APUNTES DE Braidotti Octubre 2019

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 8

APUNTES DE “FEMINISMO, DIFERENCIA SEXUAL Y SUBJETIVIDAD NÓMADE”, Braidotti, 2006,

gedisa

Desde un pensar situado

Adrienne Rich: “política de la localización”. Nacida de mujer, 1978

Donna Haraway (1988) saberes situados (titulo en ingles)

(pág.16) “En el marco conceptual feminista el sitio primario de localización es el cuerpo”

::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

Tarea:

Qué autoras analizan el problema del “paso” de la potencia al acto bajo una perspectiva feminista

Posibilidad de análisis:

Demostrar la importancia de esta indagación: para que el feminismo sea planteado como una
praxis política, debe abordar teóricamente el asunto de cómo la apertura de los posibles es la
condición de la política (la libertad), y cómo puede darse “la concreción” de uno de esos posibles
sin anular ni descartar el plexo infinito de posibilidades (sería como Derrida trata la cuestión del
quizás)

Casos emblemáticos en la historia de la filosofía:

Aristóteles____ idea de naturaleza, movimiento, cambio, actividad

Agustín ¿? (quizás, pueda tener que ver lo que Arendt llama natalidad. También sería susceptible
arrogarle la cuestión de la historia… cómo se funda un tiempo histórico… el problema de la
fundación!!!)----- contrato social patriarcal (Carole Pateman, el Contrato Sexual)

(p. 36) Porque el encuentro con el otro es objeto de horror: porque desencadena un proceso de
desubjetivación, de despersonalización. Aquí viene el tema de lo siniestro.

Adriana Cavarero lee en la habitación de G.H (relato de Lispector) la afirmación de un


materialismo feminista. La vida que hay en nosotros no se agota en e nombre propio ni en la
estructura gramatical del lenguaje.

Para Cixous habla de un sentido de adoración femenino, capacidad para el asombro. La actitud
para recibir como para dar son afines. Para recibir al otro (masculino o femnenino) en toda su
asombrosa diferencia.

Del cuento de Lispector, la pasión según G.H., Cavarero dice que G.H. representa “un nuevo tipo
de materialismo posmoderno que hace hincapié en la materialidad de toda materia viviente
dentro de un plano común de coexistencia, sin postular por ello un punto central de referencia u
organización”.

En tanto que en la posmodernidad se trata de una evaluación y puesta en crisis de los


metalenguajes, el concepto de subjetividad inserto en los límites de la modernidad.

39 “En una de sus declaraciones más francas sobre esta cuestión, denominada significativamente
“Egales a quí?”, Luce Irigaray muestra la dependencia intrínseca de la noción de igualdad respecto
de los parámetros masculinos, y aboga por la necesidad política de situar la idea de diferencia en
el centro de nuestra actividad y de nuestro pensamiento político. La reivindicación de la diferencia
implica desligarla de la lógica dualista en la cual se la ha inscrito tradicionalmente como una marca
de peyorativización, a fin de que pueda expresar el valor positivo de ser “distinto de” la norma
masculina, blanca y de clase media”.

39. “Cabría preguntarse entonces qué significa pensar como feminista femenina y qué clase de
sujeto es el sujeto definido por el proyecto político y teórico de la “diferencia sexual”. Al adoptar
este punto de partida, intento distanciarme de la distinción feminista anglosajona estándar entre
el sexo, por un lado, y el género, por el otro, y ceñirme a la tradición continental de abordar la
sexualidad como una institución simultáneamente material y simbólica”.

40. “Siguiendo a Adrienne Rich (1976, 1985) creo, en efecto, que la redifinición del sujeto
feminista femenino comienza con la reevaluación de las raíces corporales de la subjetividad
rechazando la visión tradicional del sujeto cosgnoscente en cuanto universal, neutro y
consecuentemente desprovisto de género. Esta manera “posicional” o situada de entender al
sujeto determina que la localización o situación más importante sea su arraigo en el marco
espacial del cuerpo. […]

En otras palabras, la identidad y la subjetividad son momentos diferentes en el proceso de definir


una posición de sujeto. La idea del sujeto como proceso significa que ya no es posible suponer que
él/ella coincide con su propia conciencia, sino que ha de pensarse como una identidad compleja y
múltiple, como el sitio de interacción dinámica del deseo con la voluntad, de la subjetividad con el
inconsciente: no sólo el deseo libidinal sino, más bien, el deseo ontológico, el deseo de ser, la
tendencia del sujeto hacia el ser, la predisposición del sujeto a ser.

NUESTRO FRACASO HA SIDO EL QUE SE HAYAN UNIDO LA VOLUNTAD INDIVIDUAL CON LA


VOLUNTAD GENERAL DEL CAPITAL------LYOTARD

P. 42 la visión del sujeto entendido como una zona de interacción de la voluntad con el deseo es
por lo tanto el primer paso en el proceso de reconcebir los fundamentos de la subjetividad. Ello
equivale a afirmar que lo que sustenta todo el proceso de “devenir sujeto” es la voluntad de
saber, el deseo de decir, el deseo de hablar, de pensar, de representar. En el comienzo sólo
existe el deseo de: el deseo de saber, esto es, el conocimiento acerca del deseo.
La condición de posibilidad del pensar, el deseo, no puede ser pensado a su vez--  es el análogo
a la paradoja de witggenstein entre mostrar y decir ¿¿??

[…]

Por esta razón quiero argumentar aquí que la tarea de pensar nuevas formas de subjetividad
femenina, mediante el proyecto de la diferencia sexual entendida como la expresión del deseo
ontológico de las mujeres, implica la transformación de las estructuras e imágenes propias del
pensamiento y no sólo de la estructura proposicional de los pensamientos. Reelaborar la cuestión
de la diferencia sexual significa reformular la relación entre el pensamiento y la vida y también
entre el pensamiento y la filosofía. En otras palabras, la diferencia sexual apunta a redefinir las
estructuras generales del pensamiento y no solamente las estructuras específicas de la mujer.

(187) Diferencia sexual, incardinamiento y devenir

Incardinamiento: del inglés “embodiment”, en el sentido de “dar forma al cuerpo”. “moldear la


carne”, para diferenciarlo de “encarnación” y su alusión cristiana.

“El focus del posetsructuralismo es una compleja estructura de poder y de los diversos pero
altamente eficaces modos en que el poder se combina con el conocimiento y la constitución de la
subjetividad. […[ La subjetividad se conceptualiza, por tanto, como el proceso [assujettissement]
que armoniza simultáneamente las instancias de lo material (la realidad) y de lo simbólico (el
lenguaje), estructurándola.”

Los conceptos lacanianos psicoanalítico de identidad, lenguaje y sexualidad son útiles en la medida
en que colaboran con la definición del sujeto como un PROCESO y no como AGENTE RACIONAL 1.
1
En economía, teoría de juegos, teoría de la decisión e inteligencia artificial,1 un agente
racional es un agente que tiene preferencias claras, en los modelos con incertidumbre su
objetivo es maximizar los valores esperados, y siempre elige para llevar a cabo la acción con
el resultado esperado óptimo por sí mismo, de entre todas las acciones posibles. Los agentes
racionales también se estudian en el campo de la ciencia cognitiva, la ética y la filosofía, así
como la filosofía de la razón práctica . (Wiki pedia!!!)
188. “la teoría de la diferencia sexual considera tanto las diferencias dentro de cada sujeto (entre
los procesos conscientes e inconscientes), como las diferencias entre el Sujeto y sus Otros/as”

El debate o “mal entendido” se da por la recepción norteamericana del concepto de diferencia.


Este gira en torno a a la interacción de lo material y lo simbólico.

“distinguiré tres aspectos de la diferencia sexual: su efecto diagnóstico o analítico, su función


como cartografía política y su aspecto utópico”

Diagnóstico: “ la diferencia sexual implica para Irigaray tanto la descripción como la denuncia del
falso universalismo, inherente a la posición falogocéntrica que propone a lo masculino como un
agente racional autorregulativo y a lo femenino como Otro, diferencia. En un sistema tal, la
diferencia históricamente ha sido colonizada por relaciones de poder que la reducen a la
inferioridad.”

p. 190 “El otro devaluado funciona al mismo tiempo como configurador crítico de significado. […]
Por extensión, el uso peyorativo de las diferencias no es accidental, sino más bien
estructuralmente necesario para el sistema falogocéntrico de significado y para el orden social y el
poder que lo sustentan. Los sujetos empíricos, que son os referentes de esta experiencia simbólica
de peyorativización, sufren en sus existencias incardinadas los efectos materiales de la
descalificación. En este nivel, acuerdo con Irigaray en que la diferencia sexual es una crítica al
dualismo filosófico y al orden que lo respalda. Asimismo desafía la oposición binaria categórica de
lo simbólico y lo empírico, o de lo discursivo y lo material, localizando el poder entre ellos como el
motor de un proceso que tiene como objetivo producir [engendering] subjetividad normativa.”

Como toda práctica feminista, la teoría d ela diferencia sexual “disloca la creencia en los
fundamentos “naturales” de las diferencias codificadas e impuestas socialmente, y del sistema de
valores y de representación que conllevan.” […] esta teoría también enfatiza la necesidad de
historizar los conceptos que analiza, en primer lugar y especialmente, la noción misma de
“diferencia”.

p. 191. “Contra la tendencia del psicoanálisis freudiano de fijar las estructuras psíquicas mediante
referencias biológicas, los teóricos de la diferencia sexual siguen a Lacan en su problematización
de la cuestión de cómo los varones y las mujeres morfológicos se conectan culturalmente con los
códigos de los roles masculinos y femeninos. […] Estas prácticas están mediatizadas por las
prácticas discursivas (biológicas, psicológicas, psicoanalíticas, entre otras) que construyen las
representaciones sociales (Grosz, 1989). Se espera que los sujetos incardinados adhieran a estas
representaciones internalizándolas. Así, aunque el lenguaje sea una estructura que es anterior y
constitutiva de la subjetividad, las posiciones de los sujetos sexuados que estructuran la identidad
(M/F) ni son estables ni esenciales. Se propone una inestabilidad fundamental tanto a las
posiciones masculinas como femeninas del sujeto como lugar de la resistencia a identidades
estables o fijas de cualquier tipo. El sujeto está a la vez sexuado y escindido, descansando en
ambos polos de la dicotomía sexual pero no atado a ella.

p. 192 “El código falogocéntrico está inscripto en el lenguaje, es operacional no importa quien lo
hable”.

“La diferencia sexual proporciona la anatomía política de las estructuras profundas del
falogocentrismo, que se define como instrínsecamente masculino, universalmente blanco, y
compulsivamente heterosexual. No obstante, creo que encierra lo femenino bajo un doble
vínculo: por un lado, glorifica los poderes de la maternidad como precondición para legitimar la
subjetividad femenina pero, por otro lado, subraya el hecho de que el matricidio es el fundamento
del contrato psicosocial masculino. El falogocentrismo es, de hecho, La LEY del Padre, y confina a
la madre –y a la femineidad- a la insignificancia simbólica. La resistencia feminista al
falogocentrismo, consecuentemente, adopta la forma de una reaparición de lo materno como el
lugar de la legitimidad de las genealogías centradas en la mujer. Irigaray sostiene que estas
contragenealogías son el punto de partida de un sistema simbólico femenino alternativo.”

193 La teoría de a diferencia sexual es un pensamiento político de los márgenes, por supuesto,
para no quedarse en ellos…

La disputa del feminismo de la diferencia sexual con la “teoría social de carácter igualitarista”: “Los
términos de la oposición dialéctica no son reversibles, tanto conceptual como políticamente se
afirman en el potencial subversivo de la excentricidad de que gozan las mujeres en el sistema
falogocéntrico. Es la relativa “no pertenencia” de las mujeres al sistema lo que les brinda la
libertad y la autoridad de negociar posiciones alternativas del sujeto”.

La cuestión del nido de víboras en el feminismo

Como estrategia de legitimación, la teoría de la diferencia sexual es el medio de afirmación de los


sujetos que son conscientes y dan cuenta de la paradoja de estar atrapados dentro de un código
simbólico al que se oponen profundamente. Esta es la razón por la que encuentro importante
hablar de los márgenes, de la no pertenencia al sistema fálico. Acepto que también se debe tener
en cuenta a relativa pertenencia de las mujeres al mismo sistema que las humilla. Po lo tanto se
propone a las mujeres una suerte de salida cualitativa: apartarse de la femineidad como
institución sociopolítica y pilar de la identidad femenina, hacia una posición feminista definida
como resistencia a ambas.

Aquí se hace claro el legado del postestructuralismo: que voluntariamente o no las mujeres
feministas son cómplices de aquello que tratan de deconstruir. LA COMPLICIDAD SE EXTIENDE a
las estructuras más íntimas y aun preconscientes de su subjetividad. Tener en claro la propia
implicación o complicidad es el punto de partida para una política radical y la resistencia libre de
exigencias de pureza, pero también libre de los lujos de la culpa.
194 “Así, en contraste con el colectivo de Milán, sugiero wue la teoría de la diferencia sexual
subraya que las mujeres (feministas) puedan hacer positiva la diferencia sexual, en la medida en
que se oponen a la contrainformación automática de las identidades opuestas. Para la práctca
feminista, veo esto como una ventaja estratégica en varios sentidos: primeramente, lleva a
reconsiderar los discursos y las prácticas de la diferencia, de modo de remover de ellas las
connotaciones hegemónicas que históricamente han adquirido (Braidotti, 1991). En segundo
término, esta reaprehensión de la diferencia es una práctica política que coincide cpn la crítica a
los supuestos humanistas de la subjetividad en términos de racionalidad, autorrepresentación,
homogeneidad y estabilidad. Estos supuestos son también operacionales en el
feminismosupuestamente igualitarista, y deben ser deconstruidos. En tercer lugar, la diferencia
sexual deshace los discursos éticos y políticos tradicionales sobre la Otredad. En este modo
reactivo, critica los hábitos de metaforización de lo femenino como una figura de la diferencia
devaluada pero necesaria. En un sentido más afirmativo o activo, reclama una reapropiación del
imaginario femenino; es decir, de las imágenes y de las representaciones que estructuran la propia
relación con la subjetividad. La cuestión de la Otredad es de este modo crucial en el proceso.”

“La relación asimétrica entre los sexos afecta su respectiva relación con la otredad. En el sistema
falogocéntrico, la “otredad” de las mujeres en relación con cada otro permanece irrepresentable,
porque el “otro” periférico se conceptualiza en función y en relación con el centro masculino.
Irigaray se refiere al primero como “lo otro de lo Otro2 y al último como lo “otro de lo Mismo”.”

Cuando se podría decir mejor que la alteridad es efectivamente lo otro de lo otro.

“Una de las lecciones del psicoanálisis que aún perduran es que la noción de “Mujer” se refiere a
los seres sexualmente hembras [female] morfológicamente constituidos y socializados de manera
tal de conformar la institución de la femineidad.”

El argumento de porqué es necesario comprender las formas o procesos de subjetivación…

195. En la línea de la comprensión foucaltiana de la subjetividad incardinada, me gustaría sugerir


también que la femineidad se entiende como un monumento y como un documento. Es decir:
ambos son un conjunto de convenciones sociales y una red de discursos sociales, legales, médicos,
entre otros, que combinados construyen un tipo femenino estandarizado “normal”. Así, la
afirmación “no se nace mujer, se llega a serlo” debe extenderse hasta cubrir también las formas
identificatorias inconscientes de las mujeres respecto de la femineidad y de la masculinidad, que
puedan resistir procesos conscientes y voluntarios de transformación política. En otras palabras, el
énfasis en la estructura profunda apunta a extender la idea de la construcción social de las
formaciones identificatorias y facilita que las prácticas feministas las tomen en cuenta. De esto
concluyo que las políticas feministas desafían las estructuras de representación y los valores
sociopolíticos atribuidos a la Mujer como lo otro en el sistema patriarcal, a la par que extiende ese
desafío a las estructuras profundas de la identidad de cada mujer.

[…]
Contrariamente a las concepciones unitarias, creo que cada mujer es una multiplicidad en sí
misma: está marcada por un conjunto de diferencias dentro de sí misma, que la convierten en una
fragmentación, una entidad anudada, construida sobre las intersecciones de los niveles de
experiencia. Para mi trabajo, es de especial relevancia la discrepancia entre los deseos
inconscientes y las elecciones voluntarias que tienden a proporcionar un mapa más adecuado y
políticamente más eficaz de la complejidad de una pregunta muy importante: ¿por qué no todas
las mujeres desean o extrañan la libertad [freedom] y la autonomía? ¿Por qué no desean ser
libres? […]

Quiero subrayar que el sujeto feminista no es una unidad puramente volitiva o


autorrepresentacional: es también el sujeto de su inconsciente y, en tanto que tal, abriga un
conjunto de relaciones mediadas de las etsructras mismas que condicionan las situaciones de la
(196) vida [de el/las]. No hay relaciones no mediadas de género, raza, clase, edad o elección
sexual. La identidad es un nombre dado a este conjunto de potencialidades contradictorias y
variables: es múltiple y fracturado; es racional en tanto que requiere un vínculo con los “otros”;
es retrospectivo en la medida en que funciona a través del recuerdo y la memoria. Por último,
aunque no menos importante, la identidad se forma con sucesivas identificaciones, es decir, con
imágenes internalizadas que escapan al control racional.

[…][la teoría de la diferencia sexual] es utópica en el sentido de a-tópica; por ejemplo, aún no
tienen un basamento, está “en ningún lugar”, pero apunta a un proceso de resignificación que ya
ha empezado. Irigaray llama “mímesis” (Irigaray, 1977) a la estrategia que consiste en revisar,
reaprehender y reposeer la posición del sujeto mujer [female] por una mujer [woman] que ha
tomado distancia de la Mujer del punto de partida falogocéntrico. La escuela italiana denomina a
este proceso la afirmación de un sistema simbólico alternativo.

[…] La filosofía de la diferencia sexual sostiene que es histórica y políticamente urgente generar
nociones legitimadas de subjetividad femenina. En respuesta a esto, y a fin de evitar
contraafirmaciones esencialistas de la identidad, he sostenido que el feminismo es una estrategia
que atraviesa las capas de sedimentación de significados y de significaciones que rodean la noción
de Mujer, en el prociso momento en que en su historicidad esta noción ha perdido su unidad
sustancial, debido a la decadencia del humanismo clásico.

[…] De modo que he propuesto redefinir mímesis como la política del como si, es decir, como un
cuidadoso uso de las repeticiones que confirmen a las mujeres en una relación paradójica con la
femineidad, pero que también intensifiquen el valor subversivo de la distancia paradójica que las
mujeres (feministas) tienen con esa femineidad. La estrategia política es clara y para mí la apuesta
es alta: la teoría de la diferencia sexual se mueve entre las complejidades y las paradojas de la
subjetividad feminista femenina, sin apelar a contrainformaciones ligeras. […] No puede
abandonarse el significante mujer de modo meramente volitivo: debe ser consumido y
reapropiado colectivamente desde dentro; más aún, se deben negociar las formas de
implementación social de las nuevas posiciones de sujeto.
p. 198 Diferencia y diversidad

“la diferencia sexual no debe entenderse como una categoría no problemática, tampoco debe
separársela radicalmente de la revisión de las otras categorías, tales como clase, raza, etnicidad y
otras diferencias sociales codificadas. Se debe seguir privilegiando, no obstante, la identidad
sexual –el hecho de tener cuerpo de mujer- como el primer sitio de la resistencia. Este lugar se
define como un proceso de constitución múltiple, complejo y de facetas potencialmente
contradictorias o posiciones de sujeto, como sugiere Teresa de Lauretis (1986)

[…] Siguiendo a Butler y Scott (1992), sostengo, por lo tanto, que el proyecto político de la teoría
de la diferencia sexual puede reformularse en términos d elos puntos de convergencia entre las
críticas posestructuralistas a la identidad y las teorías recientes de las mujeres de color y de las
feministas negras que advierten sobre la “blancura” de la teoría feminista.

[…]

199. “Así, el feminismo no se describe sólo en términos de elección voluntaria, sino también
como deseo, es decir, de los motivos inconscientes. Esto ilumina la importancia del análisis
político d ela afectividad, que requiere una reapropiación crítica de la noción misma de deseo.
Irigaray, de modo no diferente de Deleuze, desafía la ecuación entre deseo y negatividad o
carencia

También podría gustarte