7 Trucos para Hacer Una Buena Redacción
7 Trucos para Hacer Una Buena Redacción
7 Trucos para Hacer Una Buena Redacción
1. Ideas claras
¿Qué quiero decir?, ¿cómo quiero decirlo?, ¿para qué asignatura es?… Estas y otras preguntas
son las que nos debemos hacer antes de ponernos a escribir. Lo principal es que tengamos
muy claro de qué vamos a hablar antes de empezar, para que la redacción no se nos
complique y acabe siendo liosa. Hacer un esquema con las ideas principales y secundarias del
texto y lo que va en cada tema o lo que no se nos puede olvidar contar, nos va a ayudar a
organizarnos.
2. Frases cortas
Si el texto que vamos a escribir no es solo para nosotros, entonces lo suyo es que pensemos en
el pobre lector. Hay que intentar que nos entienda. Bueno, más que intentar, hay que
conseguirlo. Si no somos un Cervantes en potencia, mejor que nos centremos en escribir frases
cortas y nos olvidemos de interminables subordinadas. Trasmitir de forma sencilla y concisa la
idea siempre dará buen resultado.
3. Adjetivos go away
Un adjetivo bien usado ayuda a describir lo que queremos decir. Da color al texto. Pero no nos
dejemos engañar por su apariencia inocente de complemento del sustantivo, no. El adjetivo es
un ente malvado que crea adicción y convierte cualquier texto sencillo en una rimbombante
compilación de palabras llenas de florituras, que trasmiten imágenes repelentemente cursis. Y
peor aún es la capacidad de este recurso para convencernos de que escribimos bien cuando
realmente es mentira: es como embadurnarse en colonia para no ducharse, cuela al principio,
pero tras una semana así, es probable que nuestros amigos dejen de llamarnos para quedar.
Por muchos adjetivos que añadamos al texto, no van a tapar los errores en la redacción. Hay
que ser muy emo para soportar un texto plagado de lánguidas y hermosas rojas rosas sobre
una suave y vieja colcha de oscuro terciopelo negro como una fría noche sin pálidas estrellas.
A estas alturas, con el corrector del Word, los correos electrónicos de la Fundéu y la Real
Academia en una aplicación del móvil, cometer faltas de ortografía es pecado mortal. Y no
porque no podamos fallar, que podemos, sino porque tenemos que revisar lo que escribimos.
Hay que dudar de nuestra fiabilidad y comprobar si hemos metido la pata, enterarse de las
novedades en el lenguaje (palabras que se admiten, cuáles se usan mal, etc.), y poner bien los
acentos (por ejemplo en este blog, donde nos explican de forma muy sencilla lo que lleva tilde
y lo que no para que nos enteremos de una vez). No podemos presentar un buen trabajo
académico que tenga faltas, sea el profesor como sea y de lo que sea.
El lector necesita respirar y comprender. Nosotros necesitamos concluir las ideas, enumerarlas,
explicarlas. Puntuar correctamente es indispensable para redactar bien y además nos ayuda a
organizar nuestros pensamientos para que el texto no sea caótico.
No por poner un montón de palabras “cultas” va a parecer que sabemos más. Si normalmente
no están integradas en nuestro vocabulario, puede que no las usemos bien o que el texto
quede muy forzado. Antes de hacer el ridículo usando un palabro superrebuscado donde no
debería estar, mejor que expliquemos lo que queremos decir de una manera simple y honesta.
Lo importante es comunicar y que el lector nos entienda, no alimentar nuestro ego a base de
esdrújulas. Eso sí, es imprescindible tener cuidado con repetir todo el tiempo las mismas
palabras. Un diccionario de sinónimos nos va a venir de perlas para enriquecer nuestra
redacción.
Escribir maravillosamente es un arte reservado a unos pocos afortunados, pero escribir bien y
de forma correcta lo podemos hacer todos y la buena noticia es que como mejor se aprende
es leyendo y practicando. Además de fácil, divertido. ¿Qué más se puede pedir?
Puede tratarse de un tema que te hayan pedido desarrollar... Si no es así, elige redactar sobre
algún asunto de tu interés.
Para informar sobre un hecho, la técnica de las ocho preguntas es muy efectiva: Hazte las
siguientes preguntas y contéstalas:
1. ¿qué?
2. ¿quién?
3. ¿dónde?
4. ¿cuándo?
5. ¿por qué?
6. ¿cómo?
7. ¿cuál?
8. ¿cuántos?
Para temas en general, la técnica hazte todas las preguntas que se te ocurran es muy
efectiva. Por medio de un buen número de preguntas, generas un cuestionario para buscar
luego las respuestas. Por ejemplo: (Del Río, 1993:5):
1. ¿qué es?
2. ¿cómo es?
3. ¿para qué sirve?
4. ¿cómo se administra?
5. ¿cuánto mide?
6. ¿qué le hace falta?
7. ¿es seguro?
8. ¿otros usos?
9. ¿dónde está?
10. ¿instalaciones?
11. ¿quién lo mandó construir?
12. ¿cuándo se construyó?
13. ¿cómo es en relación con otros?
14. ¿cuánto se gasta en su mantenimiento?
15. ¿por qué es importante tenerlo?
La técnica elige dos o tres términos clave es útil para cualquier clase y tamaño de escritos.
por ejemplo:
Estimulante:
Viaja mucho
Cuenta con 10 años de experiencia
Conoce muchos lugares
Trata con mucha gente importante
Adquiere mucho acervo
Domina varios idiomas
Gana mucho dinero
No tiene horario fijo
Agotador:
Apúntalo todo, incluso lo que parezca obvio, absurdo o ridículo. ¡No prescindas de
nada! Cuantas más ideas tengas, más rico será el texto. Es posible que más adelante
puedas aprovechar una idea aparentemente pobre o loca.
No valores las ideas ahora. Después podrás recortar lo que no te guste. Concentra
toda tu energía en el proceso creativo de buscar ideas.
Apunta palabras sueltas y frases para recordar la idea. No pierdas tiempo escribiendo
oraciones completas y detalladas. Tienes que apuntar con rapidez para poder seguir el
pensamiento. Ahora el papel es solo la prolongación de tu mente.
No te preocupes por la gramática, la caligrafía o la presentación en este momento.
Nadie más que tú leerá este papel.
Juega con el espacio del papel. Traza flechas, círculos, líneas, dibujos. (Cassany,
1999: 63).
Cuando no se te ocurran más ideas, relee lo que has escrito o utiliza una de las
siguientes técnicas para buscar más.
Es muy útil para generar ideas y superar bloqueos. El texto resultante tiene muchas
deficiencias que se corregirán al desarrollar la redacción y reescribir la versión final.
La técnica frases empezadas: es bastante más concreta que la de lluvia de ideas. Sirve para
orientar la redacción.
Los mapas (de ideas, mentales, o denominados también árboles o ideogramas) son una forma
visual de representar nuestro pensamiento. Consiste en dibujar en un papel las asociaciones
mentales de las palabras e ideas que se nos ocurren en la mente. (Cassany: 1999, 58).
GRáFICO
Escoge una palabra nuclear sobre el tema que escribes y apúntala en el centro de la hoja, en
un círculo. En seguida, anota todas las palabras que asocies con ella y circúlalas. (Cassany,
1999: 59). El procedimiento dura unos cuantos minutos. Luego, anota cada palabra como
encabezado y escribe todas las que se te ocurran que tengan relación con la palabra principal.
El papel se convierte en la prolongación de tu mente y en un buen material para iniciar la
redacción. Elige el punto de vista desde el que vas a abordar tu texto.
Finalmente, si tomas en cuenta cada uno de los aspectos anteriores, podrás redactar con
facilidad un escrito sobre “Educación Superior” o sobre “El mar”, etcétera.
6.- Redacción definitiva. Después de efectuar una última revisión, puedes elaborar el texto
definitivo. Todavía recomiendo una última revisión después de poner distancia temporal; es
decir, que conviene dejar a un lado el texto definitivo por un tiempo determinado -según la
urgencia que se tenga de presentarlo-, y volver a efectuar otra revisión antes de darlo por
terminado.
No se escribe del mismo modo que se habla. Incluso un texto que pretende ser
cercano y coloquial debe respetar una serie de normas de estilo y seguir una
estructura determinada. Respeta siempre la gramática, recuerda que cada frase
debe expresar algo coherente por sí misma. Tampoco seas
pretencioso, no escribas con palabras raras porque sí. Si no eres
especialmente bueno en el análisis sintáctico, utiliza este truco: cuando escribas
una frase, léela ignorando lo que haya escrito antes o después. Si aún estando
sola tiene sentido, es una frase correcta. Si por el contrario no tiene sentido, no
puedes hallar el sujeto o queda inconclusa, algo falla.
Cuanto más subordines una oración, más enrevesado harás el texto. Y aunque a
veces es necesario, has de intentar prescindir de todas las frases largas que
puedas. Resume las ideas y no abuses de los adjetivos. Simplifica lo que
quieres expresar recurriendo a las palabras adecuadas, en lugar de dar rodeos
que lo único que consiguen es desviar la atención de lector.
No escribas al tuntún, empezando una frase sin saber cómo va a terminar. Y más
importante aún: no pierdas de vista la intención del texto. Si estás escribiendo
un párrafo para hablar sobre algo, habla sobre ese algo. No empieces a escribir
con una finalidad que luego no cumples. Asegúrate también de dar buen uso de
los párrafos. Cada párrafo debe expresar un concepto o idea determinado por sí
mismo. Haz también buen uso de puntos y comas, cuya función es idéntica.
No repitas una idea hasta la saciedad. Ni uses ejemplos para explicar algo que
es obvio. En un formato de narrativa infantil, puede ser aceptable, pero a ningún
joven o adulto le gusta que duden de su perspicacia y pongan en duda su intelecto
en cada página. Evita ser redundante, pero sé claro y directo en las
explicaciones; Una cosa es no tomar por tonto al lector y otra muy distinta, tomarlo
por un genio.