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la sostenibilidad de la arquitectura tradicional


Ethel Baraona Pohl

Mucho se habla en los últimos años de arquitectura sostenible, eco-design, bio-construcción. El


término “ecológico” se encuentra en todos los sitios imaginables: anuncios de coches, inmobiliarias
e incluso comida y esto ha provocado cierta confusión al momento de definir si algo es realmente
sostenible o no.

El ejemplo más claro que hemos visto en estos últimos meses es lo que está sucediendo con los
biocombustibles. En pos de liberar menos C02 a la atmosfera y de hacer combustibles más
sostenibles, gran parte de la población de continentes como Africa o América Latina están pasando
hambre, al tener que producir alimentos para fabricar combustible y no para comer. Es una
paradoja únicamente explicable por los beneficios económicos que genera la industria de los
carburantes.

Es a partir de estas contradicciones que surge la inquietud dentro del gremio de los arquitectos de
buscar soluciones que sean realmente válidas al momento de definir parámetros para hacer esto que
llamamos Arquitectura Sostenible.

Según datos de Naciones Unidas, Tres cuartas partes de la producción energética mundial se
consume en las ciudades, configurándose la actividad urbana como un factor clave para el cambio
climático (State of the World, 2007. Worldwatch Institute). Es por todo esto que la sostenibilidad
en la arquitectura ha de ser un concepto amplio, que vaya desde el enfoque urbano hasta la
construcción de la vivenda unifamiliar, tomando en cuenta su aproximación económica, social y
ambiental.

Entre los diferentes enfoques que existen en torno a este tema, encontramos dos vertientes, la
primera es la que sostiene que para hacer arquitectura sostenible debemos hacer uso de las nuevas
tecnologías en toda su amplitud, llamando al concepto de biomímesis, es decir, imitar a la
naturaleza. La otra aboga por el decrecimiento y rescatar de la arquitectura tradicional aquellos
parámetros que son necesarios para poder construir con el menor impacto ambiental posible,
respetando el clima, los materiales y los habitantes del lugar. El término decrecimiento nace de
pensadores críticos con el desarrollo y con la sociedad de consumo, como el economista Nicholas
Georgescu Roegen, que apuesta por la bioeconomía al intenta situar a la economía como un
subsistema de la biosfera. Ya en los años 70 hizo propuestas que en aquel tiempo resultaban muy
premonitorias: dejar de fabricar armamento, relocalizar las actividades y que la producción se sitúe
cerca del consumidor y otras más que son plenamente aplicables en los tiempos actuales.

En los últimos años, los arquitectos se han especializado en nuevas tecnologías para reducir el
consumo energético de los edificios, para climatizar adecuadamente el interior de los mismos, para
utilizar sistemas de reutilización y ahorro de agua. Pero todos estos conceptos han de ir
acompañados por las premisas básicas de la arquitectura tradicional, como son una adecuada
elección del sitio, el uso de materiales locales, el manejo de residuos o su capacidad para
reciclarlos. Uno de los aspectos más importantes es la sostenibilidad social, ya que la arquitectura
se hace para el ser humano.

De acuerdo al concepto de biomímesis, existen algunos ejemplos innovadores a nivel urbano, como
el Ecobulevar de Vallecas, diseñados por Ecosistemaurbano. La propuesta para el eco-bulevar de
Vallecas puede definirse como una operación de reciclaje urbano. Tres pabellones o árboles de aire
funcionan como soportes abiertos a diversas actividades. Estos se usarán sólo hasta que los árboles
reales, que tardan entre 15-20 años en crecer, se encuentren en condiciones de climatizar
naturalmente la zona. El árbol de aire es una estructura ligera, desmontable y autosuficiente
energéticamente, que sólo consume lo que es capaz de producir mediante sistemas de captación de
energía solar fotovoltaica.
Otra interesante propuesta a nivel urbano es la que hacen los arquitectos de ZM Architecture, el
proyecto Solar Lily Pads. La propuesta resuelve como dotar de energía solar a la ciudad de Glasgow
en Escocia y lo hacen de una forma divertida y provocadora al mismo tiempo, colocando unos
dispositivos solares que simulan a los lirios acuaticos flotando en la superficie del río Clyde. Los
arquitectos han realizado un diseño con piezas de diferentes tamaños, con lo que además de
generar energía, pretenden reactivar la actividad urbana a orillas del río y disminuir la huella
ecológica de la ciudad. La propuesta nos remite a la forma óptima que tienen las plantas acu’aticas
de realizar la fotosíntesis y es este proceso natural el que ha motivado el proyecto.
Luego podemos encontrar propuestas que hacen uso de materiales más tradicionales, sin por ello
dejar de ser novedosas. Es el caso del Orquideorama de Plan B Arquitectos, ubicado en Medellín,
Colombia. Según palabras de los propios arquitectos, “la construcción de un Orquideorama debe
surgir de la relación entre arquitectura y organismos vivos. No debe hacer diferencia entre lo
natural y lo artificial, sino asumirlos como unidad que permite definir una organización material,
ambiental y espacial particular”.

Este proyecto para exposición de orquídeas en el Jardín Botánico de la ciudad, se basa en la forma
de un panal al diseñar módulos de siete hexágonos, que con su repetición permiten el crecimiento
del proyecto para dotar de áreas de sombra al jardín. El sistema estructural está formado por
troncos huecos, lo que permite un control de la temperatura, la humedad y la circulación de agua.
La totalidad del revestimiento se realiza con varillas de madera.

También existen proyectos que hacen de la responsabilidad social su punto más fuerte y a veces sin
saberlo, adecúan su filosofía a la promulgada por el movimiento del decrecimiento, como es el caso
de las viviendas en la Quinta Monroy en Iquique de Elemental. La vivienda de interés social ha
sido, desde la revolución industrial, un tema recurrente para la arquitectura, de allí el carácter
dinámico de este proyecto: aceptar que el crecimiento de la vivienda será llevado a cabo por los
propietarios. Las unidades se forman cada una por dos propiedades sobre un mismo terreno, la
primera, en planta baja con la posibilidad de crecer en horizontal, y una superior, con acceso desde
la calle por escaleras, con crecimiento en vertical. De este modo se transforma la idea negativa de
repetición y serialidad de las viviendas sociales en un factor positivo.

Un claro ejemplo de arquitectura sostenible realizada de forma tradicional es la Handmade School


en Bangladesh, una escuela construida en Bangladesh por arquitectos alemanes y austriacos
ayudados por la gente local. La filosofía de la escuela es potenciar en los niños sus habilidades
técnicas bajo una forma abierta de compartir conocimiento. Por ello, los arquitectos planificaron la
construcción de esta escuela “hecha a mano” utilizando solamente materiales locales, de tradición
y ayudados por mano de obra del lugar.

Durante el proceso constructivo, los artesanos locales dispusieron de tiempo y de medios para
entrenar a nuevos trabajadores, enseñándoles las técnicas heredadas de sus padres y dando
continuidad a sus tradiciones. Los muros de la planta baja han sido construidos con adobe, ladrillos
hechos de tierra reforzada con desechos de cáscara de arroz y paja. En cambio en el piso superior,
con el fin de aligerar la carga, la estructura, cubierta y paredes se han construido con bambú,
material que se trabajó enteramente con técnicas locales para realizar las uniones.

Con esta escuela tenemos un claro ejemplo de cómo los recursos disponibles a nivel local y
capacidades detrabajo se pueden utilizar para construir mejores edificios. Veinticinco trabajadores
de las inmediaciones de la escuela recibieron capacitación en nuevas técnicas. Del mismo modo,
escolares y maestros también fueron integrados a lo largo del proceso de consolidación,
contribuyendo a su propia escuela, construyendo los rollos de paja de puertas y ventanas.
Vemos que existen diferentes formas de intentar hacer arquitectura sostenible y la arquitectura
tradicional puede que sea la mejor base para el desarrollo de proyectos con mayores innovaciones
en el campo tecnológico. No en vano miles de años de historia han enseñado al ser humano como
construir respetando su entorno, que es lo que se debería seguir haciendo en la actualidad. Con ello
la arquitectura se puede acercar a la propuesta del decrecimiento como modelo de desarrollo para
proporcionar bienestar a las personas en armonía con la naturaleza.

Ethel Baraona Pohl


Publicado en: Piedrade Toque
Agosto 2008, Barcelona

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