Juana de Arco
Juana de Arco
Juana de Arco
A los trece años, Juana de Arco confesó haber visto a san Miguel, a santa
Catalina y a santa Margarita, y declaró que sus voces la exhortaban a llevar
una vida devota y piadosa. Unos años más tarde, se sintió llamada por Dios
a una misión que no parecía al alcance de una campesina analfabeta: dirigir
el ejército francés, coronar como rey al delfín en Reims y expulsar a los
ingleses del país.
En 1428 viajó hasta Vaucouleurs con la intención de unirse a las tropas del
príncipe Carlos, pero fue rechazada. A los pocos meses, el asedio de
Orleans por los ingleses agravó la delicada situación francesa y obligó al
delfín a refugiarse en Chinon, localidad a la que acudió Juana, con una
escolta facilitada por Roberto de Baudricourt, para informar a Carlos acerca
del carácter de su misión.
Acabado su cometido, Juana de Arco dejó de oír sus voces interiores y pidió
permiso para volver a casa, pero ante la insistencia de quienes le pedían
que se quedara, continuó combatiendo, primero en el infructuoso ataque
contra París de septiembre de 1429, y luego en el asedio de Compiègne,
donde fue capturada por los borgoñones el 24 de mayo de 1430.