El Delito de Secuestro Extorsivo PDF
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3.2.1. Secuestro por Interés Económico.................................................................................20
3.2.2. Secuestro por venganza o para exigir pago de "algo debido".......................................20
3.2.3. Secuestro de Rehenes................................................................................................. 20
3.2.4. Secuestro de menores.................................................................................................. 20
3.2.5. Autosecuestro............................................................................................................... 21
3.2.6. Secuestro Express........................................................................................................ 21
4.Semejanzas y Diferencias del Secuestro con otros Delitos que conlleven privación de
Libertad................................................................................................................................... 21
4.1. Plagio y Secuestro........................................................................................................... 22
4.2. Privación de Libertad y Secuestro...................................................................................22
4.3. Extorsión y Secuestro...................................................................................................... 22
4.4. Sustracción de Menores y Secuestro..............................................................................23
3 Normativa ..................................................................................................................... 23
Artículo 215.—Secuestro extorsivo.........................................................................................23
4 Jurisprudencia.............................................................................................................. 24
a)Extradición: Doble incriminación en los delitos de secuestro entre Costa Rica y El
Salvador........................................................................................................................ 24
b)Concurso de delitos: Privación de libertad y secuestro extorsivo...............................25
c)Secuestro extorsivo: Consideraciones acerca de los elementos del tipo y momento en
que se configura............................................................................................................ 29
d)Secuestro extorsivo: Análisis sobre la responsabilidad del autor o partícipe respecto a
la agravante "resultado muerte"....................................................................................31
e)Concurso real: Privación de libertad agravada y secuestro extorsivo........................33
f)Secuestro extorsivo: Sustracción de menor sin intención de obtener un rescate que
luego es abandonado y encontrado muerto..................................................................36
g)Secuestro extorsivo: Análisis sobre la exigencia de un objeto ilícito a cambio de la
libertad de las personas................................................................................................37
h)Secuestro extorsivo: Agravante por causar al ofendido lesión que deja marca
indeleble en el rostro es aplicable a todos los coimputados..........................................38
i)Privación de libertad sin ánimo de lucro: Análisis del tipo y distinción con el secuestro
extorsivo........................................................................................................................ 40
1 Resumen
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2 Doctrina
[Lombana]1
Tomada del texto presentado por el doctor Edgar Lombana T., Abogado Javeriano, en el Seminario
sobre la nueva Legislación contra el delito del secuestro, organizado por la Pontificia Universidad
Javeriana en el mes de marzo de 1993.
Las infracciones que como el secuestro son indudablemente atentatorios contra la libertad
individual, o contra la autonomía personal nombre dado a varias infracciones de esta índole por el
Código de 1936, hunden sus raíces en el primitivo crimen vis de los romanos. Delitos que si bien es
cierto por esa época y porque no se le había dado a la libertad individual categoría de derecho
autónomo contemplaron diversos hechos jurídicos que afectaban derechos de la más variada
índole o que como sucedió con el plagio se considero como lesivo a la propiedad privada.
Sea de ello lo que fuere, lo cierto es que como lo observa Carrara mientras duró el paganismo el
hombre fue considerado apenas como un animal más perfecto y por esa razón se lo incluyó, a
algunos de ellos, entre las cosas y especialmente entre las cosas humani iuris. Resultó de ello pues
la institución de la esclavitud de práctica casi universal como lo anota el mismo tratadista. Por eso
afirmó entonces Carrara que en ios pueblos en donde existe la esclavitud, que por ello predica que
un hombre puede ser propiedad de otro, aparece la codicia referida a esa especie de propiedad
asimilada al derecho de igual naturaleza que se ejerce sobre las cosas inanimadas que son
susceptibles de dominio y de todas aquellas de las que el hombre puede hacerse dueño y
transmitirlas de una mano a otra. De suerte que continúa el maestro, en donde es admitida la
esclavitud es frecuente el robo de hombres con el fin de venderlos como esclavos y obtener de sus
cuerpos indebida ganancia.
A ese robo de hombres, bien para hacerlos esclavos cuando eran libres o, para siendo esclavos
venderlos a ctrcs dueños o para suprimirlos o esconderlos de sus dueños para venderlos como
tales, a esa actividad se la denominó plagio. Aunque Maggiore por ejemplo afirma que plagio viene
de griego plagios y significa retrógrado, oblicuo, fraudulento, acepta también que dicho nombre
significó al principio cualquier ejercicio indebido del poder del señor sobre los esclavos ajenos en
especial la instigación a la fuga de dichos esclavos y que fue sólo después cuando el nombre de
plagio se reservó para denotar el hecho jurídico tendiente a la sujeción del hombre libre al estado
servil.
Pero, y siguiendo de cerca al Maestro de Pisa como lo hemos venido haciendo, observa éste que
con la aparición del Cristianismo que reconoció en el hombre no solamente su naturaleza mortal
con relación al cuerpo sino de criatura poseedora de un alma inmortal hechura de Dios y diferente
por tanto a los brutos, con fundamento en el mismo Derecho Romano, el hombre pues fue incluido
entre las cosas sujetas a divi iuris, al Derecho Divino, con lo cual se excluyó del comercio ai cuerpo
del hombre declarándolo entonces inalienable e imprescriptible. De esta suerte pues la esclavitud
como institución desapareció gracias al influjo de! Cristianismo.
Pero no por desaparecida la institución de la esclavitud el plagio desapareció con ella.
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Se dice entonces que los prácticos antiguos reconocieron distintas clases de plagio, plagios que
directa o indirectamente tocaron al derecho de libertad. Para el Maestro de Pisa pues existen tres
clases de plagio.
El primero de ellos es el denominado plagio político conducta que consiste en alistar al subdito de
una nación en el servicio militar de un país extranjero y que como lo advierte el mismo Carrara
nada tiene que ver con este título.
El segundo de los plagios es el literario y consiste en especular, con indebida ganancia propia y en
perjuicio del legítimo autor, con los productos del ingenio ajeno; hecho punible que tampoco hoy
como antes tiene que ver con los delitos que afectan la libertad individual de manera directa.
Y, finalmente, el tercero de los plagios al que se le dio el nombre de plagio civil, hecho por demás
injusto que consiste en privar de su libertad a un hombre.
Pero los elementos de esta especie de hecho punible al igual que la clase del mismo sufrieron con
el transcurso del tiempo transformaciones. En cuanto a la clase del hecho punible porque ya no se
exigió para esa época la intención exclusiva del fin de lucro en el agente sino que se consideró
suficiente para tipificarlo el deseo de venganza y en cuanto a la clase del hecho punible por io que
llevamos visto se lo Incluyó dentro de los crímenes que afectan la libertad individual.
Así las cosas para Carrara la noción del plagio es como sigue: la substracción violenta o
fraudulenta de un hombre, con fines de lucro o de venganza.
Finalmente, reconoció Carrara también el plagio en su forma simple cuando con la acción del
agente sólo se ofende al hombre como persona al quitarle su libertad sin consideración a otra clase
de fines como los que aparecen en la definición arriba propuesta.
A similar conclusión llega Maggiore cuando afirma que el nombre de plagio indicó, no solamente la
reducción a la esclavitud, sino toda forma de privación, aún parcial, de la libertad, al apoderarse de
la persona de otro. Precede a esta afirmación de Maggiore las explicaciones dadas por él mismo
del delito de plagio en el Derecho Germánico. Cierto es que no es materia de este estudio el
descifrar si fueron los alemanes de principios del siglo IX, fundadores de la ciencia penal de ese
país, quienes con prescindencia de Carrara lograron sobre el delito de plagio estructurar la
violación a la libertad individual como bien jurídico tutelado. Pienso en cambio que para Maggiore,
ese reconocimiento no obedece sino a querer ignorar el trabajo de la escuela clásica italiana que
culminó con Carrara en la delimitación del bien jurídico tutelado sin desconocer los trabajos de
Feuerbach en ese sentido pero lo que sí es cierto también es que la opinión común y dominante
entre los autores de derecho penal reconocen en Carrara la culminación de la ardua lucha por
distinguir el bien jurídico a proteger con este hecho punible, vale decir, la libertad individual.
[Landrove]2
Por lo menos desde el punto de vista terminológico, una de las más llamativas novedades de la
vigente regulación de los atentados contra la libertad ambulatoria viene constituida por la modalidad
de secuestro; nomen iuris propio utilizado por nuestro legislador para referirse a una concreta
modalidad de detención ilegal condicional, en el art. 164. Si se hubiere exigido rescate o impuesto
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cualquier otra condición eran los términos utilizados en el antiguo art. 481.1° para describir un tipo
agravado de más frecuente comisión —por otro lado— que el básico y que por la complejidad de su
ejecución suele invocarse como delito prototípico de las bandas criminales.
De todas formas, no clarifica demasiado el real alcance del nuevo art. 164 la afirmación de que el
secuestro ha de tener como sujeto pasivo a una persona; el texto legal se muestra diáfano al
respecto. Menos todavía la chusca conclusión de que si la víctima «fuera un animal» el hecho
constituiría hurto o robo.
En cualquier caso, la nueva etiqueta legal no coincide exactamente con lo que por secuestrar se
entiende en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua: retener indebidamente a una persona
para exigir dinero por su rescate, «o para otros fines». Fines que, naturalmente, pueden abarcar
otros que no constituyan condición alguna.
La pena de seis a diez años de prisión es la prevista en el art. 164 para el secuestro de una
persona «exigiendo alguna condición para ponerla en libertad», lo que amplía el ámbito del
secuestro más allá de los fines estrictamente lucrativos (con la salvedad de las normas especiales
ya mencionada y contenidas en los arts. 572.2° y 577 del propio Código en materia de terrorismo).
Así, la condición puede ser de cualquier clase y no sólo de naturaleza lucrativa; piénsese, por
ejemplo, en aquellas orientadas a la liberación de presos o de índole laboral. Por el contrario, en el
Proyecto de Código penal de 1980 se hablaba del secuestro de una persona «exigiendo rescate
para ponerla en libertad»; la actual formulación legislativa procede del Anteproyecto de 1983.
Consecuentemente, aunque en el texto punitivo se prescinde hoy de la referencia específica al
rescate, ello no supone — obviamente— su exclusión, sino una mejora técnica, ya que debe
considerarse incluido el mismo en el término más amplio que utiliza nuestro legislador: condición.
Resultan así abarcados todos los supuestos en que —precisamente— se condiciona la puesta en
libertad de la persona ilegalmente privada de ella, con eliminación de otras alusiones ya superfluas.
Se matiza así, a nivel legislativo, la tradicional inteligencia del secuestro como la detención ilegal de
una persona, realizada con ánimo de codicia y subordinándose la devolución de la misma al
rescate mediante dinero entregado sigilosamente y bajo la amenaza condicional ordinaria de la
muerte del secuestrado si no se accede al pago4; por ello, resulta algo más que discutible la
afirmación contenida en la Sentencia de 24 de octubre de 1998: en el delito del art. 164 se requiere
«siempre» un propósito de enriquecimiento antijurídico.
Se consuma el delito de referencia cuando concurren la detención y la puesta en conocimiento de
la condición, sin que sea necesario el cumplimiento de la misma ni que la exigencia del rescate —
en su caso— se formule de forma inmediata a la privación de libertad.
En ocasiones, la condición de obligado cumplimiento para alcanzar la liberación de la persona
secuestrada se impone — precisamente— a la misma y no a terceros; por ejemplo, cuando la
recuperación por la víctima de la libertad ambulatoria se vincula a la entrega de una cantidad de
dinero y, en consecuencia, la puesta en libertad no se produce hasta que la misma se alcanza,
incluso, después de acompañar —bajo la amenaza de un arma blanca— al retenido hasta su
domicilio para que pague el precio de su liberación (Sentencia de 5 de febrero de 1998 que, por
ello, declaró haber lugar al recurso de casación interpuesto por el Ministerio Fiscal frente a la
decisión de la Audiencia Provincial del Almería, que —erróneamente— calificó tales hechos como
constitutivos de detención ilegal en su modalidad básica y no de secuestro del art. 164).
No puede, tampoco, interferir en la perfección del tipo el hecho de que el dinero del rescate, por
ejemplo, sea entregado en un momento en que la persona privada de libertad ya haya conseguido
ésta —al huir del lugar donde estaba encerrada aprovechando la ausencia de uno de los autores
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del hecho, que la vigilaba— puesto que el delito se consuma en el instante de la privación del
derecho de libertad y petición de rescate a la persona que debe «satisfacer los mezquinos y
lucrativos designios de sus autores» (Sentencia de 3 de noviembre de 1987); caso en el que, por
cierto y como queda dicho, no se dio voluntariamente la libertad a la víctima pero, sin embargo, se
logró el propósito de índole económica que animó toda la dinámica delictiva.
De todas formas la simple petición de dinero —por ejemplo— para atender a las necesidades de la
persona secuestrada (alimentación o adquisición de medicinas) no supone una condición para la
recuperación de la libertad. Tampoco es necesario que la condición beneficie al sujeto activo del
delito o sea exigida directamente por éste; basta con que exista una conexión entre su solicitud y la
libertad del sujeto pasivo.
Se trata, pues, de un delito complejo integrado por una detención ilegal y unas amenazas
condicionales de mal constitutivo de delito, cuyo desvalor supera el correspondiente a la suma de
ambos delitos por separado. Obviamente, la amenaza consiste en el anuncio de persistir en el daño
ya iniciado con la privación de libertad.
Además, si concurriere la circunstancia del art. 163.3 (encierro o detención superior a quince días)
se impondrá la pena superior en grado y la inferior en grado si se dieren las condiciones del art.
163.2 (liberación dentro de los tres primeros días, sin haberse logrado el objeto perseguido). En
definitiva, de diez a quince años de prisión, en el primer caso; de tres a seis años, en el segundo.
La previsión agravatoria por referencia al art. 163.3 tiene una relevancia muy superior a la prevista
en el mismo; la atenuatoria, vinculada al art. 163.2, otorga relevancia típica a la no obtención de la
condición impuesta, posibilidad no contempiada por la modalidad básica de secuestro. A todos los
supuestos contenidos en el art. 164 son de aplicación las agravantes específicas del art. 165:
secuestro ejecutado con simulación de autoridad o función pública, minoría de edad, incapacidad o
condición de funcionario público en el ejercicio de sus funciones de la víctima.
Aunque por algún sector doctrinal se ha criticado la tipificación específica del secuestro en el
Código de 1995, por entenderse que resulta preferible remitir la problemática por éste planteada a
las reglas generales del concurso, mayoritariamente se acepta que tal solución conduciría a un
beneficio punitivo difícilmente justificable a la vista de la gravedad de las conductas aludidas y, por
ello, se aplaude la nueva línea político-criminal de punición específica de supuestos lacerantemente
presentes en la realidad criminológica española, pero —por fortuna— todavía muy lejanos de las
estremecedoras estadísticas que ofrecen otros países.
La utilización de la técnica legislativa del delito complejo, tan criticada en otros supuestos, viene
justificada en este caso —ha llegado a decirse— por la frecuencia de actividades criminales de esta
índole, lo que provoca que el secuestro tenga su propia «singularidad social» en relación con el
delito de detención ilegal. Y no cabe desconocer que el legislador subraya tal inteligencia al aludir
no sólo en el texto articulado, sino también en el epígrafe del capítulo a detenciones ilegales y
secuestros, con lo que se está invocando una cierta autonomía de ambas tipicidades.
En efecto, el marco punitivo previsto para el secuestro es más severo que el que correspondería de
aplicar en estos casos las reglas del concurso. Como ya se indicó, el secuestro se castiga con la
pena de prisión de seis a diez años pero si acudimos a las reglas del concurso medial entre el
delito de detención ilegal (prisión de cuatro a seis años) y el de amenaza condicional de un mal
constitutivo de delito (prisión de uno a cinco años si se hubiera conseguido el propósito y de seis
meses a tres años si no se hubiere logrado) la respuesta punitiva es más liviana. La regla contenida
en el art. 77.2 constituye una limitación insalvable.
Por otro lado, la posibilidad de acudir a la estimación de concurso entre la detención ilegal y la
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extorsión (consumada o en grado de tentativa, según los casos) choca no sólo con las limitaciones
punitivas antes aludidas, sino también con las evidentes dificultades de encuadrar tales supuestos
en el art. 243 que contiene como exigencia típica la realización de un acto o negocio «jurídico», lo
que no siempre concurre en el ámbito de los secuestros.
No puede extrañar, en suma, que tan deleznable actividad criminal haya merecido en el ámbito del
Derecho comparado, y sobre todo en aquellos países especialmente castigados por la misma, una
contundente respuesta punitiva.
Así, el Código penal chileno castiga, en su art. 141, el secuestro ejecutado para obtener un rescate
o imponer exigencias o arrancar decisiones con la pena de presidio de cinco años y un día a quince
años; si el encierro o detención se prolongare por más de quince días o si de ello resultare grave
daño en la persona o intereses del secuestrado, la pena privativa de libertad puede alcanzar una
duración de veinte años. Incluso, art. 142, puede llegarse al presidio perpetuo si el secuestro tiene
como víctima a un menor de dieciocho años.
En Colombia, y con la lógica propia de una permanente situación de emergencia en la materia, la
pena privativa de libertad se ha ido incrementando —a través de diversas modificaciones
legislativas— hasta alcanzar en la práctica una efectiva dimensión perpetua; para el secuestro
extorsivo se prevé una pena entre veinticinco y cuarenta años de prisión, que puede elevarse hasta
los sesenta cuando concurren determinadas circunstancias agravantes.
En Italia, la vieja y todavía frecuente modalidad de ricatto, hoy sequestro di persona a scopo di
estorsione, (art. 630 del Código penal), se castiga con reclusión de veinticinco a treinta años. Los
treinta años de privación de libertad constituyen la pena única prevista para los supuestos en que
se produzca la muerte de la persona secuestrada, como consecuencia «no querida por el reo».
Además, y al margen de la referida imputación de la muerte a título de responsabilidad objetiva, el
homicidio doloso del secuestrado a manos del secuestrador acarrea para éste la pena de ergastolo.
Veinte años de reclusión criminal es la sanción prevista en el art. 224.1 del Código penal francés
para la modalidad básica de secuestro. Pena que se endurece notablemente (treinta años o
reclusión a perpetuidad, según los casos) si el delito —por ejemplo— se cometiere por una banda
organizada, la víctima fuere menor de quince años o concurrieren actos de tortura o barbarie que
produzcan la muerte de la víctima.
[Pulido]3
1. Privación de la libertad
Como se ha dicho, esta privación de la libertad significa impedir a una persona, de cualquier modo
y por cualquier tiempo el derecho de trasladarse de un lugar a otro, o permanecer en un lugar
determinado, sin que se le coaccione, es decir debe referirse a la libertad de desplazamiento. La
privación de la libertad tiene que referirse a una persona determinada y concreta así para que
exista semejante privación basta que la persona no pueda librarse del encierro o de la detención.
Esta privación puede llevarse a cabo de varias maneras.
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Por encerramiento, lo cual significa recluir a una persona en un lugar donde no pueda salir. Se
encierra al que se recluye en una habitación subterránea, etc., privándosele por consiguiente de su
libertad de movimiento, no es necesario en consecuencia el traslado de la víctima pudiendo ser
ésta detenida en su propia casa, basta que se le impida salir de ella.
No se requiere tampoco ninguna privación absoluta de la libertad, ni que se prive de todo recurso al
secuestrado, ni es necesario llevarlo de un lugar a otro, tal es el caso de que se le imponga no salir
de su habitación, aunque se le dejen las puertas abiertas; si es posible salir del local del encierro
sin riesgo personal o considerable esfuerzo no hay delito, pero sí lo habría si fuere necesario saltar
por una ventana, salir desnudo, etc. También la privación de la libertad puede llevarse a cabo por
medio de amenazas o amenazando de muerte en caso de que se llegue a salir. También la
privación de la libertad puede ser cometida por omisión, consistiendo en ese caso en no hacer
cesar una situación de privación de la libertad preexistente, estando obligado a ello conforme a la
ley o a causa de la propia conducta anterior, según los principios de la omisión. Esa omisión puede
asumir la forma de mera persistencia de una preexistente restricción de la libertad en sí misma no
legítima.
La privación de la libertad puede tener lugar a pesar del desplazamiento en el espacio. Puede
producirse en un vagón de un tren, en un automóvil ó avión.
2. Sujeto activo
El sujeto activo de este delito puede ser cualquier persona, singular o plural, haciendo la salvedad
que no se trate de un funcionario público abusando de sus funciones, pues entonces será
detención arbitraria. Es indispensable tener en cuenta si la persona secuestrada es ascendiente o
descendiente, cónyuge o pariente inmediatos del secuestrador o si éste obró con la complicidad de
otro previamente concertado, para efectos de la graduación de la pena.
3. Sujeto pasivo
El secuestro puede afectar una sola persona, a dos, o a un grupo de personas. Y estas son, según
el árt. 74 del Código Civil, "todos los individuos de la especie humana, cualquiera que sea su edad,
estirpe o condición". Sobre este tema no siempre hubo opiniones unánimes. Se dijo que el
arrebatamiento de niños o dementes no era secuestro, porque el niño y el demente no tienen
noción alguna de ese bien jurídico llamado libertad, mejor, de ese atributo que con la vida y la
dignidad constituyen la personalidad. La posición es equivocada, según se comprueba en seguida.
Primero. La protección, quedó ya expuesto, se ejerce no sobre una noción de libertad individual
sino sobre el hecho llamado libertad, que cada uno puede apreciar o no, pero que está presente en
la existencia de la persona. Después de la vida, la libertad es el bien más importante y de la misma
manera que se protege al que está por nacer, debe protegerse también al que actualmente no goza
de su capacidad de autodeterminación.
Segundo. El hecho llamado libertad, es por eso mismo, algo objetivo, real y, como observa
Maggiore, corporal y no sometido a condiciones. Si se admitiera esa idea habría de excluirse de
tutela a los ancianos que no pueden moverse, a los paralíticos y lisiados, que no han tenido o que
han perdido la autodeterminación. Hay, por ejemplo, estados catatónicos en que la anomalía
inmoviliza al paciente en forma completa e indefinida desde el punto de vista temporal. Bien: el
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secuestro de esa entidad física, de ese cuerpo, en las condiciones de los arts. 268 y 269, es
incriminable como lo es en las circunstancias que no presentan tales irregularidades.
Para Antonio Vicente Arenas el sujeto pasivo del delito de secuestro "puede ser cualquiera
persona, hombre o mujer, niño o anciano, nacional o extranjero, pariente o extraño, sano o
enfermo. No es necesario que se encuentre en condiciones físicas y síquicas que le permitan
ejercer adecuadamente la libertad de movimiento. El infante o niño no puede trasladarse de un
lugar a otro sino con el concurso de terceras personas y, sin embargo, puede ser víctima de
secuestro. Lo mismo puede decirse de todas las demás personas que por razones de diverso
orden no puedan moverse o tengan limitada o restringida su libertad de locomoción. Tampoco se
requiere una total privación de la libertad de movimiento. Es bastante colocar a la víctima en
condiciones de no poder ejercer su derecho de moverse, aunque sea parcialmente. Pero si la
acción consiste en maniatar o amordazar a la persona o en ponerla por cualquier medio en
imposibilidad de obrar —lo cual equivale a privarla temporalmente de su libertad— a fin de poder,
por ese medio, apoderarse de una cosa mueble, ajena, el delito que se comete no es el de
secuestro sino el de hurto calificado (art. 350, ord. 2o.)".
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dinero u otra utilidad, comprende tanto el rendimiento monetario que se moviliza para lograr el fin,
como toda otra forma de interés, verbigracia, moral, religioso, jurídico, social, político, familiar,
académico.
Del mismo modo, cuando el art. 140 reprime al empleado concusionario, lo hace teniendo en
cuenta no solo la parte del patrimonio ajeno que aspire a recibir, sino cualquier utilidad. Igualmente
el art. 355 exige como elemento de la extorsión "el propósito de obtener provecho ilícito", y el art.
356 incrimina como estafador a quien persigue análogo aprovechamiento.
Si se restringiera el concepto de provecho no sería secuestro el enclaustramiento de una persona
para contemplarla y admirarla de cerca; ni estafa la toma engañosa de una posición o distinción a
costa del patrimonio ajeno; ni soborno la oferta de honores a un testigo falso, ni la entrega carnal
de una mujer que pretendiera por ese medio obtener del declarante una versión contraria a la
verdad, ya que en las situaciones mencionadas como ejemplos el agente no persigue beneficios
económicos ni para sí ni para otros.
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7. El arrebatamiento para el secuestro extorsivo y el simple
Como han quedado explorados los fines perseguidos por el agente en el secuestro extorsivo y en el
simple, deben verse los medios que sirven a tales propósitos. En el sistema derogado se reprimió
"al que secuestre", dejando al intérprete la definición del secuestro. El régimen vigente no define,
pero sí describe las actividades constitutivas. Estas son el arrebatamiento, la sustracción, la
retención y el ocultamiento.
Arrebatar es tomar violentamente a la persona, sojuzgar su voluntad y trasladarla de un lugar a
otro. No se arrebata sino aquello que se cambia de sitio, lo que es desplazado. El arrebatamiento,
pues, entraña, ante todo, pero no exclusivamente, idea de fuerza física. Si es válido comparar esta
conducta con otras integrativas de delitos, podría afirmarse que el arrebatamiento es, en el
lenguaje jurídico, característica del hurto violento, antes denominado robo, y que así se distingue
de la sustracción, esencial en el hurto simple. La sustracción, como se ve en seguida, es actividad
fraudulenta.
Tradicionalmente, el secuestro consistió siempre en el arrebatamiento, se repite, en el empleo de la
fuerza física para separar a la víctima de su mundo habitual.
No otra era también la característica del rapto, reprimible conforme al art. 269. Entre las acepciones
del verbo arrebatar está la de "llevar con sí o consigo con fuerza irresistible", lo que permite
ampliaciones hacia otros campos, verbigracia, el sicológico, del que se trata en seguida. Pero ha de
quedar definido que arrebatar implica un traslado de lugar, hecho que equivale a remoción, a
cambio forzado. El desplazamiento puede cumplirse desde cualquier sitio y el recorrido y el tiempo
durante el cual se verifica pueden ser cualesquiera.
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9. El secuestro por sustracción y retención
Las tres conductas restantes descritas en los arts. 268 y 269 consisten en sustraer, retener y
ocultar a una persona. Sustraerla es apartarla, separarla, extraerla, llevarla fraudulentamente a otro
lugar, según la etimología propia del verbo. Esta conducta representa el secuestro con engaños o
mentiras, mejor, la desviación de la víctima para hacerla llegar por sí misma a sitio determinado y
allí imponerle las condiciones del rescate. En la sustracción, pues, no obra violencia física o
sicológica. El desplazamiento se efectúa por un consentimiento viciado, tan efectivo como el de las
coerciones, pues entraña un asalto a la buena fe de la víctima para desplazarse hasta donde el
secuestrador se apodere de su persona por completo.
Para Mazini el engaño es "cualquier artificio, maniobra o pretexto, que haya hecho posible o
facilitado la sustracción o la retención, induciendo en error al sujeto pasivo acerca del hecho
constitutivo del delito".
Retener es guardar, conservar a la persona contra su voluntad en algún sitio donde ella se
encuentre. Se retiene tanto mediante la coacción física o síquica como con maniobras engañosas,
lo cual significa, entre otras cosas, que esta conducta necesita de las otras dos.
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11. Otras consideraciones
En la obra Derecho Penal, Tomo IV, 1985, el doctor Luis Carlos Pérez, presenta estas modalidades
del delito de secuestro:
1. Es esencial la pugna entre la conducta realizada y el sujeto pasivo. Desaparece este elemento si
se encierra a una persona mientras duerme, pues esta no se ha enterado de la privación de su
libertad y, por lo tanto, no ha manifestado su oposición a ella. Es la doctrina general que acoge,
entre otros, Sebastián Soler.
2. Si existe posibilidad de evadirse, sin correr grave riesgo, se desintegra el hecho. Empero, si la
salida se efectúa evadiendo habitación ajena, o por una ventana o balcón, o escalando
peligrosamente un muro; o se produce en condiciones perjudiciales para el pudor o la dignidad, por
ejemplo, en estado de desnudez, la infracción se modela completamente.
3. El provecho o utilidad perseguida por el agente no es sólo de índole económica, pues también
puede ser todo lo que constituye la satisfacción de un deseo, que contienen el mismo elemento. El
provecho o utilidad pueden exigirse de otra persona, o del secuestrado, en tiempo posterior o
simultáneo al acto inicial. Así, es secuestrador el que despoja a la víctima del dinero que lleva
encima, siempre que se cumpla el requisito de la permanencia de la privación de la libertad. Si no
se presenta este hecho, la conducta ataca el patrimonio económico.
4. Siendo delito permanente, la actividad prorroga en el tiempo el hecho originario, principio
aceptado comúnmente como informa Vincenzo Manzini al tratar de los delitos instantáneos y
permanentes. Como en toda conducta de esta clase, el término del secuestro depende de la
voluntad del agente, según lo precisa Bernardino Alimen-na. Mientras dura la permanencia, dura la
ejecución delictiva. Como el acto inicial, todos los intermediarios son de consumación.
La privación de la libertad, puede alcanzarse por cualquier medio, lo esencial es que éstos actos
sean idóneos para obtener el resultado que se propone el agente.
Pueden ser de dos formas: directas o indirectas. Directos son aquellos que se ejecutan sobre la
persona sujeto pasivo del delito. Pueden ser la coacción física, las amenazas, la violencia, el
engaño, etc. Indirectos son aquellos en los cuales se obtiene el resultado previsto por el agente, a
través de actos no ejecutados sobre la persona del sujeto pasivo, así por ejemplo hacer encerrar en
un manicomio a una persona, con falsa denuncia de locura o en una cárcel con falsa denuncia de
delito. Claro está que en el primer caso, nuestra legislación lo contempla de manera especial como
un delito contra la autonomía personal, tratándose en todo caso en el fondo de un delito de
secuestro.
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libertad es un bien jurídico desde todo punto de vista indisponible.
Para que exista privación de la libertad es entonces indispensable que el sujeto pasivo no quiera
permanecer en el sitio en donde está recluido, pues no es posible llamar encierro ni detención a la
estancia de una persona en un lugar de donde no quiera salir. El hecho está tan estrechamente
vinculado con el consentimiento que para constituirse debe haber existido cuando menos algún
momento de disenso positivo. El que encierra a un sujeto dormido y que permanece encerrado
exactamente mientras duerme, no cometerá delito de privación de la libertad, ya que en este caso,
dicha persona no ha podido hacer uso de su voluntad para aceptar o desistir del acto.
La privación de la libertad supone que el hecho no se ejecute con la voluntad del sujeto pasivo y
por consiguiente en el acto debe concurrir, la fuerza material, la coacción moral o el engaño. El
consentimiento por lo tanto excluye la ilegalidad del hecho.
[Barboza]4
1. Privación de Libertad
El bien juridico tutelado en este tipo penal es la Libertad , se protege la capacidad de la persona o
del individuo para fijar libremente y, por si mismo, su situación en el espacio físico, aunque resulten
afectados otros bienes jurídicos como por ejemplc el patrimonio , entre otros, se otorga valor
prioritario a la libertad ambulatoria.
"En concreto se sostiene que la privación de libertad agravada constituye un hecho previo impune ,
cuando se le relaciona con el Secuestro Extorsivo, de tal modo que representan diferentes etapas
de ofensa al mismo bien jurídico y la primera es el medio por el cual se lograría el fin plasmada en
la segunda conducta", la anterior afirmación se desprende del Voto 1164-97 de la Sala Tercera de
la Corte Suprema de Justicia de las ocho horas cuarenta y cinco minutos del treinta y uno de
octubre de mil novecientos noventa y siete.
"El bien jurídico tutelado, está representado por el conjunto de derechos que todo individuo puede
ejercitar , sin otro obstáculo que el de las limitaciones indispensables para mantener el orden social
y evitar ofensas del derecho ajeno : sin embargo, siguiendo una técnica restrictiva, se puede decir
que el tipo se refiere únicamente a la libertad ambulatoria , pues en toda extorsión hay siempre un
ataque a la libertad , como medio para vulnerar la propiedad. No es preciso que la víctima sea
encerrada, el encierro solo es un medio de comisión del delito, aunque éste no se encuentra
tipificado expresamente como medio; inclusive hay privación de libertad cuando la persona ( rehén)
tiene posibilidad de movimiento dentro de ciertos límites. Lo que configura el hecho es la existencia
de esos límites."
Esta privación de la libertad significa impedir a una persona, de cualquier modo y por cualquier
tiempo el derecho de trasladarse de un lugar a otro, a permanecer en un lugar determinado, sin que
se le coaccione,. Es decir debe referirse a la libertad de desplazamiento. La privación de la libertad
tiene que referirse a una persona determinada y para que ocurra semejante privación basta que la
persona no pueda librarse del encierro o la detención.
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De acuerdo al autor Carlos Alberto Pulido Barrantes, una de las formas de privar de la libertad a
una persona consiste en “El encerramiento, lo cual significa recluir a una persona en un lugar
donde no pueda salir. Se encierra al que se recluye en una habitación subterránea, etc.,
privándosele por consiguiente de su libertad de movimiento, no es necesario en consecuencia el
traslado de la víctima pudiendo ser ésta detenida en su propia casa, basta que, se le impida salir de
ella. No se requiere tampoco ninguna privación absoluta de la libertad, ni que se prive de todo
recurso al secuestrado, ni es necesario llevarlo de un lugar a otro, tal es el caso de que se le
imponga no salir de su habitación, aunque se le dejen las puertas abiertas; si es posible salir del
local del encierro sin riesgo personal o considerable esfuerzo, no hay delito, pero si lo habría si
fuere necesario saltar por una ventana, salir desnudo, etc.”
Otra de las maneras de privación de libertad puede llevarse a cabo por medio de amenazas o
amenazando de muerte en caso de que llegue a salir. También la privación de libertad puede ser
cometida por omisión, consintiendo en ese caso en no hacer cesar una situación preexistente,
estando obligada la persona a ello conforme a la ley o a causa de la propia conducta anterior,
según los principios de la omisión. Esta omisión puede asumir la forma de mera persistencia de
una preexistente restricción de la libertad en sí misma no legítima . "La privación de la libertad
puede tener lugar a pesar del desplazamiento en el espacio. Puede producirse en el vagón de un
tren, en un automóvil o en un avión."
Dentro de las razones para afirmar que hay una privación de libertad lícita cuando hay indicios
suficientes de que se cometió el ilícito penal en el caso de un Secuestro Extorsivo , se confirma en
el Voto 2002- 10714 de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia de las catorce horas
con cuarenta minutos del doce de noviembre de dos mil dos, en el cual los magistrados redactaron
que: "De este modo, si el artículo 37 constitucional admite la restricción a la libertad personal
únicamente en los casos en que exista indicio comprobado de haber cometido delito y que sea
ordenado por mandato de juez o autoridad encargada del orden público y en este caso tales
requisitos se cumplen."
"El derecho al libre ejercicio de la voluntad humana, en la medida en que no se oponga al libre
ejercicio de la voluntad de otros o al bien común de todos, pertenece, pues, a la esfera de la
personalidad y constituye uno de los bienes jurídicos constitucionalmente afirmados y protegidos
por el ordenamiento jurídico-penal a través de las tipicidades de amenazas o coacciones o también,
mediante el delito de detención ilegal y Secuestro Extorsivo "
La privación de libertad debe producirse "injustamente". Si la acción se ejecuta con causa justa, no
es delictuosa porque no es antijurídica. Por consiguiente, si una persona priva de su libertad al
delincuente tomado in fraganti, no delinque. Tampoco se comete Secuestro cuando el padre, por
motivos correccionales ordena la detención de su hijo u orden obligatoria de autoridad competente,
legítima defensa y estado de necesidad. Por la misma razón de no ser contraria a derecho no
constituye delito de Secuestro la privación de libertad que se hace por motivos humanitarios o de
seguridad (encerrar a un demente, dar asilo a un extraviado) o con el consentimiento válido del
sujeto pasivo, siempre que se dure tanto como la privación de la libertad y que, en uno u otro caso,
ésta no asuma formas degradantes de la personalidad humana.
En cuanto a lo injusto de la privación de la libertad esta debe ser así" La privación injusta debe
referirse a la libertad de movimiento, esa libertad consiste en el derecho que tiene para trasladarse
de un sitio a otro (locomoción) Se lesiona, por consiguiente, la libertad de movimiento cuando se
arrebata o se sustrae a la víctima de donde se encontraba para trasladarla contra su voluntad
expresa o presunta, a otra parte; o cuando se le encierra para que no pueda ejercer el derecho de
locomoción; cuando, sin encerrarla, se le coacciona física o moralmente para que no se mueva, así
sea en escala restringida; o cuando sin encerrar a la víctima ni amenazarla se le pone en
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posibilidad de moverse,esposándola, maniatándola,etc."
El Secuestro es uno de los delitos llamados materiales, pues para poderlo considerar consumado
es preciso que se produzca el hecho antijurídico de privar a otro de su libertad. Mientras no
sobrevenga este resultado podrá hablarse de Secuestro en grado de tentativa, no de delito
perfecto. Es, además delito permanente, porque el estado de la consumación se prolonga durante
todo el tiempo que la persona secuestrada permanezca privada de su libertad. De ahí que el
término para la prescripción de la acción penal deba empezar a contarse desde el día en que la
víctima haya quedado nuevamente libre, o sea desde cuando cesa la lesión al derecho ajeno; a
mayor duración hace más nocivas las consecuencias del delito y debe tenerse en cuenta como
circunstancia de mayor peligrosidad y no como elemento esencial de la figura.
"El término libertad ( genérica y abstracta ) es multívoco , pudiendo comprenderse en el concepto
todo el cúmulo de atribuciones inherentes a la persona humana para su completa realización, así
libertad de pensamiento, de información, de expresión y las demás... Es evidente, sin embargo, que
todos los delitos pueden considerarse lesivos de la libertad individual en cuanto suponen una
contradicción con la voluntad de defensa de los diferentes bienes jurídicos, pero lo que caracteriza
a los específicos delitos contra la libertad es, precisamente, que la pérdida o limitación (real o
potencial) de la misma constituye la esencia y también la consecuencia de la infracción".
"La privación de libertad debe tener cierta entidad, no importando cuál es el medio usado ni la
duración de la misma, eso sí, por imperio de la ley debe ser ilegal, es decir contraria a la ley, a
modo de ejemplo, no es ilegal, cuando el agente obra justificadamente (deber, derecho, autoridad,
cargo o necesidad), tampoco lo es, en casos correctivos; es necesario que haya libertad para poder
hablar de privación de libertad, en los casos de justificación, la privación de libertad deberá estar
correlacionada con la necesidad en cuanto a lugar, tiempo y modo."
Es incuestionable que la libertad no viene con el hombre, éste debe hacerla, trabajarla, sufrirla, a fin
de convivir con ella ; más aún, de hacer de ella el presupuesto fundamental de la vida. La libertad
es creación del hombre colectivo, pero también del hombre individual, que nace esclavo, pobre, sin
movimiento, sometido a los demás. La libertad histórica es el precedente de la libertad, no solo del
derecho.
La libertad es atributo de lo que llamamos voluntad, "Gramaticalmente , la libertad es la facultad
que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra , y de no obrar, ahora bien , como inferido a
la voluntad , el ataque a la libertad puede efectuarse en el estado previo a la resolución, impidiendo
al sujeto la capacidad de tomar una resolución de cualquier clase o insertando motivos ajenos a él
que presionen la determinación de su voluntad, en un sentido distinto del que hubiere decidido el
sujeto en otras circunstancias".
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Primero desde una visión general de la misma, tal y como está definida en el artículo 4 de la
Declaración de los Derechos del Hombre, como el disfrute de los mismos derechos. En este
sentido, la libertad de la persona es el atributo de manifestar la voluntad y de dirigirse sin otro límite
que en el consistente en no lesionar el derecho ajeno".
Segundo desde un punto de vista más especial, la libertad de la persona no es sólo el derecho de c
o de venir sin inconvenientes, de quedarse en el territorio o salir de él, de manifestar sus opiniones,
sino también lo que en el siglo XVIII se llamó SEGURIDAD esto es. la garantía contra arrestos,
prisiones y penas arbitrarias.
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2. El Provecho y la Utilidad como elementos del Delito de Secuestro.
"Estos dos términos parecen sinónimos, no obstante, es importante diferenciarlos para el correcto
entendimiento con que el Derecho los utiliza. Es común que todos los hombres buscan
necesariamente la utilidad, vista ésta desde cualquier sentido : ganancia, ventaja, provecho o
lucro".
Ninguna de estas inclinaciones es ilícita por sí sola. Se requiere que la ley señale su aplicación
como especialmente prohibida. Por ejemplo, si se pretende obtener una ganancia con interés
excesivo se realiza la usura, en el campo deportivo si se practica un deporte hiriendo a otro de los
jugadores, se configura el delito de lesiones; y si se priva de la libertad a alguien para lucrar, existe
plagio o Secuestro en su forma clásica.
"El provecho es, una utilidad o rendimiento de orden moral, no reducible a valores patrimoniales , ni
cifras económicas, ni estadísticas Dentro de este concepto sería delito de Secuestro la sustracción
o el arrebatamiento que una mujer hiciera de su amante o novio, tratando de tenerlo consigo, aún
sin realizar actos eróticos, es la satisfacción por ese medio del amor ideal lo que constituye el
elemento sicológico constitutivo del Secuestro Extorsivo".
En lo que se refiere al cobro de rescate para liberar a la víctima, debe aclararse que el Secuestro
Extorsivo no depende para su consumación de que en la especie se constate dicho cobro. Lo que
si exige el legislador es que el Secuestro se produzca para obtener rescate.
Si se restringiera el concepto de provecho no sería Secuestro el enclaustramiento de una persona
para contemplarla y admirarla de cerca, ni estafa la toma engañosa de una posición o distinción a
costa del patrimonio ajeno ; ni soborno la afecta de honores a un testigo falso; ni la entrega carnal
de una mujer que pretendiera por ese medio obtener del declarante una versión contraria a la
verdad ; ya que en los anteriores situaciones mencionadas el agente o sujeto activo no persigue
beneficios económicos ni para sí ni para otros.
"Si se observa con detenimiento el artículo 215 del Código Penal, se puede apreciar que el rescate
puede tener varios fines, el lucro es uno de ellos, el cual debe entenderse según la Real Academia
Española como: beneficio o provecho que se obtiene de algo. Por su parte la doctrina lo ha
entendido como una cantidad de dinero o cualquier otro bien patrimonial. Otros fines del rescate,
como bien lo indica la figura son : políticos-sociales, religiosos o raciales, condiciones que están
empleadas sin concreción pudiendo abarcar cualquier contenido (publicación de comunicados a
través de los medios de comunicación colectiva, exigencias de aumentos salariales o grupos
determinados, la liberación de reclusos, autorización del Gobierno para abandonar el país, entre
otros".
El secuestrador debe exigir cualquiera de las anteriores ventajas por la libertad del secuestrado. En
otras palabras, debe imponer, hacer indispensables esas ventajas, convertirlas en forzosas. Exigir
es más que reclamar, es una conducta enérgica, imperativa, conminatoria. No exige quien se limita
a recibir o aceptar una oferta. La acción ha de ser originaria del agente, sino se exige queda
excluido el secuestro extorsivo.
El elemento intencional del Secuestro está perfectamente claro en la noción que el autor
colombiano hace del mismo, a saber el Señor Pedro Pacheco Osorio en su libro :Delitos contra la
Libertad Individual; según este autor el propósito de todo Secuestro Extorsivo consiste en: El
propósito intencional por excelencia de este delito es el fin de obtener rescate, con el cual suelen
trazar legislaciones extranjeras una figura especial de extorsión, que no existe entre nosotros. El
dolo específico, pues, de nuestro Secuestro, se integra por el referido designio del agente de
conseguir para sí o para otro un provecho o utilidad ilícitas, los cuales deben ser de índole
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económico, no obstante lo explicado anteriormente, al fijar las nociones de utilidad y de provecho
porque, si el fin del agente es el de satisfacer algún deseo erótico-sexual o el de casarse con la
mujer ofendida, se configura rapto, y si es otro distinto de éstos y de aquel, se está en presencia
del Secuestro Extorsivo.
"La ilicitud, que en forma expresa se afirma de la utilidad y del provecho, puede emanar de que el
fin propuesto esté prohibido por la ley, si el culpable es un particular o no autorizado por la misma,
si se trata de un funcionario, o de que sea simplemente contrario a la moral, en cambio, no son
ilícitos el provecho o la utilidad consistentes en impedir que se consume o se agote la violación de
un derecho de autor".
El elemento moral de la figura se integra, con el solo propósito de conseguir el provecho o la
utilidad ilícitos .En consecuencia, si concurren la materialidad del Secuestro y el expresado
elemento, la lesión al derecho aquí protegido queda perfecta tanto por el aspecto objetivo como por
el subjetivo. Y si después de ocurrido esto, el secuestrador viola efectivamente el derecho de
propiedad de otra persona, por ejemplo apoderándose de los objetos que el secuestrado lleve
consigo , o haciéndoselos entregar, enviar, depositar o poner a su disposición cosas, dinero o
documentos capaces de producir efectos jurídicos o a suscribir o destruir documentos de obligación
o de crédito; deberá responder por concurso de Secuestro y la infracción respectiva.
"El propósito del secuestrador es exigir por la libertad, un provecho o cualquier ventaja pecuniaria ,
entendemos por provecho, toda ganancia o beneficio que guíe o estimule al autor, utilizando al
sujeto pasivo para lograr este fin, realmente el concepto de provecho es amplio.
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secuestradores y suele tener los siguientes móviles:
a. Venganza de la víctima del Secuestro o de familiares próximos a ella.
b. Delincuente que en su huida, toma rehenes para protegerse.
c. Sectas que secuestran a miembros de modo "cuasi-voluntario" o a personas no integrantes de la
misma con la finalidad de convencerles de su doctrina.
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la investigan. Este tipo de Secuestro también se realiza frecuentemente, por personas próximas a
la víctima (familiares, empleados de los padres, vecinos ) que conocen el alto poder adquisitivo de
la familia. En este caso hay más probabilidades que la persona secuestrada muera porque el autor
sabe que ésta lo conoce y además regularmente no son profesionales.
3.2.5. Autosecuestro
Hay personas que fingen ser secuestrados por diferentes motivos:
a. Conseguir dinero de su familia, empresa, etc.
b. Para justificar una ausencia o abandono del domicilio familiar.
c. Forzar a mantener una relación sentimental o matrimonial.
d. Fin publicitario o para provocar situaciones emotivas.
e. Para justificar la apropiación ilegal o pérdida de dinero.
Generalmente, los autosecuestrados suelen ser descubiertos por la policía ya que el simulador
suele tener contradicciones cuando es interrogado sobre el desarrollo y circunstancias del supuesto
secuestro.
4.Semejanzas y Diferencias del Secuestro con otros Delitos que conlleven privación de
Libertad
Todas las figuras delictivas guardan similitudes ya sea porque el momento de consumación
coincide, por los medios empleados en su producción o porque al menos se conjugan elementos
comunes entre dichas infracciones.
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4.1. Plagio y Secuestro
Este delito consiste en someter a una persona al propio poder, reduciéndose a un estado de total
sujeción.
"Respecto a los bienes jurídicos , salta a la vista la vulneración que al interés libertad, produce esta
figura, y que es el punto en común con el Secuestro. Aunque el primero vulnera la libertad humana
(lo hace suprimiendo de hecho la personalidad individual); en cambio el segundo (secuestro) priva
al hombre de su libertad personal o libertad ambulatoria, por un tiempo más o menos largo."
Ambos delitos confrontados, son permanentes o continuos, y no importa además, para la esencia
de los mismos, la duración del hecho repudiado por la ley, el cual termina con la sola liberación de
la víctima.
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4.4. Sustracción de Menores y Secuestro.
Si bien la sustracción de menores parte inicialmente, al igual que el secuestro, de una privación de
libertad, no se trata ésta de una simple privación de libertad personal, sino de una que presenta
modalidades muy propias. La materialidad del hecho, consiste en sacar al menor de la esfera de
potestad y guarda de los padres o de quien la ejerza, colocándolo en una situación que vuelva
imposible el ejercicio de tales derechos. La acción queda pues cumplida, por el solo hecho de
sustraer sin que sean necesarios actos posteriores, los cuales pueden por su naturaleza, resultar
adecuados para la comisión de otro delito tal como el rapto, violación o Secuestro Extorsivo.El
sujeto pasivo de la sustracción de menores es calificado y se requiere para la comisión del mismo
(al igual que en el secuestro) de cierto tiempo, que de a los delitos la calidad de bilaterales,
plurilaterales o colectivos.
3 Normativa
[Código Penal]5
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prevención y el castigo de delitos contra las personas internacionalmente protegidas, inclusive
agentes diplomáticos, de 11 de agosto de 1977, y otras disposiciones del Derecho internacional, y
que para liberarla se exijan condiciones políticas o político-sociales.
(Así reformado el inciso anterior por el artículo 1°, punto 1., aparte b) de la Ley de Fortalecimiento
de la Legislación contra el Terrorismo, N° 8719 de 4 de marzo de 2009).
8. Cuando el secuestro se realice para exigir a los poderes públicos nacionales, de otro país o de
una organización internacional, una medida o concesión.
(Así reformado el inciso anterior por el artículo 1°, punto 1., aparte b) de la Ley de Fortalecimiento
de la Legislación contra el Terrorismo, N° 8719 de 4 de marzo de 2009).
La pena será de veinte a veinticinco años de prisión si se le infringen a la persona secuestrada
lesiones graves o gravísimas, y de treinta y cinco a cincuenta años de prisión si muere.
(Así reformado por el artículo único de la Ley N° 8127 de 29 de agosto del 2001)
4 Jurisprudencia
Voto de mayoría:
“II. […] Considera esta Cámara que al no haber alegado los impugnantes falta de doble
incriminación en este caso, no se les causó ningún agravio con la falta de transcripción y análisis
de las normas penales en la resolución impugnada. Ahora bien, tomando en cuenta que en este
punto el fallo sí incorpora una deficiente fundamentación, esta Cámara considera menester hacer
mención y análisis de las normas que tipifican la conducta que se le atribuye al requerido, con el fin
de explicar por qué se debe descartar cualquier eventual error sustantivo. Reza el artículo 149 del
Código Penal de El Salvador lo siguiente: "SECUESTRO Art. 149.- El que privare a otro de su
libertad individual con el propósito de obtener un rescate, el cumplimiento de determinada
condición, o para que la autoridad pública realizare o dejare de realizar un determinado acto, será
sancionado con pena de diez a veinte años de prisión. ATENTADOS CONTRA LA LIBERTAD
INDIVIDUAL AGRAVADOS Art. 150.- La pena correspondiente a los delitos descritos en los
artículos anteriores, se aumentará hasta en una tercera parte del máximo, en cualquiera de los
casos siguientes: 1) Si el delito se ejecutare con simulación de autoridad pública o falsa orden de la
misma; 2) Si la privación de libertad se prolongare por más de ocho días; 3) Si se ejecutare en
persona menor de dieciocho años de edad, mayor de sesenta, inválido, o en mujer embarazada; 4)
Si se ejecutare con el fin de cambiar la filiación; 5) Si implicare sometimiento o servidumbre que
menoscabe su dignidad como persona; 6) Si la víctima fuere de los funcionarios a que se refiere el
Art. 236 de la Constitución de la República; y, 7) Si se ejecutare en persona, a quien, conforme a
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las reglas del derecho internacional, El Salvador debiere protección especial". Por su parte, los
artículos 215 y 215 bis del Código Penal costarricense disponen lo siguiente:"Artículo 215.
— Secuestro extorsivo. Se impondrá prisión de diez a quince años a quien secuestre a una
persona para obtener rescate con fines de lucro, políticos, político-sociales, religiosos o raciales. Si
el sujeto pasivo es liberado voluntariamente dentro de los tres días posteriores a la comisión del
hecho, sin que le ocurra daño alguno y sin que los secuestradores hayan obtenido su propósito, la
pena será de seis a diez años de prisión. La pena será de quince a veinte años de prisión: 1) Si el
autor logra su propósito; 2) Si el hecho es cometido por dos o más personas; 3) Si el secuestro
dura más de tres días. 4) Si el secuestrado es menor de edad, mujer embarazada, persona
incapaz, enferma o anciana. 5) Si la persona secuestrada sufre daño físico, moral, psíquico o
económico, debido a la forma en que se realizó el secuestro o por los medios empleados en su
consumación. 6) Si se ha empleado violencia contra terceros que han tratado de auxiliar a la
persona secuestrada en el momento del hecho o con posterioridad, cuando traten de liberarla.
7). Cuando la persona secuestrada sea funcionario público, diplomático o cónsul acreditado en
Costa Rica o de paso por el territorio nacional, o cualquier otra persona internacionalmente
protegida de conformidad con la definición establecida en la Ley N.º 6077, Convención sobre la
prevención y el castigo de delitos contra las personas internacionalmente protegidas, inclusive
agentes diplomáticos, de 11 de agosto de 1977, y otras disposiciones del Derecho internacional, y
que para liberarla se exijan condiciones políticas o político-sociales."; 8) Cuando el secuestro se
realice para exigir a los poderes públicos nacionales, de otro país o de una organización
internacional, una medida o concesión." (Modificados por Ley 8719 del 16 de marzo del 2009). La
pena será de veinte a veinticinco años de prisión si se le infringen a la persona secuestrada
lesiones graves o gravísimas, y de treinta y cinco a cincuenta años de prisión si muere. (Así
reformado por el artículo único de la Ley N° 8127 de 29 de agosto del 2001). "ARTÍCULO 215 BIS.
— Secuestro de persona menor de doce años o persona con discapacidad en estado de
indefensión. Será reprimido con prisión de diez a quince años, quien sustraiga del poder de sus
padres, guardadores, curadores, tutores o personas encargadas a una persona menor de doce
años de edad o a una persona que padezca de una discapacidad que le impida su defensa. La
pena será de veinte a veinticinco años de prisión si se le infligen a la persona secuestrada lesiones
graves o gravísimas, y de treinta y cinco a cincuenta años de prisión si muere (Así adicionado por
el artículo único de la Ley No. 8389 de 9 de octubre de 2003)". De la anterior transcripción de
normas se desprende con la mayor claridad la doble incriminación a la que hizo referencia el
órgano a quo, pese a haber incurrido en un vicio de falta de fundamentación jurídica, el haber
omitido su transcripción y análisis, pues de su contenido se logra constatar que la acción que se le
endilga en su país de origen al requerido, consistente en la privación de libertad de un menor de
edad a fin de exigir un rescate económico a sus familiares, en efecto encuadraría en los tipos
penales mencionados. Es más, de la prueba documental aportada se desprende el contenido de la
legislación salvadoreña transcrita (cfr. certificación folio 11 anexo 3).”
[Sala Tercera]7
Voto de mayoría
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“III. […] En el precedente número 831-04 de las 10:35 horas del 9 de julio de 2004, esta Sala al
respecto, consideró “[…]El presente alegato de fondo parte del análisis propio que de la prueba y
de las circunstancias que rodearon los hechos hace la recurrente, lo cual le permite
asegurar que las dos privaciones de libertad en daño de Herrera Bustos y Sandoval
Hernández forman parte del secuestro extorsivo donde el ofendido es Herrera Matamoros, y que la
intención de los imputados no era privar de su libertad a esas personas. Tales extremos no se
derivan del contenido del fallo […]. B) ACERCA DE LOS DELITOS DE PRIVACIÓN AGRAVADA
DE LIBERTAD EN DAÑO DE GUILLERMO HERRERA BUSTOS Y FANIER SANDOVAL
HERNÁNDEZ. Tal y como se explicó supra, el tribunal estimó que estos dos delitos concursan
materialmente entre sí, y que, al mismo tiempo, también entran en concurso real con el resto de las
delincuencias. Debido a lo anterior, es necesario analizar por separado cada uno de estos
aspectos, pues esta Sala considera que si bien el segundo criterio es correcto, el primero debe
examinarse, ello por cuanto ambas figuras concursan idealmente entre sí. A efectos de explicar el
por qué de tal conclusión, debe tenerse claro que, según se colige de la relación de hechos
probados, en este caso se dieron varias circunstancias importantes: (i).- La intención original de los
acusados al ingresar a Costa Rica, era perpetrar un secuestro extorsivo; (ii).- En un primer
momento los tres privaron de su libertad por igual a los ofendidos Guillermo Herrera Matamoros,
Guillermo Herrera Bustos y Fanier Sandoval Hernández, luego de lo cual le exigen al primero que
se identifique; (iii).- Una vez que éste así lo hizo, y que aquellos pudieron establecer su identidad,
lo mantuvieron privado de su libertad, exigiendo a cambio de su liberación cierta suma de dinero;
(iv).- Desde el momento en que se retiran del lugar con la persona a la que querían secuestrar para
cobrar un rescate, los autores del hecho dejan en libertad a Guillermo Herrera Bustos y Fanier
Sandoval Hernández, a quienes retuvieron por breves momentos. Estas circunstancias así
expuestas permiten comprender que la intención original de los acusados era sólo secuestrar al
señor Herrera Matamoros, no obstante lo cual (antes de consumar dicha ilicitud) por breves
momentos también mantuvieron retenidas a otras dos personas, las que luego dejaron en libertad,
llevándose consigo sólo al primero. De acuerdo con ello, debe definirse la naturaleza jurídica del
tipo de concurso que se dio entre esas dos privaciones de libertad (que incluso parece que fueron
el medio inicial para consumar el secuestro), y también entre éstas y el secuestro extorsivo que
después se desarrolló, sobre todo si en cuanto a esto último se argumenta que esas privaciones
son un acto previo impune del secuestro. Al respecto debe indicarse que los temas cuya discusión
aquí se propone no resultan novedosos para la jurisprudencia de esta Sala, por cuanto ya en una
oportunidad se presentó para su resolución en caso análogo, en el cual se dieron prácticamente las
mismas circunstancias que se tuvieron por demostradas en éste: “... en el presente caso la
sentencia de mérito consigna y separa con claridad dos diferentes acciones, cada una de ellas
individualizable en el tiempo, a saber: la primera, mediante la cual un grupo de personas, entre
ellas las dos ofendidas citadas, fue privado de su libertad por el justiciable y sus acompañantes y la
segunda, consistente en que estos efectuaron una selección de dos rehenes, las separaron del
resto del grupo, con el que, hasta ese momento, compartían idénticas condiciones, y las llevaron
consigo a otro sitio, con la finalidad, conseguida en última instancia, de obtener un rescate por
ellas. Esta pluralidad de actos exteriorizados, desplaza la aplicación del principio de especialidad y
permite analizar el subsidiario, para llegar a concluir que este último efectivamente se da, aunque
no del modo que expone quien recurre. En efecto, las condiciones que han de confluir para aplicar
esa forma de concurso aparente, por subsidiariedad material de hecho previo impune, son,
siguiendo al mismo autor nacional citado por quien recurre: “... primera, la presencia de dos
acciones punibles que se desarrollen sucesivamente en orden cronológico; segunda, que estas
acciones representen diferentes grados o estadios de ofensa a un mismo bien jurídico; tercera, que
ellas se encuentren en relación de medio a fin según el criterio del ‘id quod plerumque accidit’.”
(CASTILLO GONZÁLEZ, Francisco, El concurso de delitos en el Derecho Penal costarricense,
Publicaciones de la Facultad de Derecho, Universidad de Costa Rica, San José, 1981, p. 50. En la
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especie, y referido a la relación entre los veinticinco delitos de privación de libertad y los dos de
secuestro extorsivo, se echa de menos una de las exigencias, a saber: la lesión de un mismo bien
jurídico. Ello es así por cuanto existen ciertos bienes calificados de personalísimos, es decir,
aquellos que, como la libertad, no pueden ser separados de su titular. En estos casos, la sola
existencia de dos o más titulares del mismo bien, considerado en forma abstracta, conlleva
establecer que, en caso de lesión, se vulneran tantos bienes jurídicos como titulares de ellos hayan
sufrido el daño; consecuentemente, no es aplicable en esa hipótesis el concepto de que se trata
del “mismo bien jurídico”, en la forma que lo exige el principio de subsidiariedad en estudio. La
doctrina nacional señala en cuanto a este punto que: “... es posible el concurso ideal
homogéneo: a) En delitos que lesionan bienes jurídicos personalísimos. Bienes jurídicos
personalísimos son aquellos que no se pueden separar de su titular; de modo que una multiplicidad
de sujetos activos (sic) trae por consecuencia una multiplicidad de lesiones jurídicas. Así, hay
concurso ideal homogéneo cuando varias personas son muertas por una bomba, cuando varias
personas son injuriadas con una sola palabra, cuando varios individuos son secuestrados, cuando
varios menores, mediante un acto, son corrompidos. Bienes como la vida, la integridad corporal, la
integridad sexual, la libertad, el honor, etc. son inseparables de su titular.” (Ibídem, p. 64). En
esta tesitura, se reitera, no puede hablarse de un concurso aparente de delitos, como lo pretende
quien recurre, ni siquiera entre los veinticinco que se califican como privación de libertad, pues
existen distintos bienes jurídicos lesionados en forma independiente (aun cuando correspondan a
la misma categoría fenoménica general: libertad), y a pesar de que el daño haya sido infligido con
una sola conducta, pues ello constituye un concurso ideal homogéneo, en la forma que lo sostuvo
el a quo. Por las mismas razones, no puede tampoco considerarse que los referidos veinticinco
delitos de privación de libertad consistan en un hecho previo impune, al relacionarlos con los dos
delitos de secuestro extorsivo (concurrentes entre sí también en forma ideal homogénea), pues en
la especie, se reitera, dada la naturaleza personalísima del bien jurídico libertad, la diversidad de
titulares conduce a la multiplicidad de lesiones, sin que ellas puedan ser absorbidas por el daño
causado al bien jurídico, también personalísimo, de otro sujeto. Es oportuno resaltar, además, que
la circunstancia de que distintos delitos se vinculen entre sí de medio a fin, no es por sí sola
suficiente para valorar los hechos como un concurso aparente, sino que es necesaria la
confluencia de otros requisitos, como los reseñados, que permitan unificar jurídicamente las
conductas (separables en el tiempo y el espacio), así como la lesión al bien jurídico, único o
prevalente ... En el presente caso no puede sostenerse que la privación de libertad a la que fueron
sometidas las veinticinco personas que, además de las ofendidas, se hallaban en el hotel en que
se desarrolló parte de los hechos, configuren una conducta previa impune, a pesar de que el
secuestro extorsivo constituyese el fin último pretendido por los autores, pues no nos hallamos en
presencia de una progresión de ataques al mismo bien jurídico, por las razones ya referidas. En
segundo término, es preciso acotar que, de acuerdo con los hechos tenidos por demostrados en la
sentencia, los delitos de SECUESTRO EXTORSIVO se hallan en concurso real con los de
PRIVACIÓN DE LIBERTAD, pues la acción única con la que se ejecutó este último, que afectó a
veinticinco personas y a las dos ofendidas, no fue, ni material ni temporalmente, como se adelantó,
la misma con la que, de modo posterior, se realizó el secuestro de las últimas, de allí que se
aprecie la carencia de uno de los requisitos del concurso ideal, cual es la acción única que lesione
distintos bienes jurídicos no excluyentes entre sí (concurso heterogéneo) o que realice varias veces
el mismo tipo penal (homogéneo); unidad de conducta que también es característica normal del
principio de especialidad, en el concurso aparente, como ya se reseñó (ver, en este
sentido: CASTILLO GONZÁLEZ, Op. Cit., p. 40 y 47). No obstante ello, los actos a través de los
cuales se completó el secuestro, con ánimo de lucro, de ambas perjudicadas, sí han de verse
como una acción unitaria, desde el punto de vista jurídico y como un concurso aparente entre ese
delito y el de Privación de libertad del que, al inicio, fueron víctimas; pues el tipo penal del artículo
215 del Código punitivo es pluriofensivo, es decir, sanciona la lesión a varios bienes jurídicos, entre
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los cuales se halla el tutelado por la norma que reprime la privación de libertad. En efecto,
mediante el secuestro extorsivo se vulneran el patrimonio, la libertad ambulatoria y la libertad de
determinación (de la persona que deba ejecutar la conducta exigida por los autores del hecho); de
allí que sí sea posible aplicar el principio de subsidiariedad material, en este caso específico,
referido a los hechos que sufrieran REGULA HOMBERGER y NICOLA FLEUCHAUS y estimar,
como lo hizo el a quo, que su privación de libertad constituye un hecho previo impune, cuando se lo
relaciona con el secuestro extorsivo a que luego dio paso ... ”, Sala Tercera de la Corte Supremade
Justicia, votoN° 1164-97 de las 08:45 horas del 31 de octubre de 1997. Al aplicar los principios
desarrollados por la jurisprudencia de esta Sala en el asunto de cita, se debe concluir que las dos
privaciones de libertad en perjuicio de Guillermo Herrera Bustos y Fanier Sandoval Hernández,
concursan materialmente con el delito de secuestro extorsivo, pues si bien hasta podría sostenerse
que entre las dos primeras y el segundo existe una relación de medio a fin, no podría establecerse
que aquellas constituyan un acto previo impune, pues afectaron bienes jurídicos distintos que
impedirían dicha solución. Al respecto no sólo podría considerarse esa relación de medio a fin,
pues también adquiere relevancia la naturaleza de los bienes que se lesionaron, los que son de
tipo personalísimo. Este planteamiento no sufre alteración alguna por el hecho de que, en ese
primer momento en que los imputados trabaron contacto con los ofendidos, también se haya
retenido a Herrera Matamoros, quien más adelante fue objeto del secuestro extorsivo. En lo que a
este ofendido se refiere, debe concluirse que su privación de libertad inicial sí constituye un acto
previo impune de cara al secuestro que más adelante se desarrolló, por existir entre ambas
conductas una unidad de acción desde el punto de vista jurídico (aunque no fáctico). Tal valoración
no resultaría aplicable en tratándose de los otros ofendidos, pues la acción única con la que se
ejecutó su privación de libertad (en la que sí puede predicarse una unidad de acción desde el punto
de vista fáctico), que los afectó al mismo tiempo a ellos y al ofendido Herrera Matamoros, no fue, ni
material ni temporalmente (desde el punto de vista fáctico), la misma con la que, de modo
posterior, se realizó el secuestro de este último, de allí que se aprecie la carencia de uno de los
requisitos del concurso ideal, cual es la acción única que lesione distintos bienes jurídicos no
excluyentes entre sí (concurso heterogéneo) o que realice varias veces el mismo tipo penal
(homogéneo); unidad de conducta que también es característica normal del principio de
especialidad, en el concurso aparente, como ya se reseñó[…]”. Tal cual se indicó, no existe error
alguno en cuanto a la configuración de los dos delitos de privación de libertad en perjuicio de
Herrera Bustos y Sandoval Hernández, por lo que los reclamos en cuanto a este aspecto deben
desestimarse. Igual suerte corre el reclamo en cuanto se cuestiona la valoración de la prueba
relacionada con estos ilícitos, pues se valoró ya en casación que la prueba testimonial se analizó
de manera correcta, adecuada y suficiente para respaldar la condenatoria, sin que se apreciara
error o insuficiencia alguna y no existen motivos para revisar el criterio externado, por el contrario,
se concluye de igual forma que la prueba testimonial da sólido respaldo a las conclusiones que el
fallo adoptó sin que se aprecien los errores que subjetivamente se invocan, razón por la cual los
cuestionamientos señalados han de desestimarse. Debe quedar claro que por estas mismas
razones, la pretensión para evacuar en esta sede la testimonial recibida en juicio es inadmisible. En
primer lugar no se trata de prueba nueva, al contrario, se trata de la misma prueba recibida en juicio
y sometida al contradictorio, por lo que no existe justificación para que se evacuen nuevamente. El
procedimiento de revisión no es una sede prevista para repetir el juicio tantas veces a los
sentenciados les surja alguna inconformidad o pretendan replantear los temas ya discutidos. Al
contrario, es una vía excepcional prevista para que en casos calificados y definidos por el
legislador, se revise una sentencia firme ante la posibilidad de que se hayan cometido en su
dictado, graves errores o violaciones puntualmente calificadas o bien, se esté frente a pruebas
nuevas que puedan señalar que el hecho no existió, que no lo cometieron los sentenciados o que
puede calificarse de manera más favorable. Ninguna de estas causales autoriza la repetición del
juicio para sustituir una valoración por otra. En este caso, toda la prueba que sustentó la decisión
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se analizó en forma correcta, tal cual se valoró en casación, de manera que el alegato y la prueba
que pretende sustentarle no son admisibles.”
c)Secuestro extorsivo: Consideraciones acerca de los elementos del tipo y momento en que
se configura
[Sala Tercera]8
Voto de mayoría
“II. Por las razones que se dirán el reclamo es procedente: El delito de Secuestro Extorsivo,
previsto en el artículo 215 del Código Penal, sanciona con pena privativa de libertad de diez a
quince años, a quien secuestre a una persona “[…] para obtener rescate con fines de lucro,
político-sociales, religiosos o raciales”. Doctrinalmente, se ha señalado que la acción de
“secuestrar” importa la detención de la víctima, su encierro o abducción (Cf. CREUS, Carlos/
BOUMPADRE, Jorge Eduardo. Derecho Penal. Parte Especial. Buenos Aires, Editorial Astrea, 7ª
edición actualizada, Tomo I, 2007, pp. 502). Por su parte, el “fin de lucro” constituye un elemento
normativo de este tipo penal, cuya precisión, tal como indica la doctrina, requiere por parte del Juez
una valoración, la cual debe subordinarse a normas judiciales, normas sociales y criterios ético-
jurídicos de comportamiento socialmente reconocidos, conocidos por su carácter público y
notorio (Cf. BACIGALUPO, Enrique , Derecho Penal. Parte General, Buenos Aires, Editorial
Hammurabi, 2ª edición ampliada y renovada, 1999, pág. 226). En este orden de ideas,
precisamente el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua define el término “ lucro”
como: “ Ganancia o provecho que se saca de algo ”. Lo anterior permite a esta Sala concluir que,
tal como se encuentra estructurado este tipo penal en nuestro código, para tener por consumado el
delito de secuestro extorsivo, en su modalidad básica prevista en el párrafo primero de la citada
norma, basta la realización, sin más, de la conducta de privar de libertad a una persona (detenerla,
encerrarla, abducirla), siempre que se lleve a cabo con cualquiera de las utrafinalidades descritas
en artículo 215 (obtener una ganancia o provecho, o bien por razones político sociales, religiosos o
raciales), independientemente de que el (los) sujeto (s) activo (s) llegue (n) a solicitar con
posterioridad a terceras personas, un rescate a cambio de la liberación de la víctima, o bien
efectivamente logre (n) obtener el propósito perseguido con su privación de libertad, en cuyo caso
el legislador más bien previó una sanción más grave. En el caso de estudio, el Tribunal de Juicio
del Primer Circuito Judicial de San José tuvo por demostrados los siguientes hechos: “ 1. Que el
acusado J, forma parte de un grupo organizado conformado por al menos cinco personas, y que
buscaba privar de su libertad al ofendido M. (sic) para obligarlo a entregar algún objeto o
mercancía que reclamaban. 2.- Que el 13 de agosto de 2006 el ofendido M, salió de su vivienda
ubicada en Las Brisas de La Garita de La Cruz de Guanacaste con rumbo a Rivas de Nicaragua en
compañía de su padre J. y una mujer sólo identificada como Eunice. 3. Que en horas de la
mañana de ese mismo día, encontrándose el ofendido en el Parque de Rivas, en la República de
Nicaragua, mantuvo contacto con el imputado J, alias T, quien era conocido por el ofendido,
siendo que el imputado H. se mantenía a su vigilancia. 4.- Que al observar el acusado H, al
ofendido M, en el sitio dicho procedió a señalarlo al resto de su banda y que se trasladaban en un
vehículo que circulaba por el sitio en búsqueda del ofendido M, para que éstos lo abordaran. 5.-
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Que el imputado H, le indicó al ofendido M, que uno de los ocupantes del vehículo dicho le quería
hablar por lo que e l ofendido se acercó al vehículo momento en que uno de los ocupante obliga al
ofendido a abordar el automotor para lo cual portaba arma de fuego y con quienes el acusado
actuaba de común acuerdo, privándolo de su libertad ambulatoria desde ese momento. 6.- Que el
acusado J, según el plan previo, se quedó en el parque de Rivas, y el resto de los partícipes
trasladaron al ofendido hasta Managua, custodiándolo en actitud amenazante durante todo el
trayecto, y le exigían que les entregara una droga, a cambio de dejarlo en libertad. 7.- Que en
virtud de que el ofendido les manifestó no contar con esa droga, dichas personas le vendaron los
ojos; posteriormente, lo ingresaron en una vivienda ubicada en Managua, Nicaragua y utilizando
las manos y un objeto romo lo golpearon en el pecho y las rodillas, le taparon la boca, a la vez que,
de igual forma, le dieron patadas en diferentes partes del cuerpo, le amarraron las manos y los pies
con mecate y tape negro y lo mantuvieron en la vivienda en dichas condiciones, sin pantalones ni
zapatos, sin proveerle alimento o bebida alguno, por espacio de aproximadamente ocho días.
Asimismo, en dicho período, los sujetos dicho (sic) con quienes actuaba de común acuerdo el
acusado, además de golpearlo de la forma ya dicha, también lo torturaron con alambres
electrificados que le colocaban en las piernas y la espalda. 8. Que aproximadamente cuatro
días después de que estos sujetos llevaron al ofendido M, a esa vivienda en Managua, Nicaragua,
éstos lo trasladaron, con los ojos vendados, a una finca cercana al sitio anterior, lugar en donde
solo fue golpeado en una ocasión y posteriormente cesó la agresión; asimismo, le suministraron
escasas cantidades de agua manteniéndolo siempre en un cuarto cerrado, retenido en contra de su
voluntad. 9.- Que mientras los sujetos con quienes actuaba de común acuerdo mantuvieron al
ofendido privado de su libertad, el imputado J, se trasladó a la vivienda de la madre del ofendido,
señora M, quien mantenía en su poder el teléfono celular número 305-4156 y al ingresar a la
vivienda el acusado H, exigió que el padre del ofendido debía ir a Rivas, Nicaragua y luego lo
trasladarían a donde se encontraba el ofendido.´10.- Fue así como alrededor de las siete de la
noche del dieciséis de agosto, dos mil seis, el acusado J, se presentó en la vivienda del ofendido,
en donde le preguntó a la señora M, madre del ofendido, por el paradero de J, padre del ofendido,
y en virtud de que la señora M, le indicó que no se encontraba éste último, el acusado le indicó en
forma amenazante que si no lo acompañaba el señor J, ella debería irse con él hasta Nicaragua,
siendo que el acusado se mantuvo en ese lugar a la espera del señor J, dentro de dicha vivienda
donde se encontraba la señora M. y a cuatro menores de edad llamados J. y E, todos G. P. 11.-
Que habiendo sido alertada por su madre, la joven A, fue a buscar a la policía, resultando que
Oficiales de la Fuerza Pública se presentaron en ese sitio alrededor de las tres de la madrugada
del día 18 de agosto de 2006 y verificaron la presencia del acusado en esa vivienda, a quien
detuvieron de inmediato y le decomisaron un teléfono celular marca Samsung.- 12. Que el
domingo veinte de agosto, dos mil seis, en virtud de la detención del acusado en suelo
costarricense y de la intervención de las autoridades en los hechos, el resto de los partícipes
dejaron en libertad al ofendido M, no sin antes amenazarlo de muerte si acudía a la policía. 13.-
Que como consecuencia de las agresiones infringidas por los secuestradores al ofendido P, éste
sufrió múltiples lesiones en su cuerpo, compatibles con la agresión antes descrita y que lo
incapacitaron temporalmente por diez días para sus labores habituales, sin provocarle incapacidad
permanente. 14.- Que el imputado no cuenta con antecedentes penales inscritos en nuestro país ”
(Cf. folios 344 vto. a 346 fte.). Al estudiar el cuadro fáctico trascrito, observa esta Cámara que en
el primer hecho, el a quo tiene por confirmado que el imputado J, formó parte de un grupo
organizado que buscaba privar de libertad al ofendido M, con un propósito muy específico:
obligarlo a entregar un objeto o mercancía que estos sujetos reclamaban. Más adelante, en el
sexto hecho probado, se especifica que la mercancía que estos sujetos pretendían obtener a través
la detención, era precisamente droga, cuya entrega exigieron al señor P, a cambio de su
liberación. Como bien señalan los representantes del Ministerio Público en su recurso, esta Sala
de Casación se ha pronunciado anteriormente, en el sentido de que el numeral 215 del Código
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Penal no distingue acerca de la naturaleza lícita o ilícita del rescate, con lo que es factible que lo
que se exige a cambio de la liberación de las personas sea un objeto ilícito (cf. voto n°. 2003-
00245 de las 15:00 hrs. del 25 de abril de 2003). La experiencia común nos ha enseñado que la
droga tiene un alto valor pecuniario en el “mercado negro”, de manera que al adquirir este tipo de
mercancía con miras a su posterior trasiego, se estaría procurando obtener un provecho
económico, esto es, se estaría persiguiendo un fin de lucro. Si para la obtención de la mercancía,
de la que se pretende obtener lucro o, en fin disponer de su provecho, se recurre a privar de
libertad a una persona, se cumple con los presupuestos objetivos y subjetivos del delito de
secuestro extorsivo. Por lo anterior, no lleva razón el tribunal de juicio cuando descarta en el caso
de estudio la existencia del tipo penal previsto en el numeral 215 del Código Penal, argumentando
que no se exigió a la familia del señor P, la entrega de dinero o alguna otra cosa, pues tal como
vimos supra, el tipo penal no requiere que se materialice una solicitud de rescate a terceras
personas, sino que para su consumación basta con que se prive de libertad a la persona con la
finalidad de obtener una ganancia o provecho, lo que en este caso se tuvo por demostrado,
precisamente cuando los secuestradores exigieron al propio ofendido la entrega de droga como
condición de su liberación, tal como se describe en los hechos probados 1 y 6. En segundo lugar,
tampoco es de recibo el argumento de que, aún cuando la droga tenga un valor determinado en el
mercado ilícito, esta representación dineraria no puede tener incidencia en el tipo de secuestro,
porque “[…] excede el elemento normativo de la finalidad de rescate con fines de lucro”. No
solamente deja sin explicación el tribunal por qué considera que el valor pecuniario de la droga
“excede” el elemento normativo de la finalidad de lucro en el delito de secuestro extorsivo, sino que
además no tomó en cuenta que, independientemente de la ilicitud de la mercancía que procuró
obtener el grupo del que formó parte activa el imputado J, el punto es que la privación de libertad
del ofendido tenía como propósito obtener una ganancia o provecho, por lo que la conducta del
sentenciado encuadra en los presupuestos del artículo 215 del Código Penal. Por lo expuesto, se
declara con lugar el recurso de casación interpuesto por el Ministerio Pública, y se dispone
recalificar la conducta del imputado J, al delito de Secuestro Extorsivo en calidad de coautor. En
virtud de lo resuelto por la Sala Constitucional, mediante voto n°. 2002-2050 de las 14:49 hrs. del
27 de febrero de 2002, en donde señala que contraviene el principio del debido proceso -según la
regulación del artículo 8.2 inciso h) de la Convención Americana sobre Derechos Humanos- que se
aumente la pena por el propio Tribunal de Casación al resolver un recurso, se dispone el reenvío
de los autos al tribunal de origen para que, con nueva integración, se proceda a fijar y fundamentar
la pena.”
[Sala Tercera]9
Voto de mayoría
"IV. [...] En segundo lugar, aunque se contó con elementos de juicio abundantes para concluir que
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Castillo Morales participó en la ejecución del delito, haciéndose cargo de la tarea de extorsionar a
la familia de la víctima, no los hubo para sostener que el acusado intervino de manera personal
atendiendo a su cautiverio o en el momento de su fallecimiento. El párrafo final del artículo 215 del
Código punitivo que invoca el Ministerio Público, no puede aislarse de la norma general contenida
en el artículo 37 del mismo texto y dispone: “Si la ley señalare pena más grave por una
consecuencia especial del hecho, se aplicará sólo al autor o partícipe que haya actuado, a lo
menos, culposamente respecto de ella”. En estos supuestos se está en presencia, como con
corrección lo examinó el a quo, de delitos cualificados por el resultado y la agravación no se aplica
de manera automática, por el solo hecho de que el resultado se produzca, sino que se exige su
atribuibilidad al agente o partícipe. La postura del Ministerio Público parte de la lectura aislada del
tipo penal de la parte especial, pero olvida que su interpretación debe hacerse con arreglo a las
previsiones contenidas en la parte general. La muerte de la víctima, en el secuestro extorsivo, no
es una consecuencia necesaria o “natural” del delito, como tampoco lo es, por ejemplo, en la
violación. Se trata de un resultado especial que, en la hipótesis de ocurrir, ha de ser atribuible al
partícipe, al menos a título de culpa. Desde luego, si la muerte ocurre de manera dolosa por parte
del secuestrador, existiría un concurso entre el secuestro y el delito de homicidio. En el presente
caso, ni el Ministerio Público ni el a quo pudieron establecer que Castillo Morales interviniera o
mantuviera siquiera un contacto personal con la víctima o bien que poseyese algún poder para
disponer la forma en que se realizaría el “levante” o se ejecutaría el cautiverio. Dentro del plan
común de los autores, se establece que le correspondió al justiciable la tarea de hacer llamadas
extorsivas, por lo que no es posible determinar que haya actuado (como lo prevé la norma) al
menos culposamente y provocara con ello la muerte del ofendido. El alegato de que también
debería aplicarse la causa de agravación referida al tiempo por el que se prolongó el cautiverio,
también debe rechazarse, pues el a quo no pudo fijar con exactitud la fecha en que ocurrió el
deceso de Garnier Fernández. Esto significa que el fallecimiento pudo sobrevenir incluso el mismo
día en que se ejecutó el secuestro, pues no existen datos objetivos suficientes para presumir que
tres días después del “levante” la víctima seguía con vida, ni siquiera para descartar la idea de que
murió mientras se le trasladaba, esposada y amordazada, a algún sitio en el que se le mantendría
en cautiverio. Ya se indicó también que, conforme la pieza acusatoria y el fallo, Castillo Morales no
intervino en la ejecución material de la privación de libertad del ofendido. El reparo de que se
agravó la conducta del justiciable partiendo de la premisa de que el secuestro normalmente es
ejecutado por organizaciones criminales, supone una lectura errada del fallo, pues lo que en él se
establece es que, dada la forma en que se desarrollaron los eventos, fue evidentemente necesario
que intervinieran otros sujetos y no solo Castillo Morales, quien, se reitera, solo se hizo cargo de
realizar los actos extorsivos, o al menos fue eso lo que logró demostrarse a plenitud. Esta
conclusión tiene sólido asidero, pues, en efecto, nociones elementales del sentido común indican
que sería imposible que el acusado, actuando solo, se hiciera cargo de secuestrar a una persona
que, según se determinó, poseía cierta fortaleza física y viajaba conduciendo su vehículo; que
lograra doblegarla, amordazarla, esposarla, trasladarla a un lugar para mantenerla en cautiverio,
hacer las llamadas y la nota extorsiva y luego sepultar el cadáver. Es obvio que las circunstancias
objetivas propias del hecho señalan, sin ninguna duda, que para ejecutar tales acciones se
requería necesariamente la actuación de dos o más sujetos, pues la víctima, se reitera, no era un
niño o una persona desvalida."
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e)Concurso real: Privación de libertad agravada y secuestro extorsivo
[Sala Tercera]10
Voto de mayoría
"I.- [...] B) ACERCA DE LOS DELITOS DE PRIVACIÓN AGRAVADA DE LIBERTAD EN DAÑO DE
GUILLERMO HERRERA BUSTOS Y FANIER SANDOVAL HERNÁNDEZ. Tal y como se explicó
supra, el Tribunal estimó que estos dos ilícitos concursaron materialmente entre sí y que al mismo
tiempo, también entraron en concurso real con el resto de las delincuencias. Debido a lo anterior,
es necesario analizar por separado cada uno de estos aspectos, pues la Sala considera que si bien
el segundo criterio es correcto, no por eso debe dejarse fuera de examen el primero, por cuanto
ambas figuras concursan idealmente entre sí. A efecto de explicar el por qué de tal conclusión,
debe tenerse claro que según se colige de la relación de sucesos probados, en este caso se dieron
varias circunstancias de importancia: (i).- La intención original de los acusados al ingresar a Costa
Rica, era perpetrar un secuestro extorsivo; (ii).- En un primer momento, los tres privaron de su
libertad - por igual - a los afectados Herrera Matamoros, Herrera Bustos y Sandoval Hernández,
luego de lo cual exigieron al primero identificarse; (iii).- Una vez que éste lo hizo y que aquellos
pudieron establecer su identidad, lo mantuvieron privado de libertad, exigiendo a cambio de ella,
cierta suma de dinero; (iv).- Desde el momento en que se retiraron del lugar con la persona a quien
querían secuestrar para cobrar un rescate, (Herrera Matamoros), los autores del hecho liberaron a
Herrera Bustos y a Sandoval Hernández, a quienes retuvieron por breves momentos. Estas
circunstancias - así expuestas - permiten comprender que la intención original de los acusados era
secuestrar únicamente a Herrera Matamoros, no obstante ello (antes de consumar dicha ilicitud)
por breves momentos también retuvieron a las otras dos personas, a quienes luego dejaron en
libertad, llevándose consigo a Herrera Matamoros. De acuerdo con eso, debe definirse la
naturaleza jurídica del tipo de concurso suscitado entre ambas privaciones de libertad (que incluso
parecen haber sido el medio inicial para consumar la incautación) y también entre éstas y el
secuestro extorsivo que después se desarrolló, sobre todo si en cuanto a este último se argumenta
que ambas privaciones fueron un acto previo e impune del secuestro. Al respecto debe indicarse,
que los temas discutidos aquí no resultan novedosos para la jurisprudencia de esta Sala, por
cuanto ya en una oportunidad se examinó y resolvió un caso análogo, en el cual se dieron
prácticamente las mismas circunstancias tenidas por demostradas en éste: “... en el presente caso
la sentencia de mérito consigna y separa con claridad dos diferentes acciones, cada una de ellas
individualizable en el tiempo, a saber: la primera, mediante la cual un grupo de personas, entre
ellas las dos ofendidas citadas, fue privado de su libertad por el justiciable y sus acompañantes y la
segunda, consistente en que estos efectuaron una selección de dos rehenes, las separaron del
resto del grupo, con el que, hasta ese momento, compartían idénticas condiciones, y las llevaron
consigo a otro sitio, con la finalidad, conseguida en última instancia, de obtener un rescate por
ellas. Esta pluralidad de actos exteriorizados, desplaza la aplicación del principio de especialidad y
permite analizar el subsidiario, para llegar a concluir que este último efectivamente se da, aunque
no del modo que expone quien recurre. En efecto, las condiciones que han de confluir para aplicar
esa forma de concurso aparente, por subsidiariedad material de hecho previo impune, son,
siguiendo al mismo autor nacional citado por quien recurre: “... primera, la presencia de dos
acciones punibles que se desarrollen sucesivamente en orden cronológico; segunda, que estas
acciones representen diferentes grados o estadios de ofensa a un mismo bien jurídico; tercera, que
ellas se encuentren en relación de medio a fin según el criterio del ‘id quod plerumque accidit’.”
(CASTILLO GONZÁLEZ, Francisco, El concurso de delitos en el Derecho Penal costarricense,
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Publicaciones de la Facultad de Derecho, Universidad de Costa Rica, San José, 1981, p. 50. En la
especie, y referido a la relación entre los veinticinco delitos de privación de libertad y los dos de
secuestro extorsivo, se echa de menos una de las exigencias, a saber: la lesión de un mismo bien
jurídico.Ello es así por cuanto existen ciertos bienes calificados de personalísimos, es decir,
aquellos que, como la libertad, no pueden ser separados de su titular. En estos casos, la sola
existencia de dos o más titulares del mismo bien, considerado en forma abstracta, conlleva
establecer que, en caso de lesión, se vulneran tantos bienes jurídicos como titulares de ellos hayan
sufrido el daño; consecuentemente, no es aplicable en esa hipótesis el concepto de que se trata del
“mismo bien jurídico”, en la forma que lo exige el principio de subsidiariedad en estudio. La doctrina
nacional señala en cuanto a este punto que: “... es posible el concurso ideal homogéneo: a) En
delitos que lesionan bienes jurídicos personalísimos. Bienes jurídicos personalísimos son aquellos
que no se pueden separar de su titular; de modo que una multiplicidad de sujetos activos (sic) trae
por consecuencia una multiplicidad de lesiones jurídicas. Así, hay concurso ideal homogéneo
cuando varias personas son muertas por una bomba, cuando varias personas son injuriadas con
una sola palabra, cuando varios individuos son secuestrados, cuando varios menores, mediante un
acto, son corrompidos. Bienes como la vida, la integridad corporal, la integridad sexual, la libertad,
el honor, etc. son inseparables de su titular.” (Ibídem, p. 64). En esta tesitura, se reitera, no puede
hablarse de un concurso aparente de delitos, como lo pretende quien recurre, ni siquiera entre los
veinticinco que se califican como privación de libertad, pues existen distintos bienes jurídicos
lesionados en forma independiente (aun cuando correspondan a la misma categoría fenoménica
general: libertad), y a pesar de que el daño haya sido infligido con una sola conducta, pues ello
constituye un concurso ideal homogéneo, en la forma que lo sostuvo el a quo. Por las mismas
razones, no puede tampoco considerarse que los referidos veinticinco delitos de privación de
libertad consistan en un hecho previo impune, al relacionarlos con los dos delitos de secuestro
extorsivo (concurrentes entre sí también en forma ideal homogénea), pues en la especie, se reitera,
dada la naturaleza personalísima del bien jurídico libertad, la diversidad de titulares conduce a la
multiplicidad de lesiones, sin que ellas puedan ser absorbidas por el daño causado al bien jurídico,
también personalísimo, de otro sujeto. Es oportuno resaltar, además, que la circunstancia de que
distintos delitos se vinculen entre sí de medio a fin, no es por sí sola suficiente para valorar los
hechos como un concurso aparente, sino que es necesaria la confluencia de otros requisitos, como
los reseñados, que permitan unificar jurídicamente las conductas (separables en el tiempo y el
espacio), así como la lesión al bien jurídico, único o prevalente ... En el presente caso no puede
sostenerse que la privación de libertad a la que fueron sometidas las veinticinco personas que,
además de las ofendidas, se hallaban en el hotel en que se desarrolló parte de los hechos,
configuren una conducta previa impune, a pesar de que el secuestro extorsivo constituyese el fin
último pretendido por los autores, pues no nos hallamos en presencia de una progresión de
ataques al mismo bien jurídico, por las razones ya referidas.En segundo término, es preciso acotar
que, de acuerdo con los hechos tenidos por demostrados en la sentencia, los delitos de
SECUESTRO EXTORSIVO se hallan en concurso real con los de PRIVACIÓN DE LIBERTAD,
pues la acción única con la que se ejecutó este último, que afectó a veinticinco personas y a las
dos ofendidas, no fue, ni material ni temporalmente, como se adelantó, la misma con la que, de
modo posterior, se realizó el secuestro de las últimas, de allí que se aprecie la carencia de uno de
los requisitos del concurso ideal, cual es la acción única que lesione distintos bienes jurídicos no
excluyentes entre sí (concurso heterogéneo) o que realice varias veces el mismo tipo penal
(homogéneo); unidad de conducta que también es característica normal del principio de
especialidad, en el concurso aparente, como ya se reseñó (ver, en este sentido: CASTILLO
GONZÁLEZ, Op. Cit., p. 40 y 47). No obstante ello, los actos a través de los cuales se completó el
secuestro, con ánimo de lucro, de ambas perjudicadas, sí han de verse como una acción unitaria,
desde el punto de vista jurídico y como un concurso aparente entre ese delito y el de Privación de
libertad del que, al inicio, fueron víctimas; pues el tipo penal del artículo 215 del Código punitivo es
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pluriofensivo, es decir, sanciona la lesión a varios bienes jurídicos, entre los cuales se halla el
tutelado por la norma que reprime la privación de libertad. En efecto, mediante el secuestro
extorsivo se vulneran el patrimonio, la libertad ambulatoria y la libertad de determinación (de la
persona que deba ejecutar la conducta exigida por los autores del hecho); de allí que sí sea posible
aplicar el principio de subsidiariedad material, en este caso específico, referido a los hechos que
sufrieran REGULA HOMBERGER y NICOLA FLEUCHAUS y estimar, como lo hizo el a quo, que su
privación de libertad constituye un hecho previo impune, cuando se lo relaciona con el secuestro
extorsivo a que luego dio paso ... ”, Sala Tercera de la Corte Suprema de Justicia, voto#1164-97,de
las 08:45 horas del 31 de octubre de 1997. Al aplicar los principios desarrollados por la
jurisprudencia de esta Sala en el asunto citado, debe concluirse que ambas privaciones de libertad
ejecutadas en perjuicio de Guillermo Herrera Bustos y Fanier Sandoval Hernández, concursan
materialmente con el delito de secuestro extorsivo, pues si bien hasta podría sostenerse que entre
las dos primeras y el segundo, existe una relación de medio a fin, no podría establecerse que
aquellas constituyan un acto previo impune, pues afectaron bienes jurídicos distintos que
impedirían dicha solución. Al respecto, no sólo podría considerarse esa relación de medio a fin,
pues también adquiere relevancia la naturaleza de los bienes lesionados, los que son de tipo
personalísimo. Este planteamiento no se altera en manera alguna por el hecho de que en ese
primer momento en que los imputados trabaron contacto con los ofendidos, también se retuviera a
Herrera Matamoros, quien más adelante fue objeto de secuestro extorsivo. En lo que a este
ofendido se refiere, debe concluirse que su privación de libertad inicial sí constituyó un acto previo
impune - de cara al secuestro - que más adelante se desarrolló, por existir entre ambas conductas
una unidad de acción desde el punto de vista jurídico (aunque no fáctico). Tal valoración no
resultaría aplicable en tratándose de los otros afectados, pues la acción única con la que se ejecutó
su privación de libertad (en la que sí puede predicarse unidad de acción desde el punto de vista
fáctico), que los afectó al propio tiempo a ellos y al perjudicado Herrera Matamoros, no fue, ni
material, ni temporalmente (desde el punto de vista fáctico), la misma con la que posteriormente se
realizó el secuestro de este último, de allí que se aprecie la carencia de uno de los requisitos del
concurso ideal, como es la acción única lesionadora de distintos bienes jurídicos no excluyentes
entre sí (concurso heterogéneo) o que realice varias veces el mismo tipo penal (homogéneo),
unidad de conducta que también es característica normal del principio de especialidad, en el
concurso aparente, como se reseñó. Debe aclararse y hacerse hincapié, en que los actos a través
de los que se desarrolló y perfeccionó el secuestro con ánimo de lucro del perjudicado Herrera
Matamoros, sí han de verse como una acción unitaria, ello no desde una perspectiva fáctica o
material (pues en realidad se trata de comportamientos distintos y bien diferenciables), sino desde
el punto de vista jurídico (plan de autor común) y por eso, como un concurso aparente entre ese
ilícito y el de privación de libertad del que al inicio fue víctima. Tal y como se indicó supra, el tipo
penal del artículo 215 del Código punitivo es pluriofensivo, es decir, sanciona la lesión a varios
bienes jurídicos, entre los que se le tutela por la norma que reprime la privación de libertad. Con
base en lo expuesto, es notorio que el fallo de mérito, sí incorporó un error sustantivo al calificar
ambas privaciones de libertad agravadas (en daño de Herrera Bustos y Sandoval Hernández) como
constitutivas de un concurso material entre sí, pues en realidad las dos se cometieron partiendo de
una acción unitaria, de donde debe concluirse que se está frente a un concurso ideal. Así las
cosas, se acoge parcialmente el reclamo de fondo deducido por la defensa, en virtud de lo cual
(aplicando las reglas del efecto extensivo de los recursos, aunado por el artículo 428 del Código
Procesal Penal), se rectifica por el fondo - y de manera parcial - el fallo de mérito, únicamente en
cuanto se calificó ambas delincuencias como constitutivas de un concurso material entre sí,
aclarando que se trata mas bien de un concurso ideal.”. Como se ve entonces, ese motivo no sólo
lo evacuó la Sala, sino que incluso lo declaró parcialmente con lugar, corrigiendo el fallo
condenatorio."
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f)Secuestro extorsivo: Sustracción de menor sin intención de obtener un rescate que luego
es abandonado y encontrado muerto
Análisis sobre los componentes esenciales del tipo
[Sala Tercera]11
Voto de mayoría
"II- El apoderado judicial de la parte querellante formuló recurso de casación, arguyendo dos
motivos de fondo. En el primero de ellos se señala la inobservancia del artículo 215, párrafo final,
del Código Penal, por cuanto la conducta ilícita ejecutada por el coimputado Agüero Cascante es
constitutiva del tipo de secuestro extorsivo. Reseña el recurrente, que dicho justiciable decidió
sustraer al menor Madrigal Bravo, trasladándolo a un sitio donde sería cuidado por una persona
pagada al efecto, para finalmente entregarlo a un supuesto padre biológico. Con posterioridad, en
el taxi conducido por el coencartado Valverde Rivera, lo llevó hasta el Tajo Comeza, en Pavas,
donde descendió con el niño, regresando solo unos veinte minutos después. Una semana más
tarde, el cuerpo del infante fue hallado en una represa en Brasil de Santa Ana. Añade que el
propósito de Agüero Cascante era obtener lucro con la sustracción del menor, de quien sabía que
vivía con sus progenitores. De seguido, ahonda en algunos detalles de los hechos que la sentencia
tuvo por acreditados, para inferir que si bien concuerda con la calificación de abandono que hizo el
a quo, hay una figura penal que resultaba aplicable al caso, en virtud del ánimo de lucro: el
secuestro extorsivo. Dice que aunque es cierto que ninguno de los involucrados en la sustracción
solicitó rescate por el menor, sí existía un propósito de lucro, que es un supuesto contemplado por
el mencionado artículo 215 del Código Penal, aparte de la finalidad de rescate. Añade que el plan
forjado por los acusados no incluía la restitución del niño a sus padres, sino la entrega a un tercero,
con el objetivo de obtener una ventaja patrimonial. Concluye diciendo que la enumeración de
finalidades hecha por el artículo 215, no está subordinada a la exigencia de un rescate, sino que
son supuestos típicos independientes, ya que lo que hay después del término “rescate” es una
coma. Además, la doctrina en que se apoya el tribunal (el argentino Sebastián Soler) no es
adecuada al caso, porque se refiere a una legislación donde el secuestro extorsivo sólo prevé la
hipótesis de la exigencia del rescate. No lleva razón el recurrente: Aunque la tesis que desarrolla
resulta interesante y bien articulada, la Sala no comparte la lectura que hace del tipo contenido en
el párrafo primero del artículo 215 del Código Penal. Este consigna que se sancionará a quien:
“...secuestre a una persona para obtener rescate, con fines de lucro, políticos o políticossociales,
religiosos o raciales”. Esto es, por lo menos en lo que respecta a ese primer párrafo, la intención de
obtener un rescate es componente esencial del tipo, siendo las variables del ánimo de lucro, fines
políticos o políticos sociales, religiosos o raciales, finalidades eventuales que puede tener dicha
intención de obtener un rescate. Pero, para que esos propósitos puedan operar como factor
tipificante, debe tenerse por establecida la configuración de la conducta, lo cual incluye como
componente básico la pretensión de obtener un rescate, el cual como se sabe y el propio
recurrente lealmente reconoce, está ausente en este asunto y fue descartada (folio 567). Al menos
en lo tocante el párrafo primero de ese artículo esa es la interpretación que cabe, no sólo por la
construcción misma de la norma (como ya se explicó), sino también porque no otra cosa permite
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entender su doble condición de ser extorsivo el secuestro y estar ubicado entre los delitos contra la
propiedad (título VII del Código Penal). En cuanto a lo primero, porque si no se exigiera rescate,
mediante la amenaza de la retención no se estaría conminando a una persona a tomar una
disposición patrimonial. En consecuencia, no habría extorsión y el secuestro dejaría de ser
extorsivo. En cuanto a lo segundo, porque de acuerdo a la interpretación del impugnante, bastaría
la existencia de una finalidad, ya no de lucro, sino de las otras enlistadas en ese párrafo (políticas,
politicosociales, religiosas o raciales), para que se concrete un delito regulado entre las agresiones
contra la propiedad, aunque no se haya exigido rescate y no haya fin de lucro. En consecuencia, no
es correcto estimar que la mera concurrencias de una de las supracitadas finalidades unida al
secuestro constituya un secuestro extorsivo, aun en ausencia de la intención de obtener un rescate.
Antes bien, debe inferirse que dichas finalidades son las que debe tener el rescate obtenido o que
se pretenda obtener utilizando el secuestro de una persona. Debe reconocerse, sin embargo, que
en otros extremos del mismo artículo 215 se prevé hipótesis impropias que por similitud el
legislador incluyó entre las lista de situaciones agravadas, a pesar de que no configuran
propiamente secuestros extorsivos, sino secuestros simples calificados por las personas en las que
recaen y el tipo de exigencias que se hace (incisos 5 y 6). Pero, como puede verse, esas
previsiones constituyen normas básicas propias (a diferencia de las otras circunstancias
agravantes), que se bastan por sí mismas y no precisan remitirse a la construcción subordinante y
básica del párrafo primero, siendo que su presencia en el artículo 215 del Código Penal sólo es
explicable por una errónea técnica legislativa que, por la similitud que presenta el rasgo grueso del
secuestro de una persona las incluyó en este; aunque en lo demás sean diferentes en su
naturaleza o taxonomía."
[Sala Tercera]12
Voto de mayoría
"IV.- En el recurso por el fondo, aduce errónea aplicación de la ley sustantiva. En este sentido,
considera quelos: “... indicios probatorios no permiten la aplicación del numeral 215 del Código
Penal, sea la conducta de secuestro extorsivo, sino que por el contrario lo que permite es la
aplicación de los numerales 191 o 192 del Código penal a saber la privación de libertad... ” (cfr.
recurso folio 231). A ello agrega, que existe una duda razonable acerca de cómo acontecieron los
hechos y en aplicación del principio in dubio pro reo, considera que debe absolvérsele por el
secuestro extorsivo y dictar condena por la privación de libertad (cfr. folio 232). De seguido, en el
mismo motivo reprocha que no se fundamentó ni por qué se aplicó el tipo penal, ni tampoco se
justificó la sanción que en definitiva recayó (cfr. recurso folio 234). El reclamo no es atendible: Así
es, en la base de su impugnación, quien recurre modifica el cuadro de hechos fijados por el
sentenciador, para concluir que a través de la valoración de la prueba propuesta, que ésta Sala
varíe la calificación jurídica establecida en el fallo de mérito por otra que resulta más ventajosa a
los intereses de sus patrocinados. Esta técnica impugnaticia es incorrecta, pues irrespeta el
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principio de intangibilidad de los hechos probados, según el cuál al Tribunal de Casación le está
vedado modificar los hechos demostrados. Sin embargo, de una lectura atenta del fallo en cuestión,
la Sala aprecia que la adecuación típica realizada resulta conforme a Derecho, pues se comprobó
que las menores de edad fueron privadas de su libertad y para obtener su liberación, se exigió
entregar un rescate, lo cual enmarca en las previsiones del numeral 214 del Código sustantivo
aplicado en la especie. Cabe anotar, que el citado numeral no distingue acerca de la naturaleza
lícita o ilícita del rescate, con lo que es factible, como aconteció en la especie, que lo que se exige
a cambio de la liberación de las personas sea un objeto ilícito. Al respecto, debe tenerse en cuenta
que el patrimonio (como bien jurídico comprometido en el secuestro extorsivo junto a la libertad de
movimiento) puede verse afectado mediante la demanda de que se entreguen objetos, bienes o
valores o que se renuncie a los mismos, en el entendido de que ese acto dispositivo tiene un valor
económico. En el caso concreto que ahora se conoce que es un secuestro extorsivo (y que por
similitud del objeto protegido, puede aplicarse en la extorsión), el patrimonio es el conjunto de
bienes o valores económicos evaluables pecuniariamente, que se encuentran bajo el poder de
disposición de una persona, independientemente de que gocen o no del reconocimiento del
Derecho (Sobre este concepto económico del patrimonio, véase: Conde-Pumpido Ferreiro,
Cándido: Estafas, Tirant lo blanch, Valencia, 1.997, pág. 37. Romero Soto, Luis: El delito de estafa,
editorial Carvajal S.A., 1.990, págs 5 a 6. Castillo González, Francisco: El delito de extorsión,
Seletex Editores, 1.991, págs. 35 a 38, donde concluye que la teoría que debe seguirse en nuestro
medio es una posición mixta o económico jurídica, en la medida en que las posiciones económicas,
de acuerdo al principio de unidad del ordenamiento, deben estar respaldas o al menos no
desaprobadas por el derecho, págs. 41 a 42. En el mismo sentido: Castillo González, Francisco: El
delito de estafa, Editorial Juritexto, 2001 págs. 74 a 75). En consecuencia, si lo que se reclamaba a
cambio de liberar a los menores, era entregar cuatro kilogramos de cocaína, se refería
indudablemente a un objeto ilícito que posee un valor económico considerable (cfr. sentencia folio
167)."
h)Secuestro extorsivo: Agravante por causar al ofendido lesión que deja marca indeleble en
el rostro es aplicable a todos los coimputados
Consumación no depende de la constatación del cobro del rescate
[Sala Tercera]13
Voto de mayoría
"II. Sobre el recurso planteado por la licda. AAC. Como primer motivo, la defensora particular
de los endilgados Eduardo Indalecio Parra Marmolejo y Bernulfo Bermúdez Hernández acusa el
quebranto del principio de derivación y, por ende, falta de fundamentación. Considera que no se
está ante el delito de secuestro extorsivo consumado y estima que la agravante acreditada no
podía aplicarse a sus defendidos.Estima la recurrente que se logró determinar que en la especie se
dan dos momentos históricos distintos: el primero de ellos se relaciona con la privación de libertad
del ofendido, que es cuando a la fuerza es retenido en un vehículo y se le provoca la herida tras la
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cual subsiste una marca indeleble en su rostro; el segundo se refiere a la etapa en que el
perjudicado se encontró internado en la montaña.Expresa la impugnante que no es posible derivar
con certeza que quienes estuvieron junto con la víctima en el sitio donde estuvo cautiva son los
mismos que lo interceptaron la noche que se le privó de su libertad. Por ello, sostiene que no puede
atribuírsele a sus defendidos –por estar fuera de los supuestos de comunicabilidad de las
circunstancias- la responsabilidad por la marca indeleble que se dejó en el rostro del
agraviado.Agrega que el delito de secuestro extorsivo no puede tenerse por consumado, pues no
es posible acreditar que se haya efectuado cobro alguno a la familia del ofendido como rescate
para dejarlo en libertad. El alegato es inatendible. En cuanto al tema de si el delito que aquí
interesa debe considerarse consumado o si debe tenerse como una tentativa, estima esta Sala que
en efecto –tal como lo acreditó el a-quo- el ilícito de comentario se consumó. Un delito se tiene por
consumado una vez que se ha cumplido con los elementos del tipo (sobre el tema
véase: Bacigalupo, Enrique.Derecho penal. Parte general, Editorial Hammurabi, S.R.L., Buenos
Aires, Argentina, 2ª edición, 1999, p. 462).Así, la conducta delictiva se tiene por configurada una
vez que el autor ha desarrollado todo aquello que el legislador determinó que es constitutivo de un
delito en particular.La tentativa, en cambio, se da cuando se ha iniciado la ejecución del ilícito y
éste no llega a consumarse por razones independientes del agente (artículo 24 del Código
Penal).En el presente caso, el a-quo tuvo por demostrado (ver folios 608 a 611) que cerca de las
23:30 horas del 11 de noviembre de 2000, el ofendido Mario Espinoza Ramírez fue interceptado
por varios sujetos y lo introdujeron contra su voluntad en un vehículo.Uno de sus captores le indicó
que se trataba de un secuestro y le golpeó con algún objeto, produciéndole una marca indeleble en
su rostro.Al agraviado lo llevaron a una montaña donde lo retuvieron por tres días.Durante ese
tiempo, los sujetos pidieron dinero a la familia de la víctima como condición para liberarlo.El 14 de
noviembre de 2000, guardaparques del Ministerio del Ambiente y Energía lograron liberar al
ofendido.Todos esos hechos se enmarcan dentro de lo que previó el legislador como secuestro
extorsivo en el artículo 215 del Código Penal, tal cual estuvo regulado este delito desde la reforma
introducida mediante Ley N° 5789 del 1° de septiembre de 1975 hasta la modificación efectuada
mediante Ley N° 8127 del 29 de agosto de 2001 (publicada esta última en el Diario Oficial La
Gaceta N° 179 de 18 de septiembre de 2001).Debe destacarse que aquí se está ante la toma por la
fuerza y contra su voluntad de un ser humano, cuya libertad se condiciona al pago de un rescate;
además, a esta persona se le dejó una marca indeleble en su rostro (que es uno de los casos
previstos por el legislador como lesión grave, según lo establecido en el artículo 124 del Código
Penal).En ese sentido, es evidente que se han materializado todos los supuestos contemplados en
el primer párrafo y en la primera frase del último párrafo del artículo 215 de dicho texto normativo,
por lo cual el secuestro extorsivo debe tenerse por consumado.Así las cosas, la decisión del a-quo
en cuanto a ese punto es correcta, siendo imposible considerar ese ilícito como tentado.Además,
es necesario decir que la separación que hace la recurrente de los hechos acreditados como si
fueran dos momentos completamente independientes, no se deriva de lo que consta en autos.En
realidad no hay tal independencia de momentos, toda vez que aún partiendo de que hubo una
distribución de funciones entre los secuestradores, de tal manera que unos individuos eran los
encargados de privar de su libertad a Espinoza Ramírez y otros los de retenerlo en la montaña, lo
cierto es que se está ante un solo secuestro extorsivo, basado en un plan en el que se predisponía
vencer la resistencia del ofendido de cualquier manera, por lo que la causación de heridas a éste
era algo previsto y aceptado por los secuestradores, de modo que igualmente responden por la
lesión producida al afectado.Por último, en lo que se refiere al cobro de rescate para liberar a la
víctima, debe aclararse que el secuestro extorsivo no depende para su consumación de que en la
especie se constate dicho cobro. Lo que sí exige el legislador es que el secuestro se produzca para
obtener rescate.En otras palabras, el delito de comentario no contempla como factor decisivo para
su consumación el que se cobre rescate alguno, sino que el secuestro se lleve a cabo para pedir
ese rescate.Ello hace posible que este ilícito se configure antes de que se llegue siquiera a solicitar
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el rescate a cambio de la libertad de la víctima.En ese sentido, el problema que plantea la
licenciada Araya Chaverri es irrelevante para efectos de acreditar en esta causa que el secuestro
extorsivo se encuentra consumado.En todo caso, adviértase que en el hecho probado 6) (ver folio
609) se acreditó que sí se pidió rescate a la familia del ofendido, lo cual encuentra sustento en lo
que él narró (ver folio 572), de modo que no le asiste razón a la recurrente.Por todo lo anterior, se
declara sin lugar este extremo del recurso."
i)Privación de libertad sin ánimo de lucro: Análisis del tipo y distinción con el secuestro
extorsivo
[Sala Tercera]14
Voto de mayoría
"No hubo privación de libertad sin ánimo de lucro agravada. Según el artículo 191 de nuestro
Código Penal: «Será penado con prisión de seis meses a tres años el que sin ánimo de lucro,
privare a otro de su libertad personal». ¿A qué se alude con el ánimo de lucro en este tipo penal?
La respuesta a esta interrogante debe buscarse necesariamente a partir de un análisis histórico.
Desde un punto de vista técnico, no cabe duda de que se trata de un elemento subjetivo del tipo
diferente al dolo (este último sería simplemente el conocimiento y voluntad de privar de su libertad
a otro). Tratándose la figura del artículo 191 de un delito contra la "libertad de determinación", pues
es bajo ese título que el legislador quiso cubrir «todos los aspectos relativos a la libertad individual»
(Exposición de motivos del Código Penal, en Vincenzi, Atilio: Código Penal, San José, Colegio de
abogados, 1972, p. 47), parece que dicho elemento fue introducido por el legislador de 1973 para
subrayar la diferencia entre este delito y el de Secuestro extorsivo: «Se impondrá prisión de ocho a
doce años a quien secuestre a una persona para obtener rescate, con fines de lucro, políticos o
políticosociales, religiosos o raciales» ([...], artículo 215, párrafo primero, del Código Penal).
Decimos lo anterior pues esta nueva formulación sugiere que quisieron solventarse las dificultades
interpretativas que presentaban estas figuras en el anterior Código Penal de 1941, del cual vale la
pena citar para un mejor entendimiento de nuestra análisis: «Artículo 244. -Se aplicará prisión de
un año y medio a cuatro años, al que prive a otro indebidamente de su libertad personal, cuando
ocurra alguna de las circunstancias siguientes: 1ª- Si el hecho se cometiere con actos de violencia
personal, o con amenaza, o con propósito de lucro, o con fines religiosos, o para satisfacer
venganzas...» Esta última figura se ubicaba en el capítulo correspondiente a los delitos contra la
"libertad individual". En cambio, como un delito contra "la propiedad", el Código anterior decía:
«Artículo 279.- Sufrirá prisión de cinco a diez años, el que detuviere en rehenes a una persona para
obtener rescate» Esta otra figura se consignaba bajo el capítulo de la "extorsión". Lo curioso es que
a la primera se le denominaba "secuestro con propósito de lucro" mientras que a la segunda se le
llamaba "secuestro para obtener rescate" (cfr. la edición del Código Penal de 1941 publicada en
San José por el Ministerio de Justicia, Imprenta Nacional, 1950, p. 195). Una disposición parecida
se encontró anteriormente en el texto originario del Código Penal argentino de 1921, Ley 11.179,
con las modificaciones introducidas por la ley 20.642 de 1974, que suprimió el "propósito de lucro"
como una circunstancia agravante -no constitutiva- del llamado delito de "Privación ilegal de la
libertad" que otrora contempló aquella legislación (cfr. Breglia Arias, Omar y Gauna, Omar: Código
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Penal y leyes complementarias, Buenos Aires, Editorial Astrea, 2ª edición actualizada, 1987, p. 442
y el comentario de Soler, Sebastián: Derecho Penal Argentino, Buenos Aires, 1951, Tomo IV,
Tipográfica Editora Argentina, 1951, p. 52 a 53). Por otra parte, comentando el texto actual de
nuestro Código Penal, señala Llobet que nuestra figura de Privación de libertad sin ánimo de lucro
es un delito doloso y que es una "ocurrencia" de nuestro legislador exigir la inexistencia del
elemento subjetivo "ánimo de lucro": «De acuerdo con una interpretación literal del artículo en
comentario podría decirse que si en la privación de libertad el sujeto activo ha actuado "con ánimo
de lucro", pero no se encuadra el hecho dentro del artículo del secuestro extorsivo, el hecho es
impune. Nosotros nos inclinamos por una interpretación sistemática y teleológica del artículo. El
legislador al mencionar que la privación de libertad debía ser sin ánimo de lucro, tenía en mente lo
prescrito en el delito de secuestro extorsivo. En realidad por ello, y de acuerdo con una
interpretación sistemática debemos entender la mención de que la privación de libertad sea "sin
ánimo de lucro", en el sentido de que no sea pretendido ese específico ánimo de lucro que supone
el pretender rescate, de modo que otros casos en que se ha actuado con ánimo de lucro, pero no
encuentran tipificación en el delito de secuestro extorsivo serán punibles con base en el artículo en
comentario» (Llobet Rodríguez, Javier y otro: Comentarios al Código Penal, San José, Editorial
Juricentro, 1989, págs. 329 a 330). La anterior interpretación es sugestiva porque da congruencia
del sistema, y la verdad es que todo apunta a que efectivamente el legislador pensó en la privación
de libertad como una figura genérica respecto al secuestro extorsivo. Sin embargo, esta Sala
considera que una interpretación teleológica o sistemática como la propuesta por Llobet -aún
cuando da un sentido coherente a la relación existente entre estas normas-, no puede admitirse en
materia penal, porque se presta para enmendar y obviar un error de técnica que sólo es imputable
al legislador, pues lo cierto es que la estructura típica del artículo 215 (en cuanto alude a los "fines
de lucro" como elemento típico) era por sí sola suficiente para establecer la diferencia, por
especialidad, entre los delitos de secuestro extorsivo y de privación de libertad, pues la confluencia
entre ambos es sólo aparente. En el artículo 191, exigir la ausencia de ánimo de lucro no solo es
redundante al efecto de establecer la diferencia con el artículo 215, sino que además tiene el
inconveniente de que, en casos como el presente, excluye la posibilidad de sancionar a quien de
manera injusta privare a otro de su libertad personal, con ánimo de lucro, pero sin secuestrarla para
obtener rescate, que obviamente no era la finalidad del legislador (esto último es evidente, pues si
merecedor de tutela penal lo es la privación de libertad sin ánimo de lucro, también lo debe ser
aquella que ha sido animada o motivada por un fin como ese, que agrega un desvalor ético a la
acción). Del hecho acreditado por el a quo resulta claro que la privación de libertad a que fueron
sometidos los ofendidos entre las 20 horas del 3 de abril hasta las 2 horas del día siguiente, era el
medio seleccionado por los agentes para facilitar y ejecutar la sustracción de dineros del cajero
automático, incluso para asegurar el resultado, pues precisamente la injusta y violenta privación de
su libertad a que fue sometida, constriñó a la ofendida a dar el número de clave o pin de su tarjeta,
temiendo las represalias que pudiera provocar no revelarlo correctamente. El ánimo de lucro es
innegable pues así es que pudieron apoderarse de una considerable suma de dinero, por lo que la
privación de libertad se reduce a un acto de ejecución del Robo, incapaz de dar lugar a la figura
simple prevista en el artículo 191, mucho menos a la forma agravada del artículo 192."
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42
1 Lombana Velasquez, C. E. (1994). El delito de secuestro en Colombia. Pontificia Universidad Javeriana.
Facultad de Ciencias Jurídicas y Socioeconómicas. Santa Fe de Bogotá D.C., Colombia. Pp. 5-12.
2 Landrove Díaz, G. (1999). Detenciones ilegales y secuestros. Editorial Tirant lo Blanch. Valencia.
España. Pp. 117-124.
3 Pulido Barrantes, C. A. (1988). El secuestro. Plaza y Janes Editores Colombia Ltda. Bogotá. Colombia.
Pp.73-88.
4 Barboza Hernández, T. M. (2003). Análisis Jurídico del Secuestro: sus Consecuencias Sociales y
Psicológicas desde el punto de vista de la Protección de las Víctimas a Nivel Internacional. Tesis para
optar al grado de Licenciatura en Derecho. Universidad de Costa Rica. Facultad de Derecho. Ciudad
Universitaria Rodrigo Facio. San Pedro de Montes de Oca, San José. Costa Rica. Pp. 18-43.
5 ASAMBLEA LEGISLATIVA. Ley número 4573 del cuatro de mayo de 1970. Código Penal. Fecha de
vigencia desde: 15/11/1970. Versión de la norma 36 de 36 del 03/08/2011. Datos de la Publicación Nº
Gaceta 257 del 15/11/1970. Alcance 120A.
6 TRIBUNAL DE CASACIÓN PENAL DE SAN RAMÓN.- Sentencia número 298 de las quince horas
cuarenta minutos del catorce de agosto de dos mil nueve. Expediente: 08-000081-0016-PE.
7 SALA TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA.- Sentencia número 414 de las diez horas
once minutos del treita de abril de dos mil ocho. Expediente: 05-000012-0006-PE.
8 SALA TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA.- Sentencia número 21 de las ocho horas
treinta minutos del dieciocho de enero de dos mil ocho. Expediente: 06-201172-0396-PE.
9 SALA TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA.- Sentencia número 18 de las nueve horas
del veintitrés de enero de dos mil siete. Expediente: 02-001013-0042-PE.
10 SALA TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA.- Sentencia número 934 de las once horas
cuarenta y cinco minutos del diecisiete de agosto de dos mil cinco. Expediente: 05-000012-0006-PE.
11 SALA TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA.- Sentencia número 1010 de las diez horas
diez minutos del siete de noviembre de dos mil tres. Expediente: 02-009114-0042-PE.
12 SALA TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA.- Sentencia número 245 de las nueve horas
quince minutos del veinticinco de abril de dos mil tres. Expediente: 01-000124-0636-PE.
13 SALA TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA.- Sentencia número 923 de las nueve horas
diez minutos del veinte de setiembre de dos mil dos. Expediente: 00-000725-0070-PE.
14 SALA TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA.- Sentencia número 772 de las nueve horas
quince minutos del veinticinco de junio de mil novecientos noventa y nueve. Expediente: 97-000761-
0212-PE.