1 Samuel 25-A

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1 SAMUEL 25:1-22.

Nabal y Abigail
MUERE SAMUEL
Luego de servir toda su vida a Dios, como levita, juez y profeta, llegó el día en que Samuel fue
llamado a la Presencia de Dios.
(1 Samuel 25:1) Murió Samuel, y se juntó todo Israel, y lo lloraron, y lo sepultaron en su casa en
Ramá.

Todo Israel lamentó la muerte de este gran hombre que había guiado al pueblo como líder espiritual.
Como mencionamos al principio del estudio, Samuel representa la transición entre la época de los
jueces a la monarquía. Samuel fue el último juez, y él ungió a los dos primeros reyes de Israel. Es
probable que, si el pueblo no hubiera pedido rey como las demás naciones (Saúl), en este momento
se habría hecho la transferencia de liderazgo del último juez (Samuel) al rey que Dios tenía en su
corazón (David).

Hay otra pregunta que queda en el aire: Si Samuel murió en este punto de la historia, ¿quién terminó
de escribir el Primer Libro de Samuel, y también el Segundo Libro? Según la tradición judía, los
escritores son los profetas Gad y Natán, quienes eran contemporáneos de David.

Gad (del hebreo: ‫" ; גד‬suerte") fue el séptimo hijo de Jacob y el primer hijo de Zilpa, criada de Lea, primera esposa de
Jacob. Fue líder de una de las doce Tribus de Israel.

Natán (hebreo: ‫ ;נתן הנביא‬fl. c. 1000 a.C.) fue un profeta hebreo que, según el texto bíblico, vivió durante el reinado de
David. Posiblemente pertenecía a la tribu de Leví.

EN EL DESIERTO DE PARÁN
Luego de la muerte de Samuel, David regresó a refugiarse en el desierto.
(1 Samuel 25:1b) Y se levantó David y se fue al desierto de Parán.

El desierto de Parán se encuentra en el extremo sur de Israel (casi llegando al Mar Rojo). Allí se
vieron en necesidad de provisiones. En ese momento, David se enteró que alguien a quien habían
protegido indirectamente en el desierto estaba celebrando una próspera esquila (corte de la lana de
las ovejas). Por lo tanto, David decidió pedir que se le “devolviera el favor”, ahora que ellos lo
necesitaban.
(1 Samuel 25:2) 
(1 Samuel 25:4-8) 

David no estaba mendigando, sino que estaba “cobrando un favor”. Él había ayudado a los pastores
de Nabal cuando lo necesitaron y había protegido a sus rebaños; por lo tanto, ahora él pedía una
compensación, de la forma que se considerara justa. Lamentablemente, Nabal no respondió bien, ni
los retribuyó.
(1 Samuel 25:9-11) 
Tal vez Nabal tenía razón al decir que no conocía a David y a su gente, y que podría tratarse de
“gente aprovechada”. Sin embargo, todo lo que tenía que hacer Nabal era llamar a sus criados y
preguntarles si lo que decían esos jóvenes era cierto. Pero Nabal no lo hizo porque en realidad no
quería darles nada.

La Biblia describe a Nabal como “hombre duro” (heb. Kashé: severo, cruel, áspero, necio), y “de
malas obras” (heb. Raah Maalalim: de acciones malas o malvadas). Curiosamente, el
nombre “Nabal” en hebreo literalmente significa: majadero, malacate, necio. Es probable que sus
padres no le pusieron ese nombre, sino que es un apodo que él mismo se ganó. Por el contrario, la
esposa es descrita como “una mujer de buen entendimiento y hermosa apariencia”.
(1 Samuel 25:3) Y aquel varón se llamaba Nabal, y su mujer, Abigail. Era aquella mujer de buen
entendimiento y de hermosa apariencia, pero el hombre era duro y de malas obras; y era del linaje
de Caleb.

Definitivamente era una pareja dispareja. Como veremos más adelante, la sabiduría de Abigail
salvará a su familia de una tragedia innecesaria.

REACCIÓN DE DAVID
Cuando los emisarios de David le informaron sobre la negativa de Nabal, él no reaccionó bien.
(1 Samuel 25:12-13) Y los jóvenes que había enviado David se volvieron por su camino, y vinieron y
dijeron a David todas estas palabras. Entonces David dijo a sus hombres: Cíñase cada uno su
espada. Y se ciñó cada uno su espada y también David se ciñó su espada; y subieron tras David
como cuatrocientos hombres, y dejaron doscientos con el bagaje.

Unos versículos más adelante, la Biblia explica por qué David decidió tomar las armas.  
(1 Samuel 25:21-22) Y David había dicho: Ciertamente en vano he guardado todo lo que éste tiene
en el desierto, sin que nada le haya faltado de todo cuanto es suyo; y él me ha vuelto mal por
bien. Así haga Dios a los enemigos de David y aun les añada, que de aquí a mañana, de todo lo que
fuere suyo no he de dejar con vida ni un varón.

David había hecho bien a los trabajadores de Nabal, pero ahora el hombre ingrato no le había
devuelto el favor, sino que trató a su gente con desprecio, como se trata a un enemigo. Por eso
David decidió vengarse.

Pero antes que David llegara a ejecutar su venganza, le informaron a Abigail de lo que había
sucedido. También le dieron el reporte de cómo David había velado por ellos, y resaltaron lo injusto
de no haberles devuelto el favor.  
(1 Samuel 25:14-16) Pero uno de los criados dio aviso a Abigail mujer de Nabal, diciendo: He aquí
David envió mensajeros del desierto que saludasen a nuestro amo, y él los ha zaherido. Y aquellos
hombres han sido muy buenos con nosotros, y nunca nos trataron mal, ni nos faltó nada en todo el
tiempo que anduvimos con ellos, cuando estábamos en el campo. Muro fueron para nosotros de día
y de noche, todos los días que hemos estado con ellos apacentando las ovejas.

Los siervos también advirtieron a Abigail del peligro que corría ahora la familia, pues Nabal se habían
ganado un enemigo poderoso. Pero tal vez Abigail podría hacer algo para prevenir una tragedia.
(1 Samuel 25:17) Ahora, pues, reflexiona y ve lo que has de hacer, porque el mal está ya resuelto
contra nuestro amo y contra toda su casa; pues él es un hombre tan perverso, que no hay quien
pueda hablarle.

Abigail era una mujer sabia, y sabía lo que era correcto hacer en ese caso. Lo que no hizo su
esposo, lo hizo ella, y con gran abundancia. Tal vez así aplacaría la ira de David.
(1 Samuel 25:18-20) Entonces Abigail tomó luego doscientos panes, dos cueros de vino, cinco
ovejas guisadas, cinco medidas de grano tostado, cien racimos de uvas pasas, y doscientos panes
de higos secos, y lo cargó todo en asnos. Y dijo a sus criados: Id delante de mí, y yo os seguiré
luego; y nada declaró a su marido Nabal. Y montando un asno, descendió por una parte secreta del
monte; y he aquí David y sus hombres venían frente a ella, y ella les salió al encuentro.

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