Lastra - 2006
Lastra - 2006
Lastra - 2006
)
Silvia Nagy-Zekmi y Luis Correa-Díaz (comps.)
E xtranjero ante las ruidosas urbes literarias, pero
ciudadano con plenos poderes en la república de las
letras, Pedro Lastra, parco y libérrimo al decir de Gonzalo
Rojas, nos sigue desafiando. Podríamos afirmar, parafra-
seando a Joseph Brodsky, que «mientras más lo leemos, más
insufrible nos resulta cualquier tipo de verborrea; que el buen
estilo es siempre rehén de la precisión, de la rapidez y de la
lacónica intensidad de la dicción poética». La cortesía a la
palabra escueta, cincelada con amor y rigor, dos términos Acerca de la obra poética de Pedro Lastra
hoy en divorcio pero que en estas páginas se vuelven a con-
certar, es el mejor homenaje a la delicadeza como una de
las formas más queribles de la perplejidad, esa perplejidad
–descolocación y lejanía, nos diría Pedro– que el poeta mide
con nosotros «no a la luz plena sino en zonas intermedias,
donde la luz linda con la sombra». Saludemos la urgencia
de este libro, que Pedro Lastra, maestro generoso de diver-
sas generaciones, tiene mucho todavía por enseñarnos.
4
Antología perpetua:
la obra poética de Pedro Lastra
Edición de:
Silvia Nagy-Zekmi
Luis Correa-Díaz
5
Ch861 Nagy-Zekmi, Silvia et al.
I Antología perpetua: la obra poética de Pedro
Lastra/ Edición: Silvia Nagy-Zekmi y Luis Co-
rrea-Díaz. -- Santiago : RIL editores, Archivo del
Escritor, 2006.
250 p. ; 21 cm.
ISBN: 978-956-284-524-3
Antología perpetua.
La obra poética de Pedro Lastra
Primera edición: diciembre 2006
ISBN 978-956-284-524-3
Derechos reservados.
6
Índice
1. Acercamientos críticos
7
Pedro Lastra, o la vida que «urde allá afuera»,
Elizabeth Monasterios P. ....................................................... 151
2. Miscelánea
Documentos, prólogos y discursos
Una sonaja de oro entre las redes , Enrique Lihn ....................... 199
8
Ejercicio de diálogo. Pedro Lastra: El poeta chileno que regresa
de Estados Unidos, Sergio Rodríguez y Francisco Véjar. ....... 227
9
10
Prólogo
1
En su ensayo «Stephen Crane’s Metaphor of Decorum. Maurice Bassan,
ed. Stephen Crane. A Collection of Critical Essays. Englewood Cliffs, NJ:
Prentice-Hall, Inc., 1967. 67-79. Si este prólogo nuestro llevara título, iría
seguramente en la línea de lo dicho por Jonson respecto a Crane. Cuestión
que, sin embargo, ya se halla cifrada en el poema de Lihn que aquí se re-
cuerda y que ha acompañado repetidamente la poesía de Lastra.
11
Silvia Nagy-Zekmi y Luis Correa Díaz
2
Véase también en este libro un texto emblemático ya desde su título, «Mi
amistad con Pedro Lastra» de Rigas Kappatos.
3
Recuérdese su «Arte poética»: «En un cielo ilegible he pintado mis ángeles
/ y es allí que combaten por mi alma, / y en la noche me llaman de uno y
otro lado: / no en el día, / porque la luz les quita la palabra.» (a no ser que
se especifique otra fuente, citamos en lo sucesivo por la edición de LOM de
1998: 113).
12
Prólogo
4
Un poema para ilustrar, «Escribo el nombre de Nerval»: recuerdo un verso
y lo repito / es su palabra la que digo / la que recuerdo y alguien dice / y no
soy yo y el balbuceo / de su palabra es el silencio / (¿quién habla aquí, quién
está aquí?)». (99)
5
Vale precisar: «For Aristotle, philia is not a simple name of a certain type of
affectionate relationship as ‘friendship’ is today. It is rather an essential
part of one’s ethos, almost a synonym for ‘goodness,’ but as a trait it exists
only as actual, intentional, and reciprocal goodwill toward the other.»
Kuisma Korhonen, Textual Friendship. The Essay as Impossible Encounter.
From Plato and Montaigne to Levitas and Derrida (New york: Humanity
Books, 2006), 104.
13
Silvia Nagy-Zekmi y Luis Correa Díaz
6
Quizás el poema más emblemático sea «Conversación con Mary Anna en
‘La casa de la cima’» (36).
7
Incluso podría llegar a afirmarse que sus Conversaciones con Enrique Lihn
(Santiago: Atelier Ediciones, 1990 / Xalapa, México: Universidad
Veracruzana, 1980) no son sólo una pieza maestra en el ejercicio del diálo-
go literario intelectual, sino que además puede tenérselas como
14
Prólogo
Diario
Conversación con alguien.
La muerte escuchaba esas palabras
que ya no estarán más:
y al otro día una semana un mes después de un año
recordaremos. ¿Recordarán ustedes?
¿O todo ha sido y es la memoria de nadie? (74)8
15
Silvia Nagy-Zekmi y Luis Correa Díaz
[…]
Rodeados por ella [la memoria] bebimos nuestro vino,
hicimos planes para los días próximos,
pensábamos
que el poema y el viaje iban a repetirse
como el vasto espejo de Paracelso.
[…] (105)
16
Prólogo
tual anterior -lo que aleja más aún en el tiempo la conversación ‘real’
(cara a cara) con Lentini, poeta amigo-, abre paso a un tono elegíaco
respecto a una (cierta) juventud ida, nunca olvidada del todo, pero
sobre todo se deja a luz un lastreano ubi sunt de los amigos…11
Y si tuviéramos que entrar de lleno a esa segunda modalidad
(genérica) discursiva, la de la elegía -sin mencionar la práctica deriva-
da del género ‘In memoriam»12-, habría que ir directo al poema más
representativo de ésta en la obra poética de Lastra.13 Se trata, todos lo
saben ya, de «Noticias del maestro Ricardo Latcham, muerto en La
Habana», que viene acompañado de un epígrafe esclarecedor, en cuanto
al tema de la ejemplaridad propio del género, tomado de las letras de
otro poeta, Eduardo Anguita: «Esto no es un poema es un ejemplo que
pasó…»14 Esta elegía se propone desde un comienzo como una con-
versación (deseada) debida con el maestro desaparecido:
17
Silvia Nagy-Zekmi y Luis Correa Díaz
15
Del otro amor hay una antología que consultar, Palabras de amor (2002).
18
Prólogo
16
Conviene tener presente el siguiente pasaje del capítulo «A Noncommunity
of Writing (Derrida)» de Textual Friendship: «Our experience of writing is
radically communal, the Other always preceding and governing the Same.
This community of writing should not be understood, Derrida suggests, in
a sense of brotherhood or neighborhood. Our community, if we must use
the word, should be a community without community, community of those
who do not have a community; perhaps a noncommunity of writing where
the Same faces the Other in the heart of chiasmatic philopolemology, the
Same both loving and opposing the Other, avoiding thus the temptations
that longing for common identity may cause –nepotism, nationalism, racism,
all the diseases of identity.» (Korhonen 394)
19
Silvia Nagy-Zekmi y Luis Correa Díaz
17
Este prólogo de Lihn aparece más adelante en la sección Miscelánea. De
manera similar Miguel Gomes afirma al iniciar su «Prólogo» a las Noti-
cias… de 1998: «Hay poetas cuya obra desarrolla obsesivamente un puña-
do escaso de materias; todos sus libros son uno –un poema único todos sus
poemas. El sentido más determinante de su escritura nace de esa restric-
ción. La poesía de Pedro Lastra es un buen ejemplo de ello.» (3)
20
Prólogo
18
De hecho todo hace pensar que las de 1998 será el último poemario que
lleve el título de Noticias del extranjero.
19
No hay que olvidar que Lastra ha sido un excelente antologador de cuen-
tos, chilenos y latinoamericanos, y de poesía. A lo que habría que agregar
su labor de prologista y editor. Las referencias bibliográficas de todo esto
se encuentran en los estudios críticos que siguen a estas páginas.
20
Los dos anteriores son: el ya mencionado Pedro Lastra o la erudición com-
partida (1988) y «Con tanto tiempo encima.» Aportes de literatura lati-
noamericana en homenaje a Pedro Lastra, editado por Elizabeth Monaste-
rios P. (La Paz, Bolivia: Plural Editores / Universidad Mayor de San Andrés,
1997). Ambos libros contienen, no obstante, testimonios, cartas, homena-
jes poéticos y algunos estudios sobre su poesía. Habría que incluir aquí
otros dos homenajes al poeta, cuyas explicaciones están en ellos mismos: la
edición de Three Poems / Tres poemas para Juanita (1998) y la de Leve
canción (2005), idea-regalo de Irene Mardones Campos. Para una reseña
de este último, véanse la del poeta Juan Cameron en http://
www.liberacion.press.se/notas/cameron.htm, y la del crítico Grinor Rojo
en http://www.letras.s5.com/pl030806.htm
21
Silvia Nagy-Zekmi y Luis Correa Díaz
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Prólogo
22
Como los califica Gomes en una reseña de Leído y anotado http://
www.everba.com/summer02/leido.htm
23
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24
1
Acercamientos críticos
25
26
Las estrategias del silencio:
Pedro Lastra y la
postvanguardia chilena1
Miguel Gomes
The University of Connecticut-Storrs
1
Este artículo apareció recientemente en Acta Literaria 7/1/2005. Se agrade-
ce el permiso re reproducir el artículo.
27
Miguel Gomes
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Las estrategias del silencio
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Miguel Gomes
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Las estrategias del silencio
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Miguel Gomes
32
Las estrategias del silencio
ción anecdótica es, no menos, el silencio que aísla al verso con que se
remata el poema.
El discípulo: este aspecto del sujeto lírico lastriano es tremen-
damente significativo no sólo porque Neruda haya recurrido —des-
de la tercera Residencia— a un «yo» que enseña historia —entre
otras cosas— y guía magistralmente al pueblo, sino también porque
la crítica de esa práctica no necesariamente descarta un ideario so-
cial común. Uno de los textos esenciales de Lastra, «Noticias del
maestro Ricardo Latcham, muerto en La Habana», de hecho, aun-
que nos ahorra declaraciones, no oculta por las referencias
contextuales y los vínculos amistosos y paterno-filiales entre los per-
sonajes que el autor inscrito en los versos durante cierta época con-
templó como posible un horizonte político, si no idéntico, al menos
emparentado con el nerudiano. Pero aquí, excepto las íntimas, no
hay mayores revelaciones y de nuevo el discípulo esquiva los triun-
fos o una bloomiana tirantez edípica con el maestro; por el contra-
rio, hasta el humor casero —y aludo a la enorme diferencia que hay
entre éste y el más histriónico de Parra— recalca el deseado tono
menor:
33
Miguel Gomes
4
Empleo el término en una acepción amplia, la que psiquiatras como Adolf
Guggenbühl-Craig le han dado, remozando y reformulando psicológica-
mente a Platón.
34
Las estrategias del silencio
5
Mi lectura complementa en cierta forma la que Lihn hizo del mismo texto
hacia 1984: la «sonaja de oro» sugiere, para él, una cualidad del lenguaje
en general (182).
35
Miguel Gomes
36
Las estrategias del silencio
6
Además de que algunos poemas de Lastra hacen de Hahn un personaje, a él
ha dedicado también textos claves de su producción —y, viceversa, una de
las pocas dedicatorias que figuran en la poesía de Hahn es a Lastra. En otra
faceta suya, la de investigador literario, Lastra ha organizado volúmenes
acerca de Hahn (Asedios a Óscar Hahn, Santiago de Chile: Editorial Uni-
versitaria, 1989, coeditado con Enrique Lihn; y El arte de Óscar Hahn,
Lima: Santo Oficio, 2002).
7
Importa, en ese sentido, atender al diálogo de Hahn con dos de los poetas
chilenos más representativos de las nuevas promociones, Ismael Gavilán y
Marcelo Pellegrini:
«I.G./M.P.: Siguiendo con el tema de la tradición y la novedad, ¿qué hay
sobre su apropiación del soneto?
O.H.: Venerable tradición y a la vez desprestigiada, porque piensen que
en la época en que comencé a escribir sonetos, en los años 60, hacerlo era
37
Miguel Gomes
como andar con polainas o con peluca empolvada. Nadie hacía eso, menos
un poeta joven. Había poetas mayores, claro, que todavía no habían sido
alcanzados por el rechazo al soneto, pero yo estaba en una generación que
le hacía un asco total, especialmente por influencia de Parra. A Parra se le
arrugaba hasta los dientes cuando oía la palabra soneto; pensaba que lo
había eliminado totalmente de la escena chilena».
38
Las estrategias del silencio
8
Me atengo a la acepción que el filósofo Nicholas Gier ha dado al término
—compatible, por cierto, con la que tiene en el terreno de la sicopatología
(Monick 118).
39
Miguel Gomes
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Las estrategias del silencio
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Miguel Gomes
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Las estrategias del silencio
Obras citadas
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Miguel Gomes
44
Noticias para el maestro: Pedro Lastra
le escribe a Ricardo Latcham
Oscar Sarmiento
State University of New York, Potsdam
45
Oscar Sarmiento
46
Noticias para el maestro
3
Utilizo aquí la versión del poema para Ricardo Latcham que viene en Carta
de navegación, por cuanto es la más reciente. Todas mis citas siguientes del
poema corresponden a este libro. La diferencia entre la versión de Travel
Notes (Notas de viaje) y este último libro de Lastra radica en la eliminación
de palabras en dos versos. El verso nueve completo en Travel Notes era:
«Picón Salas hablaba, y nerudianamente…», y el verso cuarenta y nueve en
el mismo libro:»Nadie pensaba entonces que usted se detendría…». En
Carta de navegación se eliminó la frase «y nerudianamente» del verso nue-
ve y la palabra «entonces» del verso cuarenta y nueve. Aunque no se puede
nunca descartar una errata ya que ninguna edición es necesariamente per-
fecta, en ambos casos es evidente que lo que se elimina contribuye a la
concisión y discreción y ambos son objetivos que el autor persigue de ma-
nera permanente en su escritura.
4
En La precaución y la vigilancia Edgar O’Hara consigna que en los años
1979, 1982 y 1992 se publicaron tres ediciones del libro. Al comienzo de
este libro de O’Hara se encuentra un interesante comentario sobre el signi-
ficado del título «Noticias del extranjero».
47
Oscar Sarmiento
5
El poema del cual está sacado el verso para el epígrafe es «La muerte es la
suma de muchas vidas». Cuando se revisa el poema en Poesía entera se lee
en la segunda estrofa: «Esto no es un poema es un ejemplo que pasó /en una
fuente de soda estábamos José Stefanía / Mario Góngora y yo» (75). Aun-
que este texto utiliza ciertamente un lenguaje más abstracto y onírico que el
de Lastra, también alude, como se ve, a una situación generacional y no
meramente individual.
48
Noticias para el maestro
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Oscar Sarmiento
50
Noticias para el maestro
51
Oscar Sarmiento
9
Haciendo referencia a sus años como profesor en La precaución y la vigi-
lancia, Lastra ha dicho: «Después de todo, he sido por más de cuarenta
52
Noticias para el maestro
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Oscar Sarmiento
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Noticias para el maestro
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Oscar Sarmiento
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Noticias para el maestro
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Oscar Sarmiento
Obras citadas
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Noticias para el maestro
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El paraíso perdido:
La ausencia, el destierro, y la memoria
en la poética de Pedro Lastra
Patricia Vilches
Lawrence University
61
Patricia Vilches
1
En una entrevista con Floriano Martins, Pedro Lastra se refiere a las fuen-
tes de su poesía en términos de «origen, movimiento, transformación:
fluencias, en suma, difíciles de describir. Pero la insistencia en ciertas
relecturas o regresos podría contribuir a fijarlas, si uno se pregunta por qué
vuelve a esos lugares, por qué son lugares privilegiados. Y aunque central-
mente se trate de la frecuentación de espacios poéticos (Garcilaso, Fray
Luis, Quevedo, Villamediana; Nerval y Desnos; T.S. Eliot; Pessoa; Darío,
Borges, Vallejo; mis amigos ... ) para mí hay también otros recorridos me-
morables: las crónicas coloniales; algunos novelistas como Kafka, Calvino,
Buzzati; la pintura, la música» (160). Desde esta perspectiva, la poética de
Lastra es una expresión globalizante de la utopía del imaginario intelec-
tual. En este respecto, Vincent B. Litch nos dice en Theory Matters que el
estudio de la literatura se está bifurcando cada vez más en discurso y cultu-
ra, lo cual se evidencia en el hecho de que los departamentos de literatura
en los EE.UU. se están convirtiendo gradualmente en departamentos de
Estudios Culturales (38). Por esta razón, insistimos en que la temática del
poeta Lastra escapa constantemente a una aproximación analítica que no
sea un estudio de teoría literaria «pura».
2
Luis Berisso describe a Rubén Darío como al «cantor del símbolo, de la le-
yenda y de la fábula, con sus ninfas, sus faunos y sus sátiros, y el americano
más griego en la expresión insuperable de sus formas aristocráticas» (125).
3
Elías Rivers, al llevar a cabo la obra completa de Garcilaso señala que el
poeta renacentista español simboliza toda la tradición europea del
Renacentismo, en la poesía española (xv).
62
El paraíso perdido
4
En su artículo «Testimonio de parte», Lastra deja establecido que sus «rela-
ciones con la crítica han sido variadamente de simpatía y distancia» (1). Al
referirse a la calidad vs. percepción de calidad de un texto literario, Lastra,
dejando entrever sus raíces de profesor declara lo siguiente: «Manía pedagó-
gica, sin duda, que me acercó a veces a la formulación kantiana, que pone el
posible valor de la obra en la adecuación del objeto con la verdad que lo
sustenta y que revela: una verdad que compromete a todos» (2).
5
Al explicar la noción de «Ser-en-el-mundo» como estructura esencial de
Dasein, Heidegger declara que Dasein se multiplica en varias formas de ser
en el mundo. El filósofo agrega: «The multiplicity of these is indicated by ...
giving something up and letting it go, undertaking, accomplishing, evincing,
interrogating, considering, discussing, determining ... Leaving undone,
neglecting, renouncing, taking a rest –these too are ways of concern» (83).
63
Patricia Vilches
6
Lastra, al ser entrevistado por Alejandro Lavquen sobre la utilidad de la
poesía como género literario, responde que «uno escribe por una moción
del ánimo, yo creo que uno escribe también por descolocación, la gente que
está feliz no escribe» (3-4) Bajo este foco poético, la poética de Lastra exhi-
be y subliminiza la descolocación del ser humano que se enfrenta a un
arduo sentir existencial en conjunción con la naturaleza.
64
El paraíso perdido
7
Efectivamente, el crítico Miguel Gomes destaca en su prólogo a Noticias
del extranjero (1959-1998) el hecho de que Pedro Lastra ha hecho de todos
sus poemas un «poema único». El crítico sostiene que «la persistencia de la
expresión ‘noticias del extranjero’ no ha de interpretarse como lanzamien-
tos sucesivos de un mismo texto: el conjunto varía con los años, se despoja
por una parte y se amplía por otra, lo que transforma por completo la
sintaxis y el significado del proyecto inicial. La obra –al pie de la letra
work in progress– se desplaza por senderos que, si bien eran insospechados
en una primera lectura, resultan previsibles para quien se dé a la tarea de
comparar esa reformulación con un verdadero cuaderno de vida, que no
puede menos que ser proteico, como el individuo –ficticio o no– a cuya
sombra crece» (3).
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66
El paraíso perdido
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8
En Cuaderno de la doble vida, la misma composición poética aparece bajo
el título de «Comunicado de José Santos González Vera: Los planes de la
noche» ( 8).
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El paraíso perdido
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70
El paraíso perdido
gobierna el individuo. Por esta razón, el ser humano debe prepararse para
recibir su impetuosidad de río rebalsado y estar listo para nadar sus preci-
pitosas aguas (120).
10
Al hablar de la sabiduría poética, Giambattista Vico establece que los co-
mienzos de este conocimiento se deberían atribuir a una metafísica en esta-
do embriónico (100).
71
Patricia Vilches
11
Vico establece que los inicios de los primeros caracteres poéticos nos pre-
sentan personajes como Jove, «born naturally in poetry as a divine character
or imaginative universal, to which everything having to do with the auspices
was referred by all the ancient gentile nations, which must therefore all
have been poetic by nature» (107).
12
Soledad Bianchi resalta las palabras de Fernando Alegría respecto a la pre-
sencia femenina en las tertulias literarias de los jóvenes poetas de los años
sesenta chilenos. Al referirse a la solemne actitud de los jóvenes, Alegría
contrapone el de las mujeres poetas, sentadas, «al lado opuesto de la mesa...
En su presencia no hay un rito, sino una medida tonificante. Desde un
comienzo nos pareció que a estas reuniones, de por sí muy privadas, casi
72
El paraíso perdido
73
Patricia Vilches
74
El paraíso perdido
75
Patricia Vilches
toca... Una palabra entonces, una sonrisa bastan. /Y estoy alegre, alegre
de que no sea cierto» (Obras I, 94). Entonces, luego de haber experi-
mentado el distanciamiento de la amada, el hablante poético del poema
N° 15 se regocija al comprobar que aquélla que de momento parecía
estar ausente, es, por el contrario, parte concreta de su realidad inteligi-
ble. Sin embargo, la ausencia de la amada de «Balada secreta» de Lastra
se transfigura en la misma noción semántica del término. Es, sin duda,
el tiempo mítico de la poesía que se desdobla fantasmagóricamente en
la configuración de la mujer amada/objeto/concepto de ausencia a tra-
vés de una narración lírica que es, a la vez, filosofante.
La influencia de la literatura clásica en Lastra es revisitada de
manera obvia en «Espero cada día que cante la sirena» y «Casi leta-
nía», textos poéticos que aparecen en diversos de sus textos, pero
que merecen una atención especial dentro del contexto de Palabras
de amor, por el significante ineludible de la construcción de una mujer
peligrosa y fugaz:
76
El paraíso perdido
poética desea con toda su alma el poder ser arrollado por las falsas
promesas de las sirenas. A la vez, en «Casi letanía», el yo lírico de-
nuncia al mundo una existencia inútil y desmoralizante puesto que
clama el hecho de que, una vez en contacto con la realidad de lo que
nos rodea, es decir, una vez que Dasein entra en contacto con un
mundo que él hace y que recibe por lo que lo circunda, la vida no es
más que una futilidad. No en vano la voz narrativa exclama con
congoja: «yo caigo poco a poco / en las tinieblas exteriores», para
terminar pobremente como «un hueso que flota en el espacio». De
esta manera, Lastra cierra las puertas a cualquier posibilidad de re-
dención humana a través de la salvación del ser por una mujer. «Es-
pero cada día que cante la sirena» y «Casi letanía» nos adentran en
el mundo fantasmático de una búsqueda frustrada de Lastra a través
de la inspiración y el amor.
En una entrevista con Luis Rebaza, el poeta chileno explica sus
razones para componer, las cuales comenzaron tempranamente, de-
bido a que publicaba por primera vez en 1954, apoyado por Gonza-
lo Rojas, «un poeta mayor y muy admirado por nosotros» (Rebaza
186). A la vez -como en numerosas entrevistas de las que ha sido
objeto a través de sus años de poeta y crítico literario- Lastra recons-
truye para los lectores los cimientos de un fuerte vínculo poético-lite-
rario entre él y sus coetáneos. Aún más, el poeta se refiere con nostal-
gia a la cultura efervescente de fines de los cincuenta/principios de los
sesenta, en que la juventud literaria deseaba luchar contra «la incon-
formidad, el disgusto de los jóvenes con el inmediato pasado cultural»
(Rebaza 188). Desde esta perspectiva, el «único» texto poético de Lastra
-mismo concibe su obra poética- ha sido desde el inicio un documento
contestatario, pero no en forma de manifiesto político, sino que desde
un ángulo netamente intelectual/literario en que se «van tejiendo [con-
tactos] entre creadores» (Rebaza 191).
Como un Dasein heideggariano, el yo lírico de Lastra se rela-
ciona con el mundo a través de las manifestaciones fenomenológicas
de la percepción y relación que él mantiene con el mundo. Por esta
razón, el clasicismo y erudición preponderante de la poética de Las-
tra se presta diligentemente a un análisis existencialista y mitológico
del punto de vista del imaginario de los primeros seres humanos -
77
Patricia Vilches
Obras citadas
78
El paraíso perdido
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Patricia Vilches
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Eternidad del exilio:
la poesía de Pedro Lastra
Martha L. Canfield
Università di Firenze
81
Martha Canfield
3
La misma opinión tiene Miguel Gomes: véase el prefacio al poemario (3-14).
4
Cf. Pedro Lastra, Conversaciones con Enrique Lihn, y de Lastra como
compilador junto con E. Lihn, Asedios a Óscar Hahn.
5
Cf. Jorge Teillier, El árbol de la memoria y otros poemas, antología poética
preparada por Pedro Lastra.
82
Eternidad del exilio
6
Eduardo Llanos Melussa, «Jorge Teillier, poeta fronterizo» (9).
83
Martha Canfield
Estabas y no eras,
hablabas y el silencio:
nunca eres más bella que cuando sé que eres
la que no está conmigo. (52)
7
En adelante las citas a los poemas de Lastra se hacen respecto a la edición
de LOM de las Noticias del extranjero (1998).
84
Eternidad del exilio
que eres
cuando la ausencia toma tu figura. (52).
más valdría
(como dirá Vallejo cuando yo me haya muerto)
que se lo coman todo y acabemos.9
8
La comenta con agudeza Miguel Gomes («Prólogo» a Noticias…, 9).
9
Es el poema «Don Quijote impugna a los comentadores de Cervantes por
razones puramente personales» (26).
10
Así dijo Gonzalo Rojas en junio de 1997, en el Festival Internacional de
Poesía de Medellín, cuando alguien observó que el libro de crítica literaria
de Juan Gustavo Cobo Borda, Desocupado lector, tenía el título cervantino
de un poemario del mismo Rojas (Desocupado lector, 1990).
85
Martha Canfield
86
Eternidad del exilio
tuye la vida, tanto que el poeta regresa envejecido de los sueños (51),
y la amada inevitablemente ausente se encuentra sólo en los sueños:
‘Yo sólo puedo hablar con ella en sueños» («Una sombra», 54). A tal
punto que, mientras los viejos surrealistas trabajaban en el sueño,
hoy el poeta substituye directamente la vida con la actividad onírica,
definitiva demostración del sin sentido que ha invadido el mundo en
que vivimos:
….
para mí
nosotros fuimos hechos a semejanza de la sombra
deformes e inconformes
con su igual turbulencia (78)
87
Martha Canfield
88
Eternidad del exilio
13
«Tu proverai si come sa de sale / Lo pane altrui, e come e duro calle / Lo
scendere e’1 salir per l’altrui scale»: Paradiso, XVII, 58-60, trad. 229.
14
En «Biografía de Tadeo Isidoro Cruz (1829-1874)», dice Borges de su prota-
gonista, fantástica reconstrucción de Cruz, el amigo de Martín Fierro: «Lo
esperaba, secreta en el porvenir, una lúcida noche fundamental: la noche en
que por fin vio su propia cara» (cf. El Aleph, 57). El concepto parte, por lo
menos para Borges, de otra cita, dos versos de «The Winding Stair» (1933)
de W. B. Yeats: «l’m looking for the face I had. Before the world was made».
89
Martha Canfield
15
Dice Rubén Darío en el «Nocturno a Mariano de Cavia»: «Y el pensar de
no ser lo que yo hubiera sido, / la pérdida del reino que estaba para mí, / el
pesar que un instante pude no haber nacido, / y el sueño que es mi vida
desde que yo nací» (cf. «Los que auscultasteis el corazón de la noche», en
Cantos de vida y esperanza).
90
Eternidad del exilio
Obras citadas
91
Martha Canfield
92
Reescritura y tensión utópica en
Noticias del extranjero (1959-1998)
de Pedro Lastra1
1
Este artículo apareció en ActaLlieraria 30 (Primer semestre 2005): 35-55.
Se agradece el permiso de la revista para reproducirlo aquí.
2
Noticias del extranjero tiene hasta el momento cuatro ediciones, 1979, 1982,
1992 y 1998. Para una caracterización de las operaciones básicas que orga-
nizan esta reescritura en sus tres primeras ediciones, ver Miguel Gomes,
«Sueños de paraíso y de luz», 105-108. Todas las citas y referencias toma-
das de la edición de 1998, que en el texto aparece como Noticias.
93
Juan José Daneri
The foreigner is the other of the family, the clan, the tribe. At
first, he blends with the enemy. External to my religion, too, he
could have been the heathen, the heretic. Not having made an
oath of fealty to my lord, he was born on another land, foreign
to the kingdom or the empire. (Strangers to Ourselves, 95)
3
Mario Rojas, «Entrevista con Pedro Lastra», Discurso literario 2.2 (1985):
379-394. Enrique Lihn, «Las luengas peregrinaciones, ¿hacen a los hom-
bres discretos?», Pedro Lastra o la erudición compartida, 63-68. Miguel
Ángel Zapata, «Pedro Lastra: La restricción de la palabra», 197-205. Edgar
O’Hara, «La poesía es el pez en el agua: Conversación con Pedro Lastra»,
343-359; «El poema: Caballero inexistente», La precaución y la vigilancia,
73-132. Luis Rebaza Soraluz, «Pedro Lastra y la pasión americanista: Uno
de los nuestros en Long Island», 185-199. Arturo Gutiérrez P., «En diálogo
con Pedro Lastra», 181-191.
94
Reescritura y tensión utópica
4
El término «convivencia dialógica» está tomado de la introducción, donde
Lastra y Lihn explican su método de trabajo (Conversaciones, 9).
5
Recientemente, el poeta se ha referido al extrañamiento y desconcierto ante
el vivir mismo y comenta que «la noción de extranjería materializa verbal-
mente esa perplejidad» (Cruz, «Lector de todas la horas. Entrevista a Pedro
Lastra», 347-355).
6
M. Á. Zapata afirma que Noticias «traza una poética en movimiento» que
relaciona lenguaje y experiencia vivida (real o ficticia). Identifica además
un peregrinaje interior y otro exterior: interior en el nivel subconsciente y
exterior hacia lugares reales o imaginarios («Morada y memoria de Pedro
Lastra», 296).
95
Juan José Daneri
mirar tu neblinosa
figura que se aleja
(esto lo escribo apenas),
porque estamos en mundos distintos.
(«Casi letanía». Noticias, 53)
7
En ocasiones esto podría ser producto de la influencia más o menos explí-
cita de la biografía del poeta en el análisis. Ver, por ejemplo, Domínguez
Vial, «Pedro Lastra ha vivido gran parte de su vida en el extranjero. Por eso
dice: El desterrado busca [...]» («La poesía de Pedro Lastra», 220). Sobre
este tema y la recepción de la obra de Lastra, consultar O’Hara, La precau-
ción y la vigilancia, 51-52.
96
Reescritura y tensión utópica
8
Estoy empleando una expresión de Gaston Bachelard (224-225) cuando
explica que el poema verdadero debe producir un instante fuera de la con-
tinuidad del tiempo. Como se verá a continuación, la poética de Lastra no
sigue esta ontología que propone Bachelard.
97
Juan José Daneri
Caminabas
en dirección contraria del otoño
bajo los grandes árboles y luego era la costa (una isla sin duda)
[...]
pero algo andaba mal en el paisaje. (Noticias, 40)
98
Reescritura y tensión utópica
9
El último verso del poema insiste en el carácter pasado de las imágenes al
introducir el pretérito perfecto con un verso del soneto XXXVII de Fernan-
do de Herrera: «passó, cual rota niebla por el viento». Éste cancela la pro-
posición utópica pero a la vez lanza al lector en busca del intertexto.
10
Para un análisis comprensivo de su obra, ver Richard H. Roberts, Hope
and Its Hieroglyph. A Critical Decipherment of Ernst Bloch’s Principle of
Hope espelcialmente, 27-48.
99
Juan José Daneri
11
En la literatura sobre la obra de Lastra hay escasas referencias al tema
utópico (o antiutópico) y se trata en general de comentarios aislados. Ver
María Nieves Alonso, «Blues del extranjero», 124, y Carmen Foxley, «In-
tervención al margen», 101. Martha Canfield, por otro lado, ha identifica-
do el sueño como territorio utópico accesible en el nivel del contenido, y
relaciona este tema con el exilio («Eternità dell’esilio», 31-33). Mi lectura
trabaja con una noción diferente de utopía y, como se verá, va más allá del
ámbito del contenido.
100
Reescritura y tensión utópica
velozmente
101
Juan José Daneri
12
El tema de un paraíso de factura humana se encuentra también en «El exi-
lio o el reino», en donde se implica además que ha habido al menos una
expulsión anterior pero que también fue de un paraíso creado por huma-
nos: «Si algún dios furibundo / nos expulsa otra vez del paraíso / que tú y
yo hemos creado / fundaremos una nueva ciudad [...]» (Noticias, 49).
13
El uso de deícticos funciona de este modo. Ver, por ejemplo, «Allí se mira y
se recuerda a veces», en el cual el deíctico del título y del tercer verso se
refieren a un lugar en donde ha habido una pérdida de algo que no está
definido (Noticias, 80). Lastra explica que los deícticos «no pueden remitir
a una presencia sino a una ausencia» en el caso de lo que llama «poesía
exiliar» («Poesía y exilio», 106).
102
Reescritura y tensión utópica
14
Sobre la relación entre Lastra y la pintura, ver La precaución y la vigilan-
cia, 86-93.
103
Juan José Daneri
15
Zapata, «Morada y memoria de Pedro Lastra», 295. O’Hara, La precau-
ción y la vigilancia, 16.
16
Lastra señala: «La patria de un poeta es la poesía» (Rojas, «Entrevista con
Pedro Lastra», 387).
104
Reescritura y tensión utópica
105
Juan José Daneri
jarse línea a línea de aquello que lo rodea y dejarse ir hacia las imá-
genes que presenta el texto.18 De ahí que el hablante se embarque en
una «palabrera piragua»: él produce el poema pero a la vez es lleva-
do por su propio texto (Noticias, 71). Ir hacia un texto o dejarse
llevar por él en la obra de Lastra remite a uno de los temas más
importantes en su poética: la intertextualidad.19 Noticias es un libro
que tras sus continuas revisiones ha sido despejado de referencias
bibliográficas en la forma de notas a pie de página. En el texto antes
mencionado sobre Pigafetta, por otro lado, se reproduce una sección
de su Primo viaggio intorno al globo terracqueo (1536) mediante
una paráfrasis. En un poema en el que el hablante enuncia un solilo-
quio, la vigilia, asociada con el día, está identificada con «[...] un
largo diálogo / de palabras cruzadas», y la noche con el sueño, los
fantasmas y por extensión con la escritura («Instrucciones para la
vigilia». Noticias, 77). El día se relaciona entonces con la lectura, en
donde ese «diálogo de palabras cruzadas» está constituido por el
ejercicio de la intertextualidad. El texto y el intertexto, por otra par-
te, son simultáneamente traslaciones de aquello de que se habla, como
en «La otra versión», donde el poema es una versión, de la cual la
escritura «en sueños» es su alteridad. El texto sugiere además que
escribir y soñar son operaciones equivalentes cuyo constante empe-
ño no necesariamente acerca al sujeto a su objeto sino, muy por el
contrario, lo disuelve: «tanto soñé contigo que pierdes tu realidad»
(Noticias, 61).20 La lectura de libros está relacionada asimismo con
dos actos que parecen intercambiables: leer y recordar («La historia
central», Noticias, 60). El poema donde más dramáticamente se
manifiesta el fenómeno de la intertextualidad es «Diario de viaje»:
18
«Continuidad de los parques», 9.
19
Sobre intertextualidad, ver Lucien Dallenbach, The Mirror in the Text, y
Graham Allen, Intertextuality.
20
Las cursivas en el original indican que el verso viene de un poema de Robert
Desnos. Uno de los efectos del fenómeno de la intertextualidad es desesta-
bilizar los referentes, algo semejante a lo que postula el texto: la pérdida de
realidad del objeto es efecto del persistente soñar del sujeto.
106
Reescritura y tensión utópica
21
Gomes ha identificado el aspecto metaliterario: «Para el desterrado que se
dibuja poema a poema [...] parece que lo único firme y definido que puede
actuar como asidero es la escritura, la lectura («Sueños de paraíso y de
luz», 110).
22
«¿Se dispersó la vida, el puro viaje / es lo que va quedando? / ¿De qué voy
a escribir, qué puedo hacer ahora? / Y alguien borrosamente me lo dice en
el sueño: / ‘Escribirás de los lugares’.» (Noticias, 28). Hay que notar que
«lugares» se puede entender como referencia a textos citados. Aparte del
hecho de que el hablante se encuentra en un cuarto vacío sin contacto di-
recto con el exterior, el adverbio «borrosamente» no hace sino recalcar la
identificación con la lectura.
107
Juan José Daneri
23
‘Tejer’ como metáfora de la escritura está presente también en «Mester de
lejanía» (Noticias, 91).
108
Reescritura y tensión utópica
Este día
y el otro
en mí tienen su origen y también su destino.
24
El poema presenta en su último verso una antítesis que contrasta una apa-
riencia o forma bella con un contenido negativo: «paloma de la muerte». El
texto sugiere asimismo la fragmentación de la memoria y su manifestación
fraccionada en el lenguaje: «no es un nombre / son sílabas / idénticas a un
nombre».
25
Marcelo Pellegrini habla de «una escritura de fijación intensa en la página»
(«El ejercicio memorioso de Pedro Lastra», 355).
109
Juan José Daneri
110
Reescritura y tensión utópica
En la noche,
en el sueño,
uno mira (y escucha)
esas transformaciones:
la certeza absoluta,
inalcanzable,
del rumoroso objeto del deseo.
(«Variaciones sobre un tema de Duchamp», Noticias, 81)
111
Juan José Daneri
El amor y la música
el silencio otra vez
y la memoria
del amor y la música. (Noticias, 65)
112
Reescritura y tensión utópica
El desterrado busca,
y en sueños reconoce su espacio más hermoso,
la casa de más aire. (Noticias, 35)
113
Juan José Daneri
114
Reescritura y tensión utópica
habla aquí, quién está aquí?» (Noticias, 99). En este sentido, según
Lilián Uribe, «la extranjería es ese designio, ese destino del que el
poeta se enamora porque allí reside la fuerza de la insatisfacción que
promueve un nuevo viaje [...]» («Mester de extranjería», 215). A
partir de esta idea de Uribe, es posible postular que aquello que la
crítica llama «extranjería» no sólo es el destino del poeta sino que es
la circunstancia que hace posible una poética como la de Lastra: la
condición de extranjería permite proponer identidades textuales frag-
mentadas en constante movimiento y una textualización radical de la
experiencia. Dicha condición pone tierra de por medio entre el sujeto
y el objeto en el sentido de distanciar tanto al hablante de su objeto del
deseo (su propia identidad, la mujer amada, el hogar familiar, etc.)
como al autor y su propia escritura. Pero a la vez acorta esa distancia
al textualizar el mundo y, por tanto, cambiar la naturaleza del objeto:
la experiencia del mundo es reemplazada por la del poema.
La transformación metódica de Noticias en sus sucesivas edi-
ciones desfamiliariza el texto al convertir al autor en un «escrilector»
y a este cuerpo de textos en un entramado inestable de referencias
internas y externas pasadas y futuras.34 El viaje en esta poética es la
reescritura como práctica y fenómeno.35 En tanto práctica, se refiere
a Pedro Lastra como lector, corrector y re-escritor de su propia obra.
Como fenómeno, tiene que ver no sólo con un hablante que entra y
sale de estados de conciencia, lugares físicos y recuerdos, sino tam-
bién con la presencia de referencias a otras obras poéticas y a las
versiones anteriores de ella misma. Mi lectura ha enfatizado el as-
pecto fenoménico porque incluye muchas de las características de la
reescritura como práctica. Se trata, entonces, de una poética que
tiene como horizonte una imagen del poema como artefacto perfec-
tible. Mediante la reescritura, se esmera en pulir atando los dos ex-
tremos temporales: mantiene la memoria y a la vez la va perfeccio-
nando. Y la tensión utópica radica exactamente en la persistente y la
sistemática revisión, aun cuando su producto genere una y otra vez
34
Sobre el «escrilector», ver Rojas, «Entrevista con Pedro Lastra», 387-388.
35
O’Hara sostiene que el viaje insinúa un encuentro con la poesía misma (La
precaución y la vigilancia, 21).
115
Juan José Daneri
Obras citadas
36
Al referirse a los poetas de fin de siglo, Paz afirma que buscan el principio
invariante que rige el cambio. También explica que esta poesía «es un per-
petuo recomienzo y un continuo regreso […] busca la intersección de los
tiempos, el punto de convergencia» (La otra voz, 53-54).
116
Reescritura y tensión utópica
Domínguez Vial, Luis. «La poesía de Pedro Lastra». Atenea 471 (1995):
219-235.
Foxley, Carmen. «Intervención al margen». Acta literaria 8 (1983): 99-
101.
García Montoro, Adrián. «El extranjero y el doble: La poesía de Pedro
Lastra». Hispamérica 53-54 (1989): 185-193.
Gomes, Miguel. «Sueños de paraíso y de luz. La poesía de Pedro Las-
tra». Revista Chilena de Literatura 40 (1992): 105-113.
Gutiérrez P., Arturo. «En diálogo con Pedro Lastra». Atenea 480 (1999):
181-191.
Lastra, Pedro. Conversaciones con Enrique Lihn. 1980. 2ª ed. Santiago
de Chile: Atelier, 1990.
—. Noticias del extranjero (1959-1998). Santiago de Chile: LOM, 1998.
—. «Poesía y exilio». Atenea 485 (2002): 103-114.
Enrique Lihn, «Las luengas peregrinaciones, ¿hacen a los hombres dis-
cretos?», Pedro Lastra o la erudición compartida, M.A. Rojas &
R. Hozven, eds. Puebla: Premiá, 1988. 63-68.
O’Hara, Edgar. «La poesía es el pez en el agua: Conversación con Pedro
Lastra». Inti 43-44 (1996): 343-359.
—. La precaución y la vigilancia. La poesía de Pedro Lastra. Valdivia:
Barba de Palo, 1996.
Paz, Octavio. La otra voz. Poesía y fin de siglo. Barcelona: Seix Barral,
1990.
Pellegrini, Marcelo. «El ejercicio memorioso de Pedro Lastra». Revista
de Crítica Literaria Latinoamericana 23.45 (1997): 351-356.
Plotino. Ennéades. París: Les Belles Lettres, 1960.
Rebaza Soraluz, Luis «Pedro Lastra y la pasión americanista: Uno de
los nuestros en Long Island», Atenea 474 (1996): 185-199
Rivera, Francisco. «Hacia una lectura de Noticias del extranjero». Re-
vista Iberoamericana 168-169 (1994): 835-839.
Roberts, Richard H. Hope and Its Hieroglyph. A Critical Decipherment
of Ernst Bloch’s Principle of Hope Atlanta: Scholars Press, 1990.
Rojas, Mario A. «Entrevista con Pedro Lastra». Discurso literario 2.2
(1985): 379-394.
Sarup, Madan. «Home and Identity». Travellers’ Tales. Narratives of
Home and Displacement. G. Robertson et al., eds. Londres:
Routledge, 1994. 93-104.
Uribe, Lilián. «Mester de extranjería: La poesía de Pedro Lastra». Inti
39 (1994): 215-218.
117
Juan José Daneri
118
Hacia una metacrítica de la
poesía de Pedro Lastra
Luis A. Jiménez
Florida Southern College
119
Luis A. Jiménez
1
Sin entrar en la postmodernidad literaria por cuestión de espacio, remitimos
al lector a los artículos de Nelly Richard (1993, 1997). Richard se sujeta a un
registro de zigzagueo de lecturas teóricas y críticas textuales. Estos procesos
comprueban un nuevo «orden de cosas» donde la «Mismidad» se desplaza
hacia la inclusión de la «Otredad» fragmentaria (lo diferente) y la hibridez
(fronteras, alteridad, etc.), además de la cultura, el sujeto y el lenguaje (1993,
209-11). Hasta cierto punto, estos procesos de desplazamientos y
fragmentaciones del «otro» se observan en la poesía de Lastra.
120
Hacia una metacrítica en la poesía de Pedro Lastra
2
Por otro lado, Sean Burke estipula con lucidez que la óptica de Ferdinand de
Saussure visible en Barthes no descarta del todo el concepto de autoría (121).
121
Luis A. Jiménez
3
Sobre la relación entre el diálogo, el oyente y la lírica, véase el artículo de
Marine y Michael Shapiro (392-413) En Ecrits, Lacan habla de la función
dialógica de la lengua que realza la presencia de la palabra (93-100). Esta
palabra exige una respuesta en la obra literaria. Si solamente se oye el silen-
cio poético, al menos existe un oyente que, según Batjin, es «aquél que com-
prende» cuando acude al sentido de la audición y la oralidad del lenguaje.
122
Hacia una metacrítica en la poesía de Pedro Lastra
123
Luis A. Jiménez
124
Hacia una metacrítica en la poesía de Pedro Lastra
125
Luis A. Jiménez
126
Hacia una metacrítica en la poesía de Pedro Lastra
6
En cierta ocasión, Octavio Paz dijo que «El poema es la metáfora de lo que
sintió y pensó el poeta» (21).
127
Luis A. Jiménez
128
Hacia una metacrítica en la poesía de Pedro Lastra
Obras citadas
129
Luis A. Jiménez
130
Notas sobre la ‘Copla’ de Pedro Lastra1
1
Me incumbe decir que conozco al poeta desde hace siete lustros y que llevo
treinta años explicando este texto en la primera sesión de las asignaturas
que he impartido en cinco universidades norteamericanas sobre la intro-
ducción a las literaturas hispánicas. Así que lo que analizo a continuación
impacta dramáticamente en lo que enseño, en lo que han llevado de mi
asignaturas unos mil estudiantes de lengua y literatura española y, de algu-
na manera, en cómo nosotros los críticos y profesores de poesía nos acerca-
mos al factor de la «verdad poética».
2
David Baker y Ann Townsend hacen hincapié en la importancia del verso para
el género poético: «The line is the fundamental formal unit of poetry. […]
131
William Thomas Little
Starting to write a poem is, for us, often an issue of finding the right line: the
right line length, the right line density, the right line rhythm, the right number
of lines in a stanza.» En David Citino, editor, The Eye of the Poet (66).
3
(1) Y éramos inmortales (1974) (un renglón); (2) Noticias del extranjero
(1979 y 1982) (en ambas ediciones, un renglón); (3) Noticias del extranje-
ro (1992) (2 versos); (4) Algunas noticias del extranjero (1996) (2 versos);
(5) Palabras de amor (2002) (2 versos).
4
De hecho, después de escribir este artículo, acaba de editarse «Copla» por
quinta vez en la versión de un pareado de dos versos. Véase Carta de nave-
gación: antología poética (2003: 29). Aparte de este apunte, no vamos a
cambiar el artículo porque es posible que se vuelva a publicar el poema de
nuevo antes de que aparezca esto.
132
Notas sobre la «Copla» de Pedro Lastra
Copla
Copla
133
William Thomas Little
134
Notas sobre la «Copla» de Pedro Lastra
135
William Thomas Little
136
Notas sobre la «Copla» de Pedro Lastra
137
William Thomas Little
138
Notas sobre la «Copla» de Pedro Lastra
139
William Thomas Little
140
Notas sobre la «Copla» de Pedro Lastra
Acto seguido, ella asevera que es probable que tal poema «sui-
cida» no existe, pero que si existiese se parecería a un epigrama. Sin
querer buscarle tres pies al gato hermenéutico y sin ofender al poeta,
ya hemos observado que «Copla» es por antonomasia un poema
teleológico, que se proyecta hacia la nada y que, de una manera «sui-
cida» tal nada rebota al principio intensificando el dolor del sujeto.
Entonces, después de lo citado inmediatamente arriba, Smith obser-
va que un epigrama, según la clásica definición de Gotthold Lessing
(1729-1781), tiene dos partes: una Erwartung (apertura o expectati-
va) y una Aufschluss (solución). De hecho, como se ha visto, hasta la
forma monolineal de ‘Copla’ se construye de dos partes. (Volvere-
mos a hablar de esto más abajo en términos de la versión bilineal.)
Pero lo que importa más para el presente análisis es que Smith añade
una característica de ‘maximal closure’: a saber, que la determina-
ción unificadora estructural coincide con una inusitada intensidad
de orden extra-estructural. El término que ella usa para expresar la
coincidencia entre la unidad estructural y la intensidad extra-estruc-
tural es hiperdeterminación (Smith 204; el énfasis es de la autora).
Pone como ejemplo un epigrama de John Donne (1572-1631), ‘Hero
and Leander’:
141
William Thomas Little
14
Hero y Leandro es un mito griego clásico en el que Leandro se enamora de
Hero, una sacerdotisa griega. Leandro se vale de una antorcha para ir a ver
a Hero cada noche, pero una noche se apaga la antorcha y él se ahoga en el
Helesponto al ir a ver a Hero, y ésta se suicida al enterarse de la muerte de
su amante.
15
… «y allí es donde de buena gana sufre la ‘redundancia’ de la
hiperdeterminación por respeto a la experiencia de lo acabado de la for-
ma.» (Smith 206, traducción mía)
142
Notas sobre la «Copla» de Pedro Lastra
16
Obviamente, de ninguna manera «fuerte» y «débil» implican superioridad
o inferioridad. (Smith 210)
143
William Thomas Little
17
Recordamos que en castellano normalmente no se permite romper la uni-
dad entre el sustantivo (o infinitivo) y su complemento adjetival.
144
Notas sobre la «Copla» de Pedro Lastra
145
William Thomas Little
Ahora bien, creemos que podemos concluir que las dos versio-
nes son esencialmente dos poemas distintos porque llegan a dos con-
clusiones distintas en ambas direcciones de sentido y de forma. En el
poema monolineal la singularidad versal, la cesura y el cierre fuerte
aumentan el dolor del sujeto porque la clausura, que indica la nada,
rebota hacia el sujeto en un círculo sin fin. Es decir que el sujeto es
encerrado en su dolor por la forzada cercanía del objeto de su dolor:
hay una imposible unidad entre el poeta y el objeto de su deseo. El
objeto del dolor es el objeto del amor. En cambio, en el poema bilineal,
el pareado, el encabalgamiento y el cierre débil aumentan el dolor del
sujeto porque se aleja infinitamente el causante del dolor (i.e., el sueño
de la pareja) hacia un espacio onírico vago e ilimitado. Es decir que
hay una separación irremediable entre el sujeto y el objeto de su dolor.
Si bien la palabra final normalmente es el especial lugar de en-
foque de un poema, y si el cierre o fuerte o débil de las dos versiones
de este poema es el elemento en que hemos enfocado nuestro análisis
hermenéutico, no nos es menos interesante, no obstante, la apertura.
Pero no nos referimos a la palabra ‘dolor’ porque la palabra parece
representar su sentido primero sin ambages: el poeta-sujeto no re-
presentado tiene dolor. O, mejor dicho, el poeta-sujeto es la segunda
parte de una metáfora que le reemplaza así: [el poeta es] dolor. Do-
lor literalmente por antonomasia. Esto nos parece muy claro. En
cambio, la verdad es que, en un texto tan breve, el título es la verda-
dera apertura del espacio poético. Para nosotros el título ‘Copla’ es
tan misterioso y tan complejo como el poema mismo. Es de notar
por ejemplo que, entre la publicación del poema en uno o dos versos,
Lastra efectúa una variación en la distribución de los versos y al
igual cambia la puntuación, pero no cambia el título. Pero desde
otro punto de mira, el sentido del título necesariamente cambia cuan-
do lo cambia editándose el poema con dos versos.
La acepción española usual de «copla» significa «estrofa» o
«composición poética que sirve de letra para una canción popular»18
18
Diccionario enciclopédico. 424. Estébanez Calderón dice lo siguiente de
«copla»: «Aunque presenta diferentes formas estróficas a lo largo de su
historia […], la estrofa que por antonomasia se denomina copla está cons-
tituida por cuatro versos de arte menor, generalmente octosílábicos, con
146
Notas sobre la «Copla» de Pedro Lastra
rima asonante en los versos pares y sin rima en los impares». Estébanez
Calderón, Diccionario de términos literarios, 216.
19
Karl Shapiro and Robert Beum 111.
20
«El dístico era una composición usual en la poesía griega y latina que constaba
de dos versos, por lo común un hexámetro seguido de un pentámetro.» Véase
Estébanez Calderón 296. Para una autorizada descripción del couplet en la
poesía inglesa, véase el Princeton Encyclopedia of Poetry and Poetics, 155.
147
William Thomas Little
Obras citadas
Citino, David ed. The Eye of the Poet. Oxford: Oxford University Press,
2002.
Diccionario enciclopédico. Madrid: Espasa-Calpe, 1986.
148
Notas sobre la «Copla» de Pedro Lastra
149
150
Pedro Lastra, o la vida que
«urde allá afuera»
Elizabeth Monasterios P.
University of Pittsburgh
151
Elizabeth Monasterios P.
Yo digo Roque,
y empieza esta función como en un cine continuado:
en el cuarto oscuro de la memoria
Roque va revelándose a sí mismo,
se despliega en una larga cinta,
cambia de traje, cambia
de maquillaje (yo creo que no lo necesita).
Roque actúa para sus amigos
en los numerosos teatros de los recuerdos que lo constituyen
y en los que Roque se establece
en un escenario giratorio:
a cada cual su escena, su diálogo con Roque.
Y esto puede ocurrir en Santiago de Chile,
año cincuenta y nueve por ejemplo:
...
1
Todas las citas están tomadas de Leve canción (2005).
152
Pedro Lastra, o la vida que «urde allá afuera»
153
Elizabeth Monasterios P.
154
Pedro Lastra, o la vida que «urde allá afuera»
Con este fondo crítico habría que leer «Puentes levadizos», otro
de los poemas inmortales de Lastra, donde el sujeto, atrapado en
tiempos de indigencia, deviene «exilado», «extranjero» de un paraí-
so que nunca realmente existió. Veamos este poema:
155
Elizabeth Monasterios P.
156
Pedro Lastra, o la vida que «urde allá afuera»
157
Elizabeth Monasterios P.
Obras citadas
Avelar, Idelber Avelar. Alegorías de la derrota: la ficción postdictatorial
y el trabajo del duelo. Santiago: Editorial Cuarto Propio, 2000.
Lastra, Pedro. Leve canción. Quito: Jorge Heriberto Soto Mardones,
2005.
Gomes, Miguel. «La felicidad del extranjero». Carta de Navegación.
Medellín: Fondo Editorial Universidad EAFIT, 2003. 11-18.
Moreiras, Alberto. «Postdictadura y reforma del pensamiento». Revista
de Crítica Cultural 7 (1993): 26-35.
Richard, Nelly. «Presentación». Revisar el pasado, criticar el presente,
imaginar el futuro. Ed. Nelly Richard. Santiago: Universidad
ARCIS, 2004. 11-15.
—. Las marcas del destrozo y su reconjugación en plural. Pensar en la
postdictadura. Santiago: Editorial Cuarto Propio, 2001.
158
Espacios de Pedro Lastra:
La transformación de las lecturas
1
No es una coquetería del homenajeado. En la nota de presentación del
libro se informa que el volumen iba a festejar el cumpleaños número cin-
cuenta, en 1982, pero que este se publica finalmente el año 1988, a cuatro
de cumplir el sexenio.
159
María Luisa Fischer
2
En una entrevista con Mario Rojas, Lastra informa que el ensayo se escribió
originalmente en 1977 para ser leído en un recital organizado en la Universi-
dad de Chicago por René de Costa. Se incluye en la primera edición de Noti-
cias del extranjero de 1979, pero se retira en la segunda, de 1982.
160
Espacios de Pedro Lastra
...
nosotros, los encargados de conservarla
para quienes llegaran después,
nos dispersamos también como páginas arrancadas y rotas,
lo que fue igual a desaparecer. (70)
161
María Luisa Fischer
162
Espacios de Pedro Lastra
3
Enrico Mario Santí estudia la historia de los cambios de Libertad bajo
palabra en su ejemplar estudio introductorio para la edición crítica de Cá-
tedra. Ver su «Introducción» en Octavio Paz, Libertad bajo palabra. Ma-
drid: Cátedra, 1988. 9-63.
4
Como se lee en Semiotics of Poetry, «The poem ... results from the transformation
of a word or sentence into a text (énfasis en el original, 164). Sin embargo,
según Riffaterre, esta frase o palabra matriz no debería aparecer en el poema
que es, según la definición, el resultado de su transformación.
163
María Luisa Fischer
5
El poema es destacado por Lastra, quien lo selecciona como uno de tres que
planea grabar en enero de 1984 para el Registro de Literatura Hispánica en
Cinta que mantiene la Biblioteca del Congreso de Washington, DC (Mario
Rojas, «Pedro Lastra, el escrilector», 74-75).
164
Espacios de Pedro Lastra
6
El adjetivo demostrativo debía ser «esta nostalgia». El hecho que se elija
«esa» rompe la expectativa e indica un grado de distancia mayor con res-
pecto al material parafraseado.
165
María Luisa Fischer
7
Estebanico es uno de los cuatro miembros de la expedición de Pánfilo de
Narváez a La Florida que retorna al mundo español después de vagabundear
por más de ocho años, sobreviviendo entre los indígenas del sudeste de lo que
hoy es EEUU. El efecto que tiene su diferencia étnica entre los pueblos con los
que conviven los sobrevivientes es sutilmente comentada en la crónica.
166
Espacios de Pedro Lastra
8
Ofrezco a continuación el texto de Núñez Cabeza de Vaca, subrayando las
palabras que Lastra elige para su poema. Cito por la edición crítica de
Enrique Pupo Walker: Capítulo tercero Como llegamos a La Florida
... Otro día siguiente, que era viernes sancto, el gouernador se desem-
barcó con la más gente que en los bateles que traía pudo sacar, y como
llegamos a los buhíos o casas que auímos visto de los indios, hallámoslas
desamparadas y solas, porque la gente se auía ydo aquella noche en sus
canoas. El vno de aquellos buihíos era muy grande, que cabrían en él más
de trezientas personas; los otros eran más pequeños, y hallamos allí vna
sonaja de oro entre las redes. Otro día el gouernador levantó pendones por
Vuestra Magestad ... (188)
167
María Luisa Fischer
9
El Diccionario de Autoridades define sonaja del siguiente modo: Un instru-
mento rústico que usan en las aldeas, hecho de una tabla delgada, ancha
como de cuatro dedos, puesta en círculo con igual proporción y en ella
unos agujeros más largos que anchos. En medio de ellos se ponen unos
alambres con unas rodajas de azofar para que dando unas contra otras,
hagan el son. Manéjase regularmente con la mano derecha, y dan con ella
sobre la palma de la izquierda para que dando unas con otras haga son.
(vol. 3 150). El azófar es un tipo de latón que luce como oro.
10
Para la transcripción del fragmento de Naufragios ver más arriba, nota 8.
11
Me refiero a Conversaciones con Enrique Lihn. México: Centro de Investi-
gaciones Lingüístico-Literarias de la Universidad Veracruzana, 1980.
168
Espacios de Pedro Lastra
una dimensión que tiene que ver con la historia colonial a la que creo
alude la palabra «descubrimiento» que utiliza Lihn. «Lectura de los
‘cantares mexicanos’ Octubre 2, 1968" también se escribe a partir
de textos de otros. Como informa la nota que lo acompaña, el poe-
ma se compone a partir de los que «tradujo del náhuatl el padre
Ángel María Garibay y Miguel León Portilla dio a conocer en Visión
de los vencidos» (65). Este concluye con un endecasílabo que, como
el de Alvar Núñez, tiene la virtud de la polivalencia. «Y es nuestra
herencia una red de agujeros», resulta ser tanto una descripción de
Tenochtitlán derrotada en 1521, como una metáfora de la herencia
del México colonial, con la que se interpreta la violencia del presen-
te12. Ni la nostalgia ni sólo la rabia, sino que las voces del pasado que
ayudan a interpretar el presente, transformándose en sucesivas lec-
turas. Se trata de unos poemas que crean una imagen de la historia,
la que se construye a partir de las propias voces de sus protagonistas
y la de un sujeto poético que se deja ver en el drama que descubre en
ellos, y desaparece. Los endecasílabos perfectos de Pacheco y Lastra
—del cronista mexica y de Alvar Núñez— se hacen señales de reco-
nocimiento y complementan, mostrando una manera de hablar del
pasado y una manera de hacer poesía. Unas páginas arrancadas de
un libro encuentran un espacio donde quedarse, y el poeta lector ha
hecho realidad una manera de ser en las lecturas.
12
Durante el sitio a Tenochtitlán los defensores de la ciudad abrían agujeros
en las paredes de adobe o piedra por donde podían escaparse los guerreros
mexicas de a pie, pero no pasaban los lanceros españoles a caballo. Por
otro lado, la fecha del subtítulo del poema de Pacheco hace referencia a la
masacre de estudiantes que tuvo lugar durante el gobierno del presidente
Gustavo Díaz Ordaz, en la Plaza de Tlatelolco de la Ciudad de México.
Sobre este poema de Pacheco se puede consultar de Lilvia Soto, «Realidad
de papel: Máscaras y voces en la poesía de José Emilio Pacheco»; y en mi
Historia y texto poético: la poesía de Antonio Cisneros, José Emilio Pacheco
y Enrique Lihn, especialmente 85-88.
169
María Luisa Fischer
Obras citadas
170
Espacios de Pedro Lastra
171
172
Para una poética de la apasionada
y sigilosa lectura: Sobre Leído
y anotado, de Pedro Lastra
Marcelo Pellegrini
University of Wisconsin—Madison
1
Ver la reseña sobre Noticias del extranjero (1959-1998) publicada en la
revista Mapocho 46 (305-306).
173
Marcelo Pellegrini
sólo una legítima adhesión de lector sino, por sobre todo, el apego a
una tradición intelectual que posee profundas raíces en la literatura
hispanoamericana.2
Esto no debe llevarnos a pensar en una relación de dependen-
cia. En un excelente comentario sobre este libro, Miguel Gomes ha
dicho que Leído y anotado pertenece a esa «otra» tradición de las
letras ensayísticas continentales, aquella que se aleja de las acciones
mesiánicas y salvadoras de los intelectuales latinoamericanos en su
papel de «fundadores» no sólo de una literatura sino, en algunos
casos, de naciones o ideas de nación; es decir, aquellas figuras letra-
das que participaron, más o menos directamente, en acciones políti-
cas y literarias, muchas veces confundiendo y mezclando unas con
otras. Gomes describe a esos hombres de letras como una «familia
de escritores que se han apartado de ese registro [mesiánico] y han
optado por una presentación moderada, discreta o irónica de sí mis-
mos»; los nombres que él cita a propósito de esta definición de inte-
lectual hablan por sí solos: van desde Alfonso Reyes hasta Guillermo
Cabrera Infante, pasando por Rosario Castellanos, José Bianco y
Gabriel Zaid. Borges podría haber estado también en la nómina, y la
preponderancia de su nombre en el libro de Lastra revela una prefe-
rencia de cuyo goce nuestro autor no se priva y que, más aún, quiere
compartir con sus lectores. El argentino es un punto de referencia a
seguir por los caminos de las lecturas críticas y los testimonios de este
libro, no la muestra de una dependencia verbal ni, mucho menos,
«metodológica». Esta presencia, además, habrá de servirnos para una
comprensión mayor de los materiales lastrianos, transformándose, por
cierto, en una guía, si aceptamos, como Pedro Lastra acepta, que Borges
no sólo es un autor sino, por sobre todo, una literatura.
Leído y anotado es un libro de ensayos en el sentido más clásico
del término: una serie de textos en prosa que revelan, en cada una de
sus páginas, a un «yo» que se desplaza por los territorios de sus
2
De los veintiséis textos que componen el libro, por lo menos ocho mencio-
nan al autor argentino, sin contar los tres que se hallan completamente
dedicados a su obra: «Borges, Gibbon y El Korán» (pp. 65-68), «Carta a
José Emilio Pacheco sobre un epígrafe de Borges» (89-91) y «Una hora con
Borges» (155-156)
174
Para una poética de la apasionada y sigilosa lectura
175
Marcelo Pellegrini
3
Sin desmedro de lo ya dicho, hay que mencionar dos excepciones: una es,
curiosamente, Borges. Nuestro autor no cultivó una amistad con él; hubo
solamente un breve encuentro entre ellos que perduró en la memoria de
Lastra como ejemplo de «cortesía intelectual» (Cf. en la nota 2 el ya citado
texto «Una hora con Borges»). La otra corresponde a las páginas que dedi-
ca a la presencia de Rilke en un poema de Vicente Aleixandre (157-164).
176
Para una poética de la apasionada y sigilosa lectura
177
Marcelo Pellegrini
178
Para una poética de la apasionada y sigilosa lectura
179
Marcelo Pellegrini
6
Defensa del ídolo, publicado originalmente en 1934 en Santiago de Chile,
fue el único libro de Omar Cáceres, uno de los «casos» poéticos más curio-
sos de la poesía chilena del siglo XX. La reedición de ese extraño conjunto
de quince poemas estuvo a cargo de Pedro Lastra, y fue publicada en Chile
por la Editorial LOM (1996), en México por Ediciones El Tucán de Virgi-
nia (1997), y en Venezuela (1997). Todas las citas de ese libro en este traba-
jo pertenecen a la edición venezolana.
180
Para una poética de la apasionada y sigilosa lectura
su afilado decir
de la desolación,
cuando escuchaba afuera
la raudal despedida
del auriga nocturno.
Y esa voz me recuerda
los días por venir:
ellos serán ovejas
en la boca del lobo
que las está esperando
sin memoria ni encono,
simulando dormir
en otras vecindades.
(Noticias del extranjero (1959-1998), 112)
Y bien,
echa a rodar esta perfección en tu llanura,
puedo ahora decirlo todo, recogerlo todo:
irrumpe, surge, de esta lámpara, a pedazos,
181
Marcelo Pellegrini
182
Para una poética de la apasionada y sigilosa lectura
Obras citadas
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184
2
Miscelánea
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Mi amistad con Pedro Lastra
Rigas Kappatos
187
Rigas Kappatos
188
Mi amistad con Pedro Lastra
ocurrido un par de años antes y por eso, cuando llegó esta vez, todos
mis amigos ya lo conocían y casi lo esperaban, sabiendo que trabajá-
bamos juntos. La antología de los poemas de amor se presentó junto
con la Obra poética completa de César Vallejo, una hermosa edición
bilingüe con mis traducciones, una de las mejor gráficamente realiza-
das que se han hecho del poeta peruano. La presentación de ambos
libros fue muy exitosa. Nos dijeron que nunca habían tenido en el
Instituto un público tan numeroso en un acto de esta naturaleza.
En esa ocasión, un periodista entrevistó a Pedro para un diario
de Atenas, y una de las preguntas fue ésta: «-¿Hay influencia de la
cultura griega en la poesía hispanoamericana?»
A partir de esta pregunta se nos ocurrió hacer una antología
con poemas inspirados en Grecia, su historia, su mitología, su geo-
grafía y sus personalidades poéticas, como Kavafis; un trabajo que
se hacía por primera vez. Esa investigación nos llevó al pasado, has-
ta la época colonial, considerando a sobresalientes figuras literarias
desde Bernando de Balbuena y Pedro de Oña. En realidad, la presen-
cia de Grecia en la poesía hispanoamericana es tan extensa que si
hubiéramos incluido todo lo que encontramos (que sin duda no re-
presenta todo lo que hay) habríamos hecho una antología de mu-
chos volúmenes. Empleamos, pues, criterios muy exigentes para li-
mitar esa enorme producción a un sólo tomo, pues no sólo hay poe-
mas inspirados en la historia o la mitología griegas, sino libros ente-
ros, como los de Alfonso Reyes, Rosamel del Valle o Alfonso Calde-
rón. Va sin decir que el conocimiento que tiene Pedro de la poesía
hispanoamericana fue esencial para la realización de esa obra.
Mi traducción de Presencia de Grecia en la poesía hispanoame-
ricana, donde se antologan 107 poetas de catorce países, se publicó
dos años antes que la edición chilena en castellano. Para ésta escribi-
mos dos ensayos, uno cada quien, como introducción. El de Pedro
considera la profundidad y la constancia de la influencia o relación
griega con la poesía hispanoamericana; el mío explora el «por qué
Grecia», por qué no China, India, Egipto, culturas que preexistieron
a la griega. La versión española de la antología apareció en enero del
2005, publicada por la Biblioteca Nacional de Chile en colaboración
con Ediciones LOM.
189
Rigas Kappatos
190
Mi amistad con Pedro Lastra
191
192
El consejo de la carrera de Literatura
de la Universidad Mayor de San Andrés
Considerando
Resuelve
Sello y Firma
Dr. Guillermo Mariaca Iturri
Director de carrera
193
Guillermo Mariaca Iturri
Discurso de presentación
194
Discurso de presentación
si de mí dependiera
creo que no abandonaría estos lugares,
el aire aún no está contaminado,
los árboles son hermosos hasta en invierno
-que para ellos es sólo la espera de la resurrección-
las aves cruzan los caminos
siempre las mismas
inmortales
y la gente es amable
(o por lo menos no recuerdo nada del odio, de la usura).
195
Guillermo Mariaca Iturri
sus lectores, a los pocos que tenemos, a los pocos que saben que
nosotros escribimos para querernos aunque estemos ateridos de tan-
tas miserias que hasta a la tinta esterilizan.
Pedro Lastra es uno de esos lectores que no teme nuestros in-
viernos porque siempre ha sido capaz de mirarlos inclusive en sus
rincones más expuestos. En aquellos donde nos desgarramos, donde
nos miramos derrotados, donde agachamos nuestra cerviz. Cuando
nos leía en esos nuestros rincones avergonzados nos daba la mano, y
entonces Raza de Bronce, la narrativa minera o la narrativa de la
Guerra del Chaco también encontraban sus resquicios suaves y ca-
minaban por palabras que no eran sólo flagelos.
Pedro es también uno de esos lectores que quiere quedarse con
nosotros, con nuestras palabras amables que no recuerdan nada del
odio o de la usura. Con esas palabras como brasas tiernas que hemos
aprendido a prestarnos del invierno cuando ya no queda nada y esta-
mos solos Recorriendo esta Distancia. Entonces sus lecturas han
acompañado a Jaime Sáenz para que El Frío no nos lo expropie y
podamos seguir escribiendo de aquello que hemos hecho de nosotros
mismos.
Pedro nos ha leído porque él también, a su manera, sigue cre-
yendo en esa escritura que hace posible vivir cada día. En las pala-
bras que se escriben para los amigos, no en aquellas que se escriben
para los mercados. En las palabras que se leen para dormir tranqui-
los, no en aquellas que flagelan las desgracias para hacerlas todavía
más dolorosas. Por eso, a Enrique Dussel, Eduardo Galeano y Mi-
guel León Portilla les hemos agradecido ayer por mostrarnos la ruta
a nuestras raíces. A Pedro Lastra le agradecemos hoy por darnos la
mano para caminar juntos en las letras del invierno.
196
Alabanza de Pedro
Gonzalo Rojas
Chillán de Chile, a 1 de junio del 2001.
197
198
Una sonaja de oro entre las redes
Enrique Lihn
Cuaderno de la doble vida es parte del único libro que viene escri-
biendo Pedro Lastra desde los años cincuenta, que se llamó Y éra-
mos inmortales en 1969 y que en sus dos últimas ediciones, 1979 y
1982, encontró quizá su título, no su versión, definitivo como Noti-
cias del extranjero. Las últimas ediciones son de Premiá, México, y
la primera de ellas se agotó sin haber llegado al Chile de los pocos
libros, de la rareza bibliográfica convertida en lugar común.
El título del cuaderno —el doble de un libro, otro— empieza
haciendo sentido, en el referente, porque su autor real vive desde
hace años en Long Island, como profesor de literatura de la Univer-
sidad de Nueva York en Stony Brook, pero vuelve todos los años a su
otro hogar en Chile, donde también resulta ser o le parece asumir —
desdoblado— su pequeña dosis de extranjería.
Una manera menos literal de leer este cuaderno, y más correcta,
lo investiría (pero hay que hacerlo con tacto) del sentido mismo que
tiene el acto de hacer poesía y lo que hace la escritura del escritor:
una figura ausente en un lugar que no existe aun cuando esté lleno de
sentido; pero de un sentido suspendido en este caso, en que se asume,
según una cierta tradición, la ambigüedad del mensaje poético, su
virtualidad de sentidos.
Hacia fines del siglo pasado, en tiempos del Simbolismo, era
normal hablar del silencio de las palabras y de su habilidad para
evocar sensaciones imprevistas y nuevos sentidos. A esa tradición
me refiero, retomada como la luz en «Homenaje a René Magritte»,
«con temor y reverencia» y dentro del espacio móvil en que se ex-
tiende la nueva poesía hispanoamericana.
Verdadero enemigo del más mínimo énfasis, P.L. só1o se permi-
199
Enrique Lihn
200
Lastra foráneo
201
Carlos Germán Belli
anhelé las facultades que tuvo Lihn para andar a sus anchas por las
regiones de lo visible, como algunos de nuestros padres modernistas.
Lamentablemente, he concluido que no es posible imitar el arte de
escribir y el arte de vivir según ellos.
Pero reconforta saber que Pedro Lastra, en este valle de lágri-
mas, se sienta tan extranjero como nosotros; y, sobre todo, que al-
guien como él haya podido revelar, en palabras castellanas y me-
diante sus versos singulares, los sentimientos del forastero absoluto,
cuyo estado será igual mañana, como hoy en Sound Beach, como lo
fue ayer en el alba del mundo.
202
La forma de su huida
Óscar Hahn
Aunque la estética de Pedro Lastra tiene muy poco que ver con
la de Juan Ramón Jiménez, hay unos versos del poeta español que
parecieran escritos para caracterizar la poesía del chileno. Dice Juan
Ramón que de la belleza sólo podemos atrapar «la forma de su hui-
da». Los poemas de Lastra son tan sutiles y evanescentes, que es
como si lograran apresar la forma de la poesía, justo antes de su
fuga. Otros poetas también consiguen capturarla, pero suelen hacer-
lo con una pesada red, tejida con gran despliegue verbal. La poesía
de Lastra, en cambio, como la lluvia de Pezoa Véliz, «cae fina, grá-
cil, leve», y con esa materia él teje su red.
Pero los conceptos de Juan Ramón no sólo pueden aplicarse a
la poesía de Pedro Lastra en cuanto forma artística. Son igualmente
adecuados para definir el núcleo central de esta antología: el tema
del amor. También del amor lo único que podemos apresar es «la
forma de su huida», parece decirnos Pedro Lastra: «Cómo será, se-
ñora, verte y no verte / más, cómo será / mirar tu neblinosa / figura
que se aleja». En este libro el amor es siempre una «neblinosa figura
que se aleja». Y porque el amor es la sustancia de la que están hechos
los poemas, ellos no son concreciones fosilizadas y distantes, sino
vivas e intensas palabras de amor, en las que sentimiento y lenguaje
se funden y confunden en una sola entidad.
203
204
Pedro Lastra, poeta extranjero
Armando Romero
205
Armando Romero
El viajero desaparece
Y es el viaje el que continúa
El desterrado busca,
y en sus sueños reconoce su espacio más hermoso,
la casa de más aire
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Pedro Lastra, poeta extranjero
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Armando Romero
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Lecturas y críticas desde adentro1
Antonio García-Lozada
Casa de Las Américas, XLII, 228. julio-septiembre 2002
1
Pedro Lastra. Leído y anotado: Letras chilenas e hispanoamericanas. Imá-
genes / encuentros. Santiago de Chile, Ediciones LOM, 2000.
209
Antonio García-Lozada
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Lecturas y críticas desde adentro
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Antonio García-Lozada
212
3
Entrevistas con Pedro Lastra
213
214
Las lecciones de la poesía y la amistad1
Diálogo con Pedro Lastra
Marcelo Pellegrini
University of Wisconsin-Madison
1
Esta entrevista fue originalmente publicada en la revista Taller de letras,
Nº39, 2006, publicada por la Facultad de Letras de la Pontificia Universi-
dad Católica de Chile.
215
Marcelo Pellegrini
lidad, sino que apego al bien decir, algo de lo que carece mucha de la
poesía chilena de hoy. Es por ello que la lectura de Lastra sería pro-
vechosa para los poetas en ciernes, y para unos cuantos que, creyén-
dose consagrados, no logran dar con la expresión justa.
Muy pronto, después de haber leído en aquel verano de 1993
esas Noticias siempre novedosas y provechosas, quise conocer a Las-
tra y dialogar con él. Lo conseguí meses después, luego de un contac-
to epistolar, cuando los azares de sus viajes lo llevaron a Valparaíso
y Viña del mar, donde reside una de sus hijas. Pude comprobar en
persona cuán animada y llena de amor a la literatura era su conver-
sación. Se inció ahí un diálogo que, a lo largo de más de una década,
nunca se ha interrumpido. Ni sus viajes ni los míos han contribuido
a la lejanía que esos avatares imponen, y la lectura de sus libros,
poemas e impresiones de viaje ha sido para mí una lección continua.
He tenido la oportunidad de conocer algunos de los lugares que sus
poemas frecuentan, y he podido hacerme amigo de algunos de sus
amigos, lo que ha enriquecido grandemente mis días y mis labores
literarias. Es a Pedro que le debo una consideración que ha estado
presente, desde Montaigne, en lo mejor del pensamiento occidental:
que la literatura es una de las más altas formas de la amistad. No es
raro, así, que desde siempre haya querido dejar testimonio escrito de
ese diálogo amistoso que he mantenido con el poeta, y esta entrevis-
ta cumple, al menos en parte, ese cometido. Pedro y yo realizamos
este diálogo durante el primer semestre académico de 2006, mien-
tras él se desempeñaba como Escritor en Residencia en la Fundación
Taft, de la Universidad de Cincinnati, en Ohio, Estados Unidos, ins-
titución que lo invitara gracias a los oficios del poeta colombiano
Armando Romero y de Nicasio Urbina, profesores en esa casa de
estudios. Entre conversaciones telefónicas y mensajes enviados por
correo tradicional (¡y qué magnífico sabor de cosa vieja y querida
tiene enviar cartas en estos tiempos de comunicación instantánea!)
hicimos estas preguntas y respuestas que resumen años de conversa-
ciones varias sostenidas en diversos lugares y épocas. No sé si he
estado a la altura de las circunstancias con mis preguntas, pero sí
puedo asegurar que las respuestas de Pedro son verdaderas reflexio-
nes sobre su obra y sobre el arte poético en nuestra lengua, todo ello
216
Las lecciones de la poesía y de la amistad
M. P.
217
Marcelo Pellegrini
218
Las lecciones de la poesía y de la amistad
M.P. Tu poesía dialoga muy bien con un género que has cultiva-
do desde siempre: el ensayo. Movido por cuestiones profesionales,
pero principalmente por razones de necesidad expresiva, has culti-
vado un género proteico que en Hispanoamérica tiene grandes nom-
bres, y que son parte de tus admiraciones permanentes (pienso, entre
otros, en Mariano Picón Salas, Ricardo Latcham, Alfonso Reyes,
Ezequiel Martínez Estrada, Octavio Paz). ¿De qué manera el ensayo
es para ti el otro necesario —el otro que siempre va conmigo, como
decía Antonio Machado— de tu obra poética? ¿De dónde nace la
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Marcelo Pellegrini
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Las lecciones de la poesía y de la amistad
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Marcelo Pellegrini
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Las lecciones de la poesía y de la amistad
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Marcelo Pellegrini
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Las lecciones de la poesía y de la amistad
225
226
Ejercicio de diálogo
Pedro Lastra: El poeta chileno que
regresa de Estados Unidos
S.R. – F.V.
227
Sergio Rodríguez y Francisco Véjar
ciones sino del peregrino. En mi caso, pienso que ese largo período
me ha resultado beneficioso: tengo la esperanza de que las experien-
cias humanas y culturales que he podido vivir lejos de mi país hayan
enriquecido, si no mi trabajo literario, algo más importante: mi sen-
tido de la vida.
228
El poeta chileno que regresa de Estados Unidos
229
Sergio Rodríguez y Francisco Véjar
230
El poeta chileno que regresa de Estados Unidos
231
232
Lector de todas las horas:
Entrevista a Pedro Lastra
233
Francisco José Cruz
234
Lector de todas las obras
235
Francisco José Cruz
236
Lector de todas las obras
que Lihn describió alguna vez como «el perfecto desorden». El tra-
bajo del poeta consiste, creo, en atender a esas sugestiones, que sue-
len ser muy ricas, y conferirles un cierto orden. A veces he
reconstituido fragmentos de esas imágenes o voces vistas u oídas en
momentos fronterizos, en ese estado intermedio entre sueno y vigilia
conocido como duermevela. El poemita que he titulado precisamen-
te así no es más que una notación escrita a partir de figuras y ecos
algo sombríos, aún presentes al despertar. Me pareció que la escritu-
ra de esa breve secuencia convertía la vaguedad y la extrañeza de
una escena indescifrable en una fugaz reflexión poética. Tal vez en
otros casos se crucen datos oníricos dispersos ofrecidos por la me-
moria, pero su concurrencia no es premeditada, lo que hace prevale-
cer en el poema la impresión de control que tú has tenido.
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Francisco José Cruz
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Lector de todas las obras
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Francisco José Cruz
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Lector de todas las obras
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Francisco José Cruz
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Lector de todas las obras
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Francisco José Cruz
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4
Epílogo del poeta
245
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Poesía y exilio1
Pedro Lastra
1
Una primera versión fue leída como conferencia en el Tercer Congreso de
Poesía Hispana –Europa y las Américas–, realizado en la Universidad de
Pécs, Hungría, en mayo de 2002.
247
Pedro Lastra
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Poesía y exilio
249
Pedro Lastra
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Poesía y exilio
251
Pedro Lastra
252
Poesía y exilio
De Emilio Prados:
De Luis Cernuda:
253
Pedro Lastra
Caínes sempiternos,
de todo me arrancaron.
Me dejan el destierro.
254
Poesía y exilio
....................
Perdí cordilleras
en donde dormí;
perdí huertos de oro
dulces de vivir;
perdí yo las islas
de caña y añil,
y las sombras de ellos
me las vi ceñir
y juntas y amantes
hacerse país.
Guedejas de nieblas
sin dorso y cerviz,
alientos dormidos
me los vi seguir,
y en años errantes
volverse país,
y en país sin nombre
me voy a morir.
(De Tala)
255
Pedro Lastra
........................
¡Auquénidos llorosos, almas mías!
¡Sierra de mi Perú, Perú del mundo,
y Perú al pie del orbe, yo me adhiero!
(De Telúrica y magnética)
256
Poesía y exilio
257
Pedro Lastra
***
258
Poesía y exilio
guna medida análogo a los poderes del sueño. Se dirá que la fotogra-
fía, por ejemplo, es siempre un disparador del recuerdo, un activador
de la memoria. Así es; pero aquí se trata de mostrar las instancias en
que tales representaciones se manifiestan literaria y poéticamente.
Empiezo por leer fragmentos de dos cartas de Andrés Bello enviadas
desde Chile a su hermano Carlos, residente en Caracas:
30 de abril de 1842
Me has dado uno de los mayores placeres
que he tenido durante mi largo destierro, con
la remesa que me has hecho de la historia de
Venezuela, atlas y mapas; [...] Abro el atlas, y
recorro el mapa; [...] De la vista de Caracas,
sobre todo, no pueden saciarse mis ojos; y aunque
busco en ellos vanamente lo que no era posible
que me trasladase el grabado, paso por lo menos
algunos momentos de agradable ilusión. La vista
de Caracas estará colgada en frente de mi cama, y
será quizás el último objeto que contemplen mis
ojos cuando diga adiós a la tierra.
259
Pedro Lastra
260
Poesía y exilio
Se le llenó de caballos
la sombra que proyectaba.
Yo, a caballo por su sombra
busqué mi pueblo y mi casa.
Entré en el patio que un día
fuera una fuente con agua.
Aunque no estaba la fuente,
la fuente siempre sonaba.
Y el agua que no corría
volvió para darme agua.
El desterrado busca
El desterrado busca
y en sueños reconoce su espacio más hermoso,
la casa de más aire.
261
Pedro Lastra
262
Poesía y exilio
263
Pedro Lastra
Balada
264
Una crónica fotográfica
265
Pedro Lastra
266
Crónica fotográfica
267
Pedro Lastra
268
Crónica fotográfica
269
Pedro Lastra
270
Crónica fotográfica
271
Pedro Lastra
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Colaboradores
Colaboradores
273
Colaboradores
274
Colaboradores
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Colaboradores
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Colaboradores
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Colaboradores
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Colaboradores
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Colaboradores
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Colaboradores
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Colaboradores
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Santiago de Chile, diciembre de 2006
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