Comentario de Texto. Herodoto en Egipto
Comentario de Texto. Herodoto en Egipto
Comentario de Texto. Herodoto en Egipto
“Los diez años, pues, se emplearon en esta calzada y en las cámaras subterráneas de la colina
en que se levantan las pirámides, cámaras que Quéope se hizo construir para tumba suya en
una isla, conduciendo allí por un canal el agua del Nilo. Pero en la construcción de solo la
pirámide, el tiempo empleado fueron veinte años. Cada una de sus caras –es cuadrad- mide
ocho pletros de longitud y otro tanto su altura; y es de piedra pulida y perfectamente ajustada;
ninguno de los bloques tiene menos de treinta pies… “
… ese Quéope, decían los egipcios, reinó cincuenta años, y a su muerte, heredó el trono su
hermano Quefrén. Y este se comportó en todo como su antecesor, y también hizo construir una
pirámide, que no alcanza las dimensiones de las de Quéope (pues nosotros mismos la medimos)
(…); pues no hay en ella cámaras subterráneas, como tampoco desde el Nilo llega a ella un
canal como el que penetra en la otra pirámide por un conducto de obra y que rodea en su
interior una isla donde, dicen, reposa el propio Quéope. Hizo construir su base con piedra
etiópica de varios colores, y la dejó cuarenta pies menos alta que la otra pirámide, la grande,
cerca de la cual la edificó; y las dos se levantaron sobre la misma colina, que tiene como unos
cien pies de altura…”
…Y después de Quefrén, dijeron los sacerdotes, reinó en Egipto Micarino, hijo de Quéope…
Este rey dejó también una pirámide, mucho más pequeñas que la de su padre. Cada una de sus
caras tiene tres pletros menos veinte pies y es cuadrada y de piedra etiópica hasta su mitad”.
Comentario de texto:
Clasificación y contextualización.
El texto fue escrito alrededor del año 444 a. C. a raíz de un periplo (algunos autores
defienden que fueron dos) que el autor hizo a Egipto hacia el año 450 a. C.
El fragmento forma parte del Libro II, dedicado a la musa Euterpe de la música, dentro
su Historiae (también conocida como los Nueve Libros de Historia) de este autor. Esta
obra fue probablemente escrita en Turios, colonia turia que ayudó a fundar junto con
Protágoras de Abdera e Hipódamo de Mileto, que fue una importante ciudad de la
Magna Grecia, situada en el Golfo de Tarento, a corta distancia de Sibaris, en la región
de Calabria, en Italia.
Por lo que respecta al contexto en Egipto, país visitado por Heródoto en 450 a.C., fruto
de cuyo viaje es el texto que se comenta, en esa época estaba bajo la dominación persa
de la dinastía XXVII o Aqueménida, vigente desde la derrota de Psamético III, (último
faraón de la Dinastía XXVI, Saíta) por Cambises en 525 a.C. en las inmediaciones de
Pelusium, al nordeste de Tanis.
Los faraones de esta Dinastía trataron al país como importantísima fuente de ingresos,
al tratarse de la provincia más rica de su imperio, pero en general fueron muy poco
respetuosos con los dioses y las tradiciones locales y expoliaron brutalmente sus
recursos, según relata el propio Heródoto, motivo por el cual los aqueménidas gozaron
de escasísima popularidad, concitando la aversión de la mayoría de la población que
llegó a amotinarse en repetidas ocasiones. La liberación, años más tarde (404 a. C.) de
esta dominación persa, vendría, precisamente con la ayuda de los griegos a Amirteo o
Amenirdis, faraón único de la dinastía XXVIII de Egipto que reinó de 404 a 398 a. C
Por otro lado es importante señalar que las pirámides de Keops, Kefrén y Mykerinos,
monumentos a que hace referencia Heródoto en su texto, fueron construidos en una
época muy anterior, dentro de la Dinastía IV del Imperio Antiguo de Egipto, la cual se
desarrolló entre los años 2590 y 2463 a. C., es decir transcurren más de 2000 años entre
el suceso de la construcción de las pirámides que se relata y la visita del historiador y
geógrafo griego de la que resultó el texto comentado.
Heródoto, al parecer, recorrió Egipto en cuatro meses, período que se ha podido estimar
por alusiones a las crecidas del Nilo. Viajó por todo el país (algunos autores defienden
que hizo dos viajes), desde la desembocadura del Nilo hasta el actual Assuán. Vio poco
del antiguo esplendor. Tropas mercenarias persas de Artajerjes I (465-424 a.C.)
ocupaban el antiguo imperio faraónico, dentro del primer período de dominación persa
de Egipto en la XXVII dinastía comenzada con la conquista de Cambises en 525 a.C.
que se mantendría hasta Darío II en 404 a.C.
Intentó descifrar los jeroglíficos sin lograrlo. Sus indicaciones de que se trataba de un
lenguaje de imágenes en vez de trascripción de sonidos contribuyeron al retraso en su
desciframiento hasta tiempos de Jean-François Champollion que lo consiguió en París
en 1822.
Dado el tiempo empleado en tan vasta empresa así como la dificultad de consulta de
documentación inteligible para él, las únicas fuentes de las que pudo servirse fueron la
observación directa y las informaciones orales de los aborígenes.
No se puede decir lo mismo de la altura que indica, igualándola a la base, ya que según
el citado Flinders Petrie, ésta tenía una altura original de 146,61 m siendo la altura
actual de 136,86 m, con lo que resulta un error del orden de 100 m. en la apreciación de
la altura, que evidentemente no sería hecha por medición directa sino de forma
estimativa.
Parece que puede haber otros errores en los aspectos observados, posiblemente de
trascripción de sus “notas de campo” como el hecho de asignar “varios colores” a la
pirámide de Quefrén, cuando en realidad es la de Micerinos la que tenía un
revestimiento polícromo. Asimismo la dimensión dada para la pirámide de Micerinos es
claramente inferior a la real.
Respecto a la mención a la “tumba en una isla” parece haber una contradicción entre lo
que dice en la primera parte del texto, donde parece ubicarla en “las cámaras
subterráneas de la colina en que se levantan las pirámides” y la descripción que hace al
comparar la pirámide de Kefren con la de Keops, donde dice que “un canal penetra en
la otra pirámide (Keops) por un conducto de obra y que rodea en su interior una isla..”
En todo caso, sobre este aspecto, todavía hoy, no existe una versión única y cierta entre
los expertos.
Esta última afirmación es actualmente cuestionada y por ejemplo, el Dr. Zahí Hawas,
director de excavaciones de la Meseta de Gizeh, considera imposible que se pudieran
colocar 125.000 bloques de piedra anuales, que suponiendo un trabajo de los obreros de
4 meses al año, como ha podido ser probado en recientes hallazgos en tumbas de
obreros de las pirámides, daría un promedio de 1.000 bloques al día, y eso sin conocer
el hierro ni la rueda… También para Delgado, M. J. resulta improbable que en tan solo
20 años se edificara una construcción de dos millones y medio de metros cúbicos de
piedra. Además, se puede considerar que solamente la primera de las gradas de la
Pirámide, de las que tuvo 204, tiene casi 54.000 metros cuadrados por lo que resulta
incomparable respecto a la duración de 10 años que el propio Heródoto da para la
construcción de la rampa, de menor perfección que la pirámide y con sólo 10.000
metros cuadrados de superficie.
En relación con estas “imprecisiones”, cabe señalar, en primer lugar, la enorme cantidad
de años transcurridos desde la ocurrencia de los hechos y el momento en que le son
relatados a Heródoto, que como queda dicho supera los 2000 años. En segundo lugar, es
preciso, también, tener en cuenta lo que el propio historiador advierte en el capítulo
CXXIII de su segundo libro, precisamente el dedicado a Egipto, donde dice en que
contexto deben ser evaluadas sus crónicas: “…si alguno hubiere a quien se hagan
creíbles esas fábulas egipcias, pues no salgo fiador de lo que cuento, y sólo me propuse
por lo general escribir lo que otros me referían”.
En lo que respecta a aspectos artísticos del texto que se comenta, se puede decir que
carece de elemento alguno en este sentido. No obstante si se aprecia un estilo y un
trasfondo en el que el autor desea resaltar la majestuosidad y la grandiosidad severa de
los monumentos que contempla. Y así, tanto en las dimensiones de pirámides y bloques,
como en los plazos, o en la perfección de la construcción y en los materiales empleados,
se advierte un deseo de transmitir asombro y grandiosidad monumental.
Con todo, por la influencia que tuvo en su momento (incluso Alejandro Magno se
considera influido por Heródoto), por su valor histórico y documental y por la época en
que fue realizado, Historiae o Los nueve libros de historia está considerada como una
fuente importantísima por los historiadores siendo la primera descripción del mundo
antiguo a gran escala y la primera en prosa griega. Es uno de los textos más
renombrados de la Antigüedad, siendo considerado una fuente de información
imprescindible para el conocimiento de la Historia en ese período.
5. Bibliografía
YVES D. PAPIN. Chronologie de l’histoire ancienne. Ed. J.P. Gisserot, 1998
MARTÍN WALKER. Historia del antiguo Egipto. Edimat Libros. Madrid, 1999.
LUCIA GAHLIN. Dioses, mitos y religión. Edimat Libros. Madrid, 2007
PÉREZ LARGACHA .Historia antigua de Egipto y del Próximo Oriente - Colección:
Akal universitaria. 2007
J. A. RAMIREZ. Historia Del Arte - Vol. 1 : El Mundo Antiguo
A.GRACIANI. Actas del III congreso Nacional de Historia de la constucción. Sevilla
oct. 2000. CEHOPU.