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EL ARTE MODERNO
CLÁSICO Y ROMÂNTICO
AJ tratar del arte que se hace en Eu.ro- Schlegel, Wackemoder, Tieck, para ma la autonomia del arte se plantea d
pa y, posteriormente, en Norteamérica quienes el arte es la revelación de lo sa-, problema de su coordinación con las
a lo largo de los siglos XIX y XX, apare- grado y tiene necesariamente una base otras actividades; es decir, de su lugar
ceo con frecuencia los términos «clási- religiosa). Teorizar etapas históricas y su función cn cJ esquema cultural y
co» y •romântico•. Efectivamente, la significa llevarlas desde el nível de los social de la época. AI afirmar la auto-
cultura artística moderna parece estar hechos ai de las ideas o los modelos: nomia y ai asumir toda la responsabi-
basada en la relación dialéctica, si no lo cierto es que es a partir de la segun- lidad de su propia acción, el artista no
antitética, entre ambos concepros. És- da mitad del siglo ~n. cuando los tra- se abstrae de su realidad histórica, sino
tos se refieren a dos grandes fases de tados o las preceptivas dei Renacimien· que manitiesta explícitan\ente que per-
la historia de! arte; lo «clásico• está li- to y dei Barroco son sustituidos por tcnecc y quiere perteo~'<:er a su tiempo
gado ai ane del mundo antiguo, gre- una filosofia del arte (estética), de ma- y, como artista, aborda con frecuencia
corromano, y a aquello que fue consi- yor nível teórico. Si existe un coocep- temáticas y problemáticas acruales.
derado como su renacimienro en la to dei arte absoluto, y este concepto no La quiebra de la tradición está deter·
cultura humanista de los siglos XV y se formula como norma a poner en minada por Ia cultura dei Iluminismo.
X\~; lo «romântico», ai arte cristiano de prácrica, sino como una forma de ser !.., naturalcza deja de ser ese orden re-
la Edad Media y más especificamente del espíritu humano, no se puede sino velado e inmutable de la creación para
ai Románico y ai Gótico. Worringer tender hatia ese fin ideal, auo sabien- convertirse en el ambiente de la cxis-
propone además una distinción por do que no se podrá alcanzar, porque tcncia humana; ya no es el modelo
áreas geográficas: d :ísico es el mundo ai alcanzarlo se acabaria la tensión y, universal, sino un estímulo ante el que
mediterrâneo, en donde la relación de por tanto, eJ propio arte. cada cual reacciona de una forma dis-
los hombres con la naturaleza es clara AJ aparecer la estética o filosofia de! tinta; ya no es Ia fuentc de todo saber,
y positiva; romântico es el mundo nór- arte, la acrividad del artista deja de ser sioo e.l objeto de la búsqueda cognos-
dico, en el que la naruraleza es una considerada como un medio de cono- citiva. Está claro que el sujero trata de
fucrla misteriosa, con frecuencia hos- cimieoto de lo real, de trascendencia modificar la realidad objetiva, tanto en
til. Se trata de dos concepciones distin· religiosa o de exhortación mora.!. Coo las cosas concretas (especialmente la ar-
tas de! mundo y de la vida, relaciona- el pensamiento clásico de! arte en quitectura, la decoración, etc.) corno
das con dos metodologías distintaS, cuanto mimesis (que implicaba los dos en la forma en que se adquiere noción
que tienden a ir integrándose a medi- planos del modelo y de la imitación) y conciencia de las mismas; aquello
da que, como consecuencia de las ideo- entra en crisis la idea del arte como que era el valor a priori y absoluto de
logias propias de la Revolución Fran- dualismo de teoría y práctica, intelec- la naturalcza como creación tre variaur
cesa y de las conquistas napoleónicas, tualismo y tecnicismo; la actividad ar- y modelo de toda invención humana
se va perfilando en las conciencias la tística pasa a ser una experiencia pri- es sustituido por la ideología en cuan-
idea de una unidad europea, cultural maria y no ya deducida, que no tiene to imagen que la mente se hace de
e incluso política. Tanto lo clásico otro fin más aliá dei de su propio ha· cómo quisiera que fuese. El hecho de
como lo romántico son teorizados en- ccr. A la estructura binaria de la mim<- que el móvil ideológico, que tan a me-
tre mediados dei siglo ~11 y mediados si:; le sucede la estructura monista de nudo se convien.e en explícitamente
del siguiente: lo dásico, principalmen· la poiesis; es decir, del hacer artístico y, político, sustituya ai principio metafi·
te, por Winckelmann y por Mengs; lo por tanto, por la oposición entre la sico de la naturalcza-rcvclación tanto
romántico, por los partidarios del re- certeza teórica de lo clásico y la inten- en el arte ncodásico como en el ro-
nacimieoto dd Gótico y por los pen· cionalidad románcica (poélira). mântico, demuestra que, a pesar de csa
sadores y literatos alemanes (los dos En el momento mismo en que se afir- apareme divergencia, ambos entrao
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4 Capítulo prímero C!áJico y romántim
demro dei mismo ciclo de pensamien- fàse neoclásica que coincide, en líneas aplica a la
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jardineria;
. es dccir, a. un arte
to. La diferencia consiste sobre todo en generales, con la Revolución fran- que no muta ru representa, stno que,
el tipo de actitud (predominantemen- cesa y con e! imperio napoleónico; de acuerdo con las tesis ilumi nistas, ac-
te racional o predominantemente pa- 3) una reacción romámica que coincide túa directamente sobre la naturaleza,
sional) que asuma el artista frente a la con eJ rcchazo bu rgués a las obrusas modificándola, corrigiéndola, adaptán-
histeria y a la rcalidad natural y social. restauraciones monárquicas, con los dola a los scntimientos humanos y a
El período que va desde aproximada- movimientos por las independencias las comodidades de la vida social; di-
mente la mitad dei I700 hasta la mi- nacionales, con las primeras reivindi- gamos, planteándola como ambiente
tad dei 1800 queda subdividido gene- caciones obreras que se producen en- de la vida; 2) la poética de lo •subli-
ralmente de la forma siguiente: i) una tre 1820 y 1850. Esta subdivisión no me• y dei Stumr und Drang, algo pos·
primera fuse prerromántica, con la puede sostenerse por distintos moti- teriores a la poética de lo "Pimoresco•,
poética inglesa de lo sublime y dei vos: I) ya hacia la mitad dei sigla XVIII, oo son contrarias, sino que simple-
horror y, paralelamente, con la poética el término •romântico• cs utilizado mente reflejan una distinta actitud dei
alemana dei Sllom uud Dftmg, 2) una como equivalente de •pintorcsco• y se suicto hacia la realidad: para lo •<pin-
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Clá.<ico )' romtÍntiM 5
torcsco•, la naturale'~ cs un ambiente componentes que conducen ai Neocla- Así entendido, es arte romântico aquel
variado, acogcdor, propicio, que favc> sicismo; sin embargo, en la med ida en que implica una toma de postura res-
rece en los indivíduos el desarrollo de que el ane clásíco se plantea como ar- pecto a la histeria de! arte. Durante
senti.mienros sociaks; para lo «sublime», quetipo dei arte, los anístas no lo re- todo el siglo XVII se había mantcnido
es un ambiente misterioso y hostil que piten de una forma escolástica, sino viva una tradición ·dásica• que no
desarrolla en la persona el sentido de que aspiran a la perfección dei mismo sólo no perdía, sino que incluso gana-
su propia solcdad (y también de su con una tensión claramente românti- ba fuerza en la medida en que una
propia individualidad) y de la desespe- ca: aqueila por la cual el arte no nace imaginación inflamada (como la de
rada tragcdia de la existencia; 3) las de la nacuraleza, sino de! propio arte, Bernini) la plasmaba en formas origi-
poéticas de lo «Sublime•, que son de- y no sólo implica una idea dei arte, nales. Con el anti-historicismo propio
finidas como protorrománticas, asu- sino que es una forma de pensar a tra- dei Iluminismo, csa tradición se blc>
men como modelos las formas clásicas vés de imágenes, no menos legítima quea; el arte griego y romano se iden-
(como cn cl caso de Blake y de Füssli) que la de pensa r a través de puros con- tifican con el concepto mismo dei arte,
y constituyen, por tanto, uno de los ceptos. pucde ser contemplado como supremo
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6 Capítulo primero Clásico y romántico
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8 Capítulo primero CláJico y romántico
nic<reconómico de la producción, dei ALEXANDER COZENS (c. 1717-1786), no se busca lo universal de lo bello,
que hasta entonces habían sido prota- preocupado por crear en la pintura in- sino cl dctalle de lo característico; 7)
gonistas, los artistas se convierten en glesa dei sigla XVIII, fundamentalmen- lo característico no se capta a través de
imelectuales en estado de perenne ten- te retratista, una escucla de paisajistas. la conremplación, sino de la agudeza
sión con la propia clase dirigente de la Sus punros básicos son los siguientes: (vuit) o la rapidez mental que permite
que formao parte como disidemes. El 1) la namraleza es una fuente de esti· asociar o •combinar• ideas-imágenes
artista bohemio es un burguês que re- mulas a la que corresponde.n sensacio- incluso muy distintas )' alejadas entre
chaza la burguesia, de la que desprecia ocs que el artista aclara y comunica; 2) sí. Naturalmente, las manchas varían
su conformismo, la compravema, la las sensacioncs visuales se dan en for- de acuerdo con el punto de vista, la
mediocridad cultural. Los rápidos ma de manchas más claras, más oscu- luz, la distancia. Lo que la •mente ac·
avances del sistema industrial, tanto cn ras, de colores variados, que no respon- tiva• capta es, por tanto, un contexto
cl plano tecnológico como en cl pla- de a un esquema geométrico como el de manchas distintas, pero relaciona-
.no económico-socia l, explicao cl cons- de la perspectiva clásica; 3) cl dato sen- das entre si: la variedad no impide que
tante y casi alànoso proccso de cam- sorial es comú n a todos, naturalmen- los múltiples componentes de la visión
bio en las orientaciones artísticas que te, pero cl artista lo elabora con su pro- contribuyan a comunicar un senti-
no quieren quedarse atrás, en las poé- pia técnica mental y manual, dirigien- miemo de alegria, o de calma, o de me-
ticas o tendencias que se disputao el do asi la experiencia que la gente tiene lancolía. La poética de lo •pimoresco•
éxito, dominadas por un ansia de re- dei mundo, enseõando a coordinar las facilita cl paso de la senSilción ai smli·
formismo y modernismo. sensaciones y las emociones, y desem· mimto: es precisamente en este proce-
penando, además, con la pintura dei so que va de lo flsico a lo moral cuan·
paisajc, csa función educativa que el do el artista educador hace de guia
Iluminismo del sigla XVIII asignaba a para sus contemporáneos. La tesis de
Pintoresco y sublime los artistas; 4) la enseõanza no consis- la subjetividad de las sensaciones y,
Decir que una cosa es bella es un jui- te cn descifrar, a partir de unas man- por tamo, de la función no ya condi-
cio; la cosa no es beiJa en sí, sino cn chas imprecisas, la noción dei objeto cionante, sino sólo estimulante de la
el juicio que la define como tal. Lo be- ai que corresponden, lo cual destruiria naturalcza con respecto ai pensamien-
llo ya no cs objetivo, sino subjetivo: lo la sensación primaria, sino en aclarar to, se encuemra ya en la filosofia de
•bello romántico• es precisamente lo el significado y el valor de la sensación, Berkeley; con mayor amplitud de aná-
bello subjetivo, ca.racteristico, mutable, tal y como es, para llegar a una expe- lisis, cuando Goethe, a finales dei
que se contrapone a lo •bello clásico•, riencia no nacional o particularista de 1700, enuncia su teoria de los colores
objetivo, universa.l, inmutable. El pen- lo real; 5) el valor que los artistas bus- y asume como objeto de invesrigación
samicnto del Iluminismo no plantea la can es la variedad: la variedad de las la actividad dei ojo en lugar de la de
na:tur~leza como una fomiP o figura aparienc ias da un sentido a la n~tur::t la luz (como hacía N'-wton), tcndcr;Í
crcada de una vez para siempre y siem- leza, ai igual que la varicdad de los ca- un puentt: cntrt: d cicntifismo objeti-
pre igual a sí misma, que sólo puedc sos humanos se lo da a la vida; 6) ya vista y el subjeti,•ismo romántico.
ser representada o imitada. La natura-
leza que los hombres perciben con los
sentidos, aprenden con el intelecto,
transformao con su actuación (de ese
pensamiento iluminista nace la tecno-
logia moderna, que no obedece a la na-
turaleza, sino que la transforma), cs
una realidad interiorizada que encuen·
tra en la mente todos sus posibles de-
sarrollos, incluso en el orden moral. A1
distinguir entre lo •bello pintoresco• y
lo · bel lo sublime• (términos que ya re-
nian un significado en el campo artís·
tico), Kant distingue en realidad entre
dos razones que dependen de dos dis-
tintas actitudes dcl hombre con respec-
to a la realidad: sobre éstas y sobre la
relación entre ellas va a basar de he-
cho su •crítica de la razón>•.
Lo •pimoresco• es una cualidad que se
refleja en la naturalc-l3 dei •gusto• de
los pintores, y esptocialmente de los
pintores dei período barroco. Qlien lo
teorizó fue un pintor y tratadista.
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Pàrtorcsco y sublime 9
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La naturaleza no sólo es fuente del sen- tanto, las dos categorias en las que se antecedentes históricos: lo beiJo, casi a
timiento; también induce a pensar, so- basa la concepción de la relación hu· punto ya de desapa recer, procede de
bre todo, en la insignificante pequenez mana con la naturaleza, que se prctcn· Rafael; lo •sublime•, de Miguel Angcl;
del ser humano respecto de la inmen- de utilizar en sus aspectos domésticos lo «pintoresco•, de los holandeses.
sidad de la naruraleza y de sus fuerzas. y explorar como fitente cósmica de Además de Cozens, padre e hijo, que
Lo •pintoresco• se expresaba tanto en energias sobrehumanas. fueron los pioneros de lo •pintoresco•,
la pintu ra como en la jardinería, que También son disti ntas las formas de la pertenecen a esta corriente los grandes
en definitiva era una forma de mol- represcntación pictórica. Lo «pintores- paisajistas, como R. Wilson y, sobre
dear la naturale?.a sin destruir su es· co• se manifiesta en tonalidades cáli- todo,]. Constable y W. T urner; tam-
pontaneidad; sin embargo, ante unos das y luminosas, con toqut>s de vivaci· bién se da un estilo pintoresco de tipo
picos nevados o innaccesibles, o ante dad que ponen en evidencia la irregu- social, en consonancia con las tesis de
una tempestad en eJ mar, el hombre laridad o el ca rácter de las cosas. El re- J.J. Rousseau sobre la rclación entr~
no puede albergar otro sentimiento pertorio es de lo más variado: árboles, sociedad y natu raleza, y tiene su má.xi·
que el de su pequeiiez. O bien, en un troncos caídos, manchas de hierba y mo representante en un retratista sen·
acceso de loca soberbia, puede imagi- charcos de agua, nubes en movimien· sibilísimo (que influyó sobre Goya),
narse que es un coloso, un semidiós, to en el cielo, cabaiias de campesinos, T. Gainsborough, intérprete de la so-
incluso un dios que se rebela y provo- animales pastando, pequenas figuras. ciedad elegante. El mundo oficial, por
ca a las oscuras fuenas dei universo El trazado es rápido, como si no me- su parte, ruvo su historiador en otro
contra el Dios creador. Ya no se trata reciera la pena dedicar demasiada aten· gran retratista, J. Reynolds, sutil escri·
de una varicdad agradable, sino de una ción a las cosas. En cambio, sí es pre- tor de arte y teórico de lo •beiJo• ra·
pavorosa fijeza; ya no se produce la cisa la referencia ai lugar, casi como si- f.1eliano, aunque en los últimos aiios,
concordia de todas las cosas en UJJa na- guiendo ese gusto por el •turismo• que ai ver que se iba implantando la poé-
tu ralcza propicia, sino la discordia de empezaba a difundirse por aquel en- tica neoclásica de lo subJjmc, se pasó,
todos los elementos cn una naturaleza tonces. Lo •sublime• resulta visiona- ai menos en teoria, a Miguel Ángcl.
rebelde y enfurecida; ya no hay una so- rio, angustioso: se trata de colores a ve. Los dos pilares de la poética de lo •SU·
ciabilidad ilimitada, sino una angustia ces oscuros, otras vect'S exangües; el tra· blime- fueronJ. H. Füssu (1741-1825)
ante la soledad sin espemnza. zo del dibujo está muy marcado: ges- y W. BLAKE (1757-1827). Füssli, suizo
Las características de lo •sublime• fue- tos exagerados, bocas chillonas, ojos de nacimiento y seguidor, en su juven-
ron definidas por Burke (btvt~tigació11 muy abiertos, aunque la figura queda tud, del extremismo romântico dei
filosófica sobre e/ origm de mtes/rtts idttLf siempre enmarcada dentro de un invi- Stumr mrd Drang, pasó luego algunos
de lo sublime y lo bel/o, 1757) casi en los sible esquema geométrico que la apri- aõos en ltalia estudiando, más qu~ a
mismos anos en que Cozens defi nía siona y que aniquila su esfuerzo. los antiguos, las obras de Miguel An-
las de lo •pintoresco•: éstas son, por Cada una de estas catcgorías ticne sus gel y de los manieristas. También fue
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10 Capítulo primero Clásico y romántico
escritor y manifestó opiniones sobre el miúrgico. Y fue el mayor ilustrador de ligado a la revelación de Homero, de
arte antiguo contrarias a las de Winc- Shakespeare. Su pintura visionaria, que la Bíblia, de Dante, de Milton, y los
kelmann, tratando. de interpretarlo no tiene una elegaocia que oscila entre la veía como portadores de mensajes di-
como un canon, smo como una expe- perfección y la perversidad, contradice vinos. Cuando se supera el umbral de
riencia ya vivida y a veces dramática. intencionadamente la tesis de la racio- lo •sublime•, las sensaciones se disipan
Su idea de lo •sublime• se completa nalidad, eo el plano intelecrual, y la de y se entra en contacto directamente no
con la exaltación dei •genio•. El. pun- la didáctica, en el plano moral. Es una ya con lo creado, sino con las fuerzas
to de referencia era Miguel Aogel, mezcla de dibujo riguroso y de fanta- sobrenaturales, divinas, de la creación.
coíno ejemplo supremo de artista •ins- sia visionaria: evidentemente, dentro Las sensaciones, que la trad ición empi-
pirado• que es capaz de captar y trans- de su romanticismo, la fantasia no era rista había considerado como princí-
mitir mensajes ultraterrenales; sin em· algo arbitrario, sino que estaba sujeta pios dei conocimiento, pasan a ser ilu-
bargo, en realidad preferia el •genio• a sus propias leyes, más rígidas inclu- siooes vanas que impiden captar las
extraordinariamente vital de Shake- so que las de la razón. verdades supremas, cxpresadas a través
speare, capaz de pasar de lo trágico a W. Blake, que es de esa misma época, de signos y símbolos ocultos. Renun-
lo grotesco, ai de ese otro •genio• de- fue pintor y poeta: como poeta, estaba cia aJ aspecto flsico dei colar y prefie-
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Pintomco y sublime 11
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rc el dibujo cn lugar del trazo. A pe- clásico entendido como perfecto equi·
sar de ser nítidas y duras, las pincela- librio entre humanidad y naturaleza)
das no concretan el aspecto formal de La poética de lo •sublime• exalta en el
las figuras; por el contrario, lo que in· arte clásico la expresión total de la exis-
dican es precisamente su indefinibili- tencia, y en este sentido es neoclásica.
dad, su inmensidad, su enganosa c in- Pera, puesto que considera ese equilí-
móvil inmanencia. En cuanto poética brio como algo que no se mantiene,
de lo absoluto, lo «sublime. se contra- que se pierde para siempre y que sólo
pane a lo •pintoresco•, que es poética puede ser reevocado, esa concepción
de lo relativo. La razón es consciente pasa a ser ya romántica, es la concep-
de sus propios límites terrenales, más ción de la historia corno •revival•. Es
aliá de los cuales no puede haber más cierto que la poética iluminista de lo
que la trascendencia o el abismo, el cie- •pintoresco• ve ai individuo integrado
lo o el infierno. Pero sólo desde el pun· en su ambiente natural, y la poética ro-
to de vista de la razón puede plantear- mântica de lo •sublime• ve ai indivi·
se el problema de aquello que está más duo obligado .a pagar con la angustia
aliá de ésta. AI igual que Füssli vive de y el terror de la soledad la soberbia de
pesadillas, Blake vive de visiones: tan- su propio aislamiento; pero ambas
to en uno como en ouo domina el poéticas se complementao y, en su
pensamiento del pasado, que, sin em· contradicción dialécúca, reflejan el
bargo, es más mitología que historia. gran problema del tiempo, la dificultad
Para Blake la verdad reside en las coin· de la relación entre individuo y colec-
cidencias y divergencias existentes en- tividad. Consuble y Turner, ai borde
tre las mitologías, que únicarncnte el de lo «pintoresco• y Füssli y Blake, por
arte (y, desde luego, no la cieocia) tie- su parte, ai borde de los •sublime»,
ne el poder de evocar. trabajan en los mismos anos. La exis-
Precisamente ai ser concebido corno tencia, que ya no puede justificarse en
un universal abstracto, el clasicismo es base a una finalidad ultraterrena, ha de
puesto en cuestión. Se admira en Mi- encontrar su significado en el mundo:
guel Ángel ai genio inspirado, solita· o se vive de la relación con los dernás
rio, sublime; ai demiurgo que pone en y el yo se disuelve en una relatividad
cornunicación ai ciclo con la tierra. sin final, y eso es la vida, o se absolu·
Pero (qiJé es el trascendcntalismo de tiza y se corta toda relación con cual·
Miguel Angel sino la superación de lo quier otro, y eso es la muerte. En el
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12 Capírulo primero Clásico y romá11tico
arte moderno, la dialéctica ente ambos sino a las necesidades sociales y, por
términos irá cambiando constante- tanto, también económica.1: el hospi-
mente de aspecto, pcro sustancialmcn· tal, e! hospício, la cárcel, etc. Por su
te va a permanecer inmutable. Al igual parte, la técn ica ya no debe ser inspi-
que hace la sociedad de! oaciente in- ración, habilidad, virtuosismo de! in·
dustrialismo, el arte moderno busca dividuo, sino un instrumento racional
entre el individuo y la colectividad una que la sociedad utiliza para cubrir sus
solución que no anule a ese individuo propias necesidades, y que ha de servir
en la multiplicidad ni a la libertad en a esa sociedad.
la necesidad. La primera •Estética• es de Baumgar·
ten, y aparece eo 1735; la problemáti·
ca que plantea va a tener un amplio de-
El Neoc/asicism.o histórico sarrollo eo la obra filosófica de Kant
y especialmente de Hegel. L1 estética
En tOdo cl arte neoclásico es argumen· es algo muy diferente de las teorías del
to común la crítica, que pronto pasa· arte vinculadas a una praxis y que, por
rá a ser condena, dei arte inmediata· ramo, trataban de dar normas y direc-
mente anterior; es decir, dei Barroco y trices para la producción artística. La
del Rococó. Al asumir cl arte grecorro- estética es una filosofia dei arte, el es·
mano como modelo de equilíbrio, de tudio desde un punto de vista teórico
medida y claridad, se condenao los cx- de una actividad mental: de becbo, se
cesos de un arte que se basaba cn la puede situar entre la lógica, o f~osofia
imaginación y que trataba de excitar la de) conocimicnto, y la moral, o filoso-
imaginación ajena. Puesto que la téc· fia de la acción. Evidentemente, tam·
nica estaba ai servicio de la imagina· bién es la ciencia de lo •beiJo•; pero lo
ción y la imaginación era engaõo, la bello es el resultado de una elección, y
técnlca no era sino virtuosismo o in- la eleccióo es un acto crítico, o racio-
cluso truco. La teoria arquitectónica de nal, cuyo objeto último es el concep-
Lodoli, la cri tica de la arquitectura de to. Sin embargo, no puede darse una
Milizia, deficndcn, antes aún que la definición de lo bello en términos ab-
imitacióo de los monu mentos dásicos, solutos; puesto que es el arte quicn lo
la cxiste1Ícia de una correspondcncia realiza, sólo se puede defini r en cuan·
lógica entre forma y función, la máxi· to realizado por el arte. Bien es cierto
ma sobriedad en el aspecto ornamen- que se puede distinguir entre lo bello
tal, c1 equilíbrio y la mesura: la arqui- dei arte y lo bello de la naturaleza, pero
tectura ya no dcbc responder a las am- ambas formas de belleza están estre-
biciosas fantasías de los soberanos, cha mente relacionadas: puestO que,
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E! N.?oc/asiciJmo 1Jisl6rico 13
por definición, el artt cs imitación, no referencia alguna, a no ser mediante la 14. Jacqu,..Louis D"id: Lm Sabina• ponimdo
existiría lo bello en el arte si no se imi- imaginación, ai arte romano de ese pe- /in 11! comblllt tntri rom11n05 ) ' 5abinOI ( 1794-99};
ufa, 3,86 X 5,20 m. Pari\ Lomm.
tara la naturaleza; pero, por otro lado, ríodo.
si el arte no ensefiara a elegir lo bcllo Indudablemente, e! que se identifique
entre las infinitas semblanzas natura- el ideal estético con • lo antiguo• se de-
Jes, tampoco tendríamos noción de lo riva también de la urgencia de los pro-
bello en la naturaleza. Para Winckel- blemas suscitados por los rápidos cam-
mann, cl arte griego del período clási· bios que se están produciendo co la si-
co es e! que la crítica sefiala como más tuación social, política y econômica,
próximo ai conccpto de arte; en con- además de los grandes avances de la
secuencia, e! arte moderno que emula tecnologia industria L La razón no es
ai amiguo es el mismo tiempo arte y una entidad abstracra, ha de regir la
filosofia de! arte. Casi contemporânea- vida práctica y, en consecuencia, ha de
mente, Mengs senala otros períodos o ordenar la ciudad como lugar e instru-
momentos de la historia dei arte como mento de la vida sociaL La creciente
modelos del arte moderno: lo impor- complejidad de ésta !leva a idear nue-
tante no es talllo elegir un determina- vos tipos de edificios (cscuclas, hospi-
do modelo en lugar de otro, sino que tales, cementerios, mercados, aduanas,
la actividad artística se inspire en pe- puertos, cuarteles, puentes, calles, pla-
ríodos o momentos dei arte abstraídos zas, etc.). En la arquitectura neoclásica,
de la hiswria y elevados ai plano teó- las formas responden a una función y
rico como modelos. En e!Jurammlo dt a una espacialidad racionalmente cal-
los Horacio.~ David se inspira en la mo- culadas. El modelo clásico siguc sicn-
ral de la Roma republicana sin hacer do un punto de referencia para una
.~.
Y ·
15 16
.
15. Étienne-Louis Boullét: l'roytcto de anotafio
(1780.18{)()); gra/xulo, (),39x 0,6J m. Paris,
Bib/ioth(que Nationalr.
18. Claude-Nicolas Lcdow<: Pro.J<dO J>ITO t1 20. Giovonni Antonio Antolin.i: PTO)'«<o pam
teatro de &sanwn; díbujo dtl tratmlo lo o;ganizad6n dd r.,,.
( 1806); de un grahodo.
&;~apartr, tn Mí/án
·L'ArrhíwcJurt CIJn<idme w1a /e rapp<)lt de /'Ali
dts Motu" ri de la UgiJiation• (/804}
21. Giovanni Antonio Antolini: PlAnta dei
19. Claude-Nicolos Ledoux: PfO}'cto de bonw de Foro 801laparlc, m 1Wi!tín.
/eira para la «Vil/r sodalt» de C/;aux ( 1892}.
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E/ Neodasicismo bist6rico 15
metodologia de! planeamiento que se obras públicas. Los pintores, aunque se privado, y si el sueiio de una ciencia
plantea problemas concretos y actua- interesan por la •perfeccióo• de lo ao· urbanística europea se quedó en gran
les, pero influye tan poco en la actua· tiguo, pareceo estar ante todo preocu- medida en los papeles de los arquitec·
ción dei momento como el •modelo. pados por destacar la modernidad dei tos, la culpa fue de la restauración cle-
humano de Bruto o de Alejandro en mismo: priman, por un lado, el retra· rical·monárquica y también de la bur·
las decisiones políticas de Robespicrrc to, con cl que tratan de definir, a un guesía, que defendieron e! principio de
o en la estrategia de Napoleón. tiempo, la individualidad y la sociabi· la propiedad privada y de la libre dis·
las excavaciones realizadas en Hercu· lidad de la persona, y por otro,los cua- ponibilidad del suelo urbano, en gene-
lano y Pompeya, dos ciudades roma· dros mitológicos, en los que proyectan ral por razoncs de lucro y especula·
nas que fueron destruídas en eJ 79 d.C. la •sensibilidad• moderna a través de ción. En todo caso, la nueva ciencia ur·
por una inesperada erupción de! Vesu- la evocación de lo antiguo, asi como banística no aparece ligada exclusiva·
bio, conuibuyen a transformar, y ai los cuadros históricos, en los que se re- mente a la Revolución francesa y a Na·
mismo tiempo a precisar, ese concep- flejan sus ideales civiles. Los ebanistas poleón, aunquc cn muchas ciudadcs
to de clasicismo; las excavaciones po- y los artesanos, que contribuyen a di- europeas se estudiara a princípios de!
nen ai descubierto no sólo los enseres fundir en las costumbres sociales la siglo pasado una reforma dei espacio
e instrumentos que se utilizaban, sino cultura figurativa neodásica, empiezan urbano y de sus estructuras que se re-
también las costumbres y aspectos a descubrir que la sencillez constructi· mitía a las grandiosas transformacio-
prácticos de la vida cotidiana en esa va de lo antíguo se presta admírable- nes de l'arls en tiempos de Napoleón:
época. Además, se puede estudiar más mente a esa producción que ya parcial· no sólo todas las naciones, sino casi to-
directamente la pintura antigua, de la mente se hace en serie, y en este senti- das las ciudades europeas, han pasado
que hasta el momento sólo se habian do fàvorecen el proceso de transforma· por una fàse neoclásica, en el sentido
tenido noticias a través de unos pocos ción de la artesanía en industria. de que se puso de manifiesto una vo-
ejemplares y de las descripciones de los En el campo arquitectónico surge la luntad de reforma y de adecuación ra·
literatos. A través de Champollion, du· nueva ciencia de la ciudad, el urbtmis- cional a las necesidades de una socie-
raote las campanas de Bonaparte en mo. Se intenta que la ciudad tenga una dad que estaba transformándose.
Oriente se dcscubre casi con cstupor e! unidad estilística acorde con el ordcn El Neoclasicismo no es un estilo, sino
altísimo nível alcanzado por la civili- social. Son pioneros en esa ciencia los una poética; impone una cierta acti·
zación artistica dei antiguo Egipto: denominados arquitectos ·de la Revo- tud, incluso moral, ante e! arte y, aun·
ésta va a ser otro componente de la lución•; en primer lugar, BOULLÉE que establece determinadas categorias
cu ltura artística neodásica, especial· (1728·1799) y LEDOUX (1736-1806), y o tipologías, permite a los artistas cier-
mente del •estilo imperio•. alcanza su máximo apogeo con el am· lll libertad de interpretación y caracte-
Empieza a abrirse camino la idea de bicioso suei\o napoleónico de transfor· rización. la imagen de esc Milán aus·
que la ciudad, ai no ser ya patrimonio mar no sólo las arquitecturas, sino las triaco, tal y como se ded uce de la ar·
del clero y de las grandes famílias, sino estructuras espaciales, las dimensiones, quitectura severa y elegante de Pierma-
e! instrumento a través dei cual la so- las funciones de las grandes ciudades rini y que se extiende a la moda en e!
ciedad realiza y expresa su propio ideal dei imperio: plazas inmensas y calles vestir a través de la •modelística• de
de progreso, ha de tener una disposi· largas y amplísímas flanqueadas por Albertolli, es sin duda más conserva·
ción y un aspecto racionales. la técni· grandes edificios rigurosamente neo- dora que revolucionaria, y lo mismo
ca de los arquitectos y de los ingenie- clásicos; en su mayoría, sedes de servi· puedc dccirse de la Venecia moderni·
ros debe estar ai servicio de la colecti· cios públicos. En cualquier caso, lo pú· zada por Selva; esto queda también de-
vidad para Uevar a cabo las grandes blico hubiera debido primar sobre lo mostrado por el hecbo de que, cuan·
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2S
do fu'ITOUNI (1754-1842) quiso dar a tecto que emendió su propia función 27. Gonfried von Schadow: Las prinw11s Luiw
Milán un aspecto «napoleónico•, cam- como la de un técnico riguroso que y Frtlrrir11 (1795); gmpo m mánno( altura.
bió radicalmente la escala de las mag- sirve a una sociedad sobre la que, sin 1.62111. &rlín, $/JtlltlidJt MrtS••n.
nitudes y la articulacióo de los espa- embargo, no quiere opinar. Sus prin- 28. Jean-Baptiste Carpeaux: Lu d11nlil
cios. Por su parte, la expansión neo- cipias eran, ai mismo tiempo, neoclá- (!865-69); modtw m )'<SO pom ri Grupo drla
clásica de Turín denota más una vo- sicos y románticos; pera tras un viaje Op.7a dt Pllrls. Paris. Musit d'Orsay
luntad de orden y de simetría que una a Inglaterra, que entonces era el país
ambición de grandeza. En Roma, VA- más avanzado a nivel industrial, no 29. Bend Thorvaldscn: Las In> GradaJ (1821);
IADIER (1726-1839) refleja el gusto de dudó en hacer obras de tipo neogóti- nlítvr "' mánnol Coptu!Jagru, MltJ(Q
la naciente burguesía culu ai tratar de co, interesándose por los problemas 7'1mrvaldsm.
corregir los denominados excesos técnicos que conllcvaba ese estilo. La
barrocos, reduciendo las escalas de ta- escultura neoclásica tuvo su epicentro
mano, prcfiriendo la elcgancia a la fas- cn Roma según la distinta interpreta-
tuosidad y, sobre todo, manteniendo ción sobre la relación con lo anriguo
~'Sa proporción (que luego fue brutal- dei veneciano CANOVA y el danés
mente eliminada, tanto en el sigla pa- THORVALDSEN.
sado como en éste) entre las formas ar- Canova se había formado en un am-
quitectónicas y los espacios abiertos biente en el que el gusto por el color
(los jardines, el Tevere, los alrededores). se imponía también en la escultura, y
En Alemania, en Bcrlín, tal vez sea sus primcras obras romanas (monu-
SCI·IIN KEL (1781-1841) el primer arqui- mentos fúnebres de Clemente XIII y
27 28 29
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18 Capítulo primero Clá.sico )' -romántico
Clemente XIV, entre 1783 y 1792) de- partir de una fuene excitación dei es- tiguo haya tenido, en su momento,
muestran una gran influencia de la tra- píritu y de un impulso dei genio, deja una realidad histórica: en la poética-fi-
dición barroca, especialmente de esas de ser una expresión individual y se losofia de Thorvaldsen no hay espacio
vibraciones beminianas de la materia convierte en un valor de belleza, vive ni riempo, ni naturaleza, ni sentimien-
en la luz_ Mantuvo una relación con en el espacio y en el tiempo •natura- tos, sino sólo conceptos expresados en
Batoni, cuyo clasicismo era, sobre les-, y comunica a quien la contempla forma de figuras o sólo figuras neva-
todo, una moderación civil y laica de el deseo de trascender el límite indivi- das a la inmurabilidad y universalidad
los excesos oratorios: era un artista que dual y elevarse ai sentimiento univer- de los conceptos. Es como la arquitec-
gustaba mucho a los ingleses, especial- sal de lo bcllo: d proceso se desarro- tura de Schinkcl, con su cálculo preci-
mente a Reynolds. Su escritura era una lla desde el sentido al sentimiento, no so de pesos e impulsos, de llenos y va-
búsqueda dei ideal de lo bello a través ai intelecto. A pesar de la fama ya cíos, de la calidad de los materiales. En
de lo antiguo, que, sio embargo, no universal dei joven Canova (artista el arte neoclásico, sea en arquitecrura o
trataba como un frio modelo escolás- predi lecto incluso de Napolcón}, en el en las artes figurativas o aplicadas, cs
tico, sino como una realidad beUa y siglo XIX, un crítico alemán, Fernow, fundamental la concepción y el planea-
perdida que hay que reanimar median- contrapone a su belleza viva y palpi- micnto de la obra: un planeamiento
te el calor de uno mismo. Se llega a lo tante el neoclasicismo teóricamente que puede ser impulsivo, como en los
bello a través de un proceso de subli- más riguroso de Thorvaldsen (que Ira- bocetas de Canova, o friamente filoU>·
mación de aquello que antes era un es- baia en Roma desde 1797). gico, como en Thorvaldsen. El proyec-
tado de violenta y dramática emoción. Thorvaldsen tampoco copia lo anti- to es el dibujo, el traw que transforma
Aun hoy, una parte de la crítica exalta guo: lo considera como un mundo de cl dato empírico en el hecho intelec-
los bocetas de C.anova (la mayoría de arquetipos. Las figuras mitológicas tual. El trazo no existe sino en la hoja
ellos están en la colocción de escayolas mismas son arquetipos, y arquetipos en que el artista lo plasma; es una abs-
artísticas de Possagno} por su modela- son también sus atributos: se propone, tracción que se da incluso cuando se
do impetuoso y accidentado, por los por tanto, reconstruir, a panii de las parte de una estatua antigua que se co-
p]umazos de tinta y los matices de la muchas imágenes de Hermes o de Ate- pia. Naturalmente, cn la época neoclá-
luz_ Se trata, sin duda, de una estupen- nas, los •tipos• de Hermes o de Ate- sica se da una gran imponancia a la
da escultura; pero no es lícito juzgar a nas. Rochaza, por consideraria un f.\- formación cultUial dei artista, que no
un artista por la fase preparatoria de cil recurso, esa relación tan senciUa se lleva a cabo mediante el aprendizaje
su trabajo: aunque los bocetos impro- que establocen las estatuas de Canova con un maestro, sino en escuelas públi-
visados sean fascinantes, las verdaderas con el ambiente, con el espacio vital, cas especializadas, las academias. El pri-
esculturas de Canova son esas estaruas pero sobre todo con el ánimo de quien mer paso en la formación dei artista es
realizadas en su mayoria por sus cola- las contempla. Un mundo integrado copiar a dibujo las obras antiguas: se
boradores técnicos, y luego pulidas y por ~ctipOS» es un mundo sin emO<:io-- ~retende_ que desde el principio el ar-
patinadas. A través de este proceso que nes o sentimicntos, carentes de cual- tista evtte reacctonar emottvamente
C.anova llamaba de «sublime ejocu- quier relación con el mundo empíri- ante el modelo, para traducir la respues-
ción•, la obra escultórica, que surge a co, absoluto. Poco importa que lo an- ta emotiva a términos conceptuales.
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Cllpyngh'eo m renal
E! Nwdasiciwro bistóriro 19
.1.1
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32. Dorncniro M<rlini: Sala dt baile Jc/ palado
úaimk1~ en VaMz/Ía.
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20 Capim/o primero Clási«J .Y romântico
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E! Roma111icirmo histólico 21
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más tarde pasará a ser clasicista) sobre que ocurre con el estilo neoclásico, cl 37. Colonia, inltrior de la ottcdral (tmninaáón rir
la catedral de Estrasburgo y la arqui· Gótico rcfleja la diversidad de lenguas, 184().80)
tectura gótica es de 1772; a principies de tradiciones, de costumb.rcs de los
del siglo XlX, Hegel incluirá el gótico 38. Charles Barry y Augustos Pugin: Palaáo de
distintos países o, más concretamente la úímara dt los Comuna y U!rre átl Rrloj
en su diseõo histórico dei arte como (puesto que este conccpto va afianzán- (/841J.ó8), tn LollártJ.
expresión típica dei ethos cristiano. Esa dose cada vez más), de las distintas na-
revalorización se1iala, por otro lado, la ciones europeas. Hubo casos en que a
revancha del arte nórdico contra el cla- las catedraJcs góticas se les atribuyó un
sicismo y d barroco romanos. A prin· significado no sólo cívico, sino inclu-
cipios dei sigla XlX, Schinkel no sólo so patriótico: con la terminación·res-
admira la sutil sabiduría construcciva tauración de la catedral de Colonia
de los arquitectos góticos, sino que no (184(}.1880) se pretende dar a entender
tiene ningún inconveniente en admi- que esc monumento, colocado sobre el
tir que, si la arquitectu ra dasicista era Rhin, cs el baluarte ideal para defen·
la más adccuada para cxpresar el sen· der la nación alemana.
rido dcl estado, .l a arquitccrura gótica También cl neogótico ruvo sus teóri·
expre.~aba la tradición religiosa de la cos. En Inglaterra, los dos PUGtN, pa-
comunidad. dre e hijo, elaboraron cuidados reper·
También se empieza a tener en cueota torios tipológicos de la arquitectura y
e! hecho de que, basándose en una la decoración gótica deduciéndolos de
nueva concepción de la técnica cons· los edificios medievales, que por pri·
tructiva y de una nueva relacióo entre roera vez empezaron a ser objeto de es-
el espacio urbano y cl •monumento• tudio, y generalizándolos o, más bien,
(es de<:ir, la catedral), la arquitectura descaracterizándolos, para obtener mo-
gótica riene caracteres estructurales y delos fácilmente imitables, incluso a
decorativos distintos en Francia, Ale- nível industrial: el palacio de West·
mania, ltalia, Espaõa e Inglaterra; se minstcr, sede dcl Parlamcn.to inglés, es
deduce de ello que, ai contrario de lo casi un muestrario de la morfologia
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22 Capítulo primcro Clású:o y romántico
neogótica. Es entonces cuando surge cl ración. l ntuyó que e] Gótico era un ción estática en dinámica: con el
concepto de •estilo•, en cuanto reduc· lenguajc más que un •estilo•. Él mis- hierro (y luego con el cemento) sería
ción a esquemas de manual de los ele- mo restauró varios monumentos: lo posible crear espacios arquitectónicos
mentos que se repiten o son más co- que é! llamaba •restauración interpre- no demasiado distintos de los de la ar-
munes en la arquitectura de una deter· tativa• se basaba cn el convencimiemo quitectura gótica, con grandes vanos
minada epoca, dada su banal repeti· de que el monumento había de ser abiertos entre pilares en tensión y ar·
ción y anti natural adaptación a fun· siempre (aunque nunca lo era) una cos disenados con enorme audacia.
ciones y condiciones espaciales absolu- construcción unita ria, de la que habia Gracias a Viollet-le-Duç, los monu·
tamente distintas entre sí {por ejemplo, que quitar aquello que no entraba den- mentos medievales, que empezaban a
la aplicación a la sede de una banca de tro de la lógica del esquema. En gene- ser despreciados como muestras de an·
la morfología de una catedral). ral, los resultados no eran positivos, tiguas barbaries, recuperaron una ra-
Mucho más importante, porque, ade- porque casi siempre ocurría que el edi- zón de ser en la ciudad moderna; tam·
más, sabe conectar con las nuevas téc- ficio había ido creciendo con el tiem- bién gracias a Viollet-le-Duc, la arqui-
nicas, es el uabajo teórico e histórico po, era obra de varias gencraciones; es tectura técnicamentc más avanzada,
de VIO!l.ET·LE-DUC (1814-1879), indu- decir, que había tenido su propia vida denominada •de los ingenieros», pudo
dablemente el mayor pionero del •re- histórica. Viollet-le-Duc, era un inge- hacerse con un ascendente histórico y
vival• dd Gótico en Francia. Profun- niero, además de escritor y restaurador, dejó de ser considerada una anti·arqui·
diza en el esrudio directo, filológico, )'como tal se dio cuenta cnseguida de tectura que sólo valia para hacer puen-
de los monumentos góticos; investiga las posibilidades que ofrecían los nue- tes y tejados.
los sistemas constructivos y la concep- \'OS materiales, empezaodo por el En Alemania, GOITFRIED SEMPER
ción dei espacio y de la materia que hierro. Comprendió que el empleo de afirma la prioridad de la función y de
implicaban, y establece princípios y estos materiales más resistentes y elás- la finalidad sobre las cuestiones de es-
métodos para su conservación y restau· ticos transformaba la antigua concep- tilo y el gusto neogótico del • revival•.
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E/ Rtm~anticismo histórico 23
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24 Capíllúo primero C/ásico y román1ico
4)
blos y de todos los hombres. Desde ese mera mitad dcl siglo, casi como una do, incluso los más remotos, cstán su·
momento, la protesta religiosa contra disputa interminable, aunquc no se cediendo ante sus ojos, y es como si él
cl industrialismo y sus técnicas mecá- trata de un cnfrcntamiento eutre lo mismo estuviera participando cn ellos.
nicas, contra su único objetivo, el be- clásico y lo romántico o lo académico Delacroix pretende ser el pintor de su
neficio económico basado en la explo- y lo liberta rio, sino de una divergencia propio tiempo, como Je definirá su
tación dcl hombre por el hombre, pasa sobre e! significado histórico dei ideal gran amigo Baudelaire; pero, ai vivi r cl
a ser una orientación política más o romântico y la sociedad en que se en- presente, rc,•ivc el pasado, lo convierte
menos declaradamente socialista. marca. lngre.s, que prefiere trabajar en cn algo flagrante. Tiene sus propios an-
El debate sobre las distintas ideas dei Roma que en Paris, está tan convenci- tecedentes, que son los artistas más
arte sigue estando centrado en Francia. do como su rival de que la pintura no emotivos y dramáticos: Miguel Ángcl,
Tras la desaparición de David, máxi- nacc de copiar la naturaleza, si no más Rubens, Goya. Puesto que el pasado es
mo exponente de la pintura neoclási- bien de la intcrprctación de la histo- inmóvil, está muerto, no se pucdc rea-
ca, se va perfilando un claro antago- ria; es decir, de los maestros. Se remon- vivar con el calor de la pasión, sino
nismo entre el •purismO• rafaeliano de ta desde David a Poussin, desde Pous- que hay que reinventarlo, an imaria,
INGRES y la impetuosa genialidad de sin a Rafàel; pero su historicismo, que agitaria. Sin duda hay en Ingres algo
DELACROIX, guía reconocido dei ro- pretende ser una superación de la con- de académico y cn Delacroix algo de
manticismo artístico, como Victor tingencia o catarsis, no es en absoluto retórico; para el primcro, el arte es me-
Hugo lo es dei romanticismo literario. un • revival•, así como no lo es ta mpo- ditación y elccCión; para el segundo,
Entre los dos grandes artistas se esta- co cl historicismo inquieto de Dela- genialidad y pasión. Pero uno y otro
blece una tensión que dura toda la pri- croix, para quicn los hechos del pasa- miran, desde dos ángulos distintos, ha-
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E! Ronumlicismo húlórico 25
cia ese mundo que está c~mbiando ran te. Más que un romântico, Gericault capar dcl hu mo gris de las ciudades in-
rápidamente. I ngres se mantienc pru· es un antidásico y un realista, y aun- dustriales. TURNER, cn la misma épo-
dentemente ai margen de él, Oelacroix que no le faltao punros de conracto ca, también parte de lo •pintoresco•,
se arroja im petuosamente dentro de él; con los princípios de Delacroix, de he- especialmente del gusto por la mancha
pero tanto en uno como en otro es co- cho su obra es un pucnte que se tien- (blo1), teorizado por COZENS como
múo esa preocupación por la nueva de entre el trasnochado clasicismo de magnífico estímulo para la interpreta·
sociedad, en la que cl artista ya no está David y el aún no nacido realismo de ción de la naturalcza: su ideal es la in-
integrado como un componente nece- Courbet. Junto ai problema de la so- terpretación de la naturaleza como
saáo y como un modelo de comporta· ciedad, de la que sólo se puede cons- partícipe de los impulsos cspirituales,
m1ento. tatar la rápida transformación que está de la sensibilidad, del dinamismo de
$in embargo, no se podría entender eJ sufriendo, sigue, s.io embargo, figurao· la sociedad moderna.
contraste existente entre lngres y Dela- do d problema de la naturalcza. (Cuál La pintura romántica pretende ser ex-
croix sin tener cn cuenta a esa figura ha de ser la postura del artista moder- presión del semimiento; el sentimien-
fulgurante y pronto desaparecida de no ante ella? iO!té es lo que «ense•ia•· to es una disposición de ânimo con
GtiRICAULT: un pintor que parte de la a ver, puesto que es ésta (como precisa respecto a la realidad; ai ser individual,
tradición davidiana v cicrtamentc se re- Ruskin) su función específica? No oi· es el único contacto posible entre e! in-
bela ante el clasicismo académico, pero videmos que la gran pintura fra ncesa dividuo y la natu raleza, entre lo parti-
intuye que la verdadera antítesis que del siglo pasado nacc de la conexión cular y lo universal; ai mismo tiempo,
ha de resolverse con una síntesis no se con la pintura inglesa, especialmente ai ser el senti.miento lo más natural
establece entre Clasicismo y Romami- la paisajista, que se presentó en una que hay en el hombrc, no puedc ha·
cismo, sino entre Clasicismo y Realis- gran exposición en París, en 1824. ber un sentimiento que no sea senti·
mo. Clasicismo y Romanticismo son Ciertamente Con.stable se remire direc- miento de la naturaleza. Así piensa el
dos formas distintas de idealizar, aun· tamente a la poética de lo •pintores· mayor de los paisajistas franceses del
que el primero pretenda llegar a la co•, de la que se sirvc no sólo para sc- siglo XIX, COROT, cuya pintura es bas-
máxima daridad, y el segundo, a la iialar la infinita variedad de las sem· tante menos «sentimental» que • realis-
más ardiente pasión. En definitiva, la blanzas naturales, sino la infinita va- ta• cuando se apa rt-J de los temas pai·
antítesis justa, radical, se da entre lo riedad de los tonos, de las notas de co- sajísticos para reproducir tiguras. De
ideal y lo real; pero no tiene sentido lor. Para él, la naturaleza es un univer- jovcn, en ltalia, Corot estuvo buscan·
plantearse afromar la realidad directa· so totalmente distinto del social: infi- do durante un tiempo, paralelamente
mente y sin prejuicios, pues el proble- nitamente variable, pero constante en a lngres, la máxima claridad y sobrie-
ma es siempre un problema de cultu· su variación, hace que resulte enorme- dad de la imagen; más tarde, pasó a
ra y sólo se puede llegar a la realidad mente intcrcsante y, ai mismo tiempo, considerar la transparencia y la armo-
cuando no se tienen veleidades de idea- tra nquilizadora para quienes consi· nía de la imagen paisajística como la
lizar, de evadirse del momento presen- guen, aunque sea por un momento, es- proyección de cualidades interiores, de
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26 Capítulo primero Clásico y romámico
afinidades electivas, dei equilíbrio en- se ha acabado; el tiempo del artista in·
tre el mundo moral de los senrimien- telectual (Delacroix) es una ficción de
tos y el mundo natural. la cu ltura burguesa. En cualquier caso,
Una intención realista especí fica, que el arte ya no proporcionará más mo-
trJta de resistrar estrictamente los mo- delos, ya oo servirá para meiorar las co-
mcnros de coincidcocia entre el mun· sas que producc cl hombre, que son ca-
do interior y el exterior, lleva en cam· lidad de \'Ída para los privilegiados que
bio a THE.OOORE ROUSSF.AU a tratar de pueden gozar de ellas. Pero (acaso es
eliminar todos los prejuicios, incluso concebible un mundo en el que las
poéticos, de la representación de la na· semblanzas pierden todo su significa-
turalcza: su rnorfología y su tipología, do, un mundo ciego? En un mundo
sus rasgos característicos, son los dis- tOtalmente hccho de cosas, las imág~
tintos aspectos «humanos• de la naru· nes también son cosas, y el artista es
ralcza. También cs realista la inten· quicn fabrica csas cosas. No las ioven·
ción, aunque ai mismo riempo mani- ta, las construye: lcs da la fuerza para
fieste una voluutad de pureza lingüís- competir, para imponerse como algo
tica (que hay que remitir ai siglo XV más real que la propia realidad, por-
toscano), del grupo de los «Únprcsionis- que las ha hecho el hombre y no Dios.
tas• toscanos. Pintar sign.ifica darlc ai cuadro un
A mediados de siglo, COURBET intcn· peso, una consistencia mayor que la
ta la vía del realismo integral. En 1847 que. riene lo que se ve: en resumen, ha-
llega a afirmar que, en su tiempo, el cer aquello que se ve es algo muy dis-
arte ya no tiene razón de ser si no es tinto que imitar la naturaleza. iCuál es
realista. Pero realismo no significa imi- el mecanismo de acercamiento entre la
tar diligentemente a la naturaleza, sino cosa vista, que enseguida desaparece, y
que incluso el propio concepto de na· esa misma cosa pintada, que permane-
turaleza debe desaparecer como resul- ce? Pues no es sino la hechura, el tra-
tante de opciones idealistas en el exter- bajo manual del artista (Marx lo IIa-
minado mundo de lo real. Realismo maria fuerza de trabajo.) Y asi el tra·
significa abordar frontalmente la reali· bajo de! artista pasa a ser e! paradigma
dad, prescindiendo de cualquier prejui· del -.~rtúuiero trabajo humano, entendi-
• cio moral, estético o religioso. do c.omo presencia activa o incluso
Politicamente, Courbct cs socialista y identificación del hombrc social con
revoluciooario (tras los succsos de la la realidad. El artista cs un trabajador
Comuna se ve obligado a abandonar que no obedece a la iniciativa de un
Francia); pero no pone el arte ai servi· patrón y no sirve a sus intereses, pero
cio de la ideología, como si hace en que se somete a la lógica mecánica de
cambio Daumier con sus litografias las máquinas. Es, en defioiri,•a, el tipo
agresivas. Courbet considera que la rea- dt tra/Jajttdor li/Jrt, que akanza la liber-
lidad no es para el artista algo distinto rad en la praxis de su propio trabajo.
de lo que es para los demás: una serie Esto explica por qué Courbet, que t~
de imágenes captadas por el ojo. Aho- nia idcas políticas muy claras, no puso
ra bien, para que estas imágcnes ten· nunca su pintura ai secvióo de esas
gan sentido para la vida tieoen que ideas. Su compromiso ideológico no
convertirse en cosas, deben ser rehe- condiciooa desde fuera su pintura ni
chas por el hombre. Sólo así serán cosa se realiza tt trtwés de la pintura, sino t'rJ
suya, hechos de su propia existencia. la pintura. Por eso supone la quiebra
En otras palabras, la realidad no es el a partir de la cual se abre una nucva
modelo que el artista ha de admirar, problemática, que no va a consistir ya
sino su materia prima. Y aquí Courbet en prcguntarse qué hace el artista co11
se rebela contra la nueva técnica indus- la realidad, sino qué hace e11 la reali·
trial, que embrutece a los trabajadores dad, entendiendo por realidad tanto
y no les ofrcce n.inguna experiencia de las circunstaocias históricas o sociales
lo real. El tiempo dei artista-artesano como la realidad natural.
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Las obras 8/ake y Fiissli 27
do él (;}mbién una figura geométrica, liano y defensor de Çorreggio. Efccti· iio y la pesadilla más que en las visio-
un cuadrado. En efec10, la mente racio- vamente, de Miguel Angel va a recogcr nes trasccndcntales. El mundo clásico,
nal no puede más que doblarse, repe- csa fuerce tendencia amiclásica; cs dc- que para él está muerto, sólo puede ser
tirse, renunciar a volar bacia eJ sol, a al- Ór, el antinaruralismo y su inclinaóón evocado como un fantasma en violen-
cam.ar la comunión con el Universo. a1 simbolismo. Blake puede ser consi- to contraste (aunque también atado
Éstos son también los atios de la Re- derado el punto de partida de ese gran por nexos ocultos) con el presente, in-
volución francesa, de la que Blake ba- arco que recorre e) Simbolismo román· cluso con la moda de la época. Refuta
bía sido gran admirador en sus prime- tico, que concluirá a finales de siglo cl cspiritu cientifico en nombrc dei
ros riempos: luego pasó a consideraria con la «poética• de Mallarmé, la pin- erotismo, que se expresa más en la f.1n·
un fracaso porque también ella rcsul- tura de Redon y el espiritualismo del (;}SÍa que en la realidad. Füssli y Blake
tó opresiva. Para Blakc, cl modelo dcl gmpo (casi masónico en su ritualismo) reconocen que la ciencia es el eje de la
artista •sublime•, casi un demiurgo en- de los rosacruz. También FOSSU ve en nueva cultura y la rechazan porque
tre el ciclo y la tierra, es Miguel Án· el arte una actividad totalmente espi ri· pretenden que el artista sea un ser ex-
gel: su rigurosa dcfcnsa de Miguel tua), antinaturalista: sin embargo, lo cepcional, en contacto con tOdo cuan-
Angel le convierte en un opositor al -sublime•, para él, reside en la profun· to la ciencia, sujeta a los límites de su
dasicismo de Reynolds, edéctico, raf.te- didad más que cn la altura, en el sue- racionalidad, no Jlega a entender.
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Las obras Boullée J' udoux 29
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30 Capítulo primero C!tísico J' romántico
Cllpyngh'ed m enal
Las obras Comtable y Timur 31
SI
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ús obras Comtable y Tumer 33
55 .i6
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Las obras Go;•a 35
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Las obras David 37
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38 Capítulo primcro Clásico y románlico
palabras escritas, la fecha. Sigue man- de pensar en la vida sin pensar en la 60. Maria Amonitta rond111ida a/ suplico (1793):
tenicndo la aotigua costumbre de la muerte, y viceversa. También esto en- dibujo a p/un111. Copia át Dmtid.
pintura dd Iluminismo (Hogarth) de tra en la lógica de la fi losofia de Da-
61. Cmvaggio: E! atlimo de C.iJto
determinar el lugar dei hccho median- vid. La firmeza y la frialdad dei con- (1603-/604); detallr, ida, conjumo, 3 X 2,03 m.
te una serie de presencias significativas, traste entre luz y sombra da ai cuadro Roma, Pin11mtrttt Vntimna.
testimoniales; pero ya no hay ese gus- una tonalidad uniforme, lívida y apa-
to por lo narrativo que daba a la re- gada, cuyos extremos son la sába na 62. Jacqucs·louis David: út '"'"'" át Maral
producción la duración de una escena blanca y la tela escura. En medio de (1793); u/a, 1,65X /,28m. BmsdtJJ, Musia
teatral, de un capítulo de novela. La de- este colorido tan bajo de tono desta- RO)vtt<f dtJ &a11X·A11J.
finición dei lugar, tan precisa en pri- can, sobrecogedoras, unas cuanras ge>-
mer plano, va perdieodo precisión a tas de sa ngre: marcao el clímax de esta
medida que se va más aliá: más de la tragedia sin voct'S y sin gestos (•histe>-
mitad del cuadro t'Stá vacía, es un fon- ria sin acción», decía Bellori de la pin-
do abstracto, carente de indícios de tura de Caravaggio). En definitiva, la
vida. De la presencia tangiblc de las ce>- filosofia de David cs la moral dei re-
sas se pasa a la ausencia más desolade>- volucionari.o: de quien, sabiéndose ya
ra; de la realidad, a la nada; dei ser, ai c.ondenado, cree poder condenar a su
ne>-ser. El borde de la bai\era, la mitad vez sin infringir la ley moral.
cubierto por una tela verde y la otra David solía ir a ver a los condenados
mitad por una sábana blanca, es la lí- que eran llevados a la guillotina y re-
nea que separa las dos zonas, la de las tratados con unos cuantos rrazos de
cosas y la de la nada. El espacio queda gran intensidad (véase el retrato de Ma-
definido por la sobria, casi esquemáti- ria Antoniela, el único de esos dibujos
ca, contraposición entre horizontales y que se conserva); de esta semilla va a
verticales. En esa exígua zona interme- nacer el realismo de Géricault.
dia muere Marat: David no dcscribc la En el cuadro de la muerte de Marat
violcncia dei asesinato, ni el esfuerzo condensa la experiencia y la moral de
de la agonía, ni la angustia de la muer- la época que está viviendo. i\l[arat tam·
te, sino, como filósofo que es, el trán- bién es un •ajusticiado», y la injusticia
sito dei ser a la nada. de que es víctima redime las condenas 60
AI detenerse de esa forma tan estoica que él mismo pronuncio y le absuelve
en el momento de la muertc, David pa· de cualquier acusación de injusticia.
rece conectar, a dos siglos de distancia, (Cómo expresa David esa lógica lerrea
con Caravaggio: ai igual que en la E/ hasta el absurdo? Mediante el espacio
mlierro de Cristo, el motivo dominante dei cuadro: horizontales y verticales,
es el brazo que se abandona, pero en plano frontal (la caja) y proli.mdidad
el que aún hay un último aliemo de ilimitada, que cae a plomo.
vida; esa parte dei cuerpo cuelga sobre Nótese en la figura la relación entre la
la sábana blanca casi coincidiendo con nariz, que sigue la línea horizontal dei
la caída del pliegue de la tela. David borde de la bai\cra, y las cejas, que si-
conecta coo Caravaggio a través de guen las verricales de la caja l' el bra-
Poussin. También en Poussin está muy zo. Nótese también cómo la cabeza se
presente el tema de la muerte: como desploma sobre el brazo, y cómo pre-
trânsito dei presente a un pasado sin cisamente en el punto de convergencia
fin, dei drama a la catarsis. Sólo más de este lúcido esquema compositivo
aliá de la vida se recuperaba esa sere- está la boca de Marat, que expresa esa
nidad clásica que, para él, aunaba el última contracción de agonía que se
sentido pagano o natural y el sentido hace rígida y se recompone en la enig-
espiritual o cristiano de la vida. Pero mática sonrisa del filósofo; él está vien-
la filosofia de David no cs ni pagana do cómo se cumple lo que él sabía que
ni cristiana, es atca. Para él la muerte sería su propio destino.
no cs más que cl bloqueo del presen- Y de esta manera David, utilizando
te: las cosas sin vidas. AJ oo haber dra· fundamentalmente antiguas técnicas
ma, tampoco hay espacio ni tiempo. (de Caravaggio a Hogarth), Uega a una
En el cuadro hay un decidido contras- nueva concepción dei cuadro históri-
te entre sombra y luz, pero no hay nin- co: la historia ya no es uo hecho me-
guna fuente de luz que justifique ese morablc y ejcmplar, ni drama ni cpi-
contraste como algo natural. La luz es sodio; cs la lógica y, ai mismo ticmpo,
la vida, la sombra la muerte: no se pue- la moral de los acontecimientos.
Cllpyngh'eo m renal
40 Capítulo primcro Clásico y romântico
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Las obras Crmova 41
pulcral, una tumba; pero, en sentido de un acto ritual. A través de una sío- tiana. En el espacio, todo apareçe in-
más amplio, es el símbolo de la muer- tesis elevadísima, Canova consigue au- móvil y claro en la geometría de la pr<r
te y de ultratumba. También, desde d nar y expresar, en una unidad formal, porción; todo transcurre y desaparece
punro de vista formal, el significado es la concepción clásica y la concepción en el ritmo dei tiempo. Los e_1calones
doble: la pirámide es una forma sóli- cristiana de la mucrte, la profunda os- que conducen a la puena van marcan-
da, de tres dimensiones, con una puer- curidad de! Ade y la luz del paraíso. do el lento desfile dei breve cortejo;
ta abierta que sugiere cl espacio inte- De este doble significado se deriva la pcro hay una alfombra que une el ex-
rior; sin embargo, vista de freme, apa- posibilidad de una inrerpretación d<r terior con el interior, que se extiende
rece como un plano, una barrera blan- ble, aunque no ambígua, de la repr<r como un manto de agua sobre los es-
ca y luminosa, un diafragma que sepa- ducción. Por un lado, se trata simple- calones. L.1 firmeza dei espacio se en-
ra la claridad de la vida de la dimen- meme de un cortejo fúnebre que sube garza con la continuidad dei tiempo; se
sión oscura de la muene. Son suficien- ai sepulcro para colocar en él la urna rompe la simetria de la composición; a
tes la simplicidad dei símbolo geomé- de las cenizas: ésa es la interpretación la proporción le sucede el ritmo y la
trico y cl candor brillante dei plano clásica, pagana. Pero también es un «mansa armonía que lo gobierna•.
para dar a toda la zona inmediaramen- himno a la memoria consoladora, que En la abstracta dimensión espaci<rtem-
re anterior a la entrada, por donde va enlaza con delicadas cadenas de flores poral, las figuras se sucedcn subiendo
desfilando lentamente el cortejo de los a los vivos y a sus muerros; y si vamos a intervaJos regulares, pcro rítmicos,
dolicnres, eJ aspecto de un espacio ul- un poco más aliá, es una reflexión s<r que dan a la composición la cadencia
trarerrcno, casi de un recinto sagrado, bre el inevitable recorrido de la huma- lenta y grave de un canto fúnebre: por
en el que cada gesto humano tiene la nidad hacia el misterioso umbral de la pnmera vez vemos un monumento
gravedad, la profundidad significativa muerte. Yésta es la interpretación cris- adornado por esratuas libres, colocadas
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42 Capítulo primero Cl!tsico y romântico
sin seguir un orden arquitectónico, punto es el limite entre el ser y el no- por el sentimiento. (Cuál es cntonces
sino imencionadameme asimétrico. ser. Todo es relativo en la vida, todo el descubrimicnto de Canova sobre el
Observémoslas: no son alegóricas o es absoluto en la mucrte; la forma geo- valor de la forma? Qye la forma no es
simbólicas; es más, en algunos detalles métrica, absoluta, es la única que pue- la representación (la proyección o cl
(el tierno talón de la nina, la piei flác- de expresar o revelar la sensación dei •dobJe,.) de la cosa, sino la propia cosa
cida del viejo) son de una evidencia tránsito de lo relativo a lo absoluto, de sublimada, trasladada del plano de la
chocante, conmovedora. AI no estar la vida a la muerte. Esa pirámide blan- cxpcricncia sensorial ai dei pensamien-
adscritas o encuadradas en el espacio, ca no es un símbolo o un emblema; to. Asi, Canova realiza en el arte esa
sino libres, todas las figuras se caracte- es el modelo de la forma absoluta al misma transformación de la sensación
rizao por su singularidad, y sus distin- que tienden las formas • relativas» de en idealismo que, en el campo filosó-
tas edades aluden a los misteriosos de- las figuras. AI estar en relación directa fico, lleva a cabo Kant, cn la literatura
sígnios de la providencia o del hado, con esa forma absoluta, cada una de Goethc y en la música Beethoven.
que hacen que a veces los nifios atra- las figuras adquiere un sentido de lo El escultor danés BERTEL THORVAtD-
viesen el umbral de la muerte antes absolum: algo de lo absoluto de la SEN (1770-1844), que trabaja en Roma
que esos ancianos para los que la vida muerte se mezcla con la relatividad de a princípios del siglo XIX, cs e1 segui-
ya no es más que un peso. Pero esto las semblanzas vitales. Pero, si hemos dor y ai tiempo el antagonista de Ca-
no es una alegoría ni un símbolo, es dicho que cada una de las figuras tie- nova, cuya poética clasicista trata de
una reflexión filosófica y, ai tiempo, ne un marcado carácter de naturaleza, corregir en el sentido de un •idealis-
cristiana sobre el misterio de la muer- {Cn qué consistirá, por tanto, ese trán- mo• formal más rígido. Define la fi-
te y de la vida. Este ascenso de la pa- sito bacia lo absoluto si no en la sus- gura estatuaria siguiendo unos cáno-
sión a la ética del sentimiento y del titución de la materia vital por una nes o sistemas de proporción, sacrifi-
scntimicnro ai pensamiento constituyc materia incorruptible, el mármol? Así cando movi miento y luz en aras de un
cl proceso artistico de Canova, y expli· se explica la importancia que Canova exacto contrapeso de los volúmenes.
ca perfectamente esa abstracción for- atribuía a lo que él denominaba ejecu- La estatua se plantea de esta manera
, . . '
mal, esa trascendental frialdad que tie- ción sublime, y que dejaba en gran par- como una fi)Sa en sz, como un llpo lCo-
nen las estatuas acabadas respecto a la te en manos de otros, de los •técnicos•, nico y plástico en lo relativo a la va-
inmediatez de los bocetos. para que no conservara la huella del riación de las condiciones de espacio
También la simbologia de determina· impulso emocional del boceta. En de- y de luz. A esa indinación poética, que
das formas se revela en lo que realmen· finitiva, el boceto muestra las cosas tal hace que Canova se aproxime a Fosco-
te cs: no un sí.mbolo ni un desdobla· y como son en cl sentido, y la cstatua, lo y a veces a Leopardi, opone Thor·
miemo, sino una sublimación del sig- tal y como lo soo en cl pcnsamiento; valdsen una actitud •filosófica• que lc
nificado. Por cjcmplo, y al margen de pero para Canova, cuya cultura está acerca a David y, en cierto sentido, ai
las posibles referencias a las pirámides basada en los pru1cipios del Iluminis- tipologismo arquitectónico de Boullée
egípcias, la pirámide-tumba tiene un mo, no puede haber nada en el pensa· y Ledoux, seõalando los •conceptos•
significado inhercnte a su propia for- miento que no haya estado antes cn cl que hallan su expresión más justa en
ma. Se apoya en la ticrra con toda su sentido. Y tampoco puede haber nada la forma plást ica y definiendo la auto-
base, pero termina en un punto, y esc en la moral que no haya pasado antes nomia ideal y técnica de la escultura.
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C.opyngh 2d m n..:tl
Las obras Ingm 43
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44 Capítulo primero Cfásiro J' romántico
las piernas hasta esa daridad lumino- por el contraste con el rojo de los bor-
sa, atenuada y difi.1sa, sobre la espalda dados de la tela. El cuerpo guarda una
y los hombros. A su vez, e.1te tenue ela· proporción volumétrica, es cnsi un ci·
roscuro es una modulación luminosa; lindro en ese espacio casi cúbico limi-
y la luz, que no procede de una fuen- tado por esas tonalidades fiias de los
te precisa y no cae directamente sobre li nos extendidos sobre las paredes; sin
las formas, surge de la relación dei co- embargo, la tonali.dad transparente y
for ligeramente c:ilido y dorado de la casi dorada de la piei lo dilata, lo ponc
piei con los grises fríos de los planos cn relación con todos los tonos dei
de fondo, con el verde oliva de la cor- cuadro. Forma plástica y tonalidad de
tina. lntencionadamente, lngres redu- color se identitican: el tono cálido dei
ce al minimo el aparato escénico: no cuerpo contrasta c.on el tono frio de la
nos cuenta si la mujer se está prepa- cortina ve.rde en primer plano y de las
rando para ir a baiiarse o está salien- sábanas extendidas ai fondo, pero el
do dei bano, y el hecho de que el am- mismo contraste-acuerdo se da entre el
biente sea e1 de una sala de baiio sólo modelado rígido de la cortina, los pht-
se puede deducir dei redondel amari- nos unidos dei fondo y la espalda tor·
llo dei grifo dei agua y de csa luz fría neada de la mujcr. Y aún más: e! mo-
que, ai refleiarse cn la banera que no delado continuado del cuerpo queda
se ve, immda el espacio que está más rcalr.ado por esos dos retazos de lino
aliá de la cortina verde. Un espacio pic- enrollados uno alrededor dei codo y
tórico tan esencial, mn desnudo, que otro de la cabeza. (Cu:íl es, en coose·
se reduce a unos pocos planos defini· cucncia, el ideal formal de lngres? {EI
dos por horizontales y verticales, sólo plano o cl volumen? (l..a línea recta o
ticne un precedente: út muerte dt Ma- la curva? {La forma continua y regu lar
rtll, de David. lntencionadamente, lo- dei cucrpo o la forma partida y capri-
gres comprueba la fuerza de aquella es- chosa de esos trapos anudados? iEs el
tructura espacial aplicada a un tema o coloro es la luz) lngres no acepta nin-
un sujeto completamente distinto, ca- gún ideal formal " priori: todo lo que
reme de cualquier implicación ideolér se ve, se dibuja, se pinta, puede llegar
gica o moral. Y, lo que es más impor· a akanzar tm valor de torma absoluta:
tante aún, a un ambiente de tonal ida· y precisamente lo alcanza cuando el
des claras y transparentes, cn lugar de prÓp.io signo cs ai mismo tiempo Hnea
tenebrosas. Para alcjar tOda sugcstión y color, volumcn y luz. En otros tér-
emotiva o sensual, lngre.1 prescnta a la minos, l ngres fue d prímcro cn enten-
batiista de espaldas: sin d .mini.mo in- der que la forma no cs más que el pro-
dicio de movimicnto, pero sin manre- duct.o de la forma de ver o experimen-
ner una inmovilidad estatuaria. la fi. tar la rcalidad propia del artista: es de-
gura, de gran ramaiio, está como dila- cir, es el primero que supo reducir el
tada y suspendida en ese espacio res- problema del arte ai problema de la vi·
tringido, inundado de luz plateada, re- sión. Y este hecho explica por quê, a
f1ejada, enrarec.ida. No tiene rostro: lo pesar dei c.lasic.ismo de su concepción,
poco que se ve de la cara está velado su pintura fue objeto de enorme inte·
por la sombra; pero precisamente ahi, rés por parte de alguoos impresioois-
ju nto a la parte más oscura dd cuadro, tas c.omo Degas, Renoir y el propio
destaca una tonalidad luminosamente Cézanne, y más tarde, de los expresio-
más alta: el turbante enrollado en laca- nistas, especialmente de Seurat; y, por
be.za, de un blaoco que resulrn cálido últi mo, de Picasso.
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Las obras f 11gm 45
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46 Capítulo primero Cl/uico y romámico
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Las obras Géricault 47
una loca esperanza. Y se dan dos fucr· sicndo una humanidad grandiosa, his-
zas contrarias: la marejada sobre el tórica, ideal: por eso es más trágica su
mástil, con los náufragos que intentan derrota.
una incierta salvación; la ola que re- Para Géricault, realismo es precisamcn·
chaza a los náufragos, el viemo que te la derrota dei ideal, la inutilidad y
hincha la vela en dirección contraria. la negatividad de la historia, la hostili·
Sobre el plano inestable, oscilante, de dad entre el hombrc y la naturalcza, la
la balsa, toda la composición está sa· irrupción de la muerte en los actos de
cudida por dos fuerzas contrarias: la la vida. Rechazar el orden que en el
esperanza y la desesperación, la vida )' flujo turbio de la pasión (la cnergía)
la muerte. Las figuras siguen siendo aísla y distingue a los sentimientos (las
aquellas, heroicas, de la pintura clásica fuerzas), dirigiéndolos bacia una ac-
de la historia: e! muchacbo muerto es ción lúcidamente decidida (la de la bis-
tan bello como Meleagro (pero obsér· toria); captar en el mismo rostro, en el
vese la nota escalofriante, realista, de mismo cucrpo, en la misma situación,
los pies envueltos en harapos blancos), los elementos contrarios de la grande-
e1 padre que le sostiene en sus brazos za y de la decadeocia, de la nobleza y
tiene la compostura solemnc de un de la depravación, de lo bello y de lo 71
dios dásico, los otros muertos que es· feo; captar, en definitiva, la vida en su
tán en el suelo pareceo gigantes fulmi· contradictoriedad y en su precariedad: 72. Théodore Géricault: Rttrato d< UJta lrxa
nados por Zeus. Es<l humanidad que primera aseveración de un Tl'alísmo que (1822·23); tela, 0,77 X 0,64 m. Pari~ Ú!uw.
va a ser destruída por un aconteci- no es imitación de la naturaleza, sino
miemo adverso, más fuerte que ella, rechazo moral de la concepción clási·
por esa tempestad en el mar, sigue co-cristiana dei arte como catarsis. 7.l. Théodore G<ricault: Ú! balsa de la MdJtSa
(/818-19); tela, 4,19X 7,16m. Paris, Ú!ltVrt.
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48 Capítulo primero Cl!tJiro y romtÍ11tico
Eugene Delacroix comprcnde que en la sociedad están para los românticos (no só lo france-
La Libertad conduce a/ p11eblo madurando nuevas instancias revolu· ses), la libertad es la independencia na·
cionarias que se están manifestando en cional: también lo va a demostrar en
la lucha de clases. mras obras~ asi, en La IIUllall?Jt dt Qjtfos
Para DELACROIX, dirigente reconocido Revolucionario en 1830, Delacroix (1824) y en Grecia scbre las nti11as deJV!is-
de la •escuela romântica•, la historia pasa a ser contrarrevolucionario en .<Q/011gi ( 1827). En la gran tela de 1830,
oo cs ejemplo ni guía de la actuación 1848, cuando la dase obrera se rebela la mujcr que ondea el tricolor sobre
humana, es un drama que empezó con contra la burguesia capitalista que la las barricadas es, al mismo tiempo, la
la humanidad y continúa en el presen· explota. Como todos los románticos, Libertad y Francia. Y (quién combate
te. La historia contemporânea es lucha se declara amiburgués: de hecho, como por la libertad? Geme del pueblo e in·
política por la libertad. La Libertaá ron· se ha seiialado acertadamente (por par· telectuales burgueses: en nombre de la
duce ai pueblo cs el primer cuadro po- te de Maltese), ataca a la pequena bur· Libertad-Patria se sella la wti1111 Stwi:e
lítico de la historia de la pintura mo- gucsía sólo por su estrechez de miras, entre el pueblo descamisado y los se·
derna: exalta la insurrección que, en ju· su cultura medíocre, su mal gusto, su iiorcs con sombrero de copa.
lio de 1830, puso lin ai terror blanco ansia por vivir bien. Y, sin embargo, No confunda mos esta ambigüedad
de la restaurada monarquia borbónica. frecucnta asiduamente los salones y ideológica con otra cosa, pues es sen·
La política de Delacroix y, en general, goza de los favores de las altas finan· cillamente un indicio: pero, siguiendo
de los románticos no está clara: lucha zas burguesas. El cuadro que exalta las esa huella, se pasa de una ambigüedad
contra qu ienes intentao restaura r los jornadas de julio contiene un entusias· a otra. No es un cuadro histórico, no
privilegies feudales como si la Revolu· mo sincero y un significado político representa un hecho o una situación.
ción no se hubiera producido, peco no ambíguo. Para Delacroix, y en general Tampoco es un cu adro alegórico: lo
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Las obras Delncroix 49
76
único alegórico cs la figura de la Li- de otro, el macabro detalle emotivo de 74. Eugene Delacroix: La Libtrrad {()adsl(t ai
bertad-Patria. Es un cuadro realista que los botines blancos en los pies de un puthlo (1830t ttla, 2,6/.JX 3,25 m. Paris, Lauvrt.
culmina con una secuela retórica soldado muerto. Es también idéntica
75. Eugêne Delacroix: La mlllanM dt Qgfos
(como tan a menudo ocurre en la pro- la forma de sostener y subrayar el ges- (/822); Ir/a, 4,22 X3,52 m. Pari;, ÚlHVrt.
sa de Víctor Hugo). Hasta la figura ale- to culminante, acompaõándolo, a la
górica es una mezcla de realismo y de derecha y a la izquierda, con e! brazo 76. Eugene Delacroix: AuwrntraliJ (1839); ufa,
retórica: una figura •ideal• que para levantado de otras dos figuras. Vistas 0.64 x 0,51m. Paris, LasiVT(.
esa ocasión se ha vestido con los hara- las analogias, pasemos a las diferencias.
pos dei populacho y, en lugar de la Recalcando el esquema compositivo de
simbólica espada, empui\a un fusil de la balsa, Delacroix le da la vuelta. ln-
reglamento. vierte la posición de los dos muertos
A partir de estos claros indicios es fà- en primer plano, aunque esto no es
cil acceder a la fuente, incluso a la le- muy importante; peco también invier-
tra pequena dei cuadro: út balra de !tt te la dirccción dei movimiento de las
Medusa, de Géricault Como en la /Jtd- masas, que en la balsa es desde adelan-
stt, el plano de apoyo es inestable, cons- te bacia atrás, mientras que en la Liber-
truido con vigas inestables (la barrica- tad avanza precipitándose hacia e! es-
da), y de esta inestabilidad nace y se de- pectador, entrándole de frente, diri-
sarro lia in crcsando el movimiemo de giéndosc a él con un di~cur~o dirc:cto.
Ja composición. AI igual que en la btd- Esta media vuelta no responde sólo a
Stt, las figuras forman una masa ascen- una necesidad retórica. Ese movimien-
dente que culmina en una persona que to de las masas hacia el horizonte, en
agita algo: allí, un harapo; aquí, una el cuadro de Géricault, producía una
bandera. AI igual que en la balsa, tam- especie de catarsis en el drama: a par-
bién aquí apareceo en primer plano tir de la violencia realista se formaba
los muenos tirados; se pareceo inclu- una grave coralidad que asumía rasgos
so en sus posturas. Hay hasta una de gra ndeza clásica (por cjcmplo, en el
coincidencia en algunos detalles atroz- viejo con d hijo muerto).
mente realistas: el pubis descubierto de Todo cuanto había de profundamente
un cadáver, el calzón caído sobre ei pie clásico en el cuadro de Géricault desa-
Cllpyngh'ed m tenal
50 Capítulo primero C!tisico y mmántic()
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Las obrns Bartolitli y Rude 51
Cllpyngh'eo m tenal
Las obras Corot y 17Jéodort Rousm111 53
(., pyn 11 t rr r1 ti
54 Capírulo primero Clásico y ronulntico
Las obras Comt y Tbéodort Rou.treau 55
pasó a ser muy conocida en Paris dcs- sino definir un espacio pictórico uni- siguientes: DIAz DE LA PEiiiA (1808-
pués de su cxposición de 1824 y de la tario en el que ningún elemento sea 1876), CHARLES DAUBIGNY (1817-
rcvalorización romântica de la arqui- más o menos importante que los de- 1878), )ULES OUPRE (1811-1889),
tcctura gótica: Corot volverá a él en más; las zonas de sombra ticnen su CONSTANT TROYON (1810-1865). El
más de una ocasión (mtedrales de Sm.\ propia calidad de tono, así como los movimiento surge en base a la enorme
Soissom, Roum). Sin embargo, en este planos de luz; el ciclo no es un fondo impresión que en el ambiente artístico
cuadro el cdificio no está encuadrado único, sino que mezcla un velo azula- parisino había suscitado la exposición
perspectivameme, como en los paisajes do en todas las tonalidades; ni siquie- de los pintores ingleses. Constablc, es-
clásicos, ni tampoco queda reabsorbi- ra el propio edificio, que el montículo pecialmente, aparece como e! típico ar-
do en lo f(pintore..~co» de la vista pai· deja en segundo plano, es el protago- tista •moderno• que aborda la realidad
sajística, como en Constable. Hay un nista de la vista. En definitiva, es mo- de forma directa, libre de esquemas
primer plano árido y vado (las dos fi- tivo y no sujeto: de tal manera que preconcebidos. Lo más sorprenden te
gurillas fueron aiiadidas por el propio puede decirse que el dato objetivo (el cs la nm•cdad de su técnica: rápida,
artista mucho después); en primer pla- paisaje) se presenta ai artista como ml>- amplia, brillante, resolutiva, tan preci-
no hay una imagen tormada por un tivo cuando se presta a ser experimen- sa que parece que se distinguen las ho-
montón de picdras de construcción y tado o vivido como un espacio unita- jas de! árbol allí donde, si se mira mc-
un montículo con un poco de hierba rio, en el que no cabe ninguna gradua- jor, sólo pueden verse manchas colo-
y dos arboliUos. (Por qué ese montícu- ción de importancia, sino únicamente readas. Evidentemente, cl valor que
lo, que limita el campo visual y que una perfecta proporción entre todos Constable buscaba no era la precisión,
no tiene nada de pintoresco' El mon- los valores. sino la •corrección• de los tonos de co-
tón de tierra oscura hace que desta- A partir de 1830, aproximadamente, lar y de las relaciones entre ellos.
quen el corte nítido y la transparencia surge y se desarrolla en Francia la es- Pero (CÓmo explicar que esa mancha,
de los planos del edificio; la luz con- cuela paisajística denominada de Bttr- aunque no describiera nada, lo decía
centrada sobre los bloques irregulares bi:ttm, que adapta cl nombre de un todo, incluso la forma de las ramas y
pone en relación con el cielo esa volu- pueblo próximo ai bosque de Fontai- de las hojas' Esa mancha nos hacc "'
mctría luminosa de la catedral; los dos nebleau, ai que se habían retirado al- rortocer cl árbol: no porque proporcio-
arbolillos, oscuros sobre el cielo claro, gunos pintores jóvenes, dirigidos por ne una noción del mismo, sino por-
acompai\an a esas agujas que se elevao THÉODORE ROUSSEAU, con el prop~ que evoca una expcriencia que está en
luminosas ai fondo. Lo que le interesa sito de renovar la pintu ra paisajística nosotros, en nuestra memoria. La
ai pin.tor no es disponer los objet?S abandonando todas las convenciones mancha, en sí, no proporciona más
unos JUDIO a otros, aunque sean plc- y las regias, viviendo en el campo, es- que la impresión inmcdiata que se
tóricamente interesantes (la bella cate- rudiando detenidamente los cambian- siente ante lo verdadero, en unas de-
dral, los árboles, cl movimiento de las tes aspectos de la naturaleza. Los prin- terminadas condiciones de lugar, de
nubes plateadas en cl ciclo azulado), cipales integrantes del grupo eran los tiempo, de luz; pero, puesto que la
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56 Capítulo primero C/ásiw J ' romát~tico
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Las obras Coro/ y 77Jéodore RnzL<reau 57
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58 Capítulo primero CláJifo y romántico
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Las obras DrttllltÜr 59
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Y" h n I
60 Capítulo primero Clásico y románrico
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Las obrns Guys y Daumitr 61
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62 Capítulo primero Clítsico y romát~tico
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C.opyrrghred m. rr..:tl
Las obras Gu;•s y Daumrer 63
cepcióo, de sentir más y de forma dis- Hasta lo cómico y lo feo, IJevados has-
tinta a los demás; sólo cuando se co- ta el exceso, se convierten en beiJo: de
loca fuera de la sociedad está en con- aquí el interés de Baudelaire por los di-
diciones de analizar, interpretar y, den- bujantes y los caricaturistas que siguen,
tro de los limites de sus posibilidades, describen, comentao día eras dia, los
orientar y dirigir a la socicdad. Lo con- acontecim ientos políticos, la vida
seguirá si repudia todo lo que es repe- mundana, la crónica de Paris. Como
tición, hábito, convención, aburri- literato, ve en esas figuras que llegan ai
miento y adaptación ai gusto de la me- público, en la prensa diaria, más un
dia, y si sabe ser novedoso, no tener arte para leer que para contemplar; son
prcjuicios, ser brillante, im•emivo y el signo de la presencia viva de la in-
emotivo. Para Baudelaire, el artista ro- tervención dei artista en la sociedad.
mântico ideal es Delacroix: en él (y no C0NSTAN11NE GUYS es para él el ver-
en el retórico Victor Hugo) ve conju- dadero •pintor de la vida moderna•, el
garse los dos aspectos esenciales y recí- artista •hombre de mundo• que vive
procamente integrantes dei arte: lo en medio de la muchedumbre con el
contingente y lo eterno, lo característi- gusto por la vida dei convaleciente y
co y lo beiJo. la curiosidad prensil dei niiio. Era, en
En realidad, ambos aspectos son uno efecto, un dibujante vivacísimo, dis-
solo: en efccto, lo beiJo no es una ca- puesto a captar todo, y rápido y eficaz
tegoria formal en sí misma, sino que en plasmar no sólo el carácter, sino 90. Honoré Daumier. E/ w&On dt tlf((ra cblst
aparece en codo aquello que se sale de también la calidad •espiritual•, los es- (1862); ufa, q67 x q93 m. OMu.-a, Naliona!
lo habitual, de lo normal, de la media. tigmas de la élite social, lo beiJo como Glll/ny of C,madJL
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64 Capítulo primero C/á.sico y romántico
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Las obras MilleL y Pitrarm 65
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66 Capítulo primero Clá.riw y mmámico
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Las obm Mt11el y Pirsarro 67
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CAPÍTULO SEGUNDO
LA REALIDAD Y LA CONCIENCIA
E! Jmpresionismo Es difícil dccir si era mayor d interes alejaba sin duda de! extremismo revo-
de! fotógrafo por aquellos pintores que lucionario (Courbet se sumará con pa·
En 1847, Courbet había anunciado su el de aquellos pintores por la fotogra- sión a la Comuna) y le acercaba en
programa: realismo integral, enfrenta· fia; en todo caso, es cierto que uno de C'~mbio a literatos y poetas (fue amigo
miemo directo con la realidad, ai mar- los móviles de la reforma de la pintu· de Baudclairc y ]u(>:gO de MaJJarmé). A
gcn de cualquier poética preconcebida. ra fuc la necesidad de redefinir su ese.n- partir del alio 1870 se fue acercando
Era la supcración, ai mismo tiempo, cia y sus objetivos con relación a esc cada vez más ai lmpresionismo. elimi-
de lo •clásico• y de lo •romántico» nuevo instrumemo de reproducción nando eJ cla.roscuro y los tonos inter·
como poéticas dirigidas a mediatizar, mecánica de la realidad. medios y resolvicndo las relaciones de
condicionar y orientar la relación dei La definición se remonta ai comenta· tonos con relaciones cromáticas.
artista con la realidad. Con eUo Cour- rio irónico de un crítico sobre un cua· Tras la primcra exposición cn cl estu·
bet no niega la importancia de la his- dro de Monet titulado Imprdi6n, ama· dio dei fotógrafo Nadar hubo otras:
toria, de los grandes maestros del pa· neâendo; pero file adoptada por los ar- las de 1877, 1878, 1880, 1881, 1882 y
sado, pero afirma que de cllos no se hc- listas, casi como un des.afio, en c..xpo- 1886, que.' sicmprc suscita ron reaccic.r
reda ni una concepción dei mundo, ni siciones posteriores. Las figuras desta- nes escandali1_adas por parte de la cri·
un sistema de valores, ni una idea del cables dei grupo fueron: MONET, RE- tica oficial y de la gente de ordcn. Los
arte, sino sólo la expericncia de afron- NOIR, DEGAS, CÉZANNE. PISSi\.RRO, únicos críticos que entcndieron la im·
tar la realidad y sus problemas con los SISlEY. En la primera fase de la inves- portancia dei movimiento fueron Du-
medios de la pintura. Más aliá de la tigación participó también un amigo rct y Duranty, además dei escritor,
ruptura con las poéticas opuestas y de Monet, )-F. BAZILLE (1841-1870), amigo de Cézanne, Emílio Zola, aun-
complementarias entre sí de lo •clási- que murió luchando co la guerra fran- que éste con ciertas reservas. No había
co• y lo •rornántico•, el problema que co-prusiana. MANET no formaba par- ningún interés ideológico ni político
se plameaba era el de abordar la reali- te de! grupo, aunque era considerado que cohesionara entre sí a los jóvenes
dad sin apoyo de esas poéticas, liberar como un precursor del mismo; de he- •revolucionarios• dei arte: Pissarro era
a la sensación visual de cualquier ex- cho, este artista de más edad y ya co- de izquierdas; Degas, conservador, y
periencia o noción adquirida y de cual· nocido había dcsarrollado en un sen- otros, indiferentes. No tenían un pro-
quicr actitud preconcebida que pudi<' tido esencialmente visual la tendencia grama concreto. Sin embargo, en las
se prejuzgar su inrncdiatez, y ai trabajo realista, apartándose, sin embargo, dcl díscusioncs que mantenían en e! cafe
pictórico, de cualquier regia o costuro· inregralismo de Courbet y rcmitiendo ·Guerbois• se habian puesto de acuer-
bre técnica que pudiera comprometer a los pintores modernos a la experien- do sobre algunos puntos: I) su aver-
esa reproducción a través de colores. cia de esos maestros del pasado tan ale- sión por el arte. académico de los St1·
El movimiento impresionista, que que- jados de! clasicismo académico como tons oficiales; 2) su orientación realis-
mó d<-cididamente eJ pueme tendido Velázque-4 Rubens y Franz Hals. Re- ta; 3) su desimerés total por el sujcto
bacia el pasado y abrió el camino a la chaza el enfrenramiento brutal con la y su preferencia por el paisaje y la na-
investigaciót> artística moderna, se for· realidad y en cambio se plamea liberar turaleza muerta; 4) c! rcchazo de las
mó en Paris entre 1860 y 1870: se pre- a la percepeión de todo prejuicio o costumbrcs de 111elier a la hora de c~
sentó por primcra vez. ai público cn convencionalismo para poder cxpre- locar c iluminar los modelos y de em-
1874 con una exposición de artisras sarla en su plenitud de acto cognosci- pezar con el dibujo ai trazo para lue-
•independientes• que se llevó a cabo tivo. El retorno a la elección de valo- go pasar ai claroscuro y al color; 5) d
en el estudio dcl fotógrafo Nadar. res, que en cambio Courbet e.xduía, le trabajo en plm-tlir. eJ esrudio de las
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E/ lmpmionismo 69
sombras coloreadas y de las relaciones conmoción rornánticas. Cézanne y De- 94. Frédéric Bazille: Úl ji1miii11 á</ artiJJ11
entre colore;) t.omplcméntarios. Sobre gas, en cambio, consideran el estudio (1868.fJ9): itkl, 1,53 X2.30m. Pa!Ít, Mu.<k
este último punro es cicrta la reteren· histórico tan importante como el de la d'OnaJ'·
cia a la teoria óptica de Chevreul so- naturaleza: Cézanne, especialmente,
bre los contrastes simultáneos: sólo en dedica mucho tiempo a estudiar en d
1886, con el Ncoimpresionismo de Louvre las obras de los grandes maes-
SEURAT y de SIGNAC, se llegará a un tros, tomando apuntes y haciendo co-
imento deliberado de basar la pintura pias de ellas.
en las leyes científicas de la visión. Está convencido de que, para poner en
Incluso antes de la exposición de 1874 claro la esencia de la operación pictó-
los móviles y los intereses de los dis- rica, hay que reanalizar su historia;
tintos componentes dei grupo tampo- pero, puesto que también Mooet y los
co eran idénticos. Monet, Renoir, Sis- dernás persiguen e! misrno fin median-
ley y Pissarro realizao un estudio di- te la verificación de las posibilidades
recto, experimental, de la realidad: de- técnicas de! momento, ambos procesos
dicándosc prcfcrcnlcmc:ntc a las orilla.s convcrgcn cn un mismo fin: demos..
del Scna, se proponen reproduci r de la trar que la expcriencia de la realidad
forma más inmediata posible, con téc- que se realiza con la pintura es una ex-
nica rápida y sin retoques, la impresié11 periencia plena y legítima que no pue-
lu minosa y la rransparencia de la at· de ser sustituida por otras experiencias
mósfera y del agua con puras notas de que se realicen. La técnica pictórica es,
color, ai margen de cualquier gradua- por tanto, una técnica de conocimien-
ción de claroscu ro y evitando utilizar to que no puede ser excluída dei siste-
el negro para oscurecer los colores en ma cultural del mundo moderno, emi-
sombra. AI ocuparse exclusivamente nentemente científico. No es que afir·
de la sensación visual, rehúyen la •poe- men que, en una época científica, el
ricidad• del motivo, la emoción y la arte haya de parecer científico: lo que
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70 Capítulo segundo La realidad )' la amcim&ia
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La fotografia 71
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72 Capítulo segundo La realidad y la conciencia
sustituida por un medio mednico (es duzca la realidad !tily como tS y la pin- cedimiemos focográlicos penenecen ai
la tesis de Baudelaire, así como de los tura udy comfJ se ve no es válida: el oi> orden estético. En cambio, es erróneo
simbol.istas y de las cendencias afines); jctivo fotográfico repite, ai menos en creer que, en cuanto tales, sustituyen a
2) se reconoce que el problema existe la primera fase de su desarrollo técni- los procedimientos de la pintura: los
y es un problema de visión que sólo co, cl funcionamiento dei ojo huma- pintores •de visión•, desde Courbet
se puede resolver definieodo con clari- no. Tarnpoco se puede afirmar que el hasta Toulousc-Lautrcc, están dispues-
dad la distinción entre los tipos y las objetivo sea un ojo imparcial y que el tos a admitir que la fotografia, ai igual
funciones de la imagen pictórica y de ojo humano sea un ojo influenciado que el arte gráfica o la escultura, pue-
la imagen fotográfica (es la tesis de los por los sentimientos o los gustos de la da ser un arte distinto a la pintura. En
realistas y de los impresionistas). En el persona: el fotógrafo también mani- definitiva, no es el problema teórico lo
primér caso, la pintura trata de plan- fiesta sus indinaciones estéticas y psi- que tiene interés, sino la rcalidad his-
tearse como poesía o literatura figura- cológicas a la hora de escoger los mo- tórica de las relaciones recíprocas.
da; en el segundo, la pintura, liberada tivos, de componer e iluminar los oi> Otro aspecto irnponante de la relación
ya de su función tradicional de •repro- jctos, de encuadrar y de enfocar. Des- es el enorme crecimiento dei patrimo-
ducir la verdad•, se plantea como pin- de mediados dei siglo XJX hay persona- nio de imágenes: la fotografia hace ver
tura pura; es decir, aclara córno con lidades de fotógrafos (por ejcmplo, Na- gran cantidad de cosas que escapao no
procedimientos pictóricos rigurosos se dar) así como hay personalidades de sólo a la percepción, sino a la atención
obtienen valores inalcanzables por artistas. No tienc sentido prcguntarse visual. El lmpresionismo, estrecha-
otros rnedios. si •hacen arte• o no, y no hay ningu- meme ligado a la divulgación social de
La hipótesis de que la fotografia repro- na dificultad en admitir que los pro- la fotograAa, tiende a competir con
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74 Capítulo segundo La reafidad )' la collciencia
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El Neoímpr<!Sionismo 75
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76 Capítulo segundo La retdidad y la conciencia
visualidad impresionista, pero en sen- yecta cl flujo de la imaginación cn imá· componentes esenciales de la corriente
tido tspiritualista, en lugar de científi- genes visibles. Si el lmpresionismo modernista, e influye no sólo en la pin-
co. La antítesis se prcstaba a ser fácil- tiende a ofrecer sensaciones visuales tura, s.i no en la arqoitectura (Horta,
mente resuelta reconociendo el carác- que sean ya, como tales, actos cognos- Van de Velde, Gaudí, etc.), en la deco-
rer ideal o espiritual de la ciencia. citivos, el Simbolismo trata de suscitar ración, en la ropa de vestir. Puesto que
Efectivamente, el Simbolismo, que en- reflexiones sobre todo aquello que es cada cosa, natural o artificial, puede
cuentra apoyo en las poéticas !iterarias incontestablemente real aunque no se asumir para nosotros un significado
contemporâneas y sobre todo en Mal- vea. No hay, en principio, ninguna an- simbólico, desapareceo los limites a la
larmé, replamea un problema de con- títesis radical con el lmpresionismo. A morfologia y a la simbologia dei arte.
tenidos, conectando así con las prime- Mallarmé le gustaba dcfin irsc como Se descarta, por ser demasiado tecnicis-
ras instancias românticas de Blakc y de «poeta irnpresíonista y simbolista ..; de ta, la distinción tradicional entre artes
Füssli, con la pintura Iiteraria de Cus. la misma manera, los neoimpresionis- mayorcs y menores: todo es concebido
TAVE MORf.AU (1826-1898) y con el tas como Gauguin no exduyen una como originari amente o sustancial-
alegorismo de las evocaciones clásicas sí ntesis de ambas tendencias, sino que mente o potencialmente artístico (•Ars
de PIERRE PUVIS DE CHAVANNES la desean. Puvis de Chavannes intenta una, species mille.). Las nuevas técni-
(1824-1898). Aunque sea contrario a la lograr una intcrpretación simbólica cas industriales permiten obtener for-
pura visualidad impresionista, el Sim- dei arte clásico, evocado como dimen- mas absolutamente distintas a toda la
bolismo no se contrapone ai Impresio- sión mítica. En literatura, Flaubcrt an- morfologia tradicional, cada vez más o
nismo como conceptualismo o forma- ticipa el lmpresionismo en Madtzme menos directamente relacionada con la
lismo, sino que trata de transformar BtnJary y se aproxima ai simbolismo de morfologia natural; se atribuye a estas
los contenidos de igual manera que el G. Moreau en Salammbô. Hay un en· formas, que ya no son explicables co-
Impresionismo trata de cambiar el va- frentamiento polémico entre d •natu· mo •analógicas• a las formas natura-
lor de las formas. El arte no represen- ralismo• literario de Zola y el •espiri- les, eJ valor de sig11os de una existencia
ta, sino que revela a través de signos una tualismo• de Moréas, el autor dei Ma- trascendental o profunda, cuya infini-
realidad que está más acá o más allá nifii!Sto dei Simbolismo (1886); y un sim- dad escapa a la aprehensión de los sen-
de la conciencia. Las imágenes que sa- bolista como REDON, cuando pinta tidos y a la reflexión dei intelecto, pero
len de lo más profundo dei ser huma- flores, llega a notas de intensidad cro- que el arte y sólo el arte puede revelar
no se encuentran con aquellas que pro- mática dignas de Renoir. De hecho, la y convertir en fenómenos. La tesis es
ceden dei exterior: la pintura es como pinrura, ai perder su tradicional fun- similar a la de la poética simbolista de
una pantalla diáfana a través de la cual ción social, pasa a ser un instrumento Mallarmé: las palabras no valen por
se produce una misteriosa ósmosis, se de investigación de la mente humana, su significado habitual o lexicológico,
establccc una con tinuidad entre el de sus contenidos y sus procesos; la sino por el que asumcn en el contex-
mundo objetivo y el subjetivo. sensación visual es un segmento de esa to, como generadoras de imágenes.
Así como la luz no es visible mientras mente, precisamente el consciente, por Si el Neoimpresionismo está en la base
no la intercepte una pamalla sólida, encima y por debajo dei cual están cl de la investigación estructural de los fou-
sólo cn el limite entre interior y exte- supraconsciente y ei subconsciente. 'lk!!' y dei Cubismo, el Simbolismo ami-
rior, entre persona y mundo, se pro- También el Simbolismo es uno. de los cipa la concepción surrealista dei sueno
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La arquitcctura de los iltgmiems 77
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78 Capítulo segundo La rtttlidnd y In conciencin
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La ttrquitectura de los ingmieros 79
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el desarrollo dimensional, liberando a ca, más dura co Francia, entre los pio- tensión de sus vigas, que entretejen la
la geometria de los volúmenes de! peso oeros de la funcionalidad técnica y los estructura metálica, le proporcionao
de la masa; 2) conseguir una volume- conservadores de la arquitectura •de ese impulso que la eleva por encima
tría los estilos• (es decir, entre estructura- de! horizonte urbano como si fuera
. ' transparente,. eliminando
.
la distin-
.
cton entre espacJO tnterno y espacto ex- listas y decoradores), se va abriendo ca- una antena gigantesca o un faro sim·
terno y dando una sensiblc primada mino cada vez más la convicción de bólico. Se trata de una construcción
ai vacío (las cristaleras) coo relación ai que sólo mediante las nuevas metodo- técni•.amente funcional que, sin em-
lleoo (los finos segmentos metálicos); logías constructivas se puedc alcanzar bargo, no tiene otra finalidad que la
3) logtar en el interior una luminosi- esa configuración dinâmica dei cspa- de visualizar y magnificar los elemen-
dad igual a la exterior. cio que corrcsponde a la scnsibi lidad, t;)S de la propia estructura: su induda-
Las ventajas prácticas de! sistema favo- ai sentido de la vida de la sociedad mo- ble función representativa (es ele/ou de
receo su difusión: H. LABROUSl'E derna. la Exposición, pero enscguida pasa a
(1801-1875) construye en hierro y cris- El triunfo de los técnicos queda con- ser el símbolo de! París moderno, ai
tal el Saló11 de la Biblioltca Nacio11al sagrado con la construcción de la torre igual que el coliseo es el símbolo de la
de Par ís (1868); G. ME NGON I idcada por A. G. EIFFEL (1832-1923) Roma antigua, y la cúpula de San Pe-
(1829-1877),la importante aniculación para la exposición de Paris de 1889; dro, el símbolo de la Roma católica)
viaria de la Galltria Viuorio Emanude, sus más de 300 metros de altura, la cur- se resuelve en representar su propia
en Milán (1865). A pesar de la polémi- vatura de sus perfiles angulares y la funcionalidad técnica. Es, en conse-
110. Alessandro Amonelli: Molt an(l)ndliana, cuencia, un macroscópico eiemen to de tura lincal que no intcrrumpc la con·
m Turin. E1 pruy<cto es de /863 y /11 (I)JtJJmrdón decoración urbana que prevalece deci- tinuidad de! espacio y desarrolla su cn·
Jt initia m 1878. didamente sobre los viejos símbolos de tramado •a giorno», a la luz y ai aire,
las torres de Nolrc-Dttmt y de la cúpu- es, indiscutiblemente, un caso típico
I 11. John Rocbling: Pumtr de Brookl)'n
(1868-83). en NuNtt York. la de los Inválidos; un monumento de plm-air arquitectónico. Carece de
cuya singularidad estriba en no tener masa y de volumen, está dibujada con-
nada de •monumental•, puesto que no tra c! ciclo como un dibujo ai trazo so-
conmemora ni celebra un pasado, no bre una hoja de papel: con trazos más
expresa princípios de autoridad ni re- gruesos y más finos, que cualifican de
presenta ideologias, sino que ensalza el distinta manera la calidad cromática
presente y anuncia el futuro. (Véase, dei fondo, igual que los dibujos de los
como antítesis, la concepción absolu· impresionistas. Sin embargo, ai mismo
tamente retrospectiva del monumento ticmpo riene una fuerte carga simbóli-
contemporáneo Villoriano cn Roma, ca, porque sus cstrucruras y sus formas
que pretende ser el símbolo monu· no obedeceo ya ai principio natu.ralis-
mental de la Roma moderna y que, en ta dei equilíbrio estático de pesos y re-
cierto semido, lo es porque simboliza sistencias y, por encima de todo, ya no
de la mejor manera imaginable el olr quiere ser representativa de la autori-
tuso conservadurismo dei poder bu- dad política o religiosa, sino expresar
rocrático. Y véase también la Mole una ideología progresista en el propio
que levanta en Turín A. ANTON ELLI empuje de sus líncas. Es un •proycc-
(1798-1888), con una intención urba- to" desmesuradamente engrandecido y
nística similar a la de la torre Eiffel, •cosificado•. Entre la proyccción grá-
aunquc con técnicas tradicionales y fica y la forma construída no hay un
con un significativo cornpromiso en- proceso, un iur: la tt'<:nica constructi·
tre monumentalidad y funcionalidad va del hierro es una técnica tan rápida
técnica: es ei típico símbolo de una si- y directa como la instaurada por los
ruación urbana paleoindustrial). En la impresionistas. No teme adccuarse a
torre Eiffel, precisamente porque no los temas, a los ritmos, a las formas de
tiene otra fuocióo que la de demostrar vida de la ciudad moderna, sino que,
su propia funcionalidad técnica, se ve por el contrario, trata de hacerlo. Tie-
claramente cómo la investigación es- ne también un explícito, casi descara-
tructuralista es, en el campo de la ar- do, caráctcr publicitario: también Tou-
quitectura, paralela a la investigacióo louse-Lautrec sintió la necesidad de ha·
impresionista en pintura. Una estruc· cer pintura (y una pintura tan comu·
1/tJ
1/Z
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82 Capítulo segundo La mt!idad y la amciencia.
114
vo. Para la mentalidad de la burguesia, nir nuevas relaciones entre pesos e .im- tura específica: campo y estructura
la banca debía parecerse exteriormente pulsos. Y, sobre todo, una nueva ima- cuya especifidad no puede ser más que
a un palacio dei Renacimiento, y la gen dei espacio, más dinámica. Con el la de las respectivas técnicas. El cam-
casa de campo, a un castillo feudal. Arl Nwtxtut (Horta, Yan de Yelde, po de la pintura es la percepción, y e1
Frente a esta hipocresía, los construc- Gaudí), también la decoración pasa a de la arquitectura cs la construcción:
tores que tienen una preparación cien- ser tensión, elasticidad, expresión sim- la primera se refiere ai modo de cap-
tífica seria plantean que si el arte es el bólica de una funcionalidad cuyo di- tar la realidad; la segunda, ai modo de
eclecticismo de los •estilos•, la arqui- namismo es una característica dei imervenir en la realidad, transformán-
tecrura renunc1ara a ser arte y scra m-
• ' I '
mundo moderno. Como en el Gótico, dola. Ambos procedimientos son inde-
geniería. No existen dos niveles, el de ai que se hace referencia, una sola pcndientcs entre sí y no tienen pará-
lo artístico y el de lo utilitario: sólo corriente de fuerza se ramifica por to- metros formates comunes: tienen, sin
hay una función, que es, ai mismo das las nervaduras hasta dispersarse embargo, un punto de convergencia,
tiempo, la de la estructura dei edificio por los miJes de arroyos de una deco- porque, ai i~ual que el pintor estruc-
y la de su razóo de ser co el espacio ración ya integrada en las estructuras. tu ra u organ1za en un espac10 percep-
urbano. Es un engano utilizar hierro la operación consiste sustancialmente tivo la realidad captada, así los nuevos
y ce'mento para luego ocultarlos bajo en rechazar el concepto unitario de arquitectos estrueturan y organizan en
una castra •artística•; por otra parte, •arte. en el que se englobao las distin- un espacio constructivo cl ambiente de
los nuevos materiales y la nueva cien- tas anes y en delimitar en cada una de la vida. Por último, tanto la arquitec-
cia de la construcción permiten defi- ellas el campo específico o de la estruc- rura como la pi ntura tratan de trans-
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La tlTIJIIÜt:clllrtt de los i11gtni<'I'OS 83
formar la actividad artística, de repre- ai que debía corresponder una morfo- propia materia. A finales de sigla, es-
sentativa, en estructurantc. Tamb.ién c! logia apropiada, e! problema pasó a ser pecialmente por obra de FRANÇOIS
empleo dei hormigón (o cemento, en un problema estilístico: la forma arqui- HENNEBIQUE (1843-1921), pasa a ser
térmi110S corrientes) dio lugar a largas tectónica nace en negativo (las cajas de uso corriente e1 cemcnto armado
polémicas: (Había de ser considerado côncavas) y se presenta luego como mediante armillas de hierro metidas
como un material en sí, con caracte- una forma compacta y continua, plas- en e! empaste: así, no sólo se aumen-
rísticas propias, o como un sustitutivo mada. Es fàcil ver cómo se presta a rea- ta la fuerza básica de! conglomerado,
e<:onómico de la piedra> (Había de ser lizar los motivos formates típicos dei sino que, además, se combina la flexi-
utilizado sólo en sustitución de la al- Art Nouwm: direcciones lincalcs y plás- bilidad lineal dei hicrro con la mode-
baiiilería y ser re<:ubierto con un para- ticas continuas, onduladas, sinuosas, lación plástica de! cemento. En las ex-
mento decorativo de ouos materiales, esbeltas. El aparato ornamental se suei- traordinarias posibilidades de flexión
o bien había de estudiarse una nueva da con e! aparato básico, resultantes y de tcnsión de! cemento armado y en
decoración acorde con la naturaleza ambos dei mismo proceso de ,eJabo- los progresos de la técniC<J correspon-
dei ouevo material? Pero (Cuál era la ración•. La fuerza y la elasticidad de la diente se van a basar los avances dcl
naturaleza de ese material que se. utili- materia cuajada y la propia técnica de cstructuralismo arquitectónico dei si-
zaba en estado fluido y luego adquiria elaboración cambian radicalmente la gla XX.
mayor durcz.a que la piedra? Aunque estrucntra de la imagen arquitectónica: La construcción en hierro y cemento
era diflcil definir la naturalcz_a de un ya no son masas y volúmenes, sino su- es indudablcmente la causa principal
material artificial, sí podia definirse su perficies y ligeros pilares básicos; ya no dei râpido proceso de industrializa-
técnica; y esta técnica difería radical- se produce un equilíbrio de llenos ción de la arquitectura, a través de una
mente de la técnica constructiva tradi- plásticos y vados pcrspécticos, sino disti nta metodologia de proyección y
cional porque no consistia en super- una clara primada de los grandes va- una nueva organización de la obra.
poner elementos sólidos, sino en colar cíos sobre los ligeros y nerviosos apo- Fue enorme la aportación dei nuevo
una materia líquida demro de formas yos; ya no se trata exclusivamente de orden metodológico y tecnológico ai
côncavas (de madera). arcos verticalcs y horizantalcs, sino de proceso de transformación de la arqui-
Cuando prevaleció, como era lógico, el Jínt'as oblicuas y curvas parabólicas, de tectura en urbanística, así como a la
concepto de que e! hormigón no de- arabescos; ya no hay una distinción en- producción construetora en serie y a
bía servir sólo de sumato, sino que era tre partes básicas y partes de rellcno, la edificación de las grandes instalacio-
un autêntico material de construcción sino modulación de la forma en la nes de la ciudad y dei territorio.
117
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84 Capítulo segundo Ln realidad y la Clmcimcia
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Las obras Manet 87
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Las obras Síslry y Mon,,t 91
Cllpyngh'ed m tenal
Las obras Redor1 )' Moreau 131
Odilon Redon do se correspooda con un objeto real. nía universal: por ello, e! Simbolismo
Afirmando la unidad y la eternidad no se erige en anútesis del Impresio-
Nacimiento de VentiS del espíritu, nicga la idea de progreso nismo, sino como superación del mis-
que la corrienre realista acepta como mo; es decir, como la exploración de
Gustave Moreau inherente a su concepción del arte un mundo que, aun estando más aliá
La aparición como búsqueda; la idea de búsqueda de lo sensible, presupone su existen-
es sustituida por la de la continua as- cia. • Tiene el techo un poco bajo•; así
piración a la trascendencia. Por ello ex- lo consideraba ODILON REDON
A la corriente realista que, desde Cour- duye .la transformación radical de los (1840.1916), el mayor protagonista de!
bet a Cézanne, lleva adclante una bús- procedimientos del arte, dei que en Simboljsmo: un artista que durante
queda cognoscitiva, se contrapone la cambio se pretende un avanzado refi- mucho tiempo trabajó por separado,
corriente espiritual del Simbolismo, namiento que !leve hasta la extenua- preftriendo e! dibujo, la acuarela o el
que tiene menos fuerza, pero es más ción. Rechaza también la distinción pastel a la pintura ai óleo, demasiado
sugerente y fluida. A través de THÉO. neta entre las artes, la estructuralidad sólida y brillante, y que hasta 1886 no
DORE CHASSERIAU (1819-1856) y GUS. específica de cada w1a de ellas: la pin- fue descubierto por los literatos sim·
lAVE MOREAU, desciende dcl idealis- tura ha de ser poética y musical, la pin- bolistas de! grupo de Mallarmé. Admi·
mo formal de Ingres; separa lo •bello• tura y la música han de ser pictóricas. raba el diseõo antiguo (especialmente
de los aspectos visibles de la naturale- Dado que esa aspiración a la trascen- el de Leonardo), que no se quedaba eo
za, pero buscando en la naturalcza deucia no acaba ni siquiera en Dios, la apariencia de las cosas, sino que pe-
misma, por encima, por debajo o más la inspiración del artista no desciende netraba más aliá, indagaba su escritura
aliá de sus aspectos, una •belleza• que de las alturas, sino que emana de la secreta, el eterno misterio de la vida.
sólo es revelada a las •almas bellas», a vida, de la trascendencia recíproca y de Tras la práctica de este ejercicio (que
los artistas. Se une así a la poética de la sublimación final de los sentidos también Blake llevaba a cabo), entraba
lo •sublime•, a la deliberada arbitrarie- (•métamfJrpbose nrystique dt tous mt:l sem como en u.n rapto de éxtasis, se le
dad fantástica de BJake y Füssli, a la {o11dus m tm•, dice Baudelaire) y es pre- abrían visiones de ensueiio; y la fanta-
transfiguración de! paisaje de Turner; cisamente este continuo movimieuto sía no era arbitraria, sino revelación de
y se refina a través de la sensibilidad espiritual, esta succsión de ecos o una realidad infinitamente más amplia
alarmada, entre el éxtasis y la pesadi- <<correspondencias• (pero también la que la que !lega a los sentidos y sobre
lla, de la poesía de Baudelaire y, a tra- visión •concreta» de los impresionistas la cual la razón construye su sistema.
vés de ella, de la prosa poética de Poe. es correspondencia de notas cromáti· Del análisis pasa a la síntesis; del gra-
Pero no quiere desfigurar o desmate- cas) lo que permite capta r en la reali- fismo minucioso, a las grandes man-
rializar el arte; el proceso es cl contra- dad no ya las semblanzas ciertas y vi- chas de color encendido o evanescen-
rio: pretende traer a la rcalidad, hacer sibles, sino el ritmo de una transmu- te, que parecen formarse y deshacerse
presente y visible algo que se conside- tación misteriosa y secreta. Más que la como nubes ai viento. Sobre los fon-
ra que pertenece únicamente ai espíri· sustitución de símbolos por semblan- dos vaporosos, indistintos, las notas de
tu. Ciertamente, lo importante cs per- zas, se pretende interpretar las sem- color asumen timbres y vibraciones so-
cibir, y no cs preciso que lo pcrcibi· blanzas como simbólicas de la armo- noras: las flores podrían ser mariposas,
167
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Las obras Bomuud 135
171
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Las obras Rodi11 y Rosso 139
Auguste Rodin
Monumento a Balztzc
Medardo Rosso
lmpresión de niiío ante
las cocinas econômicas
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Las obras Vuillt~rd y Whistler 143
genes. El sonido adquiere su valor de ques de calor no recompooen la luz 182. Êdouard Vuíllard: Automtralo ron u1
las pausas y de la ausencia de un sig- natural. sino que sugicren, con distin- bmnana (r. /892}; tda. Nua;a Yo'*, MNKunt of
nificado dada de las palabras; de aqui tas frecuencias de vibración, la atmóifl- ModmtArt.
la necesaria ambigtltdad, en base a la ra incluso social del ambiente. Ambi- /83. J. McNeill Whistler. Mfl(/w!J<I ár blanro
cual las palabras adquieren un signifi- güedad: cada toque es una nota cromá- {1861); Washington, Muional Gal/rry.
cado nuevo. En el sistema de Mallar- tica, y a la vez el arabesco de los pa-
mé, las distintls artes no forman una iios; destaca sobre un fondo que tam-
unidad: cada una de ellas expresa con bién es pausa (en el sentido a que se re-
sus propios medias (en la situación ac- fiere Mallarmé); es una vibración lu-
tual de su desarrollo) una experiencia minosa más intensa o más suave, pero
total del universo, estableciéndose, ade- también es un dibujo distinto ai del
más, comspondmcias entre ellas. AI adorno dei tejido. El •motivo• mismo
igual que la poesia, la pintura también (la seiiora coo el oii\o) sólo emerge en
ha de ser pintura pura, y ha de utilizar un segundo momento, como si se con-
todas los medias de su acrual estadia: densara ese revolotear de toques volan-
eso excluye el pluralismo de las tes. Son evidentes, tanto en la perspec-
corrientes (de ahí el •sintetismo• de tiva tensa como en la figura, las in-
Gauguin) y facilita la fusión entre los fluencias de Toulouse, Monet, Van
visuales puros (epígonos del lmpresio- Gogh: ya no hay contraste entre idea y
nismo) y los simboliJias. Véase este cua- experimda, la pintura se hace elaborao-
dro de VUILIARD. La técnica se deriva do la experieocia de la pintura, así
del pointil/isme neoimpresionista, pero como la literatura se hace sobre la litera-
sin irnplicaciones cientificas: los to- tura.
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/ta/ia 147
se, por analogia, neoguelfa: con la di- pero, debido a sus principios laicos, se 186. Fr.mcesco Hayez: Las Víspmu !itilianas
ferencia de que e! pilar uni ta rio no era apartó de cllos para seguir directamen- (1846); tda, 2,25X3 m. Roma, Gallma
Roma, donde el débil movimiento pu- te d retratismo y la pintura histórica Nazionalt d'Artt Modmut.
rista, siguiendo a los nazarenos alema- de logres, que ya se orientaba en sen-
nes, había intentado inútilroente llegar tido romá.ntico (E! suoio de Ossian, de
a un compromiso entre la tradición 1813}.
neodásica académica y el misticismo De aquí pane la investigación de Ha-
romántico reducido a conformismo yez dirig.ida a combinar el tema de la
devoto. historia medieval o romance (por tan-
En la ltalia septentrional, los senti- to, vagamente nacional) con la correc-
miemos liberales seguían un curso ción de! dibujo de logres, tal vez acen-
muy distinto ai de la Roma de los pa- tuado por la sonoridad de las tintas de
pas. El veneciano FRANCESCO HAYE2 la nota patética; como si se hubiera po-
(1791-1882}, que a partir de 1820 em- dido crear un «estilo italiano moder-
pezó a trabajar y a ejercer la ensenan- no• mezclando un poco de Venecia y
za en Milán, fue el jefe reconocido de un poco de Roma, un poco de Tizia-
una escuela romántica italiana que, en no y un poco de Raf.tel. En lugar de
definitiva, se limitó a traspasar a la animar ai artista a enfrentarse decidi-
pintura el gênero literario de la novela damente con la dramática realidad de
histórica. Estudió en Roma en e! am- la historia, ese estilo así elaborado con-
biente neoclásico de Canova y de Ca- tribuye a huir de esa realidad: por
muccini, y posteriormente esmbleció ejemplo, a declararse antiaustriaco ai
contacto con nazarenos y puristas; contar la conmovedora historia de las
'
191. F<dcrico Zandomcneghi: Mmdi!/)1 m l.z 192. Antonio fontmcsi: Abril (1873); tela,
a<~lt.ras dá wm~tnlo ácl Ara·COtl( tn Roma J,68x2,58m. Tunr; Galleria Cnnca d'Ane
(1872}; drmllç tela, ronjunto, ~76x 1,67 m. Modtma.
Mi/án, f}gtstura Ctntralt.
Cllpyngh'ed m tenal
/ta/ia 155
propio campo de investigación elegi- En definitiva, no se trata de un descu· religiosa. A Morelli sele hubiera podi-
do: la realidad no es una cuestión a brimiento, sino de una verificación: do objetar fàcilmente que su pintura
abordar, sino un problema en e! que no e:s realismo, sino verismo. Ésta es podía ser sustituida por la fotografia
profundizar. Parte dei supuesto de que la diferencia fundamental entre Cour· de un •sujeto• previamente colocado
los animales son más naturales y, por bet y Palizzi; el verismo de Palizzi re- en actitud tt>atral o dramática, con el
tanto, más interesantes que los hom· sulta siempre anecdótico porque el vestuario y la decoración propios de la
bre:s: hay ya entonces un repertorio pintor sabe que sólo está recogiendo y época, e iluminado artificiosamente
concreto de datos que el artista se pro- enfocando un fragmento de la reali- para que resultara más emotivo. En de-
pone analizar con un trabajo de inter- dad, un caso concreto. finitiva, la reforma de Morelli se refie-
pretación y de comentario. Se trata de En Nápoles, en esos mismos anos, Do. re más ai argumento que a la repro-
captar la aspereza o la suavidad del MENICO MORELU (1826-1901) lanza ducción pictórica, a la que sólo se le
pelo, la naruraleza de un movimiento, un programa aparentemente opuesto: exige que sea rápida y eficaz para que
mediante manchas o toques de color. la pintura ha de representar •figuras y el •fotograma• resulte más impre:sio-
Son tipos o nociones que se precisan cosas no vistas, sino imaginadas y ver- nante.
o se verificao: c! asno y la cabra pasan daderas ai mismo tiempo•. Rechaza la Morelli recoge bastantes procedimien-
a ser "'fUtl asno o "'fUt!la cabra, que se limitación que impone e! «género• y tos de composición y de iluminación
mueven en "'fUtl ambiente, y cuyo pelo apunta hacia la reforma, en sentido ro- de la pintura napolitana del siglo XVII
reacciona a la luz de "'filei/a manera. mántico, de la composición histórico- y, a veces, de Tiépolo, de! que admira
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!ta/ia /59
y preparar a la unidad italiana. Den- ricos, críticos y polemizadores de los 21a Giusrppe de Nittis: PaiJajt (1866); itln,
tro dei grupo eran toscanos GIOVAN- •macchiaioli• fueron Ceccioni, Signo- O. 42 X~ 76m. Nápoles, Mmto di C.podimont<
NI FATIORI (1825-1908), S. DE TNOLI rini y DI EGO MARTELLI: és te fue e] pri-
(1826-1892), C. BANTI (1824-1904), mero que habló en ltalia del1mpresio-
R. SERNE51 (1838-1866), T. SIGNORINI nismo francés (ya en 1879), movimien-
(1835-1901), 0. BORRANI (1834-1905); to ai que coosideraba paralelo y casi
era romano G. COSTA (1827-1903); afin al de los •macchiaioli•, aunque
V. o' ANCON A era marquesano mucho más fuerte.
(1825-1884); veronés, V. CABIANCA Puede decirse que e! movimiento de
(1827-1902); napolitano, G. ABBATI los •macchiaioli· es precedente pero
(1836-1868). Hubo otros que asimis- no precursor dei 1mpresionismo; es
mo estuvieron en contacto too los más, tiene poco en común con éste. La
•macchiaioli•, aunquc menos directa- poética de los • maccchiaioli• es una
mente: por eje mplo, O. Morelli, poética decididamente realista que, en
E. Oalbono, G. de Nittis, G. Toma, to- todo caso, concuerda con el realismo
do~ cllos meridionales. de Courbet y con los paisajistas de Bar-
Etectivamcntc, los •macchiaioli• inten- bizon, aunque con una clara referen-
tao plantear una acción común con cia a la tradición local y una indina-
esos grupos de artistas napolitanos, y ción hacia lo anecdótico. En base a su
tal vez porque ya entonces e] •proble- orientación realista, la poética de los
ma meridional• se presentaba como el •macchiaioli• se opone ai Romanticis-
problema crucial de la unidad italiana. mo moderado y purista de los pinto-
Entre los aiios 1865 y 1867, CECIONI, res académicos como BEZZUOU, CISE-
que era, además, un crítico muy lúci- RI o USSI, defendiendo, ai igual que Pa·
do, esruvo trabajando eo Nápoles y lizzi hace en Nápoles, la necesidad de
formó allí, con De Nittis, De Grego- remitirse ai estudio directo de lo ver-
rio y Rossano, una cscucla de paisajis- dadero. El principio de la •mancha•
mo (denominada de Resina) planteada no es propio únicamente de los •mac-
sobre los mismos princípios que la chiaioli•: en rigor, también son pinto-
poética de los •macchiaio]i•. Los teó- res •de mancha• los lombardos Cre-
Cllpyngh'ed m tenal
Las obras Fallori 163
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Alemania 167
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223. Lo"is Corinth: Paisaft dt /n/4/ (1921); tda, 224. Adolf von Hildebrand: E/ jttgador de bolo~
0.64X 0.88 m. Ekr/fn, Skultlich< M11Stt11, mánnol.
Nationalgalm<
de un racionalismo orgulloso ni de un mera ve en el arte la expresión dei sen- la percepción. La teoría de Fiedler pa·
irracionalismo pasional, sino de un timiento de la realidad mediante for- recía hecha a propósito para explicar
sentimiento simultáneo de lo divino, mas simbólicas deducidas de la propia el Impresionismo y, ciertamente, sirvió
de la naturaleza y de la comunidad. Ya realidad (por ejemplo, vertical = aspira- para darlo a conocer en AJemania; sin
a !inales dei siglo XVIII, W. H. Wacken· ción a la trascendencia, elevación; ho- embargo, e! Impresionismo maotiene
roder (y, ai igual que él, Tieck y los rizontal = efusión, expansión): por con la reaJidad objetiva una reiaci6n
Schlegel) ve en el arte una inspiración consiguicnte, e! arte es identificación que la teoría de la visibilidad no con-
divina que se manifiesta en formas dei yo con e! mundo, la obra no es sidera necesaria porque, sean cuales
simples y claras producidas por una más que un trámite, un mensaje. La se- sean las premisas, lo que se da como
técnica honesta e intrinsecamente mo- gunda, encabezada por K. Fiedler percepción estructurada es únicamen·
ral, como la de los artistas medievales (1841·1895), ruvo una gran influencia te la forma que se percibe en la obra.
(un tema muy similar ai que, en Ingla- sobre la crítica y la historiografia dei Únicamente su estructura puede ser in-
terra, van a tratar Ruskin y los prerra- arte, así como sobre el desarrollo del vesúgada: y ésta no es rtproducci6n, aun-
fuclistas}. De ahl procede la •herman· arte moderno en AJemania: y resulta que sea interpretativa, sino producción
dad• artística de los nazarmos (1810), significativo que a la formación de esta creativa. La teoria de la visibilidad no
que es más interesante por su progra- teoria hayan contribuído un pintor, tuvo una influencia inmediata sobre la
ma que por sus resultados y que se for- HANS VON MARÉES (1837-1887), y un orientación de! arte alcmán: ni siquie-
ma en Roma en tomo a F. ÜVERBECK escultor, A. HILDEBRAND {1847-1921). ra Marées y Hildebrand, que la apoya·
. . ' .
{1789-1869) con el propósito de dar El fundamento del arte es la percep- ron con tmportantes escntos teoncos,
vida a una pintura religiosa inspirada ción, con la reacción motriz que sus- captaron su importancia; por otra par·
en los maestros dei siglo XV y de la pri- cita (pintar, esculpir, etc.). La naturale- te, los artistas que se interesaron por
mera parte dei siglo XVI (Perugino y el za, tal y como ha sido estudiada y des- el Impresionismo, como M. LIEBER·
joven Rafael); luego se convirtió en el crita por la ciencia, es algo totalmente MANN (1847-1935) y L. CORINTH
modelo dei Purismo italiano de Tene- distinto a la naturaleza percibida y re- (1858-1925) se fijaron superficialmen-
rani, de Mussini, de Minardi. presentada por el artista: las leyes dei te en su color briUante y en su factura
La investigación sobre la teoria dei arte arte son, por tanto, exclusivamente, las rápida; sin darse cuenta de que la no-
se desarrolla en la segunda mitad de! leyes de la visibilidad. En consecuen- vedad dei lmpresionismo residía en su
siglo con las teorias denominadas de cia, en una obra de arte sólo hay que estrucmra, buscaron sus precedentes
la Ein.fohlung (empatia, simpatia sim- tener en cuenta las formas (Uneas, vo- históricos en la pintura •nórdica• de
bólica) y de la visibiliáad pura. La pri- lúmenes, colores) con que se ofrece a los holandeses dei siglo XVII. Fueron,
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CAJ>Í'I1JLO CUARTO
EL MODERNISMO
En el término genérico de Modemismo Urbanismo y arquiteaura urbanismo es, por tanto, la historia dd
se incluyen aquellas corrientes artísti- modtmista conflícto emre una ciencia dirigida ba-
cas que, en la última década del si- cia el interés de la comunidad y la coa·
glo XLX y en la primera del XX, se pro- La disciplina que csrudia las ciudades lición enue los intereses y los privile--
poocn interpretar, ava nzar conjunta· y planifica su desarrollo, el urbaNismo, gios privados; es decir, una historia de
mente y St'Cundar el progresivo esfuer- se formá en el siglo pasado y en el ac· programas que no se han !levado a la
zo c<:onómico-tecnológico de la civili- rual: en cuanto cieocia moderna resul- práctica y de intervcocioncs parciales.
zación industrial. Las tendencias 111Q- tante de la convergencia de varias dis- Auo hoy, a los urbanistas se le~ pide
áemiJtf1J tienen en común: I) la deci- cipliJ1as (sociologia, ecooomía, arqui- proponcr y proycctar, mientras que el
sión de hacer arte conforme ai propio tectura), no ha de ser confundida con poder decisional sigue en manos de los
ticmpo y la renuncia a referirse a los la antigua arquitecrura urbana. Nació políticos y de los burócratas.
modelos clásicos, tanto en la temática de la necesidad de abordar con méto- En sus origeoes, la investigación urba-
como en el estilo; 2) el deseo de redu- do los graves problemas provocados nística tcnía un carácter humanitario:
cir la distancia entre las artes «mayo- por los c-Jmbios que en e! fenómeno trataba de sacar a la uacieote clasc
res» (arquitectura, pintura, escultura) y urbano se habían producido a causa obrera de su situación de extrema pos·
sus «aplicaciones• a los distintos cam- de la «revolución industrial» y sus con- tración moral y material, de tremenda
pos de la producción econômica siguientes transformaciones de la es- explotación en que, durante el siglo pa-
(construcción de viviendas, decora- tructura social, de la economía, de las sado y a princípios dei nucstro, los pa-
ción, vestimenta, etc.); 3) la búsqueda formas de vida. Lo que hasta entonces trones y especuladorcs lc obligaban a
de una funcionalidad decorativa; 4) la aparecía como una cuestión esencial- vivir. Pero no menos importante era la
aspíración a lograr un mílo o lmguaje meme cuantitativa (el rápido incre- necesidad de responder, mejor o peor,
internacional y europeo; 5) la volun- mento demográfico) se presenta enton- a las necesidades de vivienda de las ma-
tad de intcrprc~•r la esphitualiáad que ces como un problema cualitativo, de sas de población que, tr-J.ç abandonar
(con un poco de ingenuidad y uo tan- estructura: los primeros urbanistas cl campo, buscaban trabajo en las in-
to de hipocresía) decía inspirarse en el comprenden que la ciudad preindus- dustrias de las ciudades, formando un
industrialismo. Por ello cn las corrien· trial no puede adt~cuarse a las exigen- inmenso proletariado urbano que no
tes modemúttt.r se mezclan, a menudo cias de una socicdad industrial. Lo que cabía en las estrucruras de las viejas
confusamente, moti,•os materialistas v aún hoy impide la formación de <:Íu· ciudades burguesas. Por oua parte, en
espiritualistas, técnico-científicos y alé- dades estructuralmente modernas es cl estas c.iudades se extinguían gradual-
górico-poéticos, humanitarios y socia- contraste entre una tendencia conser· mente las viejas clases sociales y las ac-
les. Cuaodo, hacia 191O, el entusiasmo vadora, que se plantea el problema en tividades tradicionales de la comuni-
por el progreso industrial sea sucedido términos cuantitativos y propone y lle-- dad (artcsanado, pequeno y mediano
por la concicncia de la transformación va a cabo soluciones de compromiso, comercio, etc.). Ya en la primera mi-
que éstc producía en las estructuras y una rendencia reformadora que ve el tad dcl siglo XIX, cl inglês OwEN y el
mismas de la vida y de la acrividad so- problema en términos de estructura y francés fOURJER proponen la cons-
cial, dentro del modernismo se forma- propone soluciones rigurosas. La ten· trucción de unidades de viviendas para
rán las vanguardias artísticas que ten- dencia reformadora es la de los urba- obrcws en gestión cooperativa. Poco a
derán no sólo a modernizar o poner nistas; la conservadora, la de los gober- poco, los propios emprcsarios van
ai día, sino a revolucionar radic-• lmen- names, casi siempre ligados a los intc' comprendiendo que las maquinarias
te las modalidades y las finalidades del reses de la especulación dcl sudo y de cada vez más perfcccionadas requieren
arte. los inmuebles urbanos. La historia del las mejores cualiti.cacioncs laborales y
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298 Capítulo sexto La época tkl funcionalismo
475. Paul Klee: Puatfl tft jardín M. (1932} -..... ,. ·'·--r ., ...
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vivo de la existcncia de quien •lo dis- rio, lo mortifica y reprime? La concien· sido favorecida por el deseo de orden
fruta• (es ahí cuando se afirma el prin· cia a la que Kandinsky dirige sus estí- y de claridad que es propio de todo el
cipio de la fuición frente ai de la con· mulos visuales no cs una conciencia en arte europeo de la primera posguerra,
templación de la obra de arte) y no le absoluto o en abstracto: es la concien· pero constituye el desarrollo necesario
comunica su propio impulso de mo- cia típica del hombre moderno, y esta de la poética de las lmprrmi.snciones. A
vimiento: no es un modelo, sino unes- conciencia no repercute sobre la ac· partir de la f.1se de la tabula rasa, en la
tímulo. En 1910, y no sólo por el gus· ción, es acción consciente. Se !lega, que aún no hay forma ni imagen, sino
to de la experimentación, Kandinsky pues, a esta conclusión: el descubri- sólo una viva agitación de embriones
se libera de todos los aparatos, de ro- miento sensacional de Kandinsky con- de signos, Kandinsky pasa a conside-
dos los sistemas de representación que siste en haber eliminado cl arte como rar una fase más adulta, en la que la
había utilizado en su precedente acli- disciplina o doctrina institucionaliza- conciencia está ya llena de símbolos
vidad figurativa. Es evidente que quie- da, histórica, y en haberlo suslituido formales que, sin duda, han perdido
re ponerse en la situación de quien des- por la pura Of"'faciÓ11 estitica, por la for· su significado originario, pero que pre-
conoce totalmente las formas de resol- ma estética como modelo de existir y cisamente por cso siguen estando dis·
ver y de proceder en el arte, de quien de. actuar. ponibles como significantes. La proble-
no posce cl código. El cuadro no es una A menudo se considera que la época mática de Kandinsky se hace cada vez
transmisión de formas, sino una trans- de las lmpl'(fVÚtlciones es la más libre, la más especificamente lingüística: no se
misión de fuerzas: es la existencia del más creativa de la obra de Kandinsky, crea de la nada un lenguaje cada vez
artista la que entra en relación directa y que su posterior época de enscí\anza que se tiene algo que decir, sino que
con la de los demás. La pintura que en la BauiJmiS es un período de replie- la cstructura dei lenguajc cambia cons-
Kandinsky hace entre 1910 y 1920 no gue en el que el artista renuncia a pro- tantemente porque las viejas y ya inex-
exige más que una cierta destreza dei ducir el signo en estado nacicnte y re- presivas palabras son recuperadas a lo
ojo y de la mano, una capacidad de tra- curre a morfemas f.ícilmente reconoci- largo dei flujo de la existencia. Trián·
zar el movimiento adecuado sin dudar bles, como círculos, triângulos, rectas, gulos, círculos, rectas, curvas y espira-
y confundirse: (Y no son precisamente curvas, espiralcs. Es d típico prejuicio Jes son .imágenes conceptuales• que se
éstas las cualidades que d trabajo in- romántico cn virtud dcl cual donde no convierten eo fenómenos en cuanto
dustrial dcsarrolla o debería desarrollar hay orden no hay arte. Ahora bien, esa apareceo en ese tamai\o, en ese color, en
en el individuo, cuando, por el contra- invcstigación geométrica puede haber est punto de cuadro, en esa relación
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