ANSIEDAD

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Vivimos en una cultura que auspicia el bienestar.

Sabemos lo que hay que comer, cuántos minutos


conviene practicar deporte y pasamos horas buscando
la calma para vivir mejor, pero tenemos un talón de
Aquiles: la ansiedad. Según la OMS, alrededor de 260
millones de personas en el mundo sufrieron trastornos
asociados a esta emoción durante 2017. El Consejo
General de Psicología de España estima que nueve de
cada 10 españoles padecieron estrés y ansiedad ese
mismo año.Sin embargo, la ansiedad es un mecanismo
natural de protección, un sistema psicológico de alerta
que anticipa posibles amenazas con el fin de evitarnos
futuros problemas. Es un estado de inquietud, que
supone miedo y estrés a la vez, cuando el peligro no
está presente. Es sólo una idea que surge en la mente y
suscita el estrés necesario para resolver lo que
preocupa antes de que sea demasiado tarde. A veces,
tenemos una ansiedad general que no va asociada a
ninguna situación concreta. Es la ansiedad
inespecífica. Otras veces sabemos muy bien su origen:
es la específica.En ambos casos produce: aturdimiento,
nerviosismo, taquicardia, sudoración, temblores, ahogo,
opresión en el pecho, náusea, molestia abdominal,
mareos, hormigueos (parestesias), escalofríos o
sofocos, miedo a perder el control, a volverse loco o
morir, lo que produce conductas de aislamiento. Son
sensaciones lo suficientemente desagradables como
para que tengamos, a menudo, más miedo a la ansiedad
en sí que al problema que intentamos resolver: es el
miedo al miedo. Si es una emoción normal, ¿por qué
produce tanto sufrimiento y se ha convertido en una
epidemia? Mucha de nuestra educación está basada en
asustarnos. Según Noam Chomsky, vivimos en la
"cultura del miedo", término para definir el proceso por
el cual se divulga este sentimiento a través de los
medios de comunicación, los discursos políticos, etc. y
que influencia el comportamiento de las personas.
Además, hemos desarrollado una fobia a la
incertidumbre. Tenemos una manía por el control que,
parafraseando a Giorgio Nardone, acaba por
conducirnos al abismo del descontrol.REACCIÓN
CORPORALLa respuesta del estrés activa primero la
adrenalina y la noradrenalina. La primera, aumenta el
ritmo cardíaco y respiratorio, oxigena la sangre y
aumenta la tensión arterial. La segunda incrementa la
capacidad de análisis y la coordinación motriz.
Después, se activa la secreción de cortisol que
favorece la creación de la glucosa circulante
asegurando el alimento al cerebro (las neuronas comen
glucosa). Favorece la movilización de los depósitos de
grasa para que los músculos se movilicen hacia la
huida o la lucha. La persistencia de esta hormona
puede ser muy perjudicial. Según el psiquiatra Sergio
Oliveros, los sistemas que pueden dañarse por la
respuesta ansiosa y el estrés son: 1. Inmunitario
(alergias); 2. Genético (modificaciones en los
cromosomas); 3. Neurológico (cefaleas, pérdida de
memoria, mareos); 4. Digestivo (dolor abdominal,
gastritis, diarrea y estreñimiento); 5. Cardiovascular
(taquicardia, hipertensión, palpitaciones); 6.
Respiratorio (aumento de la frecuencia respiratoria,
tos, rinitis); 7. Cutáneo (sudoración, hormigueo,
eccemas, alopecia); 8. Genitourinario (micción
frecuente, eyaculación precoz, impotencia y frigidez).
¿Podemos morir? No, de manera directa, pero supone
un desgaste físico que favorece estas
enfermedades.PENSAMIENTOS CULPABLES¿Cuál es el
origen de ese malestar que hace que la ansiedad sea
tan poco funcional? Esta pregunta tiene una sola
respuesta: sus pensamientos, según la psicología
cognitiva. Estos producen distorsiones a la hora de
orientarse en el mundo. Son las gafas que cada uno se
pone para mirar la realidad. ¿Cuál es la tuya? 1.
Pesimismo: tendencia a focalizarse en el problema sin
ser capaz de ver las soluciones; 2. Generalización: los
pensamientos son tipo siempre/nunca, todo/nada; 3.
Pensamiento negativo: el foco está en los aspectos
negativos y se olvidan o descalifican los positivos; 4:
Catastrofismo: ver los aspectos negativos de una
manera excesiva y exagerada. 5. Leer el pensamiento:
creen saber lo que los otros están pensando y sus
motivos negativos ocultos. 6. Adivinar el futuro:
tendencia a anticipar que las cosas van a salir mal. 7.
Comparación: medirse con los demás para acabar
siempre perdiendo y sintiéndose inferior; 8.
Exageración: si alguien se equivoca una vez pasa a ser
un torpe o si le sale mal una cosa le llama fracasado en
todas las áreas; 9. Culpabilidad: sentir que las
circunstancias desagradables que suceden siempre
están en relación con uno mismo; 10. Perfeccionismo:
establecer exigencias a los demás, a uno mismo o a
cómo deberían ser las cosas.VULNERABILIDAD¿Qué nos
hace vulnerables a sufrir problemas de ansiedad?
Obviamente la educación emocional juega un
importante papel para el manejo de este tipo de
pensamientos. También, existe una predisposición
hereditaria a sufrirla. Si en tu familia hay antecedentes
de trastornos de ansiedad, tendrás un 45% más de
probabilidades de padecerlos. Influyen, a su vez, los
rasgos de personalidad. Según el psicólogo Hans
Eysenck, los factores que hacen que se tienda a hacer
interpretaciones amenazantes son: el neuroticismo
(tendencia a experimentar situaciones como
desagradables); la elevada sensibilidad; la introversión
o la tendencia a la sobreexcitación.Según un estudio
realizado en la Universidad de Cambridge, la incidencia
de los trastornos de ansiedad se dispara entre las
personas que no han cumplido los 35 años, muchos de
ellos son todavía estudiantes, actividad que aumenta la
ansiedad. Las mujeres tienen el doble de posibilidades
de padecer estos trastornos asociados a factores
familiares. Para los hombres, están ligados a aspectos
económicos y laborales. Los niños y los adolescentes
los sufren vinculados a su desarrollo evolutivo. En los
bebés de ocho o nueve meses por la necesidad de
contacto.A los uno o dos años es habitual la ansiedad
de separación, sobre todo, de la madre. Entre los tres y
los seis años es la adaptación a la escuela y, a partir de
los siete, cumplir las expectativas de los adultos. En la
adolescencia las preocupaciones giran en torno a la
propia imagen, la aceptación del grupo y el futuro. Los
niños muestran la ansiedad con trastornos somáticos
("me duele la tripa") y fobias (miedo a las avispas, por
ejemplo) y los adolescentes con trastornos
obsesivos.La ansiedad en la tercera edad se manifiesta
con el deterioro de las facultades intelectuales (función
ejecutiva, velocidad de procesamiento, memoria y
atención). Se necesita ayuda especializada cuando se
producen: 1. Alteraciones de la vida familiar, laboral y
social de la persona; 2. Hay riesgo para la integridad
física y psicológica propia o ajena; 3. Cuando los
síntomas persisten al menos durante un mes; 4.
Aparece la inquietud ante la posibilidad de tener más
crisis.PENSAMIENTOS CULPABLESSegún la SEAE, entre
el 81% y el 90% de los tratamientos realizados con el
método cognitivo-conductual se veían libres de
síntomas en uno y dos años. La mejor herramienta es la
respiración ya que uno de los síntomas es la
hiperventilación y la relajación progresiva.El
rebatimiento -oponerse a algo con argumentos- se
utiliza para cuestionar las distorsiones: ¿realmente es
siempre o en algunas ocasiones las cosas son de otra
manera?También funciona la modificación de creencias
limitantes por pensamientos funcionales y la exposición
interoceptiva (exponerse a las sensaciones corporales
temidas). Por ejemplo, si temes la taquicardia, sube y
baja escaleras para luego calmarte con las técnicas de
relajación o respiración.Con la desensibilización
sistemática se va afrontando gradualmente la situación
temida, primero en compañía y manejando la distancia
hasta afrontarlo directamente. "El miedo es mi
compañero más fiel, jamás me ha engañado para irse
con otro", afirma Woody Allen. Sin embargo, podemos
no dejarnos manipular por los pensamientos limitantes
y aprender a manejarlos para que no bloquee nuestra
vida.
El estrés y estos estilos de pensamiento pueden
producir patologías: Trastorno de ansiedad
generalizada. Se produce el miedo a un nuevo ataque,
lo que prepara el camino para una nueva crisis.
Trastornos fóbicos. Objetos, animales o situaciones
producen un miedo irracional incontrolable y el impulso
irrefrenable a evitar aquello que produce tanto
malestar. Mención especial merece la fobia social.
Trastorno obsesivo compulsivo . La ansiedad se
transforma en ideas repetitivas que la persona no
puede parar y que le impiden dirigir su atención hacia
otros temas. El estado de activación y nerviosismo se
alivia con conductas compulsivas, que hacen que la
vida cotidiana sea muy complicada. Estrés
postraumático (TEPT). Es un estado de inquietud
general y recuerdo del episodio traumático que se
produce después de un suceso grave como la muerte
súbita de un familiar o un accidente.
https://www.elmundo.es/vida-
sana/mente/2019/01/05/5c2f2d4221efa0826c8b45f1.html

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