Normas para Monitores

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 44

Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.

(Normas para Monitores)

PREPARACIÓN ANTES DE LA MISA

1. Debe llegar media hora antes.


2. Visita al Santísimo.
3. Prepárese en la lectura de:
a. Moniciones
Es preferible que haya buscado copia de éstas con antelación, ya que en ocasiones
pueden no coincidir con las lecturas.
b. Peticiones: Son una oración a Dios, por tanto, debe cambiar su tono de voz.
Recuerde que es una petición… una súplica.
De haber un Diácono presente (acompañando al sacerdote), le corresponde a éste
hacer las peticiones.

Es importante que practique la lectura de los avisos. No es necesario leerlos todos.


Se le dará prioridad a los que tengan que ver con asuntos parroquiales (reuniones,
retiros, etc.). Recuerde que no leerá los avisos que no hayan sido aprobados por el
sacerdote. Algunos sacerdotes prefieren decir los avisos.

4. Cerciórese de que los lectores estén presentes. a. Busque un sustituto en la


asamblea si los lectores no han llegado quince (15) minutos antes de comenzar la
Eucaristía. Trate de seleccionar a algún lector o ministro extraordinario de la
eucaristía.

Si no hay alguno, busque una persona que usted crea que pueda hacer una buena
lectura, que comulgue y que vista adecuadamente.

b. Si el lector llega después de sustituido, no puede quitar a la persona que se


escogió (lo mismo aplica al monitor).

5. Coloque abiertos el Leccionario, las moniciones y la hoja dominical sobre el


ambón. Verifique que estén en las páginas correspondientes.

COMIENZO (minutos antes)

1. Saludo a. “Buenos días, hermanos y hermanas.” (Tardes, noches… según


corresponda) b. No se dice: “otras cosas.”

2. Lectura de la monición de entrada cuando le avise el sacerdote.

a. Terminada la monición mire al coro como señal de que comiencen con el canto
de entrada. Inmediatamente los lectores deben ponerse de pie. Al verlos, la
asamblea hará lo mismo. Si nota que la asamblea no se pone de pie, entonces le
indica “de pie, por favor.” No se dice: “Puestos de pie recibamos al celebrante de
esta Santa Misa” ni ninguna otra indicación.

3. Permanezca en su lugar durante la procesión de entrada.

4. El monitor espera a que el sacerdote se siente, y hace la monición a la primera


lectura. (Primera lectura y Salmo).
1
Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.

5. hace la monición a la segunda lectura. Importante: Al monitor le corresponde


hacer el silencio después de la segunda lectura.

6. Nuevamente se pone de pie, hace la monición al Evangelio. Terminada la


monición al Evangelio, mire al coro. Éstos junto con los lectores se pondrán de
pie, la asamblea hará lo mismo.

a. No se dice: De pie, por favor. De pie para la proclamación del Evangelio. De pie
para cantar el aleluya.

b. En Cuaresma no se canta el Aleluya, pero en Adviento sí.

c. Si no hay un cantor que canta el verso antes del Evangelio, lo lees del
Leccionario (nunca del libro de moniciones, es Palabra de Dios).

Nota: Puede que a alguno de los sacerdotes prefiera que si no se canta el verso se
omita. Conoce esta situación y actúa conforme a ella.

EVANGELIO, HOMILÍA, CREDO, ORACIÓN UNIVERSAL

1. Finalizado el Credo, el monitor se ubica frente al atril, localiza las peticiones en


el libro de moniciones y espera a que el sacerdote termine para comenzar a leer
las peticiones.

2. El monitor hace las peticiones, pero recuerde que si hay un diácono le


corresponde a éste.

3. Asegúrese de que las peticiones coincidan con nuestra realidad de pueblo.


Algunos ejemplos: a. “Por el rey y la familia real”… Nosotros no tenemos
monarquía, por tanto, sustituya esta petición: “Por nuestro gobernador y su
familia…” b. “Por las recientes inundaciones”… En esa semana ni siquiera ha
llovido. No lo diga.

OTRAS INDICACIONES

1. El monitor siempre estará atento a cualquier indicación del sacerdote.

2. Todos debemos hacer un esfuerzo por asistir a las reuniones, talleres o retiros a
los que seamos convocados.

¿A QUÉ SE EXPONE EL COMENTADOR O EL CELEBRANTE CUANDO NO SE


PREPARA?
Se exponen a sembrar la confusión en la asamblea, por ejemplo: en una misa el
comentador magnífico en una monición oportuna dijo: “no hay misa sin
comunión”, “ni comunión sin Misa” y el sacerdote a la hora de la comunión no la
dio.
Toda la comunión quedó desconcertada el sacerdote ni se enteró. Para evitar esto:
tanto el comentador como el lector antes de las celebraciones deben ponerse de
acuerdo con el que vaya a presidir, por si tiene que hacer alguna advertencia.

2
Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.

MANUAL PARA MONITORES

1.- IMPORTANCIA DEL MONITOR.


 
El servicio que un monitor realiza en la celebración es muy antiguo, aunque el
nombre sea actual. El monitor guía con sencillez al pueblo en la celebración.
La palabra “monición” viene de latín que significa exhortar, advertir. En la liturgia,
las moniciones son palabras que no se dirigen a Dios sino a la comunidad para
explicarle algo o invitarla a algún gesto o actitud.

EL SENTIDO DE LAS MONICIONES EN LA MISA

Moniciones son las indicaciones que suelen hacerse en ciertos momentos de la Misa
para facilitar su comprensión y su sentido, para facilitar su celebración. La Misa es
la celebración de la fe por excelencia. No es una lección sobre la fe, ni es una
catequesis, aunque favorece el mejor conocimiento de la fe. De hecho, lo que
celebramos depende de lo que creemos y lo que creemos es reforzado por lo que
celebramos. Si las moniciones se usan de forma abusiva o inadecuada pueden
terminar siendo una catequesis, sin pretenderlo. Las moniciones ya se venían
usando hace muchos años, cuando la Misa se celebraba en latín. En la mayoría de
los casos servía para orientar las actitudes externas –posturas y gestos- de los
fieles. Por ejemplo, “pongámonos de rodillas”, “la Misa ha terminado, podéis
marchar (ite, missa est)”. En otras ocasiones, sugería a los presentes actitudes
espirituales, como “oremos” o la introducción al Padrenuestro. En 1958 Pio XII
(Instrucción “Música Sacra et Sacra Liturgia) rejuveneció las moniciones e
introdujo un mayor uso de ellas para favorecer que los fieles pudieran unirse de
modo más consciente a la liturgia de Misa, aunque seguía celebrándose en latín.
Introducidas las lenguas vernáculas, las lenguas comúnmente habladas por el
pueblo en cada país, las moniciones cobraron una extraordinaria importancia para
facilitar la participación del Pueblo de Dios, y la Santa Sede se vio obligada a dar
normas sobre su preparación y ejecución. Las moniciones, en principio,
corresponde hacerlas al que preside la Misa, aunque sobre todo en las Misas
dominicales se autoriza que las haga un “monitor” o “comentarista” laico. En
ambos casos se insiste en que las moniciones han de ser “oportunas, claras,
precisas, con breves palabras”; en el caso del monitor laico añade:
“cuidadosamente preparadas, normalmente escritas y aprobadas previamente por
el celebrante que preside”. Pueden utilizarse textos que aparecen en el misal u
otros “al modo de… En las mismas normas litúrgicas que venimos siguiendo
se citan cuatro grupos de moniciones:

1) Al comienzo de la Misa, o monición inicial.

2) Antes de las Lecturas o del Salmo Responsorial

3
Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.

3) Antes de la Plegaria, es decir antes del Prefacio, que es el comienzo de la


Plegaria y

4) Al final de la Misa, al despedir a los fieles.

Nunca ha de perderse de vista el sentido primordial de las moniciones que es el de


facilitar la mejor celebración de la Misa, de la Eucaristía, por parte de todos. La
Monición inicial es la que sigue al saludo del sacerdote que preside y precede a la
invitación a la petición del perdón. Se trata de introducir la liturgia del día, que
misa vamos a celebrar; puede ser una adaptación de la antífona que viene en el
misal al principio del todo en la Misa y que algunos sacerdotes leen directamente,
tal cual.

1. Las moniciones sobre las Lecturas, si procede, no siempre, o sobre el Salmo.


(Merece comentario aparte,).

2. Monición antes de la Plegaria, inmediatamente antes del Prefacio, especialmente


si se dice o reza Prefacio propio o haciendo alguna indicación sobre la Plegaria que
vamos a rezar y por qué. Dicen expresamente las Normas que no se hagan
moniciones dentro de la Plegaria, una vez iniciada ésta.

3. Moción conclusiva de la Misa. Es la despedida. Le precede la última oración u


“oración después de la comunión” que es como se llama, (y es cuando deben
leerse los “avisos”, si los hay), la bendición y luego se procede a la despedida y la
invitación a irnos todos en la paz del Señor, con palabras apropiadas.

Nunca ha de perderse de vista el sentido primordial de las moniciones que es el de


facilitar la mejor celebración de la Misa, de la Eucaristía, por parte de todos.

EL MONITOR O ANIMADOR DE LA MISA

La función del Monitor o Animador es ayudar a toda la Asamblea en la celebración


de la Eucaristía. El Monitor no es imprescindible; en las Misas de diario no suele
haberlo. Pero es conveniente, por eso suele haberlo en las Misas dominicales y
festivas.

Las Normas Litúrgicas sobre la Misa (nº 105), entre los llamados “oficios
litúrgicos” citan al monitor o animador y se hacen algunas indicaciones a las que se
pueden añadir otras de sentido común sobre sus funciones, actividades y su
colocación en la iglesia.

Antes de la celebración de la Misa:

4
Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.

Examina la hoja de moniciones y textos pasa saber qué tiene que leer y cuándo, y
si es necesario lo consulta con el que va a presidir la celebración.

Si le corresponde a él, señala los lectores y les invita a preparar previamente las
lecturas y el salmo que habrán de proclamar.

Ensaya los cantos, si le corresponde a él hacerlo. Y en todo caso, comprueba los


micrófonos, colocación, altura adecuada y volumen.

Durante la celebración de la Misa:

Sale al principio. Invita a la Asamblea a ponerse de pie y a buscar el canto


correspondiente en el cantoral, y lo inicia a la salida del presidente. Terminados
los ritos iniciales, que concluyen con la primera oración (colecta), todos se sientan.

Es el momento de la monición a la lectura. El Monitor se acerca a su micrófono,


espera a que todo el mundo esté sentado y lee la monición. Durante la lectura el
Monitor se sienta y escucha. Y lo mismo hace durante la homilía.

También suele ser función del Monitor leer las intenciones de las Preces de los
Fieles. El presidente de la celebración hace la introducción y el final, y el Monitor,
las peticiones previamente acordadas,

Finalmente, después de la Oración Poscomunión, antes de la Bendición, el Monitor


suele leer los avisos, si son necesarios, breves, claros y concisos.

El lugar del Monitor, debe ser en sitio visible ante la Asamblea, para captar su
atención, con un atril delante, pero nunca desde el lugar de la Palabra (el ambón)
ni desde la Sede.

El buen Monitor prepara las celebraciones, mira a la Asamblea y no sólo a sus


papeles, y crea el dinamismo necesario para evitar la sensación de rutina o
aburrimiento.

EL ANIMADOR DE LA LITURGIA
El principal animador es el presidente. Pero es bueno que intervengan laicos como
animadores. El animador coordina, de acuerdo con el presidente, los varios
ministerios de la liturgia: cantos, intenciones de la Plegaria universal, las
moniciones. Es como un maestro de ceremonias que todo lo coordina, a veces con
una mirada o un gesto, para que todos los actores funcionen debidamente. Es
como un director de orquesta. Debe ser discreto y no hacerse notar.
Ha de tener paciencia, aunque no todo salga bien y disimular los errores. Debe ser
respetado por la comunidad, pero no sobreponerse al presidente ni asumir
demasiado protagonismo. Y tratar de que cada vez vayan interviniendo diferentes
personas.

5
Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.

Debe de estar en un lugar lateral visible, no en el ambón y disponer de un


micrófono. Y antes de la celebración debe tenerlo todo preparado y coordinado con
todos los actores. Por eso necesita más que otros una formación especial, sobre
todo litúrgica. Y debe escuchar a los demás: a los diversos ministros y a los fieles.
Si está preparado, puede ser él quien coordine a todos los ministros (acólitos,
lectores, monitores, cantores…) y tener con ellos charlas de formación y ensayos
para las celebraciones. Puede también asumir roles que en otros sitios hace el
sacristán: encender el amplificador, los micrófonos, las luces, el incensario,
disponer la cruz alzada y los ciriales para la procesión de entrada y ordenar a los
que la integran, poner en su sitio el misal, el leccionario, las ofrendas de pan y
vino y los vasos sagrados, disponer las vestiduras del presidente, los encargados
de las ofrendas…

TRES CLASES DE INTERVENCIÓN DE UN MONITOR.


*. INDICATIVAS:  Señala las posturas corporales, el modo de realizar una
procesión.
*.- EXHORTATIVAS: invitan a hacer algo (canto, oración, comunión) con la
debida actitud espiritual.
*.- EXPLICATIVAS: como las que se hacen antes de las lecturas para situar su
contexto histórico y que se entienda mejor.
Las moniciones la puede realizar un laico preparado.
El monitor ha de iniciar con palabras breves, humanas y espirituales en donde
trata de motivar la celebración que comienza, conectarla con la vida, con la fiesta,
o las circunstancias específicas del día.
Antiguamente este servicio lo asumía el diácono como intermediario entre el
sacerdote y la comunidad. Solo desde el Vaticano II ha tomado forma más
concreta la figura del monitor. El Misal lo define como “el comentarista que hace
las explicaciones y da advertencias a los fieles para introducirlos en la celebración
y disponerlos a entenderla mejor” “Misal. 68”.
Algunas moniciones son propias del celebrante, como la de entrada y la invitación
a los diversos momentos de oración. Otras son propias del diacono (si lo hay),
como las organizativas, las peticiones de la oración de los fieles, la invitación a
darse la paz y la despedida final.
Los demás se pueden encomendar a los laicos.
El lugar del monitor no es el ambón, sino un lugar diferente o un atril con
micrófonos lateral. Y es mejor que esté fuera del presbiterio (misal, 68). El ambón,
que debe ser más destacado, se reserva para la proclamación de la Palabra de
Dios.
Las moniciones en la celebración deben ser breves y bien preparadas. Las
moniciones a las lecturas deben ser “breves y apropiadas, sencillas, fieles al texto
y preparadas minuciosamente” (leccionario, n.). Normalmente deben de estar
escritas y aprobadas antes por el celebrante (leccionario, ).

6
Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.

MONICIONES DEL PRESIDENTE Y DEL DIACONO


Algunas moniciones son más propias del presidente, porque guían a la comunidad
en sus actitudes interiores. Así la monición de entrada. Después del saludo, trata
de motivar a la asamblea sobre el sentido de la celebración con palabras breves,
humanas y espirituales a la vez. No es una homilía sino una monición breve que
cree conciencia de lo que van a celebrar. Se ha hecho muy común comenzar con
una monición hecha por un laico antes del canto de entrada, pero no es bueno
hacerla siempre sino en días muy especiales. El presidente no debe prescindir de la
suya. A lo largo de la Eucaristía el presidente invita varias veces a la oración: acto
penitencial, oración colecta, ofrendas, postcomunión, Plegaria universal,
Padrenuestro…. La monición más breve es “oremos”. El presidente puede adaptar
estas moniciones pero deben ser breves. Las intenciones “litanicas” del acto
penitencial y de la Plegaria universal es mejor que las diga otro ministro. Si antes
de la Plegaria eucarística se hace una monición, es mas propio que la haga el
presidente.
Al diácono se le encomienda algunas moniciones relacionadas con la marcha de la
celebración, como: “dense fraternalmente la paz”, “pueden ir en paz”, “pónganse
de rodillas” o “pueden levantarse”. También son propias del diacono las intenciones
de la Plegaria universal, a las que toda la asamblea responde con su oración a
Dios.

LAS MONICIONES ANTES DE LAS LECTURAS.

Otras moniciones las puede hacer laicos. Antes de las lecturas se puede hacer una
en conjunto para todas ellas, sobre todo si tienen unidad entre sí, como en las
grandes fiestas. También se puede hacer una para cada lectura o para algunas de
ellas.
Son breves introducciones del monitor que ayudan a que la comunidad escuche
con más atención. No es fácil hacerlas bien. No deben ser largas, ni resumir el
mensaje del texto como si fuera una breve homilía. No se trata de adelantar o
resumir el contenido, sino de motivar el interés y la escucha con fe. A veces se
puede resumir brevemente el contexto histórico de la lectura o su sentido litúrgico.
Otras veces pueden partir de las circunstancias de la asamblea y presentar la
lectura como respuesta a nuestros problemas. La monición sólo subraya que la
lectura tiene interés para nosotros. Es como “abrir el apetito” antes de degustar los
manjares.
MONICION AL SALMO RESPONSORIAL

Puede ser conveniente hacer una monición breve antes del Salmo responsorial que
sugiera los sentimientos y el sentido del salmo (leccionario, 19). El salmo prolonga
el mensaje y la actitud que suscita la primera lectura. Si hay monición al
Evangelio, se dice antes del canto del aleluya o la aclamación.

OBJETIVO DE LAS MONICIONES LITÚRGICAS

7
Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.

Las moniciones en la Misa son una motivación a participar y vivir el Misterio de


Cristo celebrado en la Eucaristía.
No se trata de una introducción, ni resumen de las lecturas o de impartir una
profunda catequesis. Simplemente su finalidad es ambientar e invitar, con
comentarios breves, concisos y claros.

MOMENTOS DE MONICIÓN
Entrada –Es una invitación a la Asamblea a participar de manera consciente,
activa y fructuosa de la Santa Misa. Se puede hacer mención particular del
momento litúrgico, fiesta o solemnidad en referencia al mensaje central del
mensaje evangélico.
Eje: Hoy celebramos la Resurrección del Señor. Cristo es nuestra Pascua, pues ha
muerto y resucitado, dando ese paso para darnos vida y vida en abundancia. Nos
disponemos a Participar llenos de gozo de esta Santa Eucaristía.
(La Monición de entrada puede hacerse antes de la Antífona o Canto de Entrada o después
del Saludo del Celebrante).

Antes de las Lecturas y del Evangelio –Se hace un breve comentario del
mensaje central de cada lectura y del Evangelio, instando a escuchar atentamente
la Palabra de Dios.
Eje: El apóstol Pablo exhorta a la comunidad cristiana de Éfeso a desarraigar el
hombre viejo y revestirse del hombre nuevo, según Dios.
Eje: En el Evangelio Jesús se muestra como el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas.
(Se puede hacer una Monición antes de cada lectura y del Evangelio, todo de acuerdo con
el sacerdote de la Parroquia).

Liturgia Eucarística –Se realiza en el momento de la Presentación de Ofrendas


invitando al pueblo a entregarse totalmente junto a la ofrenda del pan y del vino.
Eje: En cada Misa se realiza el Milagro de la Eucaristía: el pan y el vino se
convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo. Presentémonos como ofrenda viva
junto a estos dones, para ser también transformados en el Señor.

Ofertorio:
Los ritos del Ofertorio, particularmente la "presentación de los dones", suelen ir
precedidos de una monición.
Ella debe hacer alusión a la ofrenda de nosotros mismos, y de la creación entera,
juntamente con los dones de pan y vino. Es oportuno, además, que haya aquí una
mención explícita o implícita a la fiesta o tiempo litúrgico.
No quiero ser reiterativo pero insisto en que hay que evitar expresiones
innecesarias y consabidas, tales como: "Presentamos el pan y el vino que se
convertirán en el Cuerpo y la Sangre del Señor", como si algún católico presente
ignorara que es precisamente eso lo que acontece en cada Misa.
Antes de la Comunión –Es una invitación a participar del Banquete Eucarístico
con la debida preparación y disposición.

8
Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.

Eje: Los discípulos de Emaús reconocieron a Jesús en la Fracción del Pan. Al


participar de este Banquete Eucarístico podemos también reconocerle, porque El
aquí esta.
Comunión:
La monición que se realiza en este momento, de efectuarse, no ha de ser
simplemente una mera invitación a acercarse a la Mesa del Señor para recibir su
Cuerpo y su Sangre. Los fieles saben bien que eso es lo que tienen que hacer.
Alguna vez puede ser una oportunidad para recordar las condiciones para una
digna recepción del Sacramento. En otras ocasiones puede recurrirse a palabras
del Magisterio de la Iglesia o de los santos, que nos instruyan acerca de la
grandeza de la Eucaristía, de los frutos que produce en nosotros, de su
importancia como Sacramento del Amor y de la unidad de la Iglesia. La precisión y
la brevedad también se hacen necesarias aquí. El género discursivo elegido es
libre, siempre y cuando cumpla con los requisitos expresados. Por ejemplo, no
sería desacertado que, alguna vez se recurriera a determinada expresión poética
breve de éste o aquel santo, siempre y cuando se refiera al Santísimo Sacramento.
En estos casos, son las palabras de los mismos santos, y no las nuestras, las que
nos invitan a contemplar y acoger el Don precioso de Dios que se nos ofrece como
Alimento.

Despedida –Es una breve exhortación a hacer vida lo que hemos celebrado.
Ejem: Vayamos a anunciarles a todos, que Cristo vive ¡Ha resucitado!
(Se puede hacer antes o después de la Bendición)

LOS AVISOS.
Es bueno comunicar en la celebración las actividades de la parroquia para crear
corresponsabilidad. Así es bueno anunciar: inscripción y horario de catequesis,
cursos de formación, fiestas diocesanas o parroquiales….etc. pero estos avisos no
deben hacerse en la homilía o al terminar ésta. El momento de hacer los avisos es
después de la oración poscomunión y antes de la bendición final. Las puede hacer
el sacerdote o, en coordinación con él, un laico. Deben ser también breves y
discretas.

Criterios para monitar


-Redacción de Moniciones. Muchos equipos de Liturgia toman las moniciones de
organismos de la Iglesia de Pastoral Litúrgica. Sin embargo también pueden
hacerse y ese es el motivo de este pequeño tratado: el de orientar para la
redacción de las moniciones bajo el asesoramiento de un sacerdote o de alguna
persona experta que ha sido puesta para asesorar la Animación Litúrgica
Parroquial.
Las moniciones hechas por el coordinador de Liturgia, o en equipo o por una
persona designada, siempre antes de hacerse en Misa deben presentarse al
sacerdote para que el las autorice e indique como hacerse.
-Moniciones en tiempos Especiales o Fiestas. Por ejemplo en la Celebración de
Sacramentos dentro o fuera de Misa, en tiempos fuertes de la Liturgia como la
Semana Santa donde puede haber monición antes del Gloria el Jueves Santo, en el
9
Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.

momento de la Cruz el Viernes Santo o para el Pregón Pascual en la Vigilia del


Sábado…

FUNCIONALIDAD DE LAS MONICIONES:

La parte funcional de las moniciones es que sean aptas para mi comunidad, que
cumplan su misión en mis asambleas, aunque en otro lugar no sirvan para nada.
Dependen pues las moniciones del ambiente propio de la asamblea, del tipo de
personas que forman la comunidad, etc.
Hay que decir que las moniciones no pueden ser fijas, sino flexibles y muy
variadas.
Que nos pueden dar muchas ideas las moniciones usadas en otros lugares, pero no
calcar literalmente porque eso no funciona.

4.- PARA QUE SIRVE EL MONITOR.


 Debe coordinar de acuerdo con el presidente los varios momentos de una
celebración.
 De él depende la belleza, la sencillez y el orden de la celebración.
 Lleva el ritmo de la celebración, no se adelante ni se retrase.
 Su servicio a la comunidad requiere un lugar adecuado, visible, delante de
todos, no voz anónima, sin subirse al ambón, el ambón es el lugar reservado
para el anuncio de la palabra.
 Que sea un lugar no tan destacado como el ambón o la sede del presidente.
 La presencia del monitor ayuda a la comunidad a captar dónde está en cada
momento de la celebración.
*.- Se requiere que esté atento a la celebración y no esté distrayendo a la
comunidad, buscando hojas de cantos o moniciones.
LO MÁS IMPORTANTE DE SU TRABAJO LO HACE ANTES DE LA CELEBRACIÓN.
*.- Póngase de acuerdo con el presidente antes de la celebración sobre todo lo que
se tiene preparado, llevar en orden todo el material.
*.- El monitor debe tener una buena formación litúrgica.
*.- Un monitor no puede dirigir una celebración si no conoce su estructura.
*.- Debe estar bien preparado y presentado ya que está a la vista de la asamblea.
*.- Debe recibir de buen modo los comentarios que le hagan después de su
participación.
*.- No debe desanimarse por las críticas.

¿CUÁNTAS CLASES DE MONICIONES EXISTEN?

1. Fijas: las que ya vienen en los libros litúrgicos. Ejemplos: Podéis ir en paz…


arrodillémonos…. y las encontramos en el misal, como en el pontifical, etc.

2. Espontáneas: que no vienen en libros litúrgicos. Ejemplos: escuchemos con


atención a Cristo que nos habla por su ministro en la proclamación del Evangelio.

10
Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.

O también: nos ponemos de pie para recibir al celebrante, a Cristo, presente entre


nosotros, en nuestro presidente.
Las moniciones espontáneas en cuanto al texto y a la oportunidad fueron
legisladas en la Instrucción sobre Música Sagrada en 1958. Encontramos que tanto
las moniciones espontáneas como las fijas son de igual categoría- los nuevos
rituales deberán contener estas moniciones según se dice en la CL No. 35, pero
precisa la Constitución “con palabras prescritas y otras semejantes”.

¿QUIÉN DEBE SER EL MINISTRO COMPETENTE DE LAS MONICIONES?


Al obispo y al presidente de la asamblea les corresponde las moniciones que para
ellos indican los libros litúrgicos por ejemplo en la Misa al celebrante, los “oremos”,
al obispo las moniciones propias de él para el pueblo, lo mismo la oración
introductoria a la oración de los fieles.
El diácono es el ministro a quien propiamente le pertenecen las moniciones por ser
el ministro inmediatamente responsable de la asamblea. También tiene algunas
moniciones fijas ya señaladas en los libros litúrgicos, por ejemplo: procedamos en
paz, podéis ir en paz, arrodillémonos, etc.
Las moniciones libres, no presidenciales se llaman diaconales, aunque las puede
hacer un comentador, sacerdote, clérigo o laico.

CARACTERISTICAS O CUALIDADES DE UNA BUENA MONICION.

Todos los documentos litúrgicos insisten en que las moniciones sean breves.

BREVES: Llevar bien preparados sus comentarios, con una sobriedad que los haga
asimilables.

CLARAS: Que las palabras sean eficaces, pensadas de antemano, evitando las


exageraciones y que digan solamente lo necesario.

DISCRETAS.  No hace falta que se hagan todas las posibles, sino las que parezcan
más convenientes y que no siempre sean las mismas. Es bueno variar

PEDAGOGICAS: Deben producir el efecto deseado, despertar el interés por la


lectura y suscitar un diálogo interior con Dios ante un canto o un gesto.

PREPARADAS: Normalmente por escrito y en coordinación con el presidente.

UNIDAD:  Es conveniente que las diga todas una misma persona para evitar la
dispersión, para dar una unidad al conjunto de la celebración.
No se deben hacer desde el ambón sino desde otro lugar y mejor fuera del
presbiterio.

ADECUADAS:  Las moniciones que ofrecen las hojas pastorales como “El pan de la
Palabra” son materiales para ser elaboradas en concreto en cada lugar. Son
sugerencias que pueden acomodarse a la realidad de la asamblea, pero debe
hacerlo alguien que entienda el sentido de la liturgia. No es bueno tomar la

11
Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.

costumbre de leerlas tal como están. En cada parroquia se deben acomodar a las
circunstancias de la comunidad.
APOYO:  La monición no está llamada a utilizarse siempre.
*.- La monición no es un elemento constitutivo de la celebración, sino un subsidio
a la misma.
*.- La monición debe hacerse únicamente si lo exige o por lo menos lo aconseja.

APROBADAS: Que la monición tenga su aprobación del que preside dándoles un


carácter de oficialidad y eclesialidad.

ORIENTADORAS:  Las moniciones deben servir para ubicar el texto que se va a leer.
FIELES AL TEXTO:  Cada pasaje tiene su propio tono y cada gesto ritual su
finalidad. No andarse por las ramas; fidelidad al texto o rito.

SENCILLAS:  Evitar que la monición invada excesivamente el ambiente celebrativo


y convierta la monición en nueva homilía. Evitar frases complicadas

OPORTUNAS:  El monitor debe saber dar los adecuados silencios para una mejor
asimilación de la palabra.

BIEN DICHAS: Las moniciones pueden leerse o decirse de memoria.

PUNTUALES:  Las moniciones deben estar a tiempo a si como el monitor.


*.- El monitor no tiene que leer las lecturas ni viceversa.

N.B.-  Hay que distinguir lo que es palabra nuestra y lo que es palabra de Dios.

-El Monitor.
Cualidades humanas: Capacidad de animar, que sensibilice lo que esta diciendo
de manera equilibrada y de excelente presentación física (bien vestido).
Cualidades técnicas: Arte de tomar el micrófono, saber como estar de pie, que
sepa modular la voz.

Cualidades espirituales: Persona que sea enamorada de la Eucaristía, de vida


orante capaz de transmitir esa presencia de Dios a los demás y que esté en
proceso de conversión (testimonio de vida).

LOS MINISTERIOS

PRESIDENTE: El que preside una celebración. Normalmente es el obispo o el


sacerdote. Donde no hay sacerdote puede ser un lacio con permiso especial del
obispo. OBISPO: Nombrado por el Papa y consagrado por el sacramento del orden
sagrado para ejercer como pastor y maestro al frente de una Diócesis.
SACERDOTE: Consagrado por el sacramento del orden sagrado que ejerce su
ministerio con permiso del obispo. Puede ser Párroco si el obispo lo ha nombrado
como responsable de una parroquia. Si es un Sacerdote que colabora con el
párroco se le llama Vicario cooperador. DIÁCONO: Consagrado por el sacramento

12
Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.

del orden sagrado que ayuda al obispo o al párroco. Su misión es proclamar el


evangelio en la Misa, distribuir la sagrada comunión y llevarla a los enfermos y
exponer el Santísimo para la adoración de los fieles.

ACÓLITO INSTITUIDO: El varón (que normalmente se prepara para el sacerdocio)


y es encargado oficialmente por el obispo para ayudar en el altar.

LECTOR INSTITUIDO: Varón (que normalmente se prepara para el sacerdocio) y es


encargado oficialmente por el obispo para proclamar las lecturas de la Misa y otras
celebraciones.

ACÓLITOS Y LECTORES DE HECHO: Los varones y mujeres que de hecho ejercen


este ministerio en las parroquias o capillas sin tener encargo del obispo, pero sí del
párroco o sacerdote.

SALMISTA: El varón o la mujer que canta las estrofas del salmo responsorial para
que el pueblo responda con el estribillo.

MONITORES: Hombres o mujeres que leen las diversas moniciones de la misa que
no son propias del presidente.

ANIMADOR DE LA LITURGIA: Un varón o mujer que coordina todos los detalles de


los que intervienen en las celebraciones. Puede actuar también de monitor, de
director del coro o de salmista. También puede (si está formado para ello) formar
a los diversos ministros en sus funciones y en su formación bíblica y litúrgica.

CELEBRADORES DE LA PALABRA: Hombres o mujeres (sobre todo religiosas) a los


que el obispo, con anuencia del párroco, ha confiado la tarea de celebrar la Palabra
de Dios y distribuir la comunión en aquellos lugares algo lejanos que no cuentan
con sacerdote y no pueden tener la Eucaristía sobre todo el domingo.

CORO: Conjunto de cantores que apoyan la música en la liturgia cantando las


estrofas de los cantos y apoyando a la asamblea en sus respuestas. Al coro se
unen además diversos instrumentos musicales. Pero normalmente el coro no debe
actuar solo como si los cantos fueran un concierto y al pueblo sólo le quedara
escuchar.

SACRISTANES: Hombres o mujeres a quienes el párroco confía la responsabilidad


de tener bien organizados todos los implementos que se necesitan en la liturgia:
vestiduras, objetos, amplificadores, micrófonos, luces...

Taller

Justifica tu respuesta. Leer y analizar junto con tu equipo de servicio cada uno de
los aspectos y anota si lo hacen o no y por qué?

13
Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.

1. Los mismos que se disponen a participar de las celebraciones litúrgicas pres- tan
su servicio u oficio de acomodado- res o ujieres?

2. Los acomodadores señalan o acompañan a sus lugares o puestos a las per-


donas que van llegando?

3. Al incorporarnos a la asamblea nos sentimos acogidos por los demás; como en


casa, como en familia o nos sentimos como extraños?

4. El saludo ha llegado a cobrar un precio tan alto que resulta difícil merecerlo. Sí
saludamos con fraternidad y con igual- dad a nuestros fieles?

5. Para constituir asamblea litúrgica hay que agruparse y no dispersarse ¿cuándo


damos la impresión de estar dispersos?

6. Hemos dejado a un lado la terquedad y el capricho personal y pensamos que


debe prevalecer lo comunitario?

7. Qué hemos hecho para no acostumbrar- nos al llanto, gritos de los niños ni de
las charlas burlonas de los participantes?

8. Qué hemos hecho para no acostumbrarnos a la presencia de los perros en misa


que llaman la atención, distraen con espectáculos nada interesantes?

9. Invocas en tu vida la presencia del Espíritu Santo, es él el que guía tu servicio?

10. Prestas tu servicio con amor, recuerdas que tu acogida alegre es el preámbulo
de la celebración?

11. Eres siempre modelo de alegría, concordia, entrega, generosidad, humildad en


el servicio que prestas?

12. Estás listo de 10 a 15 minutos antes de la celebración o según lo ameriten las


responsabilidades adquiridas?

Pág. 2 de 2. Taller para Ujieres # 4

13. Tu servicio es constante no es rutinario o ya es algo mecánico?

14. En tu servicio pastoral, eres cálido, alegre, amoroso en pocas palabras eres
autentico?

15. Revisas que todo dentro del templo esté listo para recibir a los fieles?

16. Ya tú conoces tu manual de funciones que lo has organizados con tu párroco?

17. Te vistes convenientemente para la celebración?

14
Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.

18. ¿Participas plenamente de la celebración eucarística?

19. ¿Estudias y oras, participas activamente en el desarrollo de los instructivos?

20. ¿Participas de las catequesis dominicales y de acuerdo a los tiempos litúrgicos?

21. ¿Tu equipo de servicio encabeza de tu párroco se sientan a evaluar


permanentemente el trabajo realizado?

22. ¿Procuras acudir con asiduidad a los sacramentos de la Eucaristía y la


Reconciliación?

23. ¿Llegas tarde a la celebración y te molestas porque ya colocaron uno en tu


reemplazo?

24. ¿Prestas un servicio para el cual te has preparado espiritual, intelectual y


físicamente?

25. ¿Das por hecho que los asistentes saben lo que tienen que hacer, o estás
dispuestos a orientar y enseñar de la mejor manera?

26. ¿Sientes que todo lo sabes y por ellos no participas humilde y activamente de
las reuniones de la pastoral litúrgica, indistintamente de quién las convoque?

27. ¿Abusas de tu condición de servidor y tratas a los demás de cualquier


manera?

28. ¿Te ofuscas cuando te tropiezas con personas conflictivas y pierdes la caridad,
la calma, la amabilidad, la paciencia y la prudencia?

29. ¿Has hecho cursos, lecturas, talleres, has descargado documentos de internet
sobre las relaciones humanas y el manejo de grupos y multitudes de personas?

LA ANIMACIÓN DE LAS ASAMBLEAS LITÚRGICAS

I. Es todo un pueblo el que celebra, un cuerpo comunitario antes del concilio


Vaticano II, para la mayoría de la gente, quien celebraba la misa era el sacerdote.
Y ahora, ¿quién celebra la misa? Si respondemos que hoy día, gracias a Dios el
sacerdote tiene un equipo que celebra la misa junto con él, entonces todavía no
llegamos a entender nada de la renovación litúrgica

Quien debe celebrar la misa y los demás sacramentos es el PUEBLO DE DIOS. La


palabra la "liturgia" quiere decir acción del pueblo, servicio del o al pueblo. Toda la
asamblea está llamada a celebrar y participar de manera activa, consciente y
fructífera. Es el cuerpo del que todos nosotros. Por el bautismo, somos miembros.
Es todo el pueblo el que debe cantar, rezar, aclamar, alabar, pedir. Es todo el
cuerpo el que está llamado a ofrecer el sacrificio de Cristo y a ofrecerse

15
Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.

juntamente con él (SC 48). Es todo el pueblo el que debe escuchar la palabra de
Dios y responder a ella.

Esto quiere decir que la presidencia, lectores y cantores... deben actuar como
parte del pueblo, como miembros dentro del cuerpo, sintiendo junto con el cuerpo.
Es preciso celebrar CON el pueblo, y no ante él. DESPUÉS DE TODO, LA FUNCIÓN
DEL EQUIPO ES LOGRAR QUE. EL PUEBLO PARTICIPE.

Veamos el hermoso texto de san Juan Crisóstomo en una homilía sobre la Segunda
Carta a los Corintios: "Les he dicho todo esto, para que también entre los fieles
comunes todos estén vigilantes y para que aprendamos que la única diferencia
entre nosotros es como la que existe entre las partes de un mismo cuerpo. Por
eso, no dejen toda la responsabilidad al sacerdote, sino que cada uno en su propio
lugar esté preocupado por la comunidad reunida como si fuera su propio cuerpo
comunitario".

2. ¿Qué hacer para que el pueblo participe de verdad?

La meta de la renovación litúrgica es la participación activa y consciente de toda la


asamblea, el ejercicio del sacerdocio de los bautizados. ¿Cómo llegar a esto? ¿Qué
camino podemos seguir para que el pueblo se convierta en sujeto de la acción
litúrgica y no sólo en alguien que se quede exclusivamente oyendo y observando?
¿Cómo formar una asamblea unida, orante, oyente, que cante, comprometida con
Dios y los hermanos?

En la mayoría de las celebraciones el pueblo presente queda reducido a mero


objeto: no puede hablar, no puede preguntar, sólo escuchar o decir fórmulas ya
preparadas de antemano; no puede expresar la realidad que está viviendo, no
puede expresar la fe que lo anima y mantiene en pie; no decide nada, no puede
crear nada, sólo puede ejecutar lo que los otros han planeado.

Gracias a Dios, en las comunidades pequeñas esto está cambiando. Ya no existe


aquella separación rígida entre sacerdote y pueblo, entre equipo y pueblo, entre
pueblo y pueblo: todos se complementan, se comunican. En varios momentos de
la celebración hay espacio para el diálogo, para expresar la vida, el dolor, la
alegría, los problemas y las preocupaciones. Se comparte la palabra de Dios en la
homilía dialogada. Se crean gestos y acciones simbólicas dentro de la sensibilidad
y religiosidad de cada grupo. Cada persona sale de la reunión estimulada. Porque
fue tomada en serio como persona: como alguien que piensa, que tiene opinión,
que siente, que se relaciona, que aprende de los demás, que es llamada por Dios a
construir la historia.

¿Y las grandes asambleas? Ciertamente, en ellas el desafío es mayor, pero se


pueden hacer muchas cosas. De nada sirve dar recetas: cada equipo deberá
16
Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.

observar mucho, pensar, "romperse la cabeza" y buscar el camino propio para


conseguir la mayor participación posible. Tal vez podamos aquí recordar tres
puntos básicos, seguidos de algunas sugerencias:

l. Es preciso lograr el encuentro entre los hermanos, la "fiesta de la comunión


eclesial" (Puebla 939).

Sugerencias:

-El sacerdote y el equipo reciben a los fieles en la puerta de la iglesia y provocan


una breve plática.

- Palabras más informales y personales del presidente, después de saludo bíblico.

-Saludo o pequeña plática en el momento de la paz entre los presentes al


comienzo de la celebración.

- Motivación comunitaria para el padrenuestro y para el abrazo de paz -Abrazo de


la paz sin prisas.

- Motivación comunitaria para el canto.

- Breve ensayo de los coros antes de la celebración, con lo que se intenta "romper
el hielo".

2. Es preciso conseguir el vínculo entre la vida (personal. comunitaria. social) y la


celebración.

Sugerencias:

- Carteles a la entrada de la iglesia con recortes de periódico. fotografías, frases,


que evoquen los acontecimientos más importantes de la semana que acaba de
transcurrir.

- Una recopilación de los acontecimientos al comienzo de la celebración: el que


quiera podrá recordar los hechos más importantes del barrio, de la ciudad, del
país... que ocurrieron (o están a punto de ocurrir).

- Durante la homilía, uno o varios cristianos dan testimonio de su experiencia en


determinada acción pastoral.

- Durante la homilía, recordar nuestro compromiso de testigos de Jesucristo en


nuestra realidad.

- Relacionar la oración eucarística y la comunión con la realidad.

3. Es necesario forjar un lenguaje litúrgico más acorde con la cultura actual:

17
Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.

-Utilizar palabras más inteligibles, más cercanas a la vida del pueblo. (Cuando el
pueblo reza espontáneamente no utiliza un lenguaje complicado ni difícil).

- Utilizar un trato menos distante en la relación con Dios. Jesús nos enseñó que
Dios es "abba", "papá" -ciertas palabras y tonos de voz utilizados en la oración
parecen dirigirse más a alguna divinidad distante y severa que al Padre de nuestro
Señor Jesucristo.)

- Utilizar menos palabras, más elementos visuales, más gestos y acciones


simbólicas (procesión, caminata, encender velas, levantar las manos, besar el
altar, la Biblia, la cruz, el santo..., cargar una cruz, etc.).

La liturgia se hace de palabras y signos sensibles. Todo nuestro cuerpo, todos


nuestros sentidos deben participar. La celebración se hace caminando, comiendo,
bebiendo, escuchando, oliendo, cantando, sintiendo correr el agua, sintiendo cómo
penetra el óleo, arrodillándose, haciendo la señal de la cruz, etc. Actualmente,
sobre todo gracias a la televisión, captamos más fácilmente un mensaje traducido
en imágenes que en palabras.

--Quitar el formalismo a los gestos Litúrgicos. Hacer los gestos conscientemente,


redescubriendo y viviendo profundamente su sentido. Dejar de hacerlos de manera
automática y rutinaria: por ejemplo, el beso del altar, el gesto del saludo del
presidente, la señal de la cruz, la forma de dar y recibir la comunión, de derramar
el agua en la cabeza del bautizando, el abrazo de la paz, etc. Hacer que en cada
celebración se conviertan en gestos nuevos, gestos de comunicación verdadera
entre Dios y su pueblo.

Y para concluir, de nada servirá todo este esfuerzo si la "vida" de la parroquia se


restringe a la celebración de la misa y de los otros sacramentos. Sin un mínimo de
vida comunitaria (reuniones en grupos pequeños, o por cuadras...), sin un mínimo
de acción y testimonio en la vida del barrio, de la ciudad, no es posible celebrar la
liturgia de Jesucristo.

PARA LA REUNIÓN DEL EQUIPO

l. ¿Está participando el pueblo activa y conscientemente? ¿O sigue como


espectador?

2. ¿Son nuestras celebraciones realmente "fiestas de comunión"? Si no, ¿por qué?

3. ¿Qué medios hemos utilizado para unir celebración y vida?

4. Además de los gestos previstos por los libros litúrgicos, ¿qué otros gestos o
signos hemos introducido en las celebraciones?

18
Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.

LA MISA, PARTES EN QUE SE DIVIDE

Es muy importante conocer las partes de la misa para vivirla como Dios
quiere.

Las indicaciones que siguen corresponden a la Ordenación del Misal Romano. Las
letras indican la posición que deben asumir los fieles (P: parados; S: sentados; R:
arrodillados)

1. RITOS INICIALES

Entrada (P)
Mientras entra el sacerdote comienza el canto de entrada. El fin de este canto es
abrir la celebración, fomentar la unión de quienes se han reunido y elevar sus
pensamientos a la contemplación del misterio litúrgico o de la fiesta.

Saludo al altar y pueblo congregado (P)


Cuando llega, el sacerdote besa el altar. Terminando el canto de entrada, el
sacerdote y la asamblea hacen la señal de la cruz. A continuación el sacerdote, por
medio del saludo, manifiesta a la asamblea reunida la presencia del Señor.
Terminado el saludo, el sacerdote o el monitor puede hacer a los fieles una
brevísima introducción sobre la misa del día.
Después el sacerdote invita al Acto penitencial, que se realiza cuando toda la
comunidad hace su confesión general termina con la conclusión del sacerdote.

Señor, ten piedad (P)

19
Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.

Después del acto penitencial, se empieza el “Señor, ten piedad”, a no ser que éste
haya formado ya parte del mismo acto penitencial. Si no se canta el “Señor, ten
piedad”, al menos se recita.

Gloria (P)
Este es un antiquísimo y venerable himno con que la iglesia, congregada en el
Espíritu Santo, glorifica a Dios Padre y al Cordero, y le presenta sus súplicas. Si no
se canta, al menos lo han de recitar todos, o juntos o alternadamente.

Oración colecta (P)


El sacerdote invita al pueblo a orar; y todos, a una con el sacerdote, permanecen
un rato en silencio. Luego, el sacerdote lee la oración que expresa la índole de la
celebración; el pueblo la hace suya diciendo amen.

2. LITURGIA DE LA PALABRA

La Eucaristía es sacramento de toda la vida de Jesús. Mediante las Lecturas


bíblicas nos acercamos a ella:

a) La primera lectura.(S) Se toma del Antiguo Testamento y nos sirve para


entender muchas de las cosas que hizo Jesús.

b) Salmo Responsorial.(S) Formando parte de la misma Liturgia de la Palabra


tenemos los Cantos interleccionalesDespués de la 1º Lectura, sigue un Salmo
Responsorial , que se toma del Leccionario. El salmista o cantor del salmo, desde
el ambón o desde otro sitio oportuno, proclama las estrofas del salmo, mientras
toda asamblea escucha è y además participa con su respuesta.

c) La segunda lectura. (S)Se toma del Nuevo Testamento, ya sea de los Hechos de
los Apóstoles o de las cartas que escribieron los primeros apóstoles. Esta segunda
lectura nos sirve para conocer cómo vivían los primeros cristianos y cómo
explicaban a los demás las enseñanzas de Jesús. Esto nos ayuda a conocer y
entender mejor lo que Jesús nos enseñó. También nos ayuda a entender muchas
tradiciones de la Iglesia. Después de la segunda lectura se canta el Aleluya, que es
un canto alegre que recuerda la Resurrección u otro canto según las exigencias del
tiempo litúrgico.

d) El Evangelio. (P) Se toma de alguno de los cuatro Evangelios de acuerdo al cíclo


litúrgico y narra una pequeña parte de la vida o las enseñanzas de Jesús. Es aquí
donde podemos conocer cómo era Jesús, qué sentía, qué hacía, cómo enseñaba,
qué nos quiere transmitir. Esta lectura la hace el sacerdote o el diácono.

20
Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.

e) Homilía (S)Conviene que sea una explicación de las Lecturas, o de otro texto del
Ordinario, o del Propio de la Misa del día, teniendo siempre el misterio que se
celebra y las particulares necesidades de los oyentes.

f) Profesión de fe (P)Con el Símbolo o Credo el Pueblo da su asentamiento y


respuesta a la Palabra de Dios proclamada en las Lecturas y en Homilía, y trae su
memoria, antes de empezar la celebración eucarística, la norma de su fe.

g) Oración universal (P)En la oración universal u oración de los fieles, el Pueblo,


ejercitando su oficio sacerdotal, ruega por todos los hombres(Papa, Iglesia,
Estado, necesidades....).La asamblea expresa su súplica o con una invocación
común, que se pronuncia después de cada intención, o con una oración en silencio.
3. LITURGIA EUCARÍSTICA

Preparación de los dones (S)Al comienzo de la Liturgia eucarística se llevan al altar


los dones que se convertirán en el cuerpo y en la Sangre de Cristo: es de alabar
que el pan y el vino lo presenten los mismos fieles. Acompaña a esta procesión el
canto del ofertorio, que se alarga por los menos hasta que los dones han sido
colocados sobre el altar.

Plegaria eucarística (P)Este el centro y el culmen de toda la celebración. Es una


plegaria de acción de gracias y de consagración. El sentido de esta oración es que
toda la congregación de fieles se una con Cristo en el reconocimiento de las
grandezas de Dios y en la ofrenda del sacrificio.Los principales elementos de que
consta la Plegaría eucarística pueden distinguirse de esta manera:

a) Acción de gracias (P)(que se expresa sobre todo en el Prefacio).


b) Santo:(P) con esta aclamación toda la asamblea, uniéndose a las jerarquías
celestiales, canta o recita las alabanzas a Dios.
c) Epíclesis (R): con ella la Iglesia, por medio de determinadas invocaciones,
implora el poder divino para que los dones que han presentado los hombres
queden consagradas, es decir, se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, y
para que la víctima inmaculada que se va a recibir en la comunión sea para
salvación de quienes la reciban.
d) Narración de la institución y consagración (R): en ella, con las palabras y gestos
de Cristo, se realiza el sacrificio que él mismo instituyó en la última cena. Es el
momento más solemne de la Misa; en él ocurre el misterio de la transformación
real del pan y el vino en el Cuerpo y Sangre de Cristo. Dios se hace presente ante
nosotros para que podamos estar muy cerca de Él. Es un misterio de amor
maravilloso que debemos contemplar con el mayor respeto y devoción. Debemos
aprovechar ese momento para adorar a Dios en la Eucaristía
21
Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.

e) Anámnesis (R): con ella la Iglesia, al cumplir este encargo que, a través de los
Apóstoles, recibió de Cristo Señor, realiza el memorial del mismo Cristo,
recordando principalmente su bienaventurada pasión, su gloriosa resurrección y la
ascensión al cielo.
f) Oblación(P): la asamblea ofrece al Padre la víctima inmaculada, y con ella se
ofrece cada uno de los participantes.
g) Intercesiones (P): con ellas se da a entender que la Eucaristía se celebra en
comunión con toda la Iglesia, celeste y terrena, y que la oblación se hace por ella y
por todos sus miembros, vivos y difuntos.
h) Doxología final (P): en ella se expresa la glorificación de Dios y se concluye y
confirma con el amen del pueblo.
Rito de la comunión Ya que la celebración eucarística es un convite pascual,
conviene que, según el encargo del Señor, su Cuerpo y su Sangre sean recibidos
por los fieles, debidamente dispuestos, como alimento espiritual. Significa "común
unión". Al acercarnos a comulgar, además de recibir a Jesús dentro de nosotros y
de abrazarlo con tanto amor y alegría, nos unimos a toda la Iglesia en esa misma
alegría y amor

a) La oración dominical (P): se pide el pan de cada día, con lo que también se
alude, para los cristianos, el pan eucarístico, y se implora el perdón de los
pecados. El embolismo, que desarrolla la última petición, pide para todos los fieles
la liberación del poder del mal.
b) El rito de la paz (P): con que los fieles imploran la paz y la unidad para la iglesia
y para toda la familia humana y se expresan mutuamente la caridad antes de
participar de un mismo pan.
c) El gesto de la fracción del pan:(P) realizado por Cristo en la última Cena, en los
tiempos apostólicos fue el sirvió para denominar la integra acción eucarística.
Significa que nosotros, que somos muchos, en la comunión de un solo pan de vida,
que es Cristo, nos hacemos un solo cuerpo (1 Co 10,17)
d) Inmixión o mezcla (P): el celebrante deja caer una parte del pan consagrado en
le cáliz [originariamente era un trozo del pan consagrado en otra comunidad del
domingo anterior: signo de comunión entre las diversas comunidades cristianas]
e) Mientras se hace la fracción del pan y la Inmixión, los cantores o un cantor
cantan el Cordero de Dios: Esta invocación puede repetirse cuantas veces sea
necesario para acompañar la fracción del pan. La última vez se acompañará con
las palabras danos la paz.
f) Preparación privada del sacerdote.
g) Luego, el Sacerdote muestra a los fieles el pan eucarístico.
h) Es muy de desear que los fieles participen del Cuerpo del Señor con pan
consagrado en esa misma Misa. Comulgar es la mejor forma de participar del
sacrificio que se celebra.
22
Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.

i) Mientras el sacerdote y los fieles reciben el Sacramento tiene lugar el canto de


comunión, canto que debe expresar, por la unión de voces, la unión espiritual de
quienes comulgan, demostrar, al mismo tiempo, la alegría del corazón y hacer más
fraternal la procesión de los que van avanzando para recibir el Cuerpo de Cristo. Si
no hay canto, se reza la antífona propuesta por la Misal.
j) Terminada la distribución de la comunión, el sacerdote y los fieles, si juzgan
oportuno, pueden orar un rato recogidos. Si se prefiere, puede también cantar
toda la asamblea un himno, un salmo o algún otro canto de alabanza.
k) En la oración después de la comunión, el sacerdote ruega para que se obtengan
los frutos del misterio celebrado. El pueblo hace suya esta oración con la
aclamación “Amén.”

4. RITO DE CONCLUSIÓN (P) El rito final consta de saludo y bendición sacerdotal,


y de la despedida, con la que se disuelve la asamblea, para que cada uno vuelva a
sus honestos quehaceres alabando y bendiciendo al Señor.

23
Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.

LA LITURGIA DE LAS HORAS DE LA PARROQUIA


1. – Desde los primeros cristianos
En el libro de los Hechos de los Apóstoles encontramos esta descripción de la
primera comunidad cristiana:
“Los hermanos eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles, en la
vida común, en la fracción del pan y en la oración” (Hechos 2, 42).
Efectivamente, un rasgo distintivo de los primeros cristianos se halla en sus
encuentros de oración, frecuentes durante el día, siguiendo la costumbre religiosa
que habían vivido y aprendido del judaísmo. Esto significaba que, a lo largo de la
jornada, se recogían en oración, ya sea en el Templo de Jerusalén o allí donde
cada uno se encontrara, varias veces. Esta costumbre no la abandonaron aquellos
judíos convertidos al cristianismo sino que, como vemos en el texto citado y en
tantos otros del Nuevo Testamento, los seguidores de Jesús eran hombres y
mujeres con una notable conciencia de la necesidad de la oración; la escuela que
habían vivido hasta aquel momento sobre todo gracias a los salmos, les resultaba
de lo más útil.
De esta forma, los cristianos, en continuidad con la herencia de Israel, hacen suya
la oración de las Horas, es decir, aquella oración ritual que, a lo largo del día, en
comunidad, expresaba y alimentaba su fe en el Señor muerto y resucitado.
Sin embargo, con el paso de los años y de los siglos, esta oración se va apartando
de la vida cotidiana de los cristianos. Dos grandes problemas forman una espesa
barrera entre esta oración y los bautizados: la lengua y la poca formación. El latín,
que se había introducido en la liturgia occidental durante el siglo IV, se convirtió
con el paso del tiempo en un grave obstáculo para poder participar en la oración
litúrgica, ya que a partir de un cierto momento ésta lengua se vuelve
incomprensible para la mayoría. Y, por otra parte, la escasa formación,
especialmente bíblica, hace que los salmos y las demás lecturas de la Sagrada
Escritura —ésta también en latín—, ya no sean el alimento espiritual deseado por
los cristianos durante siglos y siglos. De esta forma, la Liturgia de la Horas queda
reservada de facto a los clérigos, presbíteros y monjes, que conocían gracias a sus
estudios teológicos, tanto el latín como el contenido de las páginas sagradas.
Incluso para muchos su nombre pasa a ser Breviario, por el libro que utilizaban
los sacerdotes para su rezo (más “breve”, pequeño, que los grandes tomos en uso en los monasterios).

24
Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.

En esta situación llegamos a mediados del siglo XX, cuando la reforma litúrgica del
Concilio Vaticano II devuelve esta oración del Oficio divino a todo el pueblo de
Dios, recuperando su carácter originario de oración eclesial por excelencia.
Cabe decir, no obstante, que, anteriormente, el movimiento litúrgico, surgido en
Europa a fieles del siglo XIX, ya promovió el rezo de las Horas, sobre todo las
Vísperas, en comunidad, y de manera especial, en las parroquias.
El responsable de llevar a cabo la revisión deseada por el Vaticano II fue el
liturgista de Toulouse Aimé Georges Marimort que con un buen equipo de expertos
elaboró, siguiendo las directrices conciliares, la reforma de la Liturgia de las Horas,
logrando un resultado espléndido, tal como podemos ver en los diferentes
volúmenes que, traducidos a las lenguas vernáculas, hacen posible que los
bautizados puedan participar de la gran riqueza de esta oración.
2. – De cara al siglo XXI
El Papa Juan Pablo II, en su carta apostólica Al comienzo del nuevo milenio, afirma que:
Nuestras comunidades cristianas tienen que llegar a ser auténticas “escuelas de
oración”, donde el encuentro con Cristo no se exprese solamente en petición de
ayuda, sino también en acción de gracias, alabanza, adoración, contemplación,
escucha y viveza de afecto hasta el “arrebato” del corazón (n.33).
Así pues, en el proyecto cristiano para el nuevo milenio es fundamental que cada
comunidad cristiana sea una auténtica ocasión para todos de encontrarse y de
reencontrarse con el Señor, en aquella intimidad que marca indefectiblemente la
amistad auténtica.
Esto exige una formación espiritual seria y amplia, privilegiando aquella que posee
su raíz en la liturgia y que en ella se explana. De esta misma manera lo expresa el
Papa en el documento citado:
Hace falta, pues, que la educación en la oración se convierta de alguna manera en
un punto determinante de toda programación pastoral (n. 34).
En este sentido el texto citado explicita el deseo que, no únicamente en las
comunidades religiosas sino también en las parroquiales, todo el ambiente
espiritual esté marcado por la oración (cf. N. 34).
Por esto invita a valorar las formas populares de oración y, sobre todo, a educar en
las litúrgicas. Y manifiesta el ideal de una jornada “en que en la comunidad
cristiana se conjuguen los múltiples compromisos pastorales y de testimonio en el
mundo con la celebración eucarística y quizás con el rezo de Laudes y Vísperas” (n.
34). Conviene pues retomar la invitación del Papa al iniciar el nuevo milenio, para
promover eficazmente la oración de la Liturgia de las Horas en el seno de la
comunidad cristiana parroquial.
3. – ¿Qué es la Liturgia de las Horas u Oficio Divino?
La respuesta más autorizada a esta pregunta la hallamos en la Constitución sobre
liturgia del Concilio Vaticano II. En ella leemos:

25
Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.

El Sumo Sacerdote de la nueva y eterna Alianza, Cristo Jesús. Al tomar la


naturaleza humana, introdujo en este exilio terrestre aquel himno que se canta
perpetuamente en las moradas celestiales. El mismo une así la comunidad entera
de los hombres y la asocia al canto de este divino himno de alabanza.
Porque esta función sacerdotal se prolonga a través de su Iglesia, que, sin cesar,
alaba al Señor e intercede por la salvación de todo el mundo no sólo celebrando la
Eucaristía, sino también de otras maneras principalmente recitando el Oficio divino
(SC 83).
Cristo está, en el centro de este gran don, como no podía ser de otra manera. Y la
Iglesia continúa la oración de Cristo. Lo expresa muy bien el texto que a
continuación citaremos sobre los Principios y Normas de la Liturgia de las Horas
(que, a partir de ahora, citaremos con las siglas latinas oficiales IGLH [Instituto
Generalis de Liturgia Horarum].
Leemos:
Ya que el hombre proviene todo él de Dios, debe reconocer y confesar este dominio
de su Creador, como en todos los tiempos hicieron, al orar, los hombres piadosos.
La oración, que se dirige a Dios, ha de establecer conexión con Cristo, Señor de
todos los hombres y único mediador, el único por quien tenemos acceso a Dios.
Pues de tal manera él une así a toda la comunidad humana, que se establece una
unión íntima entre la oración de Cristo y la de todo el género humano. Pues en
Cristo y sólo en Cristo la religión del hombre alcanza su valor salvífico y su fin.
Una especial y estrechísima unión se da entre Cristo y aquellos hombres a los que
él ha hecho miembros de su cuerpo, la Iglesia, mediante el sacramento del
bautismo. Todas las riquezas del Hijo se difunden así de la cabeza a todo el
cuerpo: la comunicación del Espíritu, la verdad, la vida y la participación de su
filiación divina, que se hacía presente en su oración mientras estaba en el mundo.
También el sacerdocio de Cristo es participado por todo el cuerpo eclesial, de tal
forma que los bautizados, por la regeneración y la unción del Espíritu Santo,
quedan consagrados como templo espiritual y sacerdocio santo y habilitados para
el culto del nuevo Testamento, que brota no de nuestras energías, sino de los
méritos y donación de Cristo.
“El mayor don que Dios podía conceder a los hombres es hacer que su Palabra, por
quien creó todas las cosas, fuera la cabeza de ellos, y unirlos a ella como
miembros suyos, de manera que el Hijo de Dios fuera también hijo de los
hombres, un solo Dios con el Padre, un solo hombre con los hombres; y así,
cuando hablamos con Dios en la oración, el Hijo está unido a nosotros, y, cuando
ruega el cuerpo del Hijo, lo hace unido a su cabeza; de este modo el único
Salvador de su cuerpo, nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ora por nosotros,
ora en nosotros, y al mismo tiempo es a él a quien dirigimos nuestra oración.

26
Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.

Ora por nosotros, como sacerdote nuestro; ora en nosotros, como cabeza nuestra;
recibe nuestra oración, como nuestro Dios. Reconozcamos, pues, nuestra propia
voz en él y su propia voz en nosotros” (S. Agustín, Enarrationes in psalmos, 85, 1: CCL 39, 1176).
En Cristo radica, por tanto, la dignidad de la oración cristiana, al participar ésta de
la misma piedad para con el Padre y de la misma oración que el Hijo expresó con
palabras en su vida terrena, y que es continuada ahora incesantemente por la
Iglesia y por sus miembros en representación de todo el género humano y para su
salvación (IGLH 6-7).
4. – Iniciamos la jornada
Es muy apropiado que una comunidad parroquial inicie la jornada con la oración de
Laudes, que está situada justo al comienzo del día. Es una hora principal de la
Liturgia de las Horas, que junto con las Vísperas, constituyen el eje de la oración
litúrgica diaria.
¿Por qué rezar las Laudes?
La IGLH nos indica el contenido de esta oración:
Las Laudes matutinas están dirigidas y ordenadas a santificar la mañana, como
salta a la vista en muchos de sus elementos. San Basilio expresa muy bien este
carácter matinal con las siguientes palabras: “Al comenzar el día, oremos para que
los primeros impulsos de la mente y del corazón sean para Dios, y no nos
preocupemos de cosa alguna antes de habernos llenado de gozo con el
pensamiento en Dios, según está escrito: “Me acordé del Señor y me llené de
gozo” (salmo 76, 4), ni empleemos nuestro cuerpo en el trabajo antes de poner
por obra lo que fue dicho: “A ti te suplico, Señor, por la mañana escucharás mi
voz, por la mañana te expongo mi causa y me quedo aguardando (salmo 5, 4-5; S
Basilio de Grande, Regula efusius tractatae, resp. 37,3; PG 31, 1014)” (n.38).
Por lo tanto, la oración de las Laudes nos sitúa como comunidad orante ante Dios.
Al despertarnos, nos reencontramos a nosotros mismos con todo lo que somos y
tenemos. Recuperamos la conciencia de la propia condición como personas
humanas y como cristianos. Cada mañana se nos invita a sorprendernos de
nuestra dignidad y de la gran filantropía que Dios ha tenido y tiene
constantemente, ya que aunque seamos limitados y pecadores, el Amor nos anima
a no desfallecer pensando que las propias debilidades son más fuertes que la
voluntad salvadora de Dios; si así lo creyésemos nos equivocaríamos
completamente, y no habríamos comprendido el alcance de la muerte en cruz de
Jesús y el de su gloriosa resurrección. Él es siempre el más fuerte, y en este poder
se funda nuestra esperanza.
Por esto, las Laudes hacen memoria de la resurrección de Jesús, el Señor, y,
viendo cómo nace el alba de un nuevo día, recordamos que sólo Él es “la luz
verdadera, que alumbra a todo hombre (cf. Jn 1,9) y el “Sol de justicia” (Malaquías
20) “que viene del cielo” (Lc 1,78)” (IGLH 38).

27
Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.

Rezar con toda la Iglesia la oración de la mañana es una forma espléndida de


expresar nuestro amor al Amor. Es una manera espiritual de iniciar la jornada
salvando las propias pequeñeces y elevando el espíritu, dejándolo volar hasta las
alturas más sublimes de Dios. Es también una ocasión inigualable para hacer
experiencia de resucitados por la gracia de Dios, dado que por nuestros propios
méritos y virtudes nunca habríamos sido capaces de conseguir un don tan grande:
el de ser hijos de Dios en el Hijo.
¿Cómo rezar las Laudes en parroquia?
La respuesta a esta pregunta depende de las celebraciones litúrgicas que se hagan
en cada lugar. Si en nuestra parroquia hay una misa matutina podemos
pensar en convocar a los fieles un tanto antes de iniciar ésta para rezar las Laudes.
Haciéndolo así, esta oración sería realmente la alabanza con la que consagraríamos
el tiempo de la primera hora de la mañana y tendría su lugar y realización propios,
al tiempo que nos dispondría espiritualmente para la misa de una manera
inmejorable.
Si esto no es posible, tenemos que pensar en hacer Laudes y misa de forma unida.
Esta manera está también prevista por la IGLH. Así, rezamos los salmos y los
cánticos como una corona de alabanza a la Eucaristía, es decir, a la oración de
acción de gracias y de consagración por excelencia, que renueva el sacrificio de
Cristo en la cruz y su resurrección.
En el caso de unir la misa y las Laudes, ¿cómo se tiene que proceder? Es muy sencillo:
a. Se inicia la misa como de costumbre, es decir, con el canto de entrada, seguido
por el saludo del sacerdote. O bien, una segunda manera posible —y más
adecuada sobretodo para los días de feria— con la introducción inicial de las
Laudes seguida del himno, teniendo en cuenta que, cuando éstas son la primera
oración del día, el presidente de la celebración las inicia diciendo: “Señor, ábreme
los labios”, a lo que la asamblea responde: “Y mi boca proclamará tu alabanza”.
Estas frases se acompañan haciendo, todos, la señal de la cruz con el dedo pulgar
sobra la boca. b. Después del saludo o del himno, según haya sido el inicio, se
recitan los salmos con su antífona. c. Al acabar el tercer salmo, y después de la
oración colecta de la misa, se proclaman las lecturas de la misa, y todo continúa
de la forma acostumbrada hasta después de la comunión, cuando se recita el
cántico evangélico —el Benedictus— con su antífona. d. Después de esto, el
presidente de la celebración reza la oración de postcomunión y concluye la misa
con la bendición, como siempre.
Pero en realidad es que no en todas las parroquias hay misa matutina. A veces,
desgraciadamente, ni tan siquiera puede haberla en alguna otra hora del día. En
este caso, pensamos que esto no debería ser motivo para que la comunidad no
fuese convocada para la oración, también en los días de feria. Ya sabemos que la
convocación principal imprescindible es la del domingo, pero es muy lamentable
que durante toda la semana una iglesia parroquial permanezca cerrada o sin que
28
Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.

resuenen en ella las alabanzas de la Iglesia. La oración de la Laudes por la mañana


y de las Vísperas al atardecer puede ser un motivo muy bueno para los cristianos
que, a pesar de no tener Eucaristía por ausencia de presbítero, quieren alzar al
cielo su voz orante de alabanza y de acción de gracias, así como de petición, en fiel
comunión con toda la Iglesia Santa.

5. – Cuando el día va de caída


El otro gran momento de oración eclesial es el de las Vísperas. La IGLH nos
informa de los motivos importantes que la comunidad eclesial descubre para rezar
en esta hora.
Se celebran las Vísperas por la tarde, cuando atardece y el día va de caída, “en
acción de gracias por cuanto se nos ha otorgado en la jornada y por cuanto hemos
logrado realizar con acierto (S. Basilio el Grande, op. cit..: PG 31,1015). También
hacemos memoria de la redención por medio de la oración que elevamos “como el
incienso en presencia del Señor”, y en la cual “el alzar de nuestras manos” es
“como ofrenda de la tarde” (cf. Salmo 140,2). Lo cual “puede aplicarse también
con mayor sentido sagrado a aquella verdadera ofrenda de la tarde que el divino
Redentor instituyó precisamente en la tarde en que cenaba con los apóstoles,
inaugurando así los sacrosantos misterios de la Iglesia, y que ofreció al Padre en la
tarde del día siguiente, que representa la cumbre de los siglos, alzando sus manos
por la salvación del mundo” (Casiano, De institutione coenobiorum, lib. 3, cap.3; PL 49, 124.125). Y
para orientarnos con la esperanza hacia la luz que no conoce ocaso, “oramos y
suplicamos para que la luz retorne siempre a nosotros, pedimos que venga Cristo a
otorgarnos el don de la luz eterna” (S. Cipriano, De oratione dominica, 35:PL 4, 560).
Precisamente en esta Hora concuerdan nuestras voces con las de las Iglesias
orientales, al invocar a la “luz gozosa de la santa gloria del eterno Padre, Jesucristo
bendito; llegamos a la puesta del sol, viendo la luz encendida en la tarde,
cantamos a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo...” (IGLH 39).
Resumiendo, podemos decir que rezamos las Vísperas para:
◊ Dar gracias a Dios por toda la jornada, por todo lo que hemos recibido y por
todo lo que hemos hecho bien.
◊ Recordar el sacrificio vespertino de la cruz, fuente de nuestra salvación. ◊
Recordar la institución de la eucaristía en el atardecer del jueves santo. ◊ Centrar
nuestra esperanza en la luz que no tiene ocaso, la del cielo. ◊ Tomar conciencia de
la hermandad que existe entre las Iglesias de oriente y de occidente, unidas por
una tradición secular en los himnos litúrgicos de la hora vespertina.
¿Cómo rezar las Vísperas en la parroquia?
Aquí cabe decir lo mismo que más arriba al hablar de las Laudes. Si en nuestra
parroquia hay misa por la tarde podemos pensar en rezar las Vísperas antes.
Si esto resulta muy difícil por alguna razón, podemos unir esta oración a la misa,
29
Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.

siguiendo el mismo esquema indicado para las Laudes, aunque en este caso la
invocación inicial es el “Dios mío, ven en mi auxilio” del presbítero, y la asamblea
contesta con la aclamación “Señor, date prisa en socorrerme”, mientras todos
hacen la señal de la cruz desde la frente al pecho y del hombro izquierdo al
derecho, finalizando con el “Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo...”. Otra
posibilidad es la de comenzar con el canto de entrada y el saludo propio de la
misa, aunque también para las Vísperas este inicio parece más indicado para las
fiestas y los domingos.
Esta oración litúrgica tiene como protagonista indiscutible la Sagrada Escritura. El
esquema es el mismo que el clásico de la Liturgia romana para la palabra de Dios.
Es decir:
1. Antiguo Testamento
2. Nuevo Testamento: Cartas apostólicas
3. Nuevo Testamento: Evangelio
Esto, respecto a las Laudes y las Vísperas, se concreta de la manera siguiente:

LA PALABRA DE DIOS Y EL RITO


Después de la invocación inicial y del himno:
◊ Salmo matutino ◊ Cántico del Antiguo Testamento ◊ Salmo de alabanza ◊
Lectura breve; normalmente del Antiguo Testamento (y homilía, si se quiere). ◊
Responsorio breve ◊ Cántico evangélico de Zacarías (Benedictus) ◊ Peticiones de
ofrecimiento del día ◊ Padrenuestro ◊ Oración final ◊ Bendición y despedida
Después de la invocación inicial y del himno:

◊ Salmo de la hora vespertina (1) ◊ Salmo de la hora vespertina (2)


◊ Cántico del Nuevo Testamento: cartas de San Pablo o Apocalipsis
◊ Lectura breve: siempre de los escritos apostólicos o de los Hechos (y homilía, si se quiere)
◊ Responsorio breve
◊ Cántico evangélico de la Virgen María (Magnificat)
◊ Peticiones de intercesión universal
◊ Padrenuestro
◊ Oración final
◊ Bendición y despedida
Respecto a la ritualidad el Oficio divino se muestra muy discreto. Destacamos los
siguientes gestos:
◊ La señal de la cruz en la invocación inicial, como hemos explicado.
◊ Los participantes estarán de pie desde el comienzo de la oración hasta finalizar
el himno, y durante el cántico evangélico. De esta manera se destaca el momento
culminante de esta liturgia de la

LAUDES
30
Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.

VÍSPERAS
Palabra, junto al estar de pie, tal como hacemos en misa cuando se proclama el Evangelio.
6. – Durante el día
Hasta ahora hemos hablado de las dos oraciones que son el eje de toda la Liturgia
de las Horas. Pero con ellas no se agota nuestra oración litúrgica. Nos referimos
ahora a las llamadas “Horas menores” y también al Oficio de lectura.
Tercia, Sexta, Nona y Completas
Estas son las llamadas “Horas menores”. Sus nombres hacen referencia a la hora
del día en que tenía lugar la oración, según la nomenclatura y distribución de la
jornada que hacían los romanos, y que el Nuevo Testamento nos refiere a menudo.
Tercia era la hora tercera situada en torno a las nueve de la mañana; Sexta, la
hora sexta, en torno a las doce del medio día y, Nona la hora novena, a las tres de
la tarde.

Respecto a las Completas, ya se ve que su nombre no remite a ningún momento


cronológico concreto, sino que más bien nos indica algo a lo que no le falta nada,
es decir, que, con esta oración, el Oficio de una jornada queda completado.
Su estructura es más simple que la de Laudes y Vísperas. Consta sólo de un himno
después de la invocación inicial, tres salmos, una lectura breve y la oración
conclusiva.

Tratándose de Horas menores, evidentemente no les prestamos la importancia que


damos a las que son mayores, pero esto no quiere decir que no sean un referente
de oración importante, personal y comunitario.
Pensando en las parroquias, cabe considerar si los encuentros que tienen lugar
durante una jornada, ya sea de catequistas o de otros ámbitos de la vida
parroquial, no podrían ser introducidos o finalizados con la Hora menor que mejor
se ajuste aproximadamente al tiempo real, para santificar así cada momento.
Estas oraciones pueden unirse también a la misa, siguiendo el esquema que ya
hemos visto tanto para Laudes como para Vísperas.

¿Y las Completas?
Esta oración está pensada para inmediatamente antes del descanso nocturno y,
por lo tanto, es la última de la jornada.
Las Completas comienzan, como las demás Horas, con la invocación inicial: “Dios
mío, ven en mi auxilio”, con el “Gloria al Padre” y el “Aleluya” (que se omite en el
tiempo de Cuaresma). A continuación, es de alabar que se haga examen de
conciencia, que en la celebración común se hace en silencio o bien inserto en
alguna de las fórmulas que propone el Misal Romano para el acto penitencial.
Después se dice el himno correspondiente. En cuanto a la salmodia, el domingo,
después de las I Vísperas, se dicen los salmos 4 y 133; después de las II Vísperas
el salmo 90. Para los demás días se han elegido aquellos salmos que estimulan
31
Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.

sobre todo la confianza en el Señor; se autoriza que éstos puedan ser sustituidos
por los salmos del domingo, principalmente para comodidad de aquellos que
prefieren recitar las Completas de memoria.
Después de la salmodia se hace la lectura breve, a la cual sigue el responsorio: “En
tus manos, Señor”; a continuación se dice el cántico evangélico: “Ahora, Señor”,
con su antífona. La oración conclusiva es la correspondiente al día de la semana,
como se encuentra en el Salterio de Completas.
Después de la oración, incluso en la recitación privada, se dice la bendición: “El
Señor todopoderoso nos conceda”. Finalmente, se dice una de las antífonas a la
Santísima Virgen María.
Uno puede pensar que, en el marco de la vida parroquial, la recomendación del
rezo de Completas es más bien sobrante. Sin embargo, desde éstas páginas
defendemos justamente todo lo contrario. ¿No son numerosas las actividades que
se desarrollan en las comunidades parroquiales —y en otras tantas— durante las
primeras horas de la noche? Pensamos que lo más adecuado es plantear al final de
estas reuniones con la oración de las Completas.

7.– El Oficio de Lectura


Si queremos hacer una presentación global de la Liturgia de las Horas no podemos
dejar de hablar del Oficio de lectura. Se trata de una “Hora sin hora”; es decir, de
una oración que puede ser rezada en el transcurso de toda la jornada, durante el
día o durante la noche. Así, por ejemplo, si vamos a un monasterio podemos ver a
los monjes o a las monjas haciendo esta oración cuando todavía es de noche,
imitando así el ejemplo del Maestro que a menudo se retiraba a rezar cuando
reinaba la oscuridad.
Sin embargo, nosotros podemos situar esta oración en el momento que nos sea
más propicio y que pueda asegurar que tendremos un rato de tranquilidad para
la escucha de la palabra de Dios, ya que la esencia de esta Hora se encuentra
justamente aquí. En ella nos disponemos a escuchar lo que Dios nos ha revelado
en la Historia de la salvación, y hacer de ello una meditación orante, con la ayuda
de lecturas espirituales de autores cristianos acreditados.
La participación en la liturgia nos hace más sensibles de la total necesidad que
tenemos de alimentarnos de la palabra de Dios. Pero no es un leer por leer, sino
en contexto orante, de diálogo con quien nos habla. El Oficio de lectura nos ayuda
a convertirnos en discípulos del Maestro interior, que nos alecciona con sus
palabras de vida eterna.
Por su identidad, no es demasiado apropiado que esta oración, en torno a la
palabra de Dios, se una a la misa.
¿Qué aplicación tiene en la vida de una parroquia? Evidentemente será poca si,
ante, uno no se afana por hacer encontrar el gusto a las Sagradas Escrituras.
Cuando éste no existe, aparece en el contexto de las acciones litúrgicas la queja
32
Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.

fácil por lo que se considera un número excesivo de lecturas o su longitud. En


cambio, quien sabe saborear los textos bíblicos, goza con ellos, y éstos le resultan
espiritualmente indispensables.
Así pues, proponemos que las comunidades parroquiales y todos los grupos o
movimientos de vida cristiana puedan a menudo rezar con el Oficio de lectura,
tanto cuando lo prevé la celebración litúrgica misma — por ejemplo en la misa de
la noche de Navidad— como en ocasiones puntuales en el marco de un retiro, de
unos ejercicios espirituales o, simplemente, en una convivencia que ha de estar
llena de presencia de Dios.
¡Cuánto bien nos haría si, al organizar una oración, pensáremos más en escuchar
al Señor que en decir y cantar muchas cosas! La consigna podría ser, para una
oración cada vez más pura: “Menos palabras, más Palabra”.
Sin embargo, lo que hemos dicho hasta aquí no niega que también se pueda —y
convenga— hacer oración con otras fórmulas, no litúrgicas; bien cierto.
Nos recuerda ya el Vaticano II que “la participación en la sagrada liturgia no
abarca toda la vida espiritual” (SC 12). Y todavía más: la misma Constitución
conciliar aquí citada, recomienda vivamente lo que llama “ejercicios piadosos”, es
decir, oraciones de composición libre, según las sensibilidades espirituales de la
persona o del grupo.
8.– Los distintos ministerios litúrgicos
La Liturgia de las Horas es una oración que reclama una presencia ministerial
significativa.
Por tanto, al pensar en la celebración de alguna Hora del Oficio en la parroquia,
tenemos que hacer lo posible para que no falten los ministerios litúrgicos
necesarios, para que las acciones se pueden realizar de forma expresiva. Es lo que
dice la IGLH 254: “Toda celebración con asistencia del pueblo la presidirá
ordinariamente el sacerdote o el diácono, debiendo estar presentes asimismo otros
ministros”.
Por lo tanto, corresponde al obispo o al presbítero presidir la celebración de la
Liturgia de las Horas. En su ausencia, preside el diacono. Y si no hay ningún
ministro ordenado, “el que preside el Oficio es solamente uno entre iguales; no
sube al presbiterio y no saluda ni bendice al pueblo” (IGLH 258).
El presbítero o el diácono pueden llevar la estola sobre el alba, y el presbítero,
incluso la capa pluvial.
Y, ¿cuáles son las funciones de cada uno exactamente? Nos lo dice la IGLH:
Pertenece al sacerdote o diácono que preside, desde su sede, el dar comienzo al
Oficio con la invocación inicial, invitar a rezar las preces y el Padre Nuestro, decir
la oración conclusiva, saludar al pueblo, bendecidlo y despedirlo (n. 256).
Quienes desempeñan el oficio de lector leerán de pie, en un lugar adecuado, las
lecturas, tanto las largas como las breves (n.259).

33
Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.

El comienzo de las antífonas, de los salmos y de los otros cantos han de hacerse
por uno o varios cantores (n. 260).
Advertimos a los lectores que, también aquí, las lecturas, ya sean largas o breves,
tienen que ser leídas como una auténtica proclamación de la palabra de Dios. El
enunciado acostumbra a ser así: “De la carta de San Pablo a los romanos”, por
ejemplo, prescindiendo de la palabra “Lectura” al inicio. Y para acabar se omite el
“Palabra de Dios”, y la asamblea responde en silencío, sin ninguna aclamación.
Y en las preces, ¿quién debe leerlas? Según IGLH 257, puede recitarlas el
sacerdote o un ministro. Sobre el cómo hacerlo, hay varias posibilidades.
Normalmente, el libro de la Liturgia de las Horas prevé que, el presidente, al
introducir las intercesiones, explicite ante la asamblea la respuesta escogida. Pero
si no se va a responder con la frase señalada en el libro, el presidente debe
omitirla ya en la introducción.
Se puede responder, también, a cada petición, con un momento de silencio, el cual
es a menudo más elocuente que muchas palabras, y más aquí, donde las preces
están redactadas en la forma presbiteral, es decir, directamente dirigidas a Dios.
En una palabra, y como norma general, las preces, tanto de Laudes como de
Vísperas, tienen que ser introducidas y leídas como en la celebración eucarística.
Por lo que respecta a los lugares litúrgicos, si la Liturgia de las Horas se reza en la
iglesia, el presidente, revestido con sus ornamentos, tiene que ocupar la sede, y
ejercer desde ella su ministerio, incluso el de la homilía; el lector debe proclamar
las lecturas bíblicas desde el ambón; las preces y los otros textos no bíblicos deben
ser leídos desde un lugar adecuado para la comunicación con la asamblea, pero no
desde el ambón. Los ministros tienen que sentarse en el presbiterio, de forma que
puedan desarrollar su servicio con comodidad. No es adecuado, sin embargo, que
se coloquen al lado del sacerdote, como formando una “presidencia compartida”
(esto vale también para los ministros ordenados presentes en la oración), sino en
un lugar más discreto.

9.– Cumbre y fuente de la acción pastoral


Ojalá estas páginas animen a los miembros de nuestras parroquias a una vida de
oración más intensa con la Liturgia de las Horas, conscientes que, si lo hacen así,
están colaborando de la mejor manera posible al éxito de la acción pastoral, que se
despliega en tantos frentes en una parroquia.
Digámoslo con las palabras de la IGLH:
Los que toman parte en la Liturgia de las Horas contribuyen de modo misterioso y
profundo al crecimiento del pueblo de Dios (cf. PC 7); ya que las tareas apostólicas
se ordenan “a que todos, una vez hechos hijos de Dios por la fe y por el bautismo,
se reúnan, alaben a Dios en medio de la Iglesia, participen en el sacrificio y coman
la cena del Señor (SC 10).

34
Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.

De este modo, los fieles expresan en su vida y manifiestan a los otros “el misterio
de Cristo y la naturaleza auténtica de la verdadera Iglesia, que tiene como
propiedad el ser visible y dotada de elementos invisibles, entregada a la acción y
dada a la contemplación, presente en el mundo y, sin embargo, peregrina” (SC 2).
A su vez, las lecturas y oraciones de la Liturgia de las Horas constituyen un
manantial de vida cristiana.
Ésta se nutre de la mesa de la sagrada Escritura y de las palabras de los santos, y
se robustece con las plegarias. Pues sólo el Señor, sin el cual nada podemos hacer
(cf. Jo 15, 5) y a quien acudimos con nuestros ruego, puede dar a nuestras obras
la eficacia y el incremento (cf. SC 86), para que diariamente seamos edificados
como morada de Dios por el Espíritu (cf. Ef 2,21-22), hasta que lleguemos a la
medida de Cristo en su plenitud (cf. Ef 4,13), y redoblemos las energías para llevar
la buena nueva de Cristo a los que están fuera (cf. SC 2).
Para que se adueñe de esta oración cada uno de los que en ella participan, para
que sea manantial de piedad y de múltiples gracias divinas, y nutra, al mismo
tiempo, la oración personal y la acción apostólica, conviene que la celebración sea
digna, atenta y devota, de forma que la misma mente concuerde con la voz (cf. SC
90; S. Benito, Regla, c. 19). Muéstrense todos diligentes en cooperar con la gracia
divina, para que ésta no caiga en el vacío. Buscando a Cristo y penetrando cada
vez más por la oración en su misterio (cf. PO 14; OT 8), alaben a Dios y eleven
súplicas con los mismo sentimientos con que oraba el divino Redentor (IGLH 18-19).
Sumario 1 Desde los primeros cristianos 2 2 De cara al siglo XXI 33 ¿Qué es la
Liturgia de las Horas u Oficio Divino? 4 4 Iniciamos la jornada 6 5 Cuando el día va
de caída 9 6 Durante el día 12 7 El Oficio de Lectura 14 8 Los distintos ministerios
litúrgicos 15 9 Cumbre y fuente de la acción pastoral 17

EL ANIMADOR DE LA CELEBRACIÓN
La "animación" de una Eucaristía es un ministerio complejo, que puede abarcar
varios de los servicios que ayudan a una comunidad a celebrar: el del "monitor" o
"comentador", el del "guía" y conductor que trata de coordinar los demás
ministerios, así como el rito de la celebración, al modo como lo hace el "maestro
de ceremonias" en las celebraciones más solemnes, sobre todo con la presidencia
del Obispo; a veces el animador se encarga también de la dirección de la parte
musical de la asamblea.

El monitor o comentador
Se ha hecho ya general en nuestras celebraciones la presencia de un monitor. El
Misal lo describe así: "entre los ministros que ejercen su oficio fuera del presbiterio
está el comentarista (en latín se le llama "commentator", como también lo hacía el
Concilio en SC 29), que es el que hace las explicaciones y da avisos
("admoniciones": queda pobre la traducción con "avisos"), para introducirlos en la
35
Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.

celebración y disponerlos a entenderla mejor" (IGMR 68). El servicio que un


comentador realiza en la celebración es muy antiguo, aunque el nombre y el
énfasis actual sean recientes. Los diáconos, ya en los más antiguos libros
litúrgicos, tenían encomendado ir guiando con sencillas explicaciones al pueblo en
la celebración.
Ti
En el Concilio de Trente (Denzinger 946), al tratar de la lengua latina o vulgar en
la Eucaristía, se hablaba de un servicio a la comunidad que pudiera interpretarse
en esta dirección: "manda el Concilio a los pastores... que frecuentemente durante
la celebración de las Misas, por sí o por otro, expongan algo de lo que en la Misa se
lee, y entre otras cosas declaren algún misterio de este santísimo sacrificio,
señaladamente los domingos y días festivos". Se discute si esta norma se refiere a
lo que hoy llamamos moniciones o bien a la homilía. Fue hace apenas treinta aflos
cuando se dibujó por primera vez esta figura del monitor: en la Instrucción de
1958 sobre música y liturgia. La celebración era todavía en latín, y por tanto la
tarea que se le encomendaba a este ministro, a ser posible clérigo, era
notoriamente distinta de la que hoy conocemos. Después de unos años de claro
aprecio, no es raro oir cómo se formulan ahora dudas e interrogantes sobre si
sigue siendo útil el ministerio del monitor. En efecto, si las moniciones se
concebían tal vez al principio como el medio para ir orientando a la asamblea
cristiana a través de los varios ritos, porque estos eran "nuevos", recién
reformados; o bien, si su función se entendía como una ayuda para entender el
contenido de las oraciones o de las lecturas, porque todavía eran en latín, ahora
que ya los ritos nos son familiares y la lengua en que celebramos es la nuestra,
podría pensarse que las moniciones ya no son necesarias. Pero evidentemente
cuando hablamos de las moniciones y de su función en nuestra Eucaristía
dominical, entendemos algo bastante más profundo, con una identidad muy
específica.
Moniciones del presidente o del diácono
Algunas de estas intervenciones parecen más propias del presidente de la
celebración: aquellas que contienen más mensaje espiritual y que guían a la
comunidad en sus actitudes interiores, dejando para otros las que más bien se
refieren a las posturas o a la explicación concreta de un canto o de una lectura. Así
la monición de entrada se concibe más en boca del mismo presidente. Es su primer
contacto con la asamblea, además del saludo inicial. Con palabras breves,
humanas y espirituales a la vez, trata de motivar próximamente la celebración que
empieza, conectarla con la vida, con la fiesta o las circunstancias especiales del
día. No se trata de una homilía adelantada: a las lecturas y su mensaje ya les
llegará su tiempo más tarde. Se trata de que esta monición (junto con el canto y
los otros elementos) ayude a conseguir la finalidad última del rito de entrada:
crear la conciencia de que todos forman una comunidad celebrante y que se
36
Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.

preparen a lo que van a hacer en común (cfr. IGMR 24). A lo largo de la Eucaristía
se invita varias veces a los fieles a la oración: en el acto penitencial, en las
oraciones breves (colecta, ofrendas, poscomunión), la Oración Universal, el
Padrenuestro, etc. Esta monición (la más breve es "oremos") quiere motivar, crear
ambiente de oración. Es propia del presidente. Las "intenciones" litánicas que
pueden seguir después, en el acto penitencial, en la oración universal, o en las
"preces" de Laudes y Vísperas, sí pertenecerían a ser posible a otro ministro.
También sería más adecuada en sus labios, si se hace, la monición antes de la
Plegaria Eucarística, motivando brevemente la actitud de alabanza o de memorial
de la Pascua. Antes de las lecturas caben varios modos de realizar las moniciones.
Se puede hacer una en conjunto para todas ellas, sobre todo si tienen unidad entre
sí, como en las grandes fiestas. O bien decir una a cada lectura o a alguna de ellas.
Si lo prefiere, estas moniciones las puede hacer el presidente: "corresponde al
presidente introducir, de vez en cuando, a los fieles mediante unas moniciones, en
la liturgia de la palabra, antes de la proclamación de las lecturas" (OLM 42). Así se
hace por ejemplo antes de la serie de lecturas de la Vigilia Pascual. Pero en
seguida añade: "esta función puede ejercerla por medio de otros, por ejemplo, del
diácono o del comentador". En todas las moniciones del presidente (para el acto
penitencial, el Padrenuestro, el gesto de la paz, la comunión, etc.) cabe siempre la
posibilidad, que el Misal le recuerda (IGMR 11), que no las diga tal como están en
el libro, sino que las adapte a las circunstancias del día o de la comunidad. Al
diácono se le encomiendan tradicionalmente otras moniciones más relacio- nadas
con la marcha externa de la Eucaristía: "daos fraternalmente la paz", "podéis ir en
paz", "arrodillaos", "podéis levantaros"... También son propias del diácono, en
principio, las intenciones de la Oración Universal. Estas intenciones, dirigidas nor-
malmente, no a Dios, como si fueran una oración resumida, sino a los fieles, recor-
dándoles las intenciones por las que vale la pena que ore una comunidad cristiana,
son como una monición. La oración propiamente dicha no son las intenciones, sino
la respuesta que les da la comunidad, que, ella sí, dirige su oración a Dios.
Las difíciles moniciones antes de las lecturas
Excepto en aquellas intervenciones que el Misal atribuye específicamente al
presidente, las moniciones las puede realizar un laico preparado, que asume así,
sobre todo en ausencia del diácono, este servicio a la comunidad. Por ejemplo,
antes de las lecturas, tanto si se hace una monición global, o bien detallada para
cada lectura. Estas moniciones "podrán ser de gran ayuda para que la asamblea
reunida escuche mejor la palabra de Dios, ya que promueven el hábito de la fe y
de la buena voluntad" (OLM 42). Son breves intervenciones del monitor que
quieren ayudar a que la comunidad escuche con más atención, despertando su
interés, situando la página que se va a escuchar en un contexto que la haga más
accesible. No es fácil el género literario de estas moniciones. No deben ser, por
ejemplo, una homilía anticipada, o un resumen de lo que ya la lectura misma va a
37
Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.

decir. Al principio, cuando se escuchaban estas lecturas en latín, sí se esperaba


que alguien ayudase a los fieles a captar su contenido. Ahora no se trata de
adelantar el contenido o de resumirlo, sino de preparar la escucha, motivar la
actitud de interés y de "obediencia de fe".
35
A veces, por ejemplo, es útil presentar brevemente el contexto histórico de una
lectura: una página profética se capta de un modo más concreto si se sabe que
está escrita durante el destierro, o bien después de la vuelta, en la época de la
restauración de Israel; unas recomendaciones de Pablo se entienden si se recuerda
que están escritas desde la cárcel o en unas circunstancias concretas de la
comunidad a la que se destinan. Un monitor, en el caso de la lectura ferial
continuada, dice amablemente a sus hermanos que "hoy empieza, para tres
semanas, la lectura del libro del Génesis", y brevemente sugiere el interés que
puede tener para nuestro camino cristiano el ejemplo de Abraham. Otras veces la
monición intenta despertar la atención de la comunidad a partir de las
circunstancias que estamos viviendo en la actualidad: las palabras de Pablo o de
Cristo las anuncia como respuesta concreta a interrogantes o problemas nuestros.
O bien suscita la pregunta: ¿alabaría Cristo nuestro modo de comportarnos en tal
situación? ¿se nos podrán aplicar las palabras duras que va a dirigir contra los
fariseos? ¿merecen nuestras comunidades las alabanzas que vamos a escuchar de
Pablo referidas a la comunidad de Roma, o la riña que va a dirigir a la de Corinto?
La monición no adelanta todavía cuáles son los motivos o los términos de la
alabanza o de la riña: eso lo tiene que traer consigo una buena lectura y luego el
comentario y la exhortación de la homilía. La monición lo que hace es presentar
que la lectura que vamos a escuchar es de interés también para nosotros: "abrir el
apetito".
También el salmo responsorial
En general antes de los cantos no se suelen hacer moniciones. Y sin embargo la
comunidad canta con mayor conciencia y gusto si alguna vez la motivamos
diciéndole por qué cantamos este canto y desde qué actitud interior. Esto es más
interesante en el caso del salmo responsorial: "también pueden ayudar unas
breves moniciones en las que se indique el por qué de aquel salmo determinado y
de la respuesta y su relación con las lecturas" (OLM 19). Una monición bien
pensada puede sugerir los sentimientos y el talante interior que están en la base
de un salmo. El profeta, por ejemplo, nos invitaba en la lectura a la esperanza (le
invitaba a Israel, pero nosotros hemos asumido para nosotros la invitación). Ahora
el salmo nos quiere hacer ejercitar esta esperanza, y por eso varaos a repetir entre
las varias estrofas nuestra intervención cantada: "en Dios pongo mi esperanza...".
Y así en otros salmos con la alabanza eufórica o con el arrepentimiento o con el
compromiso de vida moral. El salmo prolonga el mensaje y la actitud que suscitaba
la lectura. Muchas veces esta relación es evidente. Pero otras es útil hacerla notar.
38
Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.

Es la función de la monición. Lo que se dice del salmo responsorial en la Misa, se


tendría que decir de las moniciones a los salmos de la Liturgia de las Horas. Un
monitor o guía puede contribuir a que una comunidad cante o recite los salmos
desde una actitud espiritual rica, saboreándolos, diciéndolos desde dentro. Si la
única "monición" que se oye es que "los salmos de hoy están en tal página, y los
diremos a dos coros: los de la izquierda son el primer coro..." poca ayuda
espiritual estamos dándoles a los demás. Mientras que si hemos acertado con el
tono de una monición, podemos sugerir con pedagogía y eficacia con qué espíritu
podemos decir hoy nosotros este salmo de alabanza o de lamentación o de
reflexión sapiencial sobre la vida. La monición ayuda a conectar un salmo con la
vida, con Cristo que sigue orando, o con la Iglesia y la humanidad que encarnan
hoy los dolores y las alegrías, las esperanzas y los miedos del salmo.
Las cualidades de la buena monición
Es interesante la evolución que se nota en los varios documentos sobre las
moniciones litúrgicas. A medida que pasa el tiempo, son más insistentes las
recomendaciones de brevedad y de discreción. En el documento conciliar se pedía
ya que fueran "breves" y "sólo en los momentos más oportunos, con las palabras
prescritas u otras semejantes" (SC 35). Luego el Misal, en 1969, recomienda al
comentador que "lleve bien preparados sus comentarios, con una sobriedad que
los haga asimilables" (IGMR 68). Al año siguiente, en la instrucción de 1970, y
como si la experiencia hubiera aportado un cierto grado de escarmiento, se dice
que "estas palabras sean breves y eficaces, pensadas de antemano... evítese toda
exageración y diga sólo lo que verdaderamente es necesario" (n. 3). El nuevo
Leccionario, de 1981, insiste en las cualidades de una buena monición. La lista de
adjetivos y matices es significativa: "breves y apropiadas... sencillas, fieles al
texto, breves (por segunda vez en el mismo número), preparadas minuciosamente
y adaptadas al matiz propio del texto al que deben introducir" (OLM 15). Se
advierte que no es fácil acertar con el tono de estas intervenciones: "hay que
atender con mucho cuidado al género literario de estas moniciones" (OLM 15). Más
tarde se siguen pidiendo cualidades para estas moniciones: "breves" (OLM 19),
"unas explicaciones y moniciones oportunas, claras, diáfanas por su sobriedad,
cuidadosamente preparadas, normalmente escritas y aprobadas con anterioridad
por el celebrante" (OLM 57). Se insiste, pues, en que sean breves. Todos tenemos
experiencia de cómo unas intervenciones largas dan al conjunto de la celebración
un tono pesado, escolástico y farragoso. Que sean sencillas, diáfanas. Se trata de
ayudar a captar mejor el contenido de los ritos o de las lecturas. Eso no se logra
con frases alambicadas, a base de oraciones subordinadas, queriendo decirlo todo.
Que sean fieles al texto. Cada pasaje tiene su propio tono y cada gesto ritual su
finalidad: la monición debe ayudar a escuchar la lectura desde la actitud justa (sin
manipular su interpretación, dejándola abierta) y a realizar el gesto simbólico (por
ejemplo, el gesto de la paz) exactamente dentro de su identidad y finalidad.
39
Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.

Que sean discretas: discretas en número (no hace falta que se hagan todas las
posibles, sino las que parezcan más convenientes, y no siempre las mismas). El
monitor -así como el diácono o el presidente en sus intervenciones libres-deben
evitar la tentación de la palabrería. A veces se les nota una verdadera obsesión
didascálica, una vez que se han apoderado del micrófono. Eso hace que las
moniciones, en vez de ayudar y crear ambiente, lo que hacen es agotar y aturdir a
los fieles. Las moniciones se espera que sean pedagógicas, o sea, que produzcan
con sus palabras y sugerencias el efecto deseado: despertar el interés por la
lectura, o suscitar la actitud interna desde la que cantar un canto o realizar un
gesto. Todo esto supone que estén bien preparadas. Ya hemos oído cómo insisten
en ello los documentos. Normalmente por escrito (ese "normalmente" ya dice
también el margen de flexibilidad de estas normas) y además en coordinación con
el presidente: es importante que haya confluencia de direcciones entre el
presidente con su homilía, el que hace las moniciones y el que escoge y dirige los
cantos. Todos tienen una única finalidad: ayudar a que la comunidad escuche y
cante y celebre mejor. Si en vez de unir, dispersan la atención, se les hace un flaco
servicio a los fieles.
Pistas sencillas sobre el modo de hacerlas
Sobre la manera concreta de realizar las moniciones bastará recordar unas pistas
bien sencillas. Es conveniente que las moniciones de una celebración las diga la
misma persona: para dar unidad al conjunto. El que proclama la lectura no debe
ser el que también dice la monición: es mejor distinguir claramente lo que es
"palabra nuestra", más o menos explicativa, y lo que es "Palabra de Dios". Las
moniciones no se tienen que hacer desde el ambón: lo decía ya el Misal (IGMR 68
y 272) y lo repite el Leccionario (OLM 33). La razón es sencilla: el ambón se
reserva a la proclamación de la palabra revelada; por tanto habrá que establecer
otro lugar desde el que decir las moniciones. Las moniciones es mejor "decirlas",
aunque estén escritas. También es verdad que algunas personas saben muy bien
"decir" aunque estén "leyendo". La monición pide una comunicatividad especial.
Las moniciones que ofrecen los libros o las hojas pastorales las tiene que
considerar el monitor (o el equipo que prepara la celebración) como sugerencias,
como material que tendrá seguramente mucho de aprovechable, pero no como
dogmáticas. A partir de lo que allí se dice, con sentido litúrgico y sintonía con la
comunidad, deben llegar al lenguaje más válido de una monición.
Animador, guía, coordinador
Además de las moniciones, le tocan a esta misma persona que llamamos
38
"animador" o guía de la celebración otros ministerios. Algunos los asume como
prolongación del presidente o el diácono, otros como el equivalente del "maestro
de ceremonias", o incluso del director de canto: son diversas intervenciones que
40
Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.

sirven para conducir y animar la celebración. Es verdad que el guía y coordinador


nato de la celebración es el presidente. Pero la imagen de la comunidad queda
mejor expresada cuando el sacerdote asume sólo aquellas funciones estrictamente
presidenciales y deja a los laicos la realización de otras, poniéndose de acuerdo
antes con el "animador" o "monitor". Lo que se espera de este ministro es, ante
todo, que coordine, de acuerdo con el presidente, los varios ministerios en torno a
la celebración: cantos, intenciones de la oración universal (las hace él o ha
preparado a alguien para que las diga), las del acto penitencial (lo mismo: las
puede encargar a alguien), las moniciones (normalmente las hace él mismo). El es
el que da unidad a todo como un director de orquesta, que no se sobrepone al
presidente, sino que, en conexión con él, se ocupa de la marcha armónica de la
celebración. El buen animador sabe dar entrada con una sencilla mirada al lector o
al cantor o a los que van a formar la procesión de ofrendas. Es como un maestro
de ceremonias, del que vuelve a hablar elogiosamente el nuevo Ceremonial de los
Obispos (nn. 34-35) cómo del que depende la "belleza, sencillez y orden" de la
celebración, y que ya el Misal (IGMR 69) nombraba como el encargado de preparar
la acción y encargarse de que todos los ministerios funcionen debidamente.
Depende en gran parte de él el que la celebración tenga el ritmo debido. El ritmo
depende de la proporción entre los varios elementos (por ejemplo, el equilibrio
entre palabras y silencios, entre canto y recitados, entre música escuchada y
realizada). Depende también del tono de serenidad o de precipitación que se
transmita a los fieles en la sucesión de los varios momentos. Un buen guía de la
celebración sabe conseguir con discreción, sin apenas hacerse notar, que haya un
momento de silencio y pausa en el momento justo, o que al revés se siga la
sucesión de las cosas con mayor agilidad. "Animar" una celebración es darle
ánimos, darle alma, darle vida. Para eso no hacen falta cosas muy nuevas y
espectaculares. Muchas veces basta dar verdad a cada elemento, y sobre todo,
darle el ritmo adecuado. Respecto a los avisos o comunicaciones que se suelen
dar, habría que afirmar, ante todo, que es bueno que se tengan: pueden ser un
factor interesante para crear un clima de corresponsabilidad de los fieles en las
varias actividades de la comunidad parroquial. Que se enteren de que las sesiones
de la catequesis, de niños o de adultos, empiezan esta semana, o que los jubilados
organizan una excursión, o que se van a realizar conferencias de formación
permanente para todos, o que esta semana toca una fiesta y por eso van a
cambiar los horarios, o que se está haciendo una campaña de asistencia social. Es
bueno que la convocatoria no sea sólo para la oración estrictamente dicha, sino
también para las vivencias extralitúrgicas de la comunidad. Ahora bien, estos
avisos o comunicaciones no se hacen en la homilía, o inmediatamente después de
la homilía: estos momentos ya tienen su propia identidad, que no conviene distraer
hacia otras direcciones. Su puesto mejor parece ser al final, antes de la despedida.
Y las puede hacer el mismo sacerdote presidente, o tal vez, en coordinación con él,
41
Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.

el "animador" o monitor laico (o el diácono si lo hubiera). Y no hace falta decir que


sean breves y discretas estas comunicaciones. Como dice el Misal, se trata de
"oportunos anuncios o advertencias al pueblo" y que se hagan "con brevedad"
(IGMR 123). Para cosas menos importantes ya hay carteleras u otros cauces de
información.
Consejos (amables) al animador litúrgico
1. Tenga Ud. paciencia. No se desanime fácilmente. Persevere en su empeño de
dar calidad a las celebraciones y hacerlas más vivas, para bien de todos, ministros
y fíeles. No todo saldrá siempre a pedir de boca y siguiendo los magníficos planes
que Ud. y el equipo litúrgico han pensado. No importa. Encaje con humor los
imprevistos. No se altere en ningún momento. Dé a la asamblea la impresión de
que todo va bien, que lo están haciendo estupendamente. Así contagiará paz y
serenidad y hará que la celebración sea más amable. 2. A Ud. le toca coordinar a
los que se mueven en los diversos ministerios. Su papel es el de "repartir juego",
de modo que tal vez Ud. mismo (misma) no hace demasiadas cosas, pero sí está al
quite para que se hagan por la persona designada y en el momento justo. A lo
mejor Ud. hace nada más que las moniciones, y se ha cuidado de repartir a otros
el acto penitencial o las intenciones de la oración universal y la dirección de los
cantos. Recuerde la alabanza que se hace del arbitro de fútbol: cuando la gente
apenas se ha dado cuenta de que también él estaba presente en el campo, buena
señal. Ha sabido dirigir a todos con suavidad. 3. Sobre todo tiene que contribuir
Ud. a que el ritmo de la celebración sea el justo. Ni precipitado ni excesivamente
lento, ni atropellado ni pesado. Un ritmo sereno, con los debidos y breves
momentos de silencio y pausa (entre la primera lectura y el salmo, entre el salmo
y la segunda lectura...), de modo que las cosas, por bien preparadas, se sucedan
con fluidez, lo que comunica a todos una sensación de bienestar y también de
dignidad de lo que se celebra. (Le estoy hablando con tratamiento de Ud., porque
le supongo una persona adulta, no un niño o un adolescente. Además, una persona
digna de todo respeto por parte de la comunidad (si no, no se atrevería a estar
delante de todos, animándoles y dirigiéndoles). Un animador litúrgico no hace falta
que sea doctor en filosofía ni que haya hecho estudios especiales de dinámica de
grupos. Pero sí tiene que poseer unas cualidades. No todos valen para dirigir a una
comunidad en un momento tan importante como es la celebración litúrgica). 4. No
se sobreponga Ud. al presidente de la celebración, que es más importante que Ud:
no por sus cualidades, sino porque en este momento privilegiado está
representando a Cristo Jesús. Ud. es una persona que "ayuda" al presidente a
"ayudar" a la comunidad. Los dos son "ministros", que quiere decir "servidores y
ayudantes" (de la comunidad). Pero él es el principal director de la celebración. No
es bueno -y por eso, seguro que lo evita Ud. ya cuidadosamente- que lo de ser
animador se le suba a la cabeza y se atribuya excesivo protagonismo. Evite los
modos del "show-man" (o -woman). Su voz, su talante, deben ser claramente de
42
Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.

"servidor" y no de "dueño". Más aún, de servidor secundario, después del


presidente. Lo cual ya es mucha humildad. Pero como Ud. se toma este ministerio
como una auténtica vocación, está dispuesto a aceptar esto y más. 5. Su servicio a
la comunidad requiere un lugar adecuado, visible, delante de todos (no una voz
"en off', anónima). Pero sin subirse al ambón. El ambón es el lugar "reservado al
anuncio de la Palabra" (IGMR 272 y OLM 33). Cuando el Misal habla de Ud., dice
que "el comentarista ocupa un lugar adecuado entre los fieles, que, a ser posible,
no conviene que sea el ambón" (IGMR 68). No se trata de que por ser Ud. laico no
le quieran dejar subir al presbiterio o al ambón. Lo hacen y con pleno derecho los
lectores y lectoras. Es que ese lugar se ha querido reservar sólo a los que
proclaman la Palabra de Dios, no para otras palabras, interesantes, pero no tan
significativas. Tendrán que pensar, pues, los responsables de la iglesia, en
prepararle a Ud. un micro y un lugar para su actuación de monitor y coordinador.
Un lugar que no hace falta que sea tan destacado como el ambón o la sede del
presidente, pero que sea visible y con técnica eficaz de audición. Desde ahí mismo
se podrán decir las intenciones de la oración universal o la dirección de los cantos.
6. Dé Ud. ejemplo estando atento a la celebración en todo momento. Cuando
alguien esté leyendo o el presidente diciendo una oración, o cuando se esté
realizando un rito importante, no esté Ud. distraído, dando recados, buscando
papeles, moviéndose de una parte a otra. Ya lo hace Ud. bien, seguramente. Pero
se lo digo porque Ud. es muy "visto" por los demás, y de Ud. depende el que se
vaya educando el sentido celebrativo de todos. Cuando está sucediendo algo,
todos deben estar atentos a lo que se está haciendo, desde el presidente hasta el
organista y el último monaguillo, pasando por Ud., que está delante de todos. Con
su sola presencia, su atención, su postura corporal, vuelto hacia el "polo" de
atención de lo que está pasando, está Ud. ayudando a la comunidad a captar
dónde está en cada momento lo importante de la celebración. 7. Sea Ud. discreto.
O sea, realice su función sin exagerar ni en el número de sus intervenciones ni en
la longitud de las mismas ni en la insistencia machacona de sus recomendaciones.
Si le basta con una mirada, no se lance a decir discursos. Si la gente sabe ya qué
postura debe adoptar en este momento, no hace falta que se lo recuerde Ud. cada
vez. Lo más, con un amable gesto. Las moniciones hágalas bien preparadas y
breves. Discretas también en cuanto a la caiga de exhortación que contengan: no
"obligue" a rezar o a participar o a ser buenos. Invite, haga fácil, sugiera, mueva.
Pero sin exagerar en el "dominio" que tiene sobre los otros por el hecho mismo de
que es animador y está delante de todos y tiene el micro en la mano... 8. Lo más
importante de su trabajo lo hace Ud. antes de la celebración. Es allí, en la reunión
de grupo y en los contactos que ha tenido con el presidente y los otros
responsables (el músico,el sacristán) donde Ud. ha previsto ya el repart de los
ministerios y el modo concreto de realizar las cosas cuando caben diversas
posibilidades. Ud. ya sabe quién va a decir las intenciones de la oración universal,
43
Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.

o las invocaciones del acto penitencial, quién va a cantar los varios cantos y
proclamar las lecturas, y está bastante seguro de que todo irá bien. Luego, en la
celebración, podrá estar Ud. distendido -dentro de lo que cabe- y hasta podrá Ud.
participar como los demás en todo lo que se celebra: lecturas, oraciones, cantos,
comunión, etc.. 9. Tenga la convicción de que Ud. más todavía que otros, necesita
una formación especial, sobre todo litúrgica. Recuérdelo a los responsables de la
comunidad, para que le den ocasión de acudir a cursos intensivos o sistemáticos
de liturgia. Porque no puede "dirigir" una celebración si no sabe bien de qué va,
cuáles son sus estructuras, su ritmo, las características de este tiempo litúrgico y
de esta fiesta. Su ministerio es muy delicado. El que canta un salmo tiene un
momento intenso de actuación, pero luego se retira. Ud. está ante la comunidad
todo el tiempo. Le ven todos. Le oyen todos en sus intervenciones. Debe Ud. estar
bien preparado para su actuación. 10. Sepa Ud. escuchar a los demás: también a
los fieles. No sólo a los que pertenecen al equipo litúrgico y que tienen
conocimientos y están comprometidos con Ud. en ayudar a la comunidad. También
otros cristianos, los que se dejan guiar y animar por Ud. en la misa de doce,
podrían enriquecerle a Ud. con sus comentarios y opiniones, indicándole cuáles son
los elementos que sí les gustan y cuáles desearían mejorar. Si es Ud. animador o
animadora de una comunidad religiosa, atienda las opiniones de los demás, sobre
todo si son bastante compartidas. No se desanime de las críticas. A veces pueden
ser constructivas aunque a Ud. no le haya gustado el tono con que se las han
hecho. Si las recibe con humildad, le sugerirán direcciones e iniciativas que a veces
no se les ocurren a los del equipo. No olvide nunca que el protagonista de la
celebración no es Ud., ni siquiera el equipo, ni tampoco el presidente, sino la
comunidad cristiana entera. Y es a ella a la que hay que pedir también, en los
momentos oportunos, su opinión, (cfr. IGMR 313). Es un apostolado noble el que

44

También podría gustarte