Auxiliares Hispanos - 7 PDF

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 10

la rotura de hostilidades era de vital importancia para César el cimentar esta tendencia

y ampliarla, dado que la situación crítica en que se hallaba, amenazado por Oriente y
Occidente por tropas enemigas, abandonar Hispania a Pompeyo habría representado
perder su influencia en la Ulterior, que no se habría pronunciado por él si consideraba
perdida su causa 131. Pero aún en el desarrollo de la lucha aparece siempre presente la
diversa actitud de las ciudades, territorios e individuos de acuerdo con sus preferencias
o antipatías. Así, una gran cantidad de ciudades del norte del Ebro, es decir, en la
propia Citerior, se pasaron a César 132, entre ellas, Osca, que, como sabemos, había
sido durante mucho tiempo el cuartel general de Sertorio. Aquí reinaba, pues, un
ambiente desfavorable al princeps, aún fomentado por su sometimiento violento por
Afranio 133 . De forma contraria, es particularmente característica la lealtad lusitana a los
pompeyanos 134, que podríamos explicar por la negativa actuación de César - no
justificable en algunos autores 135 - con respecto a la población indígena 136. Del mismo
modo, la Celtiberia estaba fuertemente ligada a Pompeyo, y de ahí los intentos de
Afranio y Petreyo de trasladar a su territorio las operaciones, donde podía contar con el
apoyo de la población autóctona, entre la cual César era prácticamente desconocido.

Los efectivos hispanos en la guerra civil.


Pero, de cualquier modo - y esto es lo que nos interesa -, el elemento
protagonista que, en última instancia, habría de decidir la balanza a favor de César o
Pompeyo, lo constituyen los efectivos militares desplegados por ambas facciones. Y
aquí es donde Hispania representó un papel esencial, puesto que gran parte de los
mismos fueron reclutados en la propia Península. Hemos de analizarlos, pues, para
calibrar su verdadero valor, que, generalmente, ha sido disminuido o minimizado. Otro
punto, quizá más importante, una vez reconocido el valor numérico de los soldados
hispanos, es considerar cómo estaban incluidos en esos efectivos. Es decir, si existen
legionarios indígenas y, por tanto, ciudadanos romanos provinciales - problema
íntimamente unido al de la legio Vernacula - o se trata únicamente de elementos
auxiliares transitorios reclutados en virtud de su categoría inferior de súbditos y, por
tanto, sólo peregrini, según el esquema y la costumbre de la época republicana.

! 131 M. GELZER, Caesar. Der Politiker und Staaatsman, Wiesbaden, 1960, 196.

! 132 Caes. b. c. I, 54-60; Cass. Dio 41, 21, 2-4.

! 133 Caes. b. c. I, 61, 3; Oros. 5, 24, 14; Val. Max. 7, 6 ext. 3.

! 134 Bell. hisp. 35 ss.

! 135 Apiano iber. 102; b. c. 2, 8; Cass. Dio 37, 52 s.

! 136 Cass. Dio 37, 52 s.


Veamos en primer lugar el potencial humano desplegado en la guerra civil en
Hispania.

Sabemos que en el año 49 Pompeyo contaba con siete legiones en la


Península, cuatro ya veteranas y tres nuevas, de las cuales dos habían sido
recientemente reclutadas en Italia, mientras la tercera, la Vernacula, había sido levada
en Hispania 137 . Pero seguramente, dadas las pérdidas sufridas en la campaña vaccea
de Nepote, debieron completarse en la propia Hispania los efectivos de estas cuatro
legiones veteranas 138. En Ilerda, sólo cinco se enfrentaron a César; las dos restantes -
II y Vernacula - permanecieron bajo Varrón en la Ulterior 139 . A estas legiones se añade
un nutrido grupo de fuerzas auxiliares complementarias de caballería e infantería,
formadas casi exclusivamente por hispanos, y que habían sido reclutadas en su mayor
parte poco antes del enfrentamiento de Ilerda entre lusitanos, vettones, celtíberos,
cántabros y otros pueblos del norte de la Península 140. Mientras, Varrón, en la Ulterior,
había añadido a sus dos legiones treinta cohortes (alrededor de quince mil hombres ) y
contaba, en principio, con dos cohortes colonicae, es decir, formadas por ciudadanos
romanos de Corduba 141 . El elemento auxiliar pompeyano en Ilerda lo formaban unas
ochenta cohortes de infantería y cinco mil jinetes, es decir, un total de unos cuarenta y
cinco mil hombres 142.

Frente al ejército pompeyano, el de César estaba casi exclusivamente


compuesto de legionarios itálicos (seis unidades) y auxiliares de caballería e infantería
procedentes de la Galia, en parte veteranos 143 y en parte reclutados para la campaña,
a los que añadió un cierto número de principales de la Galia y de los pueblos limítrofes
montañeses, con un total aproximado de veinticinco a treinta mil hombres. La relativa
inferioridad numérica de los auxilia de César quedaba sin embargo contrapesada por el
hecho de que la mitad de ellos habían combatido ya bajo su mando en otras ocasiones,

! 137 Caes. b. c. I 38, 1 ss.

!138 P.A. BRUNT, Italian Manpower (221 B.C. - A.D. 14), Oxford, 1971, 472 s.; cf. Caes. b. c. I, 38; II 18,
1; 20, 4. Según Caes. b. c. I 87, se desprende que un tercio de los legionarios tenían domicilio en
Hispania, sin contar los de la Ulterior.

! 139 Caes. b. c. I 38 ss.; II 18 ss.

! 140 Caes. b. c. I 38, 3.

! 141 Caes. b. c. II 19, 3.

! 142 Caes. b. c. I 39, 1.

!143 Caes. b. c. I 32, 2: ...auxilia peditum [X] milia, equitum III milia, [quae] omnibus superioribus bellis
habuerat...
es decir, se trataba de auxilia estables, como precedente genial de la posterior
reorganización del ejército imperial bajo Augusto 144 y, por ello, de mayor efectividad en
el combate.

Tras Ilerda, las cinco legiones de Afranio y Petreyo fueron licenciadas 145 y,
finalmente, después de entregado el ejército de Varrón, César, al abandonar Hispania
dejó en la Ulterior cuatro legiones, las dos de Varrón - II y Vernacula -, que no fueron,
pues, licenciadas, y dos nuevas, recientemente enroladas en Italia - XXI y XXX - al
mando de Q. Cornificio 146, que sería sustituido luego por Q. Casio Longino 147.
Indirectamente estamos autorizados a pensar que este ejército de la Ulterior se
correspondía con unos efectivos similares en la Citerior, es decir, otras cuatro legiones,
al mando de M. Emilio Lépido, puesto que en 48, al rebelarse las legiones de la Ulterior
contra Casio, Lépido acudió de la Citerior con treinta y ocho cohortes legionarias, es
decir, tres legiones y media 148. No conocemos, en cambio, el volumen de los auxilia
adscritos a estos ejércitos, aunque es indudable que los hubo 149 e importantes.
Todavía Casio añadió a sus tropas una quinta legión reclutada en la Península 150 y
realizó levas entre los caballeros romanos de la provincia 151.

En la tercera etapa de la guerra civil en Hispania, que se resolverá en Munda, la


participación hispana es aún ás decisiva. No nos detendremos en el desarrollo de los
acontecimientos, que desembocarán en que gran parte de este ejército cesariano se
pasará al partido de Pompeyo, después de las disensiones surgidas en su seno, debido
en gran parte al malestar causado por la deplorable gestión de Casio. El hecho es que

! 144 Caes. b. c. I 39, 2.

! 145 Caes. b. c. I 86 s.

! 146 Bell. alex. 53, 5.

! 147 Caes. b. c. II 21; Apiano b. c. 42; bell. alex. 48, 1; Cass. Dio 41, 24.

! 148 Bell. alex. 63, 1.

!149 Cf. bell. alex. 63, 1: sobre el ejército de Lépido. Casio, bell. alex. 50, 3, alistó mil jinetes e hizo levas
de auxiliares en Lusitania (bell. alex. 53, 1). Bogud de Mauritania, llegado a Hispania en ayuda de Casio,
añadió a las fuerzas que traía - una legión - muchas cohortes auxiliares de hispanos (bell. alex. 62, 1).

! 150 Bell. alex. 50, 3; 53, 5.

! 151 Bell. alex. 56, 4.


en Munda, alrededor de los hijos de Pompeyo, estaban reunidas trece legiones 152.
Desgraciadamente la fuente principal por la que conocemos con más detalle la fase de
Munda no es todo lo clara e imparcial que sería de desear 153. El bellum hispaniense
está escrito por un cesariano y, por ello, son lógicos sus elementales esfuerzos por
desacreditar al ejército pompeyano. Según este autor, de las trece legiones, dos
pertenecían al antiguo ejército de la Ulterior desertado de César - la II y la Vernacula -,
una había sido traída de Africa, y otra había sido reclutada entre colonos hispanos. El
resto, ex fugitivis auxiliaribusque consistebant. Si bien Apiano, b. c. 2, 87, abunda en la
misma opinión, afirmando que el hijo mayor de Pompeyo, con Labieno y Escápula,
reclutaron un ejército de iberos, celtíberos y esclavos, no puede creerse al pie de la
letra que la composición de este ejército fuera tal. Los ánimos estaban enardecidos tras
el gobierno de Casio, y la Bética, como hemos visto, reunía ricas reservas de material
humano en condición de servir en las legiones. Si bien no podría aceptarse que se
trataba en conjunto de ciudadanos romanos, al menos en las legiones entrarían a
formar parte un número elevado de indígenas muy romanizados. Según el autor del
bellum hispaniense, César enfrentó en Munda ochenta cohortes legionarias, es decir,
ocho legiones, más los efectivos por uno y otro lado de caballería auxiliar 154 , que, en el
caso de César, en su mayor parte no eran hispanos.

El destino de este ingente ejército hispano, que había ligado su suerte al partido
pompeyano, en su mayor parte - de creer al autor del bellum hispaniense -, no
sobrevivió a Munda, ya que perecieron más de 30.000 soldados y hasta unos 3.000
caballeros romanos, que, en parte, eran hispanos 155. Pero seguramente muchos
pudieron escapar, puesto que poco después encontramos en Corduba varias legiones -
no se precisa el número -, según la misma fuente 156, ex perfugis conscriptae, partim
oppidanorum servi qui erant a Pompeio Sexto manumissi. No sería, siguiendo la misma
fuente, mejor el destino de los mismos, ya que, atacados por César, perecieron en
número de más de 22.000.

! 152 Bell. hisp. 7, 4.

!153 Una buena edición con comentario es la de G. PASCUCCI, [C. Iulii Caesaris] bellum Hispaniense ,
Florencia, 1965. En Introducción I, II, se estudian los problemas relativos a la relación del bell. hisp. con
el corpus caesarianum y los motivos de propaganda y aspectos ideológicos mantenidos en él.

!154 Bell. hisp. 30, 1. Seis mil jinetes con soldados de infantería ligera y seis mil auxiliares de infantería
en el bando pompeyano; ocho mil jinetes en el ejército de César, sin mencionar infantería, aunque antes,
bell. hisp. 7, 5, afirma que en tropas ligeras y caballería era superior en calidad y número a sus
enemigos.

! 155 Bell. hisp. 31, 9.

! 156 Bell. hisp. 34, 2.


Por lo que hace al ejército vencedor, tras Munda hubo de ser retirado en gran
parte de la Península, dejando César una guarnición, que, según Dión Casio, 45, 10, 1,
debía ser poco considerable, al mando de Carrinas. Apiano, b. c. 4, 83, en cambio, da
noticia de que, al enterarse César de la sublevación de Sexto Pompeyo, envió a
Carrinas con un fuerte ejército. El justo medio sería pensar que se volvió a la situación
anterior a la guerra, es decir, un complejo de dos legiones con sus correspondientes
tropas auxiliares en cada provincia, que hubo de ser aumentado naturalmente en vista
de los ánimos del joven Pompeyo y de las fuerzas que consiguió reunir a su alrededor
157
. En efecto, según el propio Cicerón, ad Att. 16, 4, 2, sólo los elementos legionarios
debían elevarse a siete unidades, reclutadas casi exclusivamente en Hispania entre los
supervivientes de las antiguas campañas y partidarios de Pompeyo. A ellos debió
unirse una gran cantidad de indígenas peregrini, precisamente de las regiones donde el
nombre de su padre se había mantenido con mayor fervor, es decir, Celtiberia. Tras una
serie de favorables operaciones contra los sucesores de Carrinas, especialmente C.
Asinio Polión 158, el gobernador de la Citerior, M. Emilio Lépido, ya muerto César,
consiguió poner fin a las hostilidades mediante la inclusión de Pompeyo en el aparato
estatal de la tambaleante república como jefe de la escuadra. Con ello acaba para
Hispania la era de la guerra civil, que todavía tendrá en llamas al Mediterráneo por más
de una década y en la que, si bien tenemos noticia de la participación de indígenas en
las tropas auxiliares de uno y otro bando 159, el escenario es exclusivamente
extrapeninsular. De aquí en adelante, hasta el hito que marca el 19 a. C., los únicos
enfrentamientos armados tienen ya sólo carácter colonial.

En este despliegue de fuerzas queda bien patente, pues, el importante papel


numérico que los hispanos juegan. Pero nos interesa aún más el papel social y
efectivos, o, dicho de otro modo, dónde y cómo se incluyen los elementos indígenas en
los ejércitos romanos y su contribución a la decisión de la contienda. De acuerdo con
las fuentes, podemos hacer los siguientes apartados:

1. Caballeros.
2.Legionarios, es decir, ciudadanos romanos provinciales.
3. Auxiliares: caballería, infantería y tropas ligeras.

- Equites hispanos.
En primer lugar, vemos cómo a lo largo de las guerras civiles en Hispania
aparecen en distintos lugares una serie de equites Romani cuyo especial distintivo es

! 157 Apiano b. c. 1, 105; 3, 4; 4, 83; Cass. Dio 45, 10, 1; Estrabón p. 161; Cass. Dio 45, 10.

!158 Frente a Cass. Dio 45, 10, que da cuenta detallada de estas felices campañas de Sexto contra
Asinio Polión, Veleyo (2, 73) hace inclinar la balanza del lado de éste, diciendo que condujo contra Sexto
una brillantísima campaña, lo que no es probable.

!159 Apiano, b. c. 4, 88, cuatro mil jinetes galos y lusitanos con Bruto, y Casio con dos mil iberos y galos;
Plut. m. ant. 32, diez mil iberos y galos en Armenia con Marco ANtonio en 36 a. C.
su origen provincial, hispano. Como es sabido, los caballeros 160, que en la temprana
república se incluyen en dieciocho centurias aparte de la primera clase, formando las
tropas montadas ciudadanas, hacía mucho tiempo que habían perdido esta obligación
para pasar a los aliados itálicos y, a partir del 90 a. C., a provinciales sin derecho de
ciudadanía. Su papel se había tornado preponderantemente económico, especialmente
tras el impulso dado en este sentido por los Gracos. Pero, de cualquier forma,
continuaron prestando servicio al ejército, ocupando los puestos de oficiales, tribuni y
praefecti en las legiones y en las tropas auxiliares de infantería y caballería, o bien, sin
cargo fijo, en el estado mayor del general (amici). La aparición de equites Romani
hispanos, de forma tan frecuente, no ha de extrañar teniendo en cuenta la emigración
itálica hacia Hispania y los progresos de la romanización. Aún queda subrayada esta
extensión con el ejemplo de Cicerón, que, en una carta a Asinio Polión (ad fam. 10, 32,
a), alude a catorce filas de teatro reservadas en Gades a los caballeros,lo que se
corresponde con Estrabón, III, 5, 3, que cita a quinientos caballeros gaditanos en un
censo de su época. Sabemos aún que Casio Longino hizo una leva de caballeros
romanos en la Ulterior en el año 48 a. C., cuando su intento de pasar a Africa, aunque
la fuente (bell. alex. 56, 4) añade que permitía a los que temieran servir al otro lado del
mar, redimirse con una contribución. Por ello es más probable que lo que en realidad
Casio pretendía era conseguir dinero de un estrato bien acomodado y potente
económicamente, mediante este pretexto. Pero ello no excluye el que de hecho se
encontraran muchos caballeros hispanos en la contienda. Sólo en Munda 161 cayeron
del ejército pompeyano unos tres mil, entre hispanos y romanos 162. Es lógico que
precisamente entre ellos, por sus mayores influencias y su más amplia participación en
la vida política, la lucha civil se presentara más particularmente activa y, por tal razón,

!160 El mejor estudio del ordo equester para la República es de CL. NICOLET, L'ordre equestre a
l'époque républicaine (312-43 av. J.C.) I: Définitions juridiques et structures sociales, París, 1966.

! 161 Bell. hisp. 31, 9 s.

!162 CL. NICOLET, L'ordre equestre a l'époque républicaine (312-43 av. J.C.), París, 1966, 208 s., frente
a E. GABBA, Athenaeum 32, 1954, 85 n. 2, duda de que se trate de verdaderos equites Romani,
apoyándose en que César a continuación cuenta sus propias pérdidas en pedites y equites. Literalmente
el texto, bell. hisp. 31, 9 s., menciona: in quo proelio ceciderunt milia hominum circiter XXX et siquid
amplius, praeterea Labienus, Attius Varius quibus occisis utrisque funus est factum, itemque equites
Romani partim ex urbe, partim ex provincia ad milia III. Nostri desiderati ad hominum mille partim
peditum, parti equitum saucii ad D. No vemos paralelo en los miembros de la frase ...hominum...equites
Romani, de un lado, y peditum...equitum de otro. El autor da como cifra total de las pérdidas
pompeyanas unos treinta mil hombres y luego, de ellos, resalta como más graves la muerte de Labieno y
Atio Varo y la de los tres mil caballeros. Por el contrario, en el ejército de César, tratando de
empequeñecer las pérdidas, cita globalmente mil hombres, en parte, infantes y, en parte, jinetes. Por otra
parte, cuando César se refiere a la caballería, es decir, a las fuerzas montadas, utiliza las expresiones
nostri equites, equitatus o equites Iuliani, pero nunca equites Romani, que tiene un sentido muy preciso
como perteneciente al orden ecuestre. Nicolet trata de salvar este escollo aduciendo que los
pompeyanos no tenían caballería auxiliar, lo cual en ningún caso puede admitirse conociendo las formas
de reclutamiento del ejército pompeyano, en una fuerte proporción hispana, precisamente de donde en
mayor grado se sacaba la caballería auxiliar. En este sentido, hubiera cuadrado mucho más a César esta
expresión, ya que gran parte de su caballería sí era, por el contrario, itálica (bell. hisp. 10, 1 s.).
tomaran partido decidido por uno u otro bando, con todas sus consecuencias.
Conocemos incluso nominalmente a algunos. Así, anterior a la contienda, Q. Junio
había ya participado como lugarteniente de César en la campaña de las Galias 163. Dos
hermanos, los Titios, a cuyo padre había hecho César senador, cumplen el cargo de
tribunos de la legio V 164; seguramente uno de ellos es el L. Titio que aparece en otro
lugar 165 como tribuno de la legio Vernacula 166, la cual, por otro lado, considerando su
origen, es lógico que tuviera su oficialidad compuesta en su totalidad por caballeros
hispanos. Lugar relevante tiene en Munda 167 otro caballero hispano, de Italica, Q.
Pompeius Niger, paladín de César, que, a la manera heroica, según subraya la propia
fuente, aceptó el reto singular de un pompeyano, Antistius Turpio.

No fueron los caballeros hispanos ajenos al cambio de partido. Conocemos el


caso de tres, procedentes de Hasta, Aulus Baebius, C. Flavius y Aulus Trebelius, que,
de las filas de Pompeyo, se pasaron a César, como únicos a los que había
acompañado la suerte de una general defección de caballeros romanos, descubierta
por Pompeyo, merced a una delación 168. Y, finalmente, si bien no tenemos
confirmación explícita, pudieron muy bien ser caballeros hispanos los responsables de
la conjuración contra Casio en 48 a. C., causantes de la defección de parte de las
tropas y, con ello, del primer resquebrajamiento del dominio de Hispania por César
conseguido tras Ilerda: T. Vasius, L. Munatius Flaccus, L. Mercello, L. Licinius Squillus
y, especialmente, Annius Scapula, que es subrayado como maximus dignitatis et

!163 CL. NICOLET, L'ordre équestre a l'époque républicaine (312-43 av. J.C.), París, 1966, 201, piensa
que no se trata propiamente de un ofical del ejército, sino de un personaje civil, que, por sus especiales
dotes, fue incluido en las tropas para cumplir una función diplomática. En cualquier caso, aparece
inmerso en las hostilidades.

! 164 Caes. bell. afr. 28.

! 165 bell. alex. 75, 1.

! 166 CL. NICOLET, L'ordre équestre a l'époque républicaine (312-43 av. J.C.), París, 1966, 205.

! 167 Bell. hisp. 25, 4.

!168 Bell. hisp. 26, 2. La fuente dice textualmente: qui nuntiaverunt equites Romanos coniurasse omnis
qui in castris Pompei essent, ut transitionem facerent. G. PASCUCCI, [Iulii Caesaris] bellum Hispaniense,
Florencia, 1965, 299, piensa, y es lo más probable, que la decisión de pasarse a César se refiera a todos
los caballeros, pero sólo los de Hasta, ya que sabemos cómo después cayeron en Munda tres mil, por lo
que es improbable que se tratase de un motín general. Como veremos, en la contienda hay ciudades
cesarianas y pompeyanas, y de ahí la toma de partido, en cuya decisión no serían ajenas las personas
más influyentes y, entre ellos, los caballeros.
gratiae provincialis homo 169. Precisamente, el primer jefe elegido por los soldados
sublevados - la legio II y la Vernacula - era también un hispano de Italica, Titus Torius.
Bastan, pues, todos estos ejemplos para calibrar el peso del elemento hispano romano
dirigente en el desarrollo de la contienda.

-legionarios hispanos: la legio Vernacula.


Pero el peso decisivo en la misma corresponde indudablemente al elemento
legionario, que, especialmente en el partido pompeyano, como hemos visto, contaba
con un fuerte número de soldados hispanos. Puesto que el legionario ha de ser
necesariamente ciudadano romano, ninguna muestra mejor tenemos de la amplitud en
Hispania de la ciudadanía, en cuya extensión influye una serie de fenómenos
suficientemente conocidos. Sin embargo, existen problemas que han inducido a rebajar
este papel del legionario hispano, aduciéndose que en muchos casos no se trataría,
aun sirviendo en las legiones, de ciudadanos romanos de origen hispano, sino a lo
sumo de indígenas más o menos romanizados. Es, en conjunto, el problema de la
legión - o legiones - Vernacula, que discutiremos a continuación.

Legionarios de origen hispano en las guerras civiles aparecen en las siguientes


circunstancias:

- como complementación de las legiones de ocupación.


- la llamada legio Vernacula, formada en su totalidad, como su nombre indica, por
hispanos.
- una legión reclutada en Hispania por Casio en el 48 a. C.
- una legión formada por los hijos de Pompeyo, con colonos hispanos.
- dos cohortes colonicae, que aparecen en Corduba.
- varias legiones (número impreciso) reclutadas por los hijos de Pompeyo y
formadas de elementos heterogéneos, entre ellos, hispanos.

Pasemos a considerarlas detenidamente:

El primer ejemplo es el que presenta menos dificultades. Como ya hemos dicho,


las fuerzas con que los lugartenientes de Pompeyo se encontraron en la Península
debían tener sus cuadros disminuidos por las recientes campañas contra los vacceos.
Se llevaría a cabo, pues, una labor de complementación mediante levas entre los
ciudadanos romanos de la Península. La importancia numérica de tales levas queda
suficientemente manifiesta por el hecho de que, una vez entregadas las tropas de
Afranio y Petreyo tras Ilerda - cinco legiones _, al discutirse su posterior destino, fue
decidido que aquellos soldados que tuvieran domicilio o posesiones en Hispania serían
inmediatamente licenciados 170. Al cabo de dos días, quedaron así fuera de servicio

!169 E. GABBA, Athenaeum 32, 1954, 85, los considera como equites: contra, CL. NICOLET, L'ordre
equestre à l'époque républicaine (312-43 av. J.C.), París, 1966, 204 s.

! 170 Caes. b. c. I 86, 3.


como una tercera parte de las tropas 171. Si pensamos que la legión que le quedaba a
Varrón, la II - aparte de la Vernacula -, habría sido completada siguiendo el mismo
criterio, nos encontramos con que el ejército pompeyano del año 49 no tendría menos
de ocho a diez mil legionarios de procedencia hispana.
Nos queda la séptima legión de Pompeyo, la que una serie de citas del corpus
caesarianum denominan como Vernacula 172. Sus problemas giran en torno a las dos
cuestiones siguientes: si el nombre Vernacula es el propio de la legión o simplemente
un apelativo común que designa en general a toda unidad legionaria reclutada entre
indígenas provinciales; segundo, si se trata de una formación legítima, es decir,
formada por ciudadanos romanos - bien que nacidos en Hispania - y, por tanto, con el
carácter de iusta legio, o si hay que considerarla como una agrupación irregular de
peregrini, explicable por el carácter de excepción de la época 173.
De hecho y frente a las tendencias de la moderna investigación, que da el
nombre de vernacula en general a toda legión reclutada entre indígenas provinciales
174
, solamente encontramos el apelativo de Vernacula para la legión hispana de
Terencio Varrón. Por ello es más probable que se trate de un nombre individual,
semejante al de legio Alaudae, Martia o Pontica. Esta interpretación aún queda
apoyada por el propio César, b. c. II 20, 4, al decir: altera ex duabus legionibus quae
vernaculae appellabantur, es decir, "la otra legión que era llamada Vernácula", y no

! 171 Caes. b. c. I 87, 4.

!172 Caes. b. c. 2, 20, 4; bell. alex. 53, 5; 54, 3; 57, 3; bell. hisp. 7, 4; 10, 3; 12; 20, 4 s. Sobre la misma,
A. V. DOMASZEWSKI, Neue Heidelberger Jahrbuch 4, 1894, 169; E. RITTERLING, RE XII, 1792, nota 2;
CH. GOODFELLOW, The Roman Citizenship, Lancaster, 1935, 59 s.; R.E. SMITH, Service in the Post-
Marian Army, Manchester, 1959, 55 s.; A. GARCIA Y BELLIDO, "Los auxiliares hispánicos en los ejércitos
romanos de ocupación (200 al 30 a. de C.)", Emerita 31, 1963, 224 ss.; T. JOSHIMURA, "Über die legio
Vernacula des Pompeius", Annuario del Istituto Giaponese di Cultura di Roma 1, 1963-64, 101-106; H.
BOTERMANN, Zetemata 46, Munich, 1968, 187 ss.; J.M. ROLDAN, "Legio Vernacula, iusta legio?,
Zephyrus 25, 1974, 457 ss.

!173 La investigación se inclina o bien a subrayar el carácter peregrino de los soldados de la legio
Vernacula o más bien a contar con una pronta concesión de la ciudadanía romana a la entrada en la
legión. Al segundo grupo pertenecen, además de TH. MOMMSEN, Gesammelte Schriften VI 31, ss.;
MARQUART, Römische Staatsverwaltung, Leipzig, 18812, 432 s.; R.E. SMITH, Service in the Post-
Marian Army, Manchester, 1958, 55 ss. (es el que va más lejos, puesto que supone la inclusión en la
ciudadanía a la entrada en la legión o también el reclutamiento de hijos ilegítimos y, por tanto,
peregrinos, de soldados); H. HARMAND, L'armée et le soldat à Rome de 107 à 50 avant notre ère, París,
1967, 235 s. El carácter peregrino lo defienden, por ejemplo, VEITH, en J. KROMAYER-G. VEITH,
Heerwesen und Kriegsführung der Griechen und Römer, Munich, 1928, 386; CH. E. GOODFELOW, The
Roman Citizenship, Lancaster, 1935, 61 s.; A. PASSERINI, Diz. Epigr. IV, 552; E. FORNI, Il reclutamento
delle legione de Augusto a Diocleziano, Milán, 1953, 62; H. BOTERMANN, Zetemata 46, Munich, 1968,
187-190; P.A. BRUNT, Italian Manpower (224 B.C. - A.D. 14), Oxford, 1971, 698. Por nuestra parte,
hemos discutido los argumentos que autorizan a suponer el carácter de iusta legio de la unidad en
Zephyrus 25, 1974, 457 ss.

!174 Ya MOMMSEN, Gesammelte Schriften VI 31 ss., las llama Eingeborenenlegionen y, más


recientemente, P.A. BRUNT, Italian Manpower (221 B.C. - A.D. 14), Oxford, 1971, passim y,
especialmente, apéndice 26: Peregrini in republican legions, págs. 698 ss.
"que era vernácula". Por tanto, a priori, no existe apoyo suficiente en la tradición para
un término jurídico de legiones vernaculae, y los ejemplos que tenemos atestiguados
de legiones no formadas por elementos itálicos - para esta época la V Alaudae, Martia,
Pontica y el caso especial de la XXII Deioteriana - han de ser tratados particularmente
para poder explicarse las circunstancias de su formación. Se ha admitido, por otra
parte, como signo de su carácter irregular y, especialmente, peregrino, el hecho de que
no aparezca numerada 175. Pero la legio Martia, que tampoco lo lleva, ha sido
recientemente demostrado 176 que se trata de una tropa de ciudadanos y de una legión
regular, mientras que la V Alaudae y la XXII Deiotariana, que en su origen sí estamos
seguros de su formación peregrina 177, lo llevan en cambio.

El apoyo textual por el que hemos de pensar que se trata de una legión formada
regularmente con ciudadanos romanos creemos que queda evidente en la observación
del autor del bellum alexandrinum: nemo enim aut in provincia natus ut vernaculae
legionis milites aut diuturnitate iam factus provincialis, quo in numero erat secunda
legio. Un provincial peregrino no es sólo in provincia natus, y, si el autor pretendía
demostrar claramente las simpatías de ambas legiones, hubiera podido expresarlo
mejor haciendo referencia al nacimiento peregrino y a la procedencia hispana. Pero es
claro que el autor presupone soldados del mismo status jurídico, sólo con distintos
lazos con respecto a la provincia. No vemos la razón para un encubrimiento de su
carácter por parte de los cesarianos, puesto que la legio Vernacula había pertenecido
antes al ejército de Pompeyo. El contexto histórico hace, por un lado, improbable un
reclutamiento de peregrini. La formación ha de colocarse hacia el año 55 a. C., es decir,
poco después de hacerse Pompeyo cargo de la Península, puesto que el bellum
alexandrinum, 61, 1, señala a la II y Vernacula como veteranas multisque proeliis
expertas legiones, que sólo es posible pensar si ambas habían sido fogueadas en las
guerras lusitanas de Pompeyo o sus legados 178. Y precisamente por esta época
hemos dicho que los legados de Pompeyo completan las otras legiones con hispanos
en un múmero muy elevado. No tendría, pues, nada de extraño el que de estas

!175 Cf. A. V. DOMASZEWSKI, Neue Heidelberger Jahrbuch 4, 1894, 169; E. RITTERLING, RE XII,
1382, 1439, 1564, 1792; H. BOTERMANN, Zetemata 46, Munich, 1968, 207; exactamente, en cambio,
KUBITSCHEK, RE XII, 1204.

! 176 H. WOLFF, Civitas Romana, Colonia, 1972 (Tesis Doctoral).

!177 En el primer caso, de la Transalpina, reclutada por César entre 55 y 50 para sustituir a la las
legiones I y XV, devueltas o cedidas a Pompeyo (Suet. div. iul. 24, 2). La Deiotariana, por su parte, sólo
alcanzó status jurídico de legión con Augusto en 25 ó 24 a. C. Se trata de cuerpos de tropa del rey del
estado vasallo de Galacia, Deiotarus, que armó y organizó a la manera legionaria con súbditos suyos
hacia el 50 a. C. Vid. sobre el tema, por ejemplo, TH. MOMMSEN, CIL III p. 1210; E. RITTERLING, RE
XII 1791 ss.; O. CUNTZ, Jahreshefte des Österr. Inst. 25, 1929, 78-81; R. SYME, JRS 23, 1933, 19 ss.;
CH. E. GOODFELOW, Roman Citizenship, Lancaster, 1935, 60 s.

!178 cf. Caes. b. c. I, 44, 2: cum Lusitanis reliquisque barbaris [continenter bellum gerentes barbaro]
quodam genere adsuefacti.

También podría gustarte