Hacia Escuelas Inclusivas

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Hacia Escuelas Inclusivas: gestión, prácticas y cultura inclusiva 1

Javier Murillo y Cynthia Duk

Introducción

El alcance y perspectivas de la educación inclusiva se ha sustentado en la idea de que todos los niños/as
y jóvenes tienen derecho a una educación de calidad con equivalentes oportunidades de aprendizaje,
independientemente de sus antecedentes sociales y culturales y de sus diferencias en las habilidades y
capacidades (OIE-UNESCO, 2008).

Es así que, en las últimas décadas, adquiere gran fuerza el movimiento de la inclusión cuyo principal
propósito es hacer frente a los altos índices de exclusión, discriminación y desigualdad educativa
presentes en la mayoría de los sistemas educacionales del mundo, como también ocurre en los países
Iberoamericanos. En efecto, está ampliamente documentado que América Latina se caracteriza por ser
una de las regiones más inequitativas del mundo y por tener sociedades altamente segmentadas
(UNESCO, 2007). En este contexto, a pesar de la gran expansión en cobertura, la ampliación de la
educación obligatoria y las reformas educativas y curriculares que han llevado a cabo la mayoría de los
países, persisten en los sistemas educativos:

- Altos niveles de desigualdad en las oportunidades educativas. Se mantienen mecanismos y


prácticas de discriminación y exclusión que limitan el acceso y permanencia de los alumnos en su
proceso escolar y afectan la convivencia, la integración y cohesión social.

- Aplicación uniforme del currículo y prácticas homogeneizadoras que no consideran las


diferencias sociales, culturales, étnicas y personales, en cuanto a capacidades, ritmos y estilos de
aprendizaje.

- Bajos resultados de aprendizaje, concentrándose en los sectores y grupos más vulnerables que
son los que reciben una educación de menor calidad y una creciente competencia entre escuelas
según resultados.

Crear las condiciones para el desarrollo de escuelas para todos y con todos, que garanticen una
educación de calidad con equidad, implica transformaciones en el conjunto del sistema educativo: en las
políticas y normativas educativas, en la organización y funcionamiento de los centros escolares, en las
actitudes y prácticas de los docentes, así como en los niveles de relación de los distintos actores; es
decir, supone una cultura educativa diferente. El problema, entonces, es necesario abordarlo desde una
perspectiva sistémica, puesto que supone transformaciones en todos los niveles: sistema, escuela y aula.

1
Texto adaptado Unidad 1, Módulo II Escuelas Inclusivas. Gestión para el cambio y la Mejora. Murillo,J. y Duk,C. 2011. Diplomado sobre
Escuelas Inclusivas: enseñar y aprender en la diversidad. Organización Estados Iberoamericanos OEI- Universidad Central de Chile
Siguiendo a los autores Booth y Ainscow (1998) definen la Inclusión Educativa como:

“El proceso de mejora sistemático del sistema y las instituciones educativas para tratar de eliminar las
barreras de distintos tipo que limitan la presencia, el aprendizaje y la participación del alumnado en la
vida de los centros donde son escolarizados, con particular atención a aquellos más vulnerables”. Vale
decir, “aquellos procesos que llevan a incrementar la participación y el aprendizaje de los estudiantes, y
reducir su exclusión del currículum común, la cultura y la comunidad”.

Estas tres variables, estrechamente relacionadas, están en el corazón de una escuela inclusiva, dado que
todas sus acciones deben estar orientadas a elevar los niveles de presencia, participación y aprendizaje
de los estudiantes, en especial de aquellos que por distintas causas o circunstancias se encuentran en
mayor riesgo. Así, la presencia se refiere a la escolarización de los alumnos en las escuelas regulares, a
los índices de asistencia a la escuela y tiempo que participan de las clases junto a sus compañeros. El
aprendizaje alude al logro del mejor rendimiento que sea posible en función de las características de los
estudiantes; y la participación apunta a que todos tengan oportunidades de participar en condiciones de
igualdad en las experiencias de aprendizaje que ofrece la escuela, de ser reconocido, de convivir y
pertenecer a la comunidad escolar.

De manera complementaria, para la profesora A. Parrilla (2002) la educación inclusiva supone abordar
dos procesos interrelacionados:

 Incrementar la participación de todos los alumnos en la cultura, el currículo y la búsqueda


permanente de modos de responder a la diversidad, de aprender a convivir con la diferencia como
un factor positivo y estímulo para el aprendizaje.

 Reducir toda forma de exclusión y discriminación lo cual implica identificar y remover las barreras
que limitan el aprendizaje y la participación, recopilar y evaluar información con el objeto de
planificar mejoras en las políticas y las prácticas de la comunidad educativa. Las barreras hacen
referencia a los valores, actitudes, procesos, normas y prácticas que influyen negativamente,
dificultando el acceso y progreso en el aprendizaje.

El papel central de la escuela en el proceso de cambio hacia la inclusión

La institución escolar como organización es un sistema complejo, dinámico en permanente evolución y


desarrollo y la inclusión como un proceso sin límites, que nunca está del todo acabado. Ello obliga a las
comunidades educativas a revisar constantemente sus enfoques, actitudes y prácticas para alcanzar
mayores niveles de inclusión y aprendizaje, lo cual redunda en un desarrollo continuo del conjunto de la
comunidad escolar.

En este sentido, el desarrollo de escuelas más inclusivas supone impulsar y sostener procesos de
reflexión y cambio sistemáticos orientados a mejorar la capacidad de respuesta de la escuela a la
diversidad, tanto a nivel de la organización, de los procesos de enseñanza aprendizaje y de la cultura
escolar. En segundo término, para que los objetivos de mejora tengan impacto, deben orientarse a todos
los niveles de la escuela e involucrar a todos sus actores: directivos, profesores, estudiantes, personal
(Murillo y Duk, 2010). Y por último, es más factible que la mejora se produzca y perdure en el tiempo, si
las propuestas de cambio están directamente encaminadas a optimizar los resultados de participación y
aprendizaje en un sentido amplio (Ainscow, Hopkins, Soutworth y West, 2001).
Es recomendable entonces, que los cambios y las mejoras que se propongan abarquen e impacten las
tres dimensiones de la escuela inclusiva: la cultura escolar, la gestión y las prácticas educativas.

Estas dimensiones, constituyen el núcleo del quehacer de la escuela. Por lo tanto, son las que orientan la
reflexión y el análisis para las decisiones que debieran plantearse las instituciones escolares para avanzar
hacia una mayor inclusión.

En el marco del modelo Inclusiva se definen las mencionadas áreas como se señala a continuación
(Hineni, 2008):

 Cultura Escolar Inclusiva: Conjunto de valores, creencias, normas y actitudes que promueven el
respeto y valoración de las diferencias y el desarrollo de comunidades escolares que fomentan la
plena participación y el aprendizaje de todos.

 Prácticas Educativas para la Diversidad: Conjunto de estrategias, experiencias, recursos y


apoyos que facilitan la participación y el máximo aprendizaje y desarrollo de todos y cada uno,
favoreciendo la interacción y el enriquecimiento mutuo.

 Gestión centrada en el Aprendizaje y la Colaboración: Organización, dirección y administración


de los recursos humanos y materiales orientados al desarrollo de una comunidad de aprendizaje
y participación (esta dimensión está asociada a las políticas escolares del Índice para la Inclusión
de Booth y Ainscow).

Dentro de las dimensiones señaladas, está ampliamente documentado en la literatura el impacto que
tiene la cultura escolar en la orientación que pueden adoptar los cambios y su concreción a nivel
institucional. Si bien se trata de un concepto complejo de definir, de límites más bien difusos, dado que
no se sabe bien dónde empieza y dónde termina, el Prof. Ainscow (2001) define la cultura como una
“amalgama de valores, normas y creencias que caracterizan el modo en que se comporta un grupo de
gente en un entorno organizativo dado”. Para este autor, su importancia radica en que los valores y
principios que reflejan la cultura de la escuela se cristalizan en las políticas y formas de organización
escolar y finalmente se expresan en actuaciones y procesos de enseñanza aprendizaje más o menos
inclusivos. Es decir, a través del desarrollo de culturas inclusivas se pueden producir cambios en las
políticas y en las prácticas, que pueden mantenerse y transmitirse a los nuevos miembros de la
comunidad escolar.

Dimensiones y factores que caracterizan a las escuelas inclusivas

El estudio de los factores que caracterizan y favorecen el desarrollo instituciones educativas inclusivas,
es decir aquellas que acogen a todos los estudiantes y se preocupan que todos y todas participen y
aprendan, son los que se describen a continuación. Su análisis nos ofrece pistas respecto de la dirección
que debe guiar el cambio hacia lo que hemos llamado escuelas inclusivas de calidad para todos. Se parte
de la premisa que en la mayor medida que dichos factores estén presentes, mayor será su impacto en los
resultados educativos, esto es: en los niveles de presencia, participación y aprendizaje que logren los
estudiantes.

.
A. CULTURA ESCOLAR INCLUSIVA

A.1 Sentido de Comunidad

Una escuela inclusiva es aquélla que tiene claro cuál es su misión, está comprometida con la calidad de
los aprendizajes, el desarrollo integral de todos sus estudiantes, y comparte los principios y valores de la
inclusión. La escuela tiene claro sus objetivos educativos y la comunidad escolar los conoce y comparte,
en gran medida porque en su formulación han participado los distintos actores. En ese sentido, la
existencia de un Proyecto educativo elaborado participativamente parece estar en la base de esos
objetivos. La valorización de las diferencias forma parte de la filosofía del establecimiento y se aprecia en
la vida cotidiana de éste.

En las escuelas inclusivas eficaces los docentes y las familias están fuertemente comprometidos con el
proyecto educativo de la escuela, con los estudiantes y con la sociedad. Sienten el centro escolar como
suyo y se esfuerzan por mejorarlo. El trabajo en equipo del profesorado, la planificación conjunta y la
existencia de un constante diálogo sobre la práctica pedagógica es un claro ejemplo de esa eficacia.

A.2 Clima positivo escolar y de aula

La existencia de buenas relaciones entre los miembros de la comunidad escolar es un elemento clave
directamente ligado a la inclusión. En una escuela inclusiva de calidad la comunidad educativa trabaja
sostenidamente para generar un clima que favorece el aprendizaje y las relaciones interpersonales.
Todos los estudiantes y sus familias son igualmente valorados y acogidos. Los estudiantes se sienten
bien, son apoyados por sus maestros y, en general, se observan buenas relaciones entre ellos; los
docentes se sienten satisfechos con la escuela y con la dirección, las familias mayoritariamente están
contentas con la escuela y con los docentes.

Se respira un ambiente respeto y se aprecian actitudes positivas hacia las diferencias de todo tipo. Las
normas de convivencia se definen de forma participativa, son conocidas y respetadas por los distintos
estamentos e individuos de la escuela. Se busca el diálogo y la resolución pacífica de los conflictos.

Una escuela inclusiva aquella donde se observa “una alta tasa de sonrisas” en los pasillos y en las aulas.
Si se consigue una escuela donde estudiantes y profesores van contentos y satisfechos a la escuela,
sabiendo que van a encontrar amigos y buen ambiente, se está -sin duda- en la dirección deseada.
Porque una escuela inclusiva es una escuela feliz.

De la misma manera, es necesario un clima de aula positivo para que exista un aula eficaz. Un entorno de
cordialidad, con relaciones de afecto entre el docente y los estudiantes, ausente de violencia, donde se
reconocen y afrontan los conflictos, es sin duda el mejor entorno para aprender. El docente que se
preocupa por crear ese entorno de confianza, solidaridad y apoyo en el aula está en el buen camino para
conseguir el aprendizaje de sus estudiantes. También el profesor que se encuentra satisfecho y orgulloso
de sus alumnos trabajará más y mejor por ellos.

A.3 Altas expectativas


Uno de los resultados más consistentes en el campo de la investigación en inclusión y que desempeña un
papel clave en la construcción de escuelas inclusivas, son las altas expectativas del docente hacia sus
estudiantes. Los estudiantes aprenderán en la medida en que el docente confíe en que lo pueden hacer,
les planteen actividades desafiantes y valoren el esfuerzo y logros de aprendizaje de cada uno de ellos.
Pero confiar en la capacidad de aprendizaje de los estudiantes no es suficiente si éstos no lo saben. De
esta forma, el reconocimiento social y retroalimentación constante, así como la comunicación frecuente
de los resultados, una atención personal por parte del docente o un clima de afecto entre docentes y
alumnos son factores que contribuyen a que esas altas expectativas se conviertan en autoestima por
parte de estos últimos y, con ello, en alto rendimiento. Así, un profesor eficaz debe tener altas
expectativas hacia todos y cada uno de sus estudiantes y, además, se tiene que asegurar que estos
conozcan lo que se espera de ellos. Este aspecto es especialmente crítico para aquellos alumnos en
situación de desventaja, -provenientes de sectores de pobreza, minorías étnicas o que presentan una
discapacidad- con quienes se tiende a tener bajas expectativas, lo que repercute negativamente en sus
posibilidades de desarrollo.

En la actualidad se considera que esas altas expectativas se deben dar en todos los niveles: así, son
fundamentales las expectativas que tienen las familias sobre los docentes, la dirección y la escuela: si
tienen confianza en que el centro es una buena escuela que va a hacer un buen trabajo con sus hijos,
ésta lo hará con mayor probabilidad. Lo mismo puede afirmarse en relación a las expectativas de la
Administración Educativa sobre los centros escolares o los directivos sobre los docentes.

A.4 Participación de la comunidad escolar

Una escuela inclusiva es, sin duda alguna, una escuela participativa y colaboradora. Una escuela donde
estudiantes, padres y madres, docentes y la comunidad en su conjunto participan de forma activa en las
actividades; están involucrados en su funcionamiento y organización y contribuyen a la toma de
decisiones. Es una escuela donde los docentes y la dirección valoran la participación de la comunidad y
existen canales institucionalizados para que ésta se dé. Se promueve la integración y participación activa
de los padres de familia tanto en la escuela como en el proceso educativo y se los involucra en la toma
de decisiones que afecta la vida escolar sus hijos, al igual que se considera la opinión de los propios
estudiantes.

La relación con el entorno es otro elemento fundamental. Las buenas escuelas son aquéllas que están
íntimamente relacionadas con su comunidad y generan alianzas de colaboración con otros servicios e
instituciones sociales y educacionales de su localidad.

B. GESTIÓN ESCOLAR CENTRADA EN EL APRENDIZAJE Y LA COLABORACIÓN

B.1 Gestión y liderazgo educativo

Existe una amplia coincidencia en la valoración del liderazgo como una dimensión importante en los
procesos de transformación de las escuelas. Un liderazgo efectivo, junto con asegurar una buena gestión,
control y fortalecimiento de la organización, se caracteriza por facilitar la participación de todos en
proyectos comunes, por comprender la cultura de la escuela y por promover el cambio educativo
(Marchesi, 2000).
En este sentido, el papel que adoptan los y las líderes es clave para alcanzar una escuela realmente
inclusiva y, más específicamente, los miembros del equipo directivo. Así, son los directivos quienes
tienen, en última instancia, el potencial de impedir o favorecer medidas a favor de la inclusión.

- El liderazgo directivo

Algunos de los rasgos distintivos de los directivos que vuelcan su liderazgo en conseguir que tanto los
estudiantes como sus docentes se desarrollen plenamente, son los siguientes:

 En primer lugar, quienes ejercen roles directivos deben ser personas comprometidas con la
escuela, con los principios de inclusión, con los docentes y con los estudiantes, un buen
profesional, con una alta capacidad técnica y que asume un fuerte liderazgo en la comunidad
escolar.

 Es una dirección colegiada, en cooperación con otros integrantes del equipo docente: que
comparte información, decisiones y responsabilidades. El director o directora de una escuela
inclusiva difícilmente es una persona que ejerce su función en solitario. La calidad de su gestión
depende en buena medida de que sea reconocido como tal por docentes, familias y estudiantes.

 Es un liderazgo pedagógico, centrado en las personas, con una fuerte implicación en la calidad
de la formación que reciben los estudiantes, en el desarrollo curricular y la organización de la
enseñanza. Los directores y directoras pedagógicos son personas preocupadas por el desarrollo
profesional de los profesores, promueven la innovación y muestran interés por cada docente y
les prestan apoyo ante los nuevos retos o dificultades que puedan enfrentar.

 Por otro lado, se ha mostrado especialmente eficaz el estilo directivo participativo y distribuido,
es decir, aquél que se preocupa por construir una comunidad inclusiva, fomentando la
participación activa de docentes, familias y estudiantes, no sólo en las actividades escolares, sino
también en la toma de decisiones organizativas y curriculares de la institución escolar, y al
mismo tiempo, se ocupa de estimular la capacidad de liderazgo de los demás integrantes del
equipo, potenciando los talentos, las competencias y esfuerzo de todos en pos de objetivos
comunes, en un clima de colaboración y confianza, lejos de la competitividad entre las partes.

- Una gestión enfocada al aprendizaje y la colaboración:

La gestión escolar se refiere a las actividades de planificación, ejecución y evaluación que los directivos y
profesores tienen que desarrollar para llevar adelante sus proyectos educativos y curriculares. El
concepto gestión, involucra tanto acciones de planificación como de administración, tareas que implican
a los equipos directivos realizar una serie de operaciones de ajustes, tales como lograr la viabilidad
política del proyecto educativo, adecuar los requerimientos de su ejecución con los recursos disponibles,
conocer las competencias del personal y organizar los recursos humanos para llevar adelante el proyecto
y dar cumplimiento a las metas y actividades trazadas.
El desarrollo de un proyecto educativo inclusivo es por naturaleza un proceso dinámico y flexible que
requiere de liderazgo y talento político para encausarlo adecuadamente, así como para responder
oportunamente a las situaciones emergentes, reorientando el proceso, cuando sea necesario.

En el proceso de cambio hacia escuelas inclusivas, uno de los factores esenciales para avanzar es un
estilo de gestión basado en el aprendizaje y la colaboración, donde se trabaja con las personas,
apoyando los progresos y dinámicas propias de cada comunidad escolar y de cada uno de sus miembros.
Así, los profesores adquieren responsabilidades directas con respecto a los cambios, a las funciones y
tareas que les corresponde ejecutar, así como con los resultados de sus acciones y gestión.

En un enfoque de este tipo, se promueve un trabajo conjunto y coordinado del equipo docente que les
permita unificar criterios, resolver problemas colaborativamente y trabajar en torno a prioridades
establecidas de común acuerdo. La destinación de tiempo para la reflexión y búsqueda de alternativas de
solución a los problemas detectados es un aspecto relevante para el éxito de los proyectos educativos
inclusivos.

B.2. Desarrollo profesional docente

Las actuales tendencias que hablan de la escuela como una comunidad profesional de aprendizaje
encajan a la perfección en la concepción de una escuela inclusiva de calidad. En efecto, la escuela donde
hay preocupación por parte de toda la comunidad, pero fundamentalmente de los docentes, por seguir
aprendiendo y mejorando, es también la escuela donde los estudiantes aprenden más. Existen
suficientes evidencias que el cambio hacia prácticas más inclusivas demanda, además de un compromiso
valórico, nuevas competencias docentes. Es necesario que el profesorado cuente con herramientas y un
repertorio amplio de estrategias para trabajar con la diversidad en los distintos niveles enseñanza,
identificar y minimizar las barreras que limitan la participación y el aprendizaje, así como para generar
una convivencia respetuosa de las diferencias y de los derechos de las personas. De allí que el apoyo por
parte de la escuela al desarrollo profesional de los docentes y su formación continua se convierte en una
característica clave de las escuelas de calidad para todos.

Existen diversas estrategias para apoyar el desarrollo profesional de los profesores y directivos, la clave
para enriquecer la práctica y mejorar el desempeño parece ser una combinación de las siguientes:

 Actividades de actualización y capacitación dirigidas al centro escolar y que se basan en los


problemas y necesidades de formación de detectadas entre los propios docentes.

 Instancias sistemáticas de dialogo y reflexión sobre las prácticas educativas entre el cuerpo
docente.

 Planificación y enseñanza colaborativa entre docentes y profesores de apoyo u otros


especialistas.

 Dinámicas de observación y retroalimentación entre colegas sobre las propias prácticas en el


aula.

 Apoyo y asesoramiento externo para impulsar y orientar los procesos de cambio y mejoramiento
educativo.
 Trabajo en red como medio de enriquecer las prácticas. Generación de redes entre maestros y
entre escuelas que facilitan el intercambio de conocimientos, experiencias y materiales
educativos.

B.3. Gestión del tiempo

El grado de aprendizaje del alumno está directamente relacionado con la cantidad de tiempo que está
implicado en actividades de aprendizaje, así como con que el tiempo de que disponga para realizarlas
sea suficiente, acorde a su ritmo y capacidad de aprendizaje. Esta sencilla idea se ve reflejada a la
perfección en numerosas investigaciones y supone uno de los factores clave de las aulas que ofrecen
respuestas efectivas a la diversidad.

Efectivamente el tiempo es uno de los aspectos más preciados y discutidos en educación tanto por parte
de los directivos y docentes como por los estudiantes y es uno de los elementos más complejos de
administrar. Manejar de manera eficiente el tiempo y hacer un uso flexible del mismo, considerando los
puntos de partida y la velocidad de aprendizaje de los estudiantes, es clave para proporcionar una
respuesta adecuada a la diversidad y conseguir que todos saquen el máximo de provecho de las
experiencias que se les ofrecen.

Así, un aula eficaz será aquélla que realice una buena gestión del tiempo, de tal forma que se maximice
el tiempo de aprendizaje de los estudiantes. Varios son los indicadores relacionados con la buena gestión
del tiempo que han mostrado su asociación con el desarrollo de los estudiantes son:

 El número de días lectivos impartidos en el aula y la puntualidad con que comienzan


habitualmente las clases. Los buenos establecimientos son aquéllos en los que el número de días
de clase suspendidos son mínimos, al igual que el tiempo que transcurre entre la hora oficial de
comienzo de las clases y el momento en que realmente estas se inician. Este elemento tiene
relación con la conflictividad laboral, con la política de sustitución en caso de las licencias por
enfermedad, pero también con el absentismo de docentes y estudiantes.

 La optimización del tiempo de las clases de modo tal que ofrezca variedad de oportunidades
para que todas y todos puedan participar. Ello implica, por una parte, disminuir el tiempo
dedicado a las rutinas, a la organización de la clase o a poner orden. Por otra, evitar las salidas
durante las clases de las y los estudiantes que reciben apoyo o atención especial en la escuela.

 Por último, los docentes que consiguen una organización y uso flexible del tiempo dándole más a
quienes lo necesitan para alcanzar los objetivos de aprendizaje, son también aquéllos cuyos
estudiantes consiguen mejores resultados.

B.4. Disponibilidad y organización de recursos de apoyo

- Instalaciones y recursos materiales:

Un factor fundamental asociado al desarrollo integral de los estudiantes, es la cantidad, calidad y


adecuación de las instalaciones de la escuela y los recursos didácticos. Las escuelas que consiguen
mejores resultados son aquellas que cuentan con condiciones básicas en cuanto a infraestructura,
equipamiento, recursos y materiales educativos para llevar a cabo la enseñanza. La escuela los utiliza de
manera eficiente maximizando su uso y los cuida. Tanto las instalaciones como los recursos son accesible
a todos, se comparten y distribuyen en forma equitativa.

Asimismo, los datos indican que el entorno físico donde tiene lugar el proceso de enseñanza y
aprendizaje tiene una importancia radical para conseguir buenos resultados. Así, es necesario que el
espacio del aula sea grato y cuente con unas condiciones mínimas de mantenimiento, higiene,
iluminación, temperatura y ausencia de ruidos externos. A este respecto destaca la preocupación del
docente por mantener el aula en buen estado y organizada según el tipo de actividades y tareas que los
alumnos van realizar, involucrándolos en el cuidado y organización del aula de manera que la sientan
suya, al igual que la escuela. Asimismo, por la utilización de una variedad de materiales y recursos de
aprendizaje como las Tecnologías de la Información y la Comunicación, que permitan desarrollar una
amplia gama de actividades.

- Recursos y servicios de apoyo al aprendizaje:

Por último, una de las señas de identidad de las escuelas inclusivas es la disponibilidad de recursos y
modalidades de apoyo al aprendizaje para todos los estudiantes que lo requieran, con particular
atención a aquellos que presentan dificultades de aprendizaje o necesidades educativas especiales.

Una de las ideas fuerza de la inclusión, es que los progresos de los estudiantes no dependen solamente
de sus condiciones personales sino que también de las experiencias y apoyos que se les proporcionan
para enfrentar las exigencias de aprendizaje. Es decir, que una buena escuela, un buen profesor y las
ayudas oportunas, pueden efectivamente hacer la diferencia y cambiar la vida de un alumno.

Sin duda, una importante tarea en la organización escolar es proveer y gestionar adecuadamente los
recursos humanos y materiales de apoyo al aprendizaje, cautelando su adecuada intervención e impacto
en los estudiantes, los docentes y las familias.

Las buenas escuelas para todos, justamente se destacan por su capacidad de movilizar recursos humanos
para apoyar el aprendizaje de la diversidad del alumnado. Así, las escuelas inclusivas valoran la labor de
personal de apoyo como una función complementaria a la tarea docente, reconociendo el aporte que
éstos realizan tanto a nivel de los estudiantes como de la institución, integrando su quehacer al
funcionamiento de la escuela. Coordinan acciones con otros recursos y servicios de la comunidad de
manera de expandir su capacidad de respuesta a la diversidad.

C. PRÁCTICAS EDUCATIVAS PARA LA DIVERSIDAD

Los procesos de enseñanza aprendizaje que ocurren en las aulas son el mejor indicio de cuan inclusiva es
la escuela en su conjunto. El elemento que mejor define un aula inclusiva son las estrategias de
enseñanza y las metodologías que utiliza el docente. Y más que por emplear un método u otro, la
investigación ha obtenido evidencias de que son ciertas características globales, como la variedad y la
flexibilidad con que se aborde la enseñanza, las que parecen promover el aprendizaje y la participación
de todos los estudiantes en el currículo escolar.

A continuación, se destacan aquellos elementos que desde una perspectiva institucional han
demostrado ser más efectivas para el desarrollo de escuelas inclusivas.
C.1 Planificación y diversificación curricular

Una de las características de las escuelas inclusivas es que utilizan de manera flexible el currículo y lo
contextualizan y enriquecen según las necesidades de aprendizaje y las características socioculturales de
la población escolar que atiende. Algunos de los aspectos relacionados con las buenas prácticas de las
escuelas en este sentido, tienen que ver con:

 La existencia de criterios y procedimientos definidos a nivel institucional que orientan al


profesorado para ajustar y contextualizar los Programas de Estudio a las necesidades y
características de los grupos, y para planificar los procesos de enseñanza considerando la
diversidad, de forma que los aprendizajes sean pertinentes para todas y todos los estudiantes.

 Las clases se preparan con tiempo. La investigación ha determinado la relación directa existente
entre el tiempo que el docente dedica a preparar las clases y los resultados de aprendizaje. En
efecto, planificar las clases pensando en todos y cada uno de las y los estudiantes es, sin duda,
una tarea exigente. Por ello, las escuelas inclusivas, destinan tiempo y apoyo para que los
docentes planifiquen y preparen sus clases. Promueven, además, que la planificación se realice
en forma colaborativa con otros docentes y profesionales de apoyo, en caso de que se cuente
con este recurso, y generan instancias colectivas de revisión como forma de retroalimentar y
optimizar la práctica pedagógica.

C.2 Estrategias de respuesta a la diversidad

Existen múltiples estrategias que han demostrado ser efectivas para brindar una respuesta adecuada a la
diversidad de características de los estudiantes. A continuación mencionamos aquellas que resultan
clave, dadas sus considerables potencialidades para atender las diferencias en el aula.

 Clases bien planificadas, en las que los objetivos de cada una están claramente explicitados y
son conocidos por los estudiantes, y las diferentes actividades y estrategias de evaluación son
coherentes con esos objetivos. Muy importante es que en las clases se tengan en cuenta los
conocimientos previos de los estudiantes y que durante su desarrollo se lleven a cabo
actividades para que los nuevos aprendizajes se integren con los ya adquiridos.

 Experiencias y actividades variadas, donde haya una alta participación de los estudiantes y sean
muy activas, con una gran interacción entre estudiantes, entre éstos y el docente. Es decir, que
permitan personalizar las experiencias de aprendizaje.

 Personalización de las experiencias de aprendizaje de manera que todos puedan participar,


donde el desarrollo de las actividades y experiencias se realizan considerando la diversidad
presente en el aula, poniendo particular atención en los distintos niveles, ritmos y estilos de
aprendizaje, conocimientos previos e intereses, niveles de comunicación e interacción, entre
otros.

 Aprendizaje cooperativo entre iguales, la investigación ha dado suficientes pruebas de la


influencia de los pares en el aprendizaje. Las estrategias de aprendizaje cooperativo tienen
efectos positivos en el rendimiento académico, la autoestima, las relaciones sociales y el
desarrollo personal. Además, tiene la ventaja de facilitar el trabajo autónomo de los alumnos lo
que permite al docente dedicar más atención a aquellos que más lo necesitan.

 Combinación de agrupamientos, las escuelas y aulas inclusivas ponen especial atención en las
formas de agrupar a los estudiantes, se preocupan que éstos queden equilibrados en cuanto a
capacidades de aprendizaje y privilegian la conformación de grupos heterogéneos. De esta
manera, fomentan que los estudiantes aprendan a convivir con las diferencias, desarrollen
actitudes de aceptación y comprensión mutua, aprendizajes esenciales para la formación
ciudadana.

C.3. Evaluación del aprendizaje y la enseñanza

La evaluación es otro de los factores asociados a las escuelas inclusivas eficaces, dado que tiene un
impacto relevante en el desarrollo de los estudiantes, pudiendo constituirse en un elemento facilitador
o en una barrera que obstaculice el acceso, la participación y progreso en el aprendizaje de
determinados estudiantes. Las escuelas que educan en y para la diversidad, han mostrado que desde el
punto de vista de la evaluación los elementos que las distinguen son que:

 Cuentan con mecanismos y criterios flexibles de evaluación y promoción, que guían la práctica
de los docentes y se encuentran establecidos en la normativa o reglamento interno de la
escuela.

 Tienen procedimientos definidos para una oportuna identificación, evaluación de aquellos


estudiantes que enfrentan dificultades, orientados a proporcionarles recursos, ayudas oportunas
para progresar en su proceso educativo.

 Aplican diferentes estrategias, instrumentos y actividades de evaluación de los aprendizajes que


tomen en cuenta los distintos estilos, posibilidades de expresión y de ejecución de los alumnos.

 Comunican a los alumnos los criterios a través de los cuales se van a evaluar sus progresos,
destacando los logros y los aspectos que deben mejorar. De esta forma, los alumnos se conocen
mejor y se responsabilizan de su aprendizaje.

 Utilizan los resultados de las evaluaciones para la revisión y mejora de los procesos de enseñanza
aprendizaje.

A modo de conclusión es importante resaltar, que una transformación de esta naturaleza y magnitud
como la que se ha venido planteando a lo largo de este documento, no depende exclusivamente del
compromiso y buena voluntad de las escuelas. Es de primera importancia, que los centros y sus docentes
cuenten con ciertas condiciones y apoyo para impulsar y sostener la mejora en la dirección deseada. La
inclusión debe ser una responsabilidad del conjunto del sistema educativo y, por lo tanto, el compromiso
y voluntad política por parte del Estado para avanzar hacia un sistema educativo inclusivo, es
indispensable. Más aún, las reformas y las presiones externas se pueden convertir en oportunidades
para el cambio que la institución escolar puede aprovechar. En tal sentido, es recomendable que las
prioridades de mejora que establezca la escuela guarden relación con la agenda política o de reforma
educacional del país.

Si aspiramos a una transformación de la educación en la dirección de lo que hemos venido planteando,


es fundamental que los gobiernos redoblen sus esfuerzos para elevar los niveles de equidad y avanzar
hacia sistemas inclusivos que garanticen la provisión de una educación de igual calidad para todos.

Clima Altas
positivo expectativas
Sentido de
escolar y
Comunidad
de aula
Participación de la
comunidad
escolar
Liderazgo
educativo
CULTURA ESCOLAR Planificación y
INCLUSIVA diversificación
curricular

Desarrollo
profesional GESTIÓN ESCOLAR PRÁCTICAS
docente CENTRADA EN EL EDUCATIVAS
APRENDIZAJE PARA LA
COLABORACIÓN DIVESIDAD
Estrategias de
Gestión del respuesta a la
diversidad
tiempo

Evaluación del
Disponibilidad y aprendizaje y la
organización de enseñanza
recursos de apoyo

Características de las Escuelas Inclusivas de Calidad


Javier Murillo y Cynthia Duk (2011)
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