Cursos 6
Cursos 6
Cursos 6
Alfredo Eidelsztein
6ª reunión (5/X/2000), El Deseo del Psicoanalista
Hoy pienso proponerles el núcleo instrumental en relación a la definición del “deseo del psicoanalista”, y
verán que –espero sea exitosa la forma en que plantee las cosas– va a resumir todas las etapas de
discusión de temas que les propuse, para arribar a lo que es esta definición, definición muy clara de Lacan,
pero que en el sistema de los comentarios y de las versiones que circulan entre nosotros ha quedado
totalmente de lado. Y como es un tema sobre el que se ha publicado y acerca del cual hay polémica –yo
mismo no evité la polémica en todas mis exposiciones, cuyos temas implicaban diversas lecturas posibles,
y propuse la mía, propuse las otras y propuse la polémica–, si les parece bien, les propongo hacer una
reunión más de discusión en general, en la que yo no expondría –más aun, propondría que otra persona,
alguno de ustedes, coordine–, y en la que participe yo como uno más, sosteniendo lo que yo sostengo al
respecto y que cada uno de ustedes intervenga de la manera que quiera, sosteniendo su propia forma de
entender lo que vale la noción del “deseo del psicoanalista” o alguna otra lectura que hayan hecho de otro
autor que sostenga cosas muy distintas pero que son muy válidas; también para preguntas o cuestiones, o
podemos revisar las reuniones de esta actividad que ya están desgrabadas y retomar algunos de los
puntos allí planteados. Así que si les parece que puede ser interesante, en eso tendríamos que asumir
todos un compromiso porque yo no voy a exponer. Si ya hubiese una persona que se ofreciese a coordinar
la actividad –que no significa exponer aunque si quisiera tendría, obviamente, su espacio para hacerlo–, así
yo, seguramente, no estoy en ningún punto neurálgico de esa velada, pudiendo así intervenir como uno
más, ‘tirándome de las mechas’ con alguien. Si hubiese alguien, bárbaro.
A.E.: ¿Vos te encargarías? Bárbaro. Entonces, para el 2 de noviembre sería la última reunión programada
pero si ésa resultase muy buena, muy ‘copada’, y nos enganchamos bien para discutir, y da para otra
vuelta más, sería espectacular y yo propondría hacer otra vuelta más; no cerrar ningún espacio de
intercambio que se habilite con mucho interés. Pero, bueno, humildemente, propongamos una más y
después vemos cómo resulta. Si les parece bien, yo voy a avisar por email al resto de los miembros.
Bien. De vuelta: hay versiones muy afincadas en nuestro sistema de presupuestos que –me parece– no
son capaces de levantar lo novedoso de lo que Lacan propone sobre el deseo del psicoanalista y, por otra
parte, justamente por ello –porque no son versiones aptas para recibir lo novedoso–, desde alguna
perspectiva, las considero –yo– desorientadas. O sea, mi impresión es que en su enseñanza, cada paso
que da Lacan lo habilita para el siguiente. Si uno está en alguna versión sobre Lacan que se da de patadas
con lo que sigue, uno podría suponer que esa versión se ha desorientado, como suele pasar, también, por
ejemplo, con Freud –si uno no sigue el paso que sigue, debería revisar por qué. Porque esa posición
discursiva ha llevado a la otra, y luego a la otra, y luego a la otra, etc. Por ejemplo, habría que llegar a
poder decir qué implica como consecuencias, para Freud, la primera tópica, de tal manera de que se
concluya que es necesaria la segunda, porque no es por iluminación de un numen, que a un autor de éstos
–que no es un filósofo sino un practicante– se le van produciendo rotaciones fuertes en la orientación de su
teoría. Para ello, lo primero que voy a proponer de la manera más acotada que pueda, es despejar un
problema que me parece que es uno de los obstáculos fundamentales para establecer qué es el deseo del
psicoanalista (siguiendo las indicaciones de Lacan sobre qué es para él el deseo del psicoanalista), que es
la noción, y no sólo la noción sino la fórmula de Lacan: “el deseo del hombre es el deseo del Otro”. Mi
impresión es que habría que lograr poder establecer, hoy, al menos una versión sobre lo que eso quiere
decir para Lacan, porque me parece que allí radica un problema grosísimo. A mí me parece que es una
fórmula muy repetida por todos nosotros, prácticamente por nadie puesta en tela de juicio. Yo no conozco,
por ejemplo, a ningún psicoanalista lacaniano que diga que eso no va o que no va más; igualmente, nadie
se anima a decir cosas así en el lacanismo, pero que “es del primer Lacan y del segundo Lacan ya no, y
menos que menos del tercero” –que es una forma de sacarnos las cosas de encima. A pesar de lo cual, mi
impresión es que utilizamos esta fórmula de una manera sumamente caprichosa y que, habitualmente, si
revisamos lo que en el fondo significa para los autores que más utilizan que “el deseo del hombre es el
deseo del Otro”, tiende a significar dos cosas:
124
EL DESEO DEL PSICOANALISTA, Lic. Alfredo Eidelsztein
6ª reunión (5/X/2000), El Deseo del Psicoanalista
a) La dialéctica imaginaria, donde no es que un chico quiere el chiche que el otro chico tiene, sino que
quiere el chiche que el otro chico quiere. Y aunque parezca mentira, mi impresión es que casi todas
las utilizaciones de las fórmulas de Lacan participan de esta lógica. Y,
b) Se suele olvidar, primero, que en la fórmula “el deseo del hombre es el deseo del Otro”, Lacan dice
“hombre” y se lo toma por el deseo del sujeto. Entonces, en “el deseo del sujeto es el deseo del
Otro” se tiende a pensar que el sujeto es una persona y que el Otro son los papás. Entonces “el
deseo del hombre es el deseo del Otro” diría que tiene mucho que ver lo que uno desea, con lo que
desean los papás de uno, y más que nada la mamá –cosa que me parece un ridículo y un extravío
tan grande que es casi una ‘boludez’.
Se verifica –además es de sentido común– que donde ustedes localicen una producción desiderativa
fuerte, en el ámbito donde lo hagan, jamás van a suponer que la mamá de esa persona deseaba eso.
¿Supusieron alguna vez que la mamá de Freud –si lo de Freud tiene que ver con el deseo– deseaba que
Freud haga eso? ¿La mamá de Spinoza? ¿La mamá de Hegel? ¿La mamás de Einstein y de Heisenberg?
A.E.: Sí, pero se lo imaginariza, para colmo, en una versión que es la peor –la mamá. Porque ésa nos mata
la cabeza, porque como somos todos psicólogos –no se ofendan las chicas pero a mí me parece, más bien,
que somos todos “psicólogas”– evolucionistas, entonces que sea la mamá lo hace histórico-evolucionista.
Entonces: “cuando uno es chiquitito, queda uno muy marcado por lo que la mamá quiere” ... Francamente,
creo que ésa es una noción que ni siquiera tiene aplicabilidad clínica.
A.E.: Bueno, por ejemplo, que “la persona no desea porque la mamá no deseó” . Ésas son dos versiones
que tendríamos que tener en cuenta, ¿en contra de qué y en relación con qué? Yo traje cuatro citas de
Lacan pero debe haber cuatro mil. Yo sólo traje cuatro pero podría haber traído cualquiera de las otras tres
mil novecientas noventa y seis. Elegí éstas y, cuando las escuchen no me van a objetar por qué no traje
otras porque el problema que van a tener son estas cuatro. Van a ver que no tiene nada que ver, pero tanto
nada que ver con cómo Lacan define “el deseo del hombre es el deseo del Otro”, con estas dos versiones –
la dialéctica del vínculo imaginario y la de la relación del niño con su mamá–, que me parece que quedará
bien acotado el problema.
La primera de ellas, yo ya la trabajé en espacios de trabajo conjuntamente con varios de ustedes, es de
Subversión del sujeto, y dice:
«Pues aquí se ve que la nesciencia en que queda el hombre respecto de su deseo es menos nesciencia de lo
que pide, que puede después de todo cernirse, que nesciencia de dónde desea» 1.
Entonces, Lacan propone que hay, en todo caso, niveles de nesciencia –“no-ciencia”, no saber–, que hay
que decir así para distinguirla del “desconocimiento” –que, en todo caso, para hablar rápido y mal, sería un
mecanismo de defensa, “no querer saber nada de eso”–, en relación a lo que se demanda (que, para
colmo, Lacan dice que lo que se demanda puede llegar a terminar cerniéndose y estableciéndose), con
respecto a desde dónde se desea, desde dónde –el lugar desde donde se desea.
«Y a esto es a lo que responde nuestra fórmula de que el inconsciente es el discurso del Otro [respecto de
la nesciencia del al demanda], en la que hay que entender el “de” en el sentido del de latino
(determinación objetiva): de Alio in oratione (complétese: tua res agitur).
«Pero también añadiendo que el deseo del hombre es el deseo del Otro, donde el “de” de la determinación
llamada por los gramáticos subjetiva, a saber la de que es en cuanto Otro como desea...» 2.
1
J. Lacan, Escritos 2 (ed. Siglo XXI, Buenos Aires 1987, p. 794).
2
Ibíd.
125
EL DESEO DEL PSICOANALISTA, Lic. Alfredo Eidelsztein
6ª reunión (5/X/2000), El Deseo del Psicoanalista
Entonces, “el deseo del hombre es el deseo del Otro” quiere decir que cada uno de nosotros deseamos en
una posición de nesciencia absoluta. Tanta es la nesciencia –absoluta y radical– respecto a lo que
deseamos, que se puede decir que deseamos en tanto que Otro. Y ustedes verán que esto no tiene nada
que ver con lo que el Otro desea. Lamentablemente, no tiene nada que ver.
Bueno, les traje citas de Subversión del sujeto (año ‘60), del capítulo XVIII del Seminario 11 (año ’64) y Del
Trieb de Freud y del deseo del psicoanalista; quizás con eso ya tengamos suficiente.
A.E.: Capítulo XVIII, y Del Trieb de Freud y del deseo del psicoanalista, ese escrito tan raro de Lacan, del
’64, que en la reseña bibliográfica de este escrito, en Los Escritos de Jacques Lacan, de Ángel de Frutos
Salvador3 (libro que les recomiendo porque están las versiones originales y las versiones corregidas página
por página, de todos los escritos de Lacan. Y Lacan corrigió todos sus escritos y así se entiende muy bien
por qué aparece un concepto en tal año, que uno sabe que no estaba en ese año; lo que pasa es que
Lacan corrigió. Además tiene una reseña bibliográfica de cada escrito) dice que parece que Lacan no hizo
la exposición; no habló en ese congreso de Roma, convocado por Enrico Castelli, porque parece que Lacan
tenía pánico de que Ricoeur le copie y le ‘afane’ la idea. Está documentado, eh; no es un chismoso este De
Frutos Salvador, es un historiador e investigador muy, muy serio. Dice que solamente intervino en las
intervenciones de otros y que, lo que está en los Escritos, es un escrito de Lacan, en el que escribió luego
un escrito que condensa parte de sus intervenciones y parte de lo que no quiso decir porque estaba
presente Ricoeur. Tenía una polémica muy fuerte con Ricoeur, que era alumno de su seminario y que
publicó un libro sobre la interpretación en el que no cita para nada a Lacan, y que fue un best seller total en
París, y a Lacan se le puso la vena así de que tenga tanto éxito Ricoeur, que era alumno de él y que había
tomado un montón de cosas de su seminario, sin citarlo.
En el Seminario 11, capítulo XVIII:
«Es en este punto de encuentro donde es esperado el analista. En tanto que al analista se le supone saber,
también se le supone salir al encuentro del deseo inconsciente. Por ello digo que el deseo es el eje, el pivote,
el mango, el martillo, gracias al cual se aplica el elemento-fuerza, la inercia, que hay detrás de lo que primero
se formula en el discurso del paciente, en demanda, a saber la transferencia
«El eje, el punto común de esta doble hacha, es el deseo del analista, que aquí designo como un función
esencial. Y no se me diga que a este deseo no lo nombro. Pues es precisamente este punto que sólo es
articulable en la relación del deseo con el deseo. Esta relación es interna. El deseo del hombre es el deseo
del Otro. ¿No está aquí reproducido el elemento de alienación que les he designado en el fundamento del
sujeto como tal?»4
Seminario 11, clase XVII, ya sabemos lo que es “alienación”. No es alienación en el Otro, es alienación en
el significante.
«¿No está aquí reproducido el elemento de alienación que les he designado en el fundamento del sujeto
como tal? Si sólo al nivel del deseo del Otro puede el hombre reconocer su deseo...».
¿Entienden esto, no? Lo más fácil, para nosotros, es que uno ve que el Otro desea y entonces uno ve que
en el deseo del Otro... Además, ¿escucharon el “hombre”, en la cita, no?
«...y en tanto que es deseo del Otro, ¿no se da ahí que debería parecerle obstaculizar su desvanecimiento,
que es un punto en el que su deseo nunca puede reconocerse? Esto no es promovido, ni por promover, pues
la experiencia analítica nos muestra que es al ver jugar toda una cadena a nivel del deseo del Otro que el
deseo del sujeto se constituye. En la relación del deseo con el deseo se conserva algo de la alienación, pero
3
A. De Frutos Salvador, Los Escritos de Jacques Lacan, Variantes textuales (ed. Siglo XXI, Madrid 1994).
4
J. Lacan, El Seminario, Libro 11 (ed. Paidos, Buenos Aires 1995, p. 243). [El pasaje citado difiere levemente respecto
a la versión establecida en la edición de Paidos].
126
EL DESEO DEL PSICOANALISTA, Lic. Alfredo Eidelsztein
6ª reunión (5/X/2000), El Deseo del Psicoanalista
no con los mismos elementos –no con ese S 1 y este S2 de la primera pareja de significantes de la que deduje
la fórmula de la alienación del sujeto en mi penúltimo curso, sino con, una parte, lo que se constituye a partir
de la represión originaria de la caída, de la Unterdrückung, del significante binario, y por otra parte, lo que
aparece en primer lugar como carencia en lo significado, por la pareja de los significantes, en el intervalo que
los liga, a saber, el deseo del Otro».
¿Ven en dónde está el deseo del Otro? ¿Se acuerdan de que es exactamente en donde yo les proponía
que se encontraba, no? En el intervalo de la cadena, pero no porque en el intervalo de la cadena estuviese
en el deseo del Otro; sino que a la oscuridad de lo que es el advenimiento del sujeto para sí mismo en la
alienación, es en el punto flaco de lo que el Otro dice donde se puede poner a trabajar que allí se localizaría
su deseo. Pero no es lo que el Otro desea. Tengan presente, por otra parte, que ese S 1—S2 que el sujeto
toma del decir del Otro ni siquiera tiene por qué, necesariamente, ser la pareja de S 1 y S2, donde
fundamentalmente si al Otro lo convertimos en sujeto, sea la pareja en donde se localizaría en una
interpretación el deseo de ese Otro en tanto que sujeto. ¿Entienden el porqué de la advertencia de convertir
al Otro en sujeto? Porque este S1—S2 puede ser el decir parental –que se tome como cadena significante
algo entretejido por varias voces. El intervalo entre ese S1 y ese S2 es el punto flaco de lo que se dice. Es el
punto flaco de lo que se dice a nivel del Otro donde se pone a trabajar lo que es el deseo del Otro, pero no
es lo que el Otro desea. No tiene nada que ver con lo que el Otro desea.
Pregunta: [inaudible].
A.E.: A lo más allá de lo dicho, porque en el intervalo se localiza lo más allá de lo dicho. Lo dicho abre a –
no me convence la fórmula– a la represión, mientras que esto es un efecto estructural –necesariamente,
para decir, hace falta articular significantes. ¿En dónde está el punto flojo de la articulación de los
significantes? En la articulación misma, en el intervalo. Entonces, en el intervalo es donde se localiza el
deseo del Otro.
Lic. Marta Benenati: ...................... en relación a aquello que podría ser o “por decir”, aquello entre el querer
decir y lo dicho.
A.E.: Que es una maniobra del sujeto. Es una maniobra del sujeto localizar en lo dicho, en sus intervalos, el
querer decir del Otro.
Del Trieb de Freud y del deseo del psicoanalista. No sé si aman al “tercer Lacan”... Pero elegí todo de
fechas más tardías, ya es del ’64, ¿no? Nadie podría decir que es el “primer Lacan”. Aquí dice una frase
que es la siguiente:
«Es pues más bien el asumir la castración lo que crea la carencia [en francés, dice manque] con que se
instituye el deseo»5.
Primera cuestión: entonces, si alguien no desea en todo caso será que no asumió la castración, no que la
mamá no deseó. Continúo:
«El deseo es deseo de deseo, deseo del Otro, hemos dicho, o sea sometido a la Ley».
Ustedes me dirán: “¡Pero esto no tiene un carajo que ver con lo anterior!” . No sé, si nos ponemos a
trabajar, quizá sí, quizás no. Pero con “lo que quiere la mamá”, esto no tiene nada que ver. Lacan, con esto,
no estaba pensando en cosas ni siquiera próximas a la familia donde se tiene un bebé, y la mamá quiere
cosas, y que el bebé quiere lo que la mamá quiere... Por otra parte, la vez pasada yo les había propuesto
que hasta el “pudiera perderme” –que articula de una manera operativa la función deseo del Otro en la
separación, respecto del efecto letal de la alienación– es una maniobra del sujeto, y para nada del Otro. Es
operar con la propia falta sobre una cadena significante, en su punto más flaco. Esta cadena significante,
5
J. Lacan, Escritos 2, ob. cit., p. 831.
127
EL DESEO DEL PSICOANALISTA, Lic. Alfredo Eidelsztein
6ª reunión (5/X/2000), El Deseo del Psicoanalista
obviamente, es del Otro. Pero eso no pone, para nada, a trabajar a “la mamá”, y menos que menos a “lo
que la mamá quiere”. Y es cierto que en nuestros análisis revisamos bastante lo que mamá quiso, que me
parece que es un punto por el cual las otras fórmulas se nos hacen muy comprables, porque nos parece
que efectivamente en el análisis se revisa lo que mamá quiso. Esto es de práctica cotidiana.
Pregunta: ...................... por ejemplo, el Seminario 5, me parece que se presta para esta lectura...................
Intervención: [inaudible].
A.E.: A mí me parece que el Seminario 5 es una estafa de Lacan. Salvo Freud –los que vimos la película el
sábado pasado, nos dimos cuenta de ello–, que reculaba, no cejaba, no doblaba a izquierda y a derecha,
hay en la historia del Psicoanálisis productos hechos para “los psicoanalistas”. No sé si ustedes saben que
a Melanie Klein estaban por expulsarla –así como expulsaron a Lacan–, en un Congreso Internacional,
porque decían que estaba loca y alucinada, y que todo lo que decía de las heces, las orinas y los penes era
todo un delirio de ella, y que si seguía sosteniéndolo la iban a ‘rajar’. Entonces, Melanie Klein produjo un
texto para que no se la expulse, que es Observando la conducta de los niños, que es un texto para los
psicoanalistas. Era para decirles: “¡Tomen, a ver si me dejan tranquila!” . Bueno, uno podría decir que
científicamente eso no es lo que debe hacerse, y mi impresión es que el Seminario 5 es un seminario
hecho así –para “los psicoanalistas”. El problema es que luego te deja una piedra muy difícil de remover, en
el corpus teórico. Pero sí, “el niño desea el falo que desea la madre” y eso, ¿con alienación y separación?
Porque en el “pudiera perderme”, de lo que se trata –por eso la Ichspaltung, tomando otra cosa de Freud,
no el Edipo– es la condición de objeto. Condición de objeto que para nada se trata del falo –es el objeto a.
Esta clínica, la clínica del deseo del psicoanalista, es una clínica orientada por la lógica del objeto a, no por
el falo. Pero sí entiendo que en nuestro popurrí mental estamos con que “el niño desea ser el falo que
desea la madre”.
Intervención: [inaudible].
A.E.: Es que cualquiera de nosotros se tranquiliza enormemente con “los tiempos del Edipo”, porque nos
ponemos en concordancia con el mundo. Y no me van a negar que es muy pacificador, salvo que uno sea
demasiado obsesivo. Los tiempos del Edipo es espectacular. No sé si ustedes verificaron que la teoría del
Edipo, de Freud, la tomó todo el mundo; a la gente le encanta la teoría del Edipo. Con el Edipo no hay
problemas. Si Freud hubiese dicho el Edipo y nada más, estaría en todos los libros de Psicología de las
universidades yanquis. El problema con Freud es el Complejo de Castración, la sexualidad, la pulsión del
muerte. Ésos son los problemas con Freud, pero el Edipo, ¿quién tiene problemas con el Edipo? Al menos
dos, seguramente: Melanie Klein, que dio el primer gran zarpazo al Edipo cuando lo llevó al momento del
nacimiento, o sea cuando lo puso como una cuestión que nosotros hoy llamaríamos “estructural” y ya no
temporal. Con lo cual, los tiempos del Edipo se te caen. El primer gran zarpazo lo dio Melanie Klein. El
segundo lo dio Winnicott, con el objeto transicional y, Lacan, desde mucho antes venía trabajando en la
128
EL DESEO DEL PSICOANALISTA, Lic. Alfredo Eidelsztein
6ª reunión (5/X/2000), El Deseo del Psicoanalista
perspectiva que resuelve el problema, que es la concepción del Padre –el Nombre-del-Padre y la Metáfora
Paterna.
Lo primero que les propongo es que el deseo del analista no es lo que obviamente toda nuestra humanidad
nos lleva a decir: “Y claro, si el deseo del hombre es el deseo del Otro, y el hombre se analiza, tiene que
ponerse a trabajar el deseo del Otro, o sea el deseo del analista: ¡dos más dos es cuatro!” . Es como que va
de suyo. ¿Entienden en el problema? Para colmo, es que va de suyo; el oído, con esto, no hace obstáculo.
Es claro que para que no haga obstáculo hay que reprimir todas esas frases, que es fácil reprimir porque
uno dice “no entiendo”; pero de lo que no entendés, no trabajás. La cuestión es que las que entendés son
aquellas a las que uno adhiere con gusto.
Bueno, entonces lo que les propongo es que no –que el deseo del analista no es a consecuencia de que la
teoría de Lacan es que para que uno desee, tiene que desear el Otro; y como la práctica del Psicoanálisis,
para Lacan, está orientada al deseo del sujeto, lo que tiene que ponerse a trabajar es el deseo del
psicoanalista. Les advierto eso porque, para colmo, tenemos dos problemas enormes: uno es la locura de
la práctica de Lacan, porque al menos de las fuertes referencias que tenemos de los últimos diez años de la
práctica de Lacan, es que era un delirio trifásico... Les voy a dar un ejemplo: Maud Mannoni, cuando Lacan
la llama a las tres de la mañana y le dice: “Querida Maud, le voy a pedir, por favor, que usted se analice
conmigo”, y ella dice: “Y bueno, ¡era Lacan! ¡¿Qué le podía decir, pobre hombre, a las tres de la mañana?!
¡Le dije que sí!”. Ahora bien, si el deseo del hombre es el deseo del Otro, decimos que es espectacular lo
que hizo Lacan en este caso: para poner a trabajar el deseo de Maud Mannoni, él puso a trabajar su
deseo... Y, ahí, ya nos fuimos no al re-carajo, sino al recontra-carajo porque de ahí en más decimos
cualquier ‘pelotudez’ que se nos ocurra a los pacientes que vienen a vernos, sobre cualquier verdura frita
de lo que podría llegar a ser o no ser de lo que nos gustaría. Y para colmo, hay otro problema en la teoría:
“la vacilación calculada de la neutralidad del analista” como próxima al deseo del psicoanalista. Y les
advierto que no tienen nada que ver. ¿Qué es la “neutralidad”? No decir lo que uno quiere. “Vacilación
calculada” es decir lo que uno quiere pero, ¡claro! ¡No los fantasmas del analista porque es “calculada”..!
Entonces, habría que decirle al ‘chabón’, lo que uno “quisiera” de él como para que él lo quiera... Bueno,
ésa es una teoría, pero me da la impresión de que si revisamos, no encaja para nada con al menos un
número muy grande de concepciones muy netas de Lacan, sobre el deseo del psicoanalista.
Yo les voy a proponer trabajar sobre tres. Me costó mucho decidir, para esta última reunión, qué citas iba a
trabajar porque me parece que hay que trabajar citas, no el punto en donde me disculparían a mí de decir
lo que pienso –yo soy casi un terrorista de decir lo que pienso–, sino que creo que en este punto hay que
comentar los párrafos porque me parece que la doxa sobre el deseo del psicoanalista no tiene nada que
ver con lo que dice Lacan. Con lo cual, les propongo volver a los párrafos y, si a ustedes les parece: volver
a Lacan. Es la última clase del Seminario 11, lo que elegí. Una clase que no estamos leyendo: En ti más
que tú, es lo que eligió Miller para llamarla –una buena elección–, que está en un apartado de la clase XX.
Vieron que las clases de los seminarios están separadas por apartados. El apartado de esta clase es
Queda por concluir. Es una pena que a esta clase no se la trabaje. Yo creo que porque son tan difíciles y
nunca se terminan, las últimas clases nunca se comentan; suele pasar así. Me parece que todo lo que dice
tan fuerte, de Spinoza, en la primera clase, sólo se termina de entender por lo que dice sobre Spinoza, en
la última –porque la última clase del Seminario 11 es sobre Spinoza. Y les advierto que esta última clase es
sobre el amor. O sea que donde aparece el deseo del psicoanalista es una clase, toda entera, en donde
aparece el amor; una clase muy interesante sobre el amor porque aquí Lacan levanta un problema con sus
enseñanza, y es que aquí discute lo que se supone que es su posición sobre el amor –que es el rechazo
del amor, que efectivamente es lo que se supone que Lacan rechaza. Y suponerlo significa que los
psicoanalistas lacanianos dicen “el amor es imaginario”; como el amor es caca para nosotros, por carácter
transitivo, el amor es caca. Ésta clase es sobre el amor.
Lic. Patricia Becker: En la película que vimos, me parece que queda claro que, en el desarrollo histórico del
Psicoanálisis, las relaciones de amor tuvieron mucha importancia.
A.E.: Tienen mucha importancia y, por otra parte, no es cierto que para Lacan el amor sea imaginario. Para
Lacan, el amor es simbólico, imaginario y real. Y en la última parte de su enseñanza –que tanto afecto le
129
EL DESEO DEL PSICOANALISTA, Lic. Alfredo Eidelsztein
6ª reunión (5/X/2000), El Deseo del Psicoanalista
tenemos–, justamente trabaja no qué otra cosa viene en lugar de lo que suponemos que opera el amor –
porque el amor sería imaginario– sino que trabaja lo real del amor. Con lo cual a eso de que el amor es
imaginario, habría que contestar, al menos, “tanto como real”. ¿Entienden lo que para nosotros quiere
decir “real”, no? ¡”Macanudo”! Porque en Psicoanálisis “imaginario” es caca, “simbólico” no sabemos (antes
nos parecía que era espectacular y después descubrimos que no, que es una gran desilusión); y ¿qué es lo
“real”? Lo real es macanudo, ¡lo real está ‘re-copado’! Ése es un problema. En toda esta última clase,
Lacan trabaja el problema de una posición así, que es el imperativo. Porque lo que trabaja aquí Lacan es
cómo el amor es la única opción frente al imperativo. Y el del amor es un tema que nos resulta muy
importante porque, para colmo, tampoco nos terminamos de curar del problema del amor de transferencia
ya que en nuestro popurrí pululan, también, las frases de Freud. O sea, en el brain storming, también están
las frases de Freud, ahí, copulando con las de Lacan. ¡Es como un gran quilombo! ¿Saben lo que es un
“quilombo”, no? Una fiesta de negros libertos. El anteúltimo Congreso de la Convergencia se hizo en Brasil,
en Bahía, y la fiesta de cierre, en el programa, decía: “O quilombo dos analistas”... ¡Era espectacular! Pero
para ellos, “quilombo” es lo que es “quilombo”.
Sobre eso, en la clase ocho del Seminario XII, hay una precisión que haría falta que nosotros tengamos en
cuenta:
«Allí se puntúa lo que se llama más o menos legítimamente contra-transferencia y cómo es siempre de eso
de lo cual se dice, en la neurosis de transferencia, que es el resorte de los análisis interminables» 6.
«La neurosis de transferencia es una neurosis del analista. Se evade en la transferencia en la medida en que
él no está en el punto en cuanto al deseo del analista».
Y yo creo que efectivamente es así y es así históricamente. O sea, yo creo que es la neurosis de Freud.
Nosotros sabemos que Freud tenía la neurosis de que las pacientes lo amaban. Lean Dora y la patética
puesta en funcionamiento de esa idea, que llegaba casi a un límite delirante, porque quiso convencerla a
Dora de que lo quería a él; y ahí se le rompió el análisis, con el acting-out de Dora, justamente por esta
neurosis de Freud –que es la neurosis de transferencia. Con lo cual, si es que hay neurosis de
transferencia, solamente es porque el analista no está en su posición. ¿Cuál es su posición? Deseo del
analista. ¿Cuál es la posición del analista, en la neurosis de transferencia? Objeto de amor. Entonces, o es
objeto de amor, y cuando el analista se coloca como objeto de amor está atrapado en su propia neurosis –
neurosis muy avalada porque era la neurosis de Freud–, cuando lo que opone Lacan, a eso, es el deseo
del analista como la posición del analista. Con lo cual, ven que estamos en el punto donde hasta habría que
vacilar de lo que queremos decir cuando decimos que el analista “está en posición de objeto”, porque ¡ahí
se nos meten unos chanchos voladores espectaculares! Porque al decir eso, que suena lacaniano,
podríamos estar sosteniendo la idea de Freud que es que los pacientes nos quieren.
Intervención: [inaudible].
A.E.: ¡Ah! Pero el problema es que si uno no piensa bien qué es lo que dice, dice la fórmula de Lacan
rellenándola con la neurosis de Freud. Del analista en posición de objeto, todo el mundo dice: “Sí, claro: el
analista, en posición de objeto”. Pero habría que ver si, con eso, no estamos sosteniendo la neurosis de
transferencia. Neurosis de transferencia que Lacan, desde el comienzo de su revisión sistemática de la
transferencia, descarta totalmente; porque, para Lacan, la transferencia está entre sujeto-supuesto-saber y
deseo del analista. Y no tiene nada que ver con el amor. Que la transferencia tenga que ver con el amor –
que es lo que dicen todos los docentes lacanianos de Psicoanálisis, en la Facultad de Psicología– es la
neurosis de Freud. Y, para nada es la teoría de Lacan. Para Lacan, la transferencia se sostiene entre la
lógica implícita en sujeto-supuesto-saber y deseo del analista.
6
J. Lacan, Seminario XII, Problemas cruciales para el Psicoanálisis (Inédito, último párrafo de la clase del 3/2/1965).
130
EL DESEO DEL PSICOANALISTA, Lic. Alfredo Eidelsztein
6ª reunión (5/X/2000), El Deseo del Psicoanalista
Las citas del Seminario 11 son tres: páginas 281, 282 y 284. En la 280, está el esquema que da Freud en
Psicología de las Masas y Análisis del Yo:
· ·
¿Se acuerdan de este esquema de Freud? Para Lacan es sumamente importante incorporarlo en esta
última clase porque, para Lacan, el psicoanálisis como oferta al malestar en Occidente se articula a las
condiciones del malestar en Occidente y, es en esta clase que Lacan revisa la cuestión del nazismo, de los
campos de exterminio. ¿Se acuerdan cuando Lacan interpreta el campo de exterminio nazi? Primero,
coordenadas históricas: el nazismo se desarrolla en el cenit de la cultura de Occidente. Saben que
Occidente era en alemán, toda disciplina se desarrollaba en alemán y todos los más grandes genios
producían en alemán. En inglés no había más que mercachifles, no había nada. Todo era en alemán. Con
lo cual, Alemania era el cenit de Occidente. Si ustedes preguntan a los judíos alemanes que permanecieron
vivos, que vivían en Alemania antes del comienzo del exterminio nazi –del que son sobrevivientes–, van a
seguir escuchando en ellos el orgullo de ser alemanes. Y uno podría decir: “¡Pero a estos tipos les gusta
que les metan el palo encendido, por el ‘orto’!” . No, no, no, es que nosotros, hoy, creemos que el mundo
es Mc Donald’s... Los occidentales siempre tenemos el mismo prejuicio: suponemos que cuando abrimos
los ojos, lo que vemos siempre fue así. Está diagnosticado por los historiadores, no es un diagnóstico mío
ni de Lacan. Es así, los occidentales suponemos que lo que hoy hay, siempre lo hubo. Entonces, como hoy
el imperio es norteamericano, creemos que siempre fue así. Y les advierto que no, que fue alemán. Y si los
yanquis le ganaron a Alemania en la Guerra, fue porque pudieron robar inteligencia alemana y aplicarla
para la destrucción de Alemania. Si no hubieran aprovechado la inteligencia alemana para la destrucción de
Alemania, las cosas podrían haber sido muy distintas.
[Cambio de cinta]
Con lo cual, estamos en un época muy peculiar, que es la del exterminio. Para Lacan, el exterminio nazi se
entiende como “el sacrificio al Dios oscuro”. Es clave que lo pensemos. Es clave para entender el deseo del
psicoanalista, no estoy haciendo sociología psicoanalítica, ni metiéndome en la nube de Úbeda. Es clave.
Para Lacan, el movimiento prácticamente irresistible para todo sujeto occidental es el sacrificio –saben que
siempre el sacrificio es sacrificio de lo mejor– al dios oscuro. El problema que yo tengo, ahí, es que Lacan
dice en un párrafo “los dioses oscuros”, y en el párrafo siguiente dice “el dios oscuro”. Con lo cual, me
quedo pedaleando en el vacío sobre si hay que apuntar más al monoteísmo que al politeísmo. Porque la
práctica del sacrificio a los dioses, ya en la época del sacrificio de Isaac está escrita la sustitución –el
carnero por el hijo. Y, de vuelta, ¿vieron que siempre es lo mejor? Porque Isaac era ese hijo, el único, el de
la vejez, el de la prosperidad, el del pacto. Ese hijo, justo ése, tenía que ser sacrificado. Y siempre es así –
es lo mejor lo que se sacrifica. No es como el Ejército Argentino que fue a agarrar muchachos del interior
del Chaco para mandarlos a Malvinas... Bueno, por eso somos argentinos –¡hasta para el sacrificio! En la
escala, es lo que está arriba de todo lo que se sacrifica; siempre es lo mejor. El sacrificio es sacrificio de lo
mejor. No por nada, dice Lacan, los judíos se dejaron sacrificar así; porque nadie se cree en la posición que
asume como sujeto que era como escoria, sino como “pueblo elegido”. Por eso se entiende por qué, según
131
EL DESEO DEL PSICOANALISTA, Lic. Alfredo Eidelsztein
6ª reunión (5/X/2000), El Deseo del Psicoanalista
la propuesta de Lacan, hubo tan poca resistencia armada por parte de los judíos. Los judíos dicen que la
hubo pero, efectivamente, llama la atención lo poco que hubo, lo muy poco, y lo tardío. El levantamiento del
ghetto de Varsovia fue en el ’42, ’43, si no en el ’44; fue muy tardía, la resistencia. Después hubo muy
pocos judíos que participaban de la resistencia pero fueron muy, muy pocos. Porque Lacan dice que es
difícil de encontrar –salvo alguien que haya hecho un análisis completo– alguien que no esté dispuesto o a
producir el sacrificio al dios oscuro –veremos ahora qué es “el sacrificio al dios oscuro”–, o al menos cerrar
los ojos a ello, porque en este seminario Lacan empieza diciendo cómo es de notable que no se habla de
eso. Es increíble cómo Occidente enseguida, a los pocos años, dejó de hablar de eso. Bueno, uno de los
casos más llamativos de dejar de hablar de eso fue con Heidegger y lo que hizo Lacan con Heidegger...
Saben que Lacan fue una de las entradas de Heidegger al sistema universitario, a la dignidad del sistema
académico, siendo que Heidegger era una persona sumamente polémica en torno a sus gestión en la
universidad nazi. Anna Arent era su amante, ¿conocen esa historia, no? Pero su esposa, que se llamaba
Sigfrida –o un nombre alemán, así–, era militante nazi, de uniforme nazi y de matar judíos todo el día...
Mujer de la cual él no se separó. Eso también es un dato. Fue un personaje muy polémico y, Lacan, lo
primero que hizo fue no hablar del nazismo con él. O sea que lo que él critica, también él lo hizo de una
manera sumamente polémica.
I (A) a
Bueno, ustedes saben que el análisis que hace Freud es basado en la hipnosis y el valor que tiene en la
hipnosis la captura por parte del hipnotizador de la posición del que será hipnotizado, por la conjunción de
dos cosas. ¿Cuáles son los dos factores que se conjugan en la hipnosis? La persona del hipnotizador, con
su prevalencia, etc., más el relojito, la piedrita, la cosa brillante que Lacan trabaja muy bien porque dice que
no siempre es necesaria porque a veces trabaja muy bien, en esa posición, la mirada del hipnotizador. Con
lo cual, lo que Lacan propone –en un análisis muy a pie juntillas de Freud– es que la hipnosis radica en la
unión de estos dos términos, en la conjunción del objeto y del ideal [I(A) y a]. Tuve que aclararlo porque el
párrafo por el que quiero empezar retoma esa polémica; si no, tendría que leerles toda la clase.
«¿Y quién no sabe que el análisis se instituyó distinguiéndose de la hipnosis? Porque el mecanismo
fundamental de la operación analítica es el mantenimiento de la distancia entre I y a».
«Para darles fórmulas que sirvan de puntos de referencia, diré –si la transferencia es aquello que de la
pulsión aparta la demanda, el deseo del analista es aquello que la vuelve a llevar a la pulsión».
7
Ibíd., p. 281.
132
EL DESEO DEL PSICOANALISTA, Lic. Alfredo Eidelsztein
6ª reunión (5/X/2000), El Deseo del Psicoanalista
Vamos a hacerlo tranquilitos, paso a paso. Esto no se entiende nada, pero esta es la definición del deseo
del analista –no es la que se entiende. No tiene nada que ver con el deseo del Otro, a eso estoy apuntando.
Esto es Seminario 11, última clase. Les di una buena y sintética definición de las primeras clases del
seminario siguiente; podríamos decir que está bien en tema. Con lo cual, no pierdan de vista que la
neurosis de transferencia es una neurosis del analista y, la transferencia entendida así, entonces, es lo que
aparta de la pulsión, la demanda. El deseo del analista vuelve a traer la demanda. ¿Se entiende esto? La
neurosis de transferencia, la transferencia así entendida, parte del presupuesto de que “tú me amas a mí”
–no olviden que el título de la clase es En ti más que tú, que es lo que debería no olvidar el analista por
cuanto es la posición del analizante–, de que “usted me ama”. Eso –dice Lacan– es lo que implica “apartar
la demanda”. Parece chino básico pero es elemental. ¿Acaso Freud, con Dora, no apartó la demanda?
Freud, al decirle “usted me quiere”, ¿no apartó la demanda? De la pulsión, ¿no quitó la demanda?
‘Tranqui’, eh. ¡No va a explotar nada, hoy! El deseo del analista es salirse radicalmente de la posición del
“usted me quiere”. Lacan va a proponer salir de la posición de “usted me ama” para reintegrar la demanda.
¿Se entiende? Lo que el sujeto dice, aquello que se dice.
«...el deseo del analista es aquello que la vuelve a llevar a la pulsión. Y, por esta vía, aísla el objeto a...»
Lic. Marta Benenati: Estoy pensando en voz alta, eh. Si logra poner en relación la demanda con la
pulsión......................................... el fantasma.
A.E.: Claro, totalmente. El problema que va a poner acá es el atravesamiento del fantasma y la pulsión.
Exactamente. Estamos bien. Cuando uno llega al párrafo siguiente de Lacan es que estamos bien, porque
si no, uno dice: “¿Y a este párrafo de dónde lo sacó? ¡Está loco este ‘chabón’!”. No, no, es una lógica que
uno puede llegar a pescar aunque es cierto que es siempre muy oscuro, y no queda claro por qué.
Entonces, “yo no soy el objeto” –primera maniobra. Por eso es muy importante el haberse analizado –en
un análisis completo–, para salir de este engaño. “Yo no soy el objeto”, se trata de la demanda. Si
efectivamente se introduce la demanda, entonces se reintroduce el objeto a, porque el a es un efecto de la
demanda. Pónganlo como quieran, ¿qué fórmula les gusta? ¿“Lo imposible de decir”, “el más allá de todo lo
dicho”? Pónganlo como quieran, pero para eso hay que reintroducir la demanda.
«...lo sitúa a la mayor distancia posible del I, que el analista es llamado por el sujeto a encarnar».
¿Entienden la oposición?
Transferencia
I (A) a
Deseo del analista
Llevar la dialéctica hacia allá [I(A) → a] es transferencia. Y llevar la dialéctica para allí, es deseo del analista
[a → I(A)]. ¿Cómo se produce esta maniobra? En la fórmula de la pulsión:
$ ◊ (D) a
Deseo del analista
d
133
EL DESEO DEL PSICOANALISTA, Lic. Alfredo Eidelsztein
6ª reunión (5/X/2000), El Deseo del Psicoanalista
“S barrado” rombo “D”, la de arriba quita la “D”. Lo que se dice: aun respecto del goce. Porque la política
respecto del goce, ¿cuál es? Hay que establecerla. Lo que yo propongo es reintroducir la demanda que
dice ese goce, entre qué demanda se establece, a qué demanda hace referencia. Y, el deseo del
psicoanalista es justamente, a esto, reintroducirle “D”. ¿Por qué es esto función del analista, en análisis?
Porque la posición de quien demanda un análisis, por estructura, hace que el analista vaya al lugar de “I”.
Con lo cual, necesariamente, por estructura, el analista arranca en la posición de “I”. Es trabajo del analista
–en la experiencia– separar. ¿Separar qué, de qué? No lo que desea el sujeto, de lo que deseó la mamá
que él desee, ¡que eso ya sería, para colmo, otra fórmula que habría que llegar a decirla! ¡Porque hay que
ver si la mamá desea que uno desee x cosa! Sería, entonces, que uno no sea lo que la mamá desea que
uno sea, pero eso ya no tiene tanto que ver con lo que yo deseo, ¿no?
«El analista debe abandonar esa idealización para servir de soporte al objeto a separador [ésta es la
separación de que se trata], en la medida en que su deseo le permite [escuchen ésta, eh], mediante una
hipnosis a la inversa, encarnar al hipnotizado».
El analista encarnado al hipnotizado, ¿la tienen a ésa? Es muy interesante la maniobra sobre el sujeto-
supuesto-saber que Lacan propone en esta clase. Es muy interesante, es sabia y dice lo siguiente que van
a ver que es indiscutible: cuando el sujeto-supuesto-saber más consistente es, es cuando el sujeto sabe
con seguridad que el analista no puede saber nada. ¡Ni siquiera lo conoce! Y cuando se desvanece –si el
análisis está bien conducido– el sujeto-supuesto-saber, es cuando necesariamente el analista ya sabe. ¿Sí
o no? Cuando termina el análisis, uno podría decir de este sujeto: “Bueno, el fantasma estaba constituido
por tales y tales elementos; esto deriva de tal y tal historia, tal y tal encuentro y tal y tal desencuentro” ...
Con lo cual, el sujeto-supuesto-saber es una posición ilusoria necesaria por la posición neurótica de quien
demanda un análisis. La dirección de la cura, necesariamente, tiene que ser separadora. En ese sentido,
“separadora” quiere decir que la dialéctica vaya hacia aquí [a]. En este sentido, dice Lacan que el analista
es “soporte del a”.¿Entienden qué es el soporte del a? Que soporta la posición de a. No que es lo deseado
o lo querido, en la experiencia. No es que es el objeto amado. Estados Unidos alertó a todas las embajadas
estadounidenses, de atentados fundamentalistas árabes, ¡con el ‘quilombo’ que hay en Israel! Uno podría
decir: “Estados unidos soporta a Israel”. ¿Si, se puede decir? Si no, ¿para qué los árabes querrían
atacarlos? Pero esto no nos haría decir que “Estados Unidos es Israel”, ¿quién podría decir semejante
‘boludez’? Lo que Lacan dice es que el analista es soporte del a. ¿Y qué quiere decir “soporte del a”? Que
lo que hace está en función de sostener “a”. El problema es que aquí no es solamente enunciativo, sino que
él mismo debe rechazar esta posición: [I(A)]. Entonces, Lacan concluye –porque Lacan es un lógico– que
en todo caso el analista será el hipnotizado, porque ¿quién pasará a tener esa palabra y esa posición que
ilusoriamente se le asigna al analista? El analizante. Entonces, el analista será el hipnotizado. Cosa que si
practicamos un poquito, todos sabemos que nos pasa, que efectivamente nos pasa.
«El esquema que les dejo, como guía para la experiencia y para la lectura, indica que la transferencia se
ejerce en el sentido de llevar la demanda a la identificación» 8.
El problema es que ahí no se entiende muy bien qué valor le está dando Lacan a transferencia, y Lacan
está diciendo que la transferencia es en sí misma neurosis; y que si una experiencia con un paciente se
connota de transferencia –en el sentido canónicamente descrito por Freud–, es neurosis del analista, es
que el analista llevó las cosas a ese término. ¿Entienden? Su proclividad a ir a este lugar: [I(A)].
«Es posible atravesar el plano de la identificación [esto es una afirmación, es posible –dice Lacan], por
medio de la separación del sujeto en la experiencia, porque el deseo del analista, que sigue siendo una X
8
Ibíd., p. 282.
134
EL DESEO DEL PSICOANALISTA, Lic. Alfredo Eidelsztein
6ª reunión (5/X/2000), El Deseo del Psicoanalista
[¿ven la posición oscura, no?], no tiende a la identificación sino en el sentido exactamente contrario. Así
se lleva la experiencia del sujeto al plano en el cual puede presentificarse, de la realidad del inconsciente, la
pulsión».
Ésta es la propuesta de Lacan para la dirección de la cura. El analista toma necesariamente un movimiento
que va hasta aquí [I(A)] que es ilusorio. El problema está, justamente, en todos aquellos analistas que nos
creamos que somos esto [I(A)], porque ahí el análisis se estancará siempre y quedará neurosis, pura
neurosis y para siempre neurosis. Lacan dice que no, que esto no tiene que ser necesariamente así –que la
neurosis se cura. ¿Cómo? Tomando el analista la posición contraria, esto es, sosteniendo la posición de
objeto a; y, ¿cómo se la sostiene? Separándola de I. La causa no es el ideal encarnado por alguien; la
causa está en el más allá de la demanda. El otro día, en un lugar al que me invitaron a hablar sobre ética y
moral, propuse que el problema clínico –no teórico, ni filosófico– de la diferencia entre la ética y la moral en
análisis es, en cada experiencia analítica, la moral de la defensa de quienes encarnaron el Otro: “¡Pero es
tu madre!”. Y todos los análisis quedan en ese punto de dejar Noli tangere matrem, dice Lacan respecto de
Los Ciento Veinte Días de Sodoma9. ¿Se acuerdan de los Ciento Veinte Días de Sodoma? Una fiestaza,
una ‘partuza’, dirían ahora; una ‘partuza’ de aquéllas en donde se trae a la madre de la joven, que le
impedía tener relaciones sexuales, y traen a un negro sifilítico que se la coge varias veces. La tienen en
una posición tal que el semen infectado no se le salga y, bueno, le cosen la ‘concha’ para que no se le
salga el semen sifilítico, y luego la mandan en carroza a la casa... ¡Esas cosas que se le ocurrían a Sade!
Vale aclarar que él nunca hizo nada por el estilo –¡menos sádico que Sade, nadie! ¡Pero tenía un fantasma
bien chancho! Y en ese punto, fíjense ustedes –dice Lacan– cómo persiste aún en Los Ciento Veinte Días
de Sodoma, en Sade, el Noli tangere matrem, porque en el coger la ‘concha’ Lacan invierte los términos y
dice que se preserva la ‘concha’ de la madre. Entonces, no pierdan de vista que el problema de la ética es
cómo en la neurosis se preserva a los representantes del Otro y entonces, para Lacan, la neurosis
necesariamente parte por el analista en esa posición y es el deseo del analista el que debería hacer
funcionar la dirección de la cura.
$ ◊ (D) a
Deseo del analista
Si esta dirección nunca se pone en funcionamiento, entonces nunca se saldrá de la neurosis y el análisis
será interminable. Ahora, ¡guarda con suponerse que sostener el objeto a, causa del deseo, es que el
analista se ponga en posición de objeto! Porque eso, así dicho, casi podría ser la fórmula exacta de estar
acá [I(A)], de ser lo valioso en la experiencia; cuando Lacan dice que, en todo caso, lo encantador y lo
valioso en la experiencia es el analizante y, el analista, en todo caso, el hipnotizado.
Antes de la próxima cita, que es la última y que es sobre el deseo del psicoanalista –el último parrafito del
Seminario 11–, justamente, viene lo de los “dioses oscuros” y el sacrificio. No se olviden ustedes de que,
para Lacan, el imperativo de Kant, la noción de imperativo moral de Kant, es lo más sádico que caracteriza
a Occidente moderno. No nos olvidemos de eso. Lo digo, en un ambiente como el nuestro, en donde los
imperativos tienden a ser la forma más típica de expresar nuestros conceptos, nuestras vacilaciones e
hipótesis...
«Sostengo que ningún sentido de la historia, fundado en las premisas hegeliano-marxistas, es capaz de dar
cuenta de este resurgimiento mediante el cual se evidencia que son muy pocos los sujetos que pueden no
sucumbir, en una captura monstruosa, ante la ofrenda de un objeto de sacrificio a los dioses oscuros» 10.
Son muy pocos los sujetos que pueden escapar a la captura de ofrendar un sacrificio a los dioses oscuros.
Y ven que Lacan está pensando así un límite de la práctica histórica que más incide como un análisis real
de lo que sucede, que es la hegeliano-marxista. ¿Entienden lo que esto significa? Que habría que ver si
9
Sade, Los 120 Días de Sodoma (ed. La Matanza Erótica, Buenos Aires 1984).
10
J. Lacan, El Seminario, Libro 11, ob. cit., p.282..
135
EL DESEO DEL PSICOANALISTA, Lic. Alfredo Eidelsztein
6ª reunión (5/X/2000), El Deseo del Psicoanalista
todas las matanzas que nosotros justificamos por “los medios de producción”, por “capitalistas”, por
“proletarios”, “imperialismo”, “rechazo a la globalización”, la “globalización”... ¿Están leyendo lo que está
ocurriendo en Israel? Ya van cien muertos, y ¿saben cómo empezó todo? Porque el líder de la ultra-
derecha israelí fue a pasear por Jerusalén... Obviamente, eso es como escupir a la mamá, es como decirle:
—¡Hijo de puta! –¡No, con mi mamá no te metas! –Pero si vos mismo dijiste que era una puta –Sí, pero yo lo
digo porque... Bueno, pero que de ahí mueran cien tipos y que haya tantos en fila, con tantas ganas de
morir... ¿No pensaron ustedes, francamente, que hay como una cierta pasión por ir a esa posición? ¿No les
llama la atención la poca preservación de la vida que hay en ese fenómeno? Uno podría decir: “¡Pero qué
hijos de puta los israelíes!”, porque de cien muertos, debe haber noventa y nueve que son palestinos (no
sé cómo andarán las cuentas, pero siempre entre árabes e israelíes las cosas pasan así: las víctimas son
enormes del lado de los árabes y poquitísimas del otro lado; y a la inversa). Pero yo digo, ¿no les llama la
atención la posición palestina? No digo de la sublevación frente a Israel, yo no entiendo el problema
político.
Intervención: [inaudible].
A.E.: Pero esas explicaciones... Los nazis dijeron que daban “la solución final”; en África es porque son
unos “negros de mierda”...
Intervención: La madre del nenito de doce años que mataron, salió diciendo que no le importaba porque era
“por la causa”.
A.E.: Sí, sí, está bien; eso es lo que dice la mamá. Lo que pasa es que no necesariamente lo que dice la
mamá sea el motor de la cosa. Lo que llama la atención es lo proclive que se está. La ETA, yo me imagino
que España debe ser terrible con los vascos pero hay algo que habría pensarlo; y hay que pensarlo,
¿saben por qué? Porque los únicos que dicen sobre eso son los otros post-freudianos no-lacanianos,
diciendo: “Pulsión de muerte”. ¡Es una ‘chotada’ esa explicación! Dicen: “¡Uy, la pulsión de muerte!” .
Entonces, es un instinto ‘jodido’ de la gente que está en suba y en baja... ¡Es una ‘cagada’ como
explicación! ¡No te deja hacer nada! Lacan propone otra: “ofrenda de un objeto de sacrificio a los dioses
oscuros”.
«La ignorancia, la indiferencia, la mirada que se desvía, explican tras qué velo sigue todavía oculto este
misterio. Pero para quienquiera que sea capaz de mirar de frente y con coraje este fenómeno –y, repito, hay
pocos que no sucumban a la fascinación del sacrificio en sí– el sacrificio significa que, en el objeto de
nuestros deseos, intentamos encontrar el testimonio de la presencia del deseo de ese Otro que llamo aquí el
Dios Oscuro».
Es clave este párrafo y marca –a mi humilde entender– que el deseo del psicoanalista va al contrario de “el
deseo del hombre es deseo del Otro”, en el sentido de entender que “lo que yo deseo es lo que desea el
Otro”. Lacan dice que eso es lo más terrible de lo más terrible que nos pasa, hoy, en Occidente. ¿Y quién
no tiene la sensación de lo que está pasando en Occidente, hoy, es terrible? Lo leo de vuelta, es el cierre
del Seminario 11, y después viene el párrafo Spinoza, con el Amor intellectualis Dei:
«...el sacrificio significa que, en el objeto de nuestros deseos, intentamos encontrar el testimonio de la
presencia del deseo de ese Otro que llamo aquí el Dios Oscuro».
Éste es mi problema: que aquí dice “Dios oscuro” –y “Dios” con mayúscula–, y “dioses oscuros”
inmediatamente antes. Ustedes dirán: “¡Bueno, está bien, me cago en la diferencia!” . No, porque estoy
pensando muchísimo si Lacan no está pensando que el Dios del monoteísmo, de los hebreos, es éste. No
me queda claro cuál es éste. Lo de “oscuro”, bueno, ustedes saben que los dioses son especialmente
“luminosos” –“Dios” quiere decir “luz”. “Numen”, para designar a la divinidad, se asocia directamente a “luz”,
136
EL DESEO DEL PSICOANALISTA, Lic. Alfredo Eidelsztein
6ª reunión (5/X/2000), El Deseo del Psicoanalista
la “zarza ardiente” o lo que quieran. Lo que digo es que a mí me parece que es oscuro por la posición de la
Otredad; “oscuro” no impide que sea Yahvé. En el párrafo anterior dice “sacrificio a los dioses oscuros”.
Hay una página espectacular, en Internet –de la que no tengo, aquí, los datos–, que analiza la Biblia, y en
la que tienen todos los errores lógicos de la Biblia, analizados uno por uno. Todos, todos los errores lógicos
de la Biblia, de a cientos y cientos. A ésos, cuando los agarren, ¡les fríen el culo! Y hay otra página dentro
de ese sitio, que trata de “los sacrificios pedidos por Yahvé”. Y, en la Biblia, hay al menos diez sacrificios
que Yahvé pide que se sacrifique a tal y a tal, ‘chabones’ con nombre y apellido, eh. O sea que tiene razón
Lacan, cuando dice que el carnero por Isaac demuestra que todavía no estaba resuelto ese problema, en
ese momento histórico; que se estaba produciendo lo que podríamos llamar en sentido post-freudiano, un
“sublimación” –que ya no se mate a personas sino a animales de carne roja y caliente, como
representantes, como por ejemplo un carnero por un bebé. Pero no es una “sublimación”; para Lacan, es
una represión que después trae el retorno de lo reprimido. Con lo cual, observen ustedes que es el horror
máximo poner en relación directa al objeto de deseo de uno, como testimonio de la presencia del deseo del
Otro. ¿Por qué? ¿Cómo se verifica? Primero, imaginarización de lo deseado –Isaac, para Abraham, no es
el hijo que se tira en el inodoro, o que la mucama entierra en el baño de la esquina. ¿Cómo se verifica la
presencia del deseo del Otro, en el objeto de mi deseo? Se lo entrego, lo sacrifico. En el acto de
sacrificarlo, escenifico que el Otro toma como que deseaba lo que yo más deseaba. Eso no es la dirección
de la cura, eso no es la estructura normal; eso es el horror máximo que Lacan está articulando. La única
solución, la única solución es Spinoza. Lacan dice que es el único sujeto y que no es casual que sea un
judío expulsado. Por eso este “Dios oscuro” me hace pensar mucho en Yahvé. Por otra parte, ustedes
saben que Lacan, en la Proposición del 9 de octubre...11 dice que la religión de los judíos no puede estar en
la sociedad de analistas. Y no dice que la religión no puede estar. Dice que la religión de los judíos no
puede estar en la sociedad de analistas y deja el asunto ahí. ¡Se imaginan ustedes cómo me preocupó eso
a mí! Entre que Lacan era anti-semita, o que había algo nefasto en mí, como tantos dicen... Porque siendo
judío yo no sabía si yo no era algo así como un infectado que traía la ... Con lo cual, este “Dios oscuro”, mi
impresión es que Lacan piensa que es Yahvé, ¡que sería una paradoja de aquéllas! ¿Entienden? Ustedes
saben que “holocausto” designa tanto el exterminio nazi, como la ofrenda de sangre en el altar que luego es
quemada. Es la misma palabra. ¡Lacan tiene un oído espectacular, para esas cosas! La cuestión es,
entonces, por qué Lacan no dice de la religión en general, en la sociedad analítica. Él dice “la religión
judía”, y yo creo que es por el tipo de dios que es Yahvé y la posición de los judíos, como Pueblo, frente a
Yahvé, que es distinta que la de los cristianos.
Intervención: [inaudible].
A.E.: Es peor que inmolarse. ¿Vamos a trabajarlo? Es mucho peor. ¿Cómo leen ustedes esta fórmula?
($ ◊ a)
En Subversión del sujeto12, que es un buen lugar para leer el grafo del deseo y demás, el momento del
fading del sujeto frente a, consecuentemente, “deseo de”, cierta condición de objeto. Pero Lacan sigue
trabajando mucho esta fórmula porque le varía notablemente.
El “◊” se convierte en el vel de la alienación, en el Seminario 11 y en Posición del inconsciente13, en
“alienación y separación”, por ejemplo:
11
J. Lacan, Momentos cruciales de la experiencia analítica (ed. Manantial, Buenos Aires 1987).
12
J. Lacan, Escritos 2 (ed. Siglo XXI, Buenos Aires 1987).
13
Ibíd., p. 808.
137
EL DESEO DEL PSICOANALISTA, Lic. Alfredo Eidelsztein
6ª reunión (5/X/2000), El Deseo del Psicoanalista
Pero una fórmula sumamente interesante es la de La Lógica del Fantasma14, en donde define “sujeto
barrado, ‘corte’ del objeto”:
($ ◊ a)
“corte”
Esto [“◊”], como “corte”, hace que el objeto a sea la “laminilla”. Esto es, ¿qué? Eso que es condición de mi
vida, que tengo que perder para seguir viviendo, pero que es el órgano de la vida para mí –por eso, la
pulsión de muerte. Con lo cual, eso [a] es lo mejor de mí. ¿Se entiende? O sea, Lacan empieza a articular a
partir de los Seminarios XII y XIII, que el objeto del deseo es la parte separada y perdida de mí. Quiere
decir que, para Lacan, lo que busca el deseo –y por esos será una búsqueda infructuosa– es la parte
perdida de mí, lo mejor de mí. Lacan lo va a trabajar en esta misma clase, polarizado entre la mirada y la
mierda. Con lo cual, el sacrificio es sacrificio de lo mejor; siempre, lo que se sacrifica es lo mejor de uno. El
ejemplo de Lacan, de San Martín de Tours compartiendo la túnica, cagado de frío. La diferencia entre la
viuda con los diez huérfanos, que deja el mendrugo de pan como donación al pobre, a diferencia del rico
que deja la moneda de oro. ¿Cuál es, para nosotros, el acto valioso? El que deja el mendrugo de pan con
el que, justamente, podría haber alimentado a sus hijos que se van a morir por no tenerlo. Con lo cual, para
Lacan, poner en íntima y directa relación el objeto de deseo de uno –lo mejor, lo que se busca porque es lo
mejor– con el deseo del Otro, suponiendo la presencia del deseo del Otro en el objeto de deseo de uno, es
la lógica del sacrificio. Yo les pregunto: Más bien, ¿fin de análisis, o lo peor de lo que nos suele suceder
antes de empezar ese análisis tan necesario? ¿No han verificado que algunas de las personas que vienen
a consulta, vienen después de haber ‘quemado’ de las mejoras cosas que tuvo ese noviazgo, esa casita
que tanto quiso, esa oportunidad de trabajo, etc., etc., etc.? Ése es justamente aquel que está en posición
de ponerse en relación al deseo del Otro. Observen que es todo lo contrario de lo que ciertas corrientes de
opinión sostienen sobre esto. Porque si el deseo del analista es la presencia del deseo del Otro, en la
experiencia, eso lleva directamente al sacrificio. Si uno revisa ciertos análisis realizados por Lacan, y esa
forma de pedirles plata, uno se pregunta si él mismo no buscaba justamente todo lo contrario: producir un
enorme efecto de fascinación sobre sí, y llevar a un punto de sacrificio como el caso de Pierre Rey. ¡Lo de
Pierre Rey es patético! No tanto la plata por la que le hizo transpirar el culo, diez años, sin cejar un minuto,
sino porque le roba las pinturas. Y habría que ver si Pierre Rey no tenía el deseo de ser pintor, en lugar de
ser un escritor de best-sellers para ganar plata, para pagarle a Lacan... Hay que leer Una Temporada con
Lacan15; es sólo eso lo que tenemos. Pero me parece que da bastante testimonio del sujeto. Es de esos
libros que recomiendo leer porque me parece que da bastante testimonio, indirecto, de la práctica de
Lacan, al menos con ese sujeto.
Para concluir, entonces, la última cita. Acá lo dice de manera un poco complicada; no es un escrito, es
palabra hablada y, bueno, hay algunas salvedades. Acá dice “el deseo del análisis”, no dice “el deseo del
analista”. ¿Vale o no vale como argumento para pensar el deseo del analista? Bien, yo estimo que sí, mi
impresión es que sigue totalmente en línea, pero efectivamente lo dice así (y en francés también está así,
ya lo ‘chequeé’):
14
J. Lacan, Seminario XIV, La Lógica del Fantasma (Inédito).
15
P. Rey, Una Temporada con Lacan (ed. Seix Barral, Buenos Aires 1997).
138
EL DESEO DEL PSICOANALISTA, Lic. Alfredo Eidelsztein
6ª reunión (5/X/2000), El Deseo del Psicoanalista
Lacan ya trabajó bastante qué es un “deseo puro”. Si éste [a] es el objeto del deseo, un deseo puro es el
que hace esto:
($ ◊ a)
Lacan dice que, necesariamente, es la muerte. Esto, la barra, solamente se puede describir como “muerte”,
y en eso, su lectura de Sócrates –Sócrates tenía un deseo puro e, irremediablemente, tenía que tomar por
su posición, la cicuta.
«El deseo del análisis no es un deseo puro. Es el deseo de obtener la diferencia absoluta, la que interviene
cuando el sujeto, confrontado al significante primordial, accede por primera vez a la posición de sujeción a
él».
Vamos despacio. Teníamos “alienación” cuando el sujeto adviene como efecto del significante; antes no era
nada pero así adviene en fading, definido por Lacan –varias veces vimos las citas– como “efecto letal” del
significante. La estructuración normal del sujeto es, justamente, poder articular sobre esto un efecto
“separador” de este efecto letal del significante. Con lo cual, en todo caso, si seguimos con “caca y oro”,
para Lacan, el efecto letal del significante es “caca”. Digo porque muchos lacanianos se ufanan en eso
como si fuese de lo que se trata.
«Es el deseo de obtener la diferencia absoluta, la que interviene cuando el sujeto, confrontado al significante
primordial [aquel mediante el cual advino, pero advino como muerto], accede por primera vez a la
posición de sujeción a él».
¿Entienden? “Accede por primera vez” es que, efectivamente, el propio sujeto advierte la sujeción que tenía
al significante primordial [“ I ”]. En ese caso, no hay ningún problema en leer esta “I” como un “1” (uno).
Lacan lo hace; es una “I” pero Lacan, también, entre las articulaciones que propone, lo toma como un “1”.
Y ahora prepárense para los últimos dos renglones:
«Sólo allí puede surgir la significación de un amor sin límites, por estar fuera de los límites de la ley, único
lugar donde puede vivir».
¡Punto y cierra el seminario! Éste, que es el once –Los cuatro conceptos fundamentales del Psicoanálisis–,
con Lacan expulsado; cambia de público, cambia de lugar, nunca más dictará el seminario sobre Los
Nombres del Padre, propone los “cuatro conceptos” con sus articulaciones nuevas, “alienación y
separación” como conceptos nuevos y “deseo del analista” como concepto nuevo.
¿Qué límites serían éstos, de los cuales el sujeto se libera? El límite del efecto de sujeción al significante
primordial.
«... por estar fuera de los límites de la ley, único lugar donde puede vivir».
Habíamos hablado del imperativo, del imperativo moral. Fuera de los límites de la ley..............
16
J. Lacan, El Seminario, Libro 11, ob. cit., p. 284.
139
EL DESEO DEL PSICOANALISTA, Lic. Alfredo Eidelsztein
6ª reunión (5/X/2000), El Deseo del Psicoanalista
[Cambio de cinta]
.......... el objeto, al cual a uno se le presenta como objeto de su deseo. Es cortando la sujeción que el sujeto
tiene respecto del significante mediante el cual advino –el significante primordial–, lo que le permite al
sujeto la posición de “amor sin límites”, que es el fin del análisis propuesto por Lacan. No me van a negar
que alguna línea lógica pude sostener, y no me van a negar que llegamos a las antípodas de lo que
habitualmente se suele decir. Digo, para poner una en relación a la otra.
Bueno, hasta aquí llegamos. Son justo las once, quizás nos damos el lujo de cinco o diez minutos de
preguntas.
A.E.: No, no, el “amor sin límites” tal como lo leo yo –Lacan no dice qué es. Ahí, cierra el seminario, todo el
mundo a su casa, no hay preguntas, no hay nada. En esta dirección de la cura propuesta por Lacan, lo
máximo que se puede lograr –Lacan lo dice– es que se puede ir más allá de la identificación. Con lo cual, el
sujeto corta el lazo a la identificación fundamental y, para hacerlo, el analista debe salir de ser el sostén de
esta posición. Y la dirección, hacia el objeto del deseo. Ahí, la relación del sujeto al objeto de su deseo no
tiene límites. ¿Quieren leerlo de otra manera? Si han atravesado los límites del fantasma; el atravesamiento
del fantasma –que es lo que separaba al sujeto, del objeto de su deseo.
Una pequeña articulación más: dijimos “sujeto ‘corte’ del objeto” [($ ◊ a)]. El objeto es la falta, y es la falta
que le falta al sujeto. Es claro que una es opositiva de la otra, ¿no? Entonces, Lacan dice que la dirección
de la cura es hacia un amor sin límites en cuanto a la dirección del sujeto hacia aquello de lo que se trata
su ser.
Pregunta: [acerca de la dignidad del sujeto, en tanto que objeto, referida al Seminario X].
A.E.: Por ejemplo, si ese objeto es del deseo del Otro, o si ese objeto es lo que está cortado de mí.
$ ◊ a
Lo que nos tenemos que sacar de encima es la psicología evolucionista y maternal, de que lo que desea el
niño es lo que desea la mamá, o que el niño desea ser el objeto de la mamá, porque eso nos lleva a lo más
atroz de la dialéctica humana –dárselo. Es lo más atroz que podemos ver, dar lo mejor de sí al Otro. Es lo
más atroz.
Pregunta: [inaudible].
A.E.: Bueno, claro. La otra vertiente es “amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Pero eso ya es el
tratamiento que le damos a la otra persona. Aquí, en cambio, es nuestro vínculo en posición de objeto, al
Otro. Para Lacan, “alienación y separación” es cómo me rescata de la dialéctica del significante,
separándome de mi advenimiento como significante –porque como significante no somos nada–, sino
poniéndome en relación a lo que yo leo como faltante, en el Otro, en posición de perderme. Otra cosa es
‘chequear’ que en lo que yo deseo está inscripto lo que el Otro quiere. Son fórmulas muy próximas y uno
mismo, al decirlas, tiene que andar pensando muy bien lo que dice porque no son diferencias claras con las
140
EL DESEO DEL PSICOANALISTA, Lic. Alfredo Eidelsztein
6ª reunión (5/X/2000), El Deseo del Psicoanalista
que estemos trabajando ya. Pero mi impresión es que, al menos las citas traen la polémica. Mi impresión es
que se tomó “el deseo del psicoanalista”, no se apostó que ahí había nada nuevo –en la dirección de la
cura–, y que se lo entiende de una manera que a mí me parece muy complicada porque no responde al
gran problema que plantea Lacan.
Leí el otro día un libro de Stewart Schneiderman, que me rompió la cabeza. ¡Es malísimo! Porque es para
yanquis... ¡Se nota que los tipos deben ser más ‘boludos’ que las palomas, porque el libro es un libro para
‘boludos’! Es mortal, ¡es un libro tonto! Pero tiene una frase increíble, de esas que uno nunca se da cuenta.
¿Se acuerdan de que Edipo recibe la pregunta de la Esfinge, que le dice cuál es el animal que primero
camina con cuatro patas, luego con dos y, finalmente, con tres? Bueno, ¿saben lo que quiere decir “Edipo”?
“El de los pies hinchados”. ¿Entienden lo que le está preguntando la Esfinge? “¡Che, ‘Pies’! ¿Cuál es el
animal que a la mañana camina con cuatro pies...?”. ¡Es como “Juan y Pinchame”! ¡Ustedes se ríen pero
es increíble! ¡Estuvo miles de años, ahí, y yo nunca lo leí más que en este tipo, que no sé de dónde lo sacó
o si lo descubrió él mismo! ¡El tipo se llama “Pies”, en griego! ¡Es increíble!
Bueno, ¿se sacrifica lo mejor? ¿Qué pasó en el transcurso de esta época, en la historia del Psicoanálisis?
Lo echaron a Lacan del medio psicoanalítico. ¿No se sacrificó lo mejor? ¿No pudieron haber pensado, los
psicoanalistas post-freudianos, que era lo que Freud hubiese querido? Complicado, lo del deseo del Otro.
Hay que darle una vuelta más. Lacan está todo el tiempo comparándose con Spinoza, que es el judío
expulsado de la Sinagoga. A Lacan, también lo expulsan. ¿No creen ustedes que Lacan era de lo mejorcito
que había en aquella época? ¿No creen que se lo expulsó por el tema del Nombre-del-Padre? Lacan dice
que sí, que se lo expulsó por el tema de ese seminario. Toda la historia del Psicoanálisis dice que no, pero
Lacan dice que sí; por eso, no lo dictó nunca más. ¿Y qué dice Lacan, que fue el déficit mayor que Freud
dejó en el movimiento psicoanalítico? La noción de “Padre”. ¿No podría decirse que a Lacan lo expulsaron
por haber revisado la teoría del padre, de Freud, porque Freud es el “Dios oscuro” del Psicoanálisis? ¿No
se habrá sacrificado a Lacan porque se suponía que Freud quería eso? No me parece que sea ‘joda’, ni
tocada de violín.
Pregunta: [inaudible].
A.E.: Es muy difícil porque esto no se articula párrafo a párrafo si no es con un gran trabajo de cada uno de
nosotros. Pero yo te pregunto así, grosso modo: ¿el “soborno” no es lo contrario del “sacrificio”? Tenés que
entregar a tu hija, ¿qué hacés? ¿No le das unos ‘mangos’ al ‘chabón’? Lacan rescató a su mujer de las
garras del cuartel nazi; ya estaba su mujer en el cuartel nazi y él la fue a rescatar. ¿No pudo haber sido con
un soborno? No se olviden de que estamos criticando mucho la función del imperativo moral. Yo discutía
esto, con un psicoanalista, en una mesa redonda, y entonces el psicoanalista me decía: “Pero, entonces,
¡¿ cómo se recluta analistas?!”... Está grabado, eh; está grabado. Yo no le dije nada, por cortesía. ¡Los
psicoanalistas no se “reclutan”, hermano! ¡Cómo van a “reclutarse” analistas! Les voy a dar la desgrabación
de la mesa redonda.
141