Operacion Barbarroja

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La Operación Barbarroja (en alemán: Unternehmen Barbarossa), emprendida el 22 de junio

de 1941, fue el nombre en clave dado por Adolf Hitler al plan de invasión a la Unión


Soviética por parte de las Fuerzas del Eje durante la Segunda Guerra Mundial. Esta operación
abrió el Frente Oriental, que se convirtió en el teatro de una de las operaciones más grandes
de la guerra, escenario de las batallas más grandes y brutales del conflicto en Europa. El
nombre de la operación es un homenaje a Federico I Barbarroja cuyo nombre está unido
al nacionalismo alemán del siglo XIX.
La Operación Barbarroja significó un duro golpe para las desprevenidas fuerzas soviéticas,
que sufrieron fuertes bajas y perdieron grandes extensiones de territorio en poco tiempo. No
obstante, la llegada del invierno ruso acabó con los planes alemanes de terminar la invasión
en 1941. Durante el invierno, el Ejército Rojonota 1 contraatacó y anuló las esperanzas de Hitler
de ganar la batalla de Moscú. La operación acabó el 5 de diciembre de 1941 con la retirada
del ejército alemán.
En el ideario de Hitler estaba la expansión hacia el este dentro de su política de «espacio
vital» (Lebensraum en alemán)19, aunque esa ya era una aspiración alemana anterior a
la Primera Guerra Mundial. En 1918, en la Paz de Brest-Litovsk, el alto mando de los ejércitos
imperiales alemanes del frente oriental, había impuesto sus condiciones para el armisticio que
los bolcheviques solicitaban. Por razones prácticas de supervivencia, los jefes comunistas
habían desistido de extender su gobierno a las ex-regiones del Imperio ruso de Polonia y
los países bálticos, entregándolas al Reich del káiser. Como se puede leer en el libro de
Hitler Mein Kampf (Mi lucha), la guerra contra los soviéticos es una «guerra cultural»19
impregnada de antieslavismo20, y una cruzada de Europa contra Asia: se trata de enviar al
continente asiático a los eslavos, para crear así un «Nuevo Orden»,nota 2 haciendo así un símil
con los hunos de Atila, que en su momento amenazaron a la Europa romana. La invasión
alemana de la Unión Soviética fue definida por el historiador alemán Andreas Hillgruber como
«la verdadera guerra de Hitler»21. Las ideas del Führer sobre los eslavos eran de una notable
simpleza: los consideraba una sociedad primitiva cuyos individuos tenían impulsos más
semejantes a los animales que a seres humanos civilizados22.
Declaraciones de Hitler sobre el pueblo ruso el 5 de julio de 1941:
Por instinto, el ruso no va a una forma de sociedad superior. Ciertos pueblos pueden vivir de tal manera
que entre ellos el conjunto de las unidades familiares no forme un Estado. Si Rusia adoptó a pesar de
ello una forma comparable a lo que por tal cosa entendemos en Occidente, no quiere decir, en todo
caso, que esto sea lo propio biológicamente en ella. [...] La energía es necesaria para dominar al ruso.
La contrapartida es que cuanto más duro es un régimen, más convencido está de que en él se practican
la equidad y la justicia. El caballo que no se siente constantemente sujeto olvida en un abrir y cerrar de
ojos los elementos de doma que se le inculcaron. Lo mismo pasa con el ruso: hay en él una fuerza
instintiva que le vuelve a llevar invariablemente a su estado natural. Se cita algunas veces el caso de
esos caballos que, habiéndose escapado de un rancho en América, habían vuelto a formar, algunas
decenas de años más tarde, inmensos rebaños de caballos salvajes. ¡Hace falta tan poco para que un
animal vuelva otra vez a sus orígenes! Para el ruso, su retorno al estado natural consiste en formas de
vida elemental. La familia existe, la mujer vela sobre sus hijos, como la hembra de la liebre, con todos
los sentimientos de una madre. Pero el ruso no desea nada más.
H. Trevor-Roper, Las conversaciones privadas de Hitler (2004)23

Pese a la aparente distancia ideológica entre ambos países y las intenciones declaradas de
Hitler de expansión hacia el este, en 1939 la Unión Soviética y Alemania firmaron el conocido
como Pacto Ribbentrop-Mólotov24. En dicho pacto, Alemania se aseguró la neutralidad de la
Unión Soviética a cambio de ceder la mitad de Polonia, Besarabia, y los países bálticos.
Además, la Unión Soviética reclamó el control del estrecho de los Dardanelos, Finlandia, y la
posibilidad de abrir bases en Dinamarca25. Este acuerdo entre la Unión Soviética y Alemania,
tuvo como precedentes el Tratado de Rapallo de 1922, así como el Tratado de Neutralidad de
Berlín de 192626. Kissinger, en su libro Diplomacia (1996), afirma que el acuerdo entre ambas
partes en 1939 se pareció más a un documento del siglo XVIII que a uno del siglo XX, y que
ambos, Hitler y Stalin, se propusieron tratar de alcanzar objetivos no convencionales,
aplicando la ideología del Mein Kampf por un lado, y la expansión global del comunismo por
otro, mediante medios convencionales26nota 3.
El avance soviético en el Báltico provocó, no obstante, un desgaste en el acuerdo de
neutralidad, al hacer peligrar, bajo el punto de vista alemán, el suministro de hierro de Suecia
y de níquel de Finlandia27. Aunque la Unión Soviética había respetado en líneas generales el
acuerdo, y en particular el envío de materias primas al III Reich, las ambiciones territoriales
soviéticas inquietaron a Hitler28. Ya a finales de mayo de 1940, aunque el historiador británico
John Keegan señala en su libro Operación Barbarroja, invasión de Rusia (1970) que fue el 2
de julio de 1940, cuando Hitler comenzó a comentar a sus colaboradores la posibilidad de
lanzar un ataque preventivo contra la Unión Soviética para julio de 19412930. Hitler encargó a
Halder el diseño del plan de invasión, quien a su vez delegó en el general Marcks30. Sin
embargo, el Führer trató de agotar la vía diplomática para atraer a la Unión Soviética a la
órbita alemana. Para satisfacer el tradicional interés ruso por acceder a puertos libres de hielo,
Hitler intentó disuadir a Stalin ofreciendo a la Unión Soviética un paso hacia el sur, a través de
Afganistán e Irán, en dirección al Golfo Pérsico31. Ribbentrop ofreció a Molotov esta
salida:«[...] si, a largo plazo, Rusia no se volvería también hacia el sur, como salida natural al
mar abierto que era tan importante para Rusia»26. Hitler a su vez dijo a Molotov: «Tras la
conquista de Inglaterra, el Imperio británico sería dividido como una gigantesca finca universal
en bancarrota [...]. En esta finca en bancarrota, Rusia tendría acceso al océano libre de hielos,
realmente abierto. Hasta entonces, una minoría de 45 millones de ingleses había gobernado a
600 millones de habitantes del Imperio británico. Pero el propio Hitler estaba a punto de
aplastar a dicha minoría [...]». Alemania no tuvo éxito con esta oferta, ya que Molotov mostró
escaso interés debido a que Alemania no podía ofrecer lo que no tenía todavía3126.

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