La Locura, La Revuelta y La Extranjería. Julia Kristeva
La Locura, La Revuelta y La Extranjería. Julia Kristeva
La Locura, La Revuelta y La Extranjería. Julia Kristeva
INTRODUCCIÓN
J
ulia Kristeva trabajó las nociones de texto e intertextualidad, realizando una
articulación entre el estructuralismo, el psicoanálisis y algunas cuestiones claves
del marxismo. Estos temas fueron desarrollados en su Semiótica. Como
durante ese tiempo su producción estuvo ceñida a un modelo lingüístico y éste
convirtió en dogma la nociones de texto y de intertextualidad, ella misma se
convirtió en un tipo de pensadora posestructuralista.2 El modelo lingüístico fue
1
Tomada de Le philosophoire, núm. 14, París, Le lisible et l’illisible, primavera/verano de 2001.
2
Tomo postestructuralismo en el sentido deleuziano de que la lingüística (de Saussure, la escuela de Praga,
la escuela de Moscú) es el origen del estructuralismo y que, luego, se da la extensión del estructuralismo
279
280 Signos filosóficos
a otros campos (extensión que no equivale a instauración de métodos comunes). Si sólo hay estruc-
tura de lo que es lenguaje, el postestructuralismo estaría conformado por quienes se reconocen en una
serie de criterios formales más allá de la diversidad de sus proyectos.
La locura, la revuelta y la extranjería 281
ENTREVISTA
LP. Usted es conocida por sus textos psicoanalíticos. Pero nos parece que el tema
de la locura, este otro marginado por la filosofía entendida como ideal de
racionalidad, está presente en su reflexión desde el comienzo. Pensamos
especialmente en la investigación acerca de la lógica carnavalesca en su texto
sobre Bajtín.
JK. La obra de Bajtín se presentó como un rechazo del formalismo pero, más
profundamente, tiene usted razón: la he recibido como una manera de evadir
las dicotomías metafísicas que, por ejemplo, se establecen entre lo normal y lo
patológico, la locura y la racionalidad, y de considerar prácticas de discurso
que tienen en cuenta lo que la norma considera como locura, dándole a éstas
una expresión que viene a renovar a la retórica y al lazo social mismo. Es así
que la locura, con todas las comillas que desee, es considerada por Bajtín en la
escena del carnaval como un pretexto para cambiar el discurso de la opinión y
hacer intervenir lo que Sigmund Freud llamara el inconsciente, para Bajtín, el
cuerpo. A partir de ahí, Bajtín considera que la vocación de la novela es retomar
282 Signos filosóficos
que nos permite también reconciliarnos con esas extrañezas: nunca de manera
definitiva, jamás para constituir una adhesión a una identidad que sea y que
pase, se acaba de mencionar en la pregunta anterior, por una identidad con un
cierto depósito de memoria. Tocamos aquí una cuestión actual y política. El
deber de memoria puede devenir una adherencia y una fijación a un momento
dado del pasado. Tengo un deber frente a mis ancestros y me fijo en un culto
a esta memoria pagando las deudas infinitas a la parentalidad. La extrema
dignidad de este estudio capta mal su sentido sacrificador. El desarrollo
agustiniano que está orientado hacia la vida como renacimiento y no hacia la
conmemoración mortífera coincide con el freudiano, que reanima la memoria
para hacer posible el renacimiento psíquico, y ambos comparten otra lógica: el
lazo de amor (o de transferencia) conduce a la reparación identitaria, a superar
el deber de memoria y a transformarlo en un renacimiento de la memoria. ¿En
qué condiciones una memoria deviene creativa y no un fardo fijo? Amo regresar
a ese rasgo de ingenio de Proust que ironizaba acerca de los franceses: contra-
riamente a Hamlet, roto entre etre ou n’est pas etre, los franceses no dejan de
preguntarse como en etre ou ne pas en etre, es decir que hay una tendencia
a fijar su identidad en relación con una pertenencia, que su memoria se ha
cristalizado en un medio o un clan; que el pasado está identificado con un
grupo y que, adhiriendose a ese pasado, el sujeto se contenta con adherirse a
un grupo y se asegura de tener un pasado y una identidad. El desarrollo es, a la
vez, protector y ridículo si se piensa que el clan portador de memoria identita-
ria puede ser el de Madame Verdurin, los homosexuales, los escritores, los
católicos, los judíos, los aristócratas, etcétera. El papel del escritor, según Marcel
Proust, sería justamente abrir estas adherencias y estas memorias fijadas.
Hannah Arendt, espíritu mucho más político que retórico comparado con el de
Proust, ha insistido en el valor liberador de esta ironía de la pertenencia al clan
o a la memoria, reconociendo que puede ser históricamente necesario adherir
provisoriamente a una identidad política. Apropiémonos de nuestra memoria,
pero con la condición de poder hacer un descanso para nuevos cuestiona-
mientos, nuevos renacimientos, nuevas creatividades.
LP. Siempre en La revuelta íntima II, critica una revuelta nihilista que no sería
más que “el rechazo de antiguos valores en provecho de un culto de nuevos
valores cuya interrogación es suspendida”. Se trata aquí de una pseudo
revuelta que no duda en dar estabilidad a nuevos dogmas. Usted dice además:
“El nihilista pseudo revelado es, de hecho, un hombre reconciliado en la
286 Signos filosóficos