Caminos Cruzados

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Amor

en la Red. Caminos Cruzados. Una novela


romántica de emociones explosivas. Saga No. 2



Mercedes Franco


Tabla de Contenidos
Capítulo V
Capítulo VI
Capítulo VII
Capítulo VIII
Capítulo IX
Continuará…
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Capítulo V

El líquido del licor era de un color ambarino, yo le daba vueltas, lo


observaba y aspiraba el delicioso aroma del wiskhy 18 años. A mi alrededor,
se escuchaba el agradable sonido de una sonata de Bach, era uno de mis
compositores favoritos y me ayudaba a relajarme cuando estaba estresado, lo
cual era muy frecuente, ya que últimamente tenía una gran carga de trabajo.
Me daba risa pensar en las tonterías que pasaban por mi cabeza años atrás,
cuando pensaba que escribir y tener fama sería muy divertido.
Definitivamente, a veces lo seres humanos somos muy estúpidos.
Ahora estaba tratando de concentrarme porque andaba en medio de un
bache creativo y necesitaba urgentemente hacer algo que valiera la pena. No
podía seguir viviendo de mi último éxito; claro, económicamente sí, pero
como escritor, tenía que reinventarme, crear algo nuevo. Recordaba la pasión
que sentí cuando Ciudad Sol llegó a ser un éxito de ventas, era una especie de
euforia, pero ahora todo eso se había apagado. La sensación era muy similar a
cuando las personas consumen drogas, se emocionan al primer contacto, pero
nunca más vuelve a ser el mismo, después buscan esa sensación, pero jamás
lo encuentran.
Para mí, la droga era Sol, mi sol, a la cual nunca más había vuelto a ver;
ese fue el peor error de mi vida y no pasaba un día que no me arrepintiera de
ello, claro, en retrospectiva, las cosas se ven muy fáciles, pero aprendí que
una sola decisión puede cambiar tu vida para siempre. Ahora me confrontaba
con el papel en blanco, la sensación del horror vacuo comenzaba a invadirme.
—Hola Marisol, ¿cómo estás?
—Hola cariño ¿qué pasa?
—Necesito más tiempo.
—¿Por qué?, ¿qué pasa?
—No lo sé, no puedo concentrarme.
—Mmm teníamos un acuerdo.
—Lo sé pero…
—¿Estás en un bache? Dime
—Sí, no sé, no sé qué rayos me pasa.
—Eso nunca te había sucedido, pero supongo que en algún momento
ustedes se encuentran con eso.
—Pues no lo sé, ¡maldita sea! No sé lo que pasa.
—Bien, te digo lo que vamos a hacer, extenderemos el periodo, pero
necesito que me des un adelanto ¿ok? No creo que se te haga tan difícil,
¡vamos, eres un escritor de renombre!
—Está bien.
Manejé por horas hasta que me sentí agotado, detuve mi auto en una
gasolinera para descansar y reponer el combustible, era una de mis maneras
para huir de los conflictos, dar paseos erráticos en mi vehículo. Luego, fui a
una cafetería, pedí una buena taza de expreso fuerte, porque necesitaba
despabilarme y sacarme toda la porquería que tenía por dentro.
—Hola cariño, ¿quieres algo más? —me dijo la chica con exacerbada
coquetería.
—No gracias, le contesté secamente.
—Mmm ¿seguro? —Me insistió con una deliciosa sonrisa.
—Oh bien, ¿qué me puedes ofrecer?
—Tengo un pay de ruibarbo ¡es delicioso!
—Bien, dame una rebanada de eso —le dije para sacármela de encima.
—¿A la mode?
—Bien y tráeme otra taza de ese café.
—Excelente decisión, el café lo cura todo.
—Eso espero.
La observé y no estaba nada mal. Era delgada y con una graciosa coleta
que le caía en suaves ondas de color castaño, tenía mil pecas en sus mejillas y
una graciosa sonrisa de medio lado muy pícara. No apartó sus ojos de mí,
mientras cortaba la rebanada del pastel, la analicé con más detenimiento y vi
que tenía potencial, además podría ser un buen argumento para una novela, un
hombre extraño que llega a un restaurant de camino y tiene una aventura
amorosa con la hermosa camarera.
Cuando ella se acercó y pude sentir su perfume, era una mezcla de
diferentes aromas, tal vez champú con crema corporal, no sabía definirlo, lo
cierto es que no era un olor puro ni refinado. Me sirvió el pastel y rozó mi
brazo al colocar el plato en la mesa, la miré y ella me volvió a sonreír.
—¿Puedo preguntarte algo? —me dijo.
—Claro, dime.
—¿Qué vas a hacer luego de que termines ese pastel?
—¿Por qué?
—Curiosidad.
—Pienso tomar mi auto y conducir errantemente, tal cual como llegué
hasta aquí.
—Mala idea.
—¿Tú crees?
—Por supuesto, ¿tu madre no te dijo que era peligroso conducir por
carreteras como estas de forma errática?
—Mi madre no me dijo muchas cosas cariño —dije encendiendo un
cigarrillo.
—Mmm, pero tengo una mejor idea para ti.
—A ver, cuéntame.
—En una hora acabo mi turno.
—Y…
—Si me esperas, te llevo a mi casa y entonces te podrás relajar.
—¿Tu madre no te ha dicho que no debes llevar extraños a tu casa?
—Sí me lo dijo, pero nunca hago caso a ningún consejo que nadie me dé.
—Malo, malo.
—Jum, ¿entonces?
—Entonces ¿qué?
—¿Te atreves?
—Está bien.
Una hora después, la chica se movía rítmicamente sobre mí, era una
deliciosa sensación, definitivamente ella sabía lo que hacía, me apretaba
fuertemente y casi no podía moverme, la sensación era increíble, pero solo
eso, un encuentro meramente carnal. Ella parecía disfrutarlo mucho, gemía y
entrecerraba sus ojos diciendo un montón de incoherencias. Gritaba y luego
del orgasmo se desplomó a mi lado, el desahogo me ayudó a coordinar mejor
mis ideas. Cielos, estaba loco, acostarme con una mujer a la que apenas
conocía, estar en ese lugar extraño sin ninguna idea de quién era esa persona.
—Y ¿qué tal? ¿te gustó? —Me dijo mientras acariciaba mi espalda.
—Estuvo genial.
—Para mí fue increíble.
—Me alegro, eso está muy bien.
—Mmm conozco esa mirada.
—¿Cuál mirada?
—Esa, sí, justo esa —dijo señalándome.
—No sé de qué estás hablado.
—Eres uno de esos.
—Rayos mujer, habla claro —le dije un poco impaciente.
—Estás pensando en otra mujer, en “esa mujer”
—No sé de qué hablas.
—Ya fuiste marcado.
—¿Fui marcado?
—Sí, eres de esos hombres que son marcados por una mujer, ¡oh te
compadezco!, y si estás aquí conmigo es porque no tienes nada con ella o no
te quiere, triste.
—¡Oh cielos! Eres toda una psicóloga —le dije con sarcasmo.
—No, no soy psicóloga, pero sé de hombres y esa mirada es… la he visto
muchas veces cariño.
—Como digas —le dije levantándome y poniéndome el pantalón.
—¿Te vas? ¿Por qué no esperas que sea de mañana? Esta carretera es
peligrosa.
—Tranquila, no me va a pasar nada que ya no me haya sucedido.
Ella no paraba de hablar, mientras yo buscaba el resto de mi ropa, la cual
estaba regada por toda la habitación, me miraba con curiosidad, como
analizándome.
—Por cierto, me llamo Sol.
Al oír ese nombre, sentí un vuelco en mi estómago, había pisado otra vez
una trampa del recuerdo, y pensé en la primera noche que Sol y yo estuvimos
juntos, la increíble sensación que ya no se comparaba con nada, y corroboré
que ella era mi droga, la sensación del placer originario, algo inimitable, este
burdo encuentro no era más que un chiste, un muy mal chiste. La Sol de mi
historia era mi Dani, mi hermosa Daniela, esto no era casualidad.
—Bien Sol, mucho gusto —le dije con sarcasmo.
—¿Y tú tienes nombre?
—Me llamó Sam.
—¿Sam? Simpático nombre, nunca había estado con un Sam. Sabes, ese
es el nombre de uno de mis escritores favoritos.
—¿Sí? Qué bien.
—Sam Dunn, ¡oh cielos!, él es el autor de mi novela favorita.
—Qué bien.
—Espera aquí un momento.
Ella salió disparada como un rayo y a los minutos volvió con un tomo de
Sun City.
—Aquí esta… tú, ¡oh rayos!, no puedo creerlo, jajajajaja. ¡Rayos, rayos!
Tú, tú eres Samuel Dunn, ¡por todos los cielos!
—Eso ya lo sabías, me imagino.
—No, en serio, no lo sabía, no te habría seducido tan tranquilamente si
hubiese sabido esto, creo que me habría congelado.
—Mmm si tú lo dices, a ver ¿qué quieres?, un autógrafo, una foto, ¿qué
quieres?
—¡Oh vaya! No te maginé así, creí que eras más…
—¿Más qué?
—Sensible.
—Jajajajajaja, soy un autor, mi trabajo es escribir historias, así es como
funciona.
—No, no te creo esto —me dijo agitando un ejemplar versión económica
de mi novela. Es real, lo sé, es real.
—Si eso te hace feliz.
—No, lo veo en tus ojos, esto es verdad, esto te pasó a ti, por eso me gusta
tanto, quiero un romance así como este.
—Suerte con eso.
—Es que yo…me sentía tan ilusionada de conocerte…
—¿Y por eso fingiste que no sabías quién era? Por eso dices que te llamas
Sol, vamos deja ya de fingir, tuvimos buen sexo, sí, lo disfrutamos, ahora
cada quien sigue con su vida.
—No soy ninguna loca, ni psicópata, solo quería vivir una aventura
contigo.
—Bueno ya la viviste, ahora volvamos a nuestras vidas normales.
—Jajajajajaja, no tienes sentido del humor cariño. Anda, quédate y te haré
algo que te gustará —me dijo haciendo un gesto con su mano muy sugerente.
—No gracias, pero te agradezco la buena intención —dije dirigiéndome
hacia la puerta.
—Por cierto, me llamo Carla.
—Mucho gusto Carla, me llamo Sam.
—Sabes, esto será genial, esta es la mejor historia, ahora podré decir que
estuve con Sam Dunn, el problema es que nadie me va a creer jajajajajaja.
—Eso creo cariño, ¡qué mala suerte!
Al mismo tiempo que ella lo dijo, todo cuadró en mi mente, era una idea
genial para una historia, un escritor reconocido llega a un lugar situado cerca
de una carretera, se acuesta con una extraña que juega a ser el personaje de su
novela, ¡eres genial! Me dije. Gracias al destino por esta loca mujer, pensé y,
además de todo eso, era una gran amante.
—Bien cariño, ¿no me darás un beso?
—Lo siento, entonces le di un beso en la mejilla.
—¿Podría tomarte una foto para que mis amigas me crean?
—No creo que sea buena idea.
—Ahhhhh, bien, entonces ¿puedes autografiarlo? —Me preguntó
pasándome su libro.
—Está bien.
Di gracias a Dios al salir de ese sitio, casi llegué a pensar que esa mujer
era una psicópata obsesiva. Seguí manejando en dirección contraria, repasé en
mi mente todo lo que acababa de vivir, era una excelente idea, tal vez podría
sacarle partido a esta aventura de camino. Sin embargo, no podía dejar de
pensar que la sensación era muy distinta a la ilusión pura de mi primera
novela. La carretera estaba muy oscura y sentía que se me cerraban los ojos
por el cansancio; cuando llegué a mi casa, me tiré en la cama y prácticamente
caí en estado de coma.
A la mañana siguiente me despertó el sonido del teléfono, miré la pantalla
y era Penélope, se me había olvidado que teníamos una cita para desayunar.
Esta mujer se ponía de muy mal humor cuando la dejaba esperando.
—Bien Samuel ¿dónde estás?
—Lo siento cariño, me quedé dormido.
—Esa no es excusa, tengo 20 minutos esperándote.
—Está bien, me baño y salgo para allá.
—Te quiero aquí en 20 minutos.
—Sabes que eso es imposible.
—Hazlo posible, tú eres experto en eso ¿no?
—Está bien.
Me di una ducha rápida, observé mi rostro en el espejo y estaba
desencajado, tenía unas terribles ojeras y mi cara estaba un poco pálida, ya me
hacía falta un buen bronceado. Me puse un suéter gris y unos jeans gastados,
me peiné y observé el crecimiento de las canas en mi cabello y barba; otra
cosa que percibí fue una ligera arruga en mi frente, ¡estaba envejeciendo!
—¡Oh vaya!, me alegra verte, qué honor.
—No estoy de humor para sarcasmos.
—Cariño, tú estás de humor para lo que yo quiera.
—Bien, dime.
—Tenemos que planificar la gira del libro.
—Te recuerdo que todavía no hay un libro.
—Pero lo habrá ¿no?
—Sí, lo habrá.
—Bien, entonces no veo por qué no podemos comenzar a realizar nuestra
planificación.
—Sabes, añoro esos tiempos en los cuales un escritor hacía una novela y
ella se convertía en el centro de todo, día a día iba escribiendo en su máquina,
las letras saltaban y todo iba tomando forma. Después la editaba, y cuando la
novela salía y los lectores la valoraban por su calidad, por el contenido. Ahora
todo es marketing y publicidad, giras y redes, fotos y resulta que el escritor es
más importante que lo que escribe.
—Jajajajajaja, eso es lo más estúpido que he oído, siempre ha sido así,
claro con otros recursos, en otro contexto, tú eres joven aún, pero yo conozco
de este mundo, así que hazme caso.
—Te he hecho caso desde que tenía 20 años.
—Y mira lo bien que te ha ido.
—Si lo ves así.
—No me digas que ya no disfrutas de esto, la buena vida, tu carro último
modelo, las chicas que prácticamente se lanzan sobre ti, poder comprar lo que
quieras, incluyendo la casa de tu madre…y muchas cosas más.
—No hables de mi madre.
—Su tratamiento, tu mansión, el apartamento en New York, las
vacaciones a Saint Moritz, las premiaciones, el guión adaptado al cine, un
probable Oscar…
—Bien, basta, ya entendí el mensaje.
—Bien, entonces dejemos este tonto tema de lado y llamemos a Lucille
para planificar la nueva gira del libro ¿te parece? ¿Me dejas hacer mi trabajo?
—Bien, haz lo que quieras —le dije levantándome.
—¿A dónde rayos se supone que vas?
—Necesito respirar, necesito caminar un buen rato.
—No sé qué te está pasando.
Salí de ese lugar asfixiante y caminé sin rumbo por un par de horas, el sol
era abrasador. Entré en un centro comercial y recorrí erráticamente por las
tiendas y pasillos, miré las vidrieras sin enfocar mi atención a nada en
particular. Llegué a una librería y me puse a curiosear en la vidriera, allí
estaban algunos de mis libros y me dio risa el estúpido afiche donde estaba
con una pose totalmente cliché promocionando “Sin destino”, una de mis
nuevas novelas. Miré hacia el lado izquierdo de la tienda porque algo llamó
mi atención, era una mujer morena, alta y hermosa, con una larga y lisa
cabellera que le llegaba a la espalda en color castaño claro.
La observé bien, estaba curioseando en los estantes, vestía una chaqueta
estampada, camiseta, jeans negros de diseñador y unos sexy estiletos negros.
El corazón empezó a acelerarse en mi pecho, entré en la librería, caminé
detrás de ella, entonces la perdí y comencé a buscarla por los pasillos, no la
encontraba, recorrí cada uno hasta que al final la vi, estaba detenida frente a la
sección de novelas románticas, justo donde estaban mis libros. Parecía
admirar mi afiche, no podía creerlo, avancé lentamente lleno de incredulidad,
casi sentía que se me escapaba el aliento, me acerqué más hasta que sentí su
olor característico a flores y frutos cítricos.
—Hola —le dije.
Ella volteó rápidamente y pude percibir esos ojos color sol, era increíble,
estaba más hermosa que nunca, la edad la embellecía y le daba un toque de
madurez que, en su tipo de mujer, lograba acentuar la sensualidad
característica, como sucede con los buenos vinos.
—Samuel, Samuel Dunn.
—Daniela …

Capítulo VI

Su blanco cuerpo se movía deliciosamente sobre mí, éste estaba marcado


con preciosas pecas, era una mujer despampanante, sabía lo que hacía, la edad
le había dado la experiencia para ser encantadora, se movía de formas que yo
no conocía. Así que debía adaptarme porque tenía mucha más experiencia que
yo.
Al terminar, ella no dijo nada, yo me quedé esperando para saber si había
estado bien o no, se había apoderado de mi cuerpo, había entrado y tomado lo
que deseaba y le convenía, me sentí usado y, en parte, así era. Estaba allí con
una mujer que no me amaba, todo por un simple interés, era realmente
patético.
—Bueno, es hora que te vayas.
—¿A esta hora?
—Sí, ni pienses dormir aquí, nunca duermo con ninguno de mis chicos.
—Puedo dormir en otro lado.
—Uno de mis choferes te llevará a tu casa, no te preocupes.
—Ok, como usted diga.
—Bien, toma lo que quieras del vestier, hay mucha ropa de marca para
chicos como tú.
—¿Tomar?
—Sí, anda, vamos, que tengo una conferencia en un momento.
Me sentí como un completo imbécil, un tarado que otro manejaba a su
antojo, agarré algunas prendas y las metí en una bolsa que encontré en ese
mismo lugar, un par de pantalones de diseñador, tres camisas Hugo Boss, un
par de zapatos Ferragamo y mi traje Valentino. Cuando pasé nuevamente
frente a ella, ya estaba vestido con mi ropa.
Ella me miró de arriba abajo, como diciéndome ¿qué rayos traes puesto?
—Esto debemos arreglarlo inmediatamente.
—¿Qué?
—Eso, esa terrible ropa que llevas puesta, no voy a salir contigo así, es
terrible, tenemos que corregir ese mal gusto cariño.
—Me puse lo mejor que tengo.
—Exacto.
—Bien, como usted diga.
—Dime Penélope, excepto delante de ciertas personas ¿ok?
—Como ¿quiénes?
—Socios, inversores, amigos del club, para los demás tú eres una especie
de escolta ¿entiendes? De la puerta para acá, las cosas cambian, pero fuera ya
lo sabes.
—Sí —le dije sintiéndome completamente asqueado de mi situación.
—Por cierto, en la mesita te dejé un dinero, seguro lo necesitas.
—No es necesario.
—Oh cariño, sí que lo es, el dinero siempre es necesario, te lo aseguro.
Lo miré y no quería tomarlo, me hacía sentir sucio, como un pedazo de
basura que se vendía por unos cuantos billetes, pero recordé los graves
problemas económicos en los que estaba, mi necesidad de un apartamento, las
medicinas de mi mamá y otros gastos que no podía cubrir. Entonces, dejando
de lado la poca dignidad que me quedaba, los tomé y me los metí en el
bolsillo.
—Buen chico —me dijo ella sonriendo y señalándome su mejilla para que
le diera un beso.
Al salir de allí fui directamente al apartamento de Gabriel, me metí en mi
pequeña habitación y parecía que ya no era el mismo, todo había cambiado,
mi mundo se volvió diferente de la noche a la mañana. Aquel lugar me
parecía insignificante, sucio y desarreglado, como si acabara de llegar y
estuviese acostumbrado a vivir en el lujo y la sofisticación.
Miré alrededor y me di cuenta que si quería salir adelante no podía vivir
en ese lugar, tomé mi laptop y comencé a buscar lugares acordes al dinero que
tenía y el sueldo de mis dos trabajos, no podía contar con el tercero
obviamente, aunque guardaba la esperanza que ella cumpliera su promesa de
hacerme un gran escritor. Encontré un sitio que se ajustaba y con el dinero
que ella me dio, calculé que me alcanzaba para el alquiler de varios meses.
Me di una ducha y me cambié para ir al trabajo, me sentía bastante
cansado; al entrar al café, me encontré con mi jefe, mirándome con cara de
pocos amigos, era más que obvio lo que sucedería, a los treinta minutos ya
estaba en la calle, con mis pocas pertenencias en mano. Qué más daba,
todavía tenía el empleo con Carlos y me daban excelentes propinas, así que
como estaba libre, aproveché y fui a ver el departamento.
Resultó que era realmente bueno por el precio que me habían ofrecido, así
que acordé con el encargado y pronto me estaría mudando. Por fin tendría mi
propio espacio, era modesto, pero estaría solo y podría dormir con Daniela.
Rayos Daniela, había olvidado nuevamente contactarla, en se momento
dudaba que aún tuviese novia.
—Hola.
—Hola amor, no me vayas a colgar.
—Sam, ¿dónde estabas metido?
—¿Por qué?
—No supe nada de ti, estaba preocupada, pensé que te había pasado algo.
—No, estoy bien, solo caminé y traté de poner mis pensamientos en
orden.
—Yo quería pedirte disculpas por dejarte allí en ese lugar.
—Nooo, no digas eso, yo quise quedarme allí, anoche me comporté como
un completo idiota, por favor si alguien tiene que pedir disculpas soy yo.
—¡Oh Sam! ¿Dónde estás?
—Estoy, eh, en el trabajo, no quería decirle que me habían despedido.
—Bien, entonces hablamos más tarde ¿te parece?
—Eh, tengo que ir a donde Carlos, estoy trabajando allí.
—¿Estás trabajando con Carlos? No me dijiste nada —me dijo extrañada.
—Es que fue todo muy repentino, yo… me va bien, dan buenas propinas.
—Qué bueno, entonces me cuentas después ¿sí? Ya tengo que entrar en el
tribunal, tengo un juicio hoy y ya debo entrar.
—Ok, está bien amor, hablamos después.
Rayos, tal parecía que no podía hablar con ella sin decirle un montón de
mentiras, cada vez las cosas se iban poniendo más turbias entre los dos, y por
supuesto que la culpa era mía. Me sentía como un completo imbécil al
recordar todo lo que había hecho con esa mujer; si ella supiera que la había
traicionado con una dama rica y fina para que me diera dinero y contactos, se
asquearía de mí completamente.
—Hola Carlos.
—¿Qué tal viejo?
—Bien.
—Hoy hay muchos clientes, necesitaré mucho de tu ayuda.
—Está bien.
—Y… ¿cómo te terminó de ir?
—Bien amigo, eh sabes, conseguí un apartamento.
—¿En serio? Qué bien, al final te mudarás.
—Sí, ya era hora, estaba cansado, necesito mi propio espacio.
—Qué bueno, te felicito.
—Si eres astuto, aquí te irá muy bien, en este trabajo se ganan muchas
propinas y ya verás que te va mejor que en el otro, realmente te pagaban un
sueldo ridículo.
—Hablando de eso, me despidieron.
—¿Te despidieron en la cafetería?
—Sí.
—¿Por qué?
—Porque llegué tarde.
—¡Oh rayos! ¿No me digas que fuiste a la dichosa fiesta?
—Pues…
—Amigo, ten cuidado, bueno ya eso te lo dije, tú sabrás lo que haces,
pero te lo advierto, ten cuidado con esas personas.
—Lo sé amigo, no te preocupes, tengo todo bajo control.
—Eso espero, la señora Sanz no es de fiar, ¿bien?
—Bien, bueno comencemos a trabajar.
La noche transcurrió calmada, mientras ayudaba a Carlos a servir los
tragos, me di cuenta que un grupo de mujeres me miraban y cuchicheaban
entre sí, sonreían y luego se quedaban calladas. Las observé disimuladamente
y pude darme cuenta que una de ellas era una de las invitadas de Penélope en
su fiesta privada de la noche anterior, y andaba con su acompañante de turno,
su boy toy del momento.
Era una sensación incómoda sentirme evaluado y reconocido por estas
banales mujeres, que por diversión no compraban joyas, ropas ni autos, sino
personas. El chico permanecía impertérrito, me imaginaba lo que estaría
pensando, el tener que aguantar a esas mujeres vacías y avejentadas, pensando
que con el dinero pronto podría comprarse un auto o una casa para él y su
novia. De pronto, llegó ella y se sentó con el grupo, como me había
recomendado, me mantuve a distancia; no obstante, una de sus amigas parecía
no entender el grado de discreción que este tipo de cosas requería.
La misma señora me señalaba y parecía hacerle bromas a Penélope, la
cual fruncía el ceño y no parecía muy complacida con sus juegos. Trataba de
soportarlo, pero al rato se levantó y se fue hacia otro lado, lucía divina con un
traje de dos piezas estilo vintage y una capa en color crema, destilaba clase y
distinción, y no pude dejar de pensar que era afortunado por acostarme con
una mujer como esa. Carlos habría muerto de envidia si sabía lo hermosa y
buena que era en la cama. Ninguno de ellos, con todas sus experiencias,
habían tenidos dos mujeres como las que yo disfrutaba, aunque sonase idiota
al decirlo.
Terminamos el turno y en cuanto iba saliendo, sonó mi teléfono, era
Penélope y me pedía vernos, y yo pensaba ir con Daniela, pero esto era
perentorio, por ahora debía hacerle caso a esa mujer en todo lo que ella dijese,
la necesitaba, era menester para entrar en el mundo editorial que tanto había
deseado. Así que llamé a Daniela para cancelarle la cita.
—Debemos hablar de tu futuro.
—Bien, ese es un tema que me interesa.
—Oh, sí, sé que estabas esperando por esto y yo soy una mujer que
cumple siempre sus promesas.
—Bien.
—Le di tu manuscrito a uno de mis editores, lo leyó y le pareció muy
interesante, claro, obviamente hay que hacer ciertas correcciones, pero es una
historia muy humana, eso le gusta actualmente a las personas, los relatos
humanos, la cotidianidad, en fin.
—¿Actualmente?
—Sí, cada cierto tiempo esas tendencias cambian, y tanto nosotros como
tú debemos estar atentos para darle al público lo que quiere, eso es muy
importante.
—Pero, mi idea es crear cosas, exponer mis pensamientos, no adaptarme a
las modas pasajeras.
—Jajajajajaja. Sí cariño tú y Cortázar, sólo que tú no eres Cortázar, y este
manuscrito tuyo no es Rayuela, así que no estamos en los años setenta,
sesenta, ni nada de eso; esto es el siglo XXI, todo se maneja con comercio y
marketing, con las redes sociales, todo está supeditado a eso, y si quieres ser
famoso, debes seguir el hilo para que generes una plataforma importante.
—Escuchándolo así, suena muy lógico, pero el arte no es lógico, las artes
son sentimiento, bueno, al menos eso me ha enseñado mi profesor de letras.
—¿Y por eso tu profesor de letras no es un escritor famoso, sino un
profesor de letras?, esos consejos de “sé tú mismo”, “sé sincero contigo y con
tus ideales” no te llevarán a ningún lado, mira a las figuras de realitys ¿crees
realmente que son ellas mismas? No, no lo son, y la verdad es que a nadie le
interesa saber cómo son realmente, les gusta ver el estilo de vida y el éxito,
pero no sus fracasos, sentimientos y miserias, estas personas han tenido la
inteligencia de entenderlo y proyectarse en ese sentido, y por eso son tan
exitosos.
—Mmm eso está muy bien, pero yo quiero ser un verdadero escritor, no
una figura como esas de los realitys.
—A ver, no me has entendido, aquí estamos hablando de dinero, mucho
dinero, esto es una fórmula cariño, así como las canciones pop, son una
fórmula, tú decides si quieres ser un escritor flagelado, sufrido o haces lo que
te digo y te vueles famoso y millonario. Sabes, no estamos en el siglo XIX,
esto no es París y tú no eres Wilde, eso es algo que debes tener claro, ya no
está de moda ser sufrido, tener tuberculosis y tomar ajenjo. No,
definitivamente no, debes confiar en mí, de lo contrario, entonces no
podremos trabajar juntos.
—Bueno, está bien, haga lo que considere conveniente.
—Perfecto, así me gusta, ponte en mis manos y haré de ti una estrella, te
lo prometo, he hecho muchas —me dijo con una perfecta sonrisa y un brillo
de inteligencia en la mirada.
—Y ¿qué propone?
—Yo no propongo cosas cariño, yo digo estrategias y las personas las
ejecutan.
—Está bien.
—Ok, teniendo eso claro, mi plan es crear un misterio en torno al chico, a
tu personaje, hacerlo más sexy y menos convencional.
—¿A qué se refiere?
—Que queremos protagonistas atractivos con los cuales las personas
puedan identificarse, mejor dicho, un ideal que les guste. Esa es la fórmula
que ha dado éxito; Crepúsculo, por ejemplo, ¿crees que sería famoso ese libro
si esos vampiros no fuesen atractivos, sexys y ricos? No lo creo, y ya sé lo
que estás pensando, que no es Drácula, obviamente; ese es un libro increíble,
pero nadie lo lee como a Crepúsculo, esto es un negocio y necesitamos
público para vender el producto.
—Entiendo, viéndolo así, tiene mucho sentido.
—Otra cosa que me interesa explotar es lo joven que eres, queremos
venderte como un chico joven y exitoso que logró “llegar” ¡vamos! Eres muy
joven y atractivo, entonces tenemos que trabajar tu imagen personal, algo
casual, pero sexy, peligroso, un chico que podría ser como tú, pero mil veces
más atractivo, no te imaginas el alcance de esto, como “si yo lo logré, tú
también puedes”.
—Entiendo, entiendo.
—Bien, tengo que contactarte con Valeria, ella es una excelente estilista.
—Espera, espera, hablemos de la novela primero.
—Bueno, la van a revisar, eso es lo de menos, me interesa más la imagen,
porque seamos sinceros cariño, tu gusto es cuestionable. Esa ropa, por Dios,
tienes que ponerte la ropa que te dé, esa que usas es no sé, me parece… es
patética en realidad.
—Patética, mmm.
—No te molestes, me gusta ser sincera, además no me agrada la gente fea,
ya te lo he dicho, me gusta estar rodeada de belleza, y así como estás vestido,
la verdad no puedo ni estar cerca de ti, ¡es horrible!
—Pero, me conociste así y… te gusté.
—Porque vi el potencial, pero obviamente no para estar contigo toda la
vida, así como andas, es patético.
—Sí, creo que ya entendí esa parte.
—Bien, entonces llamamos a Valeria y Michel, quiero solucionar esto ya.
—Pero hay algo que me preocupa, es que…
—¿Tu novia?
—Sí, ¿cómo justifico todo esto? Obviamente con mi sueldo del club no
puedo pagar todo.
—Dile que firmaste un contrato con una editorial, que les gustó tu trabajo
y te dieron un sustancioso adelanto. Eres escritor ¿no? Deberías poder
inventar algo ingenioso.
—Es que…
—Sabes, los problemas con tu novia no me competen, así que me
mantengo al margen de eso y confío que tengas la suficiente inteligencia para
resolverlo por ti mismo.
—Ok está bien.
—Bien, entonces sigamos, ellos se encargarán de arreglarte y hacerte el
look que tengo en mente. Ya verás, te vas a ver muy sexy, es que tengo la
visión aquí en mi mente, con mucha claridad, soy un genio, jajajajajajajaja.
—Haré lo que tú digas.
—Ves, ahora sí nos estamos entendiendo, me gusta, así que dejemos por
un momento el trabajo de lado y dame algo más… extracurricular.
Estuve con ella hasta que llegó la hora de ir a trabajar, no sabía qué hacer
con Daniela, cómo balancear la situación, no estaba acostumbrado a mentir y,
además, tenía a una novia inteligente y muy astuta, así que me sentía muy
mal, intensamente culpable. De un día para otro tenía una doble vida, apenas
podía con la mía y ahora tenía dos, no entendía cómo había llegado hasta allí,
metiéndome en ese increíble lío.
Carlos me miraba con sospecha, yo andaba con una gran paranoia
pensando que todos me observaban, que las personas se daban cuenta de lo
que estaba haciendo, sentía que alguien en cualquier momento me
descubriría. No podía concentrarme en los estudios porque tenía demasiadas
cosas en mi cabeza, todo estaba revuelto, unido dentro mí, era una especie de
confusión enorme.
El tiempo pasaba y cada día me veía diferente, hacía todo lo que ella me
decía y, aunque las cosas profesionales y mis estudios se iban proyectando
muy bien, sentía que mi vida personal se estaba volviendo un completo
desastre.
—¿Qué te pasa? —Me dijo Daniela preocupada.
—¿De qué me hablas?
—Últimamente estás muy extraño.
—Soy el mismo de siempre.
—No, no lo eres, has cambiado mucho desde que firmaste ese contrato.
—Cariño, debo cambiar, me lo exigen, es decir, si te refieres a mi ropa.
—No, no me refiero a tu ropa, es que hasta tu forma de hablar ha variado,
antes todo era distinto.
—Antes era un estúpido fracasado, ahora tengo un futuro por delante.
—Nunca has sido un fracasado, pero es importante que seas fiel a ti
mismo, no tienes que volverte otro para triunfar, sí es así, estás en el camino
equivocado.
—Sabes, nadie quiere que seas tú mismo, la gente desea que seas un ideal,
algo que ellos quieren alcanzar, eso es lo que atrae al público. Al decirlo yo
mismo, me sorprendí porque sonaba exactamente como Penélope.
—¡Por Dios! ¿Quién eres y qué hiciste con mi novio?
—Jajajajajaja ¡Qué exagerada eres!
—No, en serio, sonaste como un completo extraño, dime la verdad ¿qué te
pasa? ¿Es por nuestra pelea? Porque siento que desde ese día cambiaste
mucho, muchísimo, así que me preocupa que todo esto sea por mí y por
presionarte tanto, yo solo quería que fueses feliz y que tuvieses éxito haciendo
lo que amas, motivarte, pero esto… no sé.
—Tú no tienes nada que ver mi Sol, esto es por mí, necesito salir adelante
por mí mismo, cambiar lo que no me gusta, me da realmente temor ser un
fracasado como mi papá o una persona gris como mi madre, no quiero eso.
—Pero, ¿qué tiene que ver?, tú eres alguien especial, no debes sentir
temor de los fracasos de tus padres.
—Amor, eres lo que has visto ¿sí me entiendes? Lo que está a tu
alrededor, fíjate en ti misma, te pareces mucho a tu madre, eres burbujeante
igual que ella, extrovertida y proactiva, pero nadie en mi familia es así, tengo
un gran riesgo de ser como ellos y eso me aterra.
—Sabes, en mi trabajo he visto gente terrible, que hacen cosas muy malas,
pero sus hijos no son así; entonces, si quieres mejorar está en tu actitud y
deseos, no creo en esas malas herencias, aunque te hayas criado en un
ambiente negativo, puedes superarlo.
—No estoy muy convencido de eso realmente, pero lo que sí sé es que
voy a aprovechar esta oportunidad al máximo.
—Bien, pero no me gustaría que te volvieras otra persona que no eres, yo
amo a Sam, amo a ese chico que colecciona libros, amo a ese chico sensible,
amoroso, que es capaz de sacrificar todo por lo que ama.
—Amas a un perdedor.
—No digas eso, ves, ¿quién te está metiendo cosas raras en la cabeza?
—Nadie me está metiendo nada, tengo criterio propio, aunque te cueste
creerlo.
—Sam, por favor, no vamos a discutir otra vez, estamos aquí en tu casa
disfrutando este momento. Bien, dejemos ese tema de lado, no quiero discutir,
más bien sírveme otra copa de vino, de ese delicioso vino que compraste.
—Está bien, mientras servía las copas, ella se metió en el baño, mi
teléfono comenzó a sonar y era Penélope, me asusté, no sabía qué hacer.
Lo apagué y rogué porque esa mujer no se molestara, mi futuro dependía
de ella, no había medido la situación, no imaginé que me llamaría o buscaría
cuando le diera la gana, ahora me sentía como una especie de esclavo sexual,
que podía ser solicitado en cualquier momento. Me sentía muy nervioso, y si
esa mujer se molestaba y todo rodaba por tierra, estaba muy ansioso.
—Y ¿qué te parece?
Cuando la vi sentí un vuelco en el estómago, se veía preciosa, tenía puesto
un conjunto de encaje rojo, eran solo tiras entrecruzadas y delicados encajes,
la cosa más sexy que había visto en mi vida, abrazaba cada una de sus curvas
de una forma magnífica, y allí desaparecieron todas las preocupaciones de mi
mente. Quería abrazarle, pero ella no me dejaba.
—Creo que debes desestresarte un poco, yo seré tu ángel de Victoria
Secret.
—No vas a ser mi ángel, tú siempre eres mi ángel.
—Ven por mí, vamos, atrápame si puedes.
Me hizo corretearla por todo el apartamento, hacía mucho tiempo que no
me divertía tanto, este era mi verdadero yo, y solo con ella podía disfrutar de
esos momentos tan maravillosos. Mientras iba tras ella, sólo pensaba en tener
esas caderas sobre mí, para agarrarlas con fuerza y hacerle un montón de
cosas que jamás describiría en una de mis novelas.
La tomé entre mis brazos y la tiré sobre el sofá, comencé a acariciar su
cuerpo, su increíble piel de color canela, con ese maravilloso matiz
iridiscente, su suavidad era una locura, mis manos la recorrían como la seda,
mientras ella cerraba sus ojos y se entregaba a mí con pasión. La tomé por las
piernas y la acerqué, había aprendido unos cuantos trucos nuevos y quería
ponerlos en práctica.
Así que le tomé y me la senté sobre las piernas, comencé a acariciar sus
senos por encima del sostén, mientras lamía su cuello y mordisqueaba las
orejas, ella gemía, estaba más excitada que de costumbre palpitando sobre mí,
así que sentí que iba por buen camino. Mi mano avanzó hacia su sexo, la
comencé a acariciar y sentí la humedad por encima de su ropa interior.
Ella se excitaba cada vez más, entonces con cuidado le quité el sostén, sin
dejar de acariciar sus senos, yo bajaba cada tanto hacia su zona íntima para
hacerla desear más.
—Vamos, hazlo, ya no puedo más —me dijo.
—¿No puedes más?
—No, te deseo mucho.
—Vamos —le dije, mientras le iba bajando las pantis y ella me ayudaba a
hacerlo.
Comencé a acariciarla de la forma como había aprendido, ella se retorcía,
entonces le dije que se levantara y la coloqué sentaba sobre mí para poder ver
su rostro. Ella me besó profundamente, pero por alguna razón la ternura ya no
me estremecía, quería ir hacia lo sexual, hacer cosas más rudas como las que
practicaba con Penélope, así que la tomé con fuerza por las caderas y la apreté
contra mí, la apreté y entonces la penetré con toda la fuerza que pude, ella se
estremeció, sus ojos se agrandaron y yo seguía concentrado en lo mío, tomé
sus glúteos y la acerqué aún más, la sujeté así y la comencé a mover con más
rapidez, ella parecía disfrutarlo, así que continué.
—Vamos —vamos, le decía.
Cerré mis ojos y me concentré en lo que estaba sintiendo en ese momento,
era lo que quería, una fricción fuerte y ruda como la que me suministraba
Penélope, generándome un gran placer. Ya no podía más, necesitaba acabar,
abrí mis ojos y ella parecía tener un orgasmo, yo estaba allí, pero en el fondo
me sentía un tanto ausente, pero no era por esa mujer, sino por mi propia
mente y todas las variables que estaba manejando al respecto.
Ella se rindió y comprendí que había acabado, en ese momento me dejé
llevar y tuve un inmenso orgasmo que me dejó temblando. Daniela reposaba
sobre mi pecho, había un silencio extraño, pensé que estaba cansada por todo
el esfuerzo físico, así que no dije nada, la dejé reposar, pero de pronto sentí
algo raro, ella estaba llorando.
—¿Qué pasa mi amor?, ¿qué sucede? —le dije extrañado.
—Ya no eres el mismo, no eres el mismo hombre.
—Pero ¿cómo que no soy el mismo hombre?, acabamos de hacer el amor,
estamos juntos, estoy aquí contigo, te amo y nunca… eh nunca había sentido
esto.
Me di cuenta que estaba a punto de delatarme, porque ella suponía que era
la única mujer con la que había hecho el amor, pero ya no era así, había
estado con otra persona y ahora tenía un criterio comparativo que casi me
hizo cometer una torpeza.
—Sí, estás aquí, pero no lo estás, no eres el mismo Sam.
—Pero tú tampoco eres la misma Daniela, ya no eres la chica que conocí,
mírate, ahora eres otra más elegante, seria y refinada, más madura, todos
cambiamos.
—Sí, pero no me refiero a eso, tu cambio es distinto, pareces otra persona,
hablas de una manera distinta, te vistes de una forma muy distinta, ha sido
algo abrupto de un momento para otro, eso es muy extraño. No sé, incluso
esto, hay algo diferente, me sentí…
—¿Qué?
—Incómoda, la forma que lo hiciste, antes eras más tierno y de un
momento para otro ya siento que hago el amor con un extraño, que no te
conozco, fuiste muy rudo conmigo —me dijo con lágrimas en los ojos.
—Amor, pensé que lo estabas disfrutando, solo quería experimentar algo
nuevo, pensé que te gustaría.
—Pero pudiste preguntarme, sólo lo hiciste y ya, lo hiciste con tanta
fuerza que me hiciste sentir incómoda.
—¡Oh vaya!, pero no dijiste nada, ¿por qué las mujeres simplemente no
pueden hablar? Decir las cosas, porque siempre creen que los hombres
debemos adivinarle el pensamiento.
—Ves, antes no me hablarías así de esa manera.
—Tal vez eres tú que has cambiado, antes eras muy descomplicada, open
mine, todo era fácil y sencillo ¿en qué momento la vida se volvió tan
complicada?
—Las personas maduran Sam, no puedo ser la chica de la disco toda la
vida.
—Exacto y yo no puedo ser el chico del autobús toda la vida.
—Bien, pero hay una barrera entre los dos, la siento, está aquí ahora
mismo, sé sincero Sam, te doy la oportunidad que seas sincero —me dijo
levantándose y dejándome ver todo su esplendoroso cuerpo desnudo.
—Sabes, no puedo tener esta conversación contigo ahí, así, ni siquiera
puedo pensar viendo ese cuerpo ante mí.
—Está bien, pero necesitamos tener esta conversación —me dijo
buscando una sábana y envolviéndose con ella.
—Sabes, hemos tenido demasiadas conversaciones últimamente.
—Hemos tenido muchas diferencias últimamente no, ya va, déjame
hablar, dime la verdad, ¿te gusta otra persona?
—¿A qué te refieres?
—Es que sólo puede ser eso, otra mujer, lo siento, has cambiado, incluso,
el sexo ha cambiado, hiciste cosas que nunca antes habías hecho.
—Pensé que podíamos experimentar, no tener como un protocolo, una
rutina para tener relaciones y que no podía salirme de ese guión.
—Sabes lo que quiero decir, no me desvíes la conversación.
—Bien, ¿qué quieres que te diga?
—¿Te estás acostando con otra mujer Sam?
—No, cielos, no. Mentí descaradamente.
—Mírame a los ojos.
—No, no me estoy acostando con otra mujer, te amo Dani, te amo, esa es
la verdad.
El decirle te amo era la única verdad en todo el discurso que había
argumentado, del resto solamente eran descaradas mentiras, la realidad me
estaba acorralando, me sentía entre la espada y la pared. No era ese tipo de
hombre brillante que sabía cómo decir medias verdades, no era una de mis
cualidades más resaltantes, era un mentiroso torpe que en cualquier instante
sería sorprendido y atrapado, solo era cuestión de tiempo y de mi mala suerte.
—No sé Sam, no sé —dijo sentándose en el mueble.
—¿Será que no quieres que cambie?, ¿quieres que siga siendo el mismo
Sam que buscaba libros por internet?
—No digas eso, es horrible.
—Pues, la manera como te comportas parece apoyarlo, o acaso no crees
que siento inseguridad de verte con tu carro nuevo y todos esos abogados
cotizados de tu firma, con sus títulos de Doctor, ¿piensas que no me da celos
eso?, esos hombres son millonarios, atractivos, inteligentes y pueden darte
todo lo que quieres. Entonces, ¿qué hay de malo en que yo pueda ostentar un
poco de eso? Ser un poco más como ellos, un hombre de mundo.
—Pero yo no quiero que seas como ellos Sam, ¿quién dijo eso?, si
quisiera alguien como ellos, estaría con alguno, hay muchos que me han
coqueteado, pero no le he hecho caso a ninguno.
—Ves, lo sabía, sabía que te estaban tratando de conquistar, entonces
cómo crees que pueda sentirme seguro siendo el novio fracasado, el maldito
novio fracasado que no tiene dónde vivir, ahora estoy motivado como tú lo
dijiste, voy en el camino hacia lograr lo que quiero.
—Pero no así Sam, no perdiéndote a ti mismo, no dejando tu esencia en el
camino, eso nunca será bueno, jamás.
—Eso de la “esencia” no es más que una gran mentira, con eso no se llega
a ningún lado.
—Es decir, que la ética no importa, ¿entonces el fin justifica los medios?
—Yo no he dicho eso, ¿por qué te molesta tanto que sea exitoso?, tengo el
pensamiento que deseas, que sea un fracasado porque así te sientes más
segura, si yo estoy girando a tu alrededor, ¿tú eres la estrella de la relación?
—Por Dios Samuel, eso que dices es horrible, terrible, ¿ese es el concepto
que tienes de mí? No puedo creerlo, es la cosa más horrible que me han dicho.
—No lo creo, me has contado cosas peores que esas.
—Por todos los cielos, ¿quién eres tú y qué has hecho con Samuel Dunn?
¡Eres un completo extraño! —Dijo molesta buscando su ropa.
—Espera cariño, lo siento, no quise decir eso, espera, no te vayas.
—¿Yo quiero sabotearte Sam? Lo mejor es que me vaya para no dañar tu
éxito, ya que deseo que seas un completo fracaso.
—Yo no dije eso.
—Sí, lo dijiste claramente, eso exactamente fue lo que dijiste, que deseaba
que fueses un fracaso, seguramente debo estar conspirando para dañar tu
éxito.
—¡Por Dios!, lo tomas todo literal.
—Sí, Sam, lo tomo literal cuando tu novio dice que quieres que sea un
fracaso, entonces lo tomo muy literal, cuando te dice que eres una insegura
porque deseas que él sea un fracasado para tú sentirte mejor y ser la estrella,
me lo tomo malditamente literal, sí rayos, sí.
—Anda, vamos a hablar.
—No, creo que ya hemos hablado demasiado por hoy, presiento que si
seguimos hablando, esto va a terminar muy mal, así que mejor me voy.
—Amor, no quiero que estemos molestos, anda cariño, deja esa ropa ahí,
no hablemos más, hagamos algo para lo cual no necesitemos hablar.
—Es que incluso para eso necesitamos hablar, porque no quiero que
vuelvas a hacerlo así, de esa forma como hace rato.
—Bien, como quieras, si no te gusta no te gusta.
—El problema es que antes te gustaba así como a mí y ahora, ahora eres
distinto, agresivo, no sé qué pensar.
—Piensa que soy un hombre y quiero experimentar cosas nuevas, antes no
tenía experiencia, pero ahora que hemos vivido todo esto me gustaría hacer
cosas nuevas, es todo, pero si no te gusta está bien, hacemos otras cosas.
—Mmm.
—Anda mi Sol, vamos, vamos, no podemos desperdiciar esta botella,
vamos cariño —le dije mientras le besaba el cuello.
—No puedo pensar con claridad mientras me estés besando así.
—No necesitas pensar con claridad para hacer eso, de hecho no necesitas
pensar, sólo sentir esto.
Entonces, metí mis manos por debajo de la sábana y las posé en sus senos,
estos se irguieron rápidamente al contacto con ellas, seguí avanzando y rodeé
su cintura.
—Me muero por estar dentro de ti —le dije.
—Y yo por sentirte, así como me gusta.
—Sí, lo sé.
Nos besamos con pasión, la llevé hacia la cama, se veía demasiado
hermosa en contraste con la sábana, su cuerpo era como una hermosa
escultura de bronce, nadie podía comparársele. Era el maldito más afortunado
del planeta, tenía a esta hermosa mujer allí y ella estaba esperando que yo le
hiciera el amor, y eso fue exactamente lo que hice. Daniela me rodeaba con
sus piernas, mientras yo la coloqué en mi regazo y se lo hice justo como ella
quería, vi el cambio en su expresión, ella estaba extasiada y complacida, pero
yo no tanto.
Ahora estábamos allí en la cama, ella tranquila entre mis brazos y yo
pensando cuándo me había vuelto una marioneta entre estas dos mujeres; una
quería que fuese un animal en la cama y la otra que me volviese tierno y
sensible, pero ¿dónde quedaba el verdadero Sam?, qué había de mí y lo que
yo quería o solamente estaba allí para siempre satisfacer las necesidades de
los demás, pero nunca las mías.
Ella dormía plácidamente, su respiración era tan suave que apenas podía
oírla, la luz penetraba por la ventana e incidía mágicamente dándole un
hermoso matiz caoba, ¿sería un ser humano de verdad? Cómo era posible que
alguien fuese tan hermoso y perfecto, solamente por esa imagen, creí que todo
valía la pena, que mantener esta doble vida era la mejor decisión, pero pronto
el destino me demostraría todo lo contrario.

Capítulo VII

Cuando tenía cinco años mi mundo era mágico, pensaba que mi padre era
el mejor hombre sobre la tierra, creía ciegamente en todo lo que decía, incluso
cuando me hablaba mal de los negros, los odiaba, siempre me contaba cómo
uno de “ellos” había matado al abuelo. Nunca cuestioné ninguno de sus
argumentos, hasta que comencé a tratar con otros niños y me di cuenta que
todo aquello era absurdo.
El día que él se fue de la casa comprendí que nunca más sería un modelo
de conducta para mí; no obstante, sin darme cuenta, él sembraría la duda y el
temor, la increíble desconfianza de no abrirme con nadie, desconfiar de
quienes podían traicionarme, no amar completamente porque era un riesgo
demasiado grande. Por supuesto, que al conocer a Daniela eso fue cambiando,
pero ahora al encontrarme en esta disyuntiva me preguntaba si tarde o
temprano me alcanzaría esa misma maldición, después de todo, no era muy
diferente a mi padre, estaba traicionando a mi pareja por no poder manejar el
estrés y las condiciones duras de la vida.
Siguieron pasando los meses y yo estaba emocionado porque mi libro ya
estaba a punto de ser corregido completamente. Mi piel se erizaba de solo
pensarlo, al mismo tiempo me sentía solo, mi logro parecía vacío,
principalmente por la forma en que las cosas se habían dado. Tuve que
renunciar a mi empleo en el club porque a Penélope no le gustaba que sus
amigos me vieran allí y pudiesen relacionarme con ella, era “inapropiado”
según sus propias palabras.
La mujer me tenía en sus manos, mi vida dependía prácticamente de sus
designios, había tenido un problema increíble con ella por no atenderle la
fulana llamada, era muy estresante mantenerla complacida y, al mismo
tiempo, cumplir con Daniela. Ambas totalmente distintas, de mundos
diferentes, era mucho más complicado de lo que había pensado.
—¿Estás seguro que este adelanto alcanza para esto? —Me dijo ella
asombrada al ver el auto.
—Sí, te aseguro que sí.
—Vaya, deben confiar mucho en ti para darte tanto dinero.
—Y tú también deberías hacerlo.
—¡Oh vamos Sam!, no quise decir eso.
—Bien, anda móntate, demos un buen paseo.
—Está bien —dijo entusiasmada.
—Ok, vamos.
—¡Ohhhh guaooo! Este auto es hermoso.
—Sí, es increíble, me encanta y mira cómo corre.
—¡Oh por Dios! Jajajajajajaja, esta es una sensación increíble.
—Tengo una idea.
—¿Cuál?
—Vamos a correr esta belleza, ¿te gustaría?
—Sí, mil veces sí —me dijo entusiasmada.
Lo llevamos a toda velocidad por la carretera, ella estaba extasiada, hacía
mucho tiempo que no nos divertíamos tanto, la adrenalina invadía mi cuerpo
y eso me excitaba demasiado.
—Sam, ahora que dependes solamente de esto ¿qué pasa si la novela no
despega?
—No quiero pensar en eso ni por un segundo, confío en ella 100%.
—Todo esto es genial pero, no sé, sigo sintiendo que hay algo que no está
bien.
—Aquí vamos otra vez, sabes, la estamos pasando genial, no quiero tener
esta conversación otra vez, ¿puedes confiar en mí por un segundo? ¿Puedes
tener un poco de fe en mí?
—Está bien, pero recuerda que soy abogada; pero ya, bien, no diré más
nada Sam, disfrutemos esto y ya.
—Se me ocurre una locura.
—A ver, soy toda oídos.
—Vamos a la playa.
—Pero, no trajimos nada.
—No importa ¿no te parece emocionante?
—Jajajajaja, estás loco.
—Vamos, deja la practicidad.
—Ahhhh ¿desde cuándo eres tan espontáneo Samuel Dunn?
—No lo sé, quiero que hagamos cosas distintas.
—Está bien, maldita sea, hagámoslo jajajajajaja.
La costa se veía desde la carretera, el color azul profundo contrastaba con
las hermosas arenas doradas.
—¡Oh Samuel esto es precioso! Voy a tomar una foto —dijo ella sacando
su celular.
—¿Estás feliz mi Sol?
—Sí, mucho.
—Vayamos a comprar algo de ropa ¿te parece?
—Muy bien.
Ella se compró un traje precioso, de sólo verla sentía un hormigueo por
todo mi cuerpo, era un straples en forma de corazón, acompañado de una
panti muy reveladora, yo me imaginaba más tarde qué podría hacer con todo
eso e incluía ideas muy creativas.
—¿Te gusta? —Me dijo haciendo una pose.
—Me encanta, estás preciosa y este sombrero combinará muy bien con
ese hermoso traje de baño.
—Pero es muy costoso Sam.
—Tranquila, puedo pagarlo.
—Pero, ¿vale la pena que pagues tanto por esto?
—Sí, sí vale la pena si te vas a ver preciosa con él.
—Bien, como digas.
—Este pareo también me gusta. Vaya, mira estas gafas.
—Pero son Chanel, Samuel. No, no las compres.
—Por eso las voy a comprar, quiero que tengas algo realmente hermoso
como esto.
—Samuel es un desperdicio, son demasiado costosas, puedo comprar unas
más baratas y tienen la misma función.
—Pero no son Chanel cariño.
—¡Oh Sam! Bueno, como quieras.
Se notaba que estaba incómoda, Daniela era una ahorradora empedernida,
estaba acostumbrada a ser previsiva, pero yo estaba cansado de eso, quería
vivir en grande, ser como esa gente que rodeaba a Penélope, que gastaban sin
pensar, sin preguntar siquiera, esa era mi meta. Yo estaba dubitativo, aún no
podía meter todos los huevos en la misma canasta, así que estaba esperando
que todo despegara para poder observar las cosas. Pero cuando eso ocurriera,
pensaba comportarme exactamente igual que los amigos de ella, y entonces,
creía que sería inmensamente feliz.
—Sam, ¿qué tal si hacemos el amor aquí?
—Pero, estamos delante de todo el mundo.
—Pues, podemos buscar un lugar un poco más privado, por allá —dijo
señalando unos arbustos cercanos.
—Suena muy atrevida señorita Deveraux y eso me ¡encanta!
—Entonces…voy a ir y tú lo haces en un rato ok —me dijo guiñándome
un ojo.
Allí estaba yo sobre esa fantástica mujer y la sensación era increíble, muy
excitante, sentir que en cualquier momento nos podrían ver, eso me hacía
estar en las nubes, fue la experiencia más increíblemente erótica que tuve en
mi vida, en toda mi vida. Lo hicimos unas tres veces, quedamos
completamente agotados, a eso le llamaría completa felicidad. Luego
corrimos por toda la playa como dos niños, la cargaba en mi espalda, reímos,
las cosas fueron simples y emocionantes antes que la vida se nos complicara.
—¡Oh Sam! Me siento genial, la estoy pasando muy bien.
—Yo también amor, esta es la vida que quiero para los dos, esto es lo que
merecemos.
—Estoy de acuerdo y me alegra que estemos trabajando para lograrlo.
—Sí, y en mi mente recordé lo que ella estaba haciendo y me sentí mal al
cotejarlo con lo mío.
Luego fuimos a un hotel, todo era improvisado y hermoso, allí los dos en
ese balcón admiramos la belleza de la costa, sintiendo la sueva brisa marina
sobre el rostro. Ella me observaba atentamente y parecía analizarme en
profundidad.
—Te ves muy hermoso Sam.
—Gracias, pero en eso tú eres la experta.
—No, en serio, últimamente te he visto cambios físicos, y no me
interpretes mal, me gusta, pero es como si alguien lo hiciera, como si yo
estuviera apartada de ese proceso y sólo viera los resultados, es decir, no
formo parte del equipo Sam ¿me entiendes?
—¿El equipo Sam? Jajajajajajaa, disculpa es que, suena muy… absurdo.
—¿Te parece absurdo?
—Sí, esto que ves son los asesores, me dicen que debo tener cierta imagen
para ser más popular con el público.
—A ese me refiero, yo nunca he escuchado que ninguna editorial pague
un asesor de imagen a un escritor, eso es muy raro.
—Pues aquí lo hacen con los autores que saben, venderán mucho.
—Si tú lo dices, pero siento que debe haber un truco en todo esto.
—¿Por qué eres tan suspicaz? ¡Dios, es exasperante!
—Dirás que es así, pero prefiero ser prudente y no caer en el engaño de
otras personas.
—No he caído en ningún engaño, todo lo que pasa está bajo mi control y
conocimiento.
—Me alegra, aunque tenga ciertas reticencias, te ves realmente sexy así.
—Gracias señorita, usted también se ve increíblemente sexy bajo esta luz,
tu piel parece bronce, es increíble.
—¿Cuándo voy a leer esa novela tuya?
—Pronto, ya pronto va a salir.
—Pero ¿de qué trata?
—Quiero darte la sorpresa, ya verás cuando la leas.
—Ok, pero dame una pista.
—No señorita, debes esperar, no te diré nada.
—Bien, eres muy malo Samuel, muy malo —me dijo señalándome.
—Jajajajajajajaja, ahora no decías eso jajajajajaa.
—Jajajajajaja, bueno ahora estábamos en otra cosa.
—Una cosa muy buena e interesante.
—Me gusta esto Sam, me gustó mucho.
—A mí también, quisiera que la vida siempre fuese así.
—Sería maravilloso.
—Mira, esta vista no tiene precio, la vida es para eso, el dinero, todo, para
disfrutar de la existencia, disfrutarla en grande, creo que eso es trascender,
vivir realmente.
—¿A qué le tienes más miedo?
—Le tengo terror a tener una vida sin sentido, rutinaria, común.
—Por eso te esfuerzas tanto ¿verdad? No quieres tener una vida común,
no quieres ser como tu padre, como tu madre, como la mayoría de las
personas, que van a un trabajo y su vida se va en esa rutina.
—Algo así.
—Pero todo tiene un equilibrio Sam, yo también sueño con una buena
vida como esa, pero las ambiciones tienen sus bemoles, cada cosa que recibes
conlleva una responsabilidad y debemos evaluar si podemos con ella amor.
—Me creo capacitado.
—Me parece bien tu seguridad y me gusta todo esto que tenemos, solo
quisiera que no existiese esa especie de barrera entre los dos.
—No hay ninguna barrera entre los dos cariño.
—Tú dices eso, pero yo sí la siento, dirás que repito lo mismo vez tras
vez, pero es lo que siento, no te tengo completo, es como si te compartiera
con algo, algo que no sé qué es.
—Oh Dani, por favor, no seas absurda, aquí estoy contigo bebé.
—Mmm seré absurda, pero mi instinto me dice que es así.
La noche parecía un río sigiloso y yo por dentro pensaba que todo era
perfecto, que me daba terror que ese delgado equilibrio se rompiera de un
momento a otro, con una llamada, un reclamo, una pelea, cualquier cosa que
acabara con esta ilusión de tener una vida perfecta al lado de la mujer que
amaba.
La abracé por la cintura y besé su hombro, ese aroma, completamente
divino combinado con el olor del mar, su piel dulce y cálida, me invitaba, me
atraía como la miel.
—Eres tan hermosa, no puedo creer que estés aquí conmigo. Sabes, el día
que te vi, la primera vez, me dejaste con la boca abierta, con ese pantalón
corto, esas piernas, ¡por todos los cielos! Estas piernas son las más increíbles
y bellas que he visto en toda mi vida.
—Jajajaja, qué exagerado, continua jaja.
—Te vi y me dejaste sin aliento, estos ojos de pantera, mis ojos de sol —
le dije dándole la vuelta para mirarla directamente a los ojos.
—Yo te vi y pensé que eras muy tierno, estos ojos negros, brillantes y esos
lindos hoyuelos jajaja, lindos, lindos y esta naricita, es la cosita más linda que
he visto.
—Quiero comerte, comerte toda, completa, eres como una de esas bebidas
que tú haces, tentadora y deliciosa, solo quieres tomarla, tomarla completa y
sentir esa increíble sensación de placer, solamente que si tu fueses una bebida,
tendrías chocolate extra, todo extra.
—Jajajajajaja, por Dios, soy una bebida extra, extra.
—Todo extra, como estas caderas hermosas y esta cinturita maravillosa,
son la cosa más delirantemente perfecta del mundo, ven acá —le dije
atrayéndola hacia mí.
La levanté en vilo colocándola contra la pared, la empujé contra ella y se
veía muy entusiasmada, nos besamos apasionadamente. Entonces, metí mi
mano debajo de su falda y comencé a acariciarla, me di cuenta pronto que no
era necesario, ya que estaba más excitada que yo.
—Vaya, las cosas están muy calientes por aquí.
—Así es, ¿qué vas a hacer al respecto?
—Se me ocurren muchas cosas —le murmuré al oído.
—A ver, muéstrame algo.
La sostuve contra la pared, mientras ella se sujetaba de mis hombros y yo
trataba de quitarle los pantis. Ella reía porque era una situación absurda, lo
incómodos que estábamos ahí, tratando de equilibrarnos el uno con el otro,
pero al mismo tiempo era increíblemente erótico.
—No nos están viendo ¿verdad?
—No lo sé, jajaja, lo único que puedo ver ahora es a ti.
—Mmmm sigue así, me gusta mucho. Déjame bajarte el cierre.
—Cuidado, ten cuidado.
—A ver, a ver —dijo mientras acariciaba mi pene.
Sentí cómo poco a poco iba creciendo dentro de mí la presión, era
increíblemente excitante, casi iba a terminar.
—Vamos, hazlo, me muero por sentirte dentro.
—Si sigues hablando así, terminaré antes de tiempo.
—Eso no puedo ocurrir o te mato.
—Jajajajajaja, vamos amor, dame más.
No puedo describirlo con palabras, estar dentro de esa mujer era la cosa
más maravillosa del mundo, una sensación indescriptible, la fricción y el
calor, ella era de ese tipo de mujeres que te hacen delirar y yo no tenía mucha
experiencia en ese momento, pero podía percibirlo, era increíble. El sexo fue
genial, acabamos agotados en el piso, mi respiración era tan acelerada que
casi no podía hablar.
—Eso fue…eso fue genial.
—No…no puedo hablar, cielos…es…es genial.
—¡Oh rayos! Este es el mejor sexo del mundo, ¿por qué no hacemos esto
todos los días?
—Es una… una buena idea.
—Sabes, cuando pase el tiempo recordaremos este momento, pensaremos
en este instante, gracias por traerme Sam, siempre voy a recordar esto.
—Yo también amor, siempre recodaré esto —y el tono de nostalgia con
que lo dije pareció extrañarle.
—¿Y por qué lo dices así?
—No lo sé, supongo que porque el tiempo pasa y no vamos a estar tan
jóvenes como ahora por siempre.
—Sabes, la historia que escribí, se trata de ti y de mí.
—¿En serio?
—Sí, tú eres mi protagonista, se llama Sol.
—Dijiste que sería una sorpresa ¿qué pasó?
—Sólo quería que lo supieras.
—Qué hermoso Sam, nadie había hecho algo así por mí.
—No podría ser de otra manera, tú eres Sol.
—Quisiera que el tiempo no pasara y seguir siendo la chica de ojos de
Sol, la chica de tu historia por siempre.
—Siempre lo serás cariño, tú siempre vas a serlo, cuando la leas, sabrás
que eres tú, que solamente eres tú y que te amo, que eres el amor de mi vida.

Capítulo VIII

—Samuel Dunn, eh, qué sorpresa.


—Lo mismo digo, te ves… hermosa.
—Gracias, esto es…increíble, no puedo creer que estés aquí, es la cosa
más loca del mundo.
—Y ¿qué haces?
—Veo tu obra, has avanzado.
—Jajajajajaja.
—Me voy a llevar esta —dijo agitando un ejemplar de Sun City.
—¿No la has leído?
—No, después de… bueno de todo, nunca la leí.
—Esta es una de mis mejores novelas.
—Mmm y ¿cómo están tus cosas? Sabes, vi tu entrevista, la que hiciste
recientemente.
—La viste, entonces…
—No sé, supongo que sentí curiosidad, a veces uno cae en las trampas del
pasado.
—Puede pasar —le dije sin poder hablar por la emoción.
Se veía increíblemente hermosa, madura, con ese cabello claro y liso que
acentuaba el hermoso tono de sus ojos. Había un brillo en su mirada de
autocontrol y poder. Sabía que era una abogada poderosa, había leído algunas
cosas sobre ella, tenía su propio bufete, pero no sabía mucho más porque el
investigar sobre su vida, solamente me causaba daño.
—¿Y tú?, veo que has tenido mucho éxito, tal como querías.
—Sí, tal como quería —le dije sin estar muy convencido—. Leí algo por
allí sobre ti, que tienes un bufete.
—Soy socia con otra colega.
—Eso es genial, si llego a necesitar una abogada, te buscaré.
—Bueno, estaremos a tu orden si vas por allí.
—¿Me das tu tarjeta?
—No cargo ninguna.
—Vaya, muy conveniente.
—Jajajajaja, no, no lo digo en ese sentido, en verdad no tengo ninguna.
—Bien, en estos aparatos se consigue de todo —le dije mostrándole mi
teléfono último modelo—, así que puedo averiguar los datos de tu bufete en
cuestión de segundos.
—Bien, yo…vi los cortes de la película.
—¿Cuál?
—Sun City.
—Entonces, sabrás de qué trata el libro, a mi parecer, está muy bien
adaptado, aunque, en realidad, no está exactamente como lo escribí, así que
no somos totalmente nosotros.
—Mmmm, me imagino, supongo que tu “editora” habrá cambiado
muchas cosas.
—Así es —le dije evadiendo su sarcasmo.
—Bien, y esta ¿de qué trata? —dijo señalando mi nueva novela “Carretera
51”.
—Esta trata de una pareja que se conoce mientras van en un autobús y allí
se enamoran, tienes que leerla, es buena.
—Jajajajaja muy astuto, así me obligas a comprarla, tal parece que los
autobuses son muy importantes para ti.
—Así es, en un autobús escribí mi primera novela, gracias a ti y a Truman
Capote.
—Sí, Truman Capote, quién diría que este hombre no solo escribiría
buenos libros, sino que te traería hacia mí.
—Así parece, un escritor nos une y otro nos separa, es un buen tema para
una novela ¿no crees?
—¿Cuánto tiempo ha pasado Daniela?
—16 años, bastante.
—Así es, mucho y te ves igual de hermosa que siempre.
—Tú también te ves muy guapo, muy guapo diría yo.
—No a tu nivel.
—Eso ya no existe, nunca existió, de hecho.
—¿Qué tal si te invito un café como en los buenos tiempos?
—Jajajajaja, los buenos tiempos, eso está bien. Mmm, no sé, tengo
muchas cosas que hacer.
—Es sólo un café, nada más, anda, puedes tomar un café con alguien que
odies, así que no debes sentir algo especial para tomarlo conmigo.
—Bien, no llores, jajajaja. Acepto tomar el maldito café, vamos.
—¿En tu carro o en el mío?
—En realidad no ando en carro, porque vivo aquí cerca.
—Ok.
—Bien, ¿qué tal si nos tomamos el café en mi apartamento?
—Me parece bien —le dije entusiasmado.
Cuando llegamos al apartamento, este era muy hermoso, claro no al nivel
del lujo que yo estaba acostumbrado, pero se veía hermosamente decorado y
con muy buen gusto. Las paredes estaban pintadas en color perla, con acentos
cálidos, en varias de las mesas había flores de girasol, una de sus favoritas.
—Bien, bienvenido, este es mi humilde hogar.
—Es hermoso, me gusta.
—Imagino que no es el tipo de apartamentos a los cuales estás
acostumbrado, pero es lo mejor que pude hacer —me dijo bromeando.
—Lo hiciste bien, muy bien jajajajaja.
—Si quieres me esperas aquí, mientras preparo el café, o en la terraza.
—No, prefiero ayudarte, si tú quieres por supuesto.
—Está bien, ven conmigo.
Llegamos a la cocina y esta mantenía la misma paleta que el resto de la
casa, tenía líneas simples y sencillas, modernas y minimalistas. Los gabinetes
eran blancos y hacían juego con baldosas negras y grises, un estilo un tanto
masculino para ser el hogar de una mujer, pero supongo que una abogada
como ella no tenía tiempo para esas sutilezas. Y yo sí porque vivía de
investigar cosas como esas, de observar y copiar la realidad que me
circundaba para interpretarla en mis historias.
—Esta es la cocina.
—Ya veo, muy linda.
—Siéntate.
—¿Dime qué hago para ayudarte?
—Bien, busca las tazas en aquel gabinete y el café está allí.
—Bien —dije dirigiéndome hacia donde ella me indicaba.
—Sabes, esto es la cosa más loca, lo último que me imaginé esta mañana
era que estaría contigo aquí en la cocina de mi casa.
—Opino igual, cuando comenzó mi día, nunca imaginé que terminaría
aquí contigo.
—Estas tazas son muy bonitas, escogiste bien.
—Siempre he tenido un gusto excelente para escoger tazas.
—Jajajajajajaja, se me olvidaba que tienes un gran sentido del humor.
—Sí, soy un tipo muy gracioso, ese es otro de mis encantos.
—Bien, qué bueno que tengas tantos talentos.
—¿Cómo está tu madre?
—Está bien, viviendo con Thomas en Miami.
—Qué bien, me alegra que estén juntos todavía.
—Hay parejas que están hechas el uno para el otro.
—Sí, así es, y otros no.
—La gente toma decisiones y algunas veces no son las mejores.
—La gente también comete errores, errores terribles de los cuales se
arrepiente toda la vida.
—Eso es cierto.
—Me gusta esta cafetera.
—Sí, es genial.
Sentía esa misma corriente eléctrica, era increíble, después de tanto
tiempo y aún estaba allí, su olor y la sensación de su calidez me tenían
hipnotizado. Ella seguía siendo la misma, un portento de mujer.
—Este aparato hace muy buen café.
—Me imagino —le dije más distraído con su belleza y su olor que con la
bebida en sí.
—Bien, ¿cómo lo quieres? ¿Con leche, sin leche, con canela?
—Como tú quieras, sorpréndeme.
—Bien, tal vez le ponga un poco de avena y cacao.
—Jajajajajaja, eso sería una bebida bastante curiosa, pero si la haces tú,
seguramente sabrá genial.
—No creo que mis capacidades lleguen a tanto jajajajaja.
—Yo creo que sí.
—Bien, vamos a la terraza, ayúdame con esto —me dijo pasándome la
bandeja con las tazas y unas servilletas.
—¿Hacia dónde voy?
—Sigue por aquí derecho y ahí está.
—Bien.
Me adelanté y fui hacia donde ella me dijo, salí a la terraza, y desde allí se
veía una increíble piscina que era común para todos los habitantes del
edificio, esta tenía borde infinito y al final se observaba toda la ciudad. Desde
allí era visible una especie de parque, donde las personas corrían y diferentes
familias jugaban con sus hijos. Eso me llamó la atención, los niños, fue una
sensación diferente, una ternura y me di cuenta que me estaba poniendo viejo.
—La encontraste jajajajaja, supongo que mi apartamento no es tan grande
como pensaba.
—No, no lo es jajajajaa.
—¿Qué mirabas?, parecías muy concentrado.
—Eso —dije señalando el parque.
—Sí, es una vista encantadora, a veces voy a correr y… es muy hermoso,
un lugar encantador.
—No, bueno, sí es hermoso, pero no me refería a eso, me refería a los
niños.
—Ohhh ya entiendo.
—Mira —le dije mostrándole especialmente un grupo donde estaba un
hermoso bebé.
—Tienes muy buena vista.
—Es hermoso.
—¿Desde cuándo te gustan tanto los bebés?
—Desde que cumplí 37, y me di cuenta que me estoy poniendo viejo.
—37, no eres viejo, te lo digo yo que tengo 38 años jajajajaja.
—Sí, pero no sé, uno empieza a sentirse diferente.
—¿Tienes hijos?
—No, me he dedicado a mi carrera y así no, no he podido.
—Creo que serías una buena madre.
—Sí, puede ser, pero primero tengo que buscar un buen padre.
—¿Tienes novio, pareja?
—No, en este momento no.
—No entiendo cómo pueda ser eso posible en este universo.
—Jajajajajajaja, no he encontrado a alguien especial que me llene.
—Me imagino que debe ser difícil, tú eres una mujer muy especial, creo
que es difícil que un tipo normal llegue y pueda conquistarte.
—Lo hiciste tú.
—Yo soy un desgraciado con suerte, no, mentira, jajajaja, en ese momento
éramos jóvenes, no creo que ahora pudiera conquistar a alguien como tú.
—¿Quién sabe? —dijo llevándose la taza a los labios.
—Me encanta cómo te queda el rojo.
—¿Perdón?
—Ese tono de rojo, en tus labios.
—Oh bien, jajajajajajaja, esa fue una buena movida. A mí me gusta cómo
te queda esa barba canosa, te ves… muy bien, interesante.
—Me veo como un verdadero escritor ¿no es cierto?
—Sí, definitivamente jajajaja a ratos te ves como un escritor de verdad
jajaja. No te la quites nunca o todo el mundo sabrá la verdad.
—Jajajajajajaja, lo tendré en cuenta, había olvidado ese sarcástico sentido
del humor que tienes.
—Y volviendo a lo de los bebés, ¿tendrías a uno en estos momentos?
—Bueno, en este momento preciso no jajajajaja, pero sí creo que estoy
preparado para un bebé.
—Qué bueno Sam, creo que eso te haría muy bien, debe ser una
experiencia maravillosa, pronunció estas palabras mirando hacia el lugar
donde estaba la familia y sus ojos se aguaron un poco.
—¿Estás bien? —le dije con ternura.
—Sí, estoy bien —me respondió ella enjugándose los ojos.
—Dani, esta luz te hace ver muy linda.
—Oh Sam, ¿por qué?
—Dani, yo…
—¿Por qué lo hiciste?
—¿Qué cosa?
—¿Por qué me traicionaste con esa mujer?
Era la pregunta que más temía, si había algo que aprendí en mi vida fue a
no remover los fantasmas del pasado, pero esta conversación era inevitable,
me quedé mirando el parque y deseé volver al pasado y que ambos fuésemos
esa pareja, jugando con ese hermoso bebé.

Capítulo IX

A veces las cosas pasan sin proponértelo, tanto lo bueno como lo malo, yo
creí en un hombre y este me traicionó de todas las formas posibles que se
puede engañar a una mujer. Al recordarlo, ha sido el peor momento de mi
vida, y pienso lo mismo aún 16 años después.
Después de despertar esa mañana, me sentía feliz, pasamos toda la noche
haciendo el amor, me sentía revitalizada y estaba lista para todo lo que venía.
Desperté y sentía el sonido del mar, allí estaba él aún dormido a mi lado, se
veía hermoso y calmado, me senté a mirarlo, el sol le otorgaba a su rostro la
apariencia de la porcelana: blanco y perfecto, ligeramente bronceado por el
sol del día anterior. Dormía plácidamente y yo me imaginaba con qué estaría
soñando, sus hombros tenían unas encantadoras pecas como pequeñas
constelaciones brillando en su universo.
Su respiración reposada, parecía imitar el sonido de las olas, me levanté
enrollando sobre mi torso una de las sábanas emulando una toga. Caminé
hasta la terraza y me quedé mirando el amanecer, me sentía muy afortunada
porque lo tenía a él conmigo, los dos estábamos triunfando, todo parecía
perfecto en nuestro mundo. Cada color en el cielo iba cambiando con cada
minuto que pasaba, así era mi tiempo, yo me transformaba en otra mujer, ya
no era la niña de 20 años que había acudido a una cita a ciegas.
Sentía que estaba logrando mis metas, me estaba transformando en
alguien importante en mi trabajo, caso tras caso que ganaba, cuando ayudaba
a todas esas personas, cuando defendía los derechos ambientales, tal como lo
había soñado en la universidad, era como un sueño, y ahora lo tenía a él, allí a
mi lado. Me sentía feliz, él estaba triunfando, por fin lo veía sonreír, seguro de
sí mismo, alegre, confiado en un mejor futuro. Ahora que estaba prosperando,
todo iría mejor para los dos.
—Hola, escuché su voz.
—Hola, buenos días dormilón.
—Buenos días, ¿qué quieres? Anoche me dejaste agotado.
—Jajajajajaja, tú también me dejaste agotada, nunca había hecho eso, esa
cosa, es lo más raro que he realizado en la cama.
—Pero ¿te gustó?
—Mucho, sí, se siente fabuloso.
—Yo también lo sentí, fue un orgasmo estupendo.
—Este día se ve precioso, todos esos colores, es magnífico.
—Sí, fue fantástico venir aquí, quisiera no irme, que nuestras vidas
siguieran trascurriendo en este lugar.
—Yo también cariño, pero tenemos que irnos, tengo una reunión por lo
del libro.
—¿En serio? No me habías dicho nada.
—Pensé que sí.
—No, no me dijiste nada.
—Bien, es hoy, y tengo que preparar unas cosas antes, vamos a revisar la
versión final del manuscrito y, bueno, es un poco trabajoso.
—Está bien, me doy una ducha y me cambio.
—Bien.
Mientras me bañaba, escuché el sonido de la puerta; acto seguido, sus
cálidas manos acariciaron mi espalda, comenzó a besarla, primero con suaves
besos y luego con mayor fuerza, me volteó suavemente y comenzó a besarme
con pasión. Entonces, me levantó y me colocó contra la pared, sentía la fuerza
de su cuerpo contra mí cada vez más fuerte, en mi vientre latía una energía
que se iba intensificando a medida que él me penetraba. Me sujetaba de él con
fuerza, mientras la tibia agua de la regadera nos iba acariciando, haciéndome
sentir mucho más excitada. Su pecho estaba más fuerte que antes, sus
pectorales más anchos, dejábamos la infancia y nos adentrábamos en la
adultez, y su cuerpo era mucho más masculino.
Tuve un orgasmo increíble, no sabía cuántas veces habíamos hecho el
amor desde que llegamos el día anterior, pero era fascinante dejarse llevar,
entregarse uno al otro de esa manera tan potente, como jamás lo imaginé con
ninguno de los chicos con los cuales había estado. Me sequé y vestí, me dolía
el cuerpo, era un dolor agradable, pero mis músculos estaban resentidos por
toda esa acción.
—Bueno señorita, tenemos que irnos.
—Estoy lista.
—Bien, entonces despidámonos de este maravilloso lugar.
—Adiós playa jajajaja, adiós. —Le dije mirando por la terraza.
—Vamos Sol, vámonos cariño.
—Ya voy, es que…no me quiero ir.
Era como si presintiera algo malo, como si en el fondo de mi corazón
intuyera que todo esto acabaría. Mientras íbamos en el vehículo, su teléfono
sonaba insistentemente, eso me hacía sentir extraña, ¿quién trataba tanto de
comunicarse con él?
—¿Es de tu trabajo?
—Sí —dijo él, pero lo noté un poco nervioso.
—¿Por qué no contestas?
—Porque son detalles de la reunión, pero ese no es mi trabajo, solamente
debo estar allí.
—Pero dijiste que tenías cosas que arreglar.
—Sí, pero me refiero a mi presentación personal y cómo hablar con esas
personas en caso que haya algún desacuerdo por el libro.
—Bien, pero la verdad me parece que deberías contestar, lo pueden tomar
a mal.
—Tranquila, no te preocupes, yo sé cómo manejar a estas personas.
—Bien, lo que digas.
Él me dejó en mi apartamento, entonces me arreglé porque debía hacer
algunos trabajos en la oficina. Encendí el televisor para distraerme mientras
me cambiaba de ropa, entonces, vi algo que me llamó la atención. La noticia
era sobre el nuevo lanzamiento de un grupo de libros por la editorial Sanz y
Vargas, allí estaba el socio mayoritario hablando acerca de los nuevos
proyectos. Era una mujer de unos cuarenta y tantos, muy hermosa, de nombre
Penélope Sanz, refinada y con un gran donaire, era una mujer de mundo, muy
segura de sí misma.
No sé por qué, pero en cuanto la vi, sentí una punzada en el estómago, ella
nombró todas las novelas que estarían presentando, unas diez en total, y entre
esas estaba la de Samuel, pero en cuanto la mencionó, pareció detenerse y la
alabó mucho más que a las otras, haciendo gran hincapié en la calidad de la
misma y en el gran talento del escritor. Llámese sexto sentido, pero me
pareció muy extraño que una persona tan importante se ocupara
personalmente de algo que debía ser trivial y de lo cual tendría que encargarse
alguien de menos envergadura.
—Es hermosa —dije en voz alta, esto es extraño.
Yo misma me impresioné de mi reacción, fue una sensación visceral, me
quedé mirándola detalladamente, qué tenía que no terminaba de gustarme. Era
la misma sensación molesta, que alguien cambiaba a Sam, que existía una
barrera entre nosotros, un silencio, como si estuviese viendo su proceso desde
afuera y no participara de él como su novia. Realmente sentía que algo se
interponía entre los dos, algo invisible, una fuerza que no tenía forma, pero al
ver a esa mujer, mi cerebro se activó buscando la respuesta, aún no había
caído en cuenta, pero la mente se había despertado.
Llegué a la oficina y todavía pensaba en eso, estaba intranquila, aún así
trataba de concentrarme en el trabajo.
—Hola cariño —me dijo Miranda.
—Hola ¿cómo estás?
—¡Oh guao!, te ves muy bien, estás ¡bronceada!
—Jajajaja sí, Sam y yo fuimos a la playa, ayer me tomó por sorpresa y me
dijo vamos de un momento a otro.
—¡Qué envidia! Ojalá yo tuviera un novio así, que me secuestrara para
llevarme a la playa.
—Jajajajajaja sí, fue increíble, pero ¿qué me ibas a decir?
—No nada especial, solamente quería saludarte y conversar un rato
contigo.
—Bien, ¿qué me cuentas? ¿Cómo están tus cosas?
—Ninguna novedad, tú sabes desde que me divorcié de José Luis, todo ha
sido responsabilidades y nada de emociones, ya me sale un novio así como tú.
—Ya encontrarás a esa persona.
—Sabes que estaba leyendo acerca de una nueva moda entre ciertas
damas de la sociedad, estas señoras un tanto mayorcitas y adineradas se
reúnen para distraerse con chicos jóvenes que las entretienen, parece que es
una especie de pasatiempos divertido.
—No me extraña, a veces ese tipo de personas tienen tanto dinero que no
hayan qué hacer con él.
—Supongo, pero me pareció una moda muy curiosa, coleccionan
hombres, me parece liberador en comparación con el machismo recalcitrante
que ha caracterizado siempre la sociedad, si hay hombres mayores que andan
con chicas, ¿por qué no al revés?
—Bueno, eso es cierto, pero para mí es lo mismo, es decir, creo que sólo
debes andar con alguien si amas a esa persona.
—Ay cariño, ojalá todos fuesen como tú jajajajaa. Lamentablemente el
mundo no es tan lindo.
—Eso creo.
La idea de las mujeres que andaban con chicos por entretenimiento se me
quedó dando vueltas en la cabeza, hasta dónde, llegaban las personas para
paliar sus vacíos o llenar sus ratos de ocio, me decía.
—Y entonces, ¿las cosas con Samuel están bien?
—Sí, están bien.
—¿Y no se han comprometido?
—No, todavía no.
—Ya tienen tiempo.
—Sí dos años, pero tal parece que fueron más.
—¿Por qué?
—La vida nos ha ido cambiando poco a poco, no sé, a veces me miro y ya
no me reconozco en comparación a como era tiempo atrás.
—Supongo que todos somos así amiga, poco a poco vamos cambiando y
sin apenas darnos cuenta, cuando vamos a ver, ya somos otras personas, a
veces asusta ¿cierto?
—Mucho, la verdad es que me asusta bastante.
—Pero tranquila, apenas tienes 23 años, espera que llegues a los 40 como
yo y entonces hablamos jajaja.
—No se trata de la edad, es más un estado mental.
—No sé, te veo intranquila, a ver dime la verdad.
—Es que… no sé cómo decirlo.
—Solo dilo cariño, así de simple.
—Es que hace tiempo que noto a Samuel muy raro, desde que empezó a
editar su novela, ya nunca más fue el mismo.
—¿En qué sentido? —dijo ella vivamente interesada.
—No lo sé, hay siempre una especie de distancia entre los dos, como una
barrera, como si yo no pudiese penetrar en alguna parte de su vida, algo que
está vetado para mí, es muy raro, yo hablo con él, pero me insiste que no, sé
que él me ama por todo lo que hace por mí o me dice, pero es que… no sé.
—Mmm, amiga, cuando uno siente eso, no sé, el instinto femenino es el
instinto femenino, y casi nunca falla, no digo que esté haciendo nada malo,
pero tal vez deberías, no sé, darte una vuelta por el lugar donde trabaja.
—¿Tú crees?
—Sí, dices que ha cambiado desde que comenzó con lo del libro, entonces
quiere decir que debe haber alguna relación entre esas dos cosas.
—Nunca me ha gustado ese tipo de situaciones.
—Bueno, pero tú eres su novia, tienes derecho a compartir eso, ¿o no? Se
supone que si están juntos, debería contarte sobre lo que hace.
—Eso es cierto, la verdad nunca he leído la novela —me dijo que era un
secreto, pero ya ha pasado tiempo y no la he visto.
—Tal vez sí sea una sorpresa, esas cosas tardan tiempo y más si no eres
famoso todavía.
—No lo sé amiga.
Me sentía muy suspicaz respecto a toda esa situación. Al salir de la
oficina, fui directo a su apartamento, lo encontré cambiándose para salir, lo
cual me pareció extraño.
—Voy a salir con unos amigos.
—Bien, entiendo —le dije suspicaz.
—¿Qué pasa Daniela?
—Nada, sólo quería verte, nada más.
—Si quieres puedes venir.
—No, está bien, me siento un poco cansada, me voy para mi casa.
—Ok amor, nos vemos mañana entonces —me dijo dándome un
apasionado beso en los labios.
—Mejor me voy o después no te dejaré ir a ninguna parte —le dije
tomándole por el cuello de la camisa y atrayéndolo hacia mí.
—Bien cariño, nos vemos mañana.
Salí de su apartamento y me dirigí a mi auto, pero no me fui, esperé hasta
que él salió, me hallaba en una posición muy vergonzosa, lo vi salir sin darse
cuenta que mi auto estaba cerca. Lo seguí cuidando que no se diera cuenta,
jamás me creí capaz de hacer algo como eso, pero creo que nadie sabe de lo
que es capaz hasta que se encuentra en esa situación y reacciona.
El auto se detuvo frente a un bar, no parecía el sitio donde llevas a una
chica, estacioné mi carro y me introduje sigilosamente, parecía una completa
estúpida. Y me sentí peor al verlo efectivamente con sus amigos, estaba
sentado con Carlos y Gabriel tomándose unas cervezas, nada del otro mudo,
todo parecía completamente normal, reían y parecían bromear entre ellos,
mientras tomaban unas botanas que estaban en la barra.
No podía acercarme más, así que me quedé un rato observando para ver si
no llegaba alguien, pero pasaron dos horas y ellos todavía estaban allí
tomando cervezas, mientras yo como una idiota me encontraba escondida
entre la multitud. Él se veía muy feliz, incluso lo veía ajeno a mí, era como si
en ese momento fuese él mismo, el verdadero Sam, y conmigo solamente
estuviese actuando, era muy extraño, ellos reían y bromeaban, estaba muy
relajado y tranquilo.
De pronto le llegó un mensaje a su teléfono, él lo miró y su expresión
cambió, se veía entonces un tanto desencajado como si su alegría hubiese
terminado. Lo conocía, algo malo le pasaba, estaba sucediendo algo en mis
narices y no sabía qué era. Estuvo un momento más y luego se despidió de
sus amigos, me apercibí, traté de esconderme bien, entonces lo volvía a
seguir, yo misma me desconocía, no sabía que tenía tanta habilidad para ser
una detective. Cuando su auto se detuvo, lo hizo frente a unos apartamentos
de lujo, no había acceso, me sentí frustrada ¿a quién conocía que pudiese vivir
allí? Era un sitio increíblemente lujoso, la persona que habitaba en ese lugar
tenía mucho dinero, el corazón me palpitaba y lo sentía casi en mi boca.
Me di cuenta que pasaría la noche allí, estaba molesta ¿qué hombre pasa
la noche en un lugar como ese? Tenía que ser una mujer, le marqué y no me
contestó, el número estaba apagado y recodé que no era la primera vez que
eso pasaba, había sucedido otras veces, pero cuando estás enamorado te
encuentras ciego y no conectas los puntos, no le das importancia hasta que un
día parece que todo se vuelve claro como la luz del día.
Encendí mi auto y me fui de aquel lugar, mi mente daba vueltas, qué
haría, pronto sería su cumpleaños, le había preparado algo, pero francamente
ya no tenía ánimos de seguir con eso. Mi mente era un gran enredo, debía
descansar para poder pensar con claridad. Me acosté, pero no podía dormir,
todo me daba vueltas. A la mañana siguiente él me llamó y decidí que si
quería descubrir algo, debía disimular para no ponerlo en sobre aviso.
—Hola cariño, tengo una llamada tuya.
—Sí, te llamé, pero tu teléfono estaba apagado.
—Sí, se me descargó.
—¿Y cómo te fue con los chicos?
—Muy bien, bebimos toda la noche, tú sabes, cosas de hombres.
—Qué bien, ¿y qué hiciste después amor?
—Me fui para mi apartamento, estaba un poco cansado.
—Ok, qué bien, ¿y ya descansaste?
—Sí, ya descansé, ahora voy a escribir, ¿te gustaría venir?
—No puedo amor, recuerda que no tengo tu horario, tengo que ir a una
oficina, le respondí tratando de ser lo más amable posible después de oír ese
montón de mentiras.
—Oh, qué lástima cariño.
—Sí, es una verdadera lástima.
—Sabes, esta semana van a dar una fiesta en la editorial, me gustaría que
fueses conmigo.
—Y ¿es algo elegante?
—Sí, es bastante elegante, y me gustaría me acompañaras y te pongas más
linda de lo que ya eres.
—Muy bien —dije pensando que sería una buena oportunidad para
descubrir algo.
—Ya te imagino, te vas a ver bellísima amor.
—Ok, te dejo porque tengo que trabajar.
—¿Te sientes bien?
—Sí, perfectamente, nos vemos después.
Al colgar el teléfono, me desplomé en el sofá, él no era más que un
mentiroso —me dijo que había ido directo a su casa y todo era mentira, ¿por
qué?, ¿qué escondía en ese lugar? Lo único que sabía es que estaba
relacionado con esa maldita editorial, desde que empezó a trabajar en ese
lugar todo cambió. Esta era una buena oportunidad de averiguar qué estaba
sucediendo y no iba a desaprovecharla. Estuve una hora llorando en ese
estúpido sofá hasta que me percaté que debía volver a mis responsabilidades,
ser fuerte y levantarme.
Me bañé y el agua tibia corría sobre mi espalda, con mis manos apoyadas
en la pared no podía creer que esto me estuviese sucediendo, a una mujer
como yo, hermosa, inteligente, muchos hombres me deseaban, ¿cómo era
posible que él me traicionara de esa forma? Sequé mis lágrimas, me miré y
estaba terrible, mi rostro tenía unas ojeras de color malva, las mejillas rojas y
los ojos terriblemente irritados.
—No vas a llorar, no vas a seguir llorando —me dije ante el espejo—.
¡Eres una chica fuerte! Vamos, recuerda lo que dice Jazmín Deveraux “Nunca
llores por hombres”.
Me vestí y maquillé lo mejor que pude, tratando de disimular todo el
estrago del trasnocho y el llanto. Me preparé para ir a mi trabajo, no tenía
apetito, así que hice café negro y tomé una taza, no por gusto, sino para
despertar mi cuerpo de la prolongada vigilia. Pasé todo el día tratando de
concentrarme en el trabajo, tenía dos casos importantes, pero cada tanto mi
mente divagaba pensando en la potencial traición de Samuel, era un
verdadero suplicio.
Esa semana fue un martirio, ya era sábado y ese día sería la fiesta de la
editorial, así que me fui con Miranda a un Spa, debía verme espectacular esa
noche, y con todo el estrés no estaba completamente bien. Nos hicimos
muchos tratamientos y luego sentadas cerca de la piscina con nuestras aguas
desintoxicantes, tuvimos una conversación sincera.
—Y bien amiga, ¿descubriste algo?
—No completamente, pero como te dije, pasó la noche en ese lugar.
—Eso está raro, porque pudo ser un amigo conocido, pero entonces ¿por
qué mentiría al respecto?, es una tontería.
—Porque es una mujer Miranda, por eso me miente.
—Puede ser, pero hasta que no lo descubras, no podemos asegurarlo
completamente.
—Sí, pero son demasiadas cosas, su extraña actitud, las mentiras, el
teléfono apagado y esa lejanía, todo me lleva a lo mismo.
—Y ¿qué vas a hacer si descubres que es así? Que realmente Samuel te
está traicionando.
—No lo sé, no lo sé, por Dios que no lo sé.
—¡Oh rayos amiga! La verdad no quisiera ser tú en este momento, pero si
ese desgraciado te está traicionando, quiero darle una buena cachetada por
idiota.
—Sería lo menos que se merece si es así, y yo como una tonta planeando
su fiesta de cumpleaños, ¡por Dios!
—Eso es lo que haría una buena novia, solo que él no te merece, es más,
aunque no te esté traicionando, igual no te merece, tú eres demasiado buena
para él.
—¿A qué te refieres?
—Me refiero a que él siempre ha sido muy poca cosa para ti, y mucho
menos cuando te hagan socia de la firma jajajaja. Nunca te va a llegar a los
talones.
—Bueno, ahora está ganando buen dinero y siempre ha sido un hombre
talentoso, solamente que no había encontrado la oportunidad.
—No lo excuses, tú siempre lo has empujado, si no fuera por ti, todavía
estará metido en casa de su mamá con sus locas ideas raciales en la cabeza.
—Él nunca ha sido racista, sólo sus padres.
—Eso no lo sabemos.
—Bien, sólo quiero saber la verdad amiga, nada más.
—¿Lo dejarías?
—Sí, creo que nunca podría confiar en alguien que me haya engañado, mi
madre siempre me enseñó la importancia de la verdad, nunca aceptaría un
engaño, ¿quedarme allí? No por Dios, no lo haría jamás.
Esa noche me arregló un estilista, tenía el traje perfecto, de color rojo, mi
tono favorito y el que más favorecía el color de mi piel y ojos. Cuando bajé a
las siete y media, él se quedó mudo al verme, su cara lo decía todo, estaba
feliz y emocionado como si se hubiese ganado un millón de dólares, pero
faltaba algo que él no sabía, y era la verdad que llevaba por dentro, esa que
me ardía en los ojos como una llamarada, las ganas de conocer, la rabia de la
mentira que enardecía mi rostro y me daba un gesto más feroz y felino.
—¡Oh guao! Te ves…increíble, no sé cómo describirlo.
—Gracias, tú también luces muy bien.
En realidad se veía muy guapo con ese traje sastre a la medida, no
reconocía la marca, pero se notaba que era lujoso, me abrió la puerta del auto
y yo me sentía como anestesiada, era como ver una película, todo pasaba
realmente lento, como una realidad alterna, como ver mi propia vida pasar
ante mis ojos.
Al llegar al lugar, era un hotel increíble, el lobby era lo más espectacular
que había visto en mi vida, en la entrada nos recibieron con unas rosas, las
cuales estaban colocadas dentro de una caja completamente negra, las letras
decían nuestros nombres, un gesto elegante y distinguido, allí estaba también
escrita la mesa donde nos sentaríamos.
Yo estaba a la expectativa, sentía que en cualquier momento algo pasaría,
un indicio que me mostraría lo que estaba sucediendo. Miraba a mi alrededor,
todo era lujoso y lleno de sofisticación, entendí la importancia que ahora
Samuel le daba a la buena apariencia, este sitio tenía cierto estatus; si no te
veías bien, era imposible que pudieses encajar allí. Él se veía un poco
nervioso, pero pensé que podría ser por la expectativa del lanzamiento y la
ocasión suntuosa.
No obstante, sentí que de un momento a otro se puso más tenso de lo
normal, miré a todos lados y vi que una mujer muy elegante se dirigía hacia
nosotros, ¿dónde la había visto?, me pregunté. Entonces recordé, era la misma
mujer de la televisión, P…eh algo por P, no recordaba, “maldita sea”, me dije,
esta mujer no me gustó desde la primera vez que la vi.
—Hola Samuel —dijo con gran familiaridad, dándole un beso en la
mejilla.
Lo conocía muy bien, estaba nervioso, por más que trataba de disimularlo,
sonreía, pero sus labios estaban tensos. En persona se veía mucho más
hermosa que en la televisión, su cabello elegantemente recogido en un moño
alto le daba un porte regio, llevaba un vestido color plata que acentuaba su
delgada y elegante figura, y tenía joyas a juego, todo evidentemente de
diseñador.
—Le presento a mi novia, Daniela Deveraux.
—¿Deveraux? —Me miró de arriba abajo como buscando algo.
—Sí, Deveraux, mi abuelo era francés.
—Qué bien, se nota querida, tienes mucho estilo.
—Gracias —le dije disimulando mi antipatía.
—Bien Samuel, necesito que vengas, tengo que presentarte unas personas
importantes.
Él me miró como pidiéndome permiso, sus ojos brillaban de los nervios.
—Anda —le dije—, si son gente importante es bueno que los conozcas.
—¿Estás segura? No quiero dejarte sola.
—Te aseguro que estaré bien, y le aporté un acento tajante a esta última
frase.
—Bien —me dijo sonriendo sin captar el significado de mi discurso.
En cambio, la mujer pareció percatarse de algo, se me quedó viendo unos
segundos, yo le sostuve la mirada, entonces se volteó y se llevó a Samuel
tomado del brazo. Al verla con él y observar su lenguaje corporal fue
completamente evidente para mí, ¡eran amantes! Respiré profundo y busqué
una oportunidad para ver a la mujer a solas.
Ella fue al bar y estaba sentada tomándose una copa, esa era mi
oportunidad, fui directamente hacia donde estaba sin pensarlo dos veces y me
senté a su lado.
—¿Estás disfrutando la fiesta cariño?
—Sí, es muy lujosa y exclusiva, así como usted.
—Gracias, tomé en cuenta hasta el último detalle.
—Me imagino, excepto por una cosa…
—A ver ¿cuál? —me dijo extrañada.
—¿Por qué me invitó?
—Era lo apropiado cariño, eres la novia de Samuel.
—Entiendo, así que quería que yo me enterara que se estaba acostando
con mi novio.
—Jajajajajajaja ¡oh cielos amor!, eres una chica muy astuta, creo que te he
subestimado.
—No, no lo creo —creo que subestima a Samuel y yo también lo he
estado subestimando desde hace mucho tiempo.
—Eres una mujer muy hermosa, seguro que encontrarás un hombre
acorde a ti, Samuel es un artista, tú eres una mujer práctica, pero no el tipo de
practicidad que él requiere, tú coartarías su capacidad creativa para que sea
tan práctico como tú, algo que el obviamente no es… míralo —me dijo
señalando hacia donde él estaba—, es un hombre con mucho potencial, tiene
la fuerza y el talento para ser una estrella, y yo voy a hacerlo realidad, ese es
mi proyecto, y sabes —me dijo tomando de su copa, lo que me propongo
siempre lo consigo.
—Seguramente, exceptuando a alguien que esté con usted por amor y no
porque quiera obtener algo de su dinero, permiso y gracias por invitarme, me
ha hecho un gran favor.
Entonces, me levanté y fui directo a la mesa, tomé mi bolso y me dirigí
hacia la puerta, seguí derecho sin mirar a ningún lado, la rabia me había dado
la fuerza para caminar sin perder la compostura. Sin embargo, cuando llegué
afuera, me tuve que sostener de una pared porque sentía que me estaba
desmayando.
—¡Daniela! ¡Daniela! —escuché a Samuel llamándome.
No le respondí, me paré en la calle a esperar un taxi que me llevara a mi
casa y después no sabía lo que iba a hacer, sólo tenía presente que quería irme
de ese lugar lo más pronto posible.
—Daniela, ¿qué pasa? ¿a dónde rayos vas?
—A mi casa, allí es donde voy.
—Pero ¿qué pasó? ¿qué…?
Entonces no pude más y le di una fuerte cachetada que me dejó doliendo
la muñeca, tanto que tuve que sostenerla con mi otra mano.
—Sabes perfectamente qué pasa, tu amante me invitó para que me diera
cuenta lo que había entre ambos, y tú eres tan estúpido que no te diste cuenta,
¿pensaste realmente que yo era tan idiota para no percatarme que algo raro
estaba pasando entre ustedes dos? ¡Ja! Eres un idiota Samuel Dunn, desearía
nunca haberte conocido, ojalá nunca hubiese puesto a la venta ese maldito
libro, no estaría perdiendo el tiempo con alguien como tú, contigo las cosas se
vuelven verdad, eres como aquel ex novio, ¿los blancos son así eh? Todos son
iguales.
—Daniela…
—No digas nada Samuel, no quiero saber más nada de ti, nunca más,
olvídate que una vez me conociste.
Él solo me miraba mientras se tocaba la mejilla, parecía no poder
reaccionar con asertividad, lo había atrapado en su mentira y no tenía
absolutamente nada que decir, solamente se quedó allí callado con los ojos
humedecidos y un gesto indescifrable. Yo levanté mi mano para parar el taxi y
este se detuvo, ni siquiera lo miré, solo me monté en él y no volví mis ojos
atrás. Desde ese momento, Samuel Dunn estaría muerto para mí… o al menos
eso creí.
Extracto de la entrevista realizada a Samuel Dunn el 15 de noviembre
de 2018 por el reportero Eliezer López. Tomado de canal online “La
Voz”.

EL: Bien, Samuel, esta es nuestra ronda de preguntas rápidas y


respuestas, a ver ¿qué desearías hacer aparte de escribir?

SD: Desearía estar en la playa con alguien, disfrutar de un día con esa
persona, jugar en la orilla y… bien, ver el amanecer junto a ella.

EL: Eso suena como una de tus historias, ¿es real o solamente una
recreación de las mismas?

SD: Mis historias son parte de la vida real, el amor siempre es y será algo
real.

EL: ¿Cuál es tu autor favorito Samuel?, has mencionado que te gusta


Albert Camus, pero ¿existe otro?

SD: Sí, mi autor favorito es Truman Capote, le debo mucho a ese hombre,
muchísimo…

Continuará…

Esta historia es parte de una saga que se complementa con los siguientes

libros:

Amor en la Red. Caminos Cruzados. Una novela romántica de emociones

explosivas. Saga No. 1

Amor en la Red. Caminos Cruzados. Una novela romántica de emociones

explosivas. Saga No. 3

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