Morgade. Aprender A

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Graciela Morgade

Aprender o ser nlujer,


aprender o ser varón

Relaciones de género y educación


Esbozo de un programa de acción

Género y géneros
Otra de las cuestiones que también nos planteámos hoy es si el con-
cepto mismo de "género" está suficientemertte definido como páta
explicar todas las posibilidades y combinaciones que se dan en la rea-
lidad. No hay duda de que aún es la mejor manera de la que dispo-
nemos para denotar críticamente uno de los conjuntos de significa~
ciones sociales que intervienen en nuestro devenir sujetos .humanos.
r~1 Tampoco dudamos de que la divulgación del concepto de género
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!~f.i. ¡' _.":~))· /1 in·.· ·· A:r::·.-..:ir:a

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30 Graciela Mo¡;gade
Aprender a ser muJer, aprender a ser varón 31

puede contarse entre las principales victorias de la segunda ola del fe-
minismo. No obstante, aún plantea interrogantes. Revisemos sus po- en el movimiento social <je mujeres, en términos de una construcción
tencialidades y algunas de sus limitaciones. diferente y con efectos más bien en el nivel "local" de las resistencias,
en la subjetividad y en nuestra autoirnagen. O sea, la crítica también
Si bien aún hoy, para amplios sectores de la docencia hablar de "gé-
aporta a la definición de nuevas relaciones de género. Esto es lo fasci-
nero" remite a los sustantivos, a las formas literarias o, peor, a la tela
nante_de discutir estos temas, porque no están "ahí afuera", congela-
de la vestimenta, el campo de los estudios de género se encuentra en
dos para siempre, sino que en el mismo momento en que los estamos
pleno desarrollo y expansión. Parece claro entre quienes han estudia- pensahdo ya esbozamos, de alguna manera, una construcción alterna-
do o estudian el tema que aludir a "cuestiones de género", "relacio-
tiva. La cuestión que se abre, entonces, es pensar al género no tanto
nes de género" o "género" a secas implica denotar una diferencia -so- como dos polos sino como un conjunto de relaciones en las que hay .
cial entre lo femenino y lo masculino. El logro de esta construcción imágenes predominantes e imágenes silenciadas. Inclusive; no hay co--.
conceptual es que remite a relacion<rs creadas en la vida social y, por herencia total entre las dominantes (¿cómo compatibilizar los manda-
lo tanto, no inscriptas en la carga genética de las personas. Cuando se tos de "madre", "prostituta" y "casta", por ejemplo, que en el senti-
analizan desde la perspectiva de g~nero las conocidas frases: "los do común conforman "lo deseable" para las mujeres?).
hombres son duros" y "las mujeres son sensibles", no se entiende que
la naturaleza los dotó en forma diferencial, sino que históricamente Para decirlo de otro modo, podemos pensár que coexisten en cons-
hombres y mujeres han sido educados para desarrollar algunas poten- trucción permanente algunas "masculinidades" que no se correspon-
cialidades humanas e inhibir otras y que, además, algunas personas sa- den totalmente con el modelo del "macho"; o que, mientras las "fe-
mineidades" aceptables son promovidas desde las instituciones educa-
. ese prejuicio, pero otras no lo. hacen.
tisfacen .

tivas o los medios de comunicación, existen otras femineidades, silen-


No obstante, así como pensar en el género sirvió para separar la do-
; ciadas y subterráneas, que sólo recientemente están saliendo a la luz ...
tación biológica de la construcción cultural, la correspondencia "tér-
mino a término" (o sea, hay dos sexos potlo tanto hay dos géneros) En este mismo terreno de problemas, también se discl1te qu,e si el
limita al pensamiento crítico feminista dentro del marco conceptual de género no necesariamente es bipolar desde la perspeéti~~ ~e las cla-
una oposición sexual binaria y universal y el supuesto de que podría- ses sociales, tampoco necesariamente lo es en lo relativo a la sexuali-
mos hablar de "lo femenino" y "lo masculino" como dos conjuntos dad. Es evidente que, en el sentido común, "lo femenino" y "lo mas~
separados, pero homogéneos internamente (Lopes Lauro, 1995). Sin culino" están fuertemente ligados a la heterosexualidad (aunque, co~
embargo, muchos de los indicios que iremos revisando en estas pági- mo hemos visto, no son lo mismo las relaciones de género que la
nas nos permiten pensar que no hay una sola masculinidad ni una so- ele~ción de compañero/a sexual), ya que se espera que a las "feme-
la femineidad; más bien hay una masculinidad "dominante" y una do- ninas" les atraigan los "masculinos" y viceversa. No obstante, existen
minada y lo mismo ocurre con las definiciones de qué es lo femenino . más opciones en la elección-de 'co-m pañero/a sexuál. Uria respuesta
posible a todas estas cuestiones es decir: "el génetb tiene diferentes
Esta cuestión del dualismo se combina con otra aún más abstracta
manifestaciones según ... ". O bien, ¿sería más apropiado comenzar a
y que tiene que ver básicamente con la forma en que se construye el
hablar de "géneros", al estilo de los "géneros literarios" (teatro, poe-
género. Hemos afirmado que las relaciones de género son productos
sociales: esto implica que han ido formándose a lo largo del tiempo y sía, cuento, novela, etc.)?
del espacio. Se trata de un conjunto de representaciones imaginarias Estas reflexiones son obviamente muy abstractas. Sin embargo, nos
que, como toda la sociedad, están en constante cambio. Es decir que permiten completar el análisis de las múltiples formas que asume el fe-
la construcción del género continúa hoy. No sólo en las instituciones minismo en la actualidad, y también de las maneras no autodefinidas
que iremos analizando (la familia, la escuela, el Estado) sino también como feministas que, al problematizar otras formas de la segregación
social, también cuestionan, indirectamente, a las relaciones de género.

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32 A prender a ser mujer, aprender a ser varón 3.3
Graciela Morgade

y los cónyuges llegaron a ser en la familia los principales agentes de un


lExiste el "sexo" sin el "género"?
La sexualidad como modo G!e "vivir" el cuerpo dispositivo de sexualidad•que, en el exterior, se apoya en los médicos, los
pedagogos, más tarde en los psiquiatras, y que en el interior llega a
La pregunta introductoria resulta sin duda provocativa. Para profundi- acompañar y pronto a 'psicologizar' o 'psiquiat'l'izar' los vínculos de
zar más la provocación, podríamos formularla de otra manera: ¿existe alianza. Entonces aparecen estos nuevos personajes: la mujer nerviosa,
en los seres humanos ·algún componente natural no atravesado por la la ésposa frígida ( ... ), el marido impotente, sádico, perverso, la hija his-
cultura? A simple vista parece ridículo plantearse el tema. Los sexos son térica o neurasténica, el niño precoz y ya agotado, el joven homosexual
dos. Las mujeres tienen vagina y los hombres tienen pene. Imposible que rechaza el matrimonio o descuida a su mujer''. O sea, tomando
negarlo. Su papel en la reproducción humana se vincula con esa carga uno de los ejemplos, el chico que se masturbaba desde siempre, en es-
biológica. Lo que pueden y no pueden hacer más allá de la reproduc- ta época comenzó a escuchar la preocupación de la madre y el padre,
ción depende de la cultura en la que han nacido. Esto también parece de maestros/as y médicos ("es precoz") . Y probablemente aumentó
innegable: vamos a dedicar rpuchas páginas a mostrar este proceso. la frecuencia, o la importancia, de la masturbación. Por otra parte, es
notable que la masturbación femenina no preocupara tanto -¿no se la
Sin embargo, para complicar un poco las cosas, reparemos en al-
percibía?- como la "histeria", es decir, la provocación sin límite ni sa-
gunas informaciones también disponibles, aunque generalmente co-
tisfacción total. ¿No se está adscribiendo ya un prejuicio de género a
locadas en un segundo plano por economía psicológica. Tomemos
la "actividad" masculína -"tiene que descargar", que veremos en el si-
algunos ejemplos de la anatomía, que parece la dimensión más es-
guiente capítulo- y al malestar femenino - "la manzana tentadora"-?
tructural y estable del cuerpo: ¿qué tiene el pecho del varón sino
¿Son "necesidades" biológicas o "culturales"? ¿Existe el "sexo" sin el
unas tetillas poco desarrolladas?, ¿qué es el vello de la cara de las mu-
"género"?
jeres sino una expresiÓFl de la producción de la testosterona - hormo-
na "masculina" por excelencia-? Si tenemos en cuenta _que, de los Adelantándose a las críticas, Foucault mismo aclara que no está ha-
veintit;rés pares de cromosomas humanos, sólo uno se relaciona con blando de cómo "se percibe" al cuerpo o qué valor se le asigna,. Es
el sexo, es evidente que es mucho más lo que nos asemeja al otro se- decir, no es que el cuerpo existe antes y sobre él la cultura ejer~s, ~V
XO que lo que nos separa. De aquí podríamos extraer que reconoce- influencia. Su propósito va más allá al intentar trazar ccuna %istoria ¡j~
mos rápidamente DOS sexos porque nos hemos aco~tumbrado a los cuerpos' y de la manera en que se invadió lo que tienen de más ma-
"mirar" ciertas características en las personas que nuestra cultura ha terial y viviente''. En suma, se trata de indagar los modos en que los
venido jerarquizando desde hace algunos siglos. Al decir de Michel cuerpos fueron forjados por y forjaron a la vida social. En nuestros
Foucault, en el mundo occidental moderno se produjo, entre otros, términos, hablaríamos de los cuerpos "generizados" y las relaciones
un proceso de sexualización. Esto significa que el sexo pasó a ser de de género "corporizadas". En suma, la construcción social del cuer-:_
gran relevancia en la vida de las personas . po sexuado.
En su sugestiva obra La historia de la sexualidad (1984), Foucault
estudia en detalle la época victoriana (siglo XIX), en la cual el placer La construcción social del cuerpo sexuado
se homologó progresivamente con el disfrute sexual, a la vez que és-
"Devenir sujeto" es, entre otros, construirse socialmen.t e en un cuer-
te -y las costumbres en general- fue fuertemente controlado. Desde
po sexuado . La sexualidad supera ampliamente la dotación biológica
su perspectiva, cuanta más represión había, más se estaba "hablando"
y fisiológica del sexo y constituye el modo particular de habitar el
del sexo, porque no se trataba en realidad de una negación sino más
cuerpo sexuado en una etapa de la vida, en un momento social y en
bien de una intensificación del cuerpo en tanto objeto de saber y en
una cultura determinada. No se trata de la "carne" entonces, sino que
tanto elemento en las relaciones de poder. Dice el autor: ceLos padres

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34 Graciela M01;gade Aprender a ser mujer, aprender a ser varón 35

se trata del "cuerpo" como producto histórico. Aún en los momen- Es evidente que el significado que se otorga a la sexualidad y· láS'
tos en que las personas sienten gue son más "particulares", más "indi- dimensiones que se induyen en esas definiciones son producto de. rela~
viduales", está presente su condición de sujeto social. Las determina- c~9~s sociales de poder. Y también lo son -~ormas que regulan el
ciones socioeconómicas, de género, étnicas, religiosas, generaciona- \_qué)' hacer con nuestra sexualidad y el '~'vivirla. Dice Jeffrey
w (e'ks: "Es dificil separar los significados particulares que damos a la
les, de capacidad, etc. intervienen en el modo en que cada una o uno
sexualidad de las formas de control que defendemos. Si consideramos
vive su sexualidad y, por ello, pensar a la serualidad como cuestión
al sexo como peligroso, perturbador y fundamentalmente anti-social,
"natural" implica un reduccionismo que opera reforzando las tradi-
entonces estaremos más dispuestos a adoptar posiciones morales que
ciones predominantes.
proponen un control autoritario y rígido. A eso lo llamo abordaje
En su componente dinámico, la sexualidad se vincula con el pla- ' absolutista'. Si, por otro lado, creemos que el deseo sexual es funda-
cer. Los afectos y el juego del erotismo son fuentes de placer y cons- mentalmente benigno, vitalizante y liberador, estaremos más dispues-
tituyen a la sexualidad, al igual que la dotación biológica y su fun- tos a adoptar un conjunto de valores flexibles y tal vez radicales, a apo-
cionamiento. Ahora bien, !'as emociones relacionadas con la sexuali- yar una posición 'libertaria'. En algún punto entre estos dos abordajes
dad no solo son placenteras y, por lo tanto, positivas: también la podemos encontrar una tercera, que está menos segura de decidir si el
sexualidad puede implicar dolor, sometimiento o frustración. Las · sexo es "bueno" o "malo". Sin embargo, está convencida de las des-
emociones que implica no integran solamente el ámbito de lo "ínti- ventajas del autoritarismo moral y del exceso. Esta es la posición 'libe-
mo" (o del orden de lo "personal") sino que, en la mayoría de las ral"' (1999). Weeks plantea que somos herederos/as de la tradición
situaciones, se vinculan con valores y prácticas culturales en las están absolutista, de raíces judeocristianas, pero articulada fuertemente
presentes relaciones de poder desigual construidas socialmente. Por desde el siglo XVIII con la familia tradicional burguesa del capitalismo
ello, reducir la sexualidad al "placer" es omitir la complejidad de las moderno y, en virtud de esta asociación, fuertemente hegemónica. Por
relaciones humanas en las cuales la sexualidad entra en juego. otra parte, diversos movimientos radicalizados encarnaron a la tradi-
Una dimensión central y constitutiva de la sexualidad es el pro- ción libertaria en los últimos 150 años. Sin embargo Weeks señala que,
yecto de vida. Vivimos el cuerpo sexuado desde una representación al colocar a la sexualidad también como "perturbadora", aunque con
simbólica respecto de quiénes somos y quiénes queremos ser. El pro- sentido contrario, los movimientos radicalizados de liberación sexual
yecto de vida interviene en los modos en que nos cuidamos y cuida- tendieron a compartir, en cierta medida, la visión que hace de la sexua-
mos a otro/as. Un joven que piensa -y sabe- que puede morir en la lidad una dimensión "amenazante" de la subjetividad humana. Según
calle al día siguiente va tener muchas menos preocupaciones respec- el autor, los movimientos iniciados en los años 60, centralmente rela-
to del embarazo de su pareja o de su propia exposición al contagio cionados con la posibilidad que la píldora anticonceptiva brindó de
de infecciones de transmisión genital, que otro que se proyecta hacia separar el erotismo y la reproducción, fueron el punto de partida·de la
el futuro desde una inscripción histórica y desde la inclusión social. tradición "liberal" que fue fuertemente cuestionada por el conserva-
Una mujer que se concibe solo como madre va a tener dificultades durismo de los '80 y los '90 y jaqueada por la pandemia del VIH-
para descubrir que, una vez que crecieron los hijos y las hijas, exis- SIDA. A pesar de ello, según Weeks, en la actualidad existen señales
ten formas placenteras de habitar el cuerpo sexuado en las etapas de claras de una mayor permisividad en cuestiones culturales que tiene
la vida que suceden al momento de la crianza. Ha sido ampliamente una incidencia directa en el modo de vivir el cuerpo sexuado: cambios
estudiado que existe una relación inversa entre el nivel educativo de en las actitudes respecto del matrimonio y la conformación de la fami-
la mujer y la cantidad de hijos/as que tiene y, también, que cuanto lia (si bien la gente "se casa", mucha gente "se casa" más de una vez,
lo cual muestra una búsqueda de una mayor satisfacción emocional),
más educado es un varón menos co·erción sexual va a tratar de impo-
cambios en los modelos de familia aceptables, un mayor reconocí-
nerle a su pareja (Pantelides y López, 2005 ).
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hrfancia, adolescencia y construcción de género

Resulta casi imposible pensar a un sujeto sin incorporar su condición


de "mujer" o "varón". Y si existe un espacio social imposible de omi-
tir en el análisis de la construcción de la subjetividades, ese espacio es
la familia . Aun antes de la existencia material de las personas.

Sin duda, una de las preguntas centrales que se formu lan las emba-
razadas y quienes las rodean, se refiere al sexo de la persona que vie-
ne. Lo notable es que las expectativas hacia una chica son diferentes a
aquellas dirigidas hacia un chico. A veces positivas, a veces negativas;
pero siempre diferentes. Con alegría, se escucha: "las nenas son más
compañeras", "a las nenas se ks pueden poner lindos vestidos, hacer
)S peinados". Cuando las preferencias se vuelcan hacia los varo-

1"-'' ias expresiones son dei tipo "va a ser más fácil cuidarlo", "va a
mantener el apellido" . Aunque sea difícil creerlo, la condición de "se-
res sociales" de las personas hace que ya desde la forma en que son
imaginadas ames ele nacer se esté construyendo la "forma de ser" un
sujeto hum ano . Y la atribución de expectativas de género relacion ad a
con el sexo vi sible es uno de sus componentes principales .
lvfás allá de los tradicio n ales "ro:;a" y "cele:-;te" que pu eb lan las ma -
tern idades, florerías y casas de ropa de lxbé, frente a un/a recién na-
cido/?> se des<:::ncacl ein ct> e! mundo :tdulco circund:Jnt'.: un;e impor-
t:c~:¡r~: scrit de" curnporL1n1i ~~nLo~ . :~(:~fo"!-; y procesos rcL1cion ados con
su sc>~o . i\Jgun~ls in'.: cstig.:tciCJJltS hctn dt.n1usrrado que cxiSrz.~n dife-

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42 Gl1·acú la ;.~ ; or¿Jadr: Jip; -:.'i!t/::.:· t! s:·;· ;:.¡:. ~jt:i:1 ;.:..p;·c:;J.dir :: s!;· ¡~{;¡ ·¡5;¡ -13

r q ue es m s estimulos incidan en fo rma directa sobre el psiqui sm o de


rencias en e] modo y la frecuencia en que se habla a niños y nii'ias, en
Lls form as y características del conta cto tlsico que se establece e in - ch icos y chi cas, r;unpoc o se pu erle ig no rar esta fu ente permanente d e
clusive en la manifestación de emociones frente a unas y otros ; entre inform ación para la constitución de b s relaciones de género .
ellas sobresalen los trabajos pioneros de Safilios Rothchild '( 1987 ) y Pero cambién existen otros ctispositÍ\'OS que constituyen el mundo
Browne y Francc (1988) . Revisemos algunos de sus resultados. infmtil. Perió dicamente aparecen colecciones de figuritas : las de fCltb ol
En los sectores medios, por ejemplo, las investigaciones han encon - o superhéroes para los varones; las románticas para las chicas . Las series
trado que las niñas reciben por parte de la pareja madre-padre un tra- televisivas para varo nes son abundantes en patadas y p uñetazos; las chi-
tamiento m ás caluroso y más estrecho, desde el p u nto de vista fisico, G\S miran telenovelas. Los varones -cuando tienen los medios- tl:ecuen-

que Jos varones. T::tmbién reciben menos cas tigos, sobre todo corpo- tan los "j ueguitOs" de pelea (en la computadora, con aparatos para la
rales. Por otra p arte, se ha detectado una tendencia a exigir más a los televisión o en las casas de videojuegos) mucho más gue las chicas .
varones en cuanto al aprendizaje intelectual y a la construcción de la La recreación, los gestos, el uso del espacio y el cuerpo son dife-
independencia: También se ha observado que ambos progenitores rencial es para chicas y chicos. Los varones hacen y dicen "groserías";
alientan m ás a los varones a asumir responsabilidades y riesgos, mien- las chicas mucho menos , o son censuradas más severamente cuando
tras que se tiende a tratar a las niñas con mayor indulgencia en tanto lo hacen. Los varones juegan al fútbol, las chicas practican expresión
se comporten con características "femeninas": gentileza, orden, lim- corporal. En los sectores acomodados, sobre todo, si bién la moda
pieza, tranquilidad, docilidad. Los padres esperan más agresividad y dicta sus normas para todos y todas, las chicas siguen más presionad as
un comportamiento más competitivo en su hijo que en su hija (Safi- para conservar las formas en su aspecto fisico y vestimenta. Y si bien
lios Rothchíld, 1987). Jo s problemas d t: seguridad afectan a todas/os , ellas están más tiem-
po aden tro d e la casa y comienzan m ás tard e a viajar solas, etcétera .
Los juegos de los varones parecen fuertemente ligados a la violen-
cia, sobre todo desde el punto de vista fisico. La "lucha" con el padre Ahora bien, la sociología y la historia de la infancia tienen un inte -
y "patear la pelota" son las formas más corrientes. Es más, se ha en- resante prog rama p ara conocer, desde la perspectiva de género, qu é
contrado que existe un cierto tem or frenteal varón sin energía: mu- hacen y qué desean las chicas y los chicos, según su propia mirada y
chas veces fam iliares o docentes argumentan que "tiene que descar- no como d educción de las características d e sus fami lias o su comu -
gar" y se registra preocupación frente a un chico demasiado tranqui- nidad . La ca tegoría supuestamente g en érica de "niñ o", con struida
lo. Esa idea de gue el varón tiene gue "descargar" -que más adelante por siglos d e reflexión p edagógica, ha sido de-construida por los es-
se transfo rm ará en el prejuicio de que los varones tienen m ás necesi- tud ios de género y su crí6ca d emostró q ue constituye , en realidad,
dad de tener actividad sexual que las mujeres- fundamenta Jos jueg os una suerte de " neutro masculino" . El reemplazo p or las categorías
que se estimulan en unos y otras, y los que se censuran (Browne y "infancia" o "niñez" aparenta incluir lo fem enino. Esta operación
France, 1988). lingüística inspirada por buenas intencion<:s, (revela la existencia de
"las nifías " como sujeto social>; (q ué su byace a los discursos y las
También Jos ju gu etes d istan mucho de se r instrm'ilentos neutros
prá cticas que d efi nen a "las ni i1as'' en la sociedad y que herm)s <ma Li-
desde el punto ele vista social en gen eral y del g énero en particular.
z ~=tdo (: n l)~ n-afO .s ctntcriores?
Es e vi den re que los jug uetes re p resentan al sistema social qu e divide
al mundo en m o del o s de hombre' y m uj eres, figu r::ts:buenas y m alas, Los aportes de la historia social y de las mentalidclc!cs han cnsdía-
exitosas v fi-~;casacbs, ricas y- p obre!;, valientes y cobardes, l!ildas y cr~ ::rc. o:.ro:.:~ t¡L~t. el pr<)ccsr: ~J,-_.: p:·trticnt::tri z~c 1ón ( ~'>d e :tlgu n a rnct·
C : ~~s , ere.. ) qt~ ~--· tJcncie. n a cxalt3 r !~¡ ~iL1 n de d0!n_inin y pode!· el~ los V(! - : lc>·J. ~ J;~ :·.., ,_ d~·,;r..:L i\·\·h:::;{)Jl) ' ) deL: ü~ f ¡¡-i:_~ ¡ ~-t cr~ ~ ln1u ndo occi denra! es u n
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-"±·4 G'r ¡Jcz"!~fn, it t:"
../ipriadtr n str JFttJ.jt.:r:, r:_prr:;¡der n ser varón 45

con la construcción social de la familia burguesa y la sociedad indus- talmente, aporrar a la construcción del sujeto niña y a la desalienación
trial. Abundante investigación sobre discursos lingüísticos e icono- cld .sujew níño .
gráricos ha demostrado que, si bien niños y niñas han existido siem-
pre, no ha existido sino hasta una época muy reciente Le. infancia co - Sin duda alguna, la educación familiarinfantil marca con fuerza la
- • 11 - subje::.iúdad de bs personas, convirtiéndolas en "hombrecitos" o
mo campo social ele significaciones específicas . Las investig<cciones ~

de "-\.ries, por ejemplo, su brayan la transformación en la vestimenta, "mujerciras". Pero seríamos incoherentes con nuestro énfasis en el re-
las actitudes y las actividades en las que aparecen niños y niñas, a par- conocimiento de la diferencia si sostuviésemos que existe una sola in-
tir del siglo xrv, que dan cuenta de que la niñez comienza a ser con- fa ncia. Probablemente, muchos de los ejemplos que aparecen en es-
siderada una etapa en sí misma, con posibilidades y necesidades di- 1 tas páginas remitan al/a lector/a a experiencias personales, vividas en
ferentes a las de los adultos. Estos mismos trabajos his tóricos permi- ! diferentes relaciones familiares (como hijas/os, como madres o pa-
ten esbozar otro planteo: según Philippe Aries (l9ó0), por ejemplo, dres, como abuelas/os o tías/os). Pero también pueden resultar aje-
si hasta el siglo XIV niños y niñas aparecen vestidos/as como adul- nas porque sólo hemos estado revisando, de alguna manera, la infan-
tos y adultas, el cambio hacia una moda particularizada sólo benefi- cia que transcurre entre la escuela y la casa, con juegos, juguetes y
cia a los varones (por supuesto, burgueses y nobles), mientras que las contención familiar.
niñas persistirán mucho más tiempo en el modo de vida tradicional
También hay una infancia que transcurre en las calles, o en el ham -
que las confundía con las mujeres.
bre y enfermedades absolutamente evitables. ccE! hambre ya no es un
Podríamos sostener, como hipótesis de trabajo, que, a más de dos problema económico; es un problema político») afirma UNICEF. Esa in-
siglos de iniciación de la modernidad, las niñas aún no constituyen f::mcia pobre también está surcada por relaciones de género, porque
un "sujeto" de pleno derecho en la educación y que su identidad aún aüngue no tenga "Barbies" o "Segas", cuando se dispone de muñe-
se encuentra, no sólo marcada por las significaciones estereotipadas cas y pelotas, se les distribuyen a las niñas y a los niños, respectivamen-
de género (Fernández, 1995), sino que éstas corresponden sobre to- te. Porque allí está presente la imagen del "supermacho" para los va-
do a la mujer en tanto adulta. O, para decirlo de otro modo, que la rones (a veces con mayor intensidad que en las clases medias, por el
infancia es para las niñas sobre todo un largo "vestíbulo" hacia la grado de violencia que representa la presencia, desde muy chicos, en
adultez, ya que el nudo de significación que predomina en este ses- la calle). Y la imagen de la "madrecita" en las chicas, que desde muy
go de género es el ideal maternal en el cual se encuentra incluido el temprana edad ayudan a la madre en la atención de los/as hermani-
mandato d e agradar. El cont"""; -' 1 la infancia de tos/as menores . O cargan con hijos propios, a veces como resultado
las chicas es la perspectiva ele prc:par<Hse ilsic:a, tmoci on~d e intelec - dé '!Íol aciones -·generalmente perpetradas por conocidos de la familia
tualmente para la maternidad, lo c¡_;;;J implica, e;: nuestra cul tura, ca· o familiares- ~ , e; de la falta de conocimientos y recursos para no que-
samiento heterosexual, que solo será plenamente realizado, o no, en dar embar:;.zadas o interrumpir el embarazo, o del deseo de poseer al-
el mundo adulto . go "propio". Volve;emos sobre esta cuestión en el acápite sobre la
adolescencia .
Es obvio que no esc~>.mos hablando de las niñ<<S reales y concretas
que luchan, negocian y resisten ,:stos discursos . Nos referimos al im a- Estas diferentes infancias están en contacto con instituciones educa-
ginario social según el cucd si la inL1n cia) con1o dice 'T'on ucci) sigue. Ú'J'is y/o de atención ~oci?l Los cJ:icos, las chJcds y sm bmill <LS apor-
siendo para todos un "todavía no" ) estaríamos en conciicioncs de ?t r- Lan su bagaj e de experi encia~; a la vic! a de la escuela. Como veremos en
gu. n:::nt:::r qttc le.; es rnás p:~rJ l:ts chicc1s . L~::. CDllSI:rucc.Lón de 11nJ. so·· ::..~ l la c::;cL~t·l:1 '~h(.1::c j igo" con el las . l\.dc:lant~tnc! ono~:
,.~ (~ :·. 1 ~ U ,': -·~'- iSla 1: (¡ ~:nc<li
st; :zi! "'i1 f:i1fC l L t!J.J. i (1r p¡-~ r : ,t •; \~1.) ;~ t · u...:J p~~ r :.:; :j c. L; de LJ .:; pn.JC \..:.: :_os c:uc~ c.sr:-:1 -
r~ \ i C~l l f.:: :'; nlUJCl"c~.; en Ci r·t·t;_¡ ; ; i,) ~·L d ~'1I. ~ SI DO))' ta! ._. ,_~? n; nda i nc~ ~:i :. ; ~.- t'· /l5:¡, 1-LCi ,-; t ::-~!T) l~:;cn ~.v.-~. r cn ro dos los d L1 ~: e n el ;1 rn hll~n e ~colar.
46 G'¡·e,czeiH Jloj¿p~de .llpí··endc-· a ser rnt:je;; rt pn:nde;· rr ser varón 47

1 damental el papel de b cultura y la sociedad. P:o.ra decirlo en otras pa-


Los jardines maternales y ele infantes y las escuelas primarias rtpresen-
tc1!l un espacio en d que los diferentes modelos de crianza se combi- labras : para los/as primeros/as, lo central para ser una mujer es tener
nan con tradiciones escolares que no han sino inmunes a esos mode- vagina y para el hombre tener pene; mientras que para los/as otro-
los, o a algunos de ellos al menos. El fuerte sesgo de la cultura de b s/a, lo central para ser una mujer sería qué espera la sociedad q¡Je ha-
chtse "media" o pequeña burguesía (Boltanski, 1987), que es el sector ¡' gamos con nuestra vagina, o los hombres con su pene . Es más, estas
de la sociedad que más ha aportado en la configuración predominan- líneas de pensamiento consideran al sexo antes que nada como un
te de las relaciones de género, ha marcado también con fuerza lo que "estímulo social" , ya que siempre despierta reacciones determinadas
1 que moldean la percepción de sí misma/o, los comportamientos y
"debe" ser y hacer una niña o un niño en los primeros años de vida .
los valores que niños y niñas desarrollarán posteriormente.
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Sexo, identidad de género y elección de! objeto sexua! 1 La conciencia del "soy mujer" o "soy varón" se produce en una
etapa relativamente temprana de la vida: hacia los dos años, chicas y
El análisis crítico ele la transmisión de los significados de género en chicos conocen sus genitales externos y son capaces de identificar las
las familias y en las instituciones socializadoras, en general, nos lleva diferencias. Sin embargo, si bien están estrechamente vinculadas, la
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a preguntarnos cómo es posible que, mientras muchísimos aspectos 1 autoadscripción a un sexo o a otro es diferente de la construcción de
de la vida actual se han "modernizado", se mantienen con tanta fuer- la identidad de género. Esto se ha comprobado en casos en los que
za los estereotipos en la educación infantil. Sin temor a exagerar, po- la atribución de género ha sido errónea, en sujetos que, generalmen-
dríamos afirmar que uno de los motivos más poderosos, muchas ve- 1 te en virtud de alteraciones cromosómicas, aparentan pertenecer a un
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ces explícitamente, pero casi siempre en lo implícito, se relacion a con sexo, pero internamente tienen glándulas, hormonas e inclusive ór-
el temor de madres y padres a la homosexualidad del hijo o la hij a, ya ganos del otro. Y estos casos (raros y muy poco frecuentes, por cier-
que una fuerte "homofobia" caracteriza aún a nuestras sociedades la- 1 to) se explican porque, a pesar de que parece sencillo y que no se
rjnoamericanas. Basta con revisar las dudas que rápidamente aparecen ¡¡ presta a confusiones, también el "sexo" tiene expresiones múltiples
en cualquier caso público en que se ven involucrados/as homosexua- ' que no siempre coinciden totalmente .
les, para verificar la crudeza de esta forma ele discriminación: si un/a
Existe el sexo genético: la combinación de cromosomas XY para el
homosexual puede ser juez, o maestro/a; si la presencia de un/;¡ ho-
varón, los X""( para b mujer. También existen el sexo gonádico (la pro -
mosexual corrompe o desprestigia a una institni::ión, etcétera .
ducción de óvulos9 dc:_ espermatozoides), el sexo hormonal ( estróge-
1 PJra despejar estas cuestiones necesitamos algunos conceptO'' es - nos, progestemna, etc .), el sexo anatómico (Jos órganos externos y
clarecedores para disdnguir procesos pensados como "naturales" de posteriormente los caracteres sexuales secundarios -el vello, por ejem-
los prejuicios y temores que subyacen a las evidencias descriptas an- plo-) y, finalmente, el sexo adscripto: aquel al que nos dijeron que
teriormente. pertenecemos desde el nacimiento.

Según la psicoanalista Emilce Dio Bleichmar, en su obra El femi- Para establecer diferencias, generalmente nos apoyamos en lo que
nismo espont/mco de la histeria (1991 ), la identidad de género es rcel vemos o creemos ver: la apa rien cia <t natómic a ele los genitales. Sin em-
csquen1u ideor:r~fe ctivo 1-rtás pri1n itivo) cons c-iente e in coJrz.sciente) de la bargo, se he1 n registrado casos en los q ue ciertos niños/as han nacido
per t f: ne-ncia rt un se.'>-;Oy no a otro )'. Si bien existe cons e~1 so ~ n que es~ con sexo tico y h o:·m cm ,d fe men in o, pero con u na ;lfecció n en los
te t:sqnema se forma en u na int errelació n cnn·e io bioló gico y [o su - ó rg anos sexuales exte rnos que les ha dado un::1 apariencia n1asculin a:
.lo Jntc rcsan¡-r_.: es qu t, ~ ¡ fúc ron cu n1o cl c>::tr ~J ¡Han
ci;: i, a uto 1·cs,/~·LS ha n ·.1rr.iht.:ido ;:t J:1 dorac ió n hi. ol ógictJ-
t1; : :-:. u:l: :.nti cl ~·=- d ([~': g~~J - t ' ' 1 ~:-.:n'l(: I:i l l ::t ' ~- l !l: t ·~ ~. i¡¡ - ~-, -... (j l -í i_ S.l se~ :__ ; ~,-, :_;- ~l ~J- -
; ;H ~ J ~~Tl .<:::U CU L .·;;i rn i e¡_-~ t!·~~ ~; _{()

·~ --) : ¡ l_ )' en Li n ::r. -:.· (í-~c i c ; 1t c , c1:_ ¡ (_:: -- :l l r~. do con..,_o !! iilo.:; r~~: s ~n"l : : n:. , ~_lltt di ffc 1! .Pl od jfi c::u· esa idcnt..ic L-H-~ v

~;:::,_
•t8 G;·,¡,;icl,; !\ Ju¡gndc . /ipr¿'JJ.dr:;· :tj:.·;:, t!pr~:ndt;· n s,;;· Pt7..rr5n ·49
r t! _¡;;;- ; ;j
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los "mujer". Otro tanto es posible verificar en adolescentes con un re- 1 la identidad de género (sentirse "fe menina", o "masculino") se pro-
g istro cromosómico XO, es decir, uua carga "fe:,-:icnin<>" po r un bdo, 1 du ce p o r En proc•:so ele icL: nrii'icación guc Sé' inicia desde el rnci -
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pero sin ho rmonas ni órg<mOs femeninos . Como t:~mp oc o tienen pe- 1


, _ miento y gue es complejo, ya gue por diferentes motivos individua-
n e, fueron cducados como niñas, desarrollando el sentimi ento. e·e ser les, t~1111iiiares y so ciales, no siempre la dotación biológica externa se
- ·.1 .
"n1ujeres ". continúa en una ideutid ad de género del mi smo signo.
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Estos casos, denomi nad os " hermafroditismo''; al estilo de 1:,~ plan- Al10ra bien, en estc punto rcsúlta importante también discriminar
tas que cuentan con Jos dos polos deJa procreación, han sido ~' ~ofusa­ un tercer componente también poco conocido y con frecuencia as i-
menrc estudiados por otro ps icoanalista que ha revolucionad•) el mo- milado a Jos anteriores: la elección de compañero/a sexual, diferen-
do de ente nder la influencia recíproca entre la biología y la '~ultura . Al te del "sexo" y también de la "identidad de géne ro ''. O sea, el "ob-
cabo del estudio de ochenta y tres h ermafroditas, travestis y homose- jeto sexual" desde la p erspectiva del psicoanálisis .
xuales , Francis Stoller establece un a interesante serie de conclusiones:
Existe un importante consenso en señalar gue es recién en la ado-
Los aspectos de la sexualidad que caen bajo el dominio del
rr]_ ( ... ) lescencia cuando se termina de definir la elección u orientación del
géne7'0 son esencú1hnente detevminados por la cultura. Este proceso de deseo sexual, aunque esta orientación pueda cambiar más adelante
inscripción psíquica co·mienza desde el nacimiento y formaría pt:t-rte de otra vez, Es posible, entonces, que una mujer desde el punto de vista
la est1'Uctumción del Yo . La madre es el agente cu.ltural y a través de 1 anatómico desarrolle conductas de género "femeninas" y elija a un va-
su dismrso el sistema de sign~ficaciones será transmitido; más tarde, rón como compañero sexual. Pero puede ocurrir también gue una
padre1 familia y gntpos sociales contribvtirán. a este proceso. mujer "anatómica" desarrolle conductas de género muy poco "feme-
rr2. El rol de las fuerzas biológicas seda el de reforzm- o perturbar la ninas" y gue también sea heterosexuaL Y también puede ser mujer
identidad de género est-ructvtrada por el intercwtn.bio humano. anatómica, ser "femenina", y elegir una pareja homosexuaL Y existen
aun otras posibilidades de encontrar diferentes combinaciones de los
rc3_ La identificación en tanto openuión ps!quiw daTÍa menta de la tres elementos: sexo, identidad de género y elección de o bj eto sexuaL
organización de lct identidad ele género. Por ejemplo, así como existe el hombre masculino y heterosexual, es
rc4_ El núcleo de la identidad de género se estt:tblece en la etapa fálica posible encontrar un hombre masculino y homosexual; por otra par-
( ... ). re, también es posible que un hombre sea lo que llamam os "afemina-
do" y h eterosexual u homosexual. Lo mismo ocurre con las mujeres :
ces. La identidrui de ghuro se inicia con el naciwtiento, pero en el
existen "femeninas" tan to heterosexuales como homosexuales, y
curso del desarrollo se cOtnplejiza1 de suerte que un :;ujeto varón puede " masculinas" que tienen compañero sexu al varón o compañera mujer.
n o sólo experienciarse hombre1 sino masculino1 u hombre afemin aclo1 u
hombre qzte Je imagina 1nujer )) (en Dio Bleichmar, 1991 ). Estas distinciones conceptuales un tanto e nmarañadas permiten
despejar cuánto de prejuicio hay en la educación familiar y gué lejos
Esta síntes is <1pretad a d e conclusiones significa qu e desde d naci-
estamos d !': "crear un h omosen1:1i" al estimular juegos o conductas de
miento chicos)' chicas recib en men sajes relativos a la adscripción "fe-
todo tipo en l1ijos e hij as en L1 educ:1.ción ternpra n~ :-Es2 educa ció n in-
me nin a" o "masculin2" qu e los/as adultos/as cercanos/as --en p2.c -
hntii que , con !a fllerz:1 de los \'Jn cuJos, deviene uno de los contextos
ri cular la 1nadre, por estar gcneralrrtt:ntt 3 cargo- de ! ~ cr.ianza re<tli -
c ruci~·ics en la : eproclllcci (JJl de hs relacion es dcsigu ;des de género .
~(.an en tl.lnc ió_n ctc su sexo ex[e rn:x. Si la do t:ción biol ógic? nc) evi-
dente (.;;;ex o c rotn o:~0rui ct >y l) co incide COll esta :?tu·ibi!Ci Ón c:l 1
Sill crnb?tr i!/;; lo s r1iC1iS:1jc:-. dd(~·~<·. J~CL~ i c~; :) O!)f ·~: all) f~~ .llJ~.:nj¡ ·to" }·r .;~ iu
:-.c._\t.:: r:.:Úle.::-~~; c .:~c:~ ccr.:L._.t-;!cL-;:; de ;-~:u:.:ro. Sin::;: -~::~L~ dc:~J:'~i~:-,:~ bi.-;ló ;}: ,:.~·:~~ ;!2~~C) :_;:_::: ~· :.;ciz_?;1::, :~~:J :·:t::d~i.~il, C( : f: f.;1t'U:: C: 'Jl'!.::~:!lll! '..J :; ·:...:!J !::1 ~tf!CJ
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