Pestalozzi
Pestalozzi
Pestalozzi
Estaba empezando a trasladar al papel sus ideas, comenzó las primeras obras que en el transcurso de
los siguientes cuarenta y tanto iban a convertirse en un vasto conjunto de escritos en diversos
géneros literarios. Sus pensamientos fueron ampliados en una novela didáctica sobre las
penalidades de los aldeanos pobres, bajo el dominio de terratenientes pocos escrupulosos, titulada
Leonardo y Gertrudis. El argumento no es más que un sencillo mecánismo para contener la
parábola: Leonardo, el granjero arrendatario, se ha arruinado y ha caído en la degradación
alcóholica debido a las deudas; su esposa sigue luchando y, gracias a su coraje y a sus convicciones,
consigue rehabilitar a su esposo y proporcionar a su familia una educación que lleva a la
autosuficiencia profesional y económica. A través de este proceso, Gertrudis hace ver cómo la
madre buena puede convertir el hogar en la base de una educación pura y natural de la humanidad.
La laboriocidad, la frugalidad, y la perseverancia forman el centro de las acciones de Gertrudis, que
tiene en todo un doble motivo: hacer que cada actividad sea positivamente educativa y que los hijos
se den cuenta de que hay un propósito ético digno en todas sus accciones. Así: Mientras estaban
hilando y cosiendo les enseñaba a contar y escribir en cifras, ya que consideraba la aritmética
como la base de todo el orden intelectual. Su método consistía en dejar que los niños contasen sus
hilos o puntos tanto hacia delante como hacia atrás, y que sumasen y restasen, multiplicasen y
dividiesen el resultado por diferentes números. Los niños rivalizaban entre sí en este juego,
intentando ver quién era más rápido y certero en el ejercicio; cuando estaban cansados, se ponían
a cantar, y por la noche y por la mañana Gertrudis rezaba con ellos.
El libro fué un éxito instantáneo y extendió por toda Europa el nombre de este nuevo educador que
se atenía al orden natural.
En 1798 aceptó una invitación para establecer una escuela para huérfanos de guerra. Pestalozzi
recibió esta oferta del recién nombrado ministro de educación, admirador de la filosofía de Kant y
de su aplicación en la educacción. Se trasladó, en 1799 a dicha escuela y permaneció allí hasta
1804. Aquí sus ideas educativas maduraron rápidamente. La esuela fue convertida en un instituto
destinado a desarrollar una práctica sistemática de la educación basada en sus teorías cada vez más
populares, teorías expresadas de nuevo en un optimista tratado cuyo título prometía ser una
continuación de Leonardo y Gertrudis: se trataba de “Cómo enseña Gertrudis a sus hijos”
La República Helvética fue disuelta, el instituto de Pestalozzi fue cerrado y el edificio convertido en
hospital militar. Pestalozzi se retira a Yverdon a dirigir una nueva escuela; aquí entró en su período
más productivo, 1804-1825, y, aunque tuvo frecuentes diferencias de opinión con su personal, la
escuela prosperó, empezó en 1804 con 70 alumnos y dobló su matrícula al año siguiente. La escuela
era gratuita para los niños; la abrió a las niñas y estableció una división gratuita para las pobres,
puliendo y poniendo constantemente en prácticas sus teorías, y reelavorando asimismo éstas a partir
de la práctica.
Ya en “Cómo enseña Gertrudis a sus hijos” había desarrollado lo que consideraba el más
fundamental de sus principios pedagógicos, la doctrina de la Anschauung, término alemán con un
amplio abanico de significados, centrados todos en la idea de la observación de los fenómenos
mentales en cuanto están relacionados con el aprendizaje.
Todos sus postulados están basados en el concepto de la naturaleza y acepta de manera axiomática
gran parte del pensamiento de Locke, Leibniz y, en particular, Kant, aunque siempre evitó el
reconocimiento de influencias específicas.
Considera al niño como “dotado de todas las facultades de la naturaleza humana pero sin ninguna
de ellas desarrolladas, un capullo todavía por abrirse. Cuando el capullo se abre, cada una de las
hojas se desdobla ninguna se queda atrás. Tal debe ser el proceso de la educación” Cada niño nace
con todo un abanico de facultades, todas las cuales requieren un desarrollo armonioso ya que “la
naturaleza forma al niño como un todo indivisible, como una unidad orgánica vital con múltiples
capacidades morales, mentales y físicas.” He aquí el imperativo en cuanto a la educación, que
busca realizar el más pleno potencial del hombre.
El problema educativo, del que trata la mayor parte de sus escritos, es saber cómo se pueden
conseguir los procedimientos adecuados (no solo efectivos) para asegurar el crecimiento y
desarrollo armonioso de esta naturaleza espiritual. Pestalozzi concentró su atención en tres aspectos
principales de la educación: el desarrollo intelectual, el crecimiento moral, y la relación entre el
maestro y el alumno.
La moral es el fin de toda educación, y tanto padre como profesores deben esforzarse por inculcarla
a sus hijos y alumnos. En primer lugar, deben dar ellos mismos buenos ejemplos morales y
considerarse siempre a sí mismos como alumnos junto a sus estudiantes. En segundo lugar, el
curriculum debe llevar al alumno a ver la estructura esencial de la realidad. En tercer lugar la moral
surgirá cuando las experiencias del niño en el aprendizaje cognitivo engendren una conciencia
afectiva de todos los fenómenos de la naturaleza, de la totalidad orgánica básica de la vida y del
imperativo de que cada persona entre en una relación de símpatia con todas las personas y las cosas.
El papel del maestro debe ser el de “un supervisor continuo y bénevolo, y , puesto que la meta es la
autonomía y moral del alumno, esté debe ser agente de su propio aprendizaje. Pestalozzi, por tanto
no aceptaba la posición rousseauniana de disciplina negativa; seguía firmemente a Kant al afirmar
que el niño debe ser “objeto de acción” con disciplina: “el animal esta destinado por el Creador a
seguir el instinto de su naturaleza, el hombre esta destinado a seguir un principio más elevado. No
hay que permitir que sea regido por su naturaleza animal, en cuanto haya empezado a
desarrollarse su naturaleza espiritual”. En este sentido se sancionan incluso el castigo físico,
aunque se evita siempre que ello sea posible, y no se utiliza nunca si el fallo es del sistema o del
maestro.
En el momento de su muerte, Pestalozzi era la figura educativa predominante en Europa, después de
haberse convertido en la encarnación del pensamiento de Rousseau. Siguiendo a la revolución
conceptual en educacción lograda por Rousseau, Pestalozzi efectuó una revolución práctica al
mostrar cómo podían llevarse a la práctica la mayor parte de sus principios.