Ensayo Final Didactica

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

POSGRADO EN DERECHO CONSTITUCIONAL

DIDÁCTICA Y METODOLOGÍA DE LA
ENSEÑANZA SUPERIOR I

ENSAYO: EL DERECHO Y LA EDUCACIÓN EN MÉXICO

PROFESORA: Mtra. Marisa Dayadira Díaz Infante Méndez

ALUMNA: Griselda Méndez Espíndola

GRUPO: M007

26 de noviembre de 2019
EL DERECHO Y LA EDUCACIÓN EN MÉXICO

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN………………………………………………………………………….…….. 3

CAPÍTULO 1
LA EDUCACIÓN COMO ELEMENTO PARA EL DESARROLLO……………………….… 4

CAPÍTULO 2
MÉXICO Y LA EDUCACIÓN……………………………………………………………………. 7

CAPÍTULO 3
LA ENSEÑANZA DEL DERECHO……………………………………………………….……. 9

CONCLUSIÓN……………………………………...……………………………………….…… 13

BIBLIOGRAFÍA……………………………………………………………………………….…. 14

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EL DERECHO Y LA EDUCACIÓN EN MÉXICO

Introducción

En los últimos tiempos se han llevado o producido cambios muy significativos tanto
en las sociedades más desarrolladas como en los países emergentes o en vías de
desarrollo; pero ¿Hacia dónde va la educación en el Siglo XXI a más de una década
de iniciado?

Es una pregunta que debemos plantearnos, considerando las vicisitudes por las que
pasa, no sólo nuestro país, sino todo el mundo. Y todo tiene que partir de qué tipo
de sociedad queremos, ¿una sociedad caracterizada por el individualismo? ¿Una
sociedad del consumo, con una educación tradicional, una educación a base de
competencias? ¿Necesitamos una educación memorística o una educación que nos
permita aprender, comprender y entender no sólo lo que nos transmiten de
conocimientos, sino también la realidad en la que nos encontramos y qué debemos
de hacer para poder transformarla?

Hoy, la construcción de la identidad, a partir de la educación debe suponer una


responsabilidad reflexiva, para comprender la educación, creo yo, como elaboración
de sentido personal en la cultura. La educación en México es un derecho
fundamental consagrado por la Constitución Política de las Estados Unidos
Mexicanos, que en su artículo 3° señala que está debe de ser impartida por el
Estado de forma gratuita, laica y obligatoria para todos los habitantes del país.

La calidad de la educación, sigue siendo el principal problema que enfrenta el


sistema educativo en México; a pesar de que en la última década se ha ampliado la
cobertura educativa, propiciando con ello, que aumente la población infantil en las
escuelas, sigue existiendo un largo camino por recorrer, para que los resultados no
sólo se vean de cuantos ingresan a la primaria y cuantos egresen de la misma, sino
que se vea cuantos ingresan a la primaria y cuantos egresan del nivel superior.

Y por otro lado hacia ¿dónde va la enseñanza superior, en específico la del


derecho? a partir de los planteamientos sobre lo que debe ser u orientarse la
educación básica, como la base de todo el sistema educativo. ¿Qué método seguir,
hacia donde enfocarlo?, para obtener mejor resultados en los egresados en este
nivel.

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Capítulo 1. La Educación como elemento para el desarrollo

Kant decía que “el poder, la riqueza, el honor, incluso la salud y la satisfacción y
alegría con la propia situación personal, que se resumen en el término, dan valor, y
tras él a veces arrogancia.” (Immanuel Kant. pág. 1). Pero, que si bien vemos la
existencia de una segmentación de la razón y la diversidad no solo del trabajo sino
de la educación en especialidades cada vez más numerosas, la ciencia más o
menos objetiva y la tecnología resultaron en una razón instrumental que, al ser
usada por el poder, era tan eficaz como altamente peligrosa.

Durkheim (2009) define la educación como “la acción ejercida por las generaciones
adultas sobre las que todavía no están maduras para la vida social. Tiene por objeto
suscitar y desarrollar en el individuo cierto número de estados físicos, intelectuales
y morales, que exigen de él la sociedad política en su conjunto y el medio especial
al que está particularmente destinado.

Reconoce que la educación es diferente en cada una de las clases sociales que
conforman una determinada sociedad, lo cual a pesar de poder ser calificado como
moralmente injustificable, es una realidad derivada de la diversidad de profesiones
que existen en la sociedad y que requieren de un cúmulo de “aptitudes particulares
y conocimientos especiales en los que predominan ciertas ideas, ciertas
costumbres, ciertas maneras de ver las cosas; y como al individuo se le debe
preparar en vista de la función que será llamado a desempeñar, la educación, a
partir de una cierta edad, ya no puede seguir siendo la misma para todos los sujetos
a quienes se aplica”(Durkheim, 2009 pág. 45).

La educación, no sólo la debemos ver como una simple adquisición de


conocimientos, sino que tenemos que partir de una disciplina, vista desde dos caras,
“la versión popular de la disciplina denota la necesidad de los individuos de
comportarse de acuerdo con un régimen estricto… y la versión académica de la
disciplina se refiere a dominios de conocimiento o competencias dentro de la
sociedad” (Gardner y Boix-Mansilla. 1994 Pág. 2); es decir para adquirir
conocimientos debemos tener tanto conductas morales como intelectuales para la
mejor comprensión, entendimiento y razonamiento de los contenidos.

Es por ello que Lipman (1991) bien nos comenta que para cumplir con las metas
educativas debemos contar con habilidades de investigación, de razonamiento, de
información y organización, para que la educación no sólo sea una adquisición de
“habilidades cognitivas, sino su mejora y consolidación”.

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La educación por tanto, refuerza estas habilidades y su lenguaje. Por lo que “no
debemos perder de vista el papel decisivo que juega el profesor en la puesta en
marcha de todo plan de estudios. En otras palabras, es a través del profesor y en
su gran mayoría del profesor-hora -clase donde torna cuerpo y se concreta la
educación escolar, es él, en su relación con el grupo, el que en primera y última
instancia escolariza al alumno; el que al construir la infraestructura que habrá de
instrumentar los cambios curriculares, se convierte en elemento facilitador o
retardario de los mismos” (Pansza. 1993).

De tal forma suena lógico el afirmar que “enseñanza y aprendizaje constituyen


pasos dialécticos inseparables, integrantes de un proceso único en permanente
movimiento y que forman un binomio indivisible al grado tal que cuando hay alguien
que enseña debe haber otro que aprende o cuando hay alguien que aprende debe
haber otro que enseña”. (Imer B. Flores. Pág. 128).

En el proceso enseñanza-aprendizaje el elemento definitorio o fuerte de la dicotomía


es el segundo, lo importante es aprender independientemente de quien enseñe e
inclusive sin alguien que enseñe.

En este orden de ideas, el proceso de enseñanza-aprendizaje no se debe limitar a


acumular o asimilar información sino, por el contrario, a aprender o aprehender
dicha información y cómo aplicarla o utilizarla. En otras palabras, no se trata de
transmitir un cúmulo de conocimientos acabados o finitos, sino de generar una serie
de nuevos discernimientos a partir de los cuales poder modificar las pautas de
conducta y una verdadera formación, para solucionar problemas.

Asimismo, la pedagogía surge como disciplina del conocimiento dentro de un


contexto histórico, con el correr del tiempo, los miembros de las comunidades
sintieron la necesidad de comunicar a sus hijos sus haberes, sus tradiciones, sus
convicciones, sus creencias y sus oficios.
Émile Durkheim (2009 Pág. 16) decía que la pedagogía no es ni la actividad
educacional propiamente dicha, ni la ciencia especulativa de la educación. Es la
reacción sistemática de la segunda sobre la primera, la obra de la reflexión que
busca, en los resultados de la psicología y de la sociología, principios para el
encauzamiento o para la reforma de la educación.
Por eso considero, que el eje conductor de toda sociedad de transformación es la
educación: mayores oportunidades se encuentran; mayor razonamiento y análisis
de las cosas, formas y hechos se realizan; se disuelve la manipulación.

Es así como la base del desarrollo de un país esta soportada sobre la educación,
ella es el componente de desarrollo productivo y económico. Se han dado avances
significativos pero aún falta mucho camino por recorrer, hay que trabajar cada día
para que el proceso mejore y responda a los cambios que se presentan en la
sociedad.

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Por otra parte se observa, que la educación lleva a construir más liderazgo, el cual
hace a la persona participe de diferentes escenarios; por tanto los educadores
deben crear equipos de trabajo más agiles más sólidos, generadores de mayor
confianza y cohesión, no solo al interior de la escuela sino de la misma familia. Por
lo tanto, la educación y el entrenamiento efectivo de las aptitudes, capacidades y
competencias del individuo llevan necesariamente a la conformación de equipos de
liderazgo, que logren trabajar con participación activa en la comunidad y así los
líderes sepan trabajar en equipo y tengan claro para donde van.

La inversión en calidad educativa implica una interiorización de acciones de


comportamiento diferentes y proclives al cambio de actitud en los docentes,
alumnos y en quienes administran la educación, si el trabajo no se hace con
dedicación no será posible que se ofrezca calidad en la educación; tal dedicación
implica que es necesario asignar para esa mejoría los recursos necesarios y
suficientes, invertir en educación es necesariamente invertir en las personas y en la
sociedad por que se está mejorando y no es posible que la persona que mejora
termine haciendo las cosas de manera mediocre.

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Capítulo 2. México y la educación

En este nuevo orden mundial, en este nuevo siglo -después de haber vivido un Siglo
XX caracterizado por el consumismo, la manipulación de masas, el individualismo,
una “libertad” pero a su vez controlada, una educación dirigida y unos medios de
comunicación a modo del poder del Estado-, la educación deberá estar más
centrada en considerar a los estudiantes como participantes y el docente como una
guía; las clases no sólo deben quedarse en el aula, sino reforzarlas, que exista una
mayor interacción mediante redes sociales o foros y sobre todo en línea;
herramientas necesarias y productivas para la generación de conocimiento; “el texto
del futuro se acuña como un nuevo género híbrido, como una nueva de arte con
una función especial, producir con reflexión y razonabilidad con juicio en la
formación de la persona”. (Lipman. 1991).

Es por ello que de manera recurrente —y con razón— se dice que no hay camino
más corto al desarrollo de una nación, que la educación. Desafortunadamente,
hasta ahora, la educación en México no ha sido ese instrumento de relevancia que
permita elevar el crecimiento económico del país, mejorar la competitividad y facilitar
la inclusión de las personas en el contexto de una sociedad más igualitaria, próspera
y democrática (Puryear, et. al. 2012).
Aunque la matriculación escolar ha aumentado en todos los niveles y, en la
actualidad, prácticamente de cada niño que asiste a la primaria y secundaria, no
puede decirse lo mismo conforme se avanza en el nivel educativo. En México, de
acuerdo con datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico (OCDE), “sólo la mitad de los jóvenes entres 15 y 19 años están inscritos
en la escuela”, lo que resulta alarmante, cuando el promedio de los países de esta
organización ronda el 82 por ciento (estadística citada por Puryear, et.al, p. 236). Y
de los que llegan al nivel superior en la actualidad, “hay 3.5 millones de estudiantes
en alguna de las Instituciones de Educación Superior (IES), de los cuales, cerca del
40 por ciento cursa sus estudios en programas que no están reconocidos por su
calidad” (Rojas, 2013, párr. 5).
Así, por mucho tiempo, el Estado mexicano no ha generado ni garantizado –a pesar
de tan diversas reformas educativas- una buena educación en términos de calidad
de la enseñanza, la prueba está en “los millones de jóvenes que no cuentan, por
diversas circunstancias, con las competencias necesarias para integrarse al campo
laboral, el desperdicio del bono demográfico -que podría impulsar el crecimiento
económico sostenido del país-, la pobreza, la inequidad y la violencia, por mencionar
algunas” (Vargas, 2013, párr. 8). ¿Qué educación nos espera o qué educación de
calidad queremos? ¿Una de primer mundo o de las grandes potencias? Faltará
determinación y tiempo.

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México tiene que elevar su nivel, con el propósito de mejorar sus condiciones de
vida, lo cual se logrará impulsando la educación en todos sus niveles. Debemos
estar conscientes de la importancia que tiene el educarnos, el adquirir
conocimientos que nos permitan estar actualizados en lo referente a los avances
técnicos, científicos, económicos, políticos y sociales, lo que nos permitirá un mejor
nivel de vida.
Actualmente uno de los objetivos de la política educativa es tratar de disminuir las
desigualdades en educación. Cabe mencionar que en este sentido se han
establecido una gran cantidad de programas tendientes a reducir las diferencias
interregionales en todos los niveles educativos, de la misma forma, México desde
2007, se comprometió a mejorar en los programas que tienen que ver directamente
con la calidad de la educación, y que se busca con esta nueva reforma parte de ello.

México viene arrastrando una serie de rezagos en materia educativa en todos los
niveles, donde la educación superior y específicamente la enseñanza del derecho
no constituyen una excepción.
En opinión de Emma Mendoza Bremauntz (2007) “la tragedia que vive México en
materia de educación es consecuencia de la anarquía que priva en el sistema
educativo desde los niveles básico y medio donde los criterios que rigen sus
contenidos atienden a intereses políticos y económicos de ciertos grupos de poder,
y no al reconocimiento de los problemas reales de la sociedad ni a la intención
verdadera de combatirlos.
En los años setenta, el Estado mexicano, consciente de la importancia de la
educación pública, se preocupaba por “formar profesionales realistas y extraídos de
las diversas clases sociales, por lo cual conocían la problemática social y se
encontrarían en su momento con la capacidad necesaria parar tratar de resolverlos”
(Emma Mendoza. 2007).
En cambio hoy en día la educación pública ha sido marginada y se le ha dado
preferencia a los egresados de escuelas privadas, a lo que hay que sumar la
creación de numerosas facultades de derecho poco serias que no ayudan a
configurar los elementos necesarios para que el país haga frente a la liberalización
del servicio educativo y a la formación de abogados capaces de desarrollarse de
manera exitosa en nuestro país.
Pero no sólo se trata de realizar reformas educativas por hacerlas, sino también
debe existir un factor importante en el comportamiento de los alumnos, y es el de la
motivación. “La motivación del estudiante permite explicar la medida en que los
alumnos invierten su atención y esfuerzo en determinados asuntos, que pueden ser
o no los que desean sus profesores; pero que en todo caso se relacionan con sus
experiencias subjetivas, su disposición y razones para involucrarse en las
actividades académicas” (Díaz Barriga. Pág. 65) Por lo que se debe considerar en
toda reforma, el papel del profesor y de las autoridades para el incentivo hacia los
alumnos.

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Capítulo 3. La enseñanza del Derecho

Las reformas educativas, fundamentalmente, son hechos que históricamente


aparecen como prácticas sociales, impulsadas por proyectos políticos y lo que
buscan son incorporar, modificar, cambiar, mover y experimentar estrategias que
afectan directamente en el proceso de enseñanza aprendizaje y en los contenidos
curriculares. Están directamente relacionadas con la formación docente.

El fin de la educación, según Kant, es el de desarrollar todas las facultades


humanas. Llevar hasta el punto más alto que pueda ser alcanzado todas las fuerzas
que anidamos en nuestro interior, realizarlas lo más completamente posible, pero
sin que lleguen a dañarse entre sí.

El enfoque de los planificadores y formuladores de políticas, se centra en los


sistemas de educación, que van desde la educación básica hasta la educación
superior. Las instituciones que forman parte de estos sistemas educativos
consumen recursos y cumplen con importantes funciones sociales y económicas en
la sociedad, para poder lograr un desarrollo; “…. la formación de profesores implica
que se ha reflexionado previamente sobre dos cuestiones muy relacionadas: qué
modelo de profesor es el que se pretende y en qué modelo de enseñanza se
enmarca”. (Ballenilla, p.7)

El reto de una reforma educativa tiene que ver en primer lugar con los planes y
programas, los métodos, los textos, los materiales, los procesos (de educación,
enseñanza y aprendizaje). Como define el Doctor Carlos Muñoz Izquierdo “la tarea
del buen maestro es adaptar el programa de estudios a las necesidades de cada
estudiante”. Tarea que implica no sólo conocimientos y destrezas, exige un
compromiso y una dedicación que no se desarrollan con programas de estímulos
económicos, con carreras magisteriales burocráticas y estandarizadas sustentadas
en el cumplimiento fiel de instrucciones.

Por lo que es importante tener claro que el derecho y la educación se unen para un
mismo fin, que es la reforma educativa y el impacto que causa a la sociedad.
En el derecho podemos encontrar para fines didácticos y poder sistematizar el
conocimiento, tres niveles de estudio lo cual nos permitirá tener una pronta
resolución, atención y solución de conflictos tomando las mejores alternativas:
técnico, científico y filosófico.
Por un lado el técnico el cual es descriptivo y práctico, el cual busca la solución
inmediata de los problemas, constituye la base del aprendizaje más complejo y
profundo. Respecto al científico, es dotar de herramientas conceptuales a los
alumnos para adentrarlos en la investigación.

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En lo que respecta al filosófico, se cuestiona la validez axiológica de las normas
jurídicas y la actuación de los profesionales del derecho en diversos ámbitos
sociales. Se concibe al Derecho como un valor y como portador y garantizador de
otros valores superiores.
Como lo menciona Héctor Fix-Zamudio: “…en nuestro país, los estudios jurídicos
durante mucho tiempo estuvieron abandonados al pragmatismo y sólo en tiempos
muy recientes ha surgido la preocupación por introducir principios técnicos en la
enseñanza, por lo que podernos afirmar que la pedagogía jurídica o pedagogía del
derecho es muy joven en nuestro medio”.
Pero también hay que considerar a la Psicología Social como parte integrante del
proceso educativo y el papel que juega para el análisis de una reforma educativa,
la cual va a examinar las interrelaciones entre individuo, grupo y circunstancias, con
base en su comportamiento y un marco social. Dicho marco social es el
conocimiento, la manera de ver a los demás, relaciones interpersonales. Formación
y cambio de actitudes.
No se ve la realidad, sino lo que se quiere ver; existe un contexto social el cual
enmarca a las necesidades, objetivos y motivación de las personas. Las Actitudes
del individuo en un grupo son reflejo de:
a. Lo que debe ser (valores)
b. Lo que es (creencias)
c. Lo que debe hacerse (normas)

Miguel Carbonell en su artículo “De maestro a maestro” expresa que los maestros
no han elevado el nivel de sus estudiantes. La falta de profundidad en su análisis
estriba en su intento de singularizar a los profesores como únicos responsables del
bajo nivel de los estudiantes; habría que analizar la preparación que les brindan las
universidades a los profesores, la ausencia de hábitos de lectura, entre otras
cuestiones.
En mi punto de vista coincido con aquellos especialistas que consideran que la
reforma educativa no es una reforma educativa; pero dicen que es la base, el marco
que dará sustento legal a la reforma educativa en puerta que ante todo debe ser
una reforma pedagógica.
No basta con tener un control de la administración del magisterio (en todos sus
niveles de estudio) sino de ver más allá los fines de la educación, la relación de la
labor de los maestros teniendo como finalidad un mejoramiento Estado y sociedad.
La educación escolar en suma deberá, pues, convertirse en un proceso permanente
que comprenda toda la vida. (Suárez Díaz. Pág. 205).

En el caso del derecho, es imperativo enseñar a los alumnos a pensar por sí mismos
para que puedan no sólo analizar críticamente cualquier ley o decisión judicial sino
también buscar y encontrar soluciones a los problemas que se les presentarán en
la vida profesional, así como planear posibles alternativas, escenarios y estrategias.

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Tal como lo advierte Piero Calamandrei: “El mejor método para hacer buenos
juristas no es el de constreñir a los estudiantes a nutrirse de charlas durante cuatro
años, sino el de habituarlos, en ese tiempo, mediante la ejercitación del
pensamiento, a servirse de la propia mente”. (Imer B. Flores. Pág.130)

Si bien como lo señala José Ramón Cossío, “el enfoque jurídico no puede dejar de
ser normativo ni formalista-positivista, lo cierto es la necesidad de erradicar dos de
sus pecados: 1) los defectos de la falta de referencia a una teoría general del
derecho que dé sustento a las diversas dogmáticas o sistemáticas jurídicas; y 2)
los excesos de un enfoque normativo formalista y positivista meramente
descriptivo”. (Imer B. Flores. Pág.130).

Por lo que se debe dotar al alumno de herramientas analíticas que le permitan


criticar el statu quo y no nada más justificarlo a partir de una visión normativista,
neutra en apariencia. Claro está que no basta con encarar exclusivamente a las
normas en sí, sino que además hay que enfrentar sus consecuencias e
implicaciones, así como justificación externa e interna. En este sentido, el enfoque
normativista se debe completar con herramientas analíticas y estudios
consecuencialistas y empíricos, ya sea por un análisis económico, político o
sociológico del derecho, así como por un diálogo abierto con otras disciplinas y con
toda una gama de estudios intermultitransdisciplinarios.

Es preciso enseñarlos a actuar como abogados y a expresarse correctamente de


manera oral y por escrito: hablar bien y escribir mejor. Así, el jurista se debe
caracterizar por su buen manejo del idioma, así como por su amplia y vasta cultura
universal. Asimismo, es vital que no sean analfabetas de segundo grado y que
aprendan a hablar otro(s) idiomas, lo cual les permitirá acceder a otras bases de
datos y a un mayor número y diversidad de fuentes, inclusive originales.

De igual forma deben aprender a investigar, oírse a sí mismos e incluso a trabajar


en equipo. Todo lo anterior cobra especial atención, porque en la era de la
globalización y en un mundo mucho más competido y complejo que el de nuestros
padres y abuelos, ante la exorbitante información disponible en el ciberespacio, más
que la información en sí lo valioso es su procesamiento.

“Vale la pena señalar que no proponemos la sustitución del método de la cátedra


tradicional por el método de casos o el de problemas. En realidad, sostenemos que
se requiere de una pluralidad de métodos para enriquecer el proceso de enseñanza-
aprendizaje jurídico. Creemos que la opción para hacer que la enseñanza del
derecho esté a tono con el cambio jurídico que ha ocurrido y que está por ocurrir en
México, consiste en complementar la cátedra magistral con otros métodos, en
particular, el método de problemas y el de casos” (Imer B. Flores. Pág. 148). Lo
primero que debemos hacer es revisar nuestro método de cátedra o lección
magistral, para ver qué debemos mantener y que podríamos incorporar de los otros
métodos.

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Entre otras cosas se deben; abandonar la idea del libro de texto único y su
memorización, así como la del código, y sustituirla por la lectura de varios libros de
consulta, antologías, artículos monográficos, al igual que por el estudio de casos y
la resolución de problemas, hipotéticos o reales, legislativos, judiciales o de
cualquier tipo, e inclusive incorporar los medios electrónicos y el Internet en la
enseñanza del derecho.

Si bien es importante que los alumnos puedan acumular y asimilar información


todavía es más trascendente que los estudiantes puedan aplicar y utilizar dichos
conocimientos a partir de la formación recibida. De igual forma se debe adoptar todo
tipo de método de enseñanza que de un lado, fomente una enseñanza activa-
participativa en la que el alumno tenga que preparar la clase al leer e investigar, en
lugar de pasiva-receptiva, y, del otro, propicie una enseñanza teórica práctica, en
vez de una meramente teórica, tales como el método de casos o problemas, los
seminarios o las tutorías, las clínicas o prácticas forenses, la pasantía en tribunales
o el desempeño en un despacho.

“Es capital enseñar todas las concepciones del derecho y hacerlas competir entre
sí, en búsqueda de la mejor e incluso de una noción integral. De igual forma, es
cardinal enseñar de manera democrática al fomentar la deliberación y propiciar la
diversidad de puntos de vista que puedan contribuir al diálogo. De modo crítico y
constructivo-propositivo, al enseñar a los alumnos a escribir e investigar por sí
mismos para formular comentarios críticos a leyes y decisiones judiciales, usos y
costumbres jurídicas, artículos doctrinales, etcétera. Al grado tal es posible enseñar
no sólo el derecho que es y que fue sino también el que debe ser y que puede llegar
a ser al crear e imaginar escenarios deseables o posibles.” (Imer B. Flores. Pág.
151).

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Conclusión
La educación forma personalidades y para ello debe partir de las cualidades
especiales de cada individuo, respetándolas y brindándole las herramientas
necesarias para resaltar esas cualidades y, al mismo tiempo, orientarlo hacia ciertas
actitudes que le permitan colaborar en la obra común de la sociedad.

La realidad de nuestro país exige un proceso educativo que no disocie el aspecto


individual y social, sino que se preocupe por crear un modelo sustentado en una
multiplicidad de valores entre los que podemos mencionar: la autonomía, la
dignidad, la libertad, la igualdad, el compromiso, la responsabilidad social, el
respeto, la tolerancia, la fraternidad, la lealtad, la solidaridad. Valores todos ellos
que van enfocados al desarrollo integral del hombre y su sociedad.

Los métodos de enseñanza no deben excluirse entre sí, se recomienda encontrar


un balance entre una pluralidad de métodos para lograr en los estudiantes de
derecho una formación jurídica integral. El alumno debe aprender a pensar por sí
mismo, argumentar, razonar, deliberar y dialogar, dedicando el tiempo necesario a
la lectura de materiales jurídicos y no-jurídicos.

Si bien es cierto que existen diferencias significativas en materia educativa entre los
países desarrollados y los países en vías de desarrollo, así como entre los países
que siguieron tendencias socialistas y aquellos que optaron por seguir el modelo
capitalista, también es cierto que existen tendencias universales las cuales son
adoptadas por México; educación para todos y en todos niveles, formación docente,
desarrollo de competencias para la obtención de mejores niveles de vida, utilización
de la tecnología como medio para mejorar los resultados del proceso enseñanza
aprendizaje.

De tal forma, la educación se erige como un elemento sustancial de la estructura


social en nuestro país. La reflexión filosófica y científica es de vital importancia para
la construcción de esquemas educativos acordes con la realidad social, capaces de
dar respuesta y solución a las distintas problemáticas que se viven en el seno de
todos los grupos sociales.

La enseñanza del derecho debe preparar a los abogados en un perfil de


investigación para que sean capaces de allegarse del conocimiento necesario para
desempeñar satisfactoriamente su actividad profesional. Muchos de los aspectos
débiles de la enseñanza del derecho no han sido eliminados del todo, siguen
estando presentes y siguen generando deficiencias en la formación de los
abogados. Por ello es necesario insistir en el análisis del perfil de los juristas que la
realidad social reclama y buscar, en la medida de lo posible, las modificaciones a la
enseñanza que permitan brindar una respuesta satisfactoria y formar abogados
capaces de desarrollar su actividad acorde con las expectativas de la sociedad,
abogados que sean competitivos y, fundamentalmente, abogados socialmente
comprometidos con su entorno.

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