Frédéric Chopin (1810-1849) fue un compositor y pianista polaco. Nació en Varsovia pero desarrolló la mayor parte de su carrera en París. Su única obra Barcarola en fa sostenido menor, compuesta entre 1845-1846, evoca la atmósfera de Venecia a través de melodías y figuras que imitan el sonido de las góndolas y los remos. Considerada una de las obras más logradas de Chopin, la Barcarola muestra su habilidad para crear música lírica, evocadora
Frédéric Chopin (1810-1849) fue un compositor y pianista polaco. Nació en Varsovia pero desarrolló la mayor parte de su carrera en París. Su única obra Barcarola en fa sostenido menor, compuesta entre 1845-1846, evoca la atmósfera de Venecia a través de melodías y figuras que imitan el sonido de las góndolas y los remos. Considerada una de las obras más logradas de Chopin, la Barcarola muestra su habilidad para crear música lírica, evocadora
Frédéric Chopin (1810-1849) fue un compositor y pianista polaco. Nació en Varsovia pero desarrolló la mayor parte de su carrera en París. Su única obra Barcarola en fa sostenido menor, compuesta entre 1845-1846, evoca la atmósfera de Venecia a través de melodías y figuras que imitan el sonido de las góndolas y los remos. Considerada una de las obras más logradas de Chopin, la Barcarola muestra su habilidad para crear música lírica, evocadora
Frédéric Chopin (1810-1849) fue un compositor y pianista polaco. Nació en Varsovia pero desarrolló la mayor parte de su carrera en París. Su única obra Barcarola en fa sostenido menor, compuesta entre 1845-1846, evoca la atmósfera de Venecia a través de melodías y figuras que imitan el sonido de las góndolas y los remos. Considerada una de las obras más logradas de Chopin, la Barcarola muestra su habilidad para crear música lírica, evocadora
Nicolás Chopin, el padre de Frédéric, abandonó Francia para probar fortuna en
Polonia cuando tenía dieciséis años. Después de trabajar un tiempo en una pequeña fábrica de tabaco dirigida por un compatriota, logró ubicarse, ya adulto, como profesor o tutor en casa de familias polacas aristocráticas. Así es como llegó a trabajar para la familia Skarbek, asentada en la villa de Zelasowa Wola, a 60 km de Varsovia. Allí conoció a la que sería su mujer, Justina. Cuatro hijos nacerán del matrimonio. Frédéric, el único varón, es el segundo. Su hermana mayor, Ludwika, será una suerte de preceptora del pequeño Chopin, además de quien lo inicia en el camino de la música. Pronto tocarán a cuatro manos para delicia de sus padres. Ludwika es su afectuosa consejera, casi su amiga; lo visitará en su oportunidad en París y estará junto a su hermano en la hora de la despedida final. La segunda hermana, Izabella, es también una buena música aunque no supera el brillo de Ludwika. Ambas, y también Frédéric, por supuesto, han desarrollado sus habilidades pianísticas de la mano de Justina, la madre, aficionada talentosa. La hermana menor, Emilia, fue poetisa. A los once años escribió, junto a su hermano, una comedia en verso para festejar el cumpleaños de su padre. Más tarde, Frédéric se unirá a Ludwika para escribir a dúo libros infantiles. Músicos, habilosos, alegres, simpáticos, adorables, con talento casi para todo. Así son los niños Chopin. El que reúne los mayores talentos es, sin duda, el pequeño Frédéric. Curiosamente, tiene una facilidad asombrosa para el dibujo y las caricaturas, y un don inigualable para la imitación de personajes. Con estas habilidades extra musicales asombrará y divertirá años más tarde a los asistentes a las veladas artísticas en los salones de París, adonde ha sido invitado, en principio, para tocar el piano. BARCAROLA EN FA SOSTENIDO MENOR, OP.60 (KK 807-814) Fecha composición: 1845-1846 Estreno: París, Sala Pleyel, miércoles 16 de febrero de 1848. Intérprete: Fryderyk Chopin. Duración aprox. 9’00’’. Se conocen como barcarolas las canciones folklóricas que los gondoleros venecianos cantan mientras pasean a sus pasajeros por los canales de la ciudad. La tradición es antiquísima y se cuenta que los gondoleros lo hacían para no prestar oído a lo que sus distinguidos paseantes, nobles todos ellos, conversaran durante la pequeña travesía. Sir Charles Hallé, que el 16 de febrero asistió en la Sala Pleyel al último recital de Chopin en París, en el que éste tocó por primera vez en público la Barcarola, cuenta que en aquella interpretación el compositor modificó las dinámicas anotadas en los compases 84 y siguientes (Forte:Crescendo) para tocarlas en pianísimo, “pero de un modo tan maravillosamente matizado, que se venía al pensamiento la idea de que esta nueva lectura era, de algún modo, preferible a la antigua”. Esta obra, dedicada por Chopin a su alumna la baronesa de Stockhausen (esposa del embajador del Reino de Hannóver en París, al que Chopin ya había dedicado en 1836 la primera Balada, op.23), fue publicada por primera vez en Londres, en septiembre de 1846, por Wessel. En noviembre de ese mismo año se imprimió en París (Brandus) y Leipzig (Breitkopf & Härtel). Las circunstancias de Chopin eran bastante tensas en 1845, por lo que un viaje planeado a Italia con su compañera de aquel tiempo, la escritora George Sand, se veía como si fuera a caer. Sin embargo, con su Barcarola se sumergió en la atmósfera de la laguna de Venecia: los temas son una reminiscencia de las melodías gondolero, además se acompaña de figuras que evocan la corriente de agua y el sonido de los remos. Chopin desarrolló la idea básica de la canción estrófica en una música emocionante y muy compleja, llena de saltos y opuestos. Llena de sutilezas y abstractas evocaciones, la única barcarola de Chopin ha sido considerada con cierta frecuencia como cúspide de su obra pianística. Así la valoraron personajes como Friedrich Nietzsche o André Gide, que se sintieron fascinados por su lirismo, de tantas resonancias italianas y mediterráneas, y por el ensoñador universo poético de los 116 compases que la integran. También Maurice Ravel, en tantos sentidos heredero del sutil armonizador que fue Chopin, sentía predilección por esta barcarola. Sobre el tema en terceras de esta barcarola describe Chopin: “ese tema siempre ágil y delicado, está constantemente envuelto en armonías deslumbrantes, La línea melódica es continua. La intensidad aumenta(…). Surge después un nuevo motivo de magnífico lirismo, muy italiano. Todo se apacigua. Del registro grave nace un trazo plano sobre preciosas y tiernas armonías, y se sueña en una misteriosa apoteosis”. Efectivamente, de principio a fin, la gran riqueza del cantábile y matices, sus fragantes sonoridades y finas texturas polifónicas hacen de esta barcarola una de las páginas más atractivas y mejor acabadas del catálogo chopiniano. Fue iniciada en Nohant, la residencia veraniega de Georges Sand, durante el otoño de 1845 y concluida el año siguiente. La modernidad del tratamiento armónico, para el que Chopin recurre a una tonalidad tan inusual en su obra como la de Fa sostenido mayor, y la originalidad de su escritura la convierten en una pieza incomparable. Un cuadro lírico de vivacísimos colores que, al decir Arthur Hedley, es “una glorificación del italianismo, una obra rica en efectos impresionistas que transportan al oyente lejos de Italia, hacia el innominado mundo de los sueños del poeta”. Recuerda Jesús Bal y Gay en su espléndida monografía sobre Chopin, que “hay quienes consideran la Barcarola, y con razón, el mejor nocturno de Chopin, por su carácter y medios de expresión”. Se ha insistido, quizá en exceso, acerca del supuesto carácter de “nocturno” de la Barcarola, cuya estructura tripartita (A-B-A’) es, efectivamente, similar a la de los nocturnos. Sin embargo, tal perspectiva solo es asumible en los primeros pentagramas de la partitura, cuyo intenso melodismo luego toma derroteros virtuosísticos y transcendentes que escapan decididamente del carácter intimista propio del nocturno. La mayor parte de la técnica de la mano derecha son terceras y sextas, mientras que la mano izquierda se caracteriza por intervalos de, en ocasiones, más de una octava. Sobre su característico ritmo de 12/8 su autor construye una música que recrea el surcar de una góndola veneciana, dado que barcarola literalmente significa canción de barco. Su origen proviene de las canciones típicas venecianas de las góndolas. La primera sección se abre con una sugestiva introducción de tres compases que, tras otros dos a cargo de la mano izquierda, dan paso al primer tema, una suave cantinela en terceras trazada por la mano derecha. Es una especie de berceuse que se desarrolla siempre en el característico compás de 12/8 en el que transcurre toda la obra. Durante la extensa sección central (compases 39-83), en La mayor, todo adquiere mayor empaque. Momentos de desbordada intensidad y apasionamiento se alejan del nocturno para acercarse más a la estética brillante de las polonesas o los scherzos. Sin embargo, es en la reexposición de la sección inicial (compás 84) donde la Barcarola alcanza su cima climática. Los temas escuchados en la primera parte aparecen ahora ampliados en intensidad y armónicamente muy enriquecidos. La brillante y elaborada coda, plena de refinamientos acústicos y avanzadas sonoridades que parecen anunciar a los futuros Fauré y Debussy, cierra en fortísimo, tras un cadencioso y extenso diseño descendente en forma de fermata, esta obra plena de sugestiones.
Las mujeres y la ópera: Un maravilloso viaje por la historia de la ópera que, a través de personajes como Carmen, Elektra o Aída, nos descubre el papel de la mujer en el ámbito de la ópera y su evolución a lo largo de los años.