Problemas Eticos Al Final de La Vida
Problemas Eticos Al Final de La Vida
Problemas Eticos Al Final de La Vida
Autor:
Dr. Jacinto Bátiz
Jefe de la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital San Juan de Dios. Santurce. Vizcaya
Dra. Pilar Loncan
Directora asistencial de la Unidad de Curas Paliativas de la Fundación Residencia Santa
Susana. Barcelona
1. Principios de bioética clínica.
2. Derechos del enfermo terminal.
3. Decisiones al final de la vida.
4. Renuncia al tratamiento.
5. Consentimiento informado.
6. Encarnizamiento terapéutico.
7. Eutanasia.
8. Bibliografía.
1. PRINCIPIOS DE BIOÉTICA CLINICA
Los principios de la ética básica son criterios generales que sirven de base a las normas de
actuación de un grupo social o profesional. A lo largo de la historia la esencia de los mismos
se ha mantenido mientras se adaptaban a las nuevas realidades. En la actualidad los
principios a los que nos referimos han sido formulados por diversas corrientes filosóficas y
desde realidades distintas como lo son el mundo anglosajón y el mediterráneo.
Los cuatro principios son una forma de afirmar los derechos fundamentales de la vida
(beneficencia y no maleficencia), la libertad (autonomía) y la igualdad (justicia).
Como ligar las bases filosóficas a la práctica asistencial de forma que lleve a la solidaridad,
la individuación y la proporcionalidad, es el reto que los profesionales de hoy tenemos.
-Tiene derecho de ser tratado como un ser humano vivo hasta el momento de su muerte.
-Tiene el derecho de mantener una esperanza, cualquiera que sea ésta.
-Tiene el derecho de expresar a su manera sus sentimientos y sus emociones por lo que
respecta al acercamiento de su muerte.
-Tiene el derecho de obtener la atención de médicos y enfermeras, incluso si los objetivos de
curación deben ser cambiados por objetivos de confort.
-Tiene el derecho de no morir solo.
-Tiene el derecho de ser liberado del dolor.
-Tiene el derecho de obtener una respuesta honesta, cualquiera que sea su pregunta.
-Tiene el derecho de recibir ayuda de su familia y para su familia en la aceptación de su
muerte.
-Tiene el derecho a morir en paz y con dignidad.
-Tiene el derecho a conservar su individualidad y de no ser juzgado por sus decisiones, que
pueden ser contrarias a las creencias de otros.
-Tiene el derecho de ser cuidado por personas sensibles y competentes que van a intentar
comprender sus necesidades y que serán capaces de encontrar algunas satisfacciones
ayudándole a enfrentarse con la muerte.
-Tiene el derecho de que su cuerpo sea respetado después de su muerte.
Las personas mayores, a medida que avanza su edad, presentan más morbilidad y un grado
variable de dependencia física que pueden estar acompañadas de forma continua o
esporádica de afectación de la esfera cognitiva y/o emocional. Independientemente de la
ubicación de la persona, en el domicilio, en una institución (centros de larga estancia,
residencias) o en un hospital de agudos, nos encontramos en situaciones en las que hay que
tomar decisiones que hacen referencia al nivel de intervención y que debido a la situación de
la persona con frecuencia tienen que ver con la etapa de final de vida. La toma de
decisiones puede estar dificultada por la presencia de deterioro cognitivo y/o requiere de los
profesionales, pacientes y en su caso los familiares, actitudes, habilidades e instrumentos
que faciliten dicho proceso.
LA AUTONOMIA
La relación clínica, entendida como médico/enfermo ha cambiado de fondo y de marco. Por
una parte el paciente reclama su autonomía, por otro se introduce el trabajo en equipo.
Respetar la autonomía del paciente implica conocer como vive la enfermedad, es decir,
como vive su vida. Se introducen datos subjetivos que solo podremos comprender desde la
empatía. En la toma de decisiones, el paciente geriátrico ha de ser respetado en su
autonomía como persona y le hemos de ayudar a tomar decisiones además de aplicar la
técnica con pericia. En otros casos la capacidad para la toma de decisiones está alterada y
los profesionales han de decidir por el paciente.
Conocimiento
Comprensión
Ausencia de coacción interna o externa
Siguiendo esta propuesta dialéctica, por parte de los profesionales que les atienden ha de
contemplarse:
Respecto a la familia o cuidadores hay que matizar que si no tenemos familia con la que
compartir los cuidados, las dificultades pueden ser importantes; si bien, la relación del
equipo con el paciente cuando no hay intermediarios puede ser más directa. Cuando la
familia está presente tenemos la responsabilidad de gestionar su colaboración en el mejor
interés del paciente y no olvidar que puede constituir un elemento de poder limitante de la
autonomía de las personas enfermas.
Y todo ello ha de ser llevado a cabo por un equipo en el que cada miembro mantiene unas
actitudes y valores distintos. Por lo que resulta necesario disponer de una metodología
básica del proceso de la toma de decisiones. Existen diferentes métodos (E. Pellegrino
Thomasma, F. Abel, D. Gracia, Engelhardt, Galveston) y del análisis de los mismos
concluimos que una propuesta metodológica de recopilación habría de incluir información
sobre:
Repercusiones en la calidad de vida del paciente.
Actitud y valores del paciente.
Información que tiene el paciente.
Capacidades del paciente para tomar decisiones.
Personas de referencia para la toma de decisiones.
En cualquier caso, la toma de decisiones implica: un ejercicio de reflexión sobre la situación
clínica del paciente, entender sus actitudes y valores respecto a su vida, conocer la situación
social y sus repercusiones sobre el paciente y establecer un diálogo desde la autonomía
compartida, utilizando tesis propuestas por Francesc Torralba.
LA COMPETENCIA
La evaluación de la competencia es un elemento que requiere de la máxima atención puesto
que en nuestros mayores no son infrecuentes situaciones puntuales o estables en las que
aparezca una alteración de las capacidades que permiten discernir. Cabe aclarar que
entendemos capacidad como característica intrínseca del individuo, mientras que
competencia hace referencia a su expresión en el medio, algo así como el fenotipo.
Los pacientes competentes han de estar involucrados en las decisiones sobre el tratamiento
y ser corresponsales con los profesionales. Si algún paciente declina está responsabilidad lo
que hace es pasar la misma al equipo que le atiende. Si el paciente no es competente, la
responsabilidad recae sobre el equipo de profesionales que le atiende contando con la
información que los familiares o cuidadores puedan aportar sobre los deseos y valores del
paciente. Cuando existe un tutor hay que contar con su opinión y actuar como en el caso
que el paciente pudiera decidir.
Las decisiones pueden versar sobre tipo de actitud clínica, paliativa o curativa; ubicación del
paciente para los cuidados; intensidad de las intervenciones. La propuesta de Ouslander
incluye siete niveles:
En su mayor parte, proponen actitudes y acciones de buena práctica médica (no alargar la
vida innecesariamente, no utilizar medidas desproporcionadas, etc...) así como la posibilidad
de delegar en uno o varios interlocutores.
Para conocer con antelación las preferencias del paciente en aquellas fases de la
enfermedad en las que no tiene capacidad para decidir hay dos modalidades fundamentales:
delegar en un representante que decida por el paciente cuando éste ya no pueda hacerlo
(voluntades subrogadas o decisiones de sustitución) o firmar un documento de voluntades
anticipadas, también llamado "testamento vital".
4. RENUNCIA AL TRATAMIENTO
Las dificultades con las que nos encontramos al hablar sobre la renuncia al tratamiento,
además de las explicitadas en la toma de decisiones, al tratarse de una decisión, son
establecer los límites entre los llamados tratamientos curativos, tratamientos que determinan
alargar la vida y tratamientos de mejora sintomática.
La renuncia al tratamiento por muy extrema que sea, cuando el paciente es competente
queda recogida en la Carta de los Derechos del Paciente (LGS) y en los Códigos de
Deontología Médica.
A los que le acompañamos nos puede resultar más próximo o menos, podemos tener
nuestras preferencias sobre unas u otras actitudes, pero ante todo hemos de ser capaces de
respetar. Un respecto que sólo lograremos a través del diálogo con el paciente. Un diálogo
desde la humildad y con una actitud acogedora. Un diálogo que requiere disciplina y
madurez. Es un diálogo entre personas, no entre concepciones. Es escucha y reflexión.
Según Panikkar, "el diálogo no es un lujo sino una necesidad vital", a lo que cabria añadir,
sobre todo en el proceso del final de la vida.
5. CONSENTIMIENTO INFORMADO
El objetivo del consentimiento informado es respetar los derechos de las personas enfermas
y asegurar una información adecuada.
Los elementos que han de observarse en la elaboración del CI son los expresados en la
toma de decisiones: Competencia, información adecuada y voluntariedad.
Las características del CI al final de la vida según documento del Comité de ética de la
SECPAL, son: la vulnerabilidad del paciente en fases avanzadas de la enfermedad que
afecta a la capacidad de discernir; sintomatología que directamente o indirectamente como
efecto secundario de los tratamientos puede afectar al proceso de información y a la
competencia del paciente; tiempo limitado para el desarrollo del proceso de información y de
conocimiento de los deseos de los pacientes; incertidumbre elevada sobre el pronóstico;
aparición de complicaciones que implican tomar decisiones con rapidez; gran penetración
del papel de la familia en la toma de decisiones; trabajo en equipo interdisciplinar que se ha
de coordinar alrededor de las decisiones; vínculos intensos con el equipo que pueden
interferir.
Las situaciones que podrían requerir CI según la LGS en todos los procedimientos o
maniobras invasivas que implica: técnicas quirúrgicas; técnicas analgésicas invasivas;
radioterapia y quimioterapia paliativa; transfusión sanguínea; paracentesis; procedimientos
diagnósticos con contraste.
6. ENCARNIZAMIENTO TERAPÉUTICO
Las causas del encarnizamiento terapéutico peuden incluir las dificultades en al aceptación
del proceso de morir, el ambiente curativo, la falta de formación, la demanda del enfermo y
de la familia o la presión para el uso de tecnología diagnóstica o terapéutica.
8. BIBLIOGRAFÍA