Normas para Monitores
Normas para Monitores
Normas para Monitores
Si no hay alguno, busque una persona que usted crea que pueda hacer una buena
lectura, que comulgue y que vista adecuadamente.
a. Terminada la monición mire al coro como señal de que comiencen con el canto
de entrada. Inmediatamente los lectores deben ponerse de pie. Al verlos, la
asamblea hará lo mismo. Si nota que la asamblea no se pone de pie, entonces le
indica “de pie, por favor.” No se dice: “Puestos de pie recibamos al celebrante de
esta Santa Misa” ni ninguna otra indicación.
a. No se dice: De pie, por favor. De pie para la proclamación del Evangelio. De pie
para cantar el aleluya.
c. Si no hay un cantor que canta el verso antes del Evangelio, lo lees del
Leccionario (nunca del libro de moniciones, es Palabra de Dios).
Nota: Puede que a alguno de los sacerdotes prefiera que si no se canta el verso se
omita. Conoce esta situación y actúa conforme a ella.
OTRAS INDICACIONES
2. Todos debemos hacer un esfuerzo por asistir a las reuniones, talleres o retiros a
los que seamos convocados.
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Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.
Moniciones son las indicaciones que suelen hacerse en ciertos momentos de la Misa
para facilitar su comprensión y su sentido, para facilitar su celebración. La Misa es
la celebración de la fe por excelencia. No es una lección sobre la fe, ni es una
catequesis, aunque favorece el mejor conocimiento de la fe. De hecho, lo que
celebramos depende de lo que creemos y lo que creemos es reforzado por lo que
celebramos. Si las moniciones se usan de forma abusiva o inadecuada pueden
terminar siendo una catequesis, sin pretenderlo. Las moniciones ya se venían
usando hace muchos años, cuando la Misa se celebraba en latín. En la mayoría de
los casos servía para orientar las actitudes externas –posturas y gestos- de los
fieles. Por ejemplo, “pongámonos de rodillas”, “la Misa ha terminado, podéis
marchar (ite, missa est)”. En otras ocasiones, sugería a los presentes actitudes
espirituales, como “oremos” o la introducción al Padrenuestro. En 1958 Pio XII
(Instrucción “Música Sacra et Sacra Liturgia) rejuveneció las moniciones e
introdujo un mayor uso de ellas para favorecer que los fieles pudieran unirse de
modo más consciente a la liturgia de Misa, aunque seguía celebrándose en latín.
Introducidas las lenguas vernáculas, las lenguas comúnmente habladas por el
pueblo en cada país, las moniciones cobraron una extraordinaria importancia para
facilitar la participación del Pueblo de Dios, y la Santa Sede se vio obligada a dar
normas sobre su preparación y ejecución. Las moniciones, en principio,
corresponde hacerlas al que preside la Misa, aunque sobre todo en las Misas
dominicales se autoriza que las haga un “monitor” o “comentarista” laico. En
ambos casos se insiste en que las moniciones han de ser “oportunas, claras,
precisas, con breves palabras”; en el caso del monitor laico añade:
“cuidadosamente preparadas, normalmente escritas y aprobadas previamente por
el celebrante que preside”. Pueden utilizarse textos que aparecen en el misal u
otros “al modo de… En las mismas normas litúrgicas que venimos siguiendo
se citan cuatro grupos de moniciones:
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Las Normas Litúrgicas sobre la Misa (nº 105), entre los llamados “oficios
litúrgicos” citan al monitor o animador y se hacen algunas indicaciones a las que se
pueden añadir otras de sentido común sobre sus funciones, actividades y su
colocación en la iglesia.
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Examina la hoja de moniciones y textos pasa saber qué tiene que leer y cuándo, y
si es necesario lo consulta con el que va a presidir la celebración.
Si le corresponde a él, señala los lectores y les invita a preparar previamente las
lecturas y el salmo que habrán de proclamar.
También suele ser función del Monitor leer las intenciones de las Preces de los
Fieles. El presidente de la celebración hace la introducción y el final, y el Monitor,
las peticiones previamente acordadas,
El lugar del Monitor, debe ser en sitio visible ante la Asamblea, para captar su
atención, con un atril delante, pero nunca desde el lugar de la Palabra (el ambón)
ni desde la Sede.
EL ANIMADOR DE LA LITURGIA
El principal animador es el presidente. Pero es bueno que intervengan laicos como
animadores. El animador coordina, de acuerdo con el presidente, los varios
ministerios de la liturgia: cantos, intenciones de la Plegaria universal, las
moniciones. Es como un maestro de ceremonias que todo lo coordina, a veces con
una mirada o un gesto, para que todos los actores funcionen debidamente. Es
como un director de orquesta. Debe ser discreto y no hacerse notar.
Ha de tener paciencia, aunque no todo salga bien y disimular los errores. Debe ser
respetado por la comunidad, pero no sobreponerse al presidente ni asumir
demasiado protagonismo. Y tratar de que cada vez vayan interviniendo diferentes
personas.
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Otras moniciones las puede hacer laicos. Antes de las lecturas se puede hacer una
en conjunto para todas ellas, sobre todo si tienen unidad entre sí, como en las
grandes fiestas. También se puede hacer una para cada lectura o para algunas de
ellas.
Son breves introducciones del monitor que ayudan a que la comunidad escuche
con más atención. No es fácil hacerlas bien. No deben ser largas, ni resumir el
mensaje del texto como si fuera una breve homilía. No se trata de adelantar o
resumir el contenido, sino de motivar el interés y la escucha con fe. A veces se
puede resumir brevemente el contexto histórico de la lectura o su sentido litúrgico.
Otras veces pueden partir de las circunstancias de la asamblea y presentar la
lectura como respuesta a nuestros problemas. La monición sólo subraya que la
lectura tiene interés para nosotros. Es como “abrir el apetito” antes de degustar los
manjares.
MONICION AL SALMO RESPONSORIAL
Puede ser conveniente hacer una monición breve antes del Salmo responsorial que
sugiera los sentimientos y el sentido del salmo (leccionario, 19). El salmo prolonga
el mensaje y la actitud que suscita la primera lectura. Si hay monición al
Evangelio, se dice antes del canto del aleluya o la aclamación.
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MOMENTOS DE MONICIÓN
Entrada –Es una invitación a la Asamblea a participar de manera consciente,
activa y fructuosa de la Santa Misa. Se puede hacer mención particular del
momento litúrgico, fiesta o solemnidad en referencia al mensaje central del
mensaje evangélico.
Eje: Hoy celebramos la Resurrección del Señor. Cristo es nuestra Pascua, pues ha
muerto y resucitado, dando ese paso para darnos vida y vida en abundancia. Nos
disponemos a Participar llenos de gozo de esta Santa Eucaristía.
(La Monición de entrada puede hacerse antes de la Antífona o Canto de Entrada o después
del Saludo del Celebrante).
Antes de las Lecturas y del Evangelio –Se hace un breve comentario del
mensaje central de cada lectura y del Evangelio, instando a escuchar atentamente
la Palabra de Dios.
Eje: El apóstol Pablo exhorta a la comunidad cristiana de Éfeso a desarraigar el
hombre viejo y revestirse del hombre nuevo, según Dios.
Eje: En el Evangelio Jesús se muestra como el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas.
(Se puede hacer una Monición antes de cada lectura y del Evangelio, todo de acuerdo con
el sacerdote de la Parroquia).
Ofertorio:
Los ritos del Ofertorio, particularmente la "presentación de los dones", suelen ir
precedidos de una monición.
Ella debe hacer alusión a la ofrenda de nosotros mismos, y de la creación entera,
juntamente con los dones de pan y vino. Es oportuno, además, que haya aquí una
mención explícita o implícita a la fiesta o tiempo litúrgico.
No quiero ser reiterativo pero insisto en que hay que evitar expresiones
innecesarias y consabidas, tales como: "Presentamos el pan y el vino que se
convertirán en el Cuerpo y la Sangre del Señor", como si algún católico presente
ignorara que es precisamente eso lo que acontece en cada Misa.
Antes de la Comunión –Es una invitación a participar del Banquete Eucarístico
con la debida preparación y disposición.
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Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.
Despedida –Es una breve exhortación a hacer vida lo que hemos celebrado.
Ejem: Vayamos a anunciarles a todos, que Cristo vive ¡Ha resucitado!
(Se puede hacer antes o después de la Bendición)
LOS AVISOS.
Es bueno comunicar en la celebración las actividades de la parroquia para crear
corresponsabilidad. Así es bueno anunciar: inscripción y horario de catequesis,
cursos de formación, fiestas diocesanas o parroquiales….etc. pero estos avisos no
deben hacerse en la homilía o al terminar ésta. El momento de hacer los avisos es
después de la oración poscomunión y antes de la bendición final. Las puede hacer
el sacerdote o, en coordinación con él, un laico. Deben ser también breves y
discretas.
La parte funcional de las moniciones es que sean aptas para mi comunidad, que
cumplan su misión en mis asambleas, aunque en otro lugar no sirvan para nada.
Dependen pues las moniciones del ambiente propio de la asamblea, del tipo de
personas que forman la comunidad, etc.
Hay que decir que las moniciones no pueden ser fijas, sino flexibles y muy
variadas.
Que nos pueden dar muchas ideas las moniciones usadas en otros lugares, pero no
calcar literalmente porque eso no funciona.
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Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.
Todos los documentos litúrgicos insisten en que las moniciones sean breves.
BREVES: Llevar bien preparados sus comentarios, con una sobriedad que los haga
asimilables.
DISCRETAS. No hace falta que se hagan todas las posibles, sino las que parezcan
más convenientes y que no siempre sean las mismas. Es bueno variar
UNIDAD: Es conveniente que las diga todas una misma persona para evitar la
dispersión, para dar una unidad al conjunto de la celebración.
No se deben hacer desde el ambón sino desde otro lugar y mejor fuera del
presbiterio.
ADECUADAS: Las moniciones que ofrecen las hojas pastorales como “El pan de la
Palabra” son materiales para ser elaboradas en concreto en cada lugar. Son
sugerencias que pueden acomodarse a la realidad de la asamblea, pero debe
hacerlo alguien que entienda el sentido de la liturgia. No es bueno tomar la
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costumbre de leerlas tal como están. En cada parroquia se deben acomodar a las
circunstancias de la comunidad.
APOYO: La monición no está llamada a utilizarse siempre.
*.- La monición no es un elemento constitutivo de la celebración, sino un subsidio
a la misma.
*.- La monición debe hacerse únicamente si lo exige o por lo menos lo aconseja.
ORIENTADORAS: Las moniciones deben servir para ubicar el texto que se va a leer.
FIELES AL TEXTO: Cada pasaje tiene su propio tono y cada gesto ritual su
finalidad. No andarse por las ramas; fidelidad al texto o rito.
OPORTUNAS: El monitor debe saber dar los adecuados silencios para una mejor
asimilación de la palabra.
N.B.- Hay que distinguir lo que es palabra nuestra y lo que es palabra de Dios.
-El Monitor.
Cualidades humanas: Capacidad de animar, que sensibilice lo que esta diciendo
de manera equilibrada y de excelente presentación física (bien vestido).
Cualidades técnicas: Arte de tomar el micrófono, saber como estar de pie, que
sepa modular la voz.
LOS MINISTERIOS
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SALMISTA: El varón o la mujer que canta las estrofas del salmo responsorial para
que el pueblo responda con el estribillo.
MONITORES: Hombres o mujeres que leen las diversas moniciones de la misa que
no son propias del presidente.
Taller
Justifica tu respuesta. Leer y analizar junto con tu equipo de servicio cada uno de
los aspectos y anota si lo hacen o no y por qué?
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1. Los mismos que se disponen a participar de las celebraciones litúrgicas pres- tan
su servicio u oficio de acomodado- res o ujieres?
4. El saludo ha llegado a cobrar un precio tan alto que resulta difícil merecerlo. Sí
saludamos con fraternidad y con igual- dad a nuestros fieles?
7. Qué hemos hecho para no acostumbrar- nos al llanto, gritos de los niños ni de
las charlas burlonas de los participantes?
10. Prestas tu servicio con amor, recuerdas que tu acogida alegre es el preámbulo
de la celebración?
14. En tu servicio pastoral, eres cálido, alegre, amoroso en pocas palabras eres
autentico?
15. Revisas que todo dentro del templo esté listo para recibir a los fieles?
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Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.
25. ¿Das por hecho que los asistentes saben lo que tienen que hacer, o estás
dispuestos a orientar y enseñar de la mejor manera?
26. ¿Sientes que todo lo sabes y por ellos no participas humilde y activamente de
las reuniones de la pastoral litúrgica, indistintamente de quién las convoque?
28. ¿Te ofuscas cuando te tropiezas con personas conflictivas y pierdes la caridad,
la calma, la amabilidad, la paciencia y la prudencia?
29. ¿Has hecho cursos, lecturas, talleres, has descargado documentos de internet
sobre las relaciones humanas y el manejo de grupos y multitudes de personas?
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juntamente con él (SC 48). Es todo el pueblo el que debe escuchar la palabra de
Dios y responder a ella.
Esto quiere decir que la presidencia, lectores y cantores... deben actuar como
parte del pueblo, como miembros dentro del cuerpo, sintiendo junto con el cuerpo.
Es preciso celebrar CON el pueblo, y no ante él. DESPUÉS DE TODO, LA FUNCIÓN
DEL EQUIPO ES LOGRAR QUE. EL PUEBLO PARTICIPE.
Veamos el hermoso texto de san Juan Crisóstomo en una homilía sobre la Segunda
Carta a los Corintios: "Les he dicho todo esto, para que también entre los fieles
comunes todos estén vigilantes y para que aprendamos que la única diferencia
entre nosotros es como la que existe entre las partes de un mismo cuerpo. Por
eso, no dejen toda la responsabilidad al sacerdote, sino que cada uno en su propio
lugar esté preocupado por la comunidad reunida como si fuera su propio cuerpo
comunitario".
Sugerencias:
- Breve ensayo de los coros antes de la celebración, con lo que se intenta "romper
el hielo".
Sugerencias:
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Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.
-Utilizar palabras más inteligibles, más cercanas a la vida del pueblo. (Cuando el
pueblo reza espontáneamente no utiliza un lenguaje complicado ni difícil).
- Utilizar un trato menos distante en la relación con Dios. Jesús nos enseñó que
Dios es "abba", "papá" -ciertas palabras y tonos de voz utilizados en la oración
parecen dirigirse más a alguna divinidad distante y severa que al Padre de nuestro
Señor Jesucristo.)
4. Además de los gestos previstos por los libros litúrgicos, ¿qué otros gestos o
signos hemos introducido en las celebraciones?
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Es muy importante conocer las partes de la misa para vivirla como Dios
quiere.
Las indicaciones que siguen corresponden a la Ordenación del Misal Romano. Las
letras indican la posición que deben asumir los fieles (P: parados; S: sentados; R:
arrodillados)
1. RITOS INICIALES
Entrada (P)
Mientras entra el sacerdote comienza el canto de entrada. El fin de este canto es
abrir la celebración, fomentar la unión de quienes se han reunido y elevar sus
pensamientos a la contemplación del misterio litúrgico o de la fiesta.
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Después del acto penitencial, se empieza el “Señor, ten piedad”, a no ser que éste
haya formado ya parte del mismo acto penitencial. Si no se canta el “Señor, ten
piedad”, al menos se recita.
Gloria (P)
Este es un antiquísimo y venerable himno con que la iglesia, congregada en el
Espíritu Santo, glorifica a Dios Padre y al Cordero, y le presenta sus súplicas. Si no
se canta, al menos lo han de recitar todos, o juntos o alternadamente.
2. LITURGIA DE LA PALABRA
c) La segunda lectura. (S)Se toma del Nuevo Testamento, ya sea de los Hechos de
los Apóstoles o de las cartas que escribieron los primeros apóstoles. Esta segunda
lectura nos sirve para conocer cómo vivían los primeros cristianos y cómo
explicaban a los demás las enseñanzas de Jesús. Esto nos ayuda a conocer y
entender mejor lo que Jesús nos enseñó. También nos ayuda a entender muchas
tradiciones de la Iglesia. Después de la segunda lectura se canta el Aleluya, que es
un canto alegre que recuerda la Resurrección u otro canto según las exigencias del
tiempo litúrgico.
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e) Homilía (S)Conviene que sea una explicación de las Lecturas, o de otro texto del
Ordinario, o del Propio de la Misa del día, teniendo siempre el misterio que se
celebra y las particulares necesidades de los oyentes.
e) Anámnesis (R): con ella la Iglesia, al cumplir este encargo que, a través de los
Apóstoles, recibió de Cristo Señor, realiza el memorial del mismo Cristo,
recordando principalmente su bienaventurada pasión, su gloriosa resurrección y la
ascensión al cielo.
f) Oblación(P): la asamblea ofrece al Padre la víctima inmaculada, y con ella se
ofrece cada uno de los participantes.
g) Intercesiones (P): con ellas se da a entender que la Eucaristía se celebra en
comunión con toda la Iglesia, celeste y terrena, y que la oblación se hace por ella y
por todos sus miembros, vivos y difuntos.
h) Doxología final (P): en ella se expresa la glorificación de Dios y se concluye y
confirma con el amen del pueblo.
Rito de la comunión Ya que la celebración eucarística es un convite pascual,
conviene que, según el encargo del Señor, su Cuerpo y su Sangre sean recibidos
por los fieles, debidamente dispuestos, como alimento espiritual. Significa "común
unión". Al acercarnos a comulgar, además de recibir a Jesús dentro de nosotros y
de abrazarlo con tanto amor y alegría, nos unimos a toda la Iglesia en esa misma
alegría y amor
a) La oración dominical (P): se pide el pan de cada día, con lo que también se
alude, para los cristianos, el pan eucarístico, y se implora el perdón de los
pecados. El embolismo, que desarrolla la última petición, pide para todos los fieles
la liberación del poder del mal.
b) El rito de la paz (P): con que los fieles imploran la paz y la unidad para la iglesia
y para toda la familia humana y se expresan mutuamente la caridad antes de
participar de un mismo pan.
c) El gesto de la fracción del pan:(P) realizado por Cristo en la última Cena, en los
tiempos apostólicos fue el sirvió para denominar la integra acción eucarística.
Significa que nosotros, que somos muchos, en la comunión de un solo pan de vida,
que es Cristo, nos hacemos un solo cuerpo (1 Co 10,17)
d) Inmixión o mezcla (P): el celebrante deja caer una parte del pan consagrado en
le cáliz [originariamente era un trozo del pan consagrado en otra comunidad del
domingo anterior: signo de comunión entre las diversas comunidades cristianas]
e) Mientras se hace la fracción del pan y la Inmixión, los cantores o un cantor
cantan el Cordero de Dios: Esta invocación puede repetirse cuantas veces sea
necesario para acompañar la fracción del pan. La última vez se acompañará con
las palabras danos la paz.
f) Preparación privada del sacerdote.
g) Luego, el Sacerdote muestra a los fieles el pan eucarístico.
h) Es muy de desear que los fieles participen del Cuerpo del Señor con pan
consagrado en esa misma Misa. Comulgar es la mejor forma de participar del
sacrificio que se celebra.
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En esta situación llegamos a mediados del siglo XX, cuando la reforma litúrgica del
Concilio Vaticano II devuelve esta oración del Oficio divino a todo el pueblo de
Dios, recuperando su carácter originario de oración eclesial por excelencia.
Cabe decir, no obstante, que, anteriormente, el movimiento litúrgico, surgido en
Europa a fieles del siglo XIX, ya promovió el rezo de las Horas, sobre todo las
Vísperas, en comunidad, y de manera especial, en las parroquias.
El responsable de llevar a cabo la revisión deseada por el Vaticano II fue el
liturgista de Toulouse Aimé Georges Marimort que con un buen equipo de expertos
elaboró, siguiendo las directrices conciliares, la reforma de la Liturgia de las Horas,
logrando un resultado espléndido, tal como podemos ver en los diferentes
volúmenes que, traducidos a las lenguas vernáculas, hacen posible que los
bautizados puedan participar de la gran riqueza de esta oración.
2. – De cara al siglo XXI
El Papa Juan Pablo II, en su carta apostólica Al comienzo del nuevo milenio, afirma que:
Nuestras comunidades cristianas tienen que llegar a ser auténticas “escuelas de
oración”, donde el encuentro con Cristo no se exprese solamente en petición de
ayuda, sino también en acción de gracias, alabanza, adoración, contemplación,
escucha y viveza de afecto hasta el “arrebato” del corazón (n.33).
Así pues, en el proyecto cristiano para el nuevo milenio es fundamental que cada
comunidad cristiana sea una auténtica ocasión para todos de encontrarse y de
reencontrarse con el Señor, en aquella intimidad que marca indefectiblemente la
amistad auténtica.
Esto exige una formación espiritual seria y amplia, privilegiando aquella que posee
su raíz en la liturgia y que en ella se explana. De esta misma manera lo expresa el
Papa en el documento citado:
Hace falta, pues, que la educación en la oración se convierta de alguna manera en
un punto determinante de toda programación pastoral (n. 34).
En este sentido el texto citado explicita el deseo que, no únicamente en las
comunidades religiosas sino también en las parroquiales, todo el ambiente
espiritual esté marcado por la oración (cf. N. 34).
Por esto invita a valorar las formas populares de oración y, sobre todo, a educar en
las litúrgicas. Y manifiesta el ideal de una jornada “en que en la comunidad
cristiana se conjuguen los múltiples compromisos pastorales y de testimonio en el
mundo con la celebración eucarística y quizás con el rezo de Laudes y Vísperas” (n.
34). Conviene pues retomar la invitación del Papa al iniciar el nuevo milenio, para
promover eficazmente la oración de la Liturgia de las Horas en el seno de la
comunidad cristiana parroquial.
3. – ¿Qué es la Liturgia de las Horas u Oficio Divino?
La respuesta más autorizada a esta pregunta la hallamos en la Constitución sobre
liturgia del Concilio Vaticano II. En ella leemos:
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Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.
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Ora por nosotros, como sacerdote nuestro; ora en nosotros, como cabeza nuestra;
recibe nuestra oración, como nuestro Dios. Reconozcamos, pues, nuestra propia
voz en él y su propia voz en nosotros” (S. Agustín, Enarrationes in psalmos, 85, 1: CCL 39, 1176).
En Cristo radica, por tanto, la dignidad de la oración cristiana, al participar ésta de
la misma piedad para con el Padre y de la misma oración que el Hijo expresó con
palabras en su vida terrena, y que es continuada ahora incesantemente por la
Iglesia y por sus miembros en representación de todo el género humano y para su
salvación (IGLH 6-7).
4. – Iniciamos la jornada
Es muy apropiado que una comunidad parroquial inicie la jornada con la oración de
Laudes, que está situada justo al comienzo del día. Es una hora principal de la
Liturgia de las Horas, que junto con las Vísperas, constituyen el eje de la oración
litúrgica diaria.
¿Por qué rezar las Laudes?
La IGLH nos indica el contenido de esta oración:
Las Laudes matutinas están dirigidas y ordenadas a santificar la mañana, como
salta a la vista en muchos de sus elementos. San Basilio expresa muy bien este
carácter matinal con las siguientes palabras: “Al comenzar el día, oremos para que
los primeros impulsos de la mente y del corazón sean para Dios, y no nos
preocupemos de cosa alguna antes de habernos llenado de gozo con el
pensamiento en Dios, según está escrito: “Me acordé del Señor y me llené de
gozo” (salmo 76, 4), ni empleemos nuestro cuerpo en el trabajo antes de poner
por obra lo que fue dicho: “A ti te suplico, Señor, por la mañana escucharás mi
voz, por la mañana te expongo mi causa y me quedo aguardando (salmo 5, 4-5; S
Basilio de Grande, Regula efusius tractatae, resp. 37,3; PG 31, 1014)” (n.38).
Por lo tanto, la oración de las Laudes nos sitúa como comunidad orante ante Dios.
Al despertarnos, nos reencontramos a nosotros mismos con todo lo que somos y
tenemos. Recuperamos la conciencia de la propia condición como personas
humanas y como cristianos. Cada mañana se nos invita a sorprendernos de
nuestra dignidad y de la gran filantropía que Dios ha tenido y tiene
constantemente, ya que aunque seamos limitados y pecadores, el Amor nos anima
a no desfallecer pensando que las propias debilidades son más fuertes que la
voluntad salvadora de Dios; si así lo creyésemos nos equivocaríamos
completamente, y no habríamos comprendido el alcance de la muerte en cruz de
Jesús y el de su gloriosa resurrección. Él es siempre el más fuerte, y en este poder
se funda nuestra esperanza.
Por esto, las Laudes hacen memoria de la resurrección de Jesús, el Señor, y,
viendo cómo nace el alba de un nuevo día, recordamos que sólo Él es “la luz
verdadera, que alumbra a todo hombre (cf. Jn 1,9) y el “Sol de justicia” (Malaquías
20) “que viene del cielo” (Lc 1,78)” (IGLH 38).
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Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.
siguiendo el mismo esquema indicado para las Laudes, aunque en este caso la
invocación inicial es el “Dios mío, ven en mi auxilio” del presbítero, y la asamblea
contesta con la aclamación “Señor, date prisa en socorrerme”, mientras todos
hacen la señal de la cruz desde la frente al pecho y del hombro izquierdo al
derecho, finalizando con el “Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo...”. Otra
posibilidad es la de comenzar con el canto de entrada y el saludo propio de la
misa, aunque también para las Vísperas este inicio parece más indicado para las
fiestas y los domingos.
Esta oración litúrgica tiene como protagonista indiscutible la Sagrada Escritura. El
esquema es el mismo que el clásico de la Liturgia romana para la palabra de Dios.
Es decir:
1. Antiguo Testamento
2. Nuevo Testamento: Cartas apostólicas
3. Nuevo Testamento: Evangelio
Esto, respecto a las Laudes y las Vísperas, se concreta de la manera siguiente:
LAUDES
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Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.
VÍSPERAS
Palabra, junto al estar de pie, tal como hacemos en misa cuando se proclama el Evangelio.
6. – Durante el día
Hasta ahora hemos hablado de las dos oraciones que son el eje de toda la Liturgia
de las Horas. Pero con ellas no se agota nuestra oración litúrgica. Nos referimos
ahora a las llamadas “Horas menores” y también al Oficio de lectura.
Tercia, Sexta, Nona y Completas
Estas son las llamadas “Horas menores”. Sus nombres hacen referencia a la hora
del día en que tenía lugar la oración, según la nomenclatura y distribución de la
jornada que hacían los romanos, y que el Nuevo Testamento nos refiere a menudo.
Tercia era la hora tercera situada en torno a las nueve de la mañana; Sexta, la
hora sexta, en torno a las doce del medio día y, Nona la hora novena, a las tres de
la tarde.
¿Y las Completas?
Esta oración está pensada para inmediatamente antes del descanso nocturno y,
por lo tanto, es la última de la jornada.
Las Completas comienzan, como las demás Horas, con la invocación inicial: “Dios
mío, ven en mi auxilio”, con el “Gloria al Padre” y el “Aleluya” (que se omite en el
tiempo de Cuaresma). A continuación, es de alabar que se haga examen de
conciencia, que en la celebración común se hace en silencio o bien inserto en
alguna de las fórmulas que propone el Misal Romano para el acto penitencial.
Después se dice el himno correspondiente. En cuanto a la salmodia, el domingo,
después de las I Vísperas, se dicen los salmos 4 y 133; después de las II Vísperas
el salmo 90. Para los demás días se han elegido aquellos salmos que estimulan
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Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.
sobre todo la confianza en el Señor; se autoriza que éstos puedan ser sustituidos
por los salmos del domingo, principalmente para comodidad de aquellos que
prefieren recitar las Completas de memoria.
Después de la salmodia se hace la lectura breve, a la cual sigue el responsorio: “En
tus manos, Señor”; a continuación se dice el cántico evangélico: “Ahora, Señor”,
con su antífona. La oración conclusiva es la correspondiente al día de la semana,
como se encuentra en el Salterio de Completas.
Después de la oración, incluso en la recitación privada, se dice la bendición: “El
Señor todopoderoso nos conceda”. Finalmente, se dice una de las antífonas a la
Santísima Virgen María.
Uno puede pensar que, en el marco de la vida parroquial, la recomendación del
rezo de Completas es más bien sobrante. Sin embargo, desde éstas páginas
defendemos justamente todo lo contrario. ¿No son numerosas las actividades que
se desarrollan en las comunidades parroquiales —y en otras tantas— durante las
primeras horas de la noche? Pensamos que lo más adecuado es plantear al final de
estas reuniones con la oración de las Completas.
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Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.
El comienzo de las antífonas, de los salmos y de los otros cantos han de hacerse
por uno o varios cantores (n. 260).
Advertimos a los lectores que, también aquí, las lecturas, ya sean largas o breves,
tienen que ser leídas como una auténtica proclamación de la palabra de Dios. El
enunciado acostumbra a ser así: “De la carta de San Pablo a los romanos”, por
ejemplo, prescindiendo de la palabra “Lectura” al inicio. Y para acabar se omite el
“Palabra de Dios”, y la asamblea responde en silencío, sin ninguna aclamación.
Y en las preces, ¿quién debe leerlas? Según IGLH 257, puede recitarlas el
sacerdote o un ministro. Sobre el cómo hacerlo, hay varias posibilidades.
Normalmente, el libro de la Liturgia de las Horas prevé que, el presidente, al
introducir las intercesiones, explicite ante la asamblea la respuesta escogida. Pero
si no se va a responder con la frase señalada en el libro, el presidente debe
omitirla ya en la introducción.
Se puede responder, también, a cada petición, con un momento de silencio, el cual
es a menudo más elocuente que muchas palabras, y más aquí, donde las preces
están redactadas en la forma presbiteral, es decir, directamente dirigidas a Dios.
En una palabra, y como norma general, las preces, tanto de Laudes como de
Vísperas, tienen que ser introducidas y leídas como en la celebración eucarística.
Por lo que respecta a los lugares litúrgicos, si la Liturgia de las Horas se reza en la
iglesia, el presidente, revestido con sus ornamentos, tiene que ocupar la sede, y
ejercer desde ella su ministerio, incluso el de la homilía; el lector debe proclamar
las lecturas bíblicas desde el ambón; las preces y los otros textos no bíblicos deben
ser leídos desde un lugar adecuado para la comunicación con la asamblea, pero no
desde el ambón. Los ministros tienen que sentarse en el presbiterio, de forma que
puedan desarrollar su servicio con comodidad. No es adecuado, sin embargo, que
se coloquen al lado del sacerdote, como formando una “presidencia compartida”
(esto vale también para los ministros ordenados presentes en la oración), sino en
un lugar más discreto.
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Material recopilado por la Hna. Petra del Divino Rostro Pérez Díaz. RR. FF.
De este modo, los fieles expresan en su vida y manifiestan a los otros “el misterio
de Cristo y la naturaleza auténtica de la verdadera Iglesia, que tiene como
propiedad el ser visible y dotada de elementos invisibles, entregada a la acción y
dada a la contemplación, presente en el mundo y, sin embargo, peregrina” (SC 2).
A su vez, las lecturas y oraciones de la Liturgia de las Horas constituyen un
manantial de vida cristiana.
Ésta se nutre de la mesa de la sagrada Escritura y de las palabras de los santos, y
se robustece con las plegarias. Pues sólo el Señor, sin el cual nada podemos hacer
(cf. Jo 15, 5) y a quien acudimos con nuestros ruego, puede dar a nuestras obras
la eficacia y el incremento (cf. SC 86), para que diariamente seamos edificados
como morada de Dios por el Espíritu (cf. Ef 2,21-22), hasta que lleguemos a la
medida de Cristo en su plenitud (cf. Ef 4,13), y redoblemos las energías para llevar
la buena nueva de Cristo a los que están fuera (cf. SC 2).
Para que se adueñe de esta oración cada uno de los que en ella participan, para
que sea manantial de piedad y de múltiples gracias divinas, y nutra, al mismo
tiempo, la oración personal y la acción apostólica, conviene que la celebración sea
digna, atenta y devota, de forma que la misma mente concuerde con la voz (cf. SC
90; S. Benito, Regla, c. 19). Muéstrense todos diligentes en cooperar con la gracia
divina, para que ésta no caiga en el vacío. Buscando a Cristo y penetrando cada
vez más por la oración en su misterio (cf. PO 14; OT 8), alaben a Dios y eleven
súplicas con los mismo sentimientos con que oraba el divino Redentor (IGLH 18-19).
Sumario 1 Desde los primeros cristianos 2 2 De cara al siglo XXI 33 ¿Qué es la
Liturgia de las Horas u Oficio Divino? 4 4 Iniciamos la jornada 6 5 Cuando el día va
de caída 9 6 Durante el día 12 7 El Oficio de Lectura 14 8 Los distintos ministerios
litúrgicos 15 9 Cumbre y fuente de la acción pastoral 17
EL ANIMADOR DE LA CELEBRACIÓN
La "animación" de una Eucaristía es un ministerio complejo, que puede abarcar
varios de los servicios que ayudan a una comunidad a celebrar: el del "monitor" o
"comentador", el del "guía" y conductor que trata de coordinar los demás
ministerios, así como el rito de la celebración, al modo como lo hace el "maestro
de ceremonias" en las celebraciones más solemnes, sobre todo con la presidencia
del Obispo; a veces el animador se encarga también de la dirección de la parte
musical de la asamblea.
El monitor o comentador
Se ha hecho ya general en nuestras celebraciones la presencia de un monitor. El
Misal lo describe así: "entre los ministros que ejercen su oficio fuera del presbiterio
está el comentarista (en latín se le llama "commentator", como también lo hacía el
Concilio en SC 29), que es el que hace las explicaciones y da avisos
("admoniciones": queda pobre la traducción con "avisos"), para introducirlos en la
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preparen a lo que van a hacer en común (cfr. IGMR 24). A lo largo de la Eucaristía
se invita varias veces a los fieles a la oración: en el acto penitencial, en las
oraciones breves (colecta, ofrendas, poscomunión), la Oración Universal, el
Padrenuestro, etc. Esta monición (la más breve es "oremos") quiere motivar, crear
ambiente de oración. Es propia del presidente. Las "intenciones" litánicas que
pueden seguir después, en el acto penitencial, en la oración universal, o en las
"preces" de Laudes y Vísperas, sí pertenecerían a ser posible a otro ministro.
También sería más adecuada en sus labios, si se hace, la monición antes de la
Plegaria Eucarística, motivando brevemente la actitud de alabanza o de memorial
de la Pascua. Antes de las lecturas caben varios modos de realizar las moniciones.
Se puede hacer una en conjunto para todas ellas, sobre todo si tienen unidad entre
sí, como en las grandes fiestas. O bien decir una a cada lectura o a alguna de ellas.
Si lo prefiere, estas moniciones las puede hacer el presidente: "corresponde al
presidente introducir, de vez en cuando, a los fieles mediante unas moniciones, en
la liturgia de la palabra, antes de la proclamación de las lecturas" (OLM 42). Así se
hace por ejemplo antes de la serie de lecturas de la Vigilia Pascual. Pero en
seguida añade: "esta función puede ejercerla por medio de otros, por ejemplo, del
diácono o del comentador". En todas las moniciones del presidente (para el acto
penitencial, el Padrenuestro, el gesto de la paz, la comunión, etc.) cabe siempre la
posibilidad, que el Misal le recuerda (IGMR 11), que no las diga tal como están en
el libro, sino que las adapte a las circunstancias del día o de la comunidad. Al
diácono se le encomiendan tradicionalmente otras moniciones más relacio- nadas
con la marcha externa de la Eucaristía: "daos fraternalmente la paz", "podéis ir en
paz", "arrodillaos", "podéis levantaros"... También son propias del diácono, en
principio, las intenciones de la Oración Universal. Estas intenciones, dirigidas nor-
malmente, no a Dios, como si fueran una oración resumida, sino a los fieles, recor-
dándoles las intenciones por las que vale la pena que ore una comunidad cristiana,
son como una monición. La oración propiamente dicha no son las intenciones, sino
la respuesta que les da la comunidad, que, ella sí, dirige su oración a Dios.
Las difíciles moniciones antes de las lecturas
Excepto en aquellas intervenciones que el Misal atribuye específicamente al
presidente, las moniciones las puede realizar un laico preparado, que asume así,
sobre todo en ausencia del diácono, este servicio a la comunidad. Por ejemplo,
antes de las lecturas, tanto si se hace una monición global, o bien detallada para
cada lectura. Estas moniciones "podrán ser de gran ayuda para que la asamblea
reunida escuche mejor la palabra de Dios, ya que promueven el hábito de la fe y
de la buena voluntad" (OLM 42). Son breves intervenciones del monitor que
quieren ayudar a que la comunidad escuche con más atención, despertando su
interés, situando la página que se va a escuchar en un contexto que la haga más
accesible. No es fácil el género literario de estas moniciones. No deben ser, por
ejemplo, una homilía anticipada, o un resumen de lo que ya la lectura misma va a
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Que sean discretas: discretas en número (no hace falta que se hagan todas las
posibles, sino las que parezcan más convenientes, y no siempre las mismas). El
monitor -así como el diácono o el presidente en sus intervenciones libres-deben
evitar la tentación de la palabrería. A veces se les nota una verdadera obsesión
didascálica, una vez que se han apoderado del micrófono. Eso hace que las
moniciones, en vez de ayudar y crear ambiente, lo que hacen es agotar y aturdir a
los fieles. Las moniciones se espera que sean pedagógicas, o sea, que produzcan
con sus palabras y sugerencias el efecto deseado: despertar el interés por la
lectura, o suscitar la actitud interna desde la que cantar un canto o realizar un
gesto. Todo esto supone que estén bien preparadas. Ya hemos oído cómo insisten
en ello los documentos. Normalmente por escrito (ese "normalmente" ya dice
también el margen de flexibilidad de estas normas) y además en coordinación con
el presidente: es importante que haya confluencia de direcciones entre el
presidente con su homilía, el que hace las moniciones y el que escoge y dirige los
cantos. Todos tienen una única finalidad: ayudar a que la comunidad escuche y
cante y celebre mejor. Si en vez de unir, dispersan la atención, se les hace un flaco
servicio a los fieles.
Pistas sencillas sobre el modo de hacerlas
Sobre la manera concreta de realizar las moniciones bastará recordar unas pistas
bien sencillas. Es conveniente que las moniciones de una celebración las diga la
misma persona: para dar unidad al conjunto. El que proclama la lectura no debe
ser el que también dice la monición: es mejor distinguir claramente lo que es
"palabra nuestra", más o menos explicativa, y lo que es "Palabra de Dios". Las
moniciones no se tienen que hacer desde el ambón: lo decía ya el Misal (IGMR 68
y 272) y lo repite el Leccionario (OLM 33). La razón es sencilla: el ambón se
reserva a la proclamación de la palabra revelada; por tanto habrá que establecer
otro lugar desde el que decir las moniciones. Las moniciones es mejor "decirlas",
aunque estén escritas. También es verdad que algunas personas saben muy bien
"decir" aunque estén "leyendo". La monición pide una comunicatividad especial.
Las moniciones que ofrecen los libros o las hojas pastorales las tiene que
considerar el monitor (o el equipo que prepara la celebración) como sugerencias,
como material que tendrá seguramente mucho de aprovechable, pero no como
dogmáticas. A partir de lo que allí se dice, con sentido litúrgico y sintonía con la
comunidad, deben llegar al lenguaje más válido de una monición.
Animador, guía, coordinador
Además de las moniciones, le tocan a esta misma persona que llamamos
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"animador" o guía de la celebración otros ministerios. Algunos los asume como
prolongación del presidente o el diácono, otros como el equivalente del "maestro
de ceremonias", o incluso del director de canto: son diversas intervenciones que
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o las invocaciones del acto penitencial, quién va a cantar los varios cantos y
proclamar las lecturas, y está bastante seguro de que todo irá bien. Luego, en la
celebración, podrá estar Ud. distendido -dentro de lo que cabe- y hasta podrá Ud.
participar como los demás en todo lo que se celebra: lecturas, oraciones, cantos,
comunión, etc.. 9. Tenga la convicción de que Ud. más todavía que otros, necesita
una formación especial, sobre todo litúrgica. Recuérdelo a los responsables de la
comunidad, para que le den ocasión de acudir a cursos intensivos o sistemáticos
de liturgia. Porque no puede "dirigir" una celebración si no sabe bien de qué va,
cuáles son sus estructuras, su ritmo, las características de este tiempo litúrgico y
de esta fiesta. Su ministerio es muy delicado. El que canta un salmo tiene un
momento intenso de actuación, pero luego se retira. Ud. está ante la comunidad
todo el tiempo. Le ven todos. Le oyen todos en sus intervenciones. Debe Ud. estar
bien preparado para su actuación. 10. Sepa Ud. escuchar a los demás: también a
los fieles. No sólo a los que pertenecen al equipo litúrgico y que tienen
conocimientos y están comprometidos con Ud. en ayudar a la comunidad. También
otros cristianos, los que se dejan guiar y animar por Ud. en la misa de doce,
podrían enriquecerle a Ud. con sus comentarios y opiniones, indicándole cuáles son
los elementos que sí les gustan y cuáles desearían mejorar. Si es Ud. animador o
animadora de una comunidad religiosa, atienda las opiniones de los demás, sobre
todo si son bastante compartidas. No se desanime de las críticas. A veces pueden
ser constructivas aunque a Ud. no le haya gustado el tono con que se las han
hecho. Si las recibe con humildad, le sugerirán direcciones e iniciativas que a veces
no se les ocurren a los del equipo. No olvide nunca que el protagonista de la
celebración no es Ud., ni siquiera el equipo, ni tampoco el presidente, sino la
comunidad cristiana entera. Y es a ella a la que hay que pedir también, en los
momentos oportunos, su opinión, (cfr. IGMR 313). Es un apostolado noble el que
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