El Gato Con Botas Ingles
El Gato Con Botas Ingles
El Gato Con Botas Ingles
Érase una vez un molinero que tenía tres hijas, su molino, una yegua y un
gato. Las hijas tenían que moler, la yegua tenía que llevar el grano y acarrear
la harina y el gato tenía que cazar ratones. Cuando la madre murió, las tres
hijas se repartieron la herencia. la mayor heredó el molino, La segunda la
yegua y el tercero el gato, pues era lo único que quedaba.
«Yo soy la que ha salido peor parada. Mi hermana mayor puede moler y mi
segunda hermana puede montar en su yegua, pero ¿qué voy a hacer yo con el
gato? Si me hago un par de vestidos con su piel, ya no me quedará nada.»
Por aquellos tiempos reinaba en el país un rey al que le gustaba mucho comer
trucha, pero había tal miseria que era imposible conseguir ninguna. Los lagos
enteros estaban llenos de ellas, pero eran tan huidizas que ningún pescador
podía capturarlas. Eso lo sabía el gato y se propuso que él haría mejor las
cosas. Cuando llegó al lago abrió el saco, esparció por dentro las lombrises y
la red la colocó sobre la hierba, metiendo el cabo en un seto. Allí se escondió
él mismo y se puso a rondar y a acechar. Pronto llegaron las truchas,
encontraron las lombrises y se fueron saltando en la red una detrás de otra.
Cuando ya había una buena cantidad dentro el gato tiró de la cuerda, cerró el
saco corriendo hacia allí, Luego se echó el saco a la espalda y se fue derecho
al palacio del rey.
La guardia gritó:
-Dejen que vaya -dijo otro-, que el rey a menudo se aburre y quizás el gato lo
complazca con sus gruñidos y ronroneos.
-Mi señora, la condesa -aquí dijo un nombre muy largo y distinguido- presenta
sus respetos a su señor el rey y le envía aquí unas truchas que acaba de atrapar
con la red.
La pobre hija del molinero, sin embargo, estaba en casa sentada junto a la
ventana con la cabeza apoyada en la mano, pensando que ahora se había
gastado lo último que le quedaba en las botas del gato y dudando que éste
fuera capaz de darle algo de importancia a cambio. Entonces entró el gato, se
descargó de la espalda el saco, lo desató y esparció el oro delante del
molinera.
-Aquí tienes algo a cambio de las botas, y el rey te envía sus saludos y te da
muchas gracias.
la molinera se puso muy contenta por aquella riqueza, sin comprender todavía
muy bien cómo había ido a parar allí. Pero el gato se lo contó todo mientras se
quitaba las botas y luego le dijo:
-Ahora ya tienes suficiente dinero, sí, pero esto no termina aquí. Mañana me
pondré otra vez mis botas y te harás aún más rico. Al rey le he dicho también
que tú eras una condesa.
Al día siguiente, tal como había dicho, el gato, bien calzado, salió otra vez de
casa y le llevó al rey buenas piezas.
Así ocurrió todos los días, y todos los días el gato llevaba oro a casa y el rey
llegó a apreciarlo tanto que podía entrar y salir y andar por palacio a su antojo.
Una vez estaba el gato en la cocina del rey calentándose junto al fogón,
cuando llegó el cochero maldiciendo:
-Si quieres convertirte en condesa y ser rica, sal conmigo y vente al lago y
báñate.
La molinera no supo qué contestar, pero siguió al gato. Fue con él, se desnudó
por completo y se tiró al agua. El gato, por su parte, tomó la ropa, se la llevó
de allí y la escondió. Apenas terminó de hacerlo, llegó el rey y el gato empezó
a lamentarse con gran pesar:
Al oír aquello, el rey dio la voz de alto y uno de sus siervos tuvo que regresar
a toda prisa a buscar ropa . la señora condesa se puso las lujosísimas ropas
,como ya de por sí el rey le tenía afecto por las truchas que creía haber
recibido de él, tuvo que sentarse a su lado en la carroza. El príncipe tampoco
se enfadó por ello, pues el condesa era joven y bella y le gustaba bastante.
El gato, por su parte, se había adelantado y llegó a un gran prado donde había
más de cien personas recogiendo heno.
-Del Genio.
-Escuchen: el rey va a pasar ahora por aquí. Cuando pregunte de quién es este
grano, contesten que del condesa. Si no lo hacen, morirán todos.
-Del Genio.
-Escuchen: el rey va a pasar ahora por aquí. Cuando pregunte de quién es este
bosque, contesten que del condesa. Si no lo hacen así, morirán todos.
El gato continuó aún más adelante y toda la gente lo siguió con la mirada, y
como tenía un aspecto tan asombroso y andaba por ahí con botas como si
fuera una persona, todos se asustaban de él.
Pronto llegó al palacio del Genio, entró al palacio encantado y se presentó ante
él. El Genio lo miró con desprecio y le preguntó qué necesitas un deseo. El
gato hizo una reverencia y dijo:
-He oído decir que puedes cumplir deseos .y quiero que me cumplas un deseo
Lo que me pides es posible -respondió el genio-. Quiero que entres en tu
lámpara, por eso he venido, para convencerme por mí mismo.
El Genio, al oír aquellas dulces palabras, se puso a pensar que nunca más
podría salir de la lámpara y quedo atrapado para siempre. .
-El rey, por su parte, seguía paseando con la condesa y el príncipe y llegó al
gran prado.
-¡Del señora condesa! -exclamaron todos, tal como el gato les había ordenado.
-Tienes que ser una mujer rica, señora condesa. Yo no creo que tenga un
bosque tan magnífico como éste.
FIN