La Vanagloria
La Vanagloria
La Vanagloria
El Apóstol Pablo dice: "Porque ¿quién te distingue? ¿O qué tienes que no hayas
recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido? (1
Cor. 4:7). El vivir según la misericordia de Dios es más que una doctrina
cristiana. Es una forma y método de vivir. La vida cristiana y todo lo que hay en
ésta, amados hermanos, es un don y regalo de Dios. Todo cristiano sabe esto pero
algunos lo olvidan frecuentemente. A menudo es muy común considerar nuestro
trabajo, talento y habilidades como algo que hemos logrado única y
exclusivamente solos, sin la ayuda de Dios. Recordemos 1 Cor. 15:10 que dice:
"Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para
conmigo".
Nos gusta recibir méritos por lo que hacemos. Nos envanecemos o nos da envidia
el éxito de otros. El Apóstol considera la vanagloria nuestra como algo
defectuoso y serio en nuestras vidas cristianas. Es por eso que cuando aceptamos
créditos por nuestros talentos, estamos negando que Dios es la fuente de todas
nuestras bendiciones, como reconoce Pablo cuando escribió: "Bendito sea el Dios
y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición
espiritual en los lugares celestiales en Cristo".
Si esta es nuestra expresión para con los hermanos, nos daremos cuenta que
somos importantes los unos para los otros y esto es lo más importante y
necesario. Conviene recordar que nosotros mismos somos los mejores dones de
Dios para otros. Si nos gloriamos, "gloriémonos en el Señor" (Romanos 5:11).
LA VANAGLORIA
Publicado el diciembre 28, 2013por mvmebe
Un ejemplo de vanagloria:
Es lógico que reconozcamos cosas buenas en nosotros e, incluso que sean
reconocidas por los demás. El elogio y la felicitación ajena nos animan a perseverar
y tratar de mejorar. Pero si nos hacemos esclavos de la aprobación ajena, podemos
dejarnos llevar por el vicio de la vanidad. Terminamos haciendo ruido sobre un
bien que no tenemos o que no vale tanto. Vanagloria es el deseo desordenado de la
propia alabanza.
Hay diferentes tipos de vanagloria. Hay una clase de vanagloria que es grotesca: la
jactancia. Hablan todo el tiempo de lo que hacen o tienen, hablan todo el tiempo de
sí mismos. O inventan cosas o agrandan las cosas descaradamente. Es un tipo de
hipocresía. O tratan de llamar la atención con un comportamiento diferente,
extravagante, para ser el centro de las miradas. También aparece la vanagloria
sutil: Del que no quiere ceder en una discusión ni decir que se equivocó, no quiere
dar marcha atrás jamás. O siempre encuentra motivos para pelear y discutir porque
no puede ser que otro sea el centro de la reunión.
Para trabajar este aspecto de la personalidad, es necesario saber que todo lo que
uno es y tiene no tiene tanto mérito sino que son regalos de Dios que exige ponerlos
al servicio de los demás con responsabilidad. No buscar tanto la aprobación de los
demás sino la autenticidad, dar lo que uno es, con sencillez. Cuando uno es
alabado, interiormente verlo como un saludo que viene de Dios. Y alegrarse sobre
todo por la amistad del Señor. “Que el sabio no se gloríe de su sabiduría que el
fuerte no se gloríe de su fuerza que el rico no se gloríe de su riqueza El que se
gloría, que se gloríe en el Señor” (2 Corintios 11, 17)
B. La gente rica y famosa a veces peca de jactanciosa. Algunas personas adineradas
y que han triunfado en la vida son dadas a la jactancia, el orgullo, la intolerancia, y
el engreimiento vanidoso. Generalmente son aquellos a quienes les llegó la fama y
el éxito sin esforzarse para merecerlos. Los que han tenido que trabajar para lograr
fortuna y fama generalmente se mantienen humildes y no se jactan de lo obtenido.
Oigamos lo que la Biblia dice acerca de la jactancia por las riquezas: “Cuando
Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra que juró a tus padres Abraham,
Isaac, y Jacob que te daría, en ciudades grandes y buenas que tú no edificaste, y
casas llenas de todo bien, que tú no llenaste, y cisternas cavadas que tú no
cavaste, viñas y olivares que no plantaste, y luego que comas y te sacies, cuídate
de no olvidarte de Jehová, que te sacó de la tierra de Egipto, de casa de
servidumbre” (Deuteronomio 6:10-12).
“Los que confían en sus bienes, y de la muchedumbre de sus riquezas se jactan,
ninguno de ellos podrá en manera alguna redimir al hermano, ni dar a Dios su
rescate” (Salmo 49:6-7).
“¡Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos
allá un año, y traficaremos, y ganaremos; cuando no sabéis lo que será mañana.
Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco
de tiempo, y luego se desvanece. En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor
quiere, viviremos y haremos esto o aquello. Pero ahora os jactáis en vuestras
soberbias. Toda jactancia semejante es mala” (Santiago 4:13-16).
Hay un verdadero peligro en que las riquezas, la fama, y el éxito hagan que uno se
olvide de su Señor, sus amigos, los pobres, y la causa de Cristo y que se encierre y
se aísle de los demás para vivir una vida demasiado egocéntrica y regalada.
C. Los pecadores necios son jactanciosos. Hay poca o ninguna esperanza para el
pecador orgulloso y jactancioso.
“Dice el necio en su corazón: No hay Dios” (Salmo 14:1).
“El camino del necio es derecho en su opinión” (Proverbios 12:15).
“Responde al necio como merece su necedad, para que no se estime sabio
en su propia opinión” (Proverbios 26:5). “
¿Has visto hombre sabio en su propia opinión? Más esperanza hay del
necio que de él” (Proverbios 26:12).
Dijo el salmista:
5264 Ninguna otra cosa hace desear tanto las riquezas como
el deseo de gloria. Los hombres presentan gran número de
criados, de caballos, cubiertos de oro y mesas adornadas con
plata, no porque ello reporte alguna utilidad, sino por
ostentación delante de los demás. Y dice el Señor: No queráis
atesorar para vosotros tesoros en la tierra (SAN JUAN
CRISOSTOMO, en Catena Aurea, vol. 1P 383).
5265 Es una manifestación de soberbia que se dirige a buscar
la excelencia en cosas de poco valor real.
Son cosas vanas las cosas falsas, las que no tienen solidez y
aquellas que no pueden atender a su fin propio. (cfr. De malo,
q. 9, a. 2; y Suma Teológica,2-2, q. 132, a. 1).
IV, p. 27).
5269 Ella fue la que los apartó de Dios; ella les hizo buscar otro
teatro para sus luchas y los perdió. Porque cuando se procura
agradar a los espectadores que cada uno tiene, según son los
espectadores, tales son los combates que se realizan (SAN
JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre 5. Mateo,72).
5270 Los otros vicios se manifiestan uniformes y simples. La
vanagloria es distinta, compleja y varia. Arremete por todos los
flancos, y su vencedor la encuentra en todo cuanto le circunda,
enfrentándose con él. El porte y la actitud, el modo de andar, la
voz, el trabajo, las vigilias, los ayunos, la plegaria, la soledad,
la lectura, la ciencia, el silencio, la obediencia, la humildad, la
longanimidad, son para este vicio otras tantas armas de que se
sirve el enemigo para herir al soldado de Cristo.
Rectitud de intención
5271 Muchas veces nuestra débil alma, cuando recibe por sus
buenas acciones el halago de los aplausos humanos, se
desvía [. . . ], encontrando así mayor placer en ser llamada
dichosa que en serlo realmente [. . . ]. Y aquello que había de
serle un motivo de alabanza en Dios se le convierte en causa
de separación de él (SAN GREGORIO MAGNO, Moralia,10>.
5276 Nada más ridículo, nada más tonto que estar siempre
dispuesto a hablar de 10 que se ha hecho, de lo que se ha
dicho (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el orgullo).