Los 7 Salmos Penit y Let Santos

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LOS SIETE SALMOS PENITENCIALES

   

Antífona: No renueves, oh Señor, la memoria de nuestros delitos, ni los de nuestros padres; ni


tomes venganza de nuestros pecados. 

   

Salmo 6

Señor, no me reprendas en medio de tu saña, ni me castigues en la fuerza de tu enojo. 

Ten, Señor, misericordia de mí, que estoy sin fuerzas; sáname, oh Señor, porque hasta mis
huesos se han estremecido. 

Y está mi alma sumamente perturbada: pero tú, Señor, ¿hasta cuándo harás durar mi
tribulación? 

Vuélvete a mí, Señor, y libra mi alma: sálvame por tu misericordia. 

Porque muriendo, ya no hay quien se acuerde de ti; y en el infierno ¿quién te tributará


alabanzas? 

Me he consumido a fuerza de tanto gemir: todas las noches baño mi lecho con mis lágrimas:
inundo con ellas el lugar de mi descanso acordándome de mis pecados. 

Por causa de la indignación se han oscurecido mis ojos: he envejecido y quedado endeble en
medio de todos mis enemigos. 

Apartaos lejos de mí todos los que obráis la iniquidad: porque ha oído el Señor benignamente
la voz de mi llanto. 

Ha otorgado el Señor mi súplica: ha aceptado mi oración. 

Avergüéncense, y queden llenos de la mayor turbación todos mis enemigos: retírense, y


váyanse al momento cubiertos de ignominia. 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espirítu Santo.

R. Como era en el princípio, y ahora, y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

   

Salmo 31 

Felices aquellos a quienes se han perdonado sus iniquidades, y se han borrado sus pecados. 

Dichoso el hombre a quien el Señor no arguye de pecado; y cuya alma se halla exenta de dolo. 

Por haber yo callado, y dejado de confesar mi pecado, se consumieron mis huesos, dando
alaridos todo el día. 
Porque de día y de noche me hiciste sentir tu pesada mano. Revolcábame en mi miseria,
mientras tenía clavada la espina. 

Te manifesté mi delito, y dejé de ocultar mi injusticia. Confesaré, dije yo, contra mí mismo al
Señor la injusticia mía; y tú perdonaste la malicia de mi pecado. 

En vista de esto, orará a ti todo hombre santo, en el tiempo oportuno. Y ciertamente que en la
inundación de copiosas aguas no llegarán estas a su persona. 

Tú eres mi asilo en la tribulación que me tiene cercado: tú, oh alegría mía, líbrame de los que
me tienen rodeado. 

Yo te daré, dijiste, inteligencia, y te enseñaré el camino que debes seguir; tendré fijos sobre ti
mis ojos. 

Guardaos de ser semejantes al caballo y al mulo, los cuales no tienen entendimiento. Sujeta,
oh Señor, con cabestro y freno las quijadas de los que se retiran de ti o rehúsan obedecerte. 

Muchos dolores le esperan al pecador: mas al que tiene puesta en el Señor su esperanza, la
misericordia le servirá de muralla. 

Alegraos, oh justos, y regocijaos en el Señor, y gloriaos en él vosotros todos los de recto


corazón. 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espirítu Santo.

R. Como era en el princípio, y ahora, y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

   

Salmo 38 

Oh Señor, no me reprendas en medio de tu saña; ni en medio de tu cólera me castigues: 

Porque se me han enclavado tus saetas, y has cargado sobre mí tu mano. 

No hay parte sana en todo mi cuerpo, a causa de tu indignación: se me estremecen los huesos
cuando considero mis pecados. 

Porque mis maldades sobrepujan por encima de mi cabeza; y como una carga pesada me
tienen agobiado. 

Se enconaron, y corrompiéronse mis llagas, a causa de mi necedad. 

Estoy hecho una miseria, y encorvado hasta el suelo: ando todo el día cubierto de tristeza. 

Porque mis entrañas están llenas de ilusiones, o ardores vehementes, y no hay en mi cuerpo
parte sana. 

Afligido estoy y abatido en extremo: la fuerza de los gemidos de mi corazón me hace


prorrumpir en alaridos. 

Oh Señor, bien ves todos mis deseos, y no se te ocultan mis gemidos. 

Mi corazón está conturbado: he perdido mis fuerzas; y hasta la misma luz de mis ojos me ha
faltado ya, casi he cegado a fuerza de tanto llorar. 
Mis amigos y mis deudos arrimáronse y apostáronse contra mí; y mis allegados se pararon a lo
lejos. 

Entretanto aquellos que procuraban mi muerte, hacían todos sus esfuerzos; y los que
anhelaban el dañarme, hablaban mil sandeces; y estaban todo el día maquinando engaños. 

Pero yo, como si fuera sordo, no los escuchaba: y estaba como mudo, sin abrir la boca. 

Y me hice como quien nada oye, ni tiene palabras con que replicar. 

Porque en ti tengo puesta, Señor, mi esperanza: tú me oirás, oh Señor Dios mío. 

Pues yo dije: No triunfen de mí mis enemigos; los cuales cuando ven vacilantes mis pies, se
vanaglorian contra mí. 

Verdad es que yo estoy resignado para el castigo; y siempre tengo presente mi dolor. 

Yo mismo confesaré mi iniquidad, y andaré siempre pensativo por causa de mi pecado. 

Entretanto mis enemigos viven, y se han hecho más fuertes que yo; y se han multiplicado los
que me aborrecen injustamente. 

Los que vuelven mal por bien, murmuraban de mí, porque seguía la virtud. 

¡Ah! No me desampares, Señor Dios mío; no te apartes de mí: 

Acude prontamente a socorrerme, oh Señor Dios, salvador mío. 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espirítu Santo.

R. Como era en el princípio, y ahora, y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

   

Salmo 50 

Ten piedad de mí, oh Dios, según la grandeza de tu misericordia: y según la muchedumbre de


tus piedades, borra mi iniquidad. 

Lávame todavía más de mi iniquidad, y límpiame de mi pecado; 

Porque yo reconozco mi maldad, y delante de mí tengo siempre mi pecado: 

Contra ti solo he pecado; y he cometido la maldad delante de tus ojos, a fin de que
perdonándome, aparezcas justo en cuanto hables, y quedes victorioso en los juicios que de ti
se formen. 

Mira pues que fui concebido en iniquidad, y que mi madre me concibió en pecado. 

Y mira que tú amas la verdad: tú me revelaste los secretos y recónditos misterios de tu


sabiduría. 

Me rociarás, Señor, con el hisopo, y seré purificado: me lavarás, y quedaré más blanco que la
nieve. 

Infundirás en mi oído palabras de gozo, y de alegría; con lo que, viéndome perdonado, se


recrearán mis huesos quebrantados o mis ya abatidas fuerzas. 

Aparta tu rostro de mis pecados, y borra todas mis iniquidades. 


Crea en mí, oh Dios, un corazón puro, y renueva en mis entrañas el espíritu de rectitud. 

No me arrojes de tu presencia, y no retires de mí tu santo espíritu. 

Restitúyeme la alegría de tu Salvador; y fortaléceme con un espíritu de príncipe. 

Yo enseñaré tus caminos a los malos, y se convertirán a ti los impíos. 

Líbrame de la sangre, oh Dios, Dios salvador mío, y ensalzará mi lengua tu justicia. 

¡Oh Señor!, tú abrirás mis labios; y publicará mi boca tus alabanzas. 

Que si tú quisieras sacrificios, ciertamente te los ofreciera: mas tú no te complaces con solos
holocaustos o actos de religión meramente exteriores. 

El espíritu compungido es el sacrificio más grato para Dios: no despreciarás, oh Dios mío, el
corazón contrito y humillado. 

Señor, por tu buena voluntad seas benigno para con Sion, a fin de que estén firmes los muros
de Jerusalén. 

Entonces aceptarás el sacrificio de justicia, las ofrendas, y los holocaustos: entonces serán
colocados sobre tu altar becerros para el sacrificio. 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espirítu Santo.

R. Como era en el princípio, y ahora, y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

   

Salmo 101 

Escucha, oh Señor, benignamente mis ruegos; y lleguen hasta ti mis clamores. 

No apartes de mí tu rostro: en cualquier ocasión en que me halle atribulado, dígnate de oírme.


Acude luego a mí, siempre que te invocare; 

Porque como humo han desaparecido mis días, y áridos están mis huesos como leña seca. 

Estoy marchito como el heno, árido está mi corazón; pues hasta de comer mi pan me he
olvidado. 

De puro gritar y gemir me he quedado con sola la piel pegada a los huesos. 

Me he vuelto semejante al pelícano, que habita en la soledad: parézcome al búho en su triste


albergue. 

Paso insomnes las noches, y vivo cual pájaro que se está solitario sobre los tejados. 

Me zahieren todo el día mis enemigos, y aquellos que me alababan, se han conjurado contra
mí. 

Porque el alimento que tomo, va mezclado con la ceniza; y mis lágrimas se mezclan con mi
bebida, 

A vista de tu ira e indignación; pues me levantaste en alto para estrellarme. 

Como sombra han pasado mis días, y heme secado como el heno.
Pero tú, Señor, permaneces para siempre, y tu memoria pasará de generación en generación. 

Tú te levantarás, y tendrás lástima de Sion; porque tiempo es de apiadarte de ella, llegó ya el


plazo. 

Y porque hasta sus mismas ruinas son amadas de tus siervos, y miran estos con afición aun al
polvo de aquella tierra. 

Entonces, oh Señor, las naciones temerán tu santo Nombre, y todos los reyes de la tierra
respetarán tu gloria. 

Porque el Señor reedificará a Sion, en donde se dejará ver con toda majestad. 

Él atendió a la oración de los humildes, y no despreció sus plegarias. 

Escríbanse estas cosas para la generación venidera; y el pueblo que será creado, glorificará al
Señor; 

Porque desde su excelso Santuario inclinó los ojos hacia nosotros. Se puso el Señor desde el
cielo a mirar la tierra, 

Para escuchar los gemidos de los que estaban entre cadenas, para libertar a los sentenciados o
destinados a muerte, 

A fin de que prediquen en Sion el nombre del Señor, y sus alabanzas en Jerusalén: 

Entonces que los pueblos y reyes se reunirán para servir juntos al Señor. 

Dijo el justo en medio de su florida edad: Manifiéstame, oh Señor, el corto número de mis
días. 

No me llames a la mitad de mi vida: eternos son tus años. 

Oh Señor, tú eres el que al principio creaste la tierra: los cielos obra son de tus manos. 

Estos perecerán; pero tú eres inmutable. Vendrán a gastarse como un vestido. Y los mudarás
como quien muda una capa, y mudados quedarán. 

Mas tú eres siempre el mismo; y tus años no tendrán fin. 

Los hijos de tus siervos habitarán tranquilos en Jerusalén, y su descendencia quedará arraigada
por los siglos de los siglos. 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espirítu Santo.

R. Como era en el princípio, y ahora, y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

   

Salmo 129 

Desde lo más profundo clamé a ti, oh Señor. 

Oye, Señor, benignamente mi voz. Estén atentos tus oídos á la voz de mis plegarias. 

Si te pones a examinar, Señor, nuestras maldades, y ¿quién podrá subsistir, oh Señor, en tu


presencia? 
Mas en ti se halla como de asiento la clemencia: y en vista de tu Ley he confiado en ti, oh
Señor. En la promesa del Señor se ha apoyado mi alma: 

En el Señor ha puesto su esperanza. 

Desde el amanecer basta la noche espere Israel en el Señor. 

Porque en el Señor está la misericordia, y en su mano tiene una redención abundantísima. 

Y él es el que redimirá a Israel de todas sus iniquidades. 

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espirítu Santo.

R. Como era en el princípio, y ahora, y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

   

Salmo 142 

Oh Señor, escucha benigno mi oración; presta oídos a mi súplica, según la verdad de tus
promesas: óyeme por tu misericordia. 

Mas no quieras entrar en juicio con tu siervo; porque ningún viviente puede aparecer justo en
tu presencia, no quedará justificado ante tus ojos ninguno de los mortales. 

Ya ves cómo el enemigo ha perseguido mi alma: abatida tiene hasta el suelo la vida mía. 

Me ha confinado en lugares tenebrosos, como á los que murieron hace ya un siglo: 

Mi espíritu padece terribles angustias; está mi corazón en continua zozobra. 

Mas me acordé luego de los días antiguos: púseme a meditar todas tus obras; ponderaba los
efectos maravillosos de tu poder. 

Levanté mis manos hacia ti: como tierra falta de agua, así está por ti suspirando el alma mía. 

Óyeme luego, oh Señor: mi espíritu ha desfallecido. No retires de mí tu rostro; para que no


haya de contarme ya entre los muertos. 

Hazme sentir cuanto antes tu misericordia, pues en ti he puesto mi esperanza. Muéstrame el


camino que debo seguir, ya que hacia ti he levantado mi corazón. 

Líbrame, oh Señor, de mis enemigos, a ti me acojo. 

Enséñame a cumplir tu voluntad, pues tú eres mi Dios. Entonces tu espíritu, que es


infinitamente bueno, me conducirá a la tierra de la rectitud y santidad. 

Por amor de tu nombre, oh Señor, me darás la vida, según la justicia de tus promesas. A mi
alma la sacarás de la tribulación; 

Y por tu misericordia disiparás a mis enemigos. Y perderás a todos los que afligen el alma mía,
puesto que siervo tuyo soy.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espirítu Santo.

R. Como era en el princípio, y ahora, y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
    

Antífona: No refresques, oh Señor, la memoria de nuestros delitos, ni los de nuestros padres;


ni tomes venganza de nuestros pecados. 

  

LETANÍA DE LOS SANTOS

  

      

V. Señor, ten piedad de nosotros.

R. Señor, ten piedad de nosotros.

V. Cristo, ten piedad de nosotros.

R. Cristo, ten piedad de nosotros. 

V. Señor, ten piedad de nosotros.

R. Señor, ten piedad de nosotros. 

    

V. Cristo, óyenos. 

R. Cristo, óyenos. 

V. Cristo, escúchanos. 

R. Cristo, escúchanos. 

     

V. Dios, Padre Celestial.

R. Ten piedad de nosotros.

V. Dios Hijo, Redentor del mundo. 


R. Ten piedad de nosotros.

V. Dios Espíritu Santo.

R. Ten piedad de nosotros.

V. Santa Trinidad, que sois un sólo Dios. 

R. Ten piedad de nosotros.

    

V. Santa María. 

R. Ruega por nosotros.

V. Santa Madre de Dios. 

R. Ruega por nosotros.

V. Santa Virgen de vírgenes. 

R. Ruega por nosotros.

    

V. San Miguel. 

R. Ruega por nosotros.

V. San Gabriel. 

R. Ruega por nosotros.

V. San Rafael. 

R. Ruega por nosotros.

V. Todos los santos Ángeles y Arcángeles. 

R. Rogad por nosotros.

V. Todos los santos coros de los espíritus bienaventurados. 

R. Rogad por nosotros.

     

V. San Juan Bautista. 

R. Ruega por nosotros.

V. San José. 

R. Ruega por nosotros.

V. Todos los santos Patriarcas y Profetas. 

R. Rogad por nosotros.


     

V. San Pedro. 

R. Ruega por nosotros.

V. San Pablo. 

R. Ruega por nosotros.

V. San Andrés. 

R. Ruega por nosotros.

V. San Santiago [el Mayor]. 

R. Ruega por nosotros.

V. San Juan. 

R. Ruega por nosotros.

V. Santo Tomás. 

R. Ruega por nosotros.

V. San Santiago [el Menor]. 

R. Ruega por nosotros.

V. San Felipe. 

R. Ruega por nosotros.

V. San Bartolomé. 

R. Ruega por nosotros.

V. San Mateo. 

R. Ruega por nosotros.

V. San Simón. 

R. Ruega por nosotros.

V. San Judas Tadeo. 

R. Ruega por nosotros.

V. San Matías. 

R. Ruega por nosotros.

V. San Bernabé. 

R. Ruega por nosotros.

V. San Lucas. 
R. Ruega por nosotros.

V. San Marcos. 

R. Ruega por nosotros.

V. Todos los santos Apóstoles y Evangelistas. 

R. Rogad por nosotros.

V. Todos los santos Discípulos del Señor. 

R. Rogad por nosotros.

    

V. Todos los santos Inocentes. 

R. Rogad por nosotros.

V. San Esteban. 

R. Ruega por nosotros.

V. San Lorenzo. 

R. Ruega por nosotros.

V. San Vicente. 

R. Ruega por nosotros.

V. Santos Fabián y Sebastián. 

R. Rogad por nosotros.

V. Santos Juan y Pablo. 

R. Rogad por nosotros.

V. Santos Cosme y Damián. 

R. Rogad por nosotros.

V. Santos Gervasio y Protasio. 

R. Rogad por nosotros.

V. Todos los santos Mártires. 

R. Rogad por nosotros.

     

V. San Silvestre. 

R. Ruega por nosotros.


V. San Gregorio. 

R. Ruega por nosotros.

V. San Ambrosio. 

R. Ruega por nosotros.

V. San Agustín. 

R. Ruega por nosotros.

V. San Jerónimo. 

R. Ruega por nosotros.

V. San Martín. 

R. Ruega por nosotros.

V. San Nicolás. 

R. Ruega por nosotros.

V. Todos los santos Pontífices y Confesores. 

R. Rogad por nosotros.

V. Todos los santos Doctores. 

R. Rogad por nosotros.

    

V. San Antonio Abad. 

R. Ruega por nosotros.

V. San Benito. 

R. Ruega por nosotros.

V. San Bernardo. 

R. Ruega por nosotros.

V. Santo Domingo. 

R. Ruega por nosotros.

V. San Francisco. 

R. Ruega por nosotros.

V. Todos los santos Sacerdotes y Levitas. 

R. Rogad por nosotros.

V. Todos los santos Monjes y Eremitas. 

R. Rogad por nosotros.


     

V. Santa María Magdaléna. 

R. Ruega por nosotros.

V. Santa Ágata. 

R. Ruega por nosotros.

V. Santa Lucía. 

R. Ruega por nosotros.

V. Santa Inés. 

R. Ruega por nosotros.

V. Santa Cecilia. 

R. Ruega por nosotros.

V. Santa Catalina de Alejandría. 

R. Ruega por nosotros.

V. Santa Anastasia. 

R. Ruega por nosotros.

V. Todas las santas Vírgenes y Viudas. 

R. Rogad por nosotros.

   

V. Todos los Santos y Santas de Dios. 

R. Interceded por nosotros.

    

V. Sénos propicio. 

R. Perdónanos, Señor.

V. Sénos propicio. 

R. Escúchanos, Señor.

       

V. De todo mal. 

R. Líbranos, Señor.

V. De todo pecado. 

R. Líbranos, Señor.
V. De tu ira. 

R. Líbranos, Señor.

V. De súbita e imprevista murte. 

R. Líbranos, Señor.

V. De las acechanzas del diablo. 

R. Líbranos, Señor.

V. De toda ira, odio y mala voluntad. 

R. Líbranos, Señor.

V. Del espíritu de fornicación. 

R. Líbranos, Señor.

V. De relámpagos y tempestades. 

R. Líbranos, Señor.

V. Del flagelo de los terremotos. 

R. Líbranos, Señor.

V. De la peste, el hambre y de la guerra. 

R. Líbranos, Señor.

V. De la muerte eterna. 

R. Líbranos, Señor.

V. Por el misterio de tu santa Encarnación. 

R. Líbranos, Señor.

V. Por tu Advenimiento. 

R. Líbranos, Señor.

V. Por tu Natividad. 

R. Líbranos, Señor.

V. Por tu Bautismo y tu santo Ayuno. 

R. Líbranos, Señor.

V. Por tu Cruz y Pasión. 

R. Líbranos, Señor.

V. Por tu Muerte y Sepultura. 

R. Líbranos, Señor.

V. Por tu santa Resurrección. 


R. Líbranos, Señor.

V. Por tu admirable Ascensión. 

R. Líbranos, Señor.

V. Por el descendimiento del Espíritu Santo Paráclito. 

R. Líbranos, Señor.

V. En el día del Juicio. 

R. Líbranos, Señor.

     

V. Nosotros, pecadores. 

R. Te rogamos, óyenos.

V. Para que nos perdones. 

R. Te rogamos, óyenos.

V. Para que concedas tu indulgencia. 

R. Te rogamos, óyenos.

V. Para que te dignes conducirnos a la verdadera penitencia. 

R. Te rogamos, óyenos.

V. Para que te dignes regir y conservar a tu Santa Iglesia.

R. Te rogamos, óyenos.

V. Para que te dignes conservar en la santa Religión a todos los órdenes eclesiásticos. (1) 

R. Te rogamos, óyenos.

V. Para que te dignes humillar a los enemigos de la Santa Iglesia. 

R. Te rogamos, óyenos.

V. Para que te dignes conceder la paz y la verdadera concordia entre los reyes y los príncipes
cristianos. 

R. Te rogamos, óyenos.

V. Para que te dignes conceder la paz y la unidad a todo el pueblo cristiano. 

R. Te rogamos, óyenos.

V. Para que te dignes llamar a la unidad de la Iglesia a los que están en el error, y conducir a
todos los infieles hacia la luz del Evangelio. 

R. Te rogamos, óyenos.

V. Para que te dignes confortarnos y conservarnos en tu santo servicio. 

R. Te rogamos, óyenos.


V. Para que te dignes elevar nuestro espíritu hacia los deseos celestiales. 

R. Te rogamos, óyenos.

V. Para que te dignes conceder a nuestros bienhechores la recompensa de los bienes eternos. 

R. Te rogamos, óyenos.

V. Para que te dignes librar de la muerte eterna nuestras almas, y las de nuestros hermanos,
parientes y bienhechores. 

R. Te rogamos, óyenos.

V. Para que te dignes darnos y conservar los frutos de la tierra. 

R. Te rogamos, óyenos.

V. Para que te dignes conceder el descanso eterno a todos los Fieles difuntos. 

R. Te rogamos, óyenos.

V. Para que te dignes escucharnos. 

R. Te rogamos, óyenos.

V. Hijo de Dios. 

R. Te rogamos, óyenos.

    

V. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo.

R. Perdónanos, Señor.

V. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo.

R. Escúchanos, Señor.

V. Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo.

R. Ten piedad de nosotros, Señor.

    

V. Cristo, óyenos. 

R. Cristo, óyenos. 

V. Cristo, escúchanos. 

R. Cristo, escúchanos.

    

V. Señor, ten piedad de nosotros.

R. Señor, ten piedad de nosotros. 


V. Cristo, ten piedad de nosotros.

R. Cristo, ten piedad de nosotros. 

V. Señor, ten piedad de nosotros.

R. Señor, ten piedad de nosotros.

      

Padre nuestro, que estás en los Cielos, santificado sea el tu Nombre. Venga a nos el tu Reino.
Hágase tu Voluntad, así en la tierra como en el Cielo. El pan nuestro de cada día dánosle hoy, y
perdónanos nuestras deudas, así como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y
no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal. Amén.

  

Salmo 69

Oh Dios, atiende a mi socorro: acude, Señor, luego a ayudarme. 

Corridos y avergonzados queden los que me persiguen de muerte. 

Arrédrense, y confúndanse los que se complacen en mis males. Sean puestos en vergonzosa
fuga aquellos que me dicen insultándome: Bueno, bueno. 

Regocíjense, y alégrense en tí todos los que te buscan, y digan sin cesar los que aman á su
Salvador: Engrandecido sea el Señor. 

Yo por mí soy un menesteroso y pobre: ayúdame, oh Dios. Amparo mío y mi libertador eres tú:
oh Señor, no te tardes.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espirítu Santo.

R. Como era en el princípio, y ahora, y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
     

V. Salva a tus siervos.

R. Que esperan en ti, Dios mío. 

   

V. Sé para nosotros, oh Señor, una torre de fortaleza. 

R. Ante los enemigos.

   

V. Que nuestros enemigos no prevalezcan sobre nosotros. 

R. Y que el hijo de la iniquidad no tenga poder para dañarnos.

   

V. No nos trates, Señor, como lo merecemos por los pecados que hemos cometido.

R. Ni nos castigues con arreglo a nuestras iniquidades.

   

V. Oremos por nuestro Pontífice N. 

R. El Señor lo conserve, lo llene de vida, lo haga feliz en la tierra y no lo entregue en manos de
sus enemigos. (1)

    

V. Oremos por nuestros bienhechores. 

R. Dígnate Señor, por el honor de tu Nombre, remunerar con la vida eterna a todos nuestros
bienhechores. Amén.

   

V. Oremos por los Fieles difuntos. 

R. Dales, Señor, el descanso eterno, y brille para ellos la luz perpetua.

   
V. Descansen en paz. 

R. Amen.

   

V. Por nuestros hermanos ausentes. 

R. Salva a tus siervos, Dios mío, que esperan en ti. 

   

V. Envíales tu auxilio, Señor, desde tu Santuario. 

R. Y protégelos desde Sión.

   

V. Señor, escucha mi oración.

R. Y llegue a ti mi clamor. 

   

V. El Señor esté con vosotros. 

R. Y con tu espíritu.

  

Oremos. 

ORACIÓN

Oración penitencial.
Oh Dios, de quien es propio usar siempre de misericordia y de perdón; recibid nuestra súplica,
para que a nosotros, y a todos vuestros siervos que se hallan aprisionados con la cadena de sus
delitos, los liberte vuestra misericordia, usando con ellos y con nosotros de piedad.

  

Absolución de penitentes.

Os suplicamos, Señor, deis oídos a nuestras humildes súplicas, y que perdonéis los pecados de
los que confiesan vuestro Nombre, para que igualmente nos concedáis con benignidad el
perdón y la paz.

  

Por remisión de pecados.

Manifestadnos, Señor, con clemencia vuestra inefable misericordia: para que borréis todos
nuestros pecados, y nos libertéis de las penas que por ellos merecemos. 

   

De San Gregorio Magno para el Jueves después de Ceniza.

Oh Dios, a quien ofende la culpa, y aplaca la penitencia; atended favorablemente a las súplicas
de vuestro pueblo, y apartad de nosotros el azote de vuestra ira, que tan merecido tenemos
por nuestros pecados.

  

Por el Papa. (omítese en Sede Vacante)

Dios omnipotente y eterno, tened piedad de vuestro siervo, nuestro Pontífice N., y según
vuestra clemencia, dirigidle por el camino de la salud eterna; para que, asistido de vuestra
gracia, ame todo lo que sea de vuestro agrado, y con toda perfección lo practique.

  

Por la Paz.

Oh Dios, que inspiráis los deseos santos, los consejos rectos y las obras justas; conceded a
vuestros siervos aquella paz que no puede darles el mundo; para que, ocupados nuestros
corazones en el cumplimiento de vuestros Mandamientos, y ahuyentado el temor de los
enemigos, sean nuestros tiempos tranquilos por vuestra protección.

   

Para pedir continencia y castidad.

Arrasad, Señor, con el fuego del Espíritu Santo, nuestras entrañas y nuestro corazón; para que
con un cuerpo casto os sirvamos, y con un corazón puro os agrademos.

    

Por los fieles difuntos.

Oh Dios, Creador y Redentor de todos los hombres, conceded a las almas de vuestros
servidores y servidoras, la remisión de todos sus pecados, a fin de que obtengan por nuestras
humildísimas oraciones el perdón que ellas siempre han deseado.

   

Ofrecimiento de oraciones y obras durante el día.

Os suplicamos, Señor, que con santas inspiraciones prevengáis nuestras acciones, y con
vuestros auxilios las continuéis; para que todas nuestras oraciones y operaciones reciban
siempre de Vos su principio, y se encaminen a Vos como su fin.

  

Por los vivos y difuntos.

Omnipotente y sempiterno Dios, que sois el Señor supremo de vivos y muertos, y que usáis de
misericordia con todos los que por su fe y por sus obras conocéis que han de ser vuestros
escogidos: humildemente os suplicamos, que por la intercesión de todos los Santos concedáis
con piedad el perdon de todos sus pecados a todos aquellos por quienes hemos determinado
pediros; ya vivan en este mundo vestidos todavía de nuestra carne, o ya desnudos de ella,
hayan pasado al siglo futuro. Por nuestro Señor Jesucristo tu Hijo, que con Vos vive y reina en
la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén. 
  

V. El Señor esté con vosotros. 

R. Y con tu espíritu.

V. Óiganos benignamente el omnipotente y misericordioso Señor.

R. Amén.   

  

V. Y que las almas de los Fieles difuntos descansen en paz, por la misericordia de Dios.

R. Amén.

  

(1) La invocación Para que te dignes conservar en la santa Religión a la Casa Apostólica y a


todos los órdenes eclesiásticos es remplazada por Para que te dignes conservar en la santa
Religión a todos los órdenes eclesiásticos, por razón de hallarse vacante la Sede Apostólica. Por
esa misma razón, debe omtirse también el verso por el Papa y la oración correspondiente.

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