Habilidades para El Trabajo en Equipo

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Fortalecer mis habilidades

Habilidades para el
trabajo en equipo
Habilidades para el trabajo en
equipo
Sin equipo no hay una buena escuela.La conformación de un equipo está
íntimamente ligada a la posibilidad de despliegue institucional.No hay chance
de tener una buena escuela que no trabaje en equipo. Construir la escuela es
una tarea colectiva.

Sin embargo, no hay trabajo en equipo sin conflictos. Los equipos no son
naturales, requieren esfuerzo y fortaleza personal. Sin una mirada superadora
de lo individual, lo primero que aparece entre las personas es una tensión de
diferenciación del otro: “la maestra del B enseña distinto la división”, “los
profesores de secundaria no atienden las dificultades de los alumnos”, “el
segundo ciclo no los prepara para la secundaria”. Estas y otras frases abundan
en la tradición oral escolar. Son manifestaciones visibles de cuestiones no tan
perceptibles, como la lucha de poder, los miedos, la vergüenza por lo que no
se sabe, el querer mostrar lo que sí, etc.

No es que no seamos capaces de compartir, de ser generosos y comprensivos,


sino que para que esto ocurra de manera sostenida hay que trabajar.

Pero ¿cómo se hace para que las personas vayan más allá de lo que esperan
individualmente?1
Esta pregunta es propia de todos los que lideran un proceso: ¿cómo contagiar
a los demás?, ¿cómo sumar voluntades para trascender la mirada individual y
construir una colectiva?

Muchas veces se confunde el trabajo en equipo con un club de amigos. Pero la


afinidad no es condición suficiente ni necesaria para construir un buen equipo
de trabajo. Lo que cohesiona a las personas es la pasión profesional, el
proyecto a construir y la capacidad de cada uno de sumar al conjunto. Hay tres
aspectos que aportan a la construcción colectiva:

a. La participación. Cuanto más involucradas se sienten las personas, más

1Tomamos la pregunta de la películaInvictus, que cuenta la idea de Mandela de unir a Sudáfrica a través
del mundial de rugby. En una escena Mandela le pregunta a Pienaar (capitán del equipo de rugby
nacional, los Springboks): “¿Cómo se hace para que las personas vayan más allá de lo que esperan
individualmente?”. Es una pregunta con doble intención: por un lado quería ayudar a motivar al equipo
de rugby y, por otro, invitarlo a ser parte de su proyecto de unir blancos y negros a través del deporte.

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apoyan la acción. La escuela tiene que generar mecanismos de participación
en la toma de decisiones. Para que el proyecto escolar sea una construcción
colectiva tienen que participar los docentes y también los padres y alumnos.
Cada uno con su rol.

Los equipos directivos lideran ese proceso participativo, sin caer en asambleas
permanentes ni en unicatos. Cada uno desde su lugar tiene mucho que aportar
al proyecto, pero alguien será el responsable último de los resultados
alcanzados, por tanto, también habrá momentos donde la toma de decisiones
no será colegiada.

b. Íntimamente ligado con la participación está el respeto a la dignidad de las


personas. Nadie se suma a un proyecto cuando siente que se lo avasalla, que
hay intenciones ocultas, o que los fines no están puestos en el bien colectivo
sino en el reconocimiento individual de quien lidera, de la política de turno o de
otros fines.

Cada uno busca, detrás del proyecto, encontrarse respetado y representado.


Quien lidera tiene que estar atento a cada persona, ayudándola a poner toda
su capacidad al servicio del conjunto, con el convencimiento de que así crecerá
también a nivel individual. Esta capacidad de dar lugar a cada persona se
construye a partir de pequeñas acciones sostenidas en el tiempo.

c. Valorar la contribución de cada parte al logro común, por encima de las


amistades personales. Si bien es necesario que los miembros de un equipo se
lleven bien, el sentido de la unión no es sentirse acompañados. La función del
equipo está ligada al objetivo de trabajo. En una escuela se construye un
equipo para la educación, para mejorar la propuesta de la misma y realizar un
proyecto institucional. Cada persona está allí para alcanzar ese logro. El equipo
directivo debe distribuir las tareas no por simpatía personal, sino por
conveniencia proyectual y mérito de las partes, en función de las fortalezas de
cada persona. Dar a cada uno lo suyo es la evidencia de un liderazgo justo.

El equipo es un grupo humano reunido en torno a un objetivo compartido. En


él, todos son importantes y contribuyen para alcanzar los logros buscados. Si
bien no suelen faltar las dificultades y conflictos, estos deben superarse para
alcanzar el bien común. El equipo directivo debe cuidar el objetivo y las
personas que le son asignadas para concretarlo.

Sugerencias para empezar hoy

Participación

Buscar formas de construcción colectiva del proyecto y modos de convalidarlo

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con los docentes y la comunidad. Se pueden generar instancias de discusión
del plan a principios del año lectivo. Primero con docentes, luego con padres
referentes y con alumnos delegados. Que todas las partes avalen el proyecto
ayuda a que cuando este se lance todos se sientan comprometidos con lo que
ocurre en la escuela.
- Proponer un consejo de padres referentes: un grupo de padres colaboradores
convocados para distintos eventos o que acompañan sistemáticamente las
propuestas escolares. Con este grupo se pueden consultar propuestas, realizar
tareas comunitarias y/o proyectos que requieran colaboración. Los padres
referentes pueden convertirse en interlocutores frente al resto de los padres,
facilitando la llegada del equipo directivo a toda la comunidad.
-Conformar un consejo de alumnos delegados, formado por uno o dos
representantes por curso para que traten temas institucionales con una
comunicación bidireccional con el equipo directivo. Con ellos se pueden
abordar problemáticas puntuales, escuchar las necesidades del alumnado,
pensar soluciones a dificultades disciplinarias, consensuar el código de
convivencia escolar, etc.
-Sostener instancias de diálogo individual y colectivo con el equipo docente. En
ellas lo central es la escucha. Para que haya participación es necesaria la
comunicación bidireccional.
-Tener reuniones mensuales de las que participe el equipo directivo y el equipo
de colaboración más directo (equipo de orientación, secretarios, preceptores u
otros).

Respeto a la dignidad de las personas


Este concepto abstracto se hace palpable en el trato cotidiano con las
personas que trabajan en la escuela.
Los cumpleaños, el agradecimiento por los logros, la realimentación prudente y
seria cuando algo no funciona bien, los festejos del día del maestro, los
aniversarios escolares, la realización de proyectos especiales, el nacimiento de
hijos o nietos, la muerte de seres queridos, etc., son momentos a los que
prestar atención.
En esos momentos se ve el lugar que los equipos directivos dan a cada
persona. Esto impacta no solo en las personas involucradas, sino en toda la
comunidad que observa la actitud de sus líderes.
No se trata de grandes acciones: son los pequeños detalles cotidianos los que
sostienen la confianza del equipo y logran que cada uno se sienta parte de un
todo que trabaja por un mismo ideal.

Valorar la contribución de cada parte al logro común

-Revisar los mecanismos para seleccionar las tareas y distribuir roles y


funciones: ¿está cada uno en el lugar donde más aporta para el proyecto?
¿Quiénes se benefician más seguido con las decisiones en este aspecto? ¿Por

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qué? ¿Qué mueve las decisiones del equipo directivo en relación con el
personal? ¿Qué fines se persiguen? Estas son algunas de las preguntas que
ayudan a gestionar con integridad. De ello depende la cohesión del equipo de
trabajo.

Al mando de una magnífica máquina

A dirigir una escuela se aprende. Es un camino sin fin, un proceso. Siempre


hay algo que aprender, o al menos oportunidades de volver a pensar sobre lo
aprendido. Entre la teoría expuesta y la teoría en uso hay distancias. No basta
con saberlo todo, es necesario aplicar lo sabido y volver una y otra vez a
revisar la práctica.

Los equipos directivos están en el frente de combate de la gestión.La batalla


vale el esfuerzo: la escuela puede ser una magnifica máquina de cambiar
vidas. Los buenos equipos directivos cambian historias personales y
comunitarias. Solo hace falta no perder aquel impulso, darse cuenta de que
esa vocación es un llamado concreto y no una ilusión de tiempos pretéritos.

Que los problemas cotidianos no obnubilen la profunda capacidad de


transformación que tiene cada uno de los equipos directivos. ¡Y que cada uno
honre su vocación!

Bibliografía
Aguerrondo, I., Benavides, F. y Pont, B. 2009. “School management and
teacher professionalization in Mexico: Context, challenges and preliminary
policy orientations”. Informe para la OCDE, disponible en
www.oecd.org/edu/calidadeducativa.
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n.º 2, RINACE.
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Stella.
Blejmar, B. 2005. Gestionar es hacer que las cosas sucedan. Buenos Aires:
Novedades Educativas.
Braslavsky, C. y Tiramonti, G. 1990. Conducción educativa y calidad de la
enseñanza media. Buenos Aires: Paidós.
Fernández, L. 1994. Instituciones educativas. Buenos Aires: Paidós.
Frigerio, G. (comp). 1996. De aquí y de allá. Texto sobre la institución educativa
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Frigerio, G., Poggi, M. y Giannoni, M. (comps). 1997. Políticas, instituciones y
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de estrategias. Buenos Aires: IIPE-UNESCO.
Rivas, A. 2014. Revivir las aulas. Buenos Aires: PenguinRandomHouse.
Schlemenson, A., Lejtman, S., González, G., Alfieri, M., Apel, J. y Tomasini, C.
1996. Organizar y conducir la escuela: reflexiones de cinco directores y un
asesor. Buenos Aires: Paidós.
Watzlawick, P. 1989. Teoría de la comunicación humana. Barcelona: Herder.

Referencia para citado:


Agradecemos especialmente la colaboración de Alfredo Vota para la
elaboración de este documento.

Directores que Hacen Escuela (2015), en colaboración con Alfredo Vota ¿Qué
competencias y habilidades se necesitan para gestionar una escuela?'.
OEI, Buenos Aires.

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