Estados Unidos
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Estados Unidos
Modelo económico
Estados Unidos es el país más rico, poderoso e influyente de la Tierra. Su PIB nominal,
estimado en más de 20.5 billones de dólares en julio del 201911 (20.5 trillons en el sistema
de medición anglosajón) representa aproximadamente una cuarta parte del PIB nominal
mundial.11En conjunto, la Unión Europea tendría un PIB mayor, pero no está considerada
una única nación. El PIB en paridad de poder adquisitivo estadounidense representa una
quinta parte del PIB PPA mundial. 11A su vez, Estados Unidos mantiene un alto nivel de
producción y un PIB per cápita (PPP) de unos 53 042 dólares, el séptimo más alto del
mundo, lo que hace en estos términos a Estados Unidos, una de las naciones más ricas
del mundo.12Es también el mayor productor industrial del mundo,y el país comercial más
grande del mundo, teniendo como principales socios comerciales
a China, Canadá y México.
La economía de Estados Unidos hace de su moneda, el dólar estadunidense, y el idioma,
el inglés, los medios de comunicación y de comercio a nivel mundial.
Estados Unidos es de economía capitalista de tipo mixto1314 que ha logrado mantener una
tasa de crecimiento global del PIB estable, un desempleo moderado y altos niveles en
investigación e inversión de capital. Ha sido, sin contar los imperios coloniales, la
economía nacional más grande del mundo desde la década de 1890.15
Actualmente, la mayor parte de la economía se basa en el sector servicios, pero al
contrario que la mayoría de países post-industriales, sigue manteniendo un importante y
competitivo sector industrial, especializado en la alta tecnología y sectores punteros,
representando un 20 % de la producción manufacturera mundial.16De las 500 empresas
más grandes del mundo, 133 tienen su sede en Estados Unidos, el doble del total de
cualquier otro país en el mundo.17 El mercado de trabajo en los Estados Unidos ha atraído
a inmigrantes de todo el mundo y su tasa neta de migración se encuentra entre las más
altas del mundo. Está considerado como el país con más facilidades para hacer negocio 18
y está situado en 4º lugar en el Índice de Competitividad Global.19
Su poderosa moneda, el dólar estadounidense, representa el 60 % de las reservas
mundiales, mientras que el euro representa el 24 %. Posee el mayor mercado financiero y
es un país que destaca por su influencia en cualquier decisión de tipo económico y político
a nivel internacional. Las inversiones extranjeras se valoraron en 2011 en 2,4 billones de
dólares, ostentando el primer lugar.20Las inversiones estadounidenses en países
extranjeros totalizan 3,3 billones de dólares.21Al comienzo de 2012, su deuda
pública y privada ascendían a 50,2 billones de dólares, más del triple de su PIB.22De estos
50,2 billones, casi 15 billones (más del 90 % del PIB) correspondía a la deuda pública. 2324
Desde el 2010, la UE es su principal socio comercial en conjunto, por delante de Canadá,
China y México, sus principales socios comerciales a nivel nacional.
En 2016, el 1 % de los estadounidenses detenían el 63 % de la riqueza del país según
el Boston Consulting Group, y deberían continuar viendo esta proporción aumentar para
sobrepasar el 70 % en 2021.25
Según Philip G. Alston, el relator sobre pobreza extrema y derechos humanos de la ONU :
"Su enorme riqueza y conocimiento contrastan de forma chocante con las condiciones en
las que viven grandes cantidades de sus ciudadanos. Unos 40 millones viven en pobreza,
18,5 millones en pobreza extrema y 5,3 millones viven en condiciones de pobreza extrema
propias del tercer mundo".26
La historia de los Estados Unidos ha sido una prueba, durante más de 236 años, a la
democracia. Los temas de interés y las preocupaciones que fueron afrontadas en los
primeros años continúan siendo abordadas y resueltas en la actualidad: el gobierno fuerte
frente al gobierno débil, los derechos individuales frente a los derechos del grupo, el libre
mercado frente al comercio y empleo regulado, el apoyo a otros países frente al
aislacionismo. Las expectativas de la democracia estadounidense siempre han sido
grandes, aunque la realidad, a veces, haya decepcionado. A pesar de los fracasos, la
nación ha crecido y florecido, durante un proceso recurrente de ajustes y concesiones.
Los primeros pobladores de lo que hoy es Estados Unidos habrían llegado por ese puente
de tierra desde Asia. Los historiadores creen que vivían en la parte de América del Norte
que hoy es Alaska durante miles de años. Con el tiempo se trasladaron hacia el sur en el
actual territorio continental de Estados Unidos y se establecieron a lo largo del Océano
Pacífico en el noroeste, en las montañas y desiertos del suroeste, y a lo largo del río
Mississippi en el Medio Oeste.
Estos primeros grupos de colonos, conocidos como el hohokam, adenanos, hopewelianos
y anasazi, construyeron aldeas primitivas y comenzaron a cultivar la tierra. Sus vidas
estaban conectadas a la tierra, y la familia y la comunidad eran de gran importancia para
ellos. Los investigadores creen que se basaban en el relato como forma de compartir
información, así como en la escritura pictórica conocida como jeroglíficos. Los nativos
americanos valoraban la naturaleza como fuerza espiritual, intercambiaban con otras tribus
alimentos y otros bienes necesarios, y crearon enormes montones de tierra en formas de
serpientes, aves y pirámides. También luchaban con regularidad, en gran parte debido
disputas sobre terrenos. Los historiadores no están seguros de por qué estos primeros
humanos desaparecieron, pero fueron reemplazados por otras tribus nativas americanas,
los Zuni, Hopi, etc., que prosperaron durante cientos de años. Cuando los primeros
europeos llegaron a lo que hoy es Estados Unidos, aproximadamente dos millones de
personas habitaban la región.
Pasarían casi 500 años hasta que otros europeos llegaran a América del Norte, y otros
100 años más hasta que se construyeran asentamientos permanentes. Los primeros
exploradores no salieron en busca de América, ni siquiera tenían conocimiento de su
existencia. Inicialmente zarparon en busca de rutas comerciales marítima entre Europa y
Asia. Incluso Cristóbal Colón, a quien se le atribuye el descubrimiento de América, nunca
llegó a lo que hoy es el territorio continental de Estados Unidos. Colón, un italiano cuyo
viaje fue pagado por la reina española Isabel la Católica, solamente alcanzó algunas de las
islas del Caribe en 1492. Cuando los europeos llegaron finalmente a América--en su
mayoría procedentes de España y Portugal, aunque también de Francia, Inglaterra y
Holanda—descubrieron una tierra con todos los recursos naturales necesarios para crear
asentamientos permanentes.
En 1497, un explorador Inglés con el nombre de John Cabot llegó a la costa este de
Canadá, y estableció el derecho británico sobre la tierra de América del Norte. Durante el
siglo 16, España patrocinó varias exploraciones del Nuevo Mundo, reclamando más tierras
en América que hizo ningún otro país. En 1513, Juan Ponce de León desembarcó en
Florida. Varios años después, Hernando De Soto también desembarcó en la Florida y
realizó exploraciones hasta el río Mississippi y hacia el noreste. España conquistó México
en 1522, y en 1540, un explorador español llamado Francisco Vázquez de Coronado viajó
hacia el norte, al Gran Cañón en Arizona y a las Grandes Llanuras, en busca de las
míticas Siete Ciudades de Cibola. Otros europeos, entre ellos Giovanni da Verrazano,
Jacques Cartier, y Américo Vespucio (este último es por quien se nombraron los dos
continentes americanos), exploraron más al norte. El primer asentamiento europeo en
América del Norte era español, fundada en lo que hoy es San Agustín en la Florida. Más
tarde se establecieron trece colonias británicas al norte, marcando el inicio de la formación
de los Estados Unidos de América.
Con el tiempo, las 13 colonias que formaban América se constituyeron dentro de tres
regiones distintas. La mayoría de los asentamientos iniciales se fundaron a lo largo de la
Costa Atlántica y de los ríos que fluyen hacia el océano. La primera de estas regiones era
la del noreste, donde los árboles que podrían ser utilizados para madera cubrían las
colinas, y la energía hidráulica era ampliamente disponible. Esta región, que llevaría el
nombre de Nueva Inglaterra, estaba compuesta por los estados de Massachusetts,
Connecticut y Rhode Island. Allí la economía se basaba en la madera, la pesca, la
construcción naval, y en distintos comercios.
La segunda región es conocida como las Colonias Centrales que se componía de los
estados de Nueva York, Nueva Jersey, Pennsylvania, Delaware y Maryland. Allí, en gran
parte debido a la proximidad con el océano Atlántico, el clima era más suave y el campo
más variado lo que permitía el éxito en la industria y la agricultura. La sociedad en las
Colonias Centrales era más diversa y sofisticada que la de las otras dos regiones. Las
personas que se asentaron en Nueva York, por ejemplo, procedían de todas partes de
Europa; muchas eran familias de gran riqueza.
La tercera región colonial era conocida como las Colonias del Sur, que incluía los estados
de Virginia, Georgia, Carolina del Norte y Carolina del Sur. Debido al clima templado de
esta región del Nuevo Mundo, la temporada de cultivo era larga y la tierra fértil. La mayoría
de los que se asentaron aquí eran agricultores, agricultores humildes que normalmente
trabajaban sus pequeñas fincas ellos mismos. Los terratenientes ricos, sin embargo,
tenían grandes plantaciones en las que se cultivan productos como el algodón y el tabaco
para el comercio. Muchos de estos propietarios utilizan esclavos para trabajar en los
campos a quienes compensaban con comida y alojamiento.
Las relaciones que se fraguaron entre los colonos y los nativos americanos (también
llamados indios) fueron algunas buenas y otras perjudiciales. En algunas regiones del
país, se intercambiaban productos y, en su mayor parte en términos amistosos. En la
mayoría de los casos, sin embargo, sobre todo porque los asentamientos no dejaban de
crecer, los nativos americanos fueron obligados por la fuerza a abandonar las regiones
coloniales, y la mayoría de ellos fueron hacia el este al otro lado del río Mississippi.
A medida que los asentamientos crecían, se fueron estableciendo gobiernos en cada una
de las 13 colonias originales - unos gobiernos basados en el sistema británico que
involucraba la participación ciudadana. Mientras en Gran Bretaña, la "Revolución Gloriosa
de 1688 a 1689 "limitó los poderes del rey y dio más autoridad a los ciudadanos. Por su
parte, los colonos de América que comenzaron a observar estos cambios, crearon
asambleas coloniales que reclamaban el derecho a actuar como parlamentos locales.
Estos órganos de gobierno aprobaron leyes que limitaban la autoridad del gobernador real
(un representante de la monarquía británica) y aumentaba su propia autoridad. Durante
varios años continuaron las grandes diferencias entre los gobernadores reales y las
asambleas, ya que los colonos comenzaron a darse cuenta de que sus intereses eran a
menudo diferentes de los del gobierno británico. Inicialmente, los colonos lucharon por el
auto-gobierno dentro de una mancomunidad británica, pero la resistencia del gobierno
británico finalmente provocó una demanda de independencia total.
Tras una costosa guerra en la década de 1750, en el que Inglaterra derrotó por estrecho
margen a los franceses, se exigió a los colonos americanos que compensaran
monetariamente a Gran Bretaña para ayudar a pagar las pérdidas económicas causadas
por la guerra y además establecer el Imperio Británico. Naturalmente, esas políticas, que
limitaban vida de los colonos y su propio crecimiento económico, no eran muy populares.
Algunas de estas políticas incluían la Proclamación Real de 1763, que limitaba la libertad
de los colonos para instalarse en nuevas tierras, la Ley Monetaria (Currency Act) de 1764,
que prohibía a los colonos la impresión de dinero, la Ley de Alojamiento (Quartering Act)
de 1765, que obliga a los colonos a proporcionar alimento y refugio a los soldados reales,
y la Ley del Timbre (Stamp Act) de 1765, que establecía un impuesto sobre todos los
documentos legales, licencias, periódicos y arrendamientos.
Enfurecidos por estas políticas prohibitivas, las colonias se unieron para formar un
movimiento de resistencia organizado. El principal problema que desencadenó este
movimiento fue la imposibilidad de participar en un gobierno que le estaba imponiendo
tributos, un concepto conocido como "impuestos sin representación." En octubre de 1765,
los delegados de nueve de las trece colonias se reunieron en Nueva York y aprobaron
resoluciones prohibiendo la práctica de impuestos injustos. Esta medida satisfizo a la
mayoría de las personas, sin embargo, un pequeño grupo de radicales, que incluyó
Samuel Adams de Massachusetts, impulsó la completa independencia de Gran Bretaña.
Adams escribió numerosos artículos periodísticos sobre el tema e hizo decenas de
discursos, consiguiendo que finalmente los grupos se organizaran como parte del
movimiento revolucionario. En 1773, un impuesto que los británicos impusieron sobre el té
enfureció a un grupo de comerciantes coloniales, que consiguieron introducirse a
escondidas en los tres buques británicos que estaban en el puerto de Boston y tirar toda
su carga de té al agua. Este reconocido y muy memorable acto de resistencia llegó a ser
conocido como el Boston Tea Party.
En 1774, los delegados de todas las colonias excepto Georgia se reunieron en Filadelfia
en un Primer Congreso Continental. Aunque todos estaban enojados por las políticas
británicas que se les imponía, el grupo se dividió en varios, los conservadores, que querían
seguir siendo súbditos de la Corona, los moderados, que querían comprometerse y
construir una mejor relación con Inglaterra, y los revolucionarios, que querían la
independencia total. Este último grupo empezó a almacenar armas en preparación para lo
que sabían que sería una lucha encarnizada por la independencia.
La Revolución Americana y la Guerra de la Independencia de Gran Bretaña comenzaron
en abril de 1775 con una pequeña lucha entre las tropas británicas y los colonos. En
Lexington esas tropas se encontraron con colonos armados conocidos como “Minutemen”
(los llamaban así porque podrían estar dispuestos a luchar en cualquier momento). De esa
pequeña batalla brotó una guerra a gran escala por la independencia, una guerra de siete
años que resultó en la muerte y lesiones de miles de soldados de ambos bandos.
Más tarde, en 1775, los representantes coloniales se reunieron de nuevo en Filadelfia en
el Segundo Congreso Continental. Se estableció un comité para crear un documento
destacando las quejas de las colonias contra el rey, y cuidadosamente explicaron su
decisión de separarse de Gran Bretaña. Thomas Jefferson fue el autor principal de este
documento, un documento titulado la Declaración de Independencia que anunció al mundo
el nacimiento de una nueva nación, una nación basada en los ideales de la libertad y los
derechos humanos universales. La Declaración de Independencia fue aceptada y ratificada
por el Segundo Congreso Continental el 4 de julio de 1776. Esa fecha, ahora conocida
como el Cuatro de Julio o el Día de la Independencia, se continúa celebrando anualmente
en los EE.UU. en honor al cumpleaños de la nación.
Muchos de los colonos, como Alexander Hamilton de Nueva York, creían que los Artículos
de la Confederación, aunque bien intencionados, necesitan ser repensados. Así, en mayo
de 1787, los delegados se reunieron de nuevo en Filadelfia con el fin de redactar una
Constitución para los Estados Unidos. Después de meses de trabajo, en septiembre de
1787, la Constitución de Estados Unidos fue ratificada, creando un Estado central con tres
poderes independientes que garantizaba las libertades fundamentales personales y
colectivas de todos los ciudadanos estadounidenses.
Historia de Estados Unidos: Los primeros años de los Estados Unidos de América
El 30 de abril de 1789, se designó a George Washington como primer presidente de los
Estados Unidos de América. Washington había servido como general en la Guerra de la
Independencia y era muy respetado en todos estados de la nueva unión. Con la ayuda del
Congreso, creó los departamentos del Tesoro, Justicia y Guerra. Los jefes de estas tres
agencias, más los de las que después se crearían, componían el Gabinete del Presidente.
Washington se desempeñó como presidente durante 8 años, en dos mandatos de cuatro
años.
Siguieron a Washington como presidentes de los Estados Unidos John Adams y Thomas
Jefferson. Estos dos presidentes tenían ideas diferentes sobre el papel que el gobierno
debía desempeñar en la vida de los estadounidenses, lo que finalmente condujo a la
creación de partidos políticos. Alexander Hamilton lideró el Partido Federalista, cuyos
partidarios incluían a personas involucradas en el comercio y la manufactura. Ellos
consideraban que el gobierno central debía ser fuerte, y dejarían menos poder en manos
de los estados. La mayor parte de su apoyo estaba en las regiones del norte, donde
estaba gran parte de la industria de América. El Partido Republicano, cuyos partidarios
eran principalmente agricultores y residían en los estados del sur, estaba encabezado por
Thomas Jefferson. Este partido se oponía a un gobierno central fuerte y creía que cada
Estado debía tener más autoridad.
Durante los primeros veinte años de su existencia, los Estados Unidos, aunque mantuviera
relaciones amistosas con todas las naciones, se mantuvo neutral y sin aliarse a ninguna de
ellas. Sin embargo, Francia y Gran Bretaña entraron de nuevo en guerra, amenazando la
seguridad de Estados Unidos. Estados Unidos finalmente entró en guerra en 1812 contra
Gran Bretaña, la Guerra de 1812. Fue en los estados de la costa del noreste
estadounidense donde se libraban la mayoría de las batallas. Una unidad del ejército
británico consiguió llegar a Washington DC, la nueva capital de EE.UU., donde procedió a
prender fuego a la mansión presidencial, lo que obligó el entonces presidente James
Madison a huir de la Casa Blanca, al estar ardiendo en llamas. América llegó a ganar la
guerra de 1812, que culminó en el Tratado de Gante de 1815. Entre otras cosas, el tratado
garantizaba que Gran Bretaña no establecería colonias al sur de la frontera canadiense.
En 1815, Estados Unidos marchaba suavemente, con la ayuda de una Constitución que
proporciona equilibrio entre la libertad y el orden. El país disfrutó, con una deuda pública
reducida, de paz, prosperidad y progreso social. Una importante adición a la política
exterior de Estados Unidos fue la Doctrina Monroe, llamada así por el presidente James
Monroe. Entre otras disposiciones establecidas en este documento, la doctrina anunciaba
la solidaridad de las nuevas naciones independientes de América Central y del Sur, lo que
sirvió de advertencia a Europa para que no se intentara establecer nuevas colonias en
Latinoamérica.
Estados Unidos se duplicó en tamaño con la compra de Luisiana, y creció aún más cuando
compró la Florida a los españoles. Desde 1816 a 1821, se crearon seis nuevos estados, y
entre los años 1812 y 1852, la población del país se triplicó en tamaño. Sin embargo,
según crecía el país las diferencias entre los estados se hacían más evidentes y
problemática. Estados Unidos era un país tanto de ciudades civilizadas como de fronteras
sin ley, un país entusiasmado con la idea de libertad pero tolerante de la esclavitud.
La esclavitud se convirtió en un tema importante en la década de 1850 y principios de
1860. La mayoría de los norteños, mientras que moralmente estaban en contra de la
esclavitud, no querían impedirla en el sur rural, aunque si se opusieron a la esclavitud en
los nuevos territorios. Los sureños entendían que sus territorios tienen derecho a decidir
por sí mismos con respecto a la esclavitud. Fue entonces cuando apareció un joven
político de Illinois, un hombre llamado Abraham Lincoln. Lincoln creía que la esclavitud no
era un problema local, sino nacional. Inicialmente accedió a que el Sur mantuviera sus
esclavos, pero luchó para impedir la esclavitud en el resto de los territorios. Tenía la
esperanza de que con el tiempo acabarían con la esclavitud voluntariamente, como se
refleja en su famosa cita: "Una casa dividida contra sí misma no puede perdurar. Este
gobierno no puede seguir siendo mitad esclavo y mitad libre”.
El Sur amenazó con abandonar la Unión si Lincoln llegara a la presidencia, lo que sucedió
en 1860, convirtiéndose en el decimosexto Presidente de los Estados Unidos. Antes de
que pronunciara su primer discurso inaugural en 1861, siete estados del sur ya se habían
separado de la Unión. Un clima de tensión se mantenía entre el Norte y el Sur, mientras el
país estaba al borde de la guerra civil.
Durante la Guerra Civil, las dos partes tenía ciertas ventajas: el Norte tenía más materia
prima para la producción de material de guerra y un sistema ferroviario más desarrollado,
mientras que el sur tenía líderes militares con más experiencia y un mejor conocimiento de
los campos de batalla, ya que la mayoría de las batallas se habían librado en el territorio
del sur. La Guerra Civil duró 4 años en total, con la intervención de decenas de miles de
soldados. El día más sangriento de la guerra llegó el 17 de septiembre de 1862, durante la
batalla de Antietam en Maryland. Las fuerzas del sur, encabezados por el general Robert
E. Lee, no lograron repeler a las tropas de la Unión dirigidas por el general George
McClellan. Lee escapó con su ejército, pero la derrota marcó un importante cambio de
rumbo en la guerra.
Más tarde, en 1862, el presidente Lincoln emitió una preliminar Proclamación de
Emancipación que liberó eficazmente a todos los esclavos en los Estados Confederados,
muchos de los cuales luego se incorporaron al ejército de la Unión. Con más soldados y un
mejor abastecimiento, el Norte comenzó a ganar una importante batalla tras otra. Cerca
del final de la guerra, el general William T. Sherman y sus tropas marcharon a través de
los estados del sur de Georgia y Carolina del Sur, dejando un rastro de quema y
destrucción a su paso. Este suceso marcó el final de la guerra, y el General Lee se rindió
oficialmente en Virginia al general de la Unión Ulises S. Grant en abril de 1865.
Menos de una semana después de que el Sur se rindiera, un partidario de los
confederados, llamado John Wilkes Booth, asesinó al presidente Lincoln cuando este
estaba disfrutando de una obra dramática en el teatro Ford en Washington D.C. El
vicepresidente Andrew Johnson juró su cargo como el decimoséptimo presidente de los
Estados Unidos, y se enfrentó al desafío de reconciliar al país durante el periodo conocido
como "Reconstrucción” en la post-guerra.
El presidente Johnson era sureño de nacimiento, y tras hacerse cargo de la presidencia a
la muerte de Lincoln emitió numerosos indultos a los soldados del sur y a los líderes de la
resistencia y les devolvió sus derechos políticos. Al cierre del 1865, la mayoría de los
estados confederados cancelaron sus actos de la secesión, pero se negaron a abolir la
esclavitud. Además, todos los estados del sur, excepto Tennessee, se negaron a dar la
plena ciudadanía a los hombres afroamericanos. En respuesta, el Congreso, mayormente
republicano, aprobó una ley que prohibía a los líderes rebeldes ocupar cargos políticos.
Los generales de la Unión, que gobernaban el Sur, también impidieron que cualquier
persona que no jurara lealtad a la Unión votara en las elecciones. El Congreso apoyó
firmemente los derechos de los afroamericanos, pero el presidente Johnson, sureño de
nacimiento, trató de parar muchas de las políticas destinadas a ayudarles. Como
resultado, la Cámara de Representantes impugnó al Presidente Johnson, aunque se le
permitió terminar su mandato debido a que el Senado se quedó a menos de 1 voto
necesario para obtener la mayoría de dos tercios necesaria para destituirlo de su cargo.
Con el tiempo el Presidente Johnson comenzó a ceder ante un Congreso mayormente
republicano.
Durante la Reconstrucción, se les prohibió a los estados del sur enviar representantes al
Congreso mientras no aprobasen enmiendas constitucionales aboliendo la esclavitud,
concediendo a los hombres negros el derecho al voto y otorgándoles toda la protección a
los ciudadanos, tanto blancos como negros, iguales ante la ley. Durante un tiempo, los
estados del sur se rigieron por estas nuevas políticas, pero cuando los generales-
gobernadores de la Unión salieron del Sur, especialmente durante la década de 1870, los
blancos sureños comenzaron a negar a los esclavos recién liberados sus derechos. Los
hombres negros tenían el derecho a votar, pero por la amenaza de la violencia temían usar
su sufragio. Los estados del Sur introdujeron leyes de segregación, un sistema que
requería que los estadounidenses negros y los blancos usaran instalaciones públicas
separadas. Los negros tenían que beber de una fuente de agua diferente a la de los
blancos, se les negó la entrada a restaurantes y otros negocios, y se vieron obligados a
sentarse en la parte trasera del autobús cuando utilizaran el transporte público.
Naturalmente, las instalaciones para los negros no estaban tan cuidadas como las
reservadas para los blancos, y este tipo de segregación casi inhumana continuaría durante
los 100 años siguientes, hasta que finalmente se convirtió en un problema nacional hacia
la segunda mitad del siglo XX.
Aunque los programas del New Deal provocaron un ligero repunte en la economía, no fue
hasta el inicio de la Segunda Guerra Mundial que los estadounidenses se recuperaran por
completo económicamente. Aunque Estados Unidos había adoptado inicialmente una
política de neutralidad, mientras que Alemania, Italia y Japón atacaban a otros países, se
quitaron los guantes, por así decirlo, cuando Japón atacó la base naval estadounidense de
Pearl Harbor en Hawaii el 7 de diciembre de 1941, lo que marcó el inicio de la participación
de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial.
Mientras los estadounidenses luchaban en Japón y Europa, la industria estadounidense se
centró en gran medida en el esfuerzo de guerra. Mientras que la mayoría de los hombres
luchaban en la guerra, las mujeres eran contratadas en las fábricas donde se construyeron
más de 400.000 piezas de maquinaria de guerra: aviones, buques de carga y tanques. Las
tropas estadounidenses se aliaron con Gran Bretaña y la Unión Soviética contra la
amenaza nazi en Europa. Desde el momento en que Alemania y la Unión Soviética
invadieron Polonia en 1939 (Alemania invadió la Unión Soviética en 1941) hasta la
rendición alemana en 1945, millones de personas murieron en el campo de batalla, y
millones más (principalmente judíos y otras minorías) fueron asesinados en los campos de
concentración nazis durante el Holocausto.
La lucha continuó en el escenario de Asia y el Pacífico, incluso después de terminada la
guerra en Europa. Estas últimas batallas fueron de las más sangrientas para las fuerzas
estadounidenses, ya que Japón se negaba a rendirse incluso cuando los soldados
estadounidenses estaban a sus puertas. La mayoría de los estadounidenses estaban
cansados de la guerra, y se pensó que invadir Japón costaría demasiadas vidas. El
presidente de los EE.UU. entonces Harry S. Truman, era de esa opinión, por lo que decidió
lanzar el primer ataque nuclear del mundo (y todavía el único) en Japón, primero en
Hiroshima y después en Nagasaki. La guerra terminó en 1945, pero la amenaza de que las
armas nucleares acabasen en manos de un enemigo de Estados Unidos causó un temor
generalizado entre la población estadounidense.
Gran parte de Europa estaba en ruinas después de la Segunda Guerra Mundial, y EE.UU.
temía que la debilidad económica de la posguerra aumentara la popularidad del
comunismo. Para evitarlo, Estados Unidos ofreció a los países europeos, incluida la Unión
Soviética, grandes sumas de dinero para ayudarles a reconstruirse. Los países europeos
más occidentales aceptaron con agrado la oferta, pero las naciones comunistas de Europa
del Este la rechazaron. En 1952, a través de un programa de reconstrucción de Europa
Occidental (llamado Plan Marshall), Estados Unidos habrían invertido 13,3 mil millones de
dólares. Mientras tanto, el ejército soviético obligó a los países de Europa Central y
Oriental a establecer gobiernos comunistas. Estados Unidos quería limitar la expansión
soviética, y exigió la retirada soviética en el norte de Irán. Cuando los soviéticos
bloquearon Berlín Oeste, un puente aéreo de EE.UU. llevó millones de toneladas de
suministros a la ciudad dividida.
En 1949, las fuerzas comunistas de Mao Zedong tomaron el control de China. La nación
comunista de Corea del Norte invadió a Corea del Sur con el apoyo de China y la Unión
Soviética en 1950. Estados Unidos obtuvo el apoyo de las Naciones Unidas, anteriormente
la Liga de las Naciones, para una intervención militar y una guerra sangrienta, la Guerra de
Corea, continuó hasta 1953. Aunque el armisticio fue firmado finalmente, las tropas
estadounidenses permanecen en Corea del Sur hasta el día de hoy.
En la década de 1960, Estados Unidos prestó ayuda a Vietnam del Sur para su defensa
contra los comunistas de Vietnam del Norte en lo que más tarde se conocería como la
Guerra de Vietnam. Miles de soldados estadounidenses murieron o fueron heridos en esta
impopular guerra y sin un final previsible del conflicto a la vista, todas las tropas
estadounidenses fueron retiradas a finales de 1973. A pesar de la ayuda estadounidense,
en 1975 Vietnam del Norte finalmente conquistaría a los ejércitos agotados de Vietnam del
Sur, lo que provocó que miles de vietnamitas emigrasen a los Estados Unidos.
La década de 1960 hasta la de 1980 fue un período de grandes cambios culturales. La
segregación que seguía activa en el sur del país, fue abolida oficialmente, en gran parte
gracias al movimiento de derechos civiles y su notable líder Martin Luther King Jr. Las
mujeres se indignaron por carecer de oportunidades semejantes a las de los hombres, y
algunas mujeres como Betty Friedan y Gloria Steinem desarrollaron leyes que finalmente
otorgarían a la mujer más igualdad educativa y económica. Los trabajadores agrícolas
hispanos, bajo el liderazgo de César Chávez, también vieron grandes mejoras en sus
entornos, se les permitió formar sindicatos para la mejorar de sus condiciones laborales y
remuneración.
Con la llegada del nuevo milenio, el presidente electo George W. Bush pretendía centrar
sus esfuerzos en mejorar la educación, la economía de Estados Unidos y el sistema de
Seguridad Social. Este enfoque cambió, sin embargo, el 11 de septiembre de 2001,
cuando unos terroristas extranjeros estrellaron cuatro aviones de pasajeros de los Estados
Unidos: dos en el World Trade Center en Nueva York, uno contra el Pentágono de EE.UU.
en Washington DC, y el último en una zona rural de Pensilvania, después de los valientes
pasajeros lucharon contra los terroristas suicidas.
El presidente Bush declaró la guerra contra el terrorismo en todo el mundo y envió tropas
de Estados Unidos a Afganistán e Irak. Inicialmente tuvo la aprobación del pueblo
estadounidense a nivel nacional, pero al prolongarse la guerra, el pueblo comenzó a estar
cada vez más incómodo con sus políticas. En 2008, los ciudadanos estadounidenses
eligieron a Barack Obama como su nuevo presidente, el primer afroamericano en el cargo.
En su cargo como presidente, Obama se centró en la mejora de la peor recesión
económica que ha conocido el pueblo americano desde la Gran Depresión de 1930—un
enfoque que mantiene hoy en su segundo (y legalmente último) mandato.
Inmigración mexicana en Estados Unidos