Alan Touraine

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DEDICATORIA

Dedicado este trabajo a Dios por las oportunidades que se nos presentan en el camino, por la

vida, familia, amigos y conocidos.

A nuestros padres por el apoyo infinito y por sus consejos que nos forjan como personas futuras

de éxito y sobre todo hechas en valores.

A nuestros docentes y doctores que nos apoyan, sobre todo a la Dra. Judith Palomino por la

calidad de docente y doctora, inculcando a la excelencia en trabajos y a la excelencia en futuros

profesionales de la salud y miembros de la sociedad.

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AGRADECIMIENTO

Agradecemos a su persona Dra. Judith quien nos apoya para forjarnos como

excelentes profesionales exigiendo siempre un poco más en cada sesión académica,

para así lograr ser personas con grandes metas de anhelo y ambición de sapiencia

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INDICE
DEDICATORIA..............................................................................................................................................2
AGRADECIMIENTO.......................................................................................................................................3
1.-BIOGRAFIA...............................................................................................................................................6
2.- ALAN TOURAINE Y SU ANALISIS A LA SOCIEDAD DE LA INFORMACION.................................................9
DEL POST-INDUSTRIALISMO A LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN............................................................9
LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN, UN CONCEPTO EN ESCRUTINIO.......................................................12
METODOLOGÍA..........................................................................................................................................12
3.- ALAN TOURAINE FRENTE AL CONFLICTO DE LA SOCIEDAD ACTUAL.....................................................13
EL SUJETO:.................................................................................................................................................15
MOVIMIENTO SOCIAL:...............................................................................................................................16
MODERNIDAD Y SUJETOS SOCIALES EN ALAIN TOURAINE........................................................................20
RACIONALIDAD Y SUBJETIVIDAD...............................................................................................................22
EL INDIVIDUO, EL SUJETO, EL ACTOR.........................................................................................................23
LA MODERNIDAD DIVIDIDA.......................................................................................................................25
EL SUJETO COMO MOVIMIENTO SOCIAL...................................................................................................26
MOVIMIENTO FEMINISTA..........................................................................................................................26
MOVIMIENTO DE LA BURGUESIA..............................................................................................................27
MOVIMIENTO OBRERO..............................................................................................................................28
LAS PREMISAS DEL SUJETO SOCIAL...........................................................................................................28
ETAPAS DE ALAIN TOURAINE:....................................................................................................................29

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INTRODUCCION

Alain Touraine, sociólogo y economista francés, nacido en el año 1925, se dio a conocer al

principio, por sus estudios en sociología del trabajo, mediante su Évolution du travail aux usines

Renault (1955). Más adelante, desarrolla una sociología llamada “accionalista” para poder prever

el paso de las sociedades industriales a las sociedades postindustriales en Sociologie de

l’action (1965) y en Production de la société (1973).

Siempre vinculado a la prestigiosa Écoles des Hautes Études en Sciences Sociales, uno de sus

principales intereses en su carrera han sido los movimientos sociales, desde Latinoamérica,

Polonia hasta Mayo del 68.

A partir del año 1974, ejerce una original forma de observación participativa, “el

intervencionismo sociológico” y se interesa más en particular por el estudio de los nuevos

movimientos sociales (movimientos estudiantiles, regionalistas, ecológicos, etc.).

Con este libro se acaba el ciclo de análisis del mundo contemporáneo que Alain Touraine

empezó hace ya quince años con Critique de la modernité (1992), seguido de Qu’est-ce que la

démocratie? (1994), Pourrons-nous vivre ensemble? Égaux et différents (1997), A la búsqueda

de sí mismo (2000), Un nuevo paradigma. Pour comprendre le monde d’aujourd’hui (2005).

En 2010 ha sido galardonado, junto con Zygmunt Bauman, con el Premio Príncipe de Asturias

de Comunicación y Humanidades.

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ALAN TOURAINE

1.-BIOGRAFIA

Sociólogo francés nacido en Hermanville sur Mer en el año 1925. En el año 1950 se graduó

de la École Normale Superieure de Paris, y realizó estudios en las universidades de Columbia,

Chicago y Harvard. Fue investigador del Consejo Nacional de Investigación Francés hasta 1958,

y dos años después se convirtió en investigador “senior” de la École Pratique des Hautes Études,

donde fundó el CADIS (Centro de Análisis y de Intervención Sociológicos).

Fue parte del cuerpo docente en el segundo período de ELAS (Escuela Latinoamericana de

Sociología) y profesor invitado en la tercera etapa, desde 1960 a 1968. Su obra podría dividirse

en tres etapas: el estudio del trabajo y la conciencia de los trabajadores, basándose en estudios de

campo en Latinoamérica; los movimientos sociales, en particular del “mayo francés de 1968”; y

los golpes de Estado en América Latina, donde se abocó al estudio del papel del sujeto en los

movimientos sociales. De su participación en la Escuela, algunos alumnos recordarán que

“hablaba muy bien español, con la misma vivacidad con que lo hacía en francés, y eso atraía

mucho. Tocaba temas de sociología industrial, lo que para Latinoamericanos de aquella época,

era muy circunscripto (…) pero era bueno oírlo”. Sus principales investigaciones tratan sobre

la sociedad post-industrial y los movimientos sociales. Su trabajo se basa en la sociología de

acción y cree que la sociedad forma su futuro a través de mecanismos estructurales y de sus

propias luchas sociales.

Ha estado interesado a lo largo de su carrera en los movimientos sociales, estudiando y

escribiendo sobre muchos, especialmente en Latinoamérica y Polonia, donde observó el

nacimiento de la Solidaridad por lo que publicó: “Solidaridad: Análisis de un movimiento social”

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en 1983. Durante su estancia en Polonia, desarrolló el método de investigación de Intervención

Sociológica, descrito en La voz y la mirada (La Voix et le Regard) de 1981.

Frente a la crisis económica de 2008-2012, el sociólogo Alain Touraine considera que Europa

solamente muestra impotencia económica, política y cultural, pero que esa impotencia, no es

consecuencia de la crisis, sino su causa general. Para Tourain, Europa debe tomar conciencia y

romper el silencio, en caso contrario la crisis se profundizará aún más y Occidente perderá sus

ventajas. En el plano económico, la ecología política da respuestas frente al suicidio colectivo; en

el plano social y cultural, el mundo feminista se opone a las contradicciones morales de un

mundo que sigue dominado por los hombres y en el terreno político, la idea novedosa es, más

allá del gobierno de la mayoría, la del respeto de las minorías y su reconocimiento.

Alain Touraine es popular en Latinoamérica y Europa, aunque no en el mundo anglosajón.

Apenas la mitad de sus veinte libros han sido traducidos al inglés. En 1996, recibió el doctorado

Honoris Causa en la Universidad de Chile. En 1998 recibió el Premio europeo Amalfi de

sociología y ciencias sociales por Comment sortir du liberalisme. En el año 2004 recibe el

Doctorado Honoris Causa en la Universidad de Valparaíso en Chile. En febrero 2006 recibe el

Doctorado Honoris Causa en la Universidad Nacional de San Martín y en diciembre de 2006 en

la Universidad Nacional de Colombia, en el cierre del Congreso Nacional de Sociología. El 19

de junio del 2007 tiene lugar en la Universidad Abierta de Cataluña el acto de investidura de

doctor honoris causa de Alain Tourain. En mayo del año 2008 obtuvo, asimismo, el doctorado

honoris causa por parte de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima. En octubre

de 2013, el Sistema Universitario Jesuita (SUJ) de México, otorga el Doctorado Honoris Causa

en ciencias y humanidades durante la cátedra que lleva su nombre en la Universidad

Iberoamericana de Puebla

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Publicó cerca de un veintenar de libros, entre los cuales se encuentran “La evolución del trabajo

obrero en las fábricas de Renault” (1955), “Movimientos sociales de hoy: actores y analistas”

(1990), “Qué es la democracia” (1994) e “Iguales y desiguales” (1997)

La producción ensayística de Alain Touraine incluye, junto con los trabajos citados, otros

destacados estudios, entre los que cabe citar La conciencia obrera (1966), El movimiento de

mayo o el comunismo utópico (1968), Vida y muerte del Chile Popular. Diario sociológico,

julio-septiembre (1973), Las sociedades dependientes. Ensayos sobre América Latina (1976), El

postsocialismo (1980), Solidaridad: análisis de un movimiento social (1983), El retorno del

actor (1984) y La palabra y la sangre. Política y sociedad en América Latina (1988). En los años

noventa publicó Carta a Lionel Jospin (1997), ¿Podremos vivir juntos? (1997) e Igualdad y

diversidad (1999). Entre sus libros más recientes figuran Un nuevo paradigma para comprender

el mundo de hoy (2005), El mundo de las mujeres (2006) y La mirada social (2009). En 2010 fue

galardonado con el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, que

compartió con el sociólogo polaco Zygmunt Bauman.

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2.- ALAN TOURAINE Y SU ANALISIS A LA SOCIEDAD DE LA INFORMACION

En su análisis, Touraine se enfocó en los cambios en las relaciones de poder entre las clases

sociales, y en la aparición de una nueva clase social de tecnócratas, la cual consideró que llegaría

a ser dominante.

Bell analiza el desarrollo económico e industrial en la sociedad occidental (EE.UU.) como

preparando el camino hacia la próxima fase de la sociedad pre-industrial e industrial. El enfoque

principal dentro de la sociedad pre-industrial consistía en la cosecha o explotación de recursos

naturales, principalemente a través de la minería, pesca y agricultura. En la sociedad industrial, el

enfoque cambió hacia la manufactura de bienes (commodities). En la sociedad post-industrial,

Bell predijo que información en todas sus formas sería el principal enfoque de la economía: "en

la sociedad capitalista el eje institucional ha sido la propiedad privada y en la sociedad post-

industrial es la centralidad del conocimiento".

Tanto Touraine como Bell identificaron a la información como un ingrediente clave en la

sociedad post-industrial. Tal como fue descrito por Negroponte, la situación central de la

economía ya no se encontraría en la tranformación de átomos, sino en el procesamiento de bits.

DEL POST-INDUSTRIALISMO A LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN

El concepto de sociedad de la información no figura entre los primeros trabajos de Alain

Touraine o Daniel Bell. Ambos se refirieron a los cambios en la sociedad como post-

industrialistas. Se requeriría de un poco de arqueología en los archivos de las publicaciones

científicas para determinar a quién atribuir crédito por acuñar el concepto de la sociedad de la

información. Uno de los candidatos más fuertes es sin duda Yoneji Masuda, una de las personas

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que desarrolló la política japonesa para la sociedad de la informacion: el objetivo nacional de

Japón hacia el año 2000, (Masuda 1983).

El concepto de la sociedad de la información y el escenario futurista de la política japonesa

fueron adoptados con mucho entusiasmo por visionarios occidentales como Alvin Toffler, John

Naisbitt y más recientemente Nicholas Negroponte (Toffler 1981; Naisbitt 1982; Negroponte

1995). Todos contribuyeron a la popularización de las ideas de Touraine y Bell y a la

diseminación del concepto de sociedad de la información y sus sinónimos, como la sociedad

digital, la sociedad interconectada (posteriormente transformada a la sociedad inalámbrica), la

cabaña electrónica, la aldea global y otros similares.

Aunque no hay una definición concreta y operacional de la sociedad de la información, el uso

de esta categoría se ha puesto en boga durante los últimos años. En este sentido, por más que aún

resulte imposible determinar con exactitud cuáles sociedades o países ya han alcanzado el estatus

de sociedad de la información, ni hasta qué punto, parece haber un entendimiento común de los

principales ingredientes de esta categoría. Estos son tres: más información, más tecnología y más

economía del tercer sector.

Las sociedades de occidente han visto un aumento significativo en la cantidad de información

durante las últimas décadas. Desde que Price graficara el crecimiento exponencial de los

productos de información científica (Price 1963), muchos otros dominios sociales han gozado de

un desarrollo similar. Ahora contamos con más libros, teléfonos, canales de televisión y de radio,

más conexiones a Internet, más... que nunca antes.

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Las sociedades de occidente han sido testigos de un aumento significativo en la tecnología de

la información. La actual tecnología de información y comunicación (TIC) se diferencia de

forma cualitativa del nivel que la tecnología tenía hace cinco o diez años. En general, se

considera que los computadores personales de hoy tienen más capacidad que el de un centro

computacional promedio de hace una década. Adicionalmente, la presente TIC se caracteriza por

su amplia diseminación a lo largo de grandes proporciones de la población de occidente.

Finalmente, las sociedades occidentales han visto, prácticamente desde el fin del siglo pasado,

un cambio en el enfoque económico desde el primer hacia el tercer sector. Tanto en términos de

la fuerza laboral absoluta y relativa, como también en términos de contribuciones al PGB, el

tercer sector se encuentra adelante. Por lo tanto, la estructura ocupacional de nuestra sociedad ha

cambiado considerablemente (Esping-Andersen 1993; Gershuny y Miles 1983). Mientras la

generación de nuestros abuelos consistió, predominantemente, en agricultores y trabajadores

industriales, la fuerza laboral actual consiste en gran medida en empleados de oficinas. Esto

refleja el constante aumento en la importancia de los sectores económicos de información

intensiva, como los medios de comunicación, bancos/seguros/seguridad social, administración

gubernamental y la educación.

Sin restarle importancia a estos ejemplos, aún no se logra establecer el uso de indicadores

operativos y medidas que indiquen el grado en que una sociedad puede ser una sociedad de la

información, ni que pueda asegurar con exactitud cuándo una sociedad pasa a ser considerada

como una sociedad de la información (Miles 1990; Williams 1988).

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LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN, UN CONCEPTO EN ESCRUTINIO

El concepto de la sociedad de la información tiene muchos partidarios, tanto entre aquellos

que aplauden los efectos de los nuevos desarrollos y como los que expresan alertas por los

efectos negativos. Ambos grupos comparten la creencia que nuestra sociedad está en efecto

cambiando hacia una sociedad de la información. Sin embargo, otros dudan de la noción de ser o

tranformarse en algo calificado como sociedad de la información, y lo categorizan como un tema

en boga o de moda, que se junta con otros similares que se encuentran con frecuencia en la

literatura de adminstración e informática. Este grupo tiene serios cuestionamientos en relación

con la ausencia de metodología en algunas investigaciones que premonizan la sociedad de la

información y cuestionan el cambio cualitativo desde lo industrial hacia la sociedad de la

información.

METODOLOGÍA

Las investigaciones cuantitativas disponibles acerca de la sociedad de la información son

relativament escasas. Las que miden la cantidad de organizaciones en el sector económico o sus

contribuciones al PGB son aproximaciones comunes para validar el cambio económico hacia el

tercer sector, un importante ingrediente para la sociedad de la información. Esto se hace

frecuentemente dependiendo de estadísticas oficiales. Sin embargo, aparte del cuestionamiento

acerca de su confiabilidad y lo confuso de sus límites conceptuales (Miles 1990, p. 17-21), se

puede cuestionar si los datos a nivel organizacional ofrecen una plataforma suficiente para el

análisis. La empresa a cargo de un diario puede ser ubicada en el tercer sector porque trata con el

procesamiento de información e incluye a empleados de oficina, como los periodistas. Sin

embargo, al describir a una empresa periodística como integrante del tercer sector se disimula la

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labor manual de los impresores, distribuidores y actividades similares dentro de dichas

organizaciones. Si se asume que se puede categorizar correctamente a una organización como

parte del tercer sector, ¿sería equivalente a la sociedad de la información? ¿Sería Disneylandia en

París parte de este sector? Sin lugar a dudas. ¿Sería la sociedad de la información? Llevando este

argumento más lejos, uno también necesita cuestionar si un análisis a nivel de empleos en vez de

organizaciones podría salvar este tema, ya que cada trabajo individual consta de una curiosa

mezcla de tareas informativas y no informativas.

3.- ALAN TOURAINE FRENTE AL CONFLICTO DE LA SOCIEDAD ACTUAL

ALAN TOURAINE

"¿Podemos vivir juntos?"

Alan Touraine plantea que el conflicto central en la sociedad actual, moderna y

contemporánea es la lucha que libra el Sujeto contra, por un lado, el triunfo del mercado y por el

otro, contra los poderes comunitarios autoritarios. O en otras palabras entre el universo de la

instrumentalidad y el de la identidad. Así algunos de los principales temas que plantea Touraine

es la idea del sujeto y de su subjetivación, los movimientos sociales (o societales) la construcción

de la sociedad por sí misma, el rol del sociólogo y su participación (o no) como intelectual en los

procesos históricos y sociales; entre otros. Entiende que el sociólogo debe mantener una

distancia crítica y hasta casi “objetiva” con los fenómenos sociales y culturales que analiza, sin

participación alguna como intelectual orgánico en el sentido Gramsciano del término y que éste

debe contribuir a la formación de una sociedad libre, que rompe con los esquemas prefabricados,

liberándose de juicios y prejuicios que trae al momento de analizar y comprender la sociedad.

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Plantea una ciencia sin ideología, hasta casi entiende la posibilidad de hacer ciencia despojado de

valores que permita al sociólogo plantearse por un lado como intelectual y por el otro como

militante de una causa o como partícipe de los acontecimientos. Así mismo el sociólogo debe

estudiar el conflicto, entendiendo a éste como el motor de la sociedad, lo que facilita que una

sociedad cambie, se transforme, avance y evolucione. Analizando los significados y lo que está

en juego en las acciones sociales; actos y discursos de diferentes niveles que debe discernir. Por

otro lado analiza los movimientos sociales, definidos por “…no estar orientados por valores

conscientemente expresados (definidos) por el enfrentamiento de intereses opuestos por el

control de las fuerzas de desarrollo y del ámbito de la experiencia histórica de una sociedad.

(Touraine, A en Geoffrey Pleyers:737) En torno a ello plantea que el Sujeto es el individuo en su

búsqueda de ser actor, de ser el protagonista de su propia existencia, combinando la

racionalización instrumental y las identidades, siendo capaz de emprender sus propias iniciativas,

conociéndose a sí mismo a través de un ejercicio de introspección, con un sentido creativo a

través del ejercicio de su pensamiento y resistiendo. Porque el sujeto sólo existe al movilizar el

cálculo, la técnica, la memoria, la solidaridad, el compartir, el indignarse, al esperar, inscribiendo

su libertad personal en las batallas sociales y las liberaciones culturales. “El sujeto más que

razón, es libertad, liberación y rechazo” (Touraine: 67) La producción de la sociedad por ella

misma se realiza entonces por conflictos que oponen a los dos actores centrales y donde lo que

está en juego se refiere a la propia historicidad. A partir de esta afirmación es que podemos

organizar esquemáticamente como son la mayoría de los planteos de Alan Touraine, en el

sentido que la mayoría de sus lecturas tienden a caer en un punto intermedio entre dos extremos

contrapuestos y complementarios. Se podría decir que su sociología se basa en una tendencia

hacia el equilibrio que se produce entre las dualidades y las posibles tonalidades de grises que se

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podrían gestar y que evitarían caer en los vicios de los totalitarismos, ya sean del mercado como

eje motor y rector de la vida social, como del comunitarismo.

EL SUJETO:
El sujeto histórico es un concepto teórico e ideal, una meta a la cual ningún individuo puede

llegar o lograr, pero que sirve de noción sociológica para analizar y comprender la relación que

los actores entablan con éste. Según Alan Touraine para el individuo constituirse en sujeto es

construir su propia existencia, la cual se conforma por un esfuerzo por parte del sujeto de alejarse

del mercado y de los aparatos tecnocráticos que buscan absorberlo. En este esfuerzo y en esta

acción de oposición y resistencia el individuo se embarca en la búsqueda de su propia

constitución de sí mismo como sujeto, como meta ultima de todo individuo. Y es lo que él

denominó como “subjetivación”; entendida como el deseo del individuo de ser actor,

protagonista de sus propias acciones. Acciones que van a estar guiadas por la capacidad del

sujeto de emprender sus propias iniciativas a través de un ejercicio de introspección, a través del

ejercicio de su pensamiento y de resistir, como se dijo anteriormente por estar sumergido en la

cultura de masa o estar encerrado en comunidades autoritarias Existe un desgarramiento

identitario al que el sujeto se resiste. Y como se planteó en la introducción, de esta monografía,

Touraine se caracteriza por analizar y explicar sus principales conceptos partiendo del punto

medio de los conceptos, por lo cual entiende que el sujeto se constituye en la alegría como en la

tristeza, en lo que afirma como en lo que rechaza en una búsqueda de la felicidad individual, y no

la constitución de una nueva sociedad o de un hombre nuevo. Con lo cual nos da la idea de un

individuo egocéntrico, individualista, independiente y aislado del resto de la sociedad, o del otro.

Pero Touraine se anticipa un paso más a esa replica y alega que la felicidad individual y la

constitución del sujeto solo es posible por la existencia y el reconocimiento del otro. Porque el

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sujeto solo existe al movilizar el cálculo, la técnica, la memoria, la solidaridad, el compartir, el

indignarse, inscribir su libertad personal en las batallas sociales y las liberaciones culturales. Lo

que nos lleva a considerar la importancia que le otorga a la constitución del sujeto el hecho de la

acción colectiva o la consideración y felicidad de los otros en referencia a la acción colectiva.

MOVIMIENTO SOCIAL:

Lo propio de un movimiento social es no estar orientado por valores conscientemente

expresados, sino que se constituyen en un campo de conflicto que para Touraine es la libertad, en

el sentido de que ésta situación permite la constitución del sujeto y se consagra como valor

supremo para tal fin. Se trata de actores que llevan su lucha al plano de la historicidad, es decir,

que son grupos sociales que luchan con la finalidad de transformar los modelos culturales y

conducir sus protestas hasta las orientaciones centrales de una sociedad. Y para categorizarlos

distingue tres principios que fundan cada movimiento social: la identidad la oposición y la

totalidad. El primero de éstos hace referencia a la definición del actor por sí mismo a través del

conflicto que lo constituye y lo organiza. Precediendo el movimiento social a esta conciencia.

Por otro lado, el principio de oposición, que consiste en la capacidad del movimiento para

nombrar a su adversario. En el cual es el conflicto el que hace surgir al adversario y forma la

conciencia de los actores involucrados en él. Las orientaciones comunes a estos dos adversarios

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llevan al principio de totalidad, que es el tercero de los principios en torno a los cuales se

estructuran los movimientos sociales. Así Touraine, agrega que es en el nivel cultural donde

actualmente se juegan los desafíos mayores y es en términos culturales donde se concibe

fundamentalmente al mundo actual. Sin dejar de lado a los ámbitos económicos y políticos como

ámbitos de disputa, pero reconociendo que han perdido preeminencia e importancia,

categorizando por sobre éstos al al campo cultural. Estamos transitando hacia una cultura que va

al interior, encaminada a la conciencia y la construcción de sí mismo; en donde la ambivalencia

y la recomposición, conforman a los nuevos movimientos sociales que reclaman y revindican

diversas temáticas, como religión, sexualidad, choque de civilizaciones, comunicaciones

interinstitucionales, identidades, movimientos culturales y comunitarios, derechos culturales, etc.

Definiendo a estos movimientos sociales como movimientos societales, porque se instaura en

el centro de las sociedades, colocando al sujeto como protagonista y actor fundamental del

movimiento y a las libertades de éstos como objetivo final y absoluto. Las características

centrales de estos movimientos societales es que cuestionan las orientaciones centrales de la

sociedad, porque ya no está más al servicio de ningún partido político, ni de demandas

intelectuales o de grandes ideologías. Sino que defiende los derechos de libertad y de igualdad.

Confronta al mercado y a su lógica y la clausura del cooperativismo, como modelo de opresión y

de restricción de las libertades individuales, como autoritarismo que viene de afuera o como

producto a de las grandes ideologías. Estos ideales y consignas tan universales, generan mayor

autonomía del movimiento, de tener que responder a partidos o a grandes ideologías, pero a las

vez, da una mayor fragmentación a su interior.

Esto es producto de la mayor libertad que se persigue para que los sujetos puedan elegir, pero

se genera un agotamiento del sujeto colectivo y de la fortaleza que éste tiene como espacio de

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confluencia y de aglutinamiento de múltiples sujetos. Según el presente autor, en los

movimientos societales, los sujetos promueven el respeto, la valorización de los derechos de la

vida y no los derechos políticos. Es como si se pudiese establecer una separación entre los

derechos individuales de los sujetos viviendo en sociedad, la política y las condiciones materiales

de existencia. Porque entiende que ya no nos define la posición social que ocupamos, sino que lo

que nos define en nuestra propia individualidad y constitución como sujeto, construidos hacia

adentro.

Touraine, no trata acerca de sistemas sociales, sino principalmente del sujeto con capacidad

de construirse en actor de su propia vida, impacientes por afirmarse y lograr el reconocimiento

de su libertad de sujetos. El autor nos presenta una imagen de mundo donde conviven la

racionalización y la subjetivación las cuales se contradicen y se complementan; el sometimiento

de los individuos y la libertad de éstos, el universo instrumental y el simbólico en el cual señala

explícitamente: “La presencia del Sujeto se señala por la distancia que el actor toma respecto de

su situación. ya no se encuentra enteramente comprometido en su acto, en cierto modo se desliga

de él, no para observarlo desde afuera sino para entrar en sí mismo, para experimentarse en su

existencia, en el sentido que el acto tiene para esa existencia antes que para la sociedad o para la

tarea que se le ha confiado”. Tanto en el libro ¿Podremos vivir juntos? como en “Crítica a la

modernidad”, Touraine plantea la necesidad de reconstruir una representación general de la vida

social y del ser humano, para que de ésta forma se pueda fundar una política y generar resistencia

en contra del poder absoluto. A razón de lo anterior el autor señala que dicha representación solo

puede fundarse en la idea de que el sujeto nace y se desarrolla sobre las ruinas de un ego

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objetivado haciendo que la democracia únicamente pueda existir si los ciudadanos; más allá de

sus ideas y sus intereses particulares logren entenderse sobre las proposiciones aceptadas por

todos, no sólo conforme a procedimientos e instituciones en curso, sino también sobre los

contenidos explicitados en acuerdos. Sugiriendo en éste sentido que, no existe una sociedad

cultural posible sin el recurso de un principio universalista que permita la comunicación entre los

individuos, y que solo podremos vivir juntos con nuestras diferencias si mutuamente nos

reconocemos como sujetos. En éste sentido, las acciones probables o plausibles que lleven los

ciudadanos deben encausarse en el plano de la historicidad a luchas que puedan transformar los

modelos culturales imperantes fundándose en identidad (definición del sí mismos en proceso por

parte del actor) y oposición (definición del adversario). Frente a lo anterior, se constituye una

necesidad de reivindicación del “nosotros” como sujetos al transformar nuestra individualidad en

subjetivación. Es el sujeto y no lo intersubjetivo lo que se articula como indispensable por ahora,

para centrar el análisis del ámbito político y la comunicación debido que; lo intersubjetivo se

construye como la definición de lo actual y lo posible con diferentes pesos en la representación

de la esfera de lo político por el acceso desigual al capital inicial (Bourdieu) generando

decisionales y condiciones diferencias al campo. Por lo pronto, si afirmamos al sujeto, se genera

una construcción y producción del sí mismo como fundamento de la ciudadanía, el cual mediante

una conciencia ciudadana puede llegar a descentralizar y distribuir los códigos y la ampliación de

la organización política, con el fin de reestructurar las coordinaciones simbólicamente

generalizadas implícitas en este.

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MODERNIDAD Y SUJETOS SOCIALES EN ALAIN TOURAINE

En el umbral del siglo XXI, escenario de la transformación de los Estados nación y de los

procesos globalizadores que configuran un nuevo orden mundial, resulta promisoria la propuesta

de Alain Touraine para hacer una lectura sociológica de dichas transformaciones. Su tesis acerca

de la “modernización mutilada” y, por ende, de la necesidad de un “retorno a la modernidad” y el

papel que, en ello, juegan los “Actores y Sujetos sociales” permiten reconocer que la

profundidad y el rumbo que asumen los cambios no se deben sólo a la expansión del mercado

mundial, a la internacionalización del capital y al desarrollo de la informática; por el contrario, el

dinamismo de estas fuerzas impersonales responde a la actuación de los seres humanos y a las

relaciones que entre ellos establecen. La pretensión del texto se limita a recabar algunas notas

sobre la propuesta del sociólogo francés acerca del Sujeto social y su relación con algunos de los

ejes señalados por el autor: Crisis de la modernidad y retorno a la modernidad; Racionalidad y

Subjetividad; y movimientos sociales portadores del Sujeto. CRISIS DE LA MODERNIDAD En

la visión de Alain Touraine, la historia de la modernidad es aquélla de la emergencia de actores

sociales y culturales que bajo el impulso de la racionalidad instrumental fraguaron la sociedad

industrial y a los Estados nación. El siglo XIX fue de las clases sociales como el siglo XX de las

naciones. El impulso de la modernidad cesa cuando la racionalidad instrumental se separa de los

Actores sociales y culturales. Entonces el eros, el consumismo, la empresa y la nación se

desvinculan y entran en coalición unos con otros. De esta forma, la modernidad entra en crisis y

la sociedad deja de ser el espacio donde las instituciones y los Actores sociales se corresponden

por medio de la familia y de la escuela. Las condiciones de crecimiento económico, de libertad

política y de bienestar individual no se dan de manera análoga e interdependiente. La economía

se reduce a un conjunto de estrategias empresariales y éstas son ajenas a un tipo de sociedad y de

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cultura. Entonces el sistema y los Actores se encuentran totalmente disgregados. La modernidad

asocia el progreso con la cultura y opone las sociedades tradicionales a las sociedades modernas.

La posmodernidad viene a separar lo que antes estaba unido: define la cultura sin referencia al

progreso de la racionalidad, la sociedad ya no está unida a ningún personaje ni categoría social y

se acentúan las culturas locales. De igual forma, se disocian las conductas de producción, de

consumo y de vida política. Todo ello conduce a la desaparición de los Sujetos sociales y en

forma paralela, el Sujeto individual termina por descomponerse, al punto de limitarse a una

sucesión de “representaciones” de acuerdo al contexto. En consecuencia, en el análisis social

prevalece el pensamiento sistémico que descarta la idea de Actor y de Sujeto y se centra en el

sistema mismo y en la creciente diferenciación de los subsistemas para los cuales, los otros

subsistemas son simples entornos. En esta perspectiva se considera la vida social como un

entorno del sistema político. Estas interpretaciones son incompatibles con el pensamiento social

heredado de los dos últimos siglos, en particular con las nociones de historia, movimiento social

y de sujeto. El mundo de hoy es un mundo que se debate entre lo objetivo y lo subjetivo, entre el

sistema y los Actores. De un lado, el mundo parece global; del otro, los multiculturalismos

(multilocal) parecen no tener límites. En tanto que la ley del mercado destruye sociedades,

culturas, movimientos sociales; la obsesión de identidad se aprisiona en políticas arbitrarias que

no pueden sostenerse más que en la represión y el fanatismo. Por el camino sistémico, al que

conduce la racionalidad, no se vislumbra solución por lo que se hace necesario 1redefinir la

sociedad, recuperar lo subjetivo y retornar al Sujeto. Esto es así porque la modernidad

racionalista aprisionó en instituciones represivas todo aquello que parecía resistirse a su triunfo.

En lugar de ayudar a su desarrollo, le ha amputado la mitad de ella misma. Se puede concluir que

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no es posible la modernización sin racionalización pero que también es indispensable la

formación de Sujetos que se sienta responsable frente a sí y frente a la sociedad.

RACIONALIDAD Y SUBJETIVIDAD

La imagen de la razón que disipa las nubes de la irracionalidad y de la ciencia reemplaza las

creencias y los sistemas sustituyen la imagen de un dios creador todopoderoso. Sin embargo, los

procesos impersonales constituyen únicamente la mitad de lo que Touraine llama modernidad: el

desencantamiento del mundo. Si miramos la acción humana, la imagen se transforma. En la

sociedad tradicional, el hombre se encontraba sometido a fuerzas impersonales o al destino. La

modernidad significa el desencantamiento del mundo y con ello, la separación del conocimiento

objetivo y del subjetivo. Mientras más se adentra la modernidad, más se separan el Sujeto y el

objeto, los cuales se confundían dentro del pensamiento pre-moderno. Por mucho tiempo, la

modernidad ha sido definida por la eficacia de la racionalidad instrumental, la maestra del

mundo que hizo posible la ciencia y la tecnología. Esta visión no debe ser rechazada porque

constituye la más poderosa arma crítica contra los totalitarismos y los integrismos; pero por sí

sola no da una idea completa de la modernidad, le falta la otra mitad: el surgimiento de un Sujeto

humano como liberación y como creación. La modernidad, según Touraine, constituye el diálogo

de la racionalidad y de la subjetividad. El hombre, como parte de la naturaleza es objeto de un

conocimiento objetivo pero también es el yo de un Sujeto; Sin embargo, el conocimiento del

hombre se separa del conocimiento de la naturaleza como la acción se distingue de la estructura.

Modernidad – racionalidad instrumental – ciencia y tecnología. El drama de la modernidad es

que se ha desarrollado en lucha contra ella misma. No hay modernidad sino por la interacción

creciente del Sujeto y la razón, de la conciencia y de la ciencia, pero se ha querido imponer la

idea de que era necesario rechazar la idea del Sujeto para hacer triunfar a la ciencia, de desechar

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el sentimiento y la imaginación para liberar a la razón. La modernidad triunfa con la ciencia pero

también cuando la conducta humana es regida por la conciencia y ésta obra por el amor y no sólo

por conformidad al orden del mundo. Los llamados a servir al progreso y a la razón que tienen

como brazo armado al Estado, son menos modernos que el llamamiento a la libertad y a la

autogestión responsable. Hay cada vez una mayor referencia a un sujeto que es libre, es decir, se

pone como principio del bien, el control que el individuo ejerce sobre sus acciones y sobre su

situación. El Sujeto es la voluntad de un individuo que actúa y es reconocido como actor. Sujeto

– Voluntad y Subjetividad- Actor

EL INDIVIDUO, EL SUJETO, EL ACTOR

El individuo, el Sujeto y el Actor son tres términos que se definen en relación unos con los

otros. El hombre pre-moderno buscaba la sabiduría y se sentía conducido por fuerzas

impersonales: el destino, lo sagrado y hasta el amor. La modernidad triunfante reemplaza esa

sumisión al mundo por la integración social. La transforma en el cumplimiento de una serie de

roles: trabajador, ciudadano, soldado, etc. Más que el Actor de una vida personal debe ser el

agente de una obra colectiva. El Sujeto se construye en la medida en que la vida aparece como el

esfuerzo por construirse simultáneamente en la diversidad de aspectos. El individuo es la unidad

particular donde se integra la vida pensada, la experiencia y la conciencia. El individuo se

transforma en Actor por el control ejercido sobre su propia vida y se construye como Sujeto con

el paso del inconsciente a lo consciente. Individuo (inconsciente) – Actor – Sujeto (consciente).

El Sujeto, individuo consciente que actúa, es el Actor que se inserta en las relaciones sociales sin

identificarse totalmente con ningún grupo o colectividad. De esta forma, el Actor no obra

conforme al lugar que ocupa en la organización social sino que modifica su entorno material, y

sobretodo el social, en el cual es colocado por la división del trabajo, las políticas de dominación

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o las orientaciones culturales. La idea del Actor social es inseparable de la del Sujeto porque al

erigirse como tal, el Actor ya no se define por su utilidad al cuerpo social sino que es constituido

por el Sujeto. Éste es el yo que se expresa como yo, sin olvidar que la vida personal se constituye

tanto de libido como de roles sociales. Sin embargo, en las actuales sociedades modernas, esta

producción del Actor por el Sujeto no se da sino que es conformado por las determinaciones

sociales. En ellas, individuo, Sujeto y Actor se encuentran escindidos.

La subjetividad es la penetración del Sujeto dentro del individuo y la transformación

particular del individuo en Sujeto. Es aquí donde el orden del mundo se vuelve principio de

orientación de las conductas. La subjetividad destruye el MI (Moi) que se define por la

correspondencia de conductas personales y de roles sociales y se construye por las interacciones

sociales y la acción de los agentes de socialización (245) El MI (Moi) se fragmenta: de un lado el

Sujeto que asocia individuo y libertad y por otro, el SI (Soi) que asocia naturaleza y sociedad.

Nada es más opuesto al Sujeto que la conciencia del MI (Moi) porque el Sujeto no implica

culpabilidad ni satisfacción; Es el poder del individuo o de un grupo que busca su libertad por

medio de su lucha constante en contra del orden establecido y de las determinaciones sociales.

El individuo es Sujeto en cuanto es resistencia y es dueño de sus obras. Esta resistencia es

positiva en la medida en que es racionalización pues la razón es también instrumento de la

libertad; se vuelve negativa en la medida en que la racionalización es dominada y utilizada por

los modernistas tecnócratas o burócratas, quienes la transforman en instrumento de producción o

de consumo. El hombre moderno está constantemente amenazado por el poder absoluto de la

sociedad; por eso ha reencontrado la idea de Sujeto como centro de resistencia al autoritarismo.

El pensamiento no es moderno sino cuando se renuncia al ideal de un orden general, a la vez

natural y cultural. Es moderno cuando combina determinismo y libertad, naturaleza y Sujeto.

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LA MODERNIDAD DIVIDIDA

La crítica al modernismo, es decir, a la reducción de la modernidad a la racionalización, no

debe conducir a una posición anti o posmodernista. Al contrario, le descubre un aspecto de la

modernidad olvidado o combatido por la racionalidad. Porque, en la actualidad, el mundo se

encuentra fragmentado, la modernidad requiere encontrar un principio integrador que restablezca

la unidad entre la vida y el mundo de la racionalidad instrumental: el consumo, la nación y la

empresa. La redefinición de la modernidad sólo puede darse por la complementariedad del

Sujeto y de la razón: De un lado, la sociedad de producción y de consumo de masa, de empresas

de mercado animadas por la razón instrumental; y por otro, una sociedad atenta a los deseos

individuales y a la memoria colectiva, a los impulsos de la vida y de la muerte; y defensora de la

identidad colectiva. No se debe concebir al Sujeto como un medio para reunificar los elementos

fragmentados de la sociedad: la vida, la nación, el consumo y la empresa; pero es él quien los

reunifica. La idea de Sujeto reconstruye el campo social precisamente porque enlaza los diversos

fragmentos por medio de relaciones de oposición y complementariedad. Es por eso que el Sujeto

se resiste a ser identificado con ninguno de los fragmentos de la sociedad. No es la comunidad,

no es la nación, ni tampoco el mercado. Cuando la racionalidad se reduce a la técnica, a la

instrumentalización, el único punto de unión que existe entre los diversos fragmentos de la

modernidad clásica es la búsqueda de eficiencia y de rendimiento. Cada uno construye a su

alrededor un universo extraño a los demás: cultura empresarial, de sociedad de consumo o de

interaccionismo nacional o religioso. El Sujeto por el contrario se define por el esfuerzo por unir

lo que está separado. Construye su campo de acción relacionando los contrarios y rechazando

todas las formas de narcisismo.

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EL SUJETO COMO MOVIMIENTO SOCIAL

El Sujeto se opone a eso que se ha llamado roles sociales y que en la realidad son la

construcción de la vida personal y social por parte de los centros de poder. Ellos son los que

crean a los consumidores, a los electores, a un público a quien ofrecen más o menos respuestas a

sus demandas sociales y culturales. El individuo que construyen estos centros de poder no es el

Sujeto sino el SI (SOI) pero se convierte en Sujeto cuando el individuo consumidor de normas e

instituciones sociales se transforma en un constructor de la vida social y de sus cambios. En

términos del Actor y de los conflictos sociales se hace necesario definir el Sujeto social. Éste no

es un principio que planea el curso de la sociedad ni el individuo en su particularidad. Es un

modo de construcción de la experiencia social, como lo es la racionalidad instrumental. Por ello,

la subjetividad es un movimiento cultural al mismo tiempo que racionalizador. El Sujeto social

sólo existe como movimiento social, como contestación a la lógica que busca la integración

social. Un movimiento social es el esfuerzo de un actor colectivo por apoderarse de los valores,

de la orientación cultural de la sociedad en oposición de un adversario, al cual está ligado por

relaciones de poder. La afirmación del Sujeto proviene de todas las formas sociales obreras y

burguesas que construyen la sociedad civil frente al Estado.

MOVIMIENTO FEMINISTA

Al centro de las sociedades se encuentra lo que se ha llamado movimientos culturales que son

portadores de la subjetividad. El movimiento de la racionalidad se encuentra en el movimiento

de la producción y el consumo. Su opuesto, a la vez que su complemento, son los movimientos

culturales que afirman la subjetividad. El feminismo ha jugado y juega un papel dinámico en los

cambios culturales que se viven en la actualidad. Entre los actores concretos que son portadores

de los movimientos culturales, sobresale por su importancia, el movimiento feminista. En

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nombre de la modernidad revindica el reconocimiento de las aspiraciones de las mujeres así

como su identidad biocultural. Las mujeres que luchan por su liberación quieren abolir la

discriminación y la inequidad social pero lo hacen, mujeres y como tales hablan. Esta es una

característica de los movimientos sociales que se construyen como Sujetos: Se definen no tanto

por la actividad, sino por su pertenencia, por su identidad cultural. Se afirman los derechos no, en

contra de un adversario sino con el adversario. Su acción colectiva tiende a la construcción del

Sujeto.

MOVIMIENTO DE LA BURGUESIA

La pareja racionalidad y subjetividad define la orientación cultural de la sociedad moderna y

pone en marcha lo que se ha llamado, dentro de la sociedad industrial, la lucha de clases sociales.

Industriales y asalariados, movimiento capitalista y movimiento obrero se refieren a los mismos

valores culturales, a la racionalización y la subjetividad, combatiéndose uno al otro. La burguesía

es la figura central de la modernización occidental. Con ese nombre, burguesía, se designó a los

actores de la autonomía de la sociedad civil frente al Estado, sobre todo con la diferenciación de

la economía respecto a la política, la religión y la familia. En forma simultánea fue el agente de

la racionalización y de la subjetividad. La burguesía combatió a la monarquía absoluta, fundó el

individualismo moderno que se asocia a la lucha social contra el orden establecido y los

fundamentos religiosos. Ella fue quien defendió la propiedad y los derechos del hombre e hizo de

la primera el más importante de los derechos. El retorno al Sujeto es en parte un retorno al

espíritu burgués y al espíritu del movimiento obrero contra el espíritu de la totalidad, que de la

Revolución francesa a la soviética ha dominado dos siglos de historia. La proto-modernidad

termina cuando triunfa en la política los modelos racionalistas con la Revolución francesa y en la

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economía con la industrialización británica se rompe la unidad de la racionalidad y la

subjetividad.

MOVIMIENTO OBRERO

El movimiento obrero, es decir, la presencia de un movimiento social dentro de la acción

obrera, se define por la defensa de la autonomía obrera contra la organización del trabajo que es

un llamado rápido a la racionalización. El movimiento obrero no se limita a reivindicar mejores

condiciones de trabajo sino que también convoca a la defensa del Sujeto obrero contra una

racionalización identificada con el interés patronal. Su reclamo de justicia social expresa la

necesidad de combinar los dos principios de la modernidad: racionalización y dignidad obrera. El

movimiento obrero rompe con la lucha de la modernización contra la tradición y de la razón

contra la religión; y conduce su lucha al interior de la modernización con un conflicto que

contrapone la búsqueda de la productividad con los derechos de los trabajadores tratados, las más

de las veces, como objetos, como simple fuerza de trabajo.

LAS PREMISAS DEL SUJETO SOCIAL

Con base en lo anterior, se puede deducir que las premisas de un Sujeto social son las siguientes:

1. Conciencia de sí mismo y de su entorno;

2. Su inserción en las relaciones sociales como constructor de la vida social y de sus cambios;

3. Ser responsable frente a sí y frente a la sociedad;

4. Su carácter contestatario frente a una sociedad que se le presenta como un sistema

autorregulado;

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5. Ser portador de valores culturales alternos a los predominantes y buscar la libertad en su lucha

contra las determinaciones sociales.

El Sujeto social se construye en el dinamismo de la participación social. Entre los movimientos

actuales portadores de subjetividad y de valores culturales propios sobresalen los siguientes: el

movimiento feminista, el movimiento obrero, el movimiento ecologista, el movimiento indígena,

movimiento gay, etc. El horizonte de estos movimientos tiende a rebasar las fronteras nacionales

y en su diversidad entretejen redes sociales que contribuyen a elevar la conciencia y a fortalecer

su poder social. En la perspectiva de Alain Touraine, estos movimientos aún se encuentran en

proceso de construirse como Sujetos sociales y de establecer una relación de oposición –

complementariedad con su contraparte, los impulsores de la “racionalidad – sistémica” pero su

existencia aporta rasgos de optimismo a un imaginario futuro.

ETAPAS DE ALAIN TOURAINE:

1. La primera se dedica a la sociología de trabajo y en particular a la sociología de la conciencia

obrera, sus primeros trabajos llevados a cabo en América Latina. Acuño el término sociedad post

industrial.

2. Los acontecimientos de mayo de 1968 y los golpes militares en América Latina le llevaron a

interesarse a los movimientos sociales. En Polonia desarrolla trabajos respecto al sindicato de

este país.

3. En su tercera etapa retorna al Actor como objeto de estudio de sus trabajos, en la que la idea

dominante es la de sujeto, considerado como el núcleo central de la acción de los movimientos

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sociales. Se centra en el tema del sujeto y devela un nuevo paradigma, al analizar el paso de una

sociedad que se valora en términos a una planteada en términos culturales.

Todo su trabajo se encarna en la Sociología de la acción, que analizados en su:

1. En su sentido práctico en una primera etapa

2. En un sentido histórico en su segunda etapa

3. En un sentido filosófico en la tercera etapa.

Nunca ha dejado de insistir en el cambio cultural, que conduce desde la visión de Descartes,

orientada hacia la conquista del mundo por medio del conocimiento, del derecho, la economía y

de las armas, a una nueva cultura orientada hacia la construcción del Sujeto, por medio de la

voluntad de cada individuo de actuar como objetivo de su propia existencia. Destaca el

importante papel de la mujer en estos cambios.

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BIBLIOGRAFIA

 https://www.biografiasyvidas.com/biografia/t/touraine.htm

 http://www.flacsochile.org/personajes/alain-touraine/

 https://www.planetadelibros.com/autor/alain-touraine/000019938

 https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/2/517/10.pdf

 https://www.insumisos.com/lecturasinsumisas/El%20sujeto%20y%20los%20valores

%20en%20Touraine.pdf

 http://hfigueroabsociol.tripod.com/socinfcq.htm

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