Actividad I
Actividad I
Actividad I
Tramas textuales
Ejemplos de cada una de las tramas:
Texto con trama narrativa: cuento de Horacio Quiroga
“El hombre pisó algo blanduzco, y enseguida sintió la mordedura en el pie. Saltó
adelante, y al volverse, con un juramento vio una yararacusú que, arrollada en sí misma,
esperaba otro ataque.
El hombre echó una veloz ojeada a su pie, donde dos gotitas de sangre engrosaban
dificultosamente, y sacó el machete de la cintura.
La víbora vio la amenaza y hundió más la cabeza en el centro mismo de su espiral; pero
el machete cayó de lomo, dislocándole las vértebras.”
A la deriva (fragmento) - Horacio Quiroga
“Los flamencos son aves gregarias altamente especializadas, que habitan sistemas
salinos de donde obtienen su alimento (compuesto generalmente de algas
microscópicas e invertebrados) y materiales para desarrollar sus hábitos
reproductivos. Las tres especies de flamencos sudamericanos obtienen su alimento
desde el sedimento limoso del fondo de lagunas o espejos lacustre-salinos de salares,
El pico del flamenco actúa como una bomba filtrante. El agua y los sedimentos
superficiales pasan a través de lamelas en las que quedan depositadas las presas que
ingieren. La alimentación consiste principalmente en diferentes especies de algas
diatomeas, pequeños moluscos, crustáceos y larvas de algunos insectos...
Para ingerir el alimento, abren y cierran el pico constantemente produciendo un
chasquido leve en el agua, y luego levantan la cabeza como para ingerir lo retenido
por el pico. En ocasiones, se puede observar cierta agresividad entre los miembros de
la misma especie y frente a las otras especies cuando está buscando su alimento,
originada posiblemente por conflictos de territorialidad.''
Los flamencos del altiplano boliviano. Alimentación - Omar Rocha
Actividades
1- En caso de haber dudas en relación a las tramas, elaborá una lista con ellas,
para evacuarlas o hablar al respecto el día pactado para la video llamada.
La Poncia: (Sale comiendo chorizo y pan) Llevan ya más de dos horas de gori-gori.
Han venido curas de todos los pueblos. La iglesia está hermosa. En el primer
responso se desmayó la Magdalena.
La Poncia: Era la única que quería al padre. ¡Ay! ¡Gracias a Dios que estamos solas
un poquito! Yo he venido a comer.
La Poncia: ¡Quisiera que ahora, que no come ella, que todas nos muriéramos de
hambre! ¡Mandona! ¡Dominanta! ¡Pero se fastidia! Le he abierto la orza de chorizos.
Criada: (Con tristeza, ansiosa) ¿Por qué no me das para mi niña, Poncia?
La Poncia: Pero debes poner también la tranca. Tiene unos dedos como cinco
ganzúas.
2) El loro pelado
Ahora bien: en medio de esta felicidad, sucedió que una tarde de lluvia salió por fin el
sol
después de cinco días de temporal, y Pedrito se puso a volar gritando:
—”¡Qué lindo día, lorito!... ¡Rica papa!... ¡La pata, Pedrito!...” —y volaba lejos, hasta
que vio debajo de él, muy abajo, el río Paraná, que parecía una lejana y ancha cinta
blanca. Y siguió, siguió, siguió volando, hasta que se asentó por fin en un árbol a
descansar. Y he aquí que de pronto vio brillar en el suelo, a través de las ramas, dos
luces verdes, como enormes bichos de luz.
—¿Qué será? —se dijo el loro—. “¡Rica, papa!...” ¿Qué será eso?... “¡Buen día,
Pedrito!...” El loro hablaba siempre así, como todos los loros, mezclando las palabras
sin ton ni son, y a veces costaba entenderlo. Y como era muy cu- rioso, fue bajando de
rama en rama, hasta acercarse. Entonces vio que aquellas dos luces verdes eran los
ojos de un tigre que estaba agachado, mirándolo fijamente. Pero Pedrito estaba tan
contento con el lindo día, que no tuvo ningún miedo. —¡Buen día, tigre! —le dijo—.
“¡La pata, Pedrito!...” Y el tigre, con esa voz terriblemente ronca que tiene le respondió:
—¡Bu-en-día! —¡Buen día, tigre! —repitió el loro—. “¡Rica papa!... ¡rica papa!... ¡rica
papa!...” Y decía tantas veces “¡rica papa!” porque ya eran las cuatro de la tarde, y
tenía muchas ganas de tomar té con leche. El loro se había olvidado de que los bichos
del monte no toman té con leche, y por esto lo convidó al tigre. —¡Rico té con leche!—
le dijo—. “¡Buen día, Pedrito!...” ¿Quieres tomar té con leche conmigo, amigo tigre?
Pero el tigre se puso furioso porque creyó que el loro se reía de él, y además, como
tenía a su vez hambre se quiso comer al pájaro hablador. Así que le contestó: —¡Bue-
no! ¡Acérca-te un po-co que soy sordo!