Los 7 Salmos Penit y Let Santos
Los 7 Salmos Penit y Let Santos
Los 7 Salmos Penit y Let Santos
Salmo 6
Ten, Señor, misericordia de mí, que estoy sin fuerzas; sáname, oh Señor, porque hasta mis
huesos se han estremecido.
Y está mi alma sumamente perturbada: pero tú, Señor, ¿hasta cuándo harás durar mi
tribulación?
Me he consumido a fuerza de tanto gemir: todas las noches baño mi lecho con mis lágrimas:
inundo con ellas el lugar de mi descanso acordándome de mis pecados.
Por causa de la indignación se han oscurecido mis ojos: he envejecido y quedado endeble en
medio de todos mis enemigos.
Apartaos lejos de mí todos los que obráis la iniquidad: porque ha oído el Señor benignamente
la voz de mi llanto.
R. Como era en el princípio, y ahora, y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 31
Felices aquellos a quienes se han perdonado sus iniquidades, y se han borrado sus pecados.
Dichoso el hombre a quien el Señor no arguye de pecado; y cuya alma se halla exenta de dolo.
Por haber yo callado, y dejado de confesar mi pecado, se consumieron mis huesos, dando
alaridos todo el día.
Porque de día y de noche me hiciste sentir tu pesada mano. Revolcábame en mi miseria,
mientras tenía clavada la espina.
Te manifesté mi delito, y dejé de ocultar mi injusticia. Confesaré, dije yo, contra mí mismo al
Señor la injusticia mía; y tú perdonaste la malicia de mi pecado.
En vista de esto, orará a ti todo hombre santo, en el tiempo oportuno. Y ciertamente que en la
inundación de copiosas aguas no llegarán estas a su persona.
Tú eres mi asilo en la tribulación que me tiene cercado: tú, oh alegría mía, líbrame de los que
me tienen rodeado.
Yo te daré, dijiste, inteligencia, y te enseñaré el camino que debes seguir; tendré fijos sobre ti
mis ojos.
Guardaos de ser semejantes al caballo y al mulo, los cuales no tienen entendimiento. Sujeta,
oh Señor, con cabestro y freno las quijadas de los que se retiran de ti o rehúsan obedecerte.
Muchos dolores le esperan al pecador: mas al que tiene puesta en el Señor su esperanza, la
misericordia le servirá de muralla.
R. Como era en el princípio, y ahora, y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 38
No hay parte sana en todo mi cuerpo, a causa de tu indignación: se me estremecen los huesos
cuando considero mis pecados.
Porque mis maldades sobrepujan por encima de mi cabeza; y como una carga pesada me
tienen agobiado.
Estoy hecho una miseria, y encorvado hasta el suelo: ando todo el día cubierto de tristeza.
Porque mis entrañas están llenas de ilusiones, o ardores vehementes, y no hay en mi cuerpo
parte sana.
Mi corazón está conturbado: he perdido mis fuerzas; y hasta la misma luz de mis ojos me ha
faltado ya, casi he cegado a fuerza de tanto llorar.
Mis amigos y mis deudos arrimáronse y apostáronse contra mí; y mis allegados se pararon a lo
lejos.
Entretanto aquellos que procuraban mi muerte, hacían todos sus esfuerzos; y los que
anhelaban el dañarme, hablaban mil sandeces; y estaban todo el día maquinando engaños.
Pero yo, como si fuera sordo, no los escuchaba: y estaba como mudo, sin abrir la boca.
Y me hice como quien nada oye, ni tiene palabras con que replicar.
Pues yo dije: No triunfen de mí mis enemigos; los cuales cuando ven vacilantes mis pies, se
vanaglorian contra mí.
Verdad es que yo estoy resignado para el castigo; y siempre tengo presente mi dolor.
Entretanto mis enemigos viven, y se han hecho más fuertes que yo; y se han multiplicado los
que me aborrecen injustamente.
Los que vuelven mal por bien, murmuraban de mí, porque seguía la virtud.
R. Como era en el princípio, y ahora, y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 50
Contra ti solo he pecado; y he cometido la maldad delante de tus ojos, a fin de que
perdonándome, aparezcas justo en cuanto hables, y quedes victorioso en los juicios que de ti
se formen.
Mira pues que fui concebido en iniquidad, y que mi madre me concibió en pecado.
Me rociarás, Señor, con el hisopo, y seré purificado: me lavarás, y quedaré más blanco que la
nieve.
Que si tú quisieras sacrificios, ciertamente te los ofreciera: mas tú no te complaces con solos
holocaustos o actos de religión meramente exteriores.
El espíritu compungido es el sacrificio más grato para Dios: no despreciarás, oh Dios mío, el
corazón contrito y humillado.
Señor, por tu buena voluntad seas benigno para con Sion, a fin de que estén firmes los muros
de Jerusalén.
Entonces aceptarás el sacrificio de justicia, las ofrendas, y los holocaustos: entonces serán
colocados sobre tu altar becerros para el sacrificio.
R. Como era en el princípio, y ahora, y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 101
Porque como humo han desaparecido mis días, y áridos están mis huesos como leña seca.
Estoy marchito como el heno, árido está mi corazón; pues hasta de comer mi pan me he
olvidado.
De puro gritar y gemir me he quedado con sola la piel pegada a los huesos.
Paso insomnes las noches, y vivo cual pájaro que se está solitario sobre los tejados.
Me zahieren todo el día mis enemigos, y aquellos que me alababan, se han conjurado contra
mí.
Porque el alimento que tomo, va mezclado con la ceniza; y mis lágrimas se mezclan con mi
bebida,
Como sombra han pasado mis días, y heme secado como el heno.
Pero tú, Señor, permaneces para siempre, y tu memoria pasará de generación en generación.
Y porque hasta sus mismas ruinas son amadas de tus siervos, y miran estos con afición aun al
polvo de aquella tierra.
Entonces, oh Señor, las naciones temerán tu santo Nombre, y todos los reyes de la tierra
respetarán tu gloria.
Porque el Señor reedificará a Sion, en donde se dejará ver con toda majestad.
Escríbanse estas cosas para la generación venidera; y el pueblo que será creado, glorificará al
Señor;
Porque desde su excelso Santuario inclinó los ojos hacia nosotros. Se puso el Señor desde el
cielo a mirar la tierra,
Para escuchar los gemidos de los que estaban entre cadenas, para libertar a los sentenciados o
destinados a muerte,
A fin de que prediquen en Sion el nombre del Señor, y sus alabanzas en Jerusalén:
Entonces que los pueblos y reyes se reunirán para servir juntos al Señor.
Dijo el justo en medio de su florida edad: Manifiéstame, oh Señor, el corto número de mis
días.
Oh Señor, tú eres el que al principio creaste la tierra: los cielos obra son de tus manos.
Estos perecerán; pero tú eres inmutable. Vendrán a gastarse como un vestido. Y los mudarás
como quien muda una capa, y mudados quedarán.
Los hijos de tus siervos habitarán tranquilos en Jerusalén, y su descendencia quedará arraigada
por los siglos de los siglos.
R. Como era en el princípio, y ahora, y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 129
Oye, Señor, benignamente mi voz. Estén atentos tus oídos á la voz de mis plegarias.
R. Como era en el princípio, y ahora, y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 142
Oh Señor, escucha benigno mi oración; presta oídos a mi súplica, según la verdad de tus
promesas: óyeme por tu misericordia.
Mas no quieras entrar en juicio con tu siervo; porque ningún viviente puede aparecer justo en
tu presencia, no quedará justificado ante tus ojos ninguno de los mortales.
Ya ves cómo el enemigo ha perseguido mi alma: abatida tiene hasta el suelo la vida mía.
Mas me acordé luego de los días antiguos: púseme a meditar todas tus obras; ponderaba los
efectos maravillosos de tu poder.
Levanté mis manos hacia ti: como tierra falta de agua, así está por ti suspirando el alma mía.
Por amor de tu nombre, oh Señor, me darás la vida, según la justicia de tus promesas. A mi
alma la sacarás de la tribulación;
Y por tu misericordia disiparás a mis enemigos. Y perderás a todos los que afligen el alma mía,
puesto que siervo tuyo soy.
R. Como era en el princípio, y ahora, y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
V. Cristo, óyenos.
R. Cristo, óyenos.
V. Cristo, escúchanos.
R. Cristo, escúchanos.
V. Santa María.
V. San Miguel.
V. San Gabriel.
V. San Rafael.
V. San José.
V. San Pedro.
V. San Pablo.
V. San Andrés.
V. San Juan.
V. Santo Tomás.
V. San Felipe.
V. San Bartolomé.
V. San Mateo.
V. San Simón.
V. San Matías.
V. San Bernabé.
V. San Lucas.
R. Ruega por nosotros.
V. San Marcos.
V. San Esteban.
V. San Lorenzo.
V. San Vicente.
V. San Silvestre.
V. San Ambrosio.
V. San Agustín.
V. San Jerónimo.
V. San Martín.
V. San Nicolás.
V. San Benito.
V. San Bernardo.
V. Santo Domingo.
V. San Francisco.
V. Santa Ágata.
V. Santa Lucía.
V. Santa Inés.
V. Santa Cecilia.
V. Santa Anastasia.
V. Sénos propicio.
R. Perdónanos, Señor.
V. Sénos propicio.
R. Escúchanos, Señor.
R. Líbranos, Señor.
R. Líbranos, Señor.
V. De tu ira.
R. Líbranos, Señor.
R. Líbranos, Señor.
R. Líbranos, Señor.
R. Líbranos, Señor.
R. Líbranos, Señor.
R. Líbranos, Señor.
R. Líbranos, Señor.
R. Líbranos, Señor.
R. Líbranos, Señor.
R. Líbranos, Señor.
V. Por tu Advenimiento.
R. Líbranos, Señor.
V. Por tu Natividad.
R. Líbranos, Señor.
R. Líbranos, Señor.
R. Líbranos, Señor.
R. Líbranos, Señor.
R. Líbranos, Señor.
R. Líbranos, Señor.
R. Líbranos, Señor.
V. Nosotros, pecadores.
V. Para que te dignes conservar en la santa Religión a todos los órdenes eclesiásticos. (1)
V. Para que te dignes conceder la paz y la verdadera concordia entre los reyes y los príncipes
cristianos.
V. Para que te dignes llamar a la unidad de la Iglesia a los que están en el error, y conducir a
todos los infieles hacia la luz del Evangelio.
V. Para que te dignes conceder a nuestros bienhechores la recompensa de los bienes eternos.
V. Para que te dignes librar de la muerte eterna nuestras almas, y las de nuestros hermanos,
parientes y bienhechores.
V. Para que te dignes conceder el descanso eterno a todos los Fieles difuntos.
V. Hijo de Dios.
R. Perdónanos, Señor.
R. Escúchanos, Señor.
V. Cristo, óyenos.
R. Cristo, óyenos.
V. Cristo, escúchanos.
R. Cristo, escúchanos.
Padre nuestro, que estás en los Cielos, santificado sea el tu Nombre. Venga a nos el tu Reino.
Hágase tu Voluntad, así en la tierra como en el Cielo. El pan nuestro de cada día dánosle hoy, y
perdónanos nuestras deudas, así como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y
no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal. Amén.
Salmo 69
Arrédrense, y confúndanse los que se complacen en mis males. Sean puestos en vergonzosa
fuga aquellos que me dicen insultándome: Bueno, bueno.
Regocíjense, y alégrense en tí todos los que te buscan, y digan sin cesar los que aman á su
Salvador: Engrandecido sea el Señor.
Yo por mí soy un menesteroso y pobre: ayúdame, oh Dios. Amparo mío y mi libertador eres tú:
oh Señor, no te tardes.
R. Como era en el princípio, y ahora, y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
V. No nos trates, Señor, como lo merecemos por los pecados que hemos cometido.
R. El Señor lo conserve, lo llene de vida, lo haga feliz en la tierra y no lo entregue en manos de
sus enemigos. (1)
R. Dígnate Señor, por el honor de tu Nombre, remunerar con la vida eterna a todos nuestros
bienhechores. Amén.
V. Descansen en paz.
R. Amen.
Oremos.
ORACIÓN
Oración penitencial.
Oh Dios, de quien es propio usar siempre de misericordia y de perdón; recibid nuestra súplica,
para que a nosotros, y a todos vuestros siervos que se hallan aprisionados con la cadena de sus
delitos, los liberte vuestra misericordia, usando con ellos y con nosotros de piedad.
Absolución de penitentes.
Os suplicamos, Señor, deis oídos a nuestras humildes súplicas, y que perdonéis los pecados de
los que confiesan vuestro Nombre, para que igualmente nos concedáis con benignidad el
perdón y la paz.
Manifestadnos, Señor, con clemencia vuestra inefable misericordia: para que borréis todos
nuestros pecados, y nos libertéis de las penas que por ellos merecemos.
Oh Dios, a quien ofende la culpa, y aplaca la penitencia; atended favorablemente a las súplicas
de vuestro pueblo, y apartad de nosotros el azote de vuestra ira, que tan merecido tenemos
por nuestros pecados.
Dios omnipotente y eterno, tened piedad de vuestro siervo, nuestro Pontífice N., y según
vuestra clemencia, dirigidle por el camino de la salud eterna; para que, asistido de vuestra
gracia, ame todo lo que sea de vuestro agrado, y con toda perfección lo practique.
Por la Paz.
Oh Dios, que inspiráis los deseos santos, los consejos rectos y las obras justas; conceded a
vuestros siervos aquella paz que no puede darles el mundo; para que, ocupados nuestros
corazones en el cumplimiento de vuestros Mandamientos, y ahuyentado el temor de los
enemigos, sean nuestros tiempos tranquilos por vuestra protección.
Arrasad, Señor, con el fuego del Espíritu Santo, nuestras entrañas y nuestro corazón; para que
con un cuerpo casto os sirvamos, y con un corazón puro os agrademos.
Oh Dios, Creador y Redentor de todos los hombres, conceded a las almas de vuestros
servidores y servidoras, la remisión de todos sus pecados, a fin de que obtengan por nuestras
humildísimas oraciones el perdón que ellas siempre han deseado.
Os suplicamos, Señor, que con santas inspiraciones prevengáis nuestras acciones, y con
vuestros auxilios las continuéis; para que todas nuestras oraciones y operaciones reciban
siempre de Vos su principio, y se encaminen a Vos como su fin.
Omnipotente y sempiterno Dios, que sois el Señor supremo de vivos y muertos, y que usáis de
misericordia con todos los que por su fe y por sus obras conocéis que han de ser vuestros
escogidos: humildemente os suplicamos, que por la intercesión de todos los Santos concedáis
con piedad el perdon de todos sus pecados a todos aquellos por quienes hemos determinado
pediros; ya vivan en este mundo vestidos todavía de nuestra carne, o ya desnudos de ella,
hayan pasado al siglo futuro. Por nuestro Señor Jesucristo tu Hijo, que con Vos vive y reina en
la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
R. Amén.
V. Y que las almas de los Fieles difuntos descansen en paz, por la misericordia de Dios.
R. Amén.