Coleccionable de Topacio
Coleccionable de Topacio
Coleccionable de Topacio
A partir de esta semana. TELE.INDISCRETA te ofrece un puntual avance de las intrigas, debilidades, dichas y pasiones de tu
serie favorita, * Topacio., una semana antes de que lo veas en la pantalla. Pero para empezar, te proponemos al día con un
resumen de todo lo que ha sucedido en los primeros 80 capítulos, como introducción del coleccionable. Va lo sabéis, a
partir de esta semana, toda la historia de «Topacio. En TELE-INDISCRETA.
Capítulo 1
Topacio es una bella muchacha, dulce y sensible, que sueña con recobrar la vista. Ella confía en que algún día tendrá la oportunidad de
conocer a un médico que la opere y le devuelva la visión. Desde gue nació ha vivido con Domitila, quien la ha criado como a una hija.
Topacio vive ajena por completo a su triste pasado, debido a un grave error el día de su nacimiento, Ese día, su padre, Aurelio Sandoval,
rico y despótico dueño de la hacienda Las Taparitas., se encontraba ansioso por conocer a su hijo. Su deseo era, por encima de todo,
tener un hijo varón y convertirlo en su heredero. Los hilos del destino hacen qué se cumpla su deseo: Blanca, su esposa, trae al mundo
una niña a la que Domitila, que hace de comadrona, cree muerta al nacer. Lala, en un desesperado impulso, decide cambiar a la criatura
por el hijo recién nacido de un peón de la hacienda muerto en un accidente. Hecho el cambio. Lala le da la buena noticia a Aurelio, ajeno
a lo ocurrido. Más tarde, Domitila descubre que la niña que creyó muerta aún vive y es ciega, pero calla por temor a la furia del dueño de
la hacienda. Decide llamarla Topacio, pues Lala le ha pagado con las piedras del mismo nombre por su silencio. Transcurre el tiempo y el
hijo de aquel peón se convierte en el rico heredero de los Sandoval, mientras que la niña ciega crece como una campesina, sin recursos
ni educación, al lado de Domitila. Veintitrés años después, los Sandoval con su hijo. Jorge Luis, regresaría la hacienda, después de haber
vivido en la capital. El joven médico, atractivo y altanero, está comprometido con su prima Yolanda, con la que Aurelio quiere casarlo,
egoístamente, para que su fortuna no salga de la familia. También la posesiva Hilda, la madre de Yolanda, tiene prisa por casarla con
Jorge Luis, para convertirla en una rica heredera. Estaría así Hilda a la altura de su cuñada Blanca, por la que siempre ha sentido unos
celos terribles por haberse casado con el mayor de los Sandoval Pero los mezquinos intereses de Aurelio y Hilda chocan, finalmente, con
los verdaderos sentimientos de los jóvenes cuando ambos descubren el auténtico amor de sus vidas. El destino de Jorge Luis se
transforma cuando, en un paseo a caballo por la montaña, conoce a la bellísima Topacio. Entre ellos surge una mutua atracción avivada
por sus frecuentes encuentros en el manantial donde la joven pasa las tardes, Por su parte, la preciosa, pero insegura Yolanda encuentra
en Evelio, el apuesto y valeroso hijo del capataz, al hombre soñado. Pero ese amor se convierte en un imposible para ella, pues aunque
ambos se corresponden en ese impetuoso disco, él no puede proporcionarle la vida de lujo y comodidades a la que está acostumbrada.
Unido a la influencia que ejerce su madre sobre ella, hace que se resigne a un matrimonio de conveniencia. La obsesión de Martín Por
su parte. Topacio vive acosada y amenazada constantemente por el doctor Martin Buitrago, celoso por su relación con Jorge Luis, que
cree tener derecho sobre ella y cuya obsesión es poseerla. Martin vive atormentado desde que su cara quedó desfigurada cuando salvó a
Topacio de morir quemada en un incendio. Topacio, al ser ciega, no puede ver su monstruoso aspecto. Esa misma tarde. Topacio va al
manantial para encontrarse con Jorge Luis. Al verse, ambos se declaran mutuamente el apasionado amor que sienten, Poco después.
Jorge Luis la lleva a la capital y allí su amigo, el doctor Daniel Andrade, le da esperanzas de recuperar la visión y le dice que la operará
en cuanto le sea posible. Aprovechando la ausencia de Aurelio, que se encuentra de viaje. Jorge Luis lo arregla todo para poder casarse
con Topacio en una ceremonia civil. Ambos disfrutan unos días de su encendido amor, guardando en secreto su matrimonio. Jorge Luis
decide irse a Caracas para encontrar trabajo y un apartamento donde vivir con Topacio, dejándola, de momento, en casa de sus padres.
Aurelio regresa de improviso y sorprende a Topacio. A pesar de los ruegos de Blanca porque la acepte en la casa hasta que regrese su
hijo. Aurelio la echa de malos modos, con insultos y humillaciones y se la entrega a Martín, que sabe que siempre la ha deseado. Martín
reprocha a Topacio el que lo haya despreciado de la manera que lo ha hecho por haberse enamorado de Jorge Luis y la agrede
físicamente intentando hacerla suya. Topacio se desmaya... Tras reponerse y volver en sí. Topacio cree que Martín la ha violado. Este no
se lo niega, prefiere que crea que ocurrió algo entre ellos para que se vea obligada a rechazar definitivamente el amor que le ofrece
Jorge Luis. Entre tanto. Topacio es prisionera de Martín, que la tiene recluida en una’ habitación. La cobardía de Jorge Luis Al
regresar. Jorge Luis discute con su padre por lo ocurrido, confesándole que se ha casado con Topacio. Aurelio, presa de la ira, le obliga a
que recoja sus cosas y se marche. Lala, para evitarlo, acaba confesando a toda la familia sobre la identidad de Topacio. Blanca lo acepta
con resignación, pero no así Aurelio, que no acepta lo que está oyendo. Jorge Luis va en busca de Topacio a casa de Martín y se la trae
consigo. Blanca en cuanto la ve le dice inmediatamente que es su madre, dejando a la joven desconcertada. Más adelante, con la firme
convicción de que Martín abusó de ella, Topacio se muestra ausente con su marido, sin que este sospeche el Motivo. En un ataque de
desesperación. Topacio huye cuando siente las primeras molestias del embarazo. Enterado del motivo. Jorge Luis va a buscarla para
averiguar por qué le ocultó el embarazo. Topacio le cuenta lo sucedido con Martín. Lleno de ira. Jorge Luis se presenta en casa de éste
para ajustarle las cuentas, pero no puede verlo porque ha sufrido un infarto. Mientras, Topacio y Tila han decidido irse a la capital, donde
no puedan encontrarlas. Como consecuencia del largo viaje, Topacio está a punto de perder a su hijo, pero la ingresan a tiempo en un
hospital y logran salvar la vida de ambos. En el hospital, una monja. Sor Piedad, se encariña con ella. Jorge Luis, mientras desea por una
parle encontrarla, pero por otra, la rehúye, incapaz de asumir que tendrá un hijo del desfigurado Martin. Blanca, de vuelta de la capital
con los suyos, encuentra casualmente a su hija en el hospital. Nada más llegar casa se lo cuenta a Jorge Luis. Este no tarda en ir a ver a
Topacio. Allí le hace entender que en el fondo, desearía volver a su lado, pero la existencia de ese niño marcaría una distancia entre ellos
imposible de salvar. Aurelio, por su parte, sabiendo el amor que Jorge Luís aún siente por Topacio, acude a verla para proponerle que
entregue a su hijo en adopción nada más nacer, así podrá recuperar a Jorge Luis. Blanca queda horrorizada al saberlo, y más cuando
descubre que Jorge Luis está de acuerdo con la idea. Topacio rechaza esa proposición, decidida a no abandonar a su hijo como hicieron
con ella, Al conocer esta decisión. Jorge Luís decide romper con ella y tratar de olvidarla. Aurelio se encarga de anular el matrimonio.
Topacio, más adelante, trae al mundo un precioso niño al que pone por nombre Margarito José, en honor al verdadero padre de Jorge
Luis. Ahora más que nunca Topacio desea recuperar la vista para poder ver a su hijito. Con la ayuda de sor Piedad encuentra al doctor
Andrade y éste, fuertemente atraído por Topacio, le promete que la operará gratuitamente. Ajeno por completo a las intenciones de la
joven, Jorge Luis va a verla para ofrecerle apoyo económico para criar al niño. Topacio, ilusionada, le pide que vea a su hijo, pero él
rehúsa hacerlo, incapaz de ver al hijo de Martín. Topacio se siente tan dolida que decide olvidarlo para siempre. Una vez decidida la fecha
de la operación. Topacio pide a Blanca que no se lo diga ni a Jorge Luis ni a Aurelio. La operación resulta un éxito y pasado un tiempo de
adaptación. Topacio recobra la visión. Por su parte, Jorge Luis conoce y se enamora de Valeria, después de haber sido rechazado por
Yolanda, a la que volvió a pedir relaciones. A pesar de seguir muy enamorada de Evelio, Yolanda, instigada por su dominante madre, ha
resuelto olvidarlo y comprometerse con Johnny, un joven abogado millonario, pero de mala reputación profesional. Hasta aquí el
recordatorio de los primeros setenta episodios, a partir de ahora les ofrecemos un sabroso avance de los próximos capítulos La
sorpresa de Jorge Luís Daniel convence a Topacio para que acepte un empleo en su hospital como auxiliar de enfermería,
asegurándole que siempre estará a su lado para ayudarla. Además, le demuestra su amor diciéndole que quiere ser su apoyo moral en
todo lo que necesite, para ella y su hijo. Pero antes de llevarla al hospital, en su primer día de trabajo, y pensando en la jugada que le ha
preparado, la insta que confíe en él siempre, pase lo que pase. Su primera misión es llevar unos informes médicos al medico de guardia.
Topacio entra temerosa en el despacho donde se encuentra Jorge Luis, de espaldas a la puerta, arreglando unos papeles de su escritorio.
Al oírla hablar, se gira para mirarla, sorprendido. Pero su sorpresa no tiene límites, cuando percibe que la muchacha lo está mirando.
Topacio ha recobrado la vista, Sin decir una palabra, el médico le coge los informes, quedando por unos instantes frente a ella mirándola
fijamente pero sin hablarle. Topacio, aturdida por la intensa mirada del joven e incómoda por su mutismo, sale del despacho. No tarda en
comentar el extraño suceso con la enfermera de turno y asta le cuenta que ese doctor es un mujeriego empedernido y seguramente irá
detrás suyo. En ese momento suena el teléfono y contesta la enfermera. Se trata de Jorge Luis interesado en saber la identidad de la
nueva auxiliar, incrédulo ante lo que ha visto. Tras cerciorarse de que se trata de Topacio y que la operó el doctor Andrade, empieza a
preguntarse por qué éste no le ha mantenido al corriente. La sorpresa de Topacio Un episodio, a la vez gracioso y conmovedor, le
ocurre a Topacio con su anterior padre. Enfadado por la negativa de Topacio a que Blanca se lleve al niño a su casa de tanto en tanto.
Aurelio se presenta ante su hija dispuesto a exigirle que cambie de parecer. Topacio aparenta ante su padre que aún es ciega. Aurelio,
mostrándose duro, le asegura que para él el niño no significa nada, pero Blanca no podría dejar de verlo. Mientras dice esto. Aurelio,
contradiciéndose, se acerca a la cunita del niño para acariciarle y besarle. Topacio, a su lado, le recomienda, de pronto, que lo coja en
brazos porque podrá besarle mejor. Aurelio descubre, sorprendido, que lo está mirando y toda su dureza desaparece. Sin poder
contenerse, Aurelio abraza a su hija. «Perdóname, he sido ¡un tonto que he cometido muchos errores.» Finalmente, ocurre lo inevitable.
Topacio entra en una reunión de médicos del hospital a servir el café. Estando sirviendo al lado de Jorge Luis, uno de los doctores lo
nombra por su apellido. A Topacio se le cae el café del nerviosismo al comprender que se trata del mismo hombre al que todavía ama.
Trastornad a sale corriendo de la sala, Jorge Luís no tarda en alcanzarla. El la toma por los brazos diciéndole que tienen que hablar, pero
ella se suelta bruscamente. Jorge Luís le explica que es absurdo que adopte esa actitud intransigente, Topacio responde que ellos sólo
deben hablar como profesionales, ya no existe un pasado entre ellos. Jorge Luis le confiesa que va a presentar su renuncia, no puede
trabajar a su lado. «Haga lo que usted crea conveniente —responde Topacio—. Lamento que le moleste tanto mi presencia.» Jorge Luís
trata de controlarse: «¿Has sido mi mujer! Nos hemos querido intensamente.» Pero Topacio le mira al tiempo que le dice: «Le aconsejo
que se olvide de eso. Yo lo he olvidado ya. ¿Me entiende? Lo he olvidado y ahora pienso en un nuevo amor. » La frase es como un baño
de agua fría para Jorge Luis, que la mira tenso, sin acertar a responder. Terrible discusión con Daniel Jorge Luis, completamente
trastornado por los últimos acontecimientos, se presenta ante Daniel para pedirle un gran favor: «He venido para que te lleves a Topacio
del hospital. Daniel le pregunta, sereno, por qué debe marcharse ella y no él. Jorge Luís le contesta secamente que no quiere ser él el
que se rebaje de esa forma. «No quiero que Topacio se quede corno una triunfadora, dueña del terreno. Eso me haría quedar mal delante
de Valeria. Yo prometí demostrarle que era inmune a la proximidad de Topacio, que me era completamente indiferente verla cerca de
mi.» Daniel lo mira con desprecio. «Y para que mi novia se quede satisfecha y tranquila. Topacio tiene que dejar un empleo donde está
percibiendo un sueldo que necesita.» Jorge Luis le participa que está dispuesto a pasarle la cantidad que pida, pero Daniel le recuerda
que Topacio prefiere trabajar para ganarse ese dinero. Jorge Luis salta desesperado: «Colócala en otra parte, tú tienes suficientes
influencias. Consigue otro empleo en otra parte —continua con determinación— Terminemos este asunto. Llévatela del hospital!.» Daniel
le sorprende al explicarle que él fue quien preparó el encuentro entre ambos. «He puesto en tus manos la posibilidad de reconquistarla.»
Jorge Luís responde irónico: «Y quién a ha dicho que lo deseo?» Daniel insiste: «Dime. ¿la sigues queriendo? Jorge Luis responde
despectivo: ¿y qué te importa a ti si sigo queriendo a Topacio?» Daniel contesta irritado: «Claro que me importa, y mucho, si yo la amo
es muy natural que me interese conocer tus sentimientos o intenciones. Jorge Luís evade la pregunta: «Mis sentimientos me pertenecen
y no tengo por qué regalárselo a nadie.» Jorge Luís sale dando por concluida la conversación. La decisión de Martín El atormentado
Martín está decidido a vender sus posesiones para irse a la capital y allí hacerse la cirugía estética para presentarse ante Topacio. Su
carta de triunfo es el niño. No dudará en utilizarlo para que Topacio se case con él, ya que cree que el niño es suyo. Ajena a estos
siniestros pensamientos. Topacio accede a la petición de Blanca de llevarla a su casa para pasar en familia el día de La madre. La alegría
reina en la casa cuando se presenta con Cheíto. A poco de llegar aparece Jorge Luís, que entra saludando a todos y se queda petrificado
al verla. Inmediatamente. Topacio se levanta para irse. Aurelio se presta para llevarla. Durante unos minutos. Topacio y Jorge Luís se
quedan a solas, oportunidad que aprovecha él para preguntarle indiscretamente si ama a Daniel y si se casará con él, Topacio responde
dando una respuesta ambigua: «Daniel es un buen amigo y todavía no sé si voy a casarme con el.» Cuando Aurelio regresa de dejar a
Topacio en su casa, se encuentra con su hijo y le hace una proposición comprometedora: «Quiero que reconozcas al hijo de Topacio
como tuyo.» Jorge Luís lo mira atónito...
PRÓXIMA SEMANA
¿Ha logrado Evelio olvidar a Yolanda? ¿Quién habla mal de Topacio en el hospital? ¿Decidirá ella abandonar su trabajo por Jorge Luis?
¿Caerá Topacio de nuevo en sus brazos?
Todas estas apasionantes respuestas las encontraras la próxima semana en TELE-INDISCRETA
--------------------------------------------------------------------
TOPACIO
NOCHE DE AMOR DE JORGE LUIS Y TOPACIO
Capítulo 2
RESUMEN DEL CAPÍTULO ANTERIOR
Daniel convence a Topacio para que trabaje a su lado en el hospital con la secreta intención de propiciar un encuentro
entre ella y Jorge Luis, aun a riesgo de perderla. Comprobar que Topacio puede ver causa una gran impresión a Jorge Luis,
incapaz, por otra parte, de resistir ta proximidad de su ex esposa. Topacio, que no había visto nunca el rostro de Jorge Luis,
se lleva una gran sorpresa al saber que es el médico para quien trabaja. Ambos deciden abandonar sus respectivos puestos
en el hospital para evitar encontrarse.
Una de las mayores satisfacciones de Topacio después de la operación ha sido conocer el atractivo rostro del hombre que ama. Menos
satisfacción, sin embargo, le causa ver el rostro de su rival, Valeria, que acaba de presentarse ante ella como la novia de Jorge Luis. Fría
e inteligente, Valeria ha deducido enseguida que la bella enfermera no era otra que Topacio. «La ex esposa de Jorge Luis, ¿verdad?»,
pregunta a la aturdida muchacha. Sin darle oportunidad de responder, Valeria continúa hablándole. «¿Por qué no se va de este hospital?
Por qué supongo que esta situación le será tan desagradable a usted como a Jorge Luis. Eso de tener que ver a una persona que estuvo
tan íntimamente ligada a nuestra vida y que ya nada significa, debe resultar un poco incómodo, ¿no? Realmente no sé cómo puede
soportarlo.» Topacio, aturdida, hace ademán de responder, pero se detiene al ver entrar a Jorge Luis, circunstancia que aprovecha para
salir del despacho; dejándolos solos. Jorge Luis, tenso y preocupado, le pregunta qué pasó entre ellas, a lo que Valeria responde con un
lacónico. «Nada, querido, somos personas civilizadas.» Más tarde, Topacio comenta con Violeta, la hermana de Evelio, su pesar por
haberse comportado como una tonta delante de Valeria. «Debe de haberse llevado una impresión desastrosa de mí, los nervios me
traicionaron y no supe cómo reaccionar. Ella fue muy fina y educada, pero hiriente conmigo.» Topacio cambia de conversación al ver
entrar a Evelio en el cuarto. Violeta se va y Evelio aprovecha para desahogarse con su amiga contándole que está preocupado por
Yolanda, ya que se ha enterado de la crisis nerviosa que sufrió tras su rechazo. Topacio le recuerda que ella misma se lo buscó. «Sí, la
tiene ella —reconoce Evelio—, pero me conmovió su dolor, me desgarró el alma. Después de eso traté de verla dos veces y no pude,
porque se fue lejos. Y ahora resulta que no puedo arrancar de la cabeza a Yolanda.» Topacio, suave, le dice. «Otra vez, Yolanda...» A lo
que Evelio, con una tristeza infinita, contesta. «Otra vez, Topacio, y me temo que siempre. Como tú con Jorge Luis.» El plan secreto
de Aurelio. Aurelio, todavía dolido por las duras palabras que le dijo Jorge Luis tras su negativa a reconocer al hijo de Topacio, se
lamenta ahora ante Blanca por haber propiciado el noviazgo de su hijo con Valeria. «Ese fue otro de mis lamentables errores, si en vez
de aconsejarle a Jorge Luis que se comprometiera con ella, hubiera tratado de convencerle para que volviera con Topacio...» Aurelio
queda por unos instantes colgado de sus pensamientos. Tiene que ser Blanca quien lo rescate, para luego quedarse perpleja ante la
entusiasta observación de su marido. «Pero aún estamos a tiempo de conseguir que se reconcilien. Tenemos que propiciar el encuentro
de ambos aquí, en casa. Así tendrán un ambiente íntimo para hablar de sus cosas.» Dicho y hecho. Como siempre, es a Lala a quien se le
ocurre el pretexto para hacerlos coincidir esa misma tarde. A Topacio ya la esperaban y Jorge Luis no tardó en venir acuciado por el
repentino agravamiento de la artritis de Lala. Como estaba previsto, ambos jóvenes se encuentran «casualmente» solos en la casa de
sus padres. Jorge Luis se queda extrañado al ver a Topacio sola en el salón, y más viendo su actitud hacia él, un tanto coqueta. Al
preguntarle qué le sucede, Topacio le explica que es debido a los tragos de más que bebió con Daniel en la discoteca. Topacio deja de
hablar al sentir la proximidad de Jorge Luis, que cada vez se acerca más a su cuerpo. Suavemente, él acaricia el pelo de ella. Topacio se
queda paralizada, aturdida por la emoción. Las manos de Jorge Luis rodean sus hombros. Topacio se deja hacer, maravillada. Jorge Luis
la atrae hacia sí, la oprime contra su cuerpo y acerca sus labios a los de ella. Topacio se entrega, pero de súbito reacciona, se aparta un
poco de él, empujándole. «Déjame», le suplica. «Espera», le dice él; pero ya es tarde, Topacio se ha marchado corriendo. Para evitar el
roce diario con Jorge Luis, Topacio había decidido renunciar a su nuevo empleo, pero una confidencia de Carmen Julia, su compañera en
el hospital, la hace cambiar de parecer. Carmen se ha enterado de que alguien del hospital ha dado malas referencias de ella en
dirección. La conspiración de Valeria Al principio, Topacio sospechó del propio Jorge Luis, pero más tarde se entera por Daniel de que
ha sido obra de Valeria, que envió a su padre, el doctor Rangel, a hablar con el director para que la echaran. La certeza de esta mala
jugada de su rival actúa como un revulsivo para Topacio, que ahora está dispuesta a seguir en su puesto. Asimismo se lo hace saber a
Valeria en cuanto tiene ocasión. Al saberse descubierta, Valeria le dice que todo es una calumnia. Topacio se mantiene firme,
asegurándole que lo sabe de buenas fuentes. Valeria le pregunta si la acusará ante Jorge Luis, y ante la respuesta negativa de Topacio,
le dice irónicamente que tendrá que darle las gracias por ello. «No me hace falta —confiesa Topacio—. Puede guardárselas. ¿y quiere que
le diga una cosa? Yo me iba a ir, lo tenía decidido, hasta que me enteré de lo que usted había tramado. Ahora voy a permanecer en mi
puesto.» Valeria, mortificada por la ofensa, le pregunta: «¿Quiere declararme la guerra, Topacio?» Topacio contesta secamente: «La
agresión partió de su parte, Valeria.» Celos, amor y pasión Daniel ha invitado a Topacio a asistir a la fiesta de la convención de
médicos que se celebra esa misma noche y a la que ella ha aceptado ir sabiendo que allí estará Jorge Luis. Este se queda petrificado al
verla aparecer esplendorosa, del brazo de Daniel. Por su parte, Valeria la recibe con una mirada de desprecio y celos. Ya en pleno apogeo
de la fiesta, Jorge Luis se ve obligado por el maestro de ceremonias a sacar a Topacio. Una vez en la pista, Jorge Luis reprocha a Topacio
que viniera, sabiendo que lo encontraría allí. Ella le responde que Daniel la invitó. Jorge Luis la interrumpe. «¿Ya le tuteas?» Topacio le
contesta que tiene suficiente confianza en él y que la respeta. «Yo no creo en ese respeto, si le dan la oportunidad ya sabrá
aprovecharla», le espeta él. Topacio le mira indignada. «Me estás ofendiendo», le dice. «Estoy evitando que ocurran cosas», le asegura.
A Topacio esto último le parece graciosísimo y así lo demuestra riendo a carcajadas. «Es curioso —explica Topacio divertida y un poco
burlona— que tú me estés cuidando a mí, precisamente a mí.» Topacio sigue riendo y Jorge Luis la estrecha fuertemente contra él, un
poco enardecido, al tiempo que le pide que deje de reír. Topacio intenta apartarlo un poco. «Antes, cuando te abrazaba, no te apartabas
de mí», le recuerda Jorge Luis. «Ahora no tienes derechos, suéltame», le pide Topacio. «Quieta. Si viniste sabiendo que yo estaba aquí,
ahora atente a las consecuencias. Soporta esto, como lo estoy soportando yo.» Es finalmente Daniel quien libera a Topacio del dulce
tormento del abrazo de Jorge Luis. Pero no por mucho tiempo... Cansado de ver a Topacio beber copa tras copa incitada por Daniel, el
cada vez más celoso Jorge Luis se va derecho a la mesa donde se hallan sentados ambos y, sin mediar palabra, arrebata de las manos de
Topacio la copa que se estaba llevando a la boca. «Vamos, te voy a llevar a tu casa.» Daniel se incorpora pidiéndole que se retire, pero
Jorge Luis le reprocha exaltado que le haya estado dando de beber tanto y decididamente se lleva a Topacio casi a rastras, sin dar
tiempo a Daniel a reaccionar. Ya de camino en el coche, Topacio, un tanto mareada, le dice sin parar de reír que se siente como flotando
en el aire, al tiempo que sus manos se deslizan lentamente por su pecho. Jorge Luis, sin poder resistirlo más, detiene el automóvil,
apagando las luces. Jorge Luis se desliza en el asiento junto a Topacio y la envuelve en sus brazos. Sus labios se acercan y ambos se
entregan en un apasionado beso. «Qué sed de ti —susurra Jorge Luis—. Qué sed de ti tengo.» Topacio lo abraza y lo besa por todo el
rostro. Jorge Luis la mira dulcísimo. «¿Has olvidado cómo nos conocimos? Los primeros besos, las primeras caricias. Y luego, cuando
fuiste mía, aquella noche llena de estrellas, en el silencio del monte —la besa en el cuello—. Eras tímida y dulce, mi esposa, mi mujer.»
Topacio se estremece. «No, no lo has olvidado, ¿verdad?» Topacio responde: «No, no, cómo olvidar aquello.» Jorge Luis musita, cálido.
«Es imposible, a pesar de todo, cada vez que te miro es un tormento.» Jorge Luis la mira suplicante, apasionado. «Déjame sentirte otra
vez como antes. Déjame, quererte. Ahora no vas a huir de mí, no puedes.» Topacio masita, desfallecida. «Ni quiero.» Jorge Luis, tierno,
besándola cerca de la boca. «Te parecía ir voladito hacia el cielo, ¿eh?» Jorge Luis musita ya sobre sus labios. «Pues mira esto es mi
cielo, esto»... Otro cielo muy distinto, lleno de nubarrones, está viendo Valeria, que la repentina huida de Jorge Luis con Topacio la ha
llenado de indignación. «Esta humillación me la va a pagar cara.„»
PROXIMA SEMANA
¿Se reconciliarán Topacio y Jorge Luis tras el encuentro de pasión en el coche? ¿Con quién se pelea Jorge Luis a causa de Topacio al día
siguiente en el hospital? ¿Quién está interesada en dar con Martín Buitrago para facilitarle la dirección de Topacio? ¿Quiénes sufren un
trágico accidente de circulación?
La respuesta la encontrarás la semana que viene en nuestro Coleccionable.
--------------------------------------------------------------------
TOPACIO
EL TRÁGICO ACCIDENTE DE YOLANDA
Capítulo 3
RESUMEN DEL CAPÍTULO ANTERIOR
Topacio renuncia a marcharse del hospital para evitar darle el triunfo a la pérfida Valeria, quien intentó influir en la
dirección del centro para que la echaran. Aurelio, arrepentido de haber propiciado el noviazgo de su hijo con Valeria, idea
un plan para intentar reconciliarlo con Topacio. Esta asiste junto con Daniel a una fiesta donde Jorge Luis y su novia.
Topacio bebe un poco más de la cuenta y Jorge Luis, por las intenciones de Daniel hacia ella, decide llevarla a su casa.
Durante el trayecto resurge la pasión entre los dos. Ambos se «dejan llevar por el deseo.
No puede entregarlo todo por unos momentos de pastón, un abrazo, unas caricias, unos besos...» A esta conclusión llega Jorge Luis ante
Humberto, tras contarle lo sucedido con Topacio la noche anterior. Humberto le reprocha duramente su actitud, diciéndole que no se
juega de esa manera con los sentimientos de una mujer. «No me lo reproches le pide Jorge Luis—, estoy arrepentido. Daría cualquier
cosa por borrar aquel suceso.» En ese momento aparece Daniel para hablar con él sobre el incidente en la fiesta. El joven médico, herido
en su orgullo, coge a Jorge Luis violentamente por, la chaqueta, espetándole a la cara: «Lo que hiciste anoche no es de hombres.»
«Repítemelo», amenaza Jorge Luis apartando bruscamente las manos de Daniel. Los dos discuten sobre el incidente, hasta que Jorge
Luis le recuerda que fue él quien intentó reconciliarlos. Daniel responde seguro de sí mismo: «Pero no me parece que ella te siga
amando.» La contestación de Jorge Luis lo desarma: «¿No? Anoche% tuve entre mis brazos, nos besamos.» Daniel queda enmudecido
por la indignación, sólo acierta a preguntar si se han reconciliado. Jorge Luis le tranquiliza. «No tienes por qué inquietarte. Eso es lo
último que paso entre nosotros dos, la voy a dejar tranquila —ahora remarca las palabras hiriéndolo—, puedes quedártela.» La fría
actitud con que Jorge Luis recibió a Topacio la mañana siguiente a la fiesta ha sumido a la joven en una honda tristeza que comparte
ahora con Violeta. «Pensé que cuando nos encontráramos me iba a decir algo, una palabra dulce o quizá, si había personas delante, al
menos me miraría. Una mirada, una sola mirada habría bastado. Lo sentí entrar, volví la cabeza, pero pasó de largo a cambiarse. Todavía
tenía en mis oídos sus palabras de amor de anoche y en mus labios el calor de sus besos. Todavía me estremecía recordando sus
caricias, Pero ya no era el mismo Jorge Luis aquel que ahora pasaba de largo de mí» Topacio sigue recordando con lágrimas en los ojos.
«Después, la señorita Carmen Julia se asomó a la puerta y le dijo que había ordenado a la floristería el ramo de flores que le enviaba a su
novia!» —Topacio estalla de rabia— «¡A su novia!» Sin poderse contenerse lleva las manos al rostro, sollozando. Violeta intenta calmarla
poniendo su mano en el hombro de ella. Topacio continúa entre sollozos. «¿Por qué, Violeta? ¿Por qué lo haría? Arrancarme de la fiesta,
llevarme con él besarme, decirme todas las cosas que me dijo, ¿para qué?» Violeta, cariñosa, la abraza. «No hay nada que hacer,
Violeta. Mi última esperanza murió. Ahora sí que no hay nada que ver ni que esperar.» La amenaza de Humara Valeria está
acariciando maquinalmente una flor del ramo que acaba de recibir, mientras Jorge Luis, a su lado, le está explicando lo que le ocurrió con
Topacio. «Lo lamento mucho, Valeria, no sé por qué lo hice. Realmente fue una estupidez» Valeria tranquilamente y sin responderle, saca
otra de las flores y camina hacia al fondo de la habitación. Jorge Luis la sigue con la mirada. Valeria juega con la flor, se da golpecitos en
la mano. Jorge Luis le pide que le conteste. Valeria, suave, le dice que lo está pensando. «Podemos olvidar lo ocurrido —suplica Jorge
Luis—. Ya ves que he vuelto a tu lado, que estoy demostrándote mi arrepentimiento. ¿Me perdonas, Valeria?» Valeria se acerca hasta él,
dulce y comprensiva. «Pero claro querido —le acaricia la mejilla—, si has venido tan arrepentido, ¿cómo no te voy a perdonar?» Jorge
Luis la rodea la cintura y la atrae hacia sí, respira profundo y se queda así, con ella en sus brazos, pero pensando en Topacio. Humara y
Martín Buitrago se han trasladado a un apartamento sucio y cochambroso situado en las afueras de la capital. Nada más entrar, Martín se
deja caer en la infecta cama, todavía se encuentra mal. Humara, a su lado, piensa para sí: «Y ahora podré poner en marcha mi plan,
averiguar dónde vive la Topacio y su hijo. Ahora me la va a pagar toditas juntas. Tú, Topacio, te vas a acordar de mí» Precisamente en
ese momento, Hilda y Valeria, que se han convertido en grandes amigas gracias a su mutuo deseo, de apartar a Jorge Luis de Topacio,
están hablando de Martín. Valeria, que acaba de saber por Hilda de la pasión enfermiza de Buitrago por Topacio, se apresura a pedirle la
dirección exacta del doctor en el pueblo. «Es muy interesante todo lo que me ha contado, Hilda, quién sabe...» Querer y no poder
Aurelio y Blanca se sienten felices porque doña Pura les contó la reconciliación de Topacio con Jorge Luis. Pero su dicha les dura bien
poco, porque el mismo Jorge Luis se encarga de desmentirlo. «Va a dejar a Topacio ahora sí pueden darlo por seguro.» Aurelio dolido,
pero sin perder su dignidad, le advierte: «Muy bien, pero ten cuidado Jorge Luis, quizás algún día te arrepientas del desprecio que le
estás haciendo» A solas con Blanca, el arrepentido Jorge Luis se justifica inconscientemente. «Después que se bajó del coche estuve
pensando. Pensé si yo podría, si podríamos empezar otra vez. Y tuve miedo de lo que sentí mamá Creo que le haría sufrir terriblemente
que los dos sufríamos más de lo que estamos sufriendo —Jorge Luis mueve la cabeza—. Yo no puedo aceptar lo que pasó, ni
conformarme con las consecuencias. No puedo.» Hilda está más ufana y orgullosa que nunca al ver a su hija feliz al lado de Johnny, el
joven de los Sandoval, y que acaba de salir en todos los periódicos como flamantes triunfador de una importante carrera de coches.
Viéndoles partir en su automóvil hacia su casa de la costa, donde deben recoger unas cosas, Hilda piensa que al fin consiguió hacer feliz
a su hija. Topacio anda últimamente con la tensión por los suelos, debido a tantas penas y tantos sobresaltos. Carmen Julia, que ha
visto cómo Topacio se ha mareado en varias ocasiones, pide a Jorge Luis que la examine para ver si tiene algo malo. Él se niega en un
principio, pero acaba cediendo ante la reiterada petición de la enfermera. Topacio también es reacia a ser reconocida por el hombre que
acaba de hacerle tanto daño. Jorge Luis le pide que se desvista y se ponga una bata. Topacio le dice que no lo cree necesario. «Si te has
venido sintiendo mal, es bueno averiguar las causas.» Topacio, vacilante, dice: «En ese caso, prefiero —calla por un momento. Jorge Luis
la interroga con la mirada y ella musita con la cabeza baja— que me vea otro doctor—. Jorge Luis la tranquiliza. «No te preocupes. Ahora
no somos un hombre y una mujer. Sino una paciente y un médico. Desvístete. Ponte esa bata y ven.» Topacio obedece. Después de un
exhaustivo reconocimiento, Jorge Luis le comenta que todo es producto de los nervios, no tiene nada más. Cuando Topacio se dispone a
marcharse, él le pide que se quede, quiere hablar con ella. Jorge Luis le pregunta por qué cree ella que se comportó de ese modo en el
coche, a lo que Topacio responde que por egoísmo. «Cualquier hombre lo hubiera hecho. No tienes que justificarte, ni vale la pena hablar
de eso.» Jorge Luis la mira intensamente. «No es verdad Topacio. Yo te quiero —se le nota atormentado—, te- sigo queriendo locamente.
¿Te complace saberlo? Quizás te quiera aún más que antes, con más desesperación, con más angustia.» Topacio menciona su nombre,
sobrecogida de emoción, mientras él continúa: «Pero no voy a volver contigo. Si volviera, te haría la vida imposible, ¿comprendes? Sería
un martirio para los dos, porque no puedo conformarme con que hayas sido de otro hombre siendo mi mujer.» Topacio, casi en un
sollozo, le pide que no continúe. «No puedo aceptarlo, es algo que rechazo con todo mi ser, y mi vida a tu lado sería un tormento —la
atrae hacia sí, con desesperación—. Quizás esté no tenga razón, pro es así, es lo que siento. Tal vez a otro hombre que te quiera menos
no le importe, peor pero a mí sí.» Topacio, 'desesperada, quiere zafarse de él, sin rogarlo. «Por eso te juro que jamás volveré contigo.
Voy a luchar con todas las fuerzas por olvidarte, Topacio. Pero, aunque no lo consiga, será lo mismo, no ay esperanza para nosotros.
Convéncete de eso.» El teléfono suena con insistencia en casa de los Sandoval. Aurelio y su chófer se encuentran en la sala discutiendo
sobre el coche, pero, como siempre es Lala quien contesta. Casi al Instante de contestar, su rostro se va poniendo pálido. «¿Cómo? ¡Oh,
no, Dios mío!» Aurelio y Evelio se miran extrañados. Lala, casi llorando, les da la noticia. «¡Pero qué desgracia! ¡Qué desgracia! Yoli y
Johnny... un accidente. El coche se despeñó por un barranco.» Aurelio la mira sin poder reaccionar. El rostro de Evelio refleja todo el
terror y la angustia que le produce la noticia. Cuando Aurelio determina, por fin, marchar hacia el hospital, se da cuenta de que Evelio no
está. Mientras, en el hospital, Jorge Luis lucha desesperadamente por salvar la vida a su prima y a su marido...
PROXIMA SEMANA
¿Se ha salvado Yolanda de una muerte prematura?, y en tal caso, ¿será ella la heredera de la colosal fortuna de los Zurbarán? ¿Intentará
volver a seducir a Evelio? Tras el desengaño sufrido con Jorge Luis, ¿con quién acaba por fin comprometiéndose Topacio?
--------------------------------------------------------------------
TOPACIO
TOPACIO ACEPTA EL AMOR DE DANIEL
Capítulo 4
RESUMEN DEL CAPÍTULO ANTERIOR
Topacio asume con tristeza la última humillación y desprecio del hombre del que todavía está enamorada. La fría
indiferencia que le manifestó Jorge Luis al día siguiente de haberle dado esperanzas de reconciliación supone para ella el
convencimiento de que todo acabó entre ellos. Avergonzado por su actitud, Jorge Luis acaba confesándole que sigue
locamente enamorado de ella, más que nunca, pero no puede soportar que haya sido de otro hombre, por lo cual afirma
que jamás volverá a su lado. Mientras, una terrible desgracia trastoca la vida de los Sandoval. Yolanda y su marido sufren
un aparatoso accidente, en el cual Johnny pierde la vida...
Aunque apenas han pasado varios días desde la muerte del infortunado Johnny, la familia de éste ya tiene la intención de entregar la
herencia. Es Aurelio el intermediario encargado de dar la buena noticia a su interesada cuñada Hilda: definitivamente será Yolanda; la
heredera de la colosal fortuna de los Zurbarán. Hilda no cabe en sí de, gozo, ahora disfrutará del dinero que tanto ha ambicionado y que
le permitirá olvidarse de la ruina económica que padecían y en la' que las -dejó su marido. Mientras Hilda se regocija con la buena
noticia, Yolanda está recibiendo la severa advertencia de Aurelio, que le prohíbe terminantemente volver a reanudar su relación con
Evelio. «Que yo no vuelva a verte hablando con él, ¿me entiendes? Ni mirarlo siquiera.» Aurelio se marcha y Lala intenta hacerle ver que
olvidar a Evelio es lo mejor porque tiene novia. Pero Yoli la sorprende, mostrándose muy segura a este respecto. «Eso es lo de menos.
Bastaría una palabra mía, un gesto, para que la dejara y todo volviera a ser como antes.» Más tarde, con Blanca, la joven viuda declara
sus principios, por' los cuales se va a regir, en adelante. «Hasta ahora, por hábito, por respeto o por debilidad, he permitido que otros
manden en mí. De aquí en adelante voy a decidir por mí misma.» Daniel, más enamorado que nunca de Topacio, se conmueve al verla
triste después de la amarga experiencia que volvió a tener con Jorge Luis. Ese sentimiento de amor que lo envuelve al estar junto a ella
facilita que se declare, casi sin darse cuenta. «Si tú quisieras, Topacio, no te sentirías sola —Daniel la besa en la mano sin dejar de
mirarla cálidamente—. ¿Quieres? Bastaría con que dijeras sí.» Topacio lo mira con dulzura para terminar musitando una sola palabra,
pero cargada de significado. «Sí.» Deslumbrado, lleno de felicidad, Daniel casi no puede creer lo que acaba de oír. «Topacio, te quiero,
qué feliz soy —la estrecha en sus brazos suavemente, sintiendo su pecho contra el suyo—. Tu amor es lo que más vale para mí en el
mundo. Tenerte para mí... Lo deseaba tanto, Topacio, al fin lo he logrado.» Daniel hunde su cara en su pelo, besándola por todo el
rostro. Ahora te quiero más Como ya es costumbre, el atractivo doctor, Humberto Guzmán es el primero en enterarse de la próxima
boda de Topacio y Daniel y, por supuesto, no tarda nada en contárselo a su buen amigo Jorge Luis, «De modo que al fin consiguió lo que
se proponía —comenta irónicamente Jorge Luis—. Parece que al fin y al cabo Topacio es igual a todas.» Humberto le hace notar que
parece mortificado por la noticia, pero él 'lo niega. «No, al contrario, creo que es una solución.» Pero es más tarde, conversando con su
madre, cuando Jorge Luis, destapa toda su rabia. Llega a decir que Topacio debió consagrarse totalmente a su hijo, si tanto lo quiere, y
olvidarse de hombres. En definitiva, asegura, una mujer no necesita las mismas cosas que un hombre. Blanca le deja bien claro que
amor y compañía los necesitamos todos; y le recomienda que no se lamente ahora por Topacio, al fin la perdió, pues se ha enamorado
de Daniel. Jorge Luis, rotundo y seco, le contesta. «Yo puedo demostrarle a todo el mundo, y a la propia Topacio más que a nadie, que
ella no está enamorada de ese hombre y que fue una tontería de su parte aceptarlo.» Blanca lo mira sorprendida e irritada al mismo
tiempo. «¿y cómo piensas demostrarlo? No, Jorge Luis, definitivamente no. Tuviste bastante tiempo y oportunidades desperdiciadas para
acercarte a ella cuando estaba sola, y no quisiste hacerlo. Ahora déjala, y acéptalo, hijo, ella se cansó. Ahora está unida
sentimentalmente a otro hombre, tienes que respetar eso porque es así 'Y basta!» Esa misma noche, Jorge Luis vuelve a hablar del tema
con Valeria. Esta le comenta, mordazmente, que se alegra que termine la conmovedora y romántica historia entre él y Topacio. Jorge
Luis, amargo, le reprocha que alardee de su triunfo. Valeria matiza. «No es mi triunfo, querido, es tu derrota —venenosa, pero suave;
Valeria se le acerca insinuante—. Pero una derrota que te estaba haciendo falta y que te une más a mí Ahora Sólo te quedo yo, que te
amo y te soporto, mira si será grande mi amor.» La solemne promesa 'de Topacio El plan de Aurelio de intentar reconciliar a Topacio
y Jorge Luis de una forma disimulada no ha dado muy buenos resultados, sobre todo porque la joven se dio cuenta, en una ocasión, de lo
que se traía entre manos. Ahora está pidiéndole cuentas y Aurelio no tiene más remedio que contarle la verdad. «Queda, además, ver
realizado el sueño de toda mi vida,' tener un heredera que llevara mi nombre, Si te casas con otro hombre, esto ya no será posible. Pero
ya tengo que conformarme: el nombre de mi familia morirá conmigo.» Topacio se queda pensativa tras escuchar estas palabras de su
padre, que han logrado conmoverla profundamente, pero de pronto se incorpora, alegre, por algo que acaba de ocurrírsele. «Yo no
permitiré que eso ocurra, papá. Voy a reconocer yo sola a mi hijo, así llevará tu apellido.» Aurelio agradece el hermoso gesto pero lo
rehúsa, asegurando que bastante egoísta ha sido ya. Por otra parte, es muy triste, dice Aurelio, que lo reconozca sola, como si no tuviera
padre. «Quien debió recibirla con amor, lo rechazó, aun antes de que viniera al mundo —se lamenta, Topacio—. Mi hijo no tiene padre,
sólo una madre que lo defendió y lo aferró en sus brazos. Ahora es un orgullo y un gusto para mí que lleve tu apellido. Me siento una
Sandoval y quiero que mi hijo sea un Sandoval.» El padre de Johnny se está encargando personalmente de llevar los asuntos de la
herencia y ya se ha entrevistado con Hilda para formalizar el traspaso del dinero. Pero Yolanda ha tomado la determinación de no aceptar
ese dinero manchado con el egoísmo y falsedad de su madre y así se lo comunica. «No tengo derecho a ese dinero. No fui realmente una
ejemplar esposa para Johnny, no lo amé, no pude hacerlo feliz. En mi nueva vida no me hace falta ser rica, porque te repito que me iré
con Evelio.» Hilda, frenética y furiosa, le da una terrible bofetada a su hija. Ésta reacciona con serenidad. «Es la segunda vez que me
pegas por él, y me alegro. Pero te advierto que voy a aferrarme a su cariño y ni tú ni nadie lo podrá evitar.» El gran susto de Topacio
Por un pequeño descuido de Domitila, el pequeño Cheíto se cae de la alta cuna en la que duerme. Evelio y Purita lo llevan
inmediatamente al hospital temiendo que se haya hecho mucho daño. Allí le atiende Jorge Luis quien, ajeno por completo a la identidad
del bebé, lo examina con el cariño que le inspira tan tierna criatura. Mientras, Evelio busca desesperadamente a Topacio, que se
encuentra trabajando en otra sala. Jorge Luis, tras examinar cuidadosamente a Cheíto y comprobar que no tiene ningún hueso
fracturado, comenta a Carmen Julia. «Los niños son más resistentes de lo que uno se imagina, y más éste, da gusto verlo tan hermoso,
tan sanito.» Carmen Julia, que tampoco sabe que el niño es el hijo de Topacio, comenta también lo guapo que es. Jorge Luis lo sigue
mirando con agrado. «Es un niño muy bello le hace caricias con la mano. ¿Quieres Ser mi amiguito? —le toma la manita entre la suya—
¿Cómo se llama, Carmen al tiempo que acerca su cabeza a la del niño, sonriéndole. En ese momento entra Topacio, que ve la escena con
la preocupación reflejada en el rostro. Pálida y ansiosa, Topacio camina hacia su hijo y lo toma en sus brazos, colmándole de palabras
cariñosas. Jorge Luis se queda petrificado al verla, no puede reaccionar de la sorpresa. Topacio, preocupada, le pregunta si Cheíto se hizo
mucho daño, pero él le asegura que no tiene nada. Topacio se marcha con el niño, dejando a Jorge Luis consternado por la sorprendente
escena. Por 'su parte, Valeria ha descubierto entre la correspondencia de su padre la carta que le ha enviado Martín Buitrago. Valeria
pide a su padre que le responda de inmediato comunicándole su intención de efectuarle la operación estética gratuitamente y
ofreciéndole su casa para alojarse, todo ello por la amistad que los une. El doctor Rangel acepta, pero temiendo -en el fondo que su hija
se esté metiendo en un buen lío. «No te preocupes, papá, sé lo que me hago. Tu amigo es, mi, mejor carta de triunfo.» Yolanda se ha
encargado concienzudamente de difundir entre sus hipócritas amistades su intención de volver junto al hombre al que siempre ha amado,
Evelio. Yolanda lo hace premeditadamente, para que llegue a los oídos del padre de Johnny y así le niegue la herencia. Es exactamente lo
que ocurre; el señor Zurbarán no tarda en comunicar a Hilda su negativa a dejarle la herencia. Hilda, al saberlo, es víctima de un fuerte
ataque de nervios al verse completamente en la miseria. Jorge Luis se sincera con Humberto confiándole la honda impresión que le causó
conocer al hijo de Topacio. Más tarde Valeria le nota algo raro cuando va a visitarla. Ella le pregunta qué le ocurre y Jorge Luis acaba
informándole de lo ocurrido. «Me asalta una idea terrible, Valeria. ¿y si ese niño fuera mío? ¿Si es hijo mío?»
PROXIMA SEMANA
Ante la posibilidad de que Cheíto sea verdaderamente su hijo, ¿se decidirá Jorge Luis a entenderse con Topacio? ¿Volverá Evelio con
Yolanda cuando sepa el sacrificio que ha hecho por él? ¿Conseguirá Jorge Luis descubrir si Cheíto es o no su hijo? ¿Quién le dice a Valeria
que efectivamente el hijo de Topacio tiene un cierto parecido con Jorge Luis?
--------------------------------------------------------------------
TOPACIO
DANIEL Y JORGE LUIS SE PELEAN POR TOPACIO
Capítulo 5
RESUMEN DEL CAPÍTULO ANTERIOR
Topacio acaba aceptando el amor y la seguridad que le brinda el doctor Daniel Andrade. A Jorge Luis la noticia del
compromiso de Topacio le causa unos terribles celos que intenta disimular ante Valeria, quien se ufana pensando que el
peligro ya ha pasado. Hilda sufre una crisis nerviosa cuando el padre de Johnny se niega a entregarles el dinero por los
vergonzosos rumores de la relación de Yoli con Evelio. Cheíto sufre una caída y es Jorge Luis el encargado de examinarlo
sin saber que.es Cheíto. Al saberlo, se apodera de él la terrible duda de si el niño es o no es su hijo.
Valeria se encarga de alejar esa duda de la mente de Jorge Luis, asegurándole que no tiene ninguna prueba de que sea suyo y que, en
cambio, lo es de Martín Buitrago porque Topacio nunca lo ha negado. Además, Valeria acaba prometiéndole que ella le dará el hijo que
tanto desea. Pero Jorge Luis tiene una espinita clavada en su corazón y sangra cada vez que ve a Topacio en la consulta del hospital.
El tema de la persistente enfermedad de Concepción es motivo de conversación para Jorge Luis con Topacio. Esta le informa, apenada,
que el agravamiento de la enfermedad del antiguo capataz de «Las Taparitas» postergará inevitablemente la boda entre Evelio y Purita.
La mención del nombre de la hacienda evoca en Jorge Luis dulces recuerdos y así se lo dice a Topacio. «Hay momentos en que te siento
muy cerca de mí. Como ahora, en que la pena y el cariño que sentimos hacia "Las Taparitas" nos ha unido, nos ha acercado el uno al
otro, aun sin darnos 'cuenta.» Topacio intenta marcharse, pero él la detiene. «Me molesta que siempre cortes cuando estamos hablando
de los dos.» Topacio le recuerda que ése no es un buen momento para hablar de sus asuntos personales, pero Jorge Luis contesta: «El
buen momento es aquel en que podemos entendernos.» Topacio, mirándole, -le responde: «Entonces, ni éste ni ningunos «¿Estás
segura?» le pregunta Jorge Luis; atrayéndola un poco hacia sí; sujetándola por los hombros. Topacio, nerviosa, quiere irse, pero él
vuelve a repetirle la cuestión. Todo el mundo me dice —le confía Jorge Luis— que si yo quisiera tú volverías a mí. Todos parecen estar
seguros de eso, menos yo mismo.»" Topacio, ahora más tranquila," le corresponde: «Pues no, Jorge Luis. No volvería. Ya no puede ser.»
Jorge Luis, mirándola a los ojos: «¿Ni aunque yo lo deseara con toda mi alma? ¿Ni aunque reconociera a tu hijo?» Topacio se queda unos
segundos en vilo, pero finalmente contesta: «Eso debiste pedírmelo antes, ahora es tarde. Y además, podías haber dicho ahora mismo
"nuestro hijo" en lugar de "tu hijo". Yo sé que ésta es otra de tus pruebas, que sólo quieres reafirmar tu orgullo de hombre.» Jorge Luis
replica rápido: «O la fe en la constancia de un amor.» Las últimas palabras de Topacio lo hunden moralmente: «El amor se- alimenta de
amor. No te extrañe, por tanto, que el mío esté muerto.» La maldad de Hilda Evelio se ha ido directamente a ver a Purita al salir del
trabajo para así evitarse la tentación de ir al encuentro de Yolanda, que lo está esperando en un parque céntrico. Ella le ha insistido para
que se encuentren allí porque, desea -Sincerarse con él. Mientras Purita le habla sin parar de la ilusión con que realiza los preparativos de
la boda, Evelio sólo piensa en las palabras que le dijo Yolanda: «Tenemos que hablar no puedes negarte a oírme. No sabes cuánto he
hecho por ti. Y eso es lo menos que puedes hacer por mí ahora, oírme. No me dejes esperando, estaré allí.» Purita sigue hablando sin ser
escuchada por Evelio, que recuerda a Jorge Luis contándole que Yolanda rechazó la herencia por él. Desesperado por estos
pensamientos, Evelio se Incorpora de pronto, dándole un susto a la pobre Purita y asegurándole que tiene que marcharse, Evelio la ha
visto sentada en el banquito del parque, pero ha sido incapaz de acercársele. Él se ha sentado en otro banco, pensando qué puede hacer
para olvidarla. Al día siguiente, Yoli se las arregla para entrevistarse con él a solas y preguntarle por qué no fue. «No sabes cómo he
deseado estar contigo a solas, Evelio, como antes.» Este le responde que nada será ya como antes porque han pasado demasiadas
cosas. Yoli insiste, diciéndote que si los dos se quieren todo puede volver a ser igual. «No me rechaces, déjame al menos acercarme a ti,
hablarte. Decirte 'todo lo que sufro, todo lo que siento.» Evelio niega con la cabeza, ya no puede ser. Yolanda grita desesperada: «Yo te
quiero, Evelio, yo te quiero.» Evelio se marcha sin saber qué hacer. Hilda se interpone de nuevo entre ellos. Para sonsacarle, Hilda le
comenta que sabe de su intención de volver con su hija. «Yo no pretendo eso, señora. Yo no deseo nada con su hija. Tengo mi novia. La
quiero y voy a casarme con ella.» Evelio ha mencionado estas palabras sin sospechar que Yoli acaba de entrar en el salón y lo ha oído.
Hilda, triunfal, exclama: «¿De veras? Pues me alegro mucho que lo haya dicho en su presencia.» Y dirigiéndose a ella añade: «Mira,
querida, hasta se da el lujo de despreciarle. ¿Para eso has renunciado a tu herencia?» Yoli está a punto de llorar, su imagen es ahora
patética por el dolor. La indignación de Valeria La Impetuosidad de Humberto juega una mala pasada a Jorge Luis. Este se encuentra
hablando por teléfono con Valeria cuando su amigo entra en el despacho y le espeta: «Tengo el niño de Topacio afuera, ¿quieres verlo?
Logré que no entrara la muchacha que vino a traerlo —se refiere a Violeta—. Al niño lo tiene otra enfermera, estamos ella y yo solos,
puedes verlo sin que nadie se entere.» Jorge Luis duda un momento, pero al final acaba aceptando. Su despiste es tan grande que deja
«colgada» al otro lado del auricular a Valeria, quien, habiéndolo Oído todo, se dispone a salir para el hospital llena de una rabia que la
consume. Topacio, que en ese momento no puede estar con su hijo porque tiene guardia, no sabe lo que está ocurriendo. Jorge Luis se
sienta frente a Cheíto. Lo mira detenidamente y con curiosidad durante largo rato, mientras Humberto examina unas radiografías del
niño. Al finalizar el examen médico de Cheíto, Humberto, a solas con Jorge Luis, le pregunta si descubrió en el niño Alguna semejanza
con él. Jorge Luís le responde que no, pero; en cambio, confiesa: «Lo que más me impresionó fue su mirada, en ella encontré la luz de
unos ojos que yo he amado mucho. Fue como si me hubiera estado mirando con los ojos de Topacio.» «Valeria no tarda en aparecer
hecha una furia. Jorge Luís le explica que quiso ver al niño para comprobar si se parecía a él. Valeria le pregunta preocupada si
realmente vio alguna ' semejanza. «No —es la escueta respuesta—.No se me parece. No se parece a nadie,» El anhelo de Martín
Poco podía esperar Valeria de su compañera de maldades, Hilda, una respuesta tan rotunda sobre el parecido físico del niño con Jorge
Luis. Para Hilda está muy claro: «Aquí entre nosotros, Valeria, yo noto cierto aire con él. Confiéselo, conmigo no tiene por qué disimular.
Usted lo vio, tiene que haberse fijado bien. Hay algo... un aire de familia, reconózcalo.» Valeria responde con una irritada mirada.
Buitrago es feliz Martín Buitrago es por fin un hombre feliz. Ha recibido la carta de su colega Rangel ofreciéndole techo y operación
gratuitos, y eso es más de lo que esperaba, «Cuando me opere, seré el, hombre más feliz del mundo, y con Topacio mucho más feliz
todavía.» Yumara, celosa, le pregunta qué hará si, a pesar de todo, ella le rechaza. «No podrá —responde orgulloso Martín usaré a su
hijo.» Daniel, preocupado por Cheíto, pregunta a Topacio por el chequeo que le hicieron en el hospital. Topacio le informa que no tiene
nada afortunadamente, y que Jorge Luis ni siquiera se enteró de que él niño estaba allí. Daniel aprovecha para sincerarse con ella. «Me
molestó 'cómo te miraba la otra noche en casa de Blanca, delante de mí Me sentí celoso. Vamos a casarnos y él tiene que respetarte. Yo
no puedo permitirle a ningún hombre que te mire como Jorge Luis te estaba mirando ese día.» Topacio asiente preocupada por el tema.
Evelio, desesperado por el oscuro cariz que están tomando sus encuentros con Yolanda, se decide a pedirle a Purita que no aplacen la
boda tres meses, como tienen pensado, sino que se casen de inmediato. Purita logra convencerlo de que eso sería una solemne tontería,
pues no tienen dinero para comprar todo lo que necesitan. Para Evelio la otra solución existente es despedirse él mismo de chófer de los
Sandoval, y así se dispone a decírselo a don Aurelio. Daniel, al ir a recoger a Topacio, se encuentra con Jorge Luis. Amablemente, Daniel
le pide que deje en paz a su prometida. «Lo digo porque no me gustó cómo la miraste la otra noche.» Jorge Luis, seco y malhumorado, le
responde agresivo: «La miro como me da la gana y tú no eres quién para impedírmelo.» A Daniel se le agota la paciencia y ambos se
enzarzan en una violenta pelea. Mientras, Valeria ha conseguido la dirección de Buitrago y se presenta en su casa para negociar con él...
PROXIMA SEMANA
¿Confiará Martín Buitrago en Valeria? ¿Cumplirá Jorge Luis su promesa de dejar en paz a Topacio? ¿Aceptarán los Sandoval la renuncia
de Evelio como chófer de la familia? ¿Descubrirá el doctor Rangel que Martín padece del corazón?
--------------------------------------------------------------------
TOPACIO
MARTÍN SUFRE UN INFARTO
Capítulo 6
RESUMEN DEL CAPÍTULO ANTERIOR
Jorge Luís sigue aprovechando cualquier encuentro a solas con Topacio para poner a prueba sus sentimientos, pero
siempre se topa con la honestidad de la muchacha. Lo que no se esperaba es tener la oportunidad de estar solo con Cheíto
para comprobar si se le parece. Jorge Luís no encuentra en el niño ninguna semejanza, pero queda un presionado con sus
ojos. Daniel le pide que la deje en paz… éste le responde hecho una fiera y los dos se enzarzan en una pelea, teniendo
Humberto que separarles.
Pero la impetuosidad y arrogancia de la interesada Valerla se da de bruces con la desconfianza de Martín, quien no ve nada claras las
intenciones de la joven y se niega a conversar con ella, sólo lo hará con el doctor Rangel. Informado de lo ocurrido por su hija, Rangel no
tarda en presentarse ante su antiguo alumno y, respondiendo a su petición de ser operado por él, le promete que le convertirá en una
persona normal. Le explica a Martín el deseo de su hija de que viva bajo su techo para mayor comodidad y éste acepta encantado. Pero
el doctor siente curiosidad por saber por qué esa decisión repentina de operarse después de tanto tiempo. Martín le explica su
desbordada pasión por Topacio y no le oculta su odioso motivo. «Quiero ir en busca de esa mujer a la que amo locamente. Deseo verme
como una persona normal para presentarme ante ella.» Topacio está en ese momento escuchando la sincera disculpa de Daniel por
pelearse con Jorge Luis; él le hizo perder la paciencia, pero además existe otro motivo: «Lo hice por miedo, Topacio. Temo que un día me
digas que no puedes ser mía, porque, a pesar de todo, le sigues queriendo a él. Temo que por eso no me has dicho nunca "te quiero".»
Topacio cierra los ojos, turbada, va a abrirlos cuando siente los dedos de él sobre su boca. «No, no lo digas ahora, yo espero a otra
ocasión, cuando salga de ti.» Las emotivas palabras que, Blanca dedicó a Evelio negándose a permitirle marchar por el capricho de
Yolanda, han conseguido que el joven haya decidido quedarse. Pero a veces se arrepiente de haber flaqueado, como ahora que Yolanda
vuelve a demostrarle sus sentimientos. La casualidad ha hecho que él entrara en la sala de los Sandoval estando Yolanda sola, con
Cheíto en los brazos. «Evelio estaba soñando que era un hijo nacido de nuestro amor —él le recuerda que eso es ya imposible, pero ella
insiste—. Si no es será porque tú no quieres. Evelio, ¿no crees que ya he sufrido bastante, no lo crees?» La respuesta de Evelio se queda
en el aire al entrar Blanca en la sala. La promesa de Jorge Luis Topacio debe entregar unos papeles a Jorge Luis en su consulta y él
aprovecha para hablarle. «Quiero pedirte disculpas por lo de ayer y decirte que no te voy a volver a molestar.» Topacio lo mira, serena,
con cierta curiosidad, pero Jorge Luis no ha terminado, ahora habla su orgullo masculino: «Daniel tiene razón 'hasta cierto punto, pero no
creas que voy a desistir de mis tonterías contigo porque él me lo haya prohibido —habla seco, tajante—. Lo hago porque quiero.» La
conversación se interrumpe al entrar Carmen Julia y Topacio aprovecha para salir. Ya en su mesa, la joven llama a su madre para saber
cómo se está portando Cheíto. Marca el número varias veces, pero siempre comunican en la casa. Cuando al fin consigue hablar con
Blanca, ésta le explica que un hombre preguntó por ella aunque no quiso decir quién era. Carmen Julia, al ver la intranquilidad de
Topacio por este incidente, intenta quitarle importancia. «No sé, Carmen, pero 'recuerda que las madres tenemos un sexto sentido y yo
siento aquí —señala su corazón— un presentimiento de que va a pasar algo malo.» Martín se instala en la habitación de invitados de la
casa de los Rangel pensando todavía en la traumática despedida con Humara, a la que ha dejado llorando por su partida. Para la
operación, el doctor Rangel necesita saber con seguridad el buen estado de salud de su paciente, por lo cual cita a Martín para un
chequeo en la clínica. Pero éste se niega, asegurándole que está sanísimo y ocultando su problema de corazón. Es precisamente en ese
momento cuando Martín tiene que correr a esconderse porque ha escuchado con toda claridad la voz de Jorge Luis. Martín se queda muy
extrañado. «No es casualidad que esté aquí» Operación nocturna Jorge Luis ha venido para invitar a Valeria a salir por la noche, la
joven acepta y no tarda mucho en despedirle. En cuanto sale, aparece Martín preguntando a qué vino Jorge Luis. Valeria le explica que
ella es su novia. «Topacio y él están separados, pero de todos modos existe un hijo.» Martín salta, irritado: «El hijo de Topacio es mío.»
Valeria sonríe sibilinamente. «Está en el camino de conseguir cuanto desea, doctor, voy a ayudarle y usted me ayudará a mí —le tiende
la mano Somos aliados.» Más tarde, el doctor Rangel comunica a Martín la excelente noticia de que ya ha preparado una habitación,
completamente aislada, en un hospital. La operación puede hacerse en breve. Después de su conversación con Topacio, Jorge Luis se
muestra más seguro de cumplir su promesa de mirarla como a cualquier otra compañera del hospital y, así se lo comenta a Humberto.
Este, curioso, le pregunta qué hubiera pasado de haberle pedido seriamente a Topacio que volviera junto a él. Pero Jorge Luis le
recuerda, desesperado. «¡No podía! Te olvidas de que existe el niño. Un hijo de otro hombre.» Humberto lo mira seriamente. «¿Sabes lo
que te aconsejo? Una prueba de sangre. No arroja un resultado definitivo, pero sí un índice. Al menos te diría si ese niño puede ser hijo
tuyo o no.» Ya es bien de noche cuando Evelio se retira a su habitación, en casa de los Sandoval, para descansar de la dura jornada de
trabajo. Yolanda, que lo ha seguido sin saberlo, entra tras él cerrando la puerta. Evelio intenta echarla diciéndole- que allí no puede
permanecer ni un minuto, pero ella le suplica que la escuche. «No sigas huyendo de Evelio», le pide llorando nerviosamente. El joven
duda, pero finalmente se acerca y la abraza con dulzura intentando calmar los lloros. Yoli le besa con deseo en los labios, él responde
ansiosamente. «Yo sabía que no podías abandonarme — Yolanda se aprieta un poco contra él, mirándole—. Vamos a irnos tú y yo,
juntos, donde tú quieras, vamos a olvidamos de todos.» Yolanda nota, ahora,- la mirada fría de Evelio y le pregunta, extrañada: «Me
sorprende tu egoísmo, Yolanda. ¿Crees que podíamos ser felices a costa del sufrimiento de quien no lo merece? Ya es tarde, yo no puedo
dejar a Purita. Voy a casarme con ella.» Yolanda lo mira desgarrada, suplicante. Evelio no puede soportar la tristeza de su mirada y le
vuelve la espalda para afirmar: «Yo la quien, Yolanda.» Yolanda sale llorando, desesperada. La mentira de Martín Todavía atribulado
por lo sucedido en la noche, Evelio se entera al día siguiente de que Purita está enormemente disgustada con él porque ha tenido que
saber por terceras personas que Yolanda e Hilda viven ahora con los Sandoval. Su silencio sobre una cuestión tan importante representa
una traición para Purita. En el hospital, Jorge Luis incumple su promesa con Topacio. Esta, tratando de mantener las distancias, se dirige
a él con un formal doctor Sandoval, sin tutearle. Él, sintiéndose dolido por esto, se lo reprocha duramente hasta que ella salta indignada:
«Jorge Luis...» Él pretendía eso precisamente. «Eso, Jorge Luis, porque aun cuando estés con otro hombre vas a tener ese nombre mío
escondido entre tus labios. Así como mis besos.» Le dice al tiempo que la coge fuertemente y la besa con rabia. Topacio reacciona de
inmediato propinándole una sonora bofetada y dejándole plantado a continuación. Al volver al trabajo, Evelio se encuentra con Yolanda
que, enterada por Lala del enfado de Purita, le vuelve a declarar su amor. Evelio se mantiene firme. «Lo nuestro se terminó.» Ella le pide
que se lo diga con un beso. «Eso no, eso no», dice Evelio huyendo. Blanca está expresando a su hijo su preocupación por Yolanda, que
está más obsesionada, cuando aparece Evelio pidiendo a la señora unos papeles. Al salir Blanca, Jorge Luis le comenta que lo ve muy
tranquilo. «En cambio, mi prima está al borde de la locura por todo lo que sufre por ti.» Evelio le mira, asustado. Más tarde, Jorge Luis va
a casa del doctor Rangel para preguntarle por su misterioso paciente. Rangel no le desvela su identidad y le explica a medias.
«Comprende que no te pueda decir más, se trata de un paciente que sólo quiere ser atendido por mí.» Al irse Jorge Luis, Martín sale
furioso, reprochándole a Rangel que le diera tanta explicación. «Lo hice porque es el novio de mi hija y porque le tengo aprecio sincero»,
explica Rangel. «Pues yo le odio, le odio más de lo que es humano odiar. De sólo oírlo se me revuelve todo el rencor por dentro y si
pudiera le destrozaría.» Rangel, viéndole tan alterado, le pide que se calme. Martín quiere marchar ya hacia el hospital, pero Rangel le
pide paciencia. Los nervios le dominan y Martín acaba sufriendo un ataque al corazón. Cuando se recupera, el doctor Rangel se muestra
duro con él: «Me mentiste. No voy a operarte porque sería firmar tu sentencia de muerte.» Martín le ruega que no termine así con sus
ilusiones, necesita esa operación. Rangel le promete que se lo pensará...
PROXIMA SEMANA
¿Se cumplirá el terrible presentimiento de Topacio respecto a las extrañas llamadas? ¿Accederá finalmente el doctor Rangel a operar a
Martín a pesar de su delicado estado de salud? ¿Quién intentará una vez más que Topacio y Jorge Luis se reconcilien? ¿Volverá Evelio con
Yolanda para evitar su locura ?
--------------------------------------------------------------------
TOPACIO
YOLANDA EXIGE A PURITA QUE ABANDONE A EVELIO
Capítulo 7
RESUMEN DEL CAPÍTULO ANTERIOR
Jorge Luis termina disculpándose Topacio por su pelea Con Daniel, y prometiéndole que no volverá a molestarla con sus
tonterías. La joven se ha ido enterando de unas extrañas llamadas telefónicas recibidas en casa de Blanca y de Daniel,
preguntando por ella. Este hecho intranquiliza a Topacio, su sexto sentido le avisa que pasará algo malo. Jorge Luis recibe
una recomendación de Humberto: que se haga la prueba de paternidad para salir de dudas con Cheíto. Evelio queda muy
impresionado cuando Jorge Luís le comunica que. Yolanda puede; volverse loca debido a su continuo sufrimiento por él'
Rangel se niega a operar a Martín porque éste sufre un infarto, a pocas horas de ser intervenido...
De momento, el doctor Rangel se niega a operar a Martín, su corazón no lo resistiría. Valeria promete a éste que intentará convencer a
su padre para que cambie de parecer, mientras tanto le da la dirección de Topacio, pero Martín ya la tiene. No pudiendo resistir más no
ver a la joven, Martín sale en su busca. El presentimiento negativo de Topacio va a hacerse realidad. Daniel acompaña a Topacio hasta la
puerta de la pensión con el coche. Regresan de una agradable velada en una discoteca. La joven entra en la casa y cuando se dispone a
sacarse los topacios que lleva como pendientes. se da cuenta de que ha perdido uno. Rápidamente se dispone a salir a la calle por ver si
lo encuentra. Sale tan precipitadamente que se topa con un individuo que está en el mismo umbral de la puerta. Topacio se disculpa ante
el sorprendido hombre, que no deja de mirarla fijamente. Jorge Luis está besándose en ese momento con su prometida, Valeria. De
súbito siente una extraña sensación de agobio y pronuncia el nombre de Topacio mirando a Valeria, con el consiguiente disgusto de ésta.
Ciego por una premonición que le preocupa, Jorge Luis deja bruscamente a Valeria, en medio de los, besos, para ir a salvar a Topacio del
peligro que la amenaza. La luz de la farola ilumina ahora el rostro del hombre y Topacio se queda petrificada de horror al verle una
feísima cicatriz cruzando su cara. Su miedo es tan intenso que permanece unos instantes bajo la escrutadora mirada de Martín, pero
después huye despavorida hacia el interior de la casa, mientras él la, sigue con la mirada. Topacio entra temblando de miedo por la
extraña aparición de ese hombre desconocido para ella. Jorge Luis está enfrente de la pensión de Topacio y se tranquiliza al comprobar
que no ocurre nada raro. El arrepentimiento por haber abandonado tan abruptamente a Valeria corroe ahora a Jorge Luis, tanto que se
promete disculparse ante ella y tratar de reconquistarla de nuevo, olvidando para siempre a Topacio. «Adiós, Topacio, hoy mueres para
mí», musita convencido. Al día siguiente. Topacio le cuenta, todavía asustada, su desagradable experiencia a Tila. Así descubre que su
descripción del hombre coincide con la que hace Tila de Martín: la cicatriz, la ropa oscura... Pero se queda tranquila porque Fermín acaba
de escribir desde el pueblo contándoles que Martin está allí, encerrado en su casa sin permitir que nadie le vea. La decisión de
Yolanda Martín se ha enterado por Valeria de que el acompañante de Topacio, la noche anterior, es su actual prometido. Tras indagar
acerca de esa relación con su amigo Rangel, Buitrago llega a la conclusión de que Topacio está junto a Daniel sólo por gratitud al haberle
devuelto la visión. Destellante de rabia, Martín confiesa algo a Rangel. «Yo pude hacer que ella se operara, que esa felicidad se la debiera
a mí Pero no quise, para evitar que se tijera Cuenta de mi fealdad. Y ahora tiene que agradecérselo a otro, a él. A ese desconocido que
se ha convertido en mi rival y al que desde ahora odio con todas mis fuerzas… Evelio está arreglando un enchufe en casa de los Sandoval
cuando se percata de la presencia de Yolanda. Angustiado le pide que se vaya, pero ella, por el contrario, se queda poniéndole, además,
la mano alrededor de su hombro. «No me toques —le pide Evelio, nervioso—, si esto sigue así me voy a tener que ir de esta casa y
entonces sí que no vuelves a yerme más.» Yolanda, muy nerviosa, le suplica que no lo haga jamás. «Tú sabes que estoy enferma, que
tengo los nervios deshechos de tanto sufrir por ti. Estoy desesperada viendo que le pierdo, ¿qué tengo que hacer para ganarme tu
cariño?» Evelio le dice que se convenza, no va a lograr nada. «El día que me convenza, me moriré —sentencia Yolanda----. Evelio, dime
una cosa, si no existiera ella, ¿volverías conmigo?» Evelio le contesta, enronquecido. «Yo no voy a dejar a Purita. No por ti. No se lo
merece.» Evelio se suelta del brazo de Yolanda y se marcha. Ella se queda pensativa. «Si ella no existiera...» El Intento de Aurelio No
es tarea fácil para Jorge Luis volver a ser perdonado por su prometida. Esta vez está bastante dolida por haber mencionado a Topacio
mientras se besaban. Tras mucho discutir, Jorge Luis le suplica: «Por favor, Valeria, tenemos que lograr que Topacio no sea la causa dé
nuestra ruptura.» Valeria tiene eso muy claro, por ello Jorge Luis no tiene que insistir demasiado. Más tarde, en la consulta, Jorge Luis
recibe la inesperada visita de su padre, estando Topacio presente. Aurelio viene con una misión muy clara, intentar de nuevo
reconciliarlos para que Jorge Luis reconozca al niño y éste lleve el apellido Sandoval, sin traumas por ambas partes. «Ustedes se
quisieron mucho, lucharon contra muchos obstáculos para poder unirse, incluso contra mí. ¿Será posible que aquel amor tan grande haya
muerto? ¿No podría revivirse ya que tanto se amaron y hasta tienen un hijo juntos ?» La mirada interrogativa de Aurelio se posa en su
hijo. Jorge Luis contesta convencido: «Mira, papá, ten la seguridad de que si eso fuera posible ya hubiese ocurrido hace tiempo.» Aurelio
suspira, bajando la cabeza. «Bien, entonces no hay nada más que hablar. Lo lamento.» Tan inteligente, fría y manipuladora como
siempre, la bella Valeria consigue su propósito de convencer a su padre para que siga con el proyecto de la operación de Martín. En un
principio, Rangel se opuso firmemente debido al delicado estado de salud de su antiguo alumno, pero Valeria no le ha dejado otra
alternativa. «Papa, Buitrago se va a operar de todas formas, si no lo haces tú será otro, pero él se operará.» Advertido por Valeria del
eficaz truco, Martín insiste más tarde a Rangel con el mismo tono, hasta que al final acaba aceptando. «Está bien, Martín, le operaré y
que sea lo que Dios quiera.» Buitrago se deshace en muestras de gratitud. La fiebre de Cheíto Al regresar de una noche de guardia en
el hospital, Topacio advierte que su hijito está enfermo, tiene bastante fiebre. Rápidamente lo lleva al hospital para que lo mire el doctor
Guzmán. Pero éste se encuentra tan ocupado que, finalmente, acude a Jorge Luis. Este se sorprende al verla con el niño y Topacio
interpreta que se res iste a examinar a su hijo. «Volveré más tarde cuando esté el doctor Guzmán.» Carmen Julia, también presente, le
reprocha con la mirada y ella se explica: «Él no quiere ni ver a mi hijo, va a tener que esforzarse y en esa forma prefiero que no lo
atienda.» Jorge Luis le pide que se quede de forma autoritaria: «No seas soberbia, esa criatura está enferma y si la quieres deberías
pensar que lo primero es atenderla.» Topacio accede y Cheíto pronto es reconocido por su atolondrado papá. Daniel se presenta justo
cuando Jorge Luis ya tiene su diagnóstico: «Es una gripe normal y corriente.» Tras recetarle jarabe. Jorge Luis los deja solos, viendo
cómo Daniel coge en brazos a Cheíto haciendo de padre. La recomendación de Humberto regresa a su mente, pero de momento no está
preparado para hacerse ninguna prueba de sangre. La decisión de Yolanda no es otra que visitar a Purita para decirle que no sea un
estorbo entre el amor de Evelio y ella. Purita, llorando, le reprocha que se olvidara de Evelio para casarse con Johnny y que ahora que ya
no está quiera volver con él. «Yo he vuelto para recuperar lo que es mío. Evelio está contigo porque te tiene lástima, pero me quiere a
mí. Lo menos que podrá hacer es apartarte a un lado no ser un estorbo en nuestro amor.» Yolanda se marcha satisfecha, porque ha visto
la derrota en la mirada de Purita. Posteriormente, Yolanda consigue que Evelio acuda a una cita con ella en el parque. Al principio, él se
muestra seco y ceñudo, pero después, cuando ella ¡e pide que la bese por última vez, él responde: «No, si te beso ya no será por última
vez» Ella lo mira deslumbrada. El la abraza y ambos se entregan a La pasión desatada de ese beso. Martín ya está ingresado en el
hospital. Antes de entrar, Rangel le advirtió que allí trabajaba Topacio. Lejos de molestarse, Martín se alegra de saberlo. le excita la
posibilidad de verla, de tenerla tan cerca. Esas ansias de verla se convierten en una pesadilla para Topacio. Durante su guardia por la
noche, siente que la miran e incluso, una vez, ha llegado a ver medio cuerpo de Martín, pero ella prefiere pensar que todo eso son
imaginaciones suyas. Paralelamente, mamá Tila confiesa a Concepción su deseo de ir a «Las Taparitas» para cerciorarse de que Martín
no se ha movido de allá. Martín se lleva otro disgusto cuando Rangel, después de examinar su electrocardiograma, le pide más tiempo
para preparar la operación. Valeria lo anima a que mientras tanto se decida a hablar con Topacio para exigirle el niño. Martín se niega a
que lo vea desfigurado, pero ella le dice que eso puede ser una baza a su favor. «Usted está así por salvarle la vida, apele a ese
remordimiento que debe tener ella y conseguirá todo lo que se propone. Piénselo.» Mientras, Topacio está otra vez preocupada por Jorge
Luis. El sabía que ella salía esa noche con Daniel a tomar una copa y se ha presentado allí para observarla. Topacio, sorprendida,
murmura: «Lo sabía y vino, ¿es que va a empezar otra vez Dios mío?»...
PRÓXIMA SEMANA;]
¿Se ha salido Yolanda con la suya, consiguiendo que Evelio abandone definitivamente a Purita para volver con Ella? ¿Volverá Jorge Luis a
cortejar a Topacio? ¿Visitará Martin de nuevo a Topacio? ¿Quién presenta su renuncio al doctor Rangel?
--------------------------------------------------------------------
TOPACIO
MARTIN AMENAZA DE MUERTE A TOPACIO
Capítulo 8
RESUMEN DEL CAPÍTULO ANTERIOR
Aunque no lo reconoce, Topacio tiene un desagradable encuentro con Martín, que pretendía verla escondido en la calle. Tila
la tranquiliza asegurándole que Fermín escribió contando que Marlín estaba en el pueblo. Evelio no puede resistirse más a
los encantos y súplicas de Yolanda y acaba besándola apasionadamente, con lo cual ésta cree haberle recuperado. Martín
ha recibido la promesa de Rangel de que le operará, pero más adelante. Valeria, impaciente, le anima para que se presente
de inmediato ante Topacio para hacerla sentir remordimientos por haberle dejado. Jorge Luis vuelve a insinuarse a Topacio
y ésta se pregunta si volverá a cortejarla de nuevo…
Yolanda se siente la mujer más feliz del mundo, pues está convencida de haber reconquistado para siempre el amor de Evelio. Por eso,
su sorpresa es mayúscula cuando el atractivo joven, a solas, le pide que olvide el beso y todo lo que pasó la noche anterior, en el parque.
Yolanda, hecha una furia, le asegura que no lo olvidará nunca. Evelio debe marcharse, pues le llama Aurelio, y la conversación queda así
truncada. Pero no acaban ahí para Evelio los malos tragos, todavía le queda otro. Su padre enterado por Violeta de sus devaneos con
Yolanda, cree oportuno mantener ya una seria conversación para llamar al orden a su descarrilado hijo y así, lo hace cuando le ve
aparecer. Evelio acaba prometiéndole que ojo sigo siendo novio de Purita y me voy a casar con ella. Cuando nos casemos, nos hemos
para la hacienda y no veré más a la señorita Sandoval». Mientras esto ocurre, Topacio está contando a Violeta su decisión de no aceptar
que Jorge Luis reconozca "a Cheíto. Lao joven la mira alarmada, como si hubiera cometido una locura, «No estoy laca, Violeta, es que se
me terminó la paciencia. Quiero acabar con esto de una vez por todas, no es posible que mi vida sea trastornada por los impulsos de
Jorge Luis. El siempre haciendo lo que se le antoja, me vuelve a querer para luego despreciarme. Estoy harta de sus pruebas.» Lejos
estaba Topacio en ese momento de sospechar lo que le aguardaba esa misma noche con Jorge Luis y ella de guardia en el hospital.
Cumpliendo con su deber, Topacio acude al despacho del joven doctor para llevarle una taza de café. Él le comenta que desconocía que
estuviese ella de guardia esa noche. Topacio, resentida, le contesta que de haberlo sabido seguro que se hubiera cambiado el turno con
Humberto, pero Jorge Luis lo niega: «Mira si te estoy rehuyendo que, al contrario, la otra noche te busqué. ¿No te diste cuenta? '—le
pone la mano en su hombro—. Sabía que ibas a salir y de pronto me dieron unos deseos locos de verte. Fui de un lado para otro
buscándote hasta que al fin te hallé y desde lejos me puse M contemplarte.» Topacio quiere irse, pero él la sujeta por los hombros. «No
te vayas esta noche. Quédate, te necesito.» Remordimientos Jorge Luis sigue hablándole casi en un susurro. «No sé por qué de
pronto me ha entrado esta melancolía de ti, esta necesidad tan grande de saber el lugar que ocupo en vida.» Topacio le contesta Serena,
convencida: «Ninguno, Jorge Luis. Tú saliste de ella, yo le eché. Es absurdo lo que haces ahora, no tiene sentido.» Y haciendo referencia
al beso que se dieron Evelio y Yolanda, Jorge Luis desarma a Topacio cuando le dice: «Yo deseo besarte Otra vez, Topacio.» «Estás
loco», concluye ella. «Por ti» añade él suplicante. «Es un tormento, ¿no te das cuenta? Haber sido mía y no poder tocarte... Pienso en Vi,
recuerdo cosas y me pregunto cómo es posible que le haya perdido.» Topacio, haciendo un esfuerzo, logra imponer su voluntad. «Deja
que me vaya, déjame.» Jorge Luis acaricia su pelo trémulamente. «Esta noche nada más, te lo ruego. Sentir tu cabello, tu piel, toda tú
cerca de mí. ¿Te acuerdas cuántos besos, cuánto amor?» Jorge Luis la besa tiernamente, ella responde al beso sintiendo un
estremecimiento. El la siente y la mira, ella está llorando. Jorge Luis la mira sorprendido, ella sale corriendo, todavía llorando. Topacio,
ya a solas, se arrepiente de su reacción. «Me besó y yo esta vez le besé también. Dios mío, yo 'lo puedo hacerle eso a Daniel.» -Jorge
Luis, por su parte, a la mañana siguiente, le cuenta lo sucedido a su amigo Humberto. Éste le pregunta qué piensa hacer ahora. «No sé,
Humberto. Sólo me preguntó porqué lloraría, no lo entiendo. Lo que Sí sé-es que debo cortar este proceder mío de raíz. Ahora sólo tengo
ganas de darme golpes yo mismo.» Valeria se entera por Hilda del próximo ' viaje que realizará Tila al pueblo para averiguar si Martín ha
venido o no a la capital, y no tarda en comunicárselo a éste; ay piense en aquello que yo le dije, Martín —añade Valeria—. Usted tiene un
recurso sentimental muy grande en su haber, no lo desperdicie,» Valeria deja a Martín pensando en ello. «¿Será cierto que con mi rostro
así, tengo más oportunidades de ganármela? —Martín se acaricia la cicatriz maquinalmente—. Eso, y al hacerle creer que su hijo es mío.
Son dos cosas muy grandes. Dos cosas que la harán sentirse atada a mí. Quizá Valeria Rangel tenga razón, quizá convendría que Topacio
me viera así.» El triunfo de Valeria Jorge Luis está tendido en el sofá de su apartamento cuando dc pronto oye el timbre de la puerta.
Va a abrir desganadamente y se encuentra con Valeria, mirándole sonriente. Valeria le pide que salgan esa noche, entonces él, de súbito,
le espeta: «Valeria, ¡vamos a casarnos! ¿En qué tiempo crees que podemos hacerlo?» Valerla mira sorprendida, pero pronto reacciona
dándole besos por todo el rostro. -«Mi amor, cómo te quiero, te Adoro.» Ella le ofrece sus labios, él la enlaza por la cintura y se besan.
Jorge Luis aparta sus labios dc ella y se quedan abrazados. Él piensa: «Qué distinto, Dios mío, este beso de aquel otro. Los labios de
Topacio, su dulce perfume... ¿Cómo podré vivir sin ella?» Ahora que ha conseguido su propósito de ser la esposa de Jorge Luis, a Valeria
ya no le interesa para nada Martín Buitrago y no le importa su operación, así se lo dice á, su padre: «Al fin me he librado del apuro de
pensar que Jorge Luis podía reconocer al hijo de Topacio y casarse con ella, ahora se va a casar conmigo. Ahora puedes operar a Martín o
decirle que no, haz lo que quieras.» Rangel la mira severamente. «Ya no me importa, papá, ya no le necesito, logré mis propósitos sin su
ayuda.» Más tarde, Rangel recibe la visita de su futuro hijo político. Jorge Luis viene para comunicarle su decisión de renunciar a su
puesto en el hospital. «Sí, doctor, me dedicaré por completo a su consulta.» Rangel le abraza efusivamente, se alegra por su decisión.
Topacio acude a visitar a su madre a su casa como muchas tardes. Allí la está esperando Hilda ansiosa por participarle la jugosa noticia
de que Jorge Luis y Valeria se casan. Topacio se queda petrificada al oírlo. Más tarde, Daniel se encarga de consolarla, incluso después de
haberle confesado lo del beso. Pero esa misma noche, la joven vive una angustiosa y terrible pesadilla: se encuentra cara a cara con
Martin. Desde hacía algunos días, Topacio sentía escalofríos cuando subía al primer piso, era como si alguna presencia la estuviera
acechando, pero suponía que se trataba sólo de sus nervios. Ahora, teniendo el monstruoso rostro de Martín frente a ella, lo comprende
todo. Él la ha sabido atraer hacia la única habitación aislada del piso y allí le habla, manteniéndola cogida: «Cuánto tiempo, "¿verdad?
Casi dos años ya en que tu ausencia fue para mí, día a día, un verdadero tormento. Y mientras tanto, ¿tú no pensabas en mí, Topacio?
¿Ni siquiera me recordabas?» Topacio, asustada, le pregunta a qué ha venido. «Si ese hombre le dio luz a tus ojos, yo le di luz a tu
inteligencia y formé tu espíritu. Serías muy ingrata si no me lo reconocieras, si no correspondieras a mi amor.» Topacio intenta irse, pero
Martín la sujeta por los hombros. «Topacio, te quiero con locura. Tú lo eres todo para mí. Nadie puede quererte más que yo, He estado
soñando con este momento, con poder estar junto a ti, con poder tocarte —acerca su boca al rostro de ella para besarla—. Deja que... »
Pero Topacio, aterrada, lo empuja queriendo zafarse. «Te inspiro horror, sientes repulsión al ver mi rostro desfigurado, ¿verdad?»
Topacio está aterrada y a punto de llorar. «Voy a operarme, seré un hombre normal, entonces podrás quererme. Mírame —sus manos
cogen el rostro de Topacio, obligándola a acercarse a su cara—, esta máscara horrible la llevo en mi rostro por ti, por salvarte. Me expuse
a las llamas que te iban a consumir, te arranqué de ellas. Tu vida es mía, aunque no me quieras, -tú me perteneces. Tendrás que aceptar
mi amor, tendrás que corresponderme.» Topacio grita rechazándole, desesperada. Logra zafarse y corre hacia la puerta gritando: «¡No!
¡Nunca!» Martín le grita enronquecido: «No podrás huir. No podrás huir de mí. Antes te mataré.» Al irse la muchacha, Martín llama a
Valeria para explicarle lo sucedido. Valeria siente en ese momento un miedo atroz. «Jorge Luis se va a enterar forzosamente, tengo que
ponerme al margen de todo esto, que él no pueda sospechar que estoy en complicidad con Martín», piensa. Valeria cita a Jorge Luis en
su casa y, muy astutamente, deja caer el tema. «Es terrible, sé que te va a disgustar muchísimo. Papá va a operar a Buitrago, el hombre
que tuvo que ver con Topacio.» Jorge Luis la mira, pálido, de una pieza. En ese momento entra el doctor Rangel, quien se ve sorprendido
por los reproches de Jorge Luis, pero confiesa que debe operarle, pues se trata de un favor. El joven le contesta tajantemente: «Bien,
hágalo, doctor Rangel, pero desde este momento yo dejo de trabajar Con usted.» Jorge Luis se va furioso, dejando a Valeria con la duda
de si lo ha perdido para siempre„…
PROXIMA SEMANA
¿Romperá Jorge Luis su compromiso con Valeria? ¿Volverá Martín a importunar a Topacio con amenazas? ¿Quién está a punto de golpear
a Martín para defender a Topacio? ¿Perdonará Jorge Luis al doctor Rangel?
--------------------------------------------------------------------
TOPACIO
TOPACIO SE ENFRENTA A MARTIN
Capítulo 9
RESUMEN DEL CAPÍTULO ANTERIOR
Evelio ha debido elegir entre el amor de Yolanda o su compromiso de casarse con Purita y ha elegido esto último. Huyendo
de caer a cada momento en la tentación de Topacio, Jorge Luis pide a Valeria que se casen lo más rápido posible.
Envalentonado por Valeria, Martín se presenta ante Topacio en el hospital. Topacio, aterrada, escucha cómo él le dice que
la ama con locura y que ella debe corresponderle por gratitud, porque todo lo que ahora es se lo debe a él. Llega incluso a
querer besarla, pero Topacio huye despavorida. Para que nunca pueda sospechar de ella, Valeria informa a Jorge Luis de
que su padre se propone operar a Buitrago. El joven, que renunció a su trabajo en el hospital para trabajar en su, consulta,
rompe 'inmediatamente con el doctor Rangel...
Tras su violenta despedida del doctor Rangel' Jorge Luis se dirigió al hospital y allí tuvo oportunidad de ver al director del, centro para
comunicarle su nueva decisión de seguir en su puesto; De regreso a Casa de sus padres, el joven médico se encuentra con que, le;
espera Valeria. Ésta le, confiesa” ‘que la 'dejó en una terrible incertidumbre al irse tan bruscamente y que lo sucedido no debe alterar los
planes de su inminente boda, pero él no opina lo mismo. «No puedo irme lejos en este momento. Si ese hombre se propone algo en
contra de. Topacio, tengo que defenderla. Además, mis relaciones con tu padre se han roto —Jorge Luis titubea— es que no estoy seguro
de ti, Valeria.» Valeria- responde explotando, de, fingida indignación. Jorge Luis le reprocha que estuviera al tanto de todo y se lo
ocultara. «Todo es muy raro, Valeria." Ella empieza a decir: Jorge Luis, te juro."», pero su frase se corta al llegar Blanca. Su discusión se
posterga. Blanca y Aurelio están 'desolados desde que saben el peligro que corre su hija con ese loco suelto por el hospital. Aurelio
promete 'a su esposa que convencerá a Topacio para que deje temporalmente su trabajo allí y que se vaya a vivir con ellos a la casa para
mayor seguridad. Topacio está tan asustada, además teniendo a Tila lejos, que Aurelio no necesita insistir demasiado y la joven se
traslada con su hijo a casa de sus padres. Martín está inquieto pensando en la manera de volver a atraer a Topacio hasta él, pero al fin
piensa en algo efectivo. Tras escribir una breve nota en un papel, Martín ordena a su enfermera, Zoila, que se lo entregue a Topacio en
cuanto la vea. En ese preciso momento se presenta Jorge Luis para pedirle a Martín que deje en paz a Topacio. Tras la sorpresa inicial,
Martín responde al joven a su pregunta de por qué vino a la capital. «He venido a operarme y no estar en desventaja con nadie para
enamorar a Topacio.» Jorge Luis le hace ver que ella no le podrá querer nunca después de lo que, le hizo. «Pienso que hay entre los dos
ciertos lazos que no pueden romperse fácilmente», es la enigmática respuesta dé Martín. Jorge Luis, exaltado, le coge violentamente por
la camisa ordenándole que se explique, pero él le contesta que no está obligado a darle explicaciones. «Usted ya no tiene nada que ver
en este asunto. Si acaso hablaré con el hombre con quien está comprometida Topacio, pero usted ya no es nadie para ella. Ahora,
¿quiere hacer el favor de marcharse?» La verdad de, la respuesta es tan evidente que Jorge Luis sale de allí con la cabeza baja. El
miedo de Topacio Daniel se enteró de lo ocurrido por la propia Topacio y enseguida toma la determinación de hablar, con Martín; pero
ella se lo impide. El insiste, pero Topacio 'le suplica, que no vaya, se lo pide por Cheíto, porque sería peor. En ese momento Valeria está
con Martín descargando toda la rabia en él. Tiene la desfachatez de recriminarle que hablará con Topacio, cuando fue ella quien se lo
propuso. Martín salta en el colmo de su asombro: «No se queje. Reconozca que la culpa es suya.» Pero Valeria continúa: «Pues, mire lo
que consiguió, romper mi matrimonio con Jorge Luis. Nos hubiéramos casado hoy o mañana y usted se hubiera visto libre del peor
escollo que quizá encontrará en su camino para conseguir sus propósitos. Veré ahora cómo logro que Jorge Luis permanezca al margen
del asunto.» Valeria se asombra cuando Martín le comunica que ya es tarde, pues él estuvo intercediendo por Topacio. Aurelio, a solas
con su hija; le hace ver que Jorge Luis no sabía nada acerca de Martín, porque de lo contrario hubiera roto con Valeria. Topacio le
contesta que le da igual lo que haga ahora; ya le apartó de su vida. En ese momento llega Carmen Julia a casa de los Sandoval a
entregar a Topacio la nota y que le pasó Zoila, -de parte de Martín: Topacio no -tarda en -leerla: «Siento que fueras así —le escribe
Martín. Quiero hablar Contigo seriamente. Te espero, Topacio. Recuerda que entre tú y yo hay un lazo que no se puede romper.» La
petición de Daniel Enterado por Valeria de que Jorge Luis fue a hablar con Martín, Daniel se apresura a visitar a su colega. Le advierte
que él no tiene derecho a inmiscuirse, en los problemas de Topacio. Jorge Luis le contesta que alguien tenía que pararle los pies a ese
hombre, ya que él no se atrevía. Daniel le contesta con rabia: «Topacio no quiso que fuera a verle por el niño. Ella no quiere provocarle,
no quiere irritarle para que no tome represalias contra el niño.» Jorge Luis le mira sorprendido, no había pensado en ello. «No le voy a
decir a Topacio que hablaste con ese hombre, es preferible que no se entere. Y, por favor, no adoptes más poses de caballero andante
defendiendo a su dama. Sus asuntos me interesan sólo a mí, ¿entendido?» Valeria acude a casa de los Sandoval para conversar con su
aliada, Hilda, y se lleva la sorpresa de encontrarse con Topacio. Por ella se entera de que ahora vive con sus padres. Topacio le explica
que -debió buscar su protección porque «alguien» dijo al doctor Buitrago dónde vivía y «alguien» le aconsejó que ingresara en el hospital
donde ella trabajaba. Valeria capta la sutil insinuación, está sugiriendo que ese alguien pueda ser yo?» Topacio le contesta sin tapujos:
«Estoy segura. Creo que lo hizo para atormentarme, para complicarme la vida. Usted me detesta y nunca ha tratado de disimularlo.»
Valeria le advierte que eso podía ser el principio, cuando la consideraba su rival. «No Yo siento que todavía me odia. Quiero pedirle' algo,
déjeme en paz No me cree más problemas. Si puede influir en Martín, dígale de mi parte que me permita seguir mi vida. Que se opere,
que se valla, que se olvide de mí Que entre él y yo no hay ningún lazo que no se pueda romper.» Dispuesto a todo Jorge Luis está en,
su apartamento cuando aparece Valeria más cariñosamente que nunca. Acariciándole, le recuerda que el vestido de novia sigue
esperando. Jorge Luis le explica que él ha tomado la decisión de esperar un tiempo hasta que se aclaren sus ideas. Martín, mientras
tanto, se ha enterado por Zoila de que Topacio no regresará al hospital y, desesperado, hace llamar a Carmen Julia y le transmite un
mensaje para que se lo diga a Topacio; ésta sólo acepta para hacerle un favor a su amiga. «Dígale que quiero hablarle de algo en común
entre los dos. Que no deseo proceder antes de tener esa conversación pero que mi paciencia tiene un límite, que si no viene será mucho
peor.» Recibido este mensaje, Topacio no tiene más remedio que acudir a verle, Esta vez la conversación es más tranquila. Martín le
pide que se siente y se excusa por su comportamiento anterior. Topacio le pregunta directamente Cuál es el lazo que les une. Él
responde que pueden ser los lazos del amor. «Bien sabes —comenta Topacio— que en la forma que tú lo esperabas de mí no te he
querido nunca y menos te puedo querer ahora. Yo voy a casarme con el doctor Andrade» La expresión de Martín cambia, ahora hay una
mueca de helada crueldad al amenazarla. «Bien, hazlo si quieres pero entonces, Topacio, yo no permitiré que te quedes con mi hijo.
Tendrás que dármelo, me pertenece.». Topacio, indignada, se pone de pie mientras él mirándola cruelmente... «No es justo que te
valgas de ese recurso, Martín. Es una crueldad-muy grande que cometes conmigo», le -reprocha Topacio. «Te equivocas, Topacio La
cruel eres tú, que me abandonaste Huiste de mí dejándome enfermo, ¿te acuerdas? Quisiste ocultarme que ibas a ser madre con toda
intención, para negarme esa felicidad. Yo asumo la paternidad de ese niño.» Topacio se yergue aún más para advertirle: «No dejaré que
me lo quites. Por mucho que intentes no lo vas a conseguir.» Martín le responde que es capaz de cualquier cosa para tenerla a su lado y
que le da una semana para contestarle. Topacio le grita, desesperada: «No te amo, Martín, Te doy mi respuesta ahora: jamás me
tendrás.» Martín responde soberbio: «Muy bien, a ti no quiero dañarte, pero me quedaré con el niño.» En ese momento llega Daniel para
defenderla. Martín le contesta burlón y Daniel se dispone a pegarle un puñetazo, pero es detenido por Topacio, quien le pide que la
saque de allí. Antes de marchar, Martín dice a Daniel triunfalmente: «Llévesela Ni aunque traten de esconderla bajo tierra podrán
apartarla de mí Yo la alcanzaré donde quiera que esté y nadie podrá romper lo que nos. une.» Más tarde, Martín recibe la visita del
abogado que él mismo ha pedido a Rangel para que le ayude a recuperar legalmente a su hijo. «Estoy dispuesto a todo; abogado.
Pídame lo que quiera, le pagaré bien si consigue que me den a mi hijo.» Por su parte, Jorge Luis tras pensarlo detenidamente, decide
reanudar sus relaciones con Valeria, porque lo sucedido con Buitrago no debe afectarles a ellos. Topacio ya tiene quien la defienda.
Valeria le pregunta si perdonará a su padre, pero ahí; Jorge Luis se muestra intransigente: «Mientras siga apoyando a Buitrago, hay algo
superior a mí que me hace repelerle y considerarle como un amigo.» Sorpresivamente, Humara logra entrar en el hospital e intenta
entrar en la habitación de su amado doctor Buitrago...
PRÓXIMA SEMANA
¿Conseguirá Martín una treta legal para demostrar que Cheíto puede ser hijo suyo? ¿Podrá disuadir Humara a Martín para que no se
opere? ¿Accederá Daniel a que el hijo de Topacio reciba los apellidos de Jorge Luis? ¿Llegará Aurelio a tiempo de inscribir a su nieto con
sus apellidos en el registro Civil, tal y como le aconseja su abogado?
Estos y otros interrogantes quedarán desvelados la próxima semana, No te lo pierdas.
--------------------------------------------------------------------
TOPACIO
MARTÍN CONFIESA “CHEÍTO ES HIJO DE JORGE LUIS”
Capítulo 10
RESUMEN DEL CAPÍTULO ANTERIOR
El doctor Buitrago ha conseguido su propósito de verse a solas con Topacio. Tras explicarle que la ama con locura, 'le pide
que vuelva a su lado. Ella le confiesa que jamás lo ha querido y que ahora, después y de lo que le hizo menos. Martín la
amenaza con quitarle al niño en caso de no doblegarse a su voluntad. Topacio le dice que jamás le quitará a Cheíto. Más
adelante, Buitrago se entrevista con el abogado que le ha "conseguido su amigo Rangel. Le dice que está dispuesto a todo
para recuperar la paternidad de su hijo. El abogado le dice que lo conseguirá. Por su parte, Jorge Luis ha decidido reanudar
su compromiso con Valeria y olvidarse de los problemas de Topacio„.
Para conseguir que Buitrago no pueda reclamar legalmente al hijo de Topacio, Aurelio piensa que lo más acertado es casarla cuanto
antes con su prometido, Daniel Andrade; éste se muestra eufórico al recibir la noticia; si de él sólo hubiera dependido, haría tiempo que
estarían casados, era Topacio quien prefería esperar. Ahora, con el miedo dentro de su cuerpo, se arrepiente de no haberse casado ya.
Aurelio se muestra satisfecho por la buena Acogida de su propuesta y emplaza la boda para 'lo antes posible. Pero sobre todo hace
hincapié en que lo hablado sea guardado en secreto, porque de saberlo Buitrago se Adelantaría a sus planes. Blanca lo tranquiliza,
asegurándole que no hay manera de que pueda enterarse. Pero, sin la bondadosa Blanca 'se equivoca porque no Sospecha de su
chismosa y pérfida 'cuñada, a la que le ha faltado tiempo para contarle todo a su amiga Valeria. Esta a su vez se apresura a contárselo a
Buitrago. «Doctor, si no se apresura, se van a burlar de usted» Pero Martín la tranquiliza contándole que lo ha dejado todo en manos de
un eficiente abogado. Mientras Valeria ayuda a Buitrago a conseguir sus propósitos, su prometido, Jorge Luis, está haciendo todo lo
contrario. En ese momento está proponiendo a Daniel algo que le sale del alma: él puede reconocer a Cheíto para salvarlo de las garras
de Martín. Así se lo manifiesta a Daniel. «Yo soy el único que puede impedir que ese hombre se aproveche de Topacio. Díselo así a ella.
Estoy dispuesto; mañana mismo si hace falta, a poner a ese niño bajo mi nombre.» Aunque parezca extraño, Daniel mira a su colega con
infinito desprecio porque, le dice, sólo lo hace por lástima, por caridad. «Lo hago para que no le quiten el niño a Topacio. Me parece que
mi gesto es noble y no merezco tus reproches», Opina Jorge Luis. Pero Daniel, no cede. «No es necesario que te sacrifiques, puedes
guardarte tu apellido. No debes preocuparte, ya está todo resuelto. Y la solución viene de mi parte, no de la tuya.» Daniel se guarda tan
profundamente este ofrecimiento, que Topacio no llega a enterarse, pensando, equivocadamente, que Jorge Luis no ha movido un dedo
por ayudarla. La sirvienta, y amante, india de Buitrago se lamenta en silencio por no haber podido dar con su señor dentro del gran
hospital. «Martín, ¿dónde estás? Te necesito, yo no puedo vivir en esta soledad. Si se opera se va a morir, se morirá.» Su único consuelo
es culpar de todo a Topacio. «Todo por ella, Va a arriesgar su vida por esa mujer. Topacio será la única culpable. Cómo te odio, Topacio.
No sabes cuánto te odio.» Martín espera impaciente el regreso de su defensor, Machado, quien ha ido a entrevistarse con Topacio para
recordarle el plazo de una semana que se le impuso para decidirse. Pero cuando Machado le expone su pesimista punto de vista, a Martín
le da un infarto del disgusto. «Mire, según la ley usted no tiene absolutamente ningún derecho sobre el niño. Siento decirle que, aunque
fuera realmente suyo, usted no tiene derecho a reclamarlo. El único chance que debemos ganar en este asunto es que ella se asuste y
acceda a someterse a nuestras consideraciones.» Martín arremete contra él verbalmente, hecho una furia, y al final, a Machado no le
queda más alternativa que prometerle una revisión minuciosa del caso para buscar una solución. Por su parte, Topacio también se ha
enterado por su abogado, Estrada, de la imposibilidad de que Buitrago pueda hacer Algo legal contra ella. Su rostro vuelve a recuperar la
sonrisa, después de la extrema tensión. Siempre sincero en todo, Jorge Luis acaba informando a Valeria de su propuesta de reconocer a
Cheíto como hijo propio, y que incluso se le paso por la mente someterse a una prueba de sangre. Valeria se interesa vivamente por este
análisis y él le explica minuciosamente en qué consiste. Su único interés es utilizarlo para sus propósitos. Por sólo diez días Valerla,
feliz porque cree haber encontrado la panacea para erradicar sus temores, propone a Buitrago que se someta a la prueba de sangre para
demostrar que es el padre de Cheíto. Martín la mira nervioso y al mismo tiempo divertido por la ingenuidad de la joven. Valeria se
sorprende al oírle confesar que él no es el padre del niño, le mintió a Topacio sobre su paternidad para retenerla. Valeria lo mira,
preocupada. «Yo pensaba que usted era sincero cuando reclamaba sus derechos sobre ese niño. Ahora sé que no es el padre, ni siquiera
la duda. Resulta una noticia muy desagradable, doctor.» La tristeza en que permanecía sumido Martín desde las malas noticias que le
trajera su abogado, se desvanece como el humo en cuanto éste se presenta triunfalmente ante él exclamando que ha encontrado la
solución. Revisando detenidamente los datos del caso y comprobando ciertas fechas, ha encontrado algo muy curioso. «Esa criatura vino
al mundo diez días después de los nueve meses que marca la ley, contando a partir de la separación del matrimonio. Eso prueba que
usted es el padre.» Martín no cabe en sí de gozo. No tarda en dar la buena noticia a Valeria, pero aun así ésta tiene miedo a que se
compliquen las cosas. Por ello, se atreve a pedirle a Martín: «Yo necesito que el niño desaparezca. Desde que sé que realmente Jorge
Luis es su padre, tengo un miedo terrible de que él se pueda dar Cuenta. Quítele el niño a Topacio. Si lo hace, ella lo seguirá. Lo seguirá,
aunque sea al fin del mundo. Es su única forma de tenerla. Quítele al niño y los dos.» La inmensa dicha que reinaba en el hogar de los
Sandoval por la anterior buena noticia, se viene abajo tras la visita de Machado y su hallazgo. Aurelio, al enterarse, llama en seguida a
Estrada, su abogado, para que les aconseje. Valeria no podía sospechar que la noticia afectase de esa manera a su prometido. Como
viene siendo habitual, ella ha sido la primera en informarle de la certeza de la paternidad de Martín. «Querido, no hace falta que te hagas
la prueba de sangre. El abogado de Buitrago ha demostrado que el niño nació después de los nueve meses de estar separada de ti.» Sin
saber muy bien por qué, Jorge Luis se siente abatido por la noticia. «Así que era de él, era de él», repite sin cesar. Valeria le confiesa que
no entiende por qué siente la pérdida de, un niño que no es suyo. Jorge Luis le explica: «Es que cuando lo vi sentí algo muy especial,
algo que me unía a él, pero ahora ya no existe la duda.» El cumpleaños de Yoli La llegada del abogado tranquiliza a los Sandoval,
sobre todo, cuando les asegura que la causa de ese hombre no puede triunfar nunca por falta de peso legal, Aun así, Daniel y Aurelio
insisten en que tome todas las medidas. Al final, Estrada les recomienda, para mayor seguridad, que inscriban al niño. «Hay que hacerlo
en seguida. Que Topacio lo registre inmediatamente. Y mejor aún sería que ella apareciera como su madre y el doctor Sandoval como su
padre —Topacio interviene explicando que él se negó—. Pues la ley lo obliga —prosigue ese niño nació dentro de la vigencia del
matrimonio y sigue siendo hijo del doctor Sandoval» Una vez más se recomienda la máxima discreción, nada de lo dicho debe llegar a los
oídos de Buitrago. Pero, por supuesto, éste se entera por medio de Valeria, que a su vez ha sido puntualmente informada por la espía
Hilda. Buitrago, curiosamente; le pide que se quede tranquila, porque todo está bajo control. Mamá Tila se entristece cuando encuentra a
su pequeña Topacio llorando desconsoladamente. La joven – le manifiesta -su zozobra; «Estoy muy asustada. Yo tenía la íntima
convicción de que mi hijo era de Jorge Luis. Lo sentía así, y ese era mi consuelo. Ahora ni eso tengo, no me queda esa esperanza.»
Yolanda ha conseguido convencer a Evelio para que ambos salgan juntos, asegurándole que sería la última vez y que le concediera el
capricho como regalo de Cumpleaños. Tras unas horas juntos, ella se lamenta ante Lala de que él la bese con pasión y la abrace, pero
que nunca diga que va a abandonar a Purita por regresar junto a ella. Lala acaba reprochando a Evelio que engañe a su prometida y le
aconseja que se case cuanto antes con ella y olvide a la señorita Pero Evelio confiesa su confusión. «Tengo miedo. Me faltan las fuerzas
para arrancarme a Yolanda para siempre.» Estando en su apartamento con Valeria Jorge Luis recibe la llamada telefónica de su padre,
quien le pide que acuda rápidamente a verlo' Jorge Luis se extraña, pero Valeria le explica que es para pedirle que inscriba a Cheíto con
'apellido. Puesto sobre aviso, Jorge Luis, al llegar a casa de sus padres y ver al niño, pida a Blanca que se lo lleve. «Aparta al niño, no
quiero verlo.» Aurelio no tarda en aparecer y le explica a su hijo que ya dispuso todo para que él y Topacio consten como los padres de
Cheíto. Jorge Luis se dispone a protestar por haber actuado sin consultarle primero, cuando aparece el abogado dela familia, encargado
de realizar los trámites. Aurelio le pregunta, impaciente, si su nieto está ya inscrito, a lo que Estrada responde: «Lo Siento, pero me fue
imposible, señor Sandoval. El niño está presentado con el nombre de. Martín Buitrago...»
PROXIMA SEMANA
¿Quién se enfrentará a Martín para exigirle que deje en paz a Topacio? ¿Hará ésta algo para impedir que Buitrago le quite a su hijo?
¿Accederá Martín a someterse a una prueba sanguínea? ¿Hará algo Jorge Luis para ayudar a. Topacio?
No os perdáis la próxima semana la contestación a éstas y otras preguntas.
--------------------------------------------------------------------
TOPACIO
LA INDIA YUMARA ATACA A TOPACIO
Capítulo 11
RESUMEN DEL CAPÍTULO ANTERIOR
Topacio está rota de dolor ante la constante amenaza de que Martín se apodere de su hijo, a pesar del optimismo del
abogado de la familia, quien opina que legalmente no tiene ningún derecho sobre él. Pero, ante la insistencia de los
Sandoval acaba aconsejándola que Topacio y Jorge Luis inscriban de inmediato a Cheíto el hijo de ambos, alertado de este
plan por Valeria y Hilda, se les adelanta inscribiendo a Cheíto, horas antes, bajo el nombre de José Buitrago.
Esa noticia causa consternación en los Sandoval, especialmente en Topacio, que se derrumba abrumada por el dolor. Pero el eficiente
abogado, Estrada, los tranquiliza asegurándoles que la batalla legal todavía no está perdida. Para empezar, Martín Buitrago no puede
apoderarse del niño de inmediato, porque antes debería celebrarse un juicio. Y, por otra parte, les dice que lo mejor ahora es ponerse en
contacto con el abogado de Buitrago. Topacio, dispuesta a luchar deteriorada-mente para evitar que Buitrago le quite a su hijo (lo
demostrará con creces más adelante, arriesgándose valientemente), le pide a su abogado estar presente durante la conversación con
Machado, el defensor de la parte contraria. Por su parte, Jorge Luis no está dispuesto a ayudar a Topacio, pues, al ver que él poco puede
hacer ahora que Martín ha reconocido a su hijo, y se marcha de la casa de sus padres, para disgusto de éstos y de Topacio: Mientras la
pobre Topacio sufre por la suerte de su hijo, Evelio se reconcome por dentro ante el dilema de no saber a quién elegir, si a Yolanda o a
Pura. Ésta sigue ilusionada con los preparativos de la boda, y Yolanda continúa acosándole para que salga con ella. Lo malo es que Evelio
se siente incapaz de negarse a salir con ella a pesar de saber que está faltando el respeto a su novia. El lugar del encuentro entre las dos
partes que reclaman a Cheíto se produce en el despacho de Machado. Para sorpresa de Estrada y, sobre todo, de Topacio, se encuentran
con que también Martín ha querido estar presente. Tanto él como Topacio se miran fijamente, desafiantes. Estrada se ratifica en que la
paternidad del niño le corresponde a Jorge Luis; en cambio, Estrada ataca argumentando que el doctor Sandoval jamás lo reconoció, «y
sus motivos tendría», señala sibilinamente. Estrada intenta, imponer con firmeza sus razones, pero Machado le informa que están
dispuestos a impugnar basándose «en que la separación física del matrimonio tuvo efecto y el doctor Sandoval no tenía acceso a su
esposa, Inmediatamente después del matrimonio él se vino para Caracas, y aquí se quedó durante algún tiempo, buscando trabajo y
vivienda. Regresó a da hacienda y apenas unos días más tarde la señora huyó. Cuando comprendió que iba a ser madre. Ella sabía que
el padre era mi defendido, el señor Buitrago, y lo vamos a demostrar con documentos y testigos», La opinión del ginecólogo Llegado
a ese punto de la discusión, Topacio, nerviosa, se pone en pie, alzando la voz a Machado: «Él no quiere a mi hijo, no le interesa. Lo está
usando como instrumento para obligarme a que acepte su antor.» Estrada -intenta calmarla y Machado finaliza la conversación
comunicándole a su oponente que el caso irá a juicio y que lo ganarán, sin duda. Al tiempo de salir, Martín coge a Topacio fuertemente
del brazo y le dice entre dientes: «Estás a tiempo aún. No tengo empeño en quitarte al niño. ¡No me obligues!» Topacio, con gesto logra
zafarse y se va sin contestarle, Humberto, cl médico compañero de Jorge Luis, y la enfermera Carmen Julia, amiga de Topacio, están
intentando confirmar Su impresión de que hay niños que nacen hasta con cuatro semanas de retraso. Al fin logran comprobarlo
consultando el tema con el especialista en ginecología y obstetricia del hospital, el doctor Pérez. Él les confirma que, al igual que hay
sietemesinos, también hay niños que nacen fuera de cuentas, son los llamados hipermaduros, y suelen ser niños de madres primerizas.
Como en el caso de Topacio. Humberto no tarda en participar toda esta interesante información a Jorge Luis, 'asegurándole que el niño
es suyo. Pero él se resiste a creerlo. Humberto le repite, una vez mis, que sólo hay un modo de averiguarlo: la prueba de sangre. Tras
mucho insistirle, Humberto logra sacar a colega el sí que anhelaba. Jorge Luis acepta. «Está bien, Humberto, cuenta conmigo. Voy a
someterme a la prueba sanguínea.» Humberto promete a Jorge Luis que hablará con Buitrago para que también se someta a la prueba.
Aurelio y Daniel, juntos en la sala de los Sandoval, están intentando encontrar la mejor solución para pararle los pies a Buitrago. Para
Aurelio la única manera es pidiendo a Jorge Luis que inscriba bajo su nombre a Cheíto. Pero Daniel opina que es mejor prescindir de él.
«Debo ser yo quien tome cartas en el asunto. Siempre he tenido ganas de encararme con ese individuo, de intimidarle, si es necesario.
Voy a ir Aurelio se opone tajantemente. «No, seré quien vaya. Entre Martín Buitrago y hay viejas cuentas aún por saldar,»
Martín, que está hablando con Machado, se sorprende al ver entrar a Aurelio Sandoval, y más cuando éste le espeta: «Yo un día le
entregué a mi hija y ahora vengo a defenderla. Más vale que la deje en paz. Váyase bien lejos y no siga importunándola. Ella jamás
caerá en sus brazos.» Martín le contesta que Topacio es libre de ir con él o no, pero en cualquier caso se llevará al niño. Aurelio,
duramente, le reprocha que sea capaz de quitarle el hijo a una madre que ha puesto todas sus esperanzas en él. Martín, retándolo, le
dice que es suyo, que lleva su sangre. Aurelio, cede implorante. «No lo haga, le daré mi fortuna si renuncia.» Pero Martín no se rinde.
«No me interesa su fortuna. Quiero a Topacio. Y dígale que si espera a que la ley me conceda la tutela del niño, no lo verá nunca más.
Dígale que tiene que ser ahora. Si no, me lo llevaré lejos y no volverá a verlo ni a saber de él». Aurelio no puede Contenerse más. «Es
usted un canalla!», le grita, al tiempo que se abalanza contra él, logrando cogerlo por el cuello con la intención de estrangularlo. Machado
reacciona rápidamente, ayudando a su defendido y exigiendo a Aurelio que se marche. Este le dice «Si usted no hubiera intervenido,
tenga la completa seguridad de que este hombre no hubiera salido con vida de mis manos». La crueldad de Hilda. Hilda, furiosa
porque Cheíto le ha roto su sombrero favorito al irlo a acariciar, le está propinando un fuerte cachete en la nalga. Domitila entra en el
cuarto al oír los lloros del niño y ve a Hilda ensañándose con él. Como es natural, Tila se pone hecha una furia contra Hilda. «Una bicha
es lo que es. Debería darle vergüenza, pegarle a un angelito de Dios, aprovechándose de que estaba solo». Hilda le replica
desabridamente, «¿Angelito de Dios?» No me haga reír, bien feo que es el padre. Además no tengo que aguantarle sus destrozos y sus
majaderías, por eso le pegué y no me arrepiento». Domitila corre a contárselo a Topacio. En ese momento entra Yolanda, quien al saber
lo ocurrido le pide a su prima que no le diga nada a Aurelio, pues las echaría de casa y no tienen a dónde ir. Topacio consiente en no
decir nada, para hacerles un favor. Pero Domitila se siente herida en su amor propio y advierte: «Muy bien, si no se va ella, entonces
me voy yo». Topacio no tiene más remedio que decidir regresar a la pensión para evitar un escándalo, renunciando a la protección de sus
padres. Éstos, al enterarse de la determinación de Topacio, intentan disuadirla, pero nada la hace cambiar de parecer. Finalmente,
Topacio explica a Aurelio que también ha decidido volver a trabajar en el hospital, así podrá ver a Martín y conocer sus planes
diariamente y que, por su hijo haría cualquier cosa. Gracias a Carmen Julia, que ha intercedido por ella ante el director del centro,
Topacio logra reincorporarse de inmediato como enfermera. Buitrago se ha negado en redondo a someterse a la prueba sanguínea
propuesta por Humberto. Para evitar sospechas ha alegado que necesita tranquilidad, pues pronto se va a someter a una operación.
Martín no tarda en tener otra sorpresa: Humara se presenta ante él reprochándole que la haya dejado sola. Él la desprecia, obligándole a
marcharse. Ella le amenaza con contarle la verdad a Topacio sobre el niño. Él le contesta que eso ya lo arreglo pues se ha demostrado
que es hijo suyo. Humara sale del cuarto maldiciéndolos a los dos. En mitad del pasillo se encuentra con ella, y Humara, cegada por el
odio, se abalanza a su cuello, apretándolo con las manos. Afortunadamente, Jorge Luis se encontraba cerca de ese momento y puede
separarle a tiempo, haciendo detener a la india inmediatamente, Topacio, después del se lleva una alegría cuando Carmen Julia le cuenta
la versión del especialista sobre los niños hipermaduros. Topacio se alegra enormemente, pues ahora está segura de que Jorge Luis es el
padre de Cheíto. «Lo es, lo es, y eso para mí es un gran consuelo». También es Carmen Julia la encargada de comunicarle a Topacio que
Jorge Luis aceptó someterse a la prueba de sangre, pero no se pudo hacer por la negativa de Buitrago. Topacio piensa que quizá ella le
podría convencer. El doctor Rangel, pese a encontrarse francamente mal de salud (se siente cansado y sufre fuertes jaquecas), se
atreve a enfrentarse la delicada operación de Martín. Éste no cabe de contento al saber que le operará inmediatamente…
PROXIMA SEMANA
¿Logrará Topacio convencer a Martín para que acepte la prueba sanguínea? ¿Sufrirá el doctor Rangel algún ataque que le impida realizar
la operación? ¿Se verá obligado Jorge Luis a operar a Martín? ¿Morirá Buitrago en la operación?
Conoce la respuesta con nosotros la próxima semana.
--------------------------------------------------------------------
TOPACIO
JORGE LUIS LE SALVA LA VIDA A SU ENEMIGO MARTIN
Capítulo 12
RESUMEN DEL CAPÍTULO ANTERIOR
Buitrago ha logrado inscribir a Cheíto bajo su nombre. Los abogados deciden llevar el asunto ante los tribunales, el juez
decidirá. Pero mientras, Topacio decide reincorporarse a su trabajo en el hospital para estar cerca de Martín y así,
enterarse de todos sus planes. Jorge Luis está dispuesto a someterse a la prueba de paternidad, Topacio pedirá a Martín
que también se someta. Pese a estar gravemente enfermo, el doctor Rangel dice a Martín que lo operará inmediatamente.
A pesar de que Topacio llega, incluso, a rogarle, Buitrago no accede a su petición de la prueba sanguínea. Al igual que contestó a
Humberto, se escuda en que debe guardar sus energías para "la operación y no alterarse por nada. Topacio se va sospechando que el
verdadero motivo de su negativa es por miedo a que se descubra que no es el padre de Cheíto. Por fin ha llegado la hora de la verdad, el
momento de la operación se aproxima. Sólo faltan unos minutos. Martín hace llamar a Topacio para que esté con él en estos minutos tan
Angustiosos. «Topacio, a pesar de estar enfermo, me voy a operar, quizá me quede en la mesa de operaciones. Voy a correr ese riesgo
por ti» —Topacio le pide suavemente que calle, no es bueno que se altere—. Martín le ruega que le dé su mano, que sea dulce con él y le
dedique una sonrisa. Para fortuna de Topacio, él se des-maneja en la camilla antes de tener gue darle la mano, «No, no moriré, y cuando
esté bien te voy a perseguir, te quitaré a tu hijo. Tu amor no me importa, lo tendré como sea. No voy a morir.» Martín se adormece por
el efecto del sedante y Topacio ve cómo se lo llevan los enfermeros hacia él. No puede evitar pensar que si muriera se terminaría para
ella la gran angustia que la mortifica. El doctor Rangel pide a su ayudante un analgésico, pues no puede soportar más la jaqueca que le
atormenta. Pese a encontrarse mareado, el doctor se dispone con buen ánimo a realizar su última operación —así se lo ha prometido a
Valeria— y después descansará. El coraje de Jorge Luis La operación es lenta y laboriosa, una hora y el doctor está acabando de
borrar la cicatriz del rostro de su amigo, ahora sólo falta quitarle el injerto del muslo y colocarlo en la Cara. Se ve al doctor con esa
intención, pero de pronto se tambalea, parece mareado. Se agarra penosamente a la mesa de operaciones, cayendo inmediatamente al
suelo, arrastrando los instrumentos con él. Carmen Julia y los demás se quedan perplejos. Intentan reanimarlo, pero todo es inútil, el
doctor Rangel está muy grave. No tarda en ser trasladado a la sala de reanimación, siendo atendido por Humberto. Pero allí fallece casi
en el acto, víctima de un derrame cerebral. Al ser un enfermo del corazón, a Martín le han proporcionado la cantidad más baja de
anestesia, es decir sólo media hora. Si no encuentran a un sustituto rápidamente que lo siga operando, morirá. Carmen Julia lo sabe y
por ello se arriesga a pedirle a Jorge Luis, que sea cirujano plástico, que continúe él. Cegado por el odio y la aversión que siente por
Martín, Jorge Luis se niega rotundamente a operarlo. «A mí no me importa que muera Esa persona es el ser que más detesto en el
mundo. Y yo no soy San Francisco de Asís, soy un hombre, en estos momentos, incapaz de perdonar.» Carmen Julia le mira duramente,
tiene que mostrarse firme para convencerle: «Usted es un médico. Se olvida que por encima de todo es un médico. Si tanto odia a ese
hombre, enfréntese después, cuando esté sano, en la calle y mátelo si quiere. Pero no lo deje morir abandonado en una mesa de
operaciones, negándole el auxilio de un médico a que toda persona tiene derecho.» En ese momento entra Humberto y Jorge Luis
aprovecha para decirle, un poco ahogado, que a Valeria para darle la mala noticia, pues él la llamó pidiéndole que viniera. Seguidamente,
Jorge Luis se dirige a atender a su mayor enemigo. Se ve obligado a operarle. La operación ha sido un éxito. Martín lucirá una cara
nueva. Carmen Julia se dispone a felicitar a Jorge Luis cuando, de repente, le alarma una señal en el monitor. «¡Doctor, se va, se va, se
está muriendo». Jorge Luis reacciona instantáneamente ordenando lo que se ha de hacer. Lucha denodadamente por salvarlo y, cuando
ya parecía perdido, logra recuperarse. Martín saldrá ileso de la mesa de operaciones. Difícil de creer Topacio se entera por Humberto
de la noticia del fallecimiento del doctor Rangel y también de que Jorge Luis no ha tenido más remedio que operar a Martín. Así se lo está
explicando cuando entra Valeria en el consultorio, ajena por completo a la tragedia. Humberto es el encargado de darle la mala noticia,
una auténtica jarra de agua helada para Valeria. «¡Nooooo!», es cuanto acierta a exclamar Valeria, llevándose las manos al rostro y
llorando desconsoladamente. Aun con todo, prefiere esperar a su prometido. Mientras tanto, en la pensión, Nicomedes, el padre de
Purita, aprovecha la visita de Evelio para dejarle bien claro lo que piensa. Para él es una vergüenza que su hija espere tiempo a casarse,
lleva meses así. Por eso le dice que se apure con lo de la boda, «no quiero que mi hija se vaya a poner vieja esperando». Evelio conviene
con Purita, más tarde en que su suegro tiene razón. Ahora mismo se presentará ante su jefe, Aurelio, para despedirse, así podrán
casarse ya e irse rapidito a «las Taparitas». «Es increíble, es increíble», repite Martín al poco de despertar de la anestesia y tras haberse
enterado por Zoila de todo lo ocurrido. La enfermera le explica que estuvo a punto de morir y que el doctor Sandoval hizo el milagro de
devolverlo a la vida. En ese momento, Jorge Luis se encuentra en su consultorio con Valeria. Trata de consolarla, pero ella, olvidando su
dolor, le recuerda que le prometió que dejaría de trabajar en el hospital tras la operación de Buitrago y que se casarían inmediatamente:
«Espero que cumplas tu promesa, querido.» Jorge Luis se lo promete, pero antes quiere quedarse a atender a Martín, por si necesitara
algo. Valeria acepta protestando. Yolanda se queda petrificada cuando Aurelio anuncia en casa la decisión de Evelio de dejarlos para
casarse y marcharse a la hacienda. Pero, explica Aurelio, no se marchara hasta haber encontrado otro chófer que le sustituya, y para ello
ha puesto un anuncio en la prensa solicitándolo. Para satisfacción de Martín, es la propia Topacio quien le toma la temperatura y lo cuida.
Jorge Luis entra para visitarle y pide a Topacio que le espere fuera un momento, pues quiere decirle algo. Al quedarse solos, Martín
aprovecha para agradecerle, cínicamente, el haberlo salvado de morir. Jorge Luis le pide que no se lo agradezca, pues si por él hubiera
sido le habría dejado morir. Martín le pregunta por qué lo hizo entonces y él le explica que por el sentido elemental del deber. Jorge Luis
le sorprende pidiéndole algo que le devuelva el favor que le hizo salvándole la vida. Martín queda intrigado y pregunta qué puede hacer.
Jorge Luis le mira serio: «Renuncie a Topacio. Cuando salga del hospital váyase lejos, olvídela.» Martín no se deja vencer por
sentimentalismos: «Yo quería seguir viviendo por ella. La única forma que tenía de librarla de mí era dejándome morir, pero su código
moral le impidió aprovechar la ocasión. Ahora confórmese, Dr. Sandoval. ¡Esta' vivo y Topacio será mía.» Jorge Luis sale de la habitación
con el ceño fruncido, furioso. Topacio le está esperando, como le ha pedido. Jorge Luis quiere saber qué siente hacia él por haberle
salvado la vida a Martín. Topacio, serenamente, le dice que no entiende por qué le formula esa pregunta. Jorge Luis le dice que él sabe lo
que significa para ella que ese hombre siga viviendo. Sin darse cuenta se extiende en una larga justificación de su acto. Topacio, casi
fríamente, le dice que lo comprende. Jorge Luis le reprocha que esté tan distante, tan indiferente: «No te preocupes por haberle salvado
la vida a Martín —contesta Topacio—. Eso tiene disculpa, lo otro no. El haberle cerrado tu corazón a mi hijo. Por eso ya sé que no puedo
esperar nada de ti» Topacio se va, dejándolo dolido. Carmen Julia pregunta a Jorge Luis si Martín estará muchos días en el hospital; él le
contesta que le dará de alta pronto. Mientras, Martín se desespera pensando si se habrá borrado la cicatriz. La primera reacción de
Yolanda al encontrarse con Evelio es reprocharle duramente su decisión de casarse, precisamente cuando había estado tonteando con
ella. Pero ahora le pide disculpas por haberle dicho cosas tan terribles. «Es que, a veces, me vuelvo loca —Evelio le pide que lo olvide,
pero Yoli continúa—. No quiero que se afee el recuerdo mío cuando te vas lejos. Cuando ya no podamos vernos y te acuerdes de mi de
vez en cuando.» Evelio, turbado le dice que lo que pasó no tiene nada que ver con ella. Yolanda, a punto de llorar: «No vas a olvidarme
del todo, ¿verdad? Es que si me olvidas, será como si hubiera muerto.» Evelio le pide que no llore y casi con rabia le reprocha que viniera
para hacerle una escena: «No, no, sólo vine a disculparme, de veras. Después de la pelea que tuvimos me puse a pensar y decidí que no
podíamos separarnos así, prefiero que conserves la ilusión de todo lo bonito que fue lo nuestro y te lleves la imagen de quien, pese a sus
errores, te ha querido con locura y renunció a lo que fuera por llegar a ti, y no se conformará jamás con perderte.» Evelio, con un nudo
en la garganta, le dice que se va, pero Yolanda le detiene: «No, me voy yo. No me huyas, ves que ahora no te pido nada. Ya te dejo
tranquilo, Evelio. Perdóname.» Yolanda se marcha sollozando y dejando a un Evelio abrumado por el gesto de amor de ella...
PROXIMA SEMANA
Yolanda ha dicho que no se conformará con perderlo, ¿intentará algo para impedir su con Purita? Cuando le quiten la venda a Martín,
¿tendrá todavía la cicatriz? ¿Pensará algo para escapar de Martín si la sentencia le favorece a él? ¿Mantendrá Luis Su promesa de casarse
de inmediato con Valeria?
--------------------------------------------------------------------
TOPACIO
MARTÍN MUERE CONFESANDO LA VERDAD A JORGE LUIS
Capítulo 13
RESUMEN DEL CAPÍTULO ANTERIOR
Valeria saborea las mieles del triunfo, que Jorge Luis le ha prometido casarse con ella inmediatamente después de que su
padre opere a Martín. Ese momento ya ha llegado, pero ocurre algo imprevisto: de dolor Rangel, que padecía una grave
enfermedad, muere durante la operación de Buitrago. En cumplimiento de su deber como único cirujano plástico del
hospital, se ve obligado a continuar la operación y, además, a salvar la vida de Martín, pues este sufre un infarto cardiaco
en la mesa de operación.
Evelio Montero es ahora un hombre atrapado entre dos quereres diferentes, sabe que debe decidirse pero, ¿cómo hacerlo sin hacer
mucho daño a una de las dos? Es a la buena de Lala a quien acude a contarle sus citas amorosas y ésta, preocupada, corre a pedirle a
Yolanda que deje en paz al pobre muchacho. Pero Yolanda, lejos de rendirse, le confiesa que encontrará la manera de retener a Evelio
para que no se case con Purita. Valeria debe conformarse con postergar la boda que tanto anhela debido a la repentina muerte de su
padre, y a que Jorge Luis no puede abandonar el hospital hasta que su paciente, Buitrago, se a dado de alta. Pero Valeria se aprovecha
de su recién adquirida condición de huérfana desvalida y triste para chantajear emocionalmente a Jorge Luis y conseguir que mantenga
su promesa de matrimonio. «Si Valeria, todo quedará atrás y comenzaré una nueva vida a tu lado», asegura Jorge Luis. El asombro de
Evelio Ahora que sabe que los abogados han decidido llevar el asunto ante los tribunales, Topacio vive angustiada temiendo que Martín
pueda quedarse con su hijo. Pero ese temor la ha llevado a tomar una decisión: en caso de que la sentencia favoreciera a Martín, ella se
iría sola con su hijo muy lejos, donde nadie pudiera encontrarlos. Sería el único modo de escapar de Martín. Así se lo confiesa a Daniel
cuando éste le pregunta qué haría en caso de que la petición de Buitrago triunfase. La terrible sospecha de que Jorge Luis pudo haberse
vengado de él en la operación, dejándole la cicatriz como estaba, ha mantenido a Martín en vilo, esperando impaciente el momento de
verse librado del vendaje. Ese momento ha llegado al fin, Jorge Luis le está desprendiendo la venda. Martín, incapaz de reprimir por más
tiempo su impaciencia, coge el espejo que se ha mandado traer y se mira. Una mezcla de asombro y dicha ilumina su mirada al ver su
rostro completamente limpio, normal. Ya no está desfigurado, ya no tiene la horrible cicatriz. Ya es de noche cuando, dejándose arrastrar
por la pasión, Yolanda penetra en la habitación de Evelio, situada en la parte de atrás de la mansión de los Sandoval. La joven percibe a
Evelio tendido en la cama. Parece hablar en sueños, dice algo ininteligible. Yolanda teme que esté enfermo y se acerca a su pecho
dispuesta a ayudarle. Pero no tarda en comprender que el extraño comportamiento de su amado es producto de una mayúscula
borrachera. Yolanda decide al punto llevar su plan a cabo dejándole su pañuelo de seda, que siempre lleva al cuello, junto a su almohada
para que Evelio crea al despertar que ha pasado una apasionada noche de amor. El joven Evelio, que en su vida se había emborrachado,
y que la noche pasada sólo lo hizo para tratar de olvidar a Yolanda, se encuentra al levantarse con un terrible dolor de cabeza y con el
pañuelo «descuidado» de Yolanda. El joven no se explica cómo ha ido ese pañuelo hasta su cama; es más, tampoco sabe cómo llegó él,
no recuerda absolutamente nada de la noche anterior. Al poco rato, Yolanda se encarga de sacarlo de dudas insinuándose con su mirada
picarona y con su aire evidente de complicidad. «Evelio, cariño, estoy feliz porque ahora estamos más unidos que nunca», le dice. El
joven la mira aterrado y ella se aleja satisfecha por el buen resultado de su maniobra nocturna. Inesperado ataque Martín está
sumamente alterado al saberse un hombre nuevo. Manda llamar a Topacio y cuando le tiene delante no puede por menos que mostrarse
orgulloso y seguro de que la joven se va a echar en sus brazos. Pero Topacio lo rechaza asegurándole que poco importa que se haya
quitado la cicatriz, pues su fealdad la lleva en su alma, jamás le perdonará la acción innoble que cometió con ella. «Tú va a ser mía de
todas maneras», la amenaza Martín dándose fuertes golpes en el pecho en señal de poder. Martín en ese momento cae fulminado en el
suelo debido a un fuerte ataque al corazón, que no ha resistido sus excesos. Topacio, asustada, corre en busca de un médico. ES Jorge
Luis quien, una vez más, intenta salvarle la vida. Al día siguiente, tras pasar la noche dormido bajo la acción de los sedantes, Martín
despierta viendo a Topacio a su lado, atendiéndole. Martín musita su nombre y, casi en un susurro le comenta: «Me gustaría decirte
tantas cosas —su mano se cierra sobre la de ella—. Topacio, ¿tú deseas que muera para librarte de mí?» Esta vez Topacio no aparta su
mano y con mucha bondad, no exenta de sinceridad, le contesta: «No, créame que no, Martín.» Topacio ha comprendido que Martín se
está despidiendo de ella. En ese momento aparece Jorge Luis y ella se retira del cuarto. Al quedarse a solas con el joven médico,
Buitrago comete la locura de soltarse bruscamente el suero que le mantiene vivo. Jorge Luis, alarmado, intenta impedirlo, pero Martín le
pide, como última voluntad, pues sabe que va a morir, que no lo martirice con aparatos. Jorge Luis trata de explicarle que debe luchar,
pero Martín le pide que lo escuche, pues tiene algo importante que decirle. Martín se confiesa «Es curioso —se sincera Martín— cómo
cambia un hombre frente a la muerte. Ahora yo le tengo miedo, más que a la muerte en sí, a lo desconocido. Lo cierto es que la hora de
morir es la hora de la verdad, doctor Sandoval. Y yo tengo una verdad que decirle a usted antes de irme para siempre.» No sin mucho
esfuerzo, Martín continúa. «Pero antes de decirle lo que quiero que sepa usted, debe saber que yo amo a Topacio desde que la conocí.»
Martín relata al asombrado Jorge Luis su encuentro con ella y cómo quedó arrebatadamente loco de amor por la joven desde el primer
momento. Le explica que la salvó de morir abrasada por el fuego y que por ello quedó desfigurado. Jorge Luis lo interrumpe para
reprocharle que si la amaba tanto por qué cometió aquella bajeza con ella. Martín le aclara: «No, doctor, eso era lo que quería decirle. El
niño no es hijo mío. Aquella noche, nada pasó, ¿comprende? Yo no la toqué. Topacio nunca estuvo en mis brazos.» Jorge Luis,
completamente sorprendido, le pide nerviosamente que se explique con detalle y Martín así lo hace, para luego concluir. «Yo no la toqué,
nunca fue mía. Supe respetarla siempre.» Valeria lo sabía Jorge Luis, confundido y abrumado por el alcance de las palabras de
Buitrago, le pregunta si no estará mintiendo ahora que sabe que va a morir, pero Martín le disuade. «Ya le dije que a la hora de la verdad
no se miente. Además, si quiere convencerse pregúntele a Valeria.» Jorge Luis se queda pálido de asombro. «Pero, cómo, ¿ella lo sabe?»
Martín asiente con la cabeza y continúa. «Si usted no me perdona quizá Dios sea más misericordioso conmigo y me absuelva de mis
pecados. Al menos no me llevo esa mentira. Ya usted sabe que estuvo engañado y puede rectificar. Topacio sólo le pertenece a usted.»
Jorge Luis se alarma al observar la extrema palidez del enfermo. Martín, con un hilo de voz, musita: «Si hubiera vivido, al fin se la
hubiera quitado. Esa es mi alegría. Eso nadie puede quitármelo, ni la muerte. El saber que quien más la amó fui yo.» El cuerpo de Martín
se va aflojando, cierra los ojos despacio, muriendo casi dulcemente. Con aquel consuelo en su corazón, tras haber confesado su maldad.
Jorge Luis lo sacude por los hombros, pero ya es demasiado tarde. Al salir de la habitación, tras reflexionar, Jorge Luis queda sumido en
sus pensamientos. «Es mi hijo, Cheíto es mi hijo. ¡Dios mío! Pero, ¿cómo es posible? Pensar que yo le he estado negando. Me lo decían y
no lo creía.» Nervioso, con angustia, Jorge Luis decide ir en busca de Topacio. «Tengo que verla, rengo que decírselo todo. Ni ella misma
lo sabe. Tengo que hacerle saber lo que este hombre me ha confesado antes de morir.» Jorge Luis Sale corriendo en su busca, pero se
derrumba al encontrarla saliendo del hospital del brazo de Daniel. Comprende que deberá luchar por conquistarla de nuevo. Mientras,
Valeria, a solas en su casa, se felicita por haber logrado sus planes, se acerca el momento de su boda con Jorge Luis.
PROXIMA SEMANA
¿Explicará Jorge Luis a Topacio lo que le confesó Martín? ¿Se replanteará Topacio volver con Jorge Luis? ¿Le pedirá éste que quiere
reconocer a Cheíto? ¿Confesará Evelio a Purita su noche de amor con Yolanda?
--------------------------------------------------------------------
TOPACIO
EVELIO Y PURITA ROMPEN SU COMPROMISO
Capítulo 14
RESUMEN DEL CAPÍTULO ANTERIOR
Antes de morir, Martín Buitrago, arrepentido de Su maldad, confiesa a Jorge Luis que jamás poseyó a Topacio y que, por
tanto, Cheíto no es hijo suyo. Además, si no le cree, puede preguntárselo a Valeria Rangel, a la que también le confesó su
secreto. Ante la cruda verdad, Jorge Luis, se hace la promesa de recuperar lo que le pertenece: el amor de Topacio y el
cariño de su hijo. Su primera determinación es hablar con Valeria.
La confesión de Buitrago ha tenido la virtud de modificar los planteamientos del joven Jorge Luis sobre su vida actual, encontrándose con
que se ha equivocado en casi todo. Dispuesto a remediar en lo posible sus errores, comienza por presentarse en casa de Valeria para
romper la relación que les une. Viendo la expresión seria en el rostro de su prometido, Valeria advierte enseguida que algo grave acaba
de suceder. Jorge Luis le plantea la situación sin rodeos. «El doctor Buitrago me confesó la verdad antes de morir. Me dijo que Cheíto es
mi hijo y que tú lo sabías.» Valeria palidece en el acto, pero consigue reponerse y conservar su habitual sangre fría. Por supuesto, se
apresura a negarlo. «Es Su palabra contra la mía, Jorge Luis, y me ofende que confíes más en él que en mí.» El joven médico le explica
que nadie miente en el momento de su muerte y añade. «Yo sé que me estás mintiendo. Mejor sería que me fueras sincera, que me
confesaras que guardaste silencio por... por saber Dios qué motivo.» Valeria se revuelve con un contundente: «Yo no tengo nada que
decir.» Jorge Luis, en el límite de su indignación, concluye: «Está bien, Valeria. Yo tampoco tengo nada más que decir. Adiós.» Valeria
comprende que puede despedirse también de su boda con él. Pero no se da por vencida tan fácilmente, de inmediato acaba diciendo que
pensará en la manera de salir airosa de este trance. «Volveré a tenerte, Jorge Luis», piensa para sí. Evelio continúa muy confundido,
metido como está entre dos amores. Para colmo, Yolanda no cesa de manifestarle su apasionado amor a la menor ocasión. «Evelio,
ahora somos algo más que novios, ¿ya le has dicho a Purita lo que pasó aquella noche?» Evelio se ruboriza, siéndole sincero. No ha
tenido valor para explicárselo a su prometida. Yolanda, insiste, algo molesta. «Compláceme, Evelio, discute con ella, peléate con Purita
por mí.» Evelio se aleja de ella completamente aturdido. De regreso a la pensión, Evelio se encuentra con Purita, ésta más enamorada
que nunca, le regala una fotografía que acaba de hacerse y se la introduce en la cartera manifestándole su deseo. «Te la doy para que no
me olvides nunca», le dice abrazándole amorosamente. Evelio se queda abstraído. La maldad de Valeria Sintiéndose atrapada en su
propia red, Valeria ha decidido ejecutar un malévolo plan para desacreditar a Topacio. Utilizando su poderosa influencia dentro del
hospital, acude al despacho del director del centro para comunicarle que Topacio era la única que se encontraba junto a Martín en el
momento que sufrió el infarto, insinuándole, por tanto, que ella influyó en su muerte. El director le promete investigar y hacer justicia si
se demostrara. No tarda en llamar a Topacio para conocer su versión y al conocerla, le dice que cree en ella, pero, desgraciadamente,
debe seguir investigando, para lo cual llamará al doctor Sandoval, quien atendió a Buitrago hasta su muerte. Al salir, Topacio cuenta a
Carmen Julia todo lo que ha pasado y no puede evitar comentar en tono amargo. «Qué ironía, ahora resulta que mi futuro está en manos
de Jorge Luis, a quien tan poco le importa mi vida.» La joven no puede saber en ese momento lo equivocada que anda en eso, pues
Jorge Luis suspira ahora más que nunca por ella, por ello se brinda a defenderla cuando el director le insinúa que, Topacio pudo provocar
la muerte de Buitrago. Precisamente, se dispone a responderle cuando aparece Daniel hecho una furia. Enterado de todo por Topacio, no
ha dudado en ir a reprocharle a su tío que humille de esa manera a su prometida. Daniel, indignado además al saber que Jorge Luis se
encuentra allí para a defender a Topacio, arremete contra él y ambos se enzarzan en una pelea verbal que sólo logra atajar el director.
Ya calmados, Jorge Luis comienza su declaración. «Es completamente absurdo, señor director, pensar que Topacio haya tenido algo que
ver con la muerte del doctor Buitrago.» Jorge Luis prosigue con una acertada explicación de la dolencia cardíaca que padecía el paciente
y que fue la única causa de su muerte y concluye: «Estoy seguro de su inocencia, es más, respondo con mi palabra de ello.» A solas con
Daniel, el director se sorprende al saber por él que Topacio fue esposa de Jorge Luis, pero que eso fue hace tiempo, «ahora ella es mi
prometida —cuenta Daniel— y él se va a casar con Valeria Rangel.» El director abre los ojos desmesuradamente, ha caído en la cuenta
de algo. «Vaya, ya voy entendiendo. Ahora comprendo muchas cosas.» Entiende que Valeria ha inventado esa calumnia para su propio
provecho, y así se lo hace saber en cuanto aparece por su despacho. «Señorita Rangel, usted no ha sido honesta. No deseo entrar en
polémicas ni en detalles. Es preferible que todo termine aquí. No quiero que la fea conducta de su hija empañe la limpia memoria del
doctor Rangel.» Valeria, además, se queda mortificada al saber que fue Jorge Luis quien defendió tan acertadamente a Topacio. Topacio,
tras aceptar las disculpas del director y saber que puede continuar en su puesto gracias a Jorge Luis, se queda boquiabierto al conocer
por Violeta de la ruptura sentimental de éste con Valeria. Ha sido Evelio quien ha contado la noticia a la familia tras saberlo por Yolanda,
con la que ahora sale cada noche y que, además, trata de persuadirlo para que le haga desprecios a Purita con el fin de que se canse y lo
deje. Yolanda acaba por imponer su voluntad cuando encuentra en la cartera de Evelio la fotografía que Purita le regaló y en la que
aparecen abrazados. Yolanda amenaza a Evelio diciéndole que si no corta inmediatamente con su novia irá ella a hablar con Purita y será
mucho peor. Mientras tanto, Hilda está más contenta que nunca al estar convencida de que las continúas salidas nocturnas de su hija se
deben a que sale con un nuevo y rico enamorado con el que no tardará en casarse. Y Yolanda no hace nada por sacarla de su error.
«Piénsalo detenidamente» Jorge Luis está decidido a reconocer legalmente a su hijo y para ello no duda en pedir la colaboración de
su padre. Aurelio no logra entender el repentino interés de su hijo, pero acaba prometiéndole su ayuda, porque coincide con él en que es
mejor para el futuro de Cheíto que sepa quién es su verdadero padre. Es precisamente en casa de sus padres donde Jorge Luis se
encuentra con Topacio y aprovecha para plantearle su decisión. La dice que quiere reconocer a su hijo. «He pensado que debemos
presentar los dos a Cheíto como nuestro hijo.» Topacio lo mira fijamente, incrédula y perpleja a un tiempo, «¿por qué ahora, Jorge Luis?
¿Por qué si tú siempre te has negado a considerarlo hijo tuyo?» Pero Jorge Luis no le desvela su verdadero motivo, la confesión de
Buitrago, esa es una baza muy importante que quiere reservarse de momento. Jorge Luis sale del paso explicándole que, «creo que es lo
más conveniente por muchas razones. Tú no tendrás que presentarlo sola, ¿entiendes? Vamos, Topacio, no seas tonta, sería mucho
mejor para todos.» Pero Topacio tiene ya su decisión tomada, fruto de lo mucho que le ha hecho sufrir por este motivo. «¡No! ¡No quiero!
yo no sé lo que pretendes ahora, no lo entiendo. Me sorprendes mucho, Jorge Luis.» No dándose por vencido tan fácilmente, Jorge Luis le
ofrece unos días para decidirse. «Piénsalo. Medita con calma el asunto. Consúltalo si quieres con papa, Con mamá. Volveremos a hablar
cuando hayas tomado una determinación.» Jorge Luis la deja en la sala, pensativa. Casi al momento aparece Blanca y no tarda en
enterarse de todo. Topacio le comenta pensativa: «¿Pero por qué ahora, mamá? ¿Eso es lo que yo quisiera saber. De todos modos su
actitud no va a conseguir que me replantee volver con él, yo ya tengo mi vida con Daniel.» El reducido cuarto de Domitila es testigo del
fin de una larga relación. Purita se ha encontrado con Evelio allí; al ver la indiferencia con que acoge su beso, se decide a exponerle la
duda que la quema por dentro. «Evelio, ¿tú quieres que terminemos nuestras relaciones?» Evelio, trémulamente y haciéndose el
desentendido, le pregunta a qué viene eso. Purita baja la cabeza y se sincera tristemente. «Porque estoy viendo que las cosas entre
nosotros no marchan bien de un tiempo para acá. No sé por qué, ni quiero saberlo. Es preferible que no lo sepa.» Evelio, muy inseguro y
evasivo, le miente diciéndole que él le sigue cumpliendo como el primer día. Purita lo mira dolida. «¿Estás seguro? A estas alturas
deberíamos ya estar casados, pero en vez de eso yo siento que cada vez te alejas más de mí. Yo no quiero que sigas conmigo obligado ni
forzado, y mucho menos por compromiso. Es mejor terminar esto. Te libero de tu compromiso y terminamos ya nuestros amores.» Evelio
la mira y se le acerca despacio. «Hablas en serio? ¿Tú lo quieres así?» Purita trata de mantenerse firme, aunque por dentro está
deseando de decirle lo que realmente siente. «Simplemente pienso que es preferible a continuar con algo que no tiene razón de ser.»
Evelio se vuelve y sin mirarla se aleja despidiéndose, muy inseguro. «Bueno, si tú crees que es lo mejor... Hasta pronto, pues.» Mientras,
Topacio ha consultado con Daniel la proposición que le hizo Jorge Luis de reconocer a su hijo y ambos piensan en la respuesta...
PROXIMA SEMANA
¿Quién de los dos, Topacio o Daniel, explicará a Jorge Luis la decisión que han tomado? ¿Permitirá Topacio que Jorge Luis reconozca a
estas alturas a su hijo? ¿Se quedará Evelio definitivamente con Yolanda? ¿Consigue Valeria volver a ser amiga de Jorge Luis?
--------------------------------------------------------------------
TOPACIO
JORGE LUIS LLORA AMARGAMENTE POR TOPACIO
Capítulo 15
RESUMEN DEL CAPÍTULO ANTERIOR
Sin desvelarle en ningún momento la confesión de Buitrago, Jorge Luis pide a Topacio que le deje presentar a Cheíto Como
su hijo, a lo que ella se niega, asegurándole que el único padre del niño será Daniel, porque se ha ganado ese derecho. Por
otro lado, Purita decide romper su, últimamente muy fría, relación con Evelio. Este acepta cortar pensando en cumplir como
un, hombre con Yolanda y ser el padre del hijo que ella dice estar esperando. De nuevo ha pedido Jorge Luis a Topacio que
recapacite su ofrecimiento de reconocer a Cheíto. La joven lo consulta con Daniel y ambos toman una decisión.
Topacio ha decidido que tiene que ser ella misma quien comunique a Jorge Luis lo que han acordado respecto a su proposición. Al día
siguiente, en cuanto lo ve, lo llama aparte para hablarle claramente: «Jorge Luis, yo lo consulté con Daniel y él y yo decidimos que no
queremos que presentes al niño, estimamos que ya no es necesario. Opinamos que es mejor hacer las cosas tal y como lo teníamos
planeado.» Jorge Luis, frenético: «Ha sido Daniel quien te ha aconsejado eso, ¿verdad? Él no debió interponerse entre nuestras cosas.»
Topacio intenta en vano explicarle que fue una decisión tomada serenamente entre los dos. Jorge Luis insiste preguntándole por qué se
opone ella tan rotundamente. Ella le contesta, sincera: «No quiero que al niño le una ningún lazo contigo. No quiero que lleve un apellido
que tú le negaste, ni que considere su padre a un hombre que lo rechazó y que ahora pretende darle su nombre como una limosna.»
Tras pronunciar estas duras palabras, Topacio se aleja, dejando solo a un dolido y amargado Jorge Luis. Después de que Fermín le
aconsejase sabiamente, si algo está claro en la ofuscada mente de Evelio es, precisamente, que Yolanda no ha jugado nada limpio con él
y por tanto tiene claro que no desea quedarse definitivamente con Yolanda porque todavía está profundamente enamorado de la
bondadosa y fiel Purita. De todos modos sigue dudando. La joven Valeria, tan intrigante y ambiciosa como de costumbre, ha conseguido
con su fingida bondad introducirse de nuevo en la vida de Jorge Luis haciéndose perdonar y reanudando la relación, pero sólo como
simple amiga esta vez. Así consigue por una parte continuar al lado del buen partido que es Jorge Luis y, por otro lado, enterarse de
cómo le van las cosas Con Topacio. El miedo de Daniel Valeria, más pérfida que nunca, no tarda en traicionarlo yéndole a contar a
Daniel el secreto que Jorge Luis tan celosamente quiere guardar: la confesión de Buitrago. Valeria, cubriéndose las espaldas, logra hacer
prometer a Danilo que no la delatará a Jorge Luis. Mientras, éste se ha quedado solo, en casa de sus padres, con Cheíto. Jorge Luis
aprovecha el breve momento para comprobar lo mucho que se le parece su hijito. Sintiéndose intranquilo debido a que ahora peligra más
que nunca su relación con Topacio, el joven Daniel decide preguntar a Aurelio qué repentino, y sospechoso motivo tiene Jorge Luis para
querer reconocer a Cheíto, cuando ya no hace ninguna falta. Daniel se sorprende y hasta se indigna cuando Aurelio le confiesa que no
sabe exactamente el motivo, pero que él no ve mal que su hijo reclame ese derecho ahora. En ese momento llega Blanca de la calle y
Aurelio aprovecha para ausentarse. Ya a solas con Blanca, Daniel le pide que procure ocuparse ella de los trámites legales para inscribir
al niño y para agilizar la boda, pues quiere casarse cuanto antes con Topacio y parece que Aurelio no le está prestando al asunto la
atención debida. Yolanda siente tanto desprecio por Purita que le achaca erróneamente la culpa de que Evelio esté últimamente muy
receloso y distante con ella. Debido a esto, la muchacha decide hacer una visita a su insignificante rival. Nada más llegar, Yolanda la
menosprecia, pero Purita le aclara algo que no sabía. «Fui yo quien cortó con Evelio. Si verdaderamente le quiere, yo no quiero ser un
estorbo; por eso le quité del medio y le di una oportunidad de poner fin a nuestro compromiso.» La apuesta de Violeta Yoli se
revuelve inquieta ante la confianza de Purita. «¡No seas tonta! ¡No va a regresar! Ni lo intentes, porque pierdes el tiempo —Yoli la agarra
violentamente del brazo—. Evelio es solamente mío, ¿entiendes? ¡Es mío!» Purita se quiere zafar y le pide que la suelte al tiempo que
Yolanda le dice que aún le falta contarle algo más íntimo que ocurrió entre los dos, pero en ese momento entra doña Pura que, viendo a
su hija en apuros, pregunta malhumoradamente a Yoli A qué ha venido. «Vine para poner las cosas en claro y para abrirle los ojos a su
hija, a ver si no se interpone más en mi camino.» Doña Pura logra al fin echar fuera a Yoli, pero no consigue consolar a Su hija, que Se
deshace en lágrimas. Más tarde, Violeta, ya enterada de lo ocurrido, se encuentra con Yolanda en casa de los Sandoval y, para darle
rabia, le advierte que no esté tan segura de tener a su hermano bien atado porque «le apuesto algo a que Evelio vuelve con Purita. Ella
le va a ganar la partida, estoy segura de eso». Lo que no sabe Violeta es que Yoli está tranquila porque dispone de un «as» en la manga
y se lo va a jugar. Jorge Luis no tiene demasiadas esperanzas de recuperar a Topacio, pero no ceja en su propósito ni un momento.
Ahora ha aprovechado un instante de intimidad en el consultorio para atreverse a confesarle, mirándola intensamente a los ojos, que
encuentra que Cheíto se le parece bastante. Jorge Luis le explica, emocionado: «Estaba jugando en el suelo y creí ver algo mío en sus
ojos, en su frente, aunque también tiene tu sonrisa y tu dulzura. Es como si estuviéramos munidos en él, y yo.» Topacio, desencantada,
inquiere: «¿Cuántas cosas eres Capaz de ver ahora, Jorge Luis?» Éste baja la cabeza, apenada, pero responde: «Es cierto. He estado
ciego para muchas cosas, Topacio.» Ella lo mira, indignada: «No digas ciego. Yo estuve realmente ciega, físicamente, y supe ver más allá
de las sombras a través de los sentimientos.» Jorge Luis la mira de pronto con ansiedad, decidido: «¿Cambiaría en algo las cosas si yo
aceptara que el niño es hijo mío? Pero no digo legalmente, sino para mí mismo. Sentirlo, saberlo de verdad mío.» Topacio se muestra
tajante: «No, Jorge Luis, en nada. Mi actitud la determinan los hechos que ocurrieron y que cambiaron definitivamente nuestras vidas.
Estoy al final de un camino que emprendí sola, cuando tú me abandonaste. Entonces, ¿para qué hablar de cambios ahora? Debías
comprender que ya no tiene ningún sentido.» La decisión de Aurelio Topacio sale de la habitación dejando a Jorge Luis sumido en
tristes pensamientos. Su mente vuelve a recordar cl momento que estuvo con su hijo, cómo lo acarició, su sonrisa... de pronto una
lágrima resbala por su mejilla. Camina hasta la pared y, de súbito, da un violento golpe contra ella con el puño, quedándose allí con la
frente apoyada sobre su puño, sollozando amargamente. Valeria se las ha ingeniado para quedar de nuevo a solas con Daniel y ambos
conversan en una elegante cafetería. Sin ninguna clase de rodeos, ella le reprocha que no haya utilizado el secreto que le confió. «¿Qué
ha pasado, Daniel? Puse en tus manos una pequeña arma para impedir un acercamiento entre Jorge Luis y Topacio y no la has utilizado.»
Daniel, muy prudentemente, se lo explica. «Tuve miedo de que ese arma se volviese contra los dos. Tú te has enterado de que ya Jorge
Luis tiene la certeza de que es el padre del niño. Yo creo que si Topacio llega a enterarse, se conmoverá al verlo desesperado. Por eso
prefiero dejar las cosas como están. Que la actitud de él parezca como un capricho y no se convierta en una cuestión sentimental.»
Valeria no replica, pero se lleva la taza de café a los labios, pensando retorcidamente: «A mí no me puede fallar esto. YO tengo que
evitar ese acercamiento entre Jorge Luis y Topacio como sea. Algo tengo que hacer.» Su malévola mente no en encontrar la solución.
Valeria coincide con Topacio en casa de los Sandoval y la provoca para discutir. «Ahora vamos a hablar tú y yo. Debes estar muy
satisfecha. Al fin conseguiste que Jorge Luis y yo rompamos. ¿No sientes curiosidad por saber por qué exactamente? Por tus propios
medios no hubieras podido quitármelo. Tuvo que surgir otra causa más poderosa.» Topacio la mira sorprendida y le pregunta cuál es esa
causa. Valeria le responde, ufanamente: «Pregúntaselo a él. Exígele que te explique por qué ese cambio tan repentino, el por qué ahora
sí quiere a tu hijo. Que te dé una explicación.» Topacio se mantiene firme: «Surja lo que surja, está claro: no quiero que él presente a mi
hijo y no lo hará.» Precisamente, Jorge Luis le ha confesado a su padre el porqué de su repentino cambio de parecer respecto a Cheíto.
Aurelio reacciona con asombro y satisfacción al mismo tiempo al saberlo, y le promete una vez más su ayuda. A su vez, Aurelio pide a
Blanca su colaboración, pero ésta se niega. «Lo siento por ti y por Jorge Luis. A estas alturas hubiera sido mejor que siguiera con Valeria
y se hubiera Casado con ella. A Topacio ya la perdió definitivamente y sin esperanzas.»
PROXIMA SEMANA
¿Volverá Evelio con Purita? ¿Impedirá Yolanda que se marche Evelio asegurándole que espera un hijo suyo? Tal y como le ha
recomendado Valeria, ¿preguntará Topacio a Jorge Luis sobre su cambio de parecer? Aurelio se entera de la relación que han mantenido
Evelio y Yoli, ¿quién se lo dice?
--------------------------------------------------------------------
TOPACIO
YOLANDA CONFIESA QUE ESPERA UN HIJO
Capítulo 16
RESUMEN DEL CAPÍTULO ANTERIOR
Topacio no acepta que Jorge Luis reconozca legalmente a su hijo porque ahora es ya demasiado tarde y, además, Daniel se
ha ganado a pulso el derecho a ser el padre de Cheíto. Jorge Luis, aunque muy apesadumbrado, decide no desistir. Valeria
ha traicionado a Jorge Luis contándole a Daniel el secreto celosamente guardado de la confesión de Buitrago. Valeria le
pide que utilice esa arma para separar definitivamente a Jorge Luis y Topacio. Bien aconsejado por Fermín, el joven Evelio
se cuestiona su relación con Yolanda y se prepara para un nuevo encuentro con Purita.
Topacio no acude a preguntarle a Jorge Luis qué motivos le han impulsado a cambiar de idea con respecto a su hijo. Por el contrario, es a
Daniel a quien le confía la extraña insistencia de Valeria para que le sonsacara la verdad a su novio. Es entonces cuando el joven doctor
decide hacer una visita a su colega, sobre todo después de haberle sorprendido importunando a Topacio con sus insistencias sobre su
firme decisión de reconocer al niño. Daniel no se anda con rodeos frente a Jorge Luis. «Ya me cansé —le advierte furioso—. Vengo a
preguntarte qué es lo que pretendes con respecto a Topacio. Cuando se suponía que estabas a punto de casarte, rompes tu compromiso.
Me gustaría saber los motivos.» Daniel está deseoso de escuchar la verdad que ya sabe, pero Jorge Luis no le da ese placer, se limita a
contestar secamente. «Los motivos pertenecen a mi vida privada. No te interesan, Daniel, y por tanto me los reservo.» Daniel le mira
arrogante. «Sí me interesan, porque me están afectando indirectamente. Topacio se va a casar conmigo y tú tienes que respetarla y
tratar con ella Sólo de trabajo. Cuanto menos te la acerques mejor. Y en cuanto a lo del niño, ya está decidido. Espero no tener que
decirte nada más con respecto a esto, Jorge Luis.» Evelio ha coincidido con Purita casualmente y ésta se queda muy sorprendida cuando
el muchacho empieza a hablarle, primero tímidamente y luego con ardor, otra vez de amor. «He estado *pensando mucho en nosotros y
recordando cosas. A lo mejor no me crees, pero, te he extrañado, Purita —ella, azorada, baja la cabeza mientras Evelio prosigue—. Mi
amor, desde que dejé de 'verte tengo el corazón vacío.» Un poco tarde, al llegar a la pensión, Purita, emocionadísima, cuenta a Violeta
que Evelio y ella vuelven a ser novios. Evelio, mientras, toma la determinación de cortar con Yolanda y así se lo dice a ella en cuanto la
ve. Seguro de sí mismo, Evelio le explica. «Me encontré con Purita, ni siquiera fui a buscarla;, a pesar del deseo que tenía de hacerlo, y
descubrí que la amo —Yoli emite un desgarrador ¡No!, producto del horror que le causan las palabras de Evelio, pero éste prosigue,
sereno—. Lo siento. Te quise mucho una vez, me dejaste solo y me aferré a ella. Creo que me acostumbré a su cariño sencillo, tranquilo,
dulce, inocente. Perdóname, Yolanda, pero ya ves que lo nuestro se terminó.» Yoli, de súbito, respira hondamente, como Si se afirmara
en un nuevo propósito. «Tú no puedes dejarme, Evelio. No puedes abandonarme ahora que voy a tener un hijo tuyo.» Evelio se queda de
una pieza al oírlo, ni siquiera lo había sospechado. Yoli, añade, emocionada: «Abrázame, Evelio, dime que estás contento dime que no
nos vamos a separar nunca —le besa con ardor por el rostro—. Yo te quiero, te quien con toda el alma» La tristeza de Purita Aurelio
se ha enterado de la furtiva relación que mantenía Evelio con su sobrina Yolanda por medio de Blanca, quien no ha tenido más remedio
que contárselo al verse incapaz de impedir ella misma ese romance. Aunque le pide a su esposo que no sea duro con Evelio, pues ha sido
Yoli quien le ha estado atosigando. Aurelio despide a Evelio, no sin antes sermonearle duramente y advertirle que su sobrina acatará sus
órdenes mientras esté bajo su techo. Lala no tarda en informar a Yoli de que Evelio ha sido despedido, por lo que la joven toma la
decisión de sincerarse con su tío y con su madre. Evelio, mientras tanto, se dirige a la pensión para hablar con Purita de su nueva
situación. Purita se echa a llorar inmediatamente en cuanto Evelio le comunica que Yoli va a tener un hijo suyo. «Soy un miserable, un
sinvergüenza, lo sé. Me merezco que me saques de aquí a patadas y que no me vuelvas a mirar a la cara —le dice Evelio angustiado e
impotente—. Pero es que las cosas se fueron enredando y enredando y ni sé cómo vino a parar en lo que paró.» Purita, de espaldas a él,
trémula, casi sin Voz: «Siendo novio mío andabas con ella. Después de estar conmigo ibas a verla. O quizá era al contrario, venías a mi
lado todavía con el sabor de sus besos en tus labios. Yo con mi vestido de novia hecho, esperando, esperando.» Evelio le pide que no
llore y le explica que su deber como hombre está en casarse con Yoli, aunque la siga queriendo a ella. Purita, desgarrada, le pide que se
vaya. La desesperación de Jorge Luis Es tanta la angustia que consume a Jorge Luis que ni siquiera es consciente, en muchos
momentos, de sus actos. Llega al extremo de presentarse en la casa de campo donde Daniel ha llevado a Topacio y Cheíto para pasar
todo un tranquilo domingo. Lo cierto es que toma tan pocas precauciones que es visto en seguida por Daniel y por Topacio, que no se
acaban de explicar qué demonios hace allí. Al día siguiente, a solas con Topacio en la consulta del hospital, Jorge Luis se descubre por sí
solo. «Te vi ayer en la piscina y recordé tantas Cosas. Me dio un sentimiento de dolor verte tan bella y saber que fuiste tan mía y no
poder acercarme a ti.» Topacio, tensa, casi con rabia, le pregunta por qué se empeña en sacar ese tema. Jorge Luis, dulce, la sorprende
contestándole: «Porque te quiero»... ¿No te das cuenta? —la coge suavemente por los hombros, atrayéndola hacia su pecho. Le habla al
oído, con su boca tocando su pelo—. Me tienes sin sueño. Noche y día, pensando en ti. Con volver a amarnos como antes, con volver a
besarnos. Que sigas siendo mía, como antes.» Jorge Luis coge el rostro de Topacio entre sus manos buscando su boca. Topacio reacciona
apartándose de él bruscamente y mirándole con angustia. «No te atrevas a tocarme, no te acerques siquiera.» Jorge Luis, sin poder
ocultar su angustia, insiste: «Topacio, yo te amo. No creo que tú hayas dejado de quererme. Podemos ser felices como antes.» Topacio
concluye agriamente: «Mi respuesta es no. Voy a casarme con Daniel. ¿Cuándo me vas a dejar en paz?» El histerismo de Hilda
Pensando que estaba al corriente de todo, Aurelio informa a su cuñada Hilda de lo ocurrido entre Evelio y Yoli. Para Hilda resulta ser un
golpe tremendo, pues estaba convencida de que su hija salía con un enamorado millonario. Es entonces cuando aparece Yolanda decidida
a explicarles sus intenciones. «Me alegra que estén los dos reunidos porque tengo algo que explicarles.» Hilda, al saberse engañada, no
puede contenerse y reprocha duramente a su hija que le haya ocultado todo durante este tiempo. En vano le contesta Yoli que se ha
engañado ella misma. Aurelio intercede para advertirle a Yoli que recapacite y no actúe en contra de su voluntad continuando viéndose
con un hombre de inferior categoría. Yoli les sorprende a los dos cuando les espeta: «A fin de cuentas lo que deberían procurar es que
Evelio se case conmigo.» Hilda le mira horrorizada, comprendiendo en el acto. «No querrás insinuar que...» Yoli se lo confirma. «Eso
mismo que estás pensando, mamá.» La reacción de Hilda es más violenta que antes, ahora le abofetea fuertemente en la cara
repetidamente, frenética. Yoli reacciona valientemente, «pégame, mamá, eso no cambiará las cosas». Más tarde, Hilda, cautamente,
consigue que Aurelio la ayude a solucionar el problema de su hija, de una vez por todas. Le pide que le proporcione una suma de dinero
para irse lejos, al extranjero con ella para vivir una temporada y así se olvide del miserable chófer. Incomprensiblemente, Aurelio acepta
la proposición y Hilda se apresura a llevar su plan a la práctica. Quizá la decisión de Aurelio no hubiera tenido lugar de haber estado
Blanca para aconsejarle, pero poco antes había partido al exterior para realizar las compras del ajuar de su hija. Quiere darse ese gusto
con ella, precisamente porque nunca pudo darle nada. Jorge Luis se ha enterado por Lala del propósito del viaje de su madre y no ha
sido para él un motivo de alegría precisamente. Sabe que la boda de Topacio se acerca a pasos agigantados y él no puede hacer otra
cosa que preguntarse: «¿Cómo podré impedirlo? ¿Cómo podré conseguir que vuelva a mí?» Hilda está convencida de que debe apartar a
su hija de Evelio a toda costa y por ello aprovecha un descuido de Yoli, que está tendida en la cama de su habitación, para encerrarla con
llave, al tiempo que grita: «No te permitiré que te unas a ese sinvergüenza. No lo consentiré.» Al oír los angustiosos gritos de socorro de
Yoli, Jorge Luis acude en su ayuda, pero se encuentra a Hilda firmemente apostada en la puerta y desafiante: «Jorge Luis, te ruego que
no te metas en mis problemas, porque yo no me meto en los tuyos. Ahí estará encerrada hasta que Se arrepienta.» Jorge Luis reprocha
duramente a su padre que consienta bajo su techo la descabellada actitud de Hilda. Aurelio le responde que no puede hacer nada por
impedirlo. Jorge Luis le echa en cara, asimismo, que se acerque la boda de Topacio sin que él haya podido detenerlo. Aurelio le explica
que es la propia Topacio quien le ha pedido que siga adelante con los papeles, por tanto, no puede hacer nada más por ayudarle. Jorge
Luis, amargado, le comenta: «Va a casarse Con Daniel sin quererle, papá. Me quiere a mí.» Mientras, Evelio confiesa a Lala que se casará
con Yoli estando enamorado de Purita.
PROXIMA SEMANA
¿Se decidirá Jorge Luis a contarle a Topacio la confesión que le hizo Buitrago? ¿Volverá a demostrarle Topacio su amor cuando lo sepa?
¿Permitirá que reconozca a Cheíto? ¿Conseguirá Yolanda escapar?
--------------------------------------------------------------------
TOPACIO
EVELIO SE QUEDA CON PURITA Y YOLANDA SE DROGA
Capítulo 17
RESUMEN DEL CAPÍTULO ANTERIOR
Topacio se muestra muy firme en su decisión de casarse con Daniel y de no permitir a Jorge Luis presentar a Cheíto. Por
Otra parte, no entiende su brusco cambio de parecer respecto al niño: Jorge Luis todavía no se ha atrevido a contarle la
gran verdad que le confesara Buitrago. Otro hombre derrotado sentimentalmente es Evelio. A quien ama realmente es a
Purita, pero se siente atado a Yolanda desde el momento en que le comunica que espera un hijo suyo. Se siente
desgraciado, pero está dispuesto a sacrificarse y casarse con Yolanda. Mientras, Hilda la mantiene encerrada en su cuarto.
Jorge Luis decide finalmente contarle a Topacio la gran verdad que los une: él es el padre de Cheíto y Buitrago nunca la tocó, todo fue
una despiadada mentira urdida por una mente enferma. Jorge Luis logra convencer a Topacio para encontrarse en la cafetería del
hospital y allí le cuenta todo. Topacio no puede dar crédito a lo que oye. Trémula, sobrecogida por la noticia, consigue decir. «Dios mío,
todo fue inútil. Nuestra separación, tu rechazo, el dolor vivido.» Lágrimas de amargura recorren el rostro de Topacio. Jorge Luis le pone
el brazo en sus hombros, le habla ahora casi hundiendo su rostro en el pelo de ella. «Ya pasó, quedó atrás, podemos olvidarlo. No llores
más, por favor. Daría la mitad de mi vida por borrar lo ocurrido desde entonces —la besa en la frente—. Lo siento tanto, Topacio.
Comprendo que te eches a llorar. También a mí me causó mucha angustia cuando me enteré —ahora continúa muy dulce—, pero
también alegría, amor mío. Una alegría inmensa al saber que aquello no pasó, que ya no hay nada que nos separe, que podemos
alcanzar la felicidad juntos.» Esa última frase hace reaccionar a Topacio. Alza la cabeza, mirándole a los ojos. «¿Juntos? No, Jorge Luis.
¿Cómo puedes suponer que lo que ha pasado me haga volver contigo?» Jorge Luis no puede disimular su sorpresa. Topacio le reprocha
que ella siempre creyera que Cheíto era hijo suyo, pero él lo rechazó una y mil veces, por ello no puede aceptar que ahora lo reconozca.
Topacio continúa trémula, a punto de llorar. «Si tu amor hubiera sido más generoso, qué hermoso hubiera sido ahora, Jorge Luis,
conocer la verdad. Que alegría poder decirte: Mira, a pesar de todo, me aceptaste, a pesar de todo recibiste a mi hijo, y hemos
encontrado los dos en tus brazos calor, cariño y protección —Topacio lo mira con rabia—. Pero ahora no, Jorge Luis. ¡Ahora no!» Topacio
sale corriendo entre las mesas de la cafetería. Jorge Luis la llama desesperado, pero no puede retenerla y, abatido, vuelve a sentarse
sumido en sus dolorosos pensamientos. Engañada por Daniel Cuando Jorge Luis regresa a su apartamento se encuentra con una gran
sorpresa: está esperándole una hermosa señorita. Ella no es otra que Yolanda, quien se acaba de escapar del encierro al que la tenía
sometida su madre. Gracias a un providencial descuido de la bondadosa Lala, que dejó la puerta abierta, Yoli se ha podido ir sin ser vista.
Lo primero que hizo fue ir a buscar a Evelio a su habitación para escapar juntos, pero no le encontró porque le había llamado Aurelio en
ese momento. Al contárselo todo a Jorge Luis, éste le recomienda que se cuide la salud ahora que está embarazada. Yoli se sincera con
él. «No hagas demasiado caso a lo que oigas. Inventé una serie de mentiras para que no me separen de Evelio. Él mismo está
engañado.» Jorge Luis le pregunta, indignado, cómo ha sido capaz de hacerlo. Yoli le ruega que la ayude porque es el único amigo que
tiene. Jorge Luis acepta y le pregunta qué puede hacer. «Te pido que avises a Evelio de que estoy aquí, sólo a él. Yo no puedo volver
porque me volverían a encerrar. Dile que venga enseguida.» Jorge Luis le promete que así lo hará. Topacio vuelve a llevarse una enorme
sorpresa cuando le relata a Daniel el secreto que le contó Jorge Luis. Ante la nula reacción del joven médico, Topacio comprende que ya
lo sabía y nunca se lo había mencionado. Se lo pregunta, desesperada: «¿Tú lo sabías?» Daniel asiente, aturdido, con miedo de
perderla. «A mí nunca me ha importado de quién es el niño. Y creo que si a ti te importó mucho en un tiempo, ahora ya no te debe
importar. Yo le tengo cariño a Joselito porque es hijo tuyo, sólo por esto.» Topacio lo mira, conmovida. «Pero el hecho de saber que
aquello no ocurrió.» Daniel le aclara: «Tampoco aquello me impidió quererte. Aunque hubiera ocurrido, yo te seguiría considerando una
muchacha pura, digna de mi amor y de mi respeto.» Daniel la mira preocupado y le pregunta algo que le quema por dentro: «Topacio,
¿lo que has sabido cambia algo lo nuestro?» La joven lo mira a los Ojos. «No cambia nada, Daniel.» Él la atrae abrazándola contra su
pecho, lleno de alegría. Inevitable despedida Tal y como prometió a Yolanda, Jorge Luis acude a la casa de sus padres para hablar
con Evelio. Al llegar se encuentra con Lala y le cuenta la misión que lo ha traído. Es entonces cuando Lala le informa que Evelio no quiere
a Yolanda, está enamorado de su novia. «El dolor destruye muchas cosas, hijo. Pregúntale a Evelio, verás cómo te dice que ya no la
quiere.» Jorge Luis, incapaz de creerlo todavía, se encamina hacia el cuarto del joven. Tras saludarse mutuamente, Jorge Luis le
pregunta directamente si ama a Yoli. «Yo la quise mucho, usted lo sabe.» Jorge Luis le hace notar que está hablando en pasado. «Es que
Yolanda es sólo mi pasado. Sólo eso, doctor Sandoval. Cuando empieza a morir un amor, uno no lo sabe, pero pasa.» Evelio le cuenta
entristecido todo lo que ella le ha hecho sufrir y, en cambio, lo buena y paciente que ha sido Purita con él. Jorge Luis saca una libreta y
apunta su dirección. Se la pasa a Evelio diciéndole. «Aquí es donde está ella. Decide tú, Evelio. Adiós.» Lala aborda a Jorge Luis en la
cocina y se interesa por la conversación. «Tuviste razón Lala. Lo malo es que todo esto me coloca a mí en una posición difícil. Me plantea
una disyuntiva moral que no sé cómo resolver.» Lala le pregunta el motivo. «Porque lo peor del caso es que lo que Yolandita ha dicho
son cuentos. Para forzar la situación y que acepten su compromiso con Evelio. Si me callo me estoy haciendo cómplice de algo que
francamente me parece un disparate. Si él la quisiera, todo sería distinto, sería perdonable. Pero si no la quiere...» Lala interiormente
sabe lo que hay que hacer. Lo mejor es contárselo todo a Blanca, ella sabrá lo que hay que hacer. La pobre Blanca no se lo esperaba,
pero logra reaccionar rápidamente y no tarda en contarle la verdad al atribulado Evelio. Yoli está impaciente esperando en el
apartamento de su primo cuando, de pronto, oye el timbre de la puerta. Es Evelio. «¡Viniste, mi amor! —se alegra Yoli— ¿Cómo tardaste
tanto? Pero por qué me miras con esa carita tan seria? ¿Me vas a regañar, mi cielo? —Pero Evelio no contesta—. Dime algo, cariño. Tú
sabes que tenemos que casarnos.
Tenemos que resolver nuestra situación lo más pronto posible. Por el bien de los tres.» En ese punto, Evelio salta enfurecido: «¡Mentira!
Me tuviste engañado, aprovechándote de mí para llevarme a donde te diera la gana. Todo es mentira, yo no tengo obligaciones contigo,
ninguna.» Evelio le cuenta que fue Blanca quien le ha dicho la verdad, por si se atreve a desmentirlo. Yoli le mira aterrada. «Te vendiste,
ya todo es inútil. Aquí terminó todo, Yolanda » Yoli se ha quedado petrificada, sin poder reaccionar. Jorge Luis aprovecha un momento a
solas con Topacio en su consultorio para exponerle de nuevo su deseo de reconocer a su hijo. «Puedes dejar de quererme, pero no
puedes negar que soy el padre del niño. Déjame presentarlo, sólo eso te pido. Es tan mío como tuyo.» Topacio le responde firme: «Es
mío solamente. Tú no lo querías. Ahora es tarde para reclamarlo, ¿no crees?» Jorge Luis se muestra desesperado. «Topacio, te olvidas de
una cosa, que yo tengo algo muy importante sobre mi hijo: ¡Derechos!» Topacio le habla ahora en tono despectivo: «¿vas a reclamarlo
por la fuerza legal? ¿En contra de mi voluntad, de mis sentimientos? Qué bajo has caído. Me das lástima. ¿Te estás poniendo a la altura
de Martín Buitrago?» Topacio le deja solo, y Jorge Luis se queda abrumado. Un peligro para Yolanda Topacio no tarda en contarle a
Daniel las nuevas intenciones de Jorge Luis en contra de su deseo. Daniel la tranquiliza asegurándole que se mantendrán firmes, que no
lo permitirán. Al día siguiente, Jorge Luis cita a Daniel en Su despacho para pedirle que no le impida reconocer a su hijo. Daniel le
recuerda que no tiene ningún derecho moral. En ese momento de la discusión aparece Topacio. Daniel le explica a su prometida que
Jorge Luis vino para reclamar sus supuestos derechos como padre. Topacio le reprocha a Jorge Luis: «Jamás te conmovió cuando lo
viste, no te despertó tu instinto de padre y ni siquiera por compasión a mí accediste a darle el apellido para que Martín no lograra
quitármelo.» Jorge Luis se sorprende. «No es cierto, quise hacerlo, me ofrecí a presentarlo. Daniel lo sabe —mira a Daniel—. Díselo que
fui a verte.» Daniel, hipócritamente, lo niega. «¿A mí? —dice tranquilo—. No, Jorge Luis, me parece que estás equivocado.» Jorge Luis no
puede creer lo que está haciendo el que fuera su mejor amigo. Mientras tanto, las artimañas de Violeta han conseguido que por fin su
hermano y Purita se encuentren y vuelvan a declararse su amor. Evelio se sentía tan poco digno del amor de Purita que no se atrevía a
volver con ella. Al final, todo se ha arreglado y ya han anunciado su boda para dentro de unos días. Esta Vez sí. Yolanda, muy abatida,
ha regresado junto a su madre, sin explicaciones, sin reproches, nada. Yolanda es ahora un ser que se refugia en somníferos para
alejarse de su triste realidad. Hilda prepara un viaje para las dos a París y se desentiende de ella. Jorge Luis, que ha visitado a Yolanda,
le ha advertido enfáticamente del riesgo que supone ingerir tantas pastillas.
PROXIMA SEMANA
¿Se resignará Jorge Luis a no ver a su hijo? ¿Se celebrará la boda entre Evelio y Purita? ¿Corre peligro la vida de Yolanda con tantas
pastillas?
--------------------------------------------------------------------
TOPACIO
LA MUERTE DE YOLANDA
Capítulo 18
RESUMEN DEL CAPÍTULO ANTERIOR
Jorge Luis ha quemado sin éxito su última esperanza de recuperar el amor de Topacio. La joven no puede perdonarlo ni
siquiera teniendo la certeza de que es el padre de su hijo. Jorge Luis recurre a recordarle sus derechos legales sobre el
niño, pero Topacio se mantiene firme en su negativa. Para empeorar las cosas, Daniel lo deja por mentiroso cuando Jorge
Luis le dice a Topacio que él se ofreció a darle su apellido al niño para que no se lo quitara Buitrago. Yolanda se queda
destrozada cuando Evelio rompe con ella definitivamente, pues se ha enterado de que su embarazo era una gran mentira
para retenerle.
Jorge Luis no puede resignarse a no poder ver a menudo a su hijo, no poderle acariciar, sostenerlo en brazos, hablarle con amor como
todo padre hace con su criatura. Por eso hace todo lo posible por enterarse cuándo Topacio deja solo a Cheíto, con sus padres o con Tila,
para verlo. En esta ocasión lo ha dejado con Blanca y Jorge Luis le pide a su madre que le deje estar con el niño un rato. «No me puedes
negar que esté con él, al menos esta vez —emocionado toma la manita de Cheíto—. Jovencito, yo soy tu papá.» Blanca los deja solos y
Jorge Luis se pasa la tarde jugando en el suelo con su hijo. Al cabo de cuatro horas, que a Jorge Luis se le han pasado volando, Blanca
regresa temiendo que aparezca Topacio en cualquier momento. Jorge Luis la mira sonriendo. «Nos hemos hecho grandes amigos.
Conversamos y hemos jugado mucho. Quiero que sepas que nos llevamos la mar de bien, ¿verdad, Cheíto?» Blanca le pide que se vaya
antes de que llegue Topacio y Jorge Luis se marcha a regañadientes. Topacio y Daniel llegan al poco rato para recoger a Cheíto. Daniel
aprovecha la ocasión para hablar con Aurelio. «Tenemos que puntualizar el asunto de los papeles de Topacio. Usted sabe, ya fijamos la
fecha del matrimonio. Queremos casarnos, el segundo sábado del mes que viene.» Aurelio se queda sorprendido al saberlo, pero
comprende que no puede hacer nada más por postergar los trámites, como prometió a su hijo. Más tarde, Topacio comenta con Carmen
Julia su decisión de dejar su trabajo en el hospital. «Voy a presentar mi renuncia. Me voy del hospital a final de mes. Quiero dejar todo
atrás, Carmen Julia, para empezar una nueva vida, mi vida junto a Daniel y mi hijo.» Jorge Luis se ha enterado por sus padres de la
inminente boda de Topacio y también de su decisión de abandonar el hospital. A pesar de todo, necesita que la propia Topacio sea quien
le confirme esa noticia tan amarga para él. El momento lo encuentra cuando Topacio entra en su despacho para pedirle unos informes.
«Me dijeron que vas a dejar el hospital dentro de unos días, los días pasan tan rápido. Pero claro se comprende si te casas dentro de
unas semanas. Jorge Luis continúa, triste—. De modo que debo renunciar a toda esperanza de recuperarte.» Topacio, nerviosa, va a
recoger los papeles de la mesa, pero de pronto siente que la mano de él la coge con fuerza por el brazo. Topacio intenta soltarse, sin
conseguirlo, y, por su parte, Jorge Luis no ceja en su acoso. «Me pregunto si alguna vez no piensas en ti y en mí, cuando nos amábamos
allí, en la gruta del manantial, en el silencio del monte, bajo los árboles.» Topacio, intentando dominarse, le responde que «aquellos
tiempos quedaron muy lejos». Jorge Luis insiste, «¿Pero los recuerdas, verdad? Y me pregunto también si Daniel será capaz de amarte
así, como te amé yo, como te amo yo.» Topacio logra liberarse y se va corriendo, huyendo del encanto de aquellos recuerdos y la tensión
del momento presente. Pensamientos amargos Hilda sólo vive pendiente de su tan anhelado viaje a Europa. Se siente a sus anchas
haciendo los preparativos. Pide a su hija que la acompañe a comprar ropa, pero Yolanda le dice que no quiere levantarse, sólo quiere
dormir. Delante de ella se toma más somníferos, sin que Hilda haga nada por impedirse. Aunque le insiste, Yolanda se niega a
acompañarla. «Déjame dormir —casi en un sollozo—. Lo único que quiero es dormir.» Hilda, tan absorta en su propio mundo, no se da
cuenta de que su hija se está consumiendo lentamente. Sólo reacciona cuando ya es demasiado tarde. Al día siguiente acude a
despertarla, pues salen de viaje esa mañana. Pero Yoli no responde. Hilda se le acerca para sacudirla y se da cuenta horrorizada de que
su hija está inconsciente, como sin vida. Inmediatamente corre a llamar a Blanca. Esta, alarmada, se pone en contacto telefónico con
Jorge Luis en el hospital y no tarda en presentarse en su casa. La felicidad de Evelio Cuando llega Jorge Luis, Hilda le explica que
tenía mucho sueño y que no puede dejar de dormir. Jorge Luis, tras examinarla, responde, «un sueño del cual tal vez no despierte, tía.
Un sueño de muerte». Hilda grita, horrorizada, mientras Jorge Luis sigue explicándole. «Yolanda, está intoxicada. Para tranquilizar sus
nervios alterados, para huir del insomnio, ha estado tomando demasiados calmantes de un tiempo para acá y éste es el resultado. Te
advertí, tía, que no abusara de los sedantes.» Mientras esperan la ambulancia que trasladará a Yoli al hospital, Aurelio pregunta a su hijo
si realmente es tan grave lo de su sobrina. Jorge Luis debe admitir que sí. «Mucho, papá. No creo que haya muchas esperanzas de
salvarla.» Van pasando las horas lentamente y Yolanda no ha reaccionado todavía a los cuidados médicos. Hilda y toda la familia están
desesperados, muy angustiados por la suerte de la hermosa Yolanda. Jorge Luis se muestra totalmente pesimista. «Tía, en un caso así,
que no reaccione en ningún sentido es lo peor que puede ocurrir —Hilda va a replicar algo, pero Jorge Luis la corta, casi desesperado,
prosiguiendo—. Lo siento, pero tengo que decirte que ya hice todo lo posible y ha sido en vano. Ya no puedo hacer nada más.»
Por ironías de la vida, mientras Yolanda se muere lentamente, su gran amor, Evelio, se encuentra en ese momento contrayendo
matrimonio con Purita. Lejos de la felicidad que se respira siempre en toda boda, Hilda, en el hospital, pregunta desgarrada a Jorge Luis
si su hija va a morir. «Lo siento, tía. Lamento tener que decirte algo tan doloroso, pero debes irte haciendo a la idea de que va a ocurrir
lo peor.» Hilda, fuera de sí, sacude violentamente a su sobrino suplicándole que salve a su hija. «Ojala pudiera, pero no lo creo posible.
Todo fue inútil, tía, se nos va poco a poco. Posiblemente no llegue a mañana.» Yolanda en su inconciencia no cesa de repetir un nombre.
«Evelio...». La ceremonia prosigue mientras tanto en la iglesia y el sacerdote se dispone a pronunciar la frase más esperada. «Yo, en
representación de Dios Todo Poderoso y de la Santa Madre Iglesia, el sacramento del matrimonio entre vosotros confirmo hace la señal
de la cruz con la mano en alto—. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo... Amén.» La marcha nupcial rompe el silencio
que se había creado. Los novios se besan y todos los presentes se acercan felices. Todo está preparado en la pensión para recibir con
alegría a los recién casados. Los padres de Purita han preparado una pequeña fiesta para celebrarlo con abundante comida y bebida para
todos. El padre de Purita comenta con Fermín que su hija y Evelio partirán inmediatamente de luna de miel a un lugar cercano donde
pasarán una semana. La fiesta está en su apogeo cuando aparece Hilda dispuesta a suplicarle a Evelio que vaya al lado de su hija para
hacerla feliz en sus últimos momentos. «Hágalo por piedad. Yo sé que no la quiere, pero por compasión, vaya a verla, se está
muriendo.» Evelio la mira atónito. Es Purita quien reacciona y sencilla, serena, le dice a Evelio que vaya. Cuando llega a su lado, Evelio
se conmueve al ver a Yolanda en ese estado: «Yolanda, soy yo, despierta. Escúchame, Yolanda.» Lentamente, como despertando de un
sueño muy profundo, Yolanda despierta y, muy débilmente musita: «Sabía que ibas a volver junto a mí —muy dulce—. Tú no puedes
dejarme, Evelio. Tú me quieres. ¿Me quieres, verdad?» Evelio, estremecido: «Te quiero. Te quiero mucho.» Yolanda, en su soplo de voz,
pero feliz: «¿Sólo a mí?» El responde que sí, sólo a ella. Yoli, le reprocha, triste: «¿Aquello que me dijiste?» Olvídalo, olvídalo contesta
Evelio—. Estaba enfadado porque me habías mentido. Eso fue. Pero yo nunca dejé de quererte, nunca.» Los ojos de Yoli ya no miran a
Evelio, parecen mirar un punto imaginario frente a sí, con una sonrisa. Evelio, trémulo, se da cuenta de que está muriendo y habla para
hacerla feliz. «Te llevaré conmigo al llano, para que seas mi mujer. Y cuando vuelva por las tardecitas de recoger el grano, tu estarás allí
esperándome, y nos besaremos y... Yoli...» Los ojos de Yoli se cierran dulcemente, despacio, hasta morir. Hilda y Jorge Luis se acercan,
pero ya nada pueden hacer. Más tarde, Jorge Luis encuentra a Evelio profundamente abatido en la sala de espera del hospital. Evelio le
dice que lo siente mucho. «Lo sé, Evelio. Vete ahora. Tú hiciste por ella más que nadie. Le diste lo único que se podía dar ya: una muerte
feliz.» Cuando Evelio llega a la pensión y cuenta lo sucedido. Purita es de la opinión de no hacer el viaje de novios. Sena una falta de
respeto hacia Yolanda. Afortunadamente, todos la convencen de que ya nada se puede hacer por ella y lo importante ahora es que ellos
sean felices, iniciar con buen pie su nueva vida juntos. Por fin salen de viaje despedidos por Daniel y Topacio, quienes anuncian que sólo
faltan dos semanas para su boda.
PROXIMA SEMANA
La muerte de Yolanda transforma por completo la vida de un personaje, ¿de quién se trata? ¿Insistirá Jorge Luis en querer reconocer a su
hijo? ¿Discutirá Topacio con Jorge Luis por este motivo? ¿Se celebrará la boda con Daniel?
--------------------------------------------------------------------
TOPACIO
JORGE LUIS SE QUEDA CIEGO
Capítulo 19
RESUMEN DEL CAPÍTULO ANTERIOR
Jorge Luis se entera por sus padres de la inminente boda de Topacio y Daniel. Empieza a perder toda esperanza de
recuperarla, aunque no se resigna a perder a su hijo. Yolanda ha entrado en estado de coma por intoxicación de sedantes.
Jorge Luis no puede hacer nada por salvarla. Hilda decide tragarse su Orgullo y hacer una última cosa por Su hija: ir a
buscar a Evelio para que la haga feliz en sus últimos momentos. Evelio se acaba de casar con Purita y accede a ir con el
consentimiento de su esposa. Yolanda muere feliz escuchando de su amado que la quiere todavía y que se casará con ella
y vivirán felices en el llano.
Jorge Luis insiste una vez, al borde de la desesperación, en querer reconocer a su hijo legalmente. Esta vez acude a Daniel para
suplicarle que le deje dar su apellido a Cheíto y, lo más importante, que le permita estar con su hijo asiduamente cuando ellos se casen.
Daniel no sólo se niega rotundamente a esta petición, sino que también le recomienda que, en vez de suplicar tanto, «vayas al despacho
de Estrada y des las fumas que hacen falta para zanjar de una vez el asunto de los papeles. Nosotros queremos casarnos la próxima
semana y así ella puede presentar al niño con el tiempo suficiente». Jorge Luis le recuerda que él no tiene necesidad de mendigar tanto.
«Podría exigir mis derechos si quisiera.». Daniel, molesto, le advierte que no le amenace. Jorge Luis le recuerda: «La ley está de mi
parte. Puedo presentar al niño sin que Topacio y tú puedan impedírmelo.» Topacio no tarda en enterarse por Daniel de las amenazantes
palabras de Jorge Luis y decide ir a su encuentro para discutirlo con él. Jorge Luis se lleva una gran sorpresa al abrir la puerta de su
apartamento y descubrir a Topacio. Ella le reprocha inmediatamente que le dijera a Daniel su intención de presentar al niño sin su
consentimiento. Jorge Luis le aclara: «No fui a decirle eso, sino otras cosas. Pero Daniel te lo cuenta todo a su manera. Llegaste aquí en
son de pelea. Y, sin embargo, al entrar tuviste miedo.» Topacio le interroga con la mirada, sin saber a qué se refiere. Jorge Luis
continúa: «Tuviste miedo de estar a solas conmigo, de la intimidad del apartamento, todo a media luz, como si eso, unido a mi
presencia, pudiera propiciar un quebrantamiento de tu voluntad.» Jorge Luis prosigue, visiblemente triste: «No temas. No volveré a
tocarte siquiera. A menos que tú lo desees de nuevo algún día» Topacio le habla ahora serenamente: «Debes convencerte de que entre
tú y yo no queda nada, Jorge Luis. Todo terminó hace mucho tiempo.» Topacio hace ademán de irse, pero Jorge Luis la tranquiliza
explicándole: «Puedes irte tranquila. No a presentar al niño como hijo mío si tú no quieres —ahora le suplica—. Pero te ruego que me lo
permitas, Topacio. Piénsalo.» La muerte de su hija ha sido un golpe tan tremendo para Hilda que ha transformado por completo su
carácter. Atrás quedaron sus intrigas, sus envidias, el ansia de vengarse de Topacio. Ahora quiere ser perdonada por aquellos a los que
hizo daño e, incluso, ayudar a que Topacio regrese al lado de Jorge Luis. Para ello no duda en contarle a la asombrada Topacio las
intrigas que ella maquinó junto con Valeria y cómo ésta facilitó su dirección a Buitrago para que le arrebatara al niño. Muy afectada y
llorando desconsoladamente, Topacio pide a su tía que no le cuente nada más, prefiere olvidar. Quien se lo toma peor al saberlo todo es
Blanca y no puede controlarse cuando ve de nuevo a Valeria en su casa. La echa de forma educada, pero sin contemplaciones, y Valeria
se va no sin antes advertirle que Jorge Luis volverá a su lado en cuanto se case Topacio. La confesión de Hilda Algo terrible le está
sucediendo a Jorge Luis. Ha tenido que ser sustituido en una de sus operaciones por repentinos fallos de visión y ahora, delante del
doctor Pérez, vuelve a tener los mismos síntomas. Jorge Luis no sabe exactamente qué es lo que tiene. «Me ocurre por momentos,
pierdo la visión. Me ha pasado varias veces.» Pérez le recomienda que acuda cuanto antes a un buen oftalmólogo. Jorge Luis comenta,
amargado: «Qué ironía, el mejor que hay en el país era también uno 'de mis mejores amigos.» Pérez comprende: «El doctor Andrade...
Con él tienes que verte.» Ni siquiera la buena de Domitila, que es como una madre para Topacio, consigue sacarle a la joven el motivo de
su desconsolado llanto. Topacio está triste, pero no quiere sincerarse con nadie. Daniel llega en ese momento de tristeza, pero Topacio
hace lo posible para que no lo note. El joven viene a buscarla para salir juntos a divertirse esa noche y ella acepta porque le da pena
negarse, pero le hubiera gustado quedarse tranquila en casa. De todas formas, Topacio no logra disimular del todo su malestar y Daniel
le reprocha que esté lejos de él que nunca. Topacio le explica que son imaginaciones suyas, pero acaba dándole la razón cuando, apenas
llegan a la discoteca, le pide que la lleve de vuelta a casa. Una extraña enfermedad Al llegar a la pensión, Topacio se encuentra con
una inesperada visita. Jorge Luis ha venido a ver a su hijo, ha logrado enternecer a Tila con sus súplicas. Topacio, fría, pide a Tila que
salga con el niño para hablar a solas con Jorge Luis. «Yo no quería que te encariñaras con el niño, tenía la tranquilidad de pensar que no
lo querías, que no podía dolerte el no tenerlo.» Jorge Luis le explica que desde antes de saber que era su hijo ya pensaba en él, y desde
que tiene la certeza de que es hijo de ambos ya no puede resistirse a verlo. Topacio, estremecida, trémula, le confiesa: «Yo no quiero
lastimarte, ¿por qué no te das cuenta de que todo es imposible?» Topacio se echa a llorar. Jorge Luis apoya sus manos en sus hombros y
le suplica que no llore. «No, no quiero que sufras —como aferrándose a una esperanza—. Topacio, si sufres por mí es que me quieres —
la atrae hacia sí—. Sí, me quieres, lo sé.» Jorge Luis la rodea con sus brazos, sollozando también. Topacio se separa suavemente de él.
«Pero compréndelo, todo terminó, yo no puedo volver contigo. Yo me debo a Daniel. Hay tantos momentos que me unen a él. Renuncia,
sacrifícate por mi vida, es lo único que puedes hacer por mí.» Jorge Luis insiste, desesperado: «Pero si me amas a mí, si tu hijo es mío.»
Topacio le interrumpe, desgarrada: «No tengo corazón para abandonarlo. Me sentiría mala, ingrata, tendría vergüenza de mí misma, me
sería imposible ser feliz.» Llorando le suplica: «No me hagas más difíciles las cosas. Permíteme rehacer mi vida. Bien sabes que la culpa
de nuestra separación fue tuya. El hizo por mí lo que no hiciste tú. Por mí y por mi hijo. Somos más de él que tuyos. Vete, por Dios,
olvídame. Olvídanos.» Jorge Luis la mira largamente, muy triste. Luego baja la cabeza y se despide sin poder hablar: «Adiós, Topacio.»
Al día siguiente, Aurelio anuncia a su hijo que no puede retrasar más la firma de los papeles, Daniel apremia para que se haga cuanto
antes. Jorge Luis lo sorprende comunicándole su decisión de acudir a firmar los documentos. «Renuncio a todo, papá. Ya no voy a luchar
más por conseguir el amor de Topacio y de mi hijo.» Ha llegado el momento de las firmas y el doctor Estrada señala a Jorge Luis el lugar
donde debe hacerlo. Pero en ese momento sucede algo totalmente inesperado: Jorge Luis se queda completamente ciego. A los pocos
minutos aparece Daniel, quien también estaba citado a firmar, y lleva de inmediato a su antiguo amigo a su consulta. Allí, tras
examinarlo apropiadamente, llega a la conclusión de que Jorge Luis no tiene ningún nervio afectado, sólo se trata de una ceguera de tipo
psicológico, transitorio. Según él, Jorge Luis puede ver perfectamente, sólo que se niega a hacerlo. Jorge Luis, angustiado, le explica que
«no puedo distinguir nada, Daniel. Te lo juro. Ni las formas de los objetos, ni la luz, nada». Daniel vuelve a insistir en que no puede ser.
«Mira, Jorge Luis, la pérdida de la vista generalmente es progresiva. No se queda ciego uno de un momento para otro, a menos que
reciba un fuerte golpe, o por una caída. Pero tú no tienes nada. Convéncete de eso y levántate de ahí y echa a andar.» Aurelio se altera
visiblemente ante esta explicación y discute con Daniel al creer que está llamando mentiroso a su hijo. Se aplaza la boda Aurelio lleva
a Jorge Luis a otro oftalmólogo y éste se aventura a dar como explicación de la ceguera un posible tumor cerebral. Lo sabrá con exactitud
al día siguiente, cuando vea las radiografías. Esta nueva tragedia ha sumido a los Sandoval en una profunda consternación y debido a
ello Topacio decide postergar la fecha de la boda. Daniel Insiste en preguntarle si su decisión tiene que ver con Jorge Luis, pero ella dice
hacerlo sólo por el sufrimiento de su familia. No es buen momento para una boda. Topacio le explica sus sentimientos a Violeta. «Me
duele sacrificar a Daniel. Se sentía tan feliz porque hoy iba a ser su esposa... Pero, ¿cómo iba a casarme, cómo iba a irme de viaje de
luna de miel dejando a Jorge Luis así?» Violeta le hace notar que está sufriendo por él. Topacio no lo quiere reconocer. «No, no es amor,
es compasión. Es que me atormenta saber que en este momento yo sería su consuelo, Violeta. Y no puedo estar a su lado. Tiene a sus
padres, pero no me tiene a mí ni a su hijo.»
PROXIMA SEMANA
¿Conseguirá ahora Valeria ganarse el corazón de Jorge Luis? ¿Cometerá éste alguna locura, desesperado por su ceguera? Daniel o
Topacio, uno de los dos, rompe su compromiso antes de la boda, ¿quién de los dos da ese paso? ¿Vuelve Jorge Luis a recobrar la vista?
No te pierdas el apasionante final que te ofrecemos en nuestro último avance.
--------------------------------------------------------------------
TOPACIO
JORGE LUIS Y TOPACIO VUELVEN A CASARSE
Capítulos 20 y 21
RESUMEN DEL CAPÍTULO ANTERIOR
Aunque reconoce que lo sigue Amando, Topacio dice a Jorge Luis que no insista en recuperar Su amor por ella. De todas
formas se casará con Daniel, porque sería incapaz de hacer sufrir al hombre que la ayudó cuando más lo necesitaba.
Completamente abatido y sin fuerzas para continuar luchando por ella, Jorge Luis acude a firmar los papeles que le
permitirán Casarse con Daniel. Justo cuando se disponía a firmar, algo en su interior se quiebra y Jorge Luis se queda
absolutamente ciego. Topacio decide postergar su boda en consideración al sufrimiento de sus padres.
Debido a su repentina ceguera, Jorge Luis se ha convertido en una persona desvalida que necesita la ayuda que le brindan sus seres
queridos. En esta ocasión ha venido la eficiente y dulce Lala a hacerle compañía, y también Hilda, ahora transformada en una bondadosa
tía. Es tal el cambio operado en su carácter que no puede soportar la hipócrita presencia de Valeria, quien pretende a toda costa
recuperar su relación con Jorge Luis. Ante los aires arrogantes de la joven, la nueva Hilda no puede callarse ni una sola de las muchas
maldades de la muchacha. Valeria le contesta insultantemente sin saber que Jorge Luis está escuchando desde la puerta de su
habitación, sin ser visto. Momentos más tarde, y disimulando su enfado con Hilda, la joven acude a hablar con Jorge Luis. Al entrar lo
encuentra apoyado en la pared, con la mirada perdida. Valeria le pone la mano en su brazo, mostrándose amistosa. «Soy yo, querido.
Viene a cuidarte y a hacerte compañía, ¿por qué no estás acostado? ¿Qué haces aquí de pie?» Jorge Luis vuelve un poco la cabeza hacia
ella y le habla secamente. «Oyéndote, Valeria. Escuché toda tu conversación con tía Hilda.» Ella apoya la otra mano en su brazo, pero él
se aparta bruscamente. «No me toques. No puedo verte, Valeria. Pero qué ironía, ahora te veo mejor que nunca. Voy a decirte la verdad:
nunca te quise. Te admiraba por tu distinción, por tu inteligencia —Jorge Luis prosigue duro, despectivo—. Ahora me doy cuenta de lo
equivocado que estaba. Porque tu refinamiento no era más que una máscara para ocultar tu despiadada alma.» Valeria, herida, intenta
apelar a su amor por él, pero Jorge Luis no quiere escucharla, le grita que se vaya. «Te detesto. Vete! Tu presencia me causa
repugnancia.» Valeria lo deja yéndose muy erguida, altiva y con odio en su mirada. La locura de Jorge Luis Mientras esto ocurre,
Topacio está charlando con Daniel en el cuarto de Domitila. El joven se atreve finalmente a preguntarle cuándo fijarán la nueva fecha de
la boda, insistiendo en que sea ella misma quien decida, pero Topacio mira a la frente, profundamente turbada, sin saber qué contestar.
Jorge Luis, que desconoce que finalmente se ha postergado la boda de su amada Topacio, decide escapar con su dolor al único lugar
donde puede soportar su agonía, Las Taparitas. Sin decirle su verdadero objetivo, Jorge Luis se, las ingenia para que Lala lo acompañe y
lo guíe, Sin darle tiempo a la preocupada mujer a avisar a Blanca. Cuando, un poco más tarde, acude Aurelio a visitar a su hijo, se
encuentra el apartamento completamente vacío y sin ninguna nota de Lala. Blanca se desmorona al saberlo, creyendo que algo
tremendamente negativo ha debido sucederles para que ni siquiera Lala les haya advertido. En ese clima de tensión encuentra Topacio a
su familia cuando llega. Su rostro expresa preocupación y dolor cuando Aurelio le explica que Jorge Luis ha desaparecido. Así transcurre
todo un angustioso día, sin saber nada, y ya estaban decididos a avisar a la policía, cuando reciben un telegrama de Lala, contándoles
que se encuentran a salvo en Las Taparitas. Es el mejor refugio para un Jorge Luis atormentado por los errores del pasado. La firmeza
de Domitila Sin conocer la reciente determinación de Jorge Luis, la familia Montero al completo, incluido el flamante matrimonio
formado por Evelio y Purita, ponen rumbo a Las Taparitas, donde les espera el duro trabajo en la hacienda. Al llegar se llevan la sorpresa
de encontrar instalados en la Casa Grande a Jorge Luis y a la fiel Lala. Evelio acude a saludar, antes que nada, al dueño de la hacienda.
Jorge Luis intenta explicar al asombrado capataz el extraño motivo que lo ha traído a un lugar apartado del mundo como es Las
Taparitas. «Mira, Evelio, quise hundirme en este lugar a ver si Olvido, o al menos para estar lejos de todo, y que la vida allá Oiga su
curso como si yo no existiera. Realmente me siento muerto en vida, ahora que todo terminó y Topacio ya es la esposa de otro hombre.»
Evelio le saca de su error. «Ella no se casó, doctor. El matrimonio se suspendió por usted, por consideración a su estado y especialmente
por los señores Sandoval.» Jorge Luis queda como anonadado, con la mirada perdida. Como para sí, murmura bajito: «De modo que no
se casaron. Ella no está con él. Dios mío...» Mientras Jorge Luis se halla sumido en tan esperanzadores pensamientos, su más directo
rival en lo sentimental, el doctor Daniel Andrade, disfruta de la compañía de Topacio, quien le está contando algo que acaba de saber por
sus padres: el diagnóstico del otro oftalmólogo sobre la ceguera de Jorge Luis coincide con el suyo. Se trata de un caso de ceguera
psicológica. La joven también le explica que sus padres han partido ya para Las Taparitas para convencer a Jorge Luis de que regrese a
la capital con ellos para someterse a un tratamiento y, por otra parte, su petición de que ella y Cheíto vayan a vivir de nuevo a la casa de
la ciudad. Daniel la mira, sombrío y un poco disgustado. «Todo eso significa que nuestro matrimonio se postergará indefinidamente,
¿no?» Topacio lo tranquiliza explicándole que les ha pedido a sus padres que vuelvan pronto. «En cuanto regresen nos casaremos. Te lo
prometo, Daniel. No habrá más postergaciones», asegura. Castigo divino El matrimonio Sandoval no llega a la hacienda hasta el día
siguiente y lo primero que hacen es hablar con su hijo, pero se llevan una gran desilusión al verlo completamente derrotado, sin ganas
de luchar por nada y menos de volver a la capital. Aunque su primera inquietud es saber si Topacio se va a casar pronto o no, Blanca le
informa que la boda se celebrará este mismo mes, «en cuanto nosotros regresemos, hijo». Aurelio insiste para tratar de convencerlo,
pero Jorge Luis ha tomado ya una firme determinación. «No, quiero quedarme aquí. Acepto la presencia de Lala porque no puedo
valerme por mí mismo. Mi pro- pósito es apartarme por completo de Topacio. Como estoy convencido de que cada cual tiene en la vida lo
que se merece, estoy contento con mi suerte y no voy a hacer nada por cambiarla. Este es mi castigo y yo no quiero rehuirlo.» Blanca y
Aurelio lo miran horrorizados al tiempo que le piden que no se precipite y que medite sobre lo que va a hacer. Jorge Luis los interrumpe
con el mismo tono apesadumbrado. «Dios me ha cegado para que yo sepa cómo se sentía Topacio, para que comprenda bien el alcance
de la crueldad que cometí con ella al abandonarla. Esta es la forma de pagar por mis culpas y yo la acepto. No deseo curarme. Voy a
soportar todo el dolor que me merezco, hasta agotar mi capacidad de sufrimiento.» «Deseo que Topacio sea feliz» El joven Jorge Luis
no es el único que sufre interiormente por su suerte y se resigna a ella; también Topacio, en otro sentido, se conforma con casarse con
Daniel, a pesar de saber que ama a Jorge Luis. Con la intuición y el buen corazón que la caracteriza, Domitila intenta a toda costa abrirle
los ojos acerca de esa terrible realidad. «Tú te vas a casar con él por todo lo bueno que te hizo. ¿Todo eso que te dio no merece un poco
más de lealtad, Topacio? ¿Tú no te das cuenta de que es una traición lo que estás haciendo?» Topacio le Pide que no la confunda más,
cree que lo más justo es casarse con él para pagarle tanta bondad. Domitila insiste. «No puedes hacer un juramento ante Dios que no
puedas cumplir. Piénsalo bien. Todavía tienes tiempo hasta que vuelvan tus padres. Después será tarde, muy tarde», sentencia la
anciana. Blanca y Aurelio tienen ya todo listo para regresar a la capital, pero no quieren Irse sin pedirle de nuevo a su hijo que cambie de
parecer. «Tú eres médico —insiste Aurelio—, es absurdo que te hundas en tu desdicha y te resistas a tu curación.» Jorge Luis se
incorpora, buscando apoyo en el respaldo de la silla, y asegura: «Quizá me cure cuando sepa que Topacio sea feliz. Mamá, dile a ella que
estoy bien, que se case, y no sienta pena por mí.» Aurelio, incapaz de soportar ver a su hijo tan destrozado, le pregunta qué va a ser de
su vida ahora. «¿Seguirás sumido por gusto en ese mundo de sombras, hecho un ser inútil, como si te complaciera destruirte a ti
mismo?» Jorge Luis responde con sinceridad. «Quizá algún día olvidaré. Si no, prefiero seguir ignorado en mi soledad, con mis recuerdos.
Eso es lo que más deseo: estar solo. Mamá, que no se te olvide decirle a Topacio que sea feliz y que me olvide.» Blanca se lo promete,
con la preocupación reflejada en su rostro. De regreso a la ciudad, Blanca no tarda en cumplir su palabra y contarle a Topacio el recado
que le dio Jorge Luis. Topacio reacciona un poco bruscamente, no acaba de creérselo. «Es la primera vez que expresa ese deseo. No sé
qué cosa ha disminuido en él: si su egoísmo o su amor.» Blanca se sincera con su hija. «No es eso, mi amor. Lo que pasa es que él se ve
ya como un estorbo en tu vida y se quiso apartar de tu lado, eso es todo.» Topacio la mira, profundamente conmovida. Cuando Blanca la
deja a solas, su pensamiento vuelve a refugiarse en los recuerdos tan hermosos de los días pasados junto a Jorge Luis. Se siente tan
desdichada que no puede evitar llorar amargamente. Precisamente en ese momento aparece Daniel. Viene tan contento por haber
conseguido reservar una suite del hotel donde pasarán la luna de miel, que no advierte la tristeza de Topacio. Ella logra disimular su
llanto y Daniel se marcha, al cabo de un rato, feliz, sin sospechar nada. Sólo por casualidad, cuando retrocedía para decirle algo olvidado,
Daniel ve a Topacio llorando sobre la cuna de Cheíto. El joven se marcha de nuevo sin haber sido .visto, pero con una gran zozobra en su
corazón. Ni siquiera al llegar a su casa puede apartar esa tremenda duda de su pensamiento. «Ella parecía feliz cuando le conté lo de las
reservas, entonces, ¿por qué ese llanto un segundo después, cuando creía que ya me había ido? ¿Por qué, Dios mío, por qué? Una dura
decisión La triste y amarga realidad se impone en el corazón de Daniel sobre su relación con la bellísima Topacio. Ella no lo ama, nunca
podrá querer a otro hombre que no sea Jorge Luis. No puede permanecer por más tiempo negándose a aceptarlo. Ayudado por la fuerza
de esa convicción, Daniel regresa de inmediato al encuentro con Topacio. Al entrar, Blanca se dispone a llevarse a Cheíto para dejarlos
solos, pero Daniel la detiene y, suavemente, da un beso al niño diciéndole: «Adiós, muchachito, te dejo en buenas manos.» Topacio le
mira, extrañada, pero sin sospechar. Topacio le dice, solícita, que si se sale a algún sitio, ellos lo acompañan. Daniel le explica sin rodeos.
«No, Topacio. Me voy solo, ya no nos casamos.» Topacio, asombrada, se niega a creerle. «No hay que hacer un drama de un adiós —le
explica Daniel—. La verdad es que prefiero estar solo que al lado de una mujer que piensa en otro hombre. Topacio, no le estoy
reprochando nada, al contrario, envidio al hombre por el cual sientes ese amor tan puro. Tú y yo nunca tuvimos futuro, por eso es mejor
seguir cada uno nuestro camino.» Topacio, llorando, le jura que ella nunca lo dejará, él representa todo lo bueno que le ha pasado desde
que la abandonó Jorge Luis. Daniel le hace ver que él también cometió errores, no es el hombre que ella cree perfecto. «Aun así, Daniel,
eres tan bueno. Y yo sé que me quieres mucho.» Daniel la mira, tierno. «Eso es verdad, pero más te quiere Jorge Luis. Hasta esa misma
ceguera que padece y que yo he tratado de ridiculizar es por ti. Por lo que te hizo sufrir, porque ya no te tiene. Un amor así merece
respeto, Topacio —Daniel prosigue, dulce—. No llores. Quiero que no me compadezcas. A pesar de lo que te quiero, estoy seguro de que
podré olvidarle y sobreponerme. En cambio, Jorge Luis, no. Él te necesita más que yo.» Topacio se niega una vez más a separarse de él,
se siente incapaz de ser la causa de su sufrimiento. Daniel la convence asegurándole: «Voy a tener el consuelo más noble que hay: saber
que te di el don de tu felicidad —vuelve la mano de Topacio, besándola en el dorso—. Eres libre, Topacio». Daniel se marcha, dejándola a
solas con su nuevo destino. El reencuentro En la cocina de la casa de los Montero, la joven Purita está felizmente exaltada contándole
a su cuñada Violeta su impresión de que por fin se ha quedado embarazada de Evelio cuando, de pronto, escuchan el sonido de un coche
aparcando en la puerta. Su sorpresa no tiene límites cuando ven descender del auto a Topacio y a Domitila llevando en brazos al
pequeño Cheíto. Finalmente, Topacio ha comprendido que su sitio está al lado de Jorge Luis. En su nueva decisión ha influido mucho su
madre, quien le ha hecho ver que es hora ya de que sea feliz, después de haber sufrido tanto. Todos se llevan una alegría al saber que
Topacio ha regresado dispuesta a conquistar de nuevo el corazón de Jorge Luis. Y para ello ya tiene un plan que pone enseguida en
práctica. Con la ayuda de Cirilo se las ingenia para que el joven se quede solo en la roca del manantial que los vio enamorarse. Allí lo
encuentra Topacio cuando llega, solo y con la mirada perdida de los ciegos. La joven le coloca tiernamente unas flores en su mano. Jorge
Luis, pensando que se trata de una broma de Cirilo, pregunta por qué lo ha hecho. Topacio, dulcísima, contesta. «¿No quieres adornarme
con ellas como aquella noche?» El joven se contrae al escuchar su voz y alza la mirada hacia su rostro, no puede creer que sea ella.
Topacio se lo demuestra con un largo y dulce beso en los labios. Jorge Luis, abrumado, intenta disculpar en un momento tantos errores
cometidos durante este tiempo, y le dice, sincero, que no merece su perdón. Topacio lo abraza con fuerza. «Tal vez no. Pero así como
eres yo te quiero. Y no voy a permitir que me apartes de tu lado. Sigo siendo tuya, únicamente tuya.» Jorge Luis le acaricia la mejilla.
«Topacio, ¿cómo es posible que me quieras todavía? A mí, tan poca cosa. No soy un Sandoval, sino un hijo de campesinos, sin nombre y
sin fortuna, y así como estoy ahora, ciego.» Topacio le alza el rostro y le acaricia dulcemente. «Así me quisiste tú a mí, pobrecita y ciega.
Bien sabes que para nosotros dos esas barreras no existen. Lo que vale es este sentimiento hermoso que nos unió y que nada ha podido
destruir.» Jorge Luis besa apasionadamente a Topacio. Los dos vuelven a ser inmensamente dichosos. Topacio le coge de la mano para
guiarle de vuelta a casa. Ella misma tiene que cerrar sus ojos para acordarse del sendero que dejó cuando todavía era ciega. Se
produce el milagro Al llegar a la Casa Grande, Topacio y Jorge Luis entran sonrientes y cogidos de la mano. Blanca y Aurelio no
pueden dar crédito a lo que ven de lo felices que se sienten. Algo más tarde, Topacio regresa con los Montero para descansar. Jorge Luis
le comenta que ahora será un tormento diferente teniéndola cerca y no pudiéndola tocar, pero Topacio le tranquiliza prometiéndole que
pronto volverá a ser su esposa. Aunque se ha despedido hasta el día siguiente, Topacio no puede resistir la tentación de llevarle a Cheíto
para que esté con él. Jorge Luis le pide a Topacio que lo mantenga en brazos mientras él lo acaricia suavemente. «Así siento más la
ternura de tenerlos a los dos a mí lado, tú y mi hijo, Topacio. Mis dos amores perdidos y encontrados.» Topacio, muy conmovida, musita:
¿Te das cuenta, Jorge Luis? Aunque sólo fuera por este inocente, está justificado que volvamos a unirnos. Aparte de nuestro amor, la
existencia de este niño nos da un motivo más para estar juntos.» Jorge Luis, asiente, abstraído en su dicha. De súbito siente un extraño
mareo, se tapa los ojos, intentando mantenerse en pie y, de pronto, al volver a abrirlos se forma ante él una imagen difusa, que se va
volviendo cada vez más nítida. Jorge Luis grita alborozado. «Dios mío, puedo veros. ¡Puedo veros!» Jorge Luis los abraza, feliz.
Agradecimiento a Daniel Tras la sencilla ceremonia en Las Taparitas, que ha vuelto a unirlos en matrimonio, y después de recibir la
bendición de sus padres, de los Montero, de Domitila y de Lala, los recién casados, Topacio y Jorge Luis, celebran su luna de miel en la
capital. A Cheíto lo dejaron jugando con Cirilo, y Blanca les prometió que podían marcharse tranquilos, el pequeño está en buenas
manos. Al día siguiente de su llegada, Jorge Luis acude a ver a su amigo Daniel para agradecerle su hermoso gesto. Daniel, jovial, le
pregunta si se curó nada más ver a Topacio. Jorge Luis se lo aclara. «Ni siquiera fue por ella, Daniel. Ocurrió cuando me hizo comprender
que ese hijo era suficiente motivo para empezar una nueva vida juntos.» Daniel le contesta, sincero, que él también lo cree así. Jorge
Luis le abraza, agradecido, y ambos hombres se despiden como buenos amigos. De regreso a la habitación del hotel, Jorge Luis se
encuentra a su mujercita vestida deportivamente y apoyada en el balcón. «¿Me extrañaste mucho, mi vida?», pregunta Jorge Luis,
cariñoso. Topacio le rodea con sus brazos. «¿Mucho? — Le besa el rostro—. Muchísimo.» Jorge Luis le cuenta que estuvo con Daniel, y
Topacio se alegra al oírlo. Topacio no puede evitar acordarse de su hijo. «¿Cómo estará Cheíto? ¿Me habrá extrañado?» Jorge Luis le
susurra, cálido: «Volveremos pronto, mi vida. Total, para nosotros en cualquier fecha y en cualquier parte siempre será una dichosa luna
de miel. Pero esta noche la empezamos, ¿verdad, mi amor?» Topacio asiente, feliz. Jorge Luis, pícaro, le pregunta: «¿Bailamos, señora
Sandoval?» «¡Encantada, señor Sandoval!», responde Topacio.
FIN