Período 1963-1970
Período 1963-1970
Período 1963-1970
A finales de marzo de 1963 el coronel Enrique Peralta Azurdia encabezó un golpe militar que
derrocó al entonces presidente de Guatemala, el general Miguel Ydígoras Fuentes (1958-
1963). El golpe estaba en el ambiente desde las revueltas populares de marzo y abril de 1962,
que entonces estuvieron a punto de arrojar del poder a Ydígoras. En los momentos álgidos de
la crisis el golpe fue considerado por sectores del ejército, por los partidos de la derecha y por
las cámaras empresariales. Al final no hubo golpe de Estado, pero sí un gabinete militar que
cooptó la gestión administrativa de Ydígoras. Con excepción del Ministerio de Relaciones
Internacionales, en manos de Jesús Unda Murillo, un oscuro anticomunista, todos los
Ministerios quedaron en manos de militares.
El factor aglutinante, que presionaría un año después a dar el golpe, fue la amenazante
participación del ex presidente Juan José Arévalo en las elecciones presidenciales que debían
celebrarse a finales de 1963. Arévalo había sido el primer presidente del período
revolucionario (1945 – 1951) que inauguró la Revolución guatemalteca de 1944, el temor que
Arévalo ganara las elecciones y retomara el abortado proyecto reformista del 44 planteó
decisiones radicales en los distintos sectores de la derecha guatemalteca, puso en su lugar las
piezas de la trama golpista. En este ambiente, combinando ambiciones por el poder y
liderazgo anticomunista, Peralta ejerció cada vez más su hegemonía. La mayor parte del
ejército coincidía que el golpe militar era la única manera de detener a Arévalo. Lo mismo
pensaban partidos de la derecha como el Movimiento de Liberación Nacional (MLN) y las
distintas gremiales del sector empresarial. También la alta jerarquía de la Iglesia católica.
Una pieza decisiva en la constelación golpista era Estados Unidos, desde tiempo atrás
descontento con el gobierno de Ydígoras.
El golpe que encabezaría Peralta fue apoyado por militares partidarios de una línea dura
anticomunista, cuya formación se puede rastrear a lo largo de la década revolucionaria
(1944–1954) hasta el levantamiento militar del 13 de noviembre de 1960 contra el gobierno
de Ydígoras. El derrocamiento de cuyo aplastamiento emerge Peralta como Ministro de la
Defensa, fue un momento culminante en la formación de este grupo militar anticomunista. “A
principios de 1963 existían tres fuerzas en pugna al interior del ejército guatemalteco: a) las
que apoyaban a Ydígoras, b) las que mantenían nexos con el ex presidente Arévalo y, c) las
que toleraban a Ydígoras, siempre y cuando evitará el retorno de Arévalo a la presidencia.
Arévalo, siendo un hábil político, buscó ganarse al ejército, prometió luchar por su autonomía
institucional.” (Aragón, 2003)
El año corrido de marzo y abril de 1962 a la fecha del golpe militar había mostrado
claramente que el ejército estaba en capacidad de gobernar sin necesidad de los civiles. Los
políticos civiles de la derecha, Mario Sandoval Alarcón, Mario Méndez Montenegro, etc.,
estaban también de acuerdo con la función dirigente que asumiría el ejército. Por ello, además
del apoyo del ejército, Peralta también contaría con las camarillas políticas del Movimiento
de Liberación Nacional (MLN), del Partido Revolucionario (PR), de la Democracia Cristiana
(DC), y con el sector empresarial. Y, para rematar, con la Iglesia católica, encabezada por el
archianticomunista Mariano Rossell Arellano, arzobispo de Guatemala desde 1939.
Desde principios de 1960 los tres partidos mencionados habían suscrito un Pacto Secreto con
el fin de enfrentar la “peligrosidad” institucional que le atribuían al gobierno ydígorista.
Ydígoras había abierto espacios para los perseguidos y descontentos, lo que fue visto por la
derecha como peligroso, algo que podía llevar a la toma del poder por los “comunistas”. Así
lo afirmaba el Pacto Secreto de 1960: "el actual gobierno se ha significado por su ineptitud en
el manejo de los negocios públicos, poniendo en grave peligro las instituciones democráticas
garantizadas por la constitución de la república y colocando al país al borde de un colapso
socioeconómico, propicio para el desarrollo del comunismo". La candidatura presidencial de
Arévalo vino a alimentar esta visión tremendista sobre el país, una situación que sólo podía
detener un golpe militar.
John O. Bell, el embajador de Estados Unidos en Guatemala, era quien en resumidas cuentas
había detenido hasta el momento el golpe militar. Temía que conllevara a la división del
ejército a un caos que resultara beneficiando a los comunistas. Bell era el típico embajador de
la Guerra Fría, temeroso de que la caída de Ydígoras desembocara en un gobierno popular,
para él automáticamente comunista. (Ebel) A lo largo de 1962, ante el creciente descontento
político y social, su mayor preocupación era que se repitieran los levantamientos populares
que en marzo y abril habían sacudido al país. En marzo y abril, ante la posible caída de
Ydígoras, fuerza militar estadounidense había permanecido alerta en Panamá; de todos
modos, para mayor seguridad, fueron enviados dos destructores a las aguas del golfo de
Honduras.
Si Bell hasta entonces había detenido el golpe, a partir de enero de 1963, después que el
presidente Kennedy diera su aprobación, se convertiría en uno de sus principales
orquestadores. La otra figura clave era desde luego Peralta. Desde siempre había sido un
anticomunista rematado, Peralta se había caracterizado como un militar oscuro, con la
tendencia a pasar desapercibido. Así ocultaba las enfermizas ansias por el poder, el hombre
ambicioso que en realidad era. Desde la década revolucionaria, tras bambalinas, venía
ejerciendo influencias. Peralta fue uno de los militares a quien Árbenz sondeó para encabezar
el levantamiento militar de 1944. Lo cierto es que estuvo siempre cerca del poder, que éste lo
atraía como la llama a la mariposa.
En las elecciones de 1957, después del asesinato de Castillo Armas, Peralta fue considerado
como candidato presidencial por la Democracia Cristiana, el Partido de Unificación
Anticomunista (PUA), y otros partidos menores, su candidatura fue desechada en favor del
coronel José Luis Cruz Salazar. Las elecciones del 57 fueron anuladas. Los liberacionistas, a
través del fraude electoral, quisieron imponer como presidente a Miguel Ortiz Pasarelli, el
antiguo Ministro de Gobernación de Castillo Armas, lo que provocó la ira popular. En la
repetición del evento electoral, a principios de 1958, que terminó ganando Ydígoras, la
candidatura de Peralta volvió a mencionarse de parte del MDN y el PUA. Ydígoras, a cambio
de su retiro de la campaña, le ofreció el Ministerio de Agricultura, cargo que ocupó hasta el
levantamiento del 13 de noviembre de 1960, cuando por su papel relevante en su
aplastamiento pasó a dirigir el Ministerio de la Defensa.
Peralta volvió a emerger como posible candidato presidencial en 1962. Peralta veía en las
elecciones de 1963 la última oportunidad para llegar a la presidencia. En las tres ocasiones
anteriores, en 1944, 1950 y 1957, no se había sentido del todo seguro, como afirmó. Ahora,
en 1962, lo estaba. Sin embargo, en la convención del Partido Redención de Ydígoras,
celebrada a principios de 1963, su precandidatura fue rechazada en favor del empresario
Roberto Alejos Arzú. Esto exacerbó los resentimientos de Peralta contra Ydígoras, lo motivó
a dar el golpe. Las ambiciones de Peralta se verían al final colmadas con el golpe de 1963,
aunque no para siempre ya que en 1978 volvería intentar el ascenso a la presidencia, esta vez
a través de la contienda electoral.
El golpe militar
Arévalo se informó posteriormente sobre el papel de Estados Unidos en el golpe militar: “...
en un libro de la señorita Georgie Anne Geyer -Idas y venidas de nuestra política en
Guatemala- se denuncia que a principios de enero de 1963 se reunieron en la Casa Blanca
cuatro personajes con el presidente Kennedy: un señor Elms jefe de la CIA, John Bell
embajador en Guatemala, Edwin Martin Saberio del Departamento de Estado, y Teodoro
Moscoso de la AID (Asociación internacional del Desarrollo). El embajador Bell previno a
Kennedy de la inminente victoria de Arévalo, acusado de “comunista”. Moscoso defendió a
Arévalo. De pronto, Kennedy los invitó a pasar a otra sala porque él tenía que recibir a varias
personas. Ya sin Kennedy, por tres votos contra 1 tomaron la resolución de derrocar a
Ydígoras e impedir las elecciones. Y Kennedy dio la orden de hacerlo, Bell volvió a
Guatemala con ese encargo”. La participación norteamericana en la caída de Ydígoras es
confirmada por otras fuentes de igual manera. (Soria, 2010)
Política
Durante estos años comienza la transición de considerar a los comunistas o socialistas como
un enemigo político o ideológico solamente, pasando a considerarle como un enemigo
armado y para combatirle la actividad polóitica debía estar integrada con las acciones
militares, formándose un Estado contrainsurgente, insipirandose en la doctrina de Seguridad
nacional.
Para poner en marcha el nuevo modelo político, cuya característica más inmediata consistía
en dar prioridad a los intereses militares, resultaba indispensable crear nuevas instituciones
políticas y adecuar las existentes a la lucha contrainsurgente. De esa cuenta, el gobierno
militar empezó por derogar la Constitución de 1956, promulgada durante el gobierno del
coronel Carlos Castillo Armas y convocó a una Asamblea Nacional Constituyente para
elaborar otra nueva.
El golpe de Estado fue visto con buenos ojos por la población, dada la sensación de
incertidumbre que se había generado hacia el final del gobierno de Ydígoras. Sin embargo,
cuando la sociedad comprendió los alcances de la acción militar, empezó a preocuparse y a
exigir el retorno al orden constitucional y democrático. Así, el coronel Peralta Azurdia, con
el apoyo del PR y del MLN, convocó a la elección de una Asamblea para elaborar otra
Constitución Política.
El MLN y el PR presentaron, cada uno, una lista de diez candidatos. El gobierno militar
propuso a los candidatos restantes. Así quedaba conformado un listado único que se
sometería a la voluntad general en espera de su aprobación, expectativa que resultó positiva.
En este proceso quedaron al margen muchos actores políticos, incluyendo a la Universidad de
San Carlos.
En las elecciones se registró un 70% de abstencionismo, circunstancia que evidenció la
ilegitimidad de aquella Asamblea y la Constitución que ésta iba a elaborar. La nueva
normativa fue aprobada en 1965 en medio de múltiples críticas.
En esos años, el gobierno de los Estados Unidos instauró una política para promover el
desarrollo social y evitar el surgimiento de nuevos regímenes comunistas que tenía dos
componentes: uno de financiamiento para el desarrollo y el otro de equipamiento militar. El
primer componente lo manejó la Alianza para el Progreso, que desarrolló programas para
apoyar a la clase media. En el aspecto de la cooperación bélica, Guatemala recibió 24
millones de dólares en ayuda militar estadounidense entre 1964 y 1966.
Es importante mencionar que entre el año de 1962 y 1963, el Partido Guatemalteco del
Trabajo, de influencia socialista, se mantenía activo y comenzaba a construir los cimientos
de lo que posteriormente serían las FAR.
Uno de los principales errores del régimen fue la represión de la actividad política. El
gobierno militar dio un duro golpe a la viabilidad del proceso electoral que había convocado
para realizarse en marzo de 1966, cuando persiguió a la Unión Revolucionaria Democrática ,
capturó a la mayoría de sus líderes y los envió al exilio. En la mentalidad de los militares de
la época, no había distingos entre comunistas, socialistas y socialdemócratas. De hecho, los
únicos grupos que podían desenvolverse sin mayores problemas eran los partidos
conservadores.
El coronel Peralta Azurdia, juntamente con otros militares, fundó el Partido Institucional
Democrático (PID), cuya función era garantizar a los militares un medio que les permitiría
controlar las elecciones presidenciales y, eventualmente, participar como candidatos. El PID
se alió con el MLN para impulsar una candidatura militar.
Ante la imposibilidad de lanzar al jefe de Gobierno, coronel Peralta Azurdia, debido a que la
Constitución expresamente vedaba la participación electoral de quien hubiese participado en
un golpe de Estado, cada uno de los partidos afines al Ejército presentó su propio candidato.
El MLN postuló al coronel Miguel Ángel Ponciano, jefe del Estado Mayor del Ejército; el
PID, al coronel e ingeniero Juan de Dios Aguilar.
El PR, por su parte, escogió a Mario Méndez Montenegro, quién falleció inesperadamente
radamente poco antes de las elecciones (se habló de un suicidio en condiciones nunca
aclaradas) dejando la candidatura presidencial en la figura de su hermano Julio César Méndez
Montenegro para sustituirlo en la boleta electoral. Julio César Méndez Montenegro era un
abogado de gran prestigio profesional y académico y estaba muy identificado con la
Revolución de 1944.
Contra todos los pronósticos, la asistencia a las elecciones fue masiva y, tal como se esperaba
ganó la planilla propuesta por el PR. Sin embargo, no obtuvieron mayoría absoluta (la mitad
más uno de los votos). Por esa razón, y de acuerdo a lo que la Constitución de la época
prescribía, debió ser el Congreso de la República el que escogiera, entre las dos planillas con
mayor votación, a los que habrían de ejercer el poder. El voto de los diputados confirmó la
victoria de Méndez Montenegro y Marroquín Rojas.
Como resultado del pacto que le impuso el Ejército, el Presidente Julio César Méndez
Montenegro vio frustrado su anhelo de realizar lo que durante su campaña electoral había
denominado “Tercer Gobierno de la Revolución”. No solo no hubo continuidad de su
programa político con el periodo revolucionario, sino que, además, la actividad política se
estancó totalmente, con lo cual se recrudeció la violencia.
Economía
- Decreto1633: En el que se establece que los tranajdores del Estado que devenguen un
sueldo proveniente del presupeusto general de la nación deben recibir el monto
equivalete a un sueldo
- Decreto 1653-1966: Las fincas rústicas propiedad de la Nación, a juicio del Consejo
Nacional de Transformación Agraria (INTA), se adjudicarán gratuitamente en propiedad
a las Cooperativas de Colonos y Trabajadores Campesinos
- Convenio Internacional del café estimulará la diversificación económica y el desarrollo
de los países productores, contribuyendo así a fortalecer los vínculos políticos y
económicos entre países productores y consumidores;
- Decreto 10-1969: Deroga el Decreto Presidencial 305-1955 de Carlos Castillo Armas que
prohíbe el comercio con once países comunistas
- Decreto 26-1970: Establecimiento del Instituto de Capacitación Técnica de Guatemala
“Georg Kerchenstiner”
Enfrentamiento
Posterior al derrocamiento de Jacobo Árbenz Guzmán, el país sufrió de una etapa de gran
incertidumbre política. En el transcurso de 9 años, más de 3 presidentes ejercieron el puesto y
se llevaron a cabo intermitentes intentos de golpe de estado y alzamientos militares. Sin
embargo, se tenía previsto que se llevara a cabo las elecciones a la presidencia en noviembre
de 1963. Juan José Arévalo volvió a Guatemala para participar como candidato en las mismas
tras publicar el documento Carta Política al Pueblo de Guatemala, donde exponía sus
lineamientos de gobierno: reformista en lo social y económico y democrático en lo político.
A pesar de las amenazas de encarcelamiento que recibió por motivo del asesinato de
Francisco Javier Arana durante su presidencia, Arévalo ingresó al país el 27 de marzo. Dos
días después, el 29, brindó una conferencia de prensa y el 30 se hizo pública la noticia sobre
su estancia. Sin embargo, esa misma noche, el ministro de Defensa, en nombre del Ejército
Nacional, dio golpe de estado al gobierno de Ydígoras Fuentes, cancelando así las elecciones.
En 1963 la cúpula militar seguía hegemonizada por la corriente anticomunista radical. Aun
con el paso del tiempo, la participación del Gobierno de Estados Unidos por medio de su
embajada en Guatemala continuaba siendo primordial dentro de la organización política del
país. Para dicho año, el presidente de Estados Unidos John F. Kennedy inaugura una
proyección de la política exterior de la post guerra nueva, la cual continuaba dentro del marco
de la Guerra Fría. Para América Latina, esta se basó en la inversión masiva de capitales
privados en la región y en la propuesta de democracia y desarrollo por medio de la alianza
con las oligarquías civiles y militares.
El PGT y el resto del ala de la izquierda aumentaba diariamente, sobre todo con el
surgimiento del MR-13. Sin embargo, no participaba de manera activa en las elecciones de
1963. Esto se debe a que estaban concentrados en una decisión más grande: el impulso de la
lucha armada. Así pues, mientras el Ejército, los empresarios, la embajada de Estados Unidos
y el gobierno conspiraba para impedir el regreso de Arévalo, descuidaban su principal
amenaza.
Para 1963, las FAR organizaron sus primeros focos guerrilleros, los cuales se establecieron
en Zacapa e Izabal. El primero, el frente Alaric Bennet, se encontraba a cargo de Yon Sosa y
tenía un frente secundario en Sinaí, Izabal. El segundo, el frente Las Granadillas, era
comandado por Luis Trejo y se ubicaba en las montañas del mismo nombre. En ese añor, el
frente secundario en Izabal fue aniquilado por el ejército y el frente de Zacapa se desintegró
debido a las diferencias ideológicas. Como consecuencia, se creó un tercer frente en Las
Minas, Izabal llamado Frente Edgar Ibarra. Este era dirigido por Luis Turcios Lima.
En ese mismo año, un grupo latinoamericano de trotskistas pertenecientes al Partido Obrero
Revolucionario (POR) se acercaron al MR-13 y lo abastecieron de armas. En 1964 se celebró
la Conferencia de las Cierras Minas, en la cual invitaban a crear un gobierno obrero-
campesino y a extender la lucha guerrillera. Sin embargo, la llamada a la insurrección general
no coincidía con los métodos propuestos por el PGT ni por el Frente Guerrillero Edgar Ibarra.
Por lo tanto, el MR-13 se separó de las FAR y Turcios Lima abandonó la agrupación.
La firma del pacto legitimaba el compromiso del nuevo presidente con la prohibición del
comunismo y la continuidad de la lucha contrainsurgente. Por medio de él, se confirmó el
poder del Ejército dentro de la esfera política. Días antes de las elecciones, entre el 2 y el 5 de
marzo de dicho año, desaparecieron 28 miembros del PGT, el MR-13 y las FAR. Este fue el
primer caso de desaparición selectiva forzada masiva en la historia del terrorismo de Estado
en Latinoamérica. Como respuesta, las FAR secuestraron, el 4 de mayo, a tres funcionarios
del gobierno, quienes fueron liberados posteriormente.
Las elecciones de 1970 iniciaron una contradicción en la guerrilla. Mientras el PGT llamó a
abstenerse del voto, las FAR invitaron a votar por Arana Osorio, creyendo que su victoria
aceleraría el proceso de la lucha armada, dado que la represión del gobierno provocaría
insurrección. Tras la muerte de Marco Antonio Yon Sosa y Socorro Sical a manos del ejército
mexicano, el MR-13 fue golpeado fuertemente por las fuerzas contrainsurgentes, provocando
su desaparición en 1973.
Se le denominó como “la ola de terror” a la segunda mitad de la década de los sesenta. La
revista TIME confirmó la cifra de 3000 muertos para este periodo. De ellos, 80 eran
guerrilleros, 500 participantes de la guerrilla y 2400 inocentes. La guerrilla afirmó que la
cifra se encontraba entre las 4000 y 5000 víctimas.
Bibliografía