Resumen Capítulo 10 y 11

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RESUMEN CAPÍTULO 10

COMO SER UN PENSADOR POSITIVO


Parece que algunos son por naturaleza pensadores positivos, en todo que otros
aprenden a serlo mediante rudo esfuerzo. Ya que el ser humano está dotado de la
facultad de romper viejos hábitos y formar otros nuevos, de modo que cualquier hábito
se puede romper.

Los seres humanos, hechos a imagen del creador, y dotados de sus características
son por naturaleza creativos porque él es positivo y tiene una asombrosa confianza en
sus creaturas, puesto que les concede el derecho y privilegio de elegir. Como
sabemos las experiencias personales valen por mil afirmaciones, esta es la
experiencia de cuando era niño, sufría de complejo de inferioridad y falta de confianza
en el mismo. Esto contribuía a aumentar su sufrimiento el temor de no ser capaz de
realizar sus sueños, o de alcanzar sus metas, a él lo criaron personas positivas, pero
también está rodeado de unas cuantas que sufrían enfermedades crónicas. Las
condiciones económicas de su familia no eran muy buenas. Su juventud fue
catastrófica, siguió con ese mismo pensamiento negativo hasta llegar al segundo año
de la universidad, cuando Dios milagrosamente cambió completamente su manera
negativa de ver al mundo. La máxima prioridad para convertirse en una persona
positiva es la voluntad.

En una cierta ocasión, en una conferencia ante una convención de los agentes de una
gran compañía nacional de seguros toco ese mismo tema. Al terminar se le acerco
una pareja muy simpática, el esposo dijo, no se había dado cuenta de cómo llego a
ser un pensador positivo, pero hoy usted describió exactamente lo que me ocurrió. Él
explicó que había desarrollado un deseo de ponerle fin a una actitud negativa que lo
aquejaba desde niño. Él no había sido criado en un hogar cristiano, pero él estaba
convencido que la fe en Dios podría vencer su asentimiento de inferioridad y duda.
Trate de ocultar eso a mi padre, pero él le adivino el pensamiento y le dijo: Yo no creo
en esas tonterías de Dios; he tratado de educarte como un pensador objetivo, pero
hijo mío, si Dios te puede quitar ese pesimismo que te lleve al fracaso como hombre
ecuánime, yo le reconoceré honradamente. Y que dice su padre ahora que usted es el
agente más productivo, que, si Dios me pudo cambiar de un pensador negativo a
positivo de éxito, tal vez a él también le convenga saber más de Dios.
El pensamiento positivo es todo lo contrario del pensamiento negativo, El negativista
es un descreído mientras que el positivo es un creyente. La primera está llena de
dudas sobre sí mismo y el segundo lleno de confianza en sí mismo. El pensador
negativo con su desesperanza cierra el flujo de la potencia creadora y el pensador
positivo, apoyándose en la fe en Dios y en si mismo abre del todo por donde fluyen la
potencia y la creatividad que producen resultados sorprendentes. Uno puede llegar a
ser pensador positivo no solamente teniendo un deseo intenso, si no también
aprendiendo una nueva manera de hablar.

Esta es la historia de Bill Wilson, fundó una asociación que se denominó Alcohólicos
Anónimos. Había tratado por todos los medios posibles de librarse de la enfermedad
que lo estaba atacando, una vez subió a la cima de un cerro, y allí, a solas, de
expresión a sus sentimientos y gran deseo de victoria. En alta voz exclamó: Ayúdame
Dios mío, Ayúdame, pronto le pareció que empezaba a soplar un viento fuerte y
limpio, un viento que pasaba a través de él. Se inundó de poder, había sido creado de
nuevo. Bill Wilson descendió del cerro, resuelto a llevar a otros la misma increíble
liberación de la enfermedad que él había experimentado. Y por eso en todas las
oficinas de alcohólicos anónimos, se encuentran estas palabras; ASI SERIA YO, SI
NO FUERA POR LA GRACIA DE DIOS.

El problema de él no era el alcoholismo, pero si el pensamiento negativo, el complejo


de inferioridad y la falta de confianza en mí mismo.

Esta es una historia más de un hombre furioso que entro a una oficina en Nueva York,
queriendo hablar con el doctor Peale, la secretaria le pregunto si tenía una cita, el
contesto que no pero que le urgía hablar con el doctor. El doctor abrió un espacio
para atenderlo y le dijo tengo una hora para usted a sí que cuénteme, inmediatamente
el hombre le dio un principio a una malhumorada disertación sobre sí mismo. Era
evidente que se odiaba, después de contarme, le pregunto qué es lo que me pasa.
Me parase claro que usted necesita de Dios. El hombre enfurecido salió enojado
diciendo Dios, Dios, Dios siempre Dios. Después de un tiempo de haberse ido,
regreso para contarle algo que le había pasado, al salir de allí, todas las calles
brillaban y no entiendo por qué. El doctor le contesto que tal vez Dios lo ha visitado
con su poder, yo creo que usted está curado. Dios nos ayuda en todo momento, pero
tenemos que tener fe en él, porque como dice en filipenses 4:13 todo lo puedo en
Cristo que me fortalece.

RESUMEN CAPÍTULO 11
AL FIN LA FELICIDAD

Es importante amar lo que uno hace, tenerle cariño al oficio, porque entonces uno da
más de sí mismo; y cuando más dé uno de sí, más le devolverá la vida. Alguien ha
dicho “Ama la vida y la vida te amará”.  Así pues, seamos amigos.  Si, como decía mi
primo, usted está haciendo las cosas como por salir del paso, le recomiendo que se
suelte más completamente, que dé más de sí mismo, que se entregue de veras.    En
cuanto así lo haga, la felicidad inherente a su naturaleza surgirá por todo su ser.  Y lo
importante, al fin y al cabo, es que usted se encuentre a sí mismo, que se conozca,
que se tenga confianza y que se entregue.  Entonces, y solamente entonces, será su
vida lo que debe ser, una experiencia gloriosa y satisfactoria, día tras día.

Cuando pienso en la felicidad que he experimentado me parece que me ha venido en


su forma más intensa y agradable cuando he recibido o cuando he dado bondad.   He
llegado a la conclusión de que la bondad recibida y la bondad dada son factores
básicos de la felicidad que se consigue.  Recuerde los pequeños actos de bondad que
usted ha recibido o que ha dado, y observe que todavía tienen el poder de estimular
sentimientos de felicidad, aun cuando hayan ocurrido hace muchísimo tiempo.

Cuando escribo este capítulo, Ruth y yo estamos en Hong Kong.  Hace poco


atravesamos un alto puente peatonal y llegamos a una empinada escalera que
conducía al nivel de la calle.  Por no fijarme bien donde pisaba, tropecé y caí,
llevándome en mi caída a mi mujer, que estaba colgada de mi brazo.  Estábamos
rodeados de centenares de personas que se apresuraban en diversos quehaceres, y
aun cuando tratábamos de levantarnos, nadie vino en nuestro auxilio hasta que oímos
la dulce voz de una jovencita china que dijo claramente en inglés. “Permítame que le
ayude, señor”.  Aunque era de constitución endeble, nos prestó a los dos una
vigorosa ayuda e insistió en ayudarnos a bajar la empinada escalera.
Protestamos asegurándole que ya nos encontrábamos perfectamente bien, pero ella
no se quiso alejar sin cerciorarse de que así era en realidad.  “Es usted muy
bondadosa”, le dije, y ella replicó: “Señor, para mí es un placer ayudar”.  Observé que
en su rostro se dibujaba la alegría cuando dijo esto.
Puesto que según parece, ayudar a los demás produce un sentimiento de alegría, de
ahí se sigue que uno puede aumentar su felicidad simplemente aumentando el
número de veces que realiza un acto de bondad.  

Descubrirá usted que la felicidad es su estado de ánimo dominante si puede


multiplicar sus actos de bondad.  Tiene suerte la persona que haga este
descubrimiento. Sin proponérmelo en absoluto, tomé una pequeña parte en abrir una
vida más feliz para un extraño en las calles de Nueva York, en otra ocasión en que
sufrí otra caída.  Las calles estaban cubiertas de hielo después de una racha de frío
tremendo.  

Para realizar mi ejercicio diario de caminar entre cuatro y cinco kilómetros fui a pie
ese día a una oficina que tenía en la parte baja de la Quinta Avenida, pero al cruzar
una calle donde el hielo estaba liso y brillante, se me fueron los pies y fui a quedar
tendido cuan largo era en el arroyo.  No me puedo imaginar una situación más
lamentable. Pero casi inmediatamente vi acudir a mi lado a un joven que vestía una
parka. Me ayudó a ponerme de pie, me hizo subir a la acera, y me preguntó solícito
cómo me sentía y si no había indicios de huesos rotos. Le aseguré que me sentía
muy bien t seguimos juntos andando por la avenida.

Cuando llegamos a la calle siguiente, vi que la bocacalle estaba igualmente cubierta


de hielo, pero el joven me dio el brazo y pasamos sin percance al otro lado.   “Su cara
no me es desconocida-me dijo-. ¿Cómo se llama usted?”  Cuando le di mi nombre
soltó la risa: “¡Lo que van a gozar mis amigos cuando les cuente que yo he sacado a
Norman Vincent Peale del arroyo!” Nos despedimos celebrando este gracejo y yo tuve
la sensación de que había sido un episodio feliz para ambos.

     Alcanzar una actitud mental de calma y seguridad es requisito básico para lograr la
felicidad; y para desarrollar esa serena actitud mental, es sumamente importante la
seguridad de que se deriva de la fe.  Me parece que es un hecho bien comprobado
que cuando la fe es débil. La angustia es proporcionalmente fuerte; mientras que, si la
fe es fuerte, la angustia será menos problema.

¿Cómo se puede lograr esa fe que lo libra a uno del temor, de la preocupación y la
angustia? Empiece por pensar en la fe, afirmar la fe, actuar a base de la fe. Practique
el principio de “como si”, que es muy poderoso.  Actuando como si tuviera fe, su
conciencia aceptará la idea de que en realidad de verdad la tiene, y usted la tendrá.
La actitud tiene tanto que ver con que seamos o no seamos felices.

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