El Ira de Dios

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IGLESIA BÍBLICA DE LA CIUDAD

Serie: Los Atributos de Dios

Tema: La Ira de Dios

Expositor: Alejandro Cueto Goenaga

Fecha: Junio 18 de 2020

Los Atributos de Dios

Serie de sermones
1. La Omnisciencia de Dios
2. La Santidad de Dios
3. La Supremacía de Dios
4. La Soberanía de Dios
5. La Paciencia de Dios

Serie de Enseñanzas
6. Los Decretos de Dios (12 de marzo)
7. La presciencia de Dios
8. El Poder de Dios
9. La fidelidad de Dios
10. La Bondad de Dios
11. La Gracia de Dios
12. La Misericordia de Dios
13. El Amor de Dios

LA IRA DE DIOS

Romanos 1:18

Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda


impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia
la verdad.

La Ira de Dios
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La ira, cuando se adueña del hombre, es generalmente una
manifestación de la naturaleza pecaminosa del hombre que
monta en cólera, y queda patente la desaprobación de Dios
hacia ella y sus efectos.

«La ira del hombre no obra la justicia de Dios» (Stg. 1:20), y


las Escrituras insisten una y otra vez en contra de este estado
de ánimo:

Sal. 37:8: Deja la ira, y desecha el enojo; No te excites en


manera alguna a hacer lo malo.

2Co. 12:20: Pues me temo que cuando llegue, no os halle tales


como quiero, y yo sea hallado de vosotros cual no queréis; que
haya entre vosotros contiendas, envidias, iras, divisiones,
maledicencias, murmuraciones, soberbias, desórdenes.

1 Ti. 2:8: Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar,
levantando manos santas, sin ira ni contienda.

Col. 3:8: Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas:
ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de
vuestra boca.

La ira, en el hombre, es pecaminosa en cuanto es fruto de su


naturaleza caída, de su egoísmo. Por la ira, el hombre puede
llegar a perder el dominio propio, cosa que Dios detesta.

El creyente es exhortado a ser sobrio, lo cual implica


evidentemente sobriedad en su manera de actuar, el dominio
de sus emociones, para gloria de Dios.

1 Ts. 5:6: Por tanto, no durmamos como los demás, sino


velemos y seamos sobrios.

Tit. 1:8: sino hospedador, amante de lo bueno, sobrio, justo,


santo, dueño de sí mismo.

La Ira de Dios
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Por otro lado, al ser Dios santo y justo, la manifestación de su
ira es asimismo propia y justa. Sin embargo, las Escrituras
afirman que Dios es «tardo para la ira, y grande en misericordia
y verdad» (Éxodo 34:6).

La clave de la manifestación de la ira de Dios se da en Ro.


1:18, «se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia
de los hombres que detienen con injusticia la verdad».

Pese a que Él es lento para la ira, ésta se manifiesta, y se ha


manifestado gubernamentalmente en la historia, con juicios
sobre el pueblo de Israel, al provocarlo ellos a ira con sus
múltiples infidelidades, injusticias, rapiñas, maldades y
rebeliones.

Si bien podríamos ver este verso 18 como un resumen de lo


que sigue hasta el capítulo 3:20, ya que es la manera específica
como la ira de Dios es manifestada en el hombre.

Pero lamentablemente no podemos abarcar todos estos textos


en un tiempo tan corto pero lo que, si considero que debemos
dejar claro, de que la ira de Dios no es un cuento de hadas y
que por más que a muchos no les gusta hablar de ella, debemos
ser fieles al Señor y hablar de todo el consejo de Dios y mirar
cómo se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia.

Podemos ver en este texto que así como la justicia propia del
hombre no sirve para ganarse la salvación, porque sabemos
que somos salvos SOLO por la gracia de Dios, así mismo esa
misma justificación del hombre no puede evitar la ira de Dios,
no sirve para ser declarados justos y poder evitar esa ira de
Dios.

No es que el hombre no ha intentado por sí mismo resolver el


problema de la necesidad de una relación correcta con la
justicia de Dios, sino que el hombre ha fracasado en forma
definitiva en ese intento.

La Ira de Dios
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Ilustración: Así como ha fracasado varias veces antes de
poder poner sus pies sobre la luna, el hombre siempre ha
fracasado en sus vanos intentos de justificarse delante de Dios.

Y la Biblia demuestra en Romanos que no es cuestión de


perseverar en el intento hasta por fin lograrlo, sino de
reconocer que tales intentos han sido, son, y seguirán siendo
inútiles. Además, todo ser humano ha sido, es y seguirá siendo
inútil él mismo para justificarse delante de Dios.

Este extenso párrafo sobre la ira de Dios y la subsiguiente


condenación merecida por la humanidad (Romanos 1:18-
3:20) no hace sino poner todas las evidencias en contra de la
justicia propia y sentenciar a los hombres todos sin excepción.
No tenemos ninguna excusa que nos libere de nuestra propia
condenación y culpabilidad.

La justicia de Dios tiene importancia crucial en el desarrollo de


la verdad, no porque el hombre no tenga elaborada una justicia
propia, sino porque la justicia propia que ha elaborado sigue
dejándolo al descubierto delante de Dios. Y es así aun cuando
el ser humano se sienta justificado frente a otros que son
“peores” que él mismo.

Ilustración: Cuando Adán y Eva pecaron, trataron de resolver


entre ellos el problema de su desnudez. Los delantales hechos
con hojas de higuera con que se cubrieron, parecían ser una
solución. (Justicia propia)

Sin embargo, Dios mismo estableció que eso no resolvía el


problema según el punto de vista divino y les proveyó, sin duda
mediante el sacrificio de animales inocentes, de unas túnicas
de pieles. De esa manera cubrieron su desnudez, no sólo
delante de los hombres sino también, y lo más importante,
delante del Dios santo, de justicia perfecta.

Analicemos entonces, este versículo de Romanos 1:18 a la luz


de dos verdades que el mismo texto nos da:
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I. La revelación de la ira de Dios
II. El objeto de la ira de Dios

Con la misma fuerza y expresión con que se dice que “la justicia
de Dios se revela” se dice ahora que “la ira de Dios se revela”.

El propósito de salvación que tiene el evangelio está basado en


que la ira de Dios ha manifestado su expresión condenatoria
contra toda impiedad e injusticia de los hombres.

¿Pero que es la ira de Dios? La ira de Dios no es meramente


un sentimiento de Dios, sino retribución divina, juicio y su
correspondiente castigo. Ira tiene un componente de “enojo”,
pero es básicamente un acto de juicio de parte de Dios.

Podría decirse “el juicio de Dios debido a su ira”. Dios ha


revelado cómo juzgará a los hombres por todo el pecado y
maldad que han hecho.

En la impiedad podemos ver el mal hacer contra Dios e


injusticia se refiere al mal hacer contra los hombres.

Impiedad se refiere al pecado en el corazón; injusticia se


refiere al pecado en la acción. En el v. 18 hay una especie de
juego de palabras: la ira de Dios se revela contra aquellos que
por sus malos caminos impiden que la verdad de Dios se
revele.

Si no hubiera impiedad e injusticia en los hombres, no sería


necesaria la manifestación de la ira de Dios y, en consecuencia,
tampoco sería necesaria la manifestación de la justicia de Dios
que no quiere condenar, sino que quiere salvar a pesar de todo
lo que es el hombre, aunque no a pesar de la santidad de Dios.

Pero entonces vemos quienes son el objeto de la ira de Dios:

“A los que detienen con injustica la verdad”

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La verdad es evidente, pero los hombres prefieren ignorarla
anteponiendo excusas. Niegan el poder y la divinidad de Dios
manifestados en el universo creado (v. 20).

“Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se


hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo
entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no
tienen excusa”.

Para esto recurren a excusas que han variado a través de los


tiempos. Una de las excusas que se enseñan en la actualidad
como si fuera la “verdad”, o más bien en reemplazo de ésta, es
la teoría de la evolución.

Esta teoría no necesita de un Dios creador de todas las cosas,


ni de un universo sustentado por la palabra de su poder. En
esta teoría que en su esencia es materialista y atea Dios queda
relegado de tal modo que se da lugar a las teorías sicológicas
que formulan como su credo de fe declaraciones tales como
“Dios ha muerto” (F. Nietzche).

Si esto fuera así nos encontraríamos frente a un hombre que


carecería de responsabilidad moral por sus actos pecaminosos.
Si no existiera, o si hubiera muerto el único juez del hombre,
el hombre quedaría liberado de su sentimiento de culpa y en
consecuencia podría hacer lo que le viene en gana, y sus actos
serían juzgados tan sólo por otros hombres tan pecaminosos y
perversos como él.

Si fuera así, lo mejor, entonces, sería tratar de deshacerse de


esos hombres imponiendo la ley de la selva: el que mata
primero tiene más chances de sobrevivir.

Aplicación: No tenemos excusa si estando en una ciudad


señalizada con semáforos, no prestamos atención al cambio de
luces y producimos un accidente. O si yendo por un camino de
tierra, llegamos a un punto en que recientes lluvias torrenciales
han sepultado las huellas y pretendemos seguir avanzando y
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quedamos empantanados en medio de un enorme charco de
agua.

Hemos actuado contra todas las evidencias y eso nos hace


culpables y responsables de nuestro propio daño. Así es cuando
el hombre ignora la realidad de Dios, la naturaleza de Dios y el
poder de Dios, y se lanza en su propio camino de hacer el mal.

Entonces hermanos, sabiendo que el Señor revela Su ira y el


objeto de esa ira son los hombres impíos e injustos podemos
ver ahora como ha sido revelada esa ira de Dios sobre la
creación:

En primer lugar, se manifestó cuando fue pronunciada la


primera sentencia de muerte, cuando la tierra fue maldita y el
hombre echado del paraíso terrenal; y, después, por castigos
ejemplares tales como el Diluvio y la destrucción de las
ciudades de la llanura (Sodoma y Gomorra) con fuego del cielo,
y especialmente, por el reinado de la muerte en todo el mundo.

En segundo lugar, se manifestó, también, en la maldición de


la Ley para cada transgresión, y fue dada a entender en la
institución del sacrificio. En el capítulo 8 de Romanos, el apóstol
llama la atención de los cristianos al hecho de que la creación
entera está sujeta a vanidad, y gime y está de parto.

La misma creación que declara que hay un Dios, y publica su


gloria, proclama también que ese Dios es el Enemigo del
pecado y el Vengador de los crímenes de los hombres.

En tercer lugar, hermanos, sobre todo, la ira de Dios fue


revelada desde el cielo cuando su Hijo vino para manifestar el
carácter Divino, y cuando esa ira fue presentada en sus
sufrimientos y muerte de un modo más terrible que en
todas las señales que había dado anteriormente de su enojo
por el pecado.

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Oh amados, cuanta ira del Padre hacia Su Hijo. Así como vemos
otros atributos de Dios manifestadas en el calvario, no
podemos dejar de lado que la ira también se manifestó en el
calvario.

La gracia fue manifestada en el calvario dándonos un regalo


inmerecido, el amor fue manifestado en el calvario dando a Su
propio Hijo para el rescate de muchos, la misericordia se
evidencia en el calvario no dándonos lo que merecíamos.

Un ejemplo claro de esto lo vemos en el ladrón que estaba


crucificado junto a él, ese ladrón merecía su castigo, sin
embargo, el Señor le prometió vida eterna. El mismo Dios en
la segunda persona de la trinidad prometiendo vida muriendo
y salvando, perdiendo. Ese es nuestro Dios

No podemos negar entonces tampoco que este atributo divino


está también manifestado en la cruz del calvario.

Marcos 14: 32-36

Vinieron, pues, a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus


discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que yo oro. 33Y tomó
consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y comenzó a entristecerse
y a angustiarse. 34Y les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la
muerte; quedaos aquí y velad. 35Yéndose un poco adelante, se
postró en tierra, y oró que, si fuese posible, pasase de él
aquella hora. 36Y decía: Abba, Padre, todas las cosas son
posibles para ti; aparta de mí esta copa; mas no lo que yo
quiero, sino lo que tú.

Cristo sabía que había venido a este mundo morir por los
pecadores como tu y como yo, a morir por los escogidos de
Dios desde antes de la fundación del mundo, porque el pecado
no puede quedarse sin la retribución divina y esa retribución en
la justa ira de Dios sobre los pecadores.

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No había ningún hombre que pudiera morir por el pecado de
otro porque ningún hombre podrá resistir la ira de Dios, lo
mataría en el primer sorbo de Su ira.

Por ello, Cristo, por el gozo puesto delante de Él fue a la cruz y


recibió el castigo que tu y yo merecíamos eternamente, la justa
ira de Dios sobre los pecadores.

Eso recibió Cristo, hermano, por ti y por mí. No fue la corona


de espinas, no fueron los clavos, no fueron los golpes, no
fueron las palabras fuertes que recibió. No hermanos, eso tal
vez fue horrible, pero eso no es la ira de Dios; eso ciertamente
era la impiedad y la injusticia de los hombres.

La ira de Dios fue manifestada en el calvario cuando Jesús,


nuestro Señor, aquel que vino a morir por los suyos, quien vino
a rescatar lo que se había perdido fue abandonado por el Padre
en la cruz del calvario.

He ahí hermanos, la ira, en el abandono del Padre al Hijo.


Colgado en la cruz, ya casi sin aliento de todo lo que había
recibido, aún con una gran voz clamó diciendo: Eli, Eli, ¿lama
sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
desamparado?

Oh mis hermanos, la ira de Dios revelada sobre Su Hijo, el


abandono del Padre al Hijo es el precio que tuvo que pagar por
ti y por mí, es el precio de la justicia de Dios por la retribución
de nuestros pecados.

Mi hermano, todo el infierno eterno que merecían los escogidos


de Dios en toda la era de la humanidad estaba siendo recibida
por nuestro Señor en ese momento. ¿no te conmueve esto?
¿no piensas en lo que costó tu salvación que ha sido dada
gratuitamente?

Ahí está la respuesta, costó la vida de Su propio Hijo en la cruz


del calvario.
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Amados hermanos, si mirar la cruz no nos motiva a
santificarnos, entonces no hemos entendido lo que pasó en la
cruz del calvario, no hemos entendido el propósito de Dios, Su
voluntad perfecta y muy probablemente no eres creyente
porque no has entendido el evangelio de Cristo.

El evangelio hay que entenderlo desde ambas perspectivas: de


los que nos dio gratuitamente y de lo que nos salvó también
por Su misericordia.

Ya tu no eres objeto de la ira de Dios porque esa ira fue dada


a nuestro Salvador en el calvario. No fue que Dios se olvidó de
tu pecado sin hacer valer la justicia de Él, si fuera así, entonces
no sería Dios justo. No hermanos, tu pecado fue condenado en
el calvario sobre la humanidad de nuestro Señor.

Lo mínimo que puede provocar ese evento en nuestras vidas


es nuestra santificación, no vamos a dejar de pecar, es cierto,
no llevarás una vida perfecta en este mundo mientras estemos
en este cuerpo pecaminoso, es cierto, pero eso no es excusa
para no santificarte con Su Palabra y que luches fervientemente
con esos pecados que nos asedian.

No somos perfectos pero si sinceros amados, y si tú no ves la


cruz de Cristo, si no te duele en el alma cada vez que
trasgredes la ley de Dios por muy pequeña que parezca, porque
fue esa misma trasgresión la que provocó la ira de Dios justa
sobre Su Hijo, ya que fuimos libertados de nuestros pecados
pasados, presentes y futuros, pero si esto no te lleva a dolerte
y a vivir una vida de constante de arrepentimiento y de
santificación; entonces no sé cual es el evangelio en el que tú
crees.

Apreciado amigo, si tu estás en esta trasmisión, si por cualquier


motivo la estás viendo o la verás en algún momento, esta
historia no acaba aquí. Tal vez tu crees que tienes todo ganado
con tu moralismo o porque puedes comprar cualquier cosa que
necesites, que puedes justificarte algún día delante de Dios,
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pero déjame decirte que será imposible que te puedas justificar
delante de Él, es sencillamente imposible, no podrás. Lo único
que puede justificarte delante de Dios es la vida, la muerte y la
resurrección de Cristo, es Su obre, no la tuya, laque te puede
justificar delante del Padre.

Amigo, estás a tiempo, corre a los pies de Cristo en


arrepentimiento y fe y somete tu vida a Su señorío para que
puedas ser acogidos por los brazos del salvador. No corras por
miedo, aunque será horroroso ese día de la ira, corre porque Él
es digno de ser adorado por Su creación y por el bien de tu
alma, solo en Él encontrarás salvación.

Mientras tengas tiempo hazlo, amigo mío, porque vendrá un


día en que ya no podrás, yo no te puedo decir cuando será ese
día porque nadie lo sabe y la Biblia no lo dice, pero si te puedo
decir que llegado ese día no tendrás oportunidad alguna.

Porque Aquél que vino como cordero y fue a la cruz por amor
de los escogidos, es el mismo que vendrá como león algún día,
esto es certero amigo, así que medita bien en lo que harás, si
prefieres seguir viviendo esa vida de impiedad e injusticia o si
deseas correr a los brazos del Salvador.

No seas de los que se describen en Apocalipsis 6:15-16

Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los


capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se
escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes;
16y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros,
y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre
el trono, y de la ira del Cordero.

Preferían que los montes y las peñas cayeran sobre ellos para
ser escondidos del rostro de Aquel, de la ira del cordero.

Oh, amigo mío, el Señor haga resplandecer Su rostro sobre ti


hoy y que puedas disfrutar de Su gracia. Amén.
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