PSICOSIS TÓXICAS (Autoguardado)
PSICOSIS TÓXICAS (Autoguardado)
PSICOSIS TÓXICAS (Autoguardado)
De esta forma, hay signos psiquiátricos que pueden corresponder a una patología orgánica
subyacente. Pueden presentarse alucinaciones, ideas delirantes o trastornos del lenguaje que
no se expliquen por la forclusión del Nombre-del-Padre. Como veremos, encontraremos en los
detalles de la presentación clínica, su modo de aparición e incluso su desaparición la distinción
entre fenómenos psicóticos producidos por patología orgánica subyacente y aquellos
enmarcados en el rechazo de la impostura paterna.
A las guardias de Salud Mental llegan pacientes cuyas manifestaciones clínicas recuerdan un
trastorno psiquiátrico agudo. Sin embargo, la sintomatología que presentan obedece en
muchas situaciones a un cuadro orgánico en curso y no a los fenómenos propios de la
estructura subjetiva psicótica.1 Es importante estar alerta en estos casos, ya que los pacientes
se beneficiarían de intervenciones clínicas-quirúrgicas tempranas (Chinchilla, 2010).
¿Cuáles son los datos clínicos que nos permitirán diferenciar un cuadro orgánico de uno
funcional?
Señalamos los más importantes, que serán desarrollados en el curso del presente capítulo:
“Según el sentido tradicional de la doctrina etiológica, los trastornos exógenos son aquellos
trastornos del organismo determinados inicialmente por causas extrínsecas, por causas
exteriores al individuo, en tanto los trastornos endógenos se deben a causas intrínsecas,
independientes de los principios exteriores. La fórmula de lo exógeno y lo endógeno
constituye el modo de expresar en la patología la contraposición entre la etiología ambiental y
la etiología individual” (Fernández, Alonso: 597).2
El psiquiatra que trajo claridad ante tanta ebriedad terminológica fue Kurt Schneider
(1948,1951). Propuso reemplazar los términos "exógeno" y "endógeno", por psicosis de
fundamento corporal conocido y desconocido, respectivamente, expresando el estado de los
conocimientos de la etiología psiquiátrica hace cincuenta años, situación que no se modifica en
la actualidad.
El dato por excelencia a tener en cuenta para detectar una psicosis de fundamento corporal
conocido es la obnubilación de la conciencia, síntoma perteneciente al síndrome confusional o
Delirium, que desarrollaremos más adelante.
El síndrome confusional
El síndrome confusional es un cuadro caracterizado por la obnubilación de la conciencia, y
puede presentarse bajo formas que van desde el embotamiento hasta el coma. Los pacientes
se encuentran desorientados en tiempo y espacio, y presentan un delirio de características
oníricas, con una experiencia sensorial similar a la de los sueños. Se puede dar en ambos sexos
y en todas las edades, ya que tiene múltiples causas, entre las que se destacan las causas
infecciosas, neurológicas y tóxicas.
Los datos clínicos más característicos para el diagnóstico son la instauración aguda del cuadro,
el cual ocurre en horas o pocos días y la fluctuación de la atención durante el día, alternando
períodos más asíntomáticos, con momentos críticos repletos de alteraciones psicopatológicas
(Falcoff & Fantín, 2009).
En primer lugar, habría que diferenciar entre los síntomas psicóticos en las intoxicaciones y los
síndromes de abstinencia, de los trastornos primarios. La clave para el diagnóstico diferencial
es el mantenimiento del juicio de realidad en las primeras, es decir, la aseveración por el
paciente de que las alucinaciones están producidas por la sustancia y no son una
representación de una realidad externa.
Desde el punto de vista semiológico, las percepciones sin objeto que son adecuadamente
criticadas por el sujeto, se denominan alucinosis: “para ser alucinado, el sujeto no debe decir
que tiene una alucinación” (Ey citado en Fernández, 1976: 434).
Los caracteres semiológicos generales de la alucinosis, según Ey son los siguientes:
1) Formas muy bien construidas y de gran pregnancia sensorial: estesia vivaz, cualidades
sensoriales adecuadas, imágenes precisas y bien estructuradas,
Otro dato fundamental es preguntarse qué función cumple el tóxico, y cómo puede el
consumo sumarse a una forma psicótica de estar en el mundo, no siendo entonces éste el caso
en el que los síntomas serían producidos exclusivamente por el tóxico. La teoría de la
automedicación propone que la frecuencia del consumo de sustancias en algunas psicosis se
debe a que estos aliviarían determinados síntomas propios de las mismas – de los síntomas en
los que no se verifica causa orgánica. Por ejemplo, el alcohol permite mantener a distancia a
las voces del sujeto, que dejen de ser imperativas y peyorativas, para pasar a ser sólo un
murmullo, aliviando notablemente la sintomatología. La cocaína, debido a su característica
euforizante, trocaría esa abulia tan propia de la esquizofrenia, que conduce muchas veces a
intentos autolíticos, en una hipomanía. El consumo evita ser consciente del desarraigo, la
desadaptación y el vacío generado por la psicosis entendida aquí como estructura del sujeto.
- Trastorno debido al consumo de sustancias psicoactivas, si los síntomas aparecen durante las
dos primeras semanas de consumo.
Psicosis alcohólicas
Hacia principios del siglo XIX, entran en la escena de la psiquiatría los cuadros piscopatológicos
debidos al exceso de alcohol. Las manifestaciones psiquiátricas de los alcohólicos, por lo
general, se veían acompañadas de violencia o agitación con lo cual se vieron incrementadas las
internaciones por crisis de alcoholismo. Esto puso el foco en el estudio de dichas
presentaciones. Se han utilizado numerosos términos para nombrarlos: Delirium tremens,
dipsomanía, locura embriagante, monomanía de la embriaguez (Quétel, 2000).
Podemos encontrar una descripción clínica clásica fundamental de los cuadros psicóticos
inducidos por el alcohol en el texto de Charles Lasègue, “El delirio alcohólico no es un delirio,
sino un sueño”, escrito en 1852. En dicho artículo, el autor intenta dar cuenta de la diferencia
existente en la clínica entre los cuadros delirantes causados por el alcohol y el delirio crónico
de origen endógeno. Tiene como objetivo defender el origen psicogenético de los cuadros
endógenos, para lo cual vinculará la clínica de los cuadros alcohólicos con las manifestaciones
del sueño, como suceso orgánico, diferenciándolos de los delirios crónicos clásicos. Un punto
clave es que insiste en que no se trata de las alucinaciones verbales observadas en los
delirantes crónicos conocidos, sino de una perturbación global de la experiencia perceptiva, la
cual, además, puede presentar interrupciones (Stagnaro, 2010). Lasègue logra colegir una
diferencia entre la experiencia subjetiva del delirante crónico y la del delirium del alcoholista.
Si bien los pacientes pueden estar orientados respecto a su persona, suelen estar
desorientados respecto al entorno y quienes lo rodean.
el día.
3) convalecencia
El cuadro clínico está caracterizado por alucinaciones visuales muy nítidas, sin presencia de
alucinaciones auditivas, las cuales, si aparecen, son menos precisas y secundarias. Las
imágenes aparecen por un espacio corto de tiempo, se suceden sin transición, lo que lleva a
que el delirio pueda ser polimorfo. Los pacientes suelen alucinar muy frecuentemente con
animales, insectos y alimañas pequeñas, “nunca figuran aquellos que ladran, aúllan o
relinchan” (Lasègue, 1881). Un dato importante es que las alucinaciones auditivas nunca
preceden a las visuales, siempre son secundarias a éstas. (Lasègue, 1881)
Al igual que todo hombre que sueña, el alcohólico está en constante movimiento, físico y
moral, durante la crisis. Sus relatos son largos, pero compuestos por frases entrecortadas, sin
lazo lógico. Hay hechos y ninguna reflexión, menos aún cierto asombro o crítica. Lo que
sucede, sucede y punto; no hay ni siquiera una recriminación, una amenaza contra los
perseguidores en las formas donde la idea de la persecución es dominante. Los reduce a nada,
los denuncia y hace condenar a penas que especifica; los ha arrojado al agua, asesinado a tiros;
hechos consumados que no implican siquiera la noción del mañana (Lasègue, 1881: 144).
Es algo característico, y probable de ver en estos pacientes, que el delirio tenga una temática
ocupacional, en relación a que el paciente cree estar en su trabajo, e incluso se moviliza y
actúa como si así fuera.
El delirio alcohólico tiene la posibilidad de suspenderse. Estas remisiones o más bien estas
intermisiones son en general de corta duración y no hay que confundirlas con los períodos de
estupefacción muda. Médicamente es preciso atender a la posibilidad de que los pacientes
presenten hipertermia y deshidratación, lo cual es de sumo riesgo vital.
MARIHUANA
El cáñamo o cannabis, en sus variedades índicas y sativas, es una planta tipo arbusto, que en
sus flores o cogollos contiene la mayor parte de THC (tetrahidrocannabinol), su principio
activo.
Los consumidores habituales pueden funcionar muy bien en su entorno social, hayan o no
consumido marihuana, no existiendo cuadros de abstinencia física ni psicológica significativa.
Puede generar cierta torpeza y enlentecimiento motriz, a nivel del pensamiento cierta falta de
atención y distractibilidad, con fallas en la memoria y distorsión de la percepción del tiempo. A
nivel físico se acompaña de sequedad en las mucosas, inyección conjuntival, hipotensión,
taquicardia, aumento del apetito y somnolencia
Más allá de estas interesantes disquisiciones acerca de la génesis del delirio y su relación con
los sueños, es importante señalar las descripciones clínicas respecto a los efectos del haschich
que se resaltan en el mencionado artículo. Moreau de Tours describe que la conciencia, “el
íntimo sentimiento de la propia individualidad” es la facultad intelectual que siempre se
encuentra conservada tras el consumo de hachisch. Se ingresa en un estado “de vaguedad, de
incertidumbre, de oscilación y de movilidad de las ideas, que se suele traducir por una
profunda incoherencia.” Agregando que, “Se produce un verdadero estado de sueño, de soñar
despierto, dificultando diferenciar el dormir de la vigilia”. (Moureau de Tours, 1845).
estas dos vidas pueden tender a confundirse, los fenómenos propios de uno y otra se acercan,
se unen en el simple acto indivisible de la conciencia íntima o del yo. Se opera una fusión
imperfecta, y el individuo, sin haber dejado totalmente la vida real, pertenece, en varios
aspectos, por diversos puntos intelectuales, por sensaciones falsas, creencias equivocadas, al
mundo ideal. (Moreau de Tours, 1845).
Es controversial el hecho de que el cese brusco de un consumo prolongado de cannabis pueda
generar síntomas de abstinencia física. Si bien dicha discusión escapa a los límites de este
capítulo, quienes postulan la existencia de dicho cuadro han descripto la posibilidad de que se
presenten náuseas, vómitos, diarrea, irritabilidad, anorexia, sudoración y alteraciones del
sueño. De aparecer, estos síntomas son más leves que en la abstinencia alcohólica, y es
probable que no requieren intervención médica ni farmacológica. (Goldberg, 2011).
Paco
Tiene un efecto muy rápido y breve, con un gran poder adictivo. Llega en pocos segundos al
cerebro, generando euforia por 2 a 5 minutos, teniendo luego que volver a consumir
rápidamente para recuperar el efecto.
El arbusto llamado en Perú "coca" es una planta originaria de América del Sur, que puede
alcanzar dos metros de altura. La cocaína se obtiene tras un proceso químico que se le realiza a
las hojas de dicha planta.
Es muy habitual que pacientes que hayan consumido cocaína, por lo general 4 a 6 horas
después, consulten en las guardias de los hospitales, a causa de sus efectos adversos, como
irritabilidad, insomnio, ansiedad, ideas paranoides, agitación y confusión.
El efecto deseado de la cocaína, es el agudo, el que se consigue a los pocos minutos de haberla
consumido, consiste en un cambio del estado de ánimo, con euforia, alerta, aumento del
deseo sexual, de la energía, mayor comunicación, más confianza en sí mismo y la sensación de
tener todo bajo control.