Morgade. Aprender A
Morgade. Aprender A
Morgade. Aprender A
Género y géneros
Otra de las cuestiones que también nos planteámos hoy es si el con-
cepto mismo de "género" está suficientemertte definido como páta
explicar todas las posibilidades y combinaciones que se dan en la rea-
lidad. No hay duda de que aún es la mejor manera de la que dispo-
nemos para denotar críticamente uno de los conjuntos de significa~
ciones sociales que intervienen en nuestro devenir sujetos .humanos.
r~1 Tampoco dudamos de que la divulgación del concepto de género
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30 Graciela Mo¡;gade
Aprender a ser muJer, aprender a ser varón 31
puede contarse entre las principales victorias de la segunda ola del fe-
minismo. No obstante, aún plantea interrogantes. Revisemos sus po- en el movimiento social <je mujeres, en términos de una construcción
tencialidades y algunas de sus limitaciones. diferente y con efectos más bien en el nivel "local" de las resistencias,
en la subjetividad y en nuestra autoirnagen. O sea, la crítica también
Si bien aún hoy, para amplios sectores de la docencia hablar de "gé-
aporta a la definición de nuevas relaciones de género. Esto es lo fasci-
nero" remite a los sustantivos, a las formas literarias o, peor, a la tela
nante_de discutir estos temas, porque no están "ahí afuera", congela-
de la vestimenta, el campo de los estudios de género se encuentra en
dos para siempre, sino que en el mismo momento en que los estamos
pleno desarrollo y expansión. Parece claro entre quienes han estudia- pensahdo ya esbozamos, de alguna manera, una construcción alterna-
do o estudian el tema que aludir a "cuestiones de género", "relacio-
tiva. La cuestión que se abre, entonces, es pensar al género no tanto
nes de género" o "género" a secas implica denotar una diferencia -so- como dos polos sino como un conjunto de relaciones en las que hay .
cial entre lo femenino y lo masculino. El logro de esta construcción imágenes predominantes e imágenes silenciadas. Inclusive; no hay co--.
conceptual es que remite a relacion<rs creadas en la vida social y, por herencia total entre las dominantes (¿cómo compatibilizar los manda-
lo tanto, no inscriptas en la carga genética de las personas. Cuando se tos de "madre", "prostituta" y "casta", por ejemplo, que en el senti-
analizan desde la perspectiva de g~nero las conocidas frases: "los do común conforman "lo deseable" para las mujeres?).
hombres son duros" y "las mujeres son sensibles", no se entiende que
la naturaleza los dotó en forma diferencial, sino que históricamente Para decirlo de otro modo, podemos pensár que coexisten en cons-
hombres y mujeres han sido educados para desarrollar algunas poten- trucción permanente algunas "masculinidades" que no se correspon-
cialidades humanas e inhibir otras y que, además, algunas personas sa- den totalmente con el modelo del "macho"; o que, mientras las "fe-
mineidades" aceptables son promovidas desde las instituciones educa-
. ese prejuicio, pero otras no lo. hacen.
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32 A prender a ser mujer, aprender a ser varón 3.3
Graciela Morgade
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34 Graciela M01;gade Aprender a ser mujer, aprender a ser varón 35
se trata del "cuerpo" como producto histórico. Aún en los momen- Es evidente que el significado que se otorga a la sexualidad y· láS'
tos en que las personas sienten gue son más "particulares", más "indi- dimensiones que se induyen en esas definiciones son producto de. rela~
viduales", está presente su condición de sujeto social. Las determina- c~9~s sociales de poder. Y también lo son -~ormas que regulan el
ciones socioeconómicas, de género, étnicas, religiosas, generaciona- \_qué)' hacer con nuestra sexualidad y el '~'vivirla. Dice Jeffrey
w (e'ks: "Es dificil separar los significados particulares que damos a la
les, de capacidad, etc. intervienen en el modo en que cada una o uno
sexualidad de las formas de control que defendemos. Si consideramos
vive su sexualidad y, por ello, pensar a la serualidad como cuestión
al sexo como peligroso, perturbador y fundamentalmente anti-social,
"natural" implica un reduccionismo que opera reforzando las tradi-
entonces estaremos más dispuestos a adoptar posiciones morales que
ciones predominantes.
proponen un control autoritario y rígido. A eso lo llamo abordaje
En su componente dinámico, la sexualidad se vincula con el pla- ' absolutista'. Si, por otro lado, creemos que el deseo sexual es funda-
cer. Los afectos y el juego del erotismo son fuentes de placer y cons- mentalmente benigno, vitalizante y liberador, estaremos más dispues-
tituyen a la sexualidad, al igual que la dotación biológica y su fun- tos a adoptar un conjunto de valores flexibles y tal vez radicales, a apo-
cionamiento. Ahora bien, !'as emociones relacionadas con la sexuali- yar una posición 'libertaria'. En algún punto entre estos dos abordajes
dad no solo son placenteras y, por lo tanto, positivas: también la podemos encontrar una tercera, que está menos segura de decidir si el
sexualidad puede implicar dolor, sometimiento o frustración. Las · sexo es "bueno" o "malo". Sin embargo, está convencida de las des-
emociones que implica no integran solamente el ámbito de lo "ínti- ventajas del autoritarismo moral y del exceso. Esta es la posición 'libe-
mo" (o del orden de lo "personal") sino que, en la mayoría de las ral"' (1999). Weeks plantea que somos herederos/as de la tradición
situaciones, se vinculan con valores y prácticas culturales en las están absolutista, de raíces judeocristianas, pero articulada fuertemente
presentes relaciones de poder desigual construidas socialmente. Por desde el siglo XVIII con la familia tradicional burguesa del capitalismo
ello, reducir la sexualidad al "placer" es omitir la complejidad de las moderno y, en virtud de esta asociación, fuertemente hegemónica. Por
relaciones humanas en las cuales la sexualidad entra en juego. otra parte, diversos movimientos radicalizados encarnaron a la tradi-
Una dimensión central y constitutiva de la sexualidad es el pro- ción libertaria en los últimos 150 años. Sin embargo Weeks señala que,
yecto de vida. Vivimos el cuerpo sexuado desde una representación al colocar a la sexualidad también como "perturbadora", aunque con
simbólica respecto de quiénes somos y quiénes queremos ser. El pro- sentido contrario, los movimientos radicalizados de liberación sexual
yecto de vida interviene en los modos en que nos cuidamos y cuida- tendieron a compartir, en cierta medida, la visión que hace de la sexua-
mos a otro/as. Un joven que piensa -y sabe- que puede morir en la lidad una dimensión "amenazante" de la subjetividad humana. Según
calle al día siguiente va tener muchas menos preocupaciones respec- el autor, los movimientos iniciados en los años 60, centralmente rela-
to del embarazo de su pareja o de su propia exposición al contagio cionados con la posibilidad que la píldora anticonceptiva brindó de
de infecciones de transmisión genital, que otro que se proyecta hacia separar el erotismo y la reproducción, fueron el punto de partida·de la
el futuro desde una inscripción histórica y desde la inclusión social. tradición "liberal" que fue fuertemente cuestionada por el conserva-
Una mujer que se concibe solo como madre va a tener dificultades durismo de los '80 y los '90 y jaqueada por la pandemia del VIH-
para descubrir que, una vez que crecieron los hijos y las hijas, exis- SIDA. A pesar de ello, según Weeks, en la actualidad existen señales
ten formas placenteras de habitar el cuerpo sexuado en las etapas de claras de una mayor permisividad en cuestiones culturales que tiene
la vida que suceden al momento de la crianza. Ha sido ampliamente una incidencia directa en el modo de vivir el cuerpo sexuado: cambios
estudiado que existe una relación inversa entre el nivel educativo de en las actitudes respecto del matrimonio y la conformación de la fami-
la mujer y la cantidad de hijos/as que tiene y, también, que cuanto lia (si bien la gente "se casa", mucha gente "se casa" más de una vez,
lo cual muestra una búsqueda de una mayor satisfacción emocional),
más educado es un varón menos co·erción sexual va a tratar de impo-
cambios en los modelos de familia aceptables, un mayor reconocí-
nerle a su pareja (Pantelides y López, 2005 ).
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Sin duda, una de las preguntas centrales que se formu lan las emba-
razadas y quienes las rodean, se refiere al sexo de la persona que vie-
ne. Lo notable es que las expectativas hacia una chica son diferentes a
aquellas dirigidas hacia un chico. A veces positivas, a veces negativas;
pero siempre diferentes. Con alegría, se escucha: "las nenas son más
compañeras", "a las nenas se ks pueden poner lindos vestidos, hacer
)S peinados". Cuando las preferencias se vuelcan hacia los varo-
1"-'' ias expresiones son dei tipo "va a ser más fácil cuidarlo", "va a
mantener el apellido" . Aunque sea difícil creerlo, la condición de "se-
res sociales" de las personas hace que ya desde la forma en que son
imaginadas ames ele nacer se esté construyendo la "forma de ser" un
sujeto hum ano . Y la atribución de expectativas de género relacion ad a
con el sexo vi sible es uno de sus componentes principales .
lvfás allá de los tradicio n ales "ro:;a" y "cele:-;te" que pu eb lan las ma -
tern idades, florerías y casas de ropa de lxbé, frente a un/a recién na-
cido/?> se des<:::ncacl ein ct> e! mundo :tdulco circund:Jnt'.: un;e impor-
t:c~:¡r~: scrit de" curnporL1n1i ~~nLo~ . :~(:~fo"!-; y procesos rcL1cion ados con
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42 Gl1·acú la ;.~ ; or¿Jadr: Jip; -:.'i!t/::.:· t! s:·;· ;:.¡:. ~jt:i:1 ;.:..p;·c:;J.dir :: s!;· ¡~{;¡ ·¡5;¡ -13
que Jos varones. T::tmbién reciben menos cas tigos, sobre todo corpo- tan los "j ueguitOs" de pelea (en la computadora, con aparatos para la
rales. Por otra p arte, se ha detectado una tendencia a exigir más a los televisión o en las casas de videojuegos) mucho más gue las chicas .
varones en cuanto al aprendizaje intelectual y a la construcción de la La recreación, los gestos, el uso del espacio y el cuerpo son dife-
independencia: También se ha observado que ambos progenitores rencial es para chicas y chicos. Los varones hacen y dicen "groserías";
alientan m ás a los varones a asumir responsabilidades y riesgos, mien- las chicas mucho menos , o son censuradas más severamente cuando
tras que se tiende a tratar a las niñas con mayor indulgencia en tanto lo hacen. Los varones juegan al fútbol, las chicas practican expresión
se comporten con características "femeninas": gentileza, orden, lim- corporal. En los sectores acomodados, sobre todo, si bién la moda
pieza, tranquilidad, docilidad. Los padres esperan más agresividad y dicta sus normas para todos y todas, las chicas siguen más presionad as
un comportamiento más competitivo en su hijo que en su hija (Safi- para conservar las formas en su aspecto fisico y vestimenta. Y si bien
lios Rothchíld, 1987). Jo s problemas d t: seguridad afectan a todas/os , ellas están más tiem-
po aden tro d e la casa y comienzan m ás tard e a viajar solas, etcétera .
Los juegos de los varones parecen fuertemente ligados a la violen-
cia, sobre todo desde el punto de vista fisico. La "lucha" con el padre Ahora bien, la sociología y la historia de la infancia tienen un inte -
y "patear la pelota" son las formas más corrientes. Es más, se ha en- resante prog rama p ara conocer, desde la perspectiva de género, qu é
contrado que existe un cierto tem or frenteal varón sin energía: mu- hacen y qué desean las chicas y los chicos, según su propia mirada y
chas veces fam iliares o docentes argumentan que "tiene que descar- no como d educción de las características d e sus fami lias o su comu -
gar" y se registra preocupación frente a un chico demasiado tranqui- nidad . La ca tegoría supuestamente g en érica de "niñ o", con struida
lo. Esa idea de gue el varón tiene gue "descargar" -que más adelante por siglos d e reflexión p edagógica, ha sido de-construida por los es-
se transfo rm ará en el prejuicio de que los varones tienen m ás necesi- tud ios de género y su crí6ca d emostró q ue constituye , en realidad,
dad de tener actividad sexual que las mujeres- fundamenta Jos jueg os una suerte de " neutro masculino" . El reemplazo p or las categorías
que se estimulan en unos y otras, y los que se censuran (Browne y "infancia" o "niñez" aparenta incluir lo fem enino. Esta operación
France, 1988). lingüística inspirada por buenas intencion<:s, (revela la existencia de
"las nifías " como sujeto social>; (q ué su byace a los discursos y las
También Jos ju gu etes d istan mucho de se r instrm'ilentos neutros
prá cticas que d efi nen a "las ni i1as'' en la sociedad y que herm)s <ma Li-
desde el punto ele vista social en gen eral y del g énero en particular.
z ~=tdo (: n l)~ n-afO .s ctntcriores?
Es e vi den re que los jug uetes re p resentan al sistema social qu e divide
al mundo en m o del o s de hombre' y m uj eres, figu r::ts:buenas y m alas, Los aportes de la historia social y de las mentalidclc!cs han cnsdía-
exitosas v fi-~;casacbs, ricas y- p obre!;, valientes y cobardes, l!ildas y cr~ ::rc. o:.ro:.:~ t¡L~t. el pr<)ccsr: ~J,-_.: p:·trticnt::tri z~c 1ón ( ~'>d e :tlgu n a rnct·
C : ~~s , ere.. ) qt~ ~--· tJcncie. n a cxalt3 r !~¡ ~iL1 n de d0!n_inin y pode!· el~ los V(! - : lc>·J. ~ J;~ :·.., ,_ d~·,;r..:L i\·\·h:::;{)Jl) ' ) deL: ü~ f ¡¡-i:_~ ¡ ~-t cr~ ~ ln1u ndo occi denra! es u n
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../ipriadtr n str JFttJ.jt.:r:, r:_prr:;¡der n ser varón 45
con la construcción social de la familia burguesa y la sociedad indus- talmente, aporrar a la construcción del sujeto niña y a la desalienación
trial. Abundante investigación sobre discursos lingüísticos e icono- cld .sujew níño .
gráricos ha demostrado que, si bien niños y niñas han existido siem-
pre, no ha existido sino hasta una época muy reciente Le. infancia co - Sin duda alguna, la educación familiarinfantil marca con fuerza la
- • 11 - subje::.iúdad de bs personas, convirtiéndolas en "hombrecitos" o
mo campo social ele significaciones específicas . Las investig<cciones ~
de "-\.ries, por ejemplo, su brayan la transformación en la vestimenta, "mujerciras". Pero seríamos incoherentes con nuestro énfasis en el re-
las actitudes y las actividades en las que aparecen niños y niñas, a par- conocimiento de la diferencia si sostuviésemos que existe una sola in-
tir del siglo xrv, que dan cuenta de que la niñez comienza a ser con- fa ncia. Probablemente, muchos de los ejemplos que aparecen en es-
siderada una etapa en sí misma, con posibilidades y necesidades di- 1 tas páginas remitan al/a lector/a a experiencias personales, vividas en
ferentes a las de los adultos. Estos mismos trabajos his tóricos permi- ! diferentes relaciones familiares (como hijas/os, como madres o pa-
ten esbozar otro planteo: según Philippe Aries (l9ó0), por ejemplo, dres, como abuelas/os o tías/os). Pero también pueden resultar aje-
si hasta el siglo XIV niños y niñas aparecen vestidos/as como adul- nas porque sólo hemos estado revisando, de alguna manera, la infan-
tos y adultas, el cambio hacia una moda particularizada sólo benefi- cia que transcurre entre la escuela y la casa, con juegos, juguetes y
cia a los varones (por supuesto, burgueses y nobles), mientras que las contención familiar.
niñas persistirán mucho más tiempo en el modo de vida tradicional
También hay una infancia que transcurre en las calles, o en el ham -
que las confundía con las mujeres.
bre y enfermedades absolutamente evitables. ccE! hambre ya no es un
Podríamos sostener, como hipótesis de trabajo, que, a más de dos problema económico; es un problema político») afirma UNICEF. Esa in-
siglos de iniciación de la modernidad, las niñas aún no constituyen f::mcia pobre también está surcada por relaciones de género, porque
un "sujeto" de pleno derecho en la educación y que su identidad aún aüngue no tenga "Barbies" o "Segas", cuando se dispone de muñe-
se encuentra, no sólo marcada por las significaciones estereotipadas cas y pelotas, se les distribuyen a las niñas y a los niños, respectivamen-
de género (Fernández, 1995), sino que éstas corresponden sobre to- te. Porque allí está presente la imagen del "supermacho" para los va-
do a la mujer en tanto adulta. O, para decirlo de otro modo, que la rones (a veces con mayor intensidad que en las clases medias, por el
infancia es para las niñas sobre todo un largo "vestíbulo" hacia la grado de violencia que representa la presencia, desde muy chicos, en
adultez, ya que el nudo de significación que predomina en este ses- la calle). Y la imagen de la "madrecita" en las chicas, que desde muy
go de género es el ideal maternal en el cual se encuentra incluido el temprana edad ayudan a la madre en la atención de los/as hermani-
mandato d e agradar. El cont"""; -' 1 la infancia de tos/as menores . O cargan con hijos propios, a veces como resultado
las chicas es la perspectiva ele prc:par<Hse ilsic:a, tmoci on~d e intelec - dé '!Íol aciones -·generalmente perpetradas por conocidos de la familia
tualmente para la maternidad, lo c¡_;;;J implica, e;: nuestra cul tura, ca· o familiares- ~ , e; de la falta de conocimientos y recursos para no que-
samiento heterosexual, que solo será plenamente realizado, o no, en dar embar:;.zadas o interrumpir el embarazo, o del deseo de poseer al-
el mundo adulto . go "propio". Volve;emos sobre esta cuestión en el acápite sobre la
adolescencia .
Es obvio que no esc~>.mos hablando de las niñ<<S reales y concretas
que luchan, negocian y resisten ,:stos discursos . Nos referimos al im a- Estas diferentes infancias están en contacto con instituciones educa-
ginario social según el cucd si la inL1n cia) con1o dice 'T'on ucci) sigue. Ú'J'is y/o de atención ~oci?l Los cJ:icos, las chJcds y sm bmill <LS apor-
siendo para todos un "todavía no" ) estaríamos en conciicioncs de ?t r- Lan su bagaj e de experi encia~; a la vic! a de la escuela. Como veremos en
gu. n:::nt:::r qttc le.; es rnás p:~rJ l:ts chicc1s . L~::. CDllSI:rucc.Lón de 11nJ. so·· ::..~ l la c::;cL~t·l:1 '~h(.1::c j igo" con el las . l\.dc:lant~tnc! ono~:
,.~ (~ :·. 1 ~ U ,': -·~'- iSla 1: (¡ ~:nc<li
st; :zi! "'i1 f:i1fC l L t!J.J. i (1r p¡-~ r : ,t •; \~1.) ;~ t · u...:J p~~ r :.:; :j c. L; de LJ .:; pn.JC \..:.: :_os c:uc~ c.sr:-:1 -
r~ \ i C~l l f.:: :'; nlUJCl"c~.; en Ci r·t·t;_¡ ; ; i,) ~·L d ~'1I. ~ SI DO))' ta! ._. ,_~? n; nda i nc~ ~:i :. ; ~.- t'· /l5:¡, 1-LCi ,-; t ::-~!T) l~:;cn ~.v.-~. r cn ro dos los d L1 ~: e n el ;1 rn hll~n e ~colar.
46 G'¡·e,czeiH Jloj¿p~de .llpí··endc-· a ser rnt:je;; rt pn:nde;· rr ser varón 47
Según la psicoanalista Emilce Dio Bleichmar, en su obra El femi- Para establecer diferencias, generalmente nos apoyamos en lo que
nismo espont/mco de la histeria (1991 ), la identidad de género es rcel vemos o creemos ver: la apa rien cia <t natómic a ele los genitales. Sin em-
csquen1u ideor:r~fe ctivo 1-rtás pri1n itivo) cons c-iente e in coJrz.sciente) de la bargo, se he1 n registrado casos en los q ue ciertos niños/as han nacido
per t f: ne-ncia rt un se.'>-;Oy no a otro )'. Si bien existe cons e~1 so ~ n que es~ con sexo tico y h o:·m cm ,d fe men in o, pero con u na ;lfecció n en los
te t:sqnema se forma en u na int errelació n cnn·e io bioló gico y [o su - ó rg anos sexuales exte rnos que les ha dado un::1 apariencia n1asculin a:
.lo Jntc rcsan¡-r_.: es qu t, ~ ¡ fúc ron cu n1o cl c>::tr ~J ¡Han
ci;: i, a uto 1·cs,/~·LS ha n ·.1rr.iht.:ido ;:t J:1 dorac ió n hi. ol ógictJ-
t1; : :-:. u:l: :.nti cl ~·=- d ([~': g~~J - t ' ' 1 ~:-.:n'l(: I:i l l ::t ' ~- l !l: t ·~ ~. i¡¡ - ~-, -... (j l -í i_ S.l se~ :__ ; ~,-, :_;- ~l ~J- -
; ;H ~ J ~~Tl .<:::U CU L .·;;i rn i e¡_-~ t!·~~ ~; _{()
·~ --) : ¡ l_ )' en Li n ::r. -:.· (í-~c i c ; 1t c , c1:_ ¡ (_:: -- :l l r~. do con..,_o !! iilo.:; r~~: s ~n"l : : n:. , ~_lltt di ffc 1! .Pl od jfi c::u· esa idcnt..ic L-H-~ v
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•t8 G;·,¡,;icl,; !\ Ju¡gndc . /ipr¿'JJ.dr:;· :tj:.·;:, t!pr~:ndt;· n s,;;· Pt7..rr5n ·49
r t! _¡;;;- ; ;j
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los "mujer". Otro tanto es posible verificar en adolescentes con un re- 1 la identidad de género (sentirse "fe menina", o "masculino") se pro-
g istro cromosómico XO, es decir, uua carga "fe:,-:icnin<>" po r un bdo, 1 du ce p o r En proc•:so ele icL: nrii'icación guc Sé' inicia desde el rnci -
1
Estos casos, denomi nad os " hermafroditismo''; al estilo de 1:,~ plan- Al10ra bien, en estc punto rcsúlta importante también discriminar
tas que cuentan con Jos dos polos deJa procreación, han sido ~' ~ofusa un tercer componente también poco conocido y con frecuencia as i-
menrc estudiados por otro ps icoanalista que ha revolucionad•) el mo- milado a Jos anteriores: la elección de compañero/a sexual, diferen-
do de ente nder la influencia recíproca entre la biología y la '~ultura . Al te del "sexo" y también de la "identidad de géne ro ''. O sea, el "ob-
cabo del estudio de ochenta y tres h ermafroditas, travestis y homose- jeto sexual" desde la p erspectiva del psicoanálisis .
xuales , Francis Stoller establece un a interesante serie de conclusiones:
Existe un importante consenso en señalar gue es recién en la ado-
Los aspectos de la sexualidad que caen bajo el dominio del
rr]_ ( ... ) lescencia cuando se termina de definir la elección u orientación del
géne7'0 son esencú1hnente detevminados por la cultura. Este proceso de deseo sexual, aunque esta orientación pueda cambiar más adelante
inscripción psíquica co·mienza desde el nacimiento y formaría pt:t-rte de otra vez, Es posible, entonces, que una mujer desde el punto de vista
la est1'Uctumción del Yo . La madre es el agente cu.ltural y a través de 1 anatómico desarrolle conductas de género "femeninas" y elija a un va-
su dismrso el sistema de sign~ficaciones será transmitido; más tarde, rón como compañero sexual. Pero puede ocurrir también gue una
padre1 familia y gntpos sociales contribvtirán. a este proceso. mujer "anatómica" desarrolle conductas de género muy poco "feme-
rr2. El rol de las fuerzas biológicas seda el de reforzm- o perturbar la ninas" y gue también sea heterosexuaL Y también puede ser mujer
identidad de género est-ructvtrada por el intercwtn.bio humano. anatómica, ser "femenina", y elegir una pareja homosexuaL Y existen
aun otras posibilidades de encontrar diferentes combinaciones de los
rc3_ La identificación en tanto openuión ps!quiw daTÍa menta de la tres elementos: sexo, identidad de género y elección de o bj eto sexuaL
organización de lct identidad ele género. Por ejemplo, así como existe el hombre masculino y heterosexual, es
rc4_ El núcleo de la identidad de género se estt:tblece en la etapa fálica posible encontrar un hombre masculino y homosexual; por otra par-
( ... ). re, también es posible que un hombre sea lo que llamam os "afemina-
do" y h eterosexual u homosexual. Lo mismo ocurre con las mujeres :
ces. La identidrui de ghuro se inicia con el naciwtiento, pero en el
existen "femeninas" tan to heterosexuales como homosexuales, y
curso del desarrollo se cOtnplejiza1 de suerte que un :;ujeto varón puede " masculinas" que tienen compañero sexu al varón o compañera mujer.
n o sólo experienciarse hombre1 sino masculino1 u hombre afemin aclo1 u
hombre qzte Je imagina 1nujer )) (en Dio Bleichmar, 1991 ). Estas distinciones conceptuales un tanto e nmarañadas permiten
despejar cuánto de prejuicio hay en la educación familiar y gué lejos
Esta síntes is <1pretad a d e conclusiones significa qu e desde d naci-
estamos d !': "crear un h omosen1:1i" al estimular juegos o conductas de
miento chicos)' chicas recib en men sajes relativos a la adscripción "fe-
todo tipo en l1ijos e hij as en L1 educ:1.ción ternpra n~ :-Es2 educa ció n in-
me nin a" o "masculin2" qu e los/as adultos/as cercanos/as --en p2.c -
hntii que , con !a fllerz:1 de los \'Jn cuJos, deviene uno de los contextos
ri cular la 1nadre, por estar gcneralrrtt:ntt 3 cargo- de ! ~ cr.ianza re<tli -
c ruci~·ics en la : eproclllcci (JJl de hs relacion es dcsigu ;des de género .
~(.an en tl.lnc ió_n ctc su sexo ex[e rn:x. Si la do t:ción biol ógic? nc) evi-
dente (.;;;ex o c rotn o:~0rui ct >y l) co incide COll esta :?tu·ibi!Ci Ón c:l 1
Sill crnb?tr i!/;; lo s r1iC1iS:1jc:-. dd(~·~<·. J~CL~ i c~; :) O!)f ·~: all) f~~ .llJ~.:nj¡ ·to" }·r .;~ iu
:-.c._\t.:: r:.:Úle.::-~~; c .:~c:~ ccr.:L._.t-;!cL-;:; de ;-~:u:.:ro. Sin::;: -~::~L~ dc:~J:'~i~:-,:~ bi.-;ló ;}: ,:.~·:~~ ;!2~~C) :_;:_::: ~· :.;ciz_?;1::, :~~:J :·:t::d~i.~il, C( : f: f.;1t'U:: C: 'Jl'!.::~:!lll! '..J :; ·:...:!J !::1 ~tf!CJ
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