Cristobal Colon - Pedro Voltes PDF
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Reseña
Índice
Presentación
l. La oscuridad inicial. La patria de Colón
2. Anhelo del mar
3. El anhelo científico
4. El ardor religioso
5. Génesis del descubrimiento
6. El primer viaje
7. Viajes posteriores
8. La oscuridad final
9. ¿Cómo era Colón?
10. Trascendencia literaria de la figura de Colón
Cronología
Testimonios
Bibliografía
Presentación
Cristóbal Colón (1451-1506)
Capítulo 1
La oscuridad inicial. La patria de Colón
Contenido:
§. Niñez y juventud
§. Niñez y juventud
Merced a los documentos de archivos notariales y municipales
ligures se ha podido establecer con bastante certidumbre el perfil
familiar de Cristóbal Colón: Giovanni Colombo, su abuelo paterno,
era tejedor de lana en el pueblo de Moconesi, situado a unos 28
kilómetros de Génova. Fue padre de tres hijos: Domeneghino,
Capítulo 2
Anhelo del mar
Contenido:
§. Una importante actuación jurídica de Colón
«De muy pequeña edad -escribía Colón en 1501 a los reyes- entré en
la mar navegando.» ¿Cuándo, exactamente? En 1492 consigna en el
diario de a bordo: «Yo he andado veinte y tres años en la mar, sin
salir de ella tiempo que se haya de contar.» El cómputo de Colón nos
Jo presenta comenzando la vida marinera en plena infancia.
Ballesteros se rebela contra este resultado; Eliot Morison,
fundándose ingeniosamente en sus propios recuerdos de juventud,
parece inclinarse a suponer que Colón contó como «navegación» las
primeras travesuras marineras de niñez.
«Cristóbal vivía en una comunidad marinera en la que todo
muchacho que se encontrase bueno navegaba cuanto le era
posible», dice. Dentro de esta posibilidad caben por igual la pesca
por afición, las escapadas y las excursiones en un bote y los viajes
efectuados para comprar o vender los géneros del padre de Colón.
Es muy probable que Cristóbal, de joven, estuviese al servicio de un
corsario francés llamado Guillaume de Casenove y, por apodo,
Coulon o Coullon. Colón tenía entonces dieciocho años, no hay
documento alguno que lo sitúe a la sazón en Génova y sí indicios
más o menos rotundos de que formó parte de las fuerzas de
Casenove. Operaba éste, alrededor de 1470, en la costa francesa del
Capítulo 3
El anhelo científico
Capítulo 4
El ardor religioso
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rescate del Santo Sepulcro. «Los maliciosos ven hasta en esto -dice
Ballesteros- un disimulo judaico, puesto que se piensa en
Jerusalén, la Sión hebraica, pero es alambicar demasiado.» Bien
claro está que Colón era católico firme y fervoroso, con la devoción
rígida y sincera que se ha adquirido en la niñez.
Capítulo 5
Génesis del descubrimiento
Contenido:
§. Antecedentes del conocimiento de América
§. Planteamiento del designio de Colón
§. La proposición a Portugal
§. La proposición a los Reyes Católicos
§. La madre de Femando Colón
1) Precedentes náuticos.
El descubrimiento del Nuevo Mundo no se produjo de modo fortuito,
sino que, por el contrario, hizo culminar una larga serie de
tentativas y proyectos que venían siendo incubados desde hacía
siglos. Puede admitirse, sin que de ello redunde demérito para la
2) Precedentes legendarios.
El poner en contraste la verdad con la leyenda puede resultamos
instructivo para considerar varias consejas referentes a la existencia
de un mundo atlántico.
1
«Venient annis saecula seris
quibus Oceanus vincula rerum
axet, et ingens pateat tellus
Tethysque novas detegat orbes
nec sit terris ultima Thule...
3) Precedentes científicos.
Los árabes y los hebreos habían recogido el saber clásico en materia
astronómica y geográfica y lo habían desarrollado brillantemente.
Ramón Llull añadió a sus profundos estudios matemáticos el
esfuerzo de preparar un Arte de navegar que se ha perdido. La
Mallorca de su tiempo era un vivero frondosísimo de desvelos
§. La proposición a Portugal
En 1484 regresó de sus exploraciones por la costa occidental de
África el piloto Diego Cao. El monarca portugués le colmó de
honores y mercedes. Este ejemplo animó a Colón seguramente a
concretar y perfilar su proyecto y someterlo al Trono. Acababa el rey
de constituir la citada Junta dos mathemáticos. El historiador
portugués Joao de Barros explica sucintamente: «El rey, al observar
que este Christovao Colom era un gran hablador, al llevar adelante
sus hechos y lleno de fantasías e imaginación con su isla Cipango,
cuya certidumbre surgía de sus palabras, lo creyó poco.
Capítulo 6
El primer viaje
Contenido:
§. El presupuesto de la expedición
§. La tripulación
§. Las carabelas
§. La travesía
§. Las nuevas fronteras
§. La recepción
§. ¿Se puede hablar hoy de «descubrimiento de América»?
§. El presupuesto de la expedición
Ya hemos hecho mención de otra gran figura favorable a Colón en la
corte de Fernando e Isabel, a la que queremos diferenciar de
aquellas que le eran propicias por simpatía personal o adhesión
intelectual. Nos referimos al escribano de ración de Aragón, Luis de
Santángel, de origen hebreo, que consideró siempre el aspecto
lucrativo de la expedición y miró sus problemas con ojos de cajero.
«Como buen jugador de banca, sabe que en ocasiones debe
arriesgarse algo para ganar mucho. La cantidad es exigua si se
compara con las fabulosas ganancias que se podrían lograr -dice
Ballesteros-. Esto concuerda con la idiosincrasia del arrendador de
tributos, del hebreo de cerebro sutil, que presta a la corona con el
crecido interés de su influencia, que le proporciona negocios
saneados y de enorme rendimiento. No se perdía Santángel en las
§. La tripulación
En 30 de abril de 1492 los soberanos dirigieron a Diego Rodríguez
Prieto y a los vecinos de Palos unas misivas que les ordenaban
aplicar al servicio de la empresa de Colón dos carabelas; ello
obedecía a que, por ciertas faltas anteriores, habían sido
condenados a servir durante un año con dos de tales naves a la
corona. Ésta decidía, pues, aplicar al descubrimiento aquellas
embarcaciones, con las que podía contar a su gusto. ¿Por qué se
eligió Palos para base y punto de partida del viaje? En parte por esta
circunstancia y también porque las villas de Sanlúcar, Puerto de
Santa María y Cádiz estaban enclavadas en los dominios de las
casas de Medina-Sidonia, Medinaceli y Arcos. La corona deseaba
que la empresa se realizase enteramente dentro de sus facultades y
jurisdicción.
Una malévola interpretación ha conducido a la sospecha de que los
tripulantes de las carabelas eran en su mayoría delincuentes y
penados. No se puede deducir tal cosa del concepto de «damos
seguro a todos e cualesquier personas que fueren en las dichas
carabelas con el dicho Cristóbal Colón». El «seguro», que algunos
han tomado como indulto o remisión de penas, se refiere a que «no
les sea fecho mal ni daño, ni desaguisado alguno en sus personas ni
bienes; ni en cosa alguna de lo suyo por razón de ningún delito que
hayan fecho ni cometido» (citado por Ballesteros). Es decir, la frase
tiene un sentido fundamental de garantía y sólo por vía accesoria y
adicional se añade la suspensión de la persecución judicial.
Es positivo que Colón tropezó con grandes dificultades para
encontrar tripulantes en Palos. La población lo había conocido
menesteroso, recién llegado del extranjero, había sido testigo del
quizá risible frenesí con que a su venida Colón explanaba sus
proyectos, y la figura del Almirante no le parecía digna de confianza
en empresa tan oscura y peligrosa. La oposición fue vencida con el
apoyo de los monarcas, que no vacilaron en hacer ostentación de
fuerza; con la suave persuasión de fray Juan Pérez, que conocía el
lugar y la gente, y les fue convenciendo paulatinamente, y en suma,
§. Las carabelas
Observemos, primeramente, la impropiedad que existe en hablar de
las tres carabelas de Colón, defecto a que cedemos en aras de la
Este relieve del retablo del altar mayor de la iglesia de San Nicolás,
en Burgos, muestra con suma expresividad el arduo trabajo de la
tripulación en una embarcación de la edad colombina.
con siete u ocho bancos para remar y un aparejo para izar una vela,
rara vez permanecía a bordo, pues debido a su tamaño casi cubría
la cubierta. Se la dejaba a flote y se la llevaba a remolque.
El batel constituía un elemento imprescindible durante los viajes de
exploración, pues precedía a la carabela en los pasos y estrechos de
difícil o simplemente desconocida navegación; también servía para
remolcar a la carabela en períodos de calma o para entrar en el
puerto.
La chalupa era menor que el batel, de popa ancha y poco calado,
con cuatro o cinco bancos para remos. Servía, junto con el
chinchorro, aún más reducido, para la pesca. Tanto la chalupa
como el chinchorro se metían dentro de la carabela, cuando ésta se
hacía a la mar (Morales Padrón).
El material de orientación con que contaba la Santa María era la
aguja náutica o brújula, que daba la derrota con respecto al norte,
la ballestilla y, finalmente, el astrolabio, que indicaba la altura
meridiana del Sol. Como complemento contaba con unas tablas
astronómicas de basta hechura.
La Casa de Contratación hizo en 1519 un curioso inventario que
nos proporciona una idea aproximada de lo que eran estos
instrumentos náuticos. El inventario en cuestión contiene:
«Un tablón de nogal con un círculo dividido en él, en 360, etc. el
cual sirve para las longitudes. »
«Una cuarta de círculo grande, de una vara de largo dividido por 90
partes iguales». «Más de dos reglas de latón de una vara de largo,
§. La travesía
El viernes 3 de agosto de 1492, a las ocho de la mañana, las tres
naves de Colón partieron del puerto de Palos, salvaron la barra de
Saltes -en la desembocadura del Odie! y el Tinto-y tomaron rumbo a
las Canarias. En este tramo de la travesía se rompió el timón de la
Pinta, que fue luego reparado en las Canarias, de la misma manera
que se reajustó el velamen de las dos carabelas. De la Gomera
partieron las embarcaciones hacia el oeste.
A finales de septiembre empieza ya a consignar Colón en su diario
de a bordo la aparición de diversas aves marinas y observa en el
agua «tanta hierba que parecía ser la mar cuajada de ella». Días
después, para aquietar la alarma de la tripulación, efectuó Colón
aquel conocido engaño suyo: «El piloto del Almirante temía hoy, en
Página final del tratado de Tordesillas con las firmas de los reyes
Femando e Isabel, a continuación del texto.
§. La recepción
Tras una arribada forzosa en Lisboa, como ya se ha dicho, Colón
tocó en Palos el 15 de marzo de 1493.
Los soberanos, que se encontraban en Barcelona, llamaron a ella a
Colón. Gonzalo Fernández de Oviedo explica así la recepción del
descubridor en la Ciudad Condal. «El mismo año, viernes, siete días
del mes de diciembre, un villano natural de remensa, del principado
de Cataluña, llamado Juan de Cañamares, dio en Barcelona una
cuchillada al Rey Católico en el pescuezo, tan peligrosa que llegó a
punto de muerte; del cual traidor fue hecha muy señalada justicia,
no obstante que, según pareció, él estaba loco, y siempre dijo que si
le matara, que él fuera rey. Y en aquel mismo año descubrió Colón
estas Indias, y llegó a Barcelona en el siguiente de mil cuatrocientos
noventa y tres años, en el mes de abril, y halló al rey, asaz flaco,
pero sin peligro de su vida.
»Aquestos notables se han traído a la memoria para señalar el
tiempo en que Colón llegó a la corte, en la cual yo hablo como
testigo de vista...
»Después que fue llegado Colón a Barcelona, con los primeros indios
que de estas partes a España fueron o él llevó, y con algunas
Autógrafo de Colón anotando «las cosas que hay que llevar a las
Indias». (Biblioteca de la R. Academia de la Historia, Madrid).
como una figura se destaca con gesto y perfil del bloque en que ha
trabajado el escultor.
Acaso esta última comparación haga fruncir el ceño a quienes
reclaman más y más atención hacia el papel de «los vencidos».
Dentro de un nivel de discurso donde se valore ante todo el
encuentro de dos mundos (tesis favorita de los historiadores
franceses), será preciso considerar con fina justeza cada una de
ellos. Miguel León Portilla ha combatido, como veíamos, una
caracterización de los pueblos del Nuevo Mundo que se reduzca sólo
a haber sido descubiertos y conquistados. Igualmente el ilustre
estudioso mexicano se ha interesado por la conciencia que tuvieron
y los testimonios que dejaron los que, por la confusión colombina,
se conocieron como indios. Sobre todo entre los mayas y los nahuas
(mexicas o aztecas) hubo quienes expusieron en sus libros o códices
su propia interpretación de los hechos.
El encuentro visto ahora en el espejo de una historia en verdad
universal y abierta representa un acercamiento de todos los pueblos
del planeta, concluye León Portilla.
En este debate introduce una tercera voz interesante Fernand
Braudel, el cual viene a sugerir que en cierta forma y dosis América
se descubrió a sí misma. Escribe así: «No es, pues, Europa la que va
a descubrir América o África, ni la que va a violar los continentes
misteriosos. Los exploradores europeos del interior del continente
africano en el siglo XIX, tan alabados, en un pasado reciente,
viajaron a hombros de portadores negros y su gran error, el de la
Europa de entonces, "fue creer que descubrían una especie de
Capítulo 7
Viajes posteriores
Contenido:
§. El segundo viaje
§. El cuarto viaje
§. La creación de un mundo único
§. El segundo viaje
Dada la resonancia del primero, es comprensible que el segundo
viaje de Colón fuese una empresa de grandes proporciones, a cuyo
servicio se colocó una flota de diecisiete buques, provista con
largueza de todos los medios necesarios para una colonización en
gran escala.
A ella se debe en puridad la introducción en tierras americanas de
palomas, gallinas, patos, perros, gatos, vacas, caballos, toros,
asnos, cabras, ovejas; del trigo, el arroz, los garbanzos, las
naranjas, el azafrán, la vid, el centeno, la caña de azúcar y los
fríjoles. A cambio de estos beneficios, el Nuevo Mundo proporcionó
al Viejo, a través de España, el maíz, el cacahuete, la coca, la pita, el
tomate, la quina, la patata, el nopal, el fresón, el tabaco y la batata.
Es curioso observar que las exportaciones americanas a Europa son
hoy mucho más cuantiosas y económicamente valiosas en aquella
línea de productos que los españoles llevaron allá que en la de las
riquezas propiamente americanas.
Los asesinos y otros nueve «Con las mujeres que habían tomado y
su hato», se fueron a la comarca del reyezuelo Caonabó, donde les
contaron que había minas de oro. Allí estaban los terribles caribes
que tanto temían Guacanagari y los suyos.
No los temían los marineros, sin embargo, razonando como Chanca,
cirujano de Colón: «Sus armas son fechas en lugar de hierro, porque
no poseen ningún hierro -escribe-; ponen unas puntas fechas de
huevos de tortugas los unos; otros de otra isla ponen unas espinas
de un pez fechas dentadas, que ansí lo son naturalmente a manera
de sierras bien recias, que para gente desarmada como son todos es
cosa que les puede matar e hacer daño: pero para gente de nuestra
nación no son armas para mucho temer.» Y, sin embargo, «la
costumbre desta gente de caribes es bestial».
De quienes marcharon en busca del oro de Caonabó no quedaron
huellas. Acaso unos huesos inidentificables, testimonio de una
comida canibalesca. «Dicen que la carne del hombre es tan buena,
que no hay tal cosa en el mundo; y bien parece, porque los huesos
que en estas casas hallamos -prosigue estremecido Chanca- todo lo
que se puede roer todo lo tenían roído, que no había en ellos sino lo
que por su mucha dureza no se podían comer.»
Tampoco tuvieron mucha suerte quienes permanecieron en el
fuerte. ¿Traición? ¿Sorpresa? Quizá también enfermedades. El
fuerte apareció incendiado y nada pudieron saber Colón y los suyos
de sus pobladores. Fueron quizá víctimas de sus exigencias y
seguramente del doblez de los indios. En todo caso su suerte debió
Como dice Las Casas, había allí buena piedra de cantería «y para
hacer cal y tierra buena para ladrillo y teja: y todos buenos
materiales». Y tanto le gustó a Colón que «después de haber
asentado allí daba infinitas gracias a Dios por la buena disposición
que para la población por aquel sitio hallaba», según cuenta en su
diario.
La ceremonia de su fundación verificóse el día de Reyes de 1494.
Cuenta Pedro Mártir que se celebró una misa en que oficiaron trece
sacerdotes y cantóse un Te Deum, que fue el primero del Nuevo
Mundo, en conmemoración del aniversario de la entrada de Los
Reyes Católicos en Granada, dos años antes. La ciudad había de
llamarse Isabela en honor a la reina, «a quien él singularmente tenía
en singular reverencia, y deseaba más servirla y agradarla que a
otra persona del mundo». Fabricóse primero una iglesia, Juego un
hospital, una fortaleza para morada del Almirante y un almacén de
bastimentos de la armada, edificios que se construyeron de piedra.
El Almirante estableció un cabildo y repartió solares entre sus
acompañantes según una traza previa de calles y plazas. Las casas
levantadas en ellas no fueron tan sólidas, pues edificáronse de paja,
madera y barro. El conjunto se cercó de murallas. «Cada día -
escribe Colón a los Reyes Católicos- se entiende en cerrar la
población y meterla en alguna defensa, y los mantenimientos en
seguro, que será hecho en breves días, porque non ha de ser sino
albarradas, que no son gente los indios que si dormiendo non nos
fallasen, para emprender cosa ninguna, aunque la toviesen
pensada, que así hicieron a los otros que aquí quedaron por su mal
recabdo, los cuales, por pocos que fuesen, y por mayores ocasiones
que dieran a los indios de haber e de hacer lo que hicieron, nunca
ellos osaran emprender de dañarles, si los vieran a buen recabdo.»
Sin embargo, la Isabela se reveló como un lugar malsano.
Aparecieron enfermedades y escasez. Ocurrió también que no
estaba tan cercana al oro de Cibao como creyeron en un principio.
Hubo que trabajar en la edificación y en la agricultura. Surgieron
entre los habitantes querellas y murmuraciones contra el Almirante.
La colonia no prosperó. Y cuando dos años más tarde, en 1496,
Bartolomé Colón resolvió trasladarla a otro lugar y fundó Santo
Domingo, todos los habitantes iniciales de Isabela se alegraron de
marcharse.
Para continuar sus prevenciones militares y de seguridad,
constituyó el Almirante una vigorosa expedición de doscientos
hombres y puso a su frente al enérgico y astuto Alonso de Ojeda.
Éste, adentrándose en la isla, llegó a una región dominada por el
sanguinario cacique Caonabó, que, en palabras de Colón, «es
hombre muy malo y muy más atrevido». De esta comarca trajo
Ojeda alguna cantidad de oro, recogido en las arenas de los ríos.
Luego Colón recorrió personalmente algunas zonas del interior y
estableció puestos de vigilancia para la seguridad de las
comunicaciones. El 2 de febrero de 1494, el Almirante ordenó al
piloto Antonio de Torres que partiese hacia España con doce navíos
para solicitar ropas, medicamentos y víveres y llevar noticias de la
fundación de la ciudad de la Isabela.
fines, y esto mismo en las minas de oro, porque con solos dos que
fueron a descubrir cada uno por su parte, sin detenerse allá porque
era poca gente, se han descubierto tantos ríos tan poblados de oro
que cualquier de los que lo vieron cogieron solamente con las manos
por muestra, vinieron tan alegres y dicen tantas cosas de la
abundancia de ello, que tengo empacho de las decir y escribir a Sus
Altezas... (Explica a continuación el Almirante que buena parte de
su gente ha caído enferma.) Confiando en la misericordia de Dios...
esta gente convalecerá presto, como ya lo hace, porque solamente
les prueba la tierra de algunas secciones y luego se levantan; y es
cierto que si tuviesen algunas carnes frescas para convalecer, muy
presto estarían todos en pie, con ayuda de Dios, y aun los más
estarían ya convalecidos en este tiempo. Con estos pocos sanos que
acá quedan, cada día se entienden en cerrar la población y meterla
en alguna defensa y los mantenimientos en seguro... De cameros
vivos y aun antes corderos y cordericas, más hembras que machos y
algunos becerros y becerras pequeños son menester, que cada vez
vengan en cualquier carabela que acá se enviare, y algunas asnas y
asnos y yeguas para trabajo y simiente, que acá ninguna de estas
animalías hay de que hombre se pueda ayudar ni valer.»
Los buques volvieron a la isla con todos los materiales solicitados
por Colón. Al recibo de esta flota, el Almirante preparó un viaje de
exploración, dejando a su hermano Diego al frente de un consejo
que constituyó en la colonia para que ejerciese autoridad en su
nombre y emprendió un segundo reconocimiento de la isla de Cuba,
a la cual consideraba todavía el extremo de la tierra asiática. Esta
por mis pecados o por mi salvación creo que será, fue puesto en
aborrecimiento y dado impedimento a cuanto yo decía y
demandaba. Por lo cual acordé de venir a Vuestras Altezas y
maravillarme de todo y mostrarles la razón que en todo había, y les
dije de los pueblos que yo había visto, en qué o de qué se podrían
salvar muchas ánimas, y les truje las obligaciones de la gente de la
isla Española, de cómo se obligaban a pagar tributo y les tenían por
sus reyes y señores, y les traje bastante muestra de oro, y que hay
mineros y granos muy grandes, y asimismo de cobre; y les traje de
muchas maneras de especierías, que sería largo de escribir, y les
dije de la gran cantidad de brasil y otras infinitas cosas. Todo no
aprovechó para con algunas personas que tenían gana y dado
comienzo a mal decir del negocio.»
Es lícito sorprenderse de que los soberanos permitiesen que las
cábalas y enredos contra Colón alcanzasen dimensión bastante para
preocupar a éste, y semejante resultado no redunda en honor de
Fernando e Isabel, a quienes nada hubiera costado desvanecer de
un manotazo toda aquella neblina de envidia, recelo y miseria. En
ella entraban a barullo todos los temas susceptibles de perjudicar a
Colón: que si ambicionaba alzarse con el dominio de las Indias, que
si éstas no valían para nada y costaban más dinero que el que
daban, que si todos los éxitos de Colón debían atribuirse a los
colaboradores, o si, por el contrario, no había ninguno de éstos que
tuviese talento alguno. Todo se aprovechaba en tanto que fuese
dañino e innoble. Que los reyes se dejasen decir semejantes
especies y les diesen cobijo en la corte será, en el más piadoso de los
§. El cuarto viaje
Es notable que en la cédula real de 14 de mayo de 1502 en que se le
encomendaba el cuarto y último viaje, los monarcas prohibiesen a
Colón que se acercase a la isla Española, se temía que su presencia
había de redundar en que se desbaratase la precaria tranquilidad
que había empezado a establecer Ovando. Es notable que en la
cédula real de 14 de mayo de 1502 en que se le encomendaba el
nada cambiable o comunicable con otra zona, sin idea alguna más
extensa que los propios límites de la colectividad. De este modo, las
culturas creadas en América son de una fragilidad asombrosa y se
desmoronan al primer embate.
Esta embestida contra los «Universos-islas», como ha llamado
Chaunu a tales sociedades singulares, acontece en el momento del
«desenclavamiento planetario» que efectúan los españoles y los
portugueses en el curso de una serie de descubrimientos geográficos
cuya concatenación no puede ser más lógica ni rigurosa, y cuyos
medios y fines no se dan en ninguna otra nación de Occidente,
como se ha dicho antes.
La universalización de las culturas-compartimento entraña una
doble victoria sobre el mar, el cual queda suprimido como espacio
separador entre aquéllas. La doble victoria consiste en este primer
éxito de transitar de un lado a otro del desierto líquido, triunfo que
tiene primordialmente el basamento técnico y científico que vamos
viendo y unos ingredientes geniales evidentes. En segundo lugar, la
victoria sobre el océano ha menester una justificación provechosa
para no quedar en mera proeza deportiva, y esta motivación estriba
en algo tan perogrullesco como es que las flotas de ida y vuelta
vayan siempre llenas; es decir, que tenga sentido y provecho
mandar barcos a Indias. Y para que se logre este beneficio, va a
ocurrir una terrible y entristecedora novedad: que los indígenas de
América y muchos negros de África se habrán de poner a trabajar
duramente y que millones de europeos habrán de cambiar de
trabajo o de posición o de costumbres para bien o para mal, por
Capítulo 8
La oscuridad final
Contenido:
§. La actitud española ante Colón
§. Muerte de Colón
§. Los restos de Colón
§. Muerte de Colón
Agobiado por la gota y otros achaques, el Almirante iba
sospechando que se acercaba su última hora, y así determinó
otorgar testamento, el cual lleva fecha de 25 de agosto de 1505, en
Segovia. Recuerda en él, primeramente, que en 1502 instituyó el
mayorazgo con su patrimonio, y pasa luego a reiterar sus servicios y
méritos y ponerlos en contraposición con lo incierto y mísero que
considera él que es el porvenir de su familia.
y en la parte de arriba,
D. de la A., Per. Ate.
Y al otro lado:
U. Cristoval Colón
Capítulo 9
¿Cómo era Colón?
Contenido:
§. La figura
§. El marino
§. La personalidad
§. Colón y la denuncia del padre Bartolomé de las Casas
§. La fama de Américo Vespucio
§. La figura
Según nos refiere su propio hijo, Cristóbal Colón era de estatura
más que mediana y constitución proporcionada; la cara, larga; las
mejillas, un poco altas; la nariz, aguileña; los ojos, claros; el cabello,
que había sido rubio, precozmente encanecido; modesto y mesurado
en el comer y el beber; afable con los extraños y muy agradable con
los íntimos; muy religioso; ajeno a los juramentos y votos. Las
Casas corrobora lo de la aventajada estatura del Almirante, su
rostro largo y grave, las canas y la nariz aguileña y los ojos claros:
«Representaba en su persona y aspecto venerable persona de gran
estado y autoridad y digna de toda reverencia.» Comentando estas y
otras fuentes, Eliot Morison advierte en él con sagacidad la falta de
aprecio por la labor de sus subordinados, terquedad para admitir lo
inepto que era para la colonización y cierta propensión a tener
lástima de sí mismo. «No era como un Washington, un Cromwell o
un Bolívar, instrumento elegido por las multitudes para expresar
§. El marino
«Hombre de muy alto ingenio, sin saber muchas letras», dice Andrés
Bemáldez que fue Colón. «De muy pequeña edad entré en la mar
navegando y lo he continuado hasta hoy -expresa el mismo
Almirante-. La misma arte inclina a quien la prosigue a desear saber
§. La personalidad
En Colón hay un problema psicológico superior en oscuridad al de
otro cualquier gran hombre, como escribió Fernández Almagro. Sin
ser, como evidentemente fue, un visionario, un aventurero, no
habría dado los primeros pasos al servicio de una iniciativa que
Capítulo 10
Trascendencia literaria de la figura de Colón
Cronología
y la Martinica.
1503 Moctezuma II sucede a Axayacatl.
1504 Muere Isabel la Católica.
7 de noviembre: Cristóbal Colón entra en Sanlúcar de
Barrameda.
1506 2 de mayo: Muerte de Cristóbal Colón.
1507 Juan Díaz de Solís y Vicente Pinzón descubren Yucatán.
1512 Ponce de León descubre La Florida.
1513 26 de septiembre: Balboa descubre la Mar del Sur.
1515 Pánfilo de Narváez funda La Habana.
1516 Muere Fernando el Católico.
Testimonios
Antonio Ballesteros
Lo más interesante de la personalidad de Colón es su psicología, las
modalidades de su carácter, los pliegues de su espíritu. Escudriñar
en lo recóndito de lo anímico tiene un encanto irresistible. Los
caminos seguros para llegar a deducciones aproximadas y a veces
incontrovertibles son los episodios de su vida, sus actos, sus
palabras; en ocasiones, la impresión de quienes le trataron y el
juicio de los mismos.
Su vida constituye un conjunto de peregrinas aventuras que no
lograría crear y reunir deliberadamente la volcánica fantasía de un
novelista de folletín. Siempre la historia supera en novedad y
riqueza a lo imaginado
Antonio Ballesteros
Colón fue el hombre genial de la proeza venturosa que inmortalizó
su nombre. Descuellan en su vida virtudes excelsas de religiosidad y
perseverancia. Leal a sus reyes, entrañable con los suyos, amigo
Carlos Pereyra
¿Cuándo hubo gente buena para Colón? ¿Cuando no abandonó sus
empresas? ¿Cuándo no las desgobernó, achacando a los demás sus
propias faltas? Jamás confiesa sus yerros, ni reconoce sus defectos,
ni los enmienda, ni deja de ser egoísta, irascible, injusto,
imprevisor, iluso y, sobre todo, carente de ecuanimidad en la
firmeza, razón de que sus justicias fueran muchas veces venganzas,
sus órdenes gritos de cólera, y de que todo acto de energía acabase
en desmayo, como acontece con el impulso pasional que se agota.
Estas notas son imprescindibles para comprender la obra de Colón,
pero no constituyen una biografía del gran explorador. Está virgen
Bibliografía
Obras generales
BALLESTEROS GAIBROIS, MANUEL, Historia de América,
Madrid, Ed. Pegaso, 1946.
CHAUNU, PIERRE, L 'Amérique et les Amériques, París, Ed.
Armand Colin, 1964.
HERNANDEZ y SANCHEZ BARBA, MARIO, Historia Universal
de América. Madrid, Ed. Guadarrama, 1963.
MOORE, DAVID A., Historia de la América Latina, Buenos
Aires, Ed. Poseidón, 1945. Colección de crónicas y relaciones.
Madrid, Cambio 16, comenzada en 1985. Biblioteca del Nuevo
Mundo, Barcelona, Ed. Tusquets, comenzada en 1985.
Viajes de Colón
ANZOATEGUI, l., Edición de los Diarios de viaje del Almirante y
su testamento, Buenos Aires, Ed. Espasa-Calpe, 1946
FERNANDEZ DE NAVARRETE, MARTIN, Viajes de Cristóbal
Colón, Madrid, Calpe, 1922.