? Cmo no? exclam el asistente,cuando la cada en el abismo es de largo curso, nadie emerge de l de un slo salto. Naturalmente, ella entraba por la puerta del sepulcro y sala por la puerta de la cuna, transportando consigo desajustes interiores que no poda curar de un momento a otro. Si su situacin era, as, inalterable dijo mi colega para qu regresar a nuevos cuerpos fsicos? No le bastara sufrir su dolorosa purga aqu, en este plano, sin tener que renacer en la esfera carnal?... La observacin es comprensible agreg Silas pacientemente no obstante, nuestra hermana, con el amparo de abnegados compaeros, volvi al pago parcial de sus deudas, acercndose a los acreedores reencarnados, a pesar de hallarse mentalmente unida a los planos inferiores, disfrutando de la bendicin del olvido temporal, con lo que le fue posible, adquirir una preciosa renovacin de fuerzas. Pero siempre consigui rescatar, de algn modo, las deudas en que se haba enredado? De algn modo, s, porque padeci tremendos golpes en el orgullo que tena cristalizado en el corazn... Con todo, a la par de eso, contrajo nuevas deudas, ya que, en ciertas ocasiones, no consigui superar la aversin instintiva ante los adversarios a los que deba trabajo y obediencia, llegando al infortunio de ahogar una criatura que malamente ensayaba sus primeros pasos, con el propsito de herir el corazn de la casa en que trabajaba como sirvienta, tratando as de vengarse de las crueldades recibidas. Despus de cada desencarnacin, regresaba habitualmente a las zonas purgatoriales de donde proceda, con alguna ventaja en la liquidacin de sus cuentas, pero no con valores acumulados, imprescindibles para la definitiva liberacin de las sombras, porque todos somos tardos en la decisin de pagar nuestras deudas, hasta el integral sacrificio...
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Con todo, volvi a decir Hilario siempre que regresaba al plano espiritual, seguramente contaba con el auxilio de los bienhechores que procuraban refrenar sus desatinos. Exactamente, confirm Silas nadie est condenado al abandono. No ignoris que el Creador atiende a la criatura por mediacin de las propias criaturas. Todo pertenece a Dios. Aun lo que llamamos el infierno? pregunt Leonel, con preocupacin. El asistente sonri y aclar: El infierno, en realidad, es obra nuestra, genuinamente nuestra, pero imaginmoslo as, en forma de una construccin indigna y calamitosa, en el terreno de la vida, que es la creacin de Dios. Habiendo abusado de nuestra razn y conocimiento para generar semejante monstruo en el espacio Divino, nos compete la obligacin de destruirle para edificar el Paraso en el lugar en que lo hemos situado indebidamente. Para lograrlo, el infinito amor del Padre celestial, nos ayuda de muchas formas, para que podamos atender a su perfecta justicia. Entendido? La explicacin no poda ser ms clara. No obstante, Hilario pareca interesado en resolver cualquier duda y, tal vez por ello, pregunt nuevamente: Es posible que se puedan conocer cules fueron las existencias anteriores de Laudemira, con anterioridad a haber ingresado en la corte de Juana II? S explic Silas, tolerante, ser fcil conocerlas, pero no nos conviene, en un simple estudio, intentarlo, porque el asunto en s, reclamara largas cuotas de atencin y de tiempo. Debe bastar que investiguemos la condicin referida, para definir las luchas redentoras de ahora, ya que nuestras situaciones, en cualquier posicin social en el mundo, ya sea en el campo de la influencia o en el de las finanzas, de la cultura o de las ideas, sirven como puntos vivos de referencia de nuestra conducta digna o indigna, en el disfrute de las posibilidades que el Seor nos facilita a ttulo de prstamo, designando con claridad nuestro avance en la direccin de la luz, o nuestro aprisionamiento mayor o menor en los crculos de las tinieblas, por las virtudes conquistadas o por las deudas contradas. Los conceptos luminosos de Silas, eran un verdadero chorro de luz solar sobre mi entendimiento... Aun as, mi compaero insisti: No obstante tus valiosos conceptos expuestos, en cuanto a la memoria en los planos inferiores, ser interesante saber si Laudemira, antes de la actual existencia, llegaba a acordarse con nitidez de las situaciones por las que pas en las difciles pruebas a que te refieres. Nuestro amigo, con la mayor tolerancia, aclar: Hace ocho lustros que estoy en la Mansin, y acompa su entrada en nuestra casa, hace, precisamente, treinta aos. Haba terminado su ltima existencia en el plano carnal, al comienzo de este siglo, y atravesaba largos sufrimientos en los planos de bajo nivel. Ingres en nuestro Instituto acusando una terrible demencia y, sometida a hipnosis, revel los hechos que acabo de narrar, hechos que constan, naturalmente,
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en la ficha que define su personalidad, en el archivo de las observaciones que nos orientan. Nuestros instructores, por tanto, no juzgarn necesario ms amplio retroceso mnemnico por ahora, para prestarle auxilio. S, no obstante que Laudemira, turbada como se hallaba, no tena fuerzas para realizar ningn recuerdo en la vigilia comn, mucho menos, por el hecho de haber sido trada a la reencarnacin actual, bajo los auspicios de bienhechores que velan por nuestra organizacin, todava mentalmente sintonizada a los lazos poco dignos del camino que escogi. Ahora, debe recibir cinco de sus antiguos cmplices en la cada moral, con el fin de encaminar sus sentimientos en direccin a la luz, en el bendito y largo sacerdocio materno. De su xito en el presente, dependern las facilidades que espera recibir en el futuro, para la liberacin definitiva de las sombras que an ofuscan su espritu, pues si consigue formar cinco almas en la escuela del bien, podr conquistar un enorme premio, ante la Ley amorosa y justa. El problema de Laudemira, debatido en nuestro regreso, constitua una preciosa contribucin al tema de causa y efecto que estbamos estudiando. Y, observando que nuestra curiosidad estaba satisfecha, Silas se volvi con ms cario hacia Leonel y Clarindo, sondeando sus ideales. Para conocer sus esperanzas, se refiri a sus propias ansias, sobre sus trabajos mdicos del futuro. No pretenda perder tiempo. Ahora, tena sed de aprender y de servir, para abordar el plano fsico con los mejores valores del espritu, que se expresaran en la mente, cuando se hallase encarnado, en la forma de tendencia y de facilidad llamada vocacin innata. Los dos hermanos, sabiamente tocados por la palabra del amigo que se haba ganado su confianza, se sentan ahora mejor dispuestos. La confesin del asistente y el ejemplo de humildad que nos dio, espontneamente, les haban impactado profundamente. Clarindo, impulsivo y franco, habl de los ideales que le haban inflamado aos antes. Posea un entraable amor a la tierra, y proyect cuando era joven, la organizacin de un reducto agrcola en el que le fuese posible consagrarse a nobles experiencias. Anhelaba haber vivido durante largo tiempo en la propiedad de la familia, creando su propia rea de trabajo. Pero la criminal actitud de Antonio Olimpio haba aniquilado sus sueos, coment algo triste pero sin el tono de rebelda usado en sus anteriores conversaciones. Se haba visto despojado de sus ideales, con una tremenda frustracin que, despus del sepulcro, le haba llevado a la demencia... No consegua crear disposiciones mentales para rehacer su esperanza... Se senta como la desesperacin en persona, como alguien que se crea irremediablemente amarrado a una picota degradante... Clarindo mostraba ahora una inflexin de llanto en su voz, mostrndose inmensamente transformado. Leonel, cuya inteligencia refinada nos infunda un cauteloso respeto, estimulado por Silas, comenz a hablar sobre su inclinacin a la msica... Cuando era nio, crea tener una gran disposicin para el sublime arte. De joven, se haba apasionado por la obra de Beethoven, cuya biografa admiraba fervorosamente. Por ese motivo, no buscaba tan slo el ttulo de bachiller para el que se preparaba, sino, tambin, los laureles de pianista, con los cuales se sentira sumamente feliz...
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No obstante, y se expresaba cargada su voz de irrefrenable amargura, el homicidio de que haba sido vctima, frustr sus esperanzas. Solamente albergaba en su fuero ntimo, el odio que haba pasado a regir su existencia y, con el odio en el corazn, no saba reconstruir sus castillos iniciales... Leonel hizo una larga pausa y, con agradable sorpresa para nosotros, aadi: Pero en nuestros contactos personales de estos ltimos das, comienzo a percibir que, si perdimos la vida en plena juventud del cuerpo, indudablemente tuvimos que poseer deudas que justificaban una prueba tan dura, aunque ello no exima a Antonio Olimpio, el hermano ingrato, de la culpa que carga, teniendo la responsabilidad del horrendo asesinato con el que nos precipit en las sombras. Exactamente, agreg Silas, emocionado su argumentacin demuestra una gran renovacin... Pero el asistente no pudo continuar, porque Leonel, sumergi su cabeza entre sus manos, y clam en llanto: Pero oh Dios mo! Por qu venimos a conocer la alta virtud del perdn cuando ya nos sumergimos en el crimen? Por qu venimos a sentir tan tarde el deseo de restaurar el campo de nuestras aspiraciones, cuando la venganza nos arrebat la vida en el incendio del mal?... Mientras Clarindo acompaaba su explosin de dolor y de remordimiento con seales de aprobacin, y Silas le acoga, generoso, contra su pecho, presentimos que Leonel se refera a la muerte de Alzira, llevada a cabo mediante la obsesin que, sin duda, l y el hermano haban dirigido. El orientador se dio prisa en consolarle, exhortndole bondadosamente: Llora, amigo mo! Llora, que las lgrimas purifican el corazn!... Pero no permitas que el llanto ahogue la labor de la esperanza... Quin de nosotros se halla exento de culpa? Todos tenemos compromisos que rescatar, y el tesoro del Seor, jams se empobrece de compasin. El tiempo es nuestra bendicin... Al pasar de los das, formamos las tinieblas que nos envuelven, y con los das que vienen, la convertimos en luz sublime... Pero, para ello, es indispensable que perseveremos en el valor y en la humildad, en el amor y en el sacrificio. Levantmonos en direccin al futuro, dispuestos a conseguir la reconstruccin de nosotros mismos. Notamos que Leonel, en aquellos momentos, se propona vaciar su corazn en nuestros odos. Quera desahogarse, confesarse... Silas, mientras, inducindole a la meditacin, nos invit a regresar, prometiendo volver en la noche siguiente. Los dos compaeros, muy cambiados, volvieron a la casa de Luis, y emprendimos nuestro retorno. En el camino, el asistente estaba contento. El proceso Antonio Olimpio, del que ramos responsables, estaba alcanzando un buen trmino. La renovacin de los obsesores, se haba coronado con xito. El jefe de nuestra expedicin dijo que esperara a la noche para conseguir el entendimiento entre Alzira y aquellos que seran sus hijos en el porvenir, despus de
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lo cual ambos seran ingresados en la Mansin, con el pleno consentimiento de ellos mismos, en vista a la preparacin del futuro... En la casa dirigida por Druso, trabajaran y se reeducaran, encontrando nuevos intereses mentales y nuevos estmulos, para su necesaria recuperacin... Tan pronto como nuestro amigo se call, Hilario pregunt, preocupado: Cunto tiempo emplearn Clarindo y Leonel, preparndose para su vuelta al cuerpo fsico? Probablemente un cuarto de siglo Por qu tanto? Necesitarn reconstruir sus ideas en el campo del bien, plasmndolas de modo indeleble en la mente, con el fin que puedan consagrarse a la realizacin de las nuevas planificaciones. Refugiarse en el servicio activo, ayudando a los otros y creando, as, preciosas simientes de simpata que puedan facilitarles sus luchas del maana, en la Tierra... En el trabajo y en el estudio, as como en las actividades de pura fraternidad, irn adquiriendo valores morales incorruptibles, y la reeducacin, de ese modo, perfeccionar sus tendencias, predisponindoles a la victoria que les es necesaria en sus pruebas. Y Antonio Olimpio? insisti Hilario por lo que deduzco permanecer mucho menos tiempo en la Mansin S confirm el asistente Antonio Olimpio, despus de una breve reconciliacin con sus hermanos, renacer, sin duda, dentro de dos o tres aos. Por qu tanta diferencia? No podemos olvidar explic Silas con serenidad que fue l quien comenz la trama criminal que se halla bajo nuestro estudio. Por eso, del grupo de reencarnantes, ser el compaero menos favorecido en la Ley, durante el viaje previsto al plano fsico, por los agravantes que marcan su problema individual. Con el espritu todava ensombrecido por la angustia y el arrepentimiento, resurgir en la cuna de la familia que l perjudic por la usura, movindose en un horizonte mental muy restringido, ya que, instintivamente, su mayor preocupacin consistir en devolver a los hermanos expoliados la existencia fsica, el dinero y las tierras que les rob... Con tal motivo, y por esa misma razn, apenas dispondr de facilidades ntimas para adquirir cultura y perfeccionamiento, en la edad madura del cuerpo fsico, esforzndose en encaminar a los hijos hacia el futuro que deben alcanzar. Pero ponder mi colega Clarindo y Leonel tambin mataron... E innegablemente, pagarn por ello, pero no podemos negarles atenuantes en el lamentable delito... Antonio Olimpio plane el crimen framente, para acomodarse en las ventajas materiales fruto de su crueldad y violencia, mientras que los infelices hermanos, actuaron vctimas de la pesadilla del odio, traumatizados por un pavoroso dolor... Innegablemente, Clarindo y Leonel, sufren angustia y remordimiento, debiendo padecer un doloroso rescate en el momento oportuno; pero, aun as, son acreedores del hermano que retras su evolucin Y, qu ser de Alzira, en esta historia? Alzira consigui atesorar bastante amor para entender, perdonar y auxiliar... Por
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eso, dispone ante la Ley del poder de ayudar tanto al esposo como a los cuados, hasta ahora infelices, como al hijo, Luis, todava en la carne, as como a todos los descendientes de su organizacin familiar, porque, cuanto ms amor puro hay en el espritu, ms amplios son los recursos del alma ante Dios... Y lanzando una expresiva mirada sobre nosotros, resalt: Aquellos que aman realmente, gobiernan la vida. Me senta satisfecho. Los argumentos no podan ser ms claros. Hilario, no obstante, pidiendo disculpas por la insistencia, suscit una nueva cuestin: Por qu Alzira haba sufrido su desencarnacin en el lago? Silas, atentamente, coment: Comprendiendo que nuestra amiga conquist ya la felicidad del perdn ilimitado, hijo del amor que no se preocupa en ser amado, no nos conviene realizar una mayor profundidad en su pasado, lo que hara que nuestro estudio resultara fastidioso. Y, sonriendo, aadi: Alzira, ante nosotros, es ya alguien que posee inmensa parte de cielo en su corazn... Los asuntos que le ataen, deben ser analizados en el cielo... Alcanzbamos la Mansin y, recogidos en nosotros mismos, pasamos a meditar las lecciones de aquella hora en curso... Las situaciones de amor y odio, de sufrimiento y venganza del proceso Antonio Olimpio eran las mismas de nuestros dramas personales, destacando la necesidad de amor y de perdn en nuestras vidas, para que, a travs del sentimiento puro, pudisemos avanzar de la sombra hacia la luz... En esas graves reflexiones, aguardamos ansiosamente la noche siguiente. Llegada la hora de nuestros estudios, el asistente se entendi con la hermana Alzira en prolongada conversacin particular, pidindole que nos encontrase a determinada hora, en el lago en que haba ocurrido su desencarnacin. Seguidamente, recomend a dos cooperadoras de la casa que la acompaasen en el viaje, dndoles instrucciones para que nuestra amiga se acercase a nosotros, slo cuando fuese requerida por nuestro grupo de servicio. Despus del viaje acostumbrado, entramos en el hogar de Luis, donde Clarindo y Leonel nos esperaban con carioso inters. Silas nos condujo al hospital que habamos visitado en la vspera, administrando pases magnticos a Laudemira y al hijito recin nacido y, una vez finalizadas esas actividades de asistencia, nos transport a una casa, en cuyo umbral, un viejecito desencarnado, de simptico aspecto, nos recibi amablemente. Es nuestro hermano Paulino, que viene amparando las obras del hijo, dedicado a la ingeniera, en la Tierra explic el orientador de nuestras tareas. Y Paulino nos dio acceso al interior, llevndonos a un espacioso saln, donde un hombre maduro estaba leyendo un libro. El generoso anfitrin nos lo present como a su hijo encarnado, cuya misin tcnica asista con gran dedicacin. Preguntando a nuestro asistente en qu poda ayudarnos, Silas le pidi sus buenos oficios junto al hijo, para que consiguiese que nos pro-
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porcionase algunos momentos de msica, a ser posible, alguna pgina especial de Beethoven. Con gran sorpresa, vimos a nuestro amigo acercarse al ingeniero, susurrando algo en sus odos. Y, sin percibir nuestra presencia, como si estuviese necesitado por s mismo de or msica, interrumpi su lectura, se dirigi al tocadiscos, consultando previamente una pequea discoteca, de la que sac la Pastoral del gran compositor. A los breves momentos, el recinto se poblaba, para nuestro encanto y alegra, de sonoridad y belleza. Silas, con el alma y el corazn, oa con nosotros la admirable sinfona, realizada en bendiciones a la naturaleza sublimada. Con Clarindo, atrado por los trabajos campestres, sentamos mentalmente la presencia del bosque, repleto de pjaros cantores que volaban sobre un arroyo cristalino que se deslizaba sobre lechosos guijarros y, como si el paisaje imaginario obedeciese a una narracin meldica, la vimos transformarse de repente, dndonos la idea de que el cielo antes azul se cubra de nubes pesadas y oscuras, que despedan rayos y truenos, para retomar al cuadro florido, entre cnticos y preces ... Con Leonel, apasionado por el divino arte, percibamos el imperio de la msica en su majestuosidad soberana, arrebatndonos a las ms sublimes emociones. Aquellos minutos, valan, para nosotros, como una bendita oracin. Los sonidos de la magnfica sinfona, pareca que nos elevaban a crculos armoniosos de ignota belleza, y todos llorbamos, ya que los encantadores acordes que escuchbamos, tenan la facultad de lavar, milagrosamente, lo ms recndito de nuestro ser. Terminadas las ltimas notas, nos despedimos, maravillados. Nuestros pensamientos vibraban en la ms pura sintona, y nuestros corazones parecan ms fraternos. A peticin de Leonel, que pareca atender instintivamente la sugestin de Silas, llegamos al lago situado en la vieja propiedad de los Olmpio. El plenilunio coronaba el campo de destellos plateados. Ya estaba entrada la noche... Tomando la iniciativa, el hermano de Clarindo nos relat cuanto ya sabamos, detenindose en copioso llanto al referirse a la muerte de la cuada, sobre la que haba lanzado las garras de su ira... Extremadamente sorprendidos, Hilario y yo, notbamos la paciente atencin de Silas oyendo la confesin, como si el asunto fuese una absoluta novedad. Despus de ms de una hora, durante la cual nuestro sufrido compaero mantuvo la palabra, el asistente, nos coment en particular a Hilario y a m, que nuestro amigo tena necesidad de expulsar del corazn herido sus dolores, y que, por nuestra parte, aunque conocamos su drama ntimo, no debamos interrumpir su confesin y s recogerla fraternalmente, participando de su carga de afliccin, para que se aliviasen las cargas de su pensamiento. Despus, Silas inici con ambos hermanos una interesante conversacin, proponindoles el reajuste por medio de la lucha reparadora. No desearan volver a tomar, quizs, el camino terrestre? Por qu no abrazar un
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nuevo trabajo, buscando renacer en la misma familia de que provenan? No sera ms agradable y ms fcil conquistar la reconciliacin y, con ello, volver a entrar en posesin de las antiguas aspiraciones, yendo con ellas, en el plano fsico, al encuentro de preciosos escalones en la vida superior? Leonel y Clarindo, casi a la vez, se lamentaban sobre el problema de Alzira... Realmente, en su propia desesperacin, haban aceptado las sugestiones de la locura, empleaban aos sucesivos extendiendo la crueldad en las tinieblas, pero nada les dola tanto como la violencia que haban practicado contra la esposa de Antonio Olimpio, la que, horrorizada ante su persecucin, se haba arrojado en aquellas aguas de terribles recuerdos... Pero... y si Alzira les ofreciese, personalmente, el abrazo de comprensin y ayuda? Al ver cmo sonrean con esperanza, en el torbellino de sus propias lgrimas, el asistente se apart por algunos minutos y volvi trayendo en su compaa a la generosa hermana que, luciendo un luminoso ropaje, les extendi las manos, ofrecindoles su pecho, resplandeciente de amor. Leonel y Clarindo, como si hubieran sido heridos de muerte, cayeron de rodillas, abrumados por el miedo y el jbilo... Alzira acarici sus cabezas sumisas y les dijo en tono conmovedor. Hijos de mi alma, rindamos gracias a Dios por esta hora bendita. Leonel intent intilmente pedirle perdn, ensayando monoslabos cortados por los sollozos, pero la madre de Luis suplic, humildemente: Soy yo, quien debe arrodillarse, implorando vuestro carioso indulto! El crimen de mi esposo, es tambin mi crimen... Fuisteis arrancados de los ms bellos sueos, cuando la juventud terrestre comenzaba a sonreros. Nuestra desorbitada ambicin os rob los recursos y las posibilidades, incluso la existencia... Perdonadnos!... Hemos de pagaros nuestras deudas. El Seor nos ha de ayudar en la recuperacin de nuestra casa... Dentro de poco, Antonio Olimpio y yo estaremos nuevamente en el plano fsico y, con el apoyo de la misericordia Divina, os restituiremos el lugar que no nos pertenece... Permitidme, hijos mos, que pueda honrar mi alma con el privilegio de ser vuestra amorosa madre en el mundo... Para restaurar vuestra esperanza y rehacer vuestro ideal, os ofrezco mi corazn crindoos con el jbilo de mis besos y con el roco de mis lgrimas Pero para ello, es necesario que el olvido de nuestros pesares nazca puro, del amor que nos debemos los unos a los otros Olvidemos los resentimientos y Dios nos proporcionar los recursos necesarios para que podamos resolver nuestras deudas... Levantaros, hijos queridos. Jess sabe que anhelo apretaros contra mi pecho y acariciaros sostenindoos en mis maternales brazos!... Alzira no consigui continuar. El llanto copioso baaba su rostro y algo pareca obstruir su garganta, ahogando su voz. Aun as, vimos la gloriosa victoria del amor, en aquellos instantes... Del trax de Alzira emergan chispas de luz, en sucesivas ondas de esplendor azulado, dndonos la idea de que su grandeza interior se haba transformado en fuente de inmensa luz. Amparados por ella, Clarindo y Leonel se haban levantado, a la manera de dos cria-
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turas atradas por la ternura materna, abrazndose a ella en medio de conmovedores sollozos. Nuestra compaera, acaricindoles agradecida, les acogi en su regazo, como si estuviese amparando a dos tesoros de su corazn. Atendiendo a una muda seal del orientador, la ayudamos como era necesario y, despus de algn tiempo, transportando con nosotros a los dos nuevos amigos, entramos en el gran Instituto. Despus de ingresarles en el departamento correspondiente, Silas, muy contento, se dirigi a nosotros, diciendo: Gracias a Dios, nuestra tarea est cumplida. Ahora, esperemos que se rehabiliten todos, ante la nueva batalla que tendrn en la Tierra, en el servicio salvador en el que se mezcla el afecto y la aversin, la alegra y el dolor, la lucha y la dificultad, en busca de la redencin. A mi mente afloraban diversas preguntas, en forma imperiosa, pero comprend que la Ley de causa y efecto actuara, infatigable, abarcando a los personajes de nuestra historia, y medit en mis propias deudas... Entonces, en lugar de preguntar, bes respetuoso las manos del asistente, en mi condicin de aprendiz reconocido al generoso instructor, y me sumerg silenciosamente en oracin, agradeciendo a Jess la valiosa leccin que acababa de recibir.
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XI EL TEMPLO Y EL LOCUTORIO Terminada la fase culminante del caso Antonio Olimpio, e interesados en la continuidad de nuestros estudios, Hilario y yo nos presentamos al instructor Druso, quien, despus de ornos, nos aconsej: Comprendo que la Mansin, por s misma, ya os habr suministrado elementos bsicos para llegar a serias conclusiones sobre la Ley de causa y efecto... Aqu, en la mayora de los problemas, casi siempre encontramos los frutos concretos de la accin. Junto a nosotros, nos es posible comprobar, de cerca, la cosecha del sufrimiento en todas sus fases difciles y dolorosas. Y, sonriendo, continu: La regin infernal, permanece sobrecargada de cuentas maduras. All, la avaricia, soporta la acidez de atroces padecimientos, el crimen, se enfrenta a todos los tipos de angustia en el remordimiento tardo, y la delincuencia responsable es sorprendida por las tinieblas que agravan las amarguras, porque las colectividades de los labradores culpables por el planto de tantas espinas, no disponen del valor necesario para recoger el fruto envenenado de la siembra a que se dedicaron. Desorientados y dementes, se sublevan contra las ideas que por s mismos generaron y caen en las profundidades de la rebelin y de la desesperacin... Como es muy fcil observar, alrededor de nuestra casa de reajuste y de socorro, todo, en casi todas las circunstancias, es sombra y conflictos uniformes, a la vez que un gran campo incendiado por criaturas imprevisoras, tolerando compulsivamente el fuego y el humo con los que lesionaron sus propias vidas... Druso se call, caminando en direccin de la ventana que se abra hacia las neblinas exteriores, mir compadecido, el triste paisaje que nuestros ojos conseguan observar y, seguidamente, se volvi hacia nosotros, afirmando: Aun as, estar bien que prolonguis vuestro trabajo, anotando los principios de compensacin en sectores ms amplios. En ese sentido, consideramos de gran importancia las realizaciones que se efectan en el plano fsico, como factores determinantes del cielo o del infierno, en las personas que los buscan, razn por la cual os auguro un buen aprovechamiento en las actividades que emprendis en la zona de unin entre nuestra casa y el plano fsico no distante. Es necesario que reconozcamos que todos creamos o renovamos el destino todos los das, y, aqu, el examen de esa leccin es ms lento, ya que nuestro Instituto parece ser ms una estacin de llegada en el que la culpa se mueve con lentitud. Entre los espritus encarnados, por tanto, se revela ms fcilmente el mecanismo de la Ley, a travs de la cual vive el alma en sus propias creaciones. En el cuerpo carnal, la planta de la existencia se desenvuelve, florece y fructifica. La muerte del cuerpo fisico realiza la gran siega. En nuestro mundo, tenemos, de ese modo, la seleccin natural de los frutos. Los muy raros que se muestran perfeccionados, son conducidos a la labor de la luz Divina, en los planos superiores, para que logren una ms amplia ascensin en el gran futuro, pero, esa masa aplastante de los que llegan deteriorados o imperfectos, se estaciona en las sombras en
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las regiones inferiores en que nos hallamos, esperando nuevas plantaciones en los surcos del mundo. Cada criatura traspone la frontera del sepulcro con las imgenes que en s misma plasm utilizando los recursos del sentimiento, de la idea y de la accin que la vida le presta, irradiando las fuerzas que acumul en el espacio y tiempo terrestres. Creemos, pues, que ser muy oportuna la observacin del tema entre las almas encarnadas, para que vuestra experiencia se enriquezca. Aquellas afirmaciones, dichas en tono paternal, me conmovan intensamente. Druso las pronunciaba con afabilidad y tristeza, a pesar de su sonrisa. Como siempre, encantado con su personalidad, difcilmente abordable en conjunto, me call, acatando sus manifestaciones, pero Hilario, valindose de la pausa que haba surgido, pregunt con inquietud: Qu nos sugiere, para que podamos atender mejor los asuntos a que se refiere? El instructor, respondi: Disponemos siempre de un renovado material de consulta en el templo y en el locutorio exterior de nuestro Instituto, usualmente frecuentado por hermanos del plano fsico provisionalmente desligados del cuerpo material por el sueo, as como por compaeros desencarnados que vagan en torno a la Mansin, en espera de ser reconfortados. Muchos de ellos, estn unidos a nuestro santuario por los hilos de la reencarnacin, mientras que otros llegan a nosotros en busca de socorro. Tenemos numerosos trabajadores que se hacen cargo de sus reclamaciones y registran sus problemas, para orientarles con seguridad en nuestro esfuerzo de paz y cooperacin. Es interesante, pues, que os incorporis durante algunos das a nuestros equipos de servicio, colaborando con nosotros y relacionando diversos asuntos. No podamos contar con la ayuda de Silas? pregunt mi colega, refirindose al compaero cuya presencia significaba para nosotros alegra y valor. El instructor nos contempl en forma expresiva y, sorprendindonos, coment: Si no hubiese que tener en cuenta el objetivo de las informaciones que os interesan, no nos sera posible, permitir que Silas ayudase en vuestra adquisicin de las enseanzas que os interesan. Sabemos que vuestro trabajo es obtener instrucciones que sean tiles a los compaeros reencarnados. Por tanto, semejante tarea nos obliga a considerar vuestra peticin. Realmente, no os conviene perder oportunidades ni tiempo. Y aunque sus responsabilidades sean actualmente enormes en nuestra casa, no veo cmo privaros de la compaa de Silas, quien, sin duda alguna, es aqu el depositario inmediato de nuestra mayor confianza. Despus, mientras nos sumergamos en silenciosas consideraciones acerca de la atencin y dedicacin con que el gran benefactor segua nuestra meta, Silas fue llamado a nuestra presencia, recibiendo recomendaciones para que nos prestase la necesaria asistencia. El instructor y el asistente, en ntima conversacin, cambiaron impresiones rpidamente, sin que nos fuese posible conocer su significado. Terminada su conversacin, Silas marc la hora exacta en que quedaramos y, por tanto, nuestra entrevista con el director de la Mansin, fue, prcticamente, terminada.
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En el momento previsto, el Asistente vino a buscamos solcito. Iramos a visitar el templo de la Mansin. Atravesamos largas filas de corredores, hasta que, a travs de un estrecho postigo, tuvimos acceso a un amplio recinto iluminado. El ambiente se pareca all al de una de esas grandes capillas que conocamos en el mundo. Expuesta hacia el exterior, una cruz de radiante material plateado, puesta sobre una mesa blanca y sencilla, situada al centro del fondo, era el nico smbolo religioso all existente. Pero en todas las paredes laterales, que se caracterizaban por una blancura de nieve, se distinguan pequeos entrantes esculpidos en forma de nichos. La luz dominante se una, de modo encantador, con la acariciadora meloda que resonaba dulcemente a lo largo de la nave... Qu manos invisibles producan aquella msica dulce y tierna que nos induca a la reverencia y meditacin? Ms de dos centenas de diversas entidades, formando un piadoso conjunto, en filas iguales, se situaban, en oracin, ante los nichos vacos. No s qu extraa emotividad inund mi alma. La fe simple de la infancia haba reconquistado lo ntimo de mi ser... Record a mi madre cuando colocaba la primera oracin en mis labios y, como si las vibraciones de aquella hora constituyesen una bendita lluvia que lavaba por completo mi espritu, olvid por un instante mis viejas experiencias de la vida, para pensar solamente en el Seor supremo, nuestro Dios, nuestro Padre... Lgrimas ardientes corran por mis mejillas. Quise preguntarle algo al bondadoso asistente; pero, en aquel primer contacto con el santuario externo de la Mansin, no consegu hacer otra cosa que llorar copiosamente. Y aunque poda controlar mi expresin verbal, para que las palabras no se me escapasen desordenadamente de la boca, contemplaba la hermosa luz, entre respetuoso y conmovido... Record al Mensajero divino que la haba utilizado en el sacrificio para trazarnos el camino de la victoriosa resurreccin, y repeta en lo ntimo de mi alma: Padre Nuestro que ests en los Cielos, santificado sea Tu nombre, venga a nosotros Tu reino. Hgase Tu voluntad, as en la Tierra como en el cielo. El pan nuestro de cada da, dnosle hoy. Perdona nuestras deudas as como perdonamos las de nuestros deudores. No nos dejes caer, en tentacin y lbranos del mal, porque son Tuyos el reino, el poder y la gloria por siempre. Que as sea. Observ que Silas me acompaaba en mis menores movimientos interiores, porque, al, terminar la oracin dominical, me dijo afectuosamente: Es verdad, Andr, son raros los que consiguen penetrar este ambiente sin escudarse en la oracin. Y poniendo su mirada sobre Hilario, que igualmente enjugaba sus lgrimas espontneas, como para incluirle tambin en el cario de las observaciones que exteriorizaba, continu: Este pequeo campo del pensamiento, esta sublimado por sentimiento del dolor de millares de seres... Incontables legiones de almas edificadas en el sufrimiento y en la fe, han pasado por aqu, anegadas en el llanto del arrepentimiento o de la esperanza,
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de la gratitud o de la angustia... Nuestro templo interno, en cuyos servicios ya habis participado, funciona como si fuese el vivo corazn de nuestra casa, mientras que este santuario exterior es el smbolo de nuestras manos puestas en oracin. Sealando las criaturas que oraban en silencio ante aquellos altares vacos, os preguntar al atento hermano: Qu significan en este recinto la imagen de la cruz y estos nichos vacos? El Asistente me aclar inmediatamente: La cruz, recuerda a todos los visitantes, que el Espritu de nuestro Seor Jesucristo se encuentra aqu presente, pese a que nos hallemos en los abismos infernales. Y los nichos vacos dan oportunidad a que todos se dirijan a los Cielos, de acuerdo con la fe que les sostiene. Hasta que el alma obtenga la sabidura infinita, es indispensable que vaya por el largo camino de los smbolos de alfabetizacin y cultura que la dirigen en la senda de elevacin intelectual, y, hasta que alcance el infinito amor, es necesario que recorra las largas rutas de la caridad y de la fe religiosa, en los mltiples departamentos de la comprensin que asegure su acceso a la vida superior. Los poderes divinos que nos rigen, determinan que toda clase de fe sincera y respetable, pueda encontrar aqu una amorosa veneracin. Observando que la reducida comunidad de almas en oracin se alineaba en posiciones diversas, ya que algunas de ellas se mantenan de pie o cmodamente sentadas, mientras que la mayora se pona de rodillas, Hilario hizo algunas observaciones, a las que Silas, en resumen, respondi: Siempre que el respeto mutuo sea debidamente guardado, todos pueden orar, aqu, como mejor les parezca. Y atendiendo a nuestra sana curiosidad, seal a una seora que lloraba, pacientemente arrodillada ante el nicho prximo, y dijo: Acompaemos, por ejemplo, a aquella hermana, en su splica. Situmonos detrs de ella, para que no la incomodemos con nuestra presencia. Y, envolvindola en las vibraciones de nuestra simpata, asimilaremos su onda mental, percibiendo, con claridad, las imgenes que ella crea en su proceso personal de oracin. Obedecimos maquinalmente y, por mi parte, a medida que centraba mi atencin en aquella cabeza gris y agachada, ms se transformaba el estrecho espacio del nicho, a mis ojos... Poco a poco, como si emergiese de la pared, se present a mi vista una imagen en pantalla, causndome espanto. Era la viva reproduccin de la hermosa escultura de Teixeira Lopes 11, representando a la Madre Santsima llorando y al Divino Hijo muerto... Y las frases inarticuladas de la venerable hermana que se hallaba en oracin, resonaban en mis odos: Madre santsima, divina Seora de la piedad, compadcete de mis hijos, que vagan en las tinieblas!... Por el amor de tu hijo sacrificado en la cruz, ayuda a mi espritu sufriente para que yo pueda ayudarles... S muy bien que, por siniestro apego
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Antonio Teixeira Lopes, notable escultor portugus (nota del autor espiritual).
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a las posesiones materiales, no vacilaron en abrazar el crimen... En verdad, Seora, ellos son homicidas infortunados que la justicia terrestre no pudo culpar... Por eso mismo, padecen con ms intensidad el drama de sus propias conciencias, empleadas en la culpa... En ese punto del ruego, Silas nos toc levemente en los hombros, invitndonos a recoger la debida enseanza, y nos explic: Es una pobre madre desencarnada que ruega por los hijos extraviados en las sombras. Invoca la proteccin de nuestra Santsima Madre, bajo la representacin de la Seora de la piedad, de acuerdo con la fe que su corazn puede albergar por ahora, de acuerdo con los recuerdos tradas del mundo... Eso quiere decir que la imagen de nuestra visin... Esta observacin qued en el aire, porque Silas, rpidamente, complet: Es una creacin de ella misma, un reflejo de los propios pensamientos con que hilvana su ruego; pensamientos que se ajustan a la materia sensible del nicho, plasmando la imagen coloreada y vibrante que corresponde a sus deseos. Y respondiendo automticamente a las preguntas que el hecho nos sugera, continu: No obstante, eso no significa que la oracin est siendo respondida por Nuestra Seora. Peticiones semejantes a sta, se elevan a los planos superiores, y all son acogidas por los emisarios de la Virgen de Nazaret, con el fin de ser examinadas y atendidas, de acuerdo con el criterio de la verdadera sabidura. Extendiendo la mirada por los circunstantes, sigui aclarando: Aqu, se encuentran devotos de varios grandes santos del cristianismo, en diversos cultos de fe. Y mirando alrededor, con su amplia experiencia, seal a otra seora que se hallaba en oracin, aadiendo: Ah tenemos a una noble seora, impetrando la proteccin de Teresita de Lisieux 12, la dulce monja del Carmelo, desencarnada en Francia. Y su mensaje, alcanza el corazn de la famosa monja? indag Hilario, con el optimismo de siempre. Cmo no? respondi el instructor. Despus de la muerte del cuerpo, las criaturas efectivamente santificadas, encuentran las ms altas cuotas de servicio, en la expansin de la luz o de la caridad, del conocimiento o la virtud, de todo lo cual se hicieron fuente viva de inspiracin, durante su aprendizaje humano. El cielo beatfico y estancado, existe tan slo en la mente ociosa de aquellos que pretenden lograr progreso sin trabajo y paz sin esfuerzo. Todo es creacin, belleza, primor, alegra y luz incesantes en la obra de Dios, expresndose, divina e infinita, a travs de aquellos que se elevan al infinito Amor. As, pues, el corazn que deje en la Tierra una siembra de fe y de abnegacin, pasa a alimentar desde el plano superior, la labor de las ideas y de los ejemplos que leg a los hermanos de la lucha evolutiva, labor que se expande en aqueSanta Teresa del Nio Jess, en la Iglesia Catlica, desencarnada en el Carmelo de Lisieux, Francia, el 30 de septiembre de 1897 (nota del autor espiritual).
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llos que continan su ministerio sagrado, creciendo, as, en trabajo e influencia para el bien, en el sector de accin iluminada y santificante que el Seor le confa. Mi compaero, que escuchaba la aclaracin con tanta atencin como yo, pregunt: Y en la hiptesis de que el alma juzgada santa entre los hombres, no sea realmente santa en el plano de la Verdad, las oraciones que le son dirigidas alcanzarn los objetivos perseguidos, aun en el caso de que el supuesto santo permanezca en duras experiencias en las regiones de las sombras? S, Hilario aclar el asistente, puede ser que las oraciones no encuentren, de inmediato, al espritu al que son dirigidas, pero alcanzan el grupo de compaeros al que dicho espritu deba ajustarse, que, amorosamente, le sustituyen en la obra asistencial del bien, en nombre del Seor, ya que, realmente, todo amor en la creacin eterna es de Dios. Imaginemos, por ejemplo, que la referida monja no estuviese, temporalmente, en condiciones de prestar auxilio... Si eso fuese as, las grandes almas, acrisoladas en la disciplina de la institucin en la que tanto se distingui, se encargaran de hacer por ella el trabajo necesario y justo, hasta que pudiese tomar sobre sus hombros el apostolado que le pertenece. Pero, ponder mi colega es posible creer que el espritu de las congregaciones religiosas permanezca todava vivo en las altas esferas? El Asistente sonri y aadi: No en el sentido estrecho del sectarismo terrestre. Cuanto ms se eleva el alma a las cimas de la vida, ms se despoja de las convenciones humanas, aprendiendo que la Providencia es luz y amor para todas las criaturas. Mientras tanto, hasta que el alma se identifique con los factores sublimes de la conciencia csmica, los crculos de estudio y de fe, de perfeccionamiento y de solidaridad, por el bien que realizan, estn donde estn, merecen el mayor acatamiento de las inteligencias superiores que atienden la ejecucin de los planos Divinos. Despus, como si quisiera fijar en nuestro espritu los mritos de la leccin, dirigi la mirada hacia una seora que se mantena en oracin, no distante de nosotros y, despus de una ligera observacin, nos condujo hacia ella, recomendndonos atencin. Procuramos asimilar su onda mental y, establecida la sintona, nos sorprendi observar, en el nicho, la imagen viva y simptica de nuestro abnegado doctor Bezerra de Menezes 13, al mismo tiempo que oamos la splica de nuestra desolada compaera: Doctor Bezerra, por amor de Jess, no abandones a mi pobre Ricardo en las tinieblas de la desesperacin!... Mi infeliz esposo atraviesa duras pruebas!... Oh, generoso amigo, socrrenos! No permitas que descienda al abismo del suicidio... Dale valor y paciencia, sostenle en el buen nimo!... Las dificultades y las lgrimas que le afligen en el mundo, caen sobre mi alma como lluvia de hiel!.... Silas interrumpi nuestra reflexin, diciendo: Segn podemos ver, el santuario sirve a la oracin digna, sin cultos especiales. All, alguien corre al amparo de la monja de Lisieux, aqu un corazn infortunado pide socorro al notable compaero de los espiritistas del Brasil.
Doctor Adolfo Bezerra de Menezes, apstol del Espiritismo cristiano en el Brasil, desencarnado en Ro de Janeiro, el 11 de abril de 1900 (nota del autor espiritual).
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Antes de desviar mi atencin, mir el semblante del gran mdico, segn los recuerdos de la hermana que oraba confiada, observando el primor de la fotografa mental que ella exteriorizaba. Veamos, all, el retrato del doctor Bezerra, tal como le conocemos: sereno, sencillo, bondadoso, paternal... Anticipndose a nuestras acostumbradas preguntas, el Asistente nos inform: Con ms de cincuenta aos consecutivos de servicio a la causa espiritista, despus de desencarnado, Adolfo Bezerra de Menezes hace justicia a la formacin de un extenso grupo de colaboradores que le sirven bajo la bandera de la caridad. Centenas de espritus estudiosos y benvolos, obedecen sus directrices en la labor del bien, en la que l opera en nombre de Cristo. De ese modo aleg Hilario es fcil comprender cmo puede actuar en tantos lugares al mismo tiempo. Perfectamente coment Silas como sucede con la radio, en la que una estacin emisora alcanza a distintos puestos de recepcin, una sola cabeza pensante puede movilizar millones de brazos, un gran misionero de la luz, actuando en el bien, puede reflejarse en decenas y centenas de compaeros que acatan su orientacin en el trabajo ajustado a los designios del Seor. Bezerra de Menezes, invocado cariosamente en tantas instituciones y hogares espritas, ayuda en todos ellos, ya sea personalmente o por intermedio de entidades que le representan con extremada fidelidad. Para ello adujo mi colega tendr su propio campo de actividad, del mismo modo que un director de empresa humano posee la sede administrativa, desde la cual distribuye, con sus rdenes, las acciones necesarias de la organizacin... Cmo no? dijo el asistente, sonriendo el Seor, que tiene medios de situar dignamente cualquier dirigente de trabajo humano hasta en las ms nfimas experiencias de la vida social en el planeta, no dejara a la intemperie a los misioneros de la luz en el plano espiritual. Silas nos condujo discretamente, invitndonos a caminar en direccin a la puerta de acceso al patio exterior del templo. Alcanzando la salida, notamos que la claridad del ambiente se apagaba casi de inmediato a los pocos metros de la puerta, dndonos la idea de que sufra un tremendo impacto de las sombras circundantes. En el enorme atrio se haca densa una inmensa turba... Diversos grupos conversaban en voz alta... Haba quien lloraba, quien imprecaba y quien gema... Nuestra vista, an no adaptada, registraba mal los contornos de la gran multitud que all se aglomeraba. No obstante, podamos or, con precisin, palabras y gritos, rogativas ardientes y desconsoladoras apelaciones... Notando nuestra extraeza, el Asistente, conmovido, observ: Tenemos aqu el locutorio de la Mansin, en el que comparecen grandes filas de almas sinceras y en sufrimiento, pero en general, todava sumidos en una profunda desesperacin que inhibe las ventajas de la oracin pacfica. Y, con expresivo gesto, aadi:
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En este gran recinto dedicado a la palabra libre, encontramos, realmente, nuestra frontera vibratoria... Ms all de la misma, se encuentra el dolor inconforme y terrible, generando monstruosidad y desequilibrio, expresando el infierno de la interpretacin religiosa comn. Sin embargo, muros adentro de nuestra casa, encontramos el dolor paciente y comprensivo, creando renovacin y reajuste hacia el camino del cielo... Ante los cuadros deprimentes que se hallaban a nuestra vista, no disponamos de una expresin adecuada para exponer y calificar el estupor de que nos sentamos dominados. Por eso nos callamos, de manera instintiva, ante la tranquilidad del asistente que, segn vimos, recurra, silencioso, al favor de la oracin.
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XII DEUDA AGRAVADA Mientras otros servidores de la institucin pasaban a nuestro lado apresuradamente, con el evidente propsito de auxiliar, el dilecto compaero de Druso, descendi por la escalera del templo, en nuestra compaa, explicando: Muchos compaeros del servicio, aprovechan esta hora para hacer el culto espontneo del amor fraternal. Escuchan aqu, en este locutorio, a los desesperados y a los tristes y, tanto como les es posible, les administran medicacin y consuelo, no solamente exhortndoles a la comprensin y a la serenidad, sino tambin, acompandoles a los planos tenebrosos o al de los encarnados, para llevar la asistencia a los lazos afectivos que an perturban sus corazones. En ese momento, entramos en contacto ms directamente con numerosos grupos. Ahora, adaptada nuestra vista a la sombra reinante, conseguamos diferenciar las figuras lamentables y exticas que nos rodeaban, en agona... Eran mujeres de duro semblante que la miseria desfiguraba, y hombres de rostro torturado por el odio y la angustia. Nos sera muy difcil calcular su edad segn se estableca en la Tierra. Su infortunio les haba convertido en fantasmas de la amargura, configurndoles casi, integralmente, en el mismo tipo de aspecto exterior. Muchos de ellos, mostraban manos semejantes a garras resecas, y en casi todos, la mirada rabiosa o medrosa, revelaba la dolorosa fulguracin de la mente que desciende al pozo de la locura. A las oraciones conmovedoras, se mezclaban clamores siniestros de rebelda. Y viendo, entristecidos, aquella multitud presa de rudos movimientos, ante las puertas abiertas del tranquilo santuario, preguntamos al asistente por qu no se recogan en el templo hospitalario, que se hallaba, entonces, casi desierto. Silas, sealando la entrada del edificio que acabbamos de dejar, mir la radiante puerta que desde la penumbra en que nos hallbamos pareca un tnel abierto para la luz, y aclar: Efectivamente, la medida a que os refers, sera deseable. No obstante, solamente podran ingresar en el recinto, aquellos que pudieran soportar la claridad con el debido respeto. Casi todos los hermanos que se congregan en esta plaza, traen mutilaciones que la perversidad les impuso, o son portadores de sentimientos felinos, que sus peticiones conmovedoras no pueden encubrir. Con semejantes disposiciones, pues, no pueden resistir el impacto de la claridad dominante, compuesta de fotones especficos que se caracterizan por determinado tenor electromagntico, indispensable para la garanta de nuestra casa. Muchos de los hermanos que estn aqu, claman con la boca, ansan las ventajas de la oracin, en la intimidad del santuario, sin embargo, por dentro, desearan estar all para burlarse del nombre sublime de nuestro Padre celestial, cultivando la irona y la blasfemia. Para que no perturben la atmsfera divina que debemos cultivar para la oracin pura y reconfortante, nuestros orientadores recomiendan que la luz permanezca graduada contra disturbios y prejuicios fcilmente evitables.
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Hilario, asustado, coment: Eso significa que solamente la sincera afliccin del alma podr estar en sintona con las fuerzas electromagnticas imperantes en el recinto... Exactamente, as es confirm el interlocutor. Nuestra institucin permanece de brazos abiertos a la prueba y al sufrimiento, pero no a la rebelda y a la desesperacin. De otra forma, sera condenarla al aniquilamiento y al descrdito, en la regin atormentada en que se localiza. A esta altura de la conversacin, fuimos interrumpidos por decenas de brazos resecos que imploraban socorro. Silas les miraba, compadecido, pero sin detenerse, hasta que nuestro paso fue cortado por una apresurada mujer que, ansiosamente, exclam: Asistente Silas! asistente Silas!... Nuestro amigo la identific, porque, parando de repente, le extendi la mano, diciendo: Luisa, a qu vienes? Se manifestaban, en ambos, la curiosidad y la afliccin. La seora desencarnada, con seales de irreprimible angustia, grit sin prembulos: Socorro!... Socorro!... Mi hija, mi pobre Marina, se muere... He luchado con todas mis fuerzas para que evite el suicidio, pero ahora me siento dbil e incapaz... Los sollozos sofocaron su garganta, inhibindole la voz. Habla!, dijo el instructor, en tono imperativo, como si la alarma de aquel instante oscureciese su serenidad mental, imprescindible a la comprensin de la nueva situacin. La infeliz, arrodillada ahora, levant sus ojos lacrimosos y suplic: Asistente, perdone mi insistencia en hablarle de mi infortunio, pero soy madre... Mi desventurada hija pretende matarse esta noche, comprometindose todava ms, con las tinieblas de su conciencia!... Silas le aconsej la vuelta al hogar terrestre, como le fuese posible, y, dndonos las manos, emprendimos un rpido viaje para atender el objetivo que nos preocupaba. Durante el camino, nos inform: Se trata de una compaera de la Mansin, reencarnada hace casi treinta aos, bajo los auspicios de nuestra casa. Le prestaremos la ayuda necesaria, al mismo tiempo que podris examinar un caso de deuda agravada. Notando que nuestro amigo se call, mi colega expres: Es impresionante observar el nmero de mujeres que se hallan dedicadas al trabajo de la oracin y de la asistencia, en estos parajes... Preocupado como se hallaba, nuestro generoso compaero intent ensayar una sonrisa que no lleg a manifestarse en sus labios, y dijo: Es una gran verdad... Son raras las esposas y las madres que desean ir a las regiones felices, sin llevar con ellas los dulces afectos que guardan en sus corazones...
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El inmenso amor femenino es una de las fuerzas ms respetables en la creacin Divina. Pero, no haba ms tiempo para nuevas divagaciones. Habamos llegado, en el plano fsico, a una pequea casa constituida por tres habitaciones mal amuebladas y estrechas. El reloj marcaba algunos minutos despus de las doce de la noche. Acompaando a Silas, cuya presencia desplaz a diversas entidades de la sombra que all se haban juntado con manifiesta intencin de perturbar, ingresamos en un humilde cuarto. Percibimos, sin palabras, que el problema era, efectivamente, desolador. Junto a una pobre seora, desolada y exhausta, lloriqueaba inquieta una niita de tres aos... Se le vea en los ojos desorbitados e inconscientes, el estigma de los que estn marcados por un irremediable sufrimiento, al nacer. No obstante, a travs de la preocupacin evidente de Silas, era fcil reconocer que la pobre seora era el caso ms urgente a nuestros cuidados. La infeliz, de rodillas, besaba ansiosamente a la pequeita, mostrando la indefinible angustia de los que se despiden para siempre. Despus, con un movimiento rpido, tom una copa que contena un lquido cuyo contenido txico no nos dejaba lugar a duda alguna. Pero antes de que pudiera llevarle a los labios, el asistente le dijo con voz segura: Cmo puedes pensar en la sombra de la muerte sin la luz de la oracin? La desventurada no oy la pregunta con los tmpanos de la carne, pero la frase de Silas invadi su cabeza como una rfaga violenta. Sus ojos relampaguearon con un nuevo brillo y la copa tembl en sus manos, ahora indecisas. Nuestro orientador le extendi los brazos, envolvindola en fluidos anestsicos de cario y de bondad. Marina, pues era ella la hermana para quien el aflictivo corazn materno haba suplicado socorro, dominada por nuevos pensamientos, coloc el peligroso recipiente en su lugar y, bajo la vigorosa influencia del instructor, se levant automticamente y se estir en el lecho, en oracin... Dios mo, Padre de Infinita Bondad implor en alta voz compadcete de m y perdona mi fracaso! No puedo soportar ms... Sin mi presencia, mi marido vivir ms tranquilo en la leprosera y mi desventurada hijita encontrar corazones cariosos que. le prodiguen amor... No tengo ms recursos... Estoy enferma Nuestras deudas me aplastan... Cmo vencer la enfermedad que me devora, obligada a coser sin reposo, entre el marido y la hijita que me reclaman asistencia y ternura?... Silas le suministraba pases magnticos de postracin e, inducindola a un ligero movimiento del brazo, hizo que ella misma, en un impulso irreflexivo, tropezase con fuerza con la copa fatdica, que rod al piso del cuarto, derramando el lquido letal. Anegada en copiosas lgrimas, la pobre criatura insisti, desolada:
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Oh, Seor! Compadcete de m!... Reconociendo en el propio gesto impensado la manifestacin de una fuerza extraa que entorpeca la posibilidad de lograr la muerte deliberada en aquel instante, pas a orar en silencio, con evidentes seales de temor y de rendicin, actitud mental que acentuaba su pasividad, de la que se vali el asistente para conducirle a un sueo provocado. Silas emiti un fuerte chorro de energa fludica sobre su crtex enceflico, y la joven, sin conseguir explicarse a s misma la razn del sopor que invada su campo nervioso, se dej adormecer pesadamente, como si hubiese ingerido un violento narctico. El asistente interrumpi la operacin de socorro y, bondadosamente, nos dijo: Tenemos, aqu, un tremendo problema de cuenta agravada. Y sealando a la joven madre, ahora extenuada, continu: Marina vino de nuestra Mansin, para auxiliar a Jorge y a Zilda, de los que se haba hecho deudora. En el siglo pasado, se interpuso entre los dos, cuando estaban recin casados, impulsndoles a deplorables liviandades que les llevaron a una angustiosa demencia en el plano espiritual. Despus de prolongados padecimientos y desajustes, el Seor permiti que muchos amigos intercediesen junto a los poderes superiores, para que su destino se reajustase, y los tres renacieron en el mismo entorno, para realizar el trabajo regenerador. Marina, la primognita del hogar de nuestra hermana Luisa, recibi la responsabilidad de tutelar a la hermanita menor, que as creci al calor de su cario fraternal, pero, cuando eran ya unas jvenes, hace algunos aos, de acuerdo con el programa de servicio trazado antes de la reencarnacin, la joven Zilda reencuentra a Jorge y reanudan, instintivamente, los lazos afectivos del pasado. Se aman con fervor y se hacen novios. Marina, lejos de corresponder a las promesas hechas en el mundo mayor, segn las cuales llegara a amar al mismo hombre en el silencio de una renuncia constructiva, amparando a la hermanita en otro tiempo repudiada esposa, en las luchas purificadoras que la actualidad le ofrecera, pas a maquinar proyectos inconfesables, vctima de una intensa pasin. Completamente ciega y sorda a los avisos de su conciencia, comenz a seducir al novio de la hermana y, atrayendo para su oculto objetivo el apoyo de entidades caprichosas y enfermizas, por intermedio de pecaminosos deseos, pas a hipnotizar al joven con el auxilio de dos vampiros desencarnados cuya compaa haba ganado sin percatarse de ello... Y Jorge, inconscientemente dominado, pas, del amor por Zilda, a la simpata por Marina, viendo que su afecto creca muchsimo en su interior, sin que le fuese posible controlar su expansin... Pasados breves meses, se dedicaban ambos a encuentros ocultos, en los que se comprometieron el uno con el otro en la mayor intimidad... Zilda not el cambio del muchacho, pero procuraba disculpar su indiferencia a cuenta del cansancio en el trabajo y a dificultades en la vida familiar. Pero, faltando apenas dos semanas para el matrimonio, la pobrecita se sorprendi con la inesperada y aflictiva confesin. Jorge le expuso el dolor que senta en su mundo interno... No le negaba su admiracin y su cario, pero reconoci que desde haca mucho tiempo solamente Marina debe ser su compaera en el hogar. La novia desechada sofoca el pavoroso dolor que
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le subyuga y, aparentemente, no se rebela. Pero, introvertida y desesperada, consigue, aquella misma noche, la dosis de veneno con que puso trmino a su existencia, fsica. Alucinada de dolor, Zilda desencarnada, fue acogida por nuestra hermana Luisa, que ya se hallaba antes que ella en nuestro mundo espiritual, siendo admitida en la Mansin, debido a los mritos maternos. La madre desdichada, rog el amparo de nuestros Mayores. En su posicin de madre, se apiadaba de ambas jvenes, ya que la hija traidora, a sus ojos, era ms infeliz que la hija desencarnada, aunque esta ltima hubiese adquirido la grave deuda de los suicidas, atenuado en su caso por la alienacin mental que sufri la joven, sin razn alguna, por el incalificable abandono... Examinado el asunto cariosamente por el Ministro Sanzio, que conocemos personalmente, ste determin que Marina fuese considerada deudora en cuenta agravada por ella misma. Y despus de la decisin, orden que Zilda fuese ingresada en el hogar para recibir los cuidados necesarios. Marina haba fallado en la prueba de renuncia en favor de la hermana que era su acreedora generosa, pero se conden al sacrificio por la misma hermanita, ahora impuesta por imperio de la Ley, a su convivencia como hija en sufrimiento e inmensamente amada. As fue como Jorge y Marina, libres, se casaron, viviendo en la Tierra el afecto por el que suspiraban. Dos aos despus del enlace, recibieron a Zilda, como hijita. Pero... desde los primeros meses del nacimiento, comenzaron a identificar la dolorosa prueba. Zilda, hoy llamada Nilda, naci sordomuda y mentalmente retrasada, como consecuencia del trauma periespiritual sufrido por el envenenamiento que le ocasion el suicidio. Inconsciente y atormentada en su interior, por los recuerdos asfixiantes del pasado reciente, llora casi da y noche... Cuanto ms sufre, ms amplia ternura recoge de los padres que la aman con extrema compasin y cario... La vida transcurra normalmente, a pesar de las tribulaciones de las pruebas, cuando, hace meses, Jorge fue llevado para una leprosera, donde se encuentra en tratamiento. Desde entonces, entre el esposo enfermo y la hijita infeliz, Marina, con su deuda agravada, sufre el abatimiento en que la hemos encontrado, atormentada igualmente, por la tentacin del suicidio. El asistente call. Hilario y yo nos hallbamos asombrados y conmovidos. El problema era doloroso desde el punto de vista humano, pero, no obstante, encerraba una preciosa enseanza de la justicia divina. Silas acarici a la joven postrada y dijo: El Seor nos ayudar para que se recupere y reanime. En esos momentos, la hermana Luisa penetr en el recinto, entre deprimida y ansiosa. Se enter de todo cuanto haba sucedido, mostrndose agradecida y enjugndose las lgrimas. Mientras tanto, Silas interesado en la ayuda, administr nuevos recursos magnticos a la debilitada madre, y, entonces, presenciamos un cuadro inolvidable. Marina se levant en espritu sobre el cuerpo fsico y fij en nosotros su mirada vaga e inexpresiva... Nuestro instructor, para despertar las percepciones de su espritu, le acarici las pupilas con sus manos aureoladas de fluidos luminosos y, de repente, como un ciego
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que recobra la vista, la pobre criatura vio a su progenitora que le extenda los brazos amigos y cariosos. Anegada en lgrimas, se refugi en el regazo materno, gritando llena de alegra: Mam! Mam!... Pero, eres t? Luisa la acogi dulcemente sobre su afectuoso pecho, como a una criaturita enferma y, reprimiendo malamente su emocin, le dijo con tristeza: S, querida hija, soy yo, tu madre!... Demos gracias a Dios por este minuto de encuentro. Y besndola tiernamente, aunque con afliccin, continu: Por qu te desanimas, cuando la lucha apenas comienza? Ignoras que el dolor es nuestra custodia celestial? Qu sera de nosotros, Marina, si el sufrimiento no nos ayudase a sentir y reaccionar hacia el bien? Regocjate en el combate que nos hace fuertes y nos salva para la obra de Dios... No conviertas el amor en infierno para ti misma, y no creas que vas a aliviar a tu marido y a tu hijita, con la ilusin de una fuga premeditada. Recuerda que el Seor transforma el veneno de nuestros errores en remedio saludable para el rescate de nuestras culpas... La enfermedad de Jorge y la prueba de Nilda, no solamente son el camino bendito de la elevacin para ellos mismos, sino tambin para tu espritu, que est asociado a ellos en la experiencia y en la trama de redencin... Aprende a sufrir con humildad para que tu dolor no sea, simplemente, orgullo herido... Qu hiciste de tu valor de mujer y de tu devocin de madre? Olvidaste el culto a la oracin, que aprendiste en el hogar? Te has engaado tanto como para abrazar la cobarda como gloria moral? Aun ests a tiempo!... Levntate, despierta, lucha y vive!... Vive para recuperar la dignidad femenina que manchaste con la traicin... Recuerda a la hermana que parti, agobiada por el peso del dolor que le impusiste, y paga con desvelo y sacrificio, al pie de tu hijita enferma, la cuenta que debes a la justicia eterna!... Humllate y rescata tu propia conciencia, con el precio de la expiacin dolorosa, pero justa... Trabaja y sirve, confiando en Jess, porque el Divino mdico restituir la salud de tu esposo, para que, juntos, podamos llevar a la pequeita enferma al puerto de la necesaria restauracin. No creas que ests sola en las largas y eternas noches que pasas entre la vigilia y la desolacin!... Comulgamos en los mismos sueos y participamos de las mismas luchas!... Qu paraso podr haber para los corazones matemos que lloran ms all del sepulcro, sino el que constituyen los hijos benditos, aunque ellos les causen, muchas veces, largos das de angustia? Compadcete de m, tu madre, sentenciada todava al sufrimiento, por el amor que tengo por t!... Luisa se call, a causa de los sollozos incesantes que ahogaban su voz. Marina, ahora arrodillada y llorosa, le besaba las manos, suplicando: Madre, Perdname! Perdname!... Luisa la levant, y dndonos una idea de los calvarios maternales que acostumbran a sufrir las grandes mujeres despus de la muerte, la condujo, con pasos vacilantes hasta la criaturita enferma y, acariciando la frente de la pequeita, empapada en sudor, rog humildemente: Querida hija, no busques la puerta falsa de la desercin... Vive para tu hijita, como permite el Seor que yo pueda continuar viviendo para ti!...
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La joven, renovada, se ech sobre la triste nia, pero, como si la emotividad de aquella hora sofocase la mente despierta, fue repentinamente atrada por el cuerpo carnal, como el hierro es atrado por el imn, y la vimos despertar, llorando copiosamente, y gritando, inconsciente: Hija ma!... Hija ma!... El asistente, se despidi de Luisa y afirm: Loado sea Dios! Marina resurge transformada. Nos apartamos sin pronunciar palabra alguna. All afuera, en el cielo, nubes distantes se coronaban de luz a la claridad purprea de la aurora y, con el alma embriagada de reconocimiento y de esperanza, medit en la infinita bondad de Dios, que hace surgir, despus de cada noche, la bendicin de un nuevo da.
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XIII DEUDA ESTACIONARIA Proseguimos administrando auxilio fraternal al hogar de Marina, incluyendo la asistencia al compaero que todava estaba recluido en la leprosera, encontrando excelentes oportunidades de estudio y de observacin. A cada paso, se nos presentaban enseanzas y conclusiones. Las tareas y los viajes eran exitosos, cuando, una noche, en el locutorio, un afligido compaero busc a Silas, dicindole con ansiedad: Asistente, nuestra hermana Poliana parece vencida, definitivamente, por el peso de su inmensa prueba. Est en rebelda? indag nuestro amigo con paciencia y bondad. No aclar el interpelado. Nuestra hermana est enferma y su equilibrio orgnico se pierde de hora en hora... A pesar de ello, lucha heroicamente para poder conservarse al pie del hijo desdichado... Silas reflexion rpidamente y dijo con resolucin: hay que actuar sin demora. Y, como haba sucedido en circunstancias anteriores, utilizamos el vuelo para ganar ms tiempo. En breves minutos, nos hallbamos en un paraje rural, pobre y triste. En una casucha totalmente expuesta al viento nocturno, yaca una infortunada mujer, envuelta en harapos, en una estera de paja al ras del suelo y, a pocos pasos, un miserable enano paraltico exhiba su semblante demacrado. Observamos, sin lugar a dudas, su completa deficiencia, bajo la vigilancia de la infeliz enferma, que le miraba entre la pena y el desencanto. Mirndonos, nuestro instructor nos inform: Aqu tenemos a nuestra hermana Poliana y a Sabina, el hijo desventurado que el poder celestial le confi. Espiritualmente, ambos son protegidos de la Mansin, hallndose en un doloroso camino de reajuste. Pero, el generoso amigo, pareca ms interesado en la asistencia prctica que en dar informacin. Inclinndose atentamente sobre la desventurada mujer, le auscult el trax, dicindonos con inquietud: Es un caso urgente. Y solicitando nuestra ayuda inmediata, nos unimos a la minuciosa investigacin, observando que el corazn de la enferma presentaba una alarmante arritmia, como un agitado prisionero que se enredase en las estrechas arterias, llenas de extraas calcificaciones. Examinando aquel atormentado cuadro circulatorio, el asistente nos inform:
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Los vasos debilitados del miocardio amenazan con una ruptura prxima, ya que la enferma se encuentra con la tensin de una angustia extremada. La paralizacin sbita del rgano central, puede ocurrir de un instante a otro. Hablando as, lanz su mirada sobre aquel hombre-nio, que se hallaba estirado a dos pasos de nosotros, y agreg: Pero Poliana necesita disponer de ms tiempo en el cuerpo fsico, ya que el hijo no puede prescindir de sus cuidados. No solamente se hallan unidos por la misma prueba, sino que, tambin, lo estn al mismo clima fludico, es decir, se encuentran recprocamente alimentados por las fuerzas que exteriorizan por la afinidad vibratoria que manifiestan. Por tanto, el fallecimiento de la madre, repercutira mortalmente en el hijo, cuya existencia, en el estado en que se encuentra, depende totalmente de la atencin materna. Nos encontrbamos expectantes. Silas busc en la choza algo que le pudiese servir como socorro, pero no encontr ms que un viejo cntaro con un poco de agua. El asistente nos dijo que la enferma necesitaba medicacin inmediata, considerando, no obstante, que en aquella hora de la noche no era fcil traer a ningn encarnado a semejante sitio desierto, ni disponamos all de recurso alguno. Aun as, le vimos aplicar pases a la garganta de la enferma, con desvelada atencin. Despus administr recursos fludicos al sistema linftico. Comprendimos que Silas activaba la sed en la enferma, obligndola a tomar agua, ya convertida en lquido medicamentoso. Haciendo un enorme esfuerzo, Poliana abandon el lecho y busc el humilde cntaro. Despus de beber ligeros sorbos, seren sus propias ansias, como si hubiese tomado un potente calmante. Las preocupaciones obsesionantes de aquellos momentos, cedieron lugar a la bonanza del espritu. El instructor, acaricindole la frente, perdida en los harapos que le servan de almohada, le transmita fuerzas que renovaban su vigor. Pasados algunos minutos, Poliana se mostraba plenamente fuera del cuerpo fsico, pero sin la necesaria lucidez espiritual como para poder identificar nuestra presencia. Con todo, bajo la orden magntica de Silas, se levant automticamente. Enlazada por l y seguidos ambos por nosotros, llegamos al vecino bosque. Lejos de percibir nuestra asistencia cariosa, la enferma, ausente del cuerpo carnal, como en un sueo consolador, fue convenientemente acomodada por Silas sobre la alfombra de hierba suave, comenzando a sentirse ms tranquila... Terminada esa operacin, el asistente nos indujo a la oracin y, levantando su mirada hacia el firmamento chispeante de estrellas, rog fervorosamente: Padre de infinita bondad, T que provees alimento al gusano del suelo, que vistes la flor annima, perfumndola, muchas veces sobre el lodo del charco, deja des-
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cender Tu compasiva mirada sobre nosotros, que estamos tan lejos de Tu amor! Padre justo, compadcete de nuestra hermana Poliana!... Ella ya no es, Seor, la mujer ansiosa de aventuras y oro, dispuesta a lanzar lodo y tinieblas en el camino de sus semejantes, y s una pobre madre fatigada, reclamando nuevas fuerzas para la renuncia. No es ya la joven vanidosa que se gozaba en atormentar al prjimo, y s una triste mendiga invlida para el trabajo, que solloza de puerta en puerta, pidiendo pan para poder alimentar al torturado hijo de su dolor y a ella misma. Padre, no le dejes perder ahora la bendicin del cuerpo, en la senda redentora en que se arrastra! Dale recursos para que no interrumpa la sublime experiencia en que se encuentra... T, que nos diste por mediacin de Tu Hijo la divina revelacin del sufrimiento como el camino que conduce a Tus brazos, aydale a rehacer sus energas aniquiladas, para que no perezca antes de encontrar la nueva luz que aguarda su corazn para poder subir a la Gloria eterna!... La voz de Silas, tocada de profunda fe, nos haca llorar a ambos. Centellas azuladas rodeaban su cabeza y, como respuesta de lo Alto, all, en el bosque yermo, vimos, a distancia, cinco luces, en puntos diferentes del espacio, que se acercaban aceleradamente a nosotros... Aproximndose a nosotros, se transfiguraron en compaeros que nos saludaron contentos. En breves minutos, fueron aplicadas a nuestra enferma energas imponderables de la naturaleza, asociadas a fluidos de plantas medicinales que los inhalaba con largas inspiraciones, y, al poco tiempo, vimos a Poliana sorprendentemente rehecha, dispuesta a volver a tomar su cuerpo fsico para obtener la necesaria restauracin. Ricos de la Tierra pens llorando. Dnde est el poder de vuestras arcas abarrotadas de oro, ante el sublime brillo de una oracin? Dnde la grandeza de vuestros palacios, rebosantes de lujo y piedras preciosas, confrontada con un simple minuto de la reverencia del alma en comunin con la Paternidad de Dios, en la majestad del cielo? Incapaz de razonar por s misma sobre el cambio experimentado, como consecuencia de las inhibiciones que sufra en la prueba temporal, la enferma no consegua vernos, pero sonrea, sintindose ms robusta y gil. Nuevamente amparada, regres al infecto tugurio, y la ayudamos para que pudiera reintegrarse al cuerpo fsico. Mientras abra sus ojos, reconfortada, Silas aclar: La mejora adquirida por el periespritu, ser asimilada rpidamente por su cuerpo fsico. Y aadi: Los mdicos terrestres saben que el sueo es uno de los medios ms eficientes para la curacin. Ausente del cuerpo, el alma consigue, muchas veces, proveerse de recursos prodigiosos para la recuperacin del cuerpo fsico. Despus de la explicacin, acarici los cabellos grisceos de la pobre enferma y le prometi en voz alta;
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Descanse. Al salir el sol, nuestros compaeros traern hasta aqu el socorro de la caridad fraternal, valindose de algn samaritano de la vecindad... El Seor ha de permitir que usted contine... Seguidamente, nos invit a observar el organismo de Sabino. Por fuera, era una dolorosa mscara de anormalidad y de aberracin. Reseco, no midiendo ms de noventa centmetros y ostentando una gran cabeza, aquel cuerpo deforme, exhalando olores ftidos, inspiraba compasin y repugnancia. Su cara pareca la de un mono, exhibiendo adems, en la sonrisa inconsciente y en los ojos semilcidos, la expresin de un payaso triste. El asistente nos recomend que auscultramos su interior y, por tanto, pasados algunos minutos de reflexin, me sintonic con su onda mental, observando sus recuerdos... Demostrando vivir esencialmente fuera de la realidad, toda la memoria de Sabino se sumerga en cuadros extraos. Tomado forma ante nuestra vista espiritual, los pensamientos se hacan consistentes, observndole tal como l se senta en verdad. Le veamos con trajes palaciegos, bien puesto, influenciando a personas dispuestas a consumar crmenes ocultos, que culminaban siempre en detrimento del pueblo. Viudas y hurfanos, trabajadores humildes y esclavos misrrimos, desfilaban en la pantalla de sus complicados recuerdos. Palacetes aristocrticos y mesas opparas, constaban como detalles fastuosos en las reminiscencias que poblaban su espritu... Y, a su lado, siempre la misma mujer, cuyo porte soberbio revelaba a Poliana, aquella misma Poliana que yaca inerte en la estera de paja... Asombrados, identificbamos a ambos cercados de lujo y riqueza, pero manchados de sangre, de lo que eran plenamente insensibles... Reconocimos sin dificultad que mantenan consigo grandes compromisos, el uno con el otro, en el terreno de la crueldad. Sabino, el hidalgo orgulloso, no tena conocimiento de Sabino el enano paraltico. En absoluta introspeccin, reviva el pasado, con tintes de egolatra, mostrndose en la posicin del hombre engaado por una falsa superioridad frente sus semejantes. Percibiendo nuestra perplejidad, Silas observ: Ciertamente, no escucharemos su palabra articulada, al encontrarse mudo y sordo, pero podemos consultar su pensamiento, ya que reaccionar en pensamiento, respondiendo a nuestras preguntas, a travs de una conversacin de ideas. Para ello, es imprescindible que le dispensemos el tratamiento debido a la personalidad que cree vivir... Mentalicmosle como siendo el barn de S..., ttulo que ostent en la ltima existencia, y con el que se alucin calamitosamente en las tinieblas de la delincuencia y vanidad. Observando las manchas rojas que aparecan en las escenas vivas de las ntidas reminiscencias en que se encerraba le pregunt con la gravedad natural que la experiencia exiga: Barn, por qu se ve tanta sangre en su camino? Han llorado muchos en l? Not perfectamente, que l no recogi la pregunta con los tmpanos comunes, pero la admiti en forma de idea, formulada consigo mismo, devolvindonos la siguiente
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conclusin por los hilos mentales con que nos unamos, sin que lograse identificarme como un interlocutor invisible: Sangre y lgrimas, s! ... Necesit de una gran dosis de semejante material, para lograr mis propsitos... Qu triunfador del mundo no tendr sangre y lgrimas en la base de las pirmides de la fortuna o de la dominacin poltica en que todos se apoyan? La vida es un sistema de lucha, en el cual la humanidad se divide en dos campos opuestos: el de los que conquistan y el de los que son conquistados..., Soy un noble... No tengo vocacin de perder... Qu importa la afliccin de los dbiles, si la muerte significa gracia y descanso?. Me desligu del foco mental en que expresaba los pensamientos y, despus de algunos instantes, en los que Hilario se dedicaba al mismo examen que me haba llamado la atencin, el asistente aclar: Segn es fcil comprender, ante la ciencia terrestre, Sabino es un deficiente paraltico, sordo y mudo, de nacimiento... Pero, para nosotros, es un prisionero todava peligroso, encarcelado en el cuerpo fsico, de cuya tesitura, por ahora, no tiene nocin alguna, dado el egosmo que todava tuerce su alma en proceso de incontrolable hipertrofia La sed de posesin innoble y el orgullo virulento, pervierten su vida ntima, fijndole en un pavoroso laberinto de siniestros engaos, que le proporcionan una completa alienacin mental en el tiempo, ya que el reloj avanza en la cuenta de los das, mientras l se mantiene parado en los recuerdos en que se ve como un dominador en la Tierra, viviendo la pesadilla creada por s mismo... Ante los problemas que el estudio suscitaba, Hilario, sorprendido, pregunt: Pero... Dnde est la ventaja de tales padecimientos? Silas esboz una leve expresin de tristeza y consider: Aqu nos encontramos con una lamentable deuda congelada. Nuestro pobre compaero, deplorablemente cado, practic numerosos delitos en la Tierra y en el plano espiritual y, hace ms de mil aos, viene sucumbiendo, vanidoso y desprevenido, en las garras de la criminalidad... De existencia en existencia, no supo emplear los recursos del campo fsico, sino torturando los paisajes sociales en los que el Seor le concedi vivir. Diversas calamidades, como homicidios, rebeliones, extorsiones, calumnias, quiebras, suicidios, abortos y obsesiones, fueron provocados por l, desde hace muchos siglos, durante los cuales no vea otra cosa ante s, que su insaciable egosmo... Entre la cuna y la tumba, no cometa otra cosa que desatinos incesantes, y entre la tumba y la cuna, no ejerci otra cosa que la maldad fra e inconsecuente, todo ello, a pesar de las intercesiones de abnegados amigos que le amparaban en sus nuevas tentativas de regeneracin y resurgimiento. Inspirado casi siempre en los puntos de vista de Poliana, que ha venido siendo su compaera durante mltiples jornadas, se cristaliz como un infeliz empresario del crimen, acrecentando de tal manera el desequilibrio en su ltima existencia, finalizada por suicidio indirecto a travs de deliberada inmersin en el vicio, que no hubo otro remedio para l, que el del aislamiento absoluto en la carne, en la niebla de su organismo presente, tal cual le observamos, a modo de fiera enjaulada en el armazn de clulas degradadas, bajo la custodia de la mujer que le ayud en sus cadas sucesivas, ahora en la posicin de enfermera maternal de su largo infortunio. Poliana, la compaera ftil y desviada del bien, que habitualmente
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haba escogido para s la condicin de mueca del placer delictivo, despert, ms all de la tumba, a las realidades de la vida, antes que l... Despert y sufri mucho, aceptando la tarea de auxiliarle en la recuperacin en que, por cierto, pasarn mucho tiempo todava.... En el campo espiritual del enano ensimismado, observamos a travs de su aura verde oscura, que todas las energas de sus puntos vibratorios refluan sobre los puntos de origen, dndonos la impresin de que Sabina estaba envuelto enteramente en s mismo, como una oruga aislada en la cpsula creada por ella misma. A las preguntas que no nos fue posible silenciar, Silas respondi rpidamente: Hasta tanto madure espiritualmente, nuestro amigo sufrir con su mente trabajando en circuito cerrado, es decir, pensando constantemente en s mismo e incapaz de intercambiar vibraciones con sus semejantes, a excepcin de Poliana, de quien se hace satlite mudo y expectante, como un parsito adherido a la rama frondosa. Sabina es un problema de deuda estacionada, porque yace en un proceso de hibernacin espiritual, compulsivamente enquistado en s mismo, en beneficio de la comunidad de espritus desencarnados y encarnados, ya que son tan expresivos sus gravmenes de orden material y moral, que su presencia consciente en la Tierra o en el espacio, provocara perturbaciones y tumultos de consecuencias imprevisibles. De este modo, disfruta de una pausa en la lucha, como ensayo de olvido, para que pueda, en el futuro, enfrentar los compromisos adquiridos, dndoles una solucin digna en los siglos prximos, a golpe de frrea voluntad en la renuncia de s mismo. Pero pregunt Hilario, inquieto no puede disponer la espiritualidad superior de otros elementos para encarcelarle a distancia de la carne? S confirm Silas Eso no es imposible. Pero, si tenemos crceles para expiar los crmenes que oscurecen la mente humana, muchas de ellas verdaderos valles de miseria y de horror, es preciso considerar que los delincuentes ah segregados se atraen los unos a los otros, contagindose mutuamente las llagas morales que portan, generando el infierno en el que pasan transitoriamente a vivir. Por otro lado, contamos con muchas instituciones que funcionan a semejanza de invernaderos, en los que duermen pacficamente criaturas desencarnadas, sumergidas por largos aos, en las pesadillas que merecen hasta cierto punto, despus que hacen la travesa del sepulcro... En Sabino, no obstante, encontramos un caso excepcional de rebelda y de delincuencia sistemticas, en cuyas sombras, un da, sinti flaquear sus fuerzas. El remordimiento hiri su corazn como la bala mortfera asalta un tigre suelto... La oracin brill en su conciencia y, antes de que su nueva actitud provocase reacciones y venganzas entre los que seguan sus pasos en la ruta de perversin, le recogieron en la Mansin, donde fue naturalmente magnetizado, cayendo en hipnosis de largo curso, siendo recibido ms tarde por el cario de Poliana, reencarnada en proceso de regeneracin. Como vemos, son tan grandes las uniones de nuestro compaero en los planos infernales que, gracias a Jess, fue ocultado provisionalmente en este cuerpo monstruoso en el cual se hace, no solamente incomunicable, sino tambin de algn modo irreconocible, todo ello en favor de s mismo. Es indispensable que el tiempo, con la bondad divina, ampare sus problemas aflictivos y complejos. Y mirndonos serenamente, dijo: comprendis?
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S, habamos entendido. La experiencia, a nuestros ojos, era dura, lgica y terrible, pero justa. Y como quien no puede ofrecer otra cosa al triste amigo, que el corazn, Silas le acarici la cabeza y le ofreci, conmovido, la bendicin de una oracin.
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XIV RESCATE INTERRUMPIDO Acompaando al asistente, comenzamos a cooperar en la armonizacin de una pequea familia domiciliada en un suburbio de una populosa capital. Ildeu, el jefe de la casa, que apenas haba alcanzado la madurez fsica, con poco ms de treinta y cinco aos de edad, haba encontrado en Marcela la esposa abnegada y la madre de sus tres hijitos, Roberto, Sonia y Marcia. No obstante, seducido por los encantos de la joven Mara, moza liviana e inconsecuente, haca todo lo posible para que la esposa le abandonase. Pero Marcela, educada en la escuela del deber, se dedicaba al hogar y haca todo lo posible para no dejar percibir su propio dolor. Por los gestos rudos y la deplorable conducta en la casa, no era ajena al cambio que su marido vena sufriendo y, recibiendo cartas insultantes de la rival que le disputaba el compaero, saba llorar en silencio confindolas al fuego para que no cayesen en las manos del esposo. Nos dola verla, cada noche, orando, al lado de las criaturas. Roberto, el primognito, de nueve aos de edad, le acariciaba la cabeza, adivinando los sollozos que no llegaban a salir de su garganta y las dos pequeitas, en su inconsciencia infantil, repetan maquinalmente las oraciones dictadas por la pobre seora, elevndolas a Jess, en favor de su padre. En atormentada vigilia hasta altas horas de la noche, agonizaba su espritu, observando a Ildeu hecho un perdido, llegando al hogar oliendo a alcohol, y exhibiendo seales de aventuras inconfesables. Si ella le diriga la palabra recordndole alguna necesidad de los nios, responda irritado: Qu vida ms infame! Siempre recriminndome, censurndome y persiguindome con peticiones!... Si quieres dinero, trabaja! Si hubiera sabido que el matrimonio era esto, hubiera preferido romperme la cabeza antes que aceptar un contrato que me esclavice por toda la existencia!... Y gritando intempestivamente, nos pona de relieve la pantalla de sus recuerdos, en las que Mara, la joven seductora, surga en su mente como la mujer ideal. La comparaba con la imagen de la esposa, vctima de las dificultades que la agobiaban y, gobernado por la imagen de la otra, se entregaba a extraas ideas, intentando huir del hogar. Marcela, anegada en llanto, le suplicaba tolerancia y serenidad, asegurndole que no desdeaba el trabajo. Empleaba el tiempo de que dispona, en la cooperacin mal remunerada, en la lavandera modesta, etc., pero los quehaceres domsticos no le permitan hacer ms. Hipcrita! bramaba el marido, trastornado por la clera Y yo? Qu pretendes de m? Puedo, acaso, hacer ms? Soy un hombre endeudado en tiendas y almacenes...
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Le debo a todo el mundo! Sencillamente por tu causa, por tu despilfarro... No s hasta cundo podr soportarte. No ser ms aconsejable que regreses a la tierra que tuvo la desgracia de verte nacer? Tus padres estn vivos... La pobre criatura, llorando, enmudeca; pero, como su voz era estentrea, casi siempre el pequeo Roberto se despertaba y corra en socorro de la madre, abrazndola, atontado por el sueo. Ildeu avanzaba sobre el pequeo interventor, dndole bofetadas y gritando con irrefrenable rebelda: Sal de aqu! Sal de aqu!... Y como si el pequeo no fuese su hijo sino un adversario, aada, cerrando sus puos: Tengo ganas de matarte!... Matarte! Todas las noches esta misma pantomima. Bandido! Payaso!... El pobre nio, aferrado al pecho materno, sufra los golpes hasta que, cansado de sufrir, se iba nuevamente al lecho, en llanto convulsivo... Pero si las nias lloriqueaban, el padre se deshaca en ternuras, aun estando completamente borracho, diciendo con la mayor bondad: Hijitas mas!... Mis pobres hijitas!... Que ser de vosotras en el futuro? Por vosotras todava me encuentro aqu, tolerando la cruz de esta casa!... Y l mismo las reacomodaba en la cuna. Silas y nosotros, entramos en accin en beneficio de Marcela y de sus hijitos. Del atormentado hogar, amenazado por una completa destruccin, bamos a otros sectores de servicio, sin que el asistente encontrase una oportunidad para ofrecernos aclaraciones ms amplias. Casi diariamente, por las noches, bamos all, aplicando algunos minutos en tareas que llegaban a lo ms recndito de nuestros corazones. Pero, a pesar de nuestro esfuerzo, el jefe de familia se mostraba cada da, ms indiferente y distante. Enfadado e irritado, ni siquiera saludaba a la esposa. Fascinado por la otra, haba llegado a odiarla. Pretenda deshacerse del compromiso asumido y emprender una nueva vida... Pero, cmo atender al amor que senta por las dos pequeas? Sinceramente pensaba para consigo mismo no quiero a Roberto, el hijo cuya mirada me acusa sin palabras, echndome en cara mi proceder. Pero adoro a Sonia y a Marcia con desvelada ternura... Cmo alejarme de ellas en la probable separacin? Seguramente, mi mujer tiene asegurados, ante la ley, los derechos de madre... Al ser una seora de noble conducta, Marcela contara con el favor de la justicia... Reflexionaba, reflexionaba... Aun as, no renunciaba al cario de Mara, cuyo dominio embargaba su enfermizo sentimiento.
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De cualquier forma registraba su influencia sutil, debilitaba su carcter y le haca doblar su cerviz de hombre que, antes de haberla encontrado, haba sido honrado y feliz. A veces, intentaba sustraerse a aquel yugo, pero no lo lograba. Marcela representaba la disciplina que deba observar y la obligacin que le caba cumplir. Pero Mara, con sus ojos de fuego, le impulsaba a la libertad y al placer. En su cerebro enfermo naci una idea siniestra: asesinar a la esposa, ocultando el crimen, haciendo que su muerte, a los ojos del mundo, pasase como un autntico suicidio. Para lograrlo, cambiara su conducta domstica. Procurara abolir el rgimen de incomprensin sistemtica. Dejara de mostrarse irritado, y fingira ternura, para ganarse la confianza de la esposa... Y despus de unos das, cuando Marcela estuviera dormida, despreocupada, le alojara una bala en el corazn, de tal manera, que despistara a la propia polica. Acompaamos la evolucin de su plan criminal, ya que es fcil entrar en el dominio de las formas-pensamientos, lentamente construidas por las criaturas que las elucubran, apasionadas y persistentes, siguiendo sus propios pasos. A pesar de la aparente calma que exhiba, Ildeu, aunque sonriese, exteriorizaba, a nuestra visin, el inconfesable proyecto, preparando mentalmente el crimen con todo detalle. Para defender a Marcela, cuya existencia era amparada por la Mansin que representbamos, el asistente reforz en la casa el servicio de vigilancia. Dos abnegados compaeros nuestros, pasaron a aquel hogar, velando alternativamente, da y noche, con el propsito de entorpecer el pavoroso delito. Nos hallbamos, en actividades de asistencia al pie de algunos enfermos, cuando el hermano de servicio vino hasta nosotros, comunicndonos, inquieto, la precipitacin de los acontecimientos. Con el alma aturdida por la influencia de homicidas que haban percibido sus terribles pensamientos, Ildeu intentara asesinar a su esposa aquella misma noche. Silas no vacil. Llegamos, de inmediato, a la sencilla casa donde se reuna la atormentada familia. Con la extensa autoridad de que se hallaba investido, nuestro orientador, con la ayuda de entidades amigas que se hallaban en su trabajo de rutina en la vecindad, alej por completo a los espritus alcohlicos y delincuentes desencarnados que all se acogan. A pesar de esto, el plan infernal se evidenciaba integralmente en la cabeza de nuestro pobre amigo. Eran altas horas de la madrugada. Con el corazn alterado, lanzando su mirada miedosa por las paredes desnudas de la habitacin en que se hallaba, examinando el peine de una pistola, como si adivinase nuestra presencia, el jefe de familia se revelaba dispuesto a la consumacin del acto execrable.
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Ocupando toda su mente, surga la escena del asesinato, calculadamente prevista, movindose en una sorprendente sucesin de imgenes... Oh! Si las criaturas encarnadas tuviesen constancia de cmo se les exteriorizan las ideas, sabran guardarse contra el imperio del crimen y de los malos deseos y pensamientos! El irreflexivo padre pensaba ir al aposento de los hijos, para encerrarlos con llave, para evitar su testimonio, cuando Silas, de repente, avanz hacia el lecho de las nias y, utilizando los recursos magnticos de que dispona, llam a la pequea Marcia, en cuerpo espiritual, para que contemplara los pensamientos paternos. La criatura, en vista de aquel cuadro terrible, experiment un tremendo choque y volvi de pronto al cuerpo fsico, gritando, despavorida, como quien se libra del dominio de una asfixiante pesadilla: Pap! ... Papato! No mates! No mates! Ildeu, en ese momento, se encontraba ya ante la puerta sosteniendo el arma en la mano derecha, e intentando actuar sobre la cerradura, con la mano libre. Los gritos de la nia resonaron en toda la casa, provocando la alarma. Marcela, de un salto, se puso de pie, sorprendiendo al marido al pie de la hija y, junto a ellos, la pistola que auguraba malos presagios. La pobre mujer, bondadosa e incapaz de sospechar las intenciones del esposo, le quit cautelosamente el arma y, creyendo que el marido pretenda suicidarse, le implor llorando: Oh! Ildeu, No te mates! Jess es testigo de que siempre he cumplido rectamente todos mis deberes... No quiero el remordimiento de haber cooperado en semejante desatino, que te lanzara entre los rprobos de las leyes de Dios!... Haz lo que quieras, pero no te despees en el suicidio. Si es tu voluntad, monta una nueva casa en la que vivas con la mujer que te haga feliz... Consagrar mi existencia a nuestros hijos. Trabajar conquistando el pan de nuestra casa, con el sudor de mi rostro... Mientras tanto, te lo suplico, no te mates!... La generosa actitud de aquella mujer nos sensibilizaba hasta las lgrimas. El propio Ildeu, no obstante su sentimiento empedernido, se senta tocado por la piedad, agradeciendo, en su fuero ntimo, la expresin de la esposa, digna y abnegada, ante los acontecimientos cuya direccin verdadera no haba conseguido prever. Y, aprovechando la escapatoria que desde hace mucho tiempo vena buscando, lejos de or los gritos de su conciencia, que le instaba a una honrosa rectificacin, exclam, hacindose la vctima: realmente, no puedo ms!... Ahora, para m, solamente me quedan dos caminos: el suicidio o irme... Marcela, con el auxilio del asistente, descarg la pistola, condujo a las criaturas a la cama y se acost, atribulada. En sus ojos tristes, las lgrimas corran en la sombra, mientras oraba suplicante, en la torturada quietud de su martirio silencioso: Oh! Dios mo. Compadcete de m, pobre mujer desventurada!... Qu har, sola en la lucha, con tres criaturitas necesitadas?...
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Pero, antes que el dolor punzante se transformase en desnimo destructor, Silas le aplic pases balsmicos hipnotizndola, con lo que la atribulada mujer, desdoblndose mediante el sueo, se situ, inquieta, ante nosotros. Considerndonos mensajeros del Cielo, en la cristalizacin de las creencias en que normalmente se sumergen las almas encarnadas, se arrodill rogando amparo. Silas la levant bondadosamente, y le explic: Marcela, somos simplemente tus hermanos... Reanmate! No te encuentras sola. Dios, nuestro Padre, jams nos abandona... Concdele la libertad a tu esposo, aunque sepamos que el deber es una bendicin divina, y que tendremos que pagar muy cara la desercin del mismo... Deja que Ildeu rompa los lazos respetables de sus compromisos si l juzga que hacerlo es la nica manera de adquirir la experiencia que debe conquistar... Pase lo que pase, aydale con tolerancia y comprensin. No quieras para l ningn mal. Por el contrario, ruega a Jess que le bendiga y ampare donde quiera que se halle, porque el remordimiento y el arrepentimiento, la nostalgia y el dolor, para aqullos que huyen de las obligaciones que el Seor les confa, se convierten en pesos difciles de cargar. Sabemos que te uniste a l en sagrada alianza, en la empresa redentora del ayer prximo. Aun as, si l es dbil frente a la lucha, en pleno ejercicio de la facultad de escoger, no ser justo que trates de violentar su libre albedro, imponindole actitudes que l debe cultivar. Ildeu se ausenta, ahora, de los compromisos que abraz en beneficio de l mismo, e interrumpe el rescate de sus propias cuentas No obstante, volver ms tarde a las deudas que ahora olvida, tal vez ms cargado ante la Ley Pero no te lamentes, y sigue adelante. Sean cuales sean las luchas que alcancen tu corazn, resgnate y no temas. Haz de tus hijitos un apoyo firme en el camino que te espera. En el mundo, todo sacrificio edificante, constituye enriquecimiento de nuestras almas, en la vida eterna. Renuncia, pues, al hombre querido, respetando los caprichos de su corazn, y espera el futuro con esperanza. Y como Marcela lloraba, temiendo el porvenir en vista de los problemas materiales que prevea, Silas le acarici la cabeza y le asegur con cario: Para manos dignas, jams faltar trabajo digno. Contemos con la proteccin del Seor y marchemos sin temor. Enjuga el llanto y levntate en espritu hacia la fuente del sumo bien!... En esos momentos, los parientes desencarnados de la joven seora, llegaron cariosamente al recinto, extendindole las manos Nuestro orientador les confi a Marcela llorosa, rogndoles su ayuda para conseguir su restauracin. Acto seguido, nos retiramos. Entonces se produjo un aluvin de preguntas: Por qu Marcela, dulce y honesta, era odiada tanto por el esposo? Por qu la preferencia de Ildeu por las hijitas, con tanto desdn por el primognito? Y la separacin en perspectiva? Sera justo que nuestro mentor buscase fortalecer aquella mezquina desventura de la separacin, en lugar de recomendar la recuperacin del amor y de la devocin del compaero?
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El asistente sonri con manifiesto desencanto y dijo: En las notas del apstol Mateo 14, hay un pasaje en el cual afirma Jess que el divorcio en la Tierra nos es permitido por la dureza de nuestros corazones. En este caso, la medida debe, ser permitida como lo hace la medicacin fuerte en los casos desesperados de enfermedad. En la fiebre alta o en el tumor maligno, por ejemplo, la intervencin exige mtodos drsticos, para que la crisis del sufrimiento no culmine en la locura o la muerte. En los problemas matrimoniales agravados por la separacin de uno de los cnyuges, o por la desercin de ambos del deber a cumplir, el divorcio es aceptable como una providencia contra el crimen, ya sea el asesinato o el suicidio... Por tanto, as como la operacin para el tumor o la quinina para ciertas fiebres, son recursos de emergencia sin capacidad para liquidar las causas profundas de la enfermedad, que siguen reclamando un largo tratamiento laborioso, el divorcio no soluciona el problema de la redencin, porque nadie se rene mediante el matrimonio humano o por medio de enseanzas elevadas espirituales, sin considerar el vnculo del pasado y ese vnculo, casi siempre son deudas del espritu o compromiso vivo y dilatado en el tiempo. El hombre o la mujer, por tanto, pueden provocar el divorcio y obtenerlo, como siendo el menor de los males que les pueda suceder... Aun as, no se liberan de la deuda en que se hallan incursos, debiendo volver, por tanto, al pago correspondiente, tan pronto como sea oportuno. Y como nuestras preguntas estaban en el aire, el generoso orientador, prosigui: En el caso de Ildeu y Marcela, cuidadosamente estudiado ya en la Mansin, tenemos dos almas en proceso de reajuste, desde hace varios siglos. Para que no nos perdamos en detalles, conviene recordar, solamente, algunos de la ltima existencia, en la que ambos, marido y mujer, en Brasil se entregaron a difciles experiencias. El, despus de casado, continu inquieto, entre la irresponsabilidad y la aventura, en las que sedujo a dos jvenes, hijas del mismo hogar. Primeramente, enga a una de ellas, abandonando a la esposa que la Ley le haba confiado. Conviviendo con la segunda compaera, que tena a su cargo a su hermana menor desde la muerte de sus padres, Ildeu no vacil en esperar su floracin juvenil, para someterla, igualmente, a sus caprichos inconfesables. Mientras tanto, en franca decadencia moral, las precipit en prostitucin, en cuyas corrientes de sombra se vieron las pobres criaturas, como golondrinas aprisionadas en el fango... Abandonada la esposa, que en aquella oportunidad era la misma compaera de ahora, la sufrida mujer, incapaz de soportar el aislamiento, despus de cinco aos de expectativa y soledad, acept la compaa de un hombre digno y trabajador, con el que se fue a vivir... Pas el tiempo y, cuando Ildeu, todava relativamente joven, pero integralmente vencido por la intemperancia y el libertinaje, regres enfermo a la ciudad en que se haba casado, buscando el calor de la esposa cuya felicidad cariosa l mismo haba destruido, no con nimo de ayudarla o amarla, sino con el propsito de esclavizarla convirtindola en enfermera de su cuerpo abatido, la encontr feliz en compaa de otro hombre... Movido por un incomprensible celo, ya que haba renegado de su hogar sin motivo justo, no soport ver a la antigua compaera feliz, dando muerte al elegido de su corazn. Al poco tiempo, todo el grupo que Ildeu haba llevado a la desgracia, se reuni, incluso con l mismo, en el plano espiritual, donde la justicia de la Ley considera los mritos y las faltas de cada
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uno... Y con el amparo de abnegados bienhechores, regresaron los personajes del doloroso drama, buscando el rescate mediante la reencarnacin, con el propio Ildeu al frente de las responsabilidades, por el hecho de ser el mayor culpable. Marcela est de acuerdo en ayudarle y vuelve a tomar su antiguo puesto, en la condicin de esposa fiel. Roberto, es el compaero asesinado que regresa, al que Ildeu debe proporcionarle una nueva vida, en compensacin de la que le haba quitado asesinndole. Sonia y Marcia, son las dos hermanas que l arroj al vicio y a la delincuencia, que esperan de l, hoy, como hijas queridas, la ayuda necesaria para lograr su rehabilitacin. El asistente hizo una pequea pausa y agreg: No ignoris, pues, que la reencarnacin es, en el rescate, la perfecta recapitulacin. Si no trabajamos por nuestra intensa y radical renovacin para el bien, a travs del estudio constructivo que educa nuestro cerebro y del amor al prjimo que perfecciona nuestro sentimiento, seremos tentados hoy por nuestras debilidades, tal como lo fuimos en el pasado, ya que no hicimos nada para suprimirlas, volviendo a reincidir en las mismas faltas. Segn pueden observar, Ildeu, sordo a los avisos de la vida, es el mismo hombre del ayer, buscando la supuesta felicidad fuera del hogar, despreciando a la esposa, queriendo entraablemente a las hijitas en las cuales ve a las compaeras del pasado, sin hacer algo por perder la instintiva aversin por el hijito que fue en la pasada existencia, vctima de su crimen. Pero pregunt Hilario s l no encuentra en Marcela el amor integral, por qu razn, ahora, en la presente vida terrestre, la ha vuelto a tomar por esposa? La afectividad juvenil, no es seal de confianza y de ternura? S respondi Silas bondadosamente pero es necesario considerar que todava nos hallamos lejos de adquirir el verdadero amor, puro y sublime. Nuestro amor, es, todava, una aspiracin de eternidad enclavada en el egosmo y en la ilusin, en el hambre de placer y en la egolatra sistemtica, todo lo cual tomamos, en nuestra fantasa, como una virtud celeste. Por tanto, nuestro afecto terrestre en la primavera de nuestros primeros sueos de experiencia fsica, puede ser un conjunto de estados mentales, conformando simplemente nuestros deseos. Y nuestros deseos, se alteran todos los das... Por eso, recordemos el imperativo de la recapitulacin. A cualquier edad fsica, el hombre y la mujer, con la supervisin de la ley que gobierna nuestros destinos, encuentran a las personas y a las situaciones que necesitan para poder superar las pruebas del camino, pruebas indispensables para la construccin espiritual, de la que no pueden prescindir para lograr la justa ascensin a los planos altos. Esa es la razn de ser atrados por determinadas almas y cuestiones, no porque las estimemos siempre en profundidad, sino porque el pasado nos rene con ellas, para que por ellas y con ellas, podamos adquirir la experiencia necesaria para la asimilacin del verdadero amor y de la verdadera sabidura. Por tanto, la mayora de los matrimonios humanos, constituyen uniones de aprendizaje y de sacrificio, en el que, muchas veces, las criaturas se quieren mutuamente y tambin sufren pavorosos conflictos en la convivencia de unas con otras. En esas luchas, se encuentran los recursos de la redencin. El que sea ms claro y ms exacto en el cumplimiento de la Ley que ordena que sea mantenido el bien de todos por encima de todo, ms amplia libertad encuentra para la vida eterna. Cuanto ms sacrificio se invierta con servicio incesante por la felicidad de los corazones que el Seor nos confa, ms elevada ascensin alcanzaremos en la gloria del divino amor.
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Entonces dije nuestro amigo Ildeu, est interrumpiendo el pago de una deuda en que se empe?... Eso mismo. Y Marcela? pregunt Hilario garantizar el sostenimiento del hogar en lugar de Ildeu? Es lo que esperamos, y haremos cuanto nos sea posible para ayudarla, ya que el esposo, una vez ms, fall en los compromisos asumidos. No ser lcito contar, verdaderamente, con el herosmo de ella al frente de la casa? insisti mi colega. Quin podr medir la resistencia de los dems? dijo Silas, sonriendo Marcela es duea de s misma y, con la desercin del esposo, se ve obligada a hacerse cargo de una doble responsabilidad. Sinceramente, deseamos que ella sea fuerte y se sobreponga a las vicisitudes de la existencia, pero si se dejase caer en desequilibrios delictivos que comprometiesen su estabilidad domstica, dentro de la cual deben sus hijos inclinarse hacia el bien, todava ms complicada y extensa ser la deuda de Ildeu, ya que las faltas que ella cometa, sern atenuadas por el injustificable abandono del marido. El que se hace responsable por nuestras cadas, experimenta en s mismo la ampliacin de sus propios crmenes. Hilario medit..., medit..., y dijo en seguida: Imaginemos que Marcela y los hijitos consigan vencer la crisis, superando, con el tiempo, las necesidades de que ahora son vctimas... Imaginmosles terminando la actual reencarnacin, con plena victoria moral, mientras Ildeu sigue retrasado, impenitente, deudor... Si la esposa y los hijos, habiendo alcanzado definitivamente los planos de luz, renunciasen a cualquier contacto con las sombras, en franca ascensin a las lneas superiores de la vida, a quin pagar Ildeu las deudas en que se agrava? Silas, dando a su rostro un significativo gesto, explic: Aunque nos hallemos todos, unos ante los otros, en proceso reparador de culpas recprocas, en verdad, ante todo, somos deudores de la Ley ante nuestras conciencias. Haciendo el mal a los dems, practicamos el mal contra nosotros mismos. En el caso de que Marcela y los hijitos se eleven un da a planos superiores, y en la hiptesis de que nuestro amigo Ildeu siga sumergido en la Tierra, l los ver, en su propia conciencia, en sufrimiento y tristes, tal como l los hizo, sintindose atormentado por los recuerdos que traz para consigo mismo, y pagar, sirviendo a otras almas de la senda evolutiva, la deuda que carga en su espritu, ya que, hiriendo a los dems, en esencia, estamos hiriendo la obra de Dios, de cuyas leyes soberanas nos hacemos infelices reos, incurriendo en imperiosas necesidades de rectificacin y reajuste. Eso quiere decir...? La palabra de Hilario fue cortada por la observacin del asistente que, sorprendiendo sus ideas, dijo firmemente: Eso quiere decir que, si Ildeu, ms tarde, desea reunirse con Marcela, Roberto, Sonia y Marcia, redimidos ya y en los planos superiores, debe poseer una conciencia tan digna y sublime como la de ellos, para que no tenga que avergonzarse de s mismo.
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Todo esto, considerando la posibilidad de triunfo de la esposa y de sus hijitos, en las duras pruebas que el porvenir les reserva. Dios mo!... dijo Hilario, tristemente Cunto tiempo, entonces, para una empresa de tal naturaleza!... Y, cunta dificultad para lograr el reencuentro, si los seres queridos no se disponen a esperar!... S confirm Silas quien se retrasa por su propio gusto, no puede quejarse porue los dems avancen. A cada uno segn sus obras, nos ense el Divino orientador, y nadie en el universo conseguir huir de la Ley. Hilario y yo, profundamente alcanzados por la leccin, nos callamos, confundidos, para orar y pensar.
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XV ANOTACIONES OPORTUNAS Los problemas del hogar de Ildeu nos ofrecan amplios y preciosos estudios en el terreno puro del alma. Por tanto, de vuelta a la Mansin en compaa del asistente, aprovechbamos el tiempo para obtener su opinin clara y sensata, sobre las recientes cuestiones que mantenamos en nuestras mentes. Hilario fue el primero en romper la larga pausa, preguntando: Mi querido Silas, no tenemos ah, en el caso de Roberto y de Marcela, un ejemplo autntico del llamado complejo de Edipo, que el psicoanlisis freudiano pretende encontrar en la psicologa infantil? Nuestro amigo sonri y consider: El gran mdico austraco podra haber alcanzado respetables explicaciones sobre el espritu, si hubiese abierto la puerta a los estudios de la ley de la reencarnacin. Desgraciadamente, atento a la pragmtica cientfica, no tuvo bastante valor para sobrepasar la observacin del campo fsico, rgidamente considerado, inmovilizndose, por ello, en las zonas oscuras de la inconsciencia, en las que el yo encierra las experiencias que realiza, automatizando los propios impulsos. Marcela y Roberto no podran traicionar, en su condicin de madre e hijo, las simpatas acarreadas desde el pasado hasta el presente, del mismo modo que Ildeu, Sonia y Marcia, no consiguieron huir a la predileccin que les una desde el pasado. El problema es de afinidad, en su estructura esencial. La afinidad con deudas, exige el rescate. Record, entonces, las exageraciones que podemos atribuir a la teora de la lbido, la energa a travs de la cual, segn la escuela de Freud, supone que el instinto sexual se revela en la mente, y emit algunos comentarios alusivos al asunto, detenindome, de manera especial, en la amnesia infantil, a la que el famoso cientfico presta la mayor importancia para explicar las operaciones del inconsciente. Silas, con la mayor atencin, y sin titubear, complet: Bastara comprender la encarnacin terrestre de un espritu, usando un cuerpo material, para entender que las amnesias son consecuencia natural de la inadaptacin temporal entre el alma y el instrumento que la utiliza. En la infancia, el ego, en proceso de materializacin, exteriorizar reminiscencias y opiniones, simpatas y desafectos, a travs de manifestaciones instintivas, dejando entrever su pasado, del que se acordar muy poco en un futuro prximo, ya que estar utilizando el aparato cerebral en desarrollo, aparato que deber servirle tan slo por algn tiempo y para determinados fines, ocurriendo idntica situacin en la vejez, cuando las palabras se desprenden de las escenas de la memoria, traduciendo alteraciones del rgano del pensamiento modificado por el desgaste. Y la tesis de la lbido como hambre sexual caracterstica en todos los seres vivientes? insist, con curiosidad.
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Freud consider Silas debe ser respetado por el valor con que emprendi el viaje a los ms recnditos laberintos del alma humana, con el fin de descubrir las llagas del sentimiento y diagnosticarlas. No obstante, no pudo probar rigurosamente sus afirmaciones, al pretender explicar el campo emotivo de las criaturas por la norma de las sensaciones erticas. El asistente entr en una ligera pausa, y prosigui: Creacin, vida y sexo, son temas que se identifican esencialmente entre s, perdindose sus orgenes en el seno de la sabidura divina. Por eso estamos lejos de poder encuadrarles en definiciones tcnicas, inamovibles. No podemos, pues, limitar a las locuras humanas la funcin del sexo, pues seramos tan insensatos como si pretendiramos estudiar el sol sirvindonos de un pequeo haz de luz filtrado por la rendija de un tejado. Examinado como fuerza actuante de la vida, en vista de la creacin incesante, el sexo, en rigor, palpita en todo, desde la comunin de los principios subatmicos a la atraccin de los astros, porque, entonces, expresar fuerza de amor, generada por el amor infinito de Dios. El ajuste entre el oxgeno y el hidrgeno se asentar en ese principio, formando el agua de la que se alimenta la naturaleza. El movimiento armonioso del Sol, equilibrando la familia de los mundos en la inmensidad sideral, adems de sustentar su existencia, resultar de esa misma energa en el plano csmico. Y la propia influencia de Jesucristo, que se dej crucificar por devocin a nosotros, sus protegidos en la Tierra, para fecundar de luz nuestra mente, con vistas a la divina resurreccin, no ser, en esencia, ese mismo principio, estampado en el ms alto tenor de sublimacin? El sexo, pues, no puede ser separado del reino espiritual que nos es conocido, por ser de sustancia mental, determinando mentalmente las formas en que se expresa. De ese modo, no representa una energa fija de la naturaleza, trabajando el alma, y s una energa variable del alma, con la que ella trabaja la naturaleza que la envuelve, perfeccionndose a s misma. Aprecimosla, pues, como una fuerza del Creador en la criatura, destinada a expandirse en obras de amor y de luz que enriquezcan la vida, condicionada igualmente a la ley de la responsabilidad que rige nuestros destinos. Hilario, que oa atentamente las explicaciones, coment: Semejante argumento, nos da a entender que la fuerza sexual no est destinada, simplemente, a generar hijos... El comentario no me gust, considerndole, ms bien, inoportuno, ante la elevacin y gran trascendencia con que Silas haba proyectado el alma en estudio, pero el asistente sonri con el mejor buen humor, y contest: Hilario, amigo mo: en la Tierra, es vulgar y comn fijar ese magno asunto en los genitales del hombre y de la mujer. Pero es preciso no olvidar que mencionamos el sexo como fuerza de amor en las bases de la vida, totalizando la gloria de la Creacin. Fue Segismundo Freud, quien defini el objetivo del impulso sexual como bsqueda de placer... La afirmacin es respetable, s, si nos remontamos a las experiencias primitivas del espritu en el mundo fsico, pero es indispensable extender la definicin, para sacarla del campo ertico en que fue encerrada. Por la energa creadora del amor, que asegura la estabilidad de todo el Universo, el alma, perfeccionndose, busca siempre los placeres ms nobles. Por tanto, tenemos el placer de ayudar, de descubrir, de purificar, de redimir, de iluminar, de estudiar, de aprender, de elevar, de construir, y de
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toda una infinidad de placeres, concordantes con los ms santificantes estados del espritu. De ese modo, encontramos almas que se aman profundamente, produciendo inestimables valores para el engrandecimiento del mundo, sin tocarse jams unas a otras, desde el punto de vista fsico, aunque permuten constantemente los rayos quintaesenciados del amor, para la construccin de las obras que realizan. Sin duda, el hogar digno, santuario en que la vida se manifiesta en la formacin de cuerpos benditos para la experiencia del alma, es una institucin venerable, sobre la cual se concentran las atenciones de la Providencia divina; pero junto a l, tenemos igualmente las asociaciones de seres que se renen unos con otros, en los sentimientos ms puros, en favor de las obras de caridad y de educacin. Las facultades del amor, generan formas sublimes para la encarnacin de las almas en la Tierra, pero tambin crean los tesoros del arte, las riquezas de la industria, las maravillas de la ciencia, los brillos del progreso... Nadie atesora las empresas de la evolucin, a solas. En todas las empresas de perfeccionamiento moral, encontramos espritus afines que se buscan, reuniendo las posibilidades que les son propias, en la realizacin de emprendimientos que levantan a la humanidad, de la Tierra hacia el cielo... Despus de una breve pausa, aadi: El propio Cristo, nuestro Seor, para asegurar los cimientos de su apostolado de redencin, llam de esta forma a los compaeros del Evangelio que, aunque al principio no comprendiesen su excelsitud, se hicieron apstoles suyos sin temor alguno, sellando con el Maestro inolvidable un contrato de corazn a corazn, por intermedio del cual lanzaron los fundamentos del Reino de Dios en la Tierra, en una obra de abnegacin y sacrificio que constituye, hasta hoy, el ms arrojado acometimiento del amor, en este mundo. En ese punto de las explicaciones, el asistente se permiti un intervalo ms prolongado. Pero, percibiendo que queramos una ms amplia informacin sobre el sexo, tal como es concebido entre los hombres, para llegar a conclusiones adecuadas para nuestros estudios de causa y efecto, volvi a decir: Las consideraciones que exponemos sobre un tema tan extenso, salindonos del ngulo elevado que nuestra mente es susceptible de abarcar, no nos impiden atender al deber de exaltar la necesidad de sublimacin de la experiencia emotiva entre las criaturas. Sabemos que el sexo, analizado en la esencia, es la suma de las cualidades femeninas o masculinas que caracterizan la mente, razn por la cual es imprescindible, observado desde el punto de vista espiritual, encuadrndole en la esfera de las concesiones divinas que nos cabe atender con respeto y rendimiento en la produccin del bien. Entiendo que vosotros desearais profundizar ms en este tema educativo, pero, creo innecesario pormenorizar particularidades alrededor del asunto, porque conocis sobradamente que cuanto ms amplio es el discernimiento del espritu, ms imperiosas son las obligaciones ante la vida. El sexo, en el cuerpo humano, es como un altar de amor puro que no podemos relegar a la inmundicia, so pena de practicar las ms espantosas crueldades mentales, cuyos efectos nos siguen, invariablemente, despus del sepulcro... Mi colega, que arda en ansias de investigar, respetuosamente, pregunt:
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Amigo Silas, en el mundo asistimos a todo un conjunto de conflictos sentimentales que, a veces, culminan en pavorosa delincuencia... Hombres que reniegan de los sagrados compromisos del hogar, mujeres que desertan de los deberes nobles de la familia... Padres que abandonan los hijos... Madres que rechazan vstagos mal nacidos y que, a veces, les asesinan cobardemente... Todo ello, como consecuencia de la sed de los placeres sexuales que, frecuentemente, sitan sus pasos en la senda del crimen... Todos esos errores, acompaan al espritu ms all del cuerpo fsico que la muerte consume? Cmo no? respondi el asistente, tristemente. Cada conciencia es una creacin de Dios, y cada existencia es un eslabn sagrado en la corriente de la vida en que Dios palpita y se manifiesta. Responderemos por todos los golpes destructivos con que hacemos sufrir los corazones ajenos, y no nos permitiremos reposo mientras no concertemos, valerosamente, el servicio de reajuste. Mi compaero, impresionado, insisti: Imaginemos que un hombre haya conducido a una joven a la relacin sexual con l, por el mero placer de los sentidos, prometindole matrimonio y abandonndola luego vilmente al propio desencanto, despus de saciar sus deseos... La pobre criatura, desengaada, sin recursos para refugiarse en el trabajo digno, se entrega a la prostitucin... El hombre, es responsable por los desatinos que la infeliz compaera cometa, teniendo en cuenta que l tom parte en semejante aventura? Es preciso reconocer que todos responderemos de los actos que efectuamos explic el instructor no obstante, en el caso en cuestin, si el hombre no es responsable por los delitos en que caiga la desventurada mujer, l es, innegablemente, el autor de la desdicha en que ella se encuentra. Y, al desencarnar con el remordimiento de la traicin practicada, cuanta ms luz tenga en su conciencia, ms agudo ser en l, el pesar de haber cometido la falta. Trabajar, naturalmente para levantarla del abismo en que ella se arroj por seguirle confiada, y la reconducir a la reencarnacin, aceptndola por esposa o como hija, con el fin de prodigarle el amor puro prometido, sufriendo para regenerar su mente en desequilibrio, y rescatando la paz para su conciencia atormentada por la culpa cometida. Del mismo modo dijo Hilario hemos visto en la sociedad terrestre, hombres arruinados por mujeres desleales que les precipitaron en el crimen o el vicio El proceso de la reparacin es absolutamente igual. La mujer que lanz al hombre en las sombras del mal, cuando despierte a la luz del bien, no podr descansar mientras no levante la dignidad moral de su vctima ante las Leyes de Dios. Cuntas madres no vemos en el mundo, engrandecidas por las dificultades y por las renuncias, muriendo cada da, entre la afliccin y el sacrificio, para cuidar hijitos monstruosos que torturan sus almas y sus carnes? En muchos de esos casos terribles y emocionantes, se oculta, divina, la labor de la regeneracin que slo el tiempo y el dolor consiguen realizar. Todo eso, amigo mo volvi a considerar Hilario con manifiesta amargura nos obliga a reconocer que, en las cadas de mbito sexual, tenemos que tener en cuenta, por encima de todo, la crueldad mental que practicamos en nombre del amor... Eso mismo respondi el asistente Persiguiendo el placer de los sentidos, acostumbramos a armar las peores celadas a los corazones incautos que nos oyen. Con
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todo, huyendo a la palabra empeada o faltando a los compromisos y votos que asumimos, no nos percatamos de la existencia de la Ley de correspondencia, que nos devuelve, entero, el mal que practicamos, y en cuya intimidad, las bendiciones del conocimiento superior, agravan nuestras agonas, ya que, disfrutando de la luz espiritual, no nos perdonamos las manchas y las llagas que portamos en nuestras propias almas. Y eso, no hablando de los crmenes pasionales perpetrados en la sociedad humana todos los das, debidos a los abusos de las facultades sexuales destinadas a crear la familia, la educacin, la beneficencia, el arte, y la belleza entre los hombres. Esos abusos, son responsables, no solamente de los largos tormentos en las regiones infernales, sino tambin de las muchas molestias y monstruosidades que oscurecen la vida terrestre, ya que los delincuentes del sexo que llegan al homicidio, infanticidio, a la locura, al suicidio o a la quiebra o tortura de los otros, vuelven a la carne bajo el impacto de las vibraciones desequilibradas que pusieron en accin contra s mismos, y son, muchas veces, las vctimas de mutilaciones congnitas, de la alienacin mental, de la parlisis, de la senilidad precoz, de la obsesin enquistada, del cncer infantil, de las enfermedades nerviosas de varias clases, de los procesos patolgicos inabordables, y de todo un cortejo de males ocasionados por el trauma del periespritu que, provocando desajustes en los tejidos sutiles del alma, exige largos y complicados servicios de reparacin que se exteriorizan con el nombre de inquietud, angustia, enfermedad, pruebas, desventuras, deficiencias, sufrimiento y miseria. Adems, mucho antes de la pompa terminolgica de las escuelas psicoanalticas modernas, que establecen conjeturas en torno a los trastornos mentales, hace casi veinte siglos que nos ense Jess que todo aqul que comete el mal, es esclavo del mal 15, y podemos aadir que, para curar el mal al que hemos esclavizado el corazn, es imprescindible sufrir la purga que lo extirpa. Pareca que la conversacin decaa, pero Hilario, interesado en aclarar sus dudas, tom nuevamente la palabra y, sin prembulos, pregunt: Y los problemas de la homosexualidad? Silas se dio prisa en aclarar: No son necesarias ms explicaciones. Considerando que el sexo es, en esencia, la suma de las cualidades pasivas o activas del campo mental del ser, es natural que el espritu acentuadamente femenino se encuentre siglos y siglos en las lneas evolutivas de la mujer, y que, el espritu marcadamente masculino, se detenga por largo tiempo en las experiencias del hombre. No obstante, en muchas ocasiones, cuando el hombre tiraniza a la mujer, quitndole los derechos y cometiendo abusos en nombre de su pretendida superioridad, l mismo se desorganiza hasta tal punto que, inconsciente y desequilibrado, es conducido por los agentes de la Ley Divina a un renacimiento doloroso, en cuerpo femenino, para que, en extremado desaliento ntimo, aprenda a venerar, en la mujer, su hermana y compaera, hija y madre, ante Dios, sufriendo idntica situacin a la mujer criminal que, despus de arrastrar al hombre al libertinaje y a la delincuencia, crea para s misma una terrible alienacin mental a sufrir ms all del sepulcro, requiriendo, casi siempre, la reencarnacin en un cuerpo masculino, con el fin de que, en el infortunio de su emotividad, sepa desarrollar en su ser el respeto que debe al hombre ante el Seor. En esa definicin, no obstante, no incluimos a los grandes
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corazones y bellos caracteres que, en muchas circunstancias, reencarnan en cuerpos que no corresponden a sus ms recnditos sentimientos, solicitando esa posicin por s mismos, con el propsito de obrar con ms seguridad y valor, no slo en el acrisolamiento moral de ellos mismos, sino tambin para ejecutar tareas especializadas, a travs de situaciones peligrosas de soledad, en favor del campo social terrestre, que les vale como renuncia constructiva para acelerar el paso en la comprensin de la vida y en el progreso espiritual. Comprendimos que Silas haba eludido brillantemente la tarea de aclararnos, condensando en pocas palabras, una sntesis clara del amplio asunto que, bajo nuestro punto de vista, exigira varios compendios para ser debidamente analizado. Mi colega, no obstante, como quien desea estudiar todas las cuestiones difciles, volvi a preguntar: Ya que nos detenemos en materia de sexologa, en la ley de causa y efecto, cmo interpretar la actitud de los matrimonios que evitan tener hijos, de los matrimonios dignos y respetables bajo todos los puntos de vista, que emplean normalmente los anticonceptivos? Silas se sonri de un modo extrao, y dijo: Si no se desvan hacia la delincuencia del aborto, en la mayora de los casos son trabajadores desprevenidos que prefieren ahorrar el sudor, hambrientos de comodidad inmediata. Desgraciadamente para ellos, apenas posponen realizaciones sublimes, a las cuales debern fatalmente volver, porque hay tareas y luchas en la familia, que representan el precio inevitable de nuestra regeneracin. Disfrutan la existencia procurando intilmente engaarse a s mismos, sin embargo el tiempo les espera, inexorable, para darles a conocer que la redencin nos pide el mximo esfuerzo. Negndose a acoger a nuevos hijos, casi siempre programados para ellos antes de la reencarnacin, se envuelven la superficialidad y los preconceptos de las experiencias de nivel ms bajo, para despertar, despus de la tumba, sintiendo fro en el corazn... Y el aborto provocado, asistente? pregunt Hilario, sumamente interesado ante tus palabras, es de imaginar que constituye una falta grave... Falta grave? ser mejor decir doloroso crimen. Arrancar una criatura del seno materno, es un infanticidio confeso. La mujer que lo promueve o que consiente en semejante delito, es obligada, por las leyes irrevocables, a sufrir alteraciones deprimentes en el centro gensico de su alma, predisponindose, generalmente, a dolorosas enfermedades, como la inflamacin de la matriz, el vaginismo, el dolor uterino, el infarto uterino o la tumoracin cancerosa, problemas por los que, muchas veces, desencarna, llegando al Ms All para responder, ante la justicia Divina, por el crimen practicado. Entonces, se ve a s misma viva, pero enferma e infeliz, porque, por la incesante recapitulacin mental del acto abominable, a travs del remordimiento retendr, por largo tiempo, la degeneracin de sus fuerzas genitales. Y cmo se podr recuperar? El asistente pens durante unos momentos, y aadi: Imaginaros una matriz mutilada o deformada, en la mesa de cermica. El alfarero no la utilizar como modelo del noble vaso, pero la aprovechar para experiencias de
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segunda y tercera clase... La mujer que corrompi voluntariamente su centro gensico, recibir, en el futuro, almas que viciaron la forma que les es peculiar y, por tanto, ser madre de criminales y suicidas, en el campo de la reencarnacin, regenerando las energas sutiles del periespritu, a travs del sacrificio noble con que se dedicar a los hijos torturados e infelices, de su propia carne, aprendiendo a orar, a servir con nobleza y a mentalizar la maternidad pura y sana, que acabar reconquistando al precio de sufrimiento y de trabajo... Inexplicablemente, Hilario enmudeci y, en vista de la lgica en que se basaban las indicaciones de Silas, no tuve valor para seguir preguntando, absorto, adems, por el temor de profundizar demasiado en un terreno que me llevara a considerar mis propios errores, prefiriendo, as, guardar silencio para aprender y pensar.
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XVI DEUDA ALIVIADA En nuestros estudios de la Ley de causa y efecto, no podemos olvidarnos de Adelino Correia, el hermano de la pura fraternidad. En la vspera del bello acontecimiento que vamos a narrar, le visitamos en compaa de Silas, que nos lo present en las actividades de un centro Esprita. Le escuchamos haciendo preciosos comentarios del Evangelio, bajo el influjo de iluminados instructores, de los que asimilaba las corrientes mentales con la docilidad confiada de un hombre profundamente habituado a la oracin. Hablaba con maestra, arrancndonos lgrimas por la emotividad con que nos tocaba las fibras ms ntimas. Vestido sencillamente, denotaba la condicin del trabajador situado en experiencias difciles, pero la situacin de prueba en la que pareca envolverse, era ms amplia. Adelino revelaba muchos eczemas en la piel que tena a la vista. La cabeza, los odos y muchos puntos de su rostro, exhiban placas rojas, sobre las que se formaban diminutas vesculas de sangre, mientras que las dems regiones de la epidermis, aparecan agrietadas, evidenciando una afeccin cutnea crnica. Adems, su aspecto tmido y triste, indicaba tormentos ocultos que dominaban su mente. A pesar de todo ello, tena en los ojos maravillosamente lcidos, la marca de la humildad. Le asistan varios amigos espirituales, con atencin. Se acerc a nosotros una dulce anciana desencarnada, que conoca a nuestro instructor, dicindole afectuosamente: Asistente, vengo a rogarle ayuda en beneficio de la salud de nuestro Adelino. Le noto, ltimamente, ms incmodo, por el dolor de las heridas no cicatrizadas... S, s... respondi Silas, cordialmente, su caso merece nuestro especial cario. l piensa en las necesidades de los otros, sin pararse a reflexionar en las suyas propias... aadi la anciana, conmovida. El asesor de Druso, prosigui con cario: Dos de nuestros mdicos le vienen asistiendo con la mayor atencin, cuando se encuentra ausente del cuerpo, por la influencia del sueo. Y acaricindole la cabeza, dijo: Est tranquila. Correa estar plenamente curado, muy en breve. Los mltiples servicios de la casa se desarrollaban con eficiencia, y Adelino, entre ellos, atraa nuestra atencin por la seguridad espiritual con que se conduca. Cercado por las vibraciones radiantes de sus pensamientos, centralizados en el santo objetivo del bien, nos pareca un compaero revestido de luz. Unos momentos despus de haberse apartado la anciana, se nos apareci un simptico muchacho, igualmente desencarnado que, despus de saludarnos, rog reverentemente a nuestro instructor:
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Le pido permiso para solicitar que me conceda un valioso favor... Habla sin temor. Y el joven recin llegado, con lgrimas que no llegaban a caer de sus ojos, dijo: Mi querido asistente, s que nuestro Adelino viene atravesando cierta crisis econmica... Por lo mucho que auxilia a los dems, se despreocupa de sus propias necesidades. Por el amparo que l ofrece constantemente a mi pobre madre encarnada, insisto en el apoyo de su amistad para que sea favorecido. La semana pasada, oyendo las splicas de mi pobre madre viuda, envuelta en gran penuria por no poder atender a dos de mis hermanos enfermos, le busqu, llorando, transmitindole llamadas mentales para que nos protegiese y, sin vacilar, creyendo obedecer a sus propios impulsos, visit nuestra casa, entregando a mi sufrida madrecita lo que ella necesitaba... Oh, mi querido asistente, se lo ruego por el amor de Jess!... No deje en dificultades a quien tanto nos auxilia!... Silas acogi el pedido con risuea benevolencia, y dijo: Descansemos. Adelino permanece en la red de simpata fraternal que teji para s mismo. Son muchos los amigos que se encargan de proporcionarle los recursos indispensables para el fiel desempeo de la tarea a que se dedic. Las circunstancias en la lucha material se armonizarn en su favor, atendiendo a los mritos que tiene conquistados. Efectivamente, el servicio espontneo en la afectuosa defensa del amigo que se hallaba ante nosotros, servicial y confiado, era un tema de amistad y de gratitud, que se deba estudiar. Se dira observ Hilario, intrigado que todos los espritus que transitan por esta casa, son deudores del hermano que tenemos a la vista... S confirm Silas pacientemente los crditos de Adelino son realmente enormes, no obstante las deudas que todava tiene que saldar... Cultiva la ventura de plasmar la fe y el conocimiento superior que los mensajeros de Jess le confan en obras de genuino amor fraternal, que le granjean un gran reconocimiento. Despus, el mentor amigo nos recomend que aprovechsemos los minutos de atencin fraterna, en el centro en que nos hallbamos, hasta que pudisemos entrar en un contacto ms amplio con el servidor, cuya existencia actual se desdoblaba bajo los auspicios de la Mansin que patrocinaba nuestros estudios. En vista de la simpata que Adelino despertaba igualmente en nosotros, nos acercamos a l, con el fin de ofrecerle de algn modo nuestras fuerzas, en la actuacin de los pases magnticos que acababa de administrar en favor de algunos enfermos. Era curioso pensar que nosotros mismos, en aquel primer encuentro fortuito, nos sentamos dispuestos para participar en sus tareas, solamente atrados por su irradiante bondad. La abnegacin, en todas partes, es siempre una estrella sublime. Basta que se nos ponga de manifiesto, para que todos gravitemos en torno a su luz. Terminado el servicio de la noche, Silas y nosotros, acompaamos a Adelino a su casa. Le esperaba, en el umbral de la puerta, su madre que, evidentemente, sobrepasaba los sesenta aos de edad.
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Silas se dio prisa en presentrnosla, explicando: Es nuestra hermana Leontina, la cariosa madre de Correia, madre y amiga que protege su existencia. Reparando en la avanzada madurez del amigo que ocupaba nuestra atencin, mi colega indag: Adelino, es casado? S; nuestro hermano est casado pero no cuenta con la presencia de la esposa. La respuesta nos daba a entender que el compaero atravesaba pruebas ante las cuales caba nuestra respetuosa discrecin. Y mientras la madre y el hijo conversaban, Silas nos hizo penetrar en el aposento prximo. Junto a la puerta de entrada, se alineaban tres lechos, ocupados por otras tantas criaturas. Una nia rubia, de unos nueve o diez aos de edad, al lado de dos pequeos de tez oscura, recordaba a Blanca Nieves entre dos enanos. Todos dorman, plcidamente. Acariciando aquella mueca viva, el asistente nos inform: Esta es Marisa, la hijita de Correia, de quien su madre se distanci definitivamente, hace seis aos. Sealando despus a los dos nios de color, dijo: Y estos pequeitos, son Mario y Ral, dos nios abandonados que Adelino recogi como si fueran hijos de su corazn. Hilario y yo, adivinando las aflicciones ocultas que ciertamente abundaban en la existencia del jefe de la casa, nos callamos en reverente expectativa. Comprendiendo nuestra actitud, Silas nos coment, aclarando: Para resaltar el santificante esfuerzo de un amigo, para estudiar juntos un proceso de deuda aliviada, veremos algo del reciente pasado del compaero que estamos visitando, empeado ahora en la labor de su propio rescate. Como si desease centralizar los recursos de su memoria, enmudeci por unos instantes y, finalmente, continu: A mediados del siglo pasado, Adelino era hijo bastardo de un joven muy rico, que le recibi de las manos de la madre esclava, que desencarn al traerle al mundo. Martn Gaspar, el joven hacendado que fue su padre soltero, era un hombre de corazn endurecido, acostumbrado desde muy temprano al orgullo y a la tirana, por la negligencia del hogar en que haba nacido. Abusaba cuando quera de las doncellas cautivas, y, en muchas ocasiones las vendi con los propios hijos recin nacidos, para no escuchar sus peticiones. Temido en la gran casa de la que se convirti en seor absoluto a la muerte del padre, que en vano busc tardamente controlar sus instintos, saba hacer uso del tronco y del ltigo, sin compasin alguna. Era aborrecido por la mayora de los siervos y adulado por cuantos obtenan sus favores a cambio de la lisonja servil.
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Pero, para el hijo Martn, el Adelino de ahora su ternura y dedicacin no tenan lmites. Inexplicablemente para l mismo, le amaba con desvelada ternura, al punto de disponer que se le diera una educacin esmerada, en la propia hacienda. Entre padre e hijo, se estableci, de ese modo, el ms santo lazo afectivo. Eran compaeros inseparables en los juegos y en los estudios, en el servicio y en la caza. Fue as que Gaspar, a pesar de ser cruel para los otros frutos de su propia carne en las cabaas en las que reinaba el sufrimiento, no dud en legitimarle como hijo ante las autoridades, hacindolo partcipe de su nombre y de su herencia. Padre e hijo contaban, respectivamente, cuarenta y tres y veintin aos de edad, cuando Gaspar, hasta entonces soltern maduro, decidi casarse en la ciudad, desposando a Mara Emilia, liviana joven de veinte aos, que, al venir a la hacienda rural, ejerci sobre el hijastro una extraa fascinacin. Martn, extremadamente amado por el padre, atrado ahora por los encantos femeninos de la madrastra, comenz a sufrir un tremendo conflicto sentimental. l, que se juzgaba como el mejor amigo de Gaspar, comenz a detestarle. No toleraba la posesin de la mujer que deseaba, sabindose ardientemente querido por ella, ya que Mara Emilia, con cualquier pretexto, saba cmo ir con l sola de viaje, momentos en los que intensificaba su afecto juvenil. Ambos saban evadir cualquier desconfianza y, totalmente entregado a la pasin que le arrastraba, el joven Martn, desprevenido, plane su horrible parricidio. Sabiendo que el padre estaba en cama, sometido a un tratamiento para curar su hgado enfermo, compr la cooperacin de dos capataces de su entera confianza, Antonio y Lucidio, verdugos igualmente de muchachas cautivas y, una noche, le administr una pocin hipntica, con la aprobacin de la madrastra... Tan pronto como el enfermo se qued dormido, ayudado por los dos cmplices que odiaban al patrn, esparci resinas sobre el lecho paterno, simulando un incendio ocasional, en el cual Gaspar se ausent del cuerpo fsico con horribles sufrimientos. Conducido el padre al sepulcro y ya en poder de la herencia, intent la felicidad al lado de Mara Emilia. Pero el padre desencarnado, posedo de clera, le envolvi en nubes de fluidos inflamados, contra los cuales el infeliz no posea defensa alguna... Apegndose al afecto de la compaera, Martn procur anestesiar su conciencia y olvidar... olvidar... Confi la hacienda al cuidado de sus dos cmplices en el tenebroso delito y, en compaa de la mujer, se fue a Europa en busca de reposo y de distraccin. Pero todo era intil... Al cabo de cinco aos de resistencia, cay integralmente vencido, bajo el yugo del espritu paterno, que le cercaba incesantemente, a pesar de ser invisible. Se le abri la piel en llagas, como si llamas ocultas se la quemasen. En el lecho del dolor, envuelto por el remordimiento, recapitulaba mentalmente la muerte de su progenitor, profiriendo gritos de martirio salvaje... No haca otra cosa que llorar, gritando constantemente el arrepentimiento de que estaba posedo, en cuyas manifestaciones fue interpretado como loco por la propia compaera, que se apresur en reconocer la supuesta alienacin mental, con el propsito de no comprometerse ella misma ante los amigos y sirvientes. Encadenado a semejante suplicio, Martn recibi el escarnio y abandono, en su propia casa, expirando vctima de su propio tormento. Martn Gaspar, el padre asesinado, le aguard en el sepulcro, arrastrndole hacia las sombras infernales, donde ejerci sobre l una pavorosa venganza... El desdichado hijo desencarnado sufri terribles humillaciones e indescriptibles tormentos, durante once aos consecutivos, en lbregas crceles de las tinieblas, hasta que, amparado por mensajeros de Jess, que promovieron su rescate, ingres en nuestro Instituto en una lamentable situacin, segn fui informado. Habiendo entrado en sintona con su pro-
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genitor sediento de venganza, a travs de las brechas mentales del remordimiento y del arrepentimiento tardo, fue hipnotizado por genios perversos, que le hicieron sentirse dominado por llamas torturadoras. Fijada su imaginacin en semejante cuadro de angustia, el propio Martn alimentaba, con su pensamiento culpable, las llamaradas en que se torturaba sin consumirse, hasta que fue convenientemente aliviado y socorrido por nuestros instructores, a travs de recursos magnticos que curaron su doloroso desequilibrio. Entonces, despus de su mejora, se dedic a los ms duros servicios de nuestra Institucin, conquistando, con el tiempo, apreciables laureles que le valieron para poder volver al plano fsico, con el derecho a iniciar el pago de la larga deuda con que se haba cargado desprevenidamente. Cultivando la oracin con la renovacin de su mundo ntimo, renaci con el espritu inclinado a la fe religiosa, ardiente y operante, encontrando en el Espiritismo Cristiano, bajo la influencia de los amigos desencarnados que le asisten, un precioso campo de fortalecimiento moral y trabajo digno, en el cual ha sabido extender, con loable aprovechamiento del tiempo, su radio de accin en el estudio edificante y la caridad pura, atrayendo a su favor las ms amplias simpatas, por parte de hermanos encarnados y desencarnados, que le deben generosidad y cario. Sufriendo inmensas dificultades materiales, creci, desde muy temprano, hurfano de padre, como consecuencia de no haber sabido valorar, en el pasado, la ternura paterna, luchando con extremada pobreza y constantes enfermedades... Custodiado, no obstante, por los benefactores de nuestra Mansin, fue conducido a un templo esprita, todava muy joven, en donde, al ser sometido al tratamiento del problema de su piel, conoci nuestra renovadora Doctrina... La lectura de los principios espiritistas, alumbrados por el Evangelio del Seor, constituy para l recuerdos naturales de las enseanzas asimiladas en nuestra casa antes de reencarnar. Desde entonces, acept noblemente la responsabilidad de vivir, y busc, por encima de todo, aplicar en beneficio propio las directrices regeneradoras de la fe que abraza. Se disciplin. Rindi sincera pleitesa a sus obligaciones y, a pesar de las dificultades corporales que sufre, desde muy joven se dedic a la representacin comercial, de donde obtiene benditos recursos que sabe repartir entre numerosos necesitados, reservando para s mismo slo lo indispensable. No es un rico de la Tierra, en el concepto que tenemos de ello, pero es un trabajador de la fraternidad, que sabe dar el propio corazn en aquello que distribuye. Trillando el camino de la sencillez y de la renuncia edificante, modific las impresiones de muchos de los compaeros de otro tiempo que, en los bajos planos de la sombra, se haban convertido en perseguidores, obsesores que, al observar sus nuevos ejemplos, se sentan moralmente desarmados para mantener su asedio. No deja de resarcir sus culpas, sufriendo las consecuencias en s mismo. Pero, por los valores que ya atesora, dedicado al bien ajeno, rescata el pasado con el mayor alivio posible, ganando tiempo y adquiriendo nuevas bendiciones. Ayudando a los otros, aligera, da a da, el montante de sus deudas, ya que la misericordia del Padre celestial, permite que nuestros acreedores atenen el rigor de sus cobros, siempre que nos vean ofreciendo al prjimo necesitado, aquello que le debemos... Silas entr en una pequea pausa, pero Hilario, fascinado como yo con su exposicin clara y sensata, vido de enseanzas, rog: Contine, asistente. Esta leccin vvida, ilumina nuestras esperanzas... Cmo podemos comprender que Adelino est ganando tiempo? Nuestro amigo sonri y aadi:
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Correia, que no mereca la ventura del hogar tranquilo, por haber arruinado el hogar paterno, se cas y padeci el abandono de la compaera que no pudo entenderle. Avanzando hacia la tierna Marisa, que dorma, aadi: As, por la vida til a que se consagra y por la caridad incesante que est ejerciendo, atrajo hacia s, como hija de su carne, a la antigua madrastra que desvi de los brazos paternos, hoy reencarnada junto a l para reeducarse al calor de sus nobles ejemplos, teniendo el dolor de saberse hija de una pobre mujer que abandon a su familia, del mismo modo que ella menospreci a la suya en el pasado reciente... Pero... no es la nica ventaja de Adelino... Silas puso levemente la mano en los pequeos que reposaban, y prosigui: Dedicndose en cuerpo y alma a su renovacin en Cristo, nuestro amigo recogi, como hijos adoptivos a los dos cmplices del parricidio tremendo, los antiguos capataces Antonio y Lucidio que, abusando de humildes doncellas esclavas, a las que arrancaban los hijitos para exterminarles o venderles, no encontraban sino el lupanar por cuna, alcanzando el crculo afectivo del compaero de otro tiempo, en la sangre africana que tanto ultrajaran, con el fin de recibir de l el amparo moral y la reforma necesaria. Mientras aprovechbamos la preciosa enseanza, Silas observ: Como es fcil reconocer, nuestro hermano, a travs de la responsabilidad espiritista cristiana, correctamente sentida y vivida, conquist la felicidad de reencontrar los lazos del pasado, del mismo modo que, si hubiesa desertado de la lucha por la irreflexin de la compaera, o si hubiese cerrado la puerta de su corazn a los dos nios infelices, habra pospuesto, para futuras existencias, el noble trabajo que est haciendo ahora... Nos disponamos a formular nuevas preguntas, pero Correia proceda a despedirse de su madrecita y a ocupar una modesta cama, no lejos de las criaturitas. Poniendo de manifiesto hbitos respetables, se sent, orando. Entonces, Silas, recomendndonos cooperacin, se acerc a l y le aplic pases magnticos. Luego, nos aclaro: Por la utilidad que sabe imprimir a su vida, Adelino mereci la limitacin de la enfermedad congnita de que es portador. Habiendo sufrido por largo tiempo el trauma periespiritual del remordimiento por haber incendiado el cuerpo de su propio padre, aliment en s mismo extraas llamaradas mentales que, como ya os dije, le castigaron intensamente despus del sepulcro... Por eso, renaci con la epidermis atormentada por vibraciones calcinantes que, desde muy temprana edad, aparecieron en su nuevo cuerpo en forma de eczema de mal pronstico... Semejante molestia, en vista de la deuda en que incurri, debera cubrirle todo el cuerpo durante muchos y angustiosos lustros de sufrimiento, pero, por los mritos que va adquiriendo, la enfermedad no tom las proporciones que podan impedirle trabajar y aprender, ya que se granje la ventura de continuar sirviendo, por impulso espontneo, en la siembra del bien. A esa altura, tal vez porque el dueo de la casa se dispona a dormir, el asistente nos invit a retirarnos. De regreso a la Mansin, nuestro amable mentor prosigui expresando brillantes comentarios en torno al amor que cubre multitud de pecados, como ense el apstol Pedro, cuando Hilario, interpretando mis preguntas, dijo:
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Asistente, con una explicacin as, tan clara, es justo que aspiremos a conocer determinados detalles sobre la misma. Podemos, si es posible, enterarnos de la situacin de Martn Gaspar, el padre que sufri el martirio del fuego? Al observar que Silas se mantena en silencio, mi colega continu: Tendr conciencia del trabajo renovador de Adelino? Sentir todava por l, menosprecio y odio? Martn Gaspar, respondi por fin el interlocutor si bien era infatigable en su violencia, se impresion con el mismo empeo por los ejemplos de nuestro amigo. Al observar su transformacin, abandon las compaas indeseables a que se haba unido y pidi asilo en nuestro instituto, hace algunos aos, en donde acept severas disciplinas... Y, en dnde se encuentra ahora? insisti Hilario, con ansiedad. Quiz nos ser permitido verlo, para observar sus cambios? En ese instante, llegbamos a la entrada del santuario de nuestras obligaciones, y Silas, sin posibilidad de extenderse ms, acarici los hombros de nuestro compaero, diciendo: Clmate, Hilario. Es posible que volvamos al tema, dentro de breves horas. Nos despedimos, conservando las anotaciones como si se tratase de un estudio interrumpido, esperando la secuencia de los hechos. Al da siguiente, una grata sorpresa visit nuestros corazones. Cuando el reloj anunci alta noche en la extensa franja planetaria en que se mantena nuestro domicilio, el asistente nos vino a buscar, complaciente. Iramos al plano fsico, pero, aquella noche, en compaa de Druso, el orientador de la institucin. Nos alegramos, aunque con una natural curiosidad. Era la primera vez que bamos a viajar junto al gran mentor, que haba conquistado en nosotros el ms amplio respeto. Y, si es verdad que el privilegio nos alegraba, al mismo tiempo nos preguntbamos por el motivo por el que se iba a ausentar de la Institucin que siempre reclamaba su presencia. Pero no tuvimos oportunidad para largas divagaciones. En compaa de Druso, que se haca seguir por Silas, por dos hermanas altamente responsables en los servicios de la Mansin y por nosotros, utilizamos el medio ms rpido para el viaje, ya que el mayor responsable del Instituto, no dispona de mucho tiempo para un viaje que no fuese de corta duracin. Mis deseos de provocar la palabra del asistente, eran grandes. Deseaba orle en conversacin educativa en torno al problema que habamos abordado la noche anterior, pero, la presencia de Druso nos inhiba de tratar cualquier tema que no fuese aqul que no partiese de l. Su dignidad no nos privaba de la libre expresin, pero nos infunda un tremendo respeto. Durante el corto viaje, escuchamos sus conceptos oportunos y sabios sobre mltiples cuestiones de justicia y de trabajo, admirando en l, cada da ms, su cultura y su benevolencia.
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Vi con sorpresa que nuestro grupo se par a la puerta del hogar de Adelino, que habamos dejado la vspera. Nos esperaban en el umbral dos auxiliares que ya conocamos. Despus de los mutuos saludos, uno de ellos avanz hacia Druso, dicindole reverentemente: Director, el pequeo recin nacido estar con nosotros dentro de media hora. El gran mentor agradeci su informacin y nos invit a acompaarle. En la casa que ya nos era familiar, el reloj marcaba las dos horas y veinte de la madrugada. Atnitos, seguimos al orientador que iba delante, entrando en la habitacin de Adelino, que, segn creamos, comenzaba a dormir. Druso le acarici la frente por algunos momentos, y vimos a Correia levantarse del cuerpo fsico, como si le moviesen poderosas palancas magnticas, dejndose caer en los brazos del gran orientador, como un nio enternecido y feliz. Amigo mo le dijo Druso entre grave y tierno lleg la hora del reencuentro... Correia comenz a llorar, aterrorizado, sin conseguir librarse de los brazos que lo acogan. Oremos juntos indic el bondadoso amigo, y elevando la mirada a lo alto, bajo nuestra profunda atencin, Druso suplic: Dios de bondad, Padre de infinito amor, que creaste el tiempo como incansable guardin de nuestras almas destinadas a Tu seno, fortalcenos para que logremos la renovacin necesaria!... T, que conoces nuestros crmenes y deserciones, concdenos la bendicin de los dolores y de las horas, para redimirnos. Bendcenos con la comprensin de Tus Leyes, para que no rechacemos las oportunidades del rescate! Nos diste los tesoros del trabajo y el sufrimiento, como favores de Tu misericordia, para que podamos consagrarnos a la rehabilitacin dolorosa, pero justa... Nosotros, los prisioneros de la culpa, somos tambin obreros de nuestra liberacin, al amparo de Tu cario. Oh Padre, infndenos valor para que nuestras debilidades sean olvidadas, inflama en nuestro espritu el santo entusiasmo del bien, para que el mal no apague nuestros buenos propsitos, y condcenos por el camino de la renuncia, para que nuestra memoria no se aparte de Ti... Que podamos orar como Jess, el divino Maestro que enviaste a nuestros corazones, para que nos rindamos, plenamente, a Tus designios!... Despus de una leve pausa, repiti, en llanto, la oracin dominical: Padre nuestro, que ests en los cielos, santificado sea Tu nombre. Venga a nosotros Tu reino. Hgase Tu voluntad, as en la Tierra como en el cielo. El pan nuestro de cada da, dnosle hoy. Perdnanos nuestras deudas, as como nosotros perdonamos las de nuestros deudores. No nos dejes caer en la tentacin y lbranos del mal. Amn. Cuando su voz enmudeci, una profunda emotividad ejerca sobre nosotros un inexplicable dominio.
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Reconducido al cuerpo fsico, Adelino despert en copioso llanto... Observbamos en l un ntimo jbilo, aunque, desde luego, no tena conciencia integral de su intercambio con nosotros. Pasados algunos instantes de expectacin, que transcurrieron rpidamente, escuchamos all afuera, a la puerta de la casa, el lloro convulsivo de una tierna criaturita... Acompaado por Druso, el dueo de la casa se levant del lecho y abri la puerta que comunicaba con el exterior, y, en las losas, vigilado por amigos de la Mansin, un pobre recin nacido lloraba aflictivamente. Sorprendido, Correia se arrodill, mientras el gran orientador le deca con seguirdad: Adelino, he ah el padre ofendido que, abandonado por el corazn materno que todava no mereci, viene al encuentro del hijo regenerado! Correia no poda or las palabras mediante sus odos fsicos, pero las registr en el templo mental, como llamada del amor celeste que le traa al corazn una criaturita ms, abandonada e infeliz Presa de una alegra, para l inexplicable, abraz al pequeito con espontneo gesto de amor y, despus de apretarlo contra su pecho, volvi para adentro, gritando jubiloso: Hijo mo!... Hijo mo!... Silas, situado entre Hilario y yo, nos dijo, emocionado: Martn Gaspar vuelve a la experiencia fsica, buscando los brazos del hijo que le despreci. No tuvimos oportunidad para una conversacin ms amplia. Druso, enjugando las lgrimas, nos advirti en voz alta, como si estuviera hablando para consigo mismo: Ojal que cuando estemos de nuevo en plena niebla de la carne, podamos, tambin abrir el corazn al excelso amor de Jess, y no fallemos en las pruebas necesarias!... Haba tanto recogimiento y tanta angustia en aquella mirada que nos tena acostumbrados a la ms dulce ternuta y al ms profundo respeto que, de regreso a la Mansin, ninguno de nosotros os romper el doloroso y expresivo silencio.
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XVII DEUDA QUE EXPIRA Era ahora, en un hospital, en el triste pabelln de indigentes, donde se iba a desarrollar la nueva leccin que Silas nos reservaba. Ya en el interior, unos compaeros nos acogieron gentilmente. Despus de los saludos, uno de ellos, el intendente Lago, avanz hacia el mentor de nuestros estudios, informndole: Asistente, Leo parece estar agotando los ltimos recursos de su existencia... Silas le agradeci la informacin y le explic que, precisamente, venamos para colaborar en el descanso del que ya se haca acreedor. Atravesando una larga hilera de lechos pobres, en los que yacan enfermos en sufrimiento, teniendo al pie a algunos desencarnados ocupados en trabajo asistencial, nos detuvimos junto a un enfermo esculido y angustiado. A la mortecina claridad de una pequea lmpara destinada a la vigilia de la noche, vimos a Leo, vctima de una tuberculosis pulmonar que le arrastraba a la muerte. A pesar de la disnea, mostraba la mirada en calma y lcida, revelando perfecta conformidad con los sufrimientos que le conducan al trmino de la experiencia. Silas nos recomend que observsemos su cuerpo, pero, no haba muchas particularidades a destacar, ya que los pulmones casi destruidos a travs de sucesivas formaciones cavitarias, haban provocado tal abatimiento orgnico, que el cuerpo fsico que se hallaba ante nosotros, no era otra cosa que un trapo de carne, abierto ahora a la multiplicacin de bacilos voraces aliados a ejrcitos microbianos de distintas especies que se apiaban, dominadores, en la intimidad de los tejidos, en forma de enemigos implacables que se invadan los restos, apoderndose de todos los puestos claves de la defensa. Leo se hallaba, pues, en el cuerpo denso, en condiciones parecidas a las de un hombre irremediablemente condenado a ser expulsado de su propia casa. Presentaba, sin duda, todos los sntomas de la muerte. El corazn fatigado, pareca un motor exhausto, incapaz de liquidar los problemas de la circulacin sangunea, y todos los elementos del aparato respiratorio languidecan, sin norte alguno, bajo una inexorable asfixia. Leo, moribundo, era un viajero habilitado para la gran aventura, tan slo a la espera de la seal de partida. Aun as, estaba sereno y se portaba con bravura. Tan acentuada se le evidenciaba la agudeza mental, que casi perciba nuestra presencia. Silas, que le acariciaba la frente con su mano generosa, nos dijo con la mayor atencin:
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Ya que habis venido para tomar nota de un proceso de deuda que expira, podis preguntar al compaero, cuya memoria se revela consciente y vigilante en lo posible. Pero, puede ornos? pregunt Hilario, entre sorprendido y compungido. No con los tmpanos de la carne, pero su espritu recoger cualquier pregunta que le hagis aclar el asistente, afectuosamente. Dominado por una intensa simpata, me inclin sobre aquel hermano que se hallaba en una prueba tan dura, atrado por la fe que brillaba en sus pupilas y, abrazndole, le pregunt en voz alta: Amigo Leo, se ve usted en el lmite de la verdadera vida? Sabe que dejar el cuerpo dentro de breves horas? El interpelado, creyendo razonar consigo mismo, registr mis preguntas, palabra por palabra, como si le fuesen trasmitidas al cerebro por hilos invisibles. Y como si hablase a solas consigo, habl pensando: Oh, s, la muerte!... S que, probablemente esta noche, llegar al justo fin... Siguiendo nuestro dilogo, aad: no tiene miedo? Nada puedo temer... reflexion con mucha calma. Y moviendo los ojos con gran esfuerzo, trat de mirar, en la blanca pared de la enfermera, una pequea escultura de Cristo crucificado, reflexionando para s: Nada puedo temer, en compaa del Cristo, mi Salvador... El tambin fue vilipendiado y olvidado... Habr vomitado sangre, en la cruz del martirio... l, que era puro, azotado por las llagas de la ingratitud. Por qu no resignarme, pues, a la cruz de mi lecho, soportando sin reclamar los borbotones de sangre que de cuando en cuando me anuncian la muerte, yo, que soy un pecador necesitado de la complacencia divina?... Usted, es catlico? S... Medit en lo sublime del sentimiento cristiano, vivo y sincero, sea cual sea la escuela religiosa en que se exprese, y prosegu, acariciando su pecho oprimido: En esta hora de significacin tan grande para su camino, siente la ausencia de sus familiares humanos? Ah, mis familiares... mis afectos... respondi hablando mentalmente mis padres han sido, en el mundo, mis nicos amigos... No obstante, murieron cuando yo era slo un joven enfermo... Separado de ellos, me vi entregado a la enfermedad, despus, mi hermano Enrique no dud en declararme incapaz para quedarse con mi herencia. Tena derecho a una gran fortuna, pero, valindose de mi infortunio, mi hermano obtuvo de la justicia, con mi propio asentimiento, la documentacin mediante la cual se converta en mi tutor... Pero, una vez consigui eso, se convirti para m, en un verdugo cruel... Se apoder de todos los recursos... Me intern en un hospicio en el que sufr largos aos de aislamiento... Padec mucho... Me aliment con el pan lleno de hiel, destinado por el mundo a los que entran en sus puertas como rechazados de la cuna, porque el desequilibrio mental me persegua desde la edad ms tierna... Cuando mejor algo, fui obligado a dejar el manicomio. Corr a su puerta, pero me expuls sin
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compasin... Qued despavorido, vencido... Ah, Dios mo! Cmo hacer eso a un hermano enfermo e infeliz? Intilmente ped socorro a la justicia. Legalmente, Enrique era el nico seor de los haberes de nuestra casa... Avergonzado, busqu otros lugares... Intent obtener un trabajo digno, pero solamente obtuve el empleo de sereno nocturno, debiendo rondar un amplio edificio comercial, amparado por un hombre carioso, compadecido de mi hambre... El fro de la noche me encontraba desabrigado y, al poco tiempo, adquir una fiebre insidiosa que pas a devorarme lentamente... No s cunto tiempo estuve as, abatido por un indefinible desnimo... Un da, ca fatigado sobre el charco de sangre que sala de mi boca, y fue entonces cuando criaturas piadosas me trajeron al lecho en que me refugio... Y, qu opinin tiene usted sobre Enrique? Se acuerda de l con amargura? Como si sumergiese su memoria en ondas de enternecimiento y de nostalgia, Leo dej que las lgrimas corriesen por sus mejillas, en dolorosa quietud mental. En seguida, se dijo a s mismo, por dentro: Pobre Enrique!... No tendr, ms bien, que compadecerme de l? No tendr que morir, a su vez? De qu le habr valido apropiarse indebidamente de mi herencia, si tambin ser despojado, algn da, del cuerpo? Por qu debo perdonarle, si l es ms infeliz que yo?. Y volviendo a fijar su mirada en la figura de Cristo, continu: Jess, escarnecido y golpeado, olvid las ofensas y las deserciones... Clavado en la cruz no clam contra los enemigos que le haban lanzado a la humillacin y al sufrimiento... No tuvo una palabra de censura para los truculentos verdugos... En lugar de recriminarles, pidi al Padre celestial amorosa proteccin para todos... Y si Jess fue el Embajador de Dios entre los hombres... Con qu derecho puedo juzgar a mi propio hermano, si yo, alma necesitada de luz, no puedo penetrar en los divinos juicios de la providencia? Leo se tranquiliz llorando, buscando internar su mente en el templo del amor y de la oracin. La humildad a que se acoga, tocaba mi corazn. Me levant con los ojos hmedos. Para sondear la grandeza de su alma, no era necesario prolongar aquel interrogatorio. Hilario, que se mostraba conmovido hasta las lgrimas, desisti de cualquier consulta por su parte, preguntando slo al asistente, si el agonizante haba reencarnado bajo los auspicios de la Mansin, a lo que Silas, servicial, inform: S. Leo vino al mundo tutelado por nuestra casa. Adems, tenemos algunas centenas de criaturas que, a pesar de hallarse nuevamente en la carne, permanecen ligadas a nosotros, a nuestra Institucin, por las races de las deudas a que estn sujetas, generalmente, todas ellas en situaciones difciles de regeneracin, por tratarse de delincuentes en reajuste. Renacen en el mundo bajo el cuidado de nuestro establecimiento de socorro, pero, naturalmente, todava ligadas a los compaeros del pasado, con cuya influencia hacen contacto, consolidando las cualidades morales que necesitan, a travs de los conflictos interiores que podemos clasificar como la forja de la tentacin.
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Qu bello es apreciar el amor paternal de Dios, que todo lo atiende en el lugar apropiado!... exclam Hilario. Sin duda consider Silas, sensatamente la Ley de Dios determina el progreso y la dignidad, para todos. Sabis que, normalmente, los desencarnados que se recogen en la Mansin, constituyen un gran conjunto de criminales viciosos... Y modificando la inflexin de voz, aadi: ...como yo mismo. All, recibimos atencin y cario, asistencia y bondad, reeducndonos, a veces, durante muchos aos... Con todo, hay que decir que, recogiendo la generosidad de los bienhechores e instructores que nos garantizan aquel sitio de amor, slo acumulamos dbitos con una proteccin inmerecida, compromisos que necesitamos rescatar, igualmente, en servicio al prjimo. Pero, para que nos habilitemos para lograr las tareas del bien genuino, es imprescindible purgar nuestra condicin inferior, agravada por la culpa, por cuanto el conocimiento elevado adquirido en nuestra organizacin, vale ms como teora noble que debemos hacer realidad en la prctica correspondiente, para que se incorpore, definitivamente, a nuestro patrimonio moral. He ah por qu, despus del aprendizaje breve o largo en nuestro Instituto, somos de nuevo internados en el plano fsico y, ah, es obvio que, a pesar de hallarnos protegidos por nuestros mentores, debemos sufrir la aproximacin de los antiguos compaeros de nuestros delitos, para demostrar aprovechamiento y asimilacin del amparo recibido. Leo, a nuestro lado, pasaba por los ltimos minutos en el vehculo denso, y notamos que el asistente no deseaba ausentarse de su caso, para que aprovechsemos la leccin que l mismo nos deparaba. Quizs por eso mismo, Silas suministr nuevas energas a su pecho ya exhausto, mediante pases balsmicos, dicindonos a continuacin: Ya habis escuchado las alegaciones mentales del compaero que se despide... Hilario, que arda en curiosidad, tanto como me hallaba yo hambriento de nuevas explicaciones, pregunt con reverencia: Hasta qu punto podemos considerar la presente desencarnacin de Leo, como una deuda que expira? Nuestro interlocutor, hizo un expresivo gesto y nos inform: No me voy a retrotraer a la cuenta integral de nuestro amigo ante la Ley. No dispongo, personalmente, de recursos informativos para poder hacer relacin de sus dbitos y de sus crditos en el tiempo. Por tanto, me referir solamente a la culpa que le atormentaba cuando ingres en nuestra Mansin, de acuerdo con las anotaciones que all podemos computar. El agonizante, con sus nervios serenos como resultado del socorro magntico que acababa de recibir, casi pareca que nos oa. Sostenindole la frente sudorosa, Silas, con la mayor atencin, despus de una leve pausa, prosigui: Leo nos envi, mentalmente, los amargos recuerdos de los recientes das que ha vivido, detenindose, particularmente, en la enfermedad que le martiriza desde la cuna, en los momentos que sufri en el hospicio y en la dureza de un hermano que le
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sentenci a una penuria extrema... Veamos, por tanto, la razn de los dolores con que se penitencia a s mismo y por qu mereci la felicidad de resarcir, para siempre, la deuda particular que tenemos ahora bajo nuestro estudio... A principios del siglo pasado, era el hijo predilecto de unos acaudalados hidalgos de la ciudad que, al desencarnar muy pronto, le confiaron a su propio hermano enfermo, al joven Fernando, cuya existencia estaba marcada por una incurable deficiencia mental. Ernesto este era el nombre de Leo en su existencia anterior tan pronto como se vio sin la presencia de los padres, se dio prisa en alejar al hermano de su lado, con el propsito de disfrutar por completo, de la fortuna de la cual ambos eran herederos. Adems, joven habituado a los saraos de su tiempo, le gustaban las recepciones fastuosas, en las cuales el palacete de la familia abra las puertas blasonadas a las relaciones elegantes; y, orgulloso del panorama domstico, se avergonzaba de la presencia del hermano, al que prohiba comparecer en sus gapes sociales. Pero, como Fernando, como consecuencia de su estado, no atenda sus rdenes, dispuso al fondo de la casa una enrejada prisin, a la que fue conducido el enfermo, excluyndole de la comunidad familiar. Encerrado y slo, disfrutando apenas de la intimidad de algunos esclavos, Fernando pas a vivir enjaulado, como si fuera un infeliz animal. Mientras tanto, Ernesto, casado, daba largueza a los caprichos de su mujer en extensos viajes de recreo, en los que derrochaba sus bienes en la adquisicin de costosas joyas, y en otras extravagancias. Despus de algn tiempo, agotadas las finanzas de que poda disponer, solamente podra reequilibrarse mediante la muerte del hermano irresponsable. Pero el joven mentalmente enfermo daba muestras de gran fortaleza fsica, a pesar de cierta bronquitis crnica que le incomodaba mucho. Observando su desequilibrio respiratorio, Ernesto plane ocasionarle una ms grave molestia, con la esperanza de poder, as, conducirle con rapidez, al sepulcro. Para ello, recomend a los sirvientes que le pusieran en libertad todas las noches, en un gran patio, para que Fernando reposase al relente. No obstante, el joven denotaba enorme resistencia y, aunque sufra determinadas crisis en su molestia, expuesto de esa forma a la intemperie, durante dos aos super valerosamente la prueba a que fue sometido. Mientras, Ernesto sufra el cerco de la estrechez econmica, cada da ms grave, situacin que solamente la parte de la herencia del hermano Fernando, entregada a la custodia de viejos amigos, de acuerdo con la voluntad de su padre, podra solucionar. Con tal motivo, envilecido por las ansias del oro, cierta noche, liber a dos esclavos delincuentes que se hallaban encadenados en su domicilio, bajo la condicin de exilarse en tierras distantes y, despus de verles partir bajo la neblina de la madrugada, busc el lecho del hermano, enterrando un pual en su pecho inerme... A la maana siguiente, ante el llanto de los sirvientes, que le mostraban el cadver, les hizo creer que los presos que haban huido, habran sido los autores del crimen y, hacindose el inocente, con astucia, entr en posesin de los bienes que pertenecan al muerto, con la plena aprobacin de los magistrados terrenales. Pero, a pesar de haber llevado una vida regalada en la carne, al desencarnar atraves una extensa lnea de expiaciones. Fernando, el hermano desgraciado, con absoluta magnanimidad, olvid las ofensas, pero, castigado por los remordimientos, Ernesto entr en contacto con impasibles agentes de las sombras que le hicieron vctima de innominables torturas, por resistirse a seguirles en sus prcticas infernales. Conservando en lo ntimo de su alma el recuerdo de la vctima a travs de la percusin mental del arrepentimiento sobre los centros periespirituales, enloqueci de dolor, vagando durante varios lustros en tenebrosos paisajes, hasta que, recogido en nuestra Institu-
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cin, fue convenientemente tratado para que lograra el necesario reajuste. A pesar de haberse recuperado, las reminiscencias del crimen absorban su espritu de tal modo que, para recuperar la marcha evolutiva normal, implor el regreso a la carne, para experimentar la misma vergenza, penuria y pruebas infligidas por l al hermano indefenso, pacificando de ese modo su conciencia intranquila. Amparado en sus propsitos de rescate por eminentes instructores, volvi al plano fsico, cargando en su propia alma los desequilibrios que asimil ms all del sepulcro, con los cuales renaci como alienado mental, como el propio Fernando en el pasado reciente, habiendo sentido la amargura, en la posicin de Leo, de todos los infortunios impuestos por l al hermano dbil e infeliz. Conoci la orfandad muy pronto, fue cogido de sorpresa por la frialdad y la villana de un hermano insensato que le aisl en el ambiente sombro de un manicomio y, para que no faltase particularidad alguna en el cuadro expiatorio, padeci como guarda nocturno el fro y los temporales a que haba expuesto a su vctima indefensa... Pero, por la humildad y paciencia con que haba sabido aceptar los golpes reparadores, conquist la felicidad de saldar definitivamente la deuda que hemos narrado. Como el orientador haba callado, preocupado en atender al agonizante, en aquellos momentos baado por el sudor caracterstico de la muerte, Hilario pregunt: Asistente, cmo podemos saber que nuestro compaero est liquidando la deuda a que se refiere? Pero, no lo veis? observ Silas, admirado. E indicando la gran hemotisis que comenzaba, agreg: Igual que Fernando, que desencarn con el trax perforado por el pual asesino, Leo se despide del cuerpo con los pulmones destrozados. Pero, debido al procedimiento correcto que adopt ante la Ley, atraviesa el mismo suplicio sin escndalos destructivos, aunque est vertiendo la propia sangre por la boca, tal como sucedi al hermano humillado y vencido. Se cumple la accin de la Justicia, con la sola diferencia de que, en vez del pual de acero, aqu tenemos batallones de bacilos asesinos... Tal vez porque observ nuestro asombro ante la leccin recibida, aunque estaba ocupado en la asistencia al moribundo, con grave tono de voz, termin diciendo: Cuando nuestro dolor no genera nuevos dolores y nuestra afliccin no crea aflicciones en los que nos rodean, nuestra deuda est en proceso de liquidacin. Muchas veces, el lecho de angustia entre los hombres, es el altar bendito en el que conseguimos extinguir compromisos ominosos, pagando nuestras cuentas sin que nuestro rescate perjudique a alguien ms. Cuando el enfermo sabe acatar los celestes designios entre la conformidad y la humildad, lleva consigo la seal de la deuda que expira... Silas, no pudo continuar. Leo, orando, se debata en los estertores de la muerte. El asistente le envolvi en un abrazo carioso y, enternecido, rog el amparo Divino, como si el doliente fuese un hijo de su corazn. Envuelto en las irradiaciones suaves de la oracin, Leo se adormeci, ante nuestras lgrimas. Al preguntarle sobre el motivo por el que no le arrebatbamos de inmediato del
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cuerpo cadavrico, transportndole con nosotros a la Mansin, el asistente nos inform, en forma concisa: No disponemos de autoridad para desligarle del cuerpo. Esa responsabilidad no nos compete. Y comunicando a los espritus vigilantes que en breve vendran misioneros de la liberacin en ayuda del compaero que descansaba, meditativo y emocionado, nos propuso regresar a la Mansin.
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XVIII RESCATESCOLECTIVOS Conversbamos con Silas sobre varios problemas, cuando expresiva llamada de Druso nos reuni con el Director de la Mansin, en un despacho particular. El jefe de la Mansin, fue breve y claro. Una llamada urgente de la Tierra, solicitaba auxilio para las vctimas de un desastre de aviacin. Sin detenerse en informaciones minuciosas, dijo que la solicitud se repetira dentro de algunos instantes, y que convendra esperar para poder examinar el caso con la eficiencia necesaria. En efecto, acababa de terminar su indicacin, cuando seales muy semejantes de las del telgrafo de Morse, aparecieron en un curioso aparato. Druso conect otro aparato que se hallaba prximo y pudimos ver un televisor en accin, con una lente, proyectando imgenes en movimiento, en una pantalla prxima, cuidadosamente situada en la pared, a pequea distancia. Como si estuvisemos presenciando una breve noticia en un cinematgrafo sonoro, contemplamos, sorprendidos, un panorama terrestre. Bajo la cresta de una sierra acantilada y silvestre, aparecan los restos de un avin, conteniendo las vctimas del accidente. Se adivinaba que el piloto, engaado por la bruma traicionera del ocano, no pudo evitar el choque con los picos que sobresalan de la montaa, silenciosos e implacables, en forma de horrorosos torreones de una fortaleza agresiva. En pleno cuadro inquietante, un anciano desencarnado, de semblante noble y digno, haca llamadas conmovedoras, rogando a la Mansin el envo de un equipo adiestrado para retirar a seis de las catorce entidades desencarnadas en el doloroso siniestro. Mientras Druso y Silas combinaban medidas para llevar acabo la tarea asistencial, Hilario y yo mirbamos, espantados, aquel espectculo indito para ambos. La aflictiva escena, pareca desarrollarse all mismo. Ocho de los desencarnados en el accidente, yacan en la posicin del choque, encadenados a sus respectivos cuerpos, mutilados o no, cuatro geman, unidos a los propios restos, y dos de ellos, a pesar de hallarse todava unidos a las formas rgidas, gritaban, desesperados, en plena crisis de inconsciencia. Ya amigos espirituales, abnegados y valientes, velaban, all, con calma y atencin. Como una cascada de luz vertida desde el cielo, el auxilio de lo alto, vena, solcito, en benditos torrentes de amor. El cuadro pattico era tan real a nuestra visin, que podamos or los gemidos de
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aqullos que despertaban desfalleciendo, las oraciones de los que prestaban socorro y las conversaciones de los enfermeros que trabajaban apresuradamente... Con el alma atormentada, vimos desaparecer la noticia televisada, mientras Silas cumpla las rdenes del director de la Institucin, con admirable eficiencia. A los pocos momentos, algunos trabajadores de la Mansin se pusieron en marcha, en direccin al sitio minuciosamente descrito. Volviendo al despacho en el que esperbamos su regreso, Silas convers por algunos minutos con el director, respecto al servicio que se deba prestar. Entonces Hilario y yo, preguntamos si no nos sera posible participar en aquella obra de asistencia, a lo que Druso, paternalmente, no accedi, explicando que el trabajo era de una naturaleza especialsima, requiriendo colaboradores rigurosamente entrenados. Conscientes de que el generoso mentor poda concedernos algn tiempo ms, aprovechamos la oportunidad para tratar sobre las pruebas colectivas. Hilario abri campo libre al debate, respetuosamente, preguntando por qu motivo se solicitaba ayuda para retirar a seis de los desencarnados, ya que las vctimas eran catorce. Druso, con tono firme y sereno, nos inform: El socorro en el avin accidentado, es distribuido indistintamente, pero, no podemos olvidar que si el desastre es el mismo para todos los que cayeron, la muerte es diferente para cada uno. En el primer momento, sern separados de sus cuerpos, solamente aqullos cuya vida interior les otorga la inmediata liberacin. En cuanto a los otros, cuya situacin presente no les favorece para que puedan ser apartados rpidamente de su envoltura fsica, permanecern unidos a ellas por ms tiempo. Por cuntos das? dijo mi colega, incapaz de contener la emocin de que se vea posedo. Depende del grado de animalizacin de los fluidos que retienen el espritu a la actividad corporal respondi el mentor. Algunos sern retenidos por algunas horas, otros, tal vez por largos das... quin sabe? Un cuerpo inerte, no significa siempre la liberacin del alma. El gnero de vida que llevamos durante nuestra vida fsica, es el que dicta las verdaderas condiciones de la muerte. Cuanto ms nos sumergimos en las corrientes de bajas pasiones, ms tiempo tenemos que demorarnos para poder agotar las energas vitales que nos unen a la materia pesada y primitiva que constituye el cuerpo fsico, retenindonos en las creaciones mentales inferiores a las que nos hemos ajustado, encontrando en ellas material para amplios engaos en las sombras del campo fsico, propiamente considerado. Y cuanto ms nos sometamos a las disciplinas del espritu, que nos aconsejan equilibrio y sublimacin, ms amplias facilidades conquistaremos para la separacin de la carne, en cualquier emergencia de la que no podamos huir a causa de las deudas contradas ante la Ley. Por tanto, muerte fsica, no es lo mismo que emancipacin espiritual. Sin embargo coment eso no querr decir que los dems compaeros accidentados estarn sin asistencia, aunque estn obligados a una temporal detencin en los propios cuerpos.
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En modo alguno aadi el generoso amigo nadie vive desamparado. El amor infinito de Dios, abarca el universo. Los hermanos que se demoran enredados en vibraciones ms bajas de la experiencia fsica, comprendern, gradualmente, la ayuda que pueden merecer. Pero repar Hilario no sern atrados por criaturas desencarnadas de inteligencia perversa, por no poder ser resguardados de inmediato? Druso estamp una significativa expresin en su rostro, y dijo: S. En el caso que sean sordos al bien, es posible que se rindan a las sugestiones del mal, para que, sufriendo los tormentos del mal, acaben por inclinarse al bien. En este caso por tanto, es necesario considerar que la tentacin es siempre una sombra que nos atormenta en la vida, de adentro hacia afuera. La unin de nuestras almas con los poderes infernales, se verifica en relacin con el infierno que traemos dentro de nosotros mismos. La explicacin no poda ser ms clara. Tal vez por ello, algo desconcertado por la aclaracin directa, mi compaero, que tanto como yo, deseaba aprovechar la oportunidad para una conversacin ms amplia, expres, humildemente: Noble instructor: con seguridad no tenemos el derecho de preguntar sobre cualquier determinacin que venga de su autoridad, pero, aun as, me gustara conocer ms profundamente las razones por las cuales no se nos ha permitido el trabajo de colaboracin en los servicios de socorro en este rescate. No podramos, acaso, cooperar con los trabajadores de esta casa, en expediciones de auxilio a las vctimas de diversos accidentes, para poder as, aprender sobre las causas que los determinan? Indiscutiblemente, la Mansin, con la responsabilidad de que est investida, llevar a cabo trabajos de esa naturaleza todos los das... Casi todos los das rectific Druso, sin pestaear. Y mirando a Hilario, dijo: Hay que tener en cuenta, que recogis material didctico para hacer despertar a nuestros hermanos encarnados, casi todos en fase de luchas importantes, en su ajuste de cuentas con la justicia Divina. Analizando los rescates de ese orden, os verais obligados, fatalmente, a la autopsia de situaciones y problemas susceptibles de plasmar imgenes destructivas en el nimo de muchos de aqullos que os proponis ayudar. Y, esbozando una leve sonrisa en la que dejaba transparentar la humildad que adornaba su espritu escogido, aadi: Me parece que no seramos capaces de comentar un desastre de grandes proporciones, en el campo de los hombres, sin insuflarles el virus del miedo, tantas veces portador del desnimo y de la muerte. La palabra del orientador, serena y evanglica, reajustaba nuestros impulsos poco edificantes. Innegablemente, la Tierra est repleta de criaturas semejantes a nosotros, encadenadas a escabrosos compromisos, carentes de una accin continua para lograr el necesario equilibrio. No sera justo, pues, atormentarlas con pensamientos de temor, cuando a travs del bien, sentido y practicado, podemos, a todas horas, desviar de nuestros horizontes las nubes de probables sufrimientos.
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Viendo nuestra actitud de comprensin y de obediencia, como no poda dejar de ser, el jefe de la Institucin, despus de una ligera pausa, y con tono afable, continu: Imaginemos que analizaseis los orgenes de la prueba a que se acogieron los accidentados de hoy. Podrais ver a delincuentes que, en otras pocas, lanzaron hermanos indefensos desde la cima de torres altsimas, para que sus cuerpos se estrellasen en el suelo, compaeros que, en otro tiempo, cometieron tremendos crmenes en el mar, hundiendo existencias preciosas, o suicidas que se despearon desde picos agrestes o se lanzaron desde lo alto de los edificios, en suprema rebelda ante la Ley, los cuales, por tanto, solamente encontraron recurso en tan angustioso episodio, para transformar su propia situacin. Cuntos millares de hermanos encarnados acogemos nosotros, en cuyas cuentas con los tribunales Divinos figuran deudas de ese tipo? Sabemos que nosotros, conciencias endeudadas, podemos mejorar nuestros crditos todos los das. Cuntos viajeros terrestres, en cuyos mapas figuran sorpresas terribles, son amparados debidamente para que la muerte forzada no asalte su cuerpo, como consecuencia de los actos loables que realizan!... Cuntas intercesiones de la oracin ardiente conquistan moratorias oportunas para personas cuyos pasos resbalan hacia el sepulcro!... Cuntos deberes llevados a cabo con sacrificio, granjean, para el alma que los acepta de buena voluntad, preciosas ventajas en la vida superior, en la que se improvisan providencias para aminorar los rigores de las pruebas necesarias! Nosotros sabemos que lanzando al espacio dos ondas sonoras de la misma amplitud, en direccin opuesta, de su interferencia, recogemos el silencio como resultado. As es que, generando nuevas causas con el bien practicado hoy, podemos interferir en las causas del mal practicado ayer, neutralizndolas y reconquistando, con ello, nuestro equilibrio. De ese modo, creo que es ms justo y provechoso que practiquemos el servicio del bien a travs de todos los recursos a nuestro alcance. La caridad y el estudio noble, la buena fe y el buen nimo, el optimismo y el trabajo, el arte y la meditacin constructiva, constituyen temas renovadores, cuyo mrito no es lcito olvidar en la rehabilitacin de nuestras ideas y, consecuentemente, de nuestros destinos. El Director se haba entregado a una larga pausa y, movido por el propsito de aprender, le pregunt si l mismo no habra tomado parte en algn trabajo de rescate colectivo, en el que los espritus interesados no habran tenido otro recurso que la muerte violenta, como trmino a los das del cuerpo fsico, a lo que el instructor respondi: Guardo en mi experiencia algunos casos significativos que podra contar, pero, me remitir slo a uno de ellos, ya mis obligaciones me impiden extenderme ms. Despus de algunos momentos durante los cuales, naturalmente, apelaba a la memoria, coment con benevolencia: Hace treinta aos, disfrut de la compaa de dos bienhechores, a cuya abnegacin debo mucho en este puesto de luz. Ascanio y Lucas, asistentes respetados en los planos superiores, integraban el grupo de mentores valerosos y amigos... Cuando les conoc personalmente, ya haban empleado varios lustros en el amparo a los hermanos sufrientes. Cultos y nobles, eran compaeros infatigables en nuestras mejores realizaciones. Sucedi, pues, que, despus de largos decenios de lucha en el terreno de la fraternidad santificante, suspirando por el ingreso en los planos elevados, para expandir sus ideales de santidad y de belleza, no demostraban la necesaria condicin especfica para el ascenso deseado. Totalmente absortos en el entusiasmo de ensear el camino del bien
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a sus semejantes, no se ocuparon de hacer inmersin alguna en el pasado, por lo que, muchas veces, cuando nos fascinamos por el esplendor de las cumbres, no siempre tenemos disposicin para echar una mirada a las nieblas del valle... Deseaban ardientemente la ascensin, sintindose algo desencantados ante la ausencia de apoyo de las autoridades, al no reconocerles el mrito indispensable. Se prolongaba el tiempo, cuando uno de ellos solicit la aclaracin de la direccin general a que nos hallamos sometidos. El requerimiento llev su curso normal hasta que, en un momento determinado, ambos fueron llamados para el debido examen. La posicin impropia que les era caracterstica, fue cariosamente analizada por los tcnicos del plano superior, que llevaron su memoria a perodos correspondientes a pasadas existencias, extrayendo de la misma, diversas fichas de observacin, como si se tratase de radiografas obtenidas en los servicios mdicos del mundo y, a travs de las mismas, surgieran a la luz importantes conclusiones... Verdaderamente, Ascanio y Lucas, posean crditos extensos, adquiridos en casi cinco siglos sucesivos de aprendizaje digno, sumando las ltimas cinco existencias en los crculos carnales y las estaciones de servicio espiritual en las vecindades del plano fsico. Pero, cuando la gradual auscultacin les alcanz en sus actividades del siglo XV, algo surgi que les impuso una dolorosa meditacin... Extradas del archivo de sus memorias, despus de la operacin magntica a que nos referimos, dolindoles profundamente en sus espritus, reaparecieron en las mencionadas fichas, las escenas de un delito cometido por ambos en 1429, despus de la liberacin de Orlens, cuando formaban en el ejrcito de Juana de Arco... Deseosos de influencia ante los compaeros de armas, no dudaron en asesinar a dos compaeros, precipitndoles desde lo alto de una fortaleza en el territorio de Gatinais, sobre fosos inmundos, embriagndose en los honores que les valieron ms tarde, tremendos remordimientos ms all del sepulcro. Llegados a ese punto de la inquietante investigacin, en atencin al respeto que ya merecan, los poderes competentes les preguntaron si deseaban o no proseguir en el especial sondeo, a lo que respondieron negativamente, prefiriendo liquidar la deuda, antes de nuevas inmersiones en el subconsciente. Por tanto, en lugar de continuar insistiendo en la elevacin a niveles ms altos, suplicaron el retorno al plano fsico, en el cual acaban de pagar el dbito a que aludimos. Cmo? pregunt Hilario, intrigado. Ya que podan escoger el gnero de prueba, en vista de los recursos morales atesorados en su mundo ntimo inform el director optaron por tareas en el campo de la aeronutica, a cuya evolucin ofrecieron sus vidas. Hace dos meses que regresaron a nuestras lneas de accin, despus de haber sufrido la misma cada mortal que haban infligido a los compaeros de lucha en el siglo XV. Querido instructor, les visit en los preparativos de la reencarnacin ahora terminada? pregunt respetuosamente. S. Les visit varias veces antes de la partida. Se asociaban a una gran comunidad de espritus amigos, en un departamento especfico de reencarnacin, en el cual centenas de entidades, con deudas ms o menos semejantes, se preparaban igualmente para volver al plano fsico, abrazando, as, su trabajo redentor en rescates colectivos. Y todos podan seleccionar el gnero de lucha con la que saldaran sus cuentas? pregunt nuevamente, con natural inters. No todos afirm Druso. Los que posean grandes crditos morales, como suceda a los bienhechores a que me refiero, disponan
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de ese derecho. Vi a muchos habilitndose para sufrir la muerte violenta en favor del progreso de la aviacin y de la ingeniera, de la navegacin martima y de los transportes terrestres, de la ciencia mdica y de la industria en general, verificando que la mayora, a causa de las deudas contradas y de acuerdo con los dictados de la propia conciencia, no alcanzaba semejante prerrogativas teniendo que aceptar, sin discutir, las amargas pruebas, en la infancia, en la juventud o en la vejez, a travs de diversos accidentes, desde la mutilacin primaria hasta la muerte, con el fin de redimirse de las faltas graves. Y los padres? pregunt mi colega, alarmado En qu situacin sorprenderemos a los padres de aqullos que deben ser inmolados en atencin al progreso o a la justicia, en su propia regeneracin? Su dolor no ser debidamente considerado por los poderes que nos controlan la vida? Cmo no? contest el orientador. Las entidades que necesitan de esas luchas expiatorias, son encaminadas a los corazones que se complicaron con ellas en delitos lamentables, en el ayer distante o reciente, o a padres que fallaron con los hijos en otras pocas, para que aprendan a travs de la cruel nostalgia y de la angustia innominable, a sentir el respeto y la devocin, la honorabilidad y el cario que todos debemos en la Tierra al instituto familiar. El dolor colectivo, es el remedio que corrige los errores mutuos. Se hizo un prolongado silencio. Aquella leccin nos invitaba a efectuar rpidas incursiones en nuestro propio mundo. Hilario, insatisfecho, como siempre, pregunt con inquietud: Imaginemos, instructor, que Ascanio y Lucas, despus de haber obtenido la victoria de que nos habla, continen anhelando alcanzar los altos planos... Necesitarn para hacerlo, llevar a cabo nuevas consultas sobre su pasado? En el caso de que no muestren la condicin especfica indispensable, sern nuevamente sometidos a una justa auscultacin para determinar el examen y la seleccin de los nuevos rescates que tengan que realizar. Eso quiere decir que nadie se eleva al Cielo sin reajustarse con la Tierra? El interlocutor sonri y aadi: Ser ms lcito, afirmar que nadie se eleva a pleno Cielo, sin el pleno reajuste con la Tierra, ya que la ascensin gradual puede verificarse, aunque siempre invariablemente condicionada a nuestros mritos, mediante las conquistas hechas. Cuanto ms cielo haya interiormente en el alma, a travs de la sublimacin de la vida, mayor debe ser la incursin del alma en los cielos exteriores, hasta que se realice la suprema comunin de ella con Dios, nuestro Padre. Para eso, como debemos reconocer, es indispensable atender a la justicia, y la justicia divina est indiscutiblemente unida a nosotros, ya que ninguna felicidad ambiental ser verdadera felicidad en nosotros, sin la implcita aprobacin de nuestra conciencia. La enseanza era profunda. Terminamos las preguntas, y como un servicio urgente requera la presencia de Druso en otro lugar, nos retiramos al Templo de la Mansin para orar y pensar.
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XIX SANCIONES Y AUXILIOS Despus de su servicio con los internados, el instructor Druso accedi a mantener con nosotros algunos minutos de conversacin instructiva. Se expresaba brillantemente y con amplitud, sobre el problema de las pruebas en la experiencia terrenal. Nos alertaba sobre la necesaria renovacin mental en el bien, destacando la necesidad del estudio, para asimilar el conocimiento superior y de la conveniencia de servir al prjimo si queremos recoger la cosecha de la simpata, sin lo cual, todos los caminos de la evolucin surgen complicados y difciles de transitar. Junto a l, mientras nos hablaba, haba sido colocada una singular escultura, una estatua notable, reproduciendo el cuerpo humano, transparente a nuestra vista, a la cual solamente le faltaba el soplo espiritual, para revelarse con vida. Se mostraban all, ante nuestra mirada, todos los rganos y detalles del cuerpo fsico, bajo la proteccin del sistema nervioso y sanguneo. El corazn, como si fuese un gran pjaro situado en el nido de las arterias enredadas en el rbol de los pulmones, el hgado, como si se tratase de un condensador vibrante, el estmago y los, intestinos, como digestores tcnicos, y los riones, como complejos aparatos de filtracin, invitndonos a una profunda admiracin. Pero, nuestro mayor inters se concentraba en el sistema endocrino, donde las glndulas sobresalan por sus brillos luminosos. La epfisis, la hipfisis, la tiroides, las paratiroides, el timo, las suprarrenales, el pncreas y las bolsas genticas, se caracterizaban, con perfeccin, sobre el fondo vivo de los centros periespirituales, que se combinaban unos con otros en sutilsimas ramificaciones nerviosas, singularmente ajustadas a travs de los plexos, emitiendo cada centro irradiaciones propias y constituyendo el conjunto un todo armonioso, que nos impulsaba a una contemplacin esttica. Percibiendo nuestra sorpresa, el Director de la Mansin, dijo bondadosamente: Habitualmente, llamamos la atencin de nuestros internados, hacia el cuerpo fsico, mostrndoles, cuanto nos es posible, la correspondencia que existe entre nuestros estados espirituales y las formas fsicas de que nos servimos. Es indispensable que comprendamos que todo el mal practicado por nosotros conscientemente, expresa, de algn modo, una determinada lesin en nuestra conciencia, y que toda lesin de esa ndole, determina disturbio o mutilacin en el organismo del que nos valemos para exteriorizar nuestro ser. En todos los planos del Universo, somos espritu y manifestacin, pensamiento y forma. He ah el motivo por el cual, en el mundo, la Medicina tiene que considerar al enfermo como un todo psicosomtico, si es que quiere, realmente, ejercer el arte de curar. Y, tocando la bella escultura que se hallaba a nuestra vista, continu: De la mente aclarada por la razn, sede de los principios superiores que gobiernan al individuo, parten las fuerzas que aseguran el equilibrio orgnico, a travs de ondas todava inabordables a la investigacin humana, ondas que vitalizan los centros peries-
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pirituales, donde se localizan las llamadas glndulas endocrinas que, a su vez, emiten recursos que garantizan la estabilidad en el campo celular. Como es obvio, en las criaturas encarnadas, esos elementos se consustancian en las diversas hormonas que actan sobre todos los rganos del cuerpo fsico, a travs de la sangre. El hombre terrestre, que ya conoce la tiroxina y la adrenalina, energas fabricadas por la tiroides y por las suprarrenales, con influencia decisiva en el trabajo circulatorio, en los nervios y en los msculos, no ignora que todas las dems glndulas de secrecin interna, producen recursos que deciden sobre la salud y la enfermedad, equilibrio y desequilibrio, en los individuos encarnados. Ahora, en sustancia, como es fcil ver, todos los estados accidentales de las formas que utilizamos, en el espacio y en el tiempo, dependen, por tanto, del comando mental que nos es propio. Es por ello que la justicia, por ser una institucin fundamental en el orden, en la creacin, comienza invariablemente, en nosotros mismos, en cualquier ocasin en que vulneramos sus principios. La evolucin hacia Dios, puede ser comparada como un viaje divino El bien, constituye la seal de pasaje libre hacia las cimas de la vida superior, mientras que el mal, significa sentencia de privacin, obligndonos a hacer paradas ms o menos difciles de reajuste. Aprovechando la breve pausa, Hilario observ: Es admirable el trabajo educativo que se lleva a cabo en los planos inferiores, con vistas a la reencarnacin... Indudablemente respondi el instructor. Es necesario informar a todos nuestros hermanos en vas del retorno al plano fsico, que el cuerpo carnal, con las tareas que le son consecuentes, es un verdadero premio de la bondad divina, que es necesario valorar. Aqu, en los planos purgatoriales, contamos con verdaderas multitudes de criaturas desencarnadas que proceden del mundo en deplorables crisis alucinatorias, despus de haber malversado los bienes de la vida humana. Muchas, a causa de la propia ignorancia, no pudieron acomodarse a algn tipo de concepcin religiosa, mientras que millones de personas, lejos del respeto hacia la fe maternal que intentaban esclarecerles sobre los compromisos adquiridos para con Dios, se entregaban, conscientemente, a la crueldad mental, cavando ruina y amargura para consigo mismas, ya que el mal infligido a otros, se converta, siempre, en mal que amontonaban sobre sus cabezas. Por eso, una vez liberadas de la materia densa, llegan aqu abatidas por el remordimiento y por el arrepentimiento, sufriendo frustraciones lamentables, cuando no se estacionan, por tiempo ms o menos largo, en cavernas expiatorias, en las cuales, presas por los antiguos adversarios o por viejos compaeros del vicio, sufren tristes alteraciones en sus centros de fuerza, que se manifiestan en las mentes como desequilibrios funestos. Despus de acogidas en nuestro puesto de amor, se van rehaciendo poco a poco La reencarnacin rectificadora, esto es, la inmersin en la carne en condiciones penosas, surge como una alternativa inevitable. Ser preciso renacer soportando obstculos tremendos, fruto de la desarmona periespiritual creada por nosotros mismos. Aun as, en todo cuanto sea posible, antes de tomar de nuevo la cuna entre los hombres, es imprescindible mejorar las cuentas... De ah el motivo por el cual funcionan instituciones como la nuestra, en varios campos de los planos inferiores que, en la vieja teologa, podran equivaler a las regiones infernales... Por tanto, existe, de hecho, el inmenso umbral, situado entre la Tierra y el cielo, como dolorosa regin de sombras, levantada y cultivada por la mente humana, generalmente rebelde y ocio-
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sa, desequilibrada y enfermiza. Los compaeros desencarnados que despiertan lentamente para adquirir la responsabilidad de vivir, encarando cara a cara el imperativo del difcil renacimiento en el mundo, vienen a trabajar aqu laboriosamente, venciendo obstculos terribles y superando tempestades de toda clase, para lograr la conquista de los mritos que menospreciaron durante la permanencia en la Tierra, implantando as, en el propio espritu, los valores morales de los cuales no pueden prescindir para alcanzar la sustentacin de nuevas y benditas luchas, en el plano material. El orientador, mostrando una mirada brillante de comprensin y de cario, como profesor emrito y bondadoso que desea el progreso de los aprendices, hizo una larga pausa, y nos pregunt: comprendis? S, s... respondimos a la vez, interesados en continuar la leccin. As es que, todos nosotros continu para el recomienzo de las luchas carnales, solicitamos el rgimen de las sanciones, o si no disponemos del derecho de hacerlo, alguien nos lo consigue suplicndole en beneficio nuestro, a las autoridades superiores. Rgimen de sanciones? pregunt Hilario, sorprendido. Exactamente. No nos estamos refiriendo a las medidas de naturaleza moral mediante las cuales nos enfrentamos, en la familia consangunea o en la intimidad de la lucha, con la reaproximacin de los espritus a los que somos deudores de paciencia y de ternura, de tolerancia y de sacrificio, solucionado as ciertas deudas que oscurecen nuestro camino. Nos referimos a procesos rectificadores, despus de haber incurrido en muchas cadas reiteradas, en los mismos deslices y deserciones, que imploramos en favor de nosotros y en nosotros mismos, tales como deficiencias congnitas con las cuales debemos reaparecer en la cuna fsica. Aqullos que perdieron varias veces las oportunidades de trabajo en la Tierra por la sistemtica ingestin de elementos corrosivos, como el alcohol u otros venenos de las fuerzas orgnicas, como los inveterados cultivadores de la gula, casi siempre atraviesan las aguas de la muerte como suicidas indirectos, y, al despertar para iniciar la obra de reajuste que les es indispensable, imploran el regreso a la carne en cuerpos inclinados desde la infancia a los problemas gstricos, al desequilibrio del pncreas, a la colitis y a las mltiples enfermedades intestinales, que les imponen torturas sistemticas, aunque soportables, en el transcurso de su existencia. Inteligencias notables, con sucesivas cadas morales a travs de la liviandad con que utilizaban la danza, sembrando desesperacin e infortunio en los corazones afectuosos y sensibles, piden cuerpos amenazados por la parlisis y el reumatismo, con problemas que les impiden una libre movilidad. Compaeros que en muchas circunstancias se dejaban envenenar por los ojos y por los odos, comprometindose en la criminalidad, a travs de la calumnia y de la maledicencia, imploran cuerpos castigados por deficiencias auditivas y visuales que les impidan reincidir en cadas desastrosas. Intelectuales y artistas que gastaron los sagrados recursos del espritu en la perversin de los sentimientos humanos mediante la creacin de imgenes poco dignas, ruegan rganos cerebrales con inhibiciones graves y dolorosas para que, en su temporal reflexin, puedan desarrollar las olvidadas cualidades del corazn. Hombres y mujeres que abusaron de los dotes fsicos, haciendo uso de la belleza y de la perfeccin de las formas para sembrar la locura y el sufrimiento en aquellos que admitan sus falsas promesas, solicitan cuerpos vulnerables a las dermatosis, como el eczema y el cncer de piel, o son portadores de alteraciones de la tiroides, que les
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obligan a reiteradas luchas educativas. Grandes oradores que escarnecieron la divina misin de la palabra, dirigiendo mal a las multitudes o enloqueciendo almas desprevenidas, suplican dolencias en las cuerdas vocales, para que, atravesando afonas peridicas, desistan de perturbar a los espritus mediante la palabra brillante. Y millares de personas que transformaban el santuario del sexo en una forja de problemas en las vidas ajenas, arruinando hogares y desequilibrando conciencias, imploran organismos fsicos atormentados por importantes lesiones en el campo gensico, experimentando, desde la pubertad, inquietantes desequilibrios ovricos y testiculares. La ceguera, la mudez, la deficiencia mental, la sordera, la parlisis, el cncer, la lepra, la epilepsia, la diabetes, la locura y todo el conjunto de enfermedades difcilmente curables, constituyen sanciones instituidas por la misericordia Divina, puertas adentro de la justicia universal, atendiendo a nuestros propios ruegos, para que no perdamos las bendiciones eternas del espritu, a cambio de lamentables ilusiones humanas. Pero, existen instituciones especiales que proporcionan, por ejemplo, las irregularidades orgnicas pedidas para la reencarnacin? pregunt nuestro colega, intrigado. El generoso interlocutor sonri significativamente, y aadi: S, Hilario, la bondad del Seor es infinita y nos permite la gracia de suplicar las imperfecciones a que nos hemos referido, porque el reconocimiento de nuestras flaquezas y de nuestras transgresiones, proporciona un inmenso bien al espritu endeudado. La humildad, en cualquier situacin, enciende luz en nuestras almas, generando, en torno a nosotros, benditos recursos de simpata fraterna. Mientras tanto, aunque no pidisemos la aplicacin de las penalidades que nos son necesarias, nuestra posicin no se modificara, ya que la prctica del mal genera lesiones inmediatas en nuestra conciencia, que entrando en condicin de desarmona, desajusta ella misma los centros de fuerza que la sustentan. De ese modo, nuestras instituciones de trabajo para la reencarnacin, colaboran para que todos podamos recibir en el escenario terrestre, la vestidura carnal que merecemos. Entonces, de qu vale la splica, rogando sta o aqulla medida, concerniente a nuestra reeducacin? Oh! No digas semejante cosa! dijo Druso con voz grave. La oracin, en el sentido a que aludimos, es siempre un atestado de buena voluntad y de comprensin, en el testimonio de nuestra condicin de espritus deudores... Sin duda, no podr modificar el curso de las leyes, ante las cuales nos hacemos reos sujetos a mltiples penalidades, pero renueva nuestro modo de ser, sirviendo no solamente como bendita siembra de solidaridad en nuestro beneficio, sino tambin como vacuna contra la reincidencia en el mal. Adems, la oracin favorece nuestra aproximacin con los grandes benefactores que dirigen nuestros pasos, auxilindonos en la organizacin de una nueva ruta que garantice nuestro camino seguro. Mi compaero guard con reverencia la aclaracin, y consider: querido instructor, de su aclaracin deducimos que al reencarnar, cargamos con nosotros las reminiscencias de nuestras faltas que toman parte en nuestro renacimiento en el cuerpo fisiolgico, como races congnitas de los males que nosotros mismos hemos plantado... Perfectamente acentu el mentor amigo nuestras predisposiciones para con esa
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o aqulla enfermedad en el cuerpo terrestre, representan zonas de atraccin magntica que hablan nuestras deudas ante las leyes eternas, exteriorizando las deficiencias de nuestros espritus. Druso medit por unos instantes, como si estuviera sopesando ntimamente la gravedad del asunto, manifestando: Nuestras afirmaciones no excluyen ciertamente, la necesidad de la asepsia y de la higiene, de la medicacin y del cuidado necesario en el tratamiento de los enfermos de cualquier procedencia. Deseamos, simplemente, hacer hincapi en que el alma resurge en el nuevo cuerpo fsico, acarreando consigo misma sus propias faltas, que han de reflejarse en la vestidura carnal, como zonas favorables a la eclosin de determinadas molestias, ofreciendo campo propicio al desarrollo de virus, bacilos y numerosas bacterias, capaces de conducirla a los ms graves padecimientos, de acuerdo con las deudas que haya contrado, pero tambin lleva consigo las facultades de crear en el propio cosmos orgnico, toda especie de anticuerpos, inmunizndose contra las exigencias de la carne, facultades que puede ampliar considerablemente por medio de la oracin, por las disciplinas rectificadoras a que se dedique, por la resistencia mental o por el servicio al prjimo, con todo lo cual atrae preciosos recursos a su favor. No podemos olvidar que el bien es el verdadero antdoto del mal. Aun as dijo Hilario habr que recordar que los animales sufren igualmente enfermedades diagnosticables, como la aftosa, la rabia, la neumona... Tambin las plantas experimentan enfermedades peculiares, reclamando abonos y fungicidas complet el mentor, sonriendo. Luego, aadi: El dolor es uno de los elementos ms importantes en la vida que se expande. El hierro, bajo el martillo, la simiente en la cueva, el animal en el sacrificio, as como la criatura llorando, irresponsable o semiinconsciente, para desarrollar sus propios rganos, sufren el dolor-evolucin, que acta de afuera hacia adentro, perfeccionando el ser, sin lo cual, no existira el progreso. En nuestro estudio, analizamos el dolorexpiacin, que viene de adentro hacia afuera, marcando la criatura en el camino de los siglos, detenindola en complicados laberintos de afliccin, para regenerarla ante la justicia... Es muy diferente... Qu curioso! exclam Hilario No haba pensado en semejantes conceptos: Dolor-evolucin,; dolor-expiacin ... Tambin tenemos el dolor-auxilio ataj Druso con benevolencia. Cmo es eso? Percibiendo la sorpresa que se manifestaba en nuestros rostros, el orientador, dijo: En muchas ocasiones, en el curso de la lucha humana, nuestra alma adquiere grandes compromisos en ste o aquel sentido. Habitualmente, logramos ventajas en determinados sectores de la existencia, perdiendo en otros. A veces, nos interesamos vivamente por la sublimacin del prjimo, olvidando mejorarnos a nosotros mismos. Por eso, a travs de la intercesin de amigos dedicados con devocin a proporcionarnos felicidad, recibimos la bendicin de prolongadas y dolorosas enfermedades en el cuerpo fsico, ya sea para evitar que caigamos en el abismo de la criminalidad, o,
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con mayor frecuencia, para servicio preparatorio de la desencarnacin, para que no seamos cogidos por sorpresas arrasadoras, en la transicin de la muerte. El infarto, la trombosis, la hemipleja, el cncer preciosamente soportado, la senilidad prematura y otras calamidades de la vida orgnica, constituyen, muchas veces, dolores-auxilio, para que el alma se recupere de determinados engaos en que haya incurrido en la existencia del cuerpo denso, habilitndose, a travs de largas reflexiones y benficas disciplinas, para un ingreso respetable en la vida espiritual. Hallndose Druso a esa altura, fue llamado para atender a otras lneas de accin, dejndonos entregados a nuestros propios pensamientos.
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XX SORPRESA CONMOVEDORA Durante tres aos, estuvimos, casi diariamente, en la Mansin Paz, estudiando preciosas lecciones y aprendiendo a servir. All, al lado de Druso, en la compaa fraternal de Silas y otros amigos excelentes, recogimos experiencias y anotaciones sublimes. Realmente, el sufrimiento era la constante en aquel puesto castigado por la lucha extrema. Muchas veces, la casa temblaba en sus cimientos, bajo convulsiones magnticas indescriptibles, en otras ocasiones, bajo el ataque de legiones feroces, pareca una fortaleza sitiada, que slo la misericordia Divina podra salvar. Pero, en cualquier emergencia, Druso nos convocaba a todos a la oracin, y nuestras preces nunca quedaban sin respuesta. Suministros y recursos, directrices y blsamos, fluan invariablemente de los planos superiores, amparndonos en la necesidad o en la indecisin. El director de la Mansin, constitua para nosotros el ms elevado modelo de moral intachable, a pesar de la humildad que presida todas sus actitudes. Nunca le sorprendimos el ms mnimo gesto en desacuerdo con el noble y extenso mandato de que dispona. Saba ser firme sin aspereza, justo sin parcialidad, bondadoso sin flaqueza. Valoraba no solamente el consejo de los grandes espritus que visitaban nuestro puesto, sino tambin las humildes peticiones de los mseros sufridores que tocaban a nuestra puerta. Mantena una amorosa reverencia ante los supervisores de la Mansin, a cuyos avisos atenda prestamente, y mostraba el mejor cario en el incesante desvelo en favor de los infelices que rogaban nuestra ayuda y comprensin. Se exceda. No se limitaba a su misin de administrador central, a quien debamos un constante homenaje. Era el devoto consejero de todos los asesores, el mdico de los internados, el mentor de las expediciones y el enfermero tolerante y simple, siempre que las circunstancias lo exigiesen. Pero, donde notbamos su ms impresionante atencin, era, justamente, a la cabecera de los desdichados hermanos recogidos en los tenebrosos desfiladeros en que se hallaba situada la institucin. Noche tras noche, si queramos, podamos acompaarle en sus servicios magnticos, en compaa de Silas, identificando criaturas desgraciadas que, desequilibrndose en las sombras, haban perdido la nocin de s mismas, enloquecidas por el vicio o trastornadas por la propia desesperacin. Era siempre doloroso encarar a los compaeros deformes e irreconciliables, enloquecidos por la flagelacin mental. Ms de una vez, Hilario y yo, no pudimos impedir el llanto, frente a aquellas torvas fisonomas que el extremo desequilibrio inmovilizaba en una terrible postracin, o amotinaba en crisis de locura.
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Druso se inclinaba sobre todos los infelices, siempre con la misma ternura. Despus de la oracin acostumbrada, realizaba operaciones magnticas asistenciales y, luego, con la debida seguridad, interrogaba a los recin recogidos, mientras tombamos notas diversas, concernientes a la colaboracin que realizbamos. Cada noche empleaba de dos a cuatro horas en el trabajo de socorro que consideraba sagrado, sin que ningn compaero encontrase la menor oportunidad de sustituirle. A excepcin de l, todos nosotros nos relevbamos en la cooperacin solicitada o espontnea, en el servicio de amparo y de consulta a los hermanos enloquecidos por la inmersin indiscriminada en las sombras. Una noche, inolvidable para nosotros, los enfermeros trajeron, a la sala de nuestras actividades habituales, a una pobre mujer cadaverizada, para que le proporcionsemos la ayuda necesaria. El cuerpo estropeado, mal cubierto por inmundos trapos, las manos cuyos dedos terminaban en forma de garras, y el semblante completamente alterado por una terrible hipertrofia, hablaba, sin palabras, de los prolongados tormentos de que haba sido vctima. Aunque previamente haba sido atendida por la enfermera de la Mansin, la infortunada criatura exhalaba un olor nauseabundo. Sin embargo, Druso, como suceda en otros casos, le acariciaba la frente con paternal cario. Terminada la oracin con la que iniciaba la tarea de asistencia, comenz a aplicarle pases, despertando sus energas. En seguida, notando que salan de su pecho profundos gemidos, el abnegado amigo concentr sus potencias de fuerza magntica en el cerebro de la infeliz, que comenz a moverse, sbitamente reanimada. Se vea, claramente, que Druso interfera en el crtex enceflico, estimulndole para lograr su necesario despertar. Entonces, aquella boca rgida, arrastrada hipnticamente al movimiento, se abri levemente y grit: Druso!... Druso!... Compadcete de m!... Sorprendidos, vimos al director de la Mansin tambalearse, desfalleciendo, casi, como si hubiese sido alcanzado por rayos invisibles, de angustia y de muerte. La estupefaccin no le haba alcanzado a l solamente. Silas, lvido, avanz hacia l, abrazndole, como si temiese que su cada fuera inevitable. Algo extrao ocurra, sin que pudiramos percibir su sentido. Procurando dominarse, el venerable director elev su mirada lcida hacia lo alto, anegado en mudo llanto, invocando la inspiracin divina, en el lenguaje de la oracin silenciosa mediante la que el alma se comunica particularmente con Dios y, despus de unos momentos, pregunt a la infeliz. Hermana, qu tienes que decirnos? La interpelada abri los ojos que se removan en las rbitas sin expresin alguna de lucidez y, pareciendo temer la presencia de enemigos ocultos, dijo tristemente: Traigan a mi esposo!... Druso me perdonar... Estoy cansada, vencida Por amor
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de Dios, librenme!... Librenme!... Quiero aire!... Aire puro!... No habr pagado ya suficientemente mi crimen? No creo que Dios nos haya creado para un infierno sin fin. Si err conscientemente, adquiriendo una gran culpa, tambin se... que mis penas reparadoras... han sido, igualmente, enormes!... condzcanme a la presencia de mi esposo para que me arrodille... Druso me sacar de ese horrible lugar, Comprender que no soy tan cruel como quieren que sea... Mi marido era sumamente bondadoso, me trataba como un padre! Cuntos aos hace que padezco, Seor? T que curaste a los leprosos y a los endemoniados, extindeme Tus brazos de amor! Retrame del infierno a que fui arrastrada!... Aydame, oh Cristo!... Deja que recoja del esposo que humill, el perdn que necesito, para que mi alma consciente pueda orar con fervor!... El remordimiento es un fuego que me consume!... Piedad!... Piedad!... Piedad!... Durante el espontneo intervalo que se produjo, vimos que el gran instructor yaca entregado a copiosas lgrimas. Por primera vez, Silas intervino en el socorro magntico. No obstante el espanto que se estampaba en su rostro, con la tcita aprobacin del director, que le ceda el lugar en silencio, preocupado e indeciso, pregunt: Cmo te llamas? Ada... dijo, despertando en nosotros la mayor atencin. El asistente, con el evidente propsito de obtener ms informes, tan seguros como fuera posible, continu preguntando, con voz trmula: Ada: si eres la esposa de Druso, como nos quieres hacer creer, no te acuerdas de alguien ms? De alguien ms de tu hogar en el mundo? Oh, s!... contest la interlocutora con indecible cario. Me acuerdo... Me acuerdo... Mi esposo tena un hijo de sus primeras nupcias, un joven mdico de nombre Silas... Y dndonos a conocer la extremada fijacin mental a la que se ajustaba, exclam en tono susurrante: Dnde est Silas, que tampoco me oye? Al principio le molestaba mi presencia... No obstante..., con el tiempo se convirti en un hijo de mi corazn, siendo condescendiente amigo... Silas!... S,... S... Quin me hace recordar el pasado? Creca, ante nosotros, la sorpresa. Druso y Silas, cayeron de rodillas, anegados en llanto irreprimible. En un momento, lo comprendimos todo, recordando la noche inolvidable en que Silas nos haba contado algo de su historia conmovedora. La pobre enloquecida, era Ada, la madrastra. Solamente ahora nos dimos cuenta que el director y el asistente, haban sido, entre los hombres, padre e hijo... De ah la discreta intimidad con que se asociaban, automticamente, en todos los servicios. Ciertamente, pens haban abrazado una aflictiva misin en aquel instituto de caridad, no solamente para atender a los desencarnados infelices, sino tambin con elevados objetivos del corazn.
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Pero no consegu divagar por mucho tiempo, ya que Druso, con un gesto enternecedor, recogi a la infortunada criatura en sus brazos generosos y, de rodillas, despus de apretarla contra su pecho, exclam hacia lo alto, con voz sumida en lgrimas: Gracias, Seor!... Los penitentes como yo, encuentran, tambin, su da de gracias!... Ahora que me devuelves al corazn criminal la compaera que envenen en el mundo, dame fuerzas para que yo pueda levantarla del abismo de sufrimiento en que se precipit por mi culpa!... Se notaba el esfuerzo que tena que hacer para continuar clamando por la compasin celeste. Los sollozos embargaban por completo su voz, mientras un haz de luz azulada flua del techo, como si la infinita bondad respondiese, de inmediato, a conmovedora splica. Silas, extremadamente abatido, le ayud a levantarse, y ambos se apartaron, cargando consigo esa mujer, con la solemne emocin de quien haba conquistado un precioso trofeo. Informados de que el servicio magntico no proseguira en aquella noche, nos retiramos a nuestro aposento particular, dedicndonos al estudio de nuestras impresiones. Al da siguiente, Silas vino a nuestro encuentro. Expresaba la alegra misteriosa de quien haba solucionado un problema largamente sufrido. Y, recordndonos el estudio de la Ley de causa y efecto, nos explic, rpidamente. Druso y l, haban sido padre e hijo en la ltima existencia, y, habiendo recibido ambos permiso para trabajar en busca de Ada, cuya prdida haban provocado, se dedicaban al servicio de la Mansin, bajo el beneplcito de amigos del plano superior. Al precio de tremendas luchas en la propia recuperacin, llegaron a conquistar amistades slidas y notables experiencias. El recuerdo de la joven sacrificada, constitua para ellos un envenenado aguijn en lo recndito de su ser. Para lograr una ms amplia elevacin en la luz infinita, necesitaban resarcir la infamante deuda. Y agregaba, lleno de esperanza con ignota ventura trasparentada en su mirada: Dentro de tres das, mi padre dejar el cargo de director de la institucin, elevndose, por fin, a disfrutar de la compaa de mi madre, para regresar dentro de breve plazo a la reencarnacin que les espera bajo la proteccin de algunos amigos nuestros. Mi padre partir primero, poco despus, mi abnegada madre le seguir internndose tambin en la vida carnal y, ms tarde, cuando se casen en el plano fsico, me acogern en sus brazos, en la condicin de primognito, para que los tres podamos recibir a Ada, sufriente, en nuestros corazones. Jess nos ha de conceder la felicidad de rescatar nuestra inmensa deuda, con la asistencia amorosa de mi madre, que renunci a la alegra de la ascensin inmediata, en beneficio nuestro... Como pueden observar, nosotros mismos, segn la Ley buscamos la justicia por nuestras propias manos. El asistente mostraba en su rostro, el brillo de una criatura feliz. Y usted? pregunt Hilario Continuar aqu? No respondi el generoso compaero con el retiro de mi padre, obtuve permiso para ingresar en un gran establecimiento educativo, en el que me preparar para las nuevas tareas en la medicina humana, con vistas a mi prxima experiencia terrestre.
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Esta noticia alteraba nuestro programa. Por nuestra parte, nos convena cerrar los estudios en aquella generosa institucin, ya que Druso y Silas, desde el primer momento, haban sido, all, nuestro apoyo claro y fiel. Abrac al asistente, sintiendo anticipadamente su falta. Silas era un amigo ms del que me deba separar. Le felicit por la victoria alcanzada y, como l, consider igualmente lo imperativo de nuestra despedida. El cambio administrativo en aquella Mansin, no nos permitira retrasarnos. Para nosotros, tambin se haca inaplazable la partida. El denodado compaero nos abraz con gran cario, y lgrimas de sublime reconocimiento brotaron de sus ojos. Quin podr admitir que la separacin sea solamente una flor triste en la Tierra de los hombres? *** Transcurridos tres das despus de nuestra ltima conversacin, nos hallbamos en el recinto mayor del gran instituto de socorro espiritual. El director y el asistente se despedan de los amigos. El enorme saln, estaba repleto. En el lugar donde se situaba la direccin, Druso apareca, teniendo a su lado al instructor Aranda, al que pasara la direccin del establecimiento, y a su esposa querida, aquella que le haba ofrecido en el mundo los dulces sueos del primer matrimonio, cuya mirada serena expresaba irradiante bondad. Otros bienhechores, incluyendo a nuestro querido Silas, se encontraban tambin all, atentos y emocionados. Entre la multitud de oyentes, estbamos nosotros, codendonos con los asesores y funcionarios del gran hospital-escuela, adems de trescientos internados. Todos los enfermos, venan a traer a Druso preciosos testimonios de reconocimiento. Las manifestaciones conmovedoras se multiplicaban incesantemente. Mientras, una msica leve de fondo pareca provenir de instrumentos ocultos, , todos los enfermos, en fila, queran decir alguna palabra al abnegado director que les haba acogido generosamente. Viejecitos trmulos bendecan su nombre. Hermanas cuyo aspecto hablaba muy alto de su laboriosa renovacin, le ofrecan las flores torturadas y tristes que el clima inquietante de la Mansin era capaz de producir. Diversas entidades, recuperadas al hlito de su incansable devocin, le dirigan expresiones respetuosas y amigas, mientras innumerables jvenes le besaban las manos... Para todos posea Druso una frase de ternura y de cario. Un llanto discreto surga aqu y all...
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Todos debamos, al mentor admirable, aclaraciones y esperanzas, energa y consuelo. El nuevo Director, despus de la ceremonia simple del traspaso de las responsabilidades, se levant y prometi dirigir la casa con lealtad a nuestro Seor Jesucristo. Hablando sinceramente, no creo que el instructor Aranda, recin llegado a la casa, pudiese, en aquel momento, despertar en nosotros mayor atencin y, por tanto, tan pronto como se acomod en el silln que la solemnidad le reservaba, Druso se levant y pidi permiso para decir una oracin de despedida. Todas las frentes se inclinaron, silenciosas, mientras su voz se elev hacia lo infinito, como una meloda enmarcada en lgrimas. Seor Jess! dijo con humildad, en este instante en el que te ofrecemos el corazn, permite que nuestra alma se incline, con reverencia, para agradecerte las bendiciones de luz que Tu inconmensurable bondad nos concedi aqu durante cincuenta aos de amor... T, Maestro, que levantaste a Lzaro del sepulcro, levantaste tambin mi alma de las tinieblas, conducindola a la alborada que redime, lanzando en el infierno de mis culpas el roco de Tu compasin!... Extendiste Tus magnnimos brazos a mi espritu sumergido en el barro del crimen. Me trajiste, de la picota del remordimiento, al servicio de la esperanza. Me reanimaste cuando mis fuerzas desfallecan... En los das de agona, fuiste el alimento de mis ansias; en las sendas ms escabrosas, eras, siempre, mi compaero fiel. Me enseaste, sin ruido, que solamente a travs de la recuperacin del respeto a m mismo, en el pago de mis deudas, podr emprender la reconquista de mi paz... Y me confiaste, Seor, el trabajo en este lugar restaurador, como asistencia constante de Tu benevolencia infinita, para que pudiese avanzar, desde las sombras de la noche, hacia el brillo del nuevo da... Te agradezco, pues, los instructores que me diste, a cuya devocin afectuosa tan pesado he sido, los generosos compaeros que tantas veces soportaron mis exigencias, y los hermanos enfermos que tantas enseanzas preciosas proporcionaron a mi corazn... Y ahora, Seor, que el plano fsico me abrir de nuevo sus puertas, acompame, por aumento de Tu misericordia, con la gracia de Tu bendicin. No permitas que la comodidad del mundo me haga olvidarte y limtame a la convivencia de la humildad, para que el orgullo no me sofoque. Dame la lucha edificante por maestra de mi rescate y no retires Tu mirada de mis pasos, aunque para ello el sufrimiento deba ser la pauta constante de mis das. Y si es posible, deja que los hermanos de esta casa me amparen con sus pensamientos en oraciones de auxilio para que, en el pedregoso camino de la regeneracin de que carezco, no me canse de alabar, por siempre, Tu excelso amor...
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Druso se call, anegado en llanto. En el recinto, llovan pequeos copos luminosos, como minsculas estrellas, que se deshacan, levemente, al tocar nuestras frentes... All afuera, ruga la tempestad, en convulsiones terribles. Dentro, sin embargo, reinaba en nosotros la certeza de que, ms all del plano de las tinieblas, el cielo iluminado resplandeca eternamente de luz... Nos reunimos con Silas y, juntos, nos acercamos al abnegado director para darnos los ltimos saludos, porque tambin nosotros, Hilario y yo, deberamos partir, ya que nuestra tarea haba terminado. Druso nos abraz paternalmente y, tal vez porque nos demorbamos en el abrazo carioso, intentando definir nuestro inmenso afecto, pos en nosotros su mirada, diciendo conmovedoramente: Que Dios os bendiga, hijos mos!... Algn da nos volveremos a reencontrar nuevamente... Con la voz embargada por la emocin, besamos su mano en profundo silencio, porque solamente las lgrimas podran decir algo de nuestra gratitud y de nuestra ternura, en aquel adis inolvidable...
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NOTAS: Las cifras de la izquierda indican el ao de recepcin de las obras. Obras psicografiadas por los mdiums Francisco Cndido Xavier y Waldo Vieira. 2 Obra psicografiada por Waldo Vieira. Obras dictadas por los espritus Emmanuel y Andr Luiz: a los mdiums F. C. Xavier y W. Vieira.
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