Marco Terico Conceptual - Metodos

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MARCO TEÓRICO

Antecedentes históricos del estrés

Antes de definir el concepto de estrés, es importante conocer su historia y de donde

surgió. La palabra estrés deriva del término griego stringere cuyo significado es tensar o

estirar, esta palabra fue tomada y utilizada en el siglo XIV por el idioma ingles como

strain, lo que quiere decir tensión. Durante ese mismo siglo el estrés fue usado para

representar dureza, momentos de angustia, adversidad, etc. El surgimiento como tal de

este término, tiene su origen en el siglo XVII con el estudio de la física. Fue el inglés

Robert Hooke quien encontró la energía potencial elástica y la relación que hay entre las

deformaciones de un cuerpo y la fuerza aplicada sobre este. Descubrió la relación

existente entre la capacidad de los procesos mentales de resistir cargas y la capacidad de

las personas para soportar el estrés.

Después, Thomas Young determinó el concepto de estrés como la respuesta intrínseca

del objeto propia a su estructura, provocada por la fuerza concurrente. A partir de ese

instante, por el impacto notorio de la física sobre otras áreas del conocimiento, empieza

la exportación de la terminología científica de esta ciencia en otras áreas como la

medicina, la biología y la química (Román, et al., 2011).

En el siglo XX el médico y fisiólogo francés Claude Bernard dio los primeros reportes

del concepto de estrés aplicado a otras ciencias como la medicina. El médico y fisiólogo

llega a una concepción importante, “la estabilidad del medio ambiente interno es la

condición indispensable para la vida libre e independiente” (Águila, Calcines,

Monteagudo, Nieves, 2015, p. 165), Hans Selye considerado padre del estrés, notó que

todos los enfermos a quienes veía, independientemente de la enfermedad que padecían,

tenían sintomatología similar, como agotamiento, pérdida del apetito, peso bajo, astenia,
entre otros, y elaboró una teoría sobre la repercusión de la enfermedad en el desarrollo

psicológico de los pacientes como agente físico nocivo (Águila, et al., 2015).

Walter Bradford Cannon realizó varias investigaciones y demostró que el organismo era

capaz de adaptarse a los peligros externos importantes, a lo que llamó homeostasis.

(González, González, 2012). Este científico usó el concepto de estrés para ponerle

nombre a los estímulos que pueden desencadenar la reacción de lucha o escapada;

consideró al cuerpo como un sistema homeostático y que el estrés era un exceso del

medio que ocasiona la ruptura de tal homeostasis y desarrollándose así la enfermedad

(Barsallo, Moscoso, 2015).

A mediados del siglo XX Hans Selye, quien se convirtió en pionero en este campo,

redefinió el estrés primero como estímulo, después como respuesta, incorporando

conceptos importantes como agente estresor. (Román, et al., 2010). En 1960 tras la

publicación de su libro, Seyle define al estrés como “la suma de todos los efectos

inespecíficos de factores (actividades cotidianas, agentes productores de enfermedades,

drogas, hábitos de vida inadecuados, cambios abruptos en los entornos laboral y

familiar), que pueden actuar sobre la persona”

(Águila, et. al., 2015, p. 166). Además, Seyle empieza a investigar sobre la respuesta al

estrés, es decir, cómo es que los individuos enfrentan las situaciones estresantes, e

indica tres etapas: 1.- El estado de alarma: el individuo se prepara para hacer frente a

una emergencia. 2.- La etapa de resistencia adaptativa: aquí los mecanismos

homeostáticos hacen que el organismo vuelva a su estado normal, cuando la causa de

estrés ya no está presente. 3.- La etapa de agotamiento: conocida como “burnout”,

ocasionada por la activación corporal generada en el momento en el cual el cuerpo se

activa para enfrentar el estresor.


A finales del siglo XX ocurre un giro fundamental en cuanto al enfoque usado para

estudiar el estrés, enfocando primordialmente los estudios al componente psicosocial.

Uno de los investigadores más importantes bajo este concepto es Richard Lazarus. Él

integra componentes estructurales y funcionales imprescindibles en el término de estrés:

la evaluación cognitiva y las estrategias de afrontamiento de la persona. Nos dice

“parece razonable usar la palabra estrés, como un término genérico para toda una serie

de problemas que incluyen: el estímulo que produce las reacciones de stress, las

reacciones por sí mismas y los variados procesos intervinientes...” (Román, et al., 2010,

p. 5)

Por su parte Lázarus y Folkman lo definieron como: Aquella relación particular entre la

persona y el ambiente, que es valorada por parte del individuo, como un esfuerzo

excesivo o que va más allá de sus recursos, haciendo peligrar su bienestar” (Barsallo,

Moscoso, 2015)

Desde ese momento hasta hoy en día se tiene esta variedad de conceptos aceptando el

enfoque personológico transaccional como el de más aprobación entre la comunidad

científica.

Definición de estrés La definición de estrés depende del contexto en el que se desarrolle

y de las experiencias propias de los autores que han trabajado sobre este tema. Como ya

se mencionó anteriormente, Hans Seyle uno de los protagonistas sobre este tema, define

el estrés como: “una respuesta inespecífica del organismo ante toda la demanda hecha

sobre él” (Hernández, 2014, p. 41). Por su parte, Lazarus y Folkman (1984), citados por

Hernández (2014), proponen que el estrés es resultado de dos formas de evaluaciones.

La evaluación número uno es la que se hace acerca de una situación. Mientras que la

evaluación número dos es acerca de losBautista y Ré (2007), citado por Porras, Araya,

et al., (2014, p. 135), decía “el estrés es la reacción / respuesta tensional de la persona a
través de todas y cada una de sus dimensiones”. Peiró (2005) citado por Flores, Fajardo,

(2010), indica que el estrés es un fenómeno adaptativo de los seres vivos que colabora

en gran medida a la sobrevivencia, a un apropiado rendimiento en sus actividades y a un

desempeño eficaz en muchos ámbitos de la vida. Según Castilla Roy, citado por Bustos,

Gumbaña, (2015, p. 21), el estrés se recursos que la persona tiene para hacer frente al

acontecimiento observado como amenaza

define como un proceso que se inicia ante un conjunto de demandas ambientales que

recibe el individuo, a las cuales debe dar una respuesta adecuada, poniendo en marcha

sus recursos y afrontamiento. Cuando la demanda del ambiente es excesiva frente a los

recursos de afrontamiento que se poseen, se van a desarrollar una serie de reacciones

adaptativas, de movilización de recursos, que implican una activación fisiológica. Esta

reacción de estrés incluye una serie de reacciones emocionales negativas

(desagradables), de las cuales las más importantes son: la ansiedad, la ira y la depresión

De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), el estrés “es el conjunto de

reacciones fisiológicas que prepara al organismo para la acción”. El vocablo estrés

viene del inglés, “stress”, “fatiga”, que son todas aquellas demandas tanto físicas como

psicológicas fuera de lo normal y bajo presión que se le haga al cuerpo, ocasionándole

un estado ansioso. En la mayoría de los casos, el estrés aparece debido a las exageradas

demandas que se le impone al cuerpo (Flores, Fajardo, 2010). Podemos decir que esta

palabra implica que cuando una persona está ante una amenaza, el organismo inicia un

proceso de ajustes adaptativos que permiten conservar la homeostasis. Como respuesta,

la supervivencia está garantizada debido a la experiencia que adquiere el individuo, su

predisposición biológica y el estado en el que se encuentre el organismo (Córdova,

Irigoyen, 2015). Se ha conceptualizado al estrés como esfuerzo agotador para mantener


las funciones esenciales a nivel requerido, como información que el individuo analiza,

como amenaza de peligro o como imposibilidad de predecir el futuro (Flores,

Fajardo, 2010). El estrés es una respuesta inespecífica del cuerpo ante cualquier

demanda; el organismo responde de manera semejante a cualquier situación que se

valore estresante (Bustos, Gumbaña, 2015). El estrés se puede apreciar como la

respuesta de un organismo ante muchas situaciones que le afectan de manera positiva o

negativa, creando su actuar. El estrés es una fuerza, cuya finalidad, es posibilitar la

movilidad a través de una energía intrínseca y extrínseca con repercusiones visibles para

la persona (Porras, Araya, Fallas, 2014). Es esta respuesta de las personas a las distintas

circunstancias que se le presentan, la que lleva a un proceso de cambios físicos,

biológicos y hormonales al mismo tiempo que le posibilita responder adecuadamente a

las demandas exteriores (Flores, Fajardo, 2010). El estrés como estímulo o condición

del medio ambiente es cuando se dedica a reconocer las distintas fuentes de presión que

inciden en los individuos y la investigación de las respuestas fisiológicas, cognitivas, y

conductuales consecuencias de tal presión. El estrés como respuesta, se define como las

señales de tensión, son las respuestas psicofisiológicas y conductuales las que

determinarían el estrés. Hace referencia a los sentimientos, emociones y

comportamientos. Hay un enfoque interactivo, el cual trata de agrupar las dos

definiciones anteriores, se trata de la interacción de la persona con el medio y en el

análisis que el individuo hace ante la circunstancia. De acuerdo a lo expuesto

anteriormente, se puede definir el estrés como una respuesta adaptativa ante un estimulo

externo, de modo que el sujeto tenga una herramienta para dominar.

algunas situaciones (Sánchez, s/f). Tipos de estrés De acuerdo a las distintas

clasificaciones, existen diferentes tipos de estrés, los cuales se mencionan a

continuación. Ross y Altmaier (1994) clasifican al estrés en tres tipos: 1) respuesta al


individuo, 2) en función del medio y sus eventos y 3) como interacción. En la primera,

los estímulos estresores influyen sobre la persona y su cuerpo. El individuo responde

ante las presiones del medio adaptándose a él y produciendo una respuesta para

enfrentar el estrés. La segunda se orienta al contexto en el que está la persona, más que

la respuesta de la misma. Toma en cuenta las situaciones que son distinguidas como

estresantes para ella. Y la tercera analiza la importante relación entre el contexto en que

se encuentra el individuo y los recursos que nota él mismo para enfrentar o no la

circunstancia estresante (Hernández, 2014). De acuerdo a Alcazar y Eguivar (2010,

citados por Hernández, 2014), hay estrés de tipo agudo, que es el que comúnmente se

presenta por presiones que ya han pasado o por anticipación de las demandas del futuro,

este tipo de estrés puede resultar motivador ya que estimula para realizar ciertas

actividades, aunque si es muy intenso puede resultar agotador. También hay estrés

agudo episódico que se distingue por estar presente en casi todas las actividades que

realiza el individuo, quien a causa del mismo acostumbra tener una vida en desorden.

Los individuos con este tipo de estrés, por lo regular están irritables, ansiosos y tensos.

El último tipo de estrés según estos autores es el estrés crónico, en el cual las

condiciones no son temporales y resulta complicado modificarlas con el paso del

tiempo, tal es el caso de las relaciones interpersonales o los problemas laborales. Cabe

resaltar que la clasificación más conocida para el estudio del estrés es la propuesta por

Seyle (1956) por lo que se abordará más a fondo. Este autor dice que hay dos tipos de

estrés: el estrés positivo (conocido en inglés como eustress), cuyo objetivo es generar

retos al individuo de donde se consigue la energía para proponerse y alcanzar metas. El

otro tipo de estrés corresponde al llamado estrés negativo (en inglés conocido como

distress), identificado por ser una situación estresante, la cual permanece con el tiempo

y tiene consecuencias perjudiciales para la salud (Porras, et. al, 2014). El eustress
proviene de prefijo griego eu = bien, bueno, y éste hace referencia a la apropiada

activación requerida para concluir con éxito cierta prueba o acontecimiento difícil

(González, González, 2012). El eustress (estrés positivo), se presenta cuando la persona

interacciona con su estresor, pero está su mente despejada y creativa; prepara al

organismo para una función perfecta. En este tipo de estrés la persona muestra

satisfacción, felicidad, bienestar y equilibrio (Bustos, Gumbaña, 2015). El estrés

positivo es un estado en el cual las respuestas de una persona ante las demandas del

contexto están adaptadas a las normas fisiológicas del mismo. Es un fenómeno que se

presenta cuando los individuos reaccionan de manera afirmativa y positiva ante una

determinada situación, lo que permite solucionar de manera óptima los obstáculos que

se presentan en la vida y de esta manera desenvolver sus capacidades y destrezas

(Flores, Fajardo, 2010).

Efectos del estrés sobre el rendimiento académico

La influencia del estrés académico en el rendimiento de los alumnos habitualmente está

relacionada con el fenómeno de la ansiedad de evaluación. Este vínculo negativo entre

ansiedad de evaluación y ejecución constituye para Muñoz (2004, citado por Casuso,

2011) el principal efecto a corto plazo del estrés académico sobre el rendimiento. Un

alto nivel de estrés altera el triple sistema de respuestas cognitivo-motórico-fisiológico

lo que tendría una consecuencia negativa en el rendimiento académico. En ciertos casos

baja la calificación de los estudiantes en los exámenes y, en otros, los estudiantes no

llegan a presentarse al examen o abandonan el aula minutos antes de dar comienzo el

mismo (Maldonado, Hidalgo y Otero, 2000 citados por Csauso 2011).

Está descrito en psicología que emoción y conocimiento tienen una relación

bidireccional. Pekrun (s/f, citado por Barzallo, Moscoso, 2015) señaló cuatro vías que

hacen que las emociones influyan sobre el aprendizaje y el conocimiento y que se


resumen en la figura siguiente, que viene a describir cómo las emociones inciden sobre

el aprendizaje y, de manera predominante, en el rendimiento, a través de la memoria y

la atención, y en el uso de las estrategias de aprendizaje y en su motivación.

Investigaciones hechas por Turner, Thorpe y Meyer (1998, citados por Barzallo,

Moscoso, 2015) concluyeron que las emociones negativas influyen más sobre el

aprendizaje y el rendimiento de forma negativa, que las emociones positivas

provocando un efecto positivo. Es necesario conocer los efectos producidos por las

situaciones estresantes en el contexto académico, con el objetivo de buscar soluciones

para el control del mismo, por lo que en seguida se indican los efectos más relevantes y

característicos del estrés sobre el rendimiento académico (Córdova, Irigoyen, 2015).

En el ámbito académico existen estresores que pueden influir en el rendimiento

académico de los alumnos, considerando dicho rendimiento en un sentido amplio, no

limitado a las notas obtenidas, sino tomando en cuenta aspectos tales como la asistencia

a clase, la motivación hacia el estudio, las percepciones y actitudes acerca del sistema

de enseñanza y su calidad, la satisfacción y la sensación de logro, el ajuste y

participación en la vida estudiantil, el clima social del salón de clase, etc, en definitiva,

si concebimos el rendimiento académico como el conjunto de conductas

organizacionales del alumno (Casuso, 2011).

El rendimiento académico es un indicador de efectividad y calidad educativa. (Barzallo,

Moscoso, 2015). Las expresiones de un bajo rendimiento académico pueden deberse a

múltiples causas, entre las que se encuentra el estrés. Ciertas investigaciones han

concluido en que hay una relación inversa entre los niveles de estrés autoinformados por

los estudiantes y el rendimiento académico de los mismos (Linn y Zeppa, 1984;

Struthers, Perry &Menec, 2000, citados por Casuso, 2011). Es decir, los resultados

existentes proponen un impacto negativo del estrés sobre el rendimiento académico.


Felsten&Wilcox (1992, citados por Casuso, 2011) encontraron un vinculo

significativamente negativo entre los niveles de estrés de los alumnos universitarios y su

rendimiento académico. En un estudio similar, Blumberg y Flaherty (1985, citados por

Casuso, 2011) también llegaron a la conclusión de que hay una relación inversa entre

los niveles de estrés autoinformados y el desempeño académico. Por su parte

Kgun&Ciarrochi (2003) citados por Casuso (2011), realizaron un estudio con alumnos

australianos de primero de Psicología, y hallaron que el efecto negativo del estrés sobre

el rendimiento académico se encuentra regulado por las habilidades de autocontrol del

alumno, de forma que altos niveles de estrés académico influirían de forma negativa

sobre los alumnos con una pobre lista de habilidades para mediar sus emociones y

pensamiento, pero no tendrían efecto sobre aquellos que comprueben este tipo de

recursos. Pero a pesar de lo comentado en los párrafos anteriores, hay que considerar

que una cantidad necesaria de estrés provoca un estado de alerta que es indispensable

para conseguir un rendimiento físico y mental que nos ayude a ser productivos y

creativos. Tomando en cuenta aquellas circunstancias en las que el estrés lleva a una

sensación de confianza, de control y de ser capaz de llevar a buen término las tareas,

metas o demandas especificas.

No obstante, se podría concluir que un cierto nivel de estrés o tensión puede conducir a

favorecer la motivación y el rendimiento del alumno, el conflicto está en que no parece

sencillo mantener ese nivel perfecto de estrés, siendo la tendencia general la de que el

estrés aumenta hasta llegar a situaciones dañinas (Looker&Gregson, 1998, citados por

Casuso, 2011).
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