Caminos Cruzados
Caminos Cruzados
Caminos Cruzados
Mercedes Franco
Tabla de Contenidos
Capítulo V
Capítulo VI
Capítulo VII
Capítulo VIII
Capítulo IX
Continuará…
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Capítulo V
Capítulo VI
Capítulo VII
Cuando tenía cinco años mi mundo era mágico, pensaba que mi padre era
el mejor hombre sobre la tierra, creía ciegamente en todo lo que decía, incluso
cuando me hablaba mal de los negros, los odiaba, siempre me contaba cómo
uno de “ellos” había matado al abuelo. Nunca cuestioné ninguno de sus
argumentos, hasta que comencé a tratar con otros niños y me di cuenta que
todo aquello era absurdo.
El día que él se fue de la casa comprendí que nunca más sería un modelo
de conducta para mí; no obstante, sin darme cuenta, él sembraría la duda y el
temor, la increíble desconfianza de no abrirme con nadie, desconfiar de
quienes podían traicionarme, no amar completamente porque era un riesgo
demasiado grande. Por supuesto, que al conocer a Daniela eso fue cambiando,
pero ahora al encontrarme en esta disyuntiva me preguntaba si tarde o
temprano me alcanzaría esa misma maldición, después de todo, no era muy
diferente a mi padre, estaba traicionando a mi pareja por no poder manejar el
estrés y las condiciones duras de la vida.
Siguieron pasando los meses y yo estaba emocionado porque mi libro ya
estaba a punto de ser corregido completamente. Mi piel se erizaba de solo
pensarlo, al mismo tiempo me sentía solo, mi logro parecía vacío,
principalmente por la forma en que las cosas se habían dado. Tuve que
renunciar a mi empleo en el club porque a Penélope no le gustaba que sus
amigos me vieran allí y pudiesen relacionarme con ella, era “inapropiado”
según sus propias palabras.
La mujer me tenía en sus manos, mi vida dependía prácticamente de sus
designios, había tenido un problema increíble con ella por no atenderle la
fulana llamada, era muy estresante mantenerla complacida y, al mismo
tiempo, cumplir con Daniela. Ambas totalmente distintas, de mundos
diferentes, era mucho más complicado de lo que había pensado.
—¿Estás seguro que este adelanto alcanza para esto? —Me dijo ella
asombrada al ver el auto.
—Sí, te aseguro que sí.
—Vaya, deben confiar mucho en ti para darte tanto dinero.
—Y tú también deberías hacerlo.
—¡Oh vamos Sam!, no quise decir eso.
—Bien, anda móntate, demos un buen paseo.
—Está bien —dijo entusiasmada.
—Ok, vamos.
—¡Ohhhh guaooo! Este auto es hermoso.
—Sí, es increíble, me encanta y mira cómo corre.
—¡Oh por Dios! Jajajajajajaja, esta es una sensación increíble.
—Tengo una idea.
—¿Cuál?
—Vamos a correr esta belleza, ¿te gustaría?
—Sí, mil veces sí —me dijo entusiasmada.
Lo llevamos a toda velocidad por la carretera, ella estaba extasiada, hacía
mucho tiempo que no nos divertíamos tanto, la adrenalina invadía mi cuerpo
y eso me excitaba demasiado.
—Sam, ahora que dependes solamente de esto ¿qué pasa si la novela no
despega?
—No quiero pensar en eso ni por un segundo, confío en ella 100%.
—Todo esto es genial pero, no sé, sigo sintiendo que hay algo que no está
bien.
—Aquí vamos otra vez, sabes, la estamos pasando genial, no quiero tener
esta conversación otra vez, ¿puedes confiar en mí por un segundo? ¿Puedes
tener un poco de fe en mí?
—Está bien, pero recuerda que soy abogada; pero ya, bien, no diré más
nada Sam, disfrutemos esto y ya.
—Se me ocurre una locura.
—A ver, soy toda oídos.
—Vamos a la playa.
—Pero, no trajimos nada.
—No importa ¿no te parece emocionante?
—Jajajajaja, estás loco.
—Vamos, deja la practicidad.
—Ahhhh ¿desde cuándo eres tan espontáneo Samuel Dunn?
—No lo sé, quiero que hagamos cosas distintas.
—Está bien, maldita sea, hagámoslo jajajajajaja.
La costa se veía desde la carretera, el color azul profundo contrastaba con
las hermosas arenas doradas.
—¡Oh Samuel esto es precioso! Voy a tomar una foto —dijo ella sacando
su celular.
—¿Estás feliz mi Sol?
—Sí, mucho.
—Vayamos a comprar algo de ropa ¿te parece?
—Muy bien.
Ella se compró un traje precioso, de sólo verla sentía un hormigueo por
todo mi cuerpo, era un straples en forma de corazón, acompañado de una
panti muy reveladora, yo me imaginaba más tarde qué podría hacer con todo
eso e incluía ideas muy creativas.
—¿Te gusta? —Me dijo haciendo una pose.
—Me encanta, estás preciosa y este sombrero combinará muy bien con
ese hermoso traje de baño.
—Pero es muy costoso Sam.
—Tranquila, puedo pagarlo.
—Pero, ¿vale la pena que pagues tanto por esto?
—Sí, sí vale la pena si te vas a ver preciosa con él.
—Bien, como digas.
—Este pareo también me gusta. Vaya, mira estas gafas.
—Pero son Chanel, Samuel. No, no las compres.
—Por eso las voy a comprar, quiero que tengas algo realmente hermoso
como esto.
—Samuel es un desperdicio, son demasiado costosas, puedo comprar unas
más baratas y tienen la misma función.
—Pero no son Chanel cariño.
—¡Oh Sam! Bueno, como quieras.
Se notaba que estaba incómoda, Daniela era una ahorradora empedernida,
estaba acostumbrada a ser previsiva, pero yo estaba cansado de eso, quería
vivir en grande, ser como esa gente que rodeaba a Penélope, que gastaban sin
pensar, sin preguntar siquiera, esa era mi meta. Yo estaba dubitativo, aún no
podía meter todos los huevos en la misma canasta, así que estaba esperando
que todo despegara para poder observar las cosas. Pero cuando eso ocurriera,
pensaba comportarme exactamente igual que los amigos de ella, y entonces,
creía que sería inmensamente feliz.
—Sam, ¿qué tal si hacemos el amor aquí?
—Pero, estamos delante de todo el mundo.
—Pues, podemos buscar un lugar un poco más privado, por allá —dijo
señalando unos arbustos cercanos.
—Suena muy atrevida señorita Deveraux y eso me ¡encanta!
—Entonces…voy a ir y tú lo haces en un rato ok —me dijo guiñándome
un ojo.
Allí estaba yo sobre esa fantástica mujer y la sensación era increíble, muy
excitante, sentir que en cualquier momento nos podrían ver, eso me hacía
estar en las nubes, fue la experiencia más increíblemente erótica que tuve en
mi vida, en toda mi vida. Lo hicimos unas tres veces, quedamos
completamente agotados, a eso le llamaría completa felicidad. Luego
corrimos por toda la playa como dos niños, la cargaba en mi espalda, reímos,
las cosas fueron simples y emocionantes antes que la vida se nos complicara.
—¡Oh Sam! Me siento genial, la estoy pasando muy bien.
—Yo también amor, esta es la vida que quiero para los dos, esto es lo que
merecemos.
—Estoy de acuerdo y me alegra que estemos trabajando para lograrlo.
—Sí, y en mi mente recordé lo que ella estaba haciendo y me sentí mal al
cotejarlo con lo mío.
Luego fuimos a un hotel, todo era improvisado y hermoso, allí los dos en
ese balcón admiramos la belleza de la costa, sintiendo la sueva brisa marina
sobre el rostro. Ella me observaba atentamente y parecía analizarme en
profundidad.
—Te ves muy hermoso Sam.
—Gracias, pero en eso tú eres la experta.
—No, en serio, últimamente te he visto cambios físicos, y no me
interpretes mal, me gusta, pero es como si alguien lo hiciera, como si yo
estuviera apartada de ese proceso y sólo viera los resultados, es decir, no
formo parte del equipo Sam ¿me entiendes?
—¿El equipo Sam? Jajajajajajaa, disculpa es que, suena muy… absurdo.
—¿Te parece absurdo?
—Sí, esto que ves son los asesores, me dicen que debo tener cierta imagen
para ser más popular con el público.
—A ese me refiero, yo nunca he escuchado que ninguna editorial pague
un asesor de imagen a un escritor, eso es muy raro.
—Pues aquí lo hacen con los autores que saben, venderán mucho.
—Si tú lo dices, pero siento que debe haber un truco en todo esto.
—¿Por qué eres tan suspicaz? ¡Dios, es exasperante!
—Dirás que es así, pero prefiero ser prudente y no caer en el engaño de
otras personas.
—No he caído en ningún engaño, todo lo que pasa está bajo mi control y
conocimiento.
—Me alegra, aunque tenga ciertas reticencias, te ves realmente sexy así.
—Gracias señorita, usted también se ve increíblemente sexy bajo esta luz,
tu piel parece bronce, es increíble.
—¿Cuándo voy a leer esa novela tuya?
—Pronto, ya pronto va a salir.
—Pero ¿de qué trata?
—Quiero darte la sorpresa, ya verás cuando la leas.
—Ok, pero dame una pista.
—No señorita, debes esperar, no te diré nada.
—Bien, eres muy malo Samuel, muy malo —me dijo señalándome.
—Jajajajajajajaja, ahora no decías eso jajajajajaa.
—Jajajajajaja, bueno ahora estábamos en otra cosa.
—Una cosa muy buena e interesante.
—Me gusta esto Sam, me gustó mucho.
—A mí también, quisiera que la vida siempre fuese así.
—Sería maravilloso.
—Mira, esta vista no tiene precio, la vida es para eso, el dinero, todo, para
disfrutar de la existencia, disfrutarla en grande, creo que eso es trascender,
vivir realmente.
—¿A qué le tienes más miedo?
—Le tengo terror a tener una vida sin sentido, rutinaria, común.
—Por eso te esfuerzas tanto ¿verdad? No quieres tener una vida común,
no quieres ser como tu padre, como tu madre, como la mayoría de las
personas, que van a un trabajo y su vida se va en esa rutina.
—Algo así.
—Pero todo tiene un equilibrio Sam, yo también sueño con una buena
vida como esa, pero las ambiciones tienen sus bemoles, cada cosa que recibes
conlleva una responsabilidad y debemos evaluar si podemos con ella amor.
—Me creo capacitado.
—Me parece bien tu seguridad y me gusta todo esto que tenemos, solo
quisiera que no existiese esa especie de barrera entre los dos.
—No hay ninguna barrera entre los dos cariño.
—Tú dices eso, pero yo sí la siento, dirás que repito lo mismo vez tras
vez, pero es lo que siento, no te tengo completo, es como si te compartiera
con algo, algo que no sé qué es.
—Oh Dani, por favor, no seas absurda, aquí estoy contigo bebé.
—Mmm seré absurda, pero mi instinto me dice que es así.
La noche parecía un río sigiloso y yo por dentro pensaba que todo era
perfecto, que me daba terror que ese delgado equilibrio se rompiera de un
momento a otro, con una llamada, un reclamo, una pelea, cualquier cosa que
acabara con esta ilusión de tener una vida perfecta al lado de la mujer que
amaba.
La abracé por la cintura y besé su hombro, ese aroma, completamente
divino combinado con el olor del mar, su piel dulce y cálida, me invitaba, me
atraía como la miel.
—Eres tan hermosa, no puedo creer que estés aquí conmigo. Sabes, el día
que te vi, la primera vez, me dejaste con la boca abierta, con ese pantalón
corto, esas piernas, ¡por todos los cielos! Estas piernas son las más increíbles
y bellas que he visto en toda mi vida.
—Jajajaja, qué exagerado, continua jaja.
—Te vi y me dejaste sin aliento, estos ojos de pantera, mis ojos de sol —
le dije dándole la vuelta para mirarla directamente a los ojos.
—Yo te vi y pensé que eras muy tierno, estos ojos negros, brillantes y esos
lindos hoyuelos jajaja, lindos, lindos y esta naricita, es la cosita más linda que
he visto.
—Quiero comerte, comerte toda, completa, eres como una de esas bebidas
que tú haces, tentadora y deliciosa, solo quieres tomarla, tomarla completa y
sentir esa increíble sensación de placer, solamente que si tu fueses una bebida,
tendrías chocolate extra, todo extra.
—Jajajajajaja, por Dios, soy una bebida extra, extra.
—Todo extra, como estas caderas hermosas y esta cinturita maravillosa,
son la cosa más delirantemente perfecta del mundo, ven acá —le dije
atrayéndola hacia mí.
La levanté en vilo colocándola contra la pared, la empujé contra ella y se
veía muy entusiasmada, nos besamos apasionadamente. Entonces, metí mi
mano debajo de su falda y comencé a acariciarla, me di cuenta pronto que no
era necesario, ya que estaba más excitada que yo.
—Vaya, las cosas están muy calientes por aquí.
—Así es, ¿qué vas a hacer al respecto?
—Se me ocurren muchas cosas —le murmuré al oído.
—A ver, muéstrame algo.
La sostuve contra la pared, mientras ella se sujetaba de mis hombros y yo
trataba de quitarle los pantis. Ella reía porque era una situación absurda, lo
incómodos que estábamos ahí, tratando de equilibrarnos el uno con el otro,
pero al mismo tiempo era increíblemente erótico.
—No nos están viendo ¿verdad?
—No lo sé, jajaja, lo único que puedo ver ahora es a ti.
—Mmmm sigue así, me gusta mucho. Déjame bajarte el cierre.
—Cuidado, ten cuidado.
—A ver, a ver —dijo mientras acariciaba mi pene.
Sentí cómo poco a poco iba creciendo dentro de mí la presión, era
increíblemente excitante, casi iba a terminar.
—Vamos, hazlo, me muero por sentirte dentro.
—Si sigues hablando así, terminaré antes de tiempo.
—Eso no puedo ocurrir o te mato.
—Jajajajajaja, vamos amor, dame más.
No puedo describirlo con palabras, estar dentro de esa mujer era la cosa
más maravillosa del mundo, una sensación indescriptible, la fricción y el
calor, ella era de ese tipo de mujeres que te hacen delirar y yo no tenía mucha
experiencia en ese momento, pero podía percibirlo, era increíble. El sexo fue
genial, acabamos agotados en el piso, mi respiración era tan acelerada que
casi no podía hablar.
—Eso fue…eso fue genial.
—No…no puedo hablar, cielos…es…es genial.
—¡Oh rayos! Este es el mejor sexo del mundo, ¿por qué no hacemos esto
todos los días?
—Es una… una buena idea.
—Sabes, cuando pase el tiempo recordaremos este momento, pensaremos
en este instante, gracias por traerme Sam, siempre voy a recordar esto.
—Yo también amor, siempre recodaré esto —y el tono de nostalgia con
que lo dije pareció extrañarle.
—¿Y por qué lo dices así?
—No lo sé, supongo que porque el tiempo pasa y no vamos a estar tan
jóvenes como ahora por siempre.
—Sabes, la historia que escribí, se trata de ti y de mí.
—¿En serio?
—Sí, tú eres mi protagonista, se llama Sol.
—Dijiste que sería una sorpresa ¿qué pasó?
—Sólo quería que lo supieras.
—Qué hermoso Sam, nadie había hecho algo así por mí.
—No podría ser de otra manera, tú eres Sol.
—Quisiera que el tiempo no pasara y seguir siendo la chica de ojos de
Sol, la chica de tu historia por siempre.
—Siempre lo serás cariño, tú siempre vas a serlo, cuando la leas, sabrás
que eres tú, que solamente eres tú y que te amo, que eres el amor de mi vida.
Capítulo VIII
Capítulo IX
A veces las cosas pasan sin proponértelo, tanto lo bueno como lo malo, yo
creí en un hombre y este me traicionó de todas las formas posibles que se
puede engañar a una mujer. Al recordarlo, ha sido el peor momento de mi
vida, y pienso lo mismo aún 16 años después.
Después de despertar esa mañana, me sentía feliz, pasamos toda la noche
haciendo el amor, me sentía revitalizada y estaba lista para todo lo que venía.
Desperté y sentía el sonido del mar, allí estaba él aún dormido a mi lado, se
veía hermoso y calmado, me senté a mirarlo, el sol le otorgaba a su rostro la
apariencia de la porcelana: blanco y perfecto, ligeramente bronceado por el
sol del día anterior. Dormía plácidamente y yo me imaginaba con qué estaría
soñando, sus hombros tenían unas encantadoras pecas como pequeñas
constelaciones brillando en su universo.
Su respiración reposada, parecía imitar el sonido de las olas, me levanté
enrollando sobre mi torso una de las sábanas emulando una toga. Caminé
hasta la terraza y me quedé mirando el amanecer, me sentía muy afortunada
porque lo tenía a él conmigo, los dos estábamos triunfando, todo parecía
perfecto en nuestro mundo. Cada color en el cielo iba cambiando con cada
minuto que pasaba, así era mi tiempo, yo me transformaba en otra mujer, ya
no era la niña de 20 años que había acudido a una cita a ciegas.
Sentía que estaba logrando mis metas, me estaba transformando en
alguien importante en mi trabajo, caso tras caso que ganaba, cuando ayudaba
a todas esas personas, cuando defendía los derechos ambientales, tal como lo
había soñado en la universidad, era como un sueño, y ahora lo tenía a él, allí a
mi lado. Me sentía feliz, él estaba triunfando, por fin lo veía sonreír, seguro de
sí mismo, alegre, confiado en un mejor futuro. Ahora que estaba prosperando,
todo iría mejor para los dos.
—Hola, escuché su voz.
—Hola, buenos días dormilón.
—Buenos días, ¿qué quieres? Anoche me dejaste agotado.
—Jajajajajaja, tú también me dejaste agotada, nunca había hecho eso, esa
cosa, es lo más raro que he realizado en la cama.
—Pero ¿te gustó?
—Mucho, sí, se siente fabuloso.
—Yo también lo sentí, fue un orgasmo estupendo.
—Este día se ve precioso, todos esos colores, es magnífico.
—Sí, fue fantástico venir aquí, quisiera no irme, que nuestras vidas
siguieran trascurriendo en este lugar.
—Yo también cariño, pero tenemos que irnos, tengo una reunión por lo
del libro.
—¿En serio? No me habías dicho nada.
—Pensé que sí.
—No, no me dijiste nada.
—Bien, es hoy, y tengo que preparar unas cosas antes, vamos a revisar la
versión final del manuscrito y, bueno, es un poco trabajoso.
—Está bien, me doy una ducha y me cambio.
—Bien.
Mientras me bañaba, escuché el sonido de la puerta; acto seguido, sus
cálidas manos acariciaron mi espalda, comenzó a besarla, primero con suaves
besos y luego con mayor fuerza, me volteó suavemente y comenzó a besarme
con pasión. Entonces, me levantó y me colocó contra la pared, sentía la fuerza
de su cuerpo contra mí cada vez más fuerte, en mi vientre latía una energía
que se iba intensificando a medida que él me penetraba. Me sujetaba de él con
fuerza, mientras la tibia agua de la regadera nos iba acariciando, haciéndome
sentir mucho más excitada. Su pecho estaba más fuerte que antes, sus
pectorales más anchos, dejábamos la infancia y nos adentrábamos en la
adultez, y su cuerpo era mucho más masculino.
Tuve un orgasmo increíble, no sabía cuántas veces habíamos hecho el
amor desde que llegamos el día anterior, pero era fascinante dejarse llevar,
entregarse uno al otro de esa manera tan potente, como jamás lo imaginé con
ninguno de los chicos con los cuales había estado. Me sequé y vestí, me dolía
el cuerpo, era un dolor agradable, pero mis músculos estaban resentidos por
toda esa acción.
—Bueno señorita, tenemos que irnos.
—Estoy lista.
—Bien, entonces despidámonos de este maravilloso lugar.
—Adiós playa jajajaja, adiós. —Le dije mirando por la terraza.
—Vamos Sol, vámonos cariño.
—Ya voy, es que…no me quiero ir.
Era como si presintiera algo malo, como si en el fondo de mi corazón
intuyera que todo esto acabaría. Mientras íbamos en el vehículo, su teléfono
sonaba insistentemente, eso me hacía sentir extraña, ¿quién trataba tanto de
comunicarse con él?
—¿Es de tu trabajo?
—Sí —dijo él, pero lo noté un poco nervioso.
—¿Por qué no contestas?
—Porque son detalles de la reunión, pero ese no es mi trabajo, solamente
debo estar allí.
—Pero dijiste que tenías cosas que arreglar.
—Sí, pero me refiero a mi presentación personal y cómo hablar con esas
personas en caso que haya algún desacuerdo por el libro.
—Bien, pero la verdad me parece que deberías contestar, lo pueden tomar
a mal.
—Tranquila, no te preocupes, yo sé cómo manejar a estas personas.
—Bien, lo que digas.
Él me dejó en mi apartamento, entonces me arreglé porque debía hacer
algunos trabajos en la oficina. Encendí el televisor para distraerme mientras
me cambiaba de ropa, entonces, vi algo que me llamó la atención. La noticia
era sobre el nuevo lanzamiento de un grupo de libros por la editorial Sanz y
Vargas, allí estaba el socio mayoritario hablando acerca de los nuevos
proyectos. Era una mujer de unos cuarenta y tantos, muy hermosa, de nombre
Penélope Sanz, refinada y con un gran donaire, era una mujer de mundo, muy
segura de sí misma.
No sé por qué, pero en cuanto la vi, sentí una punzada en el estómago, ella
nombró todas las novelas que estarían presentando, unas diez en total, y entre
esas estaba la de Samuel, pero en cuanto la mencionó, pareció detenerse y la
alabó mucho más que a las otras, haciendo gran hincapié en la calidad de la
misma y en el gran talento del escritor. Llámese sexto sentido, pero me
pareció muy extraño que una persona tan importante se ocupara
personalmente de algo que debía ser trivial y de lo cual tendría que encargarse
alguien de menos envergadura.
—Es hermosa —dije en voz alta, esto es extraño.
Yo misma me impresioné de mi reacción, fue una sensación visceral, me
quedé mirándola detalladamente, qué tenía que no terminaba de gustarme. Era
la misma sensación molesta, que alguien cambiaba a Sam, que existía una
barrera entre nosotros, un silencio, como si estuviese viendo su proceso desde
afuera y no participara de él como su novia. Realmente sentía que algo se
interponía entre los dos, algo invisible, una fuerza que no tenía forma, pero al
ver a esa mujer, mi cerebro se activó buscando la respuesta, aún no había
caído en cuenta, pero la mente se había despertado.
Llegué a la oficina y todavía pensaba en eso, estaba intranquila, aún así
trataba de concentrarme en el trabajo.
—Hola cariño —me dijo Miranda.
—Hola ¿cómo estás?
—¡Oh guao!, te ves muy bien, estás ¡bronceada!
—Jajajaja sí, Sam y yo fuimos a la playa, ayer me tomó por sorpresa y me
dijo vamos de un momento a otro.
—¡Qué envidia! Ojalá yo tuviera un novio así, que me secuestrara para
llevarme a la playa.
—Jajajajajaja sí, fue increíble, pero ¿qué me ibas a decir?
—No nada especial, solamente quería saludarte y conversar un rato
contigo.
—Bien, ¿qué me cuentas? ¿Cómo están tus cosas?
—Ninguna novedad, tú sabes desde que me divorcié de José Luis, todo ha
sido responsabilidades y nada de emociones, ya me sale un novio así como tú.
—Ya encontrarás a esa persona.
—Sabes que estaba leyendo acerca de una nueva moda entre ciertas
damas de la sociedad, estas señoras un tanto mayorcitas y adineradas se
reúnen para distraerse con chicos jóvenes que las entretienen, parece que es
una especie de pasatiempos divertido.
—No me extraña, a veces ese tipo de personas tienen tanto dinero que no
hayan qué hacer con él.
—Supongo, pero me pareció una moda muy curiosa, coleccionan
hombres, me parece liberador en comparación con el machismo recalcitrante
que ha caracterizado siempre la sociedad, si hay hombres mayores que andan
con chicas, ¿por qué no al revés?
—Bueno, eso es cierto, pero para mí es lo mismo, es decir, creo que sólo
debes andar con alguien si amas a esa persona.
—Ay cariño, ojalá todos fuesen como tú jajajajaa. Lamentablemente el
mundo no es tan lindo.
—Eso creo.
La idea de las mujeres que andaban con chicos por entretenimiento se me
quedó dando vueltas en la cabeza, hasta dónde, llegaban las personas para
paliar sus vacíos o llenar sus ratos de ocio, me decía.
—Y entonces, ¿las cosas con Samuel están bien?
—Sí, están bien.
—¿Y no se han comprometido?
—No, todavía no.
—Ya tienen tiempo.
—Sí dos años, pero tal parece que fueron más.
—¿Por qué?
—La vida nos ha ido cambiando poco a poco, no sé, a veces me miro y ya
no me reconozco en comparación a como era tiempo atrás.
—Supongo que todos somos así amiga, poco a poco vamos cambiando y
sin apenas darnos cuenta, cuando vamos a ver, ya somos otras personas, a
veces asusta ¿cierto?
—Mucho, la verdad es que me asusta bastante.
—Pero tranquila, apenas tienes 23 años, espera que llegues a los 40 como
yo y entonces hablamos jajaja.
—No se trata de la edad, es más un estado mental.
—No sé, te veo intranquila, a ver dime la verdad.
—Es que… no sé cómo decirlo.
—Solo dilo cariño, así de simple.
—Es que hace tiempo que noto a Samuel muy raro, desde que empezó a
editar su novela, ya nunca más fue el mismo.
—¿En qué sentido? —dijo ella vivamente interesada.
—No lo sé, hay siempre una especie de distancia entre los dos, como una
barrera, como si yo no pudiese penetrar en alguna parte de su vida, algo que
está vetado para mí, es muy raro, yo hablo con él, pero me insiste que no, sé
que él me ama por todo lo que hace por mí o me dice, pero es que… no sé.
—Mmm, amiga, cuando uno siente eso, no sé, el instinto femenino es el
instinto femenino, y casi nunca falla, no digo que esté haciendo nada malo,
pero tal vez deberías, no sé, darte una vuelta por el lugar donde trabaja.
—¿Tú crees?
—Sí, dices que ha cambiado desde que comenzó con lo del libro, entonces
quiere decir que debe haber alguna relación entre esas dos cosas.
—Nunca me ha gustado ese tipo de situaciones.
—Bueno, pero tú eres su novia, tienes derecho a compartir eso, ¿o no? Se
supone que si están juntos, debería contarte sobre lo que hace.
—Eso es cierto, la verdad nunca he leído la novela —me dijo que era un
secreto, pero ya ha pasado tiempo y no la he visto.
—Tal vez sí sea una sorpresa, esas cosas tardan tiempo y más si no eres
famoso todavía.
—No lo sé amiga.
Me sentía muy suspicaz respecto a toda esa situación. Al salir de la
oficina, fui directo a su apartamento, lo encontré cambiándose para salir, lo
cual me pareció extraño.
—Voy a salir con unos amigos.
—Bien, entiendo —le dije suspicaz.
—¿Qué pasa Daniela?
—Nada, sólo quería verte, nada más.
—Si quieres puedes venir.
—No, está bien, me siento un poco cansada, me voy para mi casa.
—Ok amor, nos vemos mañana entonces —me dijo dándome un
apasionado beso en los labios.
—Mejor me voy o después no te dejaré ir a ninguna parte —le dije
tomándole por el cuello de la camisa y atrayéndolo hacia mí.
—Bien cariño, nos vemos mañana.
Salí de su apartamento y me dirigí a mi auto, pero no me fui, esperé hasta
que él salió, me hallaba en una posición muy vergonzosa, lo vi salir sin darse
cuenta que mi auto estaba cerca. Lo seguí cuidando que no se diera cuenta,
jamás me creí capaz de hacer algo como eso, pero creo que nadie sabe de lo
que es capaz hasta que se encuentra en esa situación y reacciona.
El auto se detuvo frente a un bar, no parecía el sitio donde llevas a una
chica, estacioné mi carro y me introduje sigilosamente, parecía una completa
estúpida. Y me sentí peor al verlo efectivamente con sus amigos, estaba
sentado con Carlos y Gabriel tomándose unas cervezas, nada del otro mudo,
todo parecía completamente normal, reían y parecían bromear entre ellos,
mientras tomaban unas botanas que estaban en la barra.
No podía acercarme más, así que me quedé un rato observando para ver si
no llegaba alguien, pero pasaron dos horas y ellos todavía estaban allí
tomando cervezas, mientras yo como una idiota me encontraba escondida
entre la multitud. Él se veía muy feliz, incluso lo veía ajeno a mí, era como si
en ese momento fuese él mismo, el verdadero Sam, y conmigo solamente
estuviese actuando, era muy extraño, ellos reían y bromeaban, estaba muy
relajado y tranquilo.
De pronto le llegó un mensaje a su teléfono, él lo miró y su expresión
cambió, se veía entonces un tanto desencajado como si su alegría hubiese
terminado. Lo conocía, algo malo le pasaba, estaba sucediendo algo en mis
narices y no sabía qué era. Estuvo un momento más y luego se despidió de
sus amigos, me apercibí, traté de esconderme bien, entonces lo volvía a
seguir, yo misma me desconocía, no sabía que tenía tanta habilidad para ser
una detective. Cuando su auto se detuvo, lo hizo frente a unos apartamentos
de lujo, no había acceso, me sentí frustrada ¿a quién conocía que pudiese vivir
allí? Era un sitio increíblemente lujoso, la persona que habitaba en ese lugar
tenía mucho dinero, el corazón me palpitaba y lo sentía casi en mi boca.
Me di cuenta que pasaría la noche allí, estaba molesta ¿qué hombre pasa
la noche en un lugar como ese? Tenía que ser una mujer, le marqué y no me
contestó, el número estaba apagado y recodé que no era la primera vez que
eso pasaba, había sucedido otras veces, pero cuando estás enamorado te
encuentras ciego y no conectas los puntos, no le das importancia hasta que un
día parece que todo se vuelve claro como la luz del día.
Encendí mi auto y me fui de aquel lugar, mi mente daba vueltas, qué
haría, pronto sería su cumpleaños, le había preparado algo, pero francamente
ya no tenía ánimos de seguir con eso. Mi mente era un gran enredo, debía
descansar para poder pensar con claridad. Me acosté, pero no podía dormir,
todo me daba vueltas. A la mañana siguiente él me llamó y decidí que si
quería descubrir algo, debía disimular para no ponerlo en sobre aviso.
—Hola cariño, tengo una llamada tuya.
—Sí, te llamé, pero tu teléfono estaba apagado.
—Sí, se me descargó.
—¿Y cómo te fue con los chicos?
—Muy bien, bebimos toda la noche, tú sabes, cosas de hombres.
—Qué bien, ¿y qué hiciste después amor?
—Me fui para mi apartamento, estaba un poco cansado.
—Ok, qué bien, ¿y ya descansaste?
—Sí, ya descansé, ahora voy a escribir, ¿te gustaría venir?
—No puedo amor, recuerda que no tengo tu horario, tengo que ir a una
oficina, le respondí tratando de ser lo más amable posible después de oír ese
montón de mentiras.
—Oh, qué lástima cariño.
—Sí, es una verdadera lástima.
—Sabes, esta semana van a dar una fiesta en la editorial, me gustaría que
fueses conmigo.
—Y ¿es algo elegante?
—Sí, es bastante elegante, y me gustaría me acompañaras y te pongas más
linda de lo que ya eres.
—Muy bien —dije pensando que sería una buena oportunidad para
descubrir algo.
—Ya te imagino, te vas a ver bellísima amor.
—Ok, te dejo porque tengo que trabajar.
—¿Te sientes bien?
—Sí, perfectamente, nos vemos después.
Al colgar el teléfono, me desplomé en el sofá, él no era más que un
mentiroso —me dijo que había ido directo a su casa y todo era mentira, ¿por
qué?, ¿qué escondía en ese lugar? Lo único que sabía es que estaba
relacionado con esa maldita editorial, desde que empezó a trabajar en ese
lugar todo cambió. Esta era una buena oportunidad de averiguar qué estaba
sucediendo y no iba a desaprovecharla. Estuve una hora llorando en ese
estúpido sofá hasta que me percaté que debía volver a mis responsabilidades,
ser fuerte y levantarme.
Me bañé y el agua tibia corría sobre mi espalda, con mis manos apoyadas
en la pared no podía creer que esto me estuviese sucediendo, a una mujer
como yo, hermosa, inteligente, muchos hombres me deseaban, ¿cómo era
posible que él me traicionara de esa forma? Sequé mis lágrimas, me miré y
estaba terrible, mi rostro tenía unas ojeras de color malva, las mejillas rojas y
los ojos terriblemente irritados.
—No vas a llorar, no vas a seguir llorando —me dije ante el espejo—.
¡Eres una chica fuerte! Vamos, recuerda lo que dice Jazmín Deveraux “Nunca
llores por hombres”.
Me vestí y maquillé lo mejor que pude, tratando de disimular todo el
estrago del trasnocho y el llanto. Me preparé para ir a mi trabajo, no tenía
apetito, así que hice café negro y tomé una taza, no por gusto, sino para
despertar mi cuerpo de la prolongada vigilia. Pasé todo el día tratando de
concentrarme en el trabajo, tenía dos casos importantes, pero cada tanto mi
mente divagaba pensando en la potencial traición de Samuel, era un
verdadero suplicio.
Esa semana fue un martirio, ya era sábado y ese día sería la fiesta de la
editorial, así que me fui con Miranda a un Spa, debía verme espectacular esa
noche, y con todo el estrés no estaba completamente bien. Nos hicimos
muchos tratamientos y luego sentadas cerca de la piscina con nuestras aguas
desintoxicantes, tuvimos una conversación sincera.
—Y bien amiga, ¿descubriste algo?
—No completamente, pero como te dije, pasó la noche en ese lugar.
—Eso está raro, porque pudo ser un amigo conocido, pero entonces ¿por
qué mentiría al respecto?, es una tontería.
—Porque es una mujer Miranda, por eso me miente.
—Puede ser, pero hasta que no lo descubras, no podemos asegurarlo
completamente.
—Sí, pero son demasiadas cosas, su extraña actitud, las mentiras, el
teléfono apagado y esa lejanía, todo me lleva a lo mismo.
—Y ¿qué vas a hacer si descubres que es así? Que realmente Samuel te
está traicionando.
—No lo sé, no lo sé, por Dios que no lo sé.
—¡Oh rayos amiga! La verdad no quisiera ser tú en este momento, pero si
ese desgraciado te está traicionando, quiero darle una buena cachetada por
idiota.
—Sería lo menos que se merece si es así, y yo como una tonta planeando
su fiesta de cumpleaños, ¡por Dios!
—Eso es lo que haría una buena novia, solo que él no te merece, es más,
aunque no te esté traicionando, igual no te merece, tú eres demasiado buena
para él.
—¿A qué te refieres?
—Me refiero a que él siempre ha sido muy poca cosa para ti, y mucho
menos cuando te hagan socia de la firma jajajaja. Nunca te va a llegar a los
talones.
—Bueno, ahora está ganando buen dinero y siempre ha sido un hombre
talentoso, solamente que no había encontrado la oportunidad.
—No lo excuses, tú siempre lo has empujado, si no fuera por ti, todavía
estará metido en casa de su mamá con sus locas ideas raciales en la cabeza.
—Él nunca ha sido racista, sólo sus padres.
—Eso no lo sabemos.
—Bien, sólo quiero saber la verdad amiga, nada más.
—¿Lo dejarías?
—Sí, creo que nunca podría confiar en alguien que me haya engañado, mi
madre siempre me enseñó la importancia de la verdad, nunca aceptaría un
engaño, ¿quedarme allí? No por Dios, no lo haría jamás.
Esa noche me arregló un estilista, tenía el traje perfecto, de color rojo, mi
tono favorito y el que más favorecía el color de mi piel y ojos. Cuando bajé a
las siete y media, él se quedó mudo al verme, su cara lo decía todo, estaba
feliz y emocionado como si se hubiese ganado un millón de dólares, pero
faltaba algo que él no sabía, y era la verdad que llevaba por dentro, esa que
me ardía en los ojos como una llamarada, las ganas de conocer, la rabia de la
mentira que enardecía mi rostro y me daba un gesto más feroz y felino.
—¡Oh guao! Te ves…increíble, no sé cómo describirlo.
—Gracias, tú también luces muy bien.
En realidad se veía muy guapo con ese traje sastre a la medida, no
reconocía la marca, pero se notaba que era lujoso, me abrió la puerta del auto
y yo me sentía como anestesiada, era como ver una película, todo pasaba
realmente lento, como una realidad alterna, como ver mi propia vida pasar
ante mis ojos.
Al llegar al lugar, era un hotel increíble, el lobby era lo más espectacular
que había visto en mi vida, en la entrada nos recibieron con unas rosas, las
cuales estaban colocadas dentro de una caja completamente negra, las letras
decían nuestros nombres, un gesto elegante y distinguido, allí estaba también
escrita la mesa donde nos sentaríamos.
Yo estaba a la expectativa, sentía que en cualquier momento algo pasaría,
un indicio que me mostraría lo que estaba sucediendo. Miraba a mi alrededor,
todo era lujoso y lleno de sofisticación, entendí la importancia que ahora
Samuel le daba a la buena apariencia, este sitio tenía cierto estatus; si no te
veías bien, era imposible que pudieses encajar allí. Él se veía un poco
nervioso, pero pensé que podría ser por la expectativa del lanzamiento y la
ocasión suntuosa.
No obstante, sentí que de un momento a otro se puso más tenso de lo
normal, miré a todos lados y vi que una mujer muy elegante se dirigía hacia
nosotros, ¿dónde la había visto?, me pregunté. Entonces recordé, era la misma
mujer de la televisión, P…eh algo por P, no recordaba, “maldita sea”, me dije,
esta mujer no me gustó desde la primera vez que la vi.
—Hola Samuel —dijo con gran familiaridad, dándole un beso en la
mejilla.
Lo conocía muy bien, estaba nervioso, por más que trataba de disimularlo,
sonreía, pero sus labios estaban tensos. En persona se veía mucho más
hermosa que en la televisión, su cabello elegantemente recogido en un moño
alto le daba un porte regio, llevaba un vestido color plata que acentuaba su
delgada y elegante figura, y tenía joyas a juego, todo evidentemente de
diseñador.
—Le presento a mi novia, Daniela Deveraux.
—¿Deveraux? —Me miró de arriba abajo como buscando algo.
—Sí, Deveraux, mi abuelo era francés.
—Qué bien, se nota querida, tienes mucho estilo.
—Gracias —le dije disimulando mi antipatía.
—Bien Samuel, necesito que vengas, tengo que presentarte unas personas
importantes.
Él me miró como pidiéndome permiso, sus ojos brillaban de los nervios.
—Anda —le dije—, si son gente importante es bueno que los conozcas.
—¿Estás segura? No quiero dejarte sola.
—Te aseguro que estaré bien, y le aporté un acento tajante a esta última
frase.
—Bien —me dijo sonriendo sin captar el significado de mi discurso.
En cambio, la mujer pareció percatarse de algo, se me quedó viendo unos
segundos, yo le sostuve la mirada, entonces se volteó y se llevó a Samuel
tomado del brazo. Al verla con él y observar su lenguaje corporal fue
completamente evidente para mí, ¡eran amantes! Respiré profundo y busqué
una oportunidad para ver a la mujer a solas.
Ella fue al bar y estaba sentada tomándose una copa, esa era mi
oportunidad, fui directamente hacia donde estaba sin pensarlo dos veces y me
senté a su lado.
—¿Estás disfrutando la fiesta cariño?
—Sí, es muy lujosa y exclusiva, así como usted.
—Gracias, tomé en cuenta hasta el último detalle.
—Me imagino, excepto por una cosa…
—A ver ¿cuál? —me dijo extrañada.
—¿Por qué me invitó?
—Era lo apropiado cariño, eres la novia de Samuel.
—Entiendo, así que quería que yo me enterara que se estaba acostando
con mi novio.
—Jajajajajajaja ¡oh cielos amor!, eres una chica muy astuta, creo que te he
subestimado.
—No, no lo creo —creo que subestima a Samuel y yo también lo he
estado subestimando desde hace mucho tiempo.
—Eres una mujer muy hermosa, seguro que encontrarás un hombre
acorde a ti, Samuel es un artista, tú eres una mujer práctica, pero no el tipo de
practicidad que él requiere, tú coartarías su capacidad creativa para que sea
tan práctico como tú, algo que el obviamente no es… míralo —me dijo
señalando hacia donde él estaba—, es un hombre con mucho potencial, tiene
la fuerza y el talento para ser una estrella, y yo voy a hacerlo realidad, ese es
mi proyecto, y sabes —me dijo tomando de su copa, lo que me propongo
siempre lo consigo.
—Seguramente, exceptuando a alguien que esté con usted por amor y no
porque quiera obtener algo de su dinero, permiso y gracias por invitarme, me
ha hecho un gran favor.
Entonces, me levanté y fui directo a la mesa, tomé mi bolso y me dirigí
hacia la puerta, seguí derecho sin mirar a ningún lado, la rabia me había dado
la fuerza para caminar sin perder la compostura. Sin embargo, cuando llegué
afuera, me tuve que sostener de una pared porque sentía que me estaba
desmayando.
—¡Daniela! ¡Daniela! —escuché a Samuel llamándome.
No le respondí, me paré en la calle a esperar un taxi que me llevara a mi
casa y después no sabía lo que iba a hacer, sólo tenía presente que quería irme
de ese lugar lo más pronto posible.
—Daniela, ¿qué pasa? ¿a dónde rayos vas?
—A mi casa, allí es donde voy.
—Pero ¿qué pasó? ¿qué…?
Entonces no pude más y le di una fuerte cachetada que me dejó doliendo
la muñeca, tanto que tuve que sostenerla con mi otra mano.
—Sabes perfectamente qué pasa, tu amante me invitó para que me diera
cuenta lo que había entre ambos, y tú eres tan estúpido que no te diste cuenta,
¿pensaste realmente que yo era tan idiota para no percatarme que algo raro
estaba pasando entre ustedes dos? ¡Ja! Eres un idiota Samuel Dunn, desearía
nunca haberte conocido, ojalá nunca hubiese puesto a la venta ese maldito
libro, no estaría perdiendo el tiempo con alguien como tú, contigo las cosas se
vuelven verdad, eres como aquel ex novio, ¿los blancos son así eh? Todos son
iguales.
—Daniela…
—No digas nada Samuel, no quiero saber más nada de ti, nunca más,
olvídate que una vez me conociste.
Él solo me miraba mientras se tocaba la mejilla, parecía no poder
reaccionar con asertividad, lo había atrapado en su mentira y no tenía
absolutamente nada que decir, solamente se quedó allí callado con los ojos
humedecidos y un gesto indescifrable. Yo levanté mi mano para parar el taxi y
este se detuvo, ni siquiera lo miré, solo me monté en él y no volví mis ojos
atrás. Desde ese momento, Samuel Dunn estaría muerto para mí… o al menos
eso creí.
Extracto de la entrevista realizada a Samuel Dunn el 15 de noviembre
de 2018 por el reportero Eliezer López. Tomado de canal online “La
Voz”.
SD: Desearía estar en la playa con alguien, disfrutar de un día con esa
persona, jugar en la orilla y… bien, ver el amanecer junto a ella.
EL: Eso suena como una de tus historias, ¿es real o solamente una
recreación de las mismas?
SD: Mis historias son parte de la vida real, el amor siempre es y será algo
real.
SD: Sí, mi autor favorito es Truman Capote, le debo mucho a ese hombre,
muchísimo…
Continuará…
Esta historia es parte de una saga que se complementa con los siguientes
libros:
Gracias :)
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