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Revista Electrónica “Actualidades Investigativas en Educación”
Abstract: This study was conducted with a quantitative descriptive approach aimed to determine the psychometric
properties of a scale to measure empathy in adolescents. In this study 2,348 students enrolled in the 2014-1
school year were selected from a population of 88,484, using a non-probability sampling, corresponding to 64
public high school in 17 counties of Sonora, Mexico, of which 1, 151 (49%) were men and 1, 197 (51%) women
with a mean age of 13.41 years old. It was found that the scale measuring emotional empathy (α = .81) and
cognitive empathy (α = .79) has acceptable fit indices (X2= 92.31; X2/gl= 3.74; AGFI= .98; CVI= .058; CFI= .99;
RMSEA= .030; SRMR= .016). It is concluded that the scale has satisfactory psychometric properties to measure
the construct in adolescent students in the northwestern region of Mexico, however further validity studies, such as
convergent and concurrent evidence, are needed in order to strengthen the psychometric properties of the
instrument.
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1. Introducción
El acoso escolar es una forma de violencia entre estudiantes que se caracteriza por
involucrar conductas agresivas repetitivas que se realizan con la intención de causar daño y
que se presentan en el marco de relaciones con marcadas diferencias de poder entre el
agresor y la víctima (Avilés Martínez y Monjas Casares, 2005; Olweus, 1993; Volk, Dane, y
Marini, 2014). En las víctimas de acoso escolar se reportan problemas emocionales y
conductuales, escasa integración social y pobre desempeño académico (Kochenderfer-Ladd
y Troop-Gordon, 2010; O’Brennan, Bradshaw, y Sawyer, 2009). Por su parte, las estudiantes
y los estudiantes agresores presentan mayor incidencia de problemas de conducta y
dificultades de ajuste psicosocial que, con frecuencia, persisten en la vida adulta (Olweus,
2011; Swearer y Hymel, 2015).
No obstante que el acoso escolar es una problemática que afecta al estudiantado de
todos los niveles educativos, los estudios refieren que se presenta con una alta frecuencia
durante el período de la adolescencia, que abarca los años finales de la educación primaria y
los estudios de secundaria (Craig Harel-Fisch, Fogel-Grinvald, Dostaler, Hetland, Simons-
Morton, 2009; Ovejero, 2013). Lo anterior es consistente con los reportes de estudios
realizados en México, donde se refiere que entre el 10% y el 25% de los estudiantes de
secundaria se involucra en conductas agresivas hacia los pares (Castillo Rocha y Pacheco
Espejel, 2008; Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación [INEE], 2007; Valdés
Cuervo y Carlos Martínez, 2014). La elevada prevalencia del acoso escolar entre estudiantes
adolescentes se puede relacionar con los rápidos cambios físicos y psicosociales que
ocurren en esta etapa, los cuales implican, entre otras cosas, la necesidad de afianzar su
posición social y lograr aceptación entre los pares (Eslea y Rees, 2001; Espegale, Bosworth
y Simon, 2000).
Si bien el acoso escolar es una problemática compleja con la cual se relacionan
factores del propio estudiante y de su contexto familiar, escolar y comunitario (Postigo,
González, Montoya y Ordoñez, 2013; Sung y Espegale, 2012), existe evidencia de que las
emociones morales, y de forma particular la empatía se relaciona con una menor frecuencia
de conductas agresivas en estudiantes adolescentes hacia sus pares (Caravita, Di Blasio y
Salmivalli,, 2009; Nolasco Hernández, 2012; Stavrinides, Georgiou y Theofanous, 2010;
Valdés Cuervo, Carlos Martínez, Tánori Quintana y Madrid López, en prensa). Además, se
ha constado que el desarrollo de la empatía es un elemento esencial de los programas de
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Xia y Qin, 2012; Haro Solís, 2014; Reniers, Corcoran, Drake, Shryane y Völlm, 2011), otros
investigadores (Spreng et al., 2009) e investigadoras (Hojat Gonnella, Nasca, Mangione,
Veloksi y Magee, 2002) consideran la empatía como un factor unidimensional que involucra
aspectos emocionales o cognitivos únicamente. En el presente estudio se parte del supuesto
de que el modelo bidimensional refleja mejor la naturaleza del constructo al considerar la
coexistencia de factores intelectuales y afectivos en la expresión del mismo (Fernández Pinto
et al., 2008).
Una manera de estudiar las diferencias individuales en la empatía es mediante los
instrumentos de autoinforme. En la literatura existen reportes de instrumentos de este tipo
para medir el constructo, desarrollados por lo general en los Estados de Unidos de América y
Europa (Davis, 1980; Hogan, 1969; Geng et al., 2012; Mehrabian y Epstein, 1972; Mestre et
al., 2004; Reniers et al., 2011; Spreng et al., 2009). En Latinoamérica únicamente se
identificaron dos publicaciones donde se reporta el desarrollo y/o evaluación de escalas para
medir empatía con población adolescente (Kirst-Conceicao y Martinelli, 2014; Rey, 2003). En
el caso de México únicamente se ubicó la escala multifactorial de empatía (Díaz-Loving,
Andrade Palos y Nadelsticher, 1986) que fue desarrollada para población adulta.
Lo anterior constituye una dificultad para la investigación en el tema del desarrollo
psicosocial, pues existe evidencia de que la empatía favorece el despliegue de habilidades
sociales y el ajuste psicosocial en los adolescentes (Arsenio, 2014; Gini, Albeiro, Benelli y
Altoe, 2007). Por otra parte, se reporta que los adolescentes con alta empatía tienen
conductas sociales positivas: prosociales, asertivas, consideración, autocontrol, liderazgo,
alto autoconcepto, alta capacidad para analizar emociones negativas, rasgos de
personalidad creadora y pocas conductas sociales negativas: pasivas, agresivas,
antisociales y retraimiento (Garaigordobil y García de Galdeano, 2006).
Atendiendo a la ausencia en México de instrumentos para medir la empatía, y el valor
de este constructo en la comprensión del desarrollo en la adolescencia, el presente estudio
se propuso diseñar y evaluar las propiedades psicométricas de un modelo de medición
bidimensional de la empatía en adolescentes escolarizados. Se parte de la hipótesis de que
el modelo de medición presenta una confiabilidad e índices de ajuste aceptables que lo
hacen pertinente para ser utilizado con población adolescente.
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2. Método
2.1 Diseño
Se realizó un estudio de corte cuantitativo transversal de tipo no experimental donde se
establecen las propiedades métricas de un modelo de medida (Kerlinger y Lee, 2002;
McMillan y Schumacher, 2005).
2.2 Participantes
De una población total de 88,484 estudiantes matriculados en las escuelas secundarias
públicas de 17 municipios de Sonora, México, durante el ciclo escolar 2014-1, se obtuvo
mediante un muestreo polietápico una muestra de 2,348 estudiantes, de ambos sexos, de 64
escuelas. El procedimiento para seleccionar la unidad de análisis fue elegir a los principales
municipios del Estado por su representatividad según el número de escuelas y su ubicación
regional: frontera, serrana baja y alta, costa y sur. Una vez elegidos los municipios se
seleccionaron, de forma no aleatoria, las escuelas y, posteriormente, de forma aleatoria (p=
.50, q= .5), las aulas en las que se encontraban los estudiantes que participarían en el
estudio.
Del total de estudiantes involucrados en el estudio 924 (39.35%) cursaban el primer
grado, 723 (30.79%) el segundo y 701 (29.86%) el tercero. De estos 1151 (49%) son
hombres y 1197 (51%) mujeres, su edad promedio fue de 13.41 años (DE= 1.83 años) con
un mínimo de 11 y un máximo de 17.
La muestra se dividió de forma aleatoria en dos submuestras de similar tamaño (n=
1174). Con la primera análisis se realiza Rasch y factorial exploratorio y con la segunda, el
análisis factorial confirmatorio.
3. Instrumentos
La escala de empatía se diseñó exprofeso para el estudio con el propósito de medir el
constructo mediante 20 reactivos. Se incluyeron 15 reactivos del cuestionario de Empatía de
Toronto (Spreng et al., 2009) que mide la dimensión emocional (ejemplo: Siento ternura y
preocupación por los sentimientos de otros compañeros (as) menos afortunados que yo) y
cinco reactivos de la escala de Davis (1983) que miden la dimensión cognitiva de la empatía
(ejemplo: Puedo decir que los demás compañeros (as) están tristes aun cuando no digan
nada). De los 15 ítems que evalúan la dimensión afectiva seis son ítems inversos (R2, R6,
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R9, R10, R11, R14; ver Tabla 1), mientras que de los cinco que evalúan la dimensión
cognitiva dos son de tipo inverso (R18 y R20; ver Tabla 1).
Los ítems se contestaron con una escala tipo Likert con cinco opciones de respuesta 1
(nunca), 2 (casi nunca), 3 (a veces), 4 (casi siempre) y 5 (siempre). Los puntajes de los ítems
inversos se recodificaron de forma tal que mayores valores indicaran mayor empatía.
Tabla 1
Especificaciones de la escala para medir empatía en adolescentes mexicanos
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Cognitiva Habilidad para entender y R16. Creo que en cualquier situación existen dos
ubicarse en el punto de vista de versiones opuestas, entonces yo intento tomar en
la otra persona consideración las dos
R17. Antes de criticar a algún compañero (a), intento
imaginar que sentiría si estuviera en su lugar
R18. Encuentro dificultades para ver las cosas desde
el punto de vista de otros compañeros (as)
R19. En caso de desacuerdo trato de considerar los
puntos de vista del otro compañero (a)
R20. Si me siento bien acerca de algo que hago, no
pierdo el tiempo escuchando otras razones de otros
4. Procedimiento
Los ítems fueron traducidos por dos expertos en el idioma inglés y dominio técnico del
área de la psicología. Posteriormente se indagó acerca de la evidencia de la validez de
contenido de la escala con expertos en el tema y se verificó la sensibilidad y comprensión de
los reactivos con un grupo de estudiantes de esta edad.
Una vez elaborada la versión preliminar del instrumento se explicó a directivas,
directivos y docentes de las mismas el objetivo del estudio y se solicitó autorización para
acceder al estudiantado. Participaron en el estudio los alumnos, de ambos sexos, cuyos
padres y madres dieron consentimiento informado por escrito para que contestaran el
instrumento.
Posteriormente, se pidió a los estudiantes su participación voluntaria garantizándoles la
confidencialidad de la información. Durante la aplicación se entregó un ejemplar de la escala
con una hoja de respuesta electrónica a cada estudiante; luego, se leyó el objetivo de la
investigación y se explicó el contenido del instrumento y la forma de relleno de la hoja de
respuesta. La administración se realizó durante el horario de clases de cada grupo en una
sola sesión. A medida que el alumnado entregaba sus formularios de respuesta, se verificó
que los datos de identificación y todas las preguntas estuviesen contestados correctamente
para evitar problemas al momento de capturar la información en el lector óptico.
Se utilizaron el análisis de crédito parcial, un análisis factorial exploratorio y otro
confirmatorio. El modelo de crédito parcial de Mesters (1982) permite valorar la productividad
y la unidimensionalidad de los reactivos. Para considerar a un reactivo productivo y con buen
ajuste se tomaron como referencia los parámetros e índices establecidos por Linacre (2008)
y González Montesinos (2008). Los parámetros se evaluaron en su conjunto y se decidió
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excluir aquellos reactivos que no cumplieran con dos de los parámetros para análisis
posteriores (ver Tabla 2).
Tabla 2
Parámetros, definición y valores para considerar a un reactivo productivo y con ajuste en el
modelo
Indica la correlación punto biserial entre cada Entre más se incremente el valor
PTBIS reactivo calificado dicotómicamente y la puntuación de CORR mayor la indicación de
total observada para el reactivo unidimensionalidad en la escala
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cruzada esperada (ECVI). El análisis de crédito parcial se realizó con apoyo del Winesteps;
el programa estadístico IBM SPSS 20 se utilizó para el análisis factorial exploratorio y el
AMOS 20 para el factorial confirmatorio.
5. Resultados
5.1 Validez de contenido
Los reactivos fueron evaluados por dos jueces y una jueza expertos con experiencia en
investigación en la temática, experiencia en psicometría y en trabajo con adolescentes. Se
encontró un 100% de concordancia en la valoración de los mismos acerca de la pertinencia
de los reactivos para medir el constructo. Únicamente sugirieron correcciones menores de
redacción que fueron realizadas.
Posteriormente se administró la prueba a un grupo de estudiantes de secundaria y se les
pidió que evaluaran la comprensibilidad de la redacción de los ítems y su pertinencia para su
grupo de edad. A partir de sus respuestas se realizaron correcciones a la redacción de dos
ítems.
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Tabla 3
Estimación de parámetros de los reactivos de la escala de empatía afectiva y cognitiva
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factorial (Cea D´Ancona, 2004; Martínez Arias, Hernández Lloreda y Hernández Lloreda,
2006).
No se incluyeron en el modelo los reactivos: R6, R9 y R11 por obtener comunalidades
menores a .30 (Hair et al., 1999; Martínez et al., 2006). Los reactivos tienen una estructura
unidimensional y explican el 49.43% de la varianza común (ver Tabla 4).
Tabla 4
Peso factorial y comunalidades de la subescala empatía emocional
Factor
Peso h2
factorial
R5. Siento preocupación por los sentimientos de otros compañeros .79 .63
(as) menos afortunados que yo
R3. Me molesta ver a algún compañero (a) ser tratado sin respeto .78 .61
R4. Disfruto hacer que otros compañeros (as) se sientan mejor .78 .61
R12. Tengo un fuerte deseo de ayudar cuando veo que algún .76 .58
compañero(a) es molestado
R13. Cuando veo que algún compañero (a) está siendo tratado (a) .73 .54
injustamente me siento apenado por él (ella)
R15. Cuando veo que se aprovechan de alguien me siento protector .65 .42
hacia él o ella
R8. Me parece que estoy en sintonía con los estados emocionales de .64 .41
otros compañeros (as)
R1. Cuando algún compañero (a) se siente emocionado tiendo a .63 .40
sentirme emocionado también
R7. Puedo imaginar que los demás compañeros (as) están tristes aun .60 .37
cuando no digan nada
R2. Las desgracias de otros compañeros (as) me molestan mucho .58 .34
Asimismo, con los cinco reactivos que resultaron con valores de ajuste aceptables, en
el análisis previo de la subescala empatía cognitiva se llevó a cabo el análisis factorial
exploratorio utilizando el método de extracción de máxima verosimilitud y rotación Oblimin.
Se obtuvo un índice de KMO de .78 y una prueba de esfericidad de Bartlett significativa (2 =
2784.90, p< .000), los cuales indican la adecuación de la solución factorial.
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Se eliminó el ítem R20 por tener una comunalidad menor a .30 (Hair et al., 1999;
Martínez et al., 2006). Los reactivos conforman una estructura unidimensional y explican el
49.95% de la varianza común (ver Tabla 5).
Tabla 5
Peso factorial y comunalidades de la subescala empatía cognitiva
Factor
1 h2
R17. Antes de criticar a algún compañero (a) intento imaginar que sentiría .760 .578
si estuviera en su lugar
R19. En caso de desacuerdo trato de considerar los puntos de vista del .759 .577
otro compañero (a)
R16. Creo que en cualquier situación existen dos versiones opuestas, .730 .532
entonces yo intento tomar en consideración las dos
R18. Encuentro dificultades para ver las cosas desde el punto de vista de .558 .311
otros compañeros (as)
h2=Comunalidad
Fuente: Elaboración propia
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Tabla 6
Índices de ajuste de los modelos para la empatía y sus dimensiones
Empatía afectiva inicial 35 865.15 24.71 .88 .38 .92 .100 .043
Empatía afectiva final 5 49.41 9.88 .97 .012 .98 .061 .019
Empatía cognitiva 2 2.788 1.39 .99 .008 1.00 .013 .005
Empatía 26 92.31 3.74 .98 .058 .99 .030 .016
Fuente: Elaboración propia
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Figura 1
Resultados del modelo de dos dimensiones para medir empatía en adolescentes
Nota. Los números dentro de los rectángulos corresponden al número de reactivo de cada una de las
sub-escalas.
Fuente: Elaboración propia
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6. Conclusiones
De los resultados de los análisis se infiere que el instrumento desarrollado para medir
empatía con base en las propuestas teóricas de Davis (1983) y Spreng et al. (2009) presenta
propiedades psicométricas que lo hacen pertinente para medir este constructo en
adolescentes del noroeste de México. Esto abre la posibilidad de evaluar dicha variable
como un factor asociado al acoso escolar en México y en la región, tal y como se ha
propuesto en la literatura (Van Noorden, Haselager, Cillessen y Bukowski, 2014)
Los resultados sugieren la pertinencia de un modelo bidimensional de medición de la
empatía donde se integren aspectos cognitivos y afectivos (Davis, 1983; Haro Solís, 2014;
Mestre Escrivá et al., 2004). Lo anterior permite afirmar que a través de este instrumento es
posible analizar la reacción afectiva y cognitiva de un sujeto frente al estado emocional del
otro (Davis, 1983), pero también que cada dimensión se ajusta a la unidimensionalidad y
puede servir para estimar por separado la capacidad explicativa de estas habilidades (Davis,
1980) o cuando se opte por analizar y profundizar en una dimensión especifica (Spreng et
al., 2009).
La escala permite evaluar tanto la habilidad de adolescentes para comprender el punto
de vista de la otra persona como los sentimientos que denotan empatía hacia los otros:
compasión y preocupación ante el malestar de otros (Davis, 1980; Decety y Svetlova, 2012).
En este sentido se tiene una escala que, además de ajustarse a un modelo sustentable con
técnicas estadísticas robustas, se trata de una escala con parsimonia y pertinencia cultural
(Reyes Lagunes, 1993) para niños y adolescentes en el ecosistema mexicano y que resuelve
un vacío en el tema (Haro Solís, 2014).
Se concluye que la escala posee propiedades psicométricas que hacen factible su uso
en la evaluación e investigación acerca del constructo en adolescentes mexicanos
escolarizados. La información que aporta la escala puede resultar valiosa para los programas
de prevención de la violencia escolar que consideren dentro de sus acciones el desarrollo en
el estudiantado de la toma de perspectiva y la preocupación empática por los pares
(Gorostiaga, Balluerka y Soroa, 2014).
Se sugiere reforzar el análisis de las propiedades psicométricas de la escala indagando
en su evidencia de validez concurrente mediante su relación con los reportes de agresión en
estudiantes (Nolasco Hernández, 2012; Stavrinides et al., 2010) o con los roles que asume el
estudiantado en situaciones de violencia escolar; esta es una problemática presente en las
escuelas mexicanas que exige encontrar respuestas para desarrollar un modelo de
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