Poseyendo La Tierra de La Bendición II

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 3

Poseyendo la tierra de la Bendición II

La semana pasada hablamos Egipto, el desierto, cruzar el Jordán, La tierra prometida


Dijimos entre otras cosas que Cristo es nuestra tierra prometida, Él es nuestra Canaán
Lo primero que hay que hacer es ir a conocer la tierra.

1. Lo que Cristo es
1ª Corintios 2:12: “Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que
proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido”
“Para que sepamos lo que Dios gratuitamente nos ha dado”. (Nuevo Testamento interlineal
Griego-Español de Lacueva).
Ejemplo: Dicen que un conocido predicador, queriendo enseñar a sus hijos a estimar el
honor, la verdad y la confianza, colocó sobre el paño de la mesa, en la sala de diario, dinero
suficiente para el gasto de toda la familia. Si la esposa necesita, toma de allí; si los niños
necesitan, toman de allí. Toda necesidad de aquella casa se suple con el tesoro colocado en
aquella mesa.
De esta misma forma Dios ha puesto en Jesús todo lo que el alma puede necesitar, y nos
dice: “Vayan y tomad de ello; todo está a vuestra disposición”.
Deuteronomio 1:8 “8 Mirad, yo os he entregado la tierra; entrad y poseed la tierra que Jehová
juró a vuestros padres Abraham, Isaac y Jacob, que les daría a ellos y a su descendencia
después de ellos.”
¿Estás en tristeza? En Cristo hay alegrías. ¿Estás en tentación? En Cristo hay socorro.
¿Estás al final de tus fuerzas? En Jesús hay poder.
Muchas veces estas palabras son muy débiles para nosotros, porque pudiéramos pensar que
Dios da esto o aquello aparte de Cristo.
Digámoslo con más precisión: tomas de Cristo cualquiera cosa que puedas necesitar, y él
es la plenitud de vuestra necesidad, de vuestro deseo, de modo que ere bendecido con toda
la gracia espiritual en Cristo en bienes celestiales.

Todo lo que necesito está en Cristo, y creo que es hermoso necesitar, a


fin de que aprenda a conocer todo lo que hay en Cristo.
Cuando estamos debilitados y fatigados, cuando la fe ha retrocedido, cuando la fuerza se ha
agotado y las esperanzas se han desvanecido, cuando todo en torno nuestro parece
escapársenos, entonces es cuando llega el momento de Dios, que viene a decirnos: “Hijo
mío, yo he puesto en Jesús todo lo que tu espíritu necesita”
Así como el Apóstol Pablo cuando estuvo encarcelado, Cristo será para nosotros amigo, y
consuelo, y fortaleza, y satisfacción, y todo lo que podamos necesitar.
Si comprendiéramos bien lo que Cristo puede ser para el alma
• Esos que han estado recurriendo a lo que se dejó en el pasado
• Creyendo obtener paz y gozo en medio de eso
• Y que sólo reciben nuevos desengaños.
En Cristo encontrarán montañas, lagos, ríos, arroyos, tesoros, campos de trigo y olivares y,
en una palabra, todo lo que el alma pueda requerir para sentirse bendecida.
¡Oh Espíritu de Dios! ¡Toma todo lo que hay en Cristo y revélalo al corazón que espera
en él!
¡Oh Espíritu de Dios! ¡Toma todo lo que hay en Cristo y revélalo a mi corazón que
espera en él!
2. Como podemos tomar de él
Juan 1:16 “16 Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia”
Romanos 5:17 “17 Pues si por la transgresión de un solo hombre reinó la muerte, con mayor
razón los que reciben en abundancia la gracia y el don de la justicia reinarán en vida por
medio de un solo hombre, Jesucristo.”
¡Recibir! ¿Sabes cómo se recibe?
Pastor: “Supongo que quiere decir que debo orar mucho”. No, señor, no quiero decir eso.
Usted ha estado orando por mucho tiempo. Quiero que, en cierto sentido, dejes la oración y
que empieces a tomar.
Hay una diferencia inmensa entre orar por Cristo, y tomar de Cristo. Nos explicaremos
mejor.
Un anciano dijo un día:
Cuando se obtiene oro, se arroja la escoria; cuando se obtienen diamantes legítimos, se
desechan los vidrios.
Obtened a Cristo, y el mundo ya no tendrá atractivos para ti. Danos luz del sol, y para nada
querremos la luz eléctrica. Dame la claridad del día, y para nada necesitaré luces artificiales.
“Una vez me sentía siempre vencido por mi mal carácter, y luché contra él. Un día, cuando
enseñaba a cierto número de niños y rehusaban éstos a oír mi lección, yo llegué al extremo
de mi fortaleza. Estaba a punto de olvidarme de mí mismo, cuando en aquel momento me
volví a Cristo, diciéndole: “Cristo, sé tú mi dulzura de carácter”.

En vez de luchar contra el mal carácter, tomaba a Cristo como su


paciencia, su humildad, su mansedumbre, su dominio de sí mismo.
Jesús está cercano a nosotros.
• No me refiero tanto a la cruz, como a Jesús que fue crucificado.
• No hablo tanto de la sepultura, como de Jesús, que se levantó de ella.
• No hablo tanto de la ascensión, como de Jesús, que ascendió.
Él está siempre con todos nosotros.
• No es la santidad, sino Jesús, que es el Santo.
• No es la mansedumbre, sino Jesús, que es el manso.
• No es la pureza, sino Jesús, que es el puro.
• Jesús, ¡no esto o aquello, no una emoción, no una fe, sino Jesús!
Has estado poco satisfechos de tu fe. ¡No pienses más en eso! No mires tu fe; contempla
a Jesús, y tendréis fe sin notarlo.
Has estado preocupados respecto a tus sentimientos: eso no vale nada. El sentimiento va y
viene. No pienses en ellos, pero vive como en la presencia de Jesús.
Contempla que estas frente a frente con Jesucristo.
• Entrégale todo tu ser a él y él te dará todo su ser a ti.
• Anda donde los enfermos, a los campos del dolor, del sufrimiento y de la tristeza: Él
irá también contigo.
El manantial esta brotando junto a ti: no tienes necesidad de ir a llenar tu jarro en alguna
fuente extraña. Tienes a Jesús en tu corazón, manantial que brota para vida eterna.
Iglesia necesitamos levantarnos y pasar el Jordán para entrar en la tierra de Bendición.

También podría gustarte