La Vanagloria

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LA VANAGLORIA

por Elmer N. Dunlap Rouse

El Apóstol Pablo dice: "Porque ¿quién te distingue? ¿O qué tienes que no hayas
recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido? (1
Cor. 4:7). El vivir según la misericordia de Dios es más que una doctrina
cristiana. Es una forma y método de vivir. La vida cristiana y todo lo que hay en
ésta, amados hermanos, es un don y regalo de Dios. Todo cristiano sabe esto pero
algunos lo olvidan frecuentemente. A menudo es muy común considerar nuestro
trabajo, talento y habilidades como algo que hemos logrado única y
exclusivamente solos, sin la ayuda de Dios. Recordemos 1 Cor. 15:10 que dice:
"Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para
conmigo".

Nos gusta recibir méritos por lo que hacemos. Nos envanecemos o nos da envidia
el éxito de otros. El Apóstol considera la vanagloria nuestra como algo
defectuoso y serio en nuestras vidas cristianas. Es por eso que cuando aceptamos
créditos por nuestros talentos, estamos negando que Dios es la fuente de todas
nuestras bendiciones, como reconoce Pablo cuando escribió: "Bendito sea el Dios
y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición
espiritual en los lugares celestiales en Cristo".

Hermanos, debemos recordar esto, que solamente debemos vernos a nosotros


mismos y a otros como instrumentos de la gracia de Dios. Dios nos bendice todos
los días de esta vida, tarde o temprano, pero nos bendice y debemos ser
agradecidos.

Por ejemplo, si el predicador nos da un mensaje del cual recibimos muchos


beneficios, no debemos alabarlo, sino decirle "Damos gracias a Dios por ustedes"
como hizo Pablo en 1 Tesalonicenses 1:2, "Damos siempre gracias a Dios por
todos vosotros..."

Si esta es nuestra expresión para con los hermanos, nos daremos cuenta que
somos importantes los unos para los otros y esto es lo más importante y
necesario. Conviene recordar que nosotros mismos somos los mejores dones de
Dios para otros. Si nos gloriamos, "gloriémonos en el Señor" (Romanos 5:11).
LA VANAGLORIA
Publicado el diciembre 28, 2013por mvmebe

“Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros,


vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres,
ingratos, impíos” (2 Timoteo 3:2) 
Leamos: 2 Timoteo 3:1-5; Romanos 1:28-32
La vanagloria, o la jactancia, junto a otras palabras de la misma familia, tales como
vanidad, orgullo, fanfarronería, engreimiento, describen una cualidad espiritual del
hombre que a Dios le resulta repugnante. Ningún creyente debería ser merecedor
de tales epítetos. Son todo lo contrario de la humildad, la mansedumbre, y la
verdad.

I. ¿QUIENES SON A MENUDO CULPABLES DE JACTARSE?


A. Los líderes religiosos a menudo son culpables del orgullo religioso. La
intolerancia religiosa era muy pronunciada en los días del Señor Jesús y lo es
también en la actualidad. Los líderes del pueblo de Israel, antes de la venida de
Cristo, constituían uno de los grupos más intolerantes.
Dado que eran el pueblo elegido de Dios y los beneficiarios de las promesas
especiales del pacto, se consideraban superiores a los demás. En su presunción
vanidosa se volvieron orgullosos, jactanciosos, y excluyentes en su egocentrismo y
dejaron de representar a Dios ante las naciones.

Dios envió a sus profetas para advertirles y prevenirles contra el espíritu de


jactancia, pero en vano. Como resultado de su egocentrismo fueron tomados
cautivos y hechos esclavos. Cuando vino Cristo encontró mucha jactancia entre el
pueblo, pero especialmente entre los dirigentes religiosos. Previno a la gente
diciendo: “Guardaos de los escribas, que gustan de andar con ropas largas, y
aman las salutaciones en las plazas, y las primeras sillas en las sinagogas, y los
primeros asientos en las cenas; que devoran las casas de las viudas, y por
pretexto hacen largas oraciones; estos recibirán mayor condenación”(Lucas
20:46-47).
Una de las parábolas más importantes del Señor Jesucristo tiene que ver con la
vanagloria, el engreimiento, y la santurronería. Dijo: “Dos hombres subieron al
templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie,
oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como
los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano;
ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. Mas el publicano,
estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el
pecho, diciendo: Dios sé propicio a mí, pecador. Os digo que este descendió a su
casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece será
humillado; y el que se humilla será enaltecido” (Lucas 18:10-14).
El espíritu de vanagloria es repugnante a nuestro Señor.

Un ejemplo de vanagloria:
Es lógico que reconozcamos cosas buenas en nosotros e, incluso que sean
reconocidas por los demás. El elogio y la felicitación ajena nos animan a perseverar
y tratar de mejorar. Pero si nos hacemos esclavos de la aprobación ajena, podemos
dejarnos llevar por el vicio de la vanidad. Terminamos haciendo ruido sobre un
bien que no tenemos o que no vale tanto. Vanagloria es el deseo desordenado de la
propia alabanza.

Hay diferentes tipos de vanagloria. Hay una clase de vanagloria que es grotesca: la
jactancia. Hablan todo el tiempo de lo que hacen o tienen, hablan todo el tiempo de
sí mismos. O inventan cosas o agrandan las cosas descaradamente. Es un tipo de
hipocresía. O tratan de llamar la atención con un comportamiento diferente,
extravagante, para ser el centro de las miradas. También aparece la vanagloria
sutil: Del que no quiere ceder en una discusión ni decir que se equivocó, no quiere
dar marcha atrás jamás. O siempre encuentra motivos para pelear y discutir porque
no puede ser que otro sea el centro de la reunión.

Para trabajar este aspecto de la personalidad, es necesario saber que todo lo que
uno es y tiene no tiene tanto mérito sino que son regalos de Dios que exige ponerlos
al servicio de los demás con responsabilidad. No buscar tanto la aprobación de los
demás sino la autenticidad, dar lo que uno es, con sencillez. Cuando uno es
alabado, interiormente verlo como un saludo que viene de Dios. Y alegrarse sobre
todo por la amistad del Señor. “Que el sabio no se gloríe de su sabiduría que el
fuerte no se gloríe de su fuerza que el rico no se gloríe de su riqueza El que se
gloría, que se gloríe en el Señor” (2 Corintios 11, 17)
B. La gente rica y famosa a veces peca de jactanciosa. Algunas personas adineradas
y que han triunfado en la vida son dadas a la jactancia, el orgullo, la intolerancia, y
el engreimiento vanidoso. Generalmente son aquellos a quienes les llegó la fama y
el éxito sin esforzarse para merecerlos. Los que han tenido que trabajar para lograr
fortuna y fama generalmente se mantienen humildes y no se jactan de lo obtenido.
Oigamos lo que la Biblia dice acerca de la jactancia por las riquezas: “Cuando
Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra que juró a tus padres Abraham,
Isaac, y Jacob que te daría, en ciudades grandes y buenas que tú no edificaste, y
casas llenas de todo bien, que tú no llenaste, y cisternas cavadas que tú no
cavaste, viñas y olivares que no plantaste, y luego que comas y te sacies, cuídate
de no olvidarte de Jehová, que te sacó de la tierra de Egipto, de casa de
servidumbre” (Deuteronomio 6:10-12).
“Los que confían en sus bienes, y de la muchedumbre de sus riquezas se jactan,
ninguno de ellos podrá en manera alguna redimir al hermano, ni dar a Dios su
rescate” (Salmo 49:6-7).
“¡Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos
allá un año, y traficaremos, y ganaremos; cuando no sabéis lo que será mañana.
Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco
de tiempo, y luego se desvanece. En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor
quiere, viviremos y haremos esto o aquello. Pero ahora os jactáis en vuestras
soberbias. Toda jactancia semejante es mala” (Santiago 4:13-16).
Hay un verdadero peligro en que las riquezas, la fama, y el éxito hagan que uno se
olvide de su Señor, sus amigos, los pobres, y la causa de Cristo y que se encierre y
se aísle de los demás para vivir una vida demasiado egocéntrica y regalada.

C. Los pecadores necios son jactanciosos. Hay poca o ninguna esperanza para el
pecador orgulloso y jactancioso.
 “Dice el necio en su corazón: No hay Dios” (Salmo 14:1).
 “El camino del necio es derecho en su opinión” (Proverbios 12:15).
 “Responde al necio como merece su necedad, para que no se estime sabio
en su propia opinión” (Proverbios 26:5). “
 ¿Has visto hombre sabio en su propia opinión? Más esperanza hay del
necio que de él” (Proverbios 26:12).
Dijo el salmista:

 “¿Hasta cuándo los impíos, hasta cuándo, oh Jehová, se gozarán los


impíos? ¿Hasta cuándo pronunciarán, hablarán cosas duras, y se
vanagloriarán todos los que hacen iniquidad?” (Salmo 94:3-4).
 “Porque el malo se jacta del deseo de su alma; bendice al codicioso y
desprecia a Jehová” (Salmo 10:3).
Hay poca esperanza para el pecador jactancioso, a menos que se arrepienta de sus
pecados y se vuelva a Jesucristo en busca de perdón y salvación.

II. ¿PUEDE EL CREYENTE EN CRISTO JACTARSE O GLORIARSE DE


ALGO? 
A. NO hay razones por las cuales el creyente no debe jactarse.
1. El creyente no debe jactarse pues es salvo por gracia por la fe en el Señor
Jesucristo. “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de
vosotros, pues es      don de Dios; no por obras, para que nadie se
gloríe” (Efesios 2:8-9).
2. El creyente no debe jactarse porque no sabe lo que el día de mañana
traerá. “No te jactes del día de mañana; porque no sabes qué dará de sí el
día” (Proverbios 27:1).
B. El creyente debe gloriarse en el Señor. “En Jehová se gloriará mi alma; lo oirán
los mansos y se alegrarán” (Salmo 34:2).
“En Dios nos gloriaremos todo el tiempo, y para siempre alabaremos tu
nombre” (Salmo 44:8).
CONCLUSION. Tengamos cuidado de no jactarnos, a menos que nos gloriemos
en Dios que nos redimió, que provee para nuestro bien y nos fortalece de día en día.
Estemos en guardia contra el engreimiento, el orgullo, la intolerancia, y la vanidad.
El Apóstol Pablo dice: “Porque ¿quién te distingue? ¿O qué tienes que no hayas
recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?” (1
Corintios 4:7). El vivir según la misericordia de Dios es más que una doctrina
cristiana. Es una forma y método de vivir. La vida cristiana y todo lo que hay en
ésta, es un don y regalo de Dios. Todo cristiano sabe esto pero algunos lo olvidan
frecuentemente. A menudo es muy común considerar nuestro trabajo, talento y
habilidades como algo que hemos logrado única y exclusivamente solos, sin la
ayuda de Dios. Recordemos 1 Corintios 15:10 que dice: “Pero por la gracia de Dios
soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo”.
Nos gusta recibir méritos por lo que hacemos. Nos envanecemos o nos da envidia el
éxito de otros. El Apóstol considera la vanagloria nuestra como algo defectuoso y
serio en nuestras vidas cristianas. Es por eso que cuando aceptamos créditos por
nuestros talentos, estamos negando que Dios es la fuente de todas nuestras
bendiciones, como reconoce Pablo cuando escribió: “Bendito sea el Dios y Padre de
nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los
lugares celestiales en Cristo”.
Debemos recordar, que solamente debemos vernos a nosotros mismos y a otros
como instrumentos de la gracia de Dios. Dios nos bendice todos los días de esta
vida, tarde o temprano, pero nos bendice y debemos ser agradecidos.

Por ejemplo, si el predicador nos da un mensaje del cual recibimos muchos


beneficios, no debemos alabarlo, sino decirle “Damos gracias a Dios por usted”
como hizo Pablo en 1 Tesalonicenses 1:2, “Damos siempre gracias a Dios por todos
vosotros…”
Si esta es nuestra expresión para con los hermanos, nos daremos cuenta que somos
importantes los unos para los otros y esto es lo más importante y necesario.
Conviene recordar que nosotros mismos somos los mejores dones de Dios para
otros. Si nos gloriamos, “gloriémonos en el Señor” (Romanos 5:11).
El verdadero cristianismo no se jacta, no se envanece, no se comporta
indecorosamente. 
“Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por
heredad”(Mateo 5:5)
VANAGLORIA

Citas de la Sagrada Escritura

Todo trabaja más de cuanto el hombre puede ponderar, y no


se sacia el ojo de ver ni el oído de oir. Si 1,2-9.

Una voz dice: Grita. Y yo respondo: ¿Qué he de gritar? Toda


carne es hierba, y toda su gloria como flor del campo. Is 40,6.

El que de sí mismo habla, busca su propia gloria; pero el que


busca la gloria del que le ha enviado, ése es veraz y no hay en
él injusticia. Jn 7,18.

¿No sabes ya de siempre, desde que el hombre fue puesto


sobre la tierra, que es breve la exaltación del malvado y dura
un instante la alegria de los perversos? Jb 20,4-5.

Porque, ¿quién es el que a ti te hace preferible? ¿Qué tienes


que no hayas recibido? Y silo recibiste, ¿de qué te glorias,
como si no lo hubieras recibido? 1Co 4,7.

Estad atentos a no hacer vuestra justicia delante de los


hombres, para que os vean; de otra manera no tendréis
recompensa ante vuestro Padre, que está en los cielos. Mc 6,1.

No te vanaglories del dia de mañana, pues no sabes lo que


dará de si. Pr 27,1.

Quienes siembran vientos, recogerán tempestades. La espiga


no dará fruto ni formará harina, y si algunas lo dieran; las
devorará el extranjero. Os 8,7.

Peligros y consecuencias de la vanagloria

5256 Vanidad de vanidades; vanidad de vanidades, todo es


vanidad. ¿Qué provecho saca el hombre de todo por cuanto se
afana debajo del sol?
Algunos tienen gran vanidad en ir montados en un buen
caballo, de llevar una pluma en el sombrero, de estar ricamente
vestidos; mas, ¿quién no conoce que esto es locura? Porque si
hay alguna gloria en ello, es del caballo, del ave y del sastre; y
¿puede haber mayor flaqueza que mendigar estimación de un
caballo, de una pluma y de un vestido? Otros se engríen y se
van mirando porque llevan los bigotes levantados, la barba
bien peinada, los cabellos encrespados; porque tienen suaves
las manos, porque saben bailar, jugar o cantar; y ¿no será
también flaqueza querer con unas cosas tan frívolas y ligeras
aumentar su valor y acrecentar su reputación?

Otros, por un poco de ciencia, quieren ser honrados y


respetados del mundo, como sí todos hubiesen de ir a su
escuela y tenerlos por maestros, por lo cual se les da el
nombre de pedantes. Otros se pavonean mirando su belleza, y
creen que todo el mundo pone en ellos sus ojos; todo esto es
sumamente vano, necio y descabellado, y la gloria que estriba
en tan débiles fundamentos es vana, necia y frívola (SAN
FRANCISCO DE SALES. Introd. a la vida devota, III,4).

5257 La vanagloría es una comida del alma que le brinda


primero manjares deliciosos, pero después la deja vacía,
despojada de virudes, en una absoluta desnudez, estéril y
pobre de frutos espirituales (CASIANO, Instituciones,5).

5258 (El demonio procura) enredar nuestros pasos en las


zarzas de la vanagloria (CASIANO, Instituciones,11).

5259 Ten cautela, no te dejes prender por el ardor de la


vanagloria. ¿Cómo podéis creer; cuando andáis mendigando la
gloria de los hombres? (Jn 5,44). ¿Lo ves? Es tan grande este
mal, que quien lo tiene no puede creer. Nosotros, por el
contrario, digamos: Tú eres mi gloria (Sal 3,4), y el que se
gloría, gloríese en el Señor (1Co 1,31) [. . . ]. Cuando des
limosna, que sólo la vea Dios. Cuando ayunes, pon cara alegre
1. . . ] Tampoco has de presentarte como demásiado piadoso
ni aparecer más humilde de lo que eres, no sea que, huyendo
de la gloria, vayas en su busca (SAN JERÓNIMO, Epístola 22).

5260 Los ancianos usan de una comparación felicísima para


describir el carácter de esta enfermedad que es la vanagloria.
La asemejan a la cebolla y a otras plantas bulbosas. Quitáis
una capa y encontráis una segunda: y cuantas más suprimís
más envolturas halláis en ellas (CASIANO, Instituciones,11).

5261 Vanidad es buscar riquezas perecederas y esperar en


ellas. También es vanidad desear honras y ensalzarse
vanamente. Vanidad es seguir el apetito de la carne [. . . J.
Vanidad es desear larga vida, y no curar que sea buena.
Vanidad es pensar solamente en esta presente vida, y no
proveer a 10 venidero. Vanidad es amar lo que tan presto
pasa, y no apresurarse adonde está el gozo perdurable
(Imitación de Cristo,1,1,4).

5262 Es necesario fijarse mucho en su entrada (de la


vanagloria), como si se tratara de estar en guardia contra una
fiera presta a arrebatar a aquel que no la vigila. Entra
calladamente y destruye todas las cosas que encuentra en el
interior (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, vol. 1P
336).

5263 La vanidad siempre se contrapone a la verdad, que


permanece siempre y nunca desfallece (SAN AGUSTIN,
Coment. sobre el Salmo 143).

5264 Ninguna otra cosa hace desear tanto las riquezas como
el deseo de gloria. Los hombres presentan gran número de
criados, de caballos, cubiertos de oro y mesas adornadas con
plata, no porque ello reporte alguna utilidad, sino por
ostentación delante de los demás. Y dice el Señor: No queráis
atesorar para vosotros tesoros en la tierra (SAN JUAN
CRISOSTOMO, en Catena Aurea, vol. 1P 383).
5265 Es una manifestación de soberbia que se dirige a buscar
la excelencia en cosas de poco valor real.

Son cosas vanas las cosas falsas, las que no tienen solidez y
aquellas que no pueden atender a su fin propio. (cfr. De malo,
q. 9, a. 2; y Suma Teológica,2-2, q. 132, a. 1).

5266 Tu misma inexperiencia te lleva a esa presunción, a esa


vanidad, a eso que tú crees que te da aire de importancia.

-Corrígete, por favor. Necio y todo, puedes llegar a ocupar


cargos de dirección (más de un caso se ha visto), y, si no te
persuades de tu falta de dotes, te negarás a escuchar a
quienes tengan don de consejo. -Y causa miedo pensar el
daño que hará tu desgobierno (J. ESCRIVÄ DE BALAGUER,
Camino, n. 352).

5267 La honra terrena se compara a la espuma, al agua helada


o al humo, o al sueño (SAN JERÓNIMO, en Catena Aurea, vol.

IV, p. 27).

Se manifiesta de formas muy diversas

5268 Este vicio de la vanagloría, una vez abatido, se levanta y


parece como que cobra mayores bríos para la lucha. Se le
creía eliminado, y ahora renace más pujante y vigoroso de su
muerte aparente (CASIANO, Instituciones,11).

5269 Ella fue la que los apartó de Dios; ella les hizo buscar otro
teatro para sus luchas y los perdió. Porque cuando se procura
agradar a los espectadores que cada uno tiene, según son los
espectadores, tales son los combates que se realizan (SAN
JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre 5. Mateo,72).
5270 Los otros vicios se manifiestan uniformes y simples. La
vanagloria es distinta, compleja y varia. Arremete por todos los
flancos, y su vencedor la encuentra en todo cuanto le circunda,
enfrentándose con él. El porte y la actitud, el modo de andar, la
voz, el trabajo, las vigilias, los ayunos, la plegaria, la soledad,
la lectura, la ciencia, el silencio, la obediencia, la humildad, la
longanimidad, son para este vicio otras tantas armas de que se
sirve el enemigo para herir al soldado de Cristo.

Es como un arrecife que ocultan las olas agitadas. Emboscado


en el agua y la espuma, pasa inadvertido a los navegantes
(CASIANO, Instituciones,11).

Destruye la bondad de muchas obras.

Rectitud de intención

5271 Muchas veces nuestra débil alma, cuando recibe por sus
buenas acciones el halago de los aplausos humanos, se
desvía [. . . ], encontrando así mayor placer en ser llamada
dichosa que en serlo realmente [. . . ]. Y aquello que había de
serle un motivo de alabanza en Dios se le convierte en causa
de separación de él (SAN GREGORIO MAGNO, Moralia,10>.

5272 Bueno es que padezcamos a veces contradicciones y


que sientan de nos malamente, aunque hagamos buenas
obras y tengamos buena intención. Esto ayuda a la humildad y
nos defiende de la vanagloría. Mejor buscamos a Dios por
testigo interior cuando Somos de fuera despreciados y no nos
dan crédito ([initación de Cristo,1,12,1).

5273 Examina bien los motivos que te impulsan a obrar para


descubrir las emboscadas de la vanidad y del amor propio; sólo
a Dios debes referir todo el bien que hagas, porque has de
saber que es una gran ganancia mantener oculta y secreta una
obra buena de modo que sólo Dios la conozca; si por descuido
tuyo viene a ser conocida de los hombres, pierde casi todo su
valor, como un hermoso fruto que los pájaros han empezado a
picotear (J. PECCI -León XIII-, Práctica de la humildad,48).

5274 Sí haces alguna mortificación extraordinaria, procura


preservarte del veneno de la vanagloria, que destruye a
menudo todo su mérito (J. PECCI -León XIII-, Práctica de la
humildad,34>.

5275 Es treta sutil del enemigo hacer sucumbir al soldado de


Cristo con sus propias armas, cuando no ha podido vencerle
con las suyas (CASIANO, Instituciones,11).

Toda gloria es para Dios

5276 Nada más ridículo, nada más tonto que estar siempre
dispuesto a hablar de 10 que se ha hecho, de lo que se ha
dicho (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre el orgullo).

5277 Cuánto poder tenga para hacer daño el deseo de la


vanagloria, nadie lo conoce mejor que aquel que le declara la
guerra; porque es fácil no buscar la propia alabanza cuando
ésta es negada, pero es difícil no complacerse en ella cuando
se ofrece (SAN AGUsTíN en Catena Aurea, vol. 1P 336).

5278 Cuando des limosna, no vayas tocando la trompeta [. . . ].


Quizá procuraban reunir al pueblo cuando hacían algo bueno,
para que todos fueran a ese espectáculo (SANTO ToMAS,
Catena Aurea, vol. 1P 340).

5279 No te engrías sí has servido bien, porque has cumplido lo


que tenias que hacer. El sol efectúa su tarea, la luna obedece;
los ángeles desempeñan su cometido. El instrumento escogido
por el Señor para los gentiles dice: yo no merezco el no7?bre
de Apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios (1Co
15,9) [. . . ]. Tampoco nosotros pretendamos ser alabados por
nosotros mismos (SAN AMBROSIO, Hom. sobre 5. Lucas,8).
5280 Todos los males mortifican a los hijos del diablo, pero el
deseo de la vanagloría mortifica más bien a los hijos de Dios
que a los hijos del diablo (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en
Catena Aurea, vol. 1P 336).

5281 Debes hacerte más pequeño que un niño; no andes tras


las alabanzas de los hombres, ni ambiciones los honores;
antes bien rechaza aquéllas y éstos (J. PECCI -León XIII-,
Práctica de la humildad,30).

El premio para quienes rechazan la gloria

5282 Me veo precisado a decíros que temáis con mucho


cuidado por las buenas obras que hacéis, no sea que por ellas
busquéis algún favor o alguna gracia humana, no sea que se
despierte en vosotros el deseo de alabanzas, y Jo que
manifestáis al exterior se quede interiormente vacío de retribu
ción (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 12 sobre los Evang. ).

5283 Debemos gozarnos y alegrarnos porque se nos prepara


un premio en el reino de los cielos que no conseguirán los que
van detrás de la vanagloria (SAN JERÓNIMO, en Catena
Aurea, vol. 1P 258).

5284 El que dispensa la misericordia, la pierde si no se


compadece con un corazón puro; si busca quedar bien, pierde
todo el fruto [. . . ] (SAN AMBROSIO, en Catena Aurea, vol. VI,
p. 259).

5285 Tanto se es favorecido, cuanto menor se presume de las


propias facultades. (SAN AGUSTíN, en Catena Aurea, vol. VI,
p. 259).

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