Del Pretexto Al Texto
Del Pretexto Al Texto
Del Pretexto Al Texto
Las palabras aisladas y segmentadas, los silabeos, las frases y oraciones tipo, los párrafos y
fragmentos aislados y descontextualizados… distan mucho de relacionarse con las
funciones semiótica y pragmática, que son precisamente las que definen el lenguaje como
facultad intelectiva e interaccional. Es el lenguaje en uso, como actualización de las
competencias lingüística y comunicativa, en contextos reales de producción e
interpretación, lo que constituye la materia de estudio y el desarrollo experiencial que le
delega la sociedad a la clase de español o lengua castellana.
Texto quiere decir Tejido, pero si hasta aquí se ha tomado este tejido como
un producto, un velo detrás del cual se encuentra más o menos oculto el
sentido (la verdad), nosotros acentuamos ahora la idea generativa de que
el texto se hace, se trabaja a través de un entrelazado perpetuo; perdido en
ese tejido -esa textura- el sujeto se deshace en él como una araña que se
disuelve en las segregaciones constructivas de su tela. Si amasemos los
neologismos podríamos definir la teoría del texto como una hifología
(hifos: es el tejido y tela de la araña). (Barthes, 1978: 81)
posibilidad de que los conceptos y las relaciones que subyacen bajo la superficie textual
sean accesibles entre sí e interactúen de un modo relevante” (135). Para este trabajo, por su
talante discursivo el concepto de coherencia ha de trascender el ámbito semántico e incluir
implicaciones pragmáticas. Calsamiglia y Tusón (1999: 221) aluden a esta dual condición
del concepto en los siguientes términos:
La coherencia es una noción más extensa e incluye las relaciones pragmáticas, además de
las relaciones semánticas intratextuales. Es un concepto que se refiere al significado del
texto en su totalidad, abarcando tanto las relaciones de las palabras con el contexto como
las relaciones entre las palabras en el interior del mismo texto. Alude a la estabilidad y la
consistencia temática subyacente, asociada a la macroestructura (contenido), a la
superestructura (esquema de organización) del texto, a su anclaje enunciativo
(protagonistas, tiempo y espacio) y a las inferencias que activan los hablantes para
interpretarlo a partir de conocimientos previos.
En esta perspectiva, las autoras consideran una coherencia pragmática y una coherencia de
contenido. Un comunicador competente debe tener en cuenta que este tipo de estructuras
las utiliza para construir y organizar el significado de un texto. Mejor dicho, el sentido: las
relaciones del significado o contenido semántico (proposicional) con los contextos de uso y
las intencionalidades de los autores y lectores. La coherencia es entonces una construcción
semántica y pragmática; es decir, discursiva (dis: dos y curso: que fluye); el texto se asume
como una macroproposición que fluye desde un punto de partida hasta un punto de
llegada…, como un río que mantiene su curso. En estas concepciones se desarrolla la
postura didáctica que se está sustentando: en una perspectiva discursiva de la enseñanza y
el aprendizaje de la lengua, asumida como evento cultural, donde la coherencia trasciende
las fronteras de la literalidad y reclama significados complementarios y vínculos con las
semiosis culturales.
Por su parte, la cohesión es la propiedad del texto que conecta los enunciados entre sí; y se
encarga de asegurar la concatenación de dichas proposiciones para comprender el
significado global del texto. Para el escritor (y el lector), son igualmente necesarios los
4
Pues bien, cuando aludimos al texto en la educación primaria tomamos en cuenta sobre
todo que la textualidad se relaciona con la genuinidad; los textos son productos culturales,
cuyo propósito es comunicar contenidos verdaderos: solicitudes, opiniones, valoraciones,
recuentos, recetas; en general asuntos memorables, que suponen un registro, ya sea por la
importancia que revisten, ya por la necesidad de recuperar su información más adelante.
Este propósito, el de escribir textos genuinos, está en la base de los planteamientos de este
capítulo: pasar del pretexto al texto es precisamente superar la tradición de trabajar en la
enseñanza con textos prestados, copiados, hacia la producción de sentido desde la autoría
de las personas (estudiantes y profesor).
En esta misma línea, habría que considerar igualmente el pasar de los textos semióticos:
imágenes, sensaciones, iconos, que sin duda constituyen en sí mismo textos; pero que en
relación con el texto lingüístico y en particular con el texto escrito representan básicamente
5
pretextos. En los últimos años, todos sabemos, se han privilegiado mucho estas prácticas
por el valor que revisten, en tanto que marcos de fundamentación de saber previo y en tanto
que experiencias comunicativas verdaderas de otros sistemas simbólicos; pero igualmente,
aunque se valora estos estadios comunicativos, como fundamentales y llenos de sentido;
también hemos percibido que en muchas ocasiones los procesos didácticos no trascienden
estos estadios; lo que lleva a que muchos niños de la vida escolar señalen que no les gusta
escribir, escribir textos formales, que prefieren escribir por medio de esquemas, dibujos o
representaciones iconográficas. Inclusive estas persistencias perviven hasta el bachillerato.
Muchas veces los elementos formales de los textos lingüísticos de la comunicación escrita
quedan relegados a una especie de secreto, cuyo conocimiento se delega a los intereses
personales o a los apoyos familiares. Tanto desde el punto de vista académico y teórico,
como desde los fines de la educación y las necesidades de los hablantes, como un elemento
determinante del desarrollo de la cultura y de la sociedad, es fundamental retomar el trabajo
lingüístico, estructural y funcional de la lengua escrita como tal, como sistema de
comunicación formal; cuyas especificidades trascienden la oralidad por sus dos funciones
esenciales en el tiempo y el espacio: la escritura es un sistema de comunicación en diferido;
es decir, el tiempo de la escritura es uno, el de la publicación es otro y el de la lectura es
otro aún más distante.
Estamos escribiendo un texto que más adelante alguien podría leer, cada texto supone un
lector modelo, que al decir de Humberto Eco (1993), sería un lector idóneo, informado,
quizás interesado en este tipo de información. El lector modelo es una estructura textual
que fundamenta y define muchos elementos de la textualidad: los marcos de referencia, la
adecuación lingüística, el estilo del lenguaje, los límites del cierre semántico. El
destinatario ideal de este texto serían maestros potenciales de la lengua en la educación
primaria. Entender esto que escribimos como mensaje para alguien que nos leerá después es
una superestructura del texto garante de la comunicabilidad.
participe de la esfera de lo público. El texto funciona siempre por definición como palabra
emplazada que se expone para el debate público. La escritura es precisamente un sistema de
viajes, de incursión en escenarios distantes. Vista así la necesidad de una configuración
especial justifica las normas lingüísticas y estructurales del código escrito. Es que el autor
no está ahí para explicar; es que el lector se las ve con el entramado de letras y palabras que
materializan el texto. De ahí las exigencias del código; sobre todo por asuntos de
legibilidad; es decir, de comunicabilidad.
Más adelante, retomaremos estas estrategias del análisis textual, que constituyen sin duda la
estrategia fundamental para adentrarse en los entramados constructivos del texto,
trascendiendo los merodeos propios de los pretextos.
De igual modo, vivificar la experiencia de aquel legado famoso de tantos autores, como
Estanislao Zuleta (2.005) quien dice que, en el sentido de incluir la escritura personal como
producto de la lectura. Se trata de incursionar en tareas escriturales derivadas de la lectura
como plasmar el comentario de texto, realizar las reseñas o desarrollar el marco teórico o la
fundamentación conceptual de un trabajo más amplio, desde la selección, le generalización
y la construcción, que son las macro-reglas sustentadas por Teun van Dijk (1.992 ), como
las estrategias propias del procesamiento textual y de la compresión. Trascender el pretexto
hacia el texto significa también entender que el texto que leemos es el pretexto del que
escribimos o del que vamos a escribir. En el trabajo de aula esto equivale a trabajar
sistemáticamente desde una metodología analítica y unos procesamientos constructivos en
el ejercicio de la síntesis, el comentario crítico, la selección e integración de citas directas,
para alimentar los argumentos de autoridad y la recreación de las fuentes.
8
También en relación con la lectura resultan relevantes las tareas de identificar los tipos de
significados. Para una persona que está aprendiendo a escribir es importantísimo aprender a
manejar las fuentes, identificar los significados referenciales y específicos presentados en
forma denotativa, y diferenciarlos de aquellos de carácter implícito que reclaman la
inferencia de los lectores-autores. En la escuela primaria, resulta altamente significativo el
reconocimiento de que hay términos, palabras o expresiones de contenido referencial, que
contienen en sí mismos el poder evocador de la realidad extratextual; mientras que hay
otros elementos lingüísticos cuyo contenido es gramatical, que aluden semánticamente, ya
sea por co-referencia o por función lingüística a otros elementos del texto. Es decir palabras
y expresiones que en sí mismas no contienen significados referenciales; sino que repiten o
anuncian por co-relación el significado de otras expresiones explícitas en el texto.
Más importante aún es el trabajo con las inferencias indirectas, cuyo co-relato no es
susceptible de hallarse endofóricamente; pues se refieren a significados relacionados con la
experiencia de los sujetos, con las tradiciones culturales y con los dominios del lenguaje
indirecto. El estudio de las implicaturas, del lenguaje figurado y de las estrategias del
lenguaje indirecto constituye el marco de fundamentación y las experiencias analíticas más
productivas en lo que concierne al quehacer inferencial. Las inferencias de sentido, las que
se refieren a las intenciones comunicativas, al develamiento de los sustratos ideológicos, de
las contradicciones, incompatibilidades y ocultaciones, que en términos de Cassany (2000)
corresponden a la explicitación de la información que en el texto subyace tras las líneas.
Adentrarse en la especificidad del entramado textual, establecer las relaciones entre la
urdimbre de las palabras y sus co-relatos de sentido es una tarea de las más importantes
para la formación en los dominios escriturales, y para pensar las posibilidades didácticas
que reviste el texto en todos los niveles de la escolaridad.
Hasta aquí hemos venido refiriendo la estrategia de la lectura analítica y sus incidencias en
el desarrollo de competencias textuales; la otra gran supra-estrategia está referida al lugar
del trabajo metalingüístico como fundamento de los dominios textuales.
9
El análisis es una estrategia meta- cognitiva que alude a la separación de un todo en sus
partes para comprender su funcionamiento. En el caso del análisis textual, en clave
didáctica lo asumimos como la estrategia, digamos natural para el esclarecimiento; para el
reconocimiento y el entrenamiento para el trabajo textual. Efectivamente, el análisis textual
constituye el método, el camino más propicio, para entender la funcionalidad de los
elementos y las relaciones entre las partes y el todo; y entre el todo y las partes, en el
ejercicio discursivo y textual. En la enseñanza de la lengua en la escuela primaria estos
asertos se vivifican en tareas muy sencillas; pero que están plenas de sentido y de
proyecciones experienciales, porque permite por un lado la conciencia del funcionamiento
textual; y por el otro, por extensión, la posibilidad de apropiarlos y aplicarlos en el propio
ejercicio cotidiano de la comunicación oral y escrita. Así, es importante que nosotros como
maestros ahondemos en la trascendencia que connotan las tareas analíticas. Se trata de
adoptar en las clases de lenguaje actitudes y procedimientos de análisis, tales como:
10
Del mismo talante es el reconocimiento de los elementos gramaticales que tejen el texto.
Entender y vivenciar que el principal factor de la cohesión es establecer conexiones de
sentido resulta crucial para que cada cual descubra sus mejores talentos discursivos y
explore la creatividad y la originalidad, que son esenciales en todas las tareas de escritura.
11
Tradicionalmente se ha pensado que las partes del texto se unen por medio de conectores
formales; pero poco se analiza que es mediante la correferencia, ya sea por sustitución
léxica, por pronominalización, o elipsis, como se establecen las isotopías o hilos de sentido,
que garantizan la coherencia global, lineal y local; y que propician la fluidez del texto, sin
tener que recurrir permanentemente a los consabidos conectores; cuyos usos y abusos
terminan convirtiéndolos en muletillas. Explicitar el funcionamiento de las relaciones
semánticas en el texto resulta crucial para el dominio efectivo del trabajo textual. Es decir,
como una exploración constructiva en la cual el escritor, llamémoslo autor, de acuerdo con
sus intenciones comunicativas, los recursos léxicos y el dominio de las co-referencias
semánticas pueda exponer en estilo personal sus ideas cuando hace de emisor y seguir la
pista de las claves lingüísticas y contextuales que garantizan la comprensión cuando se hace
de receptor.
En este aspecto es cuando se hace más relevante y necesario el análisis textual, identificar
el tema y señalar, en sentido literal, mediante resaltador los elementos que se articulan en el
texto para desplegar el tema debería ser una tarea permanente, o al menos periódica en la
enseñanza de la lengua. Sería interesante que dentro de las agendas y planeaciones se
incluyeran ejercicios formales para el análisis de los textos, que permitieran identificar
cómo las formas, las palabras, el uso de sinónimos, el uso de pronombres, las repeticiones,
la puntuación, los conectores, tienen como función establecer el desarrollo de las ideas para
el logro del propósito comunicativo y la comprensión del tema.
Dentro de estas aplicaciones del análisis textual, los asuntos de corrección idiomática y
edición constituyen igualmente importantes estrategias para la concienciación y el
descubrimiento de las posibilidades constructivas del propio lenguaje. Cuando asumimos la
corrección en el sentido de priorizar las dimensiones del texto; asumiendo inicialmente
como objeto de revisión y reconstrucción, primero la coherencia; luego la cohesión y,
finalmente, los asuntos de corrección gramatical, la ortográfica y las normas de
presentación, estamos asistiendo a una experiencia genuina de reconocimiento del proceso
de composición textual. Estos procedimientos van facultando paulatinamente a los autores
12
La adopción de esta cultura y de estas prácticas de revisar y corregir, como requisito para
entregar el texto, representa una estrategia de profundo significado en este tránsito que
estamos promoviendo para pasar de las escrituras personales no convencionales a las
formas constructivas de las escrituras convencionales. Es cierto que nadie le puede enseñar
a leer o a escribir al otro; pero también es cierto, como lo señalaba Freire (1997), que estas
tareas no se pueden aprender el solitario; nadie puede enseñarle al otro; pues darle vida al
texto es un trabajo íntimo, que ocurre sobre todo en los registros de la inteligencia, en las
intrincadas relaciones entre el lenguaje y pensamiento, de forma individual e inédita; pero
sí podemos compartir nuestras propias experiencias como cultores de la palabra escrita,
señalar caminos, estrategias y herramientas, para que cada cual se empodere en la medida
de sus intereses, posibilidades y necesidades.
Quizás estas líneas no digan nada de lo que ya está estipulado tradicionalmente en todos los
manuales; pero llaman la atención en el sentido en que aún falta mucho por hacerse en lo
específico del texto en nuestros salones y en nuestras clases de humanidades lengua
castellana. Sí, esta insistencia se justifica en tanto que los dominios de lectura y escritura
son asunto de humanidad; humanidad en el sentido de los derechos; y de humanidad, o
humanidades, en el sentido del desarrollo intelectual de la sociedad.
Referencias
Baugrande & Dressler. (1997). Introducción a la lingüística del texto. Barcelona: Ariel.
Barthes, R. (1993). La aventura semiológica. Barcelona, España: Ediciones Paidós.
13