Cyrano
Cyrano
Cyrano
CYRANO DE BERGERAC
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PERSONAJES
Cyrano De Bergerac.
Cristián De Neuvillete.
Conde De Guiche.
Ragueneau.
Le Bret.
Montfleury.
Bellerose.
Cuigy.
Un Importuno.
El Portero.
Un Ratero.
Un Guardia.
Rosana.
Lisa.
La Cantinera.
La Dueña.
La Florista.
La Multitud, Ciudadanos, Marqueses, Mosqueteros, Burgueses,
Rateros, Pasteleros, Poetas, Cadetes, Comediantes, Músicos, Pajes,
Espectadores, Damas, Monjas, Etc. (Los cuatro primeros actos en
1640; el quinto, en 1655.)
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PRÓLOGO
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CORO. ¿Tú sabes cuánto vale
la risa de un patrón?
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CYRANO. Sábado, veintiséis... el sábado, veintiséis, una hora
antes de la cena, Cyrano de Bergerac fue
asesinado...
***
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SEGUNDO LACAYO. (Desde el patio.) Por fin llegó la cantinera.
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RAGUENEAU. ¡Oh, no! Si el poema es pequeño... ¡un pastelillo
solamente!
CRISTIÁN. ¿Y...?
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CUIGY Un espadachín.
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PRIMER MARQUÉS. ¡Bah!, seguro que no viene.
CRISTIÁN. ¿Cuál?
Aparece DE GUICHE.
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MONTFLEURY.
¡Feliz aquél, que lejos de la corte,
en un lugar solitario a sí mismo se impone
destierro voluntario!
¡Feliz aquél, que cuando sopla
en el bosque el céfiro...
LE BRET. ¡Cyrano!
EL BASTÓN se agita.
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CYRANO. ¡Estás acabando con mi paciencia!
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CYRANO. (A MONTFLEURY) ¡Sal de escena ahora mismo!
CYRANO. ¡Silencio!
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espera con angustia.) Espero ver al teatro sin esta
gangrena, si no... (lleva la mano a su espada).
MONTFLEURY. Yo...
CYRANO. ¡A la de tres!
MONTFLEURY. Yo…
CYRANO. ¡Dos!
CYRANO. ¡Y tres!
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BELLEROSE. ¿Y quién le va a devolver el dinero a esa gente?
CYRANO. ¡No!
EL IMPERTINENTE. Pero...
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EL IMPERTINENTE. Su señoría se equivoca.
EL IMPERTINENTE. Yo...
EL IMPERTINENTE. ¡Oh!
EL IMPERTINENTE. Yo había...
EL IMPERTINENTE. ¡Caballero!
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EL IMPERTINENTE. ¡Qué va!... ¡Al contrario!
EL IMPERTINENTE. ¡Cielos!...
EL IMPERTINENTE. ¡Ay...!
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DE GUICHE. (A los MARQUESES.) ¡Lo mismo de siempre!
CYRANO. ¡Mucho!
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tuvieras imaginación o algunas letras. Pero de aquél
no tienes ni un átomo y de letras únicamente las
cinco que forman la palabra «tonto».
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y, lentamente, abandonada
dejo la capa que me cubre
para después sacar la espada.
os lo prevengo, Myrmidón:
¡al final vais a ser tocado!
¡Mejor os fuera ser neutral!
¿Por dónde os trincharé mejor?
¿Tiro al flanco, bajo la manga,
o al laureado corazón?
¡Tin, tan! suenen las cazoletas;
mi punta es un insecto alado;
a vuestro vientre va derecha.
Al final vais a ser tocado.
¡Pronto, una rima! ¡Se hace tarde!
¡Vuestra cara esta demacrada...
Me dais el consonante:
¡Cobarde! ¡Tac! Ahora paro esa estocada
con la que ibais a alcanzarme.
Abro la línea. La he cerrado,
¡Afirma el hierro, Laridón,
que al final vais a ser tocado!
LA MULTITUD. ¡Ah!...
UN HOMBRE. ¡Soberbio!
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UN LACAYO. ¡Prodigioso!
LE BRET. ¡Insensato!
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vaso... (Ella quiere echar en él vino, pero CYRANO
la detiene) de agua limpia y medio pastel de
almendras.
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LE BRET. ¡El amor no es más que azar! ¡Atrévete!... ¡Háblale!
CYRANO. ¿Verme?
CYRANO. ¿Qué?
LA DUEÑA. ¡Cosas!
LA DUEÑA sale.
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CYRANO. ¡Ay!, ¡al menos sabe que existo!
Cuando van a salir, entran por la puerta del fondo CUIGY, y varios
OFICIALES que sostienen a RAGUENEAU, completamente borracho.
CUIGY. ¡Cyrano!
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CYRANO. ¿Cien hombres? ¡Esta noche vas a dormir en tu
cama!
RAGUENEAU. Pero...
Pastelería Ragueneau.
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que, sentado en el suelo, ensarta aves.) Y tú, sobre
ese asador interminable, pon el simple pollo junto a
la soberbia pava alternándolos, hijo mío, como el
viejo poeta, que alternaba los versos grandes con
los pequeños. ¡Que las estrofas de los asados giren
en el fuego!
EL APRENDIZ. Es de bizcocho.
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LISA. Amigo mío, ¡antes de conocer a esa gente, no me
llamabas hormiga!
Entran los POETAS, vestidos de negro, con las medias caídas y llenos
de barro.
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TERCER POETA. ¡Salud, rey de los pasteleros! ¡Qué bien huele aquí!
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Batid clara de huevo hasta que salga espuma;
añadid jugo de sidra y leche de almendras dulces;
colocad en el flanco pastaflora
y un poco de bizcocho en los dos lados;
verted gota a gota en vuestro molde la espuma;
metedlo todo al horno;
sacadlas cuando estén doradas
y tendréis hechas las tartas almendradas.”
LA DUEÑA. ¡Muchísimo!
La DUEÑA sale.
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ROSANA. ¡Las ramas de los árboles te servían de espadas...!
CYRANO. ¡Ah!
CYRANO. ¡Ah!
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CYRANO. ¡Ah!
CYRANO. ¡Ah!
CYRANO. ¡Ah!
CYRANO. ¡Ah!
CYRANO. ¡Ah!
CYRANO. ¡Hermoso!...
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CYRANO. ¿Qué?... ¿Cristian de Neuvillete?
ROSANA sale.
CYRANO. ¿Cuál?
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RAGUENEAU. El del teatro de Borgoña.
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LE BRET. ¡Completamente solo, de acuerdo; pero no contra
todos! ¡Tienes la espantosa manía de sembrar
enemigos por todas partes! Di a todo el mundo, y en
voz alta, tu orgullo y tu amargura, pero a mí no me
engañes. ¡Confiésame en secreto que ella no te
ama!
CYRANO. ¡Cállate!
CRISTIÁN. ¿Debilucho?
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Silencio. TODOS se levantan lentamente. Miran a CYRANO con terror
Éste se ha callado, estupefacto. Pausa.
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PRIMER CADETE. ¡Se despertó el oso!
RAGUENEAU. ¿Picadillo?...
LE BRET. ¡Salgamos!
CYRANO. ¡Abrázame!
CRISTIÁN. ¡Caballero!...
CRISTIÁN. ¿Cómo?...
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CRISTIÁN. ¿Y ella te habló de mí?
CYRANO. ¡Sí!
CRISTIÁN. ¿Y me quiere?
CYRANO. Probablemente.
CYRANO. ¡Sí!
CYRANO. ¿Quieres?
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CYRANO. ¿Aceptas?
El beso de Rosana
CYRANO. ¡No!...
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ROSANA. ¿Te parece demasiado? ¡Así son ustedes los
hombres! ¡Si alguno es guapo, no puede ser
inteligente!
CYRANO. ¿Escribe?
CYRANO. ¡Bah!...
ROSANA. ¡Ah!
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ROSANA. ¡Ah!
ROSANA. ¡Oh!
DE GUICHE. ¿Qué?
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excepto... ésta, ¡la de los cadetes! Me la voy a
guardar. ¡Tú me vuelves loco! Encontrémonos esta
noche… Todo el mundo creerá que me he ido con
mi regimiento... Voy a venir disfrazado... ¡Permíteme
retrasar un día mi partida!
DE GUICHE. ¡Bah!
ROSANA. ¡No!
DE GUICHE. ¡Déjame!
Más tarde.
CRISTIÁN. ¿Y...?
CRISTIÁN. ¡Rosana!
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CRISTIÁN. ¡Sí! (Que repite lo que CYRANO le dice.) Eros… se
mece en mi alma inquieta… como si fuera su cuna.
Ese cruel diosecillo...
CYRANO. ¡No!
CYRANO. ¡No!
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verano: yo no soy más que una sombra y tú, una
claridad. ¡Nunca hasta ahora mis palabras brotaron
de mi verdadero corazón!
CYRANO. A través del vértigo que infunden tus ojos. Pero esta
noche... ¡esta noche va a ser la primera en que voy
a hablarte sin reparo!
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cuenta? ¿Entiendes ahora lo que me pasa? ¡Incluso
mi esperanza más atrevida nunca osó esperar tanto!
Ahora sólo me queda morir. ¡Es por mis palabras por
lo que tiemblas entre las hojas como una hoja más!
¡Porque tiemblas!... porque, lo quieras o no, he
sentido bajar, a lo largo de las ramas de jazmín, el
temblor adorado de tu mano (Besa
enamoradamente la punta de una rama que cuelga.)
CRISTIÁN. ¡Sí!
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CYRANO. ¡Cállate, Cristián!
CYRANO. ¡No!
ROSANA. ¡Cállate!
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CRISTIÁN. ¡Rosana!
DE GUICHE. ¡Claro!
ROSANA. ¡Cristián!
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CRISTIÁN. (A ROSANA.) ¡Bésame otra vez!
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EL CENTINELA. ¡Alto! ¿Quién vive?
CYRANO. ¡No vuelvas a tener miedo por mí! Para atravesar las
líneas españolas, descubrí un lugar cuyos centinelas
están borrachos todas las noches.
TODOS. ¡Ay!
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OTRO. ¡Si por lo menos hubiera pan!
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TODOS LOS CADETES. (Murmurando.) ¡Hou!...
DE GUICHE. ¡Hay que ganar tiempo para que las tropas alcancen
a volver!
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DE GUICHE. ¡Tenemos que hacernos matar! ¡Cyrano, como te
gusta pelear uno contra cien, aquí tienes tu
oportunidad!
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ROSANA sale de la carroza.
ROSANA. ¿A mí?
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LE BRET. Podrías...
TODOS. ¡No!
UN CADETE. ¿Traérselo?...
TODOS. ¡Ragueneau!
RAGUENEAU. ¡Caballeros!
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ROSANA. (Vertiendo vino en los vasos y sirviendo.) ¡Ya que los
mandan a la muerte, nos reímos del resto del
ejército!... ¡Todo para los gascones!... ¿Por qué
lloras?
CRISTIÁN. ¿Cómo?
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CRISTIÁN. ¿Cuántas veces le he escrito por semana?... ¿Dos...
tres... cuatro...?
CYRANO. ¡Más!
CRISTIÁN. ¿Qué?
CRISTIÁN. ¡Pero...!
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todo eso borró tu rostro de mi mente y solo me
quedó tu voz...
ROSANA. Sí
CRISTIÁN. Sí
ROSANA. Pero...
CRISTIÁN. ¡Cyrano!
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CYRANO. ¡No!
CYRANO. ¿Yo?
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CYRANO. ¡Es cierto! ¡Aquí está mi felicidad! (A ROSANA.)
¡Rosana, escúchame! Yo...
LE BRET. ¡Cyrano!
CYRANO. ¿Qué?
CYRANO. ¡Nada!
Los CADETES han entrado ocultando algo que traen. Algunos forman
un grupo para impedir que ROSANA se aproxime.
ROSANA. ¡Cristián!
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VOZ DE LE BRET. ¡Rapido!
ROSANA. ¡Cristián!
ROSANA. ¡Cristián!
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ROSANA. (Reteniéndole.) Está muerto y tú lo conociste.
¿Verdad que era un ser maravilloso?
EPÍLOGO
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ROSANA. ¡Después de catorce años, llegas tarde por primera
vez!
ROSANA. ¿Quién?
ROSANA. ¿Milagrosamente?
ROSANA. ¡Cyrano!
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ROSANA. ¡Cada uno tiene su herida: yo, la mía...! ¡Esta vieja
herida, sin embargo, siempre está viva... aquí, en
esta carta de papel amarillento, donde se siguen
viendo las lágrimas y la sangre de Cristian!
ROSANA. ¿Cómo puedes leer así? ¡Es una noche oscura... sin
luna...! ¡Las cartas eran tuyas!
CYRANO. ¡No!
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ROSANA. ¡Ay!... ¡cuántas cosas muertas vuelven a renacer
dentro de mí...! Las lágrimas de esta carta son
tuyas.
ROSANA. ¡Cyrano!
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son mis viejos enemigos!... ¡La Mentira!...
(Golpeando con su espada en el vacío.) ¡Toma!
¡Toma!... ¡Ah, las Apariencias... los Prejuicios... las
Cobardías!... (Sigue golpeando.) ¿Que me
arrodille?... ¡Eso nunca!... ¡Nunca! ¡Ah, por fin te veo
la cara, Estupidez!... Sé que al final me vas a
derrotar, pero no me importa: ¡En guardia... uno,
dos, tres... y al final fuisteis tocado! (Hace molinetes
inmensos y se detiene jadeando.) ¡Sí, ustedes me
arrancan todo, el laurel y la rosa! ¡Arránquenlos!
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