Filosofía de La Composición PDF
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L[ERE DE ~908_
A
DIRECTO R , JES ÚS E. VALENZUELA.-CONSt:LTOR ARTÍSTI C O , JESÚS UR U ETA.
FILOSOFÍA DE LA COMPOSICiÓN
- Carlos Dickens, en una carta que ahora el tono de todos ellos, tiendan al desarro-
tengo á la vista, aludiendo al examen que llo de la inten..:i6n.
hice en otro tiempo del mecanismo de Creo qne existe un error radical en el
Barnaby Rudge, dice: «A prop6sito, ¿sabe modo habitual de construir un cuento.
usted que Godwin escribi6 su Caleb Wil- Todo cuento lleva consigo una tesis -ya
liams hacia atrás? Primero envolvi6 á su sug-erida por un incidente del día, ya el
héroe en una telaraña de dificultades que autor se ponga á trabajar en combinaci6n
forma el segundo volumen , y luego, para con algún acontecimiento impresionante
el primero, se di6 á buscar alguna manera que forme meramente la base de su narra-
de explicar c6mo y por qué del enredo.» ci6n,- proponiéndose, en general, relle-
No puedo creer que éste haya sido el nar con descripciones, diálogos 6 comen-
modo exacto de proceder de Godwin y - tarios, todos los huecos de hecho 6 de ac-
en verdad lo que él reconoce y confiesa no ci6n que aparezcan página tras página.
está de acuerdo con la idea de Dickens;- Yo prefiero empezar por la considera-
pero el autor de Caleb Williams era de- ci6n de un efecto.
masiado buen artista para no comprender Teniendo siempre el deseo de la origi-
las ventajas que pueden obt<:>nerse de un nalidad -porque se hace traici6n á sí mis-
proceso un tanto análogo. No hay nada mo quien se atreve á prescindir de fuente
más evidente que el que todo plan digno de interés tan evidente y tan fácil de alean-
de este nombre ha de construirse hasta el zar ,- me digo, en primer término: «Entre
desenlace antes de coger la pluma. S610 los innumerables efectos 6 impresiones de
teniendo constantemeJ;lte el desenlace á la los cuales es susceptible el coraz6n, el in-
vista, podeinos dar á un plan su aire indis- telecto, 6 , hablando en sentido más gene-
pensable de consecuencia 6 causalidad, ha- ral, el alma, ¿cuál elegiré en esta ocasi6n?»
ciendo que tos incidentes, y especialmente Habiendo escogido uno, en primer lugar
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prescindir de nada que contribuya á faci- puesto poema, extensi6n de unos cien ver-
litar su prop6sito, queda por ver si hay en sos pr6ximamente: en realidad, tiene cien-
la excesiva extensi6n alguna ventaja que to ocho.
equilibre la pérdida de unidad que produ- Mi segundo pensamiento se refiri6 á la
ce. A esto, respondí que no, desde luego. elecci6n de impresi6n, es decir, del efecto
Lo que llamamos un poema largo es, en deseado. Y aquí debo advertir también
realidad, meramente una serie de poemas que, para la elecci6n, no olvidé nunca el
cortos, es decir, de efectos poéticos bre- designio de hacer la obra universalmente
ves. Es innecesario demostrar que un poe- apreciable. Me llevaría demasiado lejos
ma lo es únicamente en cuanto excita in- del tema á que por ahora quiero ceñirme,
tensamente, por medio de la elevaci6n del el intentar demostrar un punto sobre el
alma; y todas las excitaciones intensas son, cual he insistido repetidas veces, y que en
por necesidad física, breves. Por esta ra- poética no necesita demostraci6n, á saber:
z6n, la mitad, al menos, de EIParaísoper- que el único reino legítimo del poema es
dido es esencialmente prosa -una suce- la Belleza. Unas pocas palabras, sin em-
si6n de excitaciones poéticas interpoladas bargo, para elucidaci6n del sentido real
inevitablemente de las correspondientes de esta afirmaci6n mía, que algunos de mis
depresiones,- y el conjunto está privado, amigos han tenido á bien demostrar que
por su extraordinaria longitud, del impor- es falsa. El placer, que es á un tiempo
tantísimo elemento artístico, totalidad 6 mismo el más intenso, el más noble y el
unidad de efecto. más puro, creo yo, que se encuentra en la
Parece, pues, evidente , que hay un lími- contemplaci6n de lo bello. Por lo tanto,
te claro en lo que se refiere á la extensi6n cuando los hombres hablan de la Belleza,
de toda obra de arte literario: el límite de se refieren, no precisamente, como se ha
una sola sesi6n de lectura; y que, si bien supuesto, á una cualidad, sino á un efecto;
en ciertas clases de composici6n pura, co- se refieren, en una palabra, precisamente
mo Robinsón Crusoe (que no requieren á esa intensa y pura elevaci6n del «alma,»
unidad), puede, con ventaja, traspasarse no del intelecto 6 del coraz6n, que ya he
ese límite, la extensi6n del poema ha de comentado, y que se experimenta como
guardar relaci6n matemática con su mé- consecuencia de la contemplaci6n de lo
rito -en otras palabras, con la excitaci6n bello. Ahora bien: yo señalo la Belleza co-
6 elevaci6n- en otras palabras, con el mo reino del poema, únicamente porque
grado de verdadero efecto poético á que es regla evidente de arte el que los efectos
es capaz de inducir; porque es claro que se han de hacer surgir de causas directas
la brevedad debe estar en raz6n directa -ya que todo objeto ha de alcanzarse por
de la intensidad del efecto que se intenta los medios mejor adaptados á su consecu-
conseguir; esto sin olvidar que cierto gra- ci6n,- y ya que hasta ahora nadie se ha
do de duraci6n es también requisito abso- atrevido á negar que esa elevaci6n pecu-
luto para la producci6n de un efecto cual- liar á que aludimos se alcanza más pron-
quiera. tamente en el poema, el objeto Verdad, 6
Teniendo en cuenta estas consideracio- satisfacci6n del intelecto, y el objeto Pa-
nes, como también que el grado de efecto si6n , 6 excitante del coraz6n, se pueden al-
que yo deseaba, no estuviese por encima canzar hasta cierto punto en poesía, pero
del gusto del público ni por bajo del de la se alcanzan mucho mejor en prosa. Por-
crítica, determiné la extensi6n de mi pro- que la Verdad pide una precisi6n; y la Pa-
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sión, una «intimidad» (los verdaderamen· á los versos líricos, sino que toda su im-
te apasionados me comprenderán), que presión depende de la fuerza delmo nótollo
son absolutamente antagónicas con esa --tanto en sonido como en pensamien-
Belleza que yo sostengo ser la excitación to .- El placer deducid o consiste ónica-
ó elevación placentera del alma. Esto no mente en la sensación de identidad -ó
quiere decir que la pasión, y aun la ver- repetición.- Decidí diversificar, elevando
dad, no puedan introducirse, y aun con así el efecto, conformánd ome á la monoto-
provecho , en el poema -porque pueden nía general del sonido, pero variando con-
servir como elucidación ó ayuda al efecto tinuamente la del pensamiento. E s decir:
general, como los desacordes en mósica, decidí producir efectos continuamente nue-
por contra!;te;- pero el verdadero artista vos, variando la «aplicación» del estribillo ,
debe procurar siempre ponerlas á tono y cuya forma externa permanecería invaria-
someterlas al propósito predominante, y ble casi en su mayor parte.
velarlas , hasta donde le sea posible, en esa Establecidos estos puntos, me ocupé de
Belleza, que es la atmósfera y la esencia la naturaleza del estribillo elegido. Puesto
del poema. que había de variar repetidamente, es cla-
Considerando, pues, la Belleza como mi ro que debía ser breve, porque hubiera sido
reino, el problema siguiente se refirió al dificultad insuperable el frecuente cambio
tono de su más alta manifestación -y toda de aplicaci6n en cualquier frase larga. En
mi experiencia tiene demostrado que este proporci6n con la brevedad de la frase , es-
tono es el de la tristeza.- La Belleza de taría, por consiguiente, la facilidad de la
cualquier clase, en su manifestación supre- variaci6n. Esto me condujo, desde luego,
ma, excita invariablemenie el alma sensi- á elegir una sola palabra para estribillo.
ble á las lágrimas. La melancolía es, por Suscit6se entonces el problema respecto
lo tanto, el más legítimo de todos los to- al carácter de la palabra. Corolario del
nos poéticos. estribillo era la divisi6n del poema en es-
Habiendo determinado así la extensión, trofas, de las cuales el estribillo había de
el reino y el tono, recurrí á la inducción ser la conclusi6n. P ara que tal conclusi6n
ordinaria, con la mira de obtener algón tenga fuerza, es preciso que sea sonora y
«picante» artístico qU€ pudiera servirme susceptible de alargamiento enfático: esta
de clave en la construcción del poema consideraci6n me condujo inevitablemente
-algón eje sobre el cual pudiese girar la á la o larga como vocal la más sonora, en
estructura total.- Pensando cuidadosa- uni6n con la ' r consonante, la más dilata-
mente en todos los efectos artísticos usua- ble.
les, no pude menos de percibir inmediata- Determinado así el sonido del estribillo,
mente que ninguno se ha empleado más hízose necesario elegir una palabra que
universalmente que el «estribillo. » La uni- encarnase este sonido, y que al mismo
versalidad de su empleo bastó para ase- tiempo guardase la relaci6n más íntima
gurarme de su valor intrínseco, y me aho- con la melancolía que había decidido pre-
rró la necesidad de someterlo á análisis. dominase en el tono del poema: en tal in-
Le consideré, sin embargo, en lo que se vestigación hubiera sido absolutamente im-
refiere á la posibilidad de mejorarle, y posible olvidar la palabra Nevermore (N un-
pronto vi que se encuentra en una condi- ca más). De hecho, fué la primera que se
ción primitiva. Tal como se usa general- me ocurrió.
mente, el «estribillo» no sólo está limitado El siguiente desideratum fué un pretex-
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J.!r"'gunta para la cual la respuesta «Nunca debieran empezar todas las obras de ar-
más» había de envolver el más inconce- te, porque, al llegar á este punto de mis
bible abismo de pena y desesperaci6n. meditaciones preliminares, fué cuando puse
Aquí, pues, puede decirse que tuvo el por vez primera la pluma en el papel y
poema su principio, en el fin, por donde compuse la estrofa:
«¡Profeta -dije,- cosa del mal! ¡Profeta, aun cuando seas pájaro ó demonio,
Por ese cielo que se tiende sobre nosotros, por ese Dios á quien los dos adoramos,
Di á esta alma cargada de pena, si en el distante Edén
Ahrazará á una santificada doncella á quien los ángeles llaman Lenore ....
Abrazará á una extraña y radiante doncella á quien los ángeles llaman Lenore. »
Respondió el cuervo:-«Nunca más.»
Compuse esta estrofa, al llegar aquí, que es un mérito positivo y de la más alta
primero, porque una vez establecido el calidad, exige para lograrse menos inven-
punto culminante, podría mejor . variar y ci6n que negaci6n.
graduar, en lo que se refiere á seriedad é Por supuesto, no tengo pretensiones de
importancia, las preguntas precedentes, y originalidad ni en el ritmo ni en el metro
después, para establecer definitivamente el de El Cuervo. El primero es trocaico; el
ritmo, el metro y la extensi6n y combina- segundo es octállletro acataléctico, repetido
ci6n general de la estrofa, así como para en el estribillo del quinto verso y termina-
graduar las estrofas precedentes, de modo do con tetrámetro cataléctico. Con menos
que nada en ellas sobrepujase á ésta en pedantería, los pies empleados consisten
efecto rítmico. Y si hubiese conseguido en en una sílaba larga seguida de una corta:
la composici6n subsiguiente construir es- el primer verso de la estrofa consta de
trofas más vigorosas que ella, las hubiese ocho pieS de éstos; el segundo, de siete y
debilitado de intento, sin escrúpulo, para medio; el tercero, de ocho; el cuarto, de
no perjudicar al efecto culminante. siete y medio; el quinto, de los mismos, y
Aquí bueno será decir unas cuantas pa- el sexto, de tres y medio.
labras de la versificaci6n. Mi primer ob- Ahora bien: cada uno de estos versos,
jeto -como de costumbre- fué la origi- considerados aisladamente, se ha emplea-
nalidad. Lo mucho que ésta se ha descui- do ya, y toda la originalidad que tiene El
dado en la versificaci6n, es una de las cosas Cuervo está en su combinaci6n para for-
más incomprensibles del mundo. Admi- mar la estrofa, pues nunca se había inten ·
tiendo que hay poca posiblidad de varie- tado nada ni remotamente semejante á ello.
dad en el mero ritmo, es, sin embargo, Ayudan al efecto de esta originalidad en
claro que las variedades posibles de metro la combinaci6n, otros efectos desusados y
y estrofa son absolutamente infinitas, y, del mismo modo nuevos, que producen de
sin embargo, «durante siglos enteros na- una expansión de la aplicaci6n de los prin-
die, en verso, ha hecho ni parece haber in- cipios de rima y aliteración.
tentado hacer una cosa original.» De he- El punto que después hube de conside-
cho, la originalidad -á no ser en espíritus rar, era el modo de reunir al amante y al
de fuerza muy excepcional- no es, como cuervo, y el primer paso de esta considera-
muchos suponen, cuesti6n de impulso ó ci6n fué el local. Para esto, la sugesti6n
intuici6n; en general, para encontrarla, natural parecía ser la de un bosque 6 el
hay que buscarla trabajosam~nte, y, aun- campo, pero siempre me ha parecido que
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una íntima circunscripción de espacio es cido por el acto del amante al abrir la
absolutamente necesaria para el efecto de puerta, encontrarse la plena obscuridad y
los incidentes aislados -tiene la misma adoptar la semifantasía de que quien llam6
fuerza que un marco para un cuadro.- fué el espíritu de su amada.
Tiene indiscutible fuerza moral para conser- Hice la noche tempestuosa, primero pa-
var concentrada la atenci6n, y, por lo tan- ra justificar la admisi6n del cuervo, y des-
to , no debe confundirse con la mera Ulll- pués buscando el efecto de contraste con
dad de lugar. la serenidad (física) de la habitaci6n.
Decidí, pues, colocar al amante en su Hice que el ave se posase sobre el bus-
habitaci6n -una habitaci6n consagrada to de Pallas, también por el efecto de con-
para él con e! recuerdo de aquella que la traste entre el mármol y el plumaje -es
frecuentara. El cuarto se presenta ricamen- preciso entender que la idea del busto me
te'amueblado,- esto como consecuencia de fllé absolutamente sugerida por el ave,-
las ideas que he explicado sobre la Belle- y elegí el busto de Pallas, primero como
za, como única verdadera tesis poética. más adaptado á la erudición del amante, y,
Determinado así el local, tuve que in- en segundo lugar, por la sonoridad de la
troducir en él al pájaro, y el pensamiento palabra Pallas en sí misma.
de hacerle entrar por la ventana era inevi- Hacia la mitad del poema, también, me
table. La idea de hacer que el amante su- di cuenta de la fuerza del contraste para
ponga, en un principio, que el golpear de intensificar la última impresi6n. Por ejem-
las alas del cuervo contra los postigos pro- plo, á la entrada del cuervo se le da un
cede de alguien que llama á la puerta, está aire fantástico, que se acerca á lo burlesco
fundada en e! deseo de aumentar, prolon- lo más que es posible admitir. Entra el
gando la curiosidad de! lector, y en el de- ave con petulancia y tumulto.
seo de adoptar un efecto accidental produ-
En la5 dos estrofas que siguen, este designio se pone en práctica con mayor eVI-
dencia:
Entonces este pájaro de ébano, moviendo mi triste fantasía á sonreir,
por el grave y austero de~oro de su aspecto ,
-aunque tengas la cabeza pelada -le dije,- seguramente no eres un cuervo .
Antiguo y feo cuervu, que como fantasma vienes vagando desde la costa de la Noche;
Dime, ¿cuál es tu nombre señoril en la costa plutónica de la Noche?
Respondió el cuervo: «Nunca más.»
MaravilIéme harto de oir á este ave zafia hablar tan llanamente,
aunque su pregunta tuviese bien poco sentido;
porque no podemos menos de confesar que nunca sér humano
ha sido hasta aquí favorecido con la visita de un ave sobre la puerta de su habitación,
ave ó fiera sobre el esculpido busto que está sobre la puerta de su habitación,
Con nombre como éste: «Nunca más.»
Procurado así el efecto del desenlace, riedad -tono éste que empieza en la estro-
inmediatamente dejé el tono fantástico, fa que sigue inmediatamente á la última
cambiándole por e! de la más profunda se- citada, con e! verso:
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Pero el cue r vo, descansando solitario sobre el plácido busto, habló. ' . . .
De aquí en adelante, el amante no bur- dos por la ocasi6n, vuelve á sentirse so-
la más , ni siquiera advierte nada extrava- brecogido por la repetici6n del «Nevermo-
gante en la conducta del cuervo. Habla de re.»- Entonces comprende el por qué
él como de «un feo, zafio, fantasmático, fla- del caso; pero se siente impelido, como he
co y maléfico pájaro de antaño» y siente explicado antes, por la humana sed de
que los <!:ojos fieramente» arden en «lo más atormentarse á sí mismo, y en parte por
hondo de su pecho.» Esta evoluci6n del superstici6n á dirigir al ave preguntas que,
pensamiento 6 de la imaginaci6n por par- mereced á la esperada respuesta «Nunca
te del amante, tiene el prop6sito de produ- más,» le traigan á él, amador, la mayor
cir una análoga en el lector: traer su men- voluptuosidad de sufrimiento. Con el ex-
te al marco apropiado para el desenlace, tremo de este auto-tormento , la narraci6n
que ahora se procura lo más rápidamente en que he encerrado esta primera fase lle-
posible. ga á su término natural, y no ha traspasa-
Con el desenlace, propiamente dicho do en nada los límites de la realidad.
-es decir, con larespuesta «Nunca más» Pero en los asuntos tratados de este mo-
del cuervo á la pregunta final del amante do, por mucha habilidad que se tenga 6
sobre si encontrará á su amada en otro por muy interesante que sea la combina-
mundo,- puede decirse que ha terminado ci6n de incidentes, hay siempre una cierta
el poema en su fase manifiesta de simple dureza y desnudez que repelen la mirada
narraci6n. Hasta aqui, todo está dentro artística. Dos cosas se requieren invaria-
de los límites de lo verosímil, de lo real. blemente: primera, cierto grado de com-
Un cuervo que ha aprendido de rutiria una plejidad, 6 mas propiamente de adaptaci6n;
sola palabra, «Nunca más,» escapado de y segunda, cierto grado de sugestividad,
la guarda de su dueño , llega á me1ia no- cierta corriente interna, todo lo indefinida
che, traído por la violencia de la tormenta, que se quiera, de sentido oculto. Esto úl-
á pedir entrada á una ventana, en la cual timo, especialmente, es lo que comunica á
aún se ve luz -la ventana de la habita- una obra de arte la mayor parte de esa ri-
ci6n del estudiante, que está ocupado, tan- queza que somos demasiado aficionados á
to en leer un libro, como en soñar con una confundir con el ideal. El exceso de sen-
amada muerta.- Abiertos los postigos tido oculto sugerido -es decir, el conver-
al ruido de las alas del ave , el ave misma tir en superficial la corriente interior del
entra y se posa en el lugar más convenien- tema,- es lo que convierte en prosa, y de
te, fuera del alcance del estudiante que, la más insípida, la llamada poesía de los
divertido por el incidente y la extrañeza trascendentalistas.
de la actitud del ave, le pregunta su nom- De acuerdo con estas opiniones, añadí
bre en broma, y sin esperar respuesta. El las dos estrofas finales del poema -y su
ave responde con su palabra acostumbra- sugestividad envolvi6 toda la narraci6n
da: "Nevermore,» -palabra que inmedia- que les precede. La corriente de sentido
tamente encuentra eco en el melanc6lico oculto, aparece por primera vez en estos
coraz6n del estudiante. que, dando salida versos:
en alta voz á ciertos pensamientos sugeri-
¡Aparta tu pico de mi corazón , y separa tu figura de mi puerta!
Respondió el Cuervo: «Nunca más .»
RIWIS'(',\ MOnER:'\' A DE MÉXICO. 139
Se observará que las palabras: «Aparta empieza á considerar al cuervo como em-
tu pico de mi corazón,» son la primera ex- blemático , pero la intención de hacerle em-
presión metafórica del poema. Juntas con blema del «Recuerdo doloroso é inacaba-
la respuesta «Nunca más,» disponen el áni- ble,» no se deja ver distintamente hasta el
mo á buscar un sentido moral en todo lo último verso de la última estrofa .
que se ha narrado previamente. El lector
y e l Cuer vo, sin moverse jamás, aú n está posado, aún está posado
sobre el pálido busto de Pallas, precisamente encima de la puerta de mi habitaci ón ;
y sus ojos tienen tod o el aspecto de lo~ d e un demonio que está soñando,
y la lám para, sob re é l, lanza su sombra al suel o;
y mi alma n o se saldrá de esa sombra que yace flotando sobre el suelo;
no se levanta rá . . . . nunca más.
LEOPULDU L UGUNES .
R~VIsrrA MODERNA DE MÉXICO. 143
LA NOVICIA
1I
III
IV
R A FA E L L ÓPEZ.
150 REVISTA MODERNA DE MEXICO.
EN LA AMÉRICA LATINA
PO R
por P . H. U.)
En los primeros año~ del siRIo XIX, la n-idos baj o la domillación de Españ<l; al
América latina, desde México hasta el Pla- pri1lcipio , época de indisciplina y de lucha;
ta, conquistó su independencia política, luego, de colonización; por fin, de quietud
una verdadera libertad cOlllercial, y cierta intelectual y moral. Es nuestra Edad Me-
autonomía illtelectual. Las corrielltes ac- dia.
tuales de la especulación en los países de Domina el dogma católico; ~e establece
tradicióll española, derivan, necesariamen- la Inquisición; una escolá~tica de decaden-
te , de ese primer hecho radical: la funda- _cia se impone en las universidades; la cu-
ción de la libertad política, la declaración riosidad i1ltelectual ~e gasta en obras de
más ó menos absoluta de los derechos hu- erudición ponderosa, en di~putas bizanti-
manos, la constitución de repúblicas en toda nas y comentarios de viejos textos estre-
la extensión del continente. chos y excesi vos.
La época anterior á esta transformación La filosofía domina1lte es la de DlIns
política, se señala por la dependencia en Escoto, más que la de Tomás de Aquino:'
t<;>dos los órdenes de la vida, representada 1 En México, según los datos que contiene el ex-
por la Inqui~ición. Son tres siglos transcll- tenso p e ro insustancial libro d e l Canónigo Val ver-
REVIS'1'A MODERNA DE MÉXICO. 151
es una sutileza ideo lógica, un ejercicio dia- Con la Revoluci6n, de 1808 á r824,
léctico en el vacío. La moral no es sino ulla con las doctrinas de libertad politica, con
consecuencia del dogma, cada vez más la autonomía constitucional, se hacen sen-
desprovisto de eficacia religiosa y moral. tir nuevas corrientes de influencia intelec-
Hay que agregar la influencia de Suárez, tual en la América, libre ya de la tutela
el teólogo español, represe ntante de una Española. La Enciclopedia, la filosofí a po-
escolástica toda vía poderosa, y á veces ori- litica de Roussea u,3 las ideas de religi6n
ginal. natural, teísmo político, derechos del hom-
Sin embargo, es ' curioso observar que bre -en suma, la acción intelectual de la
ninguna de las manifestaciones de la filo- R evoluci6n Francesa,- se propaga n en
sofía española libre del dogma (criticismo todos estos paises que se organizan , y que
de Luis Vives, platonismo, cartesianismo buscan reglas de política, después de un
de Gómez Pereira, escuela del derecho na- movimiento de libei·ar.i6n, que fué, como
tural , de Victoria), obra ' sobre el pensa- el de Fran cia, una reacci6n contra el po-
miento de las colonias espa ñol as, cuya li- der absoluto y la oligarquía deprimente.
bertad intelectual es mucho men or que la Aquí y allí, pero débilmente, penetra el
de España,2 S610 á fines del siglo XVIII pen!;amiento de los creadores de la inde-
se conocen y comentan en las publicacio- pendencia en la América anglo-sajona:
nes de la época, las doctrinas de Descartes Washington , Jefferson, la moral simplista
y de Newton: por ejemplo, en el «Mercu- de Franklin.
rio Peruano,» de Lima. Pueden señalarse En los años que siguen á la independen-
también, en los doctrinarios de la política cia, todo el pensamiento se orienta hacia la
española, particularmente en su actitud política, y las influencias francesas predo-
respecto de los indios , algunas novedades minan . Elliberalis1110 de Benjamín Cons ·
intelectuales, la aparici6n de algunas ideas tant y el doctrinarismo de Guizot, luchan
de derecho natural. Pero \lO hay en todo 6 se impon en en todas partes. En folletos
este mov imiento ni originalidad ni autono- y libros se comentan doctrinas que al mis-
mía. mo tiempo se trata de llevar á la práctica,
con tanteos á menudo estériles. En el or-
de Téllez, Apunta Giones !tistó1"icas sobre la filoso-
.lía en Mé%ióo, parecen h aber reinado juntos Es- den del pensamiento puro, la influencia de
coto y Santo Tomás. Se les enseñaba en un solo Cqusin y del eclecticismo comienza hacia
curso de la Universidad. Tamhién había cátedra 1850, Y se extiende, con la acci6n ejercida
de «Suárez .• Las tende ncias más originales pare-
cen haber sino, como dice Menénd ez y Pelayo de por los libros de S aisset , de Paul J anet y
Fray Alonso de la Veracruz , adepto de Fray Luis de J ules Simon, hasta fines del siglo.
de León, «neo-escolásticas, mod ifi cadas por in- Deben señalarse, sin embargo, algunas
fluenciasdel Renaci miento .» Ya en el siglo XVIII,
el P. Gamarra discutía ideas de Descartes y Locke, influencias inglesas, y la acci6n, muy res-
mostrando la influencia de ambos. En Santo Do- tringida, de los ide610gos franceses , de
mingo , principal centro de c ultura colonia l e n las
Cabanis y de Laromiguiere. En la escuela
Antillas, predominó el tomismo.
2 El platonismo no está ausente de las manifes- escocesa de Reíd y de Dugald Stewart, se
taciones lit ~rarias de América en los sig los XVI y forma un pensador eminente, hij o de Ve-
XVII, épocas en qne, como dice Menéndez y Pe-
layo, la estética platónica era la filosofía popular, ó
nezuela: Andrés Bello, que preside la vida
general, en Italia y España; pero indudablemente
era tendencia informe y poco precisa. Conviene 3 Un ejemplo de la influencia del Contrato so-
hacer notar el hecho de que Cervante!! de Salazar, cial se e ncuentra en el Licenciado Verdad , precur-
tenido por secuaz de Luis Vives , fué uno de los sor de la Independencia Mexicana, cuyo ce ntenar io
'undadores de la Universidad de México. acaba de celebrarse.
152
No hay sino una excepción que señalar: mente reinaba en todos los estudios cIen-
la acci6n, muy limitada hasta entonces, del tíficos.
comtismo. En el Brasil, Benjamín Cons- Hasta hace poco , el positivismo de
tant y su escuela, ejerciel'on influencia real, Spencer , más que otro alguno, imperaba
int~lectual y política; en Chile, Lagarrigue, todavía en las universidades y ejercía á
uno de los discípulos fieles del cOl11tisl11o menudo un v'e rdadero despotismo intelec-
integral -bien distinto del de Littré,- tual. Si su metafísica y su psicología no
explica y defiende su doctrina sin éxito po- son muy conocidas, no sucede lo mismo
sitivo; en México, la «Revista Positiva,» CQn su principio, un tanto abstracto y ge-
de Agustín Arag6n, que defiende las l11i·s- neral de evolucidn, el cual se aplica allí á
mas ideas, ha tenido una curiosa vitalidad. todo, ni con sus doctrinas morales y so-
Sin embargo, el positivismo, á fin de ciales. Un resumen de los Pn'nciPios de
cuentas, debía conquistar la América más . moral de Spencer, resumen por 10 demás
que ninguna otra doctrina filos6fica . Sería muy bien hecho, sirve como texto de es-
riesgoso querer determinar las causas de tudio en México, así ~011l0 la Ldgica de
esta influencia, tan poderosa en México, Stuart MilI, compendiada.7 La sociología
en el Brasil, en Chile. Hubo seguramente e~ bastante cultivada en los medios uní-
una reacci6n contra un modo de pensar versitarios de la América latina, desde el
algo verbal y difuso; hubo también con- doble punto de vista de los principios uni-
diciones de progreso material , que encon- versales y de las aplicaciones á la realidad
traron en el positivismo un lmarco para la social. Hay ya en este orden, algunos nom-
vida nueva; la aceptaci6n de esta filosofía bres dignos de citarse: Cornejo en el Pe-
se explica también, en algunos países, rú; Bulnes en México; Báez en el Para-
México y Chile por ejemplo, por caracte- guay; Letelier en Chile; Ramos Mejía en
rísticas nacionales de disciplina política, la República Argentina. Cornejo y Lete-
de visi6n concreta, de tenacidad y de vo- Iier se inclinan al positivismo , á la metafí-
luntad. sica de Spencer; Ramos Mejía, en sus
El positivismo simbolizaba también el libros La locura en la ¡listoria y Las ma·
culto de la ciencia, la supremacía de la ra- sas a1gentinas, ha aplicado principios bio-
z6n, el laicismo á ultranza, de que estaban 16gicos á los fen6menos sociales.
enamorados estos pueblos jóvenes. El ca- Como doctrina, el positivismo ha ejer-
mino había sido preparado , no s610 por el cido grande influencia sobre las ideas y la
disgusto de las filosofías oficiale's, sino direcci6n de la vida. Ha producido un ra-
también por el materialismo, que abierta- cionalismo algo estrecho, una metafísica
dogmática, y, en la acci6n, el culto de la
América ha n ejercido ]ovellanos, Balmes, Donoso riqueza, la supremacía de lo práctico, el
Cortés. Hoy mismo, la may o ría lee á Spencer, á egoísmo, á veces un amoralismo, al cual
R e nan , á Guyall, á Taine, á Nietzsche, en traduc- las doctrinas de Nietzsche, mal interpre-
ciones castella nas, y lo qu e, fu era de cie rtos círcu-
los, se conoce de Bergson, de BOlltroux, d e William tadas y de generalizaci6n fácil, han con-
J a mes, de ElI e n Key, se conoce por versiones edi- tribuido con su fuerza y su brillo.
tadas en España. Sin la divulgación realizada por
En el campo de la especulaci6n pura,
la enorme actividad de las nuevas casas editoras
de la península, el público hispano-americano es- 7 La L ógica de Mili ha sido reemplazada por el
t a ría mucho más atrasado: á pesar de las traduc- tratado del DI'. Porfirio Parra, quien se inspira en
ciones franc esas, Nietzsche seguiría siendo un fa- aquél y en Ba in. Los dos resúmen es citados por
moso autor nunca leíd o, como lo es, pongo por García Calderón, son obra del Lic. Ezeq ui el A. Chá-
caso, Oscar Wilde. vez.
154 REVISTA MODJW NA DE: MBXICO.
un pensador cubano, Enrique José Varo- Por una parte, las ideas francesas, que
na, ha ampli ado el positivismo de Spencer fueron el fer mento de la revolución de la
co n un idealismo de tendencias francesas. América espa ñola, ideas de libertad, de
Sus Conferencias sobre moral, so n prueba justi cia, de armonía, de derecho humano;
notable d e ell o: aislado esfuerzo de ada p- por la otra, la herenci a española de noble-
tació n del pensamiento evolucionista in- za, de quijotismo , de dignidad caballeres-
glés: hay que cita rl o en co ntras te á tanto ca: he ahí los dos influj os ele herenci a y
ensayo de imitación exces iva ó de dog ma- educación que, con el doble poder de su
tismo simplista. 8 uni ón, han d ado á las tendencias de la
Pero esta s uprem ;Icía del positivismo Améri ca latin a una fuerte base de idealis·
provoca lentam ente una reacción id ealis- mo en el derecho , en el pensamiento, en
ta ; y esta última co rrie nte tiende á predo- las act i tudes , en las costumbres, en la
minar ahora en la América latina. En vida.
cierto se ntid o, el nu evo movi miento no es En los últimos veinte años, las cOl'rien-
sino reflejo de la evolución fil osófica euro- tes idealistas han sido franc esas. La Amé-
pea, nueva imitació n de las tend encias que rica latina acepta todas las ideas extranje-
principian á imperar en Francia, en los ras, co n un a curi osidad ta l vez peligrosa.
Estad os U nid os , en Alemania. Pero hay Es un entusi as mo d e pu eblos nuevos, asi-
que co nsiderar que existe un verdadero mil ativos y brill antes , nacid os apenas á la
idealism o de raza y de c ultur ~ en la Amé- vida intelectuaL Pero la selección se rea-
rica latin a, y que, á pesar de algunas ex- liza, aunq ue lentamente. Y en esta selec-
cepcio nes y alguna s desvi acion es, toda filo- ció n, es el idealism o -so bre tod o el fr<t n-
sofia idealista tiene allí cierto porvenir. Es- cés- el que triunfa.
to explica la hegemo ní a fra ncesa en las idea s L a acción de F o uillée y de Guyau ha
de las R epúbli cas latino-ameri ca nas. 9 sido muy inten sa, principalmente la del
primero, en los estudios jurídicos y socia-
. 8 Seria om isió n es en este trabajo la d e Hostos,
el espírit u filosófi co más poderoso de América, si se les. Porque debe notarse que allí se bu sca
exceptúa á Bell o. H ostos no llegó á escrib ir su me- siempre la parte social de las doctrinas,
tafísica, co mo el maest ro ve nezo lano; pero sus di s-
como es natural en pueblos que se for-
cursos y tralados y otros escritos (p rincipalmente
los c nrsos de Moral sodal, Sodologia y De,'echo man . Guyau es siempre el fil ósofo de la
constitucional), per miten co nstruirla e n pa rte: es juventud: de su nob le influencia no po-
una co ncepción con fases de ideali s mo y di na mi s-
drían señalarse aún la extensión ni los
mo , de fin al ismo é ti co (co n éti ca inspirada e n Só-
crates, Marco An re lio y Kant ), apoyada por una limites. L as nuevas ge neraciones le leen
absol nta fe e n la ciencia y una franca aceptación y co menta n sin cesar; y un j oven pen sa-
d e los métodos pos iti vistas, lo que ha ind ucido á dor , brillante defensor del idea lismo y del
algu nos á clasificarl e en esa escue la. N ótese, s in
embargo, có mo su Sociología, escrita cuando sólo latillismo en nuestra América, José Enri-
se co nocían las de Comte y Spencer, se apa rta de- que R odó, del Uruguay, ha hecho gran-
cid id am~nte de ell as, y, entre otras novedad es,
des elogios de él en un libro p€queño,
proclama la ley del i deal ó de civil izac ión. Otro
a ntill a no em in ente, Esteba n Barre ro E cheverría, A riel, cuyo títul o es un símbolo de rena-
profesaba un hege li anis mo mezclado de teosofía . cimieuto y de idealismo generoso.
9 L a te nd e ncia hi spano-ame ri cana al Ideali smo
Tod as las fi g uras interesantes del pen-
(cosa no indiscutible), no explica la hegemonía
francesa; en tod o caso, explicaría una hege monía samiento contemporáneo en América, lle-
de Al e ma ni a, verdadera c readora de sistemas idea- van ciert o sell o de idealismo. En psicolo-
listas . Sólo forzand o los hechos p uede ca li ficars e
de franca mente id ea li sta el movimiento filosófico
gía, la doctrina de las ideas·fuerzas, la pri-
fr a ncés. macía de la voluntad, la originalidad de la
REVISTA MODERNA DE MÉXICO. 155
dos Unidos. La raza es 'también UIl obs- imitaciones y adaptaciones del pensamien-
táculo: retrógrada é ignorante, la mayoría to extranjero, ha dado prueba de curiosi-
de la población no podrá elevarse á las ci- dad intelectual y fuerza de asimilación.
mas del pensamiento puro. La educación, 2. Es la filosofía francesa la que, bajo
que aún no está desarrollada; la vida po- todas sus formas, ha ejercido mayor in-
lítica, á veces inestable; una religiosidad fluencia en esas Repúblicas, especialmente
inquisitorial, enemiga del libre examen; el pensamiento de Comte, de Fouillée, de
necesidades de vida y de crecimiento que Guyau.
dan á la riqueza, á su culto Y á su con- 3. Ni el kantismo, ni el hegelianismo,
quista, la primacía sOCre las meditaciones ni el pesimismo, entre las grandes escue-
filosóficas: he ahí factores que han de to- las del siglo, han suscitado imitadores. En
marse en ' cuenta para predecir el futuro. cambio, sí han tenido grande influencia el
La América latina se preocupa cada vez positivismo de Spencer, y, últimamente,
más de los problemas de las ciencias y de las ideas de Nietzsche.
la filosofía; se encamina hacia el idealis- 4. Las ideas filosóficas que se han im-
mo. Estos son los hechos, cuya significa- puesto en la América latina, han tenido
ción futura sería imposible adivinar. generalmente un, lado social predominan-
Ensayemos resumir las ideas generales te; constituyen una especie de pragmatis-
contenidas en este estudio: 1110 ú orden de pensamiento adecuado á
la vida.
1. En su primer siglo de vida polítíca S. La tendencia al idealismo distingue
independiente, la América latina no ha á la llueva especulación; la filosofía de
creado una filosofía original; pero en sus Bergson y de Boutroux, dominan.
REVISTA MODERNA DE MltXICO. 157
ALMA PAGANA
Joven alma que un día, con la fruición pagana,
en la grave calma rusticana
cantaste amor y juventud;
y dispersaste en dáctilos vírgenes sentimientos
y en las raudas alas de los vientos
diste la nota de salud.
MAI<'GINi\LIA
EL EXOTISMO
canto de rareza que descubren en el Ta- fútiles como la momentánea boga poética
rass Boulba del ruso Gogol ó en I~ Rzt- de las seudo-clásicas trivialidades siglo
bayata del persa Omar Khayam. Desde XVIII, pulverizadas la víspera por los
luego , semejante punto de vista -«punto rom á nticos.
de vista pintoresco ,» podría ti[Ulársele, Pero si es cierto que el punto de vista
que prefiere en la Iliada la descripción de más alto es el que nos descubre la signi-
las armas de Aquiles á la despedida de fica ció n espiritual y profunda del arte, ta m-
Andrómaca, en la Odisea los primeros bién lo es que el gusto de lo pintoresco y
graciosos lllovinlientos de Náusica al en- lo característico, al dirigir sus preferencias
cuentro de Ulises con Telé ll1aco, el punto hacia las descripciones y las imágenes (por
de vista, en suma, que representa, si con ejemplo, á las recientemente popularizada~
la distinción de un person aje platónico, el expresiones de los poemas homéricos , los
Ernesto de Oscar Wilde en el diálogo clichés distintivos de cada personaje) ha
sobre L a crítica JI el arte, - impl ica una d ado nueva vida total á las antíguas obras,
falsa co ncepción estética, cuya infl uencia dem os tra nd o que pueden su bsistir íntegras
sólo puede darnos desnatur alizaciones de tanto por su interés humano como por to-
las épocas clásicas , como la criso-e lefanti- dos s us mil detalles accesorios, co ntra el
na Alejandría de Pien-e Louys y la gro- pensar de 1')5 que , como Guyau, temían
tesca Roma neroniana de Sienkiewicz (co n- que el tiempo las redujera á unos cuantos
tra las cuales h a brá que erigir sie mpre la pasajes de unive rsal é inagotable sugestión.
severa Alejandría de Kingsley y la selecta
R o ma imperial de W a lter Pater), y modas PEDRO HENRfQUEZ UREÑA.
REVISTA MODEHNA DE MÉXICO. 161
MARCELINO [)AVALOS
ASI PASAN ..... .
ESCENA ÚLTIMA
VICTORIA Y MÁXIMO
a marill a invadi6 mi faz. Luego , el negro invie rno! ¡prim ave ra de la lIi ev ," . .. . fl o-
de mis cabellos y el rosa de mis mejillas , rece. . . . fl orece . . . . fl orec/.: . . . .
quedaron dentro , ¿d6nde? ¡quié n lo sabe! (A l unirse en amoroso abrazo, el háli-
tal vez se fueron á refu g ia r al coraz6n , y to de lo trágico pasa una vez tan ·solo. por
por eso que mi coraz6n es j o ven . .... . . el vetusto y prostituido escenario . . .. )
¡Máximo! ¡oh amor blan co! ¡Juventud del (TE LÓ N) .
M ARCE Ll NO D ÁV ALOS .
164 RI~VISTA MODERNA DE l\II ÉXICO.
,
EL MELANCOLICO BESO
Una, Una,
la luna; la luna;
dos, dos ,
el sol: el sol ....
tres,
¡Qué lejana, divina fortuna
San Andrés ... .
la del niño que duerme en la cuna!
***
¡Qué adorable la vida del niño,
que toda es cariño! Una,
la luna . . . .
La viejecita abuela
y la vida pasa .... y se añora eso!
por él se desvela .. .. ¡Madre , dame tu be!'!o!
MANUEL DE LA PARRA.
({RVIS'L'A MODF,RNA DI<; MEXICO. 165
CONFESIÓN DE POESÍA
Hasta aquí mostré -ante aquella poe- la luz de sus palabras, la luz del ritmo so-
sía ideal primeramente contemplada- có- bre la idea .
mo se solía engendrar humanamente la Por eso dije que las palabras, para ser
poesía por estados tan complejos é imper- vivas , habían de venir ritmadas ya de sí , es
fectos. Ahora diré del último resultado de decir, viviendo el ritmo universal en la emo-
todo ello: de la expresión poética que , pro- ción del poeta ante la forma rev·eladora .
piamente, es por sí sola la poesía. Pero así como hemos visto cuán enturbia-
No es verdadera aquí la distinción en- da era esta emoción en la realidad humana,
tre fondo y forma: poesía no es más que miremos ahora también en qué para hu-
la forma, el verso: la poesía no está en lo manamente aquella ideal sinceridad de la
que se dice, sino en cómo se dice: en ella expresión; y habremos de reconocer que
no precede la idea á la palabra, sino que en nuestra poética real el verso es gene-
ésta se trae la idea: el concepto viene por ralmente una mera imitación, y toda nues-
el ritmo: este es el signo y el misterio de tra métrica una tradición que va evolucio-
la poesía, y así está en ella la revelación nando muy lentamente. Nuestra inspira-
del sér por la forma , la belleza. ción trabaja en viejos moldes remendados,
Muchos han hablado del infierno, y lo y las palabras ardientes en fusión de poe-
han explicado fuera de poesía: sólo el Dan-
•
sía se derraman por los cauces seculares
te puso en su entrada aquellas palabras: que encuentran abiertos á su paso. Lleva-
Lasciate ogni speranzavoi che en tra te. mos impresa en nuestro sentido una anti-
La idea de eternidad que ellas contienen, gua tonada, y toda canción se nos pone al
todos la sabíamos: el Dante no nos dijo compás de ella: somos como niños de la
con ello nada nuevo: el poeta no suele de- escuela que se contagian la cantilena en
cir nada nuevo; pero hace que brille á la lección.
nuestros ojos la luz de la forma en cuanto Para rebelarnos resueltamente contra
dice: y esto es lo nuevo, y siempre nuevo, ella y romper de una vez los moldes tra·
166 REVISTA MODEH.NA DE MÉXICO.
elicionales , ema ncipá nd o nos de ese instinto nu es tr o sentido; y , villiendo e n los metros
de imita ci6n por a mor de una absoluta sin- tradicionales, acojámonos á ellos-ya que
cerid ad poética, proclamando en su ll o m- tal a parici6n es una señal que sólo una va-
bre la anarquía mé tri ca y la ill1[>rovisaci6n lla soberbia podría desdeñar;- pase y re-
personal del ritm o e ll cada mo mento d e la pase el vaivén de la inspiraci6n por aquel
inspiraci ó n; 6 '[>ara someternos, al contra- metro, de modo que dentro de su molde
rio, estric ta y deliberadamente á los ritmos quede cuanto pueda quedar sin detrimen-
tr,ldicionales, forzando á ellos toda pala- to de vida .... pero n<lda más que esto.
bra, por libre que en la inspiraci6n no::: Porque si la palabra fuerte rom[>e el mol-
<lparezca, sería menefter determinar si I<lS d e, mejor ella lo rompa que nosotros la
v<lriadas form<ls de la métri ca usu al so n palabra -así es justamente como se renue-
una mera rutilla, un a convenci6n, una ley van los moldes con el tiempo; si la fra-
extertl<l que por debilidad 6 pereza d eja- se víva salta en su viveza por encima del
mos imponer al ritm o interno de la pala- canal secular, salte antes que perezca su
bra viva; 6 bien si aq uellas formas trad i- gracia;- así empiezan á abrirse los surcos
cionales SO I1 ya en sí inspiraciones co mu- del porvenir. Y que nunca la c1ásic<l ca-
nes del ritmo natural en el sentido poético dencia arrastre consigo huecas ~ollorida·
del hombre y, po r tanto, como leyes inter- des, ni el molde se rell e ne con palabras
nas del canto poético evo lu cionand o en el muertas c uando l<ls vivas no b<lst,ln á cum-
tiempo y según el ge nio de cada len gua . plirlo, d ejando el verso incorrecto, Porque,
Porqu e tanto peligTaría el divino fin ele ciertamente, vale más un verso correcto
la poesía al abandonarse el poeta á las su- que otro incorrecto; pero incomp<lrable-
gestiones de una métri ca artificial, en la mente más va'le una illcorrecci6n viva que
que la expresi6n fuer<l to rturada y muerta ulla correcci6n muerta. Basta con que so-
al entrarla por fuerza, como dejando caer bre la~ incorrecciones de la palabra viva.
al azar, en luz difus<l por el a ire informe, única poética, reine , abrigándola indulgen-
las palabras candentes para sustraerlas al te y sonriente con su 'manto de pliegues
rigor de un metro secular, cUy<l natural hieráticos, pero ancho,; y flotantes , la ma-
virtud misterios<l fu era tal vez así frustrada. jestad misteriosa del ritmo clásicú que vi-
Mientras esto 11 0 pueda determinarse, el no con 1<1 inspiraci6n, en el que tal vez re-
poeta debe proceder simplemente como suena el natural en una de sus formas ma-
ho mbre que va á tientas hacia la luz. Sea, dres , y p or el que siempre el eco de grandes
1.1l1es , de hombre su sinceridad; y en el voces lejanas nos infundirá respeto y mo-
mOlllento de su inspiración verbal, tellga dera ción, librándonos de toda destructora
a nte todo , presellte, que nada que pueda de- soberbia.
cir naturalme nte en prosa debe decirlo en Porque ya veis de cuánta humildad ne-
ve rso. El verso es un estado térmi co del cesitamos. Vinienelo de tan no ble origen
lengu aj e: y mientras ese estado no se pro- CO IllO nos hemos reco nocido, h<lbiendo as-
du ce en el alllla del poeta, e!; fea cosa, pirado á mantenerlo con tal pureza en
y vana, remedarlo de labios afuera: que Iluestro arte y á hacer de él un recto ca-
agitar el agua fría para darle aspecto hir- mino de Dios, hemos debido, sin embar-
viente, sirve s6 10 para enturbiarla; cuando go, confesar á cada paso la impureza en
hierve en realidad , muévese de sí misma, que la poesía humana se va generando, y
y canta: asimismo las p,dabras en el verso. los rodeos que tal camino Ilecesita, hasta
Digám oslas, pues, según ellas vengan á llegar últimamente á someternos en cierto
REVIS1'A MODERNA DE MÉXlCO . 167
tiples hojas estampadas, que las cierra:~ vénlosla de vanidad al menos, poniendo
para siempre á toda penetraci6n y enalte- ante nuestros ojos esa verdad innegable:
cimiento? ¡Ah! ¡es que así aquello es nues- que la po~sia an6nima, la colectiva, la po-
tro; nuestro y de nadie más! ¡Oh! ¡miste- pular, es la que más se acerca á lo que
rio de la vida individual! Pues bien, sí, poesía ha de ser: el resonar del ritmo crea-
respondamos ásu instinto, que algo divi- dor á través de la tierra en la palabra hu-
no debe contener cuando tan fuertemente mana. Un camino de Dios, entre tantos ....
nos solicita. Demos también nuestra poe-
sía personal, propia, exclusiva . . Pero sal- JUAN MARAGALL.
REVISTA MOD~RNA DE MEXlCO. 169
LEJANA PRIMAVERA
J. RAMÍREZ CABAÑAS.
VERSOS
Yo quisiera escribir algo que el fondo
De mi alma entristecida descubriera,
Para que el hombre, mi enemigo, viera
De mi horrible dolor lo negro y hondo.
GABRIEL L'APORTA.
176 REVISTA MODERNA DE MÉXICO.
1, .
MATINAL
A Evaristo Araiza.
.... .. Después de comer, muy frugal- bano Castillejos, del vejete regañón que á
mente, en mi escudilla, el puchero y las ambos nos tenía , toda la semana. dale que
judías, manjares deleitosos para mi ape- le das , sobre los papeles, requiriendo la
tito juvenil, cepilléme las calzas y el sayo, péñola y vaciando, en nuestras fanfarro-
cuya negrura iba tomando el pardo ma- nas caligrafías , el tintero de loza blan ca
tiz de! paño de Segovia cuando enve- y azul.
jece; echéme á los hombros la capa que -¿Á dónde vas tan desalado y presun-
bordaban remiend os y costurones mal en- tuosillo?- me preguntó mi amigo, vién-
cubiertos, me calé e! chambergo alicaído dome al soslayo con risueña socarronería.
y desencintado, y, atusándome el recién -Al corral de la Cruz -le respondí,
salido bozo, con esperanzas de mostacho, - donde la compañía de Roque de Fi-
salí de mi buhardilla, no sin procurar con- gueroa, represe ntará esta tarde la famosa
tener los ímpetus de mi inquieto regocijo. comedia de don Pedro Calderón de la Bar-
Era el domingo 6 de N oviembre del año ca, «El Alcalde de Zalamea.» Van á salir
de gracia de mil y seiscientos y treinta y al tablado, por primera vez en Madrid,
seis, y décimoquinto del reinado de nues- nuevos farsantes, contratados y recogidos
tro buen rey don Felipe IV, que Dios de una farándula que vino de Valencia.
guarde. Tiempo hacía que las camparias ¿No vas tú?
del templo de San Sebastián habían con- -No -me contestó.- Iré más tarde
vidado con su grave tañido á las oracio- al Corral del Príncipe, donde tengo sepa-
nes del mediodía. Debería de ser poed rado un asieúto de barandilla, bajo el ajo-o
más de la una de la tarde. Pensando en sen/o del Duque de Lerma. Pláceme, al le-
esto, apresuré el paso. vantar la cara, figurarme por entre las ce-
En el portal de la casa, di de manos á losías, las escenas de amor, más ardientes
boca con un alegre compañero mío, de que las que se vitorean en- el tablado, y
oficina , un amanuense como yo, del escri- qúe el noble magnate sostiene con la co-
I:WV lSTA l\'IODERNA DE MÉXICO. 179
***
dado el encargo de componer una comedia
fantástica , en la que pudieran estrenarse
Me despedí de mi camarada y seguí mi las tramoyas , maquinarias y apariencias
camino. Al dar vuelta por la esquina de que un tal Co:;me Loti , un italiano de gran
las calles de Sai1ta María y León, me san- inventiva , había construido para el mara-
tigüé frente al retablo de la Virgen de la villoso teatro del Buen Retiro.
Novena, patrona de la gente de teatro,
gracias al milagro portentoso con que mos-
***
tró su misericordia á la histriona Catalina
Flores, á quien volvió los movimientos del
cuerpo tullido y como agarrotado. Pasé ¡Ah! ¡El Buen Retiro .... ! qué diferen -
por mi sitio favorito: el Mentidero de los cia debía de haber entre ese encantador
comediantes. Nadie había en aquella hora. portento y éste en que ahora me hallaba
La oscura taberna, en la que solía echar· yo, semi-arreglado por el tacaño Alberto
me el azumbre de vino, en compañía de Ganasa , otró italiano pobretón. Levanté
bolulúes y iíaques. de la legua, estaba los ojos para perseguir la soñada visión
desierta. Me dirigí, á rápido paso, ya de- del Buen Retiro. Por el blanco toldo de
cidido á no detenerme en ninguna parte, tela burda que cubría el corral, se tamiza-
hacia el corral de la Cruz. Llegué. Comen- ba, en reflejos de oro, la luz del sol.
z;.¡ba á entrar la mosquetería por la amplia ¡Don Pedro Calderón de la Barca! De
puerta, y por la otra, por la de lajáula, es- boca en boca corría la narración maliciosa
curríase el alborotador mujerío. Antes de de sus lances de amor y fortuna . Se ha-
instalarme en el banco, que, por derecho, blaba de ciertos juveniles devaneos, de
había heredado de mi padre, antiguo y cé- ciertas aventuras de soldado, y aun de
lebre mosquetero, que daba y quitaba fa- ciertas cuchilladas, que se levantaron en
masá poetas y farsantes , compré al conocido una pendencia, cerca de las Trinitarias,
vendedor Francisco Briseño, avellanas y iglesia en la cual tuvo que refugiarse el
turrones , en la pequeña cantidad que me adversario del poeta, para librarse de las
permitían mis salarios. Por el pringoso ciegas acometidas de éste. Pero ya, según
empedrado del patio oí sonar las gastada:; parecía , aquellos ímpetus y bravuras se
suelas de mis zapatos. Al pie del tablado desvanecían y deshacían en piedad cristia-
estaba mi banco, en el cual me senté con na. Se aseguraba que don Pedro Calde-
aire de orgullo satisfecho. Me parecía que rón se disponía á tomar iglesia. Como mi
180 REVISTA MODERNA DE MEXICO.
padre me había contado de Lope de Vega, imaginación como una mosca en una te-
-el monstruo de la Naturaleza, cuyas co- laraña. Acostumbrado me tenía á buscar
medias repletaban el hato, lo mismo el de misterios, sin esclarecerlos, el agrio y pun-
las seis compañías reales, que el de los zante don Luis de Góngora y Argote, que
cambaltos, garnachas y mojigangas que la paz de Dios haya, y del cual me sabía
recorrían por un puñado de maravedíes, de memorias, sonoras tiradas del Polífe-
las·. fiestas de las aldeas. Pero este Calde- mo y las Soledades. Y como yo -no ha-
rón levantaba en mI ánimo, más que los bia más que verlo,- todos los concurren-
otros, un sentimiento hondo, aunque inde- tes á los corrales, se complacían en escu-
finible, de fuerza vanidosa. Toda comedia char las enredadas. metáforas y los pere-
suya me reconfortaba y enorgullecía. Era grinos vocablos con que, en las comedias
como un baño de vigor para mi e~píritu. de capa y espada, requebraban los gala-
Sentía yo con ellas una conciencia más fir- nes á las tapadas, en tanto que, al otro
me y segura de mi sér español. Y muchas extremo del tablado, esperaba su turno el
de tales comedias , halagaban mi devoción bobo, para decir á la dueña sus maliciosas
como católico, mi obediencia como súbdi- gracias y sus cómicas galanterías. De ve-
to, y mis ideas de moralidad caballeresca ras que no había más ' que verlo. Y mi-
y puntillosa. Y como estos pensamientos rándolo, volví á la realidad, de vuelta de
iban envueltos, como en linos siderales, mis intempestivos fantaseos. La mosque-
en luminosas y matizadas retóricas, en teria estaba ya hirviente. Los estudiantes,
aéreos encajes de sutileza y gallardía , en criados, menestrales, rufianes, vagabundos,
misteriosas alusiones de mitología é histo- truhanería y gente menuda, que la llena-
ria clásica, en citas de recóndita erudlción, ban, eran, en su mayor parte, mis conoci-
en pompas y ornatos platerescos, todo lo dos. Desde mi asiento columbraba, junto
cual era intrincado laberinto de la fanta- á las gradas y barandillas, las negras va-
sía, á la vez que caricia y regalo de la ras de dos alguaciles.
oreja, mi admiración y mi véneración cre-
cían de punto cada vez que mis cavilacio-
nes nle llevaban á profundizar los méritos
y virtudes de este ingenio, en cuya poesía
* **
anidaban los ideales de un pueblo, de una Habían sonado ya las dos de la tarde,
raza. y de una época. Y á mí, pobre y hu- cuando el guit':lrrista se encaramó al tabla-
milde mozo, que nO" 'había podido pasar do, y tras de acordar su instrumento, ras-
por las aulas de la Universidad, ni estu- gueó, desenfadadamente, una airosa tona-
diar el latín y el griego, aquellos concep- dilla; y después de este introito, dió princi-
tos de don Pedro Calderón me remonta- pio la representación. Del fondo de la esce-
ban á las regiones altísimas de la Teolo- na, abriéndose paso por las cortinas despin-
gía. Yo sospechaba, entreveía abismos de tadas, á trechos, y podridas, y que debían
pensamiento, por bajo el tejido espeso de despertar en los espectadores la ilusión de
los alambicamientos y los ornatos sutiles un campo de Zalamea, salieron los come-
de la versificación, como si mirase, de im- diantes. Bajo sus disfraces, barbas y afeites,
'p roviso, un barranco medio escondido los fuí conociendo, conforme se presenta-
p'ó'r 'los yerbajes de lél- maleza. Pero se- ban. Rebolledo, era Gabriel Cintor, un bien
nieja'ntes reconditeces literarias eran de famado gracioso,' Chispa, la Bárbara Coro-
ÜJJo:\1lJi güstói'"y eln!UaS' se enredaba mi nel, cuyo rostro picaresco era un panal de
REVISTA MODERNA DE M~~ X[ C O. 181
TEATRO ARBEU.
ENRIQUE BORRÁS,
notable -actor español, en "Tierra Baja."
!{KVIl-iTA MÜnERN A DE M ~~XH O.
,
A ROSA MARIA
Por la exaltación sorda y potente del y la primera reformada que tiende una
pensamiento popular, Jua na se convierte mano , en el pasado, á San Francisco de
lentamente en la s<\nta y la patrona qe Asís , y la otra, en el porvenir, á Lutero.
Francia. Una dulce religión nos haée co- y p or encima de todo fué simple; tan
mulgar con ella, y la historia de sus mila- cerca estuvo siempre de la naturaleza, que
gros y de su pasión es un evangelio en el sus adoradores sonríen á esta flor de los
que todos creemos. Sus virtudes están so- campos, á ese fresco tallo salvaje y perfu-
bre nosotros. mado; de suerte que constituye aun las
Es el ejemplo, el con.5uelo y la esperan- delicias de los que en su filosofía se con-
za. Divididos como estamos en opiniones forman con las aparien cias y temen que to-
y creencias, nos reconciliamos en ella, que do sea una ilusi ó n.
nos reune bajo aq uel estandarte con el cual La lealtad con que sirvió á su rey, va
condujo á la victoria al mismo tiempo á recta al corazón de aquéllos, bien raros
los señores y á los artesanos, y de este mo- ya, que guardan el luto de la antigua mo-
do la buena criatura acaba de cumplir su narquía . Vivió, se armó, murió por Fran-
misión. Es el Arca de la Alianza; todo en cia, y por esto es amada de todos, sin dis-
ella significa unión y fr<\ternidad. tinción. Siendo de humilde nacimiento y
El candor de su fe cristiana interesa á pobre, realizó lo que no habían podido ha-
los que han permanecido católicos since- cer los ricos y los grandes; amó á los hu-
ros , en tanto que su ind epe ndencia ante mildes como herman os en la gloria y en
los teó logos la recomienda á los espíritus la victoria, y por eso nos es dulce y sagra-
que profesan el libre examen de las E sc ri· da. Nuestra democracia moderna tiene que
turas. Porque apenas si es exagerado afir- venerar la: memoria de aquella que dijo:
mar que ella es á la vez la última mística <He sido enviada para el consuelo de los
){,¡';V IRTA MODRR.NA DE M RXICO. 187
pobres y de los indigentes.» Dicens quod las divinidades grandes 6 pequeñas. tenía
erat misa pro consolatz"one pauperum et varios nombres, porque inspiraba mu chos
indigentium. pensamientos.: Se elevaba junto á una fuen-
y no es todo aún. Poseía bellos con- te llamada la fuente de los~ Groselleros , y
trastes que la vuelven amable; fué gue- en la cual se bilñaban antiguamente las
ITera y dulce; iluminada y cuerda; hija del hada s; y una virtud habían dejado en sus
J..lUeblo y buen caballero. En el cuento de linfas; los que las bebían eran curados de
nadas de su histo"ria, la pastora se trans- la fiebre . Por eso también se le llamaba
forma en un hermoso San Miguel. Como la buena fuente de las Hadéts de N uéstro
Jesús y San Francisco de Asís, sus patro- Señor; vocablo dulce é ingenioso que po-
nos, hace descender el cielo á la tierra y nía bajo la protecci6n de Jesús á las per-
trae al mundo el sueño de la inocencia su- sonillas sobrena~lIles perseguidas tan ru-
perior al mal y de la justicia triunfante. damente por sus ap6stoles, sin poder arro-
Es la preferida de los creyentes y de los jarlas de 5US bosques y de sus fuentes na-
sencillos, de los artistas ~namorados de tales. No lejos de la fuente y del árbol,
símbolos, y de los delicados, que persi- oculta por un avellano, cantaba una man-
guen la forma acabada y perfecta. drágora. Todas las magias rústicas estaban
Yo quisiera, para escribir el drama, 6 reunidas en ese rinc6n de tierra, y allí re-
mejor el Misterio de Juana de Arco , gran- nacía sin cesar un inocente paganismo con
de candor é. ingenuidad, un arte religioso las hojas y las flores.
y místico; un fino pincel, templado en el Cada año, el domingo de Laetare, 6 do-
oro y el ultramar de los antiguos ilumi- mingo de las fuentes , que es el de la terce-
nadores.Pondría en el asunto , un poco ra semana de la cuaresma , las muchachas
frágil á fuerza de pureza, todas las rique- y los mozos del lugar iban en, tropel á co-
zas de un tesoro de iglesia; el perfume del mer pan y nueces bajo el árbol de las hadas
hisopo y el canto de las arpas celestes; y bebía n en la fuente de los Groselleros, cu-
santas que fuesen madonas y ángeles que ya agua s610 era buena para los enfermos,
tocasen el laúd al gusto del siglo XV, cuyo porque las hadas tienen más de un secre-
arte hace pensar en una foresta de rosas to. La madri na de Juana. así llamada, y
todas en bot6n. En fin, ¿qué no soñaría? mujer de Aubery, el alcalde, había visto
Hubiera querido, sobre todo, ver á Juana con sus propios ojos á aquellas damas mis-
bajo el árbol de las hadas, que sería una teriosas y lo decía á todas, á pesar de que
haya; he pensado en ello con frecuencia; era una mujer buena y prudente, no adi-
una haya maravillosa que extendiese una vinadora n.i hechicera.
bella y gran sombra. Se le llamaba el ár- Una de las hadas tenía un amigo, el se-
bol de las Hadas 6 el árbol de las Damas, ñor de Bourlemont, á quien daba citas noc-
porque las hadas fueron damas tanto co- turnas , p0rque:las hadas son '_ mujeres y
mo santas.. pero damas voluptuosamente tienen debilidades. Se hizo una novela de
adornadas, y no llevando, como Santa Ca- los amores de la hada y el caballero, y
tarina, una pesada corona de oro; preferían otra madrina de Juana, cuyo marido era
sombreros de flores. Ahora bien , la haya clérigo de Neufchateau, oy6 la lectura de
era muy antigua, l1luy bella y muy vene- esta maravillosa narraci6n que, sin duda,
rable; se le ll'll11aba también el árbol de la se asemeja á la bien conocida historia de
morada de las Damas. el árbol encarmi- Melusina. Las hadas tenían su día de au-
nado, el árbol-hada de Bo urlemont. Como diencia y destinaban el jueves para los que
188 REVISTA MODEHNA DE jIÉXlCO .
, ,
JOSE JOAQUIN GAlVIBOA
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS
EL MEMORIAL, por Álvaro Armando Yo no tengo una ofrenda digna para su templo,
Vassuer. (Américo Llanos).-Librería de Pues quisiera una cosa sin igual , por ejemplo :
Una caja'de cedro forrad a en cachemira.
Pueyo, Mesonero'Romanos, núm . IO.-Ma-
drid.-Más de treinta prosas rítmicas, ju- Ornada sabiamente con adelfas y rosas ,
gosas, pulidas, bien creadas, componen este Conteniendo, de Orfeo la legendaria Lira,
bello volumen de arte. Nobilísimo escep- Ó una estrella nocturna de las más luminosas ... .
ticismo clásico agiganta los sentires y pensa- Buena acogida merece «El Memorial,'" y
res de Vassuer, escritor fecundo y fuerte, que vivos deseos animrán la espera de la trage-
lleva publicadas, entre otras obras, A flor dia: La nieta de Lot, que Vassuer tiene en
de alma, rimas sentimentales; Musa votiva, prensa act ualmente.
versos; La obra de M. de Unamuno y el EL ANILLO DE POLlCRATES . por Eugenio
pensamiento ibero, conferencia; A la com- de Castro, de la Academia Real de Cien-
postura del «Yo,» novela; Cantos augura- cias.-Versiónespañola deSamu'el López G.
leS, poemas futuristas, etc. , etc.-En la por- -Bogotá.-MCMVlII.-Autorización del
tada de «El Memorial,» se lee el soneto si- autor: Coimbr a (;. Arco de Biopo), B, XII.
guiente. ,de Maria Eugenia Vaz Ferreira: I907.-Sr. Dr. Samuel López G. -Santa
Fe de Bogotá . .. . .. . Con gusto autorizo
AL POETA AUGURAL
á usted para traducir en castellano mi poe-
ma «El Anillo de Polícrates» , ...... De
Hoy celebra sus bodas con la gloria, el poeta, usted muy reconocido, Eugenio de Castro.
Hijo de un numen griego y una musa cristiana, -Sabe 'á excelsitudes del pasado, este poe-
Nacido entre las cumbres sidereas del planeta,
Cuna del Superhombre, genial y sobrehumana .. ..
ma dramático, nutrído de arte y de belleza;
habla sabiamente, deliciosamente, resucita-
Sutil y tempestuoso, la belleza interpreta,
do, Anacreonte de Teos. Los cuatro actos
En su pensar más a lto como en su esencia arcana,
y con el sortilegio d e una ciencia secreta
adunan á una armonía noble, la viva emo-
Une al color supremo la forma soberana. ción que exhala el espíritu, por excelencia
192 REVIR'T'A MODERNA DE MÉXICO.
UNA CARTA
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ALTAR MAYOR DE LA IGLESIA DE LA ENSEÑANZA
(Fot. de Guillermo Peñafiel).