Secretos de Belleza en La Antigua Roma
Secretos de Belleza en La Antigua Roma
Secretos de Belleza en La Antigua Roma
El uso de cosméticos en la antigua Roma no era exclusivamente femenino. También los hombres
recurrían a ellos para mejorar su aspecto, si bien la sociedad más conservadora solo consideraba
aceptable el empleo de perfumes y la depilación. Un esfuerzo excesivo por mejorar el aspecto,
habría provocado que un hombre cayera en el ridículo durante la época de la República. No
obstante, eran muchos los que se maquillaban, se peinaban y cuidaban su cuerpo con baños y
masajes, preocupados por la estética casi hasta la obsesión.
Había multitud de demandas judiciales contra los barberos a causa de accidentes causados en el
ejercicio de su profesión. Marcial recuerda a los transeúntes el peligro que un tensor puede
entrañar:
“Aquel que aún no quiera descender al mundo de los muertos, que evite al barbero Antíoco…
estas cicatrices en mi barbilla, si podéis contarlas, pueden parecer las de la cara de un
boxeador, pero no se produjeron así, ni tampoco por las garras de una esposa enfurecida,
sino por la maldita navaja y la mano de Antíoco. La cabra es el único animal sensato: al
conservar su barba, consigue vivir escapando a Antíoco”.
Para el afeitado se empleaban jabones rudimentarios o de aceite, pero al acabar el trabajo solo
se aplicaba agua, servida en aguamaniles de plata. El propio Marcial menciona también a una
mujer que ejercía el oficio de barbero, aunque no tenía buena reputación.
Llevar pantalones, por supuesto, era una vergüenza, algo propio de los bárbaros. En el año 397
el emperador Honorio decretó penas muy severas para los hombres que osaran aparecen en
pantalones en la “venerable ciudad” de Roma.
Las termas de Caracalla - Alma Tadema
Cuando Julio César regresó de sus campañas y trajo consigo unos esclavos que causaron sensación
en Roma debido al color de su piel y sus cabellos, entre las romanas se puso de moda ser rubia.
Pronto comenzaron a circular toda clase de fórmulas y ungüentos para aclarar la piel y teñir el
cabello, algo que anteriormente solo hacían las prostitutas. Las romanas más acaudaladas
rociaban sus cabellos con oro en polvo, o se teñían con un cosmético que importaban de la Galia,
mientras que las clases más humildes tenían que conformarse con agua de potasio, flores
amarillas y otros mejunjes bastante abrasivos. Una solución era el empleo de pelucas elaboradas
a base del cabello que se les cortaba a los esclavos galos.
Los hombres llevaban el cabello corto y solían sujetarlo con una cinta. Las mujeres elegían
entre una amplia variedad de peinados: podían dejar caer su cabello rizado, en forma de
tirabuzón o ligeramente ondulado, o bien recogerlo en moños sobre la nuca, envueltos con
redecillas y cintas.
Tocador de una matrona romana - Juan Giménez Martín
Para las romanas era muy importante tener la piel blanca y suave, aunque con las mejillas un
poco sonrosadas. A tal efecto usaban extractos de limón, rosa y jazmín, y para las arruga, cera
de abejas, aceite de oliva y agua de rosas, o bien grasa de cisne o goma arábiga. Para el colorete
empleaban diversas sustancias, sin importarles el peligro que entrañaba que algunas de ellas
fueran venenosas. La más cara y apreciada era un ocre rojo importado de Bélgica.
Ademásblanqueaban sus dientes con piedra pómez en polvo, y los había postizos, hechos de
hueso, pasta y marfil.
Cuando las romanas salían, debían llevar la cabeza cubierta. Hay una historia sobre un romano
excesivamente conservador en tiempos de la República que se divorció de su esposa porque había
sido vista en público con la cabeza descubierta. Alegó que su belleza era para contemplarla él, y
no todo el mundo.
Las mujeres utilizaban abundantes cantidades de perfume, puesto que se creía que oler bien era
señal de buena salud, protegiendo contra la fiebre y la indigestión. En los hombres se consideraba
impropio, aunque algunos también se perfumaban. Contaban incluso
con desodorantes elaborados a base de alumbre, lirios y pétalos de rosa.
El collar de flores - François Edouard Zier
Los espejos en la Antigua Roma eran sobre todo de mano y de metal pulido, aunque también los
había más grandes para colocar en la pared. Pero pasar demasiado tiempo delante del
espejodenotaba debilidad de carácter.
Las cejas más apreciadas eran oscuras y muy juntas, casi unidas. Las maquillaban para conseguir
ese efecto, pero en el siglo I a. C. comenzaron a depilarlas. No hay pruebas de que
demuestren el uso del la pintura labial, pero sí de un tinte rojo para las uñas.
La vendedora de flores - John William Godward
Las romanas más acaudaladas compraban unos cosméticos muy caros que venían en recipientes
de oro, madera, cristal o hueso. De hecho, algunos productos tenían precios tan prohibitivos
que la Lex Oppia intentó limitar su uso en el 189 a. C. El tocador de una mujer elegante estaba
lleno de hileras de pequeños frascos contenedores de toda clase de remedios de belleza que a
veces no resistían el calor o la lluvia. Encontramos al respecto estas poco galantes palabras
deMarcial: “el colorete de Sabella teme al sol”.
Algunas señoras se cargaban de una enorme cantidad de joyas, fuera apropiado o no a la ocasión.
Se apreciaban especialmente las perlas y las esmeraldas, pero no los diamantes, puesto que aún
no se había descubierto el modo de tallarlos y pulirlos.
Fuentes:
El trabajo en la Hispania romana - Juan Francisco Rodríguez Neila
alasparavivir.com.ar/notas/bellezanatural012.php
Life in ancient Rome - Frank Richard Cowell
en.wikipedia.org/wiki/Cosmetics_in_Ancient_Rome
ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC1289586/pdf/jrsocmed00212-0059.pdf
refineriadecaballeros.wordpress.com/2008/10/20/imperio-romano-la-barberia-i-2/
refineriadecaballeros.wordpress.com/2008/10/21/imperio-romano-la-barberia-iv/
/lasmilrespuestas.blogspot.com/2009/11/curiosidades-sobre-la-cirugia-plastica.html
fr.wikipedia.org/wiki/Histoire_de_la_chirurgie
legionxxiv.org/gladiatorarena/
telva.com/2008/04/23/estarguapaespeciales/1208942444.html