Filosofía de La Composición PDF

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NOVIE::t:.

L[ERE DE ~908_

A
DIRECTO R , JES ÚS E. VALENZUELA.-CONSt:LTOR ARTÍSTI C O , JESÚS UR U ETA.

FILOSOFÍA DE LA COMPOSICiÓN

- Carlos Dickens, en una carta que ahora el tono de todos ellos, tiendan al desarro-
tengo á la vista, aludiendo al examen que llo de la inten..:i6n.
hice en otro tiempo del mecanismo de Creo qne existe un error radical en el
Barnaby Rudge, dice: «A prop6sito, ¿sabe modo habitual de construir un cuento.
usted que Godwin escribi6 su Caleb Wil- Todo cuento lleva consigo una tesis -ya
liams hacia atrás? Primero envolvi6 á su sug-erida por un incidente del día, ya el
héroe en una telaraña de dificultades que autor se ponga á trabajar en combinaci6n
forma el segundo volumen , y luego, para con algún acontecimiento impresionante
el primero, se di6 á buscar alguna manera que forme meramente la base de su narra-
de explicar c6mo y por qué del enredo.» ci6n,- proponiéndose, en general, relle-
No puedo creer que éste haya sido el nar con descripciones, diálogos 6 comen-
modo exacto de proceder de Godwin y - tarios, todos los huecos de hecho 6 de ac-
en verdad lo que él reconoce y confiesa no ci6n que aparezcan página tras página.
está de acuerdo con la idea de Dickens;- Yo prefiero empezar por la considera-
pero el autor de Caleb Williams era de- ci6n de un efecto.
masiado buen artista para no comprender Teniendo siempre el deseo de la origi-
las ventajas que pueden obt<:>nerse de un nalidad -porque se hace traici6n á sí mis-
proceso un tanto análogo. No hay nada mo quien se atreve á prescindir de fuente
más evidente que el que todo plan digno de interés tan evidente y tan fácil de alean-
de este nombre ha de construirse hasta el zar ,- me digo, en primer término: «Entre
desenlace antes de coger la pluma. S610 los innumerables efectos 6 impresiones de
teniendo constantemeJ;lte el desenlace á la los cuales es susceptible el coraz6n, el in-
vista, podeinos dar á un plan su aire indis- telecto, 6 , hablando en sentido más gene-
pensable de consecuencia 6 causalidad, ha- ral, el alma, ¿cuál elegiré en esta ocasi6n?»
ciendo que tos incidentes, y especialmente Habiendo escogido uno, en primer lugar
132 RbVIS1'A MODERNA DE MÉXICO.

nuevo y en segundo vívido, considero si de que un autor se encuentre por comple-


puede lograrse mejor por medio de los in- to en condiciones de retrasar los pasos por
cidentes 6 por medio del tono -~i con in- medio de los cuales ha alcanzado su pro-
cidentes vulgares y tono original 6 al con- p6sito. En general, como las sugestiones
trario, 6 ~i por incidentes y tono igual- surgen confusamente, se siguen y se olvi-
mente extraños,- buscando después en dan del mismo modo.
derredor mío (6 más bien dentro de mí) Por mi parte, no participo de la repug-
las combinaciones de acontecimiento y nancia á que he aludido, ni jamás he teni-
tono que mejor puedan ayudarme á la do dificultad alguna en recordar los pasos
realizaci6n del efecto. progresivos de ninguna de mis composi-
A menudo he pensado qué interesante ciones. Y puesto que el interés de un aná-
artículo de revista podría escribir cual- lisis 6 reconstrucci6n, tal como yo le con-
quier autor que quisiera -es decir, que sidero, es completamente indiferente de
pudiera- detallar paso á pa~o el proceso todo interés real 6 fingido inherente á la
por el cual cualquiera de sus obras alcanz6 cosa analizada, no creo que se achaque á
su último y definitivo término. No puedo falta de modestia, por mi parte, el mostrar
explicarme por qué no se ha dado nunca el modus operandi mediante el cual ha
al mundo artículo semeja nte; pero acaso sido compuesta alguna de mis propias
la causa primordial de ello haya sido la otras. Elijo El Cuervo, por ser el más
vanidad de los autores. Muchos escritores, generalmente conocido. Es mi intenci6n
especialmente "los poetas, prefieren dar á poner de manifiesto c6mo ni un solo pun-
entender que componen mediante una es- to de su composici6n se debe á la casuétli-
pecie de bello frenesí -una intuici6n es- dad ni á la intuici6n , c6mo la obra camin6
tática,- y se estremecerían positivamente paso á paso á su término con la precisi6n
ante la idea de que el público pudiese y consecuencIa l6gica de un problema
echar una ojeada entre bastidores, y ente- matemático.
rarse de las complicadas y vacilantes cris- Descartemos, como independiente del
talizaciones del pensamiento, de los pro- poema per se, la circunstancia -digamos
p6sitos sinceros no conseguidos hasta el la necesidad- que en primer término di6
último momento, de los innumerables vis- origen á la intenci6n de componer un
lumbres de idea que no alcanzan madurez poema que satisficiese al mismo tiempo al
de plena visi6n, de las fantasías completa- gusto del público y al de la crítica.
mente sazonadas que se desechan en la Empezamos , pues, dando por supuesta
desesperaci6n de no poderlas acoplar, de tal intenci6n.
las prudentes selecciones y omisiones, de La consideraci6n inicial fué la de ex-
las dobrosas tachaduras é interpolaciones, tensi6n. Si cualquier obra literaria es de-
en Una palabra, de los piñones y ruedas masiado larga para ser leída en una sola
indispensables á los cambios de escena; de sesi6n, debemos resignarnos á perder el
los practicables y escotillones, de las plu- efecto inmensamente importante que se
mas de gallo, del carmín, del afeite y los deriva de la unidad de impresi6n -por-
lunares negros, "que en el 99 por 100 de que si son menester dos sesiones, los asun-
los casos constituyen las arma~ del his- tos del mundo se interponen , y todo lo que
tri6n literario. signifique totalidad queda destruido por
También comprendo, por otra parte, completo.- Pero, puesto que, ceteris pa-
que no es común ni mucho menos el caso ribus, ningún poeta puede resignarse á
lU<.JVlS'J'A MODERNA Dl<.J MÉXICO. 133

prescindir de nada que contribuya á faci- puesto poema, extensi6n de unos cien ver-
litar su prop6sito, queda por ver si hay en sos pr6ximamente: en realidad, tiene cien-
la excesiva extensi6n alguna ventaja que to ocho.
equilibre la pérdida de unidad que produ- Mi segundo pensamiento se refiri6 á la
ce. A esto, respondí que no, desde luego. elecci6n de impresi6n, es decir, del efecto
Lo que llamamos un poema largo es, en deseado. Y aquí debo advertir también
realidad, meramente una serie de poemas que, para la elecci6n, no olvidé nunca el
cortos, es decir, de efectos poéticos bre- designio de hacer la obra universalmente
ves. Es innecesario demostrar que un poe- apreciable. Me llevaría demasiado lejos
ma lo es únicamente en cuanto excita in- del tema á que por ahora quiero ceñirme,
tensamente, por medio de la elevaci6n del el intentar demostrar un punto sobre el
alma; y todas las excitaciones intensas son, cual he insistido repetidas veces, y que en
por necesidad física, breves. Por esta ra- poética no necesita demostraci6n, á saber:
z6n, la mitad, al menos, de EIParaísoper- que el único reino legítimo del poema es
dido es esencialmente prosa -una suce- la Belleza. Unas pocas palabras, sin em-
si6n de excitaciones poéticas interpoladas bargo, para elucidaci6n del sentido real
inevitablemente de las correspondientes de esta afirmaci6n mía, que algunos de mis
depresiones,- y el conjunto está privado, amigos han tenido á bien demostrar que
por su extraordinaria longitud, del impor- es falsa. El placer, que es á un tiempo
tantísimo elemento artístico, totalidad 6 mismo el más intenso, el más noble y el
unidad de efecto. más puro, creo yo, que se encuentra en la
Parece, pues, evidente , que hay un lími- contemplaci6n de lo bello. Por lo tanto,
te claro en lo que se refiere á la extensi6n cuando los hombres hablan de la Belleza,
de toda obra de arte literario: el límite de se refieren, no precisamente, como se ha
una sola sesi6n de lectura; y que, si bien supuesto, á una cualidad, sino á un efecto;
en ciertas clases de composici6n pura, co- se refieren, en una palabra, precisamente
mo Robinsón Crusoe (que no requieren á esa intensa y pura elevaci6n del «alma,»
unidad), puede, con ventaja, traspasarse no del intelecto 6 del coraz6n, que ya he
ese límite, la extensi6n del poema ha de comentado, y que se experimenta como
guardar relaci6n matemática con su mé- consecuencia de la contemplaci6n de lo
rito -en otras palabras, con la excitaci6n bello. Ahora bien: yo señalo la Belleza co-
6 elevaci6n- en otras palabras, con el mo reino del poema, únicamente porque
grado de verdadero efecto poético á que es regla evidente de arte el que los efectos
es capaz de inducir; porque es claro que se han de hacer surgir de causas directas
la brevedad debe estar en raz6n directa -ya que todo objeto ha de alcanzarse por
de la intensidad del efecto que se intenta los medios mejor adaptados á su consecu-
conseguir; esto sin olvidar que cierto gra- ci6n,- y ya que hasta ahora nadie se ha
do de duraci6n es también requisito abso- atrevido á negar que esa elevaci6n pecu-
luto para la producci6n de un efecto cual- liar á que aludimos se alcanza más pron-
quiera. tamente en el poema, el objeto Verdad, 6
Teniendo en cuenta estas consideracio- satisfacci6n del intelecto, y el objeto Pa-
nes, como también que el grado de efecto si6n , 6 excitante del coraz6n, se pueden al-
que yo deseaba, no estuviese por encima canzar hasta cierto punto en poesía, pero
del gusto del público ni por bajo del de la se alcanzan mucho mejor en prosa. Por-
crítica, determiné la extensi6n de mi pro- que la Verdad pide una precisi6n; y la Pa-
134 REVISTA MODEHNA DE MÉXI CO.

sión, una «intimidad» (los verdaderamen· á los versos líricos, sino que toda su im-
te apasionados me comprenderán), que presión depende de la fuerza delmo nótollo
son absolutamente antagónicas con esa --tanto en sonido como en pensamien-
Belleza que yo sostengo ser la excitación to .- El placer deducid o consiste ónica-
ó elevación placentera del alma. Esto no mente en la sensación de identidad -ó
quiere decir que la pasión, y aun la ver- repetición.- Decidí diversificar, elevando
dad, no puedan introducirse, y aun con así el efecto, conformánd ome á la monoto-
provecho , en el poema -porque pueden nía general del sonido, pero variando con-
servir como elucidación ó ayuda al efecto tinuamente la del pensamiento. E s decir:
general, como los desacordes en mósica, decidí producir efectos continuamente nue-
por contra!;te;- pero el verdadero artista vos, variando la «aplicación» del estribillo ,
debe procurar siempre ponerlas á tono y cuya forma externa permanecería invaria-
someterlas al propósito predominante, y ble casi en su mayor parte.
velarlas , hasta donde le sea posible, en esa Establecidos estos puntos, me ocupé de
Belleza, que es la atmósfera y la esencia la naturaleza del estribillo elegido. Puesto
del poema. que había de variar repetidamente, es cla-
Considerando, pues, la Belleza como mi ro que debía ser breve, porque hubiera sido
reino, el problema siguiente se refirió al dificultad insuperable el frecuente cambio
tono de su más alta manifestación -y toda de aplicaci6n en cualquier frase larga. En
mi experiencia tiene demostrado que este proporci6n con la brevedad de la frase , es-
tono es el de la tristeza.- La Belleza de taría, por consiguiente, la facilidad de la
cualquier clase, en su manifestación supre- variaci6n. Esto me condujo, desde luego,
ma, excita invariablemenie el alma sensi- á elegir una sola palabra para estribillo.
ble á las lágrimas. La melancolía es, por Suscit6se entonces el problema respecto
lo tanto, el más legítimo de todos los to- al carácter de la palabra. Corolario del
nos poéticos. estribillo era la divisi6n del poema en es-
Habiendo determinado así la extensión, trofas, de las cuales el estribillo había de
el reino y el tono, recurrí á la inducción ser la conclusi6n. P ara que tal conclusi6n
ordinaria, con la mira de obtener algón tenga fuerza, es preciso que sea sonora y
«picante» artístico qU€ pudiera servirme susceptible de alargamiento enfático: esta
de clave en la construcción del poema consideraci6n me condujo inevitablemente
-algón eje sobre el cual pudiese girar la á la o larga como vocal la más sonora, en
estructura total.- Pensando cuidadosa- uni6n con la ' r consonante, la más dilata-
mente en todos los efectos artísticos usua- ble.
les, no pude menos de percibir inmediata- Determinado así el sonido del estribillo,
mente que ninguno se ha empleado más hízose necesario elegir una palabra que
universalmente que el «estribillo. » La uni- encarnase este sonido, y que al mismo
versalidad de su empleo bastó para ase- tiempo guardase la relaci6n más íntima
gurarme de su valor intrínseco, y me aho- con la melancolía que había decidido pre-
rró la necesidad de someterlo á análisis. dominase en el tono del poema: en tal in-
Le consideré, sin embargo, en lo que se vestigación hubiera sido absolutamente im-
refiere á la posibilidad de mejorarle, y posible olvidar la palabra Nevermore (N un-
pronto vi que se encuentra en una condi- ca más). De hecho, fué la primera que se
ción primitiva. Tal como se usa general- me ocurrió.
mente, el «estribillo» no sólo está limitado El siguiente desideratum fué un pretex-
REVISTA MODERNA DE MÉXICO. 135

to para el empleo continuo de la palabra la amada, y el cuervo repitiendo constan-


Nevermore. Al observar la dificultad que temente la palabra Nevermore. Debía com-
en un principio encontré para inventar binarlas sin perder de vista mi designio
raz6n suficientemente plausible para su de variar cada vez la aplicaci6n de la pala-
constante repetici6n, no dejé de compren- bra repetida, y el único modo inteligible
der que esta dificultad procedía únicamen- de tal combinaci6n , es el de imaginar que
te de la presuposici6n de que la palabra el cueva emplea la palabra como respues·
había de ser pronunciada tan continua y ta á las preguntas del amante.
mon6tonamente por un sér humano; en Y aquí fué donde vi inmediatamente la
una palabra: toda la dificultad estaba en facilidad para la consecuci6n del efecto que
conciliar esta monotonía con el uso de la iba buscando, es decir, el efecto de varia-
raz6n por parte de la criatura que había ci6n en la aplicaci6n. Comprendí que po-
de repetirla. Aquí, por lo tanto, surgi6 día hacer de la primera pregunta enuncia-
inmediatamente la idea de un sér «no ra- da por el amante, primera á que el cuervo
cional ,» capaz de palabra, y, naturalmente, había de responder Nevermore, una pre-
la primera que se me ocurri6 fué un pa- gunta vulgar; la seg unda, menos; la ter-
pagayo, pronto destronado por un cuervo, cera, menos aún, y así sucesivamente, hasta
igualmente capaz de hablar, é infinitamen- que el amante, arrastrado por su noncha-
te más adecuado al tono deseado. lance original , por el carácter melanc6lico
Había, pues, llegado á la concepci6n de la palabra misma , por su frecuente re-
del cuervo, pájaro de mal agüero, repi- petici6n y por la consideraci6n de la ma-
tiendo mon6tonamente la palabra Never- léficafama del ave que la pronuncia, llega,
more á la conclusi6n de cada estrofa en el al cabo, á inclinarse á la superstici6n, y,
poema de tono melanc6lico, y de una ex- desatinadamente, hace preguntas de muy
tensi6n de cien versos pr6ximamente. En- diferente carácter -preguntas cuya solu-
tonces, sin perder nunca de vista el objeto ci6n tiene apasionadamente clavada en el
-perfecci6n suprema en todos los pun- coraz6n;- hace preguntas movido á me-
tos,- me pregunté: -De todos los temas dias por la superstici6n , á medias por esa
melanc6licos, de acuerdo con el concepto especie de desesperaci6n que se complace
«universal» de la humanidad, ¿cuál es el en atormentarse á sí misma; hace pregun-
más melanc61ico?-La muerte; fué la res- tas, no porque crea en el carácter profé-
puesta obvia.- ¿Y cuándo -dije yo- tico 6 demoníaco del ave -que la raz6n
este tema, más que ningún otro melanc6- le asegura está meramente repitiendo una
Iico, es más poético? -De lo que llevo ya lecci6n aprendida de rutilla,- sino porque
explicado, con alguna extensi6n, se deduce experimenta un placer frenético en com-
la respuesta, también obvia: -Cuando va poner sus preguntas de modo que pueda
más íntimamente unido con la Belleza: por recibir del «esperado:. ¡Nevermore! la
consiguiente, la muerte de una mujer her- más deliciosa, por ser la más intolerable,
mosa es, sin disputa , el tema más poético de las torturas. Comprendiendo la ocasi6n
del mundo, y está, asimismo, fuera de duda que se me ofrecía, 6, para hablar más exac-
que los labios que mejor pueden desenvol- tamente, que me empujaba en el proceso
ver tema semejante, son los del amador de construcci6n , establecí primero mental-
desolado. mente el punto culminante 6 pregunta final
Aquí, érame mene~ter combinar las dos -aquella pregunta á que el Nevermore
ideas del amante lamentando la muerte de había de dar la última respuesta,- áquella
1:16 REVISTA MODERNA DE MEXICO.

J.!r"'gunta para la cual la respuesta «Nunca debieran empezar todas las obras de ar-
más» había de envolver el más inconce- te, porque, al llegar á este punto de mis
bible abismo de pena y desesperaci6n. meditaciones preliminares, fué cuando puse
Aquí, pues, puede decirse que tuvo el por vez primera la pluma en el papel y
poema su principio, en el fin, por donde compuse la estrofa:

«¡Profeta -dije,- cosa del mal! ¡Profeta, aun cuando seas pájaro ó demonio,
Por ese cielo que se tiende sobre nosotros, por ese Dios á quien los dos adoramos,
Di á esta alma cargada de pena, si en el distante Edén
Ahrazará á una santificada doncella á quien los ángeles llaman Lenore ....
Abrazará á una extraña y radiante doncella á quien los ángeles llaman Lenore. »
Respondió el cuervo:-«Nunca más.»

Compuse esta estrofa, al llegar aquí, que es un mérito positivo y de la más alta
primero, porque una vez establecido el calidad, exige para lograrse menos inven-
punto culminante, podría mejor . variar y ci6n que negaci6n.
graduar, en lo que se refiere á seriedad é Por supuesto, no tengo pretensiones de
importancia, las preguntas precedentes, y originalidad ni en el ritmo ni en el metro
después, para establecer definitivamente el de El Cuervo. El primero es trocaico; el
ritmo, el metro y la extensi6n y combina- segundo es octállletro acataléctico, repetido
ci6n general de la estrofa, así como para en el estribillo del quinto verso y termina-
graduar las estrofas precedentes, de modo do con tetrámetro cataléctico. Con menos
que nada en ellas sobrepujase á ésta en pedantería, los pies empleados consisten
efecto rítmico. Y si hubiese conseguido en en una sílaba larga seguida de una corta:
la composici6n subsiguiente construir es- el primer verso de la estrofa consta de
trofas más vigorosas que ella, las hubiese ocho pieS de éstos; el segundo, de siete y
debilitado de intento, sin escrúpulo, para medio; el tercero, de ocho; el cuarto, de
no perjudicar al efecto culminante. siete y medio; el quinto, de los mismos, y
Aquí bueno será decir unas cuantas pa- el sexto, de tres y medio.
labras de la versificaci6n. Mi primer ob- Ahora bien: cada uno de estos versos,
jeto -como de costumbre- fué la origi- considerados aisladamente, se ha emplea-
nalidad. Lo mucho que ésta se ha descui- do ya, y toda la originalidad que tiene El
dado en la versificaci6n, es una de las cosas Cuervo está en su combinaci6n para for-
más incomprensibles del mundo. Admi- mar la estrofa, pues nunca se había inten ·
tiendo que hay poca posiblidad de varie- tado nada ni remotamente semejante á ello.
dad en el mero ritmo, es, sin embargo, Ayudan al efecto de esta originalidad en
claro que las variedades posibles de metro la combinaci6n, otros efectos desusados y
y estrofa son absolutamente infinitas, y, del mismo modo nuevos, que producen de
sin embargo, «durante siglos enteros na- una expansión de la aplicaci6n de los prin-
die, en verso, ha hecho ni parece haber in- cipios de rima y aliteración.
tentado hacer una cosa original.» De he- El punto que después hube de conside-
cho, la originalidad -á no ser en espíritus rar, era el modo de reunir al amante y al
de fuerza muy excepcional- no es, como cuervo, y el primer paso de esta considera-
muchos suponen, cuesti6n de impulso ó ci6n fué el local. Para esto, la sugesti6n
intuici6n; en general, para encontrarla, natural parecía ser la de un bosque 6 el
hay que buscarla trabajosam~nte, y, aun- campo, pero siempre me ha parecido que
RI<WJSTA MODERNA DE MEXICO. 137

una íntima circunscripción de espacio es cido por el acto del amante al abrir la
absolutamente necesaria para el efecto de puerta, encontrarse la plena obscuridad y
los incidentes aislados -tiene la misma adoptar la semifantasía de que quien llam6
fuerza que un marco para un cuadro.- fué el espíritu de su amada.
Tiene indiscutible fuerza moral para conser- Hice la noche tempestuosa, primero pa-
var concentrada la atenci6n, y, por lo tan- ra justificar la admisi6n del cuervo, y des-
to , no debe confundirse con la mera Ulll- pués buscando el efecto de contraste con
dad de lugar. la serenidad (física) de la habitaci6n.
Decidí, pues, colocar al amante en su Hice que el ave se posase sobre el bus-
habitaci6n -una habitaci6n consagrada to de Pallas, también por el efecto de con-
para él con e! recuerdo de aquella que la traste entre el mármol y el plumaje -es
frecuentara. El cuarto se presenta ricamen- preciso entender que la idea del busto me
te'amueblado,- esto como consecuencia de fllé absolutamente sugerida por el ave,-
las ideas que he explicado sobre la Belle- y elegí el busto de Pallas, primero como
za, como única verdadera tesis poética. más adaptado á la erudición del amante, y,
Determinado así el local, tuve que in- en segundo lugar, por la sonoridad de la
troducir en él al pájaro, y el pensamiento palabra Pallas en sí misma.
de hacerle entrar por la ventana era inevi- Hacia la mitad del poema, también, me
table. La idea de hacer que el amante su- di cuenta de la fuerza del contraste para
ponga, en un principio, que el golpear de intensificar la última impresi6n. Por ejem-
las alas del cuervo contra los postigos pro- plo, á la entrada del cuervo se le da un
cede de alguien que llama á la puerta, está aire fantástico, que se acerca á lo burlesco
fundada en e! deseo de aumentar, prolon- lo más que es posible admitir. Entra el
gando la curiosidad de! lector, y en el de- ave con petulancia y tumulto.
seo de adoptar un efecto accidental produ-

No hizo la menor cortesía, ni se detuvo ni se paró un momento,


sino que con semblante de señor ó señora, se posó sobre la puerta de mi cuarto.

En la5 dos estrofas que siguen, este designio se pone en práctica con mayor eVI-
dencia:
Entonces este pájaro de ébano, moviendo mi triste fantasía á sonreir,
por el grave y austero de~oro de su aspecto ,
-aunque tengas la cabeza pelada -le dije,- seguramente no eres un cuervo .
Antiguo y feo cuervu, que como fantasma vienes vagando desde la costa de la Noche;
Dime, ¿cuál es tu nombre señoril en la costa plutónica de la Noche?
Respondió el cuervo: «Nunca más.»
MaravilIéme harto de oir á este ave zafia hablar tan llanamente,
aunque su pregunta tuviese bien poco sentido;
porque no podemos menos de confesar que nunca sér humano
ha sido hasta aquí favorecido con la visita de un ave sobre la puerta de su habitación,
ave ó fiera sobre el esculpido busto que está sobre la puerta de su habitación,
Con nombre como éste: «Nunca más.»

Procurado así el efecto del desenlace, riedad -tono éste que empieza en la estro-
inmediatamente dejé el tono fantástico, fa que sigue inmediatamente á la última
cambiándole por e! de la más profunda se- citada, con e! verso:
138 REVISTA MODERNA DE MÉXICO.

Pero el cue r vo, descansando solitario sobre el plácido busto, habló. ' . . .

De aquí en adelante, el amante no bur- dos por la ocasi6n, vuelve á sentirse so-
la más , ni siquiera advierte nada extrava- brecogido por la repetici6n del «Nevermo-
gante en la conducta del cuervo. Habla de re.»- Entonces comprende el por qué
él como de «un feo, zafio, fantasmático, fla- del caso; pero se siente impelido, como he
co y maléfico pájaro de antaño» y siente explicado antes, por la humana sed de
que los <!:ojos fieramente» arden en «lo más atormentarse á sí mismo, y en parte por
hondo de su pecho.» Esta evoluci6n del superstici6n á dirigir al ave preguntas que,
pensamiento 6 de la imaginaci6n por par- mereced á la esperada respuesta «Nunca
te del amante, tiene el prop6sito de produ- más,» le traigan á él, amador, la mayor
cir una análoga en el lector: traer su men- voluptuosidad de sufrimiento. Con el ex-
te al marco apropiado para el desenlace, tremo de este auto-tormento , la narraci6n
que ahora se procura lo más rápidamente en que he encerrado esta primera fase lle-
posible. ga á su término natural, y no ha traspasa-
Con el desenlace, propiamente dicho do en nada los límites de la realidad.
-es decir, con larespuesta «Nunca más» Pero en los asuntos tratados de este mo-
del cuervo á la pregunta final del amante do, por mucha habilidad que se tenga 6
sobre si encontrará á su amada en otro por muy interesante que sea la combina-
mundo,- puede decirse que ha terminado ci6n de incidentes, hay siempre una cierta
el poema en su fase manifiesta de simple dureza y desnudez que repelen la mirada
narraci6n. Hasta aqui, todo está dentro artística. Dos cosas se requieren invaria-
de los límites de lo verosímil, de lo real. blemente: primera, cierto grado de com-
Un cuervo que ha aprendido de rutiria una plejidad, 6 mas propiamente de adaptaci6n;
sola palabra, «Nunca más,» escapado de y segunda, cierto grado de sugestividad,
la guarda de su dueño , llega á me1ia no- cierta corriente interna, todo lo indefinida
che, traído por la violencia de la tormenta, que se quiera, de sentido oculto. Esto úl-
á pedir entrada á una ventana, en la cual timo, especialmente, es lo que comunica á
aún se ve luz -la ventana de la habita- una obra de arte la mayor parte de esa ri-
ci6n del estudiante, que está ocupado, tan- queza que somos demasiado aficionados á
to en leer un libro, como en soñar con una confundir con el ideal. El exceso de sen-
amada muerta.- Abiertos los postigos tido oculto sugerido -es decir, el conver-
al ruido de las alas del ave , el ave misma tir en superficial la corriente interior del
entra y se posa en el lugar más convenien- tema,- es lo que convierte en prosa, y de
te, fuera del alcance del estudiante que, la más insípida, la llamada poesía de los
divertido por el incidente y la extrañeza trascendentalistas.
de la actitud del ave, le pregunta su nom- De acuerdo con estas opiniones, añadí
bre en broma, y sin esperar respuesta. El las dos estrofas finales del poema -y su
ave responde con su palabra acostumbra- sugestividad envolvi6 toda la narraci6n
da: "Nevermore,» -palabra que inmedia- que les precede. La corriente de sentido
tamente encuentra eco en el melanc6lico oculto, aparece por primera vez en estos
coraz6n del estudiante. que, dando salida versos:
en alta voz á ciertos pensamientos sugeri-
¡Aparta tu pico de mi corazón , y separa tu figura de mi puerta!
Respondió el Cuervo: «Nunca más .»
RIWIS'(',\ MOnER:'\' A DE MÉXICO. 139

Se observará que las palabras: «Aparta empieza á considerar al cuervo como em-
tu pico de mi corazón,» son la primera ex- blemático , pero la intención de hacerle em-
presión metafórica del poema. Juntas con blema del «Recuerdo doloroso é inacaba-
la respuesta «Nunca más,» disponen el áni- ble,» no se deja ver distintamente hasta el
mo á buscar un sentido moral en todo lo último verso de la última estrofa .
que se ha narrado previamente. El lector

y e l Cuer vo, sin moverse jamás, aú n está posado, aún está posado
sobre el pálido busto de Pallas, precisamente encima de la puerta de mi habitaci ón ;
y sus ojos tienen tod o el aspecto de lo~ d e un demonio que está soñando,
y la lám para, sob re é l, lanza su sombra al suel o;
y mi alma n o se saldrá de esa sombra que yace flotando sobre el suelo;
no se levanta rá . . . . nunca más.

EOGAR ALLAN POE.


140 REVISTA MODERNA DE MÉXICO.

EL SEPULCRO DE LOS CÓNDORES

Desde el peñón, la vista derramada á lo lejos,


Contempla, fantaseado por celajes bermejos,
Un agreste dominio de rocas y tallares;
La fronda que abre sólo paso á la res arisca,
Es numer05a como las águas de los mares;
y sobre.1os truncados bastiones de arenisca,
Que el manantial salvaje con su arabesco labra,
Pace una híspida hierba tal cual nudosa cabra.
Enarbola el coriáceo nopal su brava penca
En el talud que eriza de cilicio la zarza;
y bajo la pantalla de bambú que lo engarza
Cual ojo \paralí tico brilla un lago en su cuenca.

Más allá el sol, ya hundido, confunde en su agonía,


Que orla de taciturno crespón los horizontes,
En palpitante caos las nubes y los montes,
Bajo una gigantesca luz de cosmogonía.

Con gracia casi lánguida, una emoción secreta


Conmueve aquel paisaje que el silencio completa
Como una alma. La tarde cuchichea un augurio
Con su brisa, en un escalofrío de mercurio,
Infundiendo á las cosas esa cordial molestia
Bajo la cual se agobia la cabizbaja bestia,
y que espiritualiza tan extrañas congojas
En el desasosiego tímido de las hojas.
REVISTA MODERNA DE MÉXICO. 141

Por el cenit que ahonda la ilusión vespertina,


FTOta un cóndor inmóvil, de vuelta á la morada,
y en su silueta negra y aguda se imagina
El vibrante equilibrio de una aguja imantada;
Abajo, discerniendo los claros de la breña,
Mira los parapetos natales de su peña;
El lago, el sol, la rampa donde se azora el corzo,
y con breve aletazo que en instantáneo escorzo
Del sol lo dora, á su ámbito montañés se aproxima.
Rosando, vuelta á vuelta, la hondonada y la cima,
En ebriedad de espacio su descenso posterga;
El viento zumba en su ala como en un alta verga;
Su vuelo cruza en largos soslayos de navaja;
y cuando á breve trecho de su páramo baja,
Con la emoción sanguínea de un Ímpetu bizarr,ü,
Vibra la cresta en su áspera cabeza de guijarro
y una feroz codicia, que es paternal desvelo,
En la ví vida gota de su ojo centellea.

Pronta á los habituales estímulos de cielo,


La prole, ya magnífica en su imperial ralea,
Ensaya los ineptos muñones, y su buche
Hace estallar en pÍ0S el énfasis de un hipo.
Del flojel que la afelpa con tibiezas de estuche,
Su lampiña cabeza surge en su extraño tipo
Que á una zurda ironía mezcla un altivo ceño;
La inexpugnable grieta que cobija su sueño,
Exhala un olor flavo, como un cubil felino.

A la glacial frescura que acera el aire andino,


El hambre sanguinaria devora esos capullos
De fiera , que en airada confusión de murmullos,
Preguntan en las nubes torvas anatomías,
De tegumentos cárdenos y cruencias bravías;
y ante el sol agrupado sobre sus parapetos,
Le gesticulan mimos como si fueran nietos.

El crepúsculo, en tanto, gana las cu m bres solas,


Proyectando á las nubes, en acuarelas tiernas,
Ese angélico rosa de las nieves eternas
Que conoce el heráldico armiño de las golas.
142 REVISTA MODERNA DE MÉXICO .

Forjando algún antiguo recuerdo cinegético


En desdeñosas grietas,'.un viejo buitre, hermético
Cual un coleóptero, alza su bloque monolito
Que arraiga en el peñasco la zarpa ahora inerme,
y ante el flameado cielo diríase que duerme,
Ahito de montaña y hastiado de infinito.
Corsario deJa ráfaga, el cielo fué su lente,
y las nubes su tálamo de luz, y el ~ol poniente
Que dilataba la inmensidad, su candelabro,
A cuya luz suprema, tendido el cuello glabro,
Mientras ya era de noche sobre toda llanura,
Prolongaba sus tardes á diez mil pies de altura.
En soledad huraña sobre su cordillera,
Un procelario anhelo lo asalta ante la hoguera
Del Ocaso, que en pólvoras de bermellón deflagra,
y adobando de fuerza su carne bruna y magra,
Vuelve á su sér decrépito la pasión de la fiera.
El volador desciende con crujidos de brusco
Abanico, muy cerca del ríspido pedrusco !
Que el viejo cóndor tiene de pedestal. Su prole,
Cuyo voraz insomnio coronaba la mole,
Bajo el paterno buche se agolpa, pía y bufa,
y alzándose hasta el ampo de la viril corbata,
Hormiguean las negras cabecitas de trufa ... '

Mas sordo á su bravía tribu ; el joven pirata,


Junto al sombrío abuelo pliega su doble foque,
Un sobresalto invade la inercia de aquel bloque;
Los cuellos se entrelazan, y sobre el hosco cerro,
Cuya breña la noche con sus sombras intrinca--
Ante el sol que prolonga desolaciones de Inca,-
Trábanse los dos picos en ósculo de hierro.

LEOPULDU L UGUNES .
R~VIsrrA MODERNA DE MÉXICO. 143

LA NOVICIA

Hay en lo interno de mi alma un tem- cual lampadario que nunca se consume.


plo de sencilla arquitectura, que suele apa- Es esbelta y gallarda su figura y armo-
recer, á semenjanza de las estrellas muy niosos su porte y movimientos, que tienen
lejanas, tan sólo á través de una diafani- donaires de palmera.
dad límpida y tranquila. Tiene una sola 1amás he logrado admirar la gloria de
nave serena y apacible, en donde impera su rostro , por albas tocas velado, ni exta-
un silencio musical, el silencio en que se siarme con la delicia de su voz; mas ima-
han desvanecido las más dulces , las más gino su perfil delicado y señorial , y pre-
tiernas, las más suaves melodías. Lejos, siento su sonrisa giocondina, y adivino su
muy lejos, está del mundo áspero y rudo; mirada ensoñadora, y regocija á mi oído
es ajeno á sus afanes y se disipa y des- el presagio melodioso de su acento arro-
aparece al leve amago de inquietudes ó ri- bador.
gores , más velozmente que al soplo del ¿Quién eres, misteriosa novicia de mi
viento el humo !"util d el in censario. santuario? ¿Es un feliz augurio tu imagen,
En la nave tranquila vaga solitaria, SI11 que en el fondo de mi alma ó en la incon-
ruido ni zozobras, cual la luna por los sótil tela de un ensueño, como en el cristal
cielos azulosos, una novicia de blancas ves- de un lago vagamente se dibuja?
tiduras , espiritual y candorosa, que con La etérea visión, la ideal criatura, alba
manos á los lirios semejantes, desgrana las y tranquila, nada á mis ansias responde,
cuentas de un rosario de marfil, mientras mas con su sigilo, su vaguedad y su mis-
reza con mística unción sus oraciones , si- terio , finge á la esperanza y al ensueño ne-
lenciosas como las esperanzas que cantan bulosa de caricias, de consuelos y venturas
en el alma. Su blancura es de mármol, de inefables.
nieve, de azucena , y fulgura y esplende y RUBÉN V ALEN TI.
alumbra el plácido recinto en donde mora, México, Junio de 1908.
144 R~VlSTA MODERNA DI~ M~~X[CO.

Sra. Guadalupe Robles Gil de Brizuela. -Guadalajara.-Fot. de Lupercio.


lmV1STA l\'lODEI:{NA DE l\r~XICO. 1-15

,LA VENDEDORA DE FLORES


A L uis G, Urb,úa: Qui autem persevera ·
COIl JJd profundo cart'ño. ¡ bi~us que in fin em, lLic
salvus e,:it.

Yo la veía todas las mañanas. Era una


dulce muchacha de ojos obscuros y de gesto
gracioso; y los quince años de su belleza bruna
era n las quince rosas más frescas de su cesto.

El cual, pegado al muro de un templo, cuya piedra


lloraba en sus vejeces estigmas y carcomas.
exhibía su encanto floral, como la hiedra
piadosa que entre ruinas derrama sus aromas.

Aun veo. allí los fuertes colores de su blusa


de percal. los chillones dibujos de su enagua,
el lampo misterioso de la sonrisa ilusa,
sus dedos enjoyados de claras gotas de agua.

Del cesto donde juega la luz y en que se acopia


de pródigos abriles y mayos la riqueza,
sacaba la doncella, cual de una cornucopia
desbordante, los dones de la naturaleza.

Sacaba flores reinas de fúlgidas corolás,'


dalias de unidos pétalos, cual brillantes escamas,
jazmines impolutos; mosque'tas, amapol~ s
que ardían en SUS ffif!.nqs CQq. un
temblordc "llamas,
146 lU;;VISTA MOD/<JI{,N A DE M/<~XlCO.

Violetas mordoradas como las amatistas,


magnolias esculpidas en tersos corindones,
pensamientos orlados de caprichosas listas,
rojos mirtos bañados en sangre de pichones.

La pálida gardenia de nobles líneas puras,


subrayando el plebeyo color de la begonia,
mostraba aristocrática, divina de blancuras,
sus hojas cinceladas en mármoles de Jonia.

Daba el clavel la roja sensación de la risa


junto á la margarita de estelares palores
y de cabellos de oro -la blanca margarita-
que conoce el horóscopo fatal de los amores.

y la dulce muchacha de ojos negros y huraños,


ofrecía las joyas vegetales con gesto
gracioso; mas las rosas floridas de sus años
eran siempre el manojo más rico de su cesto.

1I

A veces, atraído por su figura leda,


descubriendo en sus ojos no sé qué resplandores,
entre sus manos húmedas dejaba una moneda
á cambio de un hermoso ramillete de flores.

Inclinaba la frente de cabellos castaños


en diadema como una gran corola sombría,
y yo, viendo la gaya fl o ración de sus años,
mientras ella fo rmaba los haces, le decía:

- Vende, vende las rosas que te dan las praderas.


porque esas rosas tienen un , renovar eterno;
ya ves cómo resurgen cuando las primaveras
despiertan de las blancas mortajas del invierno.

Mas defiende los brotes de tus propios pensiles


codiciados; ampara con los buenos lebreles
del pudor, el tesoro de tus bellos abriles,
el aroma exquisito de tus pukr9~ y~r~elesl
REVISTA MODI~RNA DE MÉXICO. 147

cuyos lirios te dejan su pureza en la pálida


frente, cuyas violetas obscurecell tus ojos,
y cuyas amapolas gotean sangre cálida
en tu boca de labios sitibundos y rojos.

Si guardas esos dones que espían los deseos


é innlllnes se levantan de cualquiera asechanza,
tendrás rosas de sueños para tus himeneos,
y rosas de ilusiones, y rosas de esperanza ....

Erguida la diadema de cabellos castaños,


me veía su larga mirada pensativa,
y con raros fulgores en los ojos huraños,
de repente me daba las flores .. .. Yo me iba

ensoñador y un poco triste. Meditabundo,


pensaba en el misterio del humano destino:
En los bellos mirajes engañosos del mundo,
alzados en el polvo que ennegrece el camino.

III

Después de algunos meses, dejé de ver, al lado


de aquel muro ya huérfano del floral atavío,
su risueña figura junto al cesto colmado,
sacudiendo las rosas mojadas del rocío.

IV

Ayer, en los dinteles de un bar, me entretenía


con el interminable desfile del paseo,
que dejaba en mis ojos como una sinfonía
cuyo leit lnotiv era la nota del deseo.

Al trote de los bayos de resonantes uñas,


pasaban las mujeres lejanas y divinas;
los pies ociosos bajo las cálidas vicuñas,
sobre los cuellos císl1eo~ las martas zibelinas,
148 REVISTA MODERNA DI~ M fi~XrcO .

U n oro de violeta sobre el bullicioso urbano


de autos, landós, peatones, sobre todo rumor,
encendía en los aires la hora del Ticiano,
y colgaban los focos sus bolas de alcanfor.

De pronto, en un carruaje de equívoca librea,


triunfal sobre los muelles cojines de peluche,
pasó una hierofanta de Venus Citerea,
como una rica joya cla vada en un estuche.

Era como la sombra la seda de su traje,


llevaba en las orejas gruesas gotas de luz,
y sobre la cabeza perdida en un follaje
de cintas, resaltaban dos plumas de avestruz.

y aunque pasó violenta cual luminosa racha


en el divino encanto crepuscular de la hora,
reconocí los dulces rasgos de la muchacha
del cesto, tras el lujo de aquella pecadora.

Reconocí las hondas violetas de sus ojos


y los rebeldes rizos de la obscura guedeja,
y entre sus breves labios sitibundos r roj~s,
los encendidos pétalos de una rosa bermeja.

(Eran las rosas puras de sus gayos abriles


que la hendida pezuña de sátiros crueles
hollaba en los senderos de sus pulcros pensiles,
al fin desamparados de los buenos lebreles).

y retorné á los tiemp os en que sin otras sedas


que las de sus pupilas y sus labios florales, -
yo dejaba en sus manos unas cuantas monedas
á trueque de sus rosas~las joyas vegetales.--

De mis vanos consejos sonreí; por la arteria


del bulevar luciente, con su féerico enjambre,
otras purezas iban vestidas de miseria ,
dilatados los ojos de deseos y de hambre,

á la eterna caída, al fatal ho locausto;


que en el laboratorio donde ffll!sto medita,
REVISTA MODERNA DE MEXICO. 149

escribe Mefist6feles en el libro de Fausto


el aria de las joyas que canta Margarita.

Como la vida efímera, caduca y transitoria


pasó otra vez la abeja de tod os los amores . . ..
¿Al hospital? ... acaso, que ya no sé la historia
final, de la risueña vendedora de flores.

En medio del crepúsculo se fué muriendo el día,


y luego -torvo símbolo- las solares paletas
soltaron como un rico jardín en agonía
en lagos de oro muerto, deshojadas violetas.

y cuando de los cielos en paz, la noche bruna


cubrió con sus crespones las invisibles penas,
como una Celestina cruel, pasó la luna
tendiendo sobre el fango millares de azucenas.

R A FA E L L ÓPEZ.
150 REVISTA MODERNA DE MEXICO.

LAS CORRIENTES FILOSÓFICAS

EN LA AMÉRICA LATINA
PO R

FRANCISCO GARCÍJ\ CAbOERON.

(Memoria presentada al Congreso de Filosofía de Heid e lberg, celebrado en Septiembre de 1908,

y publicada en la "Revue de metaphysique et de morale de París."

Traducción anotada, para "Revista Moderna,"

por P . H. U.)

En los primeros año~ del siRIo XIX, la n-idos baj o la domillación de Españ<l; al
América latina, desde México hasta el Pla- pri1lcipio , época de indisciplina y de lucha;
ta, conquistó su independencia política, luego, de colonización; por fin, de quietud
una verdadera libertad cOlllercial, y cierta intelectual y moral. Es nuestra Edad Me-
autonomía illtelectual. Las corrielltes ac- dia.
tuales de la especulación en los países de Domina el dogma católico; ~e establece
tradicióll española, derivan, necesariamen- la Inquisición; una escolá~tica de decaden-
te , de ese primer hecho radical: la funda- _cia se impone en las universidades; la cu-
ción de la libertad política, la declaración riosidad i1ltelectual ~e gasta en obras de
más ó menos absoluta de los derechos hu- erudición ponderosa, en di~putas bizanti-
manos, la constitución de repúblicas en toda nas y comentarios de viejos textos estre-
la extensión del continente. chos y excesi vos.
La época anterior á esta transformación La filosofía domina1lte es la de DlIns
política, se señala por la dependencia en Escoto, más que la de Tomás de Aquino:'
t<;>dos los órdenes de la vida, representada 1 En México, según los datos que contiene el ex-
por la Inqui~ición. Son tres siglos transcll- tenso p e ro insustancial libro d e l Canónigo Val ver-
REVIS'1'A MODERNA DE MÉXICO. 151

es una sutileza ideo lógica, un ejercicio dia- Con la Revoluci6n, de 1808 á r824,
léctico en el vacío. La moral no es sino ulla con las doctrinas de libertad politica, con
consecuencia del dogma, cada vez más la autonomía constitucional, se hacen sen-
desprovisto de eficacia religiosa y moral. tir nuevas corrientes de influencia intelec-
Hay que agregar la influencia de Suárez, tual en la América, libre ya de la tutela
el teólogo español, represe ntante de una Española. La Enciclopedia, la filosofí a po-
escolástica toda vía poderosa, y á veces ori- litica de Roussea u,3 las ideas de religi6n
ginal. natural, teísmo político, derechos del hom-
Sin embargo, es ' curioso observar que bre -en suma, la acción intelectual de la
ninguna de las manifestaciones de la filo- R evoluci6n Francesa,- se propaga n en
sofía española libre del dogma (criticismo todos estos paises que se organizan , y que
de Luis Vives, platonismo, cartesianismo buscan reglas de política, después de un
de Gómez Pereira, escuela del derecho na- movimiento de libei·ar.i6n, que fué, como
tural , de Victoria), obra ' sobre el pensa- el de Fran cia, una reacci6n contra el po-
miento de las colonias espa ñol as, cuya li- der absoluto y la oligarquía deprimente.
bertad intelectual es mucho men or que la Aquí y allí, pero débilmente, penetra el
de España,2 S610 á fines del siglo XVIII pen!;amiento de los creadores de la inde-
se conocen y comentan en las publicacio- pendencia en la América anglo-sajona:
nes de la época, las doctrinas de Descartes Washington , Jefferson, la moral simplista
y de Newton: por ejemplo, en el «Mercu- de Franklin.
rio Peruano,» de Lima. Pueden señalarse En los años que siguen á la independen-
también, en los doctrinarios de la política cia, todo el pensamiento se orienta hacia la
española, particularmente en su actitud política, y las influencias francesas predo-
respecto de los indios , algunas novedades minan . Elliberalis1110 de Benjamín Cons ·
intelectuales, la aparici6n de algunas ideas tant y el doctrinarismo de Guizot, luchan
de derecho natural. Pero \lO hay en todo 6 se impon en en todas partes. En folletos
este mov imiento ni originalidad ni autono- y libros se comentan doctrinas que al mis-
mía. mo tiempo se trata de llevar á la práctica,
con tanteos á menudo estériles. En el or-
de Téllez, Apunta Giones !tistó1"icas sobre la filoso-
.lía en Mé%ióo, parecen h aber reinado juntos Es- den del pensamiento puro, la influencia de
coto y Santo Tomás. Se les enseñaba en un solo Cqusin y del eclecticismo comienza hacia
curso de la Universidad. Tamhién había cátedra 1850, Y se extiende, con la acci6n ejercida
de «Suárez .• Las tende ncias más originales pare-
cen haber sino, como dice Menénd ez y Pelayo de por los libros de S aisset , de Paul J anet y
Fray Alonso de la Veracruz , adepto de Fray Luis de J ules Simon, hasta fines del siglo.
de León, «neo-escolásticas, mod ifi cadas por in- Deben señalarse, sin embargo, algunas
fluenciasdel Renaci miento .» Ya en el siglo XVIII,
el P. Gamarra discutía ideas de Descartes y Locke, influencias inglesas, y la acci6n, muy res-
mostrando la influencia de ambos. En Santo Do- tringida, de los ide610gos franceses , de
mingo , principal centro de c ultura colonia l e n las
Cabanis y de Laromiguiere. En la escuela
Antillas, predominó el tomismo.
2 El platonismo no está ausente de las manifes- escocesa de Reíd y de Dugald Stewart, se
taciones lit ~rarias de América en los sig los XVI y forma un pensador eminente, hij o de Ve-
XVII, épocas en qne, como dice Menéndez y Pe-
layo, la estética platónica era la filosofía popular, ó
nezuela: Andrés Bello, que preside la vida
general, en Italia y España; pero indudablemente
era tendencia informe y poco precisa. Conviene 3 Un ejemplo de la influencia del Contrato so-
hacer notar el hecho de que Cervante!! de Salazar, cial se e ncuentra en el Licenciado Verdad , precur-
tenido por secuaz de Luis Vives , fué uno de los sor de la Independencia Mexicana, cuyo ce ntenar io
'undadores de la Universidad de México. acaba de celebrarse.
152

intelectual de Chile. Su espíritu de a nálisis, fa talidades hist6ricas, se convierten en ideas


su fuerte lógica, Sl1 psícología un tanto poéticas. Olegario V. Andrade, el poeta
abstracta, pero penetrallte y segura, le dan argentino, es de elh:> ejemplo notable.
influencia original sobre la marcha de las Al mismo tiempo se observa en todas
ideas , acci6n variada y profunda. Aplica partes la for maci6n de doctrinas laicas,
el análisis inglé<; á los principios de lagra- contrarias á los dogmas. Las luchas polí-
mática, á las leyes del lenguaje , á la 16gi- ticas son mu chas veces luchas de ideas,
ca, á los c6digos, al derecho internacional: choques entre la Tradici6n y el Liberalis-
es siempre un fil6sofo de la escuela an- mo; y se notan siempre, en' las polémicas,
g lo-sajona, con su common sense, su estoi- ideas filosóficas de origen generalmente
cismo moral, su análisis apretado y pode- francés. Tres nombres notables en este res-
roso. El argenti no Alberdi recibe, como pecto deben citarse: Vigi l en el Perú; Mon-
él, la influencia inglesa, pero más bien en talvo en el E cuado r; Bilbao en Chile; sin
las doctrinas políticas y sociales; mientras olvidar á Juárez mismo en México, aunque
que Sarmiento, en el mismo país, repre- su acci6n haya sido principalmente polí-
senta, por la mejor parte de su espíritu y tica. S
de su influ encia, la tradici6n latina. 4 El pensamiento filos6fico, desde la era
E~ta corriente inglesa es de importan- rle la Independencia hasta 187 S, Y aun des-
cia inferior , si se la compara á la influencia pués, es, como se ve, pensamiento román-
ejercida por Francia en las ideas y en las tico y liberal, de orige n frai1cés, templado
costumbres. Pero hay que co nfesa r que los apenas por la influencia de Guizot , de los
únicos esfuerzos de especulaci6n pura, se ide610gos y juristas' franceses , y de 10sal1a-
informan en la corriente inglesa; la acci6n li stas y 16gicos ingleses. 6
de la filosofí a francesa se ejercía, pri ncipal-
mente, sobre la idea d~ Estado y del dere- 5 Ju árez, como mu chas veces se ha dicho, no era
si no representante activo de todo nn gr upo al cual
elw, sobre las libertades políticas y civiles, se debieron la Reforma y la reorganización de la
sobre el progreso indefinido y los derechos e nseñanza, informada en las tendencias de Comte
naturales. por Gabino Barreda, fundador de la Escnela Pre-
paratoria de México en ¡SÓ7. Este grupo célebre
y á tra vés del romanticismo poético y de !iberales, en e l que se distinguieron 'co mo perso-
litera ri o, una dirección espiritualista se aeÍ- n alid ades intelect ual es, Sebastián Lerdo de Teja-
da, Ignacio Ramírez, '" Altamirano,'. Riva Palacio,
vierte en las obras de la época . El huma-
Guillerq¡o Prieto y Martínez de Castro, prepara,
nitarismo, la filosofía del progreso, las ideas co n Sil gran ca\npaña a nti-clerical , e l advenimiento
morales de caída y redenci6n, el poder del del positiv ismo . Son de notarse, como espíritus
innovadores, Altamirano y, sohre todo, Ram írez,
ideal sobre la inercia de las cosas, sobre las
que muy joven aú n hizo franca y pública profesión
de at eísm o, y más tarde fué adepto prematuro (algu-
4 Por esta misma época enseñaba en Cuba el ve- nos dirían precursor) de la psico-fisiología y de las
nerabl e J osé de la Luz y Caballe ro (á quien había modernas tendencias en las cie ncias del le ng uaje .
precedido un sacerdote de ideas amplias: F élix 6 García Ca lderón omite totalmente la influ encia
Varela) . Era Luz y Caball ero hombre de verdade- española. Se dirá que e l pensamiento español tie-
ra orig inalidad filosófica, co n puntos de contacto n e e n el sig lo XIX poca origina li dad, e n conjunto,
co n la psicología in g lesa y el eclect icismo francés; s iendo de por sí reflejo del extranjero, y particular-
esc ribi ó poco (s us Máximas son, si n e m bargo, muy mente del francés; pero lo 'cierto es que la Amé ri-
conocidas); pero dejó IUI gran número de discípu- ca española en gran parte, en lo hace el públi co por
los, directos é indirectos, y muchos de ell os promi- lb menos, se guía realmente por España y no por
nentes en la vida intelectual de Cuba y aun de to- Francia: s i parece seguir á ésta, en realidad lo ha-
da América. Sobre la vida y el pensamiento de Luz ce á través de traducciones puhlicadas e n Madr,id
y Caballero, hay un excelente li bro del b rillante y y Barcelona. Yen lo que respecta á pensadores
erudito Manuel Sanguily . individuales, no puede negarse la influencia que en
Rh:VIST A MODERN A DE lVl~X[CO. 153

No hay sino una excepción que señalar: mente reinaba en todos los estudios cIen-
la acci6n, muy limitada hasta entonces, del tíficos.
comtismo. En el Brasil, Benjamín Cons- Hasta hace poco , el positivismo de
tant y su escuela, ejerciel'on influencia real, Spencer , más que otro alguno, imperaba
int~lectual y política; en Chile, Lagarrigue, todavía en las universidades y ejercía á
uno de los discípulos fieles del cOl11tisl11o menudo un v'e rdadero despotismo intelec-
integral -bien distinto del de Littré,- tual. Si su metafísica y su psicología no
explica y defiende su doctrina sin éxito po- son muy conocidas, no sucede lo mismo
sitivo; en México, la «Revista Positiva,» CQn su principio, un tanto abstracto y ge-
de Agustín Arag6n, que defiende las l11i·s- neral de evolucidn, el cual se aplica allí á
mas ideas, ha tenido una curiosa vitalidad. todo, ni con sus doctrinas morales y so-
Sin embargo, el positivismo, á fin de ciales. Un resumen de los Pn'nciPios de
cuentas, debía conquistar la América más . moral de Spencer, resumen por 10 demás
que ninguna otra doctrina filos6fica . Sería muy bien hecho, sirve como texto de es-
riesgoso querer determinar las causas de tudio en México, así ~011l0 la Ldgica de
esta influencia, tan poderosa en México, Stuart MilI, compendiada.7 La sociología
en el Brasil, en Chile. Hubo seguramente e~ bastante cultivada en los medios uní-
una reacci6n contra un modo de pensar versitarios de la América latina, desde el
algo verbal y difuso; hubo también con- doble punto de vista de los principios uni-
diciones de progreso material , que encon- versales y de las aplicaciones á la realidad
traron en el positivismo un lmarco para la social. Hay ya en este orden, algunos nom-
vida nueva; la aceptaci6n de esta filosofía bres dignos de citarse: Cornejo en el Pe-
se explica también, en algunos países, rú; Bulnes en México; Báez en el Para-
México y Chile por ejemplo, por caracte- guay; Letelier en Chile; Ramos Mejía en
rísticas nacionales de disciplina política, la República Argentina. Cornejo y Lete-
de visi6n concreta, de tenacidad y de vo- Iier se inclinan al positivismo , á la metafí-
luntad. sica de Spencer; Ramos Mejía, en sus
El positivismo simbolizaba también el libros La locura en la ¡listoria y Las ma·
culto de la ciencia, la supremacía de la ra- sas a1gentinas, ha aplicado principios bio-
z6n, el laicismo á ultranza, de que estaban 16gicos á los fen6menos sociales.
enamorados estos pueblos jóvenes. El ca- Como doctrina, el positivismo ha ejer-
mino había sido preparado , no s610 por el cido grande influencia sobre las ideas y la
disgusto de las filosofías oficiale's, sino direcci6n de la vida. Ha producido un ra-
también por el materialismo, que abierta- cionalismo algo estrecho, una metafísica
dogmática, y, en la acci6n, el culto de la
América ha n ejercido ]ovellanos, Balmes, Donoso riqueza, la supremacía de lo práctico, el
Cortés. Hoy mismo, la may o ría lee á Spencer, á egoísmo, á veces un amoralismo, al cual
R e nan , á Guyall, á Taine, á Nietzsche, en traduc- las doctrinas de Nietzsche, mal interpre-
ciones castella nas, y lo qu e, fu era de cie rtos círcu-
los, se conoce de Bergson, de BOlltroux, d e William tadas y de generalizaci6n fácil, han con-
J a mes, de ElI e n Key, se conoce por versiones edi- tribuido con su fuerza y su brillo.
tadas en España. Sin la divulgación realizada por
En el campo de la especulaci6n pura,
la enorme actividad de las nuevas casas editoras
de la península, el público hispano-americano es- 7 La L ógica de Mili ha sido reemplazada por el
t a ría mucho más atrasado: á pesar de las traduc- tratado del DI'. Porfirio Parra, quien se inspira en
ciones franc esas, Nietzsche seguiría siendo un fa- aquél y en Ba in. Los dos resúmen es citados por
moso autor nunca leíd o, como lo es, pongo por García Calderón, son obra del Lic. Ezeq ui el A. Chá-
caso, Oscar Wilde. vez.
154 REVISTA MODJW NA DE: MBXICO.

un pensador cubano, Enrique José Varo- Por una parte, las ideas francesas, que
na, ha ampli ado el positivismo de Spencer fueron el fer mento de la revolución de la
co n un idealismo de tendencias francesas. América espa ñola, ideas de libertad, de
Sus Conferencias sobre moral, so n prueba justi cia, de armonía, de derecho humano;
notable d e ell o: aislado esfuerzo de ada p- por la otra, la herenci a española de noble-
tació n del pensamiento evolucionista in- za, de quijotismo , de dignidad caballeres-
glés: hay que cita rl o en co ntras te á tanto ca: he ahí los dos influj os ele herenci a y
ensayo de imitación exces iva ó de dog ma- educación que, con el doble poder de su
tismo simplista. 8 uni ón, han d ado á las tendencias de la
Pero esta s uprem ;Icía del positivismo Améri ca latin a una fuerte base de idealis·
provoca lentam ente una reacción id ealis- mo en el derecho , en el pensamiento, en
ta ; y esta última co rrie nte tiende á predo- las act i tudes , en las costumbres, en la
minar ahora en la América latina. En vida.
cierto se ntid o, el nu evo movi miento no es En los últimos veinte años, las cOl'rien-
sino reflejo de la evolución fil osófica euro- tes idealistas han sido franc esas. La Amé-
pea, nueva imitació n de las tend encias que rica latina acepta todas las ideas extranje-
principian á imperar en Francia, en los ras, co n un a curi osidad ta l vez peligrosa.
Estad os U nid os , en Alemania. Pero hay Es un entusi as mo d e pu eblos nuevos, asi-
que co nsiderar que existe un verdadero mil ativos y brill antes , nacid os apenas á la
idealism o de raza y de c ultur ~ en la Amé- vida intelectuaL Pero la selección se rea-
rica latin a, y que, á pesar de algunas ex- liza, aunq ue lentamente. Y en esta selec-
cepcio nes y alguna s desvi acion es, toda filo- ció n, es el idealism o -so bre tod o el fr<t n-
sofia idealista tiene allí cierto porvenir. Es- cés- el que triunfa.
to explica la hegemo ní a fra ncesa en las idea s L a acción de F o uillée y de Guyau ha
de las R epúbli cas latino-ameri ca nas. 9 sido muy inten sa, principalmente la del
primero, en los estudios jurídicos y socia-
. 8 Seria om isió n es en este trabajo la d e Hostos,
el espírit u filosófi co más poderoso de América, si se les. Porque debe notarse que allí se bu sca
exceptúa á Bell o. H ostos no llegó á escrib ir su me- siempre la parte social de las doctrinas,
tafísica, co mo el maest ro ve nezo lano; pero sus di s-
como es natural en pueblos que se for-
cursos y tralados y otros escritos (p rincipalmente
los c nrsos de Moral sodal, Sodologia y De,'echo man . Guyau es siempre el fil ósofo de la
constitucional), per miten co nstruirla e n pa rte: es juventud: de su nob le influencia no po-
una co ncepción con fases de ideali s mo y di na mi s-
drían señalarse aún la extensión ni los
mo , de fin al ismo é ti co (co n éti ca inspirada e n Só-
crates, Marco An re lio y Kant ), apoyada por una limites. L as nuevas ge neraciones le leen
absol nta fe e n la ciencia y una franca aceptación y co menta n sin cesar; y un j oven pen sa-
d e los métodos pos iti vistas, lo que ha ind ucido á dor , brillante defensor del idea lismo y del
algu nos á clasificarl e en esa escue la. N ótese, s in
embargo, có mo su Sociología, escrita cuando sólo latillismo en nuestra América, José Enri-
se co nocían las de Comte y Spencer, se apa rta de- que R odó, del Uruguay, ha hecho gran-
cid id am~nte de ell as, y, entre otras novedad es,
des elogios de él en un libro p€queño,
proclama la ley del i deal ó de civil izac ión. Otro
a ntill a no em in ente, Esteba n Barre ro E cheverría, A riel, cuyo títul o es un símbolo de rena-
profesaba un hege li anis mo mezclado de teosofía . cimieuto y de idealismo generoso.
9 L a te nd e ncia hi spano-ame ri cana al Ideali smo
Tod as las fi g uras interesantes del pen-
(cosa no indiscutible), no explica la hegemonía
francesa; en tod o caso, explicaría una hege monía samiento contemporáneo en América, lle-
de Al e ma ni a, verdadera c readora de sistemas idea- van ciert o sell o de idealismo. En psicolo-
listas . Sólo forzand o los hechos p uede ca li ficars e
de franca mente id ea li sta el movimiento filosófico
gía, la doctrina de las ideas·fuerzas, la pri-
fr a ncés. macía de la voluntad, la originalidad de la
REVISTA MODERNA DE MÉXICO. 155

evoluci6n psíquic<l; en metafí~ica, cierto pios de psicología individual y social han


indeterminismo, la condenación del meca- ~ido publi cados en francés por Alean, pro·
nicismo; en ética, la autonomía del sujeto fesa un evolucionismo dirigido por las
moral , el imperativo persuasivo, el v~l l o r ideas'¡uerzas; IlIgeg llieros es un psicólo-
d el ideal: he ahí los nuevos aspectos de go, cuyas idea~ sobre el lenguaje musi ca l
este movimiento filos6fi co. En Méx ico, han sido aceptadas, en parte,' en Francia ,
dOllde dominaba el positivismo, se nota por Combarieu , Charles Lalo, etc.; Do-
una transformaci6n. El Millistro de Ins- mínguez es un educador imbuido de las
trucci6n Pública, Justo Sierra, hablaba re- doctrillas idealistas más recientes).
cientemente de la crisis filos6fica; Bergson El pensamiento de Boutroux, de Berg-
ha destrollado á Spencer. lO En Chile, un son , se estudia, se comenta, se sigue. La
profesor alemán, el Dr. vVilhelm Mahn, psicología vuelve á adquirir sus derechos;
enamorado de las recien tes doctri Il as psi- las ciencias soci,des se conciben de mane·
col6gicas, dirige en el Instituto Pedag6- ra diferente, como capítu los diversos de
gico un nuevo movimiento de ideas, con- ulla sociología colectiva; y á las soluciones
trario á la tradici6n positivistá' de ese pue- generales y fácil es del positivismo , suceden
blo. En el Perú, los profesores Deústua cuestiones más sutiles, análisis más com-
y Javier Prado; en el Uruguay, Vaz Fe- plejos , datos menos exteriores, menos ulli-
rreira; en la Argentina, Carlos Octavio form'es. Se ')bserva, aun en la poesía, un
Bunge y José Ingegnieros; en Cuba, Va- gran fOlldo de idealislllo; en la llovela, al-
rona; en el Paraguay, Manuel Domínguez, tas preocupa ciones psicol6gicas, religio-
difunden ideas bastante análogas para que sas, sociales: así en la poesía de Silva, de
sea permitido señalar una corriente filos6- Darío, de Lugones; en la novela, por ejem-
fica nueva. (Deústua se inspira en el vo- plo, R edención, del argentino Angel de
IUlltarismo de Wundt , completado por el Estrada.
idealismo francés: illfluellcias de Fouillée Estamos en pl eno renacimiento de idea-
y de Bergson; J.avier Prado aspira á un lismo. ¿A d6nde nos llevará este m0vi-
sin cretismo en que dominan las ideas de miento? ¿Rea lizaremos, desp~és de la imi·
Fouillée; Vaz Ferreira es un psicólogo tación, la invención, 1" creaci6n de un sis-
más biell ecléctico; Bunge, cuyos P1'inci- tema, la formación de una escuela filosófi·
ca , según el ritmo social descrito por
lO E5ta afirmación es todavía prematura y de-
Tarde? La América latilla ha imitado, du-
masi ado ge neral , excepto si se toma e l nombre de
Be rgson co mo ejemplo, sin primacía sobre los de- rallte largo tiempo, en un sentido estrecho
m ás pensadores contemporáneos. En las co nferen- y exclusivo; hoy todas las direcciones del
cias, discursos y escritos de Antonio Caso, Ricardo
pensamiento europeo s.e conocen y discu-
Gómez Robe lo, Alfonso Crav ioto, Rubé n Valenti
y 01 ros j óve nes -as i co mo e n el me m orab le dis- ten. Esperemos que esta fase de cll ltura,
c urso de D. Ju sto Sierra, e n ho no r de Barreda,- desarrollada é intensa, producirá algo más
se nota ciertamente grande interés por el pensa-
aut6no mo e n la especulación, acaso una
mi e nto nu evo : la influencia de S chopenhauer
(vo luntarismo, estética neop latónica, pesimismo), gran personalidad, un gran sistema.
Nietzsche y la discusión de los valores morales, Hay que cOllfesar, sin embargo, que la
vVilliam J a mes y el pragmatismo, Bergson, Bou-
troux, el idealismo de Jules ele Gaultier, así como
América latina no tiene, como la sajona,
la reacc ió n contra tocio lo que ha envejecido en una herencia de individualismo religioso,
Comte, Spencer, H recke l, la fil oso fía del arte de de vida interior, de reflexión activa, como
T a in (:, la psicología de los pu eb los de Ren a n , el
materialismo histó ri co, la psico-fisi ología y la so-
la que fué el tesoro de los pilgrim fatll ers,
ciología organi cista . fundadores de la civilización de los Esta-
156 REVISTA MODERNA DE MÉXICO.

dos Unidos. La raza es 'también UIl obs- imitaciones y adaptaciones del pensamien-
táculo: retrógrada é ignorante, la mayoría to extranjero, ha dado prueba de curiosi-
de la población no podrá elevarse á las ci- dad intelectual y fuerza de asimilación.
mas del pensamiento puro. La educación, 2. Es la filosofía francesa la que, bajo
que aún no está desarrollada; la vida po- todas sus formas, ha ejercido mayor in-
lítica, á veces inestable; una religiosidad fluencia en esas Repúblicas, especialmente
inquisitorial, enemiga del libre examen; el pensamiento de Comte, de Fouillée, de
necesidades de vida y de crecimiento que Guyau.
dan á la riqueza, á su culto Y á su con- 3. Ni el kantismo, ni el hegelianismo,
quista, la primacía sOCre las meditaciones ni el pesimismo, entre las grandes escue-
filosóficas: he ahí factores que han de to- las del siglo, han suscitado imitadores. En
marse en ' cuenta para predecir el futuro. cambio, sí han tenido grande influencia el
La América latina se preocupa cada vez positivismo de Spencer, y, últimamente,
más de los problemas de las ciencias y de las ideas de Nietzsche.
la filosofía; se encamina hacia el idealis- 4. Las ideas filosóficas que se han im-
mo. Estos son los hechos, cuya significa- puesto en la América latina, han tenido
ción futura sería imposible adivinar. generalmente un, lado social predominan-
Ensayemos resumir las ideas generales te; constituyen una especie de pragmatis-
contenidas en este estudio: 1110 ú orden de pensamiento adecuado á

la vida.
1. En su primer siglo de vida polítíca S. La tendencia al idealismo distingue
independiente, la América latina no ha á la llueva especulación; la filosofía de
creado una filosofía original; pero en sus Bergson y de Boutroux, dominan.
REVISTA MODERNA DE MltXICO. 157

ALMA PAGANA
Joven alma que un día, con la fruición pagana,
en la grave calma rusticana
cantaste amor y juventud;
y dispersaste en dáctilos vírgenes sentimientos
y en las raudas alas de los vientos
diste la nota de salud.

y en la hímnica gloria de los bosques arcaicos


dejaste en babilonia de mosaicos
la pedrería de tu canción,
saludando al apóstol de la nueva doctrina,
al que vendrá, reuniendo en comunión divina
la sapiencia de Goethe y el alma de Platón.

Joven alma que un día, en candoroso espasmo


lanzaste un grito de entusiasmo,
de vigorosa fe,
y al mirar que el ansiado redentor no venía
con el claro albor del nuevo día,
dijiste: «¡Esperaré!»
158 ltEV ISTA MODl~({N A DE .\11 EXICO.

Es en vano tu espera: las delicias est,é ticas


del Jardín de Academos, y las p eripatéticas
dise rtaciones junto al mar;
el afán que buscaba la suprema belleza
de las cosas, y el alma de la naturaleza
ponía en un maravilloso cantar,

se extinguen, ¡oh alma joven! en un derrumbami e nto


de ideales antiguos. Vibra inútil tu acento;
al mundo envuelve ya negro capuz.
Tan solo tú, en la calma de las playas desiertas,
finges ver redivivas á las épocas muertas
fulgiendo entre cascadas de luz!

MAX HENRÍQUEZ UREÑA


lU~V1 S'l'A MODERNA J)I<j MÉXICO. 159

MAI<'GINi\LIA
EL EXOTISMO

El amor á lo pintoresco y exótico, que su vez en la reivindicación de la Edad


el romanticismo despertó en las literaturas Media y el triunfo del regionalismo, dejan-
de la Europa occidental -las únicas lite- do como sedimento definitivo un interés
raturas mundiales entonces,- ha sido fe- permanente, aunque de intensidad va-
cundo en resultados. Si de una parte dió riable, p or toda revelación de vidas y
origen á la invención de artificiosos y so- mundos diversos de los habitualmente re-
corridos moldes de cotor local -la Es- presentados en las literaturas que todavía
paña de Hugo y de Musset , la Turquía de sirven como normadoras en los países de
Théophile Gautier , la Rusia de Byron , la ci vilización eu ropea.
Persia de Thomas Moore, hasta dar en el A veces, el g usto por lo exótico produce
Japón de Pien'e Loti y la nueva España el paradójico efecto de ren ovar ó desper-
de Jean Lorrain,- en cambio s uscitó las tar el amor á las letras antiguas; que as í
reconstrucciones fieles y laboriosas, cuyo como Racin e alegaba en defensa" de s u
tipo es la Cartago de Flaubert. El exotis- tragedía turca la distancia como equiva-
mo de mejor ley ha preferido las traduc- lente de antigüedad, invirtiendo los tér-
ciones á las falsificaciones, la visión di- minos algunos lectores contemporáneos,
recta á la falJtá~tica, el Japón de Lafca- cuya educación clásica y bíbli ca ha sido
dio Hearn y la India de Kipling á cuales- escasa ó nula , saborean los poemas homé-
quiera ficciones asiáticas de parnasianos ricos , en las acrisoladas versiones france-
ó naturalistas; y habiendo recibido al nacer sas de Leco nte de LisIe, 6 las profecías
el influjo del re-descubrimiento de Grecia, hebraicas , en la áspera tradu cc ión española
realizado por el génio alemán, influyó á de Cipriano de Valera , con el mismo en-
160 REVISTA MODERNA DE MÉXICO.

canto de rareza que descubren en el Ta- fútiles como la momentánea boga poética
rass Boulba del ruso Gogol ó en I~ Rzt- de las seudo-clásicas trivialidades siglo
bayata del persa Omar Khayam. Desde XVIII, pulverizadas la víspera por los
luego , semejante punto de vista -«punto rom á nticos.
de vista pintoresco ,» podría ti[Ulársele, Pero si es cierto que el punto de vista
que prefiere en la Iliada la descripción de más alto es el que nos descubre la signi-
las armas de Aquiles á la despedida de fica ció n espiritual y profunda del arte, ta m-
Andrómaca, en la Odisea los primeros bién lo es que el gusto de lo pintoresco y
graciosos lllovinlientos de Náusica al en- lo característico, al dirigir sus preferencias
cuentro de Ulises con Telé ll1aco, el punto hacia las descripciones y las imágenes (por
de vista, en suma, que representa, si con ejemplo, á las recientemente popularizada~
la distinción de un person aje platónico, el expresiones de los poemas homéricos , los
Ernesto de Oscar Wilde en el diálogo clichés distintivos de cada personaje) ha
sobre L a crítica JI el arte, - impl ica una d ado nueva vida total á las antíguas obras,
falsa co ncepción estética, cuya infl uencia dem os tra nd o que pueden su bsistir íntegras
sólo puede darnos desnatur alizaciones de tanto por su interés humano como por to-
las épocas clásicas , como la criso-e lefanti- dos s us mil detalles accesorios, co ntra el
na Alejandría de Pien-e Louys y la gro- pensar de 1')5 que , como Guyau, temían
tesca Roma neroniana de Sienkiewicz (co n- que el tiempo las redujera á unos cuantos
tra las cuales h a brá que erigir sie mpre la pasajes de unive rsal é inagotable sugestión.
severa Alejandría de Kingsley y la selecta
R o ma imperial de W a lter Pater), y modas PEDRO HENRfQUEZ UREÑA.
REVISTA MODEHNA DE MÉXICO. 161

MARCELINO [)AVALOS
ASI PASAN ..... .

ESCENA ÚLTIMA

VICTORIA Y MÁXIMO

Victoria.-Máximo ..... ¿por qué?


Máximo.-Amiga mía, mañana otorga-
ré la protesta como Profesor en el Con-
servatorio.
Vict.-(Sin querer comprenderle). Qué
bueno y qué merecido .... pero yo .....
Máx.-Rechazaste mi juventud; no
amargarás mí vejez, rechazando el sitio
que te ofrezco en mi casa.
Vict.-No puede ser ..... no , amigo
mío .... no será. (Se levanta anhelosa y
como agonizante que se aferra á la vida,
exclama):
¡Trabajaré! ¡trabajaré!. . . . .. Maestro,
Maestro. . .. (Llamándole á gritos).
Máx.-Calla, por Dios.
Vict.-No, no.
Máx.-¿Qué te impide la entrada en
mi casa?
Vict.-¡EI recuerdo! Tú lo has dicho:
amargué tu juventud.
Máx.-Pero al decirlo me olvidé agre-
gar que no fué dulce la tuya. Has por lo
menos que pasen tranquilos nuestros tI/ti-
mos días.
162 LU~VIS'L'A MODERNA DI~ M JtXICO.

Vi ct.-Máximo , no es iJosible, no. ¡Am amo;; tanto para el público e n los


Máx. - (Enlazándola suavemente). Si dramas! , . .. ¡toda la vida' Justo es que
el presente es frío, la memoria del pasado hoy que nuestra labor termina, amemos
entibiará el hogar. un poquito para nosotros mism os.
Vi ct.- ( Pugnando por desasirse de los Vi ct. -(Casi vencida). Máximo . . .. .
brazos de Afáximo). D éj ame , d ej<l . . .. . ¡á nu estra ed<lcl . . . . !
¡trabajaré!. , .. ¡¡Maestro!! iVl áx.- Pero si no hemos vivido. Siem-
Máx.-Amig-a mía, no puedes ya . pre entre bambalinas y bastidores ..... .
Vi ct.- ( Con amargura). Cigarr<l que ¡mentira nada más!
cantaste en el verano, ¡baila , si (1t1 quieres Hoy que para nosotros comienza la
morirte de hambre en el inviern o! ¡bai- realidad de la existe ncia, hasta hoyes que
la. , .. baila! comenza mos á vivir.
Máx. -Cede á mi ruego; recu erda aque- Vict. - IVida brev e!
ll os días. Máx. -Si un momento se ama, ese mo-
Vi ct. -N o. ¡El arti sta d ebería saber mento es una eternidad.
morir! , . .. como el so l, como la flor : Vi ct.-Cierto .
cua ndo aún brillan ó perfuma n. Tienen Máx.-¿Lo ves?
fres cura los pétalos, perfume ... . llega el Vict.- ( Como 1m reclamo) . Máximo . ..
vi ento, .. . y las desAoja. Máx.-All1ig ~ mía.
Pleno de luz , se hunde el sol. ¿Qué iJa- Vi ct.-¿Nadie nos oye?
S<l rí <l , Máxim o, si el mism o sol se qu edara Máx.-Nadie.
por las noches en el cielo? Pasaría , Máxi- Vi'c t.-Mira 9ien , por Dios.
mo , que , como las cosas a nsía n quietud , los Máx.-( D espués de hacerlo). Nadie.
cuerpos reposo y las alm <ls soñar, las al- Vict.-Ven entonces y dime: ¿No vas
mas y las cosas le gritarí an: «Nos lasti- á reirte si te hago un a confesión? ¿no te
mas , ¡húndete! nos estorbas, ¡vete! » reirás?
Así . . , así siento algo que me emiJu- Máx. -Hab la .
j<l; oig-o la voz de la ti erra q ue me grita: Vi ct.-Mira otra vez. . . . no sea que
«Ven , ya es ti empo, ve n», . " ¡oh! ¡el ar- nos Olgan.
ti sta debería S<l ber morir! Máx.- EI ensayo d el baile, es lejos; los
Mh . -Call<l, por Di os. dem ás, se ha n ido. , . . habla .'
Vi cto -Juve ntud .... ¡iJ rilll <l vera de un día! Vi ct.-,--Es cierto, es cierto; aquí lo he
Vejez, invierno intermin <lb le, ¿qué será sentido (por el corazón) y vive aún , . . .
d e mí? el amor vive. No un amor como aquél ,
Máx.-( Como, zm eco) . Ci g<l rra que pa- no el de la juve ntud , no; el amor del in-
saste la juventud cantanrlo. , .. nO bai la- vierno .. . la prima vera de la nieve .. '..
rás en el inviern o; mi hogar te aguarda . la vida, del recuerdo .. . . . ¡(¡'ué hermoso!
Vi ct.-No .... no·. ¡Cigarra que pasé ca ntand.o el verano, po
Máx.-Pero, ¿por qué? tendré que b<lilar en el irívierno! ... . ¡q~é
i
, Vi ct.-¿Qué va á decir el niund o? hermoso!
, Máx.:-:-Que juntamos nuestra dolorosa Máx.-¡Mi dulce amiga! , i
, "
vejez ;'j' .~ Y reirá si tú ,qui eres, pero su Vi ct.- ¡Creemelo! 110 es que huyera-- el
risa t-to., llegará ,á nuestro rinconcito, en color negro de mis cabellos, com~ .flQ 'se
donde yo te veré como á mi hermana, mi fué el rosa de mis mejillas . ., pas6 qu e,
amiga. una tinta blanca cubrió mi cabeza, y otra
HEVlSTA l\I ODlmNA DE MJt x ICO. 163

a marill a invadi6 mi faz. Luego , el negro invie rno! ¡prim ave ra de la lIi ev ," . .. . fl o-
de mis cabellos y el rosa de mis mejillas , rece. . . . fl orece . . . . fl orec/.: . . . .
quedaron dentro , ¿d6nde? ¡quié n lo sabe! (A l unirse en amoroso abrazo, el háli-
tal vez se fueron á refu g ia r al coraz6n , y to de lo trágico pasa una vez tan ·solo. por
por eso que mi coraz6n es j o ven . .... . . el vetusto y prostituido escenario . . .. )
¡Máximo! ¡oh amor blan co! ¡Juventud del (TE LÓ N) .

M ARCE Ll NO D ÁV ALOS .
164 RI~VISTA MODERNA DE l\II ÉXICO.

,
EL MELANCOLICO BESO

Una, Una,
la luna; la luna;
dos, dos ,
el sol: el sol ....
tres,
¡Qué lejana, divina fortuna
San Andrés ... .
la del niño que duerme en la cuna!

***
¡Qué adorable la vida del niño,
que toda es cariño! Una,
la luna . . . .
La viejecita abuela
y la vida pasa .... y se añora eso!
por él se desvela .. .. ¡Madre , dame tu be!'!o!

MANUEL DE LA PARRA.
({RVIS'L'A MODF,RNA DI<; MEXICO. 165

CONFESIÓN DE POESÍA

Hasta aquí mostré -ante aquella poe- la luz de sus palabras, la luz del ritmo so-
sía ideal primeramente contemplada- có- bre la idea .
mo se solía engendrar humanamente la Por eso dije que las palabras, para ser
poesía por estados tan complejos é imper- vivas , habían de venir ritmadas ya de sí , es
fectos. Ahora diré del último resultado de decir, viviendo el ritmo universal en la emo-
todo ello: de la expresión poética que , pro- ción del poeta ante la forma rev·eladora .
piamente, es por sí sola la poesía. Pero así como hemos visto cuán enturbia-
No es verdadera aquí la distinción en- da era esta emoción en la realidad humana,
tre fondo y forma: poesía no es más que miremos ahora también en qué para hu-
la forma, el verso: la poesía no está en lo manamente aquella ideal sinceridad de la
que se dice, sino en cómo se dice: en ella expresión; y habremos de reconocer que
no precede la idea á la palabra, sino que en nuestra poética real el verso es gene-
ésta se trae la idea: el concepto viene por ralmente una mera imitación, y toda nues-
el ritmo: este es el signo y el misterio de tra métrica una tradición que va evolucio-
la poesía, y así está en ella la revelación nando muy lentamente. Nuestra inspira-
del sér por la forma , la belleza. ción trabaja en viejos moldes remendados,
Muchos han hablado del infierno, y lo y las palabras ardientes en fusión de poe-
han explicado fuera de poesía: sólo el Dan-

sía se derraman por los cauces seculares
te puso en su entrada aquellas palabras: que encuentran abiertos á su paso. Lleva-
Lasciate ogni speranzavoi che en tra te. mos impresa en nuestro sentido una anti-
La idea de eternidad que ellas contienen, gua tonada, y toda canción se nos pone al
todos la sabíamos: el Dante no nos dijo compás de ella: somos como niños de la
con ello nada nuevo: el poeta no suele de- escuela que se contagian la cantilena en
cir nada nuevo; pero hace que brille á la lección.
nuestros ojos la luz de la forma en cuanto Para rebelarnos resueltamente contra
dice: y esto es lo nuevo, y siempre nuevo, ella y romper de una vez los moldes tra·
166 REVISTA MODEH.NA DE MÉXICO.

elicionales , ema ncipá nd o nos de ese instinto nu es tr o sentido; y , villiendo e n los metros
de imita ci6n por a mor de una absoluta sin- tradicionales, acojámonos á ellos-ya que
cerid ad poética, proclamando en su ll o m- tal a parici6n es una señal que sólo una va-
bre la anarquía mé tri ca y la ill1[>rovisaci6n lla soberbia podría desdeñar;- pase y re-
personal del ritm o e ll cada mo mento d e la pase el vaivén de la inspiraci6n por aquel
inspiraci ó n; 6 '[>ara someternos, al contra- metro, de modo que dentro de su molde
rio, estric ta y deliberadamente á los ritmos quede cuanto pueda quedar sin detrimen-
tr,ldicionales, forzando á ellos toda pala- to de vida .... pero n<lda más que esto.
bra, por libre que en la inspiraci6n no::: Porque si la palabra fuerte rom[>e el mol-
<lparezca, sería menefter determinar si I<lS d e, mejor ella lo rompa que nosotros la
v<lriadas form<ls de la métri ca usu al so n palabra -así es justamente como se renue-
una mera rutilla, un a convenci6n, una ley van los moldes con el tiempo; si la fra-
extertl<l que por debilidad 6 pereza d eja- se víva salta en su viveza por encima del
mos imponer al ritm o interno de la pala- canal secular, salte antes que perezca su
bra viva; 6 bien si aq uellas formas trad i- gracia;- así empiezan á abrirse los surcos
cionales SO I1 ya en sí inspiraciones co mu- del porvenir. Y que nunca la c1ásic<l ca-
nes del ritmo natural en el sentido poético dencia arrastre consigo huecas ~ollorida·
del hombre y, po r tanto, como leyes inter- des, ni el molde se rell e ne con palabras
nas del canto poético evo lu cionand o en el muertas c uando l<ls vivas no b<lst,ln á cum-
tiempo y según el ge nio de cada len gua . plirlo, d ejando el verso incorrecto, Porque,
Porqu e tanto peligTaría el divino fin ele ciertamente, vale más un verso correcto
la poesía al abandonarse el poeta á las su- que otro incorrecto; pero incomp<lrable-
gestiones de una métri ca artificial, en la mente más va'le una illcorrecci6n viva que
que la expresi6n fuer<l to rturada y muerta ulla correcci6n muerta. Basta con que so-
al entrarla por fuerza, como dejando caer bre la~ incorrecciones de la palabra viva.
al azar, en luz difus<l por el a ire informe, única poética, reine , abrigándola indulgen-
las palabras candentes para sustraerlas al te y sonriente con su 'manto de pliegues
rigor de un metro secular, cUy<l natural hieráticos, pero ancho,; y flotantes , la ma-
virtud misterios<l fu era tal vez así frustrada. jestad misteriosa del ritmo clásicú que vi-
Mientras esto 11 0 pueda determinarse, el no con 1<1 inspiraci6n, en el que tal vez re-
poeta debe proceder simplemente como suena el natural en una de sus formas ma-
ho mbre que va á tientas hacia la luz. Sea, dres , y p or el que siempre el eco de grandes
1.1l1es , de hombre su sinceridad; y en el voces lejanas nos infundirá respeto y mo-
mOlllento de su inspiración verbal, tellga dera ción, librándonos de toda destructora
a nte todo , presellte, que nada que pueda de- soberbia.
cir naturalme nte en prosa debe decirlo en Porque ya veis de cuánta humildad ne-
ve rso. El verso es un estado térmi co del cesitamos. Vinienelo de tan no ble origen
lengu aj e: y mientras ese estado no se pro- CO IllO nos hemos reco nocido, h<lbiendo as-

du ce en el alllla del poeta, e!; fea cosa, pirado á mantenerlo con tal pureza en
y vana, remedarlo de labios afuera: que Iluestro arte y á hacer de él un recto ca-
agitar el agua fría para darle aspecto hir- mino de Dios, hemos debido, sin embar-
viente, sirve s6 10 para enturbiarla; cuando go, confesar á cada paso la impureza en
hierve en realidad , muévese de sí misma, que la poesía humana se va generando, y
y canta: asimismo las p,dabras en el verso. los rodeos que tal camino Ilecesita, hasta
Digám oslas, pues, según ellas vengan á llegar últimamente á someternos en cierto
REVIS1'A MODERNA DE MÉXlCO . 167

modo á la escuela de la imitación como la mismo tiempo embelleciéndose; pues cada


más humana y, por tanto, la más segura; y uno pone en ella la inspiraci 6 n del momen-
si atendemos á las obras poéticas que más to en que la canta; y aquellos momentos
conocemos, de las que el espíritu hum<lno de genio poético que no hay hombre que
ha produ cido hasta ah ora, nos confirma- no tenga, van aglutinándose en la canci6n,
rán en nuestra sumisión á tal escuel<l, pOI'- al par que se va borrando de ella lo que
que de ella h<l n salido las mayo res: Virgi · no es fuerte, y por esto no queda, y se va
lio imitando á Homero; el D<lnte haciendo variando de boca en boca hasta llegar á la
de Virgilio , su maestro; Luis de Leó n tra- que, en su momento de gracia, llena el
duciendo á Horacio; Shakespeare refun- hueco para siempre de oro puro. Y así,
diendo dram as 6 leye ndas ajenas para su aglutinándose el oro,. hay ca nCIones que
teatro; el teatro romántico volviendo á con el largo tiempo ll egan á ser todas de
Shakespeare, nos ha n dado obras de in- oro.
mortal poesía, más fu ertemente propias que La esencia y la excelencia , pues, de la
pudiera darlas tal vez una pura invenc ión. canci6n pO¡Jular , cons istiría, de este mod o,
No parece sino que en la verdadera imi- en ser de inspiraci6n imitada , colectiva y
taci6n -que no es remedo- el talento poé- sucesiva. Y ha sta me atrevo á afirmar que
tico, librado de la egoística preocupaci6n cuando se dice el pueblo en cualquier res-
de originalidad, del peso de una soberbi.a pecto , pero e n el mejor sentido de la pa-
creadora, desproporcionada á la naturaleza labra , es esto lo que se quiere decir: esto
humana, cobra con la humildad ilJ1itad ora es, la suma d e los momentos de gracia in-
una graciosa libertad y confianza que le dividual de la humildad an6nima (prodúz-
deja ha blar con más pura inspiración y case e n el palacio ó en la cabañ<l, en el sa-
producirse más verdaderamente poético bio 6 en el pastor), filtrada por el tiempo
que de ninguna otra manera. El poeta pa- de la tri\'ialidad 6 grosería que <lrras trara
rece entonces creador en su justa medida tal vez al p<lso.
de hombre entre hombres que se van ,pa- y notemos ahora c6mo dentro de ésa
sando de mano en mano la divina antor- humildad popular imitadora se realizan
cha, avivando cada cual la llama común mejor aq uel Ios elementos que hemos di cho
con el propio soplo. de la poesía ideal: la espontaneidad, por-
El mej or ejemplo de ello es, sin duda, que el pueblo . en su vida normal, s6lo can-
la poesía popular, que por esto me parece ta cuando le sale de adent?-o; la pureza,
la suprema escuela. porque canta por puro esparcimiento 6
La esencia de la poesía popular yo la por mecer su ensueño simplemente; la sin-
encuentro, no en que el primer inve ntor ceridad, porque se abandona ingenuamen-
de un a canci6n, por ejemplo, sea éste 6 te á la imitaci6 n 6 á la mera repetici6n,
aquél, culto 6 grosero, de alta ó naja ins- variando y añadiendo impensadamente y
piraci6n, sino en que la obra nazca ¡Jor con gracia. De modo que el poeta pueblo
imitaci 6 n de las de su género, y después es el que Illás se acerca al mom ento ideal
vaya pasando por tradici6n, de lJ1emoria, de la poes ía , sumando los mejores de tan-
de boca en boca; y que así, por lo que cae tos .
de la memoria a l paso, y por las nuevas ¿Por qué, pues, no nos hacemos todos
invenciones que van supliendo lo caído, se pueblo? ¿Por qué ese afán de inmortali-
va adaptando al espíritu común del pue- zar la pobreza y la ímpureza de nuestras
blo, tomando su fis ono mía genérica, y al inspiraciones personales, fijándol as en múl-
168 REVISTA MODERNA DE MJ!;XlCO .

tiples hojas estampadas, que las cierra:~ vénlosla de vanidad al menos, poniendo
para siempre á toda penetraci6n y enalte- ante nuestros ojos esa verdad innegable:
cimiento? ¡Ah! ¡es que así aquello es nues- que la po~sia an6nima, la colectiva, la po-
tro; nuestro y de nadie más! ¡Oh! ¡miste- pular, es la que más se acerca á lo que
rio de la vida individual! Pues bien, sí, poesía ha de ser: el resonar del ritmo crea-
respondamos ásu instinto, que algo divi- dor á través de la tierra en la palabra hu-
no debe contener cuando tan fuertemente mana. Un camino de Dios, entre tantos ....
nos solicita. Demos también nuestra poe-
sía personal, propia, exclusiva . . Pero sal- JUAN MARAGALL.
REVISTA MOD~RNA DE MEXlCO. 169

Retrato de Francisco Bayen.-Goya .


170 REVISTA MODEl{NA DE Ml~X[CO.

LEJANA PRIMAVERA

El vivir corría límpido


como linfa por cauce sin quebradas ....
un sortilegio heraldo era del triunfo
de la Primav e ra:
sano reir había en los frondajes;
conciertos en bucólicas orquestas;
halagos en las brisas nemorosas ....
y clamaba en red or: la vida es buena!

Torn o á mirar, plácidamente,


cual en ce rco brumoso que una es trella
lejana rasga;
aq uel paisaje de caduco encanto
e n Una edad remota ....

Ella iba del jardín por las callejas


como glorificando á la Natura
con el prodigio audaz de su belleza!
Los pájaros callaban á su paso;
era incensario toda la flor es ta;
y entre la discreción de los foll ajes,
curiosidad inte~minabley terca,
se asomaba la luz á contemplarla
con honda sorpresa ....
171

N o pude substraerme á su prestigio,


y en fatigante mueca,
ineludible fué que á la memoria
muertos romanticismos resurgieran!

Mas, ¿cómo sería que el labio,


tremulant~ y húmedo á pasión ajena,
no gustó m elificar elogios
cuando la Primavera? ...
¡Oh sombra s del destino tormentario,
todo en torno clamó: la vida es buena!

Vivir obscuro que vivió un ensueño ....


idealidad austera
que pudo ser cuando apuntaba el orto
y moría el sil e ncio en la floresta!

J. RAMÍREZ CABAÑAS.

Para (,R e vist a l\lod e rna.)} 1908.


172 REVISTA MODERNA DFj MÉXICO.

COLOQUIO DE LA Pl\IORA y LA OBSERVANTA

Doña Isabel de Vargas se llamaba la beré confesar como pecado el haberme


Priora, y doña Catalina de Salazar se lla- despojado del cilicio estos días? Fray Die-
maba la Observante. En religi6n, Sor Ma- go es tan escrupuloso!
ría del Divino Amor la una, y Sor María -Hermana -contest6 la Priora:- es-
del Amor Hermoso la otra. Entrambas á ta es falta menor si seguís cuidando de la
dos elegidas de la celeste gracia, dechados mortificaci6n del espíritu.
de virtud y edificaci6n de todos. O.-¡Ay! el enemigo me acecha.
Era la hora en que, terminada la refac- P.-Será tal vez el pícaro demonio de
ci6n postrera, tenían aquellas buenas des- las burlas.
calzas, segón la regla de la Orden , el tiem- O.-No, madre. Es el peor de los de-
po de su recreo vespertino. En la huerta, monios. El del recuerdo.
las novicias , como blancas palomas, reu- A esto la Priora santigu6se y dijo:
níanse bajo los cipreses y la inspecci6n de - El cándido Cordero de Dios nos acom-
su directora. Las profesas paseaban em- pañe.
parejadas bajo el largo emparrado que bor- O.-Madre: vos fuisteis gran letrada en
dea la tapia, y la Priora y la Observante el siglo. Y recuerdo que la santa madre y
dejaban thnscurrir su rato de reposo en el santo padre Fray Juan de la Cruz tenía-
la celda rectoral, que estaba en el segundo nos en grande estima yos ponderaban con
piso del convento, y desde cuyas ventanas extremo.
percibíase, de un lado, la huerta conven- P.-Vanidades de la tierra, mi hija. Eso
tual y la llanura del campo, y del otro, liS no añoraremos más , y Dios sea servido.
calles de la villa. Era una tarde amena, y las manos abaciales movían las grue-
escondíase un sol propicio á las jácaras y sas cuentas del rosario, que sonaban unas
no á las elegías, y finábase un día veranie- con otras como tablillas de lazarino.
go, caliente, dorado y alegre como el vi- O.-¡Ay, madre, feliz vos! Diréos que
no castellano de Rueda. he tenido antinoche un conato de disipa-
-Dígame Vuestra Reverencia, madre, ci6n. Di6me el intento de escribir unas
-comenz6 diciendo la observante:- ¿de- glosas.
REVISTA MODEIWA DE MÉXICO. 173

P.-¿Glosas de qué y á quién? Místicas P.-¡Ay, hermana! Soy ahora yo quien


y divinas, por de contado. doblará sus cilicios. Es cierto que el de-
O.-No lo fueran y cortara mis manos, monio del recuerdo ha hecho presa de vos;
Reverencia. Pero, ¡ay!, que mientras las O.-Pero, madre, puesto que de diez
escribía, vinieron fantasmas del siglo á vi- años á esta parte no habéis vuelto á es-
sitarme. cribir ....
P.-Hermana: tornad á vuestro cuerpo La Priora, como enojada con tales dis-
el cilicio. Diez años ha que vivo en esta cursos, cogi6 al azar un Eucologio de so-
santa casa, y diez años ha que escribí mis bre el bufetillo contiguo, y comenz6 á leer 6
últimos versos. á fingir como que leía. La Observante, para
O.-¿Son esos que en papel amarillen- imitarla, cogi6 del mismo lugar un Libro
to ya y con tinta que pierde la color vi el de. horas. Y quiso tal vez el pícaro demo-
otro día? nio de las burlas que lo abriese por don-
P. (Con cierto sobresalto).--¿D6nde?, de había un blanco papel, en cuya cabece-
mi hermana. ra, con tinta que se veía fresca y reciente,
O.-Entre las hojas de! Libro de Ma- estaba escrito: Soneto.
ría Egipciaca, que me hicisteis favor de Advirti610 la despierta Sor María del
prestarme. Divino Amor, y dijo al punto:
P.-¡Ah! -Veis que como los años han hecho
O.-Placiéronme, y los recuerdo. Titú- borrosa la lectura del que sabéis, tomé par-
lanse, veréis: El blanco rosal que se des- tido de trasladarle á ese nuevo papel.
hoja. La Observante no quiso ser indiscreta
P.-(Entre una ron risa y un suspiro). para inquirir si ciertamente trataba de co-
Es verdad. Un soneto. piar aquellos antiguos y dolientes versos
O.-Os mostraré que me 10 sé hasta e! de melancolía, 6 de escribir otros nuevos,
fin. Escuchad si es así: (Detiénese un pun- fruto de última inspiraci6n. Pero aunque
to, toma memoria, y con suave y reposa- lo hubiese querido hubiera sido inútil, por-
da voz, comienza á recitar): que en esto son6 el grave tintineo de una
campana, que anunciaba que el tiempo del
Mi corazón es un rosal florido,
Un frondoso rosal de blancas flores :
recreo había dado fin, y por entre los sen-
Vos lo sabéis mu y bien, que habéis cogido deros del huerto, bordeados de boj y oe
De sus últimas rosas las mej ores. romero, tornaban á la casa las novicias
Si una bárbara man o le me nea, como un blanco rebaño, y las madres gra-
Su flor respond e al enemigo gesto. ves pasaban del emparrado al claustro bajo,
Cuando alguien con guijarros me apedrea,
ya silenciosas, porque la parleta había con-
Con pedrea de rosas le contesto.
cluido.
Pero, lay! pobre rosal de triste suerte, La Observante no tuvo más remedio
Entre la vida y vos, sois más que el fuerte
Vendaval de las furias repentinas,
que abandonar el Libro de horas, pOrque
la Prelada había salido de la celda, yavan-
y como vais, crueles, deshojando
zando por la galería, que ya la luna aca-
Sus flores poco á poco, van quedando
Solamente en sus ramas las espinas. riciaba, marchaba con reposado y triste
andar á la capilla, para presidir á las bue-
y terminando la Observante su declama- nas religiosas en la oración nocturna.
ci6n , quedaron las dos en silencio y con
los ojos humillados. PEDRO DE RÉPIDE.
174 LWVI::iTA MüOl<atN A 1>1'; ,\ 'IÉXICO.

VERSOS
Yo quisiera escribir algo que el fondo
De mi alma entristecida descubriera,
Para que el hombre, mi enemigo, viera
De mi horrible dolor lo negro y hondo.

Mas si se muestra el mar tranquilo y blondo,


Cual si un espejo de es meralda fuera,
¿Quién medir lo profundo de él pudiera?
¿Quién descubrir de lo insondable el fondo?

Cual el mar es el alma, es un abismo;


Cual el alma el dolor, grande y profundo,
Infinito, sin término, sin calma;

Y si el alma es esencia de Dios mismo,


¿Puede un humano sér en este mundo
Comprender el dolor que hay en mi alma?

Transito por el mundo solo y triste,


Y si hay goces en él, vida y amores,
Ni de verdor, ni lozanía, ni flores,
La senda por do voy jamás se viste.
IU;VISTA MOUb;RNA D«j M(i~XLCO . 175

Miro á mi derredor, y nada existe;


Soledad, aridez, negrura, horrores;
y si en el cielo hay sol, luz y fulgores,
Al a nhelo de mi alma nada J.3iste.

y á esta alma desolada que ama en vano


y busca un sér que la comprenda y llene ,
En su creciente afán y anhelo insano

Un rayo de esperanza nunca viene;


y allá en su fondo guarda, y no marchito,
El germen de un afán harto infinito.

Al despuntar la sonrosada aurora,


N aturaleza se despierta ufana,
El campo se ilumina y engalana,
El ave trina, se matiza flora.

Todo á la vista encanta y enamora;


Que el sol, con su grandeza soberana,
Alegra y embellece la mañana,
Vierte su luz, los horizontes dora.

iJ uventud,primavera de la/ yida,


Que sólo dichas, prismas y ' ~olores
Doquiera ves en tu incesante anhelo!

Pasas fugaz cual ilusión querida,


y viene la vejez, noche de horrores,
Envolviendo de luto tierra y cielo.

GABRIEL L'APORTA.
176 REVISTA MODERNA DE MÉXICO.

r-~_~~ _ _~;DAMAS DISTINGUIDAS

1, .

Señorita Antonia Carrillo .


RJ<WIS'l'A M:0DERN A DE MÉXICO. 177.

MATINAL
A Evaristo Araiza.

Triunfal amanecer .... Con raudo vuelo


pájaro errante que dejó el ramaje,
aleteando quieb.ra el frágil hielo
<;l.e l,á fuente y se arropa en un encaje!

Con transparencias de inconsútil velo


cuelgan los áureos linos del celaje;
con ambiguos desmayos de desvelo
rumorea un efluvio en el follaje.

El fruto ofrenda madurez opima;


el río, resonante, bulle y corre,
y al frescor matinal nutre y anima;

la Poesía al corazón socorre,


y exornando la flora de la Rima,
al dombo erige su Divina Torre!
178 R~VlSTA MODEliNA DI<.; M~XICO.

UNA VISIÓN DE LOS CORRALES ESPAÑOLES

(EL ALCALDE DE ZALAMEA)

.... .. Después de comer, muy frugal- bano Castillejos, del vejete regañón que á
mente, en mi escudilla, el puchero y las ambos nos tenía , toda la semana. dale que
judías, manjares deleitosos para mi ape- le das , sobre los papeles, requiriendo la
tito juvenil, cepilléme las calzas y el sayo, péñola y vaciando, en nuestras fanfarro-
cuya negrura iba tomando el pardo ma- nas caligrafías , el tintero de loza blan ca
tiz de! paño de Segovia cuando enve- y azul.
jece; echéme á los hombros la capa que -¿Á dónde vas tan desalado y presun-
bordaban remiend os y costurones mal en- tuosillo?- me preguntó mi amigo, vién-
cubiertos, me calé e! chambergo alicaído dome al soslayo con risueña socarronería.
y desencintado, y, atusándome el recién -Al corral de la Cruz -le respondí,
salido bozo, con esperanzas de mostacho, - donde la compañía de Roque de Fi-
salí de mi buhardilla, no sin procurar con- gueroa, represe ntará esta tarde la famosa
tener los ímpetus de mi inquieto regocijo. comedia de don Pedro Calderón de la Bar-
Era el domingo 6 de N oviembre del año ca, «El Alcalde de Zalamea.» Van á salir
de gracia de mil y seiscientos y treinta y al tablado, por primera vez en Madrid,
seis, y décimoquinto del reinado de nues- nuevos farsantes, contratados y recogidos
tro buen rey don Felipe IV, que Dios de una farándula que vino de Valencia.
guarde. Tiempo hacía que las camparias ¿No vas tú?
del templo de San Sebastián habían con- -No -me contestó.- Iré más tarde
vidado con su grave tañido á las oracio- al Corral del Príncipe, donde tengo sepa-
nes del mediodía. Debería de ser poed rado un asieúto de barandilla, bajo el ajo-o
más de la una de la tarde. Pensando en sen/o del Duque de Lerma. Pláceme, al le-
esto, apresuré el paso. vantar la cara, figurarme por entre las ce-
En el portal de la casa, di de manos á losías, las escenas de amor, más ardientes
boca con un alegre compañero mío, de que las que se vitorean en- el tablado, y
oficina , un amanuense como yo, del escri- qúe el noble magnate sostiene con la co-
I:WV lSTA l\'IODERNA DE MÉXICO. 179

medianta Jer6nima de Burgos, blanco de aquel sitio me otorgaba la hidalguía que


su nueva aventura. Además, allí se dará me negó el origen plebeyo de mi familia.
la celebrada comedia «N o hay vida como Entretanto , se llenaban gradas, desvanes
la honra,» del doctor don Juan Pérez de y rejas. Yo entretenía mi inquietud, pelr-
Montalbán. Y por cierto que promete di~ sando que la comedia que se iba á re-
vertimiento:; la función. Hanme dicho que presentar, estrenada el año anterior, había
don Frallcisco de Quevedo asistirá, y que, provocado una tempestad de vítores, y
confundido con la!' mujeres de la cazuela, que su autor, joven aún, recién llegado en
va á soltar la vena de su gracejo para za- los tercios que volvieron de Lombardía,
herir y mortificar al autor. era recibido en la Corte con tan vivas
muestras de admiración, que el monarca,
á fuer de protector de las artes, le había

***
dado el encargo de componer una comedia
fantástica , en la que pudieran estrenarse
Me despedí de mi camarada y seguí mi las tramoyas , maquinarias y apariencias
camino. Al dar vuelta por la esquina de que un tal Co:;me Loti , un italiano de gran
las calles de Sai1ta María y León, me san- inventiva , había construido para el mara-
tigüé frente al retablo de la Virgen de la villoso teatro del Buen Retiro.
Novena, patrona de la gente de teatro,
gracias al milagro portentoso con que mos-

***
tró su misericordia á la histriona Catalina
Flores, á quien volvió los movimientos del
cuerpo tullido y como agarrotado. Pasé ¡Ah! ¡El Buen Retiro .... ! qué diferen -
por mi sitio favorito: el Mentidero de los cia debía de haber entre ese encantador
comediantes. Nadie había en aquella hora. portento y éste en que ahora me hallaba
La oscura taberna, en la que solía echar· yo, semi-arreglado por el tacaño Alberto
me el azumbre de vino, en compañía de Ganasa , otró italiano pobretón. Levanté
bolulúes y iíaques. de la legua, estaba los ojos para perseguir la soñada visión
desierta. Me dirigí, á rápido paso, ya de- del Buen Retiro. Por el blanco toldo de
cidido á no detenerme en ninguna parte, tela burda que cubría el corral, se tamiza-
hacia el corral de la Cruz. Llegué. Comen- ba, en reflejos de oro, la luz del sol.
z;.¡ba á entrar la mosquetería por la amplia ¡Don Pedro Calderón de la Barca! De
puerta, y por la otra, por la de lajáula, es- boca en boca corría la narración maliciosa
curríase el alborotador mujerío. Antes de de sus lances de amor y fortuna . Se ha-
instalarme en el banco, que, por derecho, blaba de ciertos juveniles devaneos, de
había heredado de mi padre, antiguo y cé- ciertas aventuras de soldado, y aun de
lebre mosquetero, que daba y quitaba fa- ciertas cuchilladas, que se levantaron en
masá poetas y farsantes , compré al conocido una pendencia, cerca de las Trinitarias,
vendedor Francisco Briseño, avellanas y iglesia en la cual tuvo que refugiarse el
turrones , en la pequeña cantidad que me adversario del poeta, para librarse de las
permitían mis salarios. Por el pringoso ciegas acometidas de éste. Pero ya, según
empedrado del patio oí sonar las gastada:; parecía , aquellos ímpetus y bravuras se
suelas de mis zapatos. Al pie del tablado desvanecían y deshacían en piedad cristia-
estaba mi banco, en el cual me senté con na. Se aseguraba que don Pedro Calde-
aire de orgullo satisfecho. Me parecía que rón se disponía á tomar iglesia. Como mi
180 REVISTA MODERNA DE MEXICO.

padre me había contado de Lope de Vega, imaginación como una mosca en una te-
-el monstruo de la Naturaleza, cuyas co- laraña. Acostumbrado me tenía á buscar
medias repletaban el hato, lo mismo el de misterios, sin esclarecerlos, el agrio y pun-
las seis compañías reales, que el de los zante don Luis de Góngora y Argote, que
cambaltos, garnachas y mojigangas que la paz de Dios haya, y del cual me sabía
recorrían por un puñado de maravedíes, de memorias, sonoras tiradas del Polífe-
las·. fiestas de las aldeas. Pero este Calde- mo y las Soledades. Y como yo -no ha-
rón levantaba en mI ánimo, más que los bia más que verlo,- todos los concurren-
otros, un sentimiento hondo, aunque inde- tes á los corrales, se complacían en escu-
finible, de fuerza vanidosa. Toda comedia char las enredadas. metáforas y los pere-
suya me reconfortaba y enorgullecía. Era grinos vocablos con que, en las comedias
como un baño de vigor para mi e~píritu. de capa y espada, requebraban los gala-
Sentía yo con ellas una conciencia más fir- nes á las tapadas, en tanto que, al otro
me y segura de mi sér español. Y muchas extremo del tablado, esperaba su turno el
de tales comedias , halagaban mi devoción bobo, para decir á la dueña sus maliciosas
como católico, mi obediencia como súbdi- gracias y sus cómicas galanterías. De ve-
to, y mis ideas de moralidad caballeresca ras que no había más ' que verlo. Y mi-
y puntillosa. Y como estos pensamientos rándolo, volví á la realidad, de vuelta de
iban envueltos, como en linos siderales, mis intempestivos fantaseos. La mosque-
en luminosas y matizadas retóricas, en teria estaba ya hirviente. Los estudiantes,
aéreos encajes de sutileza y gallardía , en criados, menestrales, rufianes, vagabundos,
misteriosas alusiones de mitología é histo- truhanería y gente menuda, que la llena-
ria clásica, en citas de recóndita erudlción, ban, eran, en su mayor parte, mis conoci-
en pompas y ornatos platerescos, todo lo dos. Desde mi asiento columbraba, junto
cual era intrincado laberinto de la fanta- á las gradas y barandillas, las negras va-
sía, á la vez que caricia y regalo de la ras de dos alguaciles.
oreja, mi admiración y mi véneración cre-
cían de punto cada vez que mis cavilacio-
nes nle llevaban á profundizar los méritos
y virtudes de este ingenio, en cuya poesía
* **
anidaban los ideales de un pueblo, de una Habían sonado ya las dos de la tarde,
raza. y de una época. Y á mí, pobre y hu- cuando el guit':lrrista se encaramó al tabla-
milde mozo, que nO" 'había podido pasar do, y tras de acordar su instrumento, ras-
por las aulas de la Universidad, ni estu- gueó, desenfadadamente, una airosa tona-
diar el latín y el griego, aquellos concep- dilla; y después de este introito, dió princi-
tos de don Pedro Calderón me remonta- pio la representación. Del fondo de la esce-
ban á las regiones altísimas de la Teolo- na, abriéndose paso por las cortinas despin-
gía. Yo sospechaba, entreveía abismos de tadas, á trechos, y podridas, y que debían
pensamiento, por bajo el tejido espeso de despertar en los espectadores la ilusión de
los alambicamientos y los ornatos sutiles un campo de Zalamea, salieron los come-
de la versificación, como si mirase, de im- diantes. Bajo sus disfraces, barbas y afeites,
'p roviso, un barranco medio escondido los fuí conociendo, conforme se presenta-
p'ó'r 'los yerbajes de lél- maleza. Pero se- ban. Rebolledo, era Gabriel Cintor, un bien
nieja'ntes reconditeces literarias eran de famado gracioso,' Chispa, la Bárbara Coro-
ÜJJo:\1lJi güstói'"y eln!UaS' se enredaba mi nel, cuyo rostro picaresco era un panal de
REVISTA MODERNA DE M~~ X[ C O. 181

TEATRO ARBEU.

ENRIQUE BORRÁS,
notable -actor español, en "Tierra Baja."
!{KVIl-iTA MÜnERN A DE M ~~XH O.

n sa; Don Mendo, el escuálido Baltasar fábulas moví an me á risa y á compasión á


Orozco, figura quijotesca que se prestaba un tiempo mismo. Y así éste que repre-
á maravillas para el papel del hidalguelo sentaba el Pedro Crespo. Pero no bien
avellanado; Nuño , era el rechon cho Alon- avanzaba la acción de la escena , íbame pi-
so de Osuna; Juan Crespo, era el joven y cando al principio la curiosidad, y en se-
jarifo Diego Coronado; Isabel -ya se sa- guida el interés , y por fin, cierto asombro
be- Alltonia Granados , la divina Antan- en el que se desleía un grano de admiración
dra, sucesora de la bella Jusepa Vaca , cu- ~incera. Comencé á percatarme de que el
yos galanteos celebráronse en epigramas nuevo comedi ante traía un bagaje de des-
y jácaras; rival terrible de María de Cór- enfadadas marrullerías , en el fardo de su
doba , Amarilis, la cual, al comenzar el experiencia. Era un maestro en el arte de
otoño de la vida, conservaba aún la fasci- la farsa. Sus actitudes tenían un sello fá-
nación de sus ojos, de un verde n'teñido cil de seg ura naturalidad . Su rostro toma-
y fulgurante , que inspiraron el verso del ba expresiones, en las cuales reflejábanse ,
soneto de Villamediana: como en un espejo cl aro y pulido , los mo-
vimicwtos y turbaci'>I1es del ánimo. En su
y es cada estrella de Amarilis, parda ,
voz, cascada y opaca, percibíanse entona-
y compañera y competidora de Damiana ciones conmovedoras. Y todo esto iba
Riquelme, repentinamente consagrada al subrayado, acotado, comentado incesante-
claustro, y de Francisca Baltasara, inimi- mente por la gesticulación , sobria y elo-
table para hacer las mujeres atrevidas y cuentísima de las manos finas, alargadas y
licenciosas del merced ario Fray Gabriel puras, como las que ponía sobre los jubo-
Téllez. Mas de pr0nto, cuando entró Pe- nes de terciopelo de sus caballeros, el nun-
dro Crespo, no pude reconocerle y distin- ca bien llorado D omingo Theolocópuli.
guirle, ni en la voz , ni en el aspecto , ni en Aqu ellas prodigiosas manos, en ciertos
los ademanes. No solamente imitaba al insta ntes, me suspendían los sentidos como
honrado viejo, sino que, de seg uro, un an - si fuesen cosa no terrenal y humana. Al
ciano, un hombre de avanzada edad, se es- cerrar el diálogo entre Don L ope y Cres-
condía dentro del di sfraz de labrador del po, como j oya de diamantes, lajornada
tiempo de Felipe 11. ¿Quién era aquel co- primera de «El Alcalde,» quedéme perple-
mediante? Proba blemente era uno de los jo y conturbado por la emoción. Apenas
de la farándula valenciana, y por prime- pude unir mi voz apagada al vítor de la
ra vez representaba en lo.s co rrales madri- mosquetería. Me decid í á preguntar al ve-
leños. Su nombre , de <~jo, que me había cin o, un zapatero orgulloso, jefe de los
sonado ya, en las charlas 'del Mentidero. bancos, y á quien agasajaban actores y au-
Al principio parecióme' un farsfi';1te; abati- tores, para congraciarse con la gloria, y
do y cansado por largas fatigas y trabajos le dije:
illcesa ntes ; uno de. aqueJJos_ pobres hQIU-.. ... .::-:-Mi .q uerido don Ginés , ¿sabe usarcé? ..
bres, pintados con tan vivos colores, en el Mas en aquel momento, otros amigos
«Viaje entretenido,» en «Alonso; mozo de de la Cofradía de San Crispín, lo llam a-
muchos amos,» y en algtinas páginas de ban con insistencia al otro lado del pati o.
«El Gran tacaño,» tres libros que yo y el pespunteo de la guitarra y el crujido
leía , en mis ocios, po rque me con taban de las castañuelas, volvieron á llamar mi
acaecidos y sucesos qu e hubo entre gente atención hacia el tablado. María Quiñones
de paso~' y entremeses. Los héroes de esas bailaba una atrevida «Chacona.~ Se hizo
REVISTA MODERNA DE MÉXICO. 183

el silencio en todo el corral. Aquel era el Con que fin el autor d a


á esta historia verdadera;
más grande atractivo de la representación sus defettos ·perdonad.
para la multitud. Un viento de pecamino-
sa sensualidad envenenaba los aires. Entonces, embozándome en mI capa
El público enloquecía de regocijo. Yo raída, con gallardo y cómi co continente,
mismo, adorador de los célebres ingenios, me dirigí resuelto al zapatero:
me sentía contaminado por el escándalo. -Seor Ginés -le dije,- ¿usarcé sabe
¡Ahl de nada habían servido las Reales quién es este nuevo farsante?
Pragmáticas! ¡Hasta se me figuraba que -¿Cómo no, Blasillo? -me contestó.-
los bailes rabiosos, la «Capona,. el «Ras- En mis mocedades lo he aplaudido mu cho.
treado ,» el «Escarramán,» eran la verdade- Tiene una grande inspiración, una maes-
ra diversión, y que la comedia resultaba á tría insuperable y la tristeza de haber so-
la postre, un pretexto, un escondite, un brevivido á su gloria. Es un inspirado y
refugio, á los goces de la liviandad y el un desventurado. Se llama Antonio Vico.
desenfreno. Me persigné al salir del corral. Eran
Después de la segunda <~ornada,» no las cinco de la tarde. Lloviznaba des-
.pude reprimir mi violencia~ y mientras Lo- apacib.lemente. _
renzo Hurtado recitaba una jácara pican-
te, á guisa de entremés, entré en disputa
con unos «mosqueteros» que sostenían que
cualquiera de las «Tenientas» era más gra-
ciosa que Bárbara Coronel. Así reconstruia el «Curioso,,. en la bu-
En la tercera «jornada» me deleitó An- taca de un teatro moderno, en el des'ven-
tonia Granados con el monólogo de Isa- cijado Arbeu, una representaciÓh de 'hace
bel, burlada ya por el Capitán , y llorando tres siglos; así barajaba, entre nombres,
en el monte: fechas y suceso;; de antaño, el nombre de
Nunca amanezca á mis ojos un cómico español contemporáneo; así,
la luz hermosa del día .... oyendo al insigne Enrique Borrás, cantar,
en tono grave, los versos de «El Alqlde
Mas. . .. en conc.l.llsión, ¿quién podría . de Zalamea,» recordaba la imagen y la
ser el Pedro Crespo d~ . aquella taYde inol- voz de aquel Don Antonio Vico, que en
vidable? ¿Quién? Estaba yo vencido y con- el dr~ma calderoniano elevaba su inspira-
quistado. Me había ya hecho tal come- ción de actor á la altura del actor inmor-
di!\nte, sufrir, llorar, rugir de indignación, tal.
enternecerme de alegría. Mi corazón había y es que haciendo el «Crespo,~ y qui-
sido golpeado yacariciado. Yel sentimien- zás en otros tipos de raza, como los pro-
to de la justicia, de la inmaculada justicia, tagonistas de Echegaray, que son á mane-
irguiéndose por encima de prerrogativas y ra de prolongaciones del siglo de oro, es-
privilegios, brillaba como un luminar, en corias de crisol ardiente del rancio honor
mi conciencia. El alboroto de la <mosque- castellano, Enrique Borrás, sin quererlo
tería,. se desenfrenó, y sonó como una des- tal vez , es un imitador, y más que eso, un
carga de arcabuces, cuando Pedro Crespo, continuador de la vieja escuela española.
adelantándose hasta la orilla del tablado, Trae el sello de la tradición. Su moder-
dijo en tono de súplica, los tres últimos nismo, que lo tiene, y excelente y de bue-
versos: na cepa, no es bastante á ocultar los re-
184 REVJS'1'A MODERNA DE MÉXI CO.

cursos y efectos de la antigua y peculiar pa , por no llenar con fruslerías un periódi-


declamación española. co noticiero, y en el cual capítulo se verá
¿Cómo y en qué proporción mezcla el 10 que d «Curioso» piensa de Don Enri-
autor catalán el jugo de la uva recién co- que Borrás en sus famosas interpretacio-
sechada y el mosto añejo? ¿Qué vino re- nes de las comedias de tiempos pasados y
sulta de esta mezcla? presentes, y de sabios y fecundos inge-
Aguarda, desocupado lector, el segun- nios . ...
do capítulo, que hoy no se da á la esta m- LUIS G. URBI NA

Tramonto. -- Fot. del Sr. Adriano del Castillo.


REVISTA MODERNA DE MÉXICO ~ 185

,
A ROSA MARIA

Por el albor cencido de las moles


De los Alpes Helvé ticos, un día
Vió en sueño tentador mi fantasía
De hispanos héroes desfilar estoles;

y al sentir la nostalgia de los soles


Que el cielo alegran de la patria mí a,
Grave, mi oído á estremecer v.enía
El rumor de los plectros españoles.

Bajo la luz de lámpara extranjera


Me viste luego componer mis glosas
De errante hogar en la infecunda calma:

Acéptalas, '¡oh dulce compañera!


Que son un ramo de otoñales rosas
Nacidas en el huerto de mi alma.

A NTONIO DE lAy AS.


186 REVISTA MODERNA DE MÉXICO.

JUANA I>E ARCO

Por la exaltación sorda y potente del y la primera reformada que tiende una
pensamiento popular, Jua na se convierte mano , en el pasado, á San Francisco de
lentamente en la s<\nta y la patrona qe Asís , y la otra, en el porvenir, á Lutero.
Francia. Una dulce religión nos haée co- y p or encima de todo fué simple; tan
mulgar con ella, y la historia de sus mila- cerca estuvo siempre de la naturaleza, que
gros y de su pasión es un evangelio en el sus adoradores sonríen á esta flor de los
que todos creemos. Sus virtudes están so- campos, á ese fresco tallo salvaje y perfu-
bre nosotros. mado; de suerte que constituye aun las
Es el ejemplo, el con.5uelo y la esperan- delicias de los que en su filosofía se con-
za. Divididos como estamos en opiniones forman con las aparien cias y temen que to-
y creencias, nos reconciliamos en ella, que do sea una ilusi ó n.
nos reune bajo aq uel estandarte con el cual La lealtad con que sirvió á su rey, va
condujo á la victoria al mismo tiempo á recta al corazón de aquéllos, bien raros
los señores y á los artesanos, y de este mo- ya, que guardan el luto de la antigua mo-
do la buena criatura acaba de cumplir su narquía . Vivió, se armó, murió por Fran-
misión. Es el Arca de la Alianza; todo en cia, y por esto es amada de todos, sin dis-
ella significa unión y fr<\ternidad. tinción. Siendo de humilde nacimiento y
El candor de su fe cristiana interesa á pobre, realizó lo que no habían podido ha-
los que han permanecido católicos since- cer los ricos y los grandes; amó á los hu-
ros , en tanto que su ind epe ndencia ante mildes como herman os en la gloria y en
los teó logos la recomienda á los espíritus la victoria, y por eso nos es dulce y sagra-
que profesan el libre examen de las E sc ri· da. Nuestra democracia moderna tiene que
turas. Porque apenas si es exagerado afir- venerar la: memoria de aquella que dijo:
mar que ella es á la vez la última mística <He sido enviada para el consuelo de los
){,¡';V IRTA MODRR.NA DE M RXICO. 187

pobres y de los indigentes.» Dicens quod las divinidades grandes 6 pequeñas. tenía
erat misa pro consolatz"one pauperum et varios nombres, porque inspiraba mu chos
indigentium. pensamientos.: Se elevaba junto á una fuen-
y no es todo aún. Poseía bellos con- te llamada la fuente de los~ Groselleros , y
trastes que la vuelven amable; fué gue- en la cual se bilñaban antiguamente las
ITera y dulce; iluminada y cuerda; hija del hada s; y una virtud habían dejado en sus
J..lUeblo y buen caballero. En el cuento de linfas; los que las bebían eran curados de
nadas de su histo"ria, la pastora se trans- la fiebre . Por eso también se le llamaba
forma en un hermoso San Miguel. Como la buena fuente de las Hadéts de N uéstro
Jesús y San Francisco de Asís, sus patro- Señor; vocablo dulce é ingenioso que po-
nos, hace descender el cielo á la tierra y nía bajo la protecci6n de Jesús á las per-
trae al mundo el sueño de la inocencia su- sonillas sobrena~lIles perseguidas tan ru-
perior al mal y de la justicia triunfante. damente por sus ap6stoles, sin poder arro-
Es la preferida de los creyentes y de los jarlas de 5US bosques y de sus fuentes na-
sencillos, de los artistas ~namorados de tales. No lejos de la fuente y del árbol,
símbolos, y de los delicados, que persi- oculta por un avellano, cantaba una man-
guen la forma acabada y perfecta. drágora. Todas las magias rústicas estaban
Yo quisiera, para escribir el drama, 6 reunidas en ese rinc6n de tierra, y allí re-
mejor el Misterio de Juana de Arco , gran- nacía sin cesar un inocente paganismo con
de candor é. ingenuidad, un arte religioso las hojas y las flores.
y místico; un fino pincel, templado en el Cada año, el domingo de Laetare, 6 do-
oro y el ultramar de los antiguos ilumi- mingo de las fuentes , que es el de la terce-
nadores.Pondría en el asunto , un poco ra semana de la cuaresma , las muchachas
frágil á fuerza de pureza, todas las rique- y los mozos del lugar iban en, tropel á co-
zas de un tesoro de iglesia; el perfume del mer pan y nueces bajo el árbol de las hadas
hisopo y el canto de las arpas celestes; y bebía n en la fuente de los Groselleros, cu-
santas que fuesen madonas y ángeles que ya agua s610 era buena para los enfermos,
tocasen el laúd al gusto del siglo XV, cuyo porque las hadas tienen más de un secre-
arte hace pensar en una foresta de rosas to. La madri na de Juana. así llamada, y
todas en bot6n. En fin, ¿qué no soñaría? mujer de Aubery, el alcalde, había visto
Hubiera querido, sobre todo, ver á Juana con sus propios ojos á aquellas damas mis-
bajo el árbol de las hadas, que sería una teriosas y lo decía á todas, á pesar de que
haya; he pensado en ello con frecuencia; era una mujer buena y prudente, no adi-
una haya maravillosa que extendiese una vinadora n.i hechicera.
bella y gran sombra. Se le llamaba el ár- Una de las hadas tenía un amigo, el se-
bol de las Hadas 6 el árbol de las Damas, ñor de Bourlemont, á quien daba citas noc-
porque las hadas fueron damas tanto co- turnas , p0rque:las hadas son '_ mujeres y
mo santas.. pero damas voluptuosamente tienen debilidades. Se hizo una novela de
adornadas, y no llevando, como Santa Ca- los amores de la hada y el caballero, y
tarina, una pesada corona de oro; preferían otra madrina de Juana, cuyo marido era
sombreros de flores. Ahora bien , la haya clérigo de Neufchateau, oy6 la lectura de
era muy antigua, l1luy bella y muy vene- esta maravillosa narraci6n que, sin duda,
rable; se le ll'll11aba también el árbol de la se asemeja á la bien conocida historia de
morada de las Damas. el árbol encarmi- Melusina. Las hadas tenían su día de au-
nado, el árbol-hada de Bo urlemont. Como diencia y destinaban el jueves para los que
188 REVISTA MODEHNA DE jIÉXlCO .

deseaban verlas secretamente. Una buena Ellas dirían á Juana:


cristiana de Domremy, la anciana Beatriz, -Mira , Juanilla '-i la"""tierra
""'"
está florida·'
decía con inocencia: el_·azul ligero; la naturaleza te es dulce; sé
-He oído referir que las hadas venían dulce á la na turaleza. Ama. Cree en las
bajo el árbol, antaño,; pero por nuestros hadas. Ama. Nosotras somos las que ha-
pecados, ya no vuelven. cemos-brotar la oxiacanta en la carne des-
La víspera de la Ascensión, en la pro- compuesta de los muertos. Todo pasa, y
cesión que lleva ,las cruces por los campos, fuera del placer, todo es ilusión. Cree en
el cura de Domremy iba al árbol de las nuestra inmarcesible juventud. Ama. Na-
há das y á la fuente de los Groselleros, á da vale un sacrificio ' en el mundo. Nos-
cantar el evangelio de San Juan. ¿Hacía otras nos hemos reído en las barbas del
tales estaciones para exorcÍsar el árbol y viejo eremita que vino: á exorcisarnos en
la fuente? ó sin saberlo, ¿ren o vaba los ri- los tiempos del rey Dagoberto. Nosotras
tos sacros de los paganos? No se puede somos el temblor del follaje, el rayo de
saber la verdad en esa mezcla de creen- luna, el perfume de las flores, la voluptuo-
cias ingenuas. Sin embargo, creo que el sidad de las cosas, la ' embriaguez de los
sacerdote desterraba á las hadas. sentidos, la palpitación de la vida, la tur-
Juana hacía con sus compañeras, una bación de la carne y la sangre .... Eres
vez al año, «sus fuentes ,» como se decía. bella, ¡oh JUi1nilIa, y tu juventud está en
Se comía, danzaba y cantaba. Como sus fl or. Ama!
amigas, Juana suspendía en las ramas de Las hadas hablaría n tam bién y se las
la haya sacra guirnaldas de flores. vería flotar en el aire, semejantes á los va-
N o sabía que así renovaba las prácticas pores que suben de las praderas en las no-
de los ancestros paganos , que sacrifica- ' ches de estío. Pero Santa Catarina y San-
ban á las fuentes , á los árboles y á las pie- ta Margarita aparecerían al borde de la
dras, y que ornaban el tronco antiguo de fuente, luminosas como figuras de vitral y
las encinas con cuadros y estatuas votivas. llevando di ademas de oro, y dirían:
No sabía que imitaba á las vírgenes de la -Juana, 5é buena.
Galia, profetisas como ella. Nada emocio- y paso á paso, nuestro misfcrio segui-
n~ tanto, á decir verdad , como este pa- ría las crónicas ~ Y todas las imágenes flo-
ganismo inconsciente. Nuestro Misterio recidas en el pensamiento humano, todas
n10straría desde luego á Juana, como á la las formas de nuestros sueños, de nues-
joven hija de los campos, á la imperece- tros temores y de nuestras esperanzas, se-
dera Cloe celebrando el eterno culto de la rían ~isibles y parlantes á la manera del
naturaleza. siglo XV. Allí se vería á Dios padre con
En ese Misterio que sueño y el cual manto de Emperador, á la virgen María,
quedará siendo mi obra maestra descono- á los ángeles, á las Virtudes Teologales, á
cida, las hadas .hablarían: la Sibila de Cumas; á Deborah, á Lucifer,
¿Que no pueda yo expresar en frases rit- á los Siete Pecados Capitales, á todos los
madas el profundo pensamiento de las da- diablos; á la tierra, al cielo y al infierno, en
mas del árbol y de la fuente, de las dríadas fin. Y millares de escenas nos conduci-
y de .las ninfas que permanecen antiguas rían en cien y una jornadas á la hoguera
bajo sus atavíos de castellanas y en la ele- de Rouen.
gancia grácil que conviene á las bellas ANATOLE FRANCE.
ami.gas del señor de Bourlemont? (Traducción de Rafael López). · .
RJ<~VISTA MODER~ A DE MÉXICO. 189

SR. LIC. D. FRANCISCO L . DE LA BARRA,


nuevo Embajador de México en los Estados Unidos de Norte-América.
190

, ,
JOSE JOAQUIN GAlVIBOA

Complácese «Revista Moderna,» en pu- es la última producci6n de nuestro admi-


blicar un retrato de José Joaquín Gamboa, rado amigo Gamboa, cuyo valer literario
joven dramaturgo, de juicio reconocido, es bien conocido de nuestros lectores; pues,
altos ideales y talento no vulgar. «El Día en ocasi6n análoga, «Revista Moderna»
del Juicio,» estrenada con buen éxito , hace ha tenido el gusto de aplaudirlo y alen-
poco , en el Teatro «Virginia Fábregas,. tarlo.
ln~VlSTA MODGI:WA DG ~[JtXICO. 191

NOTAS BIBLIOGRÁFICAS

EL MEMORIAL, por Álvaro Armando Yo no tengo una ofrenda digna para su templo,
Vassuer. (Américo Llanos).-Librería de Pues quisiera una cosa sin igual , por ejemplo :
Una caja'de cedro forrad a en cachemira.
Pueyo, Mesonero'Romanos, núm . IO.-Ma-
drid.-Más de treinta prosas rítmicas, ju- Ornada sabiamente con adelfas y rosas ,
gosas, pulidas, bien creadas, componen este Conteniendo, de Orfeo la legendaria Lira,
bello volumen de arte. Nobilísimo escep- Ó una estrella nocturna de las más luminosas ... .

ticismo clásico agiganta los sentires y pensa- Buena acogida merece «El Memorial,'" y
res de Vassuer, escritor fecundo y fuerte, que vivos deseos animrán la espera de la trage-
lleva publicadas, entre otras obras, A flor dia: La nieta de Lot, que Vassuer tiene en
de alma, rimas sentimentales; Musa votiva, prensa act ualmente.
versos; La obra de M. de Unamuno y el EL ANILLO DE POLlCRATES . por Eugenio
pensamiento ibero, conferencia; A la com- de Castro, de la Academia Real de Cien-
postura del «Yo,» novela; Cantos augura- cias.-Versiónespañola deSamu'el López G.
leS, poemas futuristas, etc. , etc.-En la por- -Bogotá.-MCMVlII.-Autorización del
tada de «El Memorial,» se lee el soneto si- autor: Coimbr a (;. Arco de Biopo), B, XII.
guiente. ,de Maria Eugenia Vaz Ferreira: I907.-Sr. Dr. Samuel López G. -Santa
Fe de Bogotá . .. . .. . Con gusto autorizo
AL POETA AUGURAL
á usted para traducir en castellano mi poe-
ma «El Anillo de Polícrates» , ...... De
Hoy celebra sus bodas con la gloria, el poeta, usted muy reconocido, Eugenio de Castro.
Hijo de un numen griego y una musa cristiana, -Sabe 'á excelsitudes del pasado, este poe-
Nacido entre las cumbres sidereas del planeta,
Cuna del Superhombre, genial y sobrehumana .. ..
ma dramático, nutrído de arte y de belleza;
habla sabiamente, deliciosamente, resucita-
Sutil y tempestuoso, la belleza interpreta,
do, Anacreonte de Teos. Los cuatro actos
En su pensar más a lto como en su esencia arcana,
y con el sortilegio d e una ciencia secreta
adunan á una armonía noble, la viva emo-
Une al color supremo la forma soberana. ción que exhala el espíritu, por excelencia
192 REVIR'T'A MODERNA DE MÉXICO.

artista, de los grandes seres de esas cosas N uestros agradecimientos y plácemes al


divinas ..... Pero, ¿para qué glosar co- traductor, don Samuel López G. i Abrien-
mentarios, si nos es fácil reproducir algún do de nuevo las paganas hojas del libro,
acto, para satisfacción de las almas dilec- ponemos, á estas breves notas, punto final!
tas, que desconozcan el poema? Sólo de E. V.
ese modo el lector talentoso de esta «Re-
vista,» podrá agradecernos algo más, que NUEVA REVISTA: JUVENTUD, órgano de
la buena nueva de que «El Anillo de Polí- la Sociedad de alumnos de la Escuela Na-
erates» ha sido traducido al castellano. cional de Medicina.-Ciencia y Literatura.

UNA CARTA

Legación de Nicaragua.-Serrano 27 ·-M a- Sin embargo, cuente Ud. que para un


drid, 26 de Septiembre de 1908.-Particular. próximo número de la «Revista Mo-
SR . DON JESÚS E . VALENZUELA .
derna,» le remitiré mi homenaje á
aquel insigne artista.
México.
Mucho le agn~decería me enviase,
Mi admirado y distinguido compa- como antes, la «Revista,» y si fuese
ñero: Siento muchísimo haber reci- posible, unos cuantos números atra-
bido muy tarde la carta de Ud. y no sados.
h-aber ' podido mandar nada para el Quedo de Ud. muy atto. S. S. y
número especial dedicado á Ruelas. amigo afectísimo.

~ l ',
ff Ln·b'
. !
:
ALTAR MAYOR DE LA IGLESIA DE LA ENSEÑANZA
(Fot. de Guillermo Peñafiel).

LA ENSEÑANZA.-Esul1 pequeño templo jurados, y después en pante6n para los res-


que fué dedicado en 23 de diciembre de tos de los caudillos de la Independencia,
1754, Y que se levanta en la Calle de Cor- que se conservan en la Catedral; pero am-
dobanes , entre el Palacio de ] u~ticia y el Tri· bas iniciativas fracasaron, y La Enseñan-
bunal Superior y ] lIzgados Civiles y Me- za continúa abierta al culto católico. Otra
nores del Distrito. Su c0I1~ervaci611 como parte de ese templo sirve hoy día para la
templo ha sido muy disputada. Primera- Escuela de Ciegos.
mente se pretendi6 convertirlo en salón de
'U'EIJAZQUEZ.-ffiuSEO DELJ @~ADO.-ffiAD~ID.

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