EL Fujimorato 1990-2000 Régimen Politico y Social
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Alberto Fujimori llegaba al poder en los años 90 en una época de gran desprestigio hacia los
partidos políticos, por la crisis económica, política, económica, social y de seguridad por los años
80, por tal motivo la población culpaba a los políticos y querían un enfoque nuevo para el Perú.
El fracaso del gobierno aprista hacia improbable el triunfo del candidato oficialista Luis Alva
Castro. Los protagonistas principales en este proceso electoral fueron: Mario Vargas Llosa y
Alberto Fujimori.
Vargas Llosa y su lista parlamentaria fueron asociados a la vieja clase política tradicional y los
sectores de la élite económica. Las mayorías electorales del Perú optaron entonces por un
"outsider", un improvisado, pero carismático ingeniero de ascendencia japonesa, que logró
sorpresivamente un 29% del apoyo electoral pasando a la segunda vuelta. En esta última, Alberto
Fujimori derrotó a Mario Vargas Llosa con el apoyo de la izquierda y el APRA, logrando el 62%
de los votos, contra el 37% del escritor.
2. Explique qué se entiende por el autogolpe de Estado del 5 de abril de 1992 y cuáles fueron las
motivaciones.
Se le conoce como el autogolpe porque en vez de ser un golpe de estado clásico donde el ejército
da un golpe contra el presidente, el parlamento y todos los poderes del estado. En este caso fue
un poder del estado quien dio el golpe contra el congreso y el poder judicial.
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Específicamente el poder ejecutivo, enviando a las Fuerzas Armadas quienes avalaban este
actuar. Esto debido a la enemistad que existía entre el presidente y el congreso. Teniendo las
siguientes motivaciones:
- La oposición fuerte a los cambios que planteaba el mandatario en lo que respecta a la lucha
del terrorismo. En particular su deseo de que el Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) tenga
una mayor influencia en las FF.AA.
- A detener las investigaciones que se le seguían por el caso Barrios Altos y la creación de
escuadrones de la muerte (Grupo Colina).
4. Describa dos acontecimientos ocurridos durante el gobierno de Alberto Fujimori en donde hubo
violación de derechos humanos.
Este caso no fue investigado judicialmente hasta el 19 de abril de 1995, casi cuatro años
después de los hechos. Sin embargo, ésta se llevó a cabo sin dificultad ya que el Congreso
promulgó dos leyes de amnistía que impidieron el desarrollo de las investigaciones por un
tiempo. Estas leyes acabaron siendo rechazadas por la jueza Saquicuray, quien lleva el caso,
y eventualmente, también por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
La Comisión presentó la demanda en este caso con el objeto de que la Corte Interamericana
decidiera si el Estado (Dirigido por Fujimori) violó los derechos consagrados en los artículos
4 (Derecho a la Vida), 5(Derecho a la Integridad Personal), 8 (Garantías Judiciales), 13
(Libertad de pensamiento y de expresión) y 25 (Protección Judicial) de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos
Matanza de La Cantuta
La década de los 80 fue la mayor crisis económica en la historia del Perú. El gobierno fujimorista,
afronto la gran depresión económica y la hiperinflación de los gobiernos anteriores.
La depresión económica estaba en su punto más alto, esto debido a que en las décadas de 1970 y
1980, la economía peruana atravesó por una serie de crisis económicas profundas y prolongadas que
generaron enormes pérdidas en su PBI.
La hiperinflación en Perú se produjo por la emisión monetaria sin respaldo. la inflación acumulada
llegó a 2.178,49% cifra que parece increíble comparada con el 3,23% de inflación que se registró en
el 2016, donde el gobierno de Fujimori, lanzo el famoso “Fujishock”, para insertarnos en la economía
internacional.
Fujimori aplica los consejos del fondo monetario internacional(FMI) con la reestructuración de
precios llamada “shock” económico que buscaba acabar rápidamente con la inflación y el déficit
fiscal. Que permitió la reinserción del Perú en el sistema financiero internacional.
Permitió la privatización de las compañías del Estado a manos extranjeras, también ocasiono
despidos masivos de obreros y empleados públicos, así como la supresión de las protecciones a la
ineficiente industria nacional, la cual llevo a su quiebra y a altos índices de desempleo. En
consecuencia, se redujo al mínimo la actividad sindical y aumento la actividad económica informal.
Por otro lado, la reducción del estado y la liberación de la economía nacional fomentaron la inversión
extranjera. Como resultado, en 1994 la economía peruana creció un 13% a pesar de los despidos
masivos acaecidos.
3. A partir de lo explicado en los videos y la lectura del texto de Campodónico, explique en qué consistió
la reforma neoliberal del gobierno de Fujimori.
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“En agosto de 1990, Alberto Fujimori ganó las elecciones con un programa que negaba la aplicación de un
shock de precios. Sin embargo, al poco tiempo de ganar las elecciones, cambió de política y aplicó un programa
típico de reducción de la demanda interna –que se conoció como ´fujishock´– para enfrentar la hiperinflación.
El diagnóstico básico del programa de estabilización era que los precios dependían de la oferta monetaria: la
inflación estaba determinada directamente por el enorme crecimiento de la cantidad de dinero. Esta concepción
tomó cuerpo en un shock aplicado para revertir los principales desequilibrios macroeconómicos: déficit fiscal,
baja presión tributaria, déficit de la balanza de pagos, hiperinflación y desorden de los precios relativos.
Dancourt y Mendoza nos dicen que vinculados con el mencionado desequilibrio existían atrasos en los precios
básicos de la economía: tipo de cambio y tarifas de los servicios públicos (agua, electricidad, gasolina). Este
shock vino acompañado por un programa de compensación social para los sectores más pobres. Tuvo un
impacto duro y devastador, generando condiciones de elevada anomia social. Los programas sociales
asistencialistas recién fueron creados dos años después, cuando la situación había comenzado a mejorar.
En marzo de 1991, una vez estabilizada relativamente la economía, Fujimori puso en marcha el denominado
Programa de Ajuste Estructural (PAE), aplicación del Consenso de Washington. (…) Los PAE afirman que
los problemas de América Latina tienen un origen endógeno, vale decir que su causa radica en las políticas
intervencionistas del Estado en la economía bajo el modelo de Industrialización por Sustitución de
Importaciones (ISI). Por tanto, plantean una política integral que otorgue prioridad al mercado en la asignación
de los factores de producción. Así, los llamados diez mandamientos del Consenso de Washington fueron:
1. Disciplina fiscal
2. Reorientación del gasto público
3. Reforma tributaria: se priorizan los impuestos indirectos (impuesto general a las ventas [IGV])
4. Liberalización financiera: apertura de la cuenta de capitales de la balanza de pagos
5. Tipos de cambio reales unificados y competitivos
6. Liberalización comercial: baja de aranceles
7. Apertura a la inversión extranjera directa (IEI)
8. Privatización de las empresas estatales
9. Desregulación
10. Mercados laborales flexibles
En consonancia con estos principios, los gobiernos latinoamericanos privatizaron las empresas estatales,
desregularon los mercados y abrieron las cuentas de capitales. Asimismo, se liberalizaron el tipo de cambio,
las tasas de interés y los mercados laborales, y se terminó con la reforma agraria.
Se crearon nuevas instituciones basadas en la libre competencia (Indecopi), se crearon las llamadas «islas de
eficiencia» -Comisión Nacional Supervisora de Empresas y Valores del Perú (CONASEV), SUNAT,
PROMPERÚ, PROMPEX, entre otras-, así como organismos reguladores para las políticas de precios de los
servicios públicos, casi todos basados en el enfoque de los costos marginales (electricidad y gas, Osinergmin;
telefonía, Osiptel; agua potable, Sunass).
La privatización
El escenario hiperinflacionario y recesivo que prevaleció en el Perú y en el resto de la región a fines de los
ochenta, legitimó un planteamiento fuertemente negativo sobre la pertinencia de la actividad empresarial del
Estado. Esto, unido a la caída de la Unión Soviética y al escenario de guerra interna, fue aprovechado para
generar un consenso en torno a la privatización de empresas públicas como solución para la inflación, lo que
proporcionó elementos para una privatización sin mayor resistencia. Así, el presidente Fujimori inició la
reestructuración del Estado, dando curso a una importante transformación de las relaciones con la sociedad,
que a su vez condicionó los vínculos entre los distintos grupos sociales y actores políticos en el Perú.
La privatización constituyó un componente esencial del programa de reformas. El gobierno consideró que era
una herramienta a través de la cual el Estado dejaba en el sector privado la iniciativa empresarial, con el fin de
tornar eficiente la acción pública en aquellas áreas donde había perdido presencia en las últimas décadas:
educación, salud, seguridad y administración de justicia.
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Por tanto, en el modelo correspondía al sector privado encargarse directamente de la actividad productiva y
constituirse en el motor del desarrollo del país. Así, la privatización no fue considerada como un fin en sí
misma, sino como un medio para reasignar los roles del Estado y el sector privado, a fin de conseguir una
mayor eficiencia en la asignación de recursos y en la producción de bienes y servicios.(…)
El dinero obtenido por el Estado gracias a la privatización no fue bien empleado. Casi un tercio de los ingresos
fue gastado en programas sociales asistencialistas a los sectores pobres, llamados también de “focalización”.
Esa ayuda social también fue funcional al desarrollo de un extenso clientelismo que subordinó las ilusiones
populares a los designios del poder político.
Un segundo tercio de los ingresos fue empleado en adquisiciones de bienes del extranjero, principalmente en
compra de armas. En estas compras el gobierno no cumplió con los procedimientos administrativos, debido a
la formación de una amplia red de corrupción. Cabe señalar, además, que buena parte del armamento que se
compró era obsoleto y de mala calidad y fue comprado a precios elevados pagando enormes sobornos a
funcionarios del gobierno peruano.
Finalmente, el último tercio de los ingresos sirvió para el pago de la deuda externa, sobre todo en los años
1999 y 2000, a los acreedores de la banca multilateral. Así, se logró “aliviar” la difícil situación del presupuesto
de la República, al no requerirse ingresos internos para atender el servicio de la deuda.
El dinero de la privatización utilizado para gastos sociales pudo mitigar los niveles de pobreza –con políticas
de corte populista–. No sucedió lo mismo con el dinero gastado en armas, como ya hemos visto, mientras que
el pago de la deuda externa puso menos presión a las cuentas fiscales. Así, la venta de los activos del Estado
produjo una ilusión poco duradera por definición, ya que estos solo pueden venderse una vez, por lo que no
generan ingresos sostenibles”. (Campodónico 2015: 189-195, 202-207 En: Zapata 2015)
Al ganar las elecciones presidenciales Alberto Fujimori, para enfrentar la crisis económica aplicó un
programa típico de reducción de la demanda interna –que se conoció como ´fujishock´. Una vez
estabilizada relativamente la economía puso en marcha el denominado Programa de Ajuste
Estructural (PAE), la que planteaba una política que daba prioridad al mercado en la asignación de
los factores de producción. En consecuencia, se privatizaron las empresas estatales, se desregularon
los mercados y abrieron las cuentas de capitales. Asimismo, se liberalizaron el tipo de cambio, las
tasas de interés y los mercados laborales, y se terminó con la reforma agraria. Se crearon nuevas
instituciones basadas en la libre competencia y organismo reguladores para las políticas de precios
de los servicios públicos.
La reforma neoliberal, tenía como fin regresar económicamente a los 50, al modelo primario
exportador. Impulsando el desarrollo a través de la inversión extranjera, privatiza-ciones,
flexibilización laboral, etc. Todo ello fue plasmado institucionalmente en la nueva constitución
aprobada en 1993, debido a la estabilización de las condiciones de vida y la debilidad de las fuerzas
opositoras para plantear alternativas dieron fundamento al neoliberalismo.
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4. A partir de lo explicado en los videos y de la lectura del texto de Stéphanie Rousseau, explique
los factores permitieron el apoyo de las clases populares al gobierno de Fujimori. impulso del
“desarrollo” a través de la inversión extranjera, privatizaciones, flexibilización laboral, etc.
Todo ello fue plasmado institucionalmente en la nueva constitución aprobada en 1993
«Tres factores explican el apoyo relativamente duradero que los sectores populares le brindaron a Fujimori a
lo largo de la década del 90. Estos pueden ser descritos como factores políticos, factores relacionados a la
identidad y factores materiales, incluyendo estas últimas dimensiones económicas y de seguridad. (…)
Fujimori propició una nueva fase de ruptura con la élite política asociada con el régimen democrático de la
década de 1980. Aun cuando los procesos fundamentales que han caracterizado la debilidad de la democracia
se mantuvieron, e incluso empeoraron –gobierno personalista, clientelismo, ausencia de frenos y contrapesos
institucionales, centralización del poder en manos del presidente–, la “independencia” política de Fujimori y
su habilidad para reconstruir un nuevo orden político, fueron bien recibidos por los sectores populares que lo
veían como una alternativa al estado de desesperación en el habían estado inmersos por un tiempo.
El componente de identidad presente en el apoyo de los sectores populares estuvo relacionado con el alto grado
de identificación personal que una mayoría desarrolló frente a Fujimori. Como se ha mencionado
anteriormente, los sectores populares compartían con Fujimori su experiencia de discriminación vinculada a
su condición de hijo de inmigrantes japoneses, y sus antecedentes de clase popular. Fujimori también utilizó
referencias de la cultura popular en su lenguaje y en las imágenes de marketing que fue creando a través de la
utilización de ropa indígena en las diferentes regiones del Perú que visitaba y, por otro lado, bailando en
escenarios con bailarines de tecnocumbia (Degregori 2001). También se hizo famoso por visitar los pueblos
más remotos para inaugurar obras públicas, escuelas o puestos de salud. Ese contacto tan amplio del presidente
con los sectores populares no se había visto en anteriores políticos peruanos. Al mismo tiempo, Fujimori jugó
también con su origen asiático, el mismo que estaba asociado con el éxito en los negocios y en las redes
internacionales. Su llamado neopopulista para los sectores populares se anclaba en una peculiar mezcla de
referencias culturales que hacían eco en muchos peruanos y que los llevó a desarrollar un lazo particularmente
fuerte con el presidente.
Los componentes políticos y de identidad del apoyo de los sectores populares a Fujimori durante la mayor
parte de la década de 1990, probablemente no se hubieran mantenido por mucho tiempo sin los beneficios
materiales que recibieron las clases populares durante su gobierno. A pesar de la difícil situación económica
en la que la mayoría de la población se mantuvo durante el gobierno de Fujimori, es importante tener en cuenta
el hecho de que su mandato se inició durante una crisis sin precedentes. De hecho, fueron tres los principales
logros, en particular, que los peruanos reconocieron como mejoras claves en su vida socioeconómica. En
primer lugar, en términos de seguridad, el gobierno logró avances impresionantes contra los grupos
insurgentes, como la detención de Abimael Guzmán, líder de Sendero Luminoso, pocos meses después del
autogolpe de abril de 1992. Si bien la violencia política siguió acosando a los peruanos a lo largo de la década,
como lo demostró por ejemplo la crisis de los rehenes instigada por el MRTA en la Embajada del Japón en
1997, el número de ataques insurgentes en las principales ciudades del Perú y en la mayoría de regiones se
redujo drásticamente a partir de 1994, y Fujimori demandó y recibió un reconocimiento personal por esta
victoria.
Otros dos logros materiales relacionados con la seguridad fueron, en primer lugar, la mejora de la situación
macroeconómica en general, con una inflación estabilizada y el reinicio del crecimiento económico a principios
de 1990 y, en segundo lugar, las políticas sociales destinadas a beneficiar a los pobres, las mismas que fueron
aplicadas sobre todo después de 1993. Después de respaldarse en los programas de apoyo a la emergencia que
buscaron mitigar algunos de los impactos negativos de la adaptación inicial al shock que tuvieron que enfrentar
los sectores de bajos ingresos, el gobierno de Fujimori desarrolló una amplia gama de programas de
compensación social con el apoyo de fondos de la cooperación internacional. La centralización de la mayoría
de programas sociales bajo el paraguas del Ministerio de la Presidencia, controlado por Fujimori, facilitó el
vínculo directo entre el presidente y las personas beneficiarias. La política social estuvo orientada por un
enfoque de “reducción de la pobreza” en correspondencia con el marco dominante de los organismos de crédito
multilaterales a partir de los años 1990. Consistió en la entrega de beneficios a corto plazo a través de los
cuales los receptores de ayuda seguían dependiendo de la asistencia estatal. La política del Estado no promovió
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el empleo sostenible, ni proporcionó recursos productivos o de formación técnica. En cambio, los programas
sociales clientelistas concordaban con la necesidad de Fujimori de ejercer el control político directo sobre los
sectores populares marginados, y de hecho una serie de trabajos han demostrado que el gasto social aumentó
de manera significativa en los meses previos a las campañas electorales (Gonzáles de Olarte 1998, Cotler y
Grompone 2000).
De esta manera, la política social no solo focalizó a los pobres de una manera paternalista, sino que también
se crearon relaciones clientelistas institucionalizadas entre los sectores populares y el Estado. En un contexto
en el que las organizaciones de los sectores populares ya estaban debilitadas y fragmentadas debido a los años
de violencia insurgente y contrainsurgente en las barriadas y zonas rurales, el ingreso masivo de las agencias
estatales al ámbito de las necesidades básicas debilitó aún más su capacidad de autonomía. El presidente se
benefició directamente de las nuevas redes clientelistas dada la concentración de recursos en el Ministerio de
la Presidencia, que controlaba la mayoría de tales programas, al menos hasta 1996, cuando se creó el Ministerio
de Promoción de la Mujer y del Desarrollo Humano (PROMUDEH). (…) El PROMUDEH prosiguió con la
estrategia del gobierno de focalizar a los sectores populares con la entrega de bienes que eran esenciales para
la supervivencia cotidiana de la población, ya que no tenían otra alternativa.
Esta descripción del apoyo brindado por las clases populares al gobierno de Fujimori corrobora la afirmación
de que este último representaba un nuevo tipo de régimen populista que continuaba con las tendencias de
representación política y de gobernanza que caracterizaron a la política latinoamericana al menos durante la
segunda mitad del siglo XX. Fujimori exhibió varios de los rasgos asociados con los gobiernos populistas del
pasado, tales como el liderazgo personalista, la movilización de un apoyo de masas heterogéneas concentrado
en las clases populares, y débiles canales intermediarios de representación entre el líder y sus seguidores.»
(Rousseau 2012: 90-94)
Podemos resumir que desde un primer momento el mayor enemigo de Fujimori fue el propio sistema político
peruano, y hacia este dirigió el presidente la mayor parte de las críticas. Más allá del terrorismo senderista, eran las
viejas instituciones corruptas y los partidos políticos tradicionales los que impedían el desarrollo pleno de Perú.
Factor político: Al iniciarse las elecciones, el fujimorismo sin una base clara ideología, hacía
su aparición en un contexto de clara hostilidad hacia los partidos más antiguos. Al ganar las
elecciones era claro que el mayor enemigo de Fujimori fue el propio sistema político peruano
eran estas viejas instituciones corruptas y los partidos políticos tradicionales los que impedían
el desarrollo pleno de Perú. Originándose una enemistad entre el ejecutivo y el congreso.
Al ser un partido político nuevo los partidos opositores sobrestimaron sus fuerzas e
infravaloraron las del presidente. No se percataron de que los únicos apoyos reales de
Fujimori, más allá de su alta popularidad, eran los organismos financieros internacionales,
conformes con su política económica, y las Fuerzas Armadas, deseosas de aplicar una política
más dura aún, si cabe, contra el terrorismo. Fujimori, carente de una estructura de partido,
sencillamente no podía dar la espalda a ninguno de estos dos grandes valedores. Realizando
así un autogolpe con el respaldo de estas instituciones.
Factor social: Al iniciarse las elecciones, la clase social media del Perú en aquel entonces
estaba cansada ver nuevamente políticos de clase alta con apellidos de una familia rica (o
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Aristocrática). Una vez en el poder Fujimori tuve un enfoque donde al acercarse a la población
de clase media baja (está en aumento) traería consigo una aceptación social nunca antes vista
en otros gobiernos. Es así que, al realizar el autogolpe, y poco después con la captura del líder
de Sendero Luminoso, no hubo marchas significativas en contra de la ideología fujimorista.
Factor económico: Para sobresalir contra sus adversarios políticos Fujimori, prometía en su
campaña electoral que no se iba a realizar el famoso “shock económico”, siendo anunciado
este shock poco después de tomar la Presidencia del Perú. Esa así que, durante su gobierno,
la economía peruana había crecido entre 1993 y 1995 en un 8% y un 2% entre 1996 y el 2000.
Además, de empezar a pagar la deuda externa a los organismos financieros internacionales,
ganándose su aprobación. Este dinero se obtuvo a través de la venta de las empresas
públicas(privatizaciones).
5. A partir de los videos revisados y la lectura del texto de Alfonso, describa dos situaciones ocurridas
durante el gobierno de Fujimori donde sea posible identificar prácticas de corrupción.
“Montesinos y Fujimori celebraban, bajo un manto de secreto, algunas ocasiones especiales en compañía de
amigos y asociados íntimos. Los reporteros de prensa quedaban excluidos de estos acontecimientos, un
indicador simbólico de los lazos poco transparentes entre el poder ilimitado y sus colaboradores encubiertos.
Estas reuniones quedaron registradas solamente en las fotografías y videos del servicio de inteligencia. En el
quincuagésimo tercer cumpleaños de Montesinos, el 20 de mayo de 1998, había bastante que celebrar en las
lúgubres habitaciones y corredores del SIN. El régimen estaba consolidado en el poder, la maquinaria corrupta
venía operando con pocos problemas y la campaña para la segunda reelección de Fujimori marchaba viento en
popa. A la extraña reunión festiva acudió un grupo selecto de parlamentarios, ministros, generales de las
fuerzas armadas y de la policía, jueces, fiscales y empresarios. Esta y otras celebraciones secretas eran una
muestra representativa de las vastas redes y ramas de corruptela en la década de 1990.
Las redes de corrupción tenían, al centro, la íntima e intrincada alianza entre Fujimori y Montesinos. El primero
se ocupaba fundamentalmente de la política y actuaba como imagen mediática populista; y el segundo
negociaba secretamente con el alto comando militar y reunía fondos ilegales en medio de múltiples otras tareas
de inteligencia desde el SIN, su cuartel general de espionaje. Durante la fase final del régimen de Fujimori,
Montesinos mantenía enlaces con casi todas las ramas de la estructura de corruptela que controlaba el poder,
manipulaba la información pública, saboteaba a la oposición y daba el mal ejemplo a los rangos inferiores de
funcionarios y a la sociedad en general. El tamaño, alcance y composición de esta red fueron asombrosos (...).
Fujimori contaba con un núcleo interno de parientes a cargo de los intereses familiares que giraban alrededor
de su poderoso cargo. Víctor Aritomi Shinto, casado con Rosa, hermana de Fujimori, fue nombrado embajador
del Perú en Japón en 1991, un puesto clave que mantuvo hasta los últimos días del régimen. Hábilmente,
Fujimori y Aritomi utilizaron la nacionalidad japonesa, que podía otorgarles protección e impunidad. Entre
otras varias operaciones, Aritomi usó su inmunidad diplomática para transportar con regularidad los ingresos
ilícitos de Fujimori al Japón, en montos manejables como para lavarlos sin dejar huellas evidentes. Además,
la secretaria personal de Fujimori hizo transferencias bancarias a Aritomi de los fondos ilegales que el
presidente recibía en el Perú. Aritomi también solicitó donaciones y fondos de socorro humanitario que se
canalizaron a la familia Fujimori.
Además, el poder y la influencia corruptora ejercida por Montesinos en el poder judicial se hicieron casi
absolutos después de 1992. Los jueces de la Corte Suprema y de los juzgados superiores y provinciales
conformaron una red de prevaricación y cohecho que otorgaba decisiones y sentencias a favor de intereses
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privados y políticos protegidos por Montesinos. Un aliado principal de Montesinos en la Corte Suprema fue el
juez Alejandro Rodríguez Medrano, quien convocaba a otros jueces para presionarles a dictaminar según lo
requerido por el asesor presidencial. En un caso particularmente vergonzoso, Montesinos le entregó al
presidente de la Corte Suprema el borrador de una resolución favorable a la apelación de Fujimori para postular
a la presidencia del país por tercera vez, no obstante los impedimentos constitucionales. El juez en cuestión y
los miembros de la sala constitucional de la Corte Suprema se reunieron con Montesinos en el SIN para tratar
sobre dicha resolución, que luego aprobaron oficialmente.
Desde su supuesta reforma en 1992, todo el sistema judicial estaba plagado de «innovaciones» institucionales
que servían como incentivo para los jueces mediocres y corruptos, y como castigo para los honrados.
Aproximadamente cincuenta jueces de cortes superiores y provinciales colaboraron en la red judicial de
Montesinos. En otro caso notorio, Blanca Nélida Colán, la fiscal de la Nación y cabeza del Ministerio Público,
desestimó diversas acusaciones formales contra Montesinos. Durante su larga permanencia en el cargo (1992-
2001), la fiscal accedió a una vida de considerable lujo que luego no pudo justificar al ser encausada
judicialmente.
El soborno de las autoridades electorales para que llevaran a cabo el fraude fue particularmente escandaloso.
En diciembre de 1999, José Portillo, el jefe de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), y
aproximadamente cuarenta asociados vinculados a los congresistas Absalón Vásquez y María Jesús Espinoza
falsificaron parte de las miles de firmas necesarias para la inscripción de Perú 2000, el rebautizado movimiento
político de Fujimori. El fraude fue expuesto por informes de investigación publicados en El Comercio. Para la
falsificación se usaron padrones confidenciales de votantes de elecciones anteriores. Además, un aparato
sofisticado de espionaje telefónico masivo, que suministraba información directamente a Montesinos, fue
instalado en la sede central de la ONPE. Portillo, así como Alipio Montes de Oca, el jefe del Jurado Nacional
de Elecciones (JNE), visitaban a Montesinos en el SIN regularmente. Invariablemente, el JNE rechazaba todas
las quejas legales presentadas contra las maniobras reeleccionistas e inconstitucionales de Fujimori. (…)
Varios representantes elegidos por la oposición en el Congreso fueron sobornados por Montesinos para que
cambiaran de bando en cuestiones claves, suministraran información confidencial acerca de los partidos de
oposición o apoyaran en secreto a la bancada fujimorista en las votaciones. Este tipo de soborno se había
venido dando desde por lo menos 1992, pero se intensificó después de las elecciones de 2000 porque la bancada
fujimorista ya no tenía la mayoría. Los congresistas sobornados asistían a reuniones individuales y secretas
con Montesinos en el SIN para concertar los pagos. Algunos recibieron dinero directamente de manos del
asesor. Cada congresista tránsfuga tenía su precio. El más notorio fue el caso de Alberto Kouri, quien recibió
60.000 dólares para cambiar su lealtad partidaria inmediatamente después de las elecciones de 2000.
La investigación sobre las actividades de otro de los congresistas tránsfugas, Jorge Polack, resulta bastante
reveladora de los tratos realizados entre Montesinos y los dueños de medios de comunicación con el objetivo
de manipular la opinión pública. Polack —el acaudalado propietario de Radio Libertad, una radioemisora e
instrumento valioso de su propia campaña electoral— había sido elegido al Congreso en el año 2000 como
integrante del partido de oposición Solidaridad Nacional. Polack fue acusado de recibir cerca de medio millón
de dólares de Montesinos. Al parecer, este habría sido el soborno más grande dado a un congresista tránsfuga.
Además, en agosto de 2000, la red radial de Polack habría recibido pagos por 118.000 dólares de tres
compañías bajo el control de Montesinos y sus agentes para que emitiera avisos políticos. Polack, asimismo,
fue sindicado por colaborar con uno de los agentes confidenciales del asesor presidencial que estaba a cargo
de los equipos de vigilancia telefónica. No obstante, Polack sería solo la punta del viciado témpano mediático.
Los magnates de los medios de comunicación de masas fueron los mejor pagados por Montesinos, debido a su
papel estratégico en la información pública. Dado que solo una parte menor de la población accedía a los
medios impresos, el jefe de espías puso conscientemente la mira en la emisión televisiva como el medio de
comunicación más influyente para sus fines. Los medios de comunicación no fueron censurados ni controlados
directamente por el gobierno. Esta engañosa «libertad» de expresión y de prensa fue la cobertura para
incesantes y bien orquestadas campañas mediáticas que apoyaban el «autoritarismo electoral» de Fujimori. El
soborno de los magnates y celebridades mediáticas a cambio del respaldo político a Fujimori y de lanzar
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campañas de difamación contra la oposición fue una de las formas más perniciosas de corrupción que
manejaron las altas jerarquías del gobierno.
Los participantes más notorios en la corrupción de los medios fueron José Francisco y José Enrique Crousillat,
padre e hijo entonces propietarios de América Televisión, canal 4. Dicha estación televisiva ofrecía programas
parcializados, conducidos por Laura Bozzo, la anfitriona de denigrantes reality shows, y otros presentadores.
Los Crousillat le vendieron la línea editorial de su emisora a Montesinos, desde por lo menos 1997, en cerca
de 600.000 dólares mensuales. Montesinos arregló el refinanciamiento de la deuda de siete millones de dólares
que los Crousillat tenían con el Banco Wiese y garantizó el pago de seis millones de dólares a los Crousillat,
a través de la Caja de Pensiones Militar Policial-Banco de Comercio, que se encontraba bajo control financiero
de agentes montesinistas. Los Crousillat amasaron fortunas personales de aproximadamente cinco millones de
dólares en bienes raíces y en cuentas offshore en el Caribe y en Panamá.
Montesinos aludía a este grupo de magnates mediáticos como el «equipo». Un video grabado en 1999 mostró
a Ernesto Schütz, presidente del directorio de Panamericana Televisión, canal 5, negociando con Montesinos
por más de 12 millones de dólares para que vendiera su línea editorial y atacara a la oposición. Schütz tuvo
que contentarse con 1,5 millones de dólares al mes por un total de 9 millones. Los hermanos Samuel y Mendel
Winter tal vez recibieron menos por la venta de su contenido editorial, pero quedaron agradecidos, pues
lograron apropiarse del canal 2 en 1996, gracias a la persecución contra Baruch Ivcher, el principal accionista.
Ivcher se vio obligado a exiliarse y fue privado de su ciudadanía peruana después de que le retirase su respaldo
a Fujimori y emitiera informes reveladores sobre la tortura y el espionaje telefónico. Genaro Delgado Parker,
un importante accionista de canal 13 que tenía crónicos problemas legales, le prometió a Montesinos que
despediría al periodista independiente César Hildebrandt a cambio de una sentencia favorable en una disputa
por la propiedad de acciones del canal. (…)
La prensa amarilla, a la cual se conocía colectivamente como la «prensa chicha», atendía a las masas mal
informadas. Los propietarios y editores de estos pasquines mostraban gran imaginación en propagar insultos
estrambóticos, desinformación y manipulación sociopolítica. Los más exitosos en este tipo de periodismo y
sus campañas «psicosociales» fueron los hermanos Alex y Moisés Wolfenson (este último un congresista
fujimorista elegido en 2000), editores de El Chino. Otros propietarios de periódicos chicha como Rubén
Gamarra (La Yuca) y José Olaya (El Tío) fueron sindicados por recibir cuantiosos subsidios impropios en
1999. Augusto Bresani, un periodista cercano al SIN, trabajó con Montesinos y el publicista Daniel Borobio
en la transmisión tanto de titulares como de dinero a los editores de la prensa chicha. Bresani no solo recibía
dinero de Montesinos sino también, a partir de 1997, de importantes corporaciones privadas decididas a prestar
respaldo a Fujimori y sus campañas sucias. Entre los principales contribuyentes de la prensa chicha figuraron
compañías extranjeras y grupos empresariales nacionales. En marzo y abril de 1998, la prensa chicha lanzó
una virulenta campaña de difamación contra prominentes periodistas independientes que iban descubriendo
los aspectos más escabrosos del régimen, en particular aquellos que publicaban informes acerca de las
fechorías de oficiales militares y de inteligencia en La República, entre ellos Fernando Rospigliosi, Ángel Páez
y Edmundo Cruz. La manipulación de la prensa amarilla, complementada con amenazas de muerte y
acusaciones de traición, representaba una censura ex post facto que caía pesadamente sobre los periodistas más
honrados. (Quiroz 2013: 466-483, 495-505)
Fujimori contaba con un núcleo interno de parientes a cargo de los intereses familiares que se encontraban
alrededor de su poderoso cargo. Uno de ellos era, Aritomi Shinto, casado con Rosa, hermana de Fujimori, fue
nombrado embajador del Perú en Japón en 1991, un puesto clave que mantuvo hasta los últimos días del
régimen. Aritomi usó su inmunidad diplomática para transportar con regularidad los ingresos ilícitos de
Fujimori al Japón, además, la secretaria personal de Fujimori hizo transferencias bancarias a Aritomi de los
fondos ilegales que el presidente recibía en el Perú. Éste a su vez, solicitó donaciones y fondos de socorro
humanitario que se canalizaron a la familia Fujimori.
De la misma manera, el poder y la influencia corruptora que era ejercida por Montesinos en el Poder Judicial
se hicieron casi absolutos después de 1992. Uno de los aliados principales de Montesinos en la Corte Suprema
fue el juez Alejandro Rodríguez Medrano, quien convocaba a otros jueces con la finalidad de presionarlos a
Problemas y desafíos en el Perú actual
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dictaminar a favor de lo requerido por el asesor presidencial. Aproximadamente cincuenta jueces de cortes
superiores y provinciales colaboraron en la red judicial de Montesinos. Entre ellos, la más notoria fue Blanca
Nélida Colán, la fiscal de la Nación y cabeza del Ministerio Público, desestimó diversas acusaciones formales
contra Montesinos.
Por otra parte, el soborno a las autoridades electorales para que llevarán a cabo el fraude fue particularmente
escandaloso. En diciembre de 1999, José Portillo, el jefe de ONPE y aproximadamente cuarenta asociados
vinculados a los congresistas Absalón Vásquez y María Jesús Espinoza falsificaron parte de los miles de firmas
necesarias para la inscripción de Perú 2000, el rebautizado movimiento político de Fujimori.
Finalmente, Montesinos en colusión con los dueños de los medios de comunicación realizaron diversos actos
de corrupción con el objetivo de manipular la opinión pública. Posteriormente Polack fue acusado de recibir
cerca de medio millón de dólares de Montesinos. Además, en agosto del año 2000, la red radial de Polack
habría recibido pagos por 118.000 dólares de tres compañías bajo el control de Montesinos y sus agentes para
que emitiera avisos políticos.
Fujimori llevaba como gobernante 10 años y buscaba una re relección, quien argumento que había sido elegido
con la primera constitución por ende, sería la primera relección. Ahora en estas nuevas elecciones evidencio
un fraude, frente a su principal contendor Alejandro Toledo. Quien se negó a participar en la Segunda vuelta
para la elección presidencial, es así que Fujimori se autoproclama presidente del Perú. Iniciando su tercer
mandato. En oposición Alejandro Toledo convocaría a una marcha nacional llamada la marcha de los 4 suyos,
ahora a principios de noviembre comenzaron a fluir una serie de videos “vladi videos” en donde se
evidenciaban los sobornos hechos por Montesinos a diferentes personajes de la política. Es así que se genera
una crisis política total, Fujimori, despidió a Montesinos y este escapo del Perú, lo mismo hizo Fujimori
aduciendo que tenía una conferencia fuera del Perú y ya no regreso, pues su destino final sería Japón donde
pidió asilo político, es desde ahí el 19 de noviembre del 2000, donde envía su carta de renuncia vía fax al
presidente interino Valentín Paniagua (quien era presidente del congreso), el cual no fue aceptado por el pleno
declarándolo incapacidad moral. Y así llego el fin de Alberto Fujimori.
Bibliografía
Quiroz, A. (2013). Historia de la corrupción en el Perú. Lima: Instituto de Estudios Peruanos / Instituto de
Defensa Legal.
Rousseau, S. (2012). Mujeres y ciudadanía: las paradojas del neopopulismo en el Perú de los noventa. Lima:
IEP.
Zapata, A. (Coord.) (2015). Perú: la búsqueda de la democracia 1960-2010. Tomo 5. Madrid: Fundación
MAPFRE y Penguin Random House.